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El ejemplo de Cristo
Cuando leemos las páginas del Evangelio, rápidamente nos damos cuenta de que
la Buena Nueva nos desorienta. Los contenidos del Evangelio son tan distintos a
nuestras tendencias naturales, que nos parece que son una incesante paradoja. El
Evangelio, así como la vida del propio Cristo, echan por tierra nuestras nociones
humanas comunes y corrientes.
Cuando hablamos del asedio del que era objeto Jesús de manera constante,
debemos hacer hincapié, asimismo, a que este asedio estaba estrechamente ligado a su
aislamiento durante la oración. Y en esto está escondida una indicación muy importante
para ti: para que el asedio que sufras por parte de la gente pueda ser fructífero, primero
tienes que aprender a estar en la soledad, tienes que aprender a valorar los momentos
de desierto en tu vida. Hay que ver el gran valor que esto desempeñó en la vida de los
santos. Baste recordar la gran necesidad de soledad en el desierto que tuvo Juan el
Bautista; o cuán decisivo fue el período en Manresa, en la vida de San Ignacio de Loyola;
o en la ermita de Subiaco, en la vida de San Benito.