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¿Quién protege a los pueblos indígenas de la pandemia?

Nelly Luna Amancio

El pasado 13 de marzo en Iquitos, la ciudad amazónica más grande y poblada del Perú, un hombre
de 52 años acudió a un centro de salud alertado por un cuadro de fiebre y problemas
respiratorios. Se trataba de un trabajador del sector turismo que hace tan solo una semana
acompañó a un grupo de viajeros extranjeros en su paseo por diferentes lugares de interés. Los
turistas, en ese momento no presentaban síntomas de alguna enfermedad. El hombre volvió a su
hogar, interactuó con su localidad e, incluso, asistió a una fiesta familiar, hasta que comenzaron
los síntomas y acudió al médico. Tres días después, las muestras tomadas al trabajador
confirmaron que tenía la enfermedad del coronavirus Covid-19.

La historia de este trabajador expone uno de los principales vectores de la pandemia en Perú: el
turismo. Como ocurre con otros países de América Latina, esta actividad está estrechamente
vinculada a la visita e intercambio con comunidades indígenas, que las convierte en un foco
vulnerable al contagio.

Loreto, la región a la que pertenece Iquitos, concentra 31% de la población indígena amazónica.
Aunque las autoridades no dieron detalles, el protocolo indica que, luego de conocerse el primer
caso en Iquitos, se debió identificar con rapidez dos rutas: la que siguieron los turistas y la que
tomó el trabajador. Solo así podrán tomar más muestras y reducir la expansión del coronavirus.

Los epidemiólogos del mundo alertaban sobre una pandemia. Los modelos incluso mostraban
focos potenciales. En un mundo en el que se realizan más de 100,000 vuelos al día no habría forma
de contenerlo. Lo sabíamos, pero en América Latina se hizo poco para garantizar el acceso a
servicios básicos elementales para los más pobres.

La respuesta de la mayoría de gobiernos latinoamericanos a la expansión del Covid-19 ha sido la


declaración de cuarentenas, el impulso de una campaña sanitaria y el cierre de fronteras. Las dos
primeras absolutamente necesarias para evitar la propagación del virus y que este alcance a
sectores aún más vulnerables. Las segundas, son nuevamente medidas pensadas para zonas
urbanas.

La pandemia visibiliza las deficiencias de nuestros Estados. Ojalá a futuro, nos ayude a entender
que aún debemos hacer más, y que la atención de los pueblos indígenas debería estar en la
primera línea de prioridad

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