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UNIVERSIDAD SIMÓN BOLÍVAR

DEPARTAMENTO DE PLANIFICACIÓN URBANA


DINÁMICA SOCIAL Y URBANA
MONOGRAFÍA

ESPACIO PÚBLICO Y BARRIOS DE CARACAS: CONSTRUCCIÓN Y DINÁMICA


SOCIAL

Profesor Estudiante
Urb. Carlos Urdaneta Eduardo Córdoba

Junio, 2021

1
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN
3

BARRIOS: UNA REALIDAD CARAQUEÑA


4

EL ESPACIO PÚBLICO
5

EL ESPACIO PÚBLICO EN LOS BARRIOS POPULARES


5

CONSTRUCCIONES SOCIALES: INTERACCIONES


7

CONCLUSIONES
10

REFERENCIAS
12

2
INTRODUCCIÓN

Las interacciones sociales y la dinámica de las poblaciones han propiciado escenarios


para el encuentro, el debate y la comunión de los diferentes individuos que hacen vida en la
sociedad. Desde la antigua Grecia hasta la actualidad, han surgido los espacios físicos en los
cuales las personas empezaron a ejercer su derecho a hacer ciudad. Históricamente cada
sociedad organiza su espacio de acuerdo a su naturaleza y contenido ideológico, político,
económico y cultural y el filósofo Jünger Habermas (1981) establece que “la ciudad es «el
espacio público donde la sociedad se fotografía, el poder se hace visible y se materializa el
simbolismo colectivo”, y tal como la ciudad es el lugar de exposición de la sociedad, el
espacio público en los barrios populares (favelas, barrio de chabola, etc.) también son
producto de una imperante necesidad de hacer visibles a la colectividad, es decir, un espacio
de uso colectivo es el marco en el que se tejen las relaciones y donde se manifiestan los
conflictos, se convive con el otro y se desdibuja la esfera individual.
Sin embargo, a diferencia de las urbanizaciones y construcciones formales de la
ciudad, en los barrios tanto la vivienda como el espacio urbano es en gran medida auto
desarrollado y en la mayoría de los casos autoconstruidos por los mismos habitantes en su
búsqueda por una mejor calidad de vida. Es en estos espacios donde discurre la mayor parte
del tiempo de los habitantes y es esta interacción social orgánica (fruto de la trama y
características urbanas de estos sectores) lo que lleva a plantear el estudio de la construcción
social del espacio urbano en los barrios, pues, aunque son públicos en términos de acceso y
propiedad, estos espacios le ‘pertenecen’ a la gente, y es precisamente la interacción de los
individuos con su contexto (construcción social) lo que genera el foco de estudio, en la
medida que “mientras la gente construye lugares, los lugares construyen a la gente”
(Holloway y Hubbard, 2001) 
De esta manera, la idea de construcción social del espacio puede ayudar a comprender
y analizar la producción y el consumo del espacio urbano en los barrios populares,
desvinculándolo con las suposiciones sobre marginalidad y pobreza a partir de las cuales se
observan a estas poblaciones. Como lo afirma García (2013) citando a Lombard (2009) la
construcción social del espacio se puede entender como la experiencia vivida por los usuarios
y productores de un lugar; como el sitio donde ocurren complejas relaciones y conflictos
humanos; y como un proceso continuo que nunca termina. Igualmente, no se puede olvidar
que “los habitantes de los barrios parecen convertirse en ciudadanos de segunda” y aunque no
se analiza este aspecto, es importante introducir el concepto de los agentes sociales en la
producción del medio ambiente construido de los barrios (Bolívar, 1989)
En esta monografía se discute particularmente la construcción social del espacio
público en los barrios populares de Caracas, en términos de cómo los individuos interactúan
con él. En este sentido, tal como señala García (2013), el consumo del espacio público se
puede ver a través de diferentes interacciones que abarcan prácticas sociales y culturales;
interacciones funcionales, como el movimiento y las pausas, representadas por las actividades

3
recreativas y comerciales; y un tercer grupo de interacciones relacionado con la construcción
experiencial, emocional y cognitiva del espacio en términos de identidad del lugar.
Asimismo, aunque la aproximación del trabajo se aborde desde la dinámica social, se espera
que se aborde desde todas las dimensiones posibles, es decir, desde la perspectiva de los
actores urbanos, los procesos políticos y el foco de la gobernabilidad y gestión urbana.

BARRIOS: UNA REALIDAD CARAQUEÑA

Las urbes latinoamericanas son el escenario privilegiado de la violencia y de la


inseguridad y, al mismo tiempo, representan la modernidad y la esperanza. Las ciudades
congregan lo mejor y lo peor de la vida social contemporánea. Y tal como muchas ciudades
de la región, Caracas, capital y ciudad más importante de Venezuela, no escapa de esta
realidad. Durante muchos años y desde su fundación, Caracas se caracterizó por ser una
ciudad pequeña comparada con otras urbes latinoamericanas, cuya predominancia en la
región se hacían evidentes desde la conquista española. Sin embargo, aunque muchos autores
difieren en su criterio, Bolívar (2008) pone de manifiesto que, durante la segunda mitad del
siglo XX, sin ponerse de acuerdo y sin organizarse, la gente de un país de pequeñas ciudades,
pueblos y población diseminada en el inmenso territorio, decidió cambiar, decidió emigrar en
aras de una mejor vida. Evidentemente, este proceso fue producto de muchos cambios en la
estructura económica venezolana y el descubrimiento del recurso que impulsaría la
modernización del país: el petróleo.

Así empezó el desarrollo de los asentamientos informales en las faldas y periferias de


la ciudad, donde el suelo y los recursos permitiesen instaurar las primeras viviendas de
aquellos campesinos que ahora se consolidan como legítimos habitantes de la ciudad. Desde
sus comienzos, estos asentamientos se caracterizaron por conformar un hábitat disímil,
signado por carencias físico - urbanas y sociales. A pesar de sus visibles deficiencias, se han
ido consolidando y para finales del siglo XX, ocupan extensas superficies de suelo
fragmentadas social y espacialmente. Fiori y Brandao (2010) argumentan que: “La
informalidad urbana está entretejida inexorablemente con la ciudad como un todo -en todas
las escalas y niveles- y puede también ser vista como otra vía de ser en la ciudad y
construirla”. Cierto; sólo que hace falta desarrollar tolerancia y respeto, esto es, aceptar la
diversidad como inmanente en la sociedad contemporánea. He ahí el reto. Así, podremos
reconocer el barrio como una opción de asentamiento y no de donde hay que salir.

Ante ello, es relevante el rol urbano que han desempeñado los asentamientos
informales en la ciudad y el cambio de paradigma que implica el integrar estos sectores 1a los
espacios más formales de Caracas, y es que para 1949 los barrios de ranchos caraqueños se
esparcían ya en 750 hectáreas. (¿Fuente?) Un año más tarde se establece el Área
Metropolitana de Caracas. (Contextualiza....el proceso metropolitano, quién crea el AMC?)
Al crearse esta zona, los barrios de ranchos empezaban a adueñarse de los cerros (En

1
Pero ya Fiori y Brandao han dicho que “La informalidad urbana está entretejida
inexorablemente con la ciudad como un todo”...por tanto, la ruptura paradigmática estaría
en asumirlo o dejar atrás la idea de que hay que integrar esos sectores a la ciudad formal.
Como dijeran en Colombia, “Si o qué?” AQUÍ YO MISMO ME CONTRADIJE

4
realidad, ya lo hacían desde antes...). El estrecho valle que servía de asiento a Caracas
resultaba demasiado reducido para los ranchos2. En 1966 el aumento significativo de estos
asentamientos se notaba más en el número de residentes que acogían, 578.200 habitantes,
que, en el área ocupada, 2.433 hectáreas, y en la cantidad de viviendas, 91.946 unidades. Para
1971, la extensión de los barrios de ranchos subía a 2.973 hectáreas y su población a 682.000
habitantes (Meza, 2008)

En términos del espacio construido, las barriadas están sujetos a distintas


interpretaciones: autores como García (2013) establecen que ‘informal’ no significa in-forma
(sin forma). Sino más bien implica que surge de sí mismo y de sus realizadores, cuya forma
no ha sido reconocida aún, pero que está sujeta a reglas y procedimientos potencialmente tan
específicos y necesarios como aquellos que han gobernado la construcción de ciudad oficial y
formal. Así, en el marco de la ciudad más urbanizada de Latinoamérica, se puede constatar
que, si bien la cobertura espacial de la mancha de aquello definido como informal dentro de
la cartografía de Caracas alcanza 60% de su territorio, y que, aproximadamente, 45% de la
población total de la ciudad habita en ellos, también la mayor parte de sus equipamientos y
espacios públicos se ubican en las zonas formales. En una ciudad tomada por las
desigualdades sociales, la polarización política, la violencia urbana y el desencuentro, se
busca descifrar qué papel puede jugar el estos espacios públicos en los tejidos informales y
cómo ello se relaciona con la forma de vivir de la gente. Fíjate que esto tiene un correlato:
cómo el espacio público en la ciudad formal es utilizado por los ciudadanos de los barrios. La
forma de apropiación no necesariamente es similar entre los grupos sociales de barrios y de la
ciudad formal.

EL ESPACIO PÚBLICO

Como cualquier constructo social, la noción de Espacio Público es fruto de un proceso


sociohistórico, su definición es diversa y según su uso se presta para la identificación de
diferentes situaciones,; sin embargo, en el espacio público representa la máxima expresión de
la colectividad y la democracia en su dimensión territorial, siendo su mayor exponente en una
ciudad sus calles, así como los lugares abiertos o cerrados en los cuales cualquier persona
tiene el derecho a circular sin restricciones. Tal como señala Borja (2011) el espacio público
en términos urbanos es el ámbito en el que los ciudadanos pueden (o deberían) sentirse como
tales, libres e iguales. Es donde la sociedad se escenifica, se representa a sí misma, se muestra
como una colectividad que convive, que muestra su diversidad y sus contradicciones y
expresa sus demandas y sus conflictos. Es donde se construye la memoria colectiva y se
manifiestan las identidades múltiples y las fusi ones en proceso. El espacio público
democrático es un espacio expresivo, significante, polivalente, accesible, evolutivo.

Sin embargo, ni todas las ciudades gozan de espacio públicos de calidad ni tienen la
posibilidad de disfrutarlos3, pues, aunque la calle prevalezca como el lugar de encuentro por
excelencia, las formas urbanas de la plaza, parques y demás espacios públicos representan
una oportunidad de interacción diferente, de pausa y no transitoria. Actualmente en Caracas

2
¿O más bien para darle una opción de asentamiento distinto a los grupos sociales más
desposeídos, que no implicara la autoprovisión?
3
No me queda claro el porqué de esta afirmación y, definitivamente, la razón esgrimida a
continuación no luce como su justificación.
5
existe una crisis de espacios públicos, resultado de las actuales4 pautas urbanizadoras y la
segregación social y económica producto del acelerado desarrollo demográfico que empujó a
los más pobres a las barriadas densificadas y aglomeradas en las que el poco espacio restante
representa el desagüe5 de las necesidades colectivas del barrio. Por otra parte, como señala
Borja (2011) citando a Jane Jacobs y Françoise Choay, en la ciudad “formal”, los espacios
públicos pierden sus cualidades ciudadanas para convertirse en espacios viarios, o en áreas
turísticas y de ocio o museificadas, o centros administrativos vacíos y temidos al anochecer.
Las calles comerciales animadas y abiertas se sustituyen progresivamente por centros
comerciales en los que se aplica “el derecho de admisión”. Y los centros y barrios que no se
transforman siguiendo estas pautas devienen espacios de exclusión olvidados y a veces
criminalizados. O, en sentido contrario, se gentrifican y excluyen a los sectores populares,
primero como residentes y luego como usuarios.

EL ESPACIO PÚBLICO EN LOS BARRIOS POPULARES

De acuerdo con Segovia y Oviedo (2000) el espacio público del barrio popular está
conformado por el espacio exterior que rodea las viviendas, al cual tienen acceso diariamente
las personas que viven alrededor. Normalmente el espacio se reduce a los callejos (No es una
voz utilizada usualmente en Venezuela) residuales y terrenos sin uso específico que la
comunidad apropia como suyos, un espacio lleno de sentido con valor simbólico para unos
pocos y segregados totalmente del resto de los espacios de la ciudad. Los espacios públicos
en la escala de barrio son entornos que provocan formas de uso y significación aparentemente
diferentes a los espacios públicos de centralidad. En los barrios, explica Berroeta (2012) las
personas se identifican individual y colectivamente con ciertos lugares utilizándolos con
regularidad, existen usos personales y grupales que son cotidianos, así como actividades
colectivas que involucran a toda la comunidad. En cambio, a nivel de centralidad prima más
el tránsito y el anonimato.
Debido a su tamaño y escala, García (2013) explica que los espacios públicos del
barrio son lugares para encontrarse con los demás cara a cara y llevar a cabo acciones
orientadas por el afecto, el compromiso y la recreación 6, siendo estos principalmente la
escalera (escalinata), la calle y el parque y/o cancha. Las calles pueden ser pavimentadas y en
escalinatas, adaptadas a la topografía del sector; los parques normalmente hacen las veces de
canchas comunales y en ocasiones contar con espacios verdes y de descanso. La plaza, como
otro de los máximos exponentes del espacio público parece no formar parte de la morfología
de los barrios, en cambio, muchas veces la casa del vecino o la calle compartida se convierte
en la plaza de muchos. García (2013) menciona que Lla plaza “ha sido objeto de inspiración
estética y controversia desde su inicio [...]”. Proporciona además un espacio físico, social y
metafórico para el debate público sobre gobernabilidad, identidad cultural y ciudadanía. Se

4
Considero que la respuesta se encuentra, al menos en parte, en el modelo de Urbanismo
racionalista aplicado en la ciudad a partir de los años 20-30s del siglo XX.
5
No se si el desagüe; en todo caso, si que es cierto que el espacio espacio público en el
barrio es residual y dispuesto a la mínima condición de accesibilidad posible, pues es
evidente que el escaso bien que significa la tierra es maximizado con lógica privatizadora.
Por tanto, el espacio público es lo más reducido posible, y limitado fundamentalmente a la
movilidad, más que a otros usos, al menos en origen; lo que pasa es que el espacio para
transitar se convierte en el espacio de la interacción y de la convivencia.
6
Bueno, sí. Pero hay otra lectura, la de las bandas, el delito, el narcotráfico….que también
tiene su propia lógica, que no es el afecto, el compromiso y la recreación….
6
podría decir que la plaza se ha transformado7 en el ‘parque del barrio’, con asociaciones y
significados similares para los habitantes populares.

Para Niño y Chaparro (1997), la calle es la unidad básica del espacio público en los
barrios. Las calles no solo son senderos de conexión, también canalizan la mayoría de las
expresiones sociales y culturales. La calle muchas veces es el escenario de las actividades
lúdicas de los más pequeños, y funcionan como extensión de la casa. El parque del barrio o la
cancha también son un espacio público reconocible. Su uso orientado al deporte y la
recreación no limita las interacciones y significados de sus usuarios. García explica que tal
como sucede con las calles, las canchas tienen usos sociales y culturales, además; la mayoría
de ellos son un punto de referencia tanto físico como de identidad en los barrios. Un último
elemento al que García hace alusión son los espacios “terciarios”, pues de acuerdo a Carmona
(2003) estos son ‘nuevas formas de espacio semipúblico’ para referirse a los pequeños
negocios (cafeterías y librerías, por ejemplo) donde la actividad pública fluye. Valdría la pena
señalar a qué ciudades se refieren los autores, pues eso no ha sucedido en el caso venezolano.
Al menos no ese tipo de negocios; probablemente una bodega o una venta de licores si.

Los espacios públicos8 en los barrios populares tienden a tener un uso intensivo,
principalmente de carácter recreativo. Pareciera una imagen más actualizada de los barrios
medievales de calles estrechas y casas amontonadas que obligaban a los individuos a
relacionarse más a menudo.; Sin embargo, aunque estos parecen ser prioritarios y de alta
demanda de sus habitantes, es esta característica y la estrecha relación que tienen con su
gente lo que los hace casi inaccesibles y de usos no compatibles para el resto de la población
de la ciudad. Un ejemplo claro de esto son las escalinatas 9, las cuales parecen constituir la
célula del espacio público del barrio, la extensión inmediata del porche y donde se nutren
directamente los lazos colectivos. Cada escalinata o escalera (debido a la topografía de la
mayoría de los barrios de Caracas) representa una comunidad propia, los cuales forman parte
de la estructura social del barrio.

Por ello, es importante conocer el modo en que interactúan las distintas dimensiones
tanto físicas10 como sociales involucradas en los procesos comunitarios de los barrios. Esto
es, comprender las dinámicas de convivencia y desarrollo de estas comunidades, lo cual
permite permitirá tener una visión amplia sobre las dinámicas e interacciones sociales entre el
barrio y sus espacios públicos.
Es en estos de exclusión material y normativa (Redacción; no se comprende), donde
no llega el agua ni la ley (...y sin embargo, tiene su propio orden...), donde existen
expresiones de optimismo que representan la transformación posible. (¿Hacia o en qué? No
será hacia o en la ciudad formal, ¿No?)

7
Me parece que no se ha transformado, porque no ha existido en el barrio; su función,
significante, significado ha sido cooptado por el parque. Sí o qué?
8
Distintos a las calles, escalinatas, escaleras comunales, etc. esto es, vialidad vehicular y/o
peatonal, que constituyen, como se ha dicho, el espacio público por excelencia en los
barrios.
9
Se utiliza más el término escalera en el caso de Caracas.
10
A ver: las “dimensiones físicas” no interactúan entre sí; interactúan las “dimensiones
sociales” entre sí y con las “dimensiones físicas”, que no se cuantas existan (las
dimensiones). Me parece que no es el término más feliz: dimensiones.
7
CONSTRUCCIONES SOCIALES: INTERACCIONES

En 1966, el sociólogo austriaco Peter Berger y su colega alemán, Thomas Luckman


escribieron “La construcción social de la realidad” donde afirman que el conocimiento, y
hasta el sentido común, son producto de la interacción social, que crea significaciones
compartidas que llegan a ser vistas como verdades objetivas y modelos a imitar, creando
roles recíprocos que cuando se hacen extensivos a la mayoría del conjunto social. Esto es, un
producto de la cultura que genera cada sociedad y se utilizan para hacer referencia y dar
significado a fenómenos que se construyen socialmente.

En este sentido, la primera dimensión a desarrollar en el amplio espectro del


constructo social son las Relaciones Sociales. Para el caso de los barrios de Caracas y de
acuerdo con Pérez (2013) la representación social “implica un proceso de construcción de la
realidad donde se configura el objeto representado con la finalidad de generar un conjunto de
creencias, valores y conocimientos que comparte un grupo social”. Partiendo de este hecho,
los individuos construyen y ordenan su sentido de la realidad por medio de un complejo de
proposiciones, ideas, reflexiones, imaginarios y producciones culturales, sociales e históricas,
que configuran las diferentes maneras de representación sobre la realidad captada.

En los barrios caraqueños como muchos latinoamericanos la realidad captada por los
habitantes de estos sectores se traduce en un uso extensivo de la casa 11 como puerta del
espacio público per sé. En la investigación de García (2013) se encontró que la puerta es el
primer punto de contacto entre el mundo cerrado e interior del hogar y el mundo abierto y
exterior del espacio público. Además, no es poco frecuente en los asentamientos populares
encontrar la puerta abierta para ver pasar a la gente, esperar a alguien con quien charlar o
vigilar a los niños mientras juegan en la calle, a pesar de los aparentes problemas de
seguridad que se escuchan. Asimismo, las ventanas, balcones y demás fenestraciones que
permiten la interacción y observar el andar de aquellos que transitan por las estrechas calles
de los barrios12. Con respecto al género, normalmente son las mujeres quienes usan la calle
para ir a la tienda, para ir a trabajar, para llevar a los niños a la escuela o al parque, tal como
explican Rojas y Guerrero (1997) “Las mujeres usan la calle para charlar con sus amigos,
para enterarse de las ‘últimas noticias mientras los niños son los principales actores en la
tarde y al anochecer; durante las noches y los fines de semana, los hombres y los adultos
jóvenes asumen el control. Todas las relaciones sociales llevadas a cabo van de la mano con
el uso que tenga ese espacio, llámese calle, porche, cancha o parque. Normalmente son usos
comerciales y de recreación donde se juega, se charla, se debate y encuentra la comunidad.

Asimismo, Bolívar (1989) comenta que “los barrios caraqueños, con ciertos años de
fundados, son macizados de un número de pisos variables (desde un piso a 4 o 5, hasta ahora
menos de 6, pues en los barrios no utilizan ascensores)” lo que abre la puerta a otra
dimensión de espacio público y sus posibles relaciones sociales: las terrazas y espacios
residuales entre viviendas, normalmente compartidas entre varias familias, donde terminan
siendo lugares de encuentro semipúblico, fiestas privadas de un sector de la comunidad o

11
¿El espacio público o qué? Algo le falta a esa oración.
12
Esto es característico también de la ciudad hispanoamericana tradicional.
8
reuniones del concejo comunal. Además, volviendo a las calles, se podría decir que son el
protagonista de los barrios caraqueños, donde ocurre el cúmulo de interacciones no solo
sociales, sino de movilidad, culturales, de encuentro y colectivas. Ejemplos varios apuntan a
la Avenida Principal de Las Minas, en el municipio Baruta o la Calle La Cruz en Petare,
municipio Sucre. La calle no solo se convierte en el lugar de mayor actividad social, sino que
en horas de pernocta es testigo del afán de los habitantes de Caracas por disfrutar buenos
momentos, rodeados de tragos, puestos de comida rápida y por qué no, de sustancias ilícitas.
Claro, pero ¿Por qué la calle? Es un asunto de confluencia (las escaleras confluyen en la
calle; esto es, la calle es el eje vial y de dinámica social y urbana por excelencia)

Por otra parte, en el parque y en la cancha, así como en una plaza, ocurre un momento
de pausa. Ya no existe una interacción tan directa como la de la calle, su accesibilidad limita
la interacción a aquellos que realmente usan el espacio y oportunamente se utiliza como lugar
de encuentro en ocasiones planificadas. Hay oportunidad para sentarse a disfrutar del uso que
dispongan los habitantes. Al oeste de la ciudad, en barrios como el 23 de enero, Cotiza, entre
otros, existen sobretodo canchas deportivas multiusos, donde se incentiva el deporte y una
vida libre de estupefacientes y actos ilícitos, mientras que estos usos se pueden diversificar
para dar paso a reuniones sabatinas o congregaciones de la comunidad en momentos
específicos del día.

Las actividades sociales cotidianas que se desarrollan en estos espacios públicos


contribuyen a darle forma a esos lugares en términos de cómo se usan y cómo se transforman
a través de ese uso. García (2013) establece que las relaciones sociales “se construyen en las
calles y los parques; sus esquinas y fronteras adquieren ‘nuevos’ usos y la transformación real
del espacio se observa cuando, por ejemplo, un bebedor de cerveza lleva una silla a la calle o
cuando se construye un jardín frente a una casa”. Poco a poco esta interacción y aporte van
entretejiendo un complejo sistema que aprovecha el espacio existente y lo convierte en
expresión de las necesidades de su población.

Otro tipo de relaciones sociales, señala García (2013) pueden ser las expresiones
culturales, las celebraciones, la comida y la bebida, los festejos y tradiciones religiosas y los
juegos tradicionales, las cuales pueden suceder consecutivamente o aisladas, pero siempre
haciendo gala de su espacio público por excelencia: la calle. Es normal ver en barrios de la
capital celebraciones, cumpleaños y reuniones que aglomeran a un importante sector de la
población, en los cuales se hace gala de comidas compartidas, bebidas alcohólicas y demás.
Artículos de prensa venezolanos rescatan que sectores como La Cota 905, La Vega y
Propatria son algunos de los lugares más sonados, pero no los únicos, donde cada viernes de
quincena se arma el bochinche. No se trata de un grupo que escucha música, sino de un
bonche estructurado, organizado con antelación, donde hay venta de licores, comida y hasta
strippers. Se convierte el barrio entonces, en un club nocturno. Asimismo, las celebraciones
políticas, religiosas, decembrinas y festivas no escapan de esta realidad, manifestaciones
como el Baile Zaragoza del Día de los Santos Inocentes recorren en caravanas y trajes
coloridos las calles de barrios como La Vega, en el municipio Libertador.

Por otra parte, con respecto a la construcción social funcional: Recreación y


Comercio, se discuten los usos de estos espacios públicos a nivel funcional, en este caso, el
espacio público como lugar de juego y espacio comercial.

En los barrios el espacio público es a menudo utilizado como lugar de juego. “Los
niños tienden a jugar más en las calles, en las zonas de parqueo y a la entrada de sus casas

9
que en las zonas de juego diseñadas para ese propósito” señala Gehl (1987). Las calles son el
espacio de juego primario y más asequible para los niños del barrio. Normalmente las casas
son limitadas y cuentan con espacios y servicios precarios. Lo anterior se suma a la elevada
densificación de estos sectores, lo cual afirma Bolívar (1987) y en donde el limitado espacio
no puede acoger a una familia de 3, 4 o más niños ansiosos por disfrutar el tiempo libre. Los
más pequeños se destacan en actividades como volar papagayo y bajar colinas en carruchas,
tal como se demuestra en algunos sectores de Petare, mientras que para los adolescentes la
diversión ocurre en la cancha.

En términos de función y uso de los espacios públicos de los barrios, estos también
significan comercio. Muchas veces estas actividades no son solo de carácter económico, sino
que también son manifestaciones sociales constructoras de cultura. García (2013) establece
que las actividades comerciales que se dan en los espacios públicos se pueden dividir en dos
tipos: las que se dan en los locales que de alguna manera tienen relación con las calles y los
parques; y las que ocurren en los espacios públicos propiamente dichos. En el primer tipo, la
tienda y sus variaciones es la principal manifestación comercial; del segundo, las ventas
callejeras son el ejemplo más visible.

Un ejemplo claro y que puede replicarse en cualquier barriada caraqueña es la calle La


Libertad en Petare, una corta pero transitada arteria que comunica de la zona del Reloj del
Mercado Popular de Pequeños Comerciantes o el “mercadito”, donde más que una estructura
formal de compras y ventas, prevalece la calle atestada de comerciantes y buhoneros. Aquí
conviven los habitantes de las residencias en pisos superiores, comerciantes, niños, mujeres,
adultos mayores y un flujo constante de personas que vienen incluso desde otras partes de
Petare. Alquilar una habitación, cortes de pelo, plastificación, venta de “perros”, bares, en fin,
poner un negocio” (¿Es una cita o qué?), parece una norma en muchos de estos barrios
quienes han descubierto en la economía local una forma de sustento que inevitablemente
actúa como una mano invisible (¡El Mercado!) que brinda un uso mixto y servicios que
normalmente estos sectores carecían.

En este sentido, el puesto de verduras de “Joseito” o la silla donde cortan cabello en


plena calle no solo se convierten en espacios de intercambio comercial, sino también de
interacción, reconocimiento y relación social. El vecino o el novio de “fulana” es el dueño del
puesto de cocadas y por lo general esta interacción afianza la sensación de comunidad y
estimula la economía local, pero a la vez se podría interpretar como la brecha que separa los
servicios formales de los barrios, y los altos niveles de segregación desde todas las
dimensiones que viven los habitantes de sectores populares. Algunas calles importantes para
los diferentes sectores caraqueños podrían ser La Calle Real de Antimano, la Calle
Federación de Petare colonial, la Calle San José de La Vega o la Calle Principal de Cotiza,
las cuales a pesar de las marcadas diferencias, sobretodo en emplazamiento este-oeste,
comparten una intensa actividad económica y de encuentro social.

El desarrollo económico de los barrios puede consolidarse hasta el punto que las
personas obtengan todo lo que necesitan diariamente en el perímetro de su barrio. En Caracas
se pueden mencionar varios ejemplos, pero resalta el barrio Las Minas y su calle principal, en
la cual la intensa actividad económica y flujos de personas, transporte y comercios han
desarrollado un eje que articula el conjunto de sub barrios (o sectores) que la conforman.
Aquí, como en muchas otras barriadas, las actividades económicas en otros espacios públicos
son limitadas. Sino es en la calle, es el portón de la casa o en frente de la misma lo cual
empieza a generar núcleos de concentración de actividades y de otras atrayentes al sector.

10
Finalmente, la construcción social simbólica se refleja de acuerdo con García (2013)
en expresiones experienciales, emocionales, cognitivas y de relaciones de poder:
La gente se relaciona con los lugares y los lugares se relacionan con la gente13 creando
un vínculo emocional o un apego subjetivo y afectivo (Cresswell, 2004). En los
asentamientos populares esta relación puede ser aún más fuerte puesto que las personas han
estado involucradas con los lugares desde su creación. Esto se afianza con las
manifestaciones culturales y religiosas, tal como García (2013) menciona “las prácticas
cotidianas y funcionales asociadas con los espacios públicos representan las distintas maneras
como los habitantes se relacionan con esos lugares, construyendo apego a ellos y
desarrollando estrategias de apropiación que en varios casos incluyen la transformación del
espacio”. Lo anterior se pone de manifiesto de forma física, y es que, en la mayoría de los
barrios, los murales, grafittis, colores vibrantes de fachada o el enrejado son parte de las
manifestaciones físicas que derivan del vínculo emocional y el apego al sector, a través de la
reivindicación y orgullo de su gente. Este tipo de manifestaciones también pueden contener
connotaciones políticas y partidistas, tal como es el caso del partido actual del gobierno de
Venezuela, el PSUV, cuyo marketing y propaganda se esparcen por la mayor parte de los
sectores populares a través de frases, colores asociados al partido y los famosos “ojos” del
fallecido presidente Hugo Chávez. Este tipo de representaciones tienen un impacto en la
forma en la que los habitantes ven al barrio y en la propia ideología de estos sectores.
Otro aspecto a resaltar son los lugares y sus nombres, los cuales están relacionados
con momentos históricos, aspiraciones o deseos de la gente que habita los barrios de Caracas.
Nombres como la unión, el progreso, libertad, representan aspiraciones colectivas, mientras
que calles reales y nombres heroicos hablan de un pasado colonial y de independencia.
Asimismo, el mismo nombre del barrio puede tener connotaciones históricas importantes
como es el caso del 23 de Enero, cuyo nombre fue modificado en honor a la huida del
entonces presidente y dictador Marcos Pérez Jiménez. Finalmente, todo lo anterior está
enmarcado en un proceso cognitivo y de símbolos que reconoce la comunidad y forma parte
del apego colectivo. Los seres humanos necesitan conexiones con el mundo, en pasado
presente o futuro, y estas conexiones se traducen en apropiación y reconocimiento de sus
espacios. Normalmente, son conexiones intangibles, lugares de añoranza, de recuerdos, que
atan a sus habitantes con un hecho, como explican Ontiveros y De Freitas (2006): “la esquina
del chisme, el parque de la esperanza, la calle de los helados o el callejón de la muerte…”
(página?). Lo interesante es que no necesariamente los nombres son compartidos por todos
los habitantes; así, una escalera puede denominarse con varios nombres, dependiendo del
informante.

CONCLUSIONES

Es definitivo que los pobladores transforman los espacios públicos al usarlos e


interactuar con ellos, pero esta interacción también los transforma (Esta idea es otra cosa,
distinta y coherente). Los barrios caraqueños no están exentos de esta realidad, así como
13
Este asunto de la relación del espacio con la gente me parece que hay que revisar si es
una idea del autor o tu interpretación; si seguimos esa argumentación, yo me relaciono con
la gente de mi calle y también con su espacio construido; pero, a su vez, el espacio
construido se relaciona conmigo: o sea, tiene capacidad de relacionamiento, voluntad, etc.
Hay algo aquí que no funciona bien, creo.
11
muchas poblaciones latinoamericanas. La segregación, la precariedad y déficit en muchos
aspectos han generado el autodesarrollo de los espacios que demandan las personas para
satisfacer necesidades sociales, económicas, culturales, entre otras. A través de lo expuesto en
esta monografía se deja de manifiesto que la interacción social entre el barrio y sus espacios
públicos es distinta a la relación entre el resto de la ciudad y sus espacios formales. Bueno,
para eso, debiste haber descrito como es en la coidad formal. Cosa que no hiciste, pero que
tampoco hace falta. Asimismo, se corroboró que dichos espacios no son de infraestructura
regular y planificación adecuada, por el contrario, surgen involuntaria y aleatoriamente en
donde las necesidades de la población hacen eco. Caracas y sus barrios (O sea, ¿Son
realidades distintas? ¿Son dos ciudades?) viven como en paralelo, en otra dimensión social,
económica, de servicios y de interacción y arraigo a sus espacios públicos.
Tal como Bolívar (1989) menciona, el barrio debe ser entendido como parte misma de
la ciudad, y los impulsores de un cambio a través de sus conductas más humanas. Es
importante señalar que al hacer énfasis en las relaciones sociales del barrio no se debe
romantizar la pobreza y los conflictos sociales, pero es positivo rescatar que gracias no solo a
la intrincada morfología, sino la cercanía y el espíritu de lucha, en los barrios se vive y se
disfruta a plenitud el mucho o poco espacio público existente. Asimismo, Bolívar también
introduce el concepto de los agentes sociales en la producción del medio ambiente construido
de los barrios. Las causas pueden depender de las formas de intervención del Estado en las
dos zonas mencionadas. En la zona de los barrios del este existían 91 barrios, que además de
recibir la cooperación de instituciones a nivel nacional, lograban la del gobierno estadal y la
del concejo municipal del entonces (del entonces era el Concejo Municipal -no el municipio
Sucre, que se llamaba Distrito Sucre- que entonces ejercía funciones propias del ejecutivo y
del legislativo, a la vez) municipio Sucre, el cual era considerado como uno de los más ricos
del país. En los barrios de la zona suroeste en el entonces Distrito Federal –hoy municipio
Libertador (No; no debes confundir Distrito Federal con el entonces Departamento –hoy
municipio- Libertador. En todo caso, el Distrito Capital equivale al antiguo Distrito Federal,
sin el Estado La Guaira, claro), –, el gobierno municipal debía ocuparse de 230 barrios en
Caracas y de 112 en el Litoral. Actualmente no hay datos exactos de los barrios de Caracas,
los metros de espacio público disponible y especialmente cómo las personas se relacionan
con estos espacios, todo en el marco de fuertes conflictos y desacuerdos políticos que no
permiten la continuidad de planes y proyectos y enfrentar la situación de los barrios desde su
génesis.
De cara a esta situación, es importante destacar la labor de aquellos que levantan
información y se dedican a estudiar los barrios y sus relaciones. Muchos piensan que la
solución es demoler estos cerros y brindar viviendas sociales en zonas no aptas o en la
periferia14, pero si se aprieta la lupa 15 y se observan de cerca estas relaciones, se pueden
obtener ventajas y oportunidades para no solo brindar una mejor calidad de vida a estos
sectores, sino también aprender de sus interacciones y la forma de vivir su colectividad.
Conocer en detalle cómo se usan funcional, cotidiana y simbólicamente los espacios urbanos
en estos barrios ofrecería variables reales y concretas sobre lo que estas comunidades quieren,
necesitan y aspiran, en lugar de ser objeto de las necesidades y gustos de los diseñadores de
turno y de cómo ellos piensan que deben vivir las personas. García (2013) rescata que “la
construcción social de espacio sigue una lógica distinta a la de la planeación” pero el

14
La presentación de esta postura va en el cuerpo del trabajo, donde me parece que no está
expresada. Aquí no tiene cabida, como no sea para hablar de ella o concluir algo en relación
con ella.
15
La lupa se acerca, no se aprieta; si lo haces, la puedes romper.
12
acercamiento a estas realidades permite poner sobre la mesa detalles que la planificación, en
su afán de normar, muchas veces deja de lado. Pero sí existen normas. No escritas. Pero
existen.

REFERENCIAS

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de Ranchos". En: Coloquio, Revista del Consejo de Desarrollo Científico y
Humanístico, UCV, Caracas, Volumen 1, pp. 143-16.

Bolívar, Teolinda (s/f). Densificación de los barrios autoproducidos en la capital de


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13
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