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CURSO VIRTUAL

“ACCESO A LA JUSTICA Y
DEFENSA LEGAL DE LOS
DERECHOS HUMANOS EN EL
MARCO DEL SISTEMA DEBIDO
INTERAMERICANO DE PROCESOS EN EL
MARCO DEL
DERECHOS HUMANOS” SISTEMA
INTERAMERICANO
DE DERECHOS
HUMANOS Y LA
MODULO IV LEGISLACIÓN
NACIOINAL

DEBIDO PROCESOS EN EL
MARCO DEL SISTEMA
INTERAMERICANO DE
DERECHOS HUMANOS Y LA
LEGISLACIÓN NACIONAL

UNIDAD DE CAPACITACIÓN
ESCUELA DE JUECES DEL ESTADO
2020
Escuela de Jueces del Estado
Unidad de Capacitación
Jefe de la Unidad de Capacitación: Abog. José Humberto Flores Flores
Coordinación Área de Apoyo Judicial y Administrativo
Docente Responsable: Abog. Ivanna Jadue Jiménez

Fundación CONSTRUIR
Directora Ejecutiva: Abog. Susana Saavedra Badani
Docente que elaboro el Material: Dra. Maria Elena Attard Bellido
Docente Responsable del Foro: Dr. Marco Loayza Cossio

DEBIDO PROCESOS EN EL MARCO DEL SISTEMA INTERAMERICANO DE DERECHOS


HUMANOS Y LA LEGISLACIÓN NACIONAL

Dirección Web: https://www.eje.gob.bo/

2
INDICE

TEMA 1 .................................................................................................................................... 5

DEBIDO PROCESO SUSTANTIVO Y ADJETIVO Y SU EXPANSIÓN HORIZONTAL Y VERTICAL ....... 5


1. APROXIMACIÓN CONCEPTUAL ................................................................................................. 6
2. EL CARÁCTER FORMAL Y MATERIAL DEL DEBIDO PROCESO ............................................................. 8
3. EL DEBIDO PROCESO ADJETIVO ...............................................................................................10
4. DEBIDO PROCESO SUSTANTIVO ...............................................................................................12
5. EL JUEZ COMO CUSTODIO Y GARANTE DEL DEBIDO PROCESO .........................................................21
6. LA EXPANSIÓN HORIZONTAL Y VERTICAL DEL DEBIDO PROCESO ......................................................23
6.1. LA EXPANSIÓN HORIZONTAL DEL DEBIDO PROCESO ....................................................................24
6.2. LA EXPANSIÓN VERTICAL DEL DEBIDO PROCESO ........................................................................27
...............................................................................................................................................29

TEMA 2 ...................................................................................................................................38
1. LAS GARANTÍAS DEL DEBIDO PROCESO CONTENIDAS EN EL ART. 8.1 DE LA CONVENCIÓN AMERICANA ...39
2. EL DERECHO A SER OÍDO POR UN JUEZ O TRIBUNAL .....................................................................40
3. EL DERECHO A UN JUEZ COMPETENTE, INDEPENDIENTE E IMPARCIAL, ESTABLECIDO PREVIAMENTE POR LA LEY
43
3.1. JUEZ COMPETENTE ............................................................................................................45
3.2. JUEZ INDEPENDIENTE .........................................................................................................48
3.3. JUEZ IMPARCIAL ................................................................................................................50
3.4. FUERO ESPECIAL................................................................................................................50
4. EL DERECHO A SER JUZGADO EN UN PLAZO RAZONABLE ...............................................................51
5. EL DERECHO A OBTENER UNA DEBIDA MOTIVACIÓN Y FUNDAMENTACIÓN DE LAS RESOLUCIONES COMO
GARANTÍA DE NO ARBITRARIEDAD ..................................................................................................57

TEMA 3 ...................................................................................................................................62

GARANTÍAS MÍNIMAS DEL DEBIDO PROCESO CONTENIDAS EN EL ART. 8.2. DE LA CONVENCIÓN


AMERICANA ...........................................................................................................................62
1. DERECHO A LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA ...............................................................................63
1.1 . LA PROHIBICIÓN DE CONDENA PENAL A UNA PERSONA MIENTRAS NO EXISTA PRUEBA PLENA DE SU
RESPONSABILIDAD .......................................................................................................................64
1.2. LA APLICACIÓN PROLONGADA DE PRISIÓN PREVENTIVA A PERSONAS CUYA RESPONSABILIDAD NO HA SIDO
ESTABLECIDA ..............................................................................................................................65
1.3. LA EXPOSICIÓN PÚBLICA DE UNA PERSONA PROCESADA COMO CULPABLE DE UN DELITO ....................65
2. DERECHO A UN TRADUCTOR O INTÉRPRETE SI NO SE COMPRENDE O NO HABLA EL IDIOMA DEL JUZGADO O
TRIBUNAL ..................................................................................................................................66
3. DERECHO DEL INCULPADO A UNA COMUNICACIÓN PREVIA Y DETALLADA DE LA ACUSACIÓN FORMULADA67
4. DERECHO DEL INCULPADO A QUE SE LE CONCEDA EL TIEMPO Y LOS MEDIOS ADECUADOS PARA LA
PREPARACIÓN DE SU DEFENSA .......................................................................................................70

3
5. DERECHO DEL INCULPADO A DEFENDERSE PERSONALMENTE, SER ASISTIDO POR UN DEFENSOR DE SU ELECCIÓN
Y DE COMUNICARSE LIBRE Y PRIVADAMENTE CON SU DEFENSOR ...........................................................72
6. DERECHO DE SER ASISTIDO POR UN DEFENSOR DE OFICIO .............................................................74
7. DERECHO DE LA DEFENSA DE INTERROGAR A LOS TESTIGOS PRESENTES EN EL TRIBUNAL Y DE OBTENER LA
COMPARECENCIA, COMO TESTIGOS O PERITOS, DE OTRAS PERSONAS QUE PUEDAN ARROJAR LUZ SOBRE LOS HECHOS
ART. 8.2.F .................................................................................................................................76
8. DERECHO A NO SER OBLIGADO A DECLARAR CONTRA SÍ MISMO NI A DECLARARSE CULPABLE ART. 8.2.G, Y A
DECLARAR SIN COACCIÓN DE NATURALEZA ALGUNA (ART. 8.3) ............................................................77
9. DERECHO A RECURRIR EL FALLO ANTE JUEZ O TRIBUNAL SUPERIOR (ART 8.2.H CADH) ......................79
10. DERECHO DEL INCULPADO ABSUELTO POR UNA SENTENCIA FIRME A NO SER SOMETIDO A NUEVO JUICIO POR
LOS MISMOS HECHOS: PRINCIPIO DE NE BIS IN ÍDEM (ART. 8.4) ............................................................82
11. DERECHO A UN PROCESO PENAL PÚBLICO (ART. 8.5) ................................................................85

TABLA DE ESTÁNDARES ..........................................................................................................87

BIBLIOGRAFÍA.........................................................................................................................89
1. LIBROS ..............................................................................................................................89
2. CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS ...................................................................89
3. COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS ..............................................................92

4
Tema 1
Debido proceso sustantivo y
adjetivo y su expansión
horizontal y vertical

5
1. Aproximación conceptual

Definir el debido proceso es sumamente complejo, las conceptualizaciones que de


él se han realizado son diversas, motivo por el cual, en lugar de realizar una
conceptualización del mismo, nos detendremos en realizar una aproximación sobre algunas
manifestaciones conceptuales y dimensiones que han sido desarrollados tanto por la
doctrina como por la jurisprudencia nacional como internacional.

Una de las primeras impresiones sobre la caracterización del debido proceso


implicaría relacionarla como un sistema de garantías cuyo carácter es dinámico e
inacabado, orientado a garantizar el derecho fundamental a la justicia. La Corte
Interamericana de Derechos Humanos, en adelante Corte IDH o la Corte, ha entendido al
debido proceso como un medio para asegurar, en la mayor medida posible, la solución justa
de una controversia, a la que contribuyen el conjunto de actos de diversas características,
generalmente reunidos bajo el concepto de debido proceso legal. Dichos actos sirven para
proteger, asegurar o hacer valer la titularidad o el ejercicio de un derecho, y son condiciones
que deben cumplirse para asegurar la adecuada defensa de aquéllos cuyos derechos u
obligaciones están bajo consideración judicial1.

De igual forma, haciendo alusión a la doctrina Cecilia Quiroga Medina sostiene que
“El debido proceso es una piedra angular del sistema de protección de los derechos
humanos; es por excelencia, la garantía de todos los derechos humanos y un requisito sine
qua non para la existencia de un Estado de Derecho” 2.

La relevancia del debido proceso transciende en todas las esferas al constituirse


como señalan Elizabeth Salmón y Cristina Blanco que estamos frente a un derecho que es,
a su vez, un prerrequisito indispensable para la protección de cualquier otro derecho 3. De
ahí porqué ha sido considerado en una triple dimensión; es decir, como derecho, principio
y garantía.

Sobre esta base Bustamante Alarcón define al debido proceso como un “derecho
fundamental de carácter instrumental que se encuentra conformado por un conjunto de
derechos esenciales que impiden que la libertad y los derechos de los individuos sucumban
ante la ausencia o insuficiencia de un proceso o procedimiento, o se vean afectados por

1
Corte IDH. Garantías Judiciales en Estados de Emergencia (arts. 27.2, 25 y 8 Convención Americana sobre
Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-9/87 del 6 de octubre de 1987, párrs 117 y 118.
2
Citadas por Ramírez García Sergio. El debido proceso. Criterios de la jurisprudencia interamericana. México:
Editorial Porrúa, 2012, p. 6.
3
Salmón, Elizabeth y Cristina Blanco, El derecho al debido proceso en la jurisprudencia de la Corte
Interamericana (1a. ed.). Lima: Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la Pontificia Universidad
Católica del Perú, 2012, p. 24.

6
cualquier sujeto de derechos (incluyendo el Estado) que pretenda hacer uso abusivo de
éstos4.

La Constitución Boliviana, consagra al debido proceso como derecho fundamental,


como garantía jurisdiccional y como principio en la administración de justicia, alcance que
ha sido destacado por la jurisprudencia constitucional al observar que el art. 115.II del texto
constitucional, a la hora de establecer las garantías jurisdiccionales, señala: “El Estado
garantiza el derecho al debido proceso, a la defensa y a una justicia plural, pronta, oportuna,
gratuita, transparente y sin dilaciones”. El artículo 117 de la CPE establece al debido proceso
como una garantía en el ejercicio de los derechos humanos, al vincularlo con los principios
del juez natural, principio de legalidad y principio non bis in ídem. El artículo 180 de la CPE,
en su parágrafo I, establece: “La jurisdicción ordinaria se fundamenta en los principios
procesales de gratuidad, publicidad, transparencia, oralidad, celeridad, probidad,
honestidad, legalidad, eficacia, eficiencia, accesibilidad, inmediatez, verdad material,
debido proceso, e igualad de las partes ante el juez”.

En efecto, a partir de la SC 0316/2010-R de 15 de junio se ha desarrollado la triple


dimensión del debido proceso al señalar:

La Constitución Política del Estado en consideración a la naturaleza y los elementos


constitutivos del debido proceso como instituto jurídico y mecanismo de protección
de los derechos fundamentales, lo consagra como un principio, un derecho y una
garantía, es decir, la naturaleza del debido proceso es reconocida por la Constitución
en su triple dimensión: como derecho fundamental de los justiciables, de quien
accede reclamando justicia, la víctima y de quien se defiende el imputado. A la vez
es un principio procesal, que involucra la igualdad de las partes art. 119.I CPE y una
garantía de la administración de justicia, previniendo que los actos del proceso se
ceñirán estrictamente a reglas formales de incuestionable cumplimiento. De esa
triple dimensión, se desprende el debido proceso como derecho fundamental
autónomo y como derecho fundamental indirecto o garantía…”.

La SCP 0399/2014 de 25 de febrero ha complementado esta caracterización señalando que


la Constitución instituye al debido proceso como:
1) Derecho fundamental: Como un derecho para proteger al ciudadano en primer
orden de acceso a la justicia oportuna y eficaz, como así de protección de los posibles
abusos de las autoridades originadas no sólo en actuaciones u omisiones procesales,
sino también en las decisiones que adopten a través de las distintas resoluciones
dictadas para dirimir situaciones jurídicas o administrativas y que afecten derechos
fundamentales, constituyéndose en el instrumento de sujeción de las autoridades a
las reglas establecidas por el ordenamiento jurídico.

2) Garantía jurisdiccional: Asimismo, constituye una garantía al ser un medio de


protección de otros derechos fundamentales que se encuentran contenidos como
elementos del debido proceso como la motivación de las resoluciones, la defensa, la

4
Citado por Ramírez García Sergio. Op. cit. p. 9.

7
pertinencia, la congruencia, de recurrir, entre otras, y que se aplican toda clase de
actuaciones judiciales y administrativas, constituyendo las distintas garantías
jurisdiccionales inherentes al debido proceso, normas rectoras a las cuales deben
sujetarse las autoridades pero también las partes intervinientes en el proceso en
aplicación y resguardo del principio de igualdad.

Cabe precisar que en su dimensión de garantía asegura a su vez la obligación prevista


en el art. 25 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en adelante CADH o
Convención, a los Estados de suministrar recursos judiciales adecuados y efectivos a las
personas que aleguen ser víctimas de violaciones de los derechos humanos, que deben ser
sustanciados de conformidad con las reglas del debido proceso.

Como apunta Sergio Ramírez existe un panorama renovado del debido proceso, en
constante revisión y precisión, que se ha visto fuertemente influido por el derecho
internacional de los derechos humanos y la jurisprudencia de los tribunales que tienen a su
cargo la interpretación y aplicación de los tratados sobre esta materia. 5 Por esta razón, en
el marco del principio de progresividad de los derechos humanos, los elementos que hacen
al debido proceso no constituyen un catálogo cerrado, sino en franca expansión con la
introducción de otros, así como una ampliación de su contenido para asegurar la realización
del valor justicia, conforme se explicará al hacer referencia a su expansión horizontal y
vertical.

2. El carácter formal y material del debido proceso

La doctrina y la jurisprudencia han acentuado la necesaria caracterización de una


dimensión formal y material del debido proceso haciendo alusión a su versión adjetiva y
sustantiva, que en conjunto forman el contenido del debido proceso.

Es así que el debido proceso como una institución del Estado de Derecho, en su
dimensión formal está constituido por ciertas garantías de orden procesal que deben ser
aseguradas a los sujetos de derecho; es decir, su consideración como un conjunto de
requisitos y reglas que deben observarse en las instancias procesales, hace alusión a su
carácter formal; en tanto que la dimensión material se vincula con la idea de justicia; en
palabras de José María Tijerino Pacheco, citado por Sergio Ramírez, esto conduce a
establecer un tipo de proceso que tribute a la justicia, es decir, un juicio justo. 6

5
Ramírez García Sergio. Op. cit. p. 6
6
José María Tijerino Pacheco, señala que la calidad de “debido” va más allá de la simple conformidad con la
ley: Hace referencia a lo que debe ser el proceso según los cánones que exige la dignidad del hombre, el
humanitarismo, la justicia”, por eso es partidario de que la denominación más acorde es la de “proceso justo”.
Cfr. Ramírez García S. op. cit. 16.

8
Lo anterior implica que no se cumple con un debido proceso con sólo asegurar que
el justiciable obtenga una sentencia, rodeada de todas las formalidades que la ley exige,
sino también con el derecho de obtener una sentencia justa, razonable, respetuosa de los
derechos y garantías; es decir, acorde con el sistema jurídico imperante.

La jurisprudencia constitucional boliviana ha enfatizado esta doble dimensión del


debido proceso señalando en la SC 0999/2003-R de 16 de julio que su finalidad:

Está ligada a la búsqueda del orden justo. No es solamente poner en movimiento


mecánico las reglas de procedimiento sino buscar un proceso justo, para lo cual
hay que respetar los principios procesales de publicidad, inmediatez, libre
apreciación de la prueba; los derechos fundamentales como el derecho a la
defensa, a la igualdad, etc., derechos que por su carácter fundamental no pueden
ser ignorados ni obviados bajo ningún justificativo o excusa por autoridad
alguna, pues dichos mandatos constitucionales son la base de las normas
adjetivas procesales en nuestro ordenamiento jurídico, por ello los tribunales y
jueces que administran justicia, entre sus obligaciones, tienen el deber de cuidar
que los juicios se lleven sin vicios de nulidad, como también el de tomar medidas
que aseguren la igualdad efectiva de las partes.

La SCP 0998/2014 de 5 de junio, pronunciada por el Tribunal Constitucional


Plurinacional, ha enfatizado el carácter material del debido proceso, al asumir que
constituye el derecho de toda persona a un proceso justo y equitativo, cuya importancia
deviene de la búsqueda de un orden justo, en el cual se deberá respetar principios
procesales de publicidad, inmediatez, libre apreciación de la prueba, así como derechos
fundamentales, como la defensa, la igualdad entre otros.

De esta forma el debido proceso ha sido definido por la jurisprudencia constitucional


como:

El derecho de toda persona a un proceso justo y equitativo, en el que sus derechos se


acomodan a lo establecido por disposiciones jurídicas generales aplicables a todos
aquellos que se hallen en una situación similar, comprendiendo además la potestad
de ser escuchado, y la observancia del conjunto de requisitos de cada instancia
procesal (…) y que en su triple dimensión constituye a la vez un derecho humano
reconocido por los instrumentos internacionales que forman parte del bloque de
constitucionalidad, un derecho fundamental y una garantía jurisdiccional en el ámbito
constitucional.

Consecuentemente, como apunta Gabriela Sauma es indefectible la relación entre


debido proceso y la búsqueda del orden justo: no se restringe únicamente al concepto de
instrumento o vía para poner en movimiento mecánico las reglas del procedimiento, ya que
lo que se protege realmente a través del debido proceso no es la rigurosa observancia de
reglas de orden simplemente legal, sino el manejo de reglas procesales para tomar

9
decisiones que puedan justificarse constitucionalmente, es decir, hay que ver el debido
proceso desde el ámbito constitucional y no desde el simplemente legal 7.

3. El debido proceso adjetivo

Sergio García Ramírez sostiene que el debido proceso adjetivo es el que


generalmente está caracterizado por la invocación de los elementos que lo integran y cuyos
méritos derivan de la conformidad entre el enjuiciamiento y la ley, pero también entre
ambos y la justicia 8, recuérdese que el debido proceso en su dimensión material debe
tributar a la justicia.

Bajo este concepto se consolidan diversos derechos del justiciable, o como diría
Faúndez Ledezma, el debido proceso se halla conformado por un numeroso grupo de
derechos que constituyen sus componentes o elementos integrantes,9 derechos
fundamentales de carácter procesal o instrumental.

Sergio García Ramírez, sostiene que estos derechos de carácter procesal o


instrumental no se agotan en las normas contenidas en el art. 8 de la Convención ni en las
referidas en el art. 25, sobre protección judicial y exigencia de un recurso sencillo, rápido y
efectivo, que ampare al sujeto en el ejercicio de sus derechos. Entiende que en el art. 8.1
figuran tanto las garantías judiciales generales, como las garantías judiciales penales (art.
8.2), pero el debido proceso adjetivo tiene su expresión también en otras disposiciones de
la Convención, que el autor identifica.

Entre ellas se tiene el art. 4, párr. 6 de la Convención, acerca del derecho a la tutela
de la vida, en lo que concierne a la posibilidad de que el condenado a muerte pueda
combatir la sentencia a través de indulto, amnistía o conmutación 10.

7
Sauma Zankys G. El debido proceso como garantía los derechos humanos. Unidad Didáctica V, preparada
para la Escuela de Jueces del Estado Boliviano. Versión PDF. p. 12.
8
Faúndez Ledesma, citado por García Ramírez, indica que el derecho a un juicio justo “muy complejamente
estructurado”, se halla conformado por un numeroso grupo de pequeños derechos que constituyen sus
componentes o elementos integrantes. García Ramírez S. op.cit. p. 17.
9
Entre otros, el derecho a un proceso público; derecho al juez natural; derecho a la igualdad procesal de las
partes; derecho a no declarar contra sí mismo; garantía de presunción de inocencia; derecho a la
comunicación previa de la acusación; derecho a la defensa material y técnica; concesión al inculpado del
tiempo y los medios para su defensa; derecho a ser juzgado sin dilaciones indebidas; derecho a la congruencia
entre acusación y condena; el principio del non bis in ídem; derecho a la valoración razonable de la prueba;
derecho a la motivación y congruencia de las decisiones
10
Dicho párrafo señala: “Toda persona condenada a muerte tiene derecho a solicitar la amnistía, el indulto o
la conmutación de la pena, los cuales podrán ser concedidos en todos los casos. No se puede aplicar la pena
de muerte mientras la solicitud esté pendiente de decisión ante autoridad competente”.

10
El art. 5, referido al derecho a la integridad personal que prohíbe la tortura y otros
malos tratos (párr. 2)11; separación de procesados con respecto a sentenciados (párr. 4) 12,
y tribunales especializados y tratamiento para menores de edad que infringen la ley penal
(párr. 5)13.

También se tiene el art. 7, correspondiente al derecho a la libertad personal y las


condiciones para restringirla (párr. 2) 14, exclusión de detención arbitrarias (párr. 3)15;
información sobre las razones de la detención y los cargos formulados (párr. 4) 16, control
judicial y plazo razonable (párr. 5) 17; decisión judicial acerca de la legalidad de un arresto o
una detención (párr. 6)18, así como las condiciones sobre la suspensión de garantías en
estados de emergencia (art. 27) y la cláusula interpretativa prevista en el art. 29 referida al
principio pro persona, que ha servido para la continua expansión de los derechos humanos
y en su caso, de los derechos y garantías asociados al debido proceso.

Siguiendo lo razonado por el autor, todas las disposiciones señaladas y las restantes
contenidas en la Convención concernientes a la protección de los derechos fundamentales,
nutren las obligaciones generales que asumen los Estados Partes, referidas a los deberes de
respeto y garantía de derechos (art. 1.1) 19 y adopción de disposiciones y medidas
protectoras de orden interna (art. 2) 20.

11
El párrafo segundo señala: “Nadie debe ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o
degradantes. Toda persona privada de libertad será tratada con el respeto debido a la dignidad inherente al
ser humano”.
12
“Los procesados deben estar separados de los condenados, salvo en circunstancias excepcionales, y serán
sometidos a un tratamiento adecuado a su condición de personas no condenadas”.
13
“Cuando los menores puedan ser procesados deben ser separados de los adultos y llevados
con la mayor celeridad posible, para su tratamiento”.
14
“Nadie puede ser privado de su libertad física, salvo por las causas y en las condiciones fijadas de antemano
por las Constituciones Políticas de los Estados Partes o por las leyes dictadas conforme a ellas".
15
“Nadie puede ser sometido a detención o encarcelamiento arbitrarios".
16
“Toda persona detenida o retenida debe ser informada de las razones de su detención y notificada,
sin demora, del cargo o cargos formulados contra ella”.
17
“Toda persona detenida o retenida debe ser llevada, sin demora, ante un juez u otro funcionario autorizado
por la ley para ejercer funciones judiciales y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o a
ser puesta en libertad, sin perjuicio de que continúe el proceso. Su libertad podrá estar condicionada a
garantías que aseguren su comparecencia en juicio”.
18
“Toda persona privada de libertad tiene derecho a recurrir ante un juez o tribunal competente, a fin de que
éste decida, sin demora, sobre la legalidad de su arresto o detención y ordene su libertad si el arresto o la
detención fueran ilegales. En los Estados Partes cuyas leyes prevén que toda persona que se viera amenazada
de ser privada de su libertad tiene derecho a recurrir a un juez o tribunal competente a fin de que éste decida
sobre la legalidad de tal amenaza, dicho recurso no puede ser restringido ni abolido. Los recursos podrán
interponerse por sí o por otra persona”.
19
“Los Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos
en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin
discriminación alguna por motivo de raza, color, sexo, idioma o religión, opiniones políticas o de cualquier otra
índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social”.
20
“Si el ejercicio de los derechos y libertades mencionados en el artículo 1 no estuviere ya garantizado por
disposiciones legislativas o de otro carácter, los Estados Partes se comprometen a adoptar, con arreglo a sus

11
4. Debido proceso sustantivo

Sergio Ramírez García recuerda que existe una versión sustantiva del debido
proceso, desarrollada ampliamente por la jurisprudencia norteamericana y que ha sido
igualmente considerada por nuestra región.

La génesis de éste, se encuentra en la Constitución de EEUU, que lo consagra en la


quinta enmienda y en la enmienda décimo-cuarta, previsiones a partir de las cuales se
entiende que los jueces deben preservar las garantías del proceso y aplicar la garantía de
razonabilidad en cada una de las decisiones adoptadas, fuente constitucional que consagra
las reglas del debido proceso adjetivo y sustantivo.

Asimismo, debe precisarse que el debido proceso sustantivo, tiene también génesis
en el derecho anglosajón, que a través de la frase due process of law -que es una variación
de la contenida en la Carta Magna inglesa de 1215 per legem terrae, by the law of the land-
, ha desarrollado un alcance no sólo procesal sino también sustantivo de esta garantía.

Por su parte, en Estados Unidos, la Corte Federal, estableció el concepto del debido
proceso en sus dos facetas: a) Due process procesal, en virtud de la cual, ningún órgano
judicial puede privar a las personas de vida, libertad o propiedad, a excepción que tenga
oportunidad de alegar y ser oída; y b) Due process sustantivo, en virtud del cual, el Gobierno
no puede limitar o privar arbitrariamente a los individuos de ciertos derechos
fundamentales contenidos en la Constitución 21. Contemporáneamente y a la luz del Estado
Constitucional de Derecho, como se ha visto el debido proceso tiene dos dimensiones
específicas: La adjetiva y la sustantiva.

El debido proceso adjetivo también denominado por la Corte IDH debido proceso
legal, contempla “el conjunto de requisitos que deben observarse en las instancias
procesales, a efectos de que las personas estén en condiciones de defender
adecuadamente sus derechos ante cualquier tipo de acto del Estado que pueda afectarlos 22.
La Corte IDH, también ha señalado que el debido proceso legal debe resguardar las
“condiciones que deben cumplirse para asegurar la adecuada defensa de aquellos cuyos
derechos u obligaciones están bajo consideración judicial” 23. En el marco de lo precisado,
siguiendo a Attard Bellido, en un Estado Constitucional de Derecho, el cual busca la
consolidación de la eficacia máxima de los derechos fundamentales y la justicia material,

procedimientos constitucionales y a las disposiciones de esta Convención, las medidas legislativas o de otro
carácter que fueren necesarias para hacer efectivos tales derechos y libertades”.

21
http://www.juridicas.unam.mx/publica/rev/cconst/cont/7/ard/ard2.htm
22
Corte IDH. Opinión Consultiva 9/87 párr. 27 y Caso Tribunal Constitucional vs. Perú, parr. 69.
23
Corte IDH, OC 09/87 parr. 28 y caso Mohamed vs. Argentina párr. 80.

12
esta garantía además debe ser asegurada en su ámbito material a través del denominado
debido proceso sustantivo24.

De acuerdo con García Ramírez, el debido proceso sustantivo constituye "un medio
de controlar la razonabilidad de las leyes", es decir, hace referencia a la tutela de los
derechos esenciales del individuo frente al arbitrio del poder público en el ámbito ejecutivo
y legislativo, no sólo en el instrumental o procesal. Por ende, integra una vía para la revisión
del sentido de una norma, conforme a las circunstancias de los nuevos tiempos 25.

Como sostiene Linares, hay "un debido proceso adjetivo que implica una garantía de
ciertas formas procesales y un debido proceso sustantivo que implica una garantía de
ciertos contenidos o materia de fondo justos"26.

En este marco, Reynaldo Bustamante Alarcón señala: “La dimensión material del
debido proceso exige que todos los actos de poder, sean normas jurídicas, actos
administrativos o resoluciones judiciales, inclusive, sean justos, es decir, que sean
razonables y respetuosos de los valores superiores, de los derechos fundamentales y de los
demás bienes jurídicos constitucionalmente protegidos, a tal punto que su inobservancia
debe ser sancionada con la inaplicación de aquel acto o con su invalidez27.

Sergio Ramírez García sostiene que es posible aplicar esta orientación en el ámbito
que interesa a la Corte Interamericana, a partir de las disposiciones contenidas en la propia
CADH que permiten el control de leyes y actos de autoridad al amparo de la legalidad
material, concretamente a través de las normas de interpretación contenidas en el art. 29
de la CADH que impiden reducir derechos, libertades y garantías,28 así como también en la
línea de las previsiones garantistas contenidas en diversos textos constitucionales, las reglas
sobre restricción legítima de derechos y las limitaciones a los derechos que provienen de
los derechos de los demás, las seguridad de todos y las exigencias del bien común. 29

24
Attard Bellido M. E. El debido proceso sustantivo reforzado a la luz del acceso a la justicia de niños. La Paz-
Bolivia: Fundación Construir p. 32-33.
25
Recuérdese que el debido proceso adjetivo hace referencia al sistema de garantías de orden procesal, a la
formas y reglas que deben cumplirse para lograr un debido proceso.
26
Sobre el desarrollo de esta dimensión puede consultarse Linares J F. Razonabilidad de las leyes. El debido
proceso como garantía innominada en la Constitución Argentina. Buenos Aires: Astrea, 2ª ed., 1970, p. 12.
Igualmente, Bustamante Alarcón. Derechos Fundamentales p. 12, citados por Ramírez García. Op. cit. p. 12.
27
Cfr. Ramírez García S. Op. cit. p.14.
28
El articulo 29 excluye cualquier interpretación que: a) permita "suprimir el goce y ejercicio de los derechos
y Iibertades reconocidos en Ia Convención o Iimitarlos en mayor medida que la prevista en ella”; b) limitar el
goce o ejercicio de derechos y libertades “que pueda(n) estar reconocido(s) de acuerdo con las leyes de
cualquiera de los Estados partes (en la Convención Americana) o de acuerdo con otra convención en que sea
parte uno de dichos Estados”; c) “excluir otros derechos y garantías que son inherentes al ser humano o que
se derivan de la forma democrática representativa de gobierno”; y d) “excluir o limitar el efecto que puedan
producir la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre y otros actos internacionales de la
misma naturaleza”.
29
Ramírez García S. Op. cit. p. 14-15. Al referirse a las prevenciones garantistas de los textos constitucionales,
el Autor cita los arts. 28 y 29 de la Constitución argentina, así como el primer párrafo del art. 1 de la

13
A este respecto es importante hacer alusión a lo señalado por María Elena Attard
Bellido, en cuanto a que el debido proceso sustantivo se encuentra íntimamente ligado al
principio de razonabilidad de todo procedimiento y de toda decisión, por tanto, en un
Estado Constitucional de Derecho, los actos administrativos y jurisdiccionales, para tener
una plena validez, requieren, según rescata de lo señalado por Cecilia Giraldi Madiaraga dos
cualidades esenciales: la cualidad normativa formal y la cualidad axiológico-jurídica de la
justicia30.

En efecto, según apunta la autora la cualidad normativa formal, asegura que todo
acto procesal cumpla con las formas procesales establecidas en una ley previa, además, a
esta cualidad, debe agregarse el fundamento de esencia desarrollado por Linares
Quintana, es decir que todo acto no solamente debe cumplir formas procesales establecidas
por ley, sino también debe tener sustento en normas jurídicas vigentes; por su parte, la
cualidad axiológico jurídico de la justicia, asegura que todo acto procesal o decisión
jurisdiccional consagre los valores de justicia e igualdad y por tanto sea armonioso con los
principios de razonabilidad y proporcionalidad, elementos configuradores del debido
proceso sustantivo; éste último elemento es lo que Linares Quintana denomina el
fundamento de razonabilidad de un acto, que se presenta cuando éste es justo31.

Para Attard Bellido, los principios de razonabilidad y proporcionalidad como


continentes del debido proceso sustantivo, implican una “reingeniería” profunda de la
estructura lógica de la decisión judicial, visión que no debe mirar únicamente el aspecto
formal del proceso (debido proceso legal o formal), sino que debe asegurar además su
sustento material, es decir la consagración de la justicia e igualdad, por esta razón, se lo
denomina también debido proceso sustancial o material, dimensión que exige analizar la
estructura lógica de toda decisión judicial y administrativa32.

En efecto, para el análisis de la estructura lógica de toda decisión judicial y


administrativa debe invocarse los principios de razonabilidad, proporcionalidad y

Constitución mexicana (En los Estados Unidos Mexicanos todo individuo gozará de las garantías que otorga
esta Constitución, las cuales no podrán restringirse ni suspenderse, sino en los casos y con las condiciones que
ella misma establece). Asimismo, respecto de las reglas sobre restricción legítima de derechos aclara que la
jurisprudencia interamericana ha establecido que las restricciones al ejercicio y goce de derecho y libertades
“no pueden ser aplicadas sino conforme a las leyes que se dictaren por razones de interés general y con el
propósito para el cual han sido establecidas.
30
Giraldi Madariaga C. Acerca del principio de razonabilidad y el debido proceso. Disponible en
http://dspace.uces.edu.ar:8180/dspace/bitstream/handle/123456789/426/Acerca_del_principio.pdf;jsessio
nid=14B26B3638D9148692F861D84AE7A980?sequence=1.
31
Attard Bellido M. E., Op. cit. p. 34. Vid. Linares Juan Francisco. Razonabilidad de las Leyes. 2da. Ed. Buenas
Aires-Argentina: Editorial Astrea, 1970, p. 81.
32
Attard Bellido M.E., op. cit. p. 35.

14
objetividad, el primero de ellos está íntimamente ligada al principio de igualdad y por ende
al de proporcionalidad33.

Sobre el particular Attard Bellido apunta que una decisión judicial o administrativa
que a través de una consecuencia jurídica determinada plasme un trato diferenciado al
establecido por el Bloque de Constitucionalidad o la norma para supuestos fácticos
determinados, afecta el principio de igualdad y por ende el de razonabilidad, tornando
esta decisión injusta por plasmar una diferenciación arbitraria contraria al plexo
axiológico imperante y por ende contraria al debido proceso sustantivo34.

Como se ha visto el debido proceso sustantivo trasciende el aspecto netamente


formal del sistema de garantías para lograr no sólo el respeto de las reglas procesales del
proceso en sí, pronunciar la sentencia en el plazo previsto por ley, que el proceso esté bajo
autoridad competente, que se asegure el contradictorio, sino que además, el enfoque del
debido proceso sustantivo es alcanzar la sentencia justa, razonable, proporcional y objetiva,
traspasa legalidad formal para alcanzar la legalidad material respetuosa de los derechos y
garantías fundamentales, de los principios y valores que sustenta determinado
ordenamiento jurídico.

Es por ello, que el debido proceso sustantivo permite el control de leyes y actos de
las autoridades porque se asienta, en el marco de los ordenamientos jurídicos internos de
los Estados, en el principio de constitucionalidad, principio que asegura la eficacia de la
irradiación del bloque de constitucionalidad y por ende de los valores plurales supremos
como la justicia e igualdad en todos los actos jurisdiccionales o administrativos, inclusive
legales35.

En el sentido antes referido, el debido proceso sustantivo ha tenido eco en la


jurisprudencia constitucional boliviana en números casos, donde se destaca el control de
constitucionalidad a través de numerosas acciones de tutela en las que se ha analizado la
razonabilidad de las decisiones judiciales al momento de interpretar y aplicar la ley.

33
Ver Informe No. 4/01, en el caso 11.625 María Eugeni Morales de Sierra, Guatemala, de 19 de enero de
2001, párr. 31. A través del referido informe, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, ha
establecido que una distinción constituye discriminación en las siguientes circunstancias: 1) Cuando hay una
diferencia de tratamiento entre situaciones análogas o similares; 2) Cuando la diferencia no tenga una
justificación objetiva y razonable; 3) Cuando no exista una razonable proporcionalidad entre los medios
empleados y el objetivo cuya realización se persigue. Asimismo, la Comisión ha señalado que una distinción
basada en criterios razonables y objetivos, persigue un propósito legítimo y emplea medios proporcionales al
fin que se busca
34
Attard Bellido M. E., op. cit. p. 35.
35
Recuérdese que el principio de constitucionalidad es característico del Estado Constitucional de Derecho,
cuya característica esencial es no se reduce a la limitación del ejercicio del poder público, sino sus fines
esenciales son la eficacia máxima de los derechos fundamentales y la materialización de la justicia.

15
En efecto, a través de la acción de libertad el Tribunal Constitucional realizó control
del debido proceso sustantivo al analizar la razonabilidad de las decisiones judiciales
vinculadas con la libertad personal.

Es sabido que dentro de la doctrina de las autorrestricciones diseñada por el


Tribunal Constitucional, se
encuentra la restricción de
DOCTRINA DE LA AUTORRESTRICCIÓN DE NO ingresar a través de las acciones
VALORACIÓN DE LA PRUEBA: No proceden las tutelares en la valoración de la
acciones de libertad o amparo constitucional, para prueba, por ser ésta facultad
realizar valoración probatoria, por ser esta facultad privativa de las autoridades
privativa de las autoridades jurisdiccionales o jurisdiccionales o administrativas,
administrativas, salvo casos en los cuales exista salvo casos en los cuales exista
apartamiento de los cánones de razonabilidad o apartamiento de los cánones de
equidad; o, frente a conductas omisivas que razonabilidad o equidad; o, frente
lesionen derechos fundamentales (SC 0873/2004-R) a conductas omisivas que
lesionen derechos
fundamentales 36.

El tema del control tutelar de constitucionalidad en relación a la valoración


probatoria, tiene un primer hito jurisprudencial en la SC 0873/2004-R, la cual en un recurso
de hábeas corpus y dentro del contexto de medidas cautelares, estableció que la compulsa
de las pruebas que se aporten con el fin de obtener la cesación a la detención preventiva,
es facultad exclusiva del Juez Cautelar y que el control tutelar de constitucionalidad, en
resguardo de una posible doble valoración de la prueba, podrá intervenir solamente cuando
el juzgador se hubiere apartado de las previsiones legales que rigen el acto procesal como
de los marcos de razonabilidad y equidad previsibles, este entendimiento, entre otras fue
asumido por la SC 0106/2005-R. Luego, la SC 0965/2006-R, sistematizó los supuestos en los
que la justicia constitucional puede revisar la valoración de la prueba, quedando establecido
lo siguiente: La autoridad jurisdiccional o administrativa tiene el rol exclusivo de valoración
probatoria y solamente podrá ejercerse control tutelar en cuanto a la valoración de la
prueba en los siguientes casos: 1) Cuando exista apartamiento de los marcos legales de
razonabilidad y equidad previsibles para decidir; 2) Cuando se haya adoptado una conducta
omisiva, expresada, entre otras, en no recibir, producir o compulsar cierta prueba inherente
al caso y, su lógica consecuencia sea la lesión a derechos fundamentales y garantías
constitucionales, en ambos supuestos, la sentencia sistematizadora ahora analizada,
precisó que no puede usurparse los roles propios de las autoridades jurisdiccionales o
administrativas. Además, esta sentencia sistematizadora generó una carga argumentativa
para la parte en ese momento recurrente –ahora accionante-, señalando que en casos de
tutela referentes a valoración probatoria, debía: a) identificar las pruebas que se omitió
valorar o que se apartan de los cánones de razonabilidad o equidad; b) indicar la incidencia

36
Dentro de la doctrina de las autorrestricciones se tiene también a la de la interpretación de la legalidad
ordinaria, revisión de la cosa juzgada y la de relevancia constitucional.

16
de la omisión o el apartamiento de los cánones de razonabilidad y equidad en la decisión
final. Línea jurisprudencial que por vez primera fue confirmada por el Tribunal
Constitucional Plurinacional a través de la SCP 0012/2012.

Esta línea de excepción tiene como


La doctrina de no valoración de la prueba tiene base el debido proceso sustantivo,
su excepción, cuando en dicha valoración: a) pues a través de ella la
exista apartamiento de los marcos legales de jurisprudencia constitucional ha
razonabilidad y equidad previsibles para decidir realizado el control de decisiones
(SC 0873/2004-R y 106/2005-R, entre otras), o judiciales arbitrarias e irrazonables,
b) cuando se haya omitido arbitrariamente en las que, si bien se respetó el
valorar la prueba y su lógica consecuencia sea la debido proceso en su enfoque
lesión de derechos fundamentales y garantías formal, no fue así en lo material.
constitucionales (SC 129/2004-R).
Así el Tribunal Constitucional de los
Diez años, al conocer y resolver un
recurso de hábeas corpus en el que
se denunciaba, entre otras lesiones que sistemáticamente la autoridad judicial demandada
había negado la cesación de la detención preventiva por no haberse desvirtuado el riesgo
de fuga, bajo el argumento de que la accionante no acreditó derecho propietario para
desvirtuar la existencia de riesgo fuga por no tener domicilio habitual, así como tampoco
habría presentado certificado de matrimonio para acreditar la existencia de familia. El
Tribunal Constitucional a través de la SC 1521/2002-R de 16 de diciembre, declaró la
ilegalidad de dicha decisión por ser irrazonable y lesiva a los derechos al debido proceso y
libertad personal de la accionante, exponiendo los siguientes argumentos:
(…) a fin de establecer el riesgo de fuga, la norma no exige que el domicilio habitual
comprenda que el imputado deba tener el derecho propietario sobre el inmueble
que habita, pues este no es el sentido del precepto, por cuanto su alcance
interpretativo sólo va a demostrar que en el inmueble que se señala como domicilio
es en el que habita con la familia de forma diaria, es decir, el que le sirve de
residencia permanente, de modo que exigir a un imputado títulos de propiedad
sobre el inmueble que señala como domicilio, es ir más allá de lo que prevé la norma
jurídica y, por lo mismo, suprimir el derecho a la libertad imponiéndole una medida
extrema como la detención preventiva, en base a un requisito no exigido por ley
que inviabiliza la solicitud de la cesación de la detención preventiva. (FJ. III.3)

Asimismo, respecto a la exigencia de acreditar certificado de matrimonio para


probar la existencia de familia constituida, la citada Sentencia expuso el siguiente
razonamiento:

(…) otro aspecto que cabe dejar establecido, es que para determinar si el imputado
tiene familia constituida, no es preciso el certificado de matrimonio, pues para ello,
son otros los elementos de prueba que debe acumular el juzgador para imponer la
extrema medida, esto no simplemente por facilitar y viabilizar sin mayores
exigencias la libertad del imputado, sino porque la constitución de familia en el

17
sentido ontológico, no requiere de la formalidad legal, es decir, la celebración del
matrimonio, ya que la Constitución reconoce la unión libre y de hecho, de modo que
en el caso presente el recurrido ha vulnerado normas del debido proceso, al negar
la solicitud de cesación con el fundamento de que la recurrente si bien acreditó
certificados de sus hijas, no acreditó tener familia porque no presentó certificado
de matrimonio, criterio totalmente desajustado no sólo a la prescripción del art.
234-1 CPP, sino a la normativa especial que trata la institución de la familia, así en
el Código de Familia, tenemos el matrimonio celebrado ante el Oficial de Registro
Civil y el matrimonio de hecho, en este último resulta obvio que no podrá existir el
documento formal de un certificado que lo acredite, por consiguiente pretender la
presentación del mismo resulta irrazonable más aún para negar una solicitud que
tiene relación con un derecho fundamental primario como es la libertad física. (FJ.
III.3.).

Del mismo modo, ha controlado otros supuestos vinculados con medidas cautelares
relativas a los peligros de fuga y riesgos de obstaculización. Así ha establecido a través de la
SC 0129/2007-R que no es razonable sustentar el peligro de fuga en la buena posición
económica del imputado.

La doctrina de las autorrestricciones desarrollada


por la jurisprudencia constitucional boliviana
sólo es aplicable cuando no existe lesión al
debido proceso sustantivo.

El Tribunal Constitucional Plurinacional, a través de la SC 0683/2013 de 3 de junio,


ha desarrollado en forma expresa el debido proceso sustantivo al realizar el control de
legalidad material de una disposición normativa y lo ha concebido como un estándar de
justicia, en ese marco, ha señalado que toda desviación normativa afecta el principio de
igualdad tornado en arbitraria a la sentencia que incurra en esta desviación.

En el contexto descrito precedentemente, en aquellas situaciones en las cuales la


sentencia o el acto administrativo presuntamente incurra en tratos diferenciados
arbitrarios o desviaciones normativas como las llama el Tribunal Constitucional
Plurinacional, a la luz de la vigencia plena del debido proceso sustantivo debe realizarse el
test de razonabilidad a efectos de determinarse la objetividad, razonabilidad y
proporcionalidad de la sentencia.

18
En efecto, una decisión
DEBIDO PROCESO SUSTANTIVO: Riesgo de
judicial o administrativa, será
fuga razonable y objetiva cuando su
Ilegal exigencia de certificado de finalidad sea legítima y exista una
matrimonio para acreditar familia SC relación razonable de
1521/2002-R proporcionalidad entre la medida
Ilegal exigencia de derecho propietario que establece el trato diferenciado y
el fin perseguido37.
para acreditar domicilio habitual SC
1521/2002-R En el marco de ideas
No es razonable sustentar el peligro de señalado, “la legitimidad de un fin
fuga en la buena posición económica del se determina en función de su
imputado SC 129/2007-R correspondencia con el marco de
El domicilio habitual debe ser anterior al derechos y libertades establecidos
en los instrumentos
hecho (Antecedente) SC 1625/2003-R SC
internacionales. La situación más
1154/2004-R evidente de desconocimiento de
esta condición se da cuando la norma, el acto o la omisión, no obedecen a ninguna otra
finalidad que no sea la de tratar distinto a ciertas personas o grupos, es decir, cuando el
único objetivo que se persigue es precisamente el de discriminar” (resaltado propio) 38.

Además, la relación razonable de proporcionalidad, asegura que la medida que


establece el trato diferenciado y el fin buscado, confronte los perjuicios sufridos por quienes
son excluidos de la medida y la importancia del objetivo perseguido 39, en este contexto,
debe considerarse que existe medidas que establecen beneficios a favor de quienes se
encuentran en una situación desfavorable y que se dirigen precisamente a corregir una
desigualdad de facto40.

Ahora bien, considerando que el derecho al acceso a la justicia como garantía de las
personas y colectividades, tiene la finalidad de eliminar las trabas o dificultades irrazonables
que impliquen denegación de la justicia material41, cabe sostener que una de las barreras

37
Estos dos criterios que son los elementos constitutivos del test de razonabilidad. Estos criterios fueron
plasmados por el Tribunal Europeo de Derecho Humanos en el caso “relating to certain aspects of the laws on
the uso of languages in education in Belgium” (merits) 23 de julio de 1968 parr. 10 Ver Uprimny Yepes R. y
Sánchez Duque L. M., “Artículo 24. Igualdad ante la ley, en Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Comentario. Introducción General, op. cit., p 593.
38
Ibid. p 594.
39
Ibid. p 595.
40
Ibid.
41
En cuanto al acceso a la justicia, la Corte IDH, señaló que en virtud al derecho de acceso a la justicia los
Estados deben garantizar que no existan trabas para que las personas acudan a los jueces o tribunales en
busca de que sus derecho sean determinados o protegidos, asimismo, esta instancia jurisdiccional supra-
estatal afirmó que cualquier norma o medida de orden interno que imponga costos o dificulte de cualquier
otra manera el acceso de los individuos a los tribunales, y que no esté justificada por las razonables

19
esenciales para el acceso a la justicia es la falta de observancia estricta a las reglas de un
debido proceso adjetivo y sustantivo acorde y armonioso con el parámetro de
convencionalidad vigente que se estudiará en líneas posteriores.

De esto se tiene que sólo es posible garantizar el acceso a la justicia de niños, en la


medida en la cual, las autoridades jurisdiccionales y administrativas, no solamente cumplan
con las reglas del debido proceso adjetivo o legal, sino que aseguren la razonabilidad,
proporcionalidad y objetividad de sus decisiones, esto es con el debido proceso sustantivo.

Así, para la temática del debido proceso, siguiendo lo expresado por Attard Bellido,
la razonabilidad, proporcionalidad y objetividad de las decisiones, estará asegurada en la
medida en la cual se cumpla con el parámetro de convencionalidad imperante, que está
compuesto con todos los estándares internacionales que plasman interpretaciones
progresivas y evolutivas en cuanto a los derechos; asimismo, este parámetro de
convencionalidad comprende los mandatos convencionales, los principios rectores de
Derecho Internacional y todos los lineamientos supra-estatales desarrollados tanto por el
Sistema Universal como Interamericano de Protección de Derechos Humanos42, esto
supone que una decisión es legítima cuando tiene correspondencia con el marco principios
valores derechos y libertades establecidos en el Constitución y en el parámetro de
convencionalidad que en el caso de Bolivia forma parte del Bloque de Constitucionalidad.

En armonía con lo afirmado, la aplicación por parte de los jueces o autoridades


administrativas de los estándares internacionales emanados del sistema interamericano,
consolidará el respeto de un debido proceso sustantivo, por lo que acorde con el objetivo
de este trabajo se pasa a estudiar dichos estándares.

necesidades de la propia administración de justicia, debe entenderse contraria al art. 8 de la Convención que
consagra este derecho fundamental. Ver Corte IDH, caso Cantos vs. Argentina parr. 50.
42
Attard Bellido M.E., op. cit. p. 40.

20
Para el control de la
Debido razonabilidad de las decisiones
judiciales, actos
proceso administrativos y normativos

sutantivo y
adjetivo Para la consecusión de los fines
y valores, entre ellos: de
justicia e igualdad y eficacia de
funcionalidad los derechos y garantías
fundamentales de la persona

5. El Juez como custodio y garante del debido proceso


En un Estado de Derecho Constitucional, el juez se constituye en el garante máximo
y custodio de los derechos fundamentales de la persona, razón por la cual el resguardo de
la independencia judicial se convierte en una obligación fundamental por parte de los
Estados. Asimismo, cabe señalar que igual exigencia se tiene respecto de las autoridades
administrativas, como se verá posteriormente.

En este marco, la Corte IDH ha


establecido que:

El Estado, para garantizar un debido


proceso, debe facilitar todos los medios
necesarios para proteger a los
operadores de justicia, investigadores,
testigos y familiares de las víctimas de
hostigamientos y amenazas que tengan
como finalidad entorpecer el proceso y
evitar el esclarecimiento de los hechos y
encubrir a los responsables de los
mismos43.

De esta manera es preciso que el juez


adopte toda la diligencia necesaria
para asegurar el resguardo de los
derechos fundamentales de las

43
Corte IDH. Caso de Ia Comunidad Moiwana, cit., parr. 159, y Caso Carpio Nicolle y otros, cit., parr. 134.

21
partes en el proceso, entre ellos, el debido proceso como presupuesto de los demás
derechos fundamentales y garantías constitucionales y de esta manera alcanzar una
sentencia justa. Asimismo, cabe resaltar que para obtener un proceso justo, si bien es
evidente que el juez se constituye en el máximo guardián; sin embargo, no es menos cierto
que todos los operadores de justicia también son custodios del debido proceso, así como
las partes involucradas en el juicio en sí, pues el carácter de principio-garantía del debido
proceso, obliga concebirlo como un bien jurídico a ser precautelado por todos quienes
intervienen en el proceso, aspecto que se verá reflejado en sus diferentes actuaciones.

De otro lado, es importe recordar que la Corte IDH ha establecido que “todo juez
tiene la obligación de asegurar que los procesos se lleven a cabo con el debido respeto de
las garantías judiciales que sean necesarias para asegurar un juicio justo”, y que igualmente
se debe garantizar “que los individuos puedan defenderse adecuadamente contra cualquier
acto del Estado que pudiera afectar sus derechos”44; sin embargo, es importante
dimensionar ¿cuál es el alcance de la obligación que tiene el juez como garante del debido
proceso?.

A este respecto, debemos recordar que la Corte ha tenido la oportunidad de


pronunciarse sobre el alcance del deber de resguardo del debido proceso por parte de la
autoridad judicial en un caso vinculado con la pena de muerte, formulándose como
interrogante si ¿debía el juzgador disponer por sí mismo la práctica de los exámenes
conducentes a establecer la situación del inculpado cuando ocurrieron los hechos, o debía
aguardar a que lo requiriese el defensor?.

La Corte partiendo del precedente antes señalado, hizo notar en el caso Dacosta
Cadogan que:

(…) las obligaciones del Estado son más exigentes y amplias en aquellos procesos
que puedan culminar en la pena de muerte, que conlleva una privación del más
fundamental de los derechos, el derecho a la vida, con la consecuente imposibilidad
de revertir la pena una vez que ésta se ha llevado a cabo (…) el juez debe adoptar
las medidas conducentes a garantizar la más amplia defensa del acusado en el juicio,
en aras del debido proceso y de la amplia protección del derecho a la vida45.

En esta línea de pensamiento, la Corte resolviendo el caso determinó que al tratarse


de la posible imposición de la pena de muerte, resultaba indispensable “determinar el
efecto que podría tener una enfermedad mental sobre el sujeto al momento de cometer el
delito”, aspecto que fue mencionado en otro momento del juicio interno. Esta
determinación “podría haberle permitido alegar una defensa de atenuantes de

44
Caso Dacosta Cadogan párr. 84.
45
Caso Dacosta Cadogan, op.cit. párrs. 84, 85.

22
responsabilidad”. Es así que la Corte declaró la existencia de violación de las garantías
reconocidas en el art. 8.1, 8.2.c y 8.2.f de la Convención en relación con el art. 1.1. 46

En efecto, la Sentencia trae a colación el alcance del deber de resguardo por parte
del juez en cuanto al debido proceso; y establece que este tiene que traducirse en medidas
efectivas, esto supone cuestionarse ¿hasta qué punto puede quedar mermada o escudada
dicha obligación desde la perspectiva del sistema penal acusatorio?, dicho de otro modo,
¿el deber de resguardo del debido proceso, encuentra límite en el modelo del sistema penal
acusatorio?, o es que, más bien en observancia de la estricta eficacia de los derechos
humanos, verdad y justicia material el juez o tribunal debe asumir una tutela efectiva y no
limitarse a esperar que lo hagan las partes.

6. La expansión horizontal y vertical del debido proceso


Un sector de la doctrina y principalmente el desarrollo jurisprudencial efectuado por
los órganos de protección de los derechos humanos han reconocido que el debido proceso
ha sufrido un doble proceso de expansión: horizontal y vertical.

La expansión horizontal implica que el Derecho Penal ha dejado de ser el marco en


el que estaba encuadrado, para convertirse en una directriz transversal en las funciones de
cualquier instancia del poder público, o incluso privado, que pueda de alguna manera
afectar derechos47.

La expansión vertical puede caracterizarse en dos ámbitos, por un lado, supone la


incorporación de nuevos elementos que han dinamizado el debido proceso y han ampliado
el elenco de derechos que lo conformaban al momento de la redacción de los instrumentos
internacionales. En esta evolución, ha incluido mayores garantías y contenidos en su propia
definición, como el tribunal competente, independiente e imparcial, el plazo razonable y el
derecho de defensa, entre otros. El otro ámbito de esta expansión vertical se traduce en
extensión a otros titulares; es decir, este proceso de dinamización ha dotado de contenidos
más amplios a las garantías estipuladas en los instrumentos internacionales a momento de
aplicarlos a grupos de personas en condiciones de desigualdad histórica.

46
Sergio Ramírez en su voto razonado respecto a la Sentencia en estudio, refirió que el deber de resguardo
implicaba que “el tribunal se cerciorase de que se había descartado, razonablemente, el presupuesto de
exclusión de la pena de muerte asociado a la salud mental del proceso en el momento de cometer el delito, y
no sólo al tiempo de comparecer en el juicio (…) Considerando la funcio´n de garanto que recae en el juzgador,
(éste) debía, asumir, por sí mismo, la verificación de ese presupuesto, ordenando una examen psiquiátrico
adecuado para tal fin (…) No puede secundar la idea que de conforme a las reglas estrictas del sistema procesal
penal acusatorio el juzgador debe abstenerse de asumir iniciativas probatorias y aguardar a que las partes
soliciten actuaciones que son notoriamente indispensables (…). La conducta pasiva del juzgador –esto es, la
omisión a la que se refirió la sentencia en el caso Dacosta-, puede generar el más grave quebranto de las
normas aplicables y traer consigo una injusticia”. Voto razonado del Juez Sergio García Ramírez. Caso Dacosta
Cadogan, op. cit. pág. 15.
47
Salmón y Blanco, óp. cit., p. 84.

23
Para ambos procesos de expansión ha sido preponderante el aporte del Derecho
Internacional de los Derechos Humanos. A través de los instrumentos internacionales de
protección de derechos humanos y con la interpretación que de ellos vienen efectuando los
órganos de supervisión de estos instrumentos hoy en día se puede hablar de un debido
proceso renovado48, que marca todo el sistema de protección de derechos humanos.

Es en esta medida que es imperante que todos los operadores y operadoras jurídicos
se apropien de este desarrollo jurisprudencial, con la finalidad de otorgar a cada uno de los
sistemas nacionales la posibilidad de que el debido proceso se consolide como una
verdadera garantía para el pleno ejercicio de los derechos humanos.

Expansión del
debido proceso

EXPANSIÓN HORIZONTAL. Engloba otras ramas del


derechos: desde el derecho penal hasta el derecho civil,
administrativo, de familia, etc.
EXPANSIÓN VERTICAL. Mayores garantías y aplicadas a
grupos de personas en condiciones de histórica desigualdad

6.1. La expansión horizontal del debido proceso

Para una mayor comprensión la caracterización de la expansión horizontal del


debido proceso la realizaremos en dos ámbitos: internacional y en el interno.

6.1.1. Expansión horizontal del debido proceso desde el ámbito


internacional

Tanto el art. 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en adelante


PIDCP, así como el art. 8 de la CADH, se refieren al debido proceso, ambos instrumentos
reconocer el derecho genérico a ser oído con las debidas garantías.

48
Ibíd.

24
Estas normas han sido interpretadas, tanto por el Comité de Derechos Humanos
como por la Comisión y Corte Interamericana, respectivamente, como cláusulas abiertas
para la aplicación del debido proceso a procesos civiles, laborales, etcétera. Incluso ambos
órganos han establecido que las garantías previstas en los artículos 14 del PIDCP y 8 de la
CADH, que en principio fueron desarrolladas para su aplicación en procesos penales,
pueden extenderse también a todos aquellos actos con los que se pueda afectar derechos 49.

Siguiendo la investigación de Salmón y Blanco, el Comité de Derechos Humanos en


el Caso Morael c. Francia ha señalado:

El Comité observa, a este respecto, que el párrafo mencionado no sólo se aplica en


materia penal, sino también en los litigios relativos a derechos y obligaciones de
carácter civil. Si bien en el artículo 14 no se precisa cómo debe entenderse el
concepto de juicio “con las debidas garantías” en materia civil (a diferencia de lo
que se hace en el párrafo 3 del mismo artículo cuando se trata de determinar el
mérito de las acusaciones en materia penal), corresponde interpretar que el
concepto de juicio “con las debidas garantías”, en el contexto del párrafo 1 del
artículo14 del Pacto, exige cierto número de condiciones, tales como el requisito de
la igualdad de las armas, el respeto del juicio contradictorio, la exclusión de la
agravación de oficio de las condenas y procedimientos judiciales ágiles. En
consecuencia, deben examinarse las circunstancias del presente caso teniendo en
cuenta esos criterios50.

Dentro del Sistema Interamericano, la Corte en la Opinión Consultiva sobre


Excepciones al Agotamiento de los Recursos Internos estableció que:

En materias que conciernen a la determinación de los derechos y obligaciones de


orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter, el artículo 8.1 de la CADH no
especifica las garantías mínimas como lo hace el artículo 8.2 al referirse al ámbito
penal, se entiende que el concepto de debidas garantías es aplicable también a otros
ámbitos y, por ello, el debido proceso es extensible a todo tipo de procesos. La
citada Opinión Consultiva establece que serán en última instancia “las
circunstancias de un procedimiento particular, su significación, su carácter y su
contexto en un sistema legal particular, los factores que fundamenten la
determinación de si, por ejemplo, la representación legal es o no necesaria para el
debido proceso”51.

Es en el caso Tribunal Constitucional vs. Perú que realiza la directa ampliación del ámbito
material del debido proceso al establecer que las garantías del debido proceso deben

49
Salmón y Blanco, óp. cit., pág. 85. y O’Donnell, óp. cit., pág. 360.
50
Comité de Derechos Humanos, Caso Morael c. Francia, 1989, párr. 9.3. Citado por O’Donnell, óp. cit., pág.
361.
51
Corte IDH. Excepciones al agotamiento de los recursos internos (art. 46.1, 46.2.a y 46.2.b Convención
Americana Sobre Derechos Humanos), Opinión Consultiva OC- 11/90, 10 de agosto 1990, párr. 28. Disponible
en: http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/1/173/48.pdf

25
respetarse durante procesos civiles y administrativos, efectuando el siguiente análisis del
artículo 8 de la CADH:

Cuando la Convención se refiere al derecho de toda persona a ser oída por


un “juez o tribunal competente” para la “determinación de sus derechos”,
esta expresión se refiere a cualquier autoridad pública, sea administrativa,
legislativa o judicial, que a través de sus resoluciones determine derechos y
obligaciones de las personas. Por la razón mencionada, la Corte considera
que cualquier órgano del Estado que ejerza funciones de carácter
materialmente jurisdiccional, tiene la obligación de adoptar resoluciones
apegadas a las garantías del debido proceso legal en los términos del artículo
8 de la Convención Americana 52.

De igual forma y con referencia al artículo 8.2 de la CADH en el referido Caso del Tribunal
Constitucional vs. Perú, la Corte señaló:

A pesar de que el citado artículo no especifica garantías mínimas en materias que


conciernen a la determinación de los derechos y obligaciones de orden civil, laboral,
fiscal o de cualquier otro carácter, el elenco de garantías mínimas establecido en el
numeral 2 del mismo precepto se aplica también a esos órdenes y, por ende, en ese
tipo de materias el individuo tiene también el derecho, en general, al debido
proceso que se aplica en materia penal53.

Este entendimiento jurisprudencial quedó asentado en la sentencia del Caso Baena


Ricardo vs. Panamá, en el que la Corte determinó que el individuo tiene el derecho al debido
proceso entendido en los términos del artículo 8.1 y 8.2, tanto en materia penal como en
todos estos otros órdenes54.

En ese sentido, la Corte IDH ha sostenido, con relación a la expansión horizontal del
debido proceso, que "las características de imparcialidad e independencia (...)
deben regir a todo órgano encargado de determinar derechos y obligaciones de las
personas. (...D)ichas características no solo deben corresponder a los órganos
estrictamente jurisdiccionales, sino que las disposiciones del articulo 8.1 de la
Convención se aplican también a las decisiones de órganos administrativos"55.

52
Corte IDH, Caso del Tribunal Constitucional vs. Perú, sentencia del 31 de enero de 2001 (Fondo, Reparaciones
y Costas), párr. 71.
53
Corte IDH, Caso del Tribunal Constitucional vs. Perú, óp. cit., párr. 70; y Excepciones al Agotamiento de los
Recursos Internos (arts. 46.1, 46.2.a y 46.2.b, Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión
Consultiva OC-11/90 del 10 de agosto de 1990. Serie A No. 11, párr. 28.
54
Corte IDH, Caso Baena Ricardo y otros vs. Panamá, sentencia del 2 de febrero de 2001 (Fondo, Reparaciones
y Costas), párr. 125. Disponible en: http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/Seriec_72_esp.pdf
55
Corte IDH, Caso Velez Loor vs. Panamá. Sentencia de 23 de noviembre de 2010 Serie C No. 218, parr. 108.
Disponible en: http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_218_esp2.pdf .

26
6.1.2. La expansión horizontal del debido proceso en el ámbito interno

Gabrielia Sauma56 se refiere a las líneas jurisprudenciales desarrolladas por el


Tribunal Constitucional boliviano a momento de interpretar la Constitución abrogada, de
cuya investigación se tienen las siguientes sentencias constitucionales relativas a la
expansión horizontal del debido proceso en el ámbito interno. Así recuerda que en la SC
1234/2000-R, del 21 de diciembre, el Tribunal Constitución estableció que:

Conforme lo ha definido este Tribunal en su jurisprudencia, la garantía del debido


proceso que consagran el artículo 16 de la Constitución Política del Estado y el
artículo 8 del Pacto de San José de Costa Rica, es aplicable no sólo al ámbito judicial,
sino también al administrativo cuando se tenga que someter a una persona a un
procedimiento en el que deberá determinarse una responsabilidad.

En el mismo sentido, la SC 0685/2002, del 11 de junio, señaló que todo proceso de


la naturaleza que fuere deberá ser sustanciado con absoluto resguardo y respeto de los
derechos y garantías del procesado. Este entendimiento fue reiterado por el Tribunal
Constitucional Plurinacional en las SCP 100/2014, del 10 de enero, y 0521/2014, de marzo,
entre otras.

La SCP 1399/2012, de 19 de septiembre, evidencia un ejemplo de aplicación del


debido proceso en espacios que trascienden el ámbito jurisdiccional y administrativo;
resaltando la aplicación del debido proceso en Cooperativas, a pesar de su autonomía e
independencia57.

6.2. La expansión vertical del debido proceso

Como acertadamente señala Sergio García Ramírez, el debido proceso tiene una
progresión histórica que se manifiesta en dos dimensiones: la primera, con respecto a la
profundización de su propio contenido a través de la incorporación de nuevos elementos
que han dinamizado el debido proceso y han ampliado el elenco de derechos que lo
conformaban al momento de la redacción de los instrumentos internacionales de
protección de derechos humanos; y la segunda dimensión referida a que este proceso de
dinamización ha dotado de contenidos más amplios a las garantías estipuladas en dichos
instrumentos internacionales a momento de aplicarlos a grupos de personas en condiciones
de desigualdad histórica 58.

56
Sauma Zankys G. El debido proceso. Unidad Didáctica V. Escuela de Jueces del Estado Boliviano, p. 59-65.
57
Sobre la expansión horizontal temporal del debido proceso puede consultarse. Sauma Zankys G. El debido
proceso. Unidad Didáctica V. Escuela de Jueces del Estado Boliviano, p. 59-65.
58
García, Sergio. Panorama del debido proceso (adjetivo) penal en la jurisprudencia de la Corte
Interamericana. Disponible en:
http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/dconstla/cont/2006.2/pr/pr23.pdf pág. 1133.

27
Este entendimiento ha cobrado singular importancia a partir de la Opinión
Consultiva 16/99, emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a solicitud de
los Estados Unidos Mexicanos, en la que se señala:

El corpus juris del Derecho Internacional de los Derechos Humanos está formado
por un conjunto de instrumentos internacionales de contenido y efectos jurídicos
variados (tratados, convenios, resoluciones y declaraciones). Su evolución dinámica
ha ejercido un impacto positivo en el Derecho Internacional, en el sentido de afirmar
y desarrollar la aptitud de este último para regular las relaciones entre los Estados
y los seres humanos bajo sus respectivas jurisdicciones. Por lo tanto, esta Corte debe
adoptar un criterio adecuado para considerar la cuestión sujeta a examen en el
marco de la evolución de los derechos fundamentales de la persona humana en el
derecho internacional contemporáneo59.

Finalmente, de la opinión consultiva en análisis es posible extraer dos posiciones


claramente identificables: la primera, referente a que en opinión de la Corte, para que exista
un “debido proceso legal” es preciso que un justiciable pueda hacer valer sus derechos y
defender sus intereses en forma efectiva y en condiciones de igualdad procesal con otros
justiciables. Al efecto, es útil recordar que el proceso es un medio para asegurar, en la mayor
medida posible, la solución justa de una controversia. A ese fin atiende el conjunto de actos
de diversas características generalmente reunidos bajo el concepto de debido proceso legal.

Siguiendo la investigación de Gabriela Sauma, el desarrollo histórico del debido


proceso, consecuente con la protección del individuo y la realización de la justicia, ha traído
consigo la incorporación de nuevos derechos procesales. Son ejemplo de este carácter
evolutivo del proceso los derechos a no auto incriminarse y a declarar en presencia de
abogado, que hoy día figuran en la legislación y en la jurisprudencia de los sistemas jurídicos
más avanzados. Es así como, en forma progresiva, se ha establecido el aparato de las
garantías judiciales que recoge el artículo 14 del PIDCP, al que pueden y deben agregarse,
bajo el mismo concepto, otras garantías aportadas por diversos instrumentos del Derecho
Internacional60.

Por otro lado, para alcanzar sus objetivos, el proceso debe reconocer y resolver los
factores de desigualdad real de quienes son llevados ante la justicia. Es así como se atiende
el principio de igualdad ante la ley y los tribunales, y a la correlativa prohibición de
discriminación. La presencia de condiciones de desigualdad real obliga a adoptar medidas
de compensación que contribuyan a reducir o eliminar los obstáculos y deficiencias que
impidan o reduzcan la defensa eficaz de los propios intereses. Si no existieran esos medios
de compensación, ampliamente reconocidos en diversas vertientes del procedimiento,
difícilmente se podría decir que quienes se encuentran en condiciones de desventaja

59
Ibíd., párr. 115.
60
Salmón y Blanco, óp. cit., págs. 104-105.

28
disfrutan de un verdadero acceso a la justicia y se benefician de un debido proceso legal en
condiciones de igualdad con quienes no afrontan esas desventajas61.

De esta manera, la Corte ha entendido que el desarrollo progresivo y dinámico de


los derechos humanos ha incorporado a la noción de debido proceso nuevas garantías que
han surgido precisamente de los casos individuales puestos en conocimiento de la Corte, y
que refuerzan el contenido del debido proceso. Serán abordadas de manera individualizada
cuando se desarrollen elementos del debido proceso; sin embargo, debe precisarse que
otro aspecto que ha contribuido también a esta expansión vertical del debido proceso viene
marcada por la diferente protección que debe brindar el mismo a aquellas personas que se
encuentran en una situación de desigualdad. Aunque la citada Opinión Consultiva No. 16 se
refiere concretamente a los derechos de los migrantes, es posible aplicar este
entendimiento a los derechos procesales de los niños, mujeres víctimas de violencia y
pueblos indígenas, entre otros. Es más, tanto el Comité de Derechos Humanos como la
propia Corte Interamericana tienen un desarrollo jurisprudencial profuso sobre estos
temas.

¿Qué elementos deben 1. La incorporación de nuevas garantías al ámbito


considerarse en la de protección del debido proceso, así como la
expansión vertical del ampliación de las ya existentes.
debido proceso? 2. Entender que el que debido proceso es flexible
con respecto a los titulares que invocan su
vulneración.

En ambos casos no es posible hablar de


un catálogo rígido ni cerrado de derechos

Se vincula a:

61
Ibíd., pág. 105.

29
Mujeres
menores víctimas de
violencia

Pueblos
migrantes
indígenas

6.2.1. Derechos procesales de las personas menores de edad

Tanto el artículo 24 del PIDCP, como el artículo 19 de la CADH reconocen no


solamente el derecho genérico del niño a una especial protección, sino también el derecho
a un trato especial cuando este es detenido o acusado de una infracción de carácter penal.
Así, el artículo: 10.2.b) del PIDCP reconoce el derecho de la o el menor acusado a “ser
llevado ante los tribunales de justicia con la mayor celeridad posible para su
enjuiciamiento”, y requiere que en el procedimiento aplicable a los menores de edad a
efectos penales se tendrá en cuenta esta circunstancia y la importancia de estimular su
readaptación social; en el mismo sentido el artículo 5.5 de la CADH reconoce el derecho de
la o el niño a ser llevado ante tribunales especializados.

Por su parte, el artículo 1 de la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN)
establece que “se entiende por niño todo ser humano menor de dieciocho años de edad,
salvo que, en virtud de la ley que le sea aplicable, haya alcanzado antes la mayoría de edad”.
También el artículo 40 de la Convención sobre los Derechos del Niño establece un catálogo
de los derechos de los adolescentes acusados de infracciones, similar al artículo 14.3 del
PIDCP y del artículo 8.2 de la CADH.

De igual forma, es un principio fundamental del Derecho Internacional de los


Derechos de la niñez que los niños pequeños no tienen responsabilidad legal por hechos
delictivos tal cual se colige del artículo 40.3.A de la CDN; la regla 4 de las Reglas de Beijing;
las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas sobre las Medidas No Privativas de la Libertad
(“Reglas de Tokio”), especialmente la regla 17; y las Directrices de las Naciones Unidas para
la Prevención de la Delincuencia Juvenil (Directrices de Riad)62. Para O’Donnell, el hecho de
que no haya consenso sobre la edad mínima que justifica la imposición de una
responsabilidad legal atenuada, no puede obviar que existe un amplio entendimiento sobre
el hecho de que dicha responsabilidad no debe imponerse a niños que todavía no han
alcanzado la adolescencia63.

62
O’Donnell, óp. cit., pág. 456.
63
Ibíd., pág. 457. Este aspecto se halla ampliamente desarrollado en: OACNUDH. Los derechos humanos en la
administración de justicia: Un manual para jueces, fiscales y abogados. Londres: International Bar Association,
2010, pág. 449-451.

30
En este sentido, O’Donnell citado por Gabriela Sauma, sostiene que si bien hasta la
fecha no existe jurisprudencia universal que reconozca el derecho a un trato especial en
materia penal, por delitos cometidos por personas menores de 18 años 64, el Sistema
Interamericano ha desarrollado este aspecto de manera pormenorizada. Así, en el Caso de
los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros) vs. Guatemala, que aborda la
desaparición, tortura y ejecución extrajudicial de un grupo de jóvenes, la Corte desarrolla
las garantías procesales de los adolescentes frente a la justicia de la siguiente manera:

Al respecto, la Corte considera pertinente destacar que, si los Estados tienen


elementos para creer que los “niños de la calle” están afectados por factores que
pueden inducirlos a cometer actos ilícitos, o disponen de elementos para concluir
que los han cometido, en casos concretos, deben extremar las medidas de
prevención del delito y de la reincidencia. Cuando el aparato estatal tenga que
intervenir ante infracciones cometidas por menores de edad, debe hacer los
mayores esfuerzos para garantizar la rehabilitación de los mismos, en orden a
“permitirles que desempeñen un papel constructivo y productivo en la sociedad 65.

De igual forma, la Corte Interamericana, en el Caso Instituto de Reeducación del


Menor vs. Paraguay estableció que la inexistencia de juzgados especializados en materia de
menores de edad vulneraba las garantías establecidas en el artículo 8 de la CADH debido a
que los procesos administrativos y judiciales deben garantizar los derechos específicos de
los niños, tal como establece el artículo 19 de la CADH, en el entendido de que los derechos
procesales tienen aplicación general, pero revisten condiciones especiales en el caso de las
y los adolescentes en conflicto con la ley.

La Corte Interamericana estableció en el citado caso que, a la luz de las normas


internacionales pertinentes en la materia, la jurisdicción especial para niños y niñas y todos
sus procedimientos deben contar con los siguientes elementos:

1) en primer lugar, la posibilidad de adoptar medidas para tratar a esos niños sin
recurrir a procedimientos judiciales; 2) en el caso de que un proceso judicial sea
necesario, este Tribunal dispondrá de diversas medidas, tales como asesoramiento
psicológico para el niño durante el procedimiento, control respecto de la manera de
tomar el testimonio del niño y regulación de la publicidad del proceso; 3) dispondrá
también de un margen suficiente para el ejercicio de facultades discrecionales en
las diferentes etapas de los juicios y en las distintas fases de la administración de
justicia de niños; y 4) los que ejerzan dichas facultades deberán estar especialmente
preparados y capacitados en los derechos humanos del niño y la psicología infantil
para evitar cualquier abuso de la discrecionalidad y para asegurar que las medidas
ordenadas en cada caso sean idóneas y proporcionales66.

64
O’Donnell, óp. cit., pág. 457.
65
Corte IDH, Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros) vs. Guatemala, óp. cit., párrs. 196-197.
66
Corte IDH, Caso “Instituto de Reeducación del Menor” Vs. Paraguay, óp. cit., párr. 211.

31
Este entendimiento jurisprudencial fue confirmado por la Corte Interamericana en
la Opinión Consultiva OC-No. 17/2002, solicitada por la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos y denominada Condición Jurídica y Derechos Humanos del Niño. En esta
la Corte expresamente señala que es evidente que las condiciones en las que participa un
niño o niña en un proceso no son las mismas en que lo hace un adulto. Si se sostuviera otra
cosa se desconocería la realidad y se omitiría la adopción de medidas especiales para la
protección de los niños, con grave perjuicio para ellos. Por lo tanto, es indispensable
reconocer y respetar las diferencias de trato que corresponden a diferencias de situación,
entre quienes participan en un procedimiento67.

6.2.2. Mujeres y debido proceso

Con referencia al debido proceso y el acceso a éste por parte de las mujeres, el
Comité ha establecido que los Estados Parte deben presentar información que permita al
Comité determinar si la mujer disfruta en condiciones de igualdad con el hombre del
derecho a recurrir a los tribunales y a un proceso justo, previstos en el artículo 14 del PIDCP.

Siguiendo la investigación de Gabriela Sauma sobre el desarrollo efectuado en esta


materia por el Sistema Universal, se tiene que el Comité, en la Observación General en
análisis, enfatiza la obligación de los Estados Parte de eliminar todas las disposiciones
legislativas que impidan a la mujer el acceso directo y autónomo a los tribunales. Los
Estados deben también explicar si la mujer puede rendir prueba testimonial en las mismas
condiciones que el hombre y si se han adoptado medidas para que la mujer tenga igual
acceso a la asistencia letrada, particularmente en cuestiones de familia, o si en las
disposiciones legales internas de los Estados Partes existen normas que nieguen la
presunción de inocencia establecida en el artículo 14.2 del PIDCP a algunas “categorías de
mujeres”68.

Finalmente, el Comité incide en las garantías que deben acompañar a las mujeres
privadas de libertad: deben estar separadas de los hombres, deben ser vigiladas
únicamente por guardias de sexo femenino, las mujeres acusadas jóvenes deben estar
separadas de las adultas y a las mujeres privadas de libertad embarazadas se les debe
brindar trato humano y digno.

Dentro del Sistema Interamericano, la Comisión en su informe sobre Acceso a la


justicia para mujeres víctimas de violencia en las Américas, ha señalado que durante el
proceso penal deben adoptarse medidas de protección para proteger la seguridad, la

67
Corte IDH, Opinión Consultiva solicitada por la Comisión Interamericana de Derechos humanos, Condición
Jurídica y Derechos Humanos del Niño OC-Nº 17/2002, del 28 de agosto de 2002. Disponible en:
http://www.derechoshumanos.unlp.edu.ar/assets/files/documentos/condicion-juridica-y-derechos-
humanos-del-nino-opinion-consultiva-n-1702.pdf

68
Ibíd., párr. 18.

32
privacidad y la intimidad de las mujeres víctimas de violencia. También habla del deber de
los Estados parte de proporcionarles información sobre sus derechos y la forma de
ejercerlos en todas las fases del proceso penal 69.
Es importante también señalar que a partir de la aprobación y entrada en vigor del Estatuto
de la Corte Penal Internacional, la nómina de delitos reconocidos por el derecho
internacional aumentó de manera significativa, entre ellos, las formas graves de violencia
sexual. Para la Comisión Interamericana, la violación sexual contra una mujer es un método
de tortura, pues tiene por objeto, en muchos casos, no sólo humillar a la víctima, sino
también a su familia o comunidad. Concretamente, la Comisión ha señalado:

La violación produce un sufrimiento físico y mental en la víctima. Además de la


violencia sufrida al momento que se perpetra, las víctimas habitualmente resultan
lesionadas o, en algunos casos, aún quedan embarazadas.
El hecho de ser objeto de un abuso de esta naturaleza les ocasiona asimismo un
trauma psicológico que resulta, por un lado, del hecho de ser humilladas y
victimizadas y por el otro, de sufrir la condena de los miembros de su comunidad, si
denuncian los vejámenes de los que fueron objeto70.

La Corte Interamericana ha establecido que la violación sexual es un tipo particular


de agresión que, en general, se caracteriza por producirse en ausencia de otras personas,
más allá de la víctima y el agresor o los agresores. Dada la naturaleza de esta forma de
violencia, no se puede esperar que dentro de un proceso de este tipo se presenten pruebas
gráficas o documentales y, por ello, la declaración de la víctima constituye una prueba
fundamental sobre el hecho71.

Finalmente, de acuerdo con Gabriela Sauma, nos referiremos a uno de los casos más
emblemáticos sobre discriminación y violencia contra las mujeres que se relaciona de
manera directa con el debido proceso y acceso a la justicia, de entre todos los que hasta
hoy analizó la Corte Interamericana: Campo Algodonero vs. México. Este Caso fue materia
de pronunciamiento de diversos órganos de protección de derechos humanos. La Comisión
Interamericana señaló que la violencia contra las mujeres en Ciudad Juárez “tiene sus raíces
en conceptos referentes a la inferioridad y subordinación de las mujeres”72. El Comité para
la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, en su Informe relativo al caso, resaltó

69
Sauma Zankys. G. Op. cit. p. 67. Vid. CIDH. Informe sobre el acceso a la justicia para mujeres víctimas de
violencia en las Américas, Informe de 20 de enero de 2007, párr. 54. Disponible en: http://
www.cidh.org/women/acceso07/indiceacceso.htm

70
CIDH, Caso Raquel Martin de Mejía-Perú, Informe del 1 de marzo de 1996. Se recomiendo leer de la CIDH:
Caso Diana Ortiz-Guatemala, Informe del 16 de octubre de 1996. En éste, la CIDH también manifiesta que los
abusos sexuales constituyen una forma de tortura. Disponible en:
http://www.cidh.org/PRIVADAS/Guatemala.10526sp.htm
71
Corte IDH. Caso Fernández Ortega y otros vs. México, óp. cit., párr. 100; y Caso Rosendo Cantú y otra vs.
México, óp. cit., párr. 89. Citado por Salmón y Blanco, óp. cit., pág. 93.
72
CIDH, Informe sobre la situación de los derechos de la mujer en Ciudad Juárez, México: El derecho a no ser
objeto de violencia y discriminación, Informe del 7 de marzo de 2003. Disponible en:
http://www.cidh.org/annualrep/2002sp/cap.vi.juarez.htm

33
el hecho de que la violencia de género, incluidos los asesinatos, secuestros, desapariciones
y las situaciones de violencia doméstica e intrafamiliar, no eran casos aislados, esporádicos
o episódicos de violencia, sino de una situación estructural y de un fenómeno social y
cultural enraizado en las costumbres y mentalidades”, y que estas situaciones de violencia
están fundadas “en una cultura de violencia y discriminación basada en el género” 73. En el
mismo sentido se pronunció la Relatora sobre la Violencia contra la Mujer, de la
Organización de Naciones Unidas, que en el informe sobre el citado caso señaló que la
violencia contra la mujer en México sólo puede entenderse en el contexto de “una
desigualdad de género arraigada en la sociedad” 74.

La Corte Interamericana en este caso realizó un interpretación extensa de la


Convención de Bélem do Pará y de la propia Convención Americana, y concluyó que la
violencia que padecen las mujeres de Ciudad Juárez se sustenta en la “discriminación
estructural” que contra ellas existe en México. Así, el Estado mexicano, como parte de la
Convención de Bélem do Pará y de la Convención Americana está obligado a combatir dicha
discriminación. La Corte señaló:

i) se deberá remover todos los obstáculos de jure o de facto que impidan la debida
investigación de los hechos y el desarrollo de los respectivos procesos judiciales, y
usar todos los medios disponibles para hacer que las investigaciones y procesos
judiciales sean expeditos a fin de evitar la repetición de hechos iguales o análogos a
los del presente caso;
ii) la investigación deberá incluir una perspectiva de género; emprender líneas de
investigación específicas respecto a violencia sexual, para lo cual se deben
involucrar las líneas de investigación sobre los patrones respectivos en la zona;
realizarse conforme a protocolos y manuales que cumplan con los lineamientos de
esta Sentencia; proveer regularmente de información a los familiares de las víctimas
sobre los avances en la investigación y darles pleno acceso a los expedientes, y
realizarse por funcionarios altamente capacitados en casos similares y en atención
a víctimas de discriminación y violencia por razón de género;
iii) deberá asegurarse que los distintos órganos que participen en el procedimiento
de investigación y los procesos judiciales cuenten con los recursos humanos y
materiales necesarios para desempeñar las tareas de manera adecuada,
independiente e imparcial, y que las personas que participen en la investigación
cuenten con las debidas garantías de seguridad, y

73
Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, Informe de México producido por el Comité
para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer bajo el Artículo 8 del Protocolo Facultativo de la
Convención, 32° período de sesiones, 2005, párr. 159. Disponible en:
http://www.un.org/womenwatch/daw/cedaw/cedaw32/CEDAW-C-2005-OP.8-MEXICO-S.pdf
74
Relatoría sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Informe integración de los derechos
humanos de la mujer y la perspectiva de género: la violencia contra la mujer, Misión México, 62o. Periodo de
Sesiones, 2006, párr. 7. ( Disponible en:
http://www.pnud.org.co/img_upload/36353463616361636163616361636163/Relatora_Especial_Violencia_
contra_la_Mujer._Informe_2003.pdf )

34
iv) los resultados de los procesos deberán ser públicamente divulgados para que la
sociedad mexicana conozca los hechos objeto del presente caso 75.

6.2.3. Pueblos indígenas y debido proceso

Conforme sostiene Gabriela Sauma, los pueblos indígenas han tenido y aún tienen
dificultades para acceder al derecho al debido proceso. Esto se debe, principalmente, a dos
razones. La primera: la consolidación normativa de los derechos colectivos en la normativa
internacional y en el ámbito interno de diversos países, en muchos casos, no ha sido
acompañada por la interpretación colectiva de estos derechos. La segunda: la diferente
lectura que del debido proceso debe efectuarse a momento de analizar la justicia indígena
en los casos de garantizar este derecho de manera individual a los miembros de los pueblos
indígenas 76.

Atendiendo la investigación de la autora, dentro del Sistema Universal debe


mencionarse el artículo 1 de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de
los Pueblos Indígenas, que establece: “Los indígenas tienen derecho como pueblos o como
personas al disfrute pleno de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales
reconocidos por la Carta de las Naciones Unidas la Declaración Universal de Derechos
Humanos y la normativa internacional de los derechos humanos”. Conforme con ello, los
derechos tienen una dimensión colectiva y una dimensión individual. Este criterio, por
tanto, también debe ser aplicado al debido proceso77.

De acuerdo con la autora, si bien aún no existen pronunciamientos específicos sobre


este tema de parte de los órganos de protección del sistema universal, es importante
señalar que el Comité de Derechos Humanos, en la Observación General No. 23 interpretó
el artículo 27 del PIDCP estableciendo que el Pacto hace una diferenciación entre el derecho
a la libre determinación, como derecho perteneciente a los pueblos indígenas como
colectivos, y los derechos personales reconocidos en todo el Pacto, como derechos
aplicables también a los miembros de estos pueblos. Este reconocimiento es muy
importante cuando hablamos del debido proceso ya que se entiende que los pueblos
indígenas pueden gozar de él en dos dimensiones: la primera, en el marco del derecho a la
libre determinación que permite una interpretación colectiva del debido proceso, y la
segunda, como una garantía en el ejercicio de sus derechos personales 78.

En el Sistema Interamericano, la Comisión y la Corte se han ocupado en muchas


ocasiones del respeto de los derechos colectivos de los pueblos indígenas, así como al

75
Corte IDH, Caso González y otras (“Campo Algodonero”) vs. México, sentencia del 16 de noviembre de 2009
(Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas), párr. 455. Disponible en:
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_205_esp.pdf
76
Sauma Zankis G. Op. cit. p. 56.
77
Ibid.
78
Comité de Derechos Humanos, Comentarios generales adoptados por el Comité de los Derechos Humanos,
Artículo 27 - Derecho de las minorías, Observación General No. 23, 50o. período de sesiones, 1994. Disponible
en: http://www1.umn.edu/humanrts/hrcommittee/Sgencom23.html

35
resguardo del derecho al debido proceso de los miembros de estos pueblos. La Corte ha
establecido que “es indispensable que los Estados otorguen una protección efectiva que
tome en cuenta sus particularidades, sus características económicas y sociales, así como su
situación de especial vulnerabilidad, su derecho consuetudinario, valores, usos y
costumbres”. Enfatizó que estas obligaciones no se agotan con previsiones normativas 79.

De acuerdo con la autora, la Corte ha vinculado el debido proceso con otros


derechos de los pueblos indígenas, como el derecho a la propiedad. Estableció que este
derecho, en el caso de los pueblos indígenas, tiene una dimensión colectiva.

La Corte sostuvo que para garantizar el derecho a la propiedad comunal de los


integrantes de los pueblos indígenas, los Estados deben establecer “un recurso
efectivo con las garantías de debido proceso (...) que les permita reivindicar sus
tierras tradicionales”80.

La dimensión colectiva de los derechos fue definitivamente adoptada por la Corte en el Caso
Sarayaku vs. Ecuador, en el que concluyó:

231. La normativa internacional relativa a pueblos y comunidades indígenas o


tribales reconoce derechos a los pueblos como sujetos colectivos del Derecho
Internacional y no únicamente a sus miembros. Puesto que los pueblos y
comunidades indígenas o tribales, cohesionados por sus particulares formas de vida
e identidad, ejercen algunos derechos reconocidos por la Convención desde una
dimensión colectiva, la Corte señala que las consideraciones de derecho expresadas
o vertidas en la presente Sentencia deben entenderse desde dicha perspectiva
colectiva81.

Sobre las garantías procesales establecidas en la Convención Americana, la Comisión


y la Corte Interamericana han señalado que no solamente son aplicables a todos los
procesos en los que se encuentren involucrados miembros de los pueblos indígenas, sino
que en estos casos la obligación del Estado es más amplía, ya que debe velar porque todos
los procedimientos judiciales y administrativos tomen en cuenta factores como el derecho
al intérprete, traductor, a que se designe un perito en temas indígenas, etcétera.

Por otro lado, es importante lo señalado por la Corte en el Caso Yatama vs.
Nicaragua, sobre la exclusión en los comicios municipales, realizados el 5 de noviembre de

79
Corte IDH, Caso Comunidad Indígena Yakye Axa vs. Paraguay, sentencia del 17 de junio de 2005 (Fondo,
Reparaciones y Costas), párr. 63. Disponible en:
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_125_esp.pdf
80
Corte IDH, Caso del Pueblo Saramaka vs. Surinam, sentencia del 28 de noviembre de 2007 (Excepciones
Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas), párr. 178. Disponible en:
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_172_esp.pdf
81
Corte IDH, Caso Pueblo Indígena Kichwa de Sarayaku vs. Ecuador, sentencia del 27 de junio de 2012 (Fondo
y Reparaciones), párr. 231. Disponible en:
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_245_esp.pdf

36
2000, de candidatos del pueblo indígena Yapti Tasba Masraka NanihTakanka (Yatama),
debido a una resolución emitida por el Consejo Supremo Electoral y a la declaración de
improcedencia del amparo presentado por los Yatamas ante la Corte Suprema de
Nicaragua.

En este caso la Corte estableció que la inexistencia de un recurso efectivo y además


sencillo y rápido para que los Yatamas pudiesen impugnar la Resolución del Consejo
Supremo Electoral se constituye en una transgresión de la Convención, sin importar que el
ordenamiento constitucional nicaragüense no prevea recursos contra este tipo de
Resoluciones. La Corte concluyó que no se pueden vulnerar derechos humanos en nombre
de la independencia de poderes. En este sentido, estableció que Nicaragua debía adecuar
su ordenamiento interno a lo previsto en la Convención 82.

En el Caso del Pueblo Saramaka vs. Surinam, la Corte relacionó los artículos 8.1 y 25
de la CADH ya que consideró que si bien en el ordenamiento jurídico de Surinam existía un
recurso judicial específico para reclamar las vulneraciones alegadas por el Pueblo Saramaka,
era inadecuado para reparar las violaciones del derecho de propiedad comunal de los
miembros de ese pueblo. Por dos razones: porque no se encontraba disponible para dicho
pueblo, como entidad colectiva; y porque el derecho a la propiedad comunal de los
miembros de la comunidad no está reconocido por el Estado. Por lo tanto, un recurso
judicial que exige que se demuestre la violación de un derecho reconocido por el Estado no
sería un recurso adecuado para este tipo de reclamos83.

Dimensión colectiva: la titularidad


¿Qué implica el reconocimiento de la recae en las naciones o pueblos
doble dimensión de los derechos indígena originario campesinos
colectivos de los pueblos indígenas? como colectivo.
Dimensión individual: los titulares
de los derechos humanos son los
miembros de los pueblos indígenas,
como cualquier otra persona.

“Los derechos de las naciones y pueblos indígena originario campesinos al mismo


tiempo son derechos humanos en su dimensión colectiva y, por ende, en el marco de la
igualdad jerárquica de derechos contenida en el artículo 13.III de la CPE, gozan de los
mismos principios y pautas de interpretación que han sido anotados precedentemente, los
cuales deben ser utilizados por las autoridades y jueces de las diferentes jurisdicciones a
momento de aplicar el derecho; derechos que, además, deben ser interpretados

82
Corte IDH, Caso Yatama Vs. Nicaragua, sentencia del 23 de Junio de 2005 (Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas) párr. 185. Disponible en:
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_127_esp.pdf
83
Corte IDH, Caso del Pueblo Saramaka vs. Surinam, óp. cit., 179.

37
pluralmente, es decir, de acuerdo a los criterios que emanan de la propia comunidad.” (SCP
487/2014, del 25 de febrero).

Tema 2
Elementos del debido
proceso contenidos en el art.
8.1 de la Convención
Americana

38
1. Las garantías del debido proceso contenidas en el art. 8.1
de la Convención Americana

Como ya se ha señalado el párrafo 1 del art. 8 de la CADH se refiere a las garantías


judiciales generales exigibles en el marco de un proceso; es decir, el derecho de toda
persona a ser oída por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial, dentro de
un plazo razonable y con las debidas garantías.

De acuerdo con la Corte el art. 8.1 debe interpretarse de manera amplia; es así que
ha establecido que las garantías generales del artículo 8 deben estar presentes en la
determinación de los derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier
otro carácter, es así que en la Opinión Consultiva OC-11/90 precisó que en el resto de
materias “el individuo tiene derecho también al debido proceso que se aplica en materia
penal”84.

En este sentido, determinó que:

Cuando la Convención se refiere al derecho de toda persona a ser oída por un juez o
tribunal competente para la determinación de sus derechos, esta expresión se refiere
a cualquier autoridad pública, sea administrativa –colegiada o unipersonal-, legislativa
o judicial, que a través de sus resoluciones determine derechos y obligaciones de las
persona es decir, que el artículo 8.1 de la Convención no se aplica solamente a jueces
y tribunales judiciales, sino también a los que pese a no serlo formalmente, actúen
como tal85.

Del contenido del art. 8.1 de la CADH, se extraen expresamente tres derechos
fundamentales: derecho a ser oído por un juez o tribunal, a ser juzgado por un tribunal
competente, independiente e imparcial, a ser juzgado dentro de un plazo razonable con las
debidas garantías. Ahora bien, la Corte al realizar una lectura del art. 8 de la CADH ha
ampliado el contenido del art. 8.1 a partir de lo que debe entenderse “ser juzgado con las
debidas garantías”, a partir del cual ha establecido que el deber de motivación si bien no se
encuentra expresamente dentro de sus disposiciones ha establecido que el deber de
motivar las resoluciones es una de las “debidas garantías” vinculada con la correcta

84
Corte IDH. Excepciones al agotamiento de los recursos internos (arts. 46.1, 46.2.a y 46.2b, Convención
Americana sobre Derecho Humanos). Opinión Consultiva OC-11/90 de 10 de agosto de 1990, párr. 28. En el
mismo sentido se tiene Corte IDH. Caso Tribunal Constitucional vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia del 31 de enero de 2001, párr. El caso se refiere a la responsabilidad internacional del Estado del
Perú por la destitución, a través de un juicio político por el Congreso, de tres magistrados del Tribunal
Constitucional sin asegurarles el debido proceso.
85
Corte IDH Caso Barbani Duarte y otros vs. Uruguay. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 13 de
octubre de 2011, párr. 118. Corte IDH. Caso Claude Reyes y otros vs. Chile, op. cit. párr. 118 y

39
administración de justicia para salvaguardar el derecho a un debido proceso, vale decir que
a través de su jurisprudencia ha ampliado el contenido del art. 8.1 de la Convención y ha
incorporado el deber de motivación de las resoluciones. Corresponde entonces referirnos
a los derechos incorporados en esta disposición, cuyo contenido pasamos a desarrollar.

art. 8.1 CADH

Derecho a un juez
Derecho a ser Derecho a ser Derecho a una
competente,
oído por un juez o juzgado en un resolución
independiente e
tribunal plazo razonable motivada
imparcial

2. El derecho a ser oído por un juez o tribunal


La Corte ha desarrollado el contenido de este derecho y ha sido definido como aquel
derecho que exige que toda persona pueda tener acceso al tribunal u órgano estatal
encargado de determinar sus derechos y obligaciones86.

En el caso Apitz Barbera y otros vs. Venezuela, la Corte precisó que es sustancial
determinar si en el proceso en el cual se afirma haber vulnerado el derecho a ser oído, se
deliberará algún derecho u obligación de las presuntas víctimas involucradas. 87

De otro lado, definiendo los alcances de este derecho, la Corte ha manifestado que:

El derecho a ser oído no sólo exige que la víctima sea oída por un juez o tribunal,
sino que pueda participar ampliamente del proceso.88

86
Corte IDH. Caso Apitz Barbera y otros (Corte Primera de lo Contencioso administrativo) vs. Venezuela.
Sentencia de 5 de agosto de 2008, párr. 72. También puede verse Caso Cabrera García y Montiel Flores vs.
México. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 26 de noviembre de 2010, párr.
140.
87
Corte IDH. Caso Apitz Barbera y otros, op.cit. párr. 73. La Corte en este caso, analizó la participación de los
magistrados de la Corte Primera en el proceso de avocamiento y señaló que en este proceso no se determinó
derecho u obligación alguna para estos, por tanto, debido a que “la determinación de la corrección o
incorrección jurídica del fallo recurrido no afecto derecho alguno de los jueces, éstos no fueron transformados
per se en partes de la controversia ante la Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia y por
ello no se violó el derecho de las víctimas a ser oídas en dicho proceso.
88
Cfr. Corte IDH. Caso del Tribunal Constitucional vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 31 de
enero de 2001, párr. 81. El caso se refiere a la responsabilidad internacional del Estado del Perú por la
destitución, a través de un juicio político por el Congreso, de tres magistrados del Tribunal Constitucional sin
asegurarles el debido proceso. La Corte, resolviendo el caso señaló que: “(…) b) luego de las declaraciones

40
En esta línea ha establecido un procedimiento justo supone que el órgano encargado
de administrar justicia efectúe un examen apropiado de las alegaciones, argumentos y
pruebas aducidas por las partes, sin perjuicio de sus valoraciones acerca de si son relevantes
para su decisión89.

De acuerdo con la Corte, el derecho a ser oído comprende dos ámbitos: el formal y
el material, ámbitos que fueron definidos en el caso Barbani Duarte y otros vs. Uruguay,
señalando lo siguiente:

El ámbito formal o procesal del derecho implica “asegurar el acceso al órgano


competente para que determine el derecho que se reclama en apego a las debidas
garantías procesales (tales como la presentación de alegatos y la aportación
de prueba)”.

Por su parte, el ámbito material del derecho, supone “que el Estado garantice que
la decisión que se produzca a través del procedimiento satisfaga el fin para el cual
fue concebido”. Para la Corte, esto último no significa que siempre deba ser acogido,
sino que se debe garantizar su capacidad para producir el resultado para el que fue
concebido”.90

rendidas (…) ante la Comisión de Investigación, los tres magistrados, supuestas víctimas en este caso, no
fueron citados nuevamente ante esta Comisión, con lo cual cuando ésta rindió su informe dio por cierto lo
afirmado por los dos magistrados mencionados, sin brindar la oportunidad a las supuestas víctimas para que
ejercieran su derecho a presentar pruebas de descargo (…)”. Párr. 80. Asimismo, en el Caso Baena Ricardo y
otros vs. Panamá, la Corte señaló que si bien los trabajadores accedieron a la Sala Tercera y fueron oídos por
este Tribunal, quedó evidenciado que esto no era suficiente para garantizar una participación amplia en el
proceso.
89
Corte IDH. Caso Barbani Duarte y otros vs. Uruguay. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 13 de
octubre de 2011, párr. 121. Los hechos del presente caso se desarrollan en un contexto de extrema
dolarización del sector bancario uruguayo. El 21 de diciembre de 2002 el Poder Legislativo de Uruguay aprobó
la Ley No. 17.613 titulada “Fortalecimiento del Sistema Financiero”, con la cual se buscaba atender diversas
situaciones surgidas como consecuencia de la crisis bancaria. El 31 de diciembre de 2002 el Banco Central
dispuso la disolución y liquidación del Banco de Montevideo. Asimismo, se transfirieron los fondos del Banco
de Montevideo al Trade and Commerce Bank en las Islas Caimán sin haber consultado a un grupo de ahorristas.
Debido a esta situación, solicitaron ante la Comisión Asesora creada en virtud de la Ley No. 17.613 una
audiencia. De igual forma trataron de interponer un recurso administrativo y judicial. Sin embargo, no tuvieron
mayor éxito.
90
Corte IDH. Caso Barbani Duarte y otros vs. Uruguay, op.cit. párr. 122. La Corte definió en el caso, que “(…)
que para garantizar que efectivamente los peticionarios fueran oídos en sus reclamos, a través de este
procedimiento especial, era necesario que el órgano encargado de resolver las peticiones pudiera analizar el
consentimiento de forma completa, porque la ausencia de consentimiento era un requisito determinante para
acceder a los derechos contemplados en el artículo 31 de la Ley 17.613. Dicho análisis incluye la valoración de
todos los alegatos de los peticionarios que significaran una afectación al consentimiento, tales como los vicios
que lo pudieran invalidar y la falta de información veraz y completa por parte de los Bancos de Montevideo y
La Caja Obrera. Ese análisis debió tomar en cuenta no sólo aquellos elementos que permiten construir el
consentimiento, tales como un contrato de administración de inversiones o instrucciones particulares para la
transferencia, sino también aquéllos que lo podrían invalidar o afectar, como lo serían los alegados vicios al
consentimiento”. (párr. 136).

41
De otro lado, existe una conexión directa del derecho a ser oído por un juez o
tribunal con la obligación estatal de investigar toda violación de los derechos reconocidos
en la Convención; en este contexto la Corte en el caso “Niños de la Calle” vs. Guatemala ha
reiterado que del artículo 8 de la Convención se desprende que:

“las víctimas de las violaciones de los derechos humanos, o sus familiares, deben
contar con amplias posibilidades de ser oídos y actuar en los respectivos procesos,
tanto en procura del esclarecimiento de los hechos y del castigo de los responsables,
como en busca de una debida reparación”91.

En esta línea de pensamiento la Corte se ha referido al derecho a ser oído en su


relación con la obstaculización que suponen las amnistías para su ejercicio, así ha
manifestado que las amnistías constituyen un obstáculo para la investigación o sanción de
las graves violaciones de derechos humanos. La Corte señaló por primera vez en el Caso
Barrios Altos vs. Perú que “las leyes de amnistía adoptadas por el Perú impidieron que los
familiares de las víctimas y las víctimas sobrevivientes fueran oídas por un juez conforme a
lo señalado en el art. 8.1 de la Convención” 92. Similar razonamiento fue expresado en el
Caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile, en el que indicó que el Decreto Ley No. 2191 tuvo
como efecto inmediato el cese de las investigaciones y el archivo del expediente, dejando
en la impunidad a los responsables de la muerte del señor Almonacid Arellano. Por lo tanto,
se impidió a los familiares que ejercieran el derecho a ser oídos por un tribunal competente,
independiente e imparcial, a través de un recurso efectivo y adecuado que repare las
violaciones cometidas93.

Particular relevancia tiene el caso Gelman vs. Uruguay, que a diferencia de los
anteriores la Ley de Caducidad fue aprobada en un régimen democrático y ratificada o
respaldada por la ciudadanía en dos ocasiones a través de un referéndum y un plebiscito.
Sobre esta circunstancia la Corte expresó:

En casos de graves violaciones a las normas del Derecho Internacional de los Derechos,
la protección de los derechos humanos constituye un límite infranqueable a la regla
de mayorías, es decir, a la esfera de lo susceptible de ser decidido por parte de las
mayorías en instancias democráticas, en las cuales también debe primar un control de
convencionalidad, que es función y tarea de cualquier autoridad pública y no sólo del
Poder Judicial.94

Finalmente, la jurisprudencia interamericana ha establecido que el derecho a ser


oído se relaciona inevitablemente con el deber de motivación, así como con el derecho a la

91
Corte IDH. Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros) vs. Guatemala, op. cit., párrs. 225 y
227.
92
Corte IDH. Caso Barrios Altos vs. Perú. Fondo. Sentencia de 14 de marzo de 2001, párr. 42.
93
Corte IDH. Caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 26 de septiembre de 2006, párr. 126.
94
Corte IDH. Caso Gelman vs. Uruguay. Fondo y Reparaciones. Sentencia de 24 de febrero de 2011, párr. 239.

42
defensa. En esta perspectiva, ha establecido que la motivación demuestra que las partes
han sido oídas, caso contrario las víctimas podrán ofrecer como prueba una decisión
carente de una debida motivación y así demostrar que el derecho a ser oído fue
vulnerado95. En efecto, una debida motivación demuestra que han sido tomados en cuenta
los alegatos de las partes y que el conjunto de pruebas ha sido analizado.

De igual manera en el caso Vélez Loor vs. Panamá, la Corte determinó la directa
conexión del derecho a ser oído con el derecho a la defensa.

Por último, ha establecido en el Caso Blake vs. Guatemala que en el art. 8.1 de la
Convención está comprendido el derecho de los familiares de la víctima a las garantías
judiciales, por ende, ha declarado la violación del derecho a ser oído de los familiares de las
víctimas, en casos vinculados a desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales 96

3. El derecho a un juez competente, independiente e


imparcial, establecido previamente por la ley

El derecho a un juez competente, independiente e imparcial, establecido


previamente por la ley, consagrado en el art 8.1 de la Convención configura la garantía del
juez natural97, que ha sido considerada por la Corte como presupuesto del debido proceso,
así en el Caso Barreto Leiva vs. Venezuela ha señalado que:

El artículo 8.1 de la Convención garantiza el derecho a ser juzgado por un tribunal


competente (…) establecido con anterioridad a la ley, disposición que se relaciona
con el concepto de juez natural, una de las garantías del debido proceso, a las que
inclusiva se ha reconocido, por cierto sector de la doctrina, como presupuesto de
aquél. Esto implica que las personas tienen derecho a ser juzgadas, en general, por
tribunales ordinarios, con arreglos a procedimientos legalmente establecidos98.

95
Corte IDH. Caso Tristán Donoso vs. Panamá. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas Sentencia
de 27 de enero de 2009, párr. 153. Así también Corte IDH. Caso Chocrón Chocrón vs. Venezuela. Excepción
Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de julio de 2011 párr. 118.
96
Corte IDH. Caso Blake vs. Guatemala. Fondo. Sentencia del 24 de enero de 1998, párr. 97. En la misma línea
puede consultarse, entre otros. Corte IDH. Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México. Excepción
Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 26 de noviembre de 2010, párr. 192.
97
Recuérdese que el juez natural deriva su existencia y competencia de la ley. De acuerdo con lo establecido
por la Corte IDH, en un Estado de Derecho sólo el poder legislativo puede regular, a través de leyes, la
competencia de los juzgadores. Cfr. Caso Barreto Leiva vs. Venezuela. Sentencia de 17 de noviembre de 2009
(Fondo, reparaciones y costas), párrs. 76 y 77. A contrario sensu si es el ejecutivo o el propio órgano judicial el
que define al tribunal, se lesiona la garantía del juez natural, puesto que el juez natural de una persona será
aquél al que la ley atribuya competencia.
98
Caso Barreto Leiva vs. Venezuela. Sentencia de 17 de noviembre de 2009 (Fondo, reparaciones y costas),
párr. 75.

43
En tal sentido ha establecido que la ausencia de un órgano de enjuiciamiento que
tenga las características señaladas lesiona el debido proceso, a tal punto que sería
innecesario ingresar al examen de la violación específica de otros derechos o garantías
recogidos en el art. 8 de la Convención 99.

En este entendido, el desarrollo jurisprudencial de la Corte IDH ha construido el


derecho del justiciable a ser oído por un juez competente, independiente e imparcial,
establecido previamente por ley, características que son la base de la garantía de la vía
judicial sobre la que se asienta todo Estado de Derecho.

Así en el caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú la Corte determinó que:

Las garantías a que tiene derecho toda persona sometida a proceso, además de ser
indispensables deben ser judiciales, lo cual implica la intervención de un órgano
judicial independiente e imparcial, apto para determinar la legalidad de las
actuaciones que se cumplan dentro del estado de excepción”100.

Es importe destacar que el derecho al juez independiente, imparcial y competente,


conforme ha señalado la misma Corte no atañe únicamente a los casos de tribunales
penales, sino que también contempla a otros órganos jurisdiccionales, tal el caso de los
jueces de constitucionalidad. La Corte subrayó que es necesario “(…) que se garantice la
independencia de cualquier juez en un Estado de Derecho y, en especial, la del juez
constitucional en razón de la naturaleza de los asuntos sometidos a su conocimiento”. 101

También debe caracterizarse que la exigencia del juez natural y sus componentes
esenciales no es predicable únicamente respecto de los órganos judiciales; es decir, llega a
cualesquiera autoridades llamadas a resolver sobre la situación jurídica de un individuo:

Cuando la Convención se refiere al derecho de toda persona a ser oída por un ‘juez
o tribunal competente’ para la determinación de sus derechos, esta expresión se

99
Cfr. Barreto Leiva, op.cit. párr. 75. En similar sentido se tiene el caso Usón Ramírez, Sentencia de 20 de
noviembre de 2009, párrs. 120, 124 y 148.
100
Cfr. Castillo Petruzzi y otros vs. Perú, Sentencia de 30 de mayo de 1999, párr. 131; esta Sentencia cita a su
vez como precedentes: la Opinión Consultiva OC-8/87 de 30 de enero de 1987 el hábeas corpus bajo
suspensión de garantías (arts. 27.2, 25.1 y 7.6 CADH) párr. 30, así como la Opinión Consultiva OC-9/87,
Garantías judiciales en estados de emergencia (arts. 27.2, 25 y 8 CADH). En esta última recordó que las
garantías judiciales indispensables son: aquellos procedimientos judiciales que ordinariamente son idóneos
para garantizar la plenitud del ejercicio de los derechos y libertades a que se refiere dicho artículo ( 27.2 ) y
cuya supresión o limitación pondría en peligro esa plenitud (párr. 20). De otro lado, subrayó que: “(…) los
principios del debido proceso legal no pueden suspenderse con motivo de las situaciones de excepción en
cuanto constituyen condiciones necesarias para que los instrumentos procesales, regulados por la
Convención, puedan considerarse como garantías judiciales” (párr. 30).
101
Caso Tribunal Constitucional, op.cit. p.75.

44
refiere a cualquier autoridad pública, sea administrativa, legislativa o judicial, que a
través de sus resoluciones determine derechos y obligaciones de las personas102.

Dada la importancia de los elementos esenciales del juez natural, la Corte ha


establecido que aunque guardan una estrecha relación entre sí, éstos contienen contenido
jurídico propio, que se pasa a desarrollar a continuación:

3.1. Juez competente

Conforme ha establecido la Corte, la competencia del juez o tribunal debe estar


garantizada durante todo el proceso, de ahí que ha precisado que la competencia de un
juez o tribunal implica el derecho a ser juzgado por tribunales de justicia ordinarios con
arreglo a procedimientos legalmente previstos, derecho que no puede ser suspendido ni
siquiera en los periodos de excepción. Es así que en esta línea de pensamiento determinó
que:

El Estado no debe crear tribunales que no apliquen normas procesales debidamente


establecidas para sustituir la jurisdicción que corresponda normalmente a los
tribunales ordinarios. Con esto se busca evitar que las personas sean juzgadas por
tribunales especiales, creados para el caso, o ad hoc103.

Asimismo, de acuerdo a lo señalado precedentemente el ámbito de aplicación del


juez competente se extiende a cualquier autoridad pública, sea administrativa, legislativa o
judicial, que a través de sus resoluciones determine derechos y obligaciones 104.

Asimismo, ha establecido que la competencia sólo puede ser establecida a través de


la ley, el Caso definió que “sólo el poder legislativo puede regular, a través de leyes, la
competencia de los juzgadores”.105

Consecuentemente, el fundamento del juez competente radica en evitar que las


personas sean juzgadas por tribunales especiales creados para el caso, o tribunales ad
hoc106. En el marco de este razonamiento, la Corte ha establecido que:

La jurisdicción militar no es competente para juzgar a civiles ni para conocer de


casos de violaciones a derechos humanos.

102
Caso Tribunal Constitucional vs. Perú, op. cit. párr. 71. En el mismo sentido. Caso Baena Ricardo y otros,
op. cit. párr. 124.
103
Caso Apitz Barbera y otros. Sentencia de 5 de agosto de 2008, párr. 50 (verificar)
104
Cf. Corte IDH. Caso del Tribunal Constitucional vs. Perú. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia del 31 de
enero de 2001, párrafo 71.
105
Corte IDH. Caso Barreto Leiva vs. Venezuela. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 17 de noviembre
de 2009, párr. 76.
106
Corte IDH. Caso Apitz Barbera y otros («Corte Primera de lo Contencioso Administrativo») vs. Venezuela.
Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 5 de agosto de 2008, párrafo 50.

45
En el Caso Loayza Tamayo vs. Perú, la víctima fue juzgada ante el fuero militar por
“jueces sin rostro”, situación que para la Corte determinó, ante el obstáculo de conocer su
identidad, la imposibilidad para la procesada de valorar la competencia de aquéllos, por ello
determinó que los tribunales castrenses actuaron ultra vires, usurparon jurisdicción e
invadieron facultades de los organismos judiciales ordinarios. 107

Juana María Ibáñez Rivas108, sostiene que la Corte ha tenido una evolución
importante en los estándares internacionales sobre esta temática. En este sentido, ha
declarado que, en caso de que un Estado conserve la jurisdicción militar, ésta debe cumplir
con tres características:

i) tener un alcance restrictivo y excepcional109; ii) encontrarse inspirada en los


principios y garantías que rigen el derecho penal moderno110 y, iii) estar
encaminada a la protección de intereses jurídicos especiales, vinculados a las
funciones propias de las fuerzas militares111.

Siguiendo a Juana María Ibáñez Rivas112, que extrae la jurisprudencia de la Corte IDH
relativa al alcance restrictivo y excepcional de la jurisdicción militar, se ha establecido en el
caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú, dos limitaciones específicas en razón de la persona y
de la materia.

En razón de la persona:

La jurisdicción militar debe estar estrictamente reservada a militares en servicio


activo113, de manera que debe estar excluido del ámbito de la jurisdicción militar el

107
Corte IDH. Caso Loayza Tamayo vs. Perú. Fondo. Sentencia de 17 de septiembre de 1997, párrs. 61 y 62.
108
Ibáñez Rivas J M. Artículo 8. Garantías Judiciales. En Steiner Ch., Uribe P. (Editores). Convención Americana
sobre Derechos Humanos. Fundación Konrad Adenauer Stiftung. Bolivia: Plural editores; 2014. p. 207-254.
109
Corte IDH. Caso Durand y Ugarte vs. Perú, op.cit. párr. 117, y Caso Masacre de Santo Domingo vs. Colombia,
op. cit. párr. 158. (Todas referenciadas por la autora) Ibañez Rivas J M. Op. cit. p. 207.
110
Corte IDH. Caso Palamara Iribarne vs. Chile, op. cit., párr. 132, y Caso Radilla Pacheco vs. México, op. cit.,
párr. 272.
111
Corte IDH. Caso Durand y Ugarte vs. Perú, op. cit., párr. 117, y Caso Cabrera García y Montiel Flores vs.
México. Excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 26 de noviembre de 2010.
Serie C No. 220, párr. 197. (Todas referenciadas por la autora) Ibañez Rivas J M. Op. cit. p. 207.
112
Ibáñez Rivas J M. Op. cit. p. 220-221.
113
Corte IDH. Caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú, op. cit., párr. 128, y Caso Masacre de Santo Domingo vs.
Colombia, op. cit., párr. 158. En el Caso Castillo Petruzzi y otros, la Corte Interamericana anuló el fallo del
órgano judicial máximo de la jurisdicción militar peruana y ordenó al Estado peruano realizar un nuevo juicio
a los afectados respetando las normas de un tribunal independiente e imparcial y un procedimiento que
cumpliera con las normas del debido proceso, lo que fue acatado por el Estado peruano, anulando la sentencia
anterior y realizándose el nuevo procedimiento ajustado a las reglas del debido proceso por un tribunal
ordinario preestablecido de carácter independiente e imparcial.

46
juzgamiento de civiles o de militares en retiro, quienes no pueden incurrir en
conductas contrarias a deberes funcionales de este carácter114.

En razón de la materia o del bien jurídico que involucra el caso:

En el fuero militar sólo se debe juzgar “por la comisión de delitos o faltas que por su
propia naturaleza atenten contra bienes jurídicos propios del orden militar”. Por
tanto, la Corte ha establecido que “la jurisdicción militar no es el fuero competente
para investigar y, en su caso, juzgar y sancionar a los autores de violaciones de
derechos humanos, sino que el procesamiento de los responsables corresponde
siempre a la justicia ordinaria115.

Consecuentemente, la inobservancia de los presupuestos de orden personal y material por


parte de la jurisdicción militar, involucra la invalidez del proceso sustanciado en la misma.
Cabe agregar que en el caso Palamara Iribarne vs. Chile, la Corte ha establecido que cuando
una ley otorgue competencia al fuero militar y determine las normas penales militares
aplicables en dicho fuero, “deberá establecer claramente y sin ambigüedad: quiénes son
militares, únicos sujetos activos de los delitos militares; b) cuáles son las conductas
delictivas típicas en el especial ámbito militar; c) la conducta ilícita a través de la descripción
de la lesión o puesta en peligro de bienes jurídicos militares gravemente atacados, que
justifique el ejercicio del poder punitivo militar, y d) la correspondiente sanción, teniendo
en cuenta el principio de proporcionalidad” 116.

A contrario sensu, las autoridades que ejerzan la jurisdicción militar deberán regirse
“por el principio de legalidad y, entre otras, constatar la existencia de todos los elementos
constitutivos del tipo penal militar, así como la existencia o inexistencia de causales de
exclusión del delito”.

En este orden de ideas, la Corte también ha establecido que en estos casos no sólo
se lesiona el derecho al juez natural, sino también el derecho de acceso a la justicia 117,
determinación que es extensible inclusive cuando el proceso está en la etapa de
investigación ante el Ministerio Público Militar, señalando en el caso Fernández Ortega y
otros vs. México que:

La incompatibilidad de la Convención Americana con la intervención del fuero militar


“no se refiere únicamente al acto de juzgar, a cargo de un tribunal, sino
fundamentalmente a la propia investigación”, dado que la actuación de dicho

114
Corte IDH. Caso Cesti Hurtado vs. Perú. Fondo. Sentencia de 29 de septiembre de 1999. Serie C No. 56, op.
cit., párr. 151; Caso Durand y Ugarte vs. Perú, op. cit., párr. 117, y Caso Usón Ramírez vs. Venezuela, op. cit.,
párr. 111.
115
Corte IDH. Caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú, op. cit, párr. 128, y Caso Masacre de Santo Domingo vs.
Colombia, op. cit., párr. 158.
116
Corte IDH. Caso Palamara Iribarne vs. Chile, op.cit. párrs. 125 y 126. También se tiene el caso Usón Ramírez
vs. Venezuela, op. cit. párr. 110.
117
Corte IDH, Caso Castillo Petruzzi y otros. vs. Perú op.cit. párr. 128 y Caso Masacre de Santo Domingo vs.
Colombia, op. cit. párr. 158.

47
Ministerio Público “constituye el inicio y el presupuesto necesario para la posterior
intervención de un tribunal incompetente”118.

3.2. Juez independiente

Respecto a la independencia la Corte ha establecido, que ésta debe ser garantizada


por el Estado tanto en su faceta institucional, esto es, en relación con el Poder Judicial como
sistema, como en su vertiente individual, es decir, en relación con la persona del juez,
específicamente. El objetivo de la protección radica en “evitar que el sistema judicial en
general y sus integrantes en particular se vean sometidos a posibles restricciones indebidas
en el ejercicio de su función por parte de órganos ajenos al Poder Judicial o incluso por parte
de aquellos magistrados que ejercen funciones de revisión o apelación” 119.

El principio de independencia judicial se traduce para el estado en un deber de


garantía a los juzgadores, dado que, para garantizar la independencia judicial, de acuerdo
con la Corte, parte desde el adecuado proceso de nombramiento, la inamovilidad en el
cargo y la garantía contra presiones externas, así como en los procesos de remoción de
funcionarios judiciales.120

En lo que corresponde al nombramiento, la Corte IDH, siguiendo los Principios


Básicos de las Naciones Unidas relativos a la independencia de la Judicatura y los
lineamientos elaborados por el Comité de Derechos Humanos, apuntó que:

“se debe seleccionar a los jueces exclusivamente por el mérito personal y su


capacidad profesional, a través de mecanismos objetivos de selección y
permanencia que tengan en cuenta la singularidad y especificidad de las
funciones que se van a desempeñar. Los procesos de nombramiento deben
garantizar la igualdad de oportunidades, respetando parámetros de
objetividad y razonabilidad121.

Respecto a la inamovilidad, la Corte también ha seguido los Principios Básicos de las


Naciones Unidades ya mencionados, refiriendo que la inamovilidad es “una garantía de la
independencia judicial que a su vez está compuesta por las siguientes garantías:
permanencia en el cargo, un proceso de ascensos adecuado y no despedido injustificado o
libre remoción”. Razonamiento que fue expresamente establecido en el caso Reverón
Trujillo122

118
Corte IDH. Caso Fernández Ortega y otros vs. México. Excepciones preliminares, fondo, reparaciones y
costas. Sentencia de 30 de agosto de 2010. Serie C No. 215, párr. 177, y Caso Vélez Restrepo y Familiares vs.
Colombia, op. cit., párr. 238.
119
Cfr. Caso Rever6n Trujillo. Sentencia de 30 de junio de 2009. Serie C No. 197. parr. 67; Caso del Tribunal
Constitucional, cit., párr. 73.
120
Cfr. Opinión Consultiva OC-20/09, op.cit. párrs. 76 y 77. En el mismo sentido Tribunal Constitucional, op.
cit. párr. 75; Caso Palamara Iribarne, op.cit. párr. 156; Apitz Barbera y otros, op.cit. párrs. 44 y 138.
121
Cfr. Caso Reverón Trujillo op.cit. párrs. 72 y 74.
122
Caso Reverón Trujillo, op. cit. párr. 79.

48
inamovilidad del
cargo

Garantía contra
presiones externas

procesos de
remoción

adecuado proceso de
nombramiento

CONDICIONES MÍNIMAS QUE Finalmente, en relación con la garantía contra


ASEGURAN LA INDEPENDENCIA presiones externas, la Corte Interamericana –en
JUDICIAL observancia de los Principios Básicos de Naciones
Unidad relativos a la independencia de la Judicatura-
ha establecido que “los juzgadores “tendrán
autoridad exclusiva para decidir si una cuestión que les haya sido sometida está dentro de
la competencia que les haya atribuido la ley” y que “no se efectúen intromisiones indebido
o injustificadas en el proceso judicial”, esto se correlaciona –según la Corte- con la
obligación judicial de resolver las causas “basándose en los hecho y en consonancia con el
derecho, sin restricción alguna y sin influencias, alicientes, presiones, amenazas o
intromisiones indebidas, sean directas o indirectas, de cualesquiera sectores o por cualquier
motivo”123.

Así en el caso Apitz Barbera y otros la Corte refiriéndose a las obligaciones estatales
relacionadas con asegurar las garantías necesarias para el buen desempeño de los
juzgadores, se refirió a los jueces provisorios y determinó que “los nombramientos
provisiones deben constituir una situación de excepción y no la regla”. 124 En el Caso Reverón
Trujillo, precisó que si los jueces “no tienen la seguridad de permanencia durante un
período determinado, serán vulnerables a presiones de diferentes sectores, principalmente
de quienes tienen la facultad de decidir sobre destituciones o ascensos en el Poder
Judicial”125.

123
Cfr. Principios 2, 3 y 4 de los Principios Básicos de las Naciones Unidas relativos a la independencia de la
Judicatura. Principios que fueron aplicados en el caso Reverón Trujillo párrs. 80, 147.
124
Caso Reverón Trujillo, op. cit. párr. 118. En el mismo sentido Caso Apitz Barbera y otros (Corte Primera de
lo Contencioso Administrativo), op. cit. párr. 43.
125
Caso Reverón Trujillo, op. cit. párr. 117.

49
3.3. Juez imparcial

En tanto que “la imparcialidad exige que el juez que interviene en una contienda
particular se aproxime a los hechos de la causa careciendo, de manera subjetiva, de todo
prejuicio y, asimismo, ofreciendo garantías suficientes de índole objetiva que permitan
desterrar toda duda que el justiciable o la comunidad puedan albergar respecto de la
ausencia de imparcialidad”. 126

Los principios de independencia e imparcialidad han sido desarrollados en la Opinión


Consultiva 20/09, en la que examinó el régimen de los jueces ad-hoc. Según la Corte, la
institución de los jueces ad-hoc debe interpretarse restrictivamente y limitarse a
controversias interestatales. En este orden concluyó que los Estados no pueden nombrar
jueces ad-hoc cuando se trate de casos contenciosos derivados de peticiones
individuales 127.

Cabe añadir, que para definir el alcance de la provisionalidad en el desempeño del


cargo, la Corte ha seguido las afirmaciones del Comité de Derechos Humanos y ha
establecido:

“la provisionalidad no debe significar alteración alguna del régimen de garantías para
el buen desempeño del juzgador y la salvaguarda de los propios justiciables”; no debe
extenderse indefinidamente en el tiempo y debe estar sujeta a una condición
resolutoria. (…) Esta situación de vulnerabilidad del Poder Judicial se acentúa si
tampoco existen procesos de destitución respetuosos de las obligaciones
internacionales de los Estados”128.

Asimismo, entendió que el régimen de ascenso, traslado, asignación de causas,


suspensión y cesación de funciones del que gozan los jueces titulares debe mantenerse
intacto en el caso de los jueces que carecen de dicha titularidad 129.

3.4. Fuero especial

El fuero especial implica el juzgamiento a cargo de un órgano diferente al juzgador


ordinario, que se encuentra directamente relacionado con el derecho a ser juzgado por un
tribunal competente. La Corte ha tenido pronunciamientos respecto a este tema, así en el
caso Barreto Leiva precisó que:

126
Caso Apitz Barbera y otros ("Corte Pmnera de lo Contencioso Administrativo"), cit., parr.
56; Caso Barreto Leiva, cit., parr. 98; Caso Uson Ramfrez, cit., parr. 117
127
Opinión Consultiva OC-20/09 de 29 de septiembre de 2009. (Interpretación del art. 55 de la CADH) párrs.
33 y 49.
128
Comité de Derechos Humanos, Observación General No. 32, artículo 14: El derecho a un Juicio Imparcial y
a la igualdad ante los Tribunales y Corte de Justicia, que fue aplicado en el caso Aptiz Barbera y otros párr. 43.
129
Caso Aptiz Barbera y otros párr. 45.

50
“El fuero no necesariamente entra en colisión con el derecho al juez natural, si aquél
se halla expresamente establecido y definido por el Poder Legislativo y atiende a
una finalidad legítima (…). De esta forma, no sólo se respeta el derecho en cuestión
sino que el juez de fuero se convierte en el juez natural del aforado. Si, por el
contrario, la ley no consagra el fuero y éste es establecido por el Ejecutivo o por el
propio Poder Judicial, distrayéndose así al individuo del tribual que la ley consagra
como su juez natural, se vería vulnerado el derecho a ser juzgado por un juez
competente. Del mismo modo, si la conexidad está expresamente en la ley, el juez
natural de una persona será aquél al que la ley atribuya competencia en las causas
conexas. Si la conexidad no está reglada por la ley, sería violatorio distraer al
individuo del juez originalmente llamado a conocer el caso” 130.

Entonces de acuerdo con la Corte, la condición legítima para el fuero especial es:

Condición EL FUERO ESPECIAL sólo


legítima puede estar establecido por
ley

4. El derecho a ser juzgado en un plazo razonable


La Corte en el caso Suárez Rosero vs. Ecuador ha precisado que el derecho de acceso
a la justicia “debe asegurar la determinación de los derechos de la persona en un tiempo
razonable”131. A esto ha añadido que una demora prolongada o “la falta de razonabilidad
en el plazo constituye, en principio, por sí misma, una violación de las garantías
judiciales”132. De esto, es posible concluir que el derecho a un plazo razonable es predicable
en cualquier proceso, sea civil penal, laboral, etc.

En el caso Suárez Rosero vs. Ecuador también se ha pronunciado sobre la


razonabilidad del plazo y siguiendo los lineamientos del Tribunal Europeo definidos en el
Caso Guincho vs. Portugal, ha establecido que:

La razonabilidad del plazo se debe apreciar en relación con la duración total del
procedimiento, es decir incluyendo los recursos de instancia que pudieran

130
Caso Barreto Leiva, op. cit. párr. 77.
131
Corte IDH. Caso Suárez Rosero vs. Ecuador. Fondo. Sentencia de 12 de noviembre de 1997, párr.73.
132
Cfr. Corte IDH Hilaire, Constantine y Bejamin y otros vs. Trinidad y Tobago, op.cit. párr. 145 y caso Masacre
de Santo Domingo vs. Colombia, op. cit. párr. 164.

51
eventualmente presentarse, hasta que se dicta sentencia definitiva y se tenga agotada
la jurisdicción133.

También se ha referido en forma expresa a materia penal señalando:

En materia penal este plazo comienza cuando se presenta el primer acto de
procedimiento dirigido en contra de determinada persona como probable
responsable de cierto delito, por ejemplo, en la fecha de la aprehensión del
individuo134 o, en caso de que ello no proceda, a partir del momento en que la
autoridad toma conocimiento del caso 135.

Bajo esta perspectiva, la Corte ha establecido en los casos Genie Lacayo vs.
Nicaragua y Masacre de Santo Domingo vs. Colombia -siguiendo la línea de la jurisprudencia
del Tribunal Europeo en el Caso Motta y Ruiz Mateos vs. Spain-, que la determinación de la
razonabilidad del plazo en el cual se desarrolla un proceso debe considerar cuatro
elementos: a) la complejidad del asunto; b) la actividad procesal del interesado; c) la
conducta de las autoridades judiciales136, y d) la
afectación generada por la duración del
procedimiento en la situación jurídica de la
El principio de plazo persona involucrada en el mismo137. A esto
debe añadirse que la Corte, en el caso Juan
razonable tiene como Humberto Sánchez vs. Honduras considera
finalidad impedir que los también la legislación nacional sobre la
materia138.
acusados permanezcan
largo tiempo bajo Dada la importancia de dichos
acusación y asegurar que elementos, resulta útil seguir la sistematización
realizada por Juana María Ibáñez Rivas 139 en lo
ésta se decida que se refiere a cada uno de estos elementos:
prontamente (Suárez Rosero
vs. Ecuador, párr. 70) 1. En cuanto a la complejidad del asunto,
de acuerdo con la autora, la Corte ha tenido en

133
Corte IDH. Caso Suárez Rosero vs. Ecuador, op. cit., párr. 71, y Caso García y Familiares vs. Guatemala, op.
cit., párr. 152.
134
Corte IDH. Caso Suárez Rosero vs. Ecuador, op. cit., párr. 70.
135
Corte IDH. Caso Tibi vs. Ecuador. Excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 7
de septiembre de 2004. párr. 168.
136
Corte IDH. Caso Genie Lacayo vs. Nicaragua, op. cit. párr.77. También puede consultarse el caso Masacre
de Santo Domingo, op. cit., párr. 164.
137
Corte IDH. Caso Valle Jaramillo y otros vs. Colombia. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 27 de
noviembre de 2008, párr. 158 y Caso Masacre Santo Domingo vs. Colombia, op. cit, párr. 164.
138
Corte IDH. Caso Juan Humberto Sánchez vs. Honduras. Excepciones preliminares, fondo, reparaciones y
costas. Sentencia de 7 de junio de 2003, párr. 130, y Caso Apitz Barbera y otros (“Corte Primera de lo
Contencioso Administrativo”) vs. Venezuela, op. cit., párr. 160.

139
Ibáñez Rivas J M. Op. cit. p. 228-230.

52
cuenta diversos criterios para determinarla, exponiendo el siguiente detalle: Entre
ellos, “la extensión de las investigaciones y la amplitud de las pruebas”, el “número
importante de incidentes e instancias”, “la propia complejidad de la prueba ”(por
todos Caso Genie Lacayo vs. Nicaragua, párr. 78), la pluralidad de los sujetos procesales
(Caso Acosta Calderón vs. Ecuador, párr. 106) 140 y presuntas víctimas (Caso Masacre de
Mapiripán vs. Colombia, párr. 221)141, la imposibilidad de detener a los inculpados (Caso
Valle Jaramillo y otros vs. Colombia, párr. 156), el tiempo transcurrido desde la violación
(Caso Radilla Pachecho vs. México, párr. 245), las características del recurso
consagradas en la legislación interna (Caso Furlan y Familiares vs. Argentina, párr. 158),
el contexto en el que ocurrió la violación (Caso de la Masacre de Pueblo Bello vs.
Colombia, párr. 184) 142, si el asunto comprende debates técnicos (Caso López Mendoza
vs. Venezuela, párrs. 163 y 176)143, si se trata de asuntos de gran relevancia y/o que
requieran de un cuidado especial, así como de si supone procesos usuales para los
Estado (Caso Forneron e hija vs. Argentina, párr. 67)144.

2. Respecto a la actividad procesal del interesado, de acuerdo con la Corte, se deben


evaluar los comportamientos que por acción u omisión incidieron en la prolongación
de la actuación judicial interna (Caso Cantos vs. Argentina, párr. 57), a fin de verificar si
del expediente ante la Corte se desprende que las presuntas víctimas o sus
familiares hayan entorpecido o demorado los procesos judiciales (Caso Valle Jaramillo
y otros. vs. Colombia, párr. 157).

La Corte en el Caso Cantos vs. Argentina ha señalado que:

Si la conducta procesal del propio interesado en obtener justicia ha contribuido en


algún grado a prolongar indebidamente la duración del proceso, difícilmente se
configura en cabeza del Estado una violación de la norma sobre plazo razonable145.

Así, la Corte ha evaluado, en los Casos Forneron e hija vs. Argentina y Furlan y
Familiares vs. Argentina, entre otros:

140
Corte IDH. Caso Acosta Calderón vs. Ecuador. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 24 de junio de
2005, párr. 106. Vid. Corte IDH. Caso Masacre de Santo Domingo vs. Colombia, op. cit. párr. 165.
141
Corte IDH. Caso de la Masacre de Mapiripán vs. Colombia. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 15
de septiembre de 2005. párr. 221, y Caso Masacre de Santo Domingo vs. Colombia, op. cit. párr. 165, entre
otros.
142
Corte IDH. Caso de la Masacre de Pueblo Bello vs. Colombia. Sentencia de 31 de enero de 2006, párr. 184;
Caso de las Masacres de Ituango vs. Colombia. Excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas.
Sentencia de 1 de julio de 2006, párr. 293, y Caso Valle Jaramillo y otros vs. Colombia, op. cit., párr. 156.
143
Corte IDH. Caso López Mendoza vs. Venezuela. Fondo reparaciones y costas. Sentencia de 1 de septiembre
de 2011, párr. 163 y 176, y Caso Masacre de Santo Domingo vs. Colombia, op. cit. párr. 165.
144
Corte IDH. Caso Forneron e hija vs. Argentina. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 27 de abril de
2012, parr. 67.
145
Corte IDH. Caso Cantos vs. Argentina, op. cit. párr. 57.

53
Si el interesado obstaculizó el proceso interno o si participó activamente haciendo
todo lo posible para avanzar en la resolución del mismo, si hubo desinterés de su
parte146, o si se limitó a interponer los medios de impugnación reconocidos por la
legislación del país147.

3. Respecto a la conducta de las autoridades judiciales, de acuerdo con la autora, la


Corte ha evaluado los comportamientos que por acción u omisión afectan la
prolongación de la actuación judicial interna, así como todos aquellos procesos o
procedimientos no judiciales que de alguna manera incidente en la causa y que
pueden dejar entrever el comportamiento de las autoridades públicas 148.

En efecto siguiendo la referencia, se tiene que la Corte en los casos Comunidad


Moiwana vs. Suriram y Forneron e hija vs. Argentina, entre otros, ha establecido
que:

No se respeta el plazo razonable en caso de que una investigación haya sido


abandonada sin llegar a la identificación ya la sanción de los responsables149, ni
cuando las autoridades no aceleran el proceso a su cargo y no tienen cuenta los
efectos que el tiempo tendría sobre los derechos de los implicados150.

En esta perspectiva, en el caso Bulacio vs. Argentina ha señalado también que:


El juez interno, como autoridad competente para dirigir el proceso, tiene el deber
de encauzarlo de modo que (…) se restrinja el uso desproporcionado de acciones
que pueden tener efectos dilatorios151.

4. Afectación generada por la duración del proceso en la situación jurídica de la


persona involucrada en el mismo, siguiendo la sistematización realizada por Ibañez,
se tiene que la Corte en el caso Valle Jaramillo vs. Colombia, ha señalado que:

Si el paso del tiempo incide de manera relevante en la situación jurídica del


individuo, resultará necesario que el procedimiento corra con más diligencia a fin
de que el caso se resuelva en un tiempo breve. Para ello se deberá tomar en
consideración, entre otros elementos, la materia objeto de controversia152.

146
Corte IDH. Caso Forneron e hija vs. Argentina, op. cit., párr. 68; Caso Furlan y Familiares vs. Argentina,
op. cit., 169-175, y Caso Uzcátegui y otros vs. Venezuela. Fondo y reparaciones. Sentencia de 3 de septiembre
de 2012, párr. 226.
147
Corte IDH. Caso Genie Lacauyo vs. Nicaragua, op. cit. párr. 79.
148
La autora respecto a estos dos supuestos cita los casos Corte IDH. Caso Cantos vs. Argentina, op.cit. párr.
57, y Corte IDH Juan Humberto Sánchez vs. Honduras, op. cit. párr. 131. Ibáñez Rivas J M. Op. cit. p 229.
149
Corte IDH. Caso de la Comunidad Moiwana vs. Surinam. Excepciones preliminares, fondo, reparaciones y
costas. Sentencia 15 de junio 2005, párr. 162.
150
Corte IDH. Caso Forneron e hija vs. Argentina, op. cit., párr. 70;

151
Corte IDH. Caso Bulacio vs. Argentina, op. cit. párrs. 114 y 115.
152
Corte IDH. Caso Valle Jaramillo y otros vs. Colombia, op. cit. párr. 155. La Autora también cita los siguientes
casos: Caso Forneron e hija vs. Argentina, párr.75 y caso Furlan y Familiares vs. Argentina, párrs. 194-195.

54
Así también en el caso Forneron e hija vs. Argentina, la Corte ha precisado:

No se respetan las exigencias del plazo razonable cuando no se tienen en cuenta los
derechos e intereses en juego en el proceso, o las afectaciones significativas,
irreversible e irremediables que el retraso en la decisión judicial puede generar en
la situación jurídica y los derechos de las personas involucradas153.

Por su parte se tiene que en el caso Furlan y Familiares vs. Argentina, que
involucraba a un niño con discapacidad, la Corte consideró:

En casos de personas vulnerables, como lo es una persona con discapacidad, es


imperante tomar las medidas pertinentes, como por ejemplo la priorización en la
atención y resolución del procedimiento por parte delas autoridades a su cargo, con
el fin de evitar retrasos en la tramitación de los procesos, de manera que se garantice
la pronta resolución y ejecución de los mismos y se eviten efectos negativos de
carácter irreversible154.

Consecuentemente entre los elementos a ser tomados en cuenta para determinar la incidencia del
tiempo en la situación jurídica del individuo se tiene:

ELEMENTOS
materia objeto de
controversia

derechos e
grupos de
intereses en juego
prioritaria atención
en el proceso

afectaciones
significativas
irreversibles e
irremediables

153
Corte IDH. Caso Forneron e hija vs. Argentina, op. cit. párr. 76.
154
Corte IDH. Caso Furlan y Familiares vs. Argentina, op. cit. párrs. 196 y 203. Cabe señalar que la autora señala
que este último elemento, incluido expresamente en el año 2008 en la Sentencia Caso Valle Jaramillo vs.
Colombia no fue tomado en cuenta en posteriores fallos para determinar la razonabilidad o no del plazo,
situación que ha generado cuestionamientos en la doctrina. Cfr. Ibáñez Rivas J M. Op. cit. p. 230. A este
respecto la autora cita entre esa doctrina a: Salmón, Elizabeth y Cristina Blanco, El derecho al debido proceso
en la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Lima, Instituto de Democracia y
Derechos Humanos de la Pontificia Universidad Católica del Perú-Cooperación Alemana al Desarrollo, 2012,
pp. 204, 222, 223 y 227.

55
Asimismo, siguiendo la investigación de Juana María Ibañez Rivas, se tiene que la Corte ha
declarado en los Casos de la Masacre de Pueblo Bello vs. Colombia y La Cantuta vs. Perú
que:

La pertinencia de aplicar estos criterios para determinar la razonabilidad del plazo


de un proceso depende de las circunstancias particulares de cada caso155, pues en
determinados supuestos el deber del Estado de satisfacer plenamente los
requerimientos de la justicia prevalece sobre la garantía del plazo razonable156.

De otro lado, Juana María Ibañez Rivas, apunta que la Corte ha considerado que no es
necesario analizar los cuatro elementos “dado que es evidente que el tiempo transcurrido
sobrepasa excesivamente el plazo que pudiera considerarse razonable para que el Estado
investigue los hechos, “máxime si se tiene en cuenta que a ese tiempo se le deberá sumar
aquel que tome la individualización e identificación de los responsables y el trámite del
proceso penal con sus distintas etapas, hasta la obtención de una sentencia firme 157.

Siguiendo la investigación de Ibáñez Rivas, cabe apuntar tres estándares internacionales


referidos a las posibles alegaciones sobre el retardo de los procesos. Así la Corte ha señalado
en los casos Garibaldi vs. Brasil y Forneron e hija vs. Argentina que:

No es posible alegar obstáculos internos, tales como la falta de


infraestructura o personal para conducir los procesos judiciales para eximirse
de una obligación internacional, o “una sobrecarga crónica de casos
pendientes158.

En todo caso, la jurisprudencia interamericana en los Casos Hilaire, Constantine y Bejamin


y otros vs. Tribunal y Tobago, Gonzalez Medina y familiares vs. República Dominicana y
Anzualdo Castro vs. Peru, entre otros, establece que:

Corresponde al Estado demostrar las razones por las cuales un proceso o conjunto de
procesos han tomado un período determinado que exceda los límites del plazo razonable
(Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros vs. Trinidad y Tobago, párr. 145), por ejemplo,
si éste expone y prueba que la demora tiene directa relación con la complejidad del caso o
con la conducta de las partes en el caso (Gonzáles Medina y familiares vs. República
Dominicana, párr. 257). En caso de no demostrarlo, la Corte “tiene amplias atribuciones
para hacer su propia estimación al respecto” (Caso Anzualdo Castro vs. Perú, párr. 156)159.

155
Corte IDH. Caso de la Masacre de Pueblo Bello vs. Colombia, op. cit. párr. 171. También se tiene Caso Radilla
Pacheco vs. México, op. cit. párr. 244.
156
Corte IDH. Caso La Cantuta vs. Perú. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 29 de noviembre de 2006,
párr. 149 y Caso Radilla Pacheco vs. México, op. cit. párr. 153.
157
Corte IDH. Caso García y Familiares vs. Guatemala, op. cit. párr. 153.
158
Corte IDH. Caso Garibaldi vs. Brasil, op. cit., párr. 137 y Caso Forneron e hija vs. Argentina, op. cit., párr. 74.
159
Ibáñez Rivas cita también los casos: López Mendoza vs. Venezuela, op. cit. párr. 162, Uzcátegui y otros vs.
Venezuela, párr. 237.

56
Por último, para complementar el estudio sobre el derecho a ser juzgado en un plazo
razonable, atendiendo el apunte realizado por Ibáñez Rivas 160, es importante referirnos a la
precisión realizada por la Corte respecto a la relación entre el concepto del plazo razonable
en el proceso judicial y el derecho de toda persona en prisión preventiva a ser juzgada
dentro de un de plazo razonable o ser puesta en libertad, reconocido en el art. 7.5 de la
Convención. A este respecto la Corte ha establecido en los Casos Bayarri vs. Argentina y
Barreto Leiva:

Cuando el plazo de la prisión preventiva sobrepasa lo razonable, el Estado podrá


limitar la libertad del imputado con otras medidas menos lesivas que aseguren su
comparecencia al juicio, distintas de la privación de libertad y “este derecho del
individuo trae consigo, a su vez, una obligación judicial de tramitar con mayor
diligencia y prontitud los procesos penales en los que el imputado se encuentre
privado de libertad161.

5. El derecho a obtener una debida motivación y


fundamentación de las resoluciones como garantía de
no arbitrariedad

Como ya se ha señalado la Corte, entre otros, en el Caso Aptiz Barbera y otros vs. Venezuela
al realizar una lectura del art. 8 de la CADH ha establecido que el deber de motivación si
bien no se encuentra expresamente dentro de sus disposiciones ha establecido que el deber
de motivar las resoluciones es una de las “debidas garantías” vinculada con la correcta
administración de justicia para salvaguardar el derecho a un debido proceso162.

Siguiendo la investigación de Elizabeth Salmón y Cristina Blanco 163, las autoras sostienen
que en el Sistema Interamericano, el primer caso en el que se alegó la falta de motivación
de una decisión judicial fue en el de Lori Berenson vs. Perú. La Comisión alegó que la
Sentencia que condenó a la presunta víctima carecía de una motivación de hechos; empero,
la Corte al observar las normas del ordenamiento interno peruano relativas a la valoración
de la prueba y la motivación de hecho, concluyó que no ingresaría a analizar la calidad de la
motivación. Postura que ha sido cambiada porque en diferentes casos ha exigido el deber

160
Ibáñez Rivas, op. cit. p. 230.
161
Corte IDH. Caso Bayarri vs. Argentina. Excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas. Sentencia
de 30 de octubre de 2008, párr. 70 y Caso Barreto Leiva vs. Venezuela, op. cit. párr. 120.
162
Corte IDH. Caso Aptiz Barbera y otros (Corte Primera de lo Contencioso y Administrativo) vs. Venezuela,
op. cit., p. 77.
163
Salmón E y Blanco C. El derecho al debido proceso en la jurisprudencia de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, Lima: Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la Pontificia Universidad Católica
del Perú-Cooperación Alemana al Desarrollo, 2012, p. 235.

57
de motivación como como componente de las debidas garantías que forman parte del
debido proceso.

Ha sido en el Caso Yatama vs. Nicaragua que la Corte por primera vez desarrolló la
motivación y determinó que en toda decisión que afecte derechos humanos es fundamental
la motivación de esas decisiones, de lo contrario serían arbitraria 164. En los casos Aptiz
Barbera y otros vs. Venezuela y López Mendoza vs. Venezuela, la Corte ha justificado que:

La motivación demuestra a las partes que éstas han sido oídas, que sus alegatos han
sido tomados en cuenta y que el conjunto de pruebas ha sido analizado (Aptiz
Barbera, párr. 78). Además, en aquellos casos en que las decisiones son recurribles,
la motivación proporciona a las partes la posibilidad de criticar la resolución y lograr
un nuevo examen de la cuestión ante las instancias superiores (Caso López
Mendoza, párr. 148).

Siguiendo la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos del Caso Hurk vs.
Holanda, en los Casos Aptiz Barbera y otros vs. Venezuela y López Mendoza vs. Venezuela,
ha asumido el criterio que:

El deber de motivar no exige una respuesta detallada a todos y cada uno de los
argumentos de las partes, sino que puede variar según la naturaleza de la decisión, y
que corresponde analizar en cada caso si dicha garantía ha sido satisfecha 165.

En el ámbito disciplinario en el caso Chocrón Chocrón vs. Venezuela, determinó que se


vuelve “imprescindible la indicación precisa de aquello que constituye una falta y el
desarrollo de argumentos que permitan concluir que las observaciones tienen la suficiente
entidad”166.

Así en el caso Yatama vs. Nicaragua, vinculado con la restricción al ejercicio de derechos
políticos, la Corte determinó que el Consejo Supremo Electoral de Nicaragua, que excluyo
al partido político regional indígena cuyas siglas son YATAMA del proceso electoral
municipal de 2000, a pesar de que no se trataba de una decisión judicial, sino de una
administrativa emanada del órgano electoral, la Corte observó que al tratarse de una
decisión que afecta derechos humanos, como la participación política, debía estar
debidamente fundamentada, y que en el caso exigía al menos tres aspectos a fin de
descartar cualquier indicio de arbitrariedad:

1. Señalar la base jurídica en la que se basó la autoridad para tomar su decisión;


2. Los hechos en los que conste el incumplimiento y

164
Corte IDH. Caso Yatama vs. Nicaragua, Excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas. Sentencia
de 23 de junio de 2005, párrs. 152 y 153. Así también Caso López Mendoza vs. Venezuela, op. cit. párr. 141.
165
Corte IDH. Caso Apitz Barbera y otros (Corte Primera de lo Contencioso Administrativo) vs. Venezuela, op.
cit., párr. 90 y Caso López Mendoza vs. Venezuela, op. cit. párr. 146.
166
Corte IDH. Caso Chocrón Chocrón vs. Venezuela op. cit. párr. 120.

58
3. Las consecuencias jurídicas.167

Salmón y Blanco168 en su investigación hacen un análisis detallado sobre los casos en los
que la Corte se ha pronunciado sobre el deber de motivación vinculado con diferentes
derechos, cuyo detalle por su importancia se relaciona de la siguiente manera:

Casos en los que la Corte IDH ha exigido el deber de motivación por afectar DEREHOS
HUMANOS

Debida fundamentación en 1. Caso Yatama vs. Nicaragua (exclusión de partido político


decisiones que restringen indígena de proceso electoral municipal)
derechos políticos
-Las decisiones que adopten los órganos internos que
puedan afectar derechos humanos deben estar
debidamente fundamentas, sino sería decisiones arbitrarias
(párr. 152)
-La debida fundamentación exige hacer referencia a: 1) la
base normativa; 2) los hechos que sirvieron de base para
tomar la decisión, y) consecuencias jurídicas (parr. 153)

2. Caso Castañeda Gutman vs. México. (negativa de recurso


de amparo interpuesto contra decisión que denegó solicitud
de inscripción como candidato independiente al cargo de
Presidente de Estado)

-La exigencia de motivación, no es equivalente a que haya


un análisis de fondo del asunto (párrs. 93 y 94).

3. Caso López Mendoza vs. Venezuela (inhabilitación para el


ejercicio de la función pública y participar en elecciones
regionales)

Si bien el deber de motivar no exige una respuesta detallada


a todos los argumentos de las partes, el contralor “debía
responder y sustentar autónomamente sus decisiones y no
simplemente remitirse a las previas declaraciones de
responsabilidad realizadas por la Dirección de
responsabilidades” (párrs. 146 y 147).

Debida fundamentación en Caso Claude Reyes y otros vs. Chile (Denegatoria de


decisiones administrativas información a las víctimas en relación a proyecto de
que restringen el derecho a la deforestación)

167
El caso López Mendoza vs. Venezuela se refiere también al cumplimiento del deber de motivación en
decisiones que suponen la restricción de derechos políticos. Los hechos
168
Salmón E y Blanco C. Op. cit. p. 236-

59
libertad de pensamiento y La debida fundamentación debería permitir “conocer
expresión cuáles fueron los motivos y normas en que se basó la
autoridad para no entregar parte de la información
(párr. 122)
Debida fundamentación en Caso Escher y otros vs. Brasil (interceptación,
decisiones relativas a la monitoreo y divulgación ilegal de líneas telefónicas de
restricción del derecho a la miembros de organizaciones civiles)
vida privada -La motivación y fundamentación deben demostrar
que han sido ponderados todos los requisitos legales y
demás elementos que justifican la concesión o la
negativa de la medida (párr. 139)169
Debida fundamentación en Caso Palamara Iribarne vs. Chile 170 (órdenes de prisión
decisiones judiciales que preventiva ante tribunales penales militares)
restringen el derecho a la -La Corte consideró arbitrarias, la falta de norma
libertad personal jurídica que sirva de fundamento para ordenar la
prisión preventiva y, en segundo lugar, la inexistencia
de una justificación de su aplicación en el caso
concreto.
Caso Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez vs. Ecuador171
(revisiones sobre la pertinencia de mantener la medida
de privación de libertad)

-Deber de motivación en el cumplimiento de la


obligación de realizar revisiones periódicas de los
fundamentos de una medida de la libertad personal
Debida motivación en Caso Tristán Donoso vs. Panamá172 (gravación y
decisiones judiciales en divulgación de conversación telefónica de abogado)
materia penal -El deber de motivar no exige una respuesta detallada
a todo argumento de las partes, sino que puede varias
según la naturaleza de la decisión, y que corresponde
analizar en cada caso si dicha garantía ha sido
satisfecha.
La Corte consideró que la falta de referencia con
respecto a la divulgación de la conversación telefónica
constituyó falta al deber de motivación.

169
Corte IDH. Caso Escher y otros vs. Brasil. Excepciones preliminares y costas. Sentencia del 6 de julio de
2009, párr. 139.
170
Corte IDH. Caso Palamara Iribarne vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 22 de noviembre
de 2005, párrs. 205-207.
171
Corte IDH. Caso Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez vs. Ecuador. Excepciones preliminares, fondo,
reparaciones y costas. Sentencia de 21 de noviembre de 2007, párr. 107.
172
Corte IDH. Caso Tristán Donoso vs. Panamá. Excepción preliminar, fondo, reparaciones y costas. Sentencia
de 27 de enero de 2009, párr. 154.

60
Debida fundamentación en Caso Apitz Barbera y otros vs. Venezuela (Destitución
decisiones de control de magistrados por haber incurrido en error judicial
disciplinario de magistrados inexcusable al conceder un amparo cautelar que
suspendió los efectos de un acto administrativo)
-Incorpora el deber de motivación como parte de las
debidas garantías a que hace referencia el art. 8.1
CADH.
-La motivación demuestra a las partes que éstas han
sido oídas. La argumentación de un fallo debe mostrar
que han sido debidamente tomados en cuenta los
alegatos de las partes y que el conjunto de pruebas ha
sido analizado.
-En aquellos casos en los que las decisiones son
recurribles, les proporciona la posibilidad de criticar la
resolución y lograr un nuevo examen de la cuestión
ante las instancias superiores (párr. 77)
-Al ejercer el control disciplinario es exigible la
elaboración de una motivación que la existencia de una
falta disciplinaria, la gravedad de la conducta y la
proporcionalidad de la sanción.

Caso Chocrón Chocrón vs .Venezuela (Destitución de


magistrados)

-La sola decisión de dejar sin efecto el nombramiento


de jueces debe encontrarse mínimamente
justificada173
Debida fundamentación en Caso Barbani Duarte y otros. vs. Uruguay (transferencia
decisiones administrativas de depósitos bancarios sin mediar consentimiento de
para evitar un tratamiento los ahorristas)
arbitrario y discriminatorio

173
En este Caso determinó que la motivación exige la precisión de los hechos que sustentan la decisión y la
indicación de si se trata de una medida de naturaleza sancionatoria. Si se trata de una sanción disciplinaria, la
exigencia de motivación es más alta (ya que el control disciplinario tiene como objeto valorar la conducta,
idoneidad y desempeño del juez como funcionario público y, por ende, correspondería analizar la gravedad
de la conducta y la proporcionalidad de la sanción. Corte IDH. Caso Chocrón Chocrón vs. Venezuela. Excepción
preliminar, fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 1 de julio de 2001, párr. 121.

61
Tema 3
Garantías mínimas del debido
proceso contenidas en el art.
8.2. de la Convención
Americana

62
1. Derecho a la presunción de inocencia

La Corte en el Caso Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez vs. Ecuador ha señalado que el
propósito de las garantías judiciales subyace en el principio de inocencia, su idea rectora es
concebir que una persona es inocente hasta que se demuestre su culpabilidad174. A este
respecto, el art. 8.2 de la CADH, haciendo alusión al principio de inocencia exige que una
persona no puede ser condenada mientras no exista prueba plena de su responsabilidad
penal. Precisamente por ello, la Corte en los casos Cantoral Benevides vs. Perú y Ricardo
Canese vs. Paraguay ha establecido que:

Si contra una persona obra prueba incompleta o insuficiente de su responsabilidad penal,


no es procedente condenarla, sino absolverla175, en la medida que para una sentencia
condenatoria debe existir prueba plena de dicha responsabilidad. En consecuencia, el
principio de presunción de inocencia acompaña al acusado durante toda la tramitación del
proceso hasta que una sentencia condenatoria que determine su culpabilidad quede
firme176.

De esto, determinó en el Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México que:

La presunción de inocencia se vulnera si antes de que el acusado sea


encontrado culpable una decisión judicial relacionada con él refleja la opinión
de sí lo es177.

Asimismo, la Corte siguiendo el entendimiento jurisprudencial del Tribunal Europeo en el


caso Allenet de Ribemont vs. France estableció en el Caso Lori Berensón Mejía vs. Perú que:

El derecho a la presunción de inocencia puede ser violado no sólo por un juez o una
Corte sino también por otra autoridad pública. Así el art. 8.2. la Convención exige que
el Estado no condene informalmente a una persona o emita juicio ante la sociedad,
contribuyendo así a formar una opinión pública, mientras no se acredite conforme a
la ley la responsabilidad penal de aquella178.

Siendo el principio de presunción de inocencia el fundamento de las garantías judiciales, la


Corte ha establecido que de éste deriva la obligación estatal de no restringir la libertad del
detenido más allá de los límites estrictamente necesarios para asegurar que no impedirá el

174
Corte IDH. Caso Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez op. cit. párr. 145.
175
Corte IDH. Caso Cantoral Benavides vs. Perú, op. cit., párr. 120. En este caso la Corte alegó que la presunta
víctima fue condenada por el delito de traición a la patria sin existir pruebas suficientes para determinar su
responsabilidad.
176
Corte IDH. Caso Ricardo Canese vs. Paraguyay, op. cit. párr. 154.
177
Corte IDH. Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México, op. cit. párr. 184 y Caso López Mendoza vs.
Venezuela op. cit. párr. 128.
178
Corte IDH Lori Berenson Mejía vs. Perú, op. cit., párrs. 159 y 160.

63
desarrollo eficiencia de las investigaciones y que no eludirá la acción de la justicia, pues la
prisión preventiva es una medida cautelar, no punitiva. En consecuencia, una prolongada
detención preventiva equivaldría a anticipar la pena y, por tanto, puede violar el principio
de presunción de inocencia179.

De lo precedentemente señalado y atendiendo la investigación realizada por Salmón y


Blanco180, se distingue tres ámbitos en los que la Corte ha aplicado este principio, a saber:

La prohibición de condena penal a una


principio de presunción
Ámbitos de aplicación

persona mientras no exista prueba plena


de su responsabilidad

La aplicación prolongada de prisión


preventiva a personas cuya
de inocencia

responsabilidad no ha sido establecida

La exposición pública de una persona


procesada como culpable de un delito

1.1 . La prohibición de condena penal a una persona mientras no exista


prueba plena de su responsabilidad

Como se ha señalado en el Caso Cantoral Benavides vs. Perú ella prueba incompleta o
insuficiente, no es procedente condenarla sino absolverla. Además de establecer que la
carga de la prueba recaiga en las autoridades a cargo de realizar la acusación y juzgamiento
de una persona imputada de la comisión de un delito 181.

En el caso Acosta Calderón vs. Ecuador, la Corte evaluó que, a pesar de que la legislación
interna establece los medios que se deben utilizar para determinar la responsabilidad penal
por el delito de tráfico de estupefacientes, en el caso de Acosta Calderón el Estado no
cumplió con demostrar por medios técnicos y científicos que se encontraba en posesión de
estas sustancias. Por el contrario, la Corte observó que se utilizó la declaración policial, por
179
Corte IDH Suárez Rosero vs. Ecuador, op. cit. párrs. 77 y 78.
180
Salmón E, y Blanco C., op. cit., p. 252.
181
Corte IDH. Caso Ricardo Canese vs. Paraguay. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 31 de agosto de
2004, párr. 161. Asimismo, Corte IDH. Caso García Asto y Ramírez Rojas vs. Perú. Excepción preliminar, fondo,
reparaciones y costas. Sentencia 25 de noviembre de 2005, párr. 160.

64
lo que no existieron indicios suficientes para declarar su culpabilidad. Esto fue considerado
una violación del principio de presunción de inocencia 182.

5.2. La aplicación prolongada de prisión preventiva a personas cuya


responsabilidad no ha sido establecida

La Corte ha señalado que el estricto respeto de la presunción de inocencia tiene especial


incidencia en el derecho a la libertad personal. En el caso Suárez Rosero, respecto de quien
la Corte consideró que se vulneró la presunción de inocencia por la prolongada detención
por cerca de cuatro años y se convirtió la prisión preventiva en una forma de sentencia
anticipada, precisando que se viola este principio cuando se excede el plazo de prisión
preventiva. En el mismo sentido se han pronunciado los casos Tibi vs. Ecuador, Acosta
Calderón vs. Ecuador, así como el caso Bayarri vs. Argentina, quien permaneció cerca de
tres años bajo dicha condición.

Asimismo, en el caso Palamara Iribarne vs. Chile exigió además que para proceda la
privación de libertad preventiva acorde al principio de presunción de inocencia es
imprescindible que la resolución se encuentre debidamente motivada en cuanto a los
supuestos que deben presentarse para que la prisión preventiva pueda ordenarse
válidamente. En concreto señalo que:

El Estado puede ordenar la prisión preventiva cuando se cumplan con los requisitos
necesarios para restringir el derecho a la libertad persona, existan indicios suficientes que
permitan suponer razonablemente la culpabilidad de la persona sometida a un proceso y
que sea estrictamente necesaria para asegurar que el acusado no impedirá el desarrollo
eficiente de las investigaciones ni eludirá la acción de la justicia. De esta forma para que se
respete la presunción de inocencia al ordenarse medidas restrictivas de la libertad es
preciso que el Estado fundamente y acredite la existencia, en el caso concreto, de los
referidos requisitos por la Convención 183.

5.3. La exposición pública de una persona procesada como culpable de un


delito

Los casos Cantoral Benavides vs. Perú y Lori Berenson vs. Perú, quienes fueron expuestos
ante los medios de comunicación como autores del delito de terrorismo y traición a la patria
respectivamente, sin haber sido procesados ni condenados, ha dado lugar a que la Corte
considere la lesión del principio de presunción de inocencia y a dar lugar en el último caso

182
Corte IDH. Caso Acosta Calderón vs. Ecuador. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 24 de junio de
2005, párr. 113-115.
183
Corte IDH. Caso Plamara Iribarne vs. Chile. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 22 de noviembre de
2005, párr. 198.

65
a extender la obligación de respetar la presunción de inocencia a las autoridades públicas,
distintas a las judiciales.

2. Derecho a un traductor o intérprete si no se comprende o


no habla el idioma del juzgado o tribunal

El derecho del inculpado de ser asistido gratuitamente por un traductor o intérprete si no


comprende o no habla el idioma del juzgado o tribunal, se encuentra inserto en el art. 8.2.a
CADH.

En la Opinión Consultiva OC-16/99, la Corte se ha pronunciado sobre el contenido de este


derecho expresando que para que un proceso alcance sus objetivos “debe reconocer y
resolver los factores de desigualdad real de quienes son llevados ante la justicia, atendiendo
así al principio de igualdad ante la ley y los tribunales, y a la correlativa prohibición de
discriminación. De esta manera ha expresado que:

Frente a condiciones de desigualdad real entre las personas, los Estados están
obligados a adoptar medidas de compensación que contribuyan a reducir o eliminar
los obstáculos y deficiencias que impidan o reduzcan la defensa eficaz de los propios
intereses184.

En el caso Baldeón García vs. Perú, la Corte complementó el razonamiento precedente


señalando que:

Si no existieran esos medios de compensación, ampliamente reconocidos en diversas


vertientes del procedimiento, difícilmente se podría decir que quienes se encuentran
en condiciones de desventaja disfrutan de un verdadero acceso a la justicia y se
benefician de un debido proceso legal en condiciones de igualdad con quienes no
afrontan esas desventajas185.

Teniendo en cuenta estos criterios dos son los ámbitos en los que la Corte se ha pronunciado: la
situación de extranjeros y los casos de personas pertenecientes a una comunidad campesina o
pueblo indígena

184
Corte IDH. Opinión Consultiva OC-16/99, op. cit. párr. 119. En el mismo sentido se pronunció en el caso
Vélez Loor vs. Panamá, op. cit. párr. 152.
185
Corte IDH. Caso Baldeón García vs. Perú, op. cit. párr. 203.

66
Derecho al • extranjeros
traductor o
intérprete • indígenas

En los supuestos de miembros de pueblo indígena la Corte ha establecido en el caso Tiu


Tojín vs. Guatemala que el Estado debe asegurar que las personas “puedan comprender y
hacerse comprender en los procedimientos legales, facilitándoles intérpretes u otros
medios eficaces para tal fin” 186.

Conviene traer a colación y que además de vincularse con el derecho a la libertad de


expresión y la igualdad ante la ley, es el Caso López Álvarez vs. Honduras, donde el Director
del Centro Penal de Tella en el que se encontraba interno el señor López Alvarez prohibió a
la población garífuna de dicho centro hablar en su idioma materno. Ante este hecho
probado, la Corte señaló que “la lengua es uno de los más importantes elementos de
identidad de un pueblo, precisamente porque garantiza la expresión, difusión y transmisión
de su cultura187.

4. Derecho del inculpado a una comunicación previa y


detallada de la acusación formulada

El art. 8.2.b de la CADH prevé el derecho del inculpado a una comunicación previa y
detallada de la acusación formulada, de acuerdo con la jurisprudencia de la Corte (Caso Tibi
vs. Ecuador) para satisfacer este derecho:

El Estado debe informar al interesado no solamente de la causa de la acusación, esto


es, las acciones u omisiones que se le imputan, sino también las razones que llevan al
Estado a formular la imputación, los fundamentos probatorios de ésta y la

186
Corte IDH. Caso Tiu Tojín vs. Guatemala. Fondo reparaciones y costas. Sentencia de 26 de noviembre de
2008, párr. 100.
187
Corte IDH. Caso López Álvarez vs. Honduras, op. cit. párr. 171.

67
caracterización legal que se da a esos hechos. Esta información debe ser expresa, clara
integral y suficientemente detallada para permitir al acusado que ejerza plenamente
su derecho a la defensa y muestre al juez su versión de los hechos.188

Consecuentemente de acuerdo con la Corte, la comunicación previa a la que hace referencia el art.
8.2.b debe reunir los siguientes requisitos:

expresa

Requisitos de
suficientemente la
detallada comunicación clara
previa

integral

En el mismo caso Tibi vs. Ecuador estableció que:

La notificación detallada de los hechos que se atribuyen al imputado debe


ocurrir previamente al momento en que rinda su primera declaración ante
cualquier autoridad pública (párr. 234). El contenido de dicha notificación
variará de acuerdo al avance de las investigaciones, llegando a su punto
máximo, cuando se produce la presentación formal y definitiva de los cargos.
En todo caso, antes de ello y como mínimo el investigado deberá conocer con
el mayor detalle posible los hechos que se le atribuyen189.

En el Caso Barreto Leiva vs. Venezuela, la Corte precisó que en todo caso el investigado,
antes de declarar, deberá conocer de manera oficial cuáles son los hechos que se le
imputan, no tendrá que deducirlos de la información pública o de las preguntas que se le
formulan y, por tanto, “su respuesta podrá ser efectiva y sin el margen de error que las
conjeturas producen”. Además, precisó que:

188
Corte IDH. Caso Tibi vs. Ecuador, op. cit. párr. 187 y Caso Barreto Leiva vs. Venezuela, op. cit. párr. 28.
189
Corte IDH. Caso Barreta Leiva vs. Venezuela, op. cit. párr. 31.

68
Ya que la transición entre ‘investigado’ y ‘acusado’ –y en ocasiones incluso
‘condenado’– puede producirse de un momento a otro, no se puede esperar a que la
persona sea formalmente acusada o que se encuentre privada de la libertad, “para
proporcionarle la información de la que depende el oportuno ejercicio del derecho a
la defensa190.

Sin perjuicio de lo anterior, la Corte ha precisado en el mismo caso:

En ciertos casos, “[e]s admisible que […] exista reserva de las diligencias adelantadas
durante la investigación preliminar en el proceso penal, para garantizar la eficacia de la
administración de justicia”, ya que “[a]siste al Estado la potestad de construir un
expediente en búsqueda de la verdad de los hechos, adoptando las medidas necesarias
para impedir que dicha labor se vea afectada por la destrucción u ocultamiento de
pruebas”. Sin embargo, el Tribunal ha recordado que “esta potestad debe armonizarse
con el derecho de defensa del investigado, que supone, inter alia, la posibilidad de
conocer los hechos que se le imputan”. (párr. 253).

Adicionalmente, con relación a este derecho, la Corte ha desarrollado el “principio de


coherencia o de correlación entre acusación y sentencia”, que implica que “la sentencia
puede versar únicamente sobre hechos o circunstancias contemplados en la acusación”, es
decir, que “debe mediar identidad entre los hechos de los que se informa al inculpado y
aquellos por los que se le procesa, acusa y sentencia”.239

Al respecto, la Corte en el Caso Fermín Ramírez vs. Guatemala ha establecido que:

La calificación jurídica de los hechos que se le imputan a una persona “puede ser
modificada durante el proceso por el órgano acusador o por el juzgador, sin que ello
atente contra el derecho de defensa, cuando se mantengan sin variación los hechos
mismos y se observen las garantías procesales previstas en la ley para llevar a cabo la
nueva calificación191.

En efecto la Corte en este caso observó que no sólo cambió la calificación jurídica del delito
que se le imputó a la víctima en la acusación y el auto de apertura a juicio, de violación
agravada a asesinato, sino que se modificó también la base fáctica del proceso, sin ofrecerle
la oportunidad de rendir una nueva declaración en relación con los último hechos que se le
atribuyeron, razón por la cual se declaró la violación al art. 8.2.b) de la Convención y, en
consecuencia, al representar un obstáculo para preparar adecuadamente la defensa, al art.
8.2.c.

En la misma línea, en el caso Tribunal Constitucional vs. Perú, la Corte precisó:

190
Ibid., párrs. 46 y 47.
191
Corte IDH. Caso Fermín Ramírez vs. Guatemala op. cit., párr. 67 y 68.

69
El cambio en el objeto de una indagatoria puede transgredir el derecho de las personas
en un proceso, si éstas no son informadas con anticipación sobre el nuevo asunto que
motiva su concurrente 192.

4.Derecho del inculpado a que se le conceda el tiempo y


los medios adecuados para la preparación de su defensa

En el Sistema Interamericano, la Corte en el Caso Palamara Iribarne vs. Chile ha establecido


que:

Este derecho comprende la obligación del Estado de permitir “el acceso del
inculpado al conocimiento del expediente llevado en su contra”, respetando el
principio del contradictorio, que garantiza la intervención del inculpado en el
análisis de la prueba193.

Así en el Caso Radilla Pacheco vs. México ha establecido que el acceso al pendiente es
requisito sine qua non de la intervención procesal de la víctima en la causa en la que se
constituye como parte coadyuvante o querellante, según la legislación interna 194.

Asimismo, en el caso Barreto Leiva vs. Venezuela ha precisado que en los casos en que el
Estado pretenda limitar este derecho:

Debe respetar el principio de legalidad, argüir de manera fundada cuál es el fin


legítimo que pretende conseguir y demostrar que el medio a utilizar para llegar a
ese fin es idóneo, necesario y estrictamente proporcional. Caso contrario, la
restricción del derecho de defensa del individuo será contraria a la Convención195.

Otro aspecto importante es el referido al secreto de sumario que impide a las víctimas
acceder al expediente del caso, sin importar que tal secreto haya sido dispuesto para
asegurar el éxito de las investigaciones. En criterio de la Corte, si bien es cierto que el Estado
tiene la facultad de declarar el secreto de sumario, debe actuar dentro de los límites y

192
Corte IDH. Tribunal Constitucional vs. Perú. Competencia. Sentencia de 24 de septiembre de 1999, párr.
82.
193
Corte IDH. Caso Palamara Iribarne vs. Chile, op. cit. párr. 170 y Caso Cabrera García y Montiel Flores vs.
México, op. cit. párr. 156.
194
Corte IDH. Caso Radilla Pacheco vs. México, op. cit. párr. 252 y Caso Castillo Gonzáles y otros vs. Venezuela.
Fondo. Sentencia de 27 de noviembre de 2012, párr. 168. En el Sistema Universal, con relación a los medios
adecuados para la preparación de la defensa, en la Observación General No. 32, el Comité de Derechos
Humanos estableció que el derecho a disponer del tiempo y de los medios adecuados para la preparación de
la defensa incluye el derecho de acceso a los documentos y demás testimonios que el acusado necesite para
preparar su defensa.
195
Corte IDH. Case Barreto Leiva vs. Venezuela, op. cit. párr. 55.

70
conforme a los procedimientos que permiten preservar tanto la seguridad pública como los
derechos fundamentales.

Concretamente, la Corte señaló que:


Uno de esos derechos fundamentales es el derecho a contar con el tiempo y los medios
adecuados para preparar la defensa, prevista en el artículo 8.2.c de la Convención, que
obliga al Estado a permitir el acceso del inculpado al conocimiento del expediente llevado
en su contra. Asimismo, se debe respetar el principio del contradictorio, que garantiza la
intervención de aquél en el análisis de la prueba. Si el Estado pretende limitar este
derecho, debe respetar el principio de legalidad, argüir de manera fundada cuál es el fin
legítimo que pretende conseguir y demostrar que el medio a utilizar para llegar a ese fin
es idóneo, necesario y estrictamente proporcional. Caso contrario, la restricción del
derecho de defensa del individuo será contraria a la Convención196.

De otro lado, con relación al derecho a contar con tiempo adecuado para preparar la
defensa, en el Caso Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez vs. Ecuador, la Corte consideró que el
Estado violó el derecho de concesión del tiempo y medios al inculpado para la preparación
de su defensa porque los abogados de las víctimas no pudieron estar presentes en la
realización de una diligencia fundamental para un proceso por el delito de tráfico de drogas.
La ausencia de este instrumento se debió a que la jueza notificó la orden de dicha prueba
dos horas y media antes de su realización, por lo que la Corte consideró que el tiempo era
insuficiente y por ende se había vulnerado el artículo 8.2.c) de la CADH 197.

De otro lado, la Corte se ha pronunciado también con respecto a la posibilidad de que la


vulneración del artículo 8.2.c) de la CADH se dé por omisión y no únicamente por comisión.
Así, en el Caso Da Costa Cadogan vs. Barbados analizó la situación de un condenado a
muerte que al parecer tenía trastornos de personalidad y dependencia del alcohol. El juez
encargado del proceso no había ordenado a un experto realizar un examen para determinar
si efectivamente esta persona padecía de dichos trastornos y dependencia, pese a que el
ordenamiento jurídico de Barbados lo disponía. Por ello, la Corte en el referido caso
consideró vulnerado el artículo 8.2.c) de la CADH por omisión 198.

De igual forma, es importante señalar que en la Opinión Consultiva OC-16/99, del 1 de


octubre, la Corte afirmó que el derecho a la información sobre la asistencia consular
(previsto en el artículo 36.1.b de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares),
constituye “un medio para la defensa del inculpado, que repercute -y en ocasiones
decisivamente- en el respeto de sus otros derechos procesales”. Para la Corte, ese derecho
“debe ser reconocido y considerado en el marco de las garantías mínimas para brindar a los

196
Corte IDH, Caso Barreto Leiva vs. Venezuela, óp. cit., párrs. 54 y 55.
197
Corte IDH, Caso Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez vs. Ecuador, óp. cit., párr. 153 y 154.
198
Corte IDH, Caso Da Costa Cadogan vs. Barbados, óp. cit., párrs. 88 a 90.

71
extranjeros la oportunidad de preparar adecuadamente su defensa y contar con un juicio
justo”199.

5. Derecho del inculpado a defenderse personalmente, ser


asistido por un defensor de su elección y de
comunicarse libre y privadamente con su defensor

El art. 8.2.d de la Convención se refiere a dos posibilidades de defensa del inculpado, esto
es, la que puede ejercer él mismo (defensa material) y aquélla que supone la asistencia de
un defensor de su elección (defensa técnica).

La conexidad de este artículo con el derecho a que se conceda al inculpado el tiempo y los
medios adecuados para la preparación de la defensa ha sido expresamente definida por la
Corte en diferentes casos, en los que ha declarado la violación conjunta de dichos derechos,
según podemos recoger de la investigación realizada por Juana Ibáñez Rivas 200 debido a que
la víctima no pudo contar con el patrocinio letrado de un defensor público o que, una vez
que pudo obtener un abogado de su elección, no tuvo posibilidad de comunicarse en forma
libre y privada con él (Caso Suarez Rosero vs. Ecuador, párr. 83); el abogado defensor tuvo sólo
un día para revisar todo un expediente o su labor fue restringida; existieron escasas
posibilidades de presentación de pruebas de descargo (Caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú,
párr. 141), o se produjo el cambio de objeto del proceso en la etapa de la indagatoria (Caso
Tribunal Constitucional vs. Perú, párr. 82), entre otros. En todos esos casos, la Corte ha
considerado que la imposibilidad o las limitaciones en el derecho a defenderse
personalmente o a través de un defensor impiden que, en los hechos, el imputado cuente
con los medios para preparar su defensa, en los términos del artículo 8.2.c.

En cuanto al derecho a la defensa material, la Corte ha sido abierta y ha determinado en la


Opinión Consultiva OC-11/90 que:

Un inculpado puede defenderse personalmente siempre que lo permita la


legislación interna (…). Si el inculpado no quiere o no puede hacer su defensa
personalmente, tiene derecho de ser asistido por un defensor de su elección.
(párr. 25)

Así en el Caso Barreto Leiva vs. Venezuela dispuso que el inculpado a través de sus propios
actos, entre ellos la declaración que rinda sobre los hechos que se le atribuyen, puede
enfrentar y refutar la acusación en su contra (párr. 61).

199
Corte IDH. El derecho a la información sobre la asistencia consular en el marco de las garantías del debido
proceso legal. Opinión Consultiva OC-16/99, del 1 de octubre de 1999, óp. cit., párr. 4.6.
200
Ibañez Rivas J., op. cit. p. 237-238.

72
Sobre la defensa técnica, la Corte en los Casos Barreto Leiva vs. Venezuela y Vélez Loor vs.
Panamá ha indicado que ésta supone que un defensor asesore al investigado sobre sus
deberes y derechos, sobre la posibilidad de ejercer recursos contra actos que afecten
derechos, y ejecute, entre otros, un control crítico y de legalidad en la producción de
pruebas. También ha señalado que:

El investigado debe tener acceso a la defensa técnica desde el momento en que se


ordena investigar a una persona o la autoridad dispone o ejecuta actos que implican
afectación de derechos. 201 Sobre todo, en la diligencia en la que se recibe su
declaración. Lo contario es limitar severamente el derecho a la defensa, lo que
ocasiona desequilibrio procesal y deja al individuo sin tutela frente al ejercicio del
poder punitivo202.

En esta línea ha resaltado la importancia de la comunicación libre y privada entre el


inculpado y su defensor.203

En este apartado conviene conectar los estándares internacionales señalados por la Corte
con relación al derecho a la defensa de una persona extranjera y el derecho asistencia
consular en casos relativos a personas que son privadas de libertad que no son nacionales
del país que las detiene.

La Corte ha señalado que el derecho a la asistencia consular reconocido en el art. 36 de la


Convención de Viena Sobre Relaciones Consulares busca remediar la situación en la que se
encuentran los extranjeros detenidos en un medio social y jurídico diferente de los suyos.

En consecuencia, desde la óptica de los derechos de la persona detenida extranjera, la Corte


ha establecido en el caso Vélez Loor vs. Panamá, tres son los componentes esenciales del
derecho debido al individuo por el Estado Parte:

1. Derecho a ser notificado de sus derechos bajo la Convención de Viena sobre


relaciones Consulares;
2. El derecho de acceso efectivo a la comunicación con el funcionario consular, y
3. El derecho a la asistencia misma 204.

201
Corte IDH. Caso Barreto Leiva vs. Venezuela, op. cit. párrs. 61 y 62 En el mismo sentido ha pronunciado en
el caso Corte IDH. Caso Vélez Loor vs. Panamá, op. cit. párr. 132. Vid. Cabrera García y Montiel Flores vs.
México, op. cit. párr. 155.
202
Corte IDH. Caso Barreto Leiva vs. Venezuela, op. cit. párr. 62.
203
Corte IDH. Caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú, op. cit. p. 146 y 148. Caso Suárez Rosero vs. Ecuador, op.
cit. párr. 83.
204
Corte IDH. Caso Vélez Loor vs. Panamá, op. cit. párr. 153. En este caso ha explicado que estos estándares
“no se aplican a las personas detenidas o retenidas que hayan solicitado una medida de protección
internacional (…). Si son detenidas, tales personas gozan de los derechos bajo la Convención de Viena, no
obstante, hay otras consideraciones para proteger sus intereses.

73
Respecto de la notificación ésta debe ser hecha antes que el detenido rinda su primera
declaración y supone que se le informe sobre su derecho a que el Estado receptor
comunique a la oficina consular competente de su situación, y a que el Estado receptor
transmita sin demora cualquier comunicación dirigida a la oficina consular por el
detenido205.

De acuerdo con la Corte, definido en el Caso Vélez Loor vs. Panamá:

La notificación se erige en una garantía fundamental de acceso a la justicia y permite


el ejercicio efectivo del derecho de defensa, pues el cónsul puede asistir al detenido
en diversos actos de defensa, como el otorgamiento o contratación de patrocinio
letrado, la obtención de pruebas en el país de origen, la verificación de las condiciones
en que se ejerce la asistencia legal y la observación de la situación de privación de
libertad206.

En cuanto al acceso efectivo a la comunicación consular la Corte ha establecido que el


Estado receptor no debe obstruir la actuación del funcionario consular de brindar servicios
legales al detenido207.

El derecho a la asistencia misma, se impone al Estado del cual el detenido es nacional, en el


sentido que tiene “el deber de proteger los derechos de sus nacionales en el extranjero
brindando protección consular. Las visitas de los funcionarios consulares deberían ser con
miras a proveer la protección de los intereses del detenido nacional, particularmente los
asociados con su defensa ante los tribunales 208.

6. Derecho de ser asistido por un defensor de oficio

El art. 8.2.e de la Convención prevé el derecho irrenunciable de ser asistido por un defensor
proporcionado por el Estado, si el inculpado no se defendiere por sí mismo ni nombrare
defensor dentro del plazo establecido por ley.

De acuerdo con la Opinión Consultiva OC-11/90, párr. 25, el derecho a un defensor de oficio
se caracteriza por ser irrenunciable cuando el inculpado no se defendiere por sí mismo ni

205
Corte IDH. Opinión Consultiva OC-16/99, op. cit., párr. 106, y Caso Vélez Loor vs. Panamá, op. cit., nota al
pie 157.
206
Corte IDH. Opinión Consultiva OC-16/99, op. cit., párr. 86, y Caso Vélez Loor vs. Panamá, op. cit., nota al
pie 154. La Corte ha considerado que la falta de notificación es en sí misma violatoria del art. 8 de la
Convención, pues coloca al detenido en estado de incertidumbre respecto de su situación jurídica y torna
impracticable el ejercicio del derecho a recurrir el fallo sancionatorio, regulado en el art. 8.2 de la Convención.
Vid. Caso Vélez Loor vs. Panamá, op.cit. párr. 180.
207
Corte IDH. Caso Vélez Loor vs. Panamá, op. cit. párr. 158.
208
Corte IDH. Opinión Consultiva OC-16/99, op. cit., párr. 87, y Caso Vélez Loor vs. Panamá, op. cit., párr. 158.

74
nombrare defensor dentro del plazo establecido por ley, es decir, en los supuestos
regulados en el art. 8.2.d (desde que se abre la investigación o la autoridad ejecuta actos,
sobre todos al momento de prestar su declaración, en cuyo caso tiene el derecho de que el
Estado le proporcione uno. Esto supone que aún si el inculpado no quiere defenderse, el
Estado debe poner a su servicio un abogado para que aquél siempre esté asistido.

Al respecto en la Opinión Consultiva OC-11/90 de Agotamiento de los recursos internos, la


Corte ha señalado que:

Si el Estado concernido no provee a un indigente un defensor gratuitamente, y aquél se ve


obligado a defenderse a sí mismo porque no puede pagar asistencia legal, “podría
presentarse una violación del art. 8 de la Convención si se puede probar que esa
circunstancia afectó el debido proceso a que tiene derecho dicha persona.
Consecuentemente, como la Convención Americana no ordena que la asistencia legal sea
gratuita, un indigente se ería discriminado por razón de su situación económica, si
requiriendo asistencia legal, el Estado no se la provee sin costo alguno 209.

A este respecto, en el caso la Corte en el caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México,
ha enfatizado que:

El nombrar un defensor de oficio con el sólo objeto de cumplir con una formalidad
procesal, equivaldría a no contar con defensa técnica, por lo que es imperante que
dicho defensor actúe de manera diligente con el fin de proteger las garantías
procesales del acusado y evite que sus derechos se vean lesionados210.

De otro lado, en la Opinión Consultiva OC-18/03 sobre “Condición jurídica y derechos de los
migrantes indocumentados”, la Corte ha considerado que:

En procedimientos administrativos o judiciales en los cuales se pueda adoptar una


decisión que implique la deportación, expulsión o privación de libertad, la prestación
de un servicio público gratuito de defensa legal es necesaria para evitar la vulneración
del derecho a las garantías del debido proceso211.

En esta línea en el Caso Vélez Loor vs. Panamá, siguiendo el criterio expresado por el
Tribunal Europeo en el Caso Behham vs. United Kingdom, ha señalado que:

209
Corte IDH. Opinión Consultiva OC-11/90 sobre Excepciones al Agotamiento de los Recursos Internos, párr.
25-27.
210
Corte IDH. Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México, op. cit. párr. 155.
211
Corte IDH. Condición Jurídica y Derechos de los Migrantes Indocumentados. Opinión Consultiva OC-18/03
del 17 de septiembre de 2003, párr. 126, y Caso Vélez Loor vs. Panamá, op. cit., párr. 146.

75
En los casos en que la consecuencia de un procedimiento migratorio pueda ser una
privación de la libertad de carácter punitivo, la asistencia jurídica gratuita se vuelve un
imperativo del interés de la justicia212.

Cabe precisar que el Tribunal ha establecido en el Caso Barreto Leiva vs. Venezuela que ni
el Ministerio Público, la Defensoría del Pueblo, ni las organizaciones no gubernamentales
responden a las exigencias de una defensa técnica, ni las organizaciones no
gubernamentales responden a las exigencias de una defensa técnica proporcionada por el
Estado213.

7. Derecho de la defensa de interrogar a los testigos


presentes en el Tribunal y de obtener la comparecencia,
como testigos o peritos, de otras personas que puedan
arrojar luz sobre los hechos art. 8.2.f

El art. 8.2.f de la Convención se refiere al derecho de toda persona procesada de interrogar


y solicitar la comparecencia de testigos o peritos que puedan colaborar en el
esclarecimiento de los hechos materia del proceso.

En ese sentido en el caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú, la Corte siguiendo la
jurisprudencia del Tribunal Europeo en los Casos Barberá, Messegué y Jabardo vs. Spain y
Bönisch vs. Austria, ha indicado que:

Dentro de las prerrogativas que deben concederse a quienes hayan sido acusados
está la de examinar los testigos en su contra y a su favor, bajo las mismas
condiciones que el Estado, con el objeto de ejercer su defensa y hacer comparecer
a personas que puedan arrojar luz sobre los hechos 214.

En efecto, en el Caso Castillo Petruzzi y otros Vs. Perú, se alegó que la legislación aplicada
al juzgamiento de las víctimas –acusadas de terrorismo- impedía que se interrogue como
testigos a quienes fundamentaron la acusación y también a agentes de la Policía y del
Ejército que hayan participado en las diligencias de investigación. De esto la Corte consideró
que “la imposición de restricciones a los abogados defensores de las víctimas vulnera el
derecho de la defensa de interrogar testigos y hacer comparecer a personas en el proceso
que puedan arrojar luz sobre los hechos”.

212
Corte IDH. Caso Vélez Loor vs. Panamá, op. cit., párr. 146, y Caso Nadege Dorzema y otros vs. República
Dominicana, op. cit., párr. 164.
213
Corte IDH. Caso Barreto Leiva vs. Venezuela, op. cit., párr. 63. Sobre la justificación de la ineficacia de estos
servidores Vid. FICHA Sistematización jurisprudencial.
214
Corte IDH. Castillo Petruzzi y otros vs. Perú, op. cit. párr. 155.

76
De otro lado, la Corte ha entendido que este derecho puede ser vulnerado ya sea por acción
o por omisión. Respecto del primero, en el Caso Ricardo Canese vs. Paraguay, no se permitió
a la defensa del inculpado obtener la comparecencia de testigos y peritos, ya que el juez de
primera instancia revocó la decisión mediante la cual citó a audiencia a los testigos
propuestos, luego de lo cual ordenó el cierre del período probatorio. Esto fue calificado por
la Corte como una violación del art. 8.2.f de la Convención, la cual tuvo el efecto de limitar
las posibilidades de defensa del señor Canese215.

Un ejemplo de lo segundo, es el Caso DaCosta Cadogan vs. Barbados, quien fue condenado
a la pena de muerte y al parecer sufría de un trastorno de personalidad y dependencia de
alcohol. La Corte observó que el juez a cargo del proceso no ordenó a un experto realizar
un examen para determinar que efectivamente padecía de dicho trastorno y dependencia,
pese a que el ordenamiento jurídico lo permitía. En particular, consideró que el juez no
aseguró que el señor DaCosta Cadogan y su abogado tuvieran conciencia sobre la
disponibilidad de una evaluación gratuita, voluntaria y detallada de su salud mental, con el
fin de preparar su defensa en juicio. Esta omisión de las autoridades judiciales llevó a la
Corte a afirmar la violación del art. 8.2.f. de la Convención 216.

8. Derecho a no ser obligado a declarar contra sí mismo ni


a declararse culpable art. 8.2.g, y a declarar sin coacción
de naturaleza alguna (art. 8.3)

El art. 8.2.g de la Convención consagra el derecho de no autoincriminarse, así exige a las


autoridades estatales no obligar, de cualquier modo, a una persona procesada a que realice
una declaración que perjudique su situación o suponga una autoinculpación. Esta
disposición se interrelaciona con la obligación consagrada en el art. 8.3 que garantiza el
derecho a que las confesiones se realicen sin coacción alguna.

A través de la Opinión Consultiva OC-17/02, la confesión ha sido considerada por la Corte


como un acto dentro del proceso que posee especial trascendencia para la definición de
ciertas consecuencias jurídicas que afectan la esfera de derechos y responsabilidades del
justiciable217. En este entendido en el Caso Maritza Urrutia vs. Guatemala, ha expresado
que:

Este derecho también se tiene que respetar en procedimientos o actuaciones previas


o concomitantes a los procesos judiciales que, de no someterse a tales garantías,

215
Corte IDH. Caso Ricardo Canese vs. Paraguay. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 31 de agosto de
2004, párrs. 164 a 167.
216
Corte IDH. Caso DaCosta Cadogan vs. Barbado. Excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas.
Sentencia de 24 de septiembre de 2009, párr. 88 a 90.
217
Corte IDH. Opinión Consultiva OC-17/02, op. cit. párr. 128.

77
pueden tener un impacto desfavorable no justificado sobre la situación jurídica de la
persona de que se trata218.

En los casos López Álvarez vs. Honduras y Bayarri vs. Argentina, la Corte reiteró que:
Las declaraciones obtenidas bajo intensa presión o coacción, en las que se aceptan
hechos perjudiciales para el procesado entrañan una violación del art. 8.2.g de la
Convención219.

De esta manera la Corte ha establecido en el Caso Cabrera García y Montiel Flores vs.
México que la regla de la confesión referida a que ésta sólo es válida si es hecha sin coacción,
“ostenta un carácter absoluto e inderogable” 220. En este entendido ha asumido que:

Al comprobarse cualquier tipo de coacción capaz de quebrantar la expresión


espontánea de la voluntad de la persona, ello implica necesariamente la obligación
de excluir la evidencia respectiva del proceso judicial, ya que dicha anulación es un
medio necesario para desincentivar el uso de cualquier modalidad de coacción. La
anulación de los actos procesales derivados de la tortura o tratos crueles constituye
una medida efectiva para hacer cesar las consecuencias de una violación a las
garantís judiciales221.

Conforme a lo precedente la Corte concluyó:

El carácter absoluto de la regla de exclusión prohíbe otorgarle valor probatorio no sólo


a la prueba obtenida directamente mediante coacción, sino también a la evidencia
que se desprende de dicha acción. De esta manera, se garantiza el cumplimiento de
dicha regla cuando se excluye la prueba que haya sido encontrada o derivada de la
información obtenida mediante coacción 222.

Tomando como referencia la jurisprudencia del Tribunal Europeo en el Caso Harutyunyan


vs. Armenia, precisó que “en caso de existir evidencia razonable de que una persona ha sido
torturada o tratada de manera cruel e inhumana, el hecho de que ratifique la confesión
ante una autoridad distinta a la que realizó la acción (de coacción), no conlleva

218
Corte IDH. Caso Maritza Urrutia vs. Guatemala. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 27 de
noviembre de 2003, párrs. 120 y 121. En el Caso Cantoral Benavides vs. Perú, se alegó que la víctima fue
sometida a tortura con el fin de obligarlo a autoinculparse o a confesar determinadas conductas delictivas,
por lo que la Corte afirmó la afectación de este derecho. Corte IDH. Caso Cantoral Benavides vs. Perú. Fondo
Sentencia de 18 de agosto de 2000, párr. 132 y 133.
219
Corte IDH Caso López Álvarez vs. Honduras. Fondo Reparaciones y Costas. Sentencia del 1 de febrero de
2006, párr. 155; y Caso Bayarri vs. Argentina. Excepción Preliminar, fondo, reparaciones y costas. Sentencia
de 30 de octubre de 2008, párr. 108 y 109.
220
Corte IDH. Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México, op. cit. párr. 165.
221
Corte IDH. Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México, op. cit. párrs. 166 y 167. A este respecto la
Corte en el caso Tibi vs. Ecuador aclaró que dicha regla se sustenta en el hecho de que “las declaraciones
obtenidas mediante coacción no suelen ser veraces, ya que la persona intenta aseverar lo necesario para
lograr que los tratos crueles o la tortura cesen”, al ser doblegada su resistencia psíquica. Corte IDH. Caso Tibi
vs. Ecuador, op. cit. párr. 198.
222
Corte IDH Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México, op. cit. párr. 167.

78
automáticamente que dicha confesión sea válida, ya que dicha declaración posterior
“puede ser la consecuencia del maltrato que padeció la persona y (…) específicamente, del
miedo que subsiste después de este tipo de hecho. Ello es así porque la situación de
indefensión y vulnerabilidad en la que se encuentran las personas a quienes en el momento
de ser detenidas se les somete a tratos crueles, inhumanos y degradantes, con el objeto de
suprimir su resistencia psíquica y forzarla a autoinculparse, pueden producir sentimientos
de miedo, angustia e inferioridad capaz de humillar y devastar a una persona y
posiblemente quebrar su resistencia física y moral223.

9. Derecho a recurrir el fallo ante juez o tribunal superior


(art 8.2.h CADH)

El art. 8.2.h de la Convención se refiere al derecho a recurrir el fallo ante un juez o tribunal
superior. De esta manera en el caso Herrera Ulloa vs. Costa Rica ha señalado que:

El derecho a recurrir un fallo constituye una garantía primordial que se debe


respetar en el marco del debido proceso legal, en aras de permitir que una sentencia
adversa pueda ser revisada por un juez o tribunal distinto y de superior jerarquía
orgánica224.

También ha destacado en el mismo caso su directa relación con el derecho a la defensa, en


tanto otorga la “posibilidad de interponer un recurso para evitar que quede firme una
decisión que fue adoptada con vicios y que contiene errores que ocasionarán un perjuicio
indebido a los intereses de una persona”, por ello tiene que estar garantizado este derecho
antes de que la sentencia adquiera calidad de cosa juzgada. Asimismo, por su relevancia, la
Corte ha añadido en el caso Mohamed vs. Argentina que la falta de garantía del derecho a
recurrir del fallo además impedir el ejercicio del derecho de defensa “trae implícita la
ausencia de protección de otras garantías mínimas del debido proceso que deben
asegurarse al recurrente, según corresponda, para que el juez o tribunal superior pueda
pronunciarse sobre los agravios sustentados 225.

Un aspecto muy importante que ha definido la Corte en el caso Castillo Petruzzi es que:

El derecho de recurrir el fallo no se satisface con la mera existencia de un órgano de


grado superior al que juzgó y condenó al inculpado, ante el que este tenga o pueda
tener acceso. Para que haya una verdadera revisión de la sentencia, en el sentido

223
Corte IDH. Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México, op. cit. párr. 174.
224
Corte IDH. Caso Herrera Ulloa vs. Costa Rica. Excepciones Preliminares, fondo, reparaciones y costas.
Sentencia de 2 de julio de 2004, parr. 158.
225
Corte IDH. Caso Mohamed vs. Argentina, op. cit. párr. 119.

79
requerido por la Convención, es preciso que el tribunal superior reúna las
características jurisdiccionales que lo legitiman para conocer del caso concreto 226.

Dentro de las características que debe reunir el recurso que contempla el art. 8.2.h, la Corte
ha establecido en el Caso Herrera Ulloa vs. Costa Rica que:

Debe ser un recurso ordinario eficaz mediante el cual un juez o tribunal superior
procure la corrección de decisiones jurisdiccionales contrarias al derecho (párr. 161).
Debe tratarse de un recurso accesible, sin requerir mayores complejidades que
tornen ilusorio este derecho (párr. 164). Lo importante es que se garantice un
examen integral de la decisión recurrida, con independencia de la denominación
(párr. 165).

De estos parámetros la Corte concluyó que los Estados tienen un margen de apreciación
para regular el ejercicio de ese recurso, empero no pueden establecer restricciones o
requisitos que infrinjan la esencia misma del derecho de recurrir del fallo (párr. 161). De ahí
que ha estimado, en el caso Mohamed vs. Argentina que las formalidades requeridas para
que el recurso sea admitido deben ser mínimas y no deben constituir un obstáculo para que
el recurso cumpla con su fin de examinar y resolver los agravios sustentados por el
recurrente227.

En este último caso se ha pronunciado respecto del alcance de la revisión y el carácter de


examen integral que debe reunir, señalando que independientemente del régimen o
sistema recursivo que adopten los Estados partes y de la denominación que den al medio
de impugnación de la sentencia condenatoria, debe entenderse que:

Para que el recurso sea eficaz debe constituir un medio adecuado para procurar la
corrección de una condena errónea. Ello requiere que pueda analizar cuestiones
fácticas, probatorias y jurídicas en que se basa la sentencia impugnada, puesto que
en la actividad jurisdiccional existe una interdependencia entre las determinaciones
fácticas y la aplicación del derecho, de forma tal que una errónea determinación de
los hechos implica una errada o indebida aplicación del derecho.
Consecuentemente, las causales de procedencia del recurso deben posibilitar un
control amplio de los aspectos impugnados de la sentencia condenatoria 228.

Tratándose de los casos de condena, ha sido en el Caso Barreto Leiva vs. Venezuela, en el
que la Corte enfatizó que la doble conformidad judicial, expresada mediante la íntegra
revisión del fallo condenatorio, confirma el fundamento y otorga mayor credibilidad al acto

226
Corte IDH. Caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 30 de mayo
de 1999, párr. 161. También puede verse el Caso Lori Berenson Mejía vs. Perú. Fondo, reparaciones y costas.
Sentencia de 25 de noviembre de 2004, párr. 193.
227
Corte IDH. Caso Mohamed vs. Argentina, op.cit. párr. 99.
228
Corte IDH. Caso Mohamed vs. Argentina, op. cit. párr. 100.

80
jurisdiccional del Estado, y al mismo tiempo brinda mayor seguridad y tutela a los derechos
del condenado229.

En cuanto al juez o tribunal superior que debe resolver el recurso la Corte ha subrayado en
el Caso Castillo Petruzzi vs. Perú que el proceso penal es uno solo y que el concepto de juez
natural y el principio de debido proceso legal rigen a lo largo de todas sus etapas y se
proyectan sobre las diversas instancias procesales.

Así, una verdadera garantía de reconsideración del caso será aquella que se
configura ante un órgano jurisdiccional superior que atienda las exigencias de
competencia, imparcialidad e independencia que la Convención establece 230.
Además, dicho juez o tribunal debe cumplir con el deber especial de protección de
las garantías judiciales y el debido proceso a todas las partes que intervienen en el
proceso penal de conformidad con los principios que lo rigen231

De esta manera en el caso Mohamed vs. Argentina, ha precisado que:

Los Estado deben asegurar que dicho recurso contra la sentencia condenatoria
respete las garantías procesales mínimas que, bajo el art. 8 de la Convención,
resulten relevantes y necesarias para resolver los agravios planteados por el
recurrente, lo cual no implica que deba realizarse un nuevo juicio oral (párr. 100).
En todo caso, la inexistencia de un recurso judicial que garantice la revisión de la
sentencia de condena o la aplicación de unos recursos judiciales que tampoco
garantizaron tal derecho a recurrir del fallo implican un incumplimiento del Estado
del deber general de adecuar su ordenamiento jurídico interno para asegurar la
realización de la garantía judicial protegida por el art. 8.2.h. de la Convención (párr.
166).

En el Caso Mohamed vs. Argentina, la Corte se pronunció ante el caso de un inculpado al


que le fue impuesta por primera vez una sentencia condenatoria en segunda instancia, esto
es, que fue condenado mediante el fallo que revocaba una decisión absolutoria. En dicha
oportunidad, teniendo en cuenta que las garantías judiciales buscan que quien esté incurso
en un proceso no sea sometido a decisiones arbitrarias, la Corte Consideró que resultaba
contrario al propósito del art. 8.2 no garantizarlo. Así, retomando la jurisprudencia según la
cual el derecho a recurrir el fallo se debe garantizar a todo condenado, el Tribunal concluyó
que interpretar algo distinto, “implicaría dejar al condenado desprovisto de un recurso
contra la condena. Por ello, destacó que se trata de una garantía del individuo frente al
Estado y no solamente una guía que orienta el diseño de los sistemas de impugnación en
los ordenamientos jurídicos de los Estados Partes de la Convención 232.

229
Corte IDH. Caso Barreto Leiva. Vs. Venezuela. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 17 de noviembre
de 2009, párr. 89.
230
Corte IDH. Caso Castillo Petruzzi vs. Perú, op. cit. 161
231
Corte IDH. Caso Herrera Ulloa vs. Costa Rica, op. cit. párr. 163.
232
Corte IDH. Caso Mohamed vs. Argentina, op.cit. párr. 92.

81
De otro lado, cabe recordar que la Corte ha considerado en el caso López Mendoza vs.
Venezuela que:

No es per se contrario a la Convención Americana que se establezca en el derecho


interno de los Estados que en determinados procedimientos, ciertos actos de
trámite no son objeto de impugnación233.

Finalmente, entre los casos de actuaciones u omisiones que obstaculizan la materialización


de este derecho, la Corte ha considerado en el caso Vélez Loor vs. Panamá que:

Se genera una situación de impedimento fáctico para asegurar un acceso real al


derecho a recurrir, cuando la sentencia a impugnar no es notificada al inculpado, de
modo que, además de colocarlo en un estado de incertidumbre respecto de una
situación jurídica, torna impracticable el ejercicio del referido derecho234.

Ordinario eficaz

10. Derecho del inculpado absuelto por una sentencia


firme a no ser sometido a nuevo juicio por los mismos
hechos: principio de ne bis in ídem (art. 8.4)

El art. 8.4 de la Convención instituye la prohibición de doble enjuiciamiento, señalar que “El
inculpado absuelto por una sentencia firme no podrá ser sometido a nuevo juicio por los
mismos hechos”.

Siguiendo lo expresado por Daniel O’Donnel 235 la redacción es más amplia a la establecida
en el art. 14.7 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos que señala que “Nadie
podrá ser juzgado ni sancionado por un delito por el cual haya sido ya condenado o absuelto
por una sentencia firme de acuerdo con la ley y el procedimiento penal de cada país”,
porque la redacción de la Convención protege a toda persona frente a la persecución penal
por “los mismos hechos”, mientras que el art. 14.7 utiliza la expresión “delito”. De otro lado,
el art. 8.4 de la Convención resulta ser más restrictiva porque protege a las personas que
han sido “exculpada por una sentencia firme”, en tanto que el 14.7 protege tanto a personas
condenadas como absueltas.

233
Corte IDH. López Mendoza vs. Venezuela, op. cit. párr. 120.
234
Corte IDH. Caso Vélez Loor vs. Panamá, op. cit. parr. 180.
235
O’Donnel D. Derecho internacional de los derechos humanos. Normativa jurisprudencia y doctrina de los
sistemas universal e interamericano. Bogotá: Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Derechos Humanos, 2004, p. 452.

82
Esta diferencia fue constatada por la Corte en el Caso Loayza Tamayo vs. Perú, en el cual un
tribunal militar procesó y absolvió por el delito de traición a la patria a María Elena Loayza
Tamayo y posteriormente un tribunal ordinario la proceso por el delito de terrorismo. Al
respecto, la Corte consideró que el artículo 8.4 de la Convención Americana prohíbe el doble
enjuiciamiento respecto de los «mismos hechos» a diferencia de la disposición análoga del
sistema universal que extiende la protección del doble enjuiciamiento ante el mismo delito,
de tal modo que la garantía del Sistema Interamericano resulta más protectora al usar un
«término más amplio en beneficio de la víctima». En virtud de ello, consideró que se
incumplió con la prohibición de doble enjuiciamiento236.

La Corte en los casos Cantoral Benevides vs. Perú y Acevedo Jaramillo y otros vs. Perú ha
definido que la situación regulada por el art. 8.4 de la Convención supone dos momentos:

La realización de un primer juicio que se pronuncia sobre el fondo del asunto, y


La culminación del mismo en una sentencia firme de carácter absolutorio, es decir, con
una decisión adoptada de forma definitiva y obligatoria que absuelve al inculpado 237.

De conformidad con la doctrina el principio del ne bis in ídem, encuentra dos justificaciones.
En primer lugar, desde una perspectiva de derechos humanos, “para proteger a las personas
frente al uso indiscriminado del poder punitivo del Estado”. En segundo lugar, desde una
posición más pragmática, “para evitar dobles procesamiento que llevan al uso inefectivo de
los recursos de administración de justicia, e incluso a sentencias contradictorias 238.

La Corte en los casos Cantoral Benavides vs. Perú, Almonacid Arellano y otros vs. Chile, entre
otros, ha resaltado en su jurisprudencia que este derecho no es absoluto y que, en
consecuencia, no resulta aplicable cuando:

1. la actuación del tribunal que conoció el caso y decidió sobreseer o absolver al


responsable de una violación a los derechos humanos al derecho internacional obedeció
al propósito de sustraer al acusado de su responsabilidad penal;

236
Corte IDH. Caso Caso Loayza Tamayo vs. Perú. Fondo. Sentencia del 17 de septiembrede 1997, párr. 66. En
el mismo sentido. Corte IDH. Caso Mohamed vs. Argentina, op. cit. párr. 121.
237
Corte IDH. Caso Cantoral Benavides vs. Perú, op. cit. párr. 137, volvió a examinar el juzgamiento absolutorio
de Luis Alberto Cantoral Benavides por un tribunal militar y su condena por el fuero de justicia ordinario. Vid.
Corte IDH. Caso Acevedo Jaramillo y otros vs. Perú, op. cit. párr. 167. Asimismo, en el Caso Lori Berenson Mejía
vs. Perú, la Corte volvió a examinar las intervenciones del fuero militar y el fuero civil en el juzgamiento del
delito de terrorismo. La Corte consideró que como el Consejo Supremo de Justicia Militar declinó su
competencia no se configuró un proceso absolutorio mediante sentencia firme (requisito exigido por el art.
8.4 de la Convención). Corte IDH. Caso Lori Berenson Mejía vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 25 de noviembre de 2004, párr. 208.
238
Fundación para el Debido Proceso Legal, Digesto de jurisprudencia latinoamericana sobre crímines de
derecho internacional, Washington DC, Fundación para el Debido Proceso Legal, 2009, p. 319.

83
2. el procedimiento no fue instruido independiente o imparcialmente de conformidad con
las debidas garantías procesales239;

3. no hubo la intención real de someter al responsable a la acción de la justicia 240.

De esta manera, la Corte en los casos Almonacid Arellano y otros vs. Chile y Carpio Nicolle
y otros vs. Guatemala concluyó:

Una sentencia pronunciada en las circunstancias indicadas produce una cosa


juzgada aparente o fraudulenta, es decir, que resulta de un juicio en el que no se
han respetado las reglas del debido proceso, o en el que los jueces no obraron con
independencia e imparcialidad241.

Asimismo, añadió que no puede alegarse la prohibición de doble enjuiciamiento para eludir
las obligaciones de judicialización de las violaciones de derechos humanos:

Si aparecen nuevos hechos o pruebas que puedan permitir la determinación de los


responsables de violaciones a los derechos humanos, y más aún, de los responsables
de crímenes de lesa humanidad, pueden ser reabiertas las investigaciones, incluso
si existe una sentencia absolutoria en calidad de cosa juzgada, puesto que las
exigencias de la justicia, los derechos de las víctimas y la letra y espíritu de la
Convención Americana desplazan la protección del ne bes in ídem242.

Sobre el particular, la Corte en el caso Genie Lacayo vs. Nicaragua ha señalado que, ante su
jurisdicción “eventualmente puede discutirse la autoridad de cosa juzgada de una decisión
cuando ésta afecta derechos de individuos protegidos por la Convención y se demuestra
que existe una causal para su cuestionamiento 243. como las citadas, por ejemplo.

239
Corte IDH. Caso Cantoral Benavides vs. Perú, op. cit. párrs. 137-139, y Corte IDH Nadege Dorzema y otros
vs. República Dominicana, op. cit. párr. 195.
240
Corte IDH. Caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile, op. cit. párr. 154 y Caso Nadege Dorzema y otros vs.
República Dominicana, op cit. párr. 195.
241
Corte IDH. Caso Carpio Nicolle y otros vs. Guatemala. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 22 de
noviembre de 2004, párr. 131. Caso Caso Nadege Dorzema y otros vs. República Dominicana, op. cit., párr.
195.
242
El Estado no podrá argumentar el principio ne bis in ídem, así como cualquier excluyente similar de
responsabilidad, para excusarse de su deber de investigar y sancionar a los responsables. Corte IDH. Caso
Almonacid Arellano y otros vs. Chile, op. cit., párr. 154. En el caso Barrios Altos vs. Perú, por los actos
cometidos por el Grupo Colina, la Corte determinó que no son inadmisible las disposiciones de amnistía, las
disposiciones de prescripción y el establecimiento de excluyentes de responsabilidad que pretendan impedir
la investigación y sanción de los responsables de las violaciones graves de los derechos humanos tales como
la tortura, las ejecuciones sumarias, extralegales o arbitrarias y las desapariciones forzadas, todas ellas
prohibidas por contravenir derechos inderogables reconocidos por el Derecho Internacional de los Derechos
Humanos. Corte IDH. Barrios Altos vs. Perú. Fondo. Sentencia de 14 de marzo de 2001, párr. 41.
243
Corte IDH. Caso Genie Lacayo vs. Nicaragua. Solicitud de Revisión de la Sentencia de fondo, reparaciones y
costas. Resolución de la Corte de 13 de septiembre de 1997, párrs. 10 al 12, Corte IDH. Caso Amonacid Arellano
y otros vs. Chile, op. cit. párr. 154.

84
De esta manera la Corte ha declarado en el caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú sostuvo si
los actos en que se sostiene la sentencia están afectados por vicios graves, que los privan
de la eficacia que debieran tener en condiciones normales, la sentencia no subsistirá 244.

Por tanto, de acuerdo con lo establecido en el caso De la Masacre de la Rochela vs.


Colombia:

El principio de cosa juzgada implica la intangibilidad de una sentencia sólo cuando


llega a ésta respetándose el debido proceso de acuerdo a la jurisprudencia del
Tribunal en la materia245.

Recapitulando, se tiene que los límites del principio ne bis in ídem son:

graves violaciones de
derechos humanos

no hubo intenciónde
laintención real sustraer al
de someter al acusado de su
responsble a la responsabilidad
acción de justicia penal

ausencia de imparcialidad e
independencia del tribunal

11. Derecho a un proceso penal público (art. 8.5)

El art. 8.5 de la Convención instituye el derecho a un proceso penal público al señalar que
“El proceso penal debe ser público, salvo en lo que sea necesario para preservar los
intereses de la justicia. Realizando una contrastación con las normas del sistema universal
se tiene que la regulación realizada en la Convención tiene un ámbito de aplicación más
restringido, puesto que en el sistema universal se consagra formalmente la publicidad no
sólo para los procesos penales.

244
Corte IDH. Caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú, op. cit. párr. 219.
245
Corte IDH. Caso de la Masacre de la Rochela vs. Colombia. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 11
de mayo de 2007, párr. 197 y caso Nedege Dorzema y otros vs. República Dominicana, op. cit. párr. 195.

85
El artículo 14.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos señala que “
Toda persona tendrá derecho a ser oída públicamente. La sentencia debe ser pronunciada
públicamente, pero el acceso a la sala de audiencia puede ser prohibido a la prensa y al
público durante la totalidad o parte del proceso en interés de la moralidad, del orden
público o de la seguridad nacional en una sociedad democrática, cuando los intereses de
los menores o la protección de la vida privada de las partes en el proceso así lo exijan o en
la medida en que será considerado estrictamente necesario por el Tribunal, cuando en
circunstancias especiales la publicidad pudiera ser perjudicial para los intereses de la
justicia”. La Convención sólo antepone como excepción preservar los intereses de la justicia.

La Corte en el Caso Palamara Iribarne vs. Chile ha sostenido que:

La publicidad del proceso tiene la función de proscribir la administración de justicia


secreta, someterla al escrutinio de las partes y del público y se relaciona con la
necesidad de la transparencia e imparcialidad de las decisiones que se tomen. Por
ello, la publicidad hace referencia específica al acceso a la información del proceso
que tengan las partes e incluso los terceros 246.

Asimismo, la jurisprudencia de la Corte ha señalado, entre otros, en el Caso Castillo Petruzzi


y otros vs. Perú que:

Este derecho exige que los procesos se desarrollen en recintos a los que se tenga
acceso el público, prohibiendo circunstancias de secreto y aislamiento para el
desahogo de las diligencias procesales, sobre todo, para el caso de las audiencias247.

En este caso la Corte examinó el juzgamiento ante tribunales militares de miembros del
Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) por el delito de traición a la patria, y
consideró que se violó la garantía de publicidad porque el proceso se realizó en las
instalaciones militares cuyo acceso fue reservado.

En cuanto al supuesto en el que es posible hacer una excepción de asegurar este derecho,
la Corte ha exigido en el caso Cantoral Benavides vs. Perú que:

El Estado está obligado a presentar informaciones y argumentos para demostrar


que, en un determinado caso, se deben restringir las condiciones de publicidad del
proceso por ser necesario para preservar los intereses de la justicia248.

246
Corte IDH. Caso Palamara Iribarne vs. Chile, op. cit., párrs. 166 y 167.
247
Corte IDH. Caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú, op. cit., párr. 172; Caso Cantoral Benavides vs. Perú, op.
cit., párrs. 146 y 147, y Caso Lori Berenson Mejía vs. Perú, op. cit., párrs. 198 y 200.
248
Corte IDH. Caso Cantoral Benavides vs. Perú, op. cit. párr. 148.

86
Tabla de estándares
ESTÁNDARES INTERNACIONALES SOBRE EL DEBIDO PROCESO
DERECHO A SER OÍDO POR UN JUEZ O TRIBUNAL
Ámbitos formal y material del derecho a ser Caso Barbani Duarte y otros vs. Uruguay
oído por un juez o tribunal
Derecho a ser oído y su directa relación con Caso Niños de la Calle vs. Guatemala
el deber de investigar Las víctimas de las violaciones de los derechos
humanos, o sus familiares, deben contar con
amplias posibilidades de ser oídos y actuar en los
respectivos procesos, tanto en procura del
esclarecimiento de los hechos y del castigo de los
responsables, como en busca de una debida
reparación
Conexión directa con el deber de motivación Caso Trístan Donoso vs. Panamá
y el derecho a la defensa Caso Vélez Loor vs. Panamá
-Una debida motivación demuestra que han sido
tomados en cuenta los alegatos de las partes y que
el conjunto de pruebas ha sido analizado.

DERECHO A UN JUEZ COMPETENTE, INDEPENDIENTE E IMPARCIAL


Prohibición de crear tribunales especiales Caso Apitz Barbera y otros. Sentencia de 5 de
para el caso agosto de 2008.
Prohibición de suspensión de las garantías Caso Castrillo Petruzzi y otros. vs. Perú.
judiciales en estados de excepción Opiniones consultivas OC-08/87 y O9/87.
Extensión del juez natural en todos los Caso del Tribunal Constitucional vs. Perú
ámbitos: sea administrativa, legislativa o párr. 71.
judicial Caso Baena Ricardo y otros. párr. 124
Independencia judicial Caso Reverón Trujillo vs. párrs. 80 y 147.
Nombramientos provisionales de jueces Caso Aptiz Barbera y otros (Corte primera de
deben ser una situación de excepción y no la lo Contencioso) párr. 43
regla Caso Reverón Trujillo párrs. 117 y 118.
Juez competente sólo puede ser Caso Barreto Leiva vs. Venezuela, párr. 76
determinado por la Ley
La jurisdicción militar no es competente para Caso Loayza Tamayo vs. Perú, párrs. 61 y 62
juzgar a civiles ni para conocer de casos de
violaciones a derechos humanos
Requisitos para el ejercicio de la jurisdicción Caso Durand y Ugarte vs. Perú (párr. 117)
militar
i) tener un alcance restrictivo y excepcional; ii)
encontrarse inspirada en los principios y garantías
que rigen el derecho penal moderno y, iii) estar
encaminada a la protección de intereses jurídicos
especiales, vinculados a las funciones propias de
las fuerzas militares.

87
Limitaciones en razón de la persona y de la Caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú (párr.
materia a la jurisdicción militar 158)
La incompatibilidad del fuero militar se Caso Fernández Ortega y otros vs. México,
extiende a la propia investigación y no sólo párr. 177.
al acto de juzgar Caso Vélez Restrepo y Familiares vs.
Colombia, op. cit., párr. 238.

Independencia: cargos provisorios Aptiz Barbera y otros vs. Venezuela

DERECHO A SER JUZGADO EN UN PLAZO RAZONABLE


Derecho a ser juzgado en un plazo Caso Suárez Rosero vs. Ecuador (párr. 71)
razonable es predicable en cualquier Caso García y Familiares vs. Guatemala, op.
proceso cit., párr. 152.

Inicio del cómputo del plazo Caso Suárez Rosero vs. Ecuador (párr. 70)
Corte IDH. Caso Tibi vs. Ecuador (párr. 168)
Criterios para determinar la existencia de Genie Lacayo vs. Nicaragua (párr. 77) y
plazo razonable Masacre de Santo Domingo vs. Colombia
(párr. 164)

Pertinencia de aplicar los criterios para Caso de la Masacre de Pueblo Bello vs.
determinar la razonabilidad depende las Colombia
circunstancias particulares del caso

88
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