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Aubenque, La Función de La Aporía en La Metafísica
Aubenque, La Función de La Aporía en La Metafísica
EN LA METAFÍSICA
Pi erre Aubenque
Cf. Hegel , al inicio de la Ciencia de la Lógica : el ser es "el inmedi ato indetermin a-
do" (unbestimmte Unmittelbare).
PIERRE AUBENQUE: LA FUNC/ON DE LA APORtA EN LA METAFtS/CA 67
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Quisiera concentrarme hoy sobre un punto que había descuidado
un poco en mis primeros estudios y que es el siguiente: si la ontología,
concretamente la búsqueda de una ciencia del ser, no puede apoyarse
sobre un tipo de argumentación legitimado por su uso científico, ¿cuáles
son los procedimientos, los tipos de argumentación, a los cuales recurren
o deben recurrir las investigaciones ontológicas? ¿Qué tipo alternativo
de discurso sustituye aquí el tipo de discurso científico, si este es de
antemano inadecuado a este tipo particular de preguntas que son las
preguntas o -diríamos mejor- la pregunta sobre el ser? A estos procedi-
mientos pertenece, en primer lugar, la llamada aporía.
El carácter aporético de la pregunta sobre el ser es afirmado por
Aristóteles en un texto muy bien conocido que se encuentra en el capítu-
lo primero del libro Z de la Metafísica: "La cuestión que se está indagan-
do desde antiguo y ahora y siempre y que siempre resulta aporética (lO
palai te kai nun kai aei zetoumenon kai aei aporoumenon), saber la
cuestión "¿qué es el ser (ti to on)?" es idéntica a la cuestión "¿qué es la
esencia (tis he ousia)?"4. Esta cuestión, que tiene dos formas, pero que
es una y la misma cuestión, fue, es y será durante los siglos de los siglos
"aporética". En su traducción, Tomás Cal va introduce una matización
dinámica que parece ofrecer la posibilidad de una salida. Escribe: la
cuestión N° 1 (Qué es el ser) "viene a identificarse" con la cuestión N° 2
(Qué es la esencia). En este sentido, podríamos ver aquí una operación
salvadora de sustitución, probablemente debida a una iniciativa del filó-
sofo y que nos permitiría sustituir una cuestión aporética, es decir -como
vamos a ver-, "sin salida", por otra cuestión que abre una perspectiva de
En la traducción alemana de Frede-Patzig (1985): "man kann sogar sagen, dass die
Frage, was das Seiende ist, eigentlich die Frage danach ist, was die ousia ist".
6 Según el testimonio de Xenophon, Sócrates "siempre preguntaba, nunca contestaba"
(Memorables, IV, 4, 9-10). Este testimonio está confirmado por Aristóteles, Refuta-
tiones sophisticas, 34, 183 b 7 sq .
Por ejemplo, Cratylos, 390 c.
Aristóteles reivindica expresamente la herencia de Sócrates en Refutationes sophis-
ticas , 11, 172 a 18-30 y 34; 183 b 7 sq.
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tivas"lo no son falsas por lo que afirman (cada una tiene una parte de
verdad), pero son falsas por lo que niegan (los otros sentidos excluidos).
Estas respuestas son parciales, unilaterales y no agotan la profundidad y
la potencialidad del ser.
Por otra parte, el ser no se reduce a una enumeración de sus senti-
dos: sería una "rapsodia", como Kant reprochará a la lista aristotélica de
las categorías , que son los sentidos del ser en su posición de predicados.
Para escapar a la diseminación, Aristóteles complementa la cuestión ini-
cial con otra cuestión, de cierta manera subsidiaria, pero que puede ayu-
dar a responder a la primera y, finalmente, la sustituirá. Esta cuestión
subsidiaria, provisionalmente sustitutiva, es: entre los sentidos del ser
¿cuál es el primero? Aquí encontramos otra dificultad: ¿qué significa
"primero" (proton)? Proton tiene varios sentidos. Es evidente que la
respuesta será diferente según el sentido de la "primacía": Se podría
decir que entre las categorías la más hermosa es la cualidad, la más útil
es la relación, la que tiene más peso es la cantidad, la más profunda o la
más productiva es la temporalidad. Cada sentido del ser tiene buenas
razones para pretender la primacía. Pero se puede reconocer fácilmente
que cada respuesta a la cuestión sobre la primacía tiene una justificación
inmanente, que prohíbe toda comparación externa con otras primacías
alternativas: la cualidad es lo más hermoso porque la hermosura es una
cualidad, la relación es lo más útil porque la utilidad es una relación, la
cantidad tiene más peso porque el peso es él mismo una cantidad, etc .
Quería mostrar por medio de estos experimentos de pensar, estas
variaciones imaginativas, que a la cuestión ¿cuál es el sentido primero
del ser? varias respuestas eran posibles y cada una con cierta legitima-
ción. Pero no puedo detener más tiempo la respuesta, por lo demás bien
conocida, de Aristóteles: el sentido primero es la ousia, to protos on he
ousia an eie (Metafísica , Z 1, 1028 a 30). Pero esta afirmación misma es
equívoca, por dos razones: la primera es que proton, como hemos visto,
es un término equívoco, y la segunda es que ousia también tiene varios
sentidos. Aquí, y de modo bastante excepcional, Aristóteles parece pro-
ceder de modo casi matemático. Proton tiene tres sentidos ll y ousia
cuatro 12. Sería preciso preguntar si cada uno de los cuatro sentidos de
ousia legitima la primacía de la ousia en cada uno de los tres sentidos de
la primacía. Hay entonces 12 cuestiones y no hay ninguna necesidad de
13 I028a33 , 37.
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14 1028 a 24. En este último ejemplo, Platón diría al revés qu e la idea de la salud es
" más e nte" qu e el hombre que participa de ella.
15 H. Bergso n, L 'energie spirituelle, al inicio.
16 ef. W. V.O . Quine, Ontological Relativity and otll er Essays, 1969.
74 SEMI NA RIOS DE FILOSOFÍA , N°S 14-15 , 2001-2002
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A una interpretación relativista de la ontología aristotélica se opo-
nen, sin embargo, dos argumentos que son intentos aristotélicos de supe-
ración de la aporía. El primero es el argumento de la causalidad. El
segundo es el que proponemos llamar el argumento de la reflexividad.
El argumento de la causalidad fue formalizado por Aristóteles mis-
mo de la siguiente forma: si en una serie de términos discontinuos uno
de estos términos, por cualquier razón que sea, pretende la primacía, esta
pretensión puede ser legitimada por y solamente por la exhibición de una
relación de causalidad entre este primero y los demás. El texto decisivo
y fundador de toda la tradición metafísica (y que fue fundador porque es
de verdad el único que ofrece una perspectiva de unificación) se encuen-
tra en Metafísica, E, 1: "Se podría preguntar (aporeseie) si la filosofía
primera tiene como objeto un género o una naturaleza única o si es
universal (katholou)" 0026 a 23 sq.). Y después de afirmar que, si existe
una ousia absolutamente inmóvil, la ciencia de esta ousia merece el
título de "filosofía primera", Aristóteles añade: esta filosofía será "uni-
versal porque es primera" (katholou oti prote) (1026 a 30-31). Por cierto,
lo primero, por eximio que sea, es una parte del todo, pero si determina y
engendra la totalidad en virtud de su causalidad propia, puede valer
como si fuese la totalidad misma. Así se constituye lo que Heidegger,
considerando que lo proton es Dios, ha llamado la "estructura onto-
teológica de la metafísica" 17.
Una última objeción sería que la causalidad es ella misma catego-
rialmente determinada. En su uso normal, que pertenece a la física, fun-
ciona dentro de una categoría y no de una categoría a otra; no es trascen-
dente a los sentidos del ser y no puede actuar para ordenar entre sí ni
deducir los unos de los otros los entes así denominados, en virtud de
estos varios sentidos. La aporía se resuelve aquí por la irrupción en una
trascendencia (de la causa prima o del primer motor), que funda cierta-
mente una teología, pero una teología que no puede ser dogmática, por la
razón de que el estatuto del Primer Motor y su relación a lo demás no