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SALVACIÓN/SOTERIOLOGIA

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necesidad humana de salvación y la im posibilidad última de una «auto-salva ción. Aquí


trataremos de decir positi vamente en qué consiste la salvación cristiana.

1. IMÁGENES BÍBLICAS DE LA SALVACIÓN

Entre la multitud de las imágenes bibli cas para la salvación, la figura de Abra han resulta
especialmente significativa. En los relatos del Génesis, las distintas expresiones del pecado
humano en cuentran algún acto de misericordia por parte de Dios. Adán y Eva reciben unas
túnicas de pieles (Gn 3,21), Caín obtiene una marca que le protege de ser asesinado (Gn
4,15) y Noé recibe la promesa de que nunca se repetirá el diluvio (Gn 9,12ss). Después del
episo dio del imperio de Babel (Gn 11), en el que culmina el pecado de Adán, la ac ción
salvifica de Dios consiste precisa mente en la elección de Abrahán (Gn 12). Se trata por
cierto de una elección particular, biográficamente concreta. La salvación no se presenta
como al gún tipo de norma, regulación o disci plina promulgada universalmente para toda la
humanidad, sino como un be cho histórico concreto. Esta particulari dad no es, empero,
excluyente, sino que constituye una bendición que ha brá de alcanzar a todas las familias
de la tierra (Gn 12,3). Por otra parte, la historia de Abrahán nos presenta el carácter gratuito
de la salvación. Nin gún mérito previo de Abrahán es men cionado. La salvación no es obra
hu mana, sino obra de Dios. Por eso, la respuesta adecuada de Abraháan es la fe. A
diferencia de Adán, que prefirió creer a la serpiente, Abrahán creyó las promesas de Dios,
dando lugar a una nueva forma de justicia (Gn 15,6). Ya no es una justicia basada en los
cálcu los sobre las regularidades que se ob servan en el mundo, sino una justicia que pone
su esperanza en una promesa

que viene de Dios, y que por tanto trasciende todo lo que uno por sí mis mo puede esperar.
La fe de Abrahán en la promesa no es un proceso meramen te interior, sino que entraña
constituti vamente un ponerse en camino y una ruptura con los lazos familiares y socia les
anteriores (Gn 12,1). La fe no es tampoco un proceso exclusivo de Abra hán, sino que atañe
a todo su clan y da lugar a un pueblo. No es un pueblo como los demás pueblos, sino un
pue blo que, precisamente por tener una misión universal, ha de ser distinto de los demás
pueblos, tal como se expresa en la circuncisión con la que se señala el pacto de la
comunidad abrahámica con Dios (Gn 17).

El pueblo abrahámico no era, sin embargo, un estado ni un imperio. Abrahán y sus


descendientes viven al margen de los estados contemporá neos, de los que reciben, más
bien, amenazas a su continuidad como pue blo (Gn 12,10-20; 20; 26,1-11). El relato del
Éxodo, centro de la fe de Israel, expresa justamente la salvación en términos de un
enfrentamiento en tre el pueblo abrahámico y un imperio. De nuevo se expresa aquí el
carácter histórico de la salvación. Esta historici dad es, por un lado, materialidad. La
salvación concierne claramente a la li beración de la opresión social y econó mica que
sufren los israelitas. Y la sal vación se concreta, de acuerdo con las promesas hechas a
Abrahán, en la en trega de una tierra en la que mana leche y miel», y en la constitución, en
la periferia del Imperio, de un pueblo en el que no se van a repetir las injus ticias de Egipto.
La ley antes que una exigencia es un don de Dios destinado a posibilitar una existencia
colectiva sin pobreza, desigualdad, ni dominación. La historicidad no sólo significa mate
rialidad, sino también particularidad. En un momento concreto del tiempo, un grupo
determinado de personas pobres y oprimidas experimenta una

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