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2021 J. Ricardo Castañón Gómez


Es propiedad del Autor
Quedan reservados los derechos de propiedad bajo registro.

Depósito Legal

ISBN

Primera Edición internacional. México, enero de 2021


Grupo Internacional para la Paz

Solicitudes:
www. latiendadeldiscipulo.com
mabamec@gmail.com

Carátula: René Romero Romero


Autorización de imagen: 123 RF ID y Factura
11326084BY1559632 29.10.2020

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3
Premisa:
De acuerdo al Decreto publicado por la
“Congregación para la Doctrina de la Fe”, A.A.S.58.1186,
aprobado por SS. Pablo VI, el 14 de octubre de 1966,
se establece que no se requiere ni el Nihil Obstat ni el Imprimatur,
para la publicación de Revelaciones privadas,
siempre que no contradigan la Doctrina de nuestra Fe y la moral.

“No extingan el Espíritu;


no desprecien las profecías;
examínenlo todo y quédense con lo bueno”
(1Tes5, 19-21)

Para

Deseando que la pureza de tu alma,


sea una Primicia que perfume
el Nuevo Amanecer que ya se anuncia.
Con mis mejores deseos,

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CONTENIDO

PRESENTACIÓN 11
INTRODUCCIÓN 23

CAPÍTULO 1
ASCÉTICA, MÍSTICA Y TEOLOGÍA ESPIRITUAL 32
1.1, Ascesis 37
1.2. La Contemplación: Insigne objetivo 39
1.3. La Contemplación 40
1.4. Contemplación Adquirida e Infusa 46
1.5. Teología Espiritual o Espiritualidad 48
1.5.1. La Experiencia Mística 49
1.5.2. Cuestión de Fe 51

CAPÍTULO 2
TEOFANÍAS: MANIFESTACIONES DE DIOS 53
2.1. Teofanías 53
2.2. El Ángel del Señor 55
2.3. Cristofanías 56
2.4. Mariofanías 57
2.4.1. María: Madre nuestra 58
2.4.2. Sentido y Significado 60

CAPÍTULO 3
EXPERIENCIAS MÍSTICAS ACTUALES 63
3.1. ¿Son posibles las Revelaciones hoy? 64
3.2. Revelaciones públicas y privadas 67

5
3.2.1. Revelación pública 68
3.2.2. Revelación privada 69
3.3. Mensajes 71

CAPÍTULO 4
PALABRAS INTERIORES 77
4.1. Ascesis en el desierto 77
4.2. Rhema: La palabra que ilumina 80
4.3. Voces en el silencio 82
4.4. Locución interior 84

CAPÍTULO 5
MENSAJEROS DE SU PALABRA 89
5.1. Un Designio especial 89
5.2. Faustina Kowalska (1905-1938) 94
5.3. Patricia: Mensajera de Su Palabra 97
5.3.1. Su Misión 105
5.3.2. Caminando con María 106

CAPÍTULO 6
JESÚS: PRIMICIA DE TODO LO CREADO 111
6.1. El Fruto más temprano 112
6.2. Jesús: Primicia en todo tiempo 113
6.3. Primicia espiritual 115
6.4. Dios: Bendición Eterna 117
6.5. Nuevos Tiempos para la Humanidad 118

CAPÍTULO 7
PRIMICIAS DEL CIELO 119
7.1. Primicias de un Nuevo Amanecer 120
7.1.1. Perdón y Amor 121
7.1.2. Sí al Bien, no al mal 123
7.2. Preparación 125

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CAPÍTULO 8
APÓSTOLES DE LA NUEVA HUMANIDAD 129
8.1. El Apóstol 130
8.2. La Hora de los Laicos 132
8.3. Desafíos actuales 134
8.4. Elegidos para este Tiempo 137

CAPÍTULO 9
APÓSTOLES DE LOS NUEVOS TIEMPOS 141
9.1. Apóstoles y Discípulos de ayer 141
9.2. Apóstoles para hoy y mañana 145

CAPÍTULO 10
VIDA EN DIOS 151
10.1. Existir sin Dios 151
10.2. Nueva Vida: Vida en Dios 153

CAPÍTULO 11
DIOS: PADRE DE TODA LA HUMANIDAD 161
11.1. Creo en Dios Padre 162
11.2. Dios es Amor 163
11.3. ¿Amas a Dios? 169
11.4. El Pecado: Holocausto de Almas 172
11.5. Nuevo Amanecer 173
11.6. Consagración al Padre 178

CAPÍTULO 12
CRISTO: MISERICORDIA DIVINA 181
12.1. El Esplendor de una Palabra 181
12.2. ¿Dónde está tu hermano? 184
12.3. Jesús: Su Nombre es Misericordia 185
12.4. Jesús: En Ti confío 187
12.5. Una milésima de segundo 188

7
CAPÍTULO 13
EL ESPÍRITU SANTO Y LA SANTÍSIMA TRINIDAD 195
13.1. Dios: Uno y Trino 194
13.2. La Luz del Espíritu Santo 195
13.3. El Espíritu Santo es una Persona 197
13.4. María y la Devoción a la Santísima Trinidad 199
13.5. Consagración a la Divina Trinidad 200

CAPÍTULO 14
MADRE SOY DE LA HUMANIDAD 205
14.1. Al pie de la Cruz 205
14.2. Madre Peregrina 207
14.3. La Oración 210
14.4. ¿Qué es la Oración para el Espíritu Santo? 211
14.5. El Santo Rosario: Arma poderosa 213
14.6. La Madre nos llama 216

CAPÍTULO 15
SANTA MARÍA DE GUADALUPE 221
15.1. No tengan miedo 223
15.2. Consagración al Inmaculado Corazón de María 225
15.3. ¿Qué significa Consagrarse al Corazón Inmaculado 227
de María?
15.4. Consagrarse hoy 229
15.5. Santa María de Guadalupe para México y el Mundo 229

CAPÍTULO 16
IGLESIA Y EUCARISTÍA 235
16.1. La Santa Eucaristía 238
16.2. Mística Eucarística y Ciencia 240
16.3. Milagros Eucarísticos 241
16.4. Carne y Sangre en una Brizna de Pan 242
16.5. Presencia Viva y Acción del Espíritu Santo 245

8
16.6. Las Enseñanzas del Cielo y la Iglesia de Jesús 248
16.7. Adoración 253

CAPÍTULO 17
TIEMPOS DE CAMBIO 255
17.1. Cambio y Devenir 256
17.2. Valor y Antivalor 257
17.3. Las preocupaciones de nuestra Iglesia 261
17.4. Dios no hace nada sin anunciarlo a través de Sus Profetas 263
17.5. Pensar en la Tribulación 265

CAPÍTULO 18
DIOS LLAMA AL MUNDO 273
18.1. Luz en la conciencia 276
18.2. Segunda venida 278
18.3. La Nueva Alborada 280

RECONOCIMIENTOS 283

BIBLIOGRAFÍA 285

9
10
PRESENTACIÓN

C
ontemplando la dinámica social y cultural que hoy nos rodea,
constatamos fácilmente que vivimos un momento novedoso en
la historia de la humanidad. Los cambios profundos y veloces
provenientes de la ciencia y de la tecnología han dado lugar a una cultura
denominada “digital”, muy enraizada en la Informática, los Sistemas
audiovisuales y la Telecomunicación.

Computadoras, internet, multimedias, realidad virtual y aumentada,


hipertextos, inteligencia artificial, tabletas, teléfonos relojes inteligentes,
entre otros, son parte de la vida cotidiana. Todo es resultado de la capacidad
cognitiva del individuo creativo. Ahí están los artilugios digitales, afectando
la vida en muchas formas, varias positivas y otras no siempre.

Podemos estar muy informados, estudiar de manera virtual, gozar de


una comodidad tecnológica jamás vista; trasladarnos de un país o de un
continente en pocas horas, y también conocer más del espacio y de los
planetas con incursiones admirables cada vez más rutinarias.

Algunos países gozan de los frutos de la industrialización y del bienestar


económico en muy buena medida, pero son los menos en relación a la
población mundial. Esa afortunada situación no ha llegado a tres cuartas
partes de la humanidad que sufren límites económicos notables. Dos
mil millones de personas viven con dos dólares americanos al día, y mil
millones con uno. Pobreza y hambre, son dos constantes que ensombrecen
las conquistas logradas porque no benefician a los más necesitados.

A ese aire cibernético y tecnológico que hoy vivimos, se ha unido un


sentimiento bastante álgido de libertad, a menudo extremo, junto a un
permisivismo desconcertante que desafiaba aquellos principios que
consolidaron la cohesión y legitimidad social durante siglos, siendo la vida
moral y los valores espirituales las principales víctimas. Esa “libertad” se

11
extendía también porque el progreso económico permitía comprar toda
forma de placer y bienestar.

Pero poco a poco, con un pensamiento más reflexivo ante la ecología, por
ejemplo, se ha ido comprendiendo que no se puede producir y producir
sin empeorar la salud del planeta, sin asumir el riesgo de convertirlo en un
depósito de desechos tóxicos contaminantes.

Dentro de ese marco, el hombre moderno caminaba triunfante por las vías
del desarrollo con un sentido de autosuficiencia que lo llevó a considerarse
gestor del planeta, expulsando a Dios de su propia creación, como lo hacen
regularmente científicos de altísimo nivel académico y cuya opinión es
muy seguida por millones de personas.

Esta “independencia” (sin Dios todo es posible), encendió un sentido


de arrogante supremacía dividiendo los países en desarrollados y
subdesarrollados; fuertes y débiles; cultos e ignorantes; de primer mundo,
de segundo, tercero, cuarto. Dentro de la Unión Europea para no herir
sentimientos con mayor descortesía, hablan de países que van a “primera
marcha o a segunda”.

Se derribó el muro de Berlín en 1998 con un gran sentido de justicia


y equidad, pero luego se empezaron a construir otros para que “los
necesitados” de otras naciones (emergentes) no se convirtieran en amenaza
a su intocable comodidad.

Había un sentido extremo de “autosuficiencia”. Hasta que, indiscretamente,


irrumpió un huésped indeseable y mortífero a escala mundial con una
identificación precisa: “Covid-19”. Un virus impertinente e inclemente
que puso rápidamente en evidencia la “fragilidad humana”, mostrando
tácitamente que el individuo no podía superarlo todo, y que los poderosos
ya no podían jugar a ser dioses, estaban desnudos y enfermos como muchos
de aquellos pobres que conocían solo por datos estadísticos.

Cambia así la textura social a gran velocidad. Las ciudades se vacían, los
ciudadanos están obligados a confinarse; miran con melancólica nostalgia,
desde sus ventanas, aquel mundo que era suyo y que ahora les parece más
lejano.

Pero hay un consuelo en casa y en la oficina: “la interconexión”. “No


estaremos totalmente aislados” -piensan. Podremos estar interconectados,

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aunque no nos veamos físicamente. Empieza así una revolución virtual a
escala planetaria.

El ciberespacio ofrece opciones, sí, y podemos beneficiarnos mucho de ello,


por ahora. Pero como somos contingentes, y somos un constante devenir,
todo puede cambiar, pues mucho no depende únicamente de la voluntad
humana y de la buena intención, ni siquiera de la perfección tecnológica.
Científicos de la NASA y de otros ámbitos académicos como Vassilis
Angelopoulos (2020), profesor de Física espacial de la Universidad de
California, advierten que las “erupciones solares”, dan origen a “tormentas
magnéticas”, que no son raras y se verifican en áreas suficientemente
próximas a la tierra como para afectarla.

La conclusión científica confirma que estas tormentas, están en grado


de destruir los sistemas electrónicos de cientos de satélites en órbita,
ocasionando estragos en las redes eléctricas y en los sistemas de
comunicación. Esto, debido a que los vientos solares procedentes del sol
impactan la magnetósfera que circunscribe nuestro planeta, dando lugar
a tormentas magnéticas con un contenido de corrientes eléctricas de alta
potencia. Esta experiencia ya se registró en 1921, cuando estas tormentas
solares interrumpieron todo el sistema de comunicación telegráfica,
ocasionando un incendio que destruyó totalmente la Estación de trenes de
Nueva York. En 1972, los astronautas de las naves Apolo 16 y 17 dieron
referencia de las mismas.

Es así que ni el ciberespacio ni la vida cotidiana terrestre nos ofrecen


seguridad perenne en los sentidos que esperamos. Descubrimos hoy con
preocupación, que el gran desarrollo “es reversible”, los países más ricos
y potentes pueden colapsar, pensemos en una interrupción eléctrica en
megalópolis como Tokio, Londres, Nueva York, México.

El poder no lo domina todo, ahora el individuo importa, los líderes ricos


también pueden ser víctimas del Covid-19 como cualquier otro pobre y
abandonado en otro ángulo de la tierra. Podrán ser atendidos mejor unos
que otros, pero el virus no perdona, embiste como enemigo implacable, sin
piedad alguna.

Confirmamos así la intuición de John Gray (2020), cuando afirma que la


“globalización” a la que tanto se cantó, puede gestar también una hija que
arrincona llamada “desglobalización”, poniendo en evidencia que “nada

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de lo terreno es seguro e inamovible”, todo es cambio y devenir como
enseñaba Heráclito.

Así, la libertad soñada disminuye el volumen de su canto victorioso: “Ya


no puedes salir donde quieras, tampoco viajar donde se te antoje”. Tus
decisiones ya no son totalmente tuyas. A tu alrededor se van levantando, cada
vez más, nuevos sistemas de “biovigilancia”. Los objetivos aparentemente
son nobles, pero en algún grado invaden la privacidad de los individuos
que no saben, al final, qué ocurrirá con la información recolectada. Con la
excusa de rastrear la enfermedad, podrán ingresar como invisibles intrusos,
en lo más íntimo de la vida cotidiana de uno y de muchos.

Se cerraron las Iglesias, se suspendieron las Eucaristías; el católico no tenía


acceso al Sacramento más importante en su vida de Fe. Pronto se abrieron
los centros comerciales y los servicios bancarios, pero los recintos de Fe
no recibieron la misma deferencia. Todo lo visto hasta hoy, es un atisbo
preventivo, de lo que puede suceder en el futuro.

El Papa Francisco, en su reciente Encíclica “Fratelli Tutti” (2020),


preocupado por las “tendencias mundiales”, hace un llamado a la reflexión,
invitando a descubrir la “fraternidad universal”. Denuncia el “capitalismo
salvaje” que degrada la dignidad humana a beneficio de una ciega
producción que discrimina generando descartes: las personas no sirven por
su color de piel o porque son migrantes, viejos o no nacidos. Se ejerce una
economía que produce esclavos. Se cierran las naciones, y dentro de las
naciones sus propias culturas, van eliminando sólidos conceptos de unidad,
a causa de anacrónicos nacionalismos resentidos, exasperados y agresivos.
Así se forman nuevas formas de egoísmo y pérdida de la dimensión social
solidaria en nombre de una falsa defensa de intereses nacionales.

El progreso cultural, junto a las conquistas científicas y tecnológicas han


prestado grandes servicios a la humanidad, empero, la distribución de los
beneficios no ha llegado al mundo de manera proporcional. A nivel global es
fácil constatar la diferencia bajo los conceptos de riqueza-pobreza; cultura-
ignorancia, salud-enfermedad; instrucción-analfabetismo; totalitarismo-
democracia y mucho más.

En niveles más individuales y subjetivos: estrés, depresión, soledad,


angustia, drogadicción, violencia intrafamiliar, feminicidios, separaciones,
divorcios, entre otros, son términos de alarma encendida que nos hacen

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comprender lo mucho que falta para conquistar el sentido de paz y bienestar
interior que todos añoramos.

A esto, agreguemos un virus despiadado que, junto a filosofías de la


desesperación que destierran a Dios de su Propia Creación, proponen un
panorama muy preocupante para la condición humana actual.
Yo he conocido hasta mis cuarenta y cuatro años el “Existencialismo ateo”
de Jean Paul Sartre (1905-1980), que nos orientó hacia un compromiso social
notable, pero totalmente ausente de Dios. El humano era un “ser arrojado al
mundo”, sin “esencia” anterior alguna que justificara su existencia. La vida
era una angustiosa lucha en busca de sentido para poder existir en libertad.
Antes que Sartre, el gran filósofo y teólogo danés Søren Aabye Kierkegaard
(1813-1855), preocupado por la existencia humana, ya había puesto un
notable acento en la desesperación y en a la angustia (Garff, 2005).
Retomaría el concepto Martin Heidegger (1889-1976), quien, en su obra
famosa “Ser y tiempo” (1997), intentó otorgar respuestas a sus preguntas
sobre el “sentido y no sentido del ser”. Sin embargo, en su “Introducción
a la Metafísica” (1953), proponía la figura de un ser humano “sin hogar,
sin abrigo, indefenso” (Unheimlich), arrojado a la aventura terrena en un
entorno inclemente. ¿Dónde quedaba la ilusión y la esperanza?
Por su parte, Arthur Schopenhauer (1788-1860), conocido por el “pesimismo
filosófico” que caracterizaba su pensamiento, en su famosa obra: Die Welt
als Wille und Vorstellung (El mundo como voluntad y representación,
2016), otorgaba un lugar de privilegio a la “voluntad”, pero la definía como
ciega, inoperante, sin criterio racional, absurda y fuente de sufrimientos
inagotables.
Su pensamiento influyó mucho en el gran filósofo y matemático Ludwig
Wittgenstein (1889-1951), quien, dentro del famoso “Círculo de Viena”,
inspirado en otorgar mayor fuerza al “empirismo racional o neopositivismo”,
para el cual la única forma de verdad es tangible y verificable; llegó a
decir por ello que la Teología era pura metáfora, porque no contaba con
forma alguna de comprobación experimental. En su Tractatus lógico-
philosophicus (2001) escribió: “La fe en el nexo causal es superstición”
(Der Glaube an der kausalnexus is der Aberglaube” (5.1361).
Sus aseveraciones fueron tácitas, levantando sólidas murallas contra el
pensamiento pío espiritual. Pero pocos profundizaron su vida interior
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inquieta, envuelta en una búsqueda constante de significado, incluso
dentro de en un misticismo que él mismo pregonaba sin lograr entenderlo a
cabalidad. Era una mística que le resultaba “indecible”. En algún momento
entendía Dios o lo místico como el sentido del mundo o el destino, pero en
otros lo personalizaba mayormente.

Este no es el contexto para profundizar en mayores detalles, pero la referencia


es fundamental. Muchos de estos personajes que han estimulado la verdad
experimental como única, soslayando su Fe en Dios, tenían inquietudes
(espirituales) profundas que no supieron orientar adecuadamente, ni hubo
quien se pusiera a su lado para orientar su genuina búsqueda.

Su maestro Bertrand Russel (1872-1970) que hizo el prólogo de su Tractatus,


estaba alarmado por la corriente mística del pupilo, con quien luego no
mantendría relación alguna. Pero él mismo, reflexionaría con nostalgia
sobre la soledad y el sinsentido en sus últimos años de vida.

Jean Paul Sartre, el “papa del Existencialismo ateo”, mientras estaba


prisionero en el Stalag 12D de Tréveris (Alemania), escribió en 1940, la
obra “Barioná, el hijo del trueno” que pocos de sus seguidores comentan
porque trata de la Encarnación de Jesús. La representó en la Navidad de
ese año.

La obra fue tan sublime en su contenido espiritual, que el teólogo católico


René Laurentin (2004) escribió: “Sartre, ateo deliberado me ha hecho ver
mejor que nadie, si exceptúo los Evangelios, el misterio de la Navidad. Por
esta razón le guardo un inmenso reconocimiento” (p.10).

¿Por qué un empirista como Wittgenstein y un ateo como Sartre, entre


tantos otros, tocan las puertas de la Trascendencia? ¿Mera curiosidad de un
cerebro racional? ¿Por qué los ateos hablan tanto de Dios, aunque no sea
a favor?

Me parece que la respuesta viva y precisa la encontramos en nuestro


Catecismo de la Iglesia Católica:
“En lo más profundo de su conciencia el hombre descubre una
ley que él no se da a sí mismo, sino a la que debe obedecer
y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su
corazón… La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario
del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en
lo más íntimo de ella” (CIC n.1776).

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Seguramente esta misma voz interior es la que motivó al gran sociólogo
Zygmunt Bauman (2003), quien, bajo el concepto de modernidad líquida
quiso calificar a una sociedad moderna relativista, alejada de valores sólidos
y sumergida en lo provisional y en la insatisfacción.

Y más recientemente, muchos autores, también motivados por la pandemia


inclemente que agrava otros contenidos de la vida humana, levantan sus
voces críticas para denunciar el desconcierto en el que vivimos a causa de
una carrera materialista ciega e individualista, que ha dejado de lado los
valores de convivencia amorosa entre humanos.

Amin Maalouf (1949- ), pensador francolibanés, economista, periodista,


escritor, miembro de la Academia Francesa, es uno de ellos. Algunos de los
títulos de sus obras ya definen su preocupación: Identidades asesinas; El
Desajuste del mundo; Los desorientados; El naufragio de las civilizaciones;
Los jardines de Luz; Nuestros inesperados hermanos, su obra reciente
y una distopía que insinúa con claridad la crisis que en la actualidad la
humanidad vive.

En una entrevista reciente con Juan Cruz (2020), dijo: “hemos recorrido
un buen trecho del camino a la autodestrucción… la gente se ahoga en su
propia identidad y en la lucha con los demás… Hará falta un milagro para
que este planeta vuelva a ser un buen lugar para vivir”.

Como economista con profundo pensamiento social, no ha propuesto un


proyecto macroeconómico, espera un “Milagro”, pues no ve en el humano
el potencial para salir de la tiniebla en la que se ha sumergido.

¿Podemos esperar un Milagro como él pregona?

Los creyentes creemos que sí, y conocemos Quien puede hacerlo: Jesús, el
Hijo Vivo de Dios Vivo.

Cuando Jesús se apareció a Faustina Kowalska (1905-1938), encomendándole


la Misión de propagar la “Confianza en Su Misericordia”, en cierta ocasión
le dijo:

“La humanidad no conseguirá la paz,


hasta que se dirija con confianza, a Mi Misericordia” (Diario n.300).

En una conversación personal con el padre Serafín Michalenko (2014),


que fue vicepostulador para la causa de canonización de Sor Faustina, me

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explicó que el término más correcto para traducir el vocablo polaco era
“seguridad” en vez de “paz”.

Dicha expresión, entonces, ¿no será una referencia que va conforme a los
tiempos que vivimos en la actualidad? En el fondo significaría que, si la
humanidad no vuelve a la Fuente de Cristo, no hallaremos ni la seguridad
ni la paz que ahora tanto aspiramos.

Se entiende entonces de qué Milagro hablamos. Busquemos el Camino,


la Verdad y la Vida: Jesús (cf. Jn14,6), porque Él vino para traernos vida,
y vida en abundancia (cf. Jn10,10); además, el que vaya a Él: no tendrá
hambre, el que crea en Él jamás tendrá sed” (cf. Jn6,35).

Mas todo ello solicita un despertar espiritual que por hoy, en gran medida,
se encuentra absorbido y narcotizado por el fervor materialista, placentero
e instantáneo que hoy se pregona. Por eso resulta oportuno reflexionar
sobre la sabia enseñanza de San Pablo: “En cambio el fruto del Espíritu es
amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre,
dominio de sí” (Ga5,22-23).

La “inseguridad” que vivimos es la consecuencia de la “ausencia de Dios”


en nuestras vidas. Buscamos respuestas trascendentales en un mundo finito,
en vez de recurrir a la Única Fuente de Alcance Infinito y Eterno.

Seguramente todos tocamos muchas puertas en busca de “sentido”, sin


embargo, el panorama observado no revela que hubiéramos encontrado las
respuestas finales, y caminamos “como ovejas sin pastor” (Mt9,36).

No obstante, debemos recordar que tenemos un Padre “Vivo”, pendiente


de nuestra situación. Por eso, y seguramente al igual que Moisés en su
tiempo, a cada uno de nosotros podría volver a decirnos: “Bien vista
tengo la aflicción de mi pueblo…, he escuchado su clamor y conozco sus
sufrimientos… he bajado para liberarlos y llevarlos a una tierra que mana
leche y miel…” (cf. Ex3,7-8).

Y, en un pletórico despertar espiritual, nuestra época se enriquece con miles


y miles de “manifestaciones místicas” en todo ángulo de la tierra, como
jamás ocurrió en tiempo alguno de nuestra Historia Sagrada.

¿Experiencias místicas?

18
Sí, tal como suena. La experiencia mística “da testimonio vivo, también
hoy, de la realidad visible que Dios hoy permite, por medio de revelaciones
privadas en forma de Apariciones de Jesús y de María, principalmente,
aunque también de Santos y Ángeles, visiones, voces interiores conocidas
como “locuciones”, Milagros Eucarísticos, efusiones de lágrimas o sangre
en imágenes, etc. Una variedad de signos que desafían la razón y la fe.

En el AT las manifestaciones fueron muy comunes, no solo por medio de


un profeta, sino que el mismo pueblo las observaba. Pensemos en Moisés
o Elías. En el NT los prodigios de Cristo son múltiples e indiscutibles. La
Resurrección de Lázaro y la del mismo Jesús son tópicos extraordinarios. El
creyente va comprendiendo que, “Nada es imposible para Dios” (Lc1,37).

Los primeros siglos del cristianismo vivieron bajo esta Luz y convicción.
Pero llegaron tiempos en los que el racionalismo humano adquirió
mucha fuerza, “debilitando” la concepción que el pueblo tenía de Fe.
Y el conocimiento “invisible” de Dios fue cambiando a beneficio del
conocimiento material, visible, palpable, sometido a peso y a medida. El
empirismo de los nuevos científicos desde el siglo XV hasta el presente,
fue ganando espacio sin que los defensores de la Fe pudieran mantener
el mismo nivel de convicción. La llamada “Ilustración” ganaría amplios
espacios afirmando más el pensamiento racionalista materialista que el
metafísico.

Todo ello dio lugar a una “secularización” del pensamiento, tanto en la


cultura como en la misma religión, y los efectos los vivimos en estas
generaciones, a tal punto que las “Manifestaciones Místicas” modernas han
sido ignoradas en más del 95%, víctimas de una vaciedad espiritual y de un
nihilismo, que hiere e impide el crecimiento de millones de creyentes que
podrían haberse beneficiado de estas iniciativas generosas de Dios.

PEDAGOGÍA ESPIRITUAL
Esta obra, quiere acercar al lector a una experiencia particular, la de Patricia,
pero dentro de un recorrido histórico, bíblico, evangélico, antropológico,
cultural y sobre todo “pedagógico”, totalmente unido al Dogma de nuestra
Única Iglesia, Católica y Apostólica (CIC n.811).

La razón de esta publicación, no nace de una iniciativa personal, es la


respuesta a las solicitudes que vienen del Cielo, con el propósito de

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favorecer la extensión de un Mensaje de Amor y Cambio, invitando a todo
hijo de Dios a redescubrir su origen primigenio, comprendiendo que “su
vida”, no es una consecuencia de avatares circunstanciales, como ciertos
filósofos y científicos insinúan, y muchos les creen, sino el Fruto precioso
de un Dios Padre y Creador que le dio vida “con toda intención”, porque
lo ama y lo anima, a través de la experiencia terrena, a vivir en aquella
amorosa Voluntad Divina que le abrirá las puertas de la vida eterna.

Los Mensajes recibidos por Patricia, contienen una “pedagogía humana


y espiritual” específica que queremos resaltar y compartir, porque están
destinados a todos los hijos de Dios de esta época, que buscan Luz para
entender los cambios y transformaciones que hoy vivimos y que anuncian
“Nuevos Tiempos”.

Quisiéramos recordar en este momento, la hermosa experiencia de Juan


y Andrés mientras se encontraban conversando con Juan Bautista, quien,
al ver que Jesús pasaba dijo: “He ahí el cordero de Dios” (Jn,1,36). Al
escuchar estas palabras, seguramente muy conmovidos, inmediatamente
siguieron a Jesús (cf. v.37).

El Evangelio de Juan, uno de los protagonistas de la vivencia, nos ilustra la


circunstancia en estos términos:

- “Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: “¿Qué buscan?”


- Ellos le respondieron: “Rabbí” -que quiere decir Maestro - ¿dónde
vives? (v.38)
- Les respondió: “vengan y lo verán”. Fueron, pues, vieron dónde vivía
y se quedaron con Él aquel día. Era más o menos la hora décima”
(v.39).

Según el Diccionario de la Biblia (2003), la transcripción del hebreo y del


arameo “rabbî”, significa “señor mío”, “maestro mío”, término que también,
en esa época se atribuía a los doctores de la Ley (cf. p.1296).

De la transliteración del arameo “rabbûnî”, nos llega la expresión “rabboni”


cuando María Magdalena reconoce al Señor ya resucitado (cf. Jn20,16).

El concepto es muy oportuno en este momento, porque cuando Juan y


María Magdalena se refieren a Jesús en dicho término, están reconociendo
al Maestro, al Señor que está en grado de enseñar.

20
Recordemos las palabras de Marcos:

“Llegaron a Cafarnaúm, y Jesús empezó a enseñar en la


sinagoga durante las asambleas del día sábado. Su manera
de enseñar impresionaba mucho a la gente, porque hablaba
como quien tiene autoridad, y no como los maestros de la ley”
(Mc1,21-22).

Y ¿a quiénes enseñaba el Maestro?

Es a Su alrededor que se van formando sus primeros “discípulos”. El origen


latino de “discipulus”, designa a aquel que se deja enseñar y aprende.

Cuando Juan y Andrés lo llaman Rabbí, han reconocido al Señor y al


Maestro, por eso difunden la noticia. A Él ya lo esperaban, y lo siguen, se
quedan con Él porque querían aprender Sus Enseñanzas.

La experiencia tuvo que haber sido tan importante para Juan, que hasta
resalta el instante: la hora décima, correspondiente a las cuatro de la tarde
para nosotros. Los discípulos recibían las enseñanzas del Maestro, lo seguían
fielmente, aplicando a su estilo de vida aquello que iban aprendiendo. En
tiempos sucesivos, llevarían Su Palabra hasta los confines de la tierra.

Los Mensajes que tienes en tus manos, contienen un denominador común


que los une a todos los impartidos por Jesús y María en sus Apariciones en
los últimos tiempos:

La Conversión, el Cambio de vida, Dios como centro de


nuestras vidas, dentro de un estilo de vida que busca la
Santidad, Camino seguro que conduce a la Vida Eterna.

Pero en cada caso, existen algunas indicaciones particulares. Lourdes,


Fátima, Padre Pío, Faustina Kowalska, por ejemplo, tuvieron misiones
específicas. De la misma manera, dentro de una referencia común que nos
lleva siempre a la Palabra de Dios en el Antiguo y Nuevo Testamento, nos
ofrece nuevas luces e indicaciones para vivir la Palabra de Cristo en estos
tiempos donde términos como santidad, pureza, oración, sacrificio, ayuno,
ascesis, se relativizan con sorprendente puerilidad.

Las Palabras que llegan del Cielo, de manera distinta a Mensajes anteriores
que enfatizaban el “Fin de los Tiempos”, anuncian más bien “Nuevos
Tiempos”, lo que otorga a su contenido una distinción original. Además,

21
dentro de un marco de luminosa esperanza, nos traen el perfume de unas
“Primicias que anuncian un Nuevo Amanecer”. Los temas tratados a lo largo
de dieciocho capítulos, son los fundamentales en la Pedagogía Espiritual
con la que Dios, hoy, ha querido bendecir nuestras vidas.

Pero la Palabra de Dios es dinámica, es una semilla que siembra para dar
frutos, y en abundancia. Para eso busca Apóstoles de Jesús el Resucitado,
dispuestos a llevar las enseñanzas que nacen en la vertiente de Su Gracia,
a aquellos corazones que, a pesar de las turbulencias de nuestra sociedad
moderna, confían y esperan, porque se saben hijos de un Dios vivo que
jamás abandona a los Suyos.

Que ese Amor que llega a través de estas Palabras te bendiga y el Espíritu
Santo guie tu vida en la Esperanza, la Gracia y la Santidad.

Dios ha creado la Eternidad también para ti. Junto a las Personas Divinas
de la Santísima Trinidad y la Santa Madre, te espera en el horizonte nuevo
que ahora te propone, para abrazarte, si lo aceptas, con Su Amor eterno.

Ricardo

México, enero de 2021

22
INTRODUCCIÓN

O
bservando el itinerario humano en sus miles de años de cultura y
civilización, tendremos muchas razones para admirar su quehacer.
En la actualidad vivimos una época que ha gestado un trayecto al
que le ha otorgado, incluso, nombre propio “Cultura digital”, términos que
dibujan con nitidez una característica de esta época: el progreso tecnológico,
el avance científico y la amplificación de la información.

Si en este instante el amable lector toma conciencia del ambiente que le


rodea, es posible que reconozca primero su teléfono celular, su computadora
o su tableta, muchos utilizan relojes inteligentes; un joven podría tener
conectados a sus oídos unos auriculares (que sus abuelos jamás habían
conocido), escuchando la música de su preferencia. La tecnología está tan
incorporada a nuestra vida cotidiana y al mismo cuerpo, que nos parece
una extensión del mismo. Es posible que, si una persona sale de casa muy
de prisa, y comprende que ha olvidado su celular, probablemente retorne
inmediatamente en su búsqueda porque sin él, algo o mucho faltaría.

Si dilatamos la mirada hacia otros objetos o circunstancias, veremos


aviones que nos trasladan de un continente a otro en pocas horas, cuando en
el pasado en un barco tomaríamos semanas y semanas para lo mismo. En
el pasado se contemplaba la argentada luna con un romanticismo mágico
que animó cantos y poemas muy encendidos durante siglos, no obstante,
hoy, el saber nos avisa que ese suelo lunar dejó de ser impoluto porque el
humano dejó sus huellas de pasos y saltos, anunciando, además, nuevas y
futuras incursiones.

Los viajes espaciales nos han revelado secretos inimaginables del universo
y podemos saber mucho del movimiento sideral, de la formación de nuevas
estrellas, calcular el número de galaxias y quedar sorprendidos ante un
universo tan extraordinario y siempre en extensión, tal como la misma
ciencia lo confirma.

23
Probablemente, en su tiempo, fue esa toma de conciencia vehemente ante la
percepción de un mundo portentoso puesto a disposición de todo humano,
que invitó a cantar al Salmista en los siguientes términos:
“Al ver tu cielo, hechura de tus dedos, la luna y las estrellas, que fijaste tú,
¿qué es el hombre para que de él te acuerdes, el hijo de Adán para que de él
te cuides? Apenas inferior a un dios le hiciste, coronándole de gloria y de
esplendor; le hiciste señor de las obras de tus manos, todo fue puesto por ti
bajo sus pies” (Sal8,4-7).
Sí, pensar en el origen de la vida, en el esplendor del universo ha sido
siempre tema de gran debate. ¿De dónde viene el humano? ¿Cómo se creó
el universo?
El ser humano se distingue por sus altas facultades cognoscitivas, aprende,
piensa, razona, comprende, elabora teorías, conceptos, descubre leyes, las
generaliza. Con esos recursos y con toda libertad orienta su pensamiento y
su acción consecuente.
Cuando accedemos a la lectura de los famosos poemas épicos antiguos
como por ejemplo “La Ilíada” y “La Odisea”, atribuidos a Homero (s.VIII
a.C), encontramos un cúmulo de dioses que intervienen a favor o en contra
de ciertos personajes terrenos. Los habitantes de la tierra se comportan de
manera leal ejerciendo un comportamiento religioso de culto, sacrificios
y oraciones perennes. Pero estos dioses a veces caprichosos y extremistas
en muchos casos, son fruto de creaciones poéticas que sirven al autor para
ofrecer al lector de la época un contexto como fruto de su pensamiento
creativo.
Basados en esa fantasía creativa, los devotos griegos construyeron templos
para sus dioses, como los egipcios, romanos, mayas, incas y muchos más.
Esta “imaginación colectiva” parecía la voz de un interior natural que le
sugería un “algo más” que todavía había que descubrir.
Cuando Dios se revela a Abraham, a Jacob, a Moisés y a tantos otros profetas
que conocemos a lo largo de nuestro Historia Sagrada, entendemos que ese
sentimiento interior llevaba realmente a un Dios Persona que, en tiempo
debido, se empezó a revelar al hombre, expresando Su deseo de establecer
con él un vínculo:

“Pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la


escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo” (Jer31,33).

24
“Y les daré un corazón nuevo, infundiré en ustedes un espíritu
nuevo, quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un
corazón de carne” (Ez36,26).

Dios conoce el corazón vulnerable del humano, pero es fruto de su Amor


creativo y se aproxima a él revelándose. Quiere escribir en su compañía
una Historia Sagrada basada en un amor que los una por siempre en la
eternidad. La aventura terrena, sería solo un intervalo.

Han pasado millones de años desde la Creación del Universo. Los científicos
calculan en 13.800 millones de años su “inicio”, denominando de manera
coloquial ese instante, como “Big Bang”.

La ciencia nos otorga una fecha aproximada, pero no nos dice nada sobre su
Autor. Sin embargo, será Él mismo Quien se encargará de presentarse, y las
primeras Verdades las iremos reconociendo en el contenido del Libro que
nos instruye sobre Sus Revelaciones: La Santa Biblia. En el Primer Libro
del Génesis encontramos los fascinantes términos que hablan de nuestro
Creador, Dios y Padre de toda la humanidad.

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra era caos y confusión
y oscuridad por encima del abismo, el Espíritu de Dios se movía sobre las
aguas. Dijo Dios: «Haya luz», y hubo luz” (Gn1,1-3).

Durante generaciones y generaciones, el pensamiento judeocristiano ha


presentado la Sagrada Biblia como Fuente de la Revelación divina, por la
cual, el mismo Dios se da a conocer al hombre.

Los primeros textos del Antiguo Testamento (AT), nos revelan los primeros
pasos de esta asombrosa Historia:

“Yahveh dijo a Abram: «Vete de tu tierra, y de tu patria, y de la


casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré. De ti haré una
nación grande y te bendeciré. Engrandeceré tu nombre; y sé tú
una bendición. Bendeciré a quienes te bendigan y maldeciré a
quienes te maldigan. Por ti se bendecirán todos los linajes de
la tierra”. (Gn12, 1-3).

El Dios de Abram se puso de manifiesto. Es el inicio de la gran Teofanía


que asumirá, gradualmente, un significado mayor a lo largo de la cronología
humana, involucrando personajes notables alrededor de fascinantes eventos.

25
Moisés pastoreaba el rebaño de Jetró, su suegro. En cierta oportunidad
llegó más allá del desierto, hasta la montaña de Horeb (cf. Ex3,1), lugar
donde experimentaría una de las vivencias más sorprendentes:

“El ángel de Yahveh se le apareció en forma de llama de fuego, en medio


de una zarza. Vio que la zarza estaba ardiendo, pero que la zarza no se
consumía. Dijo, pues, Moisés: «Voy a acercarme para ver este extraño
caso: por qué no se consume la zarza.» Cuando vio Yahveh que Moisés se
acercaba para mirar, le llamó de en medio de la zarza, diciendo: «¡Moisés,
Moisés!» El respondió: «Heme aquí.» Le dijo: «No te acerques aquí; quita
las sandalias de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra sagrada.» Y
añadió: «Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac
y el Dios de Jacob.» Moisés se cubrió el rostro, porque temía ver a Dios”.
(Ex3,2-6).

Ha ocurrido lo inimaginable. El Dios de su padre, de Abraham se dirige a


él para encomendarle una misión importante para el pueblo judío. Moisés
llevará el mensaje de “Yo Soy” que iluminará la vida de millones y millones
a lo largo de los siglos.

“Cuando hayas sacado al pueblo de Egipto daréis culto a Dios en este


monte.» Contestó Moisés a Dios: «Si voy a los israelitas y les digo: “El
Dios de sus padres me ha enviado a ustedes”; cuando me pregunten: “¿Cuál
es su nombre?”, ¿qué les responderé?» Dijo Dios a Moisés: «Yo Soy el
que Soy.» Y añadió: «Así dirás a los israelitas: “Yo soy” me ha enviado a
ustedes.» Siguió Dios diciendo a Moisés: «Así dirás a los israelitas: Yahveh,
el Dios de sus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de
Jacob, me ha enviado a ustedes. Este es mi nombre para siempre, por él seré
invocado de generación en generación.»” (Ex3,12-15).

Moisés ha escuchado con atención la tarea que se le encomienda, pero


¿Quién se la solicita? Nada menos que el Dios de sus padres, el Dios y
Creador de toda la humanidad.

El AT nos ilustra de manera inteligible la intención del Creador que ama


a Sus hijos; se presenta como su Dios y a ellos los quiere acoger como su
pueblo, ya lo vimos (Jr31,33; cf. Ez11, 19-20;).

Empero, al humano no le es fácil reconocer a este Dios vivo que busca


una relación íntima con sus creaturas. Dios conoce estos límites y no se
desanima, insiste, busca otros términos:
26
“Por eso yo voy a seducirla; la llevaré al desierto y hablaré a
su corazón” (Os2,16).

Dios se abaja, quiere hablar a su pueblo para que entienda, pero no


le reconoce. Las palabras de Oseas son dramáticas y expresan el sentir
especial de Dios:

“Crié hijos hasta hacerlos hombres, pero se rebelaron contra mí. El buey
reconoce a su dueño y el burro el pesebre de su señor; pero Israel no me
conoce, mi pueblo no comprende” (Is1,2-3).

Dios Padre, se sorprende, Sus hijos no lo reconocen. Tienen sus propios


criterios. Él los ha hecho libres, les ha otorgado una libertad que incluso
pueden utilizarla para negarlo, ignorarlo y rechazarlo. Pero no se desanima,
es leal, sabe del Amor que puede ofrecer a los suyos, e insiste a pesar de las
frecuentes resistencias que va encontrando.

Oseas nos ofrece un luminoso texto que nos permite reconocer el profundo
y noble afecto que tiene Dios por los suyos:

“Cuando Israel era niño, yo le amé, y de Egipto llamé a mi hijo. Cuanto


más los llamaba, más se alejaban de mí: a los Baales sacrificaban, y a los
ídolos ofrecían incienso. Yo enseñé a Efraím a caminar, tomándole por
los brazos, pero ellos no conocieron que yo cuidaba de ellos. Con cuerdas
humanas los atraía, con lazos de amor, y era para ellos como los que alzan
a un niño contra su mejilla, me inclinaba hacia él y le daba de comer... Mi
pueblo tiene querencia a su infidelidad; cuando a lo alto se les llama, ni uno
hay que se levante. ¿Cómo voy a dejarte, Efraím, cómo entregarte, Israel?
¿Voy a dejarte como a Admá, y hacerte semejante a Seboyim? Mi corazón
está en mí trastornado, y a la vez se estremecen mis entrañas. No daré curso
al ardor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraím, porque soy Dios, no
hombre; en medio de ti yo soy el Santo, y no vendré con ira” (Os11,1-9).

En Su insondable expectativa, Dios, al final, hará el ofrecimiento más


sublime, grande y trascendente en la historia de la humanidad: La
Encarnación de Su Hijo.

Para valorar mejor las circunstancias es de gran significado resaltar que


en el AT Dios se sirvió de varios Profetas para transmitir Su Palabra. Eran
voceros que por inspiración divina transmitían la Voluntad de Dios por
medio de aquellos Mensajes que Él les dictaba. Su contenido comprendía

27
instrucciones que orientarían la conducta humana y espiritual de Sus
hijos, además, contenían profecías sobre acontecimientos futuros, cuyo
cumplimiento en los tiempos debidos, otorgaban mayor validez a todas
esas revelaciones.

Es en ese panorama que podemos recordar a Profetas como Isaías y Miqueas


que, varios siglos antes, anunciaron el “Nacimiento de Jesús”.

El texto de Isaías, por ejemplo, fue escrito entre los años 701 y 681a.C., en
los siguientes términos:

“Pues bien, el Señor mismo les dará una señal: He aquí que una doncella
está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel”
(Is7,14).

El Evangelio de Lucas, escrito aproximadamente entre el 80-85 d.C.,


confirma sorprendentemente la profecía de Isaías:

“Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de
Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado
José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando,
le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor es contigo.» Ella se conturbó
por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le
dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a
concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre
Jesús (Lc1,26-31).

Por otra parte, Miqueas (S.VIII a.C.), también escribió en sentido profético:

“Mas tú, Belén Efratá, aunque eres la menor entre las familias de Judá, de
ti me ha de salir aquel que ha de dominar en Israel, y cuyos orígenes son de
antigüedad, desde los días de antaño” (Miqueas5,1).

Lucas, en su Evangelio, brinda los detalles del traslado de la Familia


Sagrada hacia Judea, en cumplimiento al edicto de César Augusto que
ordenaba el empadronamiento de los ciudadanos en sus lugares de origen.

El Evangelista confirma la profecía del profeta Miqueas:

“Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a


la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia

28
de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta.
Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del
alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito…” (Lc2,4-7).

Dios se revela a sus creaturas a través de los siglos, y pone de manifiesto


su Omnisciencia. Sus profetas anuncian profecías, y ellas se cumplen. Dios
camina con sus hijos, pues los ama y le importan. Ha entregado a Moisés los
Diez Mandamientos (cf. Ex24,12), normas que deberían guiar la conducta y
actitudes del humano. Los tres primeros hacen referencia al Amor a Dios, al
respeto que merece como Dios Persona, Padre y Creador de todas las cosas
y al culto que se le debe. Los otros siete enuncian principios de profundidad
para la relación amorosa entre los humanos. Es el Amor la piedra angular
de sus enseñanzas y requerimientos.

En el Libro del Deuteronomio encontramos una cita que revela el tipo de


Amor que Dios espera de sus hijos:

“Amarás a Yahveh tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda
tu fuerza” (Dt6,5).

La cita merece una honda reflexión y una prolongada meditación. Dios


invita a un amor consciente, inteligente y comprometido. ¿Cómo responden
sus creaturas?

El Antiguo Testamento nos revela grandes demostraciones de Amor por


parte de Dios. Las respuestas humanas se mueven entre luces y sombras,
con frecuentes derrotas debido a la fácil vulnerabilidad a causa del pecado.
Pero Dios no desmaya ni se desanima. A pesar de los fracasos humanos Él
no deja de confiar en él y le concede innumerables oportunidades. Además,
conserva un proyecto importante: “La Encarnación de su Hijo Jesús”.

“Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos


contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno
de gracia y de verdad” (Jn1,14).

La profecía también se cumple. Nace Jesús, el Emmanuel: “Dios con


nosotros”. El Ángel lo anuncia a los pastores:

“Les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo


Señor” (Lc2,11).

29
Cristo es el “ungido” y el mismo Jesús confirma Su ascendiente en este
sentido al principio de su vida pública en Nazaret cuando, ingresando al
Templo desenrolla el texto de Isaías (61,1-2) y empieza a leer:

“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar
a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a
los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y
proclamar un año de gracia del Señor. Enrollando el volumen lo devolvió
al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en
él. Comenzó, pues, a decirles: «Esta Escritura, que acaban de oír, se ha
cumplido hoy.»” (Lc4,18-21).

Los Nuevos Evangelios, las Cartas apostólicas, los Hechos de los Apóstoles
nos instruyen directamente sobre toda la Misión de Cristo.

“Yo Soy el Camino la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre si no es por mí”


(Jn14, 6).

“El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos
al Padre”? (Jn14,9).

¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que
os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que
realiza las obras.» (Jn14,10).

Jesús nos revela al Padre de Quien es Su enviado con la Potencia de Su


Espíritu. Y en la noche sublime de despedida nos deja el Gran Mandamiento:

“Un mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Que,
como yo los he amado, así se amen también ustedes los unos a los otros.
En esto conocerán todos que son discípulos míos: si se aman los unos a los
otros.»” (Jn13,34-35).

Dios se revela buscando establecer una relación con sus creaturas. A través
de los siglos ha puesto en evidencia su Amor, Voluntad, expectativas. Tuvo
la bondad de abajarse haciendo pactos, lamentablemente, a menudo, ha
sido ignorado y despreciado, fue siempre el primero en ser ofendido y el
primero en perdonar.

Ha enviado a Su propio Hijo; y quienes deberían haberlo reconocido, no lo


hicieron. Fue crucificado de manera cruel e ignominiosa. Por eso escribe
Juan con indiscutible veracidad, cuando habla de Cristo como Palabra:

30
“Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron” (Jn1,11).

No obstante, Su Amor es más grande que cualquier ofensa o pecado. No se


desanima. Cristo, derramando hasta la última gota de su preciosa Sangre,
se prolonga en su Iglesia Católica y Apostólica, depositando en ella todas
sus verdades.

Cristo muere, pero resucita, y en el día de Su Ascensión recomienda no


salir de Jerusalén porque les sería enviado el Espíritu Santo. Cuando los
suyos miraban fijamente el cielo mientras se iba:

“Se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco que les dijeron:
«Galileos, ¿qué hacen ahí mirando al cielo? Este que ha sido llevado, este
mismo Jesús, vendrá así tal como le han visto subir al cielo.»” (Hch1,10-11).

El Capítulo 24 de San Mateo es muy profundo en la descripción de Su


Segunda venida. Invitamos a consultar el texto completo porque para
nuestro propósito nos interesa rescatar el siguiente versículo:

“Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre; y entonces se


golpearán el pecho todas las razas de la tierra y verán al Hijo del hombre
venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria” (Mt24,30).

Para todo creyente, por lo tanto, queda vigente y en expectativa la promesa


de Su Segunda venida, junto a una interpelación muy oportuna para nuestros
tiempos y que la plantea el mismo Jesús:

“Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará fe sobre


la tierra?” (Lc18,8).

A este punto, el propio lector católico podrá interrogarse si, observando el


panorama que le rodea, podría afirmar que la “Fe cristiana” se ha impuesto
en el mundo.

La respuesta es palpable: En el año 1900, 33% de la población mundial era


católica. Hoy, de acuerdo a las últimas evaluaciones el porcentaje se reduce
a un 17,73% (Vida Nueva, 2019).

Si Cristo nos obsequiara con su Venida en este momento y nos consultara


sobre el cómo nos hemos ocupado de lo Suyo, o a cuántas personas hemos
ayudado a conocerlo, amarlo y servirlo ¿cuál sería tu respuesta?

31
¿Sería este un panorama de “Fe” ideal y deseable para presentarlo a Cristo,
a los dos mil años del suplicio que padeció solo por nosotros?

Pero Dios nos conoce, sabe de nuestra fragilidad, y no deja de amarnos; no


nos niega su perdón y toma siempre nuevas iniciativas para ayudarnos a
crecer y a madurar. Es una inagotable Fuente de Amor que siempre busca
nuevos cauces para regar dulcemente los corazones fríos y desérticos de
muchos.

Si dirigimos nuestra mirada a la Historia Sagrada tanto en el Antiguo como


en el Nuevo Testamento, veremos siempre que las luces que iluminan todo
concepto se reconocen por su contenido de Amor misericordioso y de
perdón, ofreciendo al humano siempre nuevas oportunidades.

Las modalidades han sido distintas, pero hay una que merece toda
consideración en los últimos tiempos: Su Presencia gloriosa a través de
“Apariciones de Jesús y de María” en los cinco continentes.

Si en el pasado gozaron de estas experiencias santos como Margarita María


Alacoque (1647-1690); Bernardette Soubirous (1844-1879); Pío de Pietrelcina
(1887-1968); los Pastorcillos de Fátima (1917) Faustina Kowalska (1905-1938),
entre otros, hoy también, en pleno siglo XXI algunas personas de distintas
edades y profesiones reciben estas experiencias místicas extraordinarias
como ocurre hoy en Medjugorje (Bosnia y Herzegovina) o San Nicolás
de los Arroyos (Argentina). Todas con un Mensaje que contiene un común
denominador: “conversión”, una invitación al cambio de vida que permita
volver a colocar a Dios en el centro de nuestras vidas, pues, el pensamiento
secular ha alejado al creyente de las fuentes. El relativismo ha debilitado
el pensamiento cristiano y gran parte del pensamiento científico ha querido
expulsar a Dios de Su propia Creación, bajo el emblema de un modernismo
que califica la existencia del Universo como un producto del azar y ve la
creación de la vida humana como un derivado orgánico evolutivo ausente
de toda intervención divina.

Así vive buena parte de la población humana desde hace al menos 400 años,
en un razonamiento materialista reduccionista que ha ido “aminorando” la
idea de Dios en nombre de la cultura, del saber empírico y de la ciencia.

Gran impacto ocasionó en el siglo XVIII y principios del XIX, aquel


movimiento conocido como “Iluminismo o Ilustración”, interesado en

32
ponderar el valor de la razón, como aquella fuente de luz que iluminaría el
pensamiento humano en toda dimensión. Favoreció en verdad el desarrollo
técnico y científico porque orientó el razonamiento hacia premisas más
sólidas como la observación y la experimentación (empirismo). Estimuló
también, dentro de espacios más amplios y libres, planteamientos sociales,
filosóficos, económicos, antropológicos y culturales, de gran alcance e
influencia. Sin embargo, negaba cualquier otra forma de conocimiento
que no tuviese como origen la experimentación empírica, por lo tanto,
la Religión y la “Fe”, quedaban reducidas a una mera creencia popular,
metáfora o superstición. Es bajo la influencia del llamado “Siglo de las
luces” que aún hoy, en ámbito empirista ortodoxo, se considera que la
persona de fe está sumida en la ignorancia total.

No obstante, ese enfriamiento espiritual, no ha disminuido la confianza que


Dios tiene en Sus hijos, por eso ha seguido tomando iniciativas, ofreciendo
nuevas oportunidades a quien quisiera escucharle.

En ese amplio panorama de revelaciones “privadas” modernas, emerge una


novedosa, vibrante que nos trae el perfume del cielo con una fisonomía
importante y fundamental para una época que el mismo Dios señala como
“Nuevos Tiempos” y para los cuales ha reservado un obsequio que define
como “Primicias del Cielo”.

La expresión fascina si captamos su concepto más profundo, y aconsejamos


hacerlo, pues estas “Primicias” tienen un contenido que no dejará de seducir
a todo lector.

En términos genéricos una “primicia” se asocia en el ámbito social, a una


noticia que un medio informativo ofrece “antes que nadie”. Esto significa
que el contenido de la información ha sido conocido por una audiencia por
primera vez de manera exclusiva.

En la Biblia el hebreo “bikkûrîm” hace referencia al “primer fruto” o


“al más temprano”, obtenido en la cosecha y se ofrecía a Dios como una
primicia que deseaba honrar y adorar a Dios. Era un signo de gratitud y
lealtad por parte de aquel que comprendía que todo fruto encontraba origen
en la bondad de Dios (Haag, et.al., 1963).

El término “primicia”, también orienta su significado al de “Buena Nueva”,


incluyendo una promesa “que está por venir”.

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La obra que tienes en tus manos, te revelará mucho de lo que está por venir,
pero también te ilustrará sobre lo que hoy puedes hacer para recibir esos
tiempos.

La lectura de estas páginas te mostrará también una verdadera “Primicia”,


pues, si en algún momento has incursionado en la ciencia mística de
años recientes, con seguridad que has encontrado frases y términos que
te orientaban hacia los “Últimos Tiempos”. En esta oportunidad, como
obsequio de la Providencia, podrás conocer el contenido de aquellas
“Primicias que llegan del Cielo” preparando a la Humanidad entera para
los “Nuevos Tiempos” que ya tocan nuestras puertas.

En Sus proyectos, Dios invita a almas generosas para colaborar con Sus
objetivos. Desde hace algunos años, ha ido formando discípulos actuales
a los que llama “Apóstoles de los Nuevos Tiempos” y a los cuales, en sus
instrucciones, indica que la hora para entrar en acción ha llegado.

Son personas que ha ido formando en la sencillez del amor y en la paz del
corazón, capaces de ofrecerse limpiamente para hacer la Voluntad de Dios.
Saben que este es un tiempo de entrega plena y preciosa, pues perciben que
la batalla pronto vendrá, mas nada temen porque caminan al lado del Señor
y de Su Santa Madre. Promueven el amor y la justicia entre los hombres,
vistos todos como hermanos, hijos de un mismo Padre. Han sido invitados
para recorrer el camino de la paz, del amor que en la Gracia se consolida.
Todos han consagrado su corazón, su alma, su cuerpo, su espíritu a la
Santísima Trinidad y al Inmaculado Corazón de María. Esa es su insignia y
con ella caminan llevando la Palabra de Dios para estos tiempos.

Amables hermanas y hermanos que hoy leen estas páginas, es una bendición
de Dios que la Luz de estas palabras hubieran iluminado su corazón
para poder así abrir las puertas de sus mentes. A través de estas páginas
y el contenido completo de los Mensajes en sus volúmenes respectivos,
conocerán las enseñanzas que la Voluntad Divina ha querido ofrecer a la
humanidad, por medio de un instrumento que el Señor llama su servidora.
Pero ella, no asume prioridad ni protagonismo alguno en la extensión
de esta obra, es la Enseñanza el núcleo de todo ello, pero estamos tan
agradecidos a este personaje, porque fue su Amor genuino y Fidelidad a
Dios que le permitieron ser considerada por el mismo Dios como su persona
de confianza para traer a tu vida y a la de todo católico un Mensaje de

34
Amor, de Paz y Esperanza en estos tiempos que tanto requieren del Amor
misericordioso de Dios.

Ingresemos en este sublime mundo espiritual, para dejarnos abrazar por el


Amor del Padre que sopló vida eterna para cada uno de nosotros desde el
principio de nuestra existencia. Caminemos junto a Jesús nuestro Salvador,
agradeciendo el Amor que lo animó a morir por nosotros. Busquemos la
Luz del Espíritu Santo sin la cual no podremos entender las Promesas que
Dios nos ofrece para los Nuevos Tiempos. Caminemos con María, nuestra
Madre, la Reina fiel, porque desde el refugio de Su Corazón Inmaculado
estaremos en grado de vislumbrar el Camino que lleva a la vida eterna y
recorrerlo como verdaderos hijos de Dios.

35
36
CAPÍTULO

1
ASCÉTICA, MÍSTICA
y
TEOLOGÍA ESPIRITUAL

S
i meditamos sobre el sentido y significado de la vida cristiana,
podríamos comprender que Dios, Padre de todo humano y Creador
del Universo, tuvo la bondad de revelarse al hombre a través de Sus
profetas durante siglos para establecer un vínculo con todos y cada uno de
nosotros.

En un punto de inflexión importantísimo para la historia humana, envía a


Su propio Hijo Jesús, Quien se ocuparía de hacerlo conocer mayormente.
Por ello, la experiencia cristiana nos orienta al “Encuentro” con Dios, por
medio de Cristo que vino a revelarlo. Pero nada podríamos comprender sin
el “Soplo del Espíritu Santo”, razón principal por la que Jesús “pediría al
Padre otro Paráclito para que esté con nosotros para siempre, el Espíritu de
la Verdad” (cf. Jn14,16-17).

No obstante, la compenetración a ese sublime conocimiento es gradual,


crece como la Fe, de manera paulatina, conduciéndonos a un mundo
espiritual fascinante con un objetivo único: la Unión con Dios, Uno y Trino.

Todo itinerario señala una ruta que lleva a la conquista del objetivo prefijado,
y la elevación de la interioridad espiritual no ha sido una excepción.

1.1. ASCESIS
En un significativo trabajo dedicado a la evolución de la Teología Espiritual,
De Pablo Maroto (2001), explica que “fueron los Padres de la Iglesia los que,
leyendo la Escritura para vivirla y comentarla, estructuraron un camino
cristiano en coherencia con la fe cristiana profesada” (p.113). Ese camino
implicaba un “ejercicio” de conductas que animaban un crecimiento

37
personal e interior, proponiendo un término que se iría conociendo como
Ascesis (ἄσκησις – áskēsis).

En griego, el verbo ἀσκέω (askeó), en su acepción más simple se traduce


como ejercicio, entrenamiento, definiendo el hecho de “ejercitarse en;
practicar algo; esforzarse en hacer, procurar hacer”.

Si el vocablo se aplica al contexto sagrado, el significado nos orienta hacia


“santificar, dar culto” (García Santos, 2016 p.127).

Podemos entender a partir de ello que, la Ascesis, define


el esfuerzo de una persona que se ejercita en modelos de
conducta que lo encaminan hacia un crecimiento interior. Ese
recorrido comprende distintas dimensiones entre las cuales
podríamos destacar tanto la espiritual y moral, como la
intelectual y física.

Por consiguiente, en la persona que desee incursionar en la senda del


perfeccionamiento interior, la “ascesis” se irá convirtiendo en un concepto
familiar y muy luminoso, algo que no ocurre, lamentablemente, en las vías
de millones de creyentes.

Los padres del desierto son un ejemplo de personas que se alejaron de las
urbes a lugares aislados, para ejercitar una vida que les permitiera moldear
su comportamiento de acuerdo a las enseñanzas de la Doctrina que invitaba
a elevarse interiormente, siguiendo el “Camino, la Verdad y la Vida” (cf.
Jn14,6) que Cristo había señalado y vivido.

El mismo Jesús mostró aspectos de Su Vida ascética cuando, antes de


iniciar su vida pública fue al desierto a ayunar y a orar por cuarenta días
y cuarenta noches (cf. Lc4,1-13). Por eso enseñará también que se expulsan
demonios y se derrotan las tentaciones con ayuno y oración (cf. Mc9,29).
También nos dirá que la negación de nosotros mismos, es la condición para
estar en grado de tomar la cruz y seguirlo (cf. Mt,16,24). Todo ello requiere
ejercicio, dentro de una ruta de Transformación interior que permita vivir
de manera coherente las verdades cristianas que se anuncian. Solo así se
puede dar testimonio vivo.

De su propio entrenamiento (ascesis), nos habla Pablo cuando escribe:


“Por eso yo también me esfuerzo por tener constantemente una conciencia
limpia ante Dios y ante los hombres” (Hch24,16).

38
1.2. LA CONTEMPLACIÓN: Insigne objetivo
De las obras consultadas, estimo que Tanquerey (1930) contiene con mayor
claridad el criterio que nos servirá en la comprensión de los temas tratados
en este libro, cuando sostiene que la Teología ascética es parte de la Ciencia
espiritual que se ocupa de la teoría y práctica de la perfección cristiana
en sus diferentes instancias: desde el principio hasta los umbrales de la
contemplación infusa y adquirida (cf. p.7).

La Teología Mística, precisamente, es la que se ocupa de estudiar este


nivel elevado de intimidad con Dios, sea infuso, en cuanto Dios toma una
iniciativa propia para revelarse a una persona o personas a las que se dirige;
o adquirido, que resulta como consecuencia del alto ejercicio ascético y
personal del individuo.

Dios nos bendice a través de diferentes modalidades que invitan a seguir


caminos de perfeccionamiento; mas, todas solicitan la respuesta libre y
voluntaria de quien decide “entrenar y ejercitar” hasta alcanzar elevados
niveles de conocimiento espiritual.

La conversión, o sea, el cambio de rumbo que lleva a la “Unión con Dios”,


y a la que aspira una persona que se compromete con los caminos que llevan
al perfeccionamiento, no es un hecho automático que se sucede únicamente
por desearlo o cumplir ciertos ritos. La persona tiene que ofrecer lo mejor
de aquella voluntad que ha dicho sí a la Fe; lo mismo dígase de sus
emociones, de su instinto y de su espíritu. Empero, debe tomar en cuenta
que, aunque su sólida voluntad humana es un requisito primordial, no podrá
elevarse hacia los altos niveles de la conquista trascendente sin ayuda del
Espíritu Santo, pues, como destaca San Pablo: “el hombre no puede decir
ni siquiera Jesús es el Señor sin ayuda del Espíritu Santo” (1Co12,3).

En nuestra marcha cotidiana junto a otros creyentes, no es difícil constatar


que grandes poblaciones se ciñen rigurosamente a ciertas normas y
compromisos religiosos externos, pero el cumplimiento interior, en
términos de perfeccionamiento, queda muy lejos, y lo decimos porque
en los sendos Encuentros que nuestros grupos organizan, existen muchos
instantes que permiten conocer la intimidad de las personas. Descubrimos
así, por ejemplo, que porcentajes elevadísimos de católicos practicantes (en
todas sus categorías), refieren vivir con rencores añejos que jamás supieron
perdonar de corazón; otros ejercían rutinas de conductas indeseables en el

39
ámbito familiar a las que se habían acostumbrado, y no veían como falta el
mal trato a la esposa o la actitud irrespetuosa hacia los hijos, pensaban que
eso era parte de la rutina familiar. En otro contexto, algunos empresarios
eran conscientes de la desconsideración y abusos que ejercían sobre sus
empleados, pero no estimaban necesario cambio alguno. Tampoco faltaban
quienes reconocían el hábito de mentir frecuentemente en su vida social,
camuflando el concepto con el rótulo de “mentira piadosa”; tampoco eran
ajenas a la reflexión de muchos las divisiones que se suscitaban entre
grupos de oración, el chisme, o las rivalidades en el servicio que cumplían
en sus propias parroquias. Todo esto estaba muy lejos de un Camino de
perfeccionamiento.

La experiencia mística puede ser el resultado de una Vida ascética que ha ido
alcanzando mayores y elevados logros en las vías del perfeccionamiento.
Ese ejercicio humano y espiritual, estaría en grado de conducir a la “teoría y
práctica de la vida contemplativa, desde la primera noche de los sentidos,
y la quietud, hasta el matrimonio espiritual” (Tanqueray, 1930, p.7).

Decimos, “puede ser”, porque, como veremos en otros casos, existen personas
que reciben la Gracia de tener experiencias místicas “extraordinarias” como
resultado de un don especial que Dios les concede por medio de visiones,
apariciones, locuciones, estigmas, sueños y otros, que pueden llevar a
éxtasis y a la recepción de revelaciones (privadas), “sin que medie un deseo
inicial, tampoco la voluntad, ni el esfuerzo de la persona involucrada”. Esto
significa que no es el creyente “que decide tener visiones o revelaciones”.
La iniciativa es de Dios y solo espera el asentimiento de la persona a la que
invita.

1.3. CONTEMPLACIÓN
El término Contemplación designa un nivel muy elevado de interacción
de la persona con la Divinidad y es resultado de un ejercicio humano y
espiritual que requiere mucha dedicación y esfuerzo en términos de oración,
reflexión, meditación. Un gran ejemplo cercano a nosotros de este tipo de
entrega espiritual, en nuestra opinión, es San Juan Pablo II, un verdadero
coloso de la vida espiritual. Sin embargo, muchos sacerdotes, religiosos
y religiosas, hombres y mujeres con profundo compromiso cristiano,
también conquistan estas alturas. Su amor a Dios es tan profundo al igual
que su deseo de intimidad, por lo mismo, saben reconocer el Camino que

40
el Espíritu Santo les ha trazado en su vía de perfeccionamiento. Es muy
probable que todos conozcamos a alguien de esta categoría.

Recordemos que cuando hablamos de Contemplación, definimos un estado


elevado que permite una mayor “intimidad” en la relación y conocimiento
de Dios.

Quien no tiene la Gracia de una “revelación mística”, si desea conquistar


las altas cimas de la Contemplación, está invitado a trabajar en varias
vertientes de su ser:

- Condición física: donde el cuerpo sea dirigido por una razón


inteligente y un espíritu en busca de santidad. Alguien podría
aspirar al perfeccionamiento, pero su razón humana tendrá que estar
convencida de ello, por lo que empeñará su voluntad, motivación,
capacidad de decisión, para ordenar un organismo humano que tiene
impulsos, tendencias, deseos seductores que no pocas veces se alejan
de la virtud espiritual, e incluso se oponen a la santidad como la
lujuria, la gula, el ciego deseo de poder con consecuente abuso, la
violencia, etc. Una persona que no mantiene una disciplina corporal y
vive hipnotizada por las seducciones mundanas y temporales, tendrá
serias dificultades para elevarse interiormente.
- Razón humana: Poseemos una facultad inteligente capacitada para
orientar todos nuestros modelos de conducta. Podemos aspirar
al crecimiento interior, pero nuestra razón inteligente debe estar
convencida de ello, a fin de desplegar todos sus recursos para la
consecución de su objetivo. Además, como señala Santo Tomás de
Aquino: “la vida contemplativa, en cuanto a la esencia de la acción,
pertenece al entendimiento; pero en cuanto al impulso para ejercer tal
operación, pertenece a la voluntad, la cual mueve a todas las demás
potencias, y al mismo entendimiento…” (ST II-IIae q.180).
- Factores psicológicos: A menudo somos víctimas de los propios
repertorios conductuales que vamos asimilando. En ciertas
personas los fantasmas del pasado, los rencores, celos, amarguras,
envidias, anidan su mente con pensamientos negativos, complejos
incompatibles con el mandamiento del Amor.
Muchas personas quieren elevarse en alto grado en la vida espiritual,
pero existen aspectos humanos que no permiten alcanzar tan noble

41
objetivo. Uno de los factores psicológicos que se debe observar con
sumo cuidado es la vida afectiva, donde el equilibrio emocional sea
una referencia primordial, entendiendo por el mismo una disposición
emocional satisfactoria que permita responder ante los desafíos
cotidianos de maneara apropiada y debida, evitando extremos
de euforia destructiva y depresiones inhibitorias. El fruto de este
equilibrio emocional es la Paz interior, condición fundamental para
proseguir el itinerario que sugiere el camino de perfeccionamiento
(Castañón Gómez,2018).
- Factores instintivos y pulsionales: La capacidad instintiva humana,
es otro recurso humano que se une a las grandes facultades cognitivas
y emocionales que posee el humano. Gracias al instinto sabemos
reaccionar ante cualquier amenaza, reacción que va acompañada a
una fuerza que denominamos pulsión. Estos potenciales tienen un
objetivo: la sobrevivencia.

Sin embargo, y como todos sabemos, el instinto es ciego. Pensemos


en la fuerza de la sexualidad, cuyo ímpetu y fuerza a menudo derrota
la voluntad de muchas personas. Lo mismo otros recursos que nos
llevan a beber o a nutrir nuestro organismo en exceso. ¿Por qué los
excesos con bebidas, alcohol, sexo, dinero, fama, placeres? Porque
la carne los busca y parece insaciable. Por ello, una vida ascética,
trabaja profundamente en un campo del perfeccionamiento que se
conoce como “autogestión”, señalando la capacidad inteligente puesta
en marcha para poder otorgar luz y control a todos estos impulsos
ciegos. El concepto nos recuerda la virtud de la “Templanza” que
se distingue, precisamente, por la capacidad de una persona para
controlar sus pasiones, vicios, impulsos, u otro tipo de conductas
indeseables. No es que cercena la capacidad para disfrutar de placeres
también físicos, pero se ha preparado para utilizar el buen juicio, la
prudencia, la sabiduría, cuando los impulsos son intensos y contienen
el peligro de conducir a excesos imprudentes y ciegos.

Vida espiritual: El texto sagrado enseña que Dios crea al hombre a


Su imagen y semejanza (cf. Gn1,26-27). No teniendo cuerpo físico,
nos está diciendo que, en su Amor infinito, cuando sopla vida a
nuestro organismo, también nos obsequia Su imagen espiritual que
es indestructible y está destinada a la vida eterna junto al Padre y a
toda la Familia Divina. Pero este gran objetivo se logra cuando la

42
vida espiritual se ejercita en los caminos del perfeccionamiento que
encuentran plenitud en un criterio sumamente deseable: la santidad.

En consecuencia, la vida terrena, señala el itinerario que debemos seguir


para “merecer” la vida eterna. Es en este contexto que adquiere sentido la
“Vida ascética”. Y, si la asumimos, no habrá progreso sin intervención del
Espíritu Santo.

Estos aspectos señalan esencialmente que, la “vida contemplativa”, que


conduce a un mejor conocimiento de la Verdad, depende mucho de la
voluntad de la persona que busca el perfeccionamiento. A algunas personas
el Amor a Dios quema interiormente, encendiendo sus corazones con el
deseo de abrazarlo, como tan vehementemente expresaba San Agustín
(1996), y esto llama en causa la motivación, es con ella que uno se empeña
en grandes incursiones para llegar al lugar donde ha depositado su corazón.
Con toda razón escribió San Mateo en su tiempo: “donde está tu tesoro está
tu corazón” (6,21).

Ese es el destino al que está llamado todo hijo de Dios. Sin embargo,
algunas almas privilegiadas aspiran ese destino dentro de condiciones y
perfeccionamiento más elevado que otros, porque en el intenso Amor que
sienten por Dios, sienten la necesidad de conocerlo más y mejor; no solo
para agradarlo con una santificación personal, sino también para ayudar
a que muchos otros se santifiquen, lo conozcan, lo amen y lo sirvan. Son
estas personas que hacen de la Contemplación un objetivo de vida. Así se
convierte, como escribe Juan de la Cruz (2014), en ciencia de amor, pues el
Dios que ama, se revela a quien le ama “ilustrando y enamorando el alma,
hasta subirla de grado en grado hasta Dios su Criador, porque solo el
amor es el que une y junta al alma con Dios” (p.568,2014).

Las personas que conquistan las cimas de la Contemplación, han hecho de


la Oración y del diálogo perenne con Dios un recurso no solo cotidiano,
sino intenso y profundo. Saben que su vida debe enriquecerse y lo hacen a
través de la frecuente lectura y meditación de la Palabra de Dios. También
leen la vida ejemplar de santos y las enseñanzas de autores dedicados a
la sana doctrina. Reflexionan para evaluar mejor el contenido de sus
oraciones y llegar a la meditación en la que tratan de “ver” el contenido de
sus plegarias con los Ojos de Dios.

43
Es luego de este proceso que ingresan a la habitación
reservada, donde ya no hablan los labios, es el espíritu que
se prepara al Encuentro con el Espíritu de Dios. El marco
fundamental es el “silencio”. Dios no habla a este nivel
cuando hay “ruido”, o sea, distracciones, preocupaciones
materiales, bullicio, dispersión. En esta instancia se realiza
el Encuentro entre Dios y el espíritu del hijo (a) que le busca.

Téngase en cuenta que la Contemplación no es un fin en sí mismo. Si bien


por un lado es un medio que conduce a la unión íntima con Dios, no se
detiene en este acontecimiento, es también una modalidad que permite
conocer a Dios, reconociendo los deleites de Su Amor y de Su Ciencia,
hablar de Él, llegando a otros con una palabra de ciencia y sabiduría ungida
por el mismo Espíritu de Dios. Por eso la tarea fundamental de todo profeta
que habla de Dios y lo presenta en dimensiones que de otra manera no
habríamos conocido. Por eso nos “seducen” ciertos mensajeros de la
Palabra: Han buscado la Unción de la predicación, aman hablar de Dios, el
Espíritu Santo conoce esa genuina aspiración interior, la escucha, la acoge
y es Él que envía las multitudes para que escuchen al profeta.

El místico “recibe”, porque Dios “da”. Dios se revela por Gracia,


gratuitamente, pero como respeta la libertad de toda persona, únicamente
espera que su interlocutor se abra a la Unción, “permitiendo que Dios actúe
en él”.

Esa anuencia, empero, puede comportar capítulos difíciles de desavenencia


y persecución, como lo vimos en el pasado en los grandes profetas. Y
en tiempos más próximos a nosotros, por citar algunos, pensemos en
los padecimientos de Margarita María Alacoque (1647-1690); padre Pío
(1887-1968); Faustina Kowalska (1905-1938), junto a la mayor parte de los
místicos modernos incomprendidos hasta el día de hoy como ocurrió,
tristemente, con los videntes de Garabandal (España), donde la Virgen se
apareció entre 1961-1965, sin que se hubiera sabido apreciar la riqueza
de Su Presencia y Mensajes tan imprescindibles para el tiempo que hoy
vivimos.

No obstante, los místicos ofrecen su adhesión porque Dios es importante


para ellos. Con su “sí” asumen un compromiso cuyo cumplimiento, lo
saben, no será por nada fácil. Tienen en mente los términos del Señor:
“Recuerden la palabra que les he dicho. El siervo no es más que su Señor.

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Si a mí me han perseguido también perseguirán a ustedes; si han guardado
mi Palabra, también la de ustedes guardarán” (Jn15,20).

La intimidad con Dios orienta la vida de la persona hacia recintos a menudo


desconocidos en la vida cotidiana de cualquier persona. Los maestros de la
ascética y de la mística enseñan que esta alta experiencia “especial” invita
al alejamiento del “rumor terreno” para que sea “el silencio” el marco de
intimidad en el cual la Palabra se haga viva.

Por eso, en el ámbito místico, muchos viven esta experiencia de


“contemplación infusa” en éxtasis, porque así duermen todos sus sistemas
perceptivos de atención y reacción. “Es el arrobo: La intimidad entre Dios
y aquel a quien quiso revelarse”.

Esa intimidad, devela contenidos superiores e inimaginables, conduciendo


a un conocimiento e interpretación más sabia de los temas que se tratan. Esta
ciencia, no está reservada únicamente para aquellos personajes preclaros
como Teresa de Ávila o Juan de la Cruz. Es también accesible a toda
persona que aspira sinceramente conocer a Dios con mayor intimidad, y se
compromete en los “ejercicios” del perfeccionamiento de manera genuina.

Decimos de “manera genuina”, porque también somos testigos de


aquellos “hábitos” que llevan a una Eucaristía diaria, a grupos de oración
y compromisos religiosos que, empero, no van acompañados por un
crecimiento interior proporcionado. No bastará decir “yo no mato y no
robo”, por lo tanto, cumplo con Dios a cabalidad. Para elevarse en la vida
ascética, se requiere mucho más que eso, y se inicia con las aspiraciones
sinceras del corazón en un camino de humildad, propio de personas que se
saben pequeñas y reconocen que cualquier virtud o cualidad en ellas, solo
viene de la infinita Misericordia de Dios.

La experiencia mística culmina con una forma de conocimiento de altísimo


nivel; los expertos la denominan: “Comunión mística, orante o existencial”
con Dios. Estimamos que, cuando una persona se eleva a esta altura y
reconoce a Dios como “Padre”, lo expresará con una plenitud que en la
vida cotidiana pocas veces estamos en grado de reconocer. Tiene que haber
llegado a este nivel el Apóstol Pablo cuando aseveró con tanta convicción:
“Yo ya no vivo. Cristo vive en mí” (Ga2,20).

45
1.4. CONTEMPLACIÓN ADQUIRIDA E INFUSA
El resultado de esta experiencia es una forma de “conocimiento” al que
no todos llegan, pero está, como ya dijimos, al alcance de toda persona
que prosigue una ruta ascética de “esfuerzo y ejercicio” personal en los
Caminos de perfeccionamiento. La persona ha puesto todo su empeño y el
Espíritu Santo se asienta en ella, pues reconoce el esfuerzo amoroso que
ha puesto buscando un fidedigno conocimiento de Dios, a fin de amarlo y
servirlo, con la intención de evangelizar para que otros hagan lo mismo.

Si en algún momento de búsqueda, los objetivos se van cumpliendo, y la


persona, con la ayuda de La Gracia y la Unción del Espíritu Santo alcanza
esta cima, la contemplación se conoce como “adquirida”.

Pero existe otra, que se conoce como “infusa”, porque no resulta del
esfuerzo personal, sino de una decisión de Dios que desea otorgar una
Gracia especial a una o más personas. Pensemos en Teresa de Ávila, Juan
de la Cruz, San Pío de Pietrelcina, Faustina Kowalska, todos ellos, como
muchos en el pasado, bendecidos con un particular obsequio místico. Y en
nuestros tiempos tenemos millares de casos, entre los que podemos resaltar
los acontecimientos en Medjugorje, Akita, Kibeho, San Nicolás de los
Arroyos y muchos más.

En la hagiografía católica Teresa


de Ávila, Doctora de la Iglesia y
considerada como la gran Maestra
de la vida mística, representa un
epítome en la comprensión de esta
dimensión espiritual porque no habla
solamente del perfeccionamiento,
ella nos conduce al mismo. Su
alcance lo realza Renault (1990),
cuando expresa que los teólogos
se sirven de su doctrina para
encontrar respuestas a muchos cuestionamientos contenidos en la vida
mística. Gracias a sus experiencias se puede entender “los altos grados de
la unión con Dios” y “obtener una descripción completa de las diferentes
fases de la oración contemplativa, vista en relación al perfeccionamiento
de la caridad y de una intuición vital del misterio de la Trinidad que vive
en el alma” (p.182).

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Estos casos, como otros modernos y más recientes, nos han enseñado que
la comprensión del Misterio divino a través de la Mística no nos orienta
hacia un contenido que resulta de la elucubración neural y cognitiva, sino
de una relación directa con la divinidad. No es el “medio humano” que
eleva, sino la Gracia Sobrenatural. En este sentido tengamos presente que
“La Teología ascética es la parte de la ciencia espiritual que tiene por
objeto propio la teoría y la práctica de la perfección cristiana desde sus
comienzos hasta los umbrales de la contemplación infusa” (Renault, 1990,
p.7).

Las obras de Teresa de Ávila como “Camino de Perfección” y también


“Castillo Interior o Las Moradas” (1951), son los textos en los que el lector
podrá introducirse en las vías más íntimas y secretas que conducen al Amor
de Dios. El conocimiento de su obra, impulsó a Henri Bergson (1955),
filósofo francés de renombre, a considerar la experiencia de la religiosa
como misticismo completo y la menciona como una de las más grandes
místicas cristianas.

En el ámbito moderno católico quedamos sorprendidos por la superficialidad


con la que se trata la Mística. En la actualidad, la mayor parte de los casos
místicos han sido ignorados, despreciados o perseguidos. Sin embargo,
los frutos son notables. Pensemos en Medjugorje donde, aunque el
acontecimiento no hubiera sido reconocido oficialmente, cuenta con más de
cuarenta millones de visitas y su mayor fruto es la conversión de millones
de personas y el despertar de millares y millares de vocaciones sacerdotales
y religiosas.

A Teresa de Ávila no le faltaron las críticas sobre su estado mental. No


obstante, en ámbito católico, si reflexionamos sobre sus frutos quedaremos
sorprendidos al comprobar que las vías del perfeccionamiento propuestas
por ella llevaron a resultados efectivos a muchos personajes. Pocos conocen,
por ejemplo, que una variedad de santos, han inspirado su crecimiento
interior leyendo a esta magnífica autora. Son tácitos los testimonios de San
Francisco de Sales (1567-1622); Pablo de la Cruz (1694-1775), fundador de
los pasionistas; San Antonio María Claret (1807-1870); Alfonso María de
Ligorio (1696-1787), doctor de la Iglesia y fundador de la Congregación del
Santísimo Redentor, más conocidos como Padres Redentoristas, por citar
algunos.

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En nuestro tiempo, podremos apreciar el impacto de la obra de la mística
española, si tomamos en cuenta que entre 1950 y 1967, o sea, en diecisiete
años, se han publicado 183 ediciones, y, durante las celebraciones del
cuarto centenario de su muerte, solo en el período que va de 1981 a 1983,
se publicaron tres ediciones cada semana, conformando un total de 72 en
12 idiomas (Renault, 1990). Todo en una sociedad en la que la vida interior
y la riqueza espiritual no ocupan un lugar de privilegio.

1.5. TEOLOGÍA ESPIRITUAL O ESPIRITUALIDAD


El conocimiento y el crecimiento espiritual cuenta con muchas vertientes,
todas ricas de contenido. De su estudio se ocupa la llamada Teología
ascético-mística del pasado y que hoy se conoce mejor como Teología
espiritual o Espiritualidad.

Aunque recién se va haciendo presente en el panorama teológico, De


Pablo (2001) señala que, desde el punto de vista de la reflexión espiritual
sistemática, es la más antigua de las teologías porque ya los Padres de la
Iglesia “leyendo la Escritura para vivirla y comentarla, estructuraron un
camino cristiano en coherencia con la fe cristiana profesada” (p.113). En el
fondo, iban ya vislumbrando desde un punto de vista práctico cómo vivir
en el camino de “perfeccionamiento”, la vida en el Espíritu Santo.

En un documento dedicado a la formación teológica de los futuros


sacerdotes (1976), la Congregación para la educación católica, ve en la
ascética y mística cristiana las leyes del “proceso espiritual” que conllevan
el perfume trascendente de la vida interior. Más tarde, Juan Pablo II, en su
Encíclica Veritatis Splendor (1993), reflexionando sobre el repertorio moral
que conduce a la “Imagen de Dios”, definió la ascética y mística dentro de
las “leyes del progreso espiritual” (cf. n.111-112). El concepto va orientando
el sentido teológico que gradualmente se irá focalizando en la comprensión
de las vías de la “perfección cristiana”.

Hoy, bajo el concepto de Teología espiritual se engloba la ascética y la


mística, definiendo con ello las dimensiones que caracterizan la vida cristiana,
dentro de un orden que eleva la existencia humana a niveles espirituales
más sobrenaturalizados. La persona se va formando dentro de criterios de
una Fe madura, cultivando los elementos esenciales y formales que llevan a
la “santidad”. Esto significa seguir un camino de “Transformación interior”
auténtico, dentro de una antropología que santifica la conducta humana en

48
su quehacer terreno. Se enriquecen así los repertorios humanos viviendo
y buscando los medios que permiten tan elevado objetivo. Se impone así
un testimonio de vida que permite admirar la obra del Espíritu Santo en la
persona que prosigue este trayecto. Por lo dicho, imitar al Hijo “imagen del
Dios invisible” (Col1,15), significa imitar al Padre (cf.Mt5,48). La Teología
espiritual, acompaña los caminos de perfeccionamiento a la vez que
muestra su contenido y modos de crecimiento.

En este panorama, como expresión humana de la ley eterna de Dios, se sitúa


la ley natural: “La criatura racional, entre todas las demás —afirma santo
Tomás—, está sometida a la divina Providencia de una manera especial, ya
que se hace partícipe de esa providencia, siendo providente para sí y para
los demás. Participa, pues, de la razón eterna; esta le inclina naturalmente
a la acción y al fin debidos. Y semejante participación de la ley eterna en la
criatura racional se llama ley natural” (Juan Pablo II, 1993 n.43).

El conocimiento racionalista moderno, nos ha centrado en un humanismo


inmediatista que no ha estimulado los potenciales de una vida interior
que animen el anhelo de Santidad. Nosotros mismos que nos definimos
católicos, en muchas ocasiones hemos orientado a nuestros hijos a buscar
una profesión de bien y realización. Pero ¿cuándo hemos dicho a uno de
nuestros hijos: “Yo quisiera animarte a ser santo o santa?”. Alguien lo
habrá expresado ciertamente en alguna ocasión, pero por nuestro trabajo en
medio de millares de personas en los cinco continentes, constatamos que
ese porcentaje es mínimo en extremo.

1.5.1. La Experiencia Mística


Un comportamiento tibio y superficial ante las Verdades que contiene
nuestra Doctrina, sitúa al individuo ante una puerta que no se abre, a pesar
de saber que más allá de la misma están dispuestos para todo creyente,
infinidad de obsequios espirituales.

El Papa León XIII (1888), en una oportuna Encíclica dedicada a la Libertad


y Liberalismo, quiso orientar a los fieles a descubrir aquello que denomina
“Razón más alta”, haciendo referencia a la Sabiduría divina, porque quería
destacar en ella la Fuente que debería estimular nuestro pensamiento y
nuestro quehacer. La libertad no es hacer lo que uno quiere, sino hacer
libremente aquello que conviene y es oportuno, no solo para sí, sino para
todo el pueblo de Dios.

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Para “conquistar” ese nivel, nuestra “razón natural” debe elevarse para
absorber el contenido de la Verdad Superior que viene de Dios. “El hombre
puede reconocer el bien y el mal gracias a aquel discernimiento del bien y
del mal que él mismo realiza mediante su razón iluminada por la revelación
divina y por la fe, en virtud de la ley que Dios ha dado al pueblo elegido,
empezando por los mandamientos del Sinaí” (Juan Pablo II, n.44).

Por eso es importante la experiencia mística, (lamentablemente bastante


desacreditada e ignorada hoy), porque es aquella actividad espiritual que
eleva y dirige el alma a la unión con la divinidad a través de diferentes
medios que, además, están al alcance de todo creyente: ascetismo,
meditación profunda, amor, servicio devoto, contemplación, etc.

En el epítome de esta experiencia, la persona en cuestión experimenta una


“iluminación interior” que la conduce a algunos aspectos que contiene
la “Razón alta” de la cual hablaba Papa León XIII. San Agustín, Tomás
de Aquino, Teresa de Calcuta, Juan Pablo II, podrían ser ejemplos de esa
“elevación espiritual”. Para el místico, esa “intimidad con la Divinidad”, es
real y muy evidente, a pesar de su naturaleza invisible e impalpable.

Esta “realidad que no se ve”, por lo tanto “invisible”, ha sido la principal


razón por la cual el ámbito científico ha ignorado o despreciado cualquier
manifestación mística.

Para la mayor parte de estos estudiosos, la probabilidad “espiritual” es


inexistente, y si consideran su posibilidad, la sitúan en el ámbito de la
superstición, del fanatismo, la ignorancia y similares.

Por estos motivos, la “ciencia” ha sido presentada por la ortodoxia empirista


como irreconciliable con la Fe. Para nosotros, sin embargo, la verdad
natural que estudia la ciencia, es la plataforma que nos permite admirar
toda la Obra Divina que conocemos a través de la Fe. Lo dijo de manera
magistral y admirable Juan Pablo II cuando se expresó en estos términos:

“La fe y la razón son como las dos alas con las cuales el
espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la
verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de
conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que,
conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena
verdad sobre sí mismo” (1998).

50
1.5.2. Cuestión de Fe
La persona de Fe deposita su confianza en verdades espirituales que son
intangibles. Las conoce a través de la Revelación Divina y no podría tener
conocimiento alguno de su contenido si no fuese por ese tipo de acceso
inmaterial.

El católico creyente habla de un Dios Padre, Todopoderoso y Creador sin


que lo hubiera visto; cree en la Santísima Trinidad sin que tuviera evidencia
alguna de ello; acepta la vida de Cristo como Hijo de Dios sin tener otra
fuente que no sea la Revelación contenida en sus Libros Sagrados. Cree, sin
embargo, porque “confía en Quien ha revelado esas Verdades”, o sea Dios
mismo, a través de sus profetas, por medio de Su mismo Hijo encarnado,
con Quien, ninguno de nosotros ha interactuado personalmente de manera
tangible, pero no hay alguien que se reconozca cristiano que no crea en
Él, y en el ámbito católico hablamos de más de mil doscientos millones de
personas.

¿Por qué se adhieren algunos y otros no?

Porque la Fe, como enseña nuestro Catecismo, es un acto personal e implica


una respuesta libre del humano a la iniciativa de Dios que se revela (Cf.CIC
n.166). Unos se detienen para escucharlo y conocerlo, otros no, prosiguen
su paso terreno sin detener su mirada en la Verdad Trascendente. Otros,
también pudieron haber aceptado enseñanzas provenientes de la Fe en
algún momento de sus vidas, pero luego pudieron haberse alejado de las
mismas negándolas.

Aunque la Fe es espiritual, aprendemos en nuestra Doctrina que “no


creemos en las simples fórmulas, sino en las realidades enunciadas que
estas expresan y que la Fe nos permite tocar” (cf. CIC170), con la mente, con
el corazón y con el espíritu, pues, conforman una realidad espiritual que se
hace tangible en hechos concretos de nuestras vidas. Una frase luminosa y
desafiante que mencionamos en parte anteriormente, escrita por el autor de
la Carta a los Hebreos, resume de manera impecable lo dicho:

“La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las


realidades que no se ven. Por ella fueron alabados nuestros
mayores. Por la fe, sabemos que el universo fue formado por
la palabra de Dios, de manera que lo que se ve resultase de lo
que no aparece” (Hb11,1-3).

51
Cuando Jesús dijo a los suyos: “y recibirán la fuerza del Espíritu Santo, que
vendrá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y
Samaría, y hasta los confines de la tierra” (Hch1,8), estaba invitando, entre
otros, a que los suyos difundieran esa Verdad de la que habían sido testigos
a lo largo de todos los tiempos y en toda latitud. Enseñándonos que “la Fe
no es un acto aislado” (CIC n.166). El creyente la ha recibido de otro y a su
vez la difunde. Así nacieron las primeras comunidades cristianas basadas
en la Fe, el eslabón que unió a todos los cristianos alrededor de nuestra
Iglesia. Las comunidades cristianas son, entre otros, pruebas elocuentes de
aquello que en concreto produce la Fe “invisible”.

Nuestra Iglesia Católica, fundada por Jesús y custodiada por el Espíritu


Santo, permanece erguida y triunfante porque mujeres y hombres
generosos asumieron, siglo tras siglo, el mandato de evangelizar, regando
sus cimientos, en muchos casos, con su propia sangre.

De esta manera, así como en el pasado invitó a apóstoles y discípulos,


hoy también lo hace. Muchas personas consagradas que hoy conocemos
por su vocación religiosa o sacerdotal y a laicos comprometidos, en algún
momento de sus vidas Dios los llamó de manera silenciosa, y ellos, en la
intimidad de su interior, escucharon, entendieron y aceptaron, por eso los
conocemos hoy en la fusión de su bendita vocación, otro fruto visible de la
Fe invisible.

La Fecundidad cristiana está en función de cómo vivimos nuestra Fe.


Pensemos en los frutos que brotaron de la Fe expresada por Abram o
Moisés, y mucho más, de la Fe que María tuvo en la Verdad que el Ángel
le reveló.

Para que la Fe crezca, es menester cultivarla día a día. El camino del creyente
se hace glorioso en virtud de la entrega, del compromiso y de la confianza.
La Fe ilumina el conocimiento santo, convirtiéndolo en sabiduría, es así
que el creyente se eleva preparándose para interpretar los Misterios que la
misma Fe conlleva. Camina con paso seguro, porque sabe que de Dios solo
puede recibir Amor, Verdad y Vida. Mira la patria celeste iluminado por la
Fe, porque es allá que ha prefijado su residencia eterna, y sabe que, aquel
que hoy ama será amado por siempre.

52
CAPÍTULO

2
TEOFANÍAS:
MANIFESTACIONES DE DIOS

E
l Salmo 139 canta con precisión los alcances de nuestro Dios, Padre
y Creador, siempre atento y cercano a Sus hijos.

Si bien reconocemos su interés por el humano y tenemos deseo


de penetrar en Sus intimidades, su quehacer “ciencia misteriosa es para
nosotros, tan alta que no la podemos alcanzar” (cf. v.6). Pero sí, Él con
su Omnipresencia nos puede encontrar siempre. Por eso se pregunta el
salmista:

“¿A dónde iré yo lejos de tu espíritu, a dónde de tu rostro podré


huir? Si hasta los cielos subo, allí estás tú, si en el seol me
acuesto, allí te encuentras. Si tomo las alas de la aurora, si voy
a parar a lo último del mar, también allí tu mano me conduce,
tu diestra me aprehende” (vv.7-10).

Porque nos concede Su amorosa importancia, toma muchas iniciativas para


revelarse a Sus hijos e invitarlos a caminar junto a Él por las diáfanas rutas
que le son propias. Veamos algunas.

2.1. TEOFANÍAS
En el “Diccionario de la Biblia” (1968) encontramos que la palabra
teofanía significa “Aparición de Dios”, y se la emplea para explicar una
manifestación de la Divinidad que puede ser percibida por los sentidos. En
términos más latos es una Presencia visible de Dios bajo alguna modalidad:
Forma humana, luz, fuego, vientos, tormentas, sonidos extraordinarios,
voces, etc.

El término encuentra origen en el griego θεοφάνεια (theopháneia), y


está compuesto por el prefijo θεός (theós), que significa Dios, y el sufijo

53
φαίνω (phainō), que podemos traducir como aparecer. En consecuencia,
las Teofanías hacen referencia a aquellas circunstancias especiales en las
cuales Dios se aparece y manifiesta.

Como veremos luego, esas teofanías o manifestaciones de Dios pueden


asumir una forma perceptible, como en una Aparición tridimensional, o
expresarse, por ejemplo, a través de sueños, visiones, locuciones interiores,
éxtasis.

Varios capítulos del AT nos aproximan a distintas modalidades de Teofanías.


Recordemos la visita a Abraham de tres personajes. El profeta se postra
en tierra y exclama: “Señor mío, si te he caído en gracia, ea, no pases de
largo cerca de tu servidor” (Gn18,3). Se comporta de esta manera porque ha
reconocido la Presencia sensitiva de Dios.

La experiencia de Jacob (Gn32,25-31) es más dinámica, incluso dramática.


Luchó con Alguien hasta el rayar del alba. El personaje le pidió que lo
soltara durante la lucha y Jacob respondió: “No te suelto hasta que me
hayas bendecido” (v.27). Su expresión final es muy elocuente: “He visto a
Dios cara a cara, y tengo la vida salva” (v.31).

La vivencia de Moisés nos presenta una secuencia muy ilustrativa para


entender mejor el dinamismo de este tipo de Revelaciones.

“Moisés era pastor del rebaño de Jetró su


suegro, sacerdote de Madián. Una vez llevó
las ovejas más allá del desierto; y llegó
hasta Horeb, la montaña de Dios. El ángel
de Yahveh se le apareció en forma de llama
de fuego, en medio de una zarza. Vio que la
zarza estaba ardiendo, pero que la zarza no
se consumía. Dijo, pues, Moisés: «Voy a
acercarme para ver este extraño caso: por qué
no se consume la zarza». Cuando vio Yahveh

que Moisés se acercaba para mirar, le llamó de en medio de la zarza,


diciendo: «¡Moisés, Moisés!» El respondió: «Heme aquí.» Le dijo: «No te
acerques aquí; quita las sandalias de tus pies, porque el lugar en que estás es
tierra sagrada.» Y añadió: «Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham,
el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.» Moisés se cubrió el rostro, porque
temía ver a Dios” (Ex3,1-6).
54
El profeta constata la Presencia de Dios porque el “Ángel del Señor” se le
aparece como “llama de fuego”. Luego escucha una Voz inteligente que lo
reconoce pronunciando su nombre, y se presenta como el Dios de su padre,
de Abraham, Isaac y Jacob.

2.2. EL ÁNGEL DEL SEÑOR


En el relato que revisamos, llama la atención el versículo 2: “El Ángel de
Yahveh se le apareció en forma de fuego, en medio de una zarza”.

En otro contexto, la circunstancia se repite mientras Gedeón majaba trigo


en el lagar, “… el Ángel de Yahveh se le apareció y le dijo: ‘Yahveh contigo,
valiente guerrero’. Contestó Gedeón: ‘Perdón, señor mío. Si Yahveh está
con nosotros ¿por qué nos ocurre todo esto? ¿Dónde están todos esos
prodigios que nos cuentan nuestros padres cuando dicen: ¿No nos hizo
subir Yahveh de Egipto? Pero ahora Yahveh nos ha abandonado, nos ha
entregado en manos de Madián...”. Entonces Yahveh se volvió hacia él
y dijo: ‘Vete con esa fuerza que tienes y salvarás a Israel de la mano de
Madián. ¿No soy yo el que te envía?’ Le respondió Gedeón: ‘Perdón, señor
mío, ¿cómo voy a salvar yo a Israel? Mi clan es el más pobre de Manasés
y yo el último en la casa de mi padre’. Yahveh le respondió: ‘Yo estaré
contigo y derrotarás a Madián como si fuera un hombre solo” (Jue 6,12-16).

Aquí también se aparece el Ángel de Yahveh, pero es Yahveh mismo y le


habla con autoridad: “lo envía para salvar a Israel y le asegura la victoria”,
algo que solo Dios podría avizorar.

Para Haag, van den Born y de Ausejo (1963), reconocidos exégetas de


la Biblia, “el Ángel de Yahveh, no es otra cosa que una manifestación,
perceptible por los sentidos, de Yahveh mismo, las apariciones de este ser
misterioso han de considerarse indudablemente como teofanías” (p.1916).

Tomando en cuenta que Dios es Espíritu, cuando se presenta en forma


humana, algunos autores sugieren que podría considerarse esa Presencia
como una prefiguración de la Encarnación de Jesús, pues su mismo nombre
“Emanuel” nos lleva a “Dios con nosotros” (Mt1,23).

Para esta obra, es de importancia primordial la Figura del Ángel porque


centenares de los Mensajes correspondientes a las “Primicias del Cielo”
tienen la Firma de “El Ángel del Señor”.

55
2.3. CRISTOFANÍAS
Dentro del NT, seguramente una de las Teofanías más significativas para el
católico la refieren Mateo, Marcos y Lucas.

“Sucedió que cuando todo el pueblo estaba bautizándose,


bautizado también Jesús y puesto en oración, se abrió el cielo,
y bajó sobre él el Espíritu Santo en forma corporal, como una
paloma; y vino una voz del cielo: «Tú eres mi hijo; yo hoy te
he engendrado.»” (Lc3,21-22).

Jesús es confirmado como Hijo de Dios en Presencia del Espíritu Santo.


Es una revelación de la Santísima Trinidad en pleno. El Espíritu en forma
de paloma, es el Espíritu que “se movía sobre las aguas” (Gn1,2) y en esta
oportunidad, unge al Salvador, y se dispone a hacerlo con cada uno de
nosotros, siempre que nos abramos a tal bendición.

Muñoz (2006) interpreta este sublime momento con una oportuna enseñanza
para los católicos de hoy: El Padre pone de manifiesto su amor selecto a
cada uno de nosotros; Jesús nos muestra el Camino de filiación y el Espíritu
Santo nos inflama el deseo de seguir a Cristo. “A partir de entonces regirá
una relación de correspondencia: filiación y la paternidad se dan la mano en
el amor y la elección que vienen de lo alto, donde habitan el Padre, el Hijo
y el Espíritu de amor y comunión” (p.69).

Las Teofanías se realizan dentro de un marco de referencia que comprende


enseñanzas y consecuencias específicas. Recordemos la experiencia de los
dos discípulos que se dirigían hacia Emaús y a quienes Jesús se aparece
luego de su crucifixión: camina junto a ellos, conversa, los reflexiona,
luego desaparece. Ellos darían testimonio de su Resurrección (Lc24,13-31).

La asombrosa experiencia de Saulo nos sitúa dentro de una de las


Manifestaciones místicas más extraordinarias, porque de ella emerge la
vida y obra de una “columna” fundamental para los cimientos de nuestra
Iglesia: la vida y obra del gran Apóstol de los gentiles: Pablo de Tarso.

“Sucedió que, yendo de camino, cuando estaba cerca de


Damasco, de repente le rodeó una luz venida del cielo, cayó
en tierra y oyó una voz que le decía: «Saúl, Saúl, ¿por qué me
persigues?» El respondió: «¿Quién eres, Señor?» Y él: «Yo
soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, entra en la
ciudad y se te dirá lo que debes hacer»” (Hch9,3-6).

56
2.4. MARIOFANÍAS
Ningún católico ignora el significado de Guadalupe en México, Lourdes
en Francia, Fátima en Portugal en relación al pasado, y Medjugorje o
Kibeho en la actualidad, pues, nos hablan de la Presencia de María de
manera perceptible, con Mensajes y Enseñanzas muy evidentes para toda
la humanidad.

National Geographic publicó en 2015 diversos mapas, en virtud del


seguimiento que “Miracle Hunter” hizo de las Apariciones de la Santa
Madre María a través de los siglos en distintas regiones del mundo. La
simple observación de los mismos nos pone en evidencia que los hijos de
María tenemos una Madre muy solícita con Sus hijos, pues no hay región
del mundo que Ella no hubiera visitado.

Los textos en inglés distinguen los lugares específicamente reconocidos por


las autoridades de la Iglesia, otros que se mantienen por tradición popular
y los últimos que están en proceso de investigación.

Para los lectores que deseen profundizar las Apariciones específicas


remitimos a las fuentes oficiales, pues en esta circunstancia solo deseamos
poner en relieve la Presencia actual y vigorosa de la Santa Madre de Dios
y Madre nuestra.

Apariciones en Europa en los últimos 500 años


Fuente: National Geographic, 2015
https://www-staging.nationalgeographic.com/news/2015/11/151113-virgin-mary-sightings-map/

57
Apariciones de la Virgen María en el mundo

Notable incremento de Mariofanías en los cinco continentes

2.4.1. María: Madre nuestra


Recordamos todos, ciertamente, aquel momento dramático, por una parte,
pero también esperanzador por otro, cuando Jesús ya en la Cruz moribundo
“viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su
madre: ‘Mujer, ahí tienes a tu hijo’. Luego dice al discípulo: ‘Ahí tienes a tu
madre’. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa” (Jn19,26-27).

58
En el Calvario, María, otra vez daba
a luz a los nuevos hijos que Su Santo
Hijo le encomendaba, y asumió
amorosamente su tarea. Cuidó de la
Iglesia naciente desde el principio a
través de los apóstoles y discípulos
que la rodeaban, prolongando su
acción “materna” hasta nuestros días,
siempre atenta a la “falta de vino”
como en Caná (cf. Jn2,3), y de toda
necesidad que sus hijos tuvieran.

Ningún hijo de la Iglesia podrá ignorar


el papel que María tuvo y tiene en
nuestra Iglesia, y el pensamiento de
nuestra Doctrina se expresa en los
siguientes términos, ponderando Su
inigualable e importante papel en la
Historia de la Salvación.
El Calvario
“La Santísima Virgen, predestinada R. Van Weyden s.XV
desde toda la eternidad como El Escorial - España
Madre de Dios juntamente con la
encarnación del Verbo, por disposición de la divina Providencia, fue en
la tierra la Madre excelsa del divino Redentor, compañera singularmente
generosa entre todas las demás criaturas y humilde esclava del Señor.
Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo al
Padre en el templo, padeciendo con su Hijo cuando moría en la cruz,
cooperó en forma enteramente impar a la obra del Salvador con la
obediencia, la fe, la esperanza y la ardiente caridad con el fin de restaurar
la vida sobrenatural de las almas. Por eso es nuestra madre en el orden de
la gracia”.

“Esta maternidad de María en la economía de gracia perdura sin cesar


desde el momento del asentimiento que prestó fielmente en la Anunciación,
y que mantuvo sin vacilar al pie de la cruz hasta la consumación perpetua
de todos los elegidos. Pues, asunta a los cielos, no ha dejado esta misión
salvadora, sino que con su múltiple intercesión continúa obteniéndonos
los dones de la salvación eterna. Con su amor materno se cuida de los
hermanos de su Hijo, que todavía peregrinan y hallan en peligros y ansiedad

59
hasta que sean conducidos a la patria bienaventurada. Por este motivo, la
Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada,
Auxiliadora, Socorro, Mediadora. Lo cual, embargo, ha de entenderse de
tal manera que no reste ni añada a la dignidad y eficacia de Cristo, único
Mediador (Lumen Gentium, 1964, n.61-62).

2.4.2. Sentido y significado


Si nos remitimos a la Aparición de nuestra Madre a Juan Diego en el
cerro del Tepeyac (1531), encontraremos una frase emblemática que otorga
sentido y significado a la Presencia de María a través de sus Mariofanías:
“¿No estoy yo aquí que soy tu Madre”?

Es una frase profunda, que quiere ofrecer a todos sus hijos seguridad, firmeza,
protección, pues, junto a Ella nadie puede sentirse solo o abandonado.

La Presencia de María en el mundo a través de Sus Apariciones:

- Confirman Su Presencia en la Historia de la Salvación poniendo en


evidencia Su Misión evangelizadora.
- Actualizan Su disponibilidad para hacer siempre, como Servidora, la
Voluntad del Padre, enseñando a Sus hijos a hacer lo mismo.
- En un mundo tan confundido, nos recuerda siempre el Camino, la
Verdad y la Vida que Su Hijo ha señalado para toda la humanidad,
invitando, desde toda latitud a la “Conversión”.
- Con Su Presencia la Palabra se hace más viva, actual y luminosa.
Permite escucharla de nuevo con el tono tierno de una Madre Amorosa
siempre próxima a todos y a cada uno de Sus hijos.
- Su Voz se sitúa dentro del profetismo místico. En Fátima y Medjugorje
anunció eventos que luego se cumplieron. En Sus apariciones en
La Salette, como en tantas otras, nos anunciaba acontecimientos
importantes para nuestros tiempos que empiezan ahora a cumplirse.
- Llama al mundo a un cambio de vida, pues la sociedad de hoy vive
muy alejada de los principios que Dios mismo ha señalado.
- La Llena de Gracia invita a la oración, a la vida sacramental, a evitar el
pecado que ofende a la Trinidad Santa. Llama a la santidad, a recordar
el proyecto eterno, ajeno a los paraísos terrenales e inmediatos que
artificialmente inventamos.

60
- Las Apariciones marianas nos obsequian el Encuentro con Su Persona
única y privilegiada, pero siempre a nuestro alcance.
- Es y será siempre la Mensajera del Amor del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo.

Como estudiosos, podemos interpretar en alguna medida el sentido y


significado de la Presencia de María entre nosotros. Pero además de
ello, contamos con el privilegio de ser depositarios de aquel contenido
que la misma Madre expresa en estos tiempos a toda la humanidad. Así
descubriremos lo que Ella tiene en Su Corazón:

“Elijan su caminar como debe ser, no equivoquen su andar,


porque está dicho que han de hacer lo que Dios pida para
vosotros. Dirijan su caminar, sean fieles en el camino, hay
dos caminos; cierto e incierto, elijan el suyo, es fácil verlos,
distinguirlos, el uno es angosto, el otro amplio extenso. Al
primero, se va en lo misericordioso, en lo sencillo, en lo
pequeño, en aquello que llega del Cielo donde pueden caminar
en la sencillez, en una sencillez inequívoca en el Amor, en
el sentir de la aurora, en la sencillez de la Creación Divina.
Con el tintinear de las cosas de Dios, de sus árboles, peces,
ríos, de toda su creación, de tomar un alimento con la familia,
de dar un beso de hermanos con amor, sin crítica, ayudando,
dando, recibiendo y caminando contentos como gacelas, como
niños. Y la otra parte, lo inhumano de la Tierra, lo que se
ambiciona sin que sea necesario; aquello que están aspirando
sin necesidad alguna eso les llena de desolación; las fiestas,
los lujos, la mediocridad, la insensatez, el peligro, la mentira;
ese camino no es de ustedes. La misión es salvar a aquellos los
más necesitados que caminan sin rumbo, los sencillos, los no
queridos, los pequeños que no son de nadie, que Yo amo; esas
creaturas pequeñas, chiquitas, con hambre y sed, sin que nadie
extienda la mano por ellas, esas pequeñas son las que quiero
que encuentren, el lugar está dado. Ese dolor lo llevo en Mi
Corazón, como una Madre que ha sufrido. Esos pequeños hay
que recoger, cuidar, nadie voltea a verlos, y pasan y pasan y
nadie detiene su camino; solo estorban, solo quieren cerrar los
ojos para no sentir; son menospreciados y quisieran quitarlos
del camino para no verlos. Duelen tanto, porque son los
hijos predilectos de Dios; esos que no han tenido nada, solo
dolor y tristeza. Si juntaran sus deseos y cada uno diera unos
segundos de su vida, harían lo que el Cielo mismo pide. Habrá

61
cuentas que dar, solo por haber olvidado a los pequeños de
Dios. Abran sus ojos solo un segundo, de lo mucho que tienen
podrían contentar un corazón, con una mirada, una sonrisa,
una caricia. Si alguien escucha, sabe, piensa y desea caminar
por el Camino de la Verdad, que sea anhelando lo bueno y
lo santo. Detengan un segundo su caminar y entréguenlo a
un ser que no ha tenido nada y que es capaz de darlo todo.
Esta pregunta será dada: ¿Qué hiciste por los pequeños, por
aquellos que caminan con Jesús a su lado?, cuando ellos
estaban ahí, Jesús estaba con ellos. ¿Y tú, si los hubieras visto,
hubieras dado algo? Abre tu caminar y date un segundo de
tu vida que corre el tiempo de esa vida; sería tan fácil tener
una simple sonrisa amorosa, verdadera, así darías más de lo
que se espera de ti. Elijan su camino, saben cuál es, terminen
su caminar dignamente, tranquilos, no corran, ganan más al
pensar porque aprenderán a observar cada detalle. Vayan en
paz, pero no olviden, no dejen lo que hoy les pide la Madre
Dolorosa por el dolor de sus hijos amados, su Madre Santa”
(24.2.10).

62
CAPÍTULO

3
EXPERIENCIAS
MÍSTICAS ACTUALES

D
esde el comienzo de esta obra hemos tratado de explicar el
significado de Mística, porque el mundo moderno se caracteriza, en
buena parte, sobre todo en ámbito científico, por un reduccionismo
que conduce todo a la materia, ignorando en gran medida el lugar y
comprensión que merece la dimensión espiritual. Es por este motivo que
hablar de Apariciones de la Virgen o de Jesús causa suspicacia.

Esta desconfianza y distanciamiento, no se han comprobado únicamente en


aquellos que ponderan la ciencia como fuente exclusiva de verdad; también
se ha verificado en el ámbito de creyentes que han actuado con desdén ante
tantas y variadas iniciativas que venían del Cielo.

Como profesor universitario e investigador laico, me sorprende que en un


ámbito académico y religioso, con siglos de dedicación al estudio y donde
la dimensión espiritual ocupa un lugar preponderante, recién en 1917 se
hubiera creado la cátedra de Ascética y Mística en el ateneo Angelicum y en
1918 en la Universidad Gregoriana, ambas en Roma (Marotto, 2001, p.120).
Tal vez a causa de esta “demora” en la profundización y manejo de estos
temas, los místicos modernos han padecido tanto desdén, distanciamiento,
incluso persecución en sus experiencias, por parte de aquellos que más
bien deberían haber sido los primeros en captar y orientar estas vivencias
extraordinarias.

Hasta el presente, de acuerdo a nuestros registros, no existe país alguno


que no hubiera tenido la Visita de Jesús o de María bajo la forma de
Apariciones en los últimos 70 años. Sin embargo, no escuchamos que las
mismas hubieran recibido la importancia que merecían, con excepción de
algunos casos muy contados como San Nicolás de los Arroyos (Argentina)
y Kibeho (Ruanda), ambos aprobados por la autoridad episcopal diocesana.

63
3.1. ¿SON POSIBLES LAS REVELACIONES HOY?
Karl Rahner (1995), el famoso teólogo jesuita, haciendo referencia a la
posibilidad de que una persona o más puedan ser objeto de revelaciones
privadas escribe: “La posibilidad de una revelación privada a través de
visiones y audiciones es, para un cristiano, fundamentalmente cierta. Dios,
en cuanto Dios personal y libre, puede hacerse perceptible al espíritu creado
no solo por medio de sus obras, sino también a través de su palabra libre y
personal” (1995, p.39).

Por el relativismo espiritual que impera en muchos ámbitos, no circunscrito


únicamente a científicos, sino también a gente de fe, no resulta fácil acoger
Mensajes que provengan de la Divinidad. Existen muchas razones para
ello, indudablemente.

Entendemos que un sano escepticismo es saludable porque también existen


alucinaciones, engaños del maligno, manipulaciones humanas, entre otros.
Empero, quienes hemos conocido en primera persona estos acontecimientos,
no hemos constatado en general “el sano escepticismo o la saludable duda
que busca respuestas”, más bien hemos identificado el prejuicio negativo
con el que se ha afrontado estos casos en la mayor parte de las naciones,
por eso son tan pocos los casos científica y teológicamente investigados.

Quienes estudiamos estos fenómenos extraordinarios, prevenimos contra


la ingenua credulidad y el fanatismo obsesivo, pero también reconocemos
que una actitud de crítica prejuiciosa y recelo gratuito, que incluso lleva a
persecuciones e inoportunos manejos como ha ocurrido en Garabandal y
en otros sitios de Apariciones, tampoco
ayuda a la comprensión objetiva de
acontecimientos similares. Se olvida
fácilmente que, si se comprueba un
Signo real, detrás del mismo hay una
intención, y si hay una intención,
detrás hay un Autor ¿por qué temer?
¿por qué ignorarlo?

Nuestra Señora de Akita-Japón


1973 - 1981
Reconocido el 22 de abril de 1984

64
Nosotros insistimos en la importancia de un acercamiento sabio, prudente,
científico, objetivo, pues, si la Divinidad toma iniciativas en estos tiempos,
su Luz brillará, como ha ocurrido a lo largo de los siglos en casos como en
Lourdes (Francia), Fátima (Portugal), Banneux (Bélgica); Knock (Irlanda);
Zaragoza (España); Paris (Francia): Ciudad de México (Tepeyac-México);
Coromoto (Venezuela); San Nicolás de los Arroyos (Argentina); Akita
(Japón); Kibeho (Ruanda); Champion-Wisconsin (EEUU), todas estas,
entre otras, reconocidas por la autoridad de la Iglesia, y a cuya palabra
definitiva los creyentes deberíamos acogernos.

No obstante, con frecuencia se ignora que el mismo texto del capítulo


primero de la Carta a los Hebreos, inicia con una afirmación que merece
tomarse en cuenta: “Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el
pasado a nuestros Padres por medio de los profetas; en estos últimos
tiempos nos ha hablado por medio del Hijo a quien instituyó heredero de
todo, por quien también hizo los mundos” (Heb1,1-2).

La Santa Biblia contiene variados capítulos que narran las extraordinarias


experiencias de aquellos profetas que escuchaban la Voz de Dios: Tenían
sueños; recibían Ángeles con mensajes de la divinidad; experimentaban
visiones, apariciones, locuciones, etc. ¿Por qué no ahora? ¿No es Cristo el
mismo de ayer y de siempre? (cf. Heb13,8).

Rahner, en otro acápite expone un criterio bastante tácito: “En todo caso,
es muy evidente, que no se puede imaginar la historia del cristianismo sin
el factor profético y visionario en el sentido más amplio” (p.40). Y previene
a quienes deseen reducir estas experiencias a fanatismo, especulaciones
o patologías, expresando que, con un prejuicio generalizado de este tipo,
negarían la posibilidad de una acción histórica del Dios personal que se
revela por medio de la Palabra.

Varios Papas han sido “sensibles” a la experiencia mística, asumiendo


actitudes muy objetivas y proactivas. Recordemos a Pío IX (1792-1878),
que se inspiró hondamente en las Apariciones de la Virgen María a Catalina
Labouré (1806-1876), verificadas en la famosa Rue du Bac en París, el día
18 de julio de 1830, y en las revelaciones de La Salette (1846), para la
definición dogmática de la “Concepción Inmaculada de María” el 8 de
diciembre de 1854.

65
El observador espiritual fácilmente
comprenderá que esta iniciativa
fue confirmada por la misma
Virgen María el día 11 de febrero
de 1858 durante Su Aparición
en Lourdes, cuando Bernardette
Soubirous (1844-1879) le preguntó
Su Nombre y Ella respondió: “Yo
soy la Inmaculada Concepción”.
La Santa Madre había identificado
Su Advocación en los términos
que el Magisterio de la Iglesia
le había atribuido. Esta es una
comprobación de cómo el Espíritu
Santo trabaja sobre sus hijos fieles.

El sucesor de este Papa fue León


XIII (1810-1903), que tuvo a bien
considerar la recomendación de la
Santa Madre en Lourdes invitando
a rezar el Santo Rosario y a cuya
devoción dedicó varias Encíclicas.
Fue él que reconoció como auténticas las Apariciones de Catalina Labouré,
estimulando así la devoción a la “Medalla Milagrosa” que la Virgen María
había encomendado a dicha religiosa.
El Papa Pío XI (1857-1939) impulsó en gran medida la devoción a María
y elevó la importancia del Santo Rosario como arma eficaz contra el mal.
Ulteriormente, el Papa Pío XII (1876-1958), aprobó las Apariciones de
Banneux y Beauraing y canonizó a Catalina Labouré fortaleciendo
nuevamente la devoción a la Medalla Milagrosa. En 1954, también aprobó
para el culto la autenticidad de la “Virgen de las Lágrimas” en Siracusa
(Italia), que exudó lágrimas humanas entre el 29 de agosto y 1º de septiembre
de 1953.
Juan Pablo II, hoy Santo en los altares, tuvo una relación muy íntima con
los acontecimientos de Fátima. El 13 de mayo de 1981 sufrió un atentado
en la Plaza de San Pedro, de mano de Mehmet Ali Agca, de 23 años, ya
condenado a muerte por homicidio, pero fugitivo de una prisión militar
turca.

66
Agca realizó dos disparos con
una pistola Browning calibre
9. Los impactos alcanzaron el
estómago provocando severos
daños, pero el Pontífice no
murió. Rememorando esa
circunstancia declaró: “Estoy
verdaderamente seguro de que
el Señor me arrancó de las
manos de Herodes”.
¿Cómo? ¡Por medio de María! Y durante una entrevista con André
Frossard, periodista francés declaró: “Una mano disparó, pero otra mano
desvió las balas” (Comastri, 2001, p.35).

En gratitud a la “Otra Mano” visitó Fátima para agradecer a la Virgen por


la salvación de su vida y el restablecimiento de su salud. Al año siguiente
pidió que una de las balas que le extrajeron se engarzara en la aureola de la
corona de la imagen de la Santa Madre, también en señal de gratitud.

El Cardenal Ratzinger (1994), comentando aspectos diversos de Fátima


dijo: “Había estado (Juan Pablo II), muy cerca de las puertas de la muerte
y él mismo explicó el haberse salvado, con las siguientes palabras: … fue
una mano materna a guiar la trayectoria de la bala y el Papa agonizante
se paró en el umbral de la muerte”.

Estos datos nos muestran el valor que pueden tener las Manifestaciones
místicas modernas, cuando los responsables se aproximan a las mismas,
aplicando los mejores recursos de la sabiduría racional humana y espiritual.

3.2. REVELACIONES PÚBLICAS Y PRIVADAS


Francisco de Paola Solá (1978), teólogo mariano eximio, ha orientado
con buen criterio la actitud que debería contener el acercamiento a los
fenómenos místicos modernos.

Explica por ejemplo que, cuando se habla de Revelación en sentido teológico,


debe remitirse a aquella manifestación por la cual Dios quiso presentarse a
Sí mismo con Sus Atributos, junto a todos Sus proyectos para la humanidad.
Esta Revelación se conserva en la Sagrada Escritura y en la Tradición,
que ha sido confiada a la Iglesia. “El Magisterio eclesiástico -sobre todo

67
ejercido personalmente por el Papa y por los Concilios Ecuménicos con el
Papa- es el que auténticamente puede declarar el sentido real y verdadero
de la Revelación y proponer con exigencia de adhesión de fe las verdades o
dogmas en ella contenidas” (p.21). A esta forma de Revelación se la conoce
como Revelación pública y ha concluido con la muerte del último de los
apóstoles.

Un párrafo de la Constitución Dogmática Dei Verbum (1965) nos revela los


sublimes alcances de este tipo de Revelación:

“Dispuso Dios en su sabiduría revelarse a Sí mismo y dar


a conocer el misterio de su voluntad, mediante el cual los
hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen
acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de la
naturaleza divina. En consecuencia, por esta revelación, Dios
invisible habla a los hombres como amigos, movido por su
gran amor y mora con ellos, para invitarlos a la comunicación
consigo y recibirlos en su compañía. Este plan de la revelación
se realiza con hechos y palabras intrínsecamente conexos entre
sí, de forma que las obras realizadas por Dios en la historia de
la salvación manifiestan y confirman la doctrina y los hechos
significados por las palabras, y las palabras, por su parte,
proclaman las obras y esclarecen el misterio contenido en ellas.
Pero la verdad íntima acerca de Dios y acerca de la salvación
humana se nos manifiesta por la revelación en Cristo, que es
a un tiempo mediador y plenitud de toda la revelación” (n.2).

En este sentido, nuestro Catecismo nos ilustra de esta manera:


“Por una decisión enteramente libre, Dios se revela y se
da al hombre. Lo hace revelando su misterio, su designio
benevolente que estableció desde la eternidad en Cristo en
favor de todos los hombres. Revela plenamente su designio
enviando a su Hijo amado, nuestro Señor Jesucristo, y al
Espíritu Santo. (CIC n.50).

3.2.1. Revelación Pública


El Dios “escondido” desea comunicar su vida divina a todas sus creaturas.
Revelándose, invita a toda persona a ofrecerle una respuesta para que,
conociéndole puedan amarle y servirle.

68
Se revela “mediante acciones y palabras” (CIC n.53). En tiempos primigenios
se manifestó a nuestros primeros padres. Después de su caída, les prometió
salvación y les ofreció una Alianza que sellaría con Noé. Eligió luego a
Abraham con quien renovó la Alianza y su descendencia. Sucesivamente,
hizo conocer Su Ley por medio de Moisés y su Palabra acompañó la
cronología humana hasta revelarse plenamente enviando a su propio Hijo.
“El Hijo es la Palabra definitiva del Padre, de manera que no habrá ya
otra Revelación después de Él” (CIC n.73).

A través de estas expresiones conocemos la Palabra de Dios que se


automanifiesta, comunicándonos, solo por Amor, “el designio de salvación
que Dios concibe desde toda la eternidad y que realizó en Jesucristo; por
ella conocemos los dones de la salvación y los medios para alcanzarla”
(Latourelle, 2016, p.9).

Este tipo de Revelación se denomina pública, porque la autorrevelación


de Dios va dirigida “a toda la comunidad humana (revelación general o
natural), o a un pueblo en particular (revelación histórica/categórica), como
la comunidad de Israel, ligada por un pacto, o el pueblo de Dios en la
economía de la salvación” (Russell, 2002, p.1521).

Nosotros, como creyentes cristianos, reconocemos la Fuente de esa


Revelación en la Sagradas Escrituras, en la tradición y las enseñanzas
que nuestra Iglesia custodia, heredera de la doctrina cristiana confiada
por Jesucristo, Hijo de Dios, en Quien, la Revelación, como citamos con
anterioridad, se cumple a plenitud, por tanto, no habrá otra revelación que
pretenda afectar la Verdad sellada por la Palabra y vida de Jesucristo.

Sin embargo, esta Verdad Revelada es dinámica y contiene potenciales


que, por medio de la interpretación teológica se van descubriendo,
señalando nuevos rumbos de pensamiento y de acción evangelizadora. Así
emergieron, por ejemplo, los Dogmas de la “Inmaculada Concepción” y
el de la “Asunción a los cielos”, y van germinando las enseñanzas que
actualizan la vida cristiana a través del Magisterio de la Iglesia.

3.2.2. Revelación Privada


De manera distinta a la de la Revelación pública, existe otra que se denomina
Privada. Y, como su nombre la define, es una experiencia especial que
compromete a algunas personas a las que Dios concede dones y carismas

69
muy especiales, cuya aplicación ilumina muchas facetas en la vida de nuestra
Iglesia. Pensemos en las Obras de San Francisco de Asís, Teresa de Ávila,
Juan de la Cruz, Don Bosco, Padre Pío de Pietrelcina, Faustina Kowalska,
y tantos otros cuyos nombres engalanan nuestra Historia cristiana.

Las Revelaciones privadas no contienen la propuesta de una nueva


doctrina ni sugieren la anulación o postergación de la doctrina oficial de
nuestra Iglesia, más bien, según la época y el lugar, ofrecen formas de
enriquecimiento maravilloso para la fe cristiana. Por ejemplo, algunos
Mensajes iluminan la comprensión de un Dogma como la Virginidad de
María o la Presencia de Cristo en la Eucaristía.

Los Mensajes en general, animan un crecimiento interior, estimulan un


mayor compromiso cristiano, invitan a la reflexión, al cambio de vida, a
tomar en cuenta la situación del humano ante Dios en tiempos precisos.

En Medjugorje, una pequeña población de


Bosnia y Herzegovina, parte de la antigua
Yugoslavia, por ejemplo, cuando la Virgen
se apareció el día 26 de junio de 1981, dijo
a los seis videntes: “Paz, paz y solo paz…
La paz debe reinar entre el hombre y Dios
y entre todos los hombres”. La Santa
Madre se presentó bajo la advocación:
“Reina de la Paz”. Trajo un Mensaje
de Reconciliación y Perdón motivando
a la conversión, a la oración y al ayuno,
invitando a situar a Dios, otra vez, en el
centro de nuestras vidas.

Incitó a la Paz, la respuesta no fue la esperada. Luego vendría la Guerra de


los Balcanes en la antigua Yugoslavia, que duraría diez años provocando
alrededor de 200.000 muertes y millones de desplazados. La Madre
invitaba a la conversión porque sabía que si se continuaban en esas
conductas habrían llegado a un conflicto bélico que Ella habría querido
evitar. El Mensaje de Paz no era una metáfora, buscaba una transformación
real pero no fue escuchada, al igual que en Fátima cuando anunció que si
no se realizaban cambios profundos vendría una Guerra. La profecía se
cumplió con la Segunda Guerra Mundial que causó entre 55 y 60 millones
de muertos.

70
Las Revelaciones privadas iluminan caminos de perfeccionamiento
espiritual de una persona o más, con grandes perspectivas. Pensemos en
Ignacio de Loyola (1491-1556), Margarita María Alacoque (1647-1690);
Catalina Labouré (1806-1876). Sus frutos son importantes y enriquecen
la vida de nuestra Iglesia. Tomemos también el caso de una persona tan
amada y admirada para nosotros como Teresa de Calcuta (1910-1997). Su
vida ejemplar y sus virtudes heroicas mostraron un camino de santidad y
servicio al que miles y miles de personas se adhirieron sea como religiosas
o voluntarios laicos.

3.3. MENSAJES
En la Revelación privada que puede darse a través de Apariciones o
locuciones de Dios Padre, Jesús, María, Ángeles o Santos, se distingue
como característica notable la recepción de Mensajes.

Los mismos resultan de diálogos o dictados que las personas elegidas


reciben de manera concreta. En Fátima y Medjugorje los Mensajes, entre
otros, invitaban a la conversión, indicando que, si las sugerencias no se
hacían realidad, el hecho de seguir viviendo en la oscuridad comportaría
dramáticas consecuencias. No porque esto llegue a derivar de un Castigo
divino, sino como consecuencia de las conductas ausentes de Amor entre
los humanos y falta de compromiso con los Mandamientos de Dios, cuyo
cumplimiento sí permitiría formas de vida más armónicas.

Nuestro Catecismo nos recuerda que las “revelaciones privadas” “no


pertenecen al depósito de la fe. Su función no es la de mejorar o completar la
Revelación definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivirla más plenamente
en una cierta época de la historia” (CIC n.67).

En consecuencia, aunque tengan tan privilegiada fuente “no son Dogmas”


de Fe, o sea que el creyente no está obligado a creer o adherirse a los
mismos. Es por eso que la opinión de la autoridad de la Iglesia se hace
importante para saber dónde situarlos.

En San Nicolás de los Arroyos, el Obispo Héctor Cardelli, que aprobó las
Apariciones de “Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás” en mayo de
2016, publicó los Mensajes que iban desde 1990 a 2015, concentrando
alrededor de 6000 Mensajes divididos en seis volúmenes que la Virgen
dictó a la mística Gladys Motta.

71
Los obispos anteriores, “siguiendo los deseos de la Virgen”, expresados a
través de Mensajes, animaron la Devoción a la Virgen en Su Advocación
y construyeron una hermosa Basílica, además de organizar multitudinarias
peregrinaciones en fechas específicas relacionadas a las Apariciones. La
hermosa Basílica de Guadalupe que congrega millones de peregrinos en
México, animando su Fe, es también un significativo fruto de un Mensaje
que la Virgen transmitió a Juan Diego, hoy Santo en los altares.

Cuando se habla de Apariciones el místico o vidente, puede ver


objetivamente a la persona en perspectiva tridimensional, como sucede
cuando nos encontramos con otra persona. Así fue el encuentro de María
de Guadalupe con el humilde místico mexicano y el de Catalina Labouré
con la Santa Madre, por mencionar algunos a modo de ejemplo.

En otros casos místicos, la dinámica es diferente. La persona, no ve de


manera tridimensional a Jesús o a María, pero la “escuchan”, captan Sus
Voces a través de un mecanismo conocido como “locución interior o
palabras interiores”, tema que trataremos con mayor detalle en el siguiente
capítulo.

El Magisterio de la Iglesia, es el llamado para discernir y acoger o no el


contenido de estas revelaciones, ponderando si su contenido promueve
o fortalece la Fe establecida. Es fundamental, para que este tipo de
revelaciones sean reconocidas, que su contenido no contenga contradicción
alguna con la sana Doctrina.

Para que el lector tenga una vivencia cercana de un Mensaje sencillo,


transcribimos uno muy reciente de la Reina de la Paz en Medjugorje:

“¡Queridos hijos! He estado con ustedes todos estos años


para conducirlos por el camino de la salvación. Regresen a
mi Hijo, regresen a la oración y al ayuno. Hijitos, permitan
que Dios le hable a su corazón, porque Satanás reina y
quiere destruir sus vidas y la tierra por la que caminan. Sean
valientes y decídanse por la santidad. Verán la conversión en
sus corazones y en sus familias; la oración será escuchada,
Dios atenderá sus súplicas y les dará la paz. Estoy con ustedes
y los bendigo a todos con mi bendición maternal. ¡Gracias
por haber respondido a mi llamado!” (Fundación Centro
Medjugorje, 25 de marzo 2020).

72
Estas Apariciones no han sido aún reconocidas por la Autoridad de la
Iglesia, pero están bajo estudio. Asimismo, desde mayo del 2019 el Papa
Francisco ha aprobado sus peregrinajes porque es muy consciente de los
extraordinarios frutos que durante estos años se han ido registrando. Hasta
el presente se calculan más de 40 millones de peregrinos.

Para tener una idea de su extraordinaria capacidad de convocatoria, revisando


su página estadística leemos que durante el pasado 2019 han comulgado en
el lugar 1.825.000 personas y los sacerdotes han concelebrado un total de
44.464 Misas.

Solo en el mes de septiembre tuvieron 230.000 Sagradas comuniones,


además de 5.570 sacerdotes que concelebraron la Santa Eucaristía en los
diferentes días del mes. El último dato correspondiente únicamente al día
martes 3 de marzo del presente año, contabilizó 33.000 comuniones y
concelebraron 1.002 sacerdotes (Estadísticas de Medjugorje, 2020).

Será bueno preguntarse por ello: ¿podrían unos jóvenes videntes haber
inventado por sí mismos esta avalancha de conversiones sin la Unción del
Espíritu Santo? Son casi cuatro decenios de marcha.

¿No nos invita este acontecimiento a tomar en consideración la sabia


aseveración de Gamaliel, respetado doctor de la ley y estimado por el
pueblo cuando reflexionó a los fariseos en estos términos?:

“Les digo, pues, ahora: olviden estos hombres y déjenlos.


Porque si esta idea o esta obra es de los hombres, se destruirá;
pero si es de Dios, no podrán destruirla. No sea que se
encuentren luchando contra Dios” (Hch5,38-39).

Por invitación de Monseñor Héctor


Cardelli, Obispo de San Nicolás de
los Arroyos, en 2015, participé en
el ciclo final de las investigaciones
sobre las Apariciones de la
Virgen María en San Nicolás de
los Arroyos, experiencias que
tuvo Gladys Motta desde el 25
de septiembre de 1983 hasta el
presente (Cardelli, 2016).

73
Luego de estudios científicos y teológicos profundos, y un seguimiento
de algo más de treinta años, estos acontecimientos fueron reconocidos
solemnemente por Monseñor Cardelli como auténticos y de origen
sobrenatural, el día 22 de mayo de 2016.

La Advocación con la que se presenta María Santísima revela ya parte del


contenido de Su Mensaje: “Virgen del Rosario de San Nicolás”, e invita
a la oración, a la conversión, al cambio de vida, a descubrir a Dios en
nuestras vidas.

Para valorar mayormente la obra que ahora ponemos entre sus manos,
consideramos de utilidad compartir con nuestros lectores parte del texto de
reconocimiento oficial diocesano, para así conocer la importancia que el
Obispo, en su discernimiento, otorgó a una Revelación privada.

“En virtud de todo lo afirmado, y como obispo diocesano


facultado para este tipo de pronunciamiento; motivado por un
sentido de conciencia justa, decreto con certidumbre moral,
buena intención y esperanza; cumpliendo los requisitos del
discernimiento sugeridos por la Santa Sede; buscando la
mayor gloria de Dios y el bien de nuestra Iglesia; invocando
el nombre de Dios Altísimo, Padre, Hijo y Espíritu Santo,
el nombre de María del Rosario de San Nicolás, el de su
esposo San José, reconozco el carácter sobrenatural de los
felices acontecimientos con los que Dios a través de su hija
predilecta, Jesús por medio de su Santísima Madre, el Espíritu
Santo por medio de su dilecta esposa, ha querido manifestarse
amorosamente en nuestra diócesis”.
“Finalmente y como la Santa Madre lo ha pedido, imploro al
Cielo en nombre de toda la diócesis, que sea Ella, por siempre
la Reina y Señora de San Nicolás de los Arroyos”.

En 2011 el Señor Cardenal William Levada, Prefecto de la Congregación


para la Doctrina de la Fe, dictaminó las Normas que deberían proceder en
el discernimiento de presuntas apariciones y revelaciones.

En este contexto expone el criterio de SS Benedicto XVI, quien, en la


Exhortación Apostólica Post-sinodal Verbum Domini (2010) enfatizaba
que “Jesús es la Palabra definitiva de Dios; siendo el ‘primero y el último’
en otorgar sentido a la creación y a la historia. Cristo es el culmen de la
Revelación, además del cumplimiento de todas las promesas de Dios y

74
mediador entre el hombre y Dios. Es la palabra única y definitiva entregada
a la humanidad. Por lo tanto, ningún creyente espera una palabra que
desdiga, corrija o mejore lo ya dicho.

La Revelación privada adquiere sentido cuando conduce a Cristo animando


la Fe en Él y en todo el significado de su Encarnación, Vida, Muerte y
Resurrección, pero si nos aleja de Él o se muestra contradictoria con Su
enseñanza original, entonces no se reconoce la acción del Espíritu de Dios.

“La revelación privada es una ayuda para esta fe, y se


manifiesta como creíble precisamente cuando remite a la
única revelación pública. Por eso, la aprobación eclesiástica
de una revelación privada indica esencialmente que su
mensaje no contiene nada contrario a la fe y a las buenas
costumbres; es lícito hacerlo público, y los fieles pueden dar
su asentimiento de forma prudente. Una revelación privada
puede introducir nuevos acentos, dar lugar a nuevas formas
de piedad o profundizar las antiguas. Puede tener un cierto
carácter profético (cf.1Ts5,19-21) y prestar una ayuda válida
para comprender y vivir mejor el Evangelio en el presente; de
ahí que no se pueda descartar. Es una ayuda que se ofrece pero
que no es obligatorio usarla. En cualquier caso, ha de ser un
alimento de la fe, esperanza y caridad, que son para todos, la
vía permanente de la salvación” (Levada, 2011 n.3).

Esta obra aproximará al lector a una experiencia mística reciente que nos
trae palabras frescas del Cielo, con enseñanzas específicas y muy ricas para
estos tiempos de amenaza y pandemia. Llegan como una brisa fresca de
primavera y un perfume lleno de esperanza.

Las distintas enseñanzas nos acercan a Dios como Padre de toda la Huma-
nidad; a Cristo como Redentor y al Espíritu Santo como Luz imprescindible.
Nos conducen, asimismo, a los brazos de nuestra Santa Madre Santísima,
siempre atenta a los avatares humanos. Ella nos invita a caminar como
hermanos, iluminados por la Doctrina que Cristo confió a Su Iglesia.

En esta Compañía, podremos recorrer con seguridad, los Caminos que


llevan a la más íntima y alta unión con Dios.

75
76
CAPÍTULO

4
PALABRAS
INTERIORES

S
i algo fascina a una persona amante de los libros es el poder
trascendente que las palabras contienen. Un vocablo puede describir
una breve circunstancia, una historia, una época y mucho más. Para
viajar lejos, muy lejos, podemos servirnos de las palabras, y, con la Palabra
de Dios, avizoramos el Infinito y la Vida Eterna.

4.1. ASCESIS EN EL DESIERTO


En el año 303, el emperador Diocleciano tomó iniciativas muy violentas
para reprimir la extensión del cristianismo, obligando, por ejemplo, a
ofrecer sacrificios a los dioses romanos y ordenando persecuciones feroces
y matanzas que se conocen en los anales de la historia como las más
despiadadas.

Luego del Edicto de Milán formulado el año 313, firmado por Constantino
I el Grande y Licinio, dando fin a las persecuciones y otorgando la libertad
de culto, se abrían nuevas vías para la expansión del cristianismo. Pero
muchos fieles, inspirados en inquietudes espirituales profundas, pensaron
que deberían buscar otras formas de crecimiento interior, siguiendo el
ejemplo de Cristo que se retiró al desierto por cuarenta días y cuarenta
noches, en ayuno y oración.

Al principio algunos se afincaron en la Tebaida, al sur del antiguo Egipto,


extendiéndose sucesivamente a otras regiones y a distintas naciones.

Para poblaciones urbanas modernas resulta difícil comprender preferencias


de este tipo, pero ellos comprendieron que en medio de la belleza y
extensión del desierto también existían vertientes de agua cristalina en
oasis encantados que aliviarían su sed de conocimiento interior. Captó

77
algo de sus misterios Antoine de Saint-Exupery (2015), famoso autor de
“El Principito” cuando escribió: “Siempre me ha gustado el desierto. Uno
se sienta en una duna de arena del desierto, no ve nada, no oye nada. Sin
embargo, a través del silencio algo palpita y brilla”.

Es en ese promisorio panorama que encuentra origen la experiencia de


muchos “ermitaños” que optaron por ir a vivir en la soledad del desierto.
Precisamente por ello, el término “ermita” deriva del latín “eremita”, que
a su vez es una latinización del vocablo griego ἔρημος (erēmos), con el
significado de “desierto o deshabitado”.

¿Quién era entonces el ermitaño o el anacoreta?

El que vivía en el desierto porque había decidido apartarse del mundo.

¿Por qué motivo?

Los ermitaños, abrazados a la soledad del desierto se obsequiaron el tiempo


y la dedicación para buscar una vida contemplativa que les permitiese
progresar interiormente de manera constante, sin distracción mundana
alguna.

Es en este entorno que se van formando aquellos grandes “Padres del


desierto” que, con su vida de oración, ayuno, penitencia y meditación,
fueron construyendo una “ascesis” que, por la meditación en el silencio
debería conducirles hacia a la conquista de la “paz interior” (hésykia),
condición indispensable para alcanzar el acercamiento más íntimo con la
divinidad.

Este retiro al desierto llamó


a personajes muy ricos en su
interioridad, y el caudal de sus
meditaciones, dio lugar a los
famosos “Dichos o Apotegmas del
desierto”, un verdadero depósito de
sabiduría humana y espiritual.

Pablo el Ermitaño
José de Ribera (1640)
Museo del Prado - Madrid

78
Recordemos entre ellos al primer ermitaño cristiano San Pablo de Tebas
(227-342), reconocido como el primer ermitaño cristiano, San Antonio Abad
(251-356), San Atanasio (296-373), San Macario de Egipto (300-391), entre
otros.

También algunas mujeres tomaron decisiones similares como Santa Thais


de la Tebaida (s.IVd.C), cortesana egipcia convertida al cristianismo y
eremita que vivió una vida de contemplación junto a las primeras mujeres
que se retiraron al desierto.

Puede ser interesante para nuestros lectores conocer el contenido de un


diálogo entre estos personajes tan especiales:

- “Preguntó uno al abad Antonio: «¿Qué debo hacer para


agradar a Dios?» El anciano le respondió: «Guarda esto que
te mando: donde quiera que vayas, ten siempre a Dios ante
tus ojos, en todo lo que hagas, busca la aprobación de las
Sagradas Escrituras; y donde quiera que mores, no cambies
fácilmente de lugar. Guarda estas tres cosas y te salvarás»”.
- “El abad Pambo preguntó al abad Antonio: «¿Qué debo
hacer?». El anciano contestó: «No confíes en tu justicia; no te
lamentes del pasado y domina tu lengua y tu gula»”.
- “Dijo el padre Gregorio: «De todo bautizado Dios exige tres
cosas: una fe recta para el alma, dominio de la lengua;
castidad para el cuerpo»”.
- “El abad Evagrio cuenta también: «Anunciaron a un monje la
muerte de su padre, y el monje dijo al mensajero: “Deja de
blasfemar; mi padre es inmortal»”.
(Padres del desierto. Sentencias p.4).

A los padres los llamaban “abbá”, voz aramea que significa “papá, papi”, y
eran los maestros que señalaban el camino a seguir.

Hésykia definía una vida interior que se inspiraba en la guía y ejemplo


del hombre de Dios, el abbá. La singladura a seguir los llevaba, a través
del silencio y de la soledad, a reconocer y escuchar la voz de su corazón
y de su alma, cosa que los hijos digitales y cibernéticos del siglo XXI
no tienen tiempo para hacer. La reflexión y la meditación iluminaba sus
vidas, permitiendo afinar su pensamiento en cuestiones humanas, morales,
ascéticas, pues querían hacer vida aquello que pensaban. Su conducta final,

79
era el significativo fruto de aquello que pensaban y meditaban. “No hablan…
dicen; no ofrecen… hacen; no prometen… cumplen; no aparentan… son”
(Castañón Gómez, 2012).

4.2. RHEMA: LA PALABRA QUE ILUMINA


Para muchos, el término “rhema” les será novedoso porque es una acepción
griega. Empero, entenderán su sentido en las siguientes frases:

- “… está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra


(rhema) que sale de la boca de Dios” (Mt4,4).
- “Entonces, ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra (rhema): en tu boca
y en tu corazón, es decir, la palabra (rhema) de la fe que nosotros
proclamamos” (Rm10,8).
- “Tomen, también, el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu,
que es la Palabra (rhema) de Dios” (Ef6,17).

Los católicos estamos más habituados al término “logos”, que también se


traduce como “Palabra”. Pero los padres del desierto comprendieron el
término “rhema”, como una palabra oportuna, útil y primordial para el
momento, adecuada a las circunstancias que las personas experimentaban
en su ascesis.

La palabra llegaba como Unción del Espíritu Santo, a través de aquel


maestro que oraba, ayunaba y se sacrificaba para comprender mejor los
caminos que deberían guiar su propia vida y la de aquellos que a él habían
confiado su crecimiento.

Los objetivos eran claros: el perfeccionamiento, la santidad a través de un


ejercicio (ascesis) perenne dentro de un estilo de vida sencillo pero guiado
por una férrea voluntad.

La obra de Isaías de Gaza “Ascetikón”, un anacoreta cristiano cuya obra


del siglo V podemos consultar hoy, nos revela varios aspectos de cómo un
maestro quería introducir a los novicios en la vida consagrada a la oración
y al retiro del mundo.

El esfuerzo principal que se reconoce en la tarea del maestro Isaías, consiste


en un intento inicial por arraigar la humildad en los monjes para que,
“dejando de ocuparse de sí mismos, lleguen a resolver sus problemas de

80
contacto con los demás hermanos a través de la caridad fraterna. Humildad
y caridad son las virtudes básicas de la espiritualidad” (p. 14).

Es cuando se vive la humildad y la caridad que las personas pueden empezar


a conquistar los espacios que llevan a la hésychia, el estado de tranquilidad
interior esencial para poder progresar en el acercamiento a la intimidad
con Dios. “El trabajo, la austeridad, la meditación de los salmos, la oración
continua, el incesante combate entre los vanos pensamientos: todo está
ordenado para procurar al monje en la celda las condiciones necesarias
para la búsqueda de la verdadera quietud” (idem).

Si algo distinguió a la efusión y expansión de esta iniciativa ermitaña, fue


la posibilidad de concederse todo el tiempo necesario para “Meditar la
Palabra de Dios”. Los jóvenes iban sedientos a escuchar la palabra de
los “padres” porque sabían que eran el luminoso resultado de sus hondas
reflexiones.

Los sabios eremitas habían entendido a cabalidad el texto que encontramos


en el Capítulo 4 de la Carta a los hebreos y quisieron penetrar en sus
entresijos:

“Ciertamente, es viva la Palabra de Dios y eficaz, y más cortante


que espada alguna de dos filos. Penetra hasta las fronteras entre
el alma y el espíritu, hasta las junturas y médulas; y escruta los
sentimientos y pensamientos del corazón” (v.12).

Cuando un aprendiz iniciaba su periplo espiritual, buscaba al maestro y le


decía:

“Abbá… dime una palabra (rhema)”

Con esa expresión buscaba una orientación para su quehacer o una


instrucción sobre un acontecimiento que le ayudara a meditar o traducirlo
en acción.

El término rhema traduce nítidamente la estrecha relación entre la “vida


y la acción”, pues son el resultado de aquellas meditaciones que inspiran
un crecimiento interior que solo se puede cumplir con coherencia cuando
llevamos a la acción aquello que pensamos. La rica vertiente de las palabras
sabias, eran resultado de profundas meditaciones sobre los Salmos.

81
Las palabras también tenían un peso específico, porque provenían del
hombre sabio, del maestro, del abbá que es el primero en exigirse para ser
capaz de vivir lo que enseña. La palabra era vista como una semilla que
debería sembrarse en el interior de cada persona para que en ese jardín
interior naciera un árbol frondoso.

Estos sabios maestros no utilizaban la capacidad de persuasión y de


convencimiento ante el alumno. Estaban lejos de adoctrinar. Lo que más
pretendían era liberar a sus discípulos de todo aquello que en su mente y en
su comportamiento impediría “escuchar la Voz de Dios en el silencio del
desierto”.

Y por eso… hemos querido introducir a nuestros lectores al concepto de


“rhema, silencio, hésychia”, porque en esta obra, tenemos la oportunidad
de sumergirnos en un fascinante y misterioso ámbito espiritual que solicita
lo mejor de nuestra fina atención, para aprender así, a reconocer y escuchar
aquellas Palabras nacidas en el Corazón de Dios, y que ahora llegan
como un dulce soplo que quiere acariciar tu alma, reviviendo sus mejores
principios y valores, como la melodía de una Sinfonía pensada para ti desde
tu misma concepción.

4.3. VOCES EN EL SILENCIO


El estudio de fenómenos místicos modernos no es un asunto de fácil acogida,
pues, tratando un argumento que “invita a la escucha de la silenciosa Voz de
Dios”, suscita gran escepticismo, particularmente en quienes, formados en
el racionalismo experimental y empirista, tienen dificultades en reconocer
las expresiones del Espíritu invisible.

Si entre humanos, a pesar de tener un encuentro físico y escuchar voces de


manera acústica, a veces, no nos entendemos. ¿Cómo entender cuando Dios
habla a algunas personas sin requerir que los nervios acústicos transmitan
al cerebro las vibraciones del sonido de palabras que solo ellas están en
grado de captar?

El concepto es exigente, y también confunde, no solamente al racionalista


materialista, sino también a muchos que profesan una fe, pero no lo
suficientemente viva como para entender las iniciativas especiales de Dios
que esconde a los inteligentes y otorga a los pequeños (cf. Mt11,25).

82
Nos podemos preguntar sobre las razones por las que gente creyente, incluso
consagrada, no está en grado de comprender algunas manifestaciones
especiales de Dios en estos tiempos. Seguramente encontraremos muchas
respuestas, algunas de las cuales conocemos, pero hay una que en este
acápite conviene rescatar: “la falta de formación”, particularmente
en Teología espiritual, con especial referencia a la vida ascética y a la
experiencia mística.

Curiosamente, aunque algunos acepten, ponderen y citen la gran escuela


de Teresa de Ávila y Juan de la Cruz, “encienden toda forma de temores”
cuando escuchan que en este siglo alguien puede aportar contenidos de
gran relevancia a través de experiencias místicas recientes.

Hemos insistido nosotros mismos en la importancia de la sabia prudencia


al aproximarse a estos hechos, pues sabemos que el enemigo puede suscitar
experiencias de este tipo, o también, en otros casos, algunas personas podrían
padecer cuadros patológicos de alucinación psicótica, o simplemente fingir
o inventar. Pero lo que no nos parece correcto es el acercamiento negativo
y destructivo ante aquello que alguien seguramente no comprende.

En su tiempo, siguiendo la tradición de nuestra Iglesia, el gran místico Juan


de la Cruz (2014), en su significativa obra “Subida al Monte Carmelo”,
escribió: “Pero ya que está fundada la fe en Cristo y manifiesta la Ley
evangélica en esta era de gracia, no hay para qué preguntarle de aquella
manera, ni para qué Él hable ya ni responda como entonces, porque en
darnos como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya -que no tiene otra-,
todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra, y no tiene más
que hablar” (pp.366-367).

Justifica su aseveración citando un fragmento de la Carta a los hebreos


donde se lee: “Lo que antiguamente habló Dios en los profetas a nuestros
padres de muchos modos y de muchas maneras, ahora, a la postre, en estos
días nos lo ha hablado en el Hijo todo de una vez” (Heb1,1).

Es en base a ello que el gran Santo entiende que ya todo está dicho y que
no son necesarias más revelaciones. Es por eso, sin embargo, que nuestro
Magisterio, sabiamente, ha distinguido entre la “Revelación pública” que
es a aquella a la cual Juan de la Cruz se refiere, y la privada, sobre la cual
trataremos en los siguientes capítulos.

83
Es verdad, ya lo vimos, Cristo habló, y lo dijo todo. Sin embargo, Dios
acompaña la vida humana, y nada de lo que diga luego alterará lo que Su
Hijo nos enseñó, que es la Palabra del mismo Padre, pero está en grado de
enriquecer nuestro pensamiento con palabras de sabiduría que actualicen
las enseñanzas primiciales. El mismo Juan de la Cruz, como otros místicos
de otras épocas, nos “actualizó” sobre la intimidad con Dios, gracias a
aquello que él mismo vivió.

Dentro de la variedad de experiencias místicas que hemos visto, como las


apariciones, visiones, o sueños, nos detendremos en una de ellas, porque
“La niña, la Perla del Corazón de Cristo”, depositaria de las Enseñanzas
que la Divinidad quiso transmitirle para estos tiempos, experimenta la
vivencia de Dios a través de las denominadas “locuciones interiores”.

4.4. LOCUCIÓN INTERIOR


En el criterio más amplio este tipo de experiencias se conocen como
“palabras interiores”, cuyo origen, místicos modernos atribuyen a la
Divinidad: Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo, la Santa Madre,
el Ángel del Señor y también Santos venerados en la hagiografía católica.
La persona que vive esta experiencia, recibe una información
que asimila y comprende de manera extraordinaria, sin que su
sistema auditivo perciba o registre una información sensitiva
de origen externo como ocurriría en un diálogo común.

En los casos investigados por especialistas, los locucionistas, se explican


diciendo que “registran una voz interior” como si se dirigiera a su corazón.
Dicen, por ejemplo: “lo siento en el corazón, habla a mi corazón, lo escucho
en mi corazón”.

Patricia, cuya experiencia compartimos en esta obra explica:


“Mi corazón capta lo que mi mente recibe”.

Nos ofrece una explicación muy inteligente. El humano es cognitivo y


racional, requiere de sus capacidades intelectuales para entender, por eso
Patricia nos conduce a la “mente”, pero también “siente” llamando en causa
al corazón, no a los mecanismos de la recepción nerviosa auditiva.

De acuerdo a la “Sociedad Española de Otorrinolaringología” (2020), el


oído cumple su función auditiva a través de los siguientes mecanismos:
84
1. Función auditiva en el oído externo: El pabellón auricular capta
las ondas sonoras y las envía hacia la membrana timpánica. La
oreja del humano es prácticamente inmóvil y se orienta hacia el
sonido mediante movimientos de la cabeza. Además, contribuye a la

localización de la procedencia
del sonido: el hecho de poseer
dos orejas separadas por la
cabeza hace que el sonido
llegue a ambos oídos con una
diferencia temporal y de fase,
lo que sirve para localizar el
sonido en el plano horizontal.
Mientras que los responsables de localizar el sonido en el plano
vertical son los repliegues del pabellón.

2. Función auditiva en el oído medio: Es el encargado de transmitir la


energía sonora desde la membrana timpánica al oído interno. Al entrar
en el oído medio, la membrana timpánica vibra y ese movimiento se
traspasa al martillo, el martillo al yunque y este al estribo. Este último
transmitirá la vibración al oído interno.

3. Función auditiva del oído interno: El órgano con el que se oye es


el cerebro. Para ello, previamente la cóclea se ocupa de convertir las
señales acústicas en impulsos eléctricos para que sean interpretados
como sonidos en el cerebro. Además, se encargará de discriminar
los distintos sonidos según su frecuencia, codifica los estímulos en
el tiempo según su cadencia y se filtran para facilitar la comprensión
(SEORLCCC, 2020).

Durante una locución interior estos mecanismos no se activan y la


locucionista dice que oye en el corazón no en el cerebro, contrariamente a
lo que señala claramente el inciso 3 del párrafo anterior.

Aunque las experiencias místicas varían en estilo, forma y duración,


los locucionistas con misiones muy específicas, no reciben Mensajes
esporádicos. En los casos por nosotros estudiados, las personas tienen
episodios muy frecuentes y los dictados se cuentan por millares con
contenidos impecables y originales dentro de un abanico de temas muy
amplios. Todo esto llama la atención porque los místicos en cuestión no

85
tienen la cultura académica que los capacite para escribir textos no solo
ricos en su contenido y forma, sino también en la variedad de temas que
van desde la Teología y la Filosofía a cualquier ciencia que sea objeto del
Mensaje. Muchas veces escriben Mensajes en idiomas que no conocen
como el arameo, el griego o el hebreo, o también algunos modernos que
jamás estudiaron.

¿Cómo se puede explicar todo ello científicamente?


Miguel de la Fuente, en un texto de 1710, explica que la locución es una voz
interior, recibida por una “virtud superior a la natural” (p.219). Su contenido
tiene orden, distinción, novedad, claridad y fuerza. Por lo tanto, no se
aproxima a la fácil y simplista definición de alucinación o imaginación
a la que muchos superficialmente recurren. Recuerda, por ejemplo, cómo
Samuel escuchaba la voz de alguien que le hablaba y no veía quién se
dirigía a él (I Sm3,9). Empero, en ciertas oportunidades, algunos pueden ver
a su interlocutor bajo la forma de una visión que ocurre en su interior, como
si “vieran una proyección de escenas” dentro de su cerebro.

En opinión de este autor, la Voz es sobrenatural, es una Voz intelectual e


interior, por tanto, espiritual, “causada por virtud superior a la natural, a
través de la cual Dios habla con las almas, enseñando Su Voluntad” (p.221),
sin que se observe, insistimos, una reacción perceptiva a nivel auditivo
como sucedería en una conversación normal entre dos personas o más.

La conclusión final es muy sugestiva: “La Fe divina, puesta en el


entendimiento le sirve de ojos para ver las cosas sobrenaturales, Misterios
Divinos y Sacramentos de la Fe, y de lengua para hablar de ellos” (p.221).

Para quienes deseen profundizar, existen autores de gran rango como Juan
de la Cruz o Teresa de Ávila que describen diversas facetas sobre esta
“Voz interior”, y a ellos los remitimos. No obstante, nosotros seguiremos
la conceptualización de Miguel de la Fuente porque refleja perfectamente
aquello que encontramos en el caso que motiva la extensión de esta obra.

En cuanto a Patricia, durante la vivencia mística, no experimenta un estado


especial de éxtasis en el cual su capacidad de percepción sensitiva queda
suspendida, tampoco se sume en un trance que la aleje de su entorno, pues,
está en grado de escribir un Mensaje que Jesús o la Santa Madre le dictan,
siendo muy conscientes de lo que sucede en su entorno.

86
En el seguimiento que he realizado a varios “locucionistas” por más de dos
decenios, he podido comprobar que la comunicación es interactiva, clara y
evidente, con Alguien que ellos escuchan y no el entorno.

Durante esta “interacción” podemos observar en la pantalla de un


osciloscopio la voz del místico. Empero, cuando ellos escuchan (nosotros
no) la Voz que les habla, registramos en la pantalla oscilaciones tan
pronunciadas que sobrepasan los límites de medida del instrumento.

Algunos podrían atribuir el registro de ondas a cualquier otro fenómeno,


no obstante, el hecho no está aislado de otra secuencia. El místico está
recibiendo Mensajes de una fuente que le transmite información, incluso en
idiomas que la persona no conoce y sobre temas tan variados que exceden
a su formación académica y cultural. Hasta el presente, he revisado entre
50 y 60.000 Mensajes provenientes de personas que difícilmente habrían
podido exponer por cuenta propia.

En uno de mis estudios, la señora de cuarenta años llevaba una vida rural y
había frecuentado la Escuela primaria solo por tres años; mientras realizaba
en una clínica el electroencefalograma correspondiente para evaluar el
estado de su cerebro, tuvo un éxtasis y me dijo: “Aquí está presente la
Santa Madre, y me dice que le hablará en italiano porque sabe que a usted
le agrada esa lengua”.

Durante toda la secuencia que se prolongó por algo más de veinte minutos,
habló en perfecto italiano. Luego de la experiencia no podía expresarse en
ningún término sirviéndose de ese idioma.

La obra que aquí presento encuentra origen en el estudio de más de 2000


Mensajes que Patricia ha recibido desde el año 2010 hasta el presente.

Para un místico, su vivencia lo orienta a experimentar su Fe como algo


muy concreto. Por su Fe creen en Dios, en Jesucristo, en su Santa Madre.
No tuvieron jamás una prueba de todo ello, pero ahora hablan con el Hijo
de Dios, o con María, Su Madre y otros personajes de la Historia Sagrada.

Recibe Mensajes hoy y afirma tener otra cita con su interlocutor al día
siguiente, compromiso que se cumple a cabalidad; en algunos casos, durante
años y años. Los investigadores hacemos ese seguimiento y comprobamos
cómo las páginas que escriben se van convirtiendo en varios volúmenes de

87
enseñanzas muy significativas para toda persona que se interesa por la vida
espiritual.

Los teólogos receptivos a estas experiencias, afirman que el místico es


depositario de un conocimiento que ilumina su entendimiento, capacitándolo
para recibir misterios que gracias a la Unción del Espíritu Santo, pueden
conocerlos, entenderlos y transmitirlos.

El contenido de la revelación puede ser totalmente novedoso para la persona


o podría recordarle enseñanzas ya aprendidas. En general, sin embargo, los
temas son novedosos, originales y a menudo inesperados, como cuando
hacen una profecía que luego, puntualmente se cumple.

Conociendo millares de Mensajes, vamos comprendiendo que toda esta


bendición que llega del Cielo, es una iniciativa amorosa de un Dios
preocupado siempre por asistir a sus hijos; otra expresión del Fuego
amoroso de su Ser, deseoso de encender el tibio y descuidado corazón de
tantos hijos ocupados en asuntos terrenos temporales y menos atentos a su
destino eterno.

En este “Encuentro”, descubriremos las Primicias de un Camino fecundo


que podrá orientar nuestro nuevo caminar como hijos de la Luz que desean
encontrar al Padre, para empezar a amarlo haciendo Su Voluntad, honrarlo
y ocuparse de “Sus” asuntos aquí en la tierra, para luego unirnos a Él en
el Amanecer eterno que ha preparado amorosamente para todos nosotros.

88
CAPÍTULO

5
MENSAJEROS
DE SU PALABRA

E
n nuestra sociedad estamos bastante acostumbrados a referirnos a
las personas en función de ciertos rasgos que califican su persona o
su quehacer profesional. Doctora, Licenciado, Profesor, Doña, Don,
Maestra, Embajadora, son algunos de ellos. Sin embargo, existen otros que
conocemos de manera esporádica o se reconocen únicamente en ciertos
contextos como preceptor, catador, filero, profeta... ¿Cómo?

Sí, Profeta, tal como suena. Es un término real que define a alguien que
ha asumido una tarea específica, pero nuestra cultura digital, ultramoderna
y racionalista, a pesar de su existencia, conoce poco de ello o lo ignora
totalmente.

5.1. UN DESIGNIO ESPECIAL


Su significado es muy exclusivo
porque designa el llamado de Dios a
una persona o a más. Precisamente,
el término hebreo nâbî’, significa
“llamado” definiendo a alguien que
tiene una “vocación” de Dios.

Las palabras: vidente (jôzeh o rô’eh)


o profeta (nâbî’), en sentido bíblico,
nos llevan a pensar en aquella
persona que recibe un Mensaje de

Elí y Samuel – De J. Singleton Copley


1780 Wadsworth Museum of Art
Hartford. CT - EEUU

89
Dios para transmitirlo a la gente. Es por este motivo que a los profetas se los
conocía como “voceros de Dios”, pues, se comprendía que, al profetizar,
actuaban bajo la acción del Espíritu de Yahveh, por lo que se les conocía
también como “hombres de espíritu” (Haag, et.al.,1963).

El profeta Samuel (1100-1010 a.C.), ocupa un lugar de privilegio entre los


profetas del AT. Para entender como Dios se manifiesta en ciertas personas
desde muy temprano, recordemos que fue hijo de una mujer estéril, Ana,
quien oró y clamó a Dios sin cesar. Ni bien el hijo nació lo consagró
inmediata-mente. En edad temprana lo confió al sacerdote Elí para que lo
educara.

El llamado a Samuel por parte de Yahveh es muy conocido y elocuente


(1Sm3,1ss). Ante las repetidas llamadas que pronuncian su nombre, Elí
le enseña a responder: “Habla Señor que tu siervo escucha” (v.10). Y el
Señor le habla. Desde entonces: “Samuel crecía, Yahveh estaba con él y no
dejó caer en tierra ninguna de sus palabras. Todo Israel, desde Dan hasta
Berseba, supo que Samuel estaba acreditado como profeta de Yahveh.
Yahveh continuó manifestándose en Silo, porque en Silo se revelaba a
Samuel la palabra de Yahveh” (vv.19-21).

En el capítulo 9 del hermoso Primer Libro de Samuel, encontramos varios


aspectos que definen la persona y el quehacer de un profeta.

“Saúl fue en busca de unos animales extraviados. Luego de


un largo recorrido dijo a su empleado que era mejor regresar a
su punto de partida para no preocupar a su padre. Entonces el
criado le respondió:
“Cabalmente hay en esta ciudad un hombre de Dios. Es
hombre acreditado: todo lo que dice se cumple con seguridad.
Vamos, pues, allá y acaso nos oriente acerca del viaje que
hemos emprendido” (v.6).
“Antes, en Israel, cuando alguien iba a consultar a Dios, decía:
«Vayamos al vidente,» porque en vez de «profeta» como hoy,
antes se decía «vidente». Saúl dijo a su criado: «Tienes razón;
vamos, pues.» Y se fueron a la ciudad donde se encontraba el
hombre de Dios. Cuando subían por la cuesta de la ciudad,
encontraron a unas muchachas que salían a sacar agua y les
preguntaron: «¿Está aquí el vidente?» Ellas les respondieron
con estas palabras: «Sí, ahí delante está el vidente. Cabalmente

90
acaba de llegar ahora a la ciudad, porque hay hoy un sacrificio
por el pueblo en el alto. En cuanto entren en la ciudad,
le encontrarán antes de que suba al alto para la comida. El
pueblo no comerá antes que él llegue, porque es él quien ha de
bendecir el sacrificio; y a continuación comerán los invitados.
Suban ahora y al momento le encontrarán.» Subieron, pues, a
la ciudad. Entraban ellos por la puerta, cuando Samuel salía
en dirección a ellos para subir al alto. Ahora bien, la víspera
de la venida de Saúl había hecho Yahveh está revelación a
Samuel: «Mañana, a esta misma hora, te enviaré un hombre de
la tierra de Benjamín, le ungirás como jefe de mi pueblo Israel
y él librará a mi pueblo de la mano de los filisteos, porque he
visto la aflicción de mi pueblo y su clamor ha llegado hasta
mí.» Y cuando Samuel vio a Saúl, Yahveh le indicó: «Este
es el hombre del que te he hablado. El regirá a mi pueblo.»
Saúl se acercó a Samuel en medio de la puerta, y le dijo:
«Indícame, por favor, dónde está la casa del vidente.» Samuel
respondió a Saúl: Yo soy el vidente; sube delante de mí al alto
y comerás hoy conmigo. Mañana por la mañana te despediré y
te descubriré todo lo que hay en tu corazón” (vv.9-19).

Obsérvese que “el profeta”, antes llamado también “vidente”, es citado


como un “hombre de Dios”. Se reconoce en él una función sagrada, pues
él bendecirá el sacrificio. Como profeta auténtico Dios también le anunció
una profecía, indicando que al día siguiente llegaría un hombre de la tierra
de Benjamín a quien tendría que ungir. Al encontrar Saúl a Samuel, el Señor
le confirmó que ese era el hombre del que le había hablado”.

Es este conocimiento divino que recibe el profeta. Por ello, asume


importancia el sentido del versículo 6: “todo lo que dice se cumple con
seguridad”.

También hoy, si alguien asume este papel, es posible que también profetice,
y de hecho lo hacen, como en el caso que trata esta obra. Una razón más
por la que consideramos que estas personas, verdaderamente nos traen la
Palabra de Dios.

En el AT los sacerdotes representaban al pueblo ante la Divinidad, pero


el profeta transmitía la Palabra de Dios al pueblo, en cuanto era Su
directo enviado, pues, la Misión sublime, había sido encomendaba por Su
Autoridad, no era cosa de hombres (cf. Hch5,38).

91
En Génesis 20, versículo 7, Abraham es reconocido como profeta, y en
otro texto, Moisés se reconoce como profeta y anuncia a otro por venir (cf.
Dt18,15).

En nuestra rica y novedosa Historia Sagrada se sucedieron muchos hombres


escogidos para la misión de hablar en nombre de Dios. Para un católico
que consulta la Biblia con regularidad los nombres de Elías, Eliseo, Isaías,
Ezequiel, Oseas, Jeremías, Amós, Jonás, les son ciertamente familiares,
todos profetas.

En el NT Mateo y Lucas se sirven del término muchas veces, algo menos


Juan y Marcos muy poco. En general, lo hacen cuando se remiten a
profetas del AT. En Lucas descubrimos una novedad cuando habla de Ana
calificándola de “profetisa” (cf. Lc2,36).

Lucas y Mateo resaltan la distinción profética de Juan Bautista, cuando


Jesús mismo lo definió como “más que un profeta” (cf. Lc7,26; Mt11, 9),
y de quien su propio padre Zacarías, inspirado por el Espíritu Santo, se
expresó en estos reveladores términos: “Y tú, niño, serás llamado profeta
del Altísimo, pues irás delante del Señor para preparar sus caminos” (Lc1,
76).

Y ¿Jesús?

Cuando Jesús llegó a Samaría y estaba sentado junto a un pozo, pidió agua a
la samaritana con quien tuvo una conversación que revelaba la profundidad
de su conocimiento. Por ello, sorprendida, la mujer le declara: “Señor, veo
que eres un profeta” (Jn4,19).

Otro testimonio lo refiere Juan en el capítulo 9, mencionando al ciego que


Jesús cura untando barro en los ojos del enfermo (cf Jn9,6). Su curación
suscita gran maravilla e inquietud entre los fariseos. Dubitativos e
inconformes le preguntaron cómo había recuperado la vista y qué decía de
él. Entonces respondió: “Que es un profeta” (Jn9,17).

Entre Sus mismos apóstoles y discípulos el término también era vigente.


Cuando Jesús se unió a la caminata de los dos discípulos que se dirigían a
Emaús, al preguntarles sobre qué conversaban ellos respondieron: “Lo de
Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obra y palabras delante
de Dios y de todo el pueblo” (Lc24,19).

92
Asimismo, en cuanto a Jesús como Profeta, ya se había pronosticado.
Leemos por ejemplo en el Libro del Deuteronomio la profecía sobre un
personaje de relieve posterior a Moisés: “Yo les suscitaré, de en medio de
sus hermanos, un profeta semejante a ti, pondré mis palabras en su boca y
les dirá todo lo que yo le mande” (Dt18,18).

En Jesús se cumplen las profecías, pues, entre otros, Zacarías había escrito
entre el 518-20 a.C.: “¡Exulta sin freno, hija de Sión, grita de alegría, hija
de Jerusalén! He aquí que viene a ti tu rey: justo él y victorioso, humilde y
montado en un asno, en un pollino, cría de asna” (Zac9,9).

Mateo en el capítulo 11 de su Evangelio refiere la entrada triunfante de


Jesús de la que rescatamos dos versículos: “Y al entrar él en Jerusalén, toda
la ciudad se conmovió. ¿Quién es este? -decían. Y la gente decía: Este es el
profeta Jesús, de Nazaret de Galilea” (Mt21,10-11).

Jesús había multiplicado los panes y los peces: “Al ver la gente la señal que
había realizado, decía: ‘Este es verdaderamente el profeta que iba a venir
al mundo’” (Jn6,14).

Jesús mismo asume el papel cuando reflexiona sobre la falta de acogida


a quien llega trayendo la Palabra de Dios: “… ‘Seguramente me dirán el
refrán: Médico, cúrate a ti mismo. Todo lo que hemos oído que ha sucedido
en Cafarnaúm, hazlo también aquí en tu patria.’ Y añadió: ‘En verdad les
digo que ningún profeta es bien recibido en su patria.’ ” (Lc4,23-24).

Adquiere mayor elocuencia y dramatismo la predicción del Profeta Jesús


y su pena ante el rechazo que Jerusalén reserva a aquellos que traen la
Palabra de Dios: “¡Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que
le son enviados! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una
gallina reúne a sus pollos bajo las alas, y no han querido!” (Mt23,37).

Cristo funda su Iglesia y continúa a bendecirla en muchas formas. Sus


apóstoles y discípulos parten de misión hacia diversos rumbos. Su Palabra
llega hasta hoy. Pero durante todos los siglos, lustros, años, meses y días,
Él ha suscitado siempre voces renovadas que iluminaban Su Palabra de
acuerdo a tiempos y circunstancias.

Si revisamos la Historia de nuestra Iglesia, podremos comprobar que


siempre hubo personajes que se convirtieron en Altavoces de la Voz de
Dios en distintas épocas y formas: San Agustín (354-430); Santo Tomás de

93
Aquino (1224/25-1274); San Pío de Pietrelcina (1887-1968); Los pastorcillos
de Fátima (1917); Santa Faustina Kowalska (1905-11938); Santa Teresa de
Calcuta (1910-1997); San Juan Pablo II (1920-2005) y muchos más.

5.2. FAUSTINA KOWALSKA (1905 – 1938)


En nuestros tiempos el término profeta se ha unido al de Vidente o Místico.
Y para entender algunas características de estas vivencias quisiéramos
compartir algunas secuencias en la vida de Faustina Kowalska, hoy, Santa
en los Altares de nuestra Iglesia, porque ella es un claro ejemplo de aquella
“Misericordia de Dios”, que bendijo la humanidad en el pasado y desea
hacer lo mismo en nuestro tiempo.
Faustina, bautizada como
Elena, nació en una pequeña
aldea de Polonia, en Glogoviec,
el 25 de agosto de 1905. Creció
junto a siete hermanos en un
ámbito común para familias
campesinas, donde la autoridad
y disciplina paterna era
determinante, pero no ignoraba
la importancia de la vida
espiritual.

Desde los cinco años de edad hablaba de los sueños que tenía junto a
la Madre de Dios. En los años siguientes sintió una predilección por la
oración y en su Diario ofrece un detalle que podemos reconocer como
alguna de sus primeras locuciones interiores, mientras se encontraba ante
el Santísimo Sacramento expuesto. Ella escribió: “A los siete años por
primera vez oí la voz de Dios en mi alma, es decir, la invitación a una vida
más perfecta” (n.7).

Su formación escolar fue muy elemental en cuanto, hasta sus 14 años asistió
solamente tres trimestres a la escuela.

Hasta sus dieciocho años, en distintas oportunidades había pedido a sus


padres la autorización para ingresar a la vida religiosa, pero se la negaron.

Reflexionando sobre esa circunstancia Elena escribió: “Después de esa


negativa me entregué a las vanidades de la vida sin hacer caso alguno
94
a la voz de la gracia, aunque mi alma en nada encontraba satisfacción.
Las continuas llamadas de la gracia eran para mí un gran tormento, sin
embargo, intenté apagarlas con distracciones. Evitaba a Dios dentro de mí
y con toda mi alma me inclinaba hacia las criaturas, pero la gracia divina
venció en mi alma” (n.8).

Observamos hasta aquí una persona con afinidad espiritual que siente la
vocación religiosa. No obteniendo la aquiescencia de sus padres, orienta su
vida como la de toda joven de ese tiempo. Se divierte, sale con amigos, va
a alguna fiesta. Justamente durante un baile cuando todos se divertían tuvo
una visión de Jesús sufriente que reorientaría su rumbo definitivamente:

“¿Hasta cuándo Me harás sufrir, hasta cuando Me engañarás?” (n.9).

Jesús se le apareció, le habló, instruyéndola sobre aquello que debería


hacer. Ingresó al Convento como postulante en agosto de 1925, tenía ya 20
años de edad. Poco tiempo después le vino la idea de desertar, pero Jesús
nuevamente le habló indicándole el sufrimiento que significaría para Él ese
abandono. En 1926 tomó el hábito religioso como novicia con el nombre
de Sor María Faustina.

Sus experiencias más famosas están


relacionadas con la visión del 22 de febrero
de 1931 en la que tiene la visión de Jesús
solicitándole pintar una imagen de acuerdo al
modelo que veía. En junio de 1934 el pintor
concluyó el cuadro que, a pesar de la tristeza
de la religiosa por no verlo similar a su
modelo, representa la ya famosa imagen del
“Cristo de la Misericordia”, devoción que se
ha extendido por todo el mundo, animando
un acercamiento de mayor confianza a su
Amor misericordioso.

Ofrezco esta sinopsis para poner en evidencia


el alcance de una experiencia mística de una
niña, de una joven que luego se hace religiosa,
motivada por el “Encuentro personal” que
tiene con Jesús, el Hijo Vivo de Dios Vivo, invitándola a cumplir una
Misión especial: “Propagar la Devoción a Su Misericordia” en todo el
mundo, algo que Faustina, con la ayuda de muchos, cumplió a cabalidad.

95
Padeció mucho en el proceso. ¿Cómo creer que Jesús, la Segunda Persona
de la Santísima Trinidad” hable a una inculta religiosa?
Con su plena y valiente voluntad, asistida por Cristo en Persona y con
la poderosa Unción del Espíritu Santo, desafió la incomprensión vigente,
y hoy podrá observar con satisfacción el resultado de su obra, desde los
altares donde se la venera y agradece su entrega en los cinco continentes.
Sin embargo, esta es una historia con final feliz. Existen otras que no
encontraron en el entorno ni la comprensión ni la asistencia adecuada y se
diluyeron en el Camino, como podemos constatar en las Apariciones de la
Virgen del Carmen en Garabandal (España) o las de Jesús y de María en
Conyers (Atlanta-EEUU), entre muchas otras.
En consecuencia, si creemos en la posibilidad mística vivida por Faustina,
y revisamos Lourdes, Fátima, Banneux, Beauraing, todas reconocidas por
la Iglesia. ¿Por qué personas de nuestros tiempos no tendrían experiencias
similares?
Hemos querido concentrarnos en la figura de Faustina porque es un ejemplo
límpido y transparente de lo que hoy también el Señor obra a través de otras
personas.
En cierta ocasión Faustina escribía y Jesús le preguntó:

- Hija Mía, ¿qué estas escribiendo?


- Contestó: Escribo sobre Ti, oh Jesús, sobre tu presencia oculta en el
Santísimo Sacramento, sobre Tu amor inconcebible y tu misericordia
hacia los hombres.
- Jesús le dijo: Secretaria de Mi más profundo misterio, has de saber
que estás en confidencia exclusiva Conmigo: tu misión es la de
escribir todo lo que te hago conocer sobre Mi misericordia para el
provecho de aquellos que leyendo estos escritos encontrarán en sus
almas consuelo y adquirirán valor para acercarse a Mí. Así, pues,
deseo que todos los momentos libres los dediques a escribir (Diario,
n.1693).

Y para confirmar el papel profético que confía a la religiosa le dijo en otro


Encuentro:
- En el Antiguo Testamento, enviaba a los profetas con truenos a mi
pueblo. Hoy te envío a ti a toda la humanidad con mi misericordia.
96
No quiero castigar a la humanidad doliente, sino que deseo sanarla,
abrazarla con mi Corazón misericordioso (n.1588)

Faustina fue una de las muchas “secretarias” que Jesús ha invitado a cumplir
una labor específica. Tampoco será la última, pues, justamente, y gracias
a Su Misericordia, ha ido suscitando nuevas vocaciones en un servicio de
intercesión perenne y muy intenso también en nuestros días.

En este momento luminoso, llega también para ti, una sublime historia,
como una suave brisa de primavera, que te trae el fragante soplo del
Espíritu Santo, con una dulce efusión que quiere abrazar tu alma con amor,
conocimiento y esperanza.

5.3. PATRICIA: Mensajera de Su Palabra


Si un católico de cualquier lugar del mundo escucha “México”, es muy
probable que inmediatamente asocie la palabra a “Guadalupe”, la MADRE
de todos los mexicanos.

Quienes visitan el país, y se interiorizan en la vida del mexicano, comprenden


que hay muchos y variados motivos para comprender las razones por las que
Dios quiso afincar a “Su Hija Predilecta” en este país de acogida y alegría,
de canto y colores; donde el mar sonríe a todo el que contempla sus olas;
los volcanes traspiran dibujadas humaredas saludando al recién llegado,
y el perfume de la nación acoge al visitante como “amigo”, mientras el
cenzontle entona dulces y únicas melodías para cada uno.

México es un imán, atrae a propios y ajenos: La tierra abraza, con sus


colores verde, blanco y rojo; el calor humano derrite las soledades y
su canto acompaña de luna a sol. No le faltan las heridas que no pocas
veces producen llanto y pena, pero las venda con valentía y sigue su
trajín con hidalguía porque cultiva una Fe viva que respira esperanza.
En este país las culturas se funden y juntos construyen un mañana
desde el alba al atardecer.

En este suelo, en la ciudad de Mexicali (Baja California, frontera con los


Estados Unidos de Norteamérica), nace en 1955, Patricia, en el seno de
una familia católica, con padres que asimilaron con responsabilidad la
importancia del Mandamiento del Amor en el hogar, en el trabajo y en toda
instancia de su vida. Por amor respetaron la dignidad de toda persona, sin

97
proferir una palabra en contra de nadie. Enseñaban a sus hijos a buscar
siempre el bien en todo. Así estimularon la formación en valores humanos
y espirituales de sus siete hermanos, uno de los cuales muy temprano se
fue al Cielo.

Las Navidades eran siempre esperadas, con entusiasmo y oración. Dios


bendecía la mesa generosamente y los regalos, envueltos en colores
multicolores, siempre esperaban bajo el silencioso árbol, iluminado con
alegría, fiel custodio de los obsequios que con gran expectativa eran
descubiertos el momento oportuno.

La Semana Santa, tenía que ser Santa de verdad. Las fiestas y diversiones
sociales se postergaban para tiempos ulteriores. Este era el tiempo del
Señor - su buena madre así lo enseñaba- y se lo acompañaba en oración.

Esa fe y ese respeto a Dios formó a los hijos dentro de la esperanza de


que todo viene de Él. Por eso había que acariciar sueños e ilusiones
depositándolos en Su Corazón de Padre, pues, con Él todo era posible.

Patricia recuerda su infancia llena de amor y cantos, protegida por la


mirada bondadosa de su padre y acariciada por la ternura de una madre
que hoy considera santa. Almas humanas que en su hermosura interior se
convirtieron en sus ángeles personales en esta tierra.

Muchas veces los límites económicos tocaban las puertas del hogar, y había
hambre, pero el desasosiego no inhibía el gozo del hogar ni la esperanza;
toda preocupación se diluía entre miradas de amor y cantos, puestas de luna
y salidas de sol. A pesar de los límites, se sentían ricos.

Vivían en paz, pero eran conscientes de los desafíos del mundo. Por ello, los
padres insistían en transmitir valores. Algunas frases resuenan tan vigentes
hoy como en el pasado:

- Nunca des a alguien lo que te sobra, dale lo que necesita.


- Podrás engañar a todos, pero a ti y a Dios, nunca.
- Dios nos ha hecho únicos e irrepetibles, mas no todos lo saben.

Como muchas de las personas que saborearon la intimidad con Dios, según
su madre, Patricia tenía algunas experiencias muy especiales desde temprana
edad, y a sus 9 o 10 años, se distinguía por una notable sensibilidad en su
acercamiento hacia Dios Padre.

98
Su bisabuela estimuló de manera significativa su acercamiento a la
Eucaristía, pues con ella iba a Misa. Siendo aquella una persona de oración,
tenía un altar en casa que sólo la niña podía ayudar a limpiar, y ella se sentía
conmovida por cuidar cariñosamente “las cosas de Dios”.

La madre reconocía y acompañaba tiernamente el sentimiento espiritual


de su pequeña hija. El papá, como toda la familia, era orante; fue él quien
acercó a la pequeña Paty a la intimidad con la Santa Madre de Guadalupe,
y a Quien conocería con mayor intimidad después de los diecisiete años
cuando se trasladó a Ciudad de México para proseguir sus estudios
universitarios en Odontología, profesión que ejercería por varios años.

Patricia explica que en sus tempranos años vivía y jugaba como toda
niña, pero tenía algunas experiencias muy particulares que llamaban su
atención. En algunos momentos, delante suyo y de manera inexplicable
aparecían sobre el suelo, finos polvos de color brillante que hoy conocemos
como “escarchas”. A ello se añadía un vehemente despertar interior que la
impulsaba a mantener íntimos diálogos con “Papá Dios”.

En su fértil e inquieta vida interior infantil, tenía sus propias razones para
decir que era una niña feliz, pues sus padres cimentaron un hogar cristiano.
Contemplaba las plantas, las flores, el sol, la luna y las estrellas, intuyendo
cada vez más que todo lo había hecho “su Papá Dios”. Bajo el cálido y
diáfano cielo azul de su ciudad, en el marco de regios paisajes desérticos y
generosos mantos acuíferos, Él había construido esa casa terrena para ella,
su familia y todas sus amigas, y las amigas de sus amigas.

Para su formación académica en 1973, dejó la casa de familia y se fue a


estudiar a Ciudad de México, graduándose como Médico Cirujano Dentista.
Era una época hermosa, luminosa, llena de sueños y realizaciones. Quiso
ayudar a los humildes, y, con la Gracia de Dios pudo abrir varias clínicas
en zonas muy desprotegidas.

Su experiencia de vida se enriqueció en el tiempo de Papá Dios, cuando


la bendijo con el prodigioso don de la maternidad. Sentir la vida en su
vientre le enseñó a comprender la forma más bella del Amor de Dios en
un alma: “ser madre”. Dos amores, dos dichas, dos almas hermosas, con
las que comparte todas sus vivencias, alegrías y esperanzas. También las
preocupaciones y tristezas, en las que por doce años las citas a los hospitales
conllevan fatigas y desvelos, pero se pueden aceptar, porque las citas en el
Templo y la Oración, hacen que cada fatiga se convierta en Bendición.

99
Su actividad profesional le permitió consolidar su economía, conformando,
igualmente, un ámbito social bastante dinámico. Tenía su buen espacio en
el mundo, conquistado con esfuerzo y amor, pero su “sed interior” no se
apagaba, ella buscaba “algo más”.

Por el conocimiento íntimo que tenía de Dios, sentía en su corazón la


moción de una entrega total a Dios, Quien la estaba esperando, pero el
mundo todavía era atractivo para ella.

Su sentimiento de madre que ama, era siempre vivo y alegraba su vida


como divino obsequio. Pero su entorno se deslucía, haciéndose intolerante,
causando pena y vacío interior, sentía que solo Dios podría llenarla, pero
aún no tenía la fuerza para decidir.

Siendo su economía confortable, alrededor de 2007-2008, pensó abandonar


la práctica profesional y “Trabajar para María”; tenía ya algo más de
cincuenta años. Una edad madura que permite revisar las decisiones del
pasado y reorientarlas hacia horizontes renovados y prometedores.

Casi simultáneamente a esa decisión, empezó a tener visiones de la Santa


Madre. Las experiencias eran intensas y la animaban a asumir un Camino
de entrega a Dios cada vez más comprometido y exclusivo.

Sin embargo, la vida nos ofrece vivencias que probablemente jamás


habríamos pensado experimentar, y en 2008 sufrió un masivo Accidente
Cerebro Vascular (ACV) que condicionaría su vida, pero la pondría rumbo
a una mayor intimidad con Dios.

Es significativo resaltar, que meses antes del ACV, Patricia, con clara
convicción y lágrimas en los ojos, de rodillas ante el Santísimo Sacramento,
pidió a Dios que recibiera su vida, su libertad y su albedrío, en cuanto ella
no sabía qué hacer con todo ello, pues, en su deseo más íntimo solo se
imponía el deseo de servirle únicamente a Él, haciendo toda Su Divina
Voluntad.

Patricia hoy, considera que Dios escuchó su clamor y actuó. Fue esa
experiencia clínica que permitió el abrazo más íntimo con Él, abriéndole
las puertas de un mundo sobrenatural que jamás habría imaginado. En este
acápite, es oportuno recordar la elocuente cita de Jeremías: “Llámame y
te responderé y mostraré cosas grandes, inaccesibles, que desconocías”
(33,3).

100
Algo tuvo que suceder en la vida interior de Patricia en ese tiempo,
porque antes del ACV, tuvo un “conocimiento interior” de la amenaza a su
salud. Por lo mismo, antes de desmayarse, pidió a una de sus hijas que se
dirigiera a la Capilla de la Rosa Mística donde la imagen exudaba lágrimas,
expresándose en estos términos: “Trae el bálsamo de la sanación porque
algo malo me va a suceder”.
¿De qué tuvo conocimiento? Del ACV que sufriría instantes después.
Los médicos definieron su estado como grave. El cerebro había sufrido
un derrame masivo, obligando al neurocirujano a intervenir con una
craneotomía, por lo que informaron a la familia sobre la seriedad del caso
y la probabilidad de que no sobreviviera, insinuando despedirse de ella,
porque ellos, tampoco estaban en grado de hacer algo más, habían llegado
al límite.
Mudo testigo del drama que vivían la paciente y la familia, era el anónimo
catéter que había introducido el neurocirujano junto a un fármaco, en el
intento de destruir los coágulos y drenar la abundante sangre.
Los especialistas sabían que, si el cerebro reaccionaba a esa medida, podría
reducirse la inflamación y mejorar el pronóstico. Lamentablemente, los
resultados no acompañaban su buena intención. Ante esa circunstancia
de desasosiego y pena profunda, las oraciones se multiplicaban cerca de
ella y en otras latitudes, pues, muchos acompañaban espiritualmente este
dramático acontecimiento.
Patricia es una profesional en el campo de la salud, por lo tanto, es muy
consciente de lo que dice. En algunas de las entrevistas que sostuve con
ella, afirmó que ella murió1 y los médicos confirmaron su fallecimiento.
Empero, cuando salió del peligro, ante este desafío tan desmedido a su
ciencia humana, los especialistas prefirieron relativizar el tema.

Durante esa dramática experiencia, ella explicó que visitó el cielo, llegando
al lugar donde se encontraba Dios Padre. En su descripción lo sitúa a su

1 En un Mensaje dictado por Jesús a Patricia el día 31 de marzo de 2010, expresa: “No
temas, que en Mi regazo estás como hija amada, y como hija amada te saqué del mundo
y te volví al mundo”. Siete años más tarde, Jesús, nuevamente, se expresa en estos
términos: “Habla del día aquel que viviste la resurrección, pero antes tuviste que pasar
por Mi Pasión, con aquellos dolores que fueron de muerte” (23.2.2017). Y recientemente,
recordando el accidente: “Gózate alma mía por haber vuelto a la vida” (23.9.2020).

101
derecha, y a la izquierda de ella misma contempla a la Santa Madre. En
medio del Padre y de la Santa Madre reconoció a Jesús que deslumbraba,
suscitando un sentimiento de Paz y Amor pleno. Quedó maravillada ante
tan insólita experiencia, pero recuerda haber tenido la lucidez suficiente
para preguntarse dónde estaba el Espíritu Santo puesto que no lo veía.

Sucesivamente, volvió a tomar conciencia, percibiendo que se encontraba


en la clínica junto a los suyos. Se observó con las manos atadas a los barrotes
de la cama, mientras su hija le donaba sangre en medio de acongojadas
lágrimas.

A pesar de la leve toma de conciencia, ella no estaba en grado de interpretar


todo el cuadro clínico ni las circunstancias, pues ella se sentía feliz, “venía
del Cielo”. Tampoco sentía dolor alguno, pero sí sed, motivo por el cual su
hermana humedeció sus labios con un algodón sopado en agua.

Para la familia y los médicos ella se encontraba en trance de muerte y


si no fallecía, quedaría en estado vegetativo. Empero, cuando Patricia
tomó conciencia, dijo a la hermana que acababa de aliviar su sed: “Dios te
bendiga”. Todos se sorprendieron inmediatamente, la moribunda hablaba,
tenía cierta conciencia y se estaba expresando con claridad.

Todos se sentían felizmente desconcertados. Las lágrimas familiares


cambiaron de sentido: de un momento de infelicidad intensa y final trágico,
se convirtieron en expresión de alegre y prometedora complacencia.

Los médicos quedaron estupefactos, son mexicanos y algunos sensibles


a la voz del espíritu, por eso no faltó quien loara espontáneamente al
“¡Milagro!”. Otro se ofreció a pagar todo tipo de estudios para reconstruir
la secuencia de los hechos y llegar a un diagnóstico. Otros, más tímidos ante
la expresión del poder de Dios, permanecieron en prudente silencio, aunque
era fácil comprender por sus expresiones externas, las preguntas interiores
que invadían sus mentes buscando respuestas que no encontrarían en los
repertorios racionalistas que cultivaban, pues, esta inaudita experiencia,
solo podría entenderse con una fórmula que ellos todavía no habían
aprendido a resolver: F + e = Fe.

Los siete meses siguientes fueron muy sugestivos, porque la experiencia


maravillosa hacía oscilar su vida entre las alegrías de la diáfana experiencia
celestial y la terrena, donde se veía una enferma con distintas formas de

102
anomalías como dificultades en el manejo del lenguaje y límites para
conducir coche.

La principal secuela al ACV fue la anomia, una patología del lenguaje que
dificulta o incapacita al individuo en la habilidad para reconocer o recordar
los nombres de las cosas. Mantiene su nivel usual de inteligencia, pero la
facultad para recuperar palabras cuando quiera servirse de las mismas.

Una enfermedad así de grave y tan compleja, da lugar a muchas


consecuencias, como el deterioro de la economía, por ejemplo, que la
obligó a abandonar su casa y acomodarse en un lugar que amablemente
una amiga le facilitó para que Patricia pudiera convivir con sus hijas. Otras
inversiones realizadas en el pasado, que podrían ayudarla en ese momento
difícil no llegaron a los resultados esperados.

En este período, sus médicos le comunicaron que para atender la


craneotomía practicada en ella siete meses antes, para liberar sangre y los
coágulos conformados a causa del ACV, debía internarse para atender el
espacio vacío que el colgajo óseo había dejado y sustituirlo con una placa.

Como era usual para ella, fue a solicitar al sacerdote la Unción de los
enfermos. Ella ya había participado de la Eucaristía y el sacerdote indicó
que aún debería celebrar y que la atendería luego. Mientras esperaba
tuvo la visión de la Santa Madre con una vestimenta diáfana blanca, y
le obsequiaba una mirada impecablemente hermosa mientras le hablaba.
Recordando el momento Patricia explica: “Sentía Sus palabras sin que las
escuchara auditivamente, era una comunicación de alma a alma”.

En el transcurso de su vivencia mística, el sacerdote había ya concluido su


celebración y se aproximó a ella sin saber aquello que ella experimentaba.
Patricia refiere que era muy consciente de la conversación que sostenía con
la Madre del Cielo de manera espiritual, pero a su vez distinguía claramente
la voz del religioso que oraba por ella y se aprestaba a ungirla con los
Santos Oleos.

Este dato es sumamente revelador para el investigador, porque ella


“conversaba” con su Madre, interiormente (locución), sin embargo, su
sistema auditivo percibía perfectamente la voz y palabras del sacerdote.

Durante esa experiencia contempló la Presencia del Espíritu Santo que


descendía del Cielo. Para ella esto tenía mucho significado porque en la

103
vivencia mística anterior, reconoció al Padre, a Jesús, a la Santa Madre,
constatando la ausencia de la Tercera Persona de la Santísima Trinidad.

Patricia señala: “Mientras el sacerdote me bendecía con el óleo santo sobre


la frente, recitando oraciones, yo estaba de rodillas y sentía que el Espíritu
Santo descendía sobre mi cabeza. Era Pentecostés, y participé al sacerdote
de lo que me estaba ocurriendo”.

A pesar de las felices experiencias espirituales su estado físico no dejaba de


preocupar. Podría poner en evidencia tanto un cuadro de hipertensión como
de hipotensión, hasta que los instrumentos de medición no eran capaces de
seguir registro alguno. Para los médicos, ante lo inexplicable, no tenían otro
remedio que recurrir a una etiología basada en el ansia o estrés emocional,
algo que las hijas regularmente desmentían.

Ante la confusión y ausencia de un diagnóstico preciso, orientaron la


oración pidiendo la gracia de encontrar alguien capaz de precisar el cuadro
semiológico de la o de las patologías.

El panorama se hizo algo más claro cuando se orientó la sintomatología


a la definición diagnóstica de “Feocromocitoma”, una seria patología
relacionada a una presencia tumoral en las glándulas suprarrenales,
una porción importantísima del Sistema Nervioso Simpático que acti-
van la producción de adrenalina y noradrenalina, famosas hormonas
catecolaminérgicas (Rueda y Catalina, 2006). El cuadro clínico es muy raro
y en ámbito científico se considera hoy que lo padece una persona en un
millón.

El perfil clínico puede presentar al menos cien síntomas diferentes. Por


razones pedagógicas algunos especialistas hablan de las “5H’s” para graficar
los síntomas en términos de: hipertensión, hiperhidrosis, hipermetabolismo,
hiperglucemia, headache (cefaleas).

El estudio de esta patología que acompaña funciones muy irregulares podía


seguramente explicar los cambios de presión arterial, las arritmias, las
sudoraciones, cefaleas, etc.
La terapia que los especialistas consideraron más oportuna fue la
extirpación del tumor de la médula suprarrenal. Sin embargo, no condujo
a solución alguna, sino a la extirpación total del riñón izquierdo que,
lamentablemente, tampoco dio solución al cuadro clínico porque luego
sufrió otra intervención al páncreas y a la eliminación del bazo, dejando
104
su organismo muy expuesto a infecciones a través de variados tipos de
bacterias.
Hasta el presente ya ha sufrido siete intervenciones quirúrgicas, los
padecimientos no cesan, algunas vértebras están afectadas y mientras se
prepara este manuscrito sus terapias han sido orientadas a la medicina
nuclear. El concepto final se reduce a la falta de éxito en cualquier terapia.
Sufre patologías perennes, pero, nadie se enteraría de todo ello si alguien
no hablara al respecto, pues la profunda y rica vida espiritual que cultiva,
hace de ella una persona que va más allá de cualquier síntoma físico, y
nada de ello le impide escribir los centenares y centenares de Mensajes que
recibe del Cielo.
Ella ha vivido la Pasión de Cristo, sabe el significado de ese martirio, por
eso considera que sus padecimientos no se aproximan en lo más mínimo al
sufrimiento de Cristo, razón suficiente para ofrecer todo por amor, para la
Gloria de Dios y bien de todo humano.

5.3.1. Su Misión
Unas frases pronunciadas por Jesús mismo nos sitúan claramente en el
núcleo y Misión de esta Mensajera de Dios.

“Ejecutar debes hija mía la Misión que se te ha dado,


no pares el tiempo, permítele su avance
y entrega Mi Palabra a la humanidad entera” (29.10.11).
Es como parte del cumplimiento de esa tarea que los lectores tienen esta
obra en sus manos, pero es necesario comprender que las Palabras que llegan
del Cielo a través de Patricia, no son exclusivas para ella, sino para todos
y cada uno de nosotros. Ella, como otros ya mencionados, es únicamente,
como instrumento espiritual, “portavoz o transmisor” de esa viva Palabra
que Dios, en nuestro tiempo, dirige amorosamente a la humanidad toda.
El trabajo de la mística es serio y profundo, requiere comprensión,
disponibilidad y una gran dosis de valentía, pues no es fácil ser prejuzgados
por mencionar que Dios se sirve de uno. Por ello, Dios mismo dice a
Patricia:
“La fuerza la tienes, por lo tanto, hecha estás para esta misión
iniciada. Sumérgete en el Amor de María, vuestra Madre
Santísima, quien para ti trae ayuda” (16.3.10).
105
5.3.2 Caminando con María
Toda persona que ama a Jesús conoce y ama a Su Madre. Ella repite como
en Caná: “Hagan lo que Él dice” (Jn2,5), porque Ella más que nadie sabe
que Su Hijo Santo es “El Camino, la Verdad y la Vida y nadie va al Padre
si no es por Él” (Cf Jn14,6).

Ningún proceso de evangelización se puede proseguir sin la Luz de María,


la “Llena de Gracia”. Hemos mencionado que todo lo que viene de Dios
a la humanidad es una “Bendición” y la Santa Madre es llamada “bendita
entre las mujeres” (cf. Lc1,42), y es la Bendición que Jesús nos otorga cuando
la ofrece al pie de la Cruz como Madre de todos nosotros (cf. Jn19,26).

En nuestra Iglesia y en nosotros se prolonga la Maternidad de María siempre


presente y atenta a las circunstancias y desafíos humanos.

Juan Pablo II, al final de su Documento Redemptoris Mater, actualiza una


invocación de la Iglesia en la cotidiana liturgia de las horas:

“Salve, Madre soberana del Redentor, puerta del cielo siempre


abierta, estrella del mar; socorre al pueblo que sucumbe y
lucha por levantarse, tú que para asombro de la naturaleza
has dado el ser humano a tu Creador” (n.51).

No se puede proseguir el Camino del Hijo sin tomar la Mano de María.


Por tal razón, la instrucción para Patricia no la orienta a acompañarla o
caminar junto a Ella, sino a sumergirse plenamente en el “Fiat” mariano,
pues, el corazón de la hija llamada por Dios se debe fundir con el de la
Santa Madre, para así aprender a amar, confiar y actuar como Ella.

Para quienes quisiéramos atisbar algún motivo por el que Dios se deleita en
una Mensajera y la invita a trabajar para Él de manera tan íntima, diremos
primeramente que Dios ciertamente tiene sus propias e inalcanzables
razones. Sin embargo, algunas actitudes nobles, sencillas y espontáneas,
“tocan” Su Corazón, animando una respuesta:

“Elévate a Mi Casa, que es tu casa. Mi hija eres y a Mí


clamaste, en tu angustia te he consolado y Yo tu Padre, te digo:
No temas, que en Mi regazo estás como hija amada, y como
hija amada te saqué del mundo y te volví al mundo. Todo lo
que te ocurra está predestinado, porque Yo tu Padre, te he de
llevar caminando con Mi guía y con Mi mano, donde debas ir.

106
Haré de ti, como lo estoy haciendo, un espíritu vivo en mi Amor
y mi abandono. Deja el mundo, sumérgete en mí y no dudes de
que Yo tu Padre, te guío, te cuido y te protejo. Te quiero viva
en Mi Voluntad, ansiosa de recibirme cada día. No evoques
otros tiempos, no evoques el pasado, porque eso es pasado.
No turbes tu mente ni tu corazón con tus sucesos diarios.
Tú debes continuar en Mi caminar diario a las bendiciones
que te trae el Cielo. Piensa en nuestro encuentro diario, este
encuentro se multiplicará. Te necesito viviendo en Mi paz, sin
la angustia del mundo. Yo Soy tu casa, Yo Soy tu familia, Yo
Soy tu hogar, Yo Soy tu Padre y tú eres Mi hija amada. Renace
en Mí cada día, recurre a Mí en cada momento. Mi paz en tu
paz permanecerá por siempre” (31.3.10).

La hija clamó en la angustia. Cómo sería su confianza y amor al Padre que


Él la escuchó, la consoló, se ofreció para ser su familia toda y ella decidió
vivir para Él sirviéndolo, consolidando todo su ser en Él (cf. 16.10.10). Se
decide por Dios, y en su interior empiezan a resonar de manera cierta y
vibrante las palabras del gran Apóstol: “Yo ya no vivo, Cristo vive en mí”
(Ga2,20).

El Señor la quiere en paz y armonía porque “un despertar viene del cielo,
con fuerza” (cf.26.10.10). Quiere que recuerde al mundo que todo lo que
viene de Él es para Su Gloria, pues, “El Es el que Es, nuestro Creador”
(cf.30.10.10). Ante tanto desconcierto y confusión, “lleno de luz es lo que
vendrá, se caminará en la Verdad y el Amor prevalecerá” (cf.17.11.10). Todo,
“en los tiempos de Dios” (16.7.11).

Es en este itinerario que irá “abriendo los mensajes para darlos al mundo,
en una fecunda tarea de redención. “Caminen sin prisa, caminen en el amor,
el amor que un día a ustedes se dio” (cf. 8.10.11).

La Misión es Suprema porque está “sellada por la Divina Trinidad que en


aras de la Justicia irá” (22.10.11).

Pero no hay Redención sin Cruz. Por eso adquiere gran significado el
siguiente texto:

“Mi niña amada, caminando vas conmigo, caminando al


Calvario poco a poco vamos llegando al momento crucial de
este acto de Amor infinito que se le otorga al mundo para su
salvación. Con el Madero a cuestas, Mis Ojos se inflaman de

107
dolor al ver a mis creaturas, vivir sin reconocer que el Hijo
del hombre, el Hijo de Dios os ha puesto en Su Corazón,
para recrear el prodigio más santo sobre el Amor, el amor de
un mendigo que está en busca del Amor. Colocaré sobre tus
manos la Corona de la Paz, para que aquellos tus hermanos la
puedan recibir. Nuevos prodigios al mundo darás, al escuchar
la Palabra que dictándote estaré. Camina conmigo un poco
más, que, a la dulzura de la vida, te ha de llevar Mi Corazón.
Libre de mácula verás Mi Corazón, pulsando de Amor por
toda la humanidad” (21.3.12).

El Señor desea ayudarnos a renovar nuestro estilo de vida, quiere separar


la maldad de la nueva vida, pues sobre el mundo pondrá Su Corazón (cf.
8.7.12). Así, “La Aurora de la mañana entonará el canto del amor de Dios,
alumbrando sus corazones de Amor. Renacerá el mundo en el nuevo
despertar de la vida fecunda, que solo en ella trae inscrito el Amor, la
Verdad y la Paz” (12.8.12).

Nos invita a tener sed de Él, de renovar nuestro compromiso cristiano


recordando nuestro Bautismo y consolidándolo en cada Eucaristía. Jesús
se manifiesta de la siguiente manera:

“Escucha hija de Dios, renueva tu Bautismo en cada Eucaristía


que recibas por gracia del Espíritu Santo. Da gloria en cada
acto realizado a vuestro Dios. Que tus pensamientos y acciones
sean dirigidos como acto de adoración al Sumo Bien. Que
tu alma que anhela ser guiada a la vida eterna, respire cada
segundo invocando a su Creador. Que el anhelo de tu espíritu
sea caminar hacia la santidad y llegar a la Tierra Prometida,
para alabar eternamente a tu Dios. Que tu cuerpo se entregue
en acciones de adoración, para que, en el linaje de los santos,
camine tras los pasos del Salvador. Y en el camino caminado
en esta tierra, sirvas de enlace del hombre hacia su Dios, dando
testimonio de vida al entregar hacia tus hermanos las notas de
Mi Voz, Mi Palabra, que dirige hacia el camino alumbrado
por la Luz. Lleva Mi Palabra a todo aquel que veas desvalido
y falto de fe, que en tu boca dirigiré palabras que hablen de la
Verdad del Amor de tu Señor. Socorre al desvalido y colócalo
dentro de Mi Corazón, que Yo le daré agua viva para su camino
dirigir. Sé en Mí y ve en Mí”.
Si supieran mis pequeños, que alumbrar sus corazones con
la Verdad, hará que muchos vuelvan al redil y en su sentir

108
inspirado por el amor, la locura del error volcará su rumbo
hacia el Amor. Cierto es pequeños que, el camino hacia la vida
futura, llevan ya. Socorrer al mundo deben en esta obscuridad,
para que el alimento que a través de ustedes envío hoy, llegue
a sus mentes y a su corazón. Candidez de meta, candidez
de acción, cada día mío deben realizar sumergidos siempre
en la limpieza que hay en su corazón, Mi Amor. Sabrán mis
pequeños que el alumbramiento doloroso de la vida nueva
llegando está, para luego dar la luz al nuevo despertar. Dolor
de parto viviéndose está” (27.11.12).

Más de 2000 mensajes, no se pueden resumir en una obra meramente


introductoria. No obstante, para meditar la profundidad de lo que se leerá
en los textos que del Cielo Dios envía, nos detenemos en un Mensaje que
nos lleva a la intimidad de Dios y a la Sed de Amor que aún tiene.

“En el despertar de los nuevos tiempos estarás hija amada


por Dios. Sellando la alianza se está. Mansedumbre debes
presentar. Eres sierva del Señor, tu Dios y en la libertad que te
da Mi Amor, debes caminar. Habla a tus hermanos del tiempo
en que te traje a Mí. Habla de la alegría en tu recibir. Habla
de las delicias aquellas que has podido sentir, de todo lo que
te he permitido ver. Habla del día en que me diste tu “Sí” y así
poderte llevar al camino de la reconciliación. Habla del día
aquel que viviste la resurrección, pero antes tuviste que pasar
por Mi Pasión, con aquellos dolores que fueron de muerte.
Habla de ese día en que me entregaste tu corazón, al sentir la
angustia de Mi dolor. Habla del Espíritu Santo que inundó tu
corazón el día de Pentecostés, cuando se posó en la corona
de la paz. Habla de las veces que se te ha permitido como
regalo especial, ver a la Madre de Dios, a la Reina del Cielo y
de la Tierra en todo su esplendor. Comenta las veces que has
contentado al Padre con tu entrega, y diles que el Cielo mismo
atento a ti está, atento al camino que has de seguir, para dar
honra y amor a la Santísima Trinidad. Habla del tiempo de tu
purificación, de las veces que ha sanado tu corazón; del día en
que el Padre del mundo te sacó, para después al mundo volver.
Habla de las veces que has oído llorar a la Madre Santísima,
por lo que atraviesa esta humanidad. Después háblales de tu
Dios, de tu Jesús, del Señor de Señores, de tu Rey, que ha
liberado tu corazón. Que de la nada, como nada te tomó para
dar testimonio al mundo, de su próxima liberación. Háblales
de lo que ha sentido tu corazón al mirar las delicias de tu

109
Señor. Háblales también de los tiempos difíciles que se han
de vivir. Háblales de Mi perdón, de la sed que tengo de Amor,
de cubrirlos a todos en Mi Corazón; de llevarlos a todos a la
gran redención, de otorgarles a ellos la sanación. Háblales de
que estoy loco de Amor, que morí en la Cruz para su salvación.
Háblales de este regalo lleno de Amor, ofrécelo desde el fondo
de Mi Corazón, diles que todo esto viene del Amor, del Amor
de un Padre por su creación. Háblales del perdón”.

Todo y ¿por qué? Porque nos vuelve a extender la mano, sólo por Amor,
para reorientar nuestro horizonte descuidado en algunos casos y en otro
extraviado. Tiene la intención de ayudarnos a caminar por la senda del
Amor, de la Verdad, de la Santidad. Busca cambios genuinos en nosotros,
pues, al final, Él que es Amor: “… en la pureza de un alma renovada quiere
mostrar su Amor a la Humanidad” (23.2.17).

110
CAPÍTULO

6
JESÚS:
PRIMICIA DE TODO LO CREADO

A
lrededor del octavo siglo antes de Cristo, período Neolítico, las
poblaciones del Medio Oriente, habiendo dejado la vida nómada,
se establecieron en territorios fijos y empezaron a cultivar la tierra,
obteniendo una variedad de productos cereales como trigo, centeno, cebada,
o leguminosas como lentejas, garbanzos, arveja. También trabajaron el lino
que adquirió gran utilidad en la obtención de fibras que se componían luego
como tejidos para su vestimenta (Cipolloni, 2002).

Las culturas mesopotámicas idearon modalidades en la obtención de


alimentos en la tierra. Su rica vertiente en la cercanía del Tigris y del
Éufrates ofrecía recursos y facilidades muy especiales.

Sin embargo, para los israelitas que llegaban a la Palestina, la visión de la


naturaleza y el manejo de la tierra se asentaban en principios que provenían
de su propia fe. Esperaban lluvias, tierra fértil, cosechas abundantes, pero
todo dependía de la generosidad divina. Un texto del Deuteronomio nos
ilustrará mayormente el concepto.

“Porque la tierra a la que vas a entrar para tomarla en posesión


no es como el país de Egipto del que salieron, donde después
de sembrar había que regar con el pie, como se riega un huerto
de hortalizas. Sino que la tierra a la que van a pasar para
tomarla en posesión es una tierra de montes y valles, que bebe
el agua de la lluvia del cielo. De esta tierra se cuida Yahveh tu
Dios; los ojos de Yahveh tu Dios están constantemente puestos
en ella, desde que comienza el año hasta que termina. Y si
ustedes obedecen puntualmente los mandamientos que yo les
prescribo hoy, amando a Yahveh su Dios y sirviéndole con
todo su corazón y con toda su alma, yo daré a su país la lluvia
a su tiempo, lluvia de otoño y lluvia de primavera, y tú podrás

111
cosechar tu trigo, tu mosto y tu aceite; yo daré a tu campo
hierba para tu ganado, y comerás hasta hartarte. Cuida bien
que no se pervierta tu corazón y te desvíes a dar culto a otros
dioses, y a postrarte ante ellos (Dt11,10-16).

En consecuencia, los frutos que obtenían, no estaban limitados por los


caprichos naturales de clima y ambiente como creían los sirios y paganos;
tampoco por Baal, visto como dios de la fertilidad y de la lluvia, muy
dominante en el panteón cananeo (Alexander y Alexander, 1976).
Para los israelitas todo fruto cultivado provenía de la Mano de Dios. Dios
hablaba con las tormentas y las lluvias, respiraba con el viento o juzgaba
con un terremoto.
El salmista traduce los términos precisos en canto:
“Tú visitas la tierra y la haces rebosar, de riquezas la colmas.
El río de Dios va lleno de agua, tú preparas los trigales. Así es
como la preparas: riegas sus surcos, allanas sus glebas, con
lluvias la ablandas, bendices sus renuevos. Tú coronas el año
con tu benignidad, de tus rodadas cunde la grosura; destilan
los pastos del desierto, las colinas se ciñen de alegría; las
praderas se visten de rebaños, los valles se cubren de trigo; ¡y
los gritos de gozo, y las canciones! (Sal65,10-14).

6.1. EL FRUTO MÁS TEMPRANO


En tiempos antiguos se otorgó mucho sentido a las “primicias” de las
cosechas porque el hijo de Dios consideraba que todo lo recogido era un
obsequio de Dios, y como señal de gratitud le ofrecían sus primeros frutos.

En el hebreo, como vimos anteriormente, el término “bikkûrîm” designa el


“primer fruto o el más temprano”. Asimismo, “re’shîd” define el “comienzo”
del fruto o “fruta selecta”.

Los conceptos nos ayudan a entender que la ofrenda correspondía a la


cosecha que había madurado más temprano y era la mejor seleccionada.

Las ofrendas constituían una respuesta a las solicitudes del Señor, pues Él
había propuesto algunas determinaciones. Leemos por ejemplo en Éxodo
13: “Conságrame todo primogénito, todo lo que abre el seno materno entre
los israelitas. Ya sean hombres o animales, míos son todos” (v2). “Lo mismo
112
has de hacer con el de tus vacas y ovejas. Siete días estará con su madre, y
al octavo me lo darás” (Ex22,29). “También guardarás la fiesta de la Siega,
de las primicias de tus trabajos, de lo que hayas sembrado en el campo;
y la fiesta de la Recolección al término del año, al recoger del campo los
frutos de tu trabajo” (Ex23, 16). “Llevarás a la Casa de Yahveh, tu Dios, las
mejores primicias de tu suelo” (Ex23,19).

Sin embargo, las ofrendas no consistían únicamente en el fruto de la tierra,


sino también en aquello que el adorador podía elaborar como el pan, tortas,
artesanías u otros insumos.

“Yahveh dijo a Moisés: ‘Diles esto a los israelitas: Cuando hayan llegado al
país a donde los llevo, y estén ya comiendo del pan de esa tierra, separarán
una parte para Yahveh. Reservarán una torta que pondrán aparte, como
primicia por la masa, igual como lo hacen cuando dejan aparte una porción
de la cosecha en la era. Le darán una parte a Yahveh de generación en
generación; serán las primicias de la masa de ustedes” (Num15,17-21).

“Le darás las primicias de tu trigo, de tu mosto y de tu aceite, así como las
primicias del esquileo de tu ganado menor” (Dt18,4).

Existen por cierto varios detalles que también se pueden considerar en este
contexto, pero para resumir el concepto más genérico, la siguiente cita
resultará bastante ilustrativa:

“Cuando llegues a la tierra que Yahveh tu Dios te da en


herencia, cuando la poseas y habites en ella, tomarás las
primicias de todos los productos del suelo que coseches en la
tierra que Yahveh tu Dios te da, las pondrás en una cesta, y las
llevarás al lugar elegido por Yahveh tu Dios para morada de
su nombre. Te presentarás al sacerdote que esté entonces en
funciones y le dirás: «Yo declaro hoy a Yahveh mi Dios que he
llegado a la tierra que Yahveh juró a nuestros padres que nos
daría.» El sacerdote tomará de tu mano la cesta y la depositará
ante el altar de Yahveh tu Dios” (Dt26,1-4).

6.2. JESÚS: PRIMICIA EN TODO TIEMPO


En el NT el panorama asume una dimensión plena porque la Encarnación
de Cristo lo sitúa como Esencia en la Historia de la Salvación. Pablo
escribe de manera sublime resaltando la figura de Jesús como Primicia en
113
un acontecimiento que puede tener únicamente a Dios como Su Autor: La
Resurrección.

“¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos como primicias


de los que durmieron. Porque, habiendo venido por un hombre
la muerte, también por un hombre viene la resurrección de los
muertos. Pues del mismo modo que en Adán mueren todos, así
también todos revivirán en Cristo. Pero cada cual en su rango:
Cristo como primicias; luego los de Cristo en su Venida”
(1Co15,20-28).
Es tan importante esta Primicia que la sitúa como piedra
angular de nuestra Fe cuando exclama: “Y si Cristo no resucitó
vana es nuestra predicación, vacía nuestra Fe” (cf.1Co15,14).

Jesús con su Encarnación en medio de


nosotros, con Su Vida, Camino y Verdad,
con Su Muerte y Resurrección, es Primicia
de toda la Creación. Lo define Pablo
nuevamente con toda perfección:

“Él es Imagen de Dios invisible,


Primogénito de toda la creación, porque
en él fueron creadas todas las cosas, en
los cielos y en la tierra, las visibles y las
invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los
Principados, las Potestades: todo fue creado La Virgen con el Niño
por él y para él, él existe con anterioridad Giovanni B. da Sassoferrato,
a todo, y todo tiene en él su consistencia. s. XVII. Museo del Prado
Él es también la Cabeza del Cuerpo, de la Iglesia: Él es el Principio, el
Primogénito de entre los muertos, para que sea él el primero en todo, pues,
Dios tuvo a bien hacer residir en él toda la Plenitud” (Col1,15-19). Giovanni
B. Salvi da Sassoferrato

El término griego Primogénito (protókokos) y Principio (arkhé), definen a


Cristo como Principio y Primogénito de entre los muertos, para que él sea
el Primero en todo. Él es el principio de lo que vivirán los hijos de Dios, o
sea, nosotros mismos, “sus hermanos pequeños”.

Ante la muerte, el gran desafío, insoluble sin la Voluntad y Poder de Dios,


Cristo nos muestra también el Camino de la Resurrección, pues, Él nos
ha abierto la senda y nos ha liberado y lavado con su sangre de nuestros
114
pecados (cf. Ap1,5). La Gran Primicia en Cristo enseña que, sobre Él, la
muerte, no tiene poder alguno y por lo tanto, en su tiempo, sobre ninguno
de nosotros.

Una cita de Juan el Evangelista amplía el concepto: “Y esta es la voluntad


del que me ha enviado; que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino
que lo resucite el último día. Porque esta es la voluntad de mi Padre: que
todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo le resucite
el último día” (Jn6,39-40).

Nuestro destino, en Cristo, está claramente definido: “Pero nosotros


somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos como Salvador al Señor
Jesucristo, el cual transfigurará este miserable cuerpo nuestro en un cuerpo
glorioso como el suyo, en virtud del poder que tiene de someter a sí todas
las cosas” (Fil3, 20-21).

Juan de la Cruz (2014) despierta del sueño profundo al alma enamorada para
que busque en el Amado esa fuente de vida eterna, en el mismo instante que
se pregunta:

¿A dónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido” (p.610).

Para dicha nuestra, el Amado hoy, no huye, más bien se revela con profusión.
Se hace encontrar porque Su deleite es abrazar a Sus hijos, pues, tiene aún
mucho que susurrar a sus oídos; poemas íntimos que ya perfuman estas
páginas, obsequiándonos un aroma de paz, armonía y esperanza, mientras
en el silencio empiezan a escuchar Su Voz.

6.3. PRIMICIA ESPIRITUAL


En la Verdad que Cristo viene a anunciar, nos trae el Espíritu Santo como
Fruto del Amor que el Padre y el Hijo ofrecen a toda la humanidad. Lo
ha comprendido Pablo y lo pone de manifiesto: “…también nosotros, que
poseemos las primicias del Espíritu, nosotros mismos gemimos en nuestro
interior anhelando el rescate de nuestro cuerpo” (Rm8,23).

115
El Sello espiritual implica que, lo que “Es en Él” “es” también en nosotros.
El Espíritu habita en nosotros (cf. 1Co6,19), activo y dinámico, pronto a
guiarnos por los caminos de la Salvación y recordarnos todo lo que Jesús
nos ha enseñado (cf. Jn14,26). “Pues todas las promesas hechas por Dios han
tenido su sí en él; y por eso decimos por él «Amén» a la gloria de Dios.
Y es Dios el que nos conforta juntamente con ustedes en Cristo y el que
nos ungió, y el que nos marcó con su sello y nos dio en arras el Espíritu en
nuestros corazones (2Co1,20-22).

Comprendemos así, efectivamente, que todas las intenciones y promesas


del AT se realizan en Él en plenitud. Y, luego de Su partida, confía a nuestra
Iglesia Sus Verdades para vivificar la vida espiritual de todo cristiano. “En
la liturgia de la Iglesia, Dios Padre es bendecido y adorado como la fuente
de todas las bendiciones de la creación y de la salvación, con las que nos
ha bendecido en su Hijo para darnos el Espíritu de adopción filial” (CIC.
n.1110).

Por el Espíritu, Epéneto, un ciudadano asiático, reconoce su filiación y su


“conversión” Pablo la ensalza como “primicia” del Asia para Cristo (cf.
Rm16,5).

Por eso importa anunciar a Cristo hoy, para que el camino de “Conversión”
sea la luminosa senda que empiecen a transitar los hijos que retornan a la
Casa del Padre, para que ellos también se unan a Él en la vida eterna. “Y
si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en
ustedes, Aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos dará también la
vida a sus cuerpos mortales por su Espíritu que habita en ustedes”. (Rm8,11).
Pero el resplandor que anuncia a Cristo como la Gran Primicia, adquiere
brillo absoluto cuando se lo anuncia como aquella Primicia que venció a la
muerte, mostrando, además, el destino que espera a todos Sus seguidores.
Pero hay algo más que observar, otras premisas que tienen aún que llegar y
será en los Nuevos Tiempos:
“Seguí mirando, y había un Cordero, que estaba en pie sobre el
monte Sión, y con él 144.000, que llevaban escrito en la frente
el nombre del Cordero y el nombre de su Padre. Y oí un ruido
que venía del cielo, como el ruido de grandes aguas o el fragor
de un gran trueno; y el ruido que oía era como de citaristas que
tocaran sus cítaras. Cantan un cántico nuevo delante del trono

116
y delante de los cuatro Vivientes y de los Ancianos. Y nadie
podía aprender el cántico, fuera de los 144.000 rescatados de
la tierra. Estos son los que no se mancharon con mujeres, pues
son vírgenes. Estos siguen al Cordero a dondequiera que vaya,
y han sido rescatados de entre los hombres como primicias
para Dios y para el Cordero” (Ap14,1-4).

6.4. DIOS: BENDICIÓN ETERNA


Todo lo que observamos en nuestras vidas, tanto en el mundo como en el
universo, es un Don de Dios a sus creaturas. Todo es Bendición.

Nuestro Catecismo enseña que “Bendecir es una acción divina que da la


vida y cuya fuente es el Padre. Su bendición es a la vez palabra y don
(“bene-dictio”, “eu-logia”). Aplicado al hombre, este término significa la
adoración y la entrega a su Creador en la acción de gracias (CIC n.1078).

“Desde el comienzo y hasta la consumación de los tiempos, toda la obra de


Dios es bendición. Desde el poema litúrgico de la primera creación hasta
los cánticos de la Jerusalén celestial, los autores inspirados anuncian el
designio de salvación como una inmensa bendición divina (CIC n.1079).

Pablo nos lo recuerda: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor


Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales,
en los cielos, en Cristo” (Ef1,3).

Y si hemos sido bendecidos con tantas clases de bienes. ¿Qué haremos


nosotros?

Cuidar el tesoro recibido “nuestra salvación” (Cf. Fil2,12) y ayudar a la de


nuestros hermanos, pues todos hemos sido destinados al gozo eterno junto
al Padre.

Por ello, sumidos en un mundo que nos seduce con sus ofertas, nos ha
plasmado una personalidad a menudo racionalista, materialista, distante
de las cosas de Dios, pero la cercanía a Cristo, su búsqueda y encuentro
nos renueva, por eso, “lo viejo ha pasado y lo nuevo ha empezado” (Cf.2
Co5,17).

117
6.5. NUEVOS TIEMPOS PARA LA HUMANIDAD
El día de la Ascensión de nuestro Señor, anunció a los Suyos que recibirán
la Fuerza del Espíritu Santo y serían sus testigos “en Jerusalén, en toda
Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra” (Hch1,8).

Ha fundado Su Iglesia, ha
instituido el Sacramento
de laEucaristía, invitando a
prolongar esta Su Presencia
viva “en memoria Suya”. La
instrucción es clara. Llevemos
al mundo Su Palabra, pues todos
los hijos de Dios están invitados
a participar de Su Reino. Mateo
nos recuerda el mandato: “Vayan,
pues, y hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt28,19).

“Por esto la Iglesia, enriquecida con los dones de su Fundador y observando


fielmente sus preceptos de caridad, humildad y abnegación, recibe la
misión de anunciar el reino de Cristo y de Dios e instaurarlo en todos los
pueblos, y constituye en la tierra el germen y el principio de ese reino.
Y, mientras ella paulatinamente va creciendo, anhela simultáneamente el
reino consumado y con todas sus fuerzas espera y ansia unirse con su Rey
en la gloria” (Lumen Gentium n.5).

Pero la Iglesia también somos nosotros y Dios nos invita a anunciar Su


Palabra. En igual forma, por medio de Patricia, nos anima a hablar de las
Primicias que anuncian los “Nuevos Tiempos”, con un Mensaje que invita
a la Conversión.

Por todo ello, te invitamos a proseguir el Camino, como una primicia que
anuncia un Nuevo Amanecer en el que nuestro Padre y Creador, sea nuestro
Único Dios y nosotros Su pueblo, deseo que aún, gran parte del mundo se
resiste a satisfacer.

118
CAPÍTULO

7
PRIMICIAS DEL CIELO

A
lguien escribió en una ocasión: “No puedo presumir del amor que
le tengo a Dios, porque a menudo le fallo, pero sí puedo presumir
del Amor que Él me tiene porque nunca me falla”.

Es una frase alegre y juvenil que describe la coherencia de Dios. Sorprende


que hoy se hable de “soledad y soledades” ignorando que, mientras
tengamos a Dios jamás estaremos solos. Olvidamos que Él está siempre
ahí, a nuestro lado, firme como una imponente roca, cálido como la mejor
brisa de primavera, dulce como la miel más temprana.

Porque Dios camina junto a Su pueblo, está constantemente atento a sus


necesidades, y aunque sus hijos ingratos dirijan sus pisadas hacia otros
rumbos, Su Corazón los sigue en el silencio, sin hacer preguntas ni esperar
respuestas inmediatas, camina como Compañero fiel, pues sabe que en
cualquier momento necesitarán de Él. Por eso toma iniciativas para orientar
y reorientar el itinerario que a menudo elaboran sin tomarlo en cuenta.

Si observamos la marcha del mundo actual, en una sociedad líquida que


fluye velozmente, tomando formas caprichosas, inventadas por modas y
circunstancias artificiales, difícilmente diremos que las grandes poblaciones
han establecido un estilo de vida teniendo a Dios como centro de sus vidas.
Por eso Dios, amante y leal a Sus pueblos, los busca en distinta manera. Con
Patricia, trata un tema original centrado en lo que Él denomina “Nuevos
Tiempos”.

La referencia llama la atención notablemente, porque la mayor parte de


los místicos de la segunda mitad del siglo pasado y lo que va del presente,
siempre han hablado de “Últimos Tiempos”. Así que los lectores de estos
Mensajes, tendrán la oportunidad de introducirse dentro de un bagaje

119
enriquecido por novedades que no vienen de voz humana, sino de Dios
mismo, un privilegio que no merecemos, pero que podemos acoger con
humildad, respeto y gratitud.

7.1. PRIMICIAS DE UN NUEVO AMANECER


Cuando se abren las flores y percibimos la suave fragancia que nos envuelve
después de un frío invernal a veces inclemente, sabemos que la primavera
se aproxima o ha llegado. Y en medio de la sana euforia que su aroma
despierta en nosotros, nos sentimos alegres, optimistas, porque pensamos
que en esta fresca estación todo es posible.

Y es Verdad, de la Mano de Dios, todo es posible. El gran profeta Jeremías


transcribe la Palabra de Dios con un contenido fascinante y prometedor:
“Llámame y te responderé y te mostraré cosas grandes, inaccesibles, que
desconocías” (Jr.33.3).

Esta aseveración es majestuosa y creemos


que es capaz de cumplirse en este mismo
momento, porque la persona que ha
escogido este libro para su lectura, lo hizo
por su contenido espiritual, así invocó a Dios
y el recorrido de estas páginas le revelarán
muchas “cosas grandes, inaccesibles, que
desconocía”.

Los Mensajes que Patricia recibe del Cielo


contienen una invitación, no sólo para ella,
sino también para toda persona de buena
voluntad que comprenda la necesidad y urgencia de transmitir estas ricas y
oportunas Enseñanzas:

“Vayan, porque llevarán al mundo


las Primicias del Nuevo Amanecer” (30.4.10).

Es una consigna tácita que invita a anunciar “el Camino” que Jesús mismo
ha revelado, porque el aroma del nuevo tiempo ya ha llegado y llega como
una Nueva Primavera.

Pero la obra que aquí se presenta, no pretende únicamente compartir los


novedosos Mensajes, desea también presentar, primordialmente, aquella
120
Pedagogía Espiritual que los textos contienen, para que el hijo de Dios
reconozca el rumbo preciso que Dios señala en la actualidad, en preparación
a la Nueva Estación que Él denomina “Nuevos Tiempos”.

Ese periplo, nos señala los pasos que debemos seguir para iniciar un
proceso de “Transformación interior”, que permita escalar, con la ayuda
de Dios, las prometedoras cimas desde las cuales podremos contemplar y
luego vivir, la Nueva Estación.

7.1.1. Perdón y Amor


En el capítulo 18 del Evangelio de San Mateo, encontramos una serie de
enseñanzas muy específicas sobre la clase de conducta que un cristiano
debería ejercer: “les aseguro que, si no cambian y se hacen como niños, no
entrarán en el Reino de los cielos” (v.3). “El que escandalice a uno de estos
pequeños que creen en mí, más le vale que le cuelguen al cuello una de esas
piedras de molino…” (v.6); “Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele,
a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano” (v.15); “Porque
donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de
ellos” (v.20). En medio de esas reflexiones, “Pedro se acercó entonces y
le dijo: ‘Señor, ¿cuántas veces debo perdonar las ofensas que me haga mi
hermano? ¿Hasta siete veces?’ Dijo Jesús: No te digo hasta siete veces, sino
hasta setenta veces siete” (vv.21-22).

En la noche de Jueves Santo Jesús había reunido a los suyos en una


Cena de despedida en la que se expresa con mucha intimidad. Es una
noche majestuosa, pero también melancólica. Él sabe que al otro día
sería crucificado ignominiosamente. Por eso comparte aquello que tiene
en Su Corazón y expone varios principios que deberían inspirar la vida
de un seguidor Suyo. En un instante luminoso de la reunión exclamó
solemnemente: “Les doy un Mandamiento nuevo: que se amen los unos a
los otros. Que, como yo los he amado, así se amen también ustedes, unos
a otros. En esto conocerán todos que son mis discípulos: si se tienen amor
los unos a los otros”. (Jn13,34-35).

Citamos estos pasajes, porque “dos principios” esenciales inician la marcha


que Dios propone a aquellos “Apóstoles de los Nuevos Tiempos” que
anunciarán Su Palabra, válidas también para aquellos que los escuchen:

“Darse en el perdón y darse en el Amor” (30.10.10).

121
La propuesta tiene sentido absoluto en una sociedad moderna donde
ofensas, malos tratos, injusticia, racismo, abusos de poder, pobreza, entre
otros, han marcado la vida de muchos despertando sentimientos de rencor,
odio, deseos de venganza, violencia.

El rencor es un sentimiento negativo profundo que se arraiga y tiende


a permanecer, contamina el alma, deteriora a la persona, la esclaviza,
llevando el sentimiento, incluso, al odio y a ciegos deseos de venganza.
Sendas investigaciones afirman que grandes poblaciones de personas, aún
creyentes, conservan rencores que no han podido o querido eliminar con la
noble conducta del perdón (Castañón Gómez, 2012).

El que ama perdona de corazón, olvida, no permite que la oscuridad penetre


en la transparencia de su alma noble.

Los griegos tenían distintos vocablos


para expresar el término amor, pero
uno describía lo que queremos
traducir: Agápē (ἀγάπη), señalando un
amor noble, amable, reflexivo ofrecido
generosamente sin condición alguna,
pues hay otras formas de compromiso
afectivo que “obliga”, este no, es
gratuito, y se lo otorga porque “vale”.

Este sentimiento fue muy bien cultivado por los primeros cristianos,
animando sus relaciones mientras ayudaban a fundar nuestra Iglesia, en
medio del buen decir, la concordia, la unidad, la paz, el servicio. “Todos
ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu…” (Hch1,14). Era
el espíritu del amor, de la aceptación recíproca y respetuosa.

Un pasaje del libro de Hechos de los Apóstoles nos dibuja mejor ese marco
de Amor cristiano que cultivaban:

“Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común;


vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre
todos, según la necesidad de cada uno. Acudían al Templo todos
los días con perseverancia y con un mismo espíritu, partían el
pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez
de corazón. Alababan a Dios y gozaban de la simpatía de todo
el pueblo. El Señor agregaba cada día a la comunidad a los que
se habían de salvar (Hch2,44-47).

122
Enriquece y complementa de manera imponente toda esta escuela de
caridad, la espléndida representación que Pablo hace del Amor, un modelo
que toda persona debería considerar y practicar:

“La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa,


no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su
interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de
la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo
cree. Todo lo espera. Todo lo soporta. La Caridad no acaba
nunca (1Co13,4-8).

7.1.2. Sí al Bien, no al mal


El apóstol Pablo que nos ofreció grandes lineamientos para la formación y
vida de los cristianos, en una reflexión muy profunda en el Capítulo 7 de
la Carta a los Romanos, enfatiza el bien que Cristo nos trajo, pero explica
cómo el pecado suscitó en el humano toda suerte de concupiscencias
debilitándolo (cf.v.8). Reconoce esa vulnerabilidad y por eso afirma
“Realmente, mi proceder no lo comprendo; pues no hago lo que quiero, sino
que hago lo que aborrezco” (v.15). Y llega a una conclusión: “en realidad,
ya no soy yo quien obra, sino el pecado que habita en mí” (v.17). Resalta
que el humano tiene a su alcance la capacidad de hacer el bien, pero no lo
realiza (cf. v.18) y llega a un planteamiento que ningún católico puede dejar
de meditar: “puesto que no hago el bien que quiero, sino que obra el mal
que no quiero” (v.19).

Describe al humano, capaz de pensar bien, pero con límites para llevar
ese bien a hechos concretos. No obstante, la rectificación de Pedro que
negó tres veces al Maestro; la conversión de María Magdalena o de San
Agustín, revelan brillantemente la capacidad de aquello que el humano
puede hacer cuando permite que el amor humilde y sincero ingrese en los
nobles recintos de su corazón.

El enemigo del bien es el mal, bajo el oscuro rostro del pecado. Es por tal
motivo que el Ángel del Señor nos trae la Palabra divina invitándonos a
alejarnos del pecado:

“La renuncia al mal deben de dar; vivir deben en la dulzura


del amor que trae para ustedes el Reino del Señor. El Reino
del Señor será aquí, donde deben continuar recibiendo las
Primicias de todo aquello que se les dará. Deben, deben

123
mis pequeños, caminar por el rumbo adecuado. Enmienden
sus vidas, caminen siempre en la Verdad. Al pecado deben
renunciar e iniciar una nueva vida que vaya en el amor”
(11.10.10).
“Hombres fuertes y confiados que solo a su Señor voltearán,
para recibir las Primicias de la nueva humanidad; pues la
Misericordia triunfó, regalo de Dios para la humanidad”
(21.10.10).

El ciudadano de hoy ha sido muy expuesto a espejismos que fascinan,


como el dinero, la fama, el placer, el poder; hipnóticos que, entre otros,
han anestesiado la conciencia de multitudes. Trajinando detrás de todo ese
confuso panorama, el individuo se hace indiferente, débil o tibio ante las
cosas de Dios, y a veces, con demasiada frecuencia, se sitúa en la displicente
lejanía.

Pero Dios sabe que, si la oscuridad del crepúsculo se prolonga, el hijo,


víctima de la concupiscencia se sumirá en asfixiantes tinieblas, por eso le
invita a cambiar de rumbo, los valores que Él ha enseñado: “Entren en el
gozo de las Bienaventuranzas que son promesas que se vivirán, pues en
ellas está inscrito el camino de la Redención. Sometan su criterio humano a
la Luz del Amor, para que así sientan que vacíos no van; pues este es un día
de gozo, donde el Cielo une su esencia a vosotros, hijos de Dios” (30.10.18).

Por eso invita a la fortaleza, a la templanza y a aquella Confianza que


ofreció con magnificencia a través de la mística Faustina Kowalska.

El Nuevo Rumbo y los nuevos objetivos que hoy propone, no se reducen


a la contingencia caduca de la metáfora mundana, va más allá porque
“Las Primicias del Amor Santo nos conducirán al Templo Santo” (6.5.11),
destino connatural de todo hijo de Dios, y a Quien hemos dejado de ofrecer
la atención que merece.

El Mensaje es importante. Las instrucciones del Cielo anuncian un Nuevo


Tiempo que será consolidado por la Santa Obra de Dios. Este proyecto
solicita diligencia, y una actitud de empeño porque estas palabras se deben
custodiar, difundir y vivir. (cf. 2.5.12).

124
7.2. PREPARACIÓN
Para obtener las primicias, los frutos tempranos y los mejores, es menester
preparar la tierra y abonarla. En igual forma, para obtener el buen aceite
es necesario exprimir las olivas. La blanca harina ha tenido que pasar por
varios tamices antes de adquirir esa apariencia.

Los NNTT llegan, pero antes debemos allanar y purificar el camino,


limpiarlo de miserias y pecado. Como en los tiempos de Noé, Abraham o
Moisés, tenemos que caminar con Fe decidida y confianza absoluta.

Dios es el Gran Pedagogo, sabe cómo tomar iniciativas. El profeta Amos


así lo ha comprendido, por eso escribe con total certidumbre:

“No, no hace nada el Señor Yahveh


sin revelar su secreto a sus siervos los profetas” (Am3,7).

Estas épocas no son distintas. Mencionamos anteriormente que, en Fátima,


en 1917, se conoció la profecía que anunciaba un gran conflicto bélico,
confirmada, posteriormente, con la declaración de la “Segunda Guerra
Mundial”. En Medjugorje, la “La Reina de La Paz”, previno sobre la Guerra
de los Balcanes diez años antes de su realización.

En África, durante las Apariciones de la “Madre del Verbo” en Kibeho,


sudoeste de Ruanda, (1981-1989), invitó a la Reconciliación, y, durante una
visión del 15 de octubre de 1982, se profetizó sobre los hechos sangrientos
que ocurrirían en Ruanda y Grandes Lagos entre 1994-1995, donde,
durante la masacre, que confrontó los grupos étnicos de los Hutus y Tutsis,
murieron alrededor de 800.000 personas (Lowery, Spalding, 2017), entre ellas
tres obispos, más de cuatrocientos sacerdotes y religiosos, incluyendo la
vidente Marie Claire.

Esto significa que los anuncios y la invitación nos llegan, pero no siempre
prestamos atención suficiente. Nuestro racionalismo nos impide reconocer
las “Voces del Espíritu” y si prestamos algo de atención, o se reduce a
una mera curiosidad temporal, o a un prejuicio que califica los hechos de
especulaciones o fanatismo.

La Misión de Patricia la invita a anunciar el arribo de Nuevos Tiempos para


una Vida Nueva:

125
“En el porvenir de la vida, en el quehacer eterno, en la
futura dicha que se iniciará pronto, en la estadía eterna de
un caminar próspero de una elección nueva, de una dulzura
sin fin; acercándose está el camino a los tiempos nuevos,
donde la grandeza de Dios se ha de recibir, donde el caminar
eterno de la dulzura, pronta para todos sus hijos ha de venir.
Camino perfecto, camino esperado, que en los albores ha
de resurgir, trayendo esperanza, trayendo dulzura, dejando
caminos, caminos inciertos que ya no vendrán, porque en
la grandeza del Creador eterno, el nuevo destino ya pronto
vendrá. Atentos estén a los nuevos Cielos, a la nueva Tierra
que pronto vendrá. Sujeten sus almas a la travesía sabiendo
que pronto todo resurgirá. Ofrezcan su vida, ofrezcan su canto,
entreguen su amor, para un mundo entero que hoy le hace falta
la Redención” (18.6.10).
“El camino fecundo será, para los Nuevos Tiempos poder
recibir; llenos de dicha estarán llegando al sitio dado por
Dios. Camino de luz, camino de Amor, que en el despertar de
la aurora llegará, camino amigo de la creación, que con sus
nuevos bríos llegará a realizar la promesa de su Dios; viviendo
por fin, en la inmensidad de un Dios que ve lo perfecto en su
creación, llenándola de luz” (25.10.10).

Porque el Camino propuesto lleva a una Gran realización, es menester


asumir actitudes de cambio profundo, de transformación íntima, que nos
permitan dejar las debilidades del pasado y aprender a vivir las virtudes
olvidadas. Por eso la insistencia en la “Conversión” que lleva al cambio
de vida, a la unión con Dios. En Medjugorje para la “Reina de la Paz”, la
palabra constante es: “Conversión, Conversión, Conversión”.

Mas Dios no obliga, espera la respuesta libre de cada uno a Su Divina


Voluntad: “Vayan en la Voluntad bendita de su Padre que con ustedes va
que con ustedes está esperando su Sí, por siempre” (21.10.10).

Sin embargo, el hombre no puede decir ni siquiera “Jesús es el Señor”, sin


ayuda del Espíritu Santo (1Co12,3):

“La evocación al Espíritu Santo deben realizar, pidiendo las


gracias para su entrega total, ofreciendo la promesa de que
cada cosa que se les otorgue, es para la gloria del Señor”
(23.10.10).

126
Es con el Espíritu que podremos escribir la mejor melodía espiritual y
en armonía plena; entre hijos que quieren agradar a Dios haciendo Su
Voluntad, viviendo, en amor fraterno, imitando a los primeros cristianos,
siempre unidos. Para ello, debemos abrir nuestro corazón a Jesús:

“Nueva respuesta de ayuda cada día tendrán. Sinfonía de


Amor escucharán, cuando ante Mí coloquen su mirar. Sinfonía
de luz podrán ver, cuando a sus ojos me permitan entrar.
Sinfonía santa al despertar para alabar a su Señor, aquel que
con su mirada les quiere recrear. Cierto es pequeños míos,
que añoran bajo Mi mirada continuar cada día extasiados de
Amor, caminen el camino que les he forjado y llévenme en su
corazón” (11.11.12). Esta ruta se prosigue “Bajo Su Dirección
y Su Santo aliento” (12.11.19).

Los “Caminos de Dios”, como los quiere hoy, no son los del individualismo
ni del egoísmo, tampoco el de la soberbia que humilla y maltrata. Su
expectativa es totalmente distinta:

“Caminen en la unidad, fortalezcan su camino con el amor


pleno, con el amor que están aprendiendo a sentir, con al amor
que deben llevar día a día, porque lo que se les ha dicho, será
hecho y no deben tropezar. Caminen y vayan realizando cada
día los trabajos y quehaceres, que del Cielo van para ustedes.
Recurran al Señor, ofrézcanse a Él y recuerden, llegar a la
santidad deben. Oren y ámense, oren y ayúdense, porque de
nada servirá lo que está” (21.6.10).

La preparación para los NNTT es necesaria,


el cambio interior también. El libro del
Eclesiastés nos recomienda una modalidad
oportuna para iniciar el recorrido: “Viste ropas
blancas y no falte el óleo santo en tu cabeza”
(9,8). Lo que significa: “Camina en Gracia, y
que no te falte la Unción del Espíritu Santo”.

Todo ello es imprescindible, porque el


proyecto al que estás invitado es gratamente
prometedor:

Rey David
The Westminster Psalter, Londres ca.1200

127
“Alumbrará Dios la Nueva Tierra con la luz de su Amor, sostendrá con sus
manos los extremos de cada lugar, dando la plenitud de vida para toda la
humanidad. Norte, Sur, Oriente y Occidente, a cada extremo de cada lugar
se podrá habitar y en la abundancia suprema que viene de Dios, el mundo
entero pueda habitar. Realeza presente que otorgará la bienvenida a la
Nueva humanidad. Los dinteles de las puertas estarán abiertos para recibir
a los hijos de Dios, a la Creación, al Amor, a los que en aras de la libertad
caminarán, de aquellos que vivirán en la alegría y la Verdad. Padecimientos
ya no tendrán, porque en la Luz del nuevo amanecer vivirán, dando alabanza
perfecta, a su Dios, al Creador, al Amor pleno, Eterno, Santo, al Señor, al
Rey de los Ejércitos, al Rey de la Creación” (19.11.11).

Esta hermosa composición que llena de ilusiones el corazón ardiente del


hijo de Dios, nos conduce al himno alegre que canta el Salmista;

“Reina Yahveh, de majestad vestido, Yahveh vestido, ceñido


de poder, y el orbe está seguro, no vacila. Desde el principio
tu trono ha sido fijado, desde siempre existes tú. Levantan
los ríos, Yahveh, levantan los ríos su voz, los ríos levantan su
bramido; más que la voz de muchas aguas más imponente que
las ondas del mar, es imponente Yahveh en las alturas. Son
veraces del todo tus dictámenes; la santidad es el ornato de tu
Casa, oh Yahveh, por el curso de los días (Sal 93).

Goza de este texto, fue compuesto para ti desde tiempo pretérito para que
hoy, en este instante, lo escuches con gozo y agradecida esperanza.

128
CAPÍTULO

8
APÓSTOLES
DE LA NUEVA HUMANIDAD

P
ara un creyente que se siente atraído por la Doctrina cristiana, por
tanto, interesado en Cristo, seguramente, el acercamiento de los
primeros “novicios” al “Maestro” tendrá un contenido significativo.

Rememorar fragmentos de vivencias ocurridas en cualquier época, nos sitúa


en medio de los laberintos que el tiempo custodia. Su memoria, nos trae
historias de noche y de día, alegres y tristes, fracasos y éxitos. El tiempo,
a veces, parece eterno, sobre todo cuando sufrimos; da la impresión que se
acorta y transcurre velozmente, cuando somos felices, pero lento o fugaz,
la experiencia vivida, si fue importante, dejará una huella imperecedera en
la memoria de quien la vivió.

Suenan las cuatro en esa tarde perfumada, cuando la brisa acaricia


suavemente el rostro de Juan Bautista que compartía con dos de sus
discípulos. Juan había ya bautizado a Jesús. Viendo que Él pasaba por
el lugar, dijo: “He ahí el Cordero de Dios” (Jn1,36). Inmediatamente los
dos siguieron a Jesús. Viendo que le seguían se volvió y preguntó: “¿Qué
buscan? Ellos respondieron: ‘Rabbí -que quiere decir ‘Maestro’- ¿dónde
vives?’. Les respondió: ‘Vengan y verán’. Fueron, pues, vieron dónde vivía
y se quedaron con él aquel día” (Jn1,37-39).

Andrés y Juan estaban con Juan Bautista. Esto significa que habían ya
optado por una vida espiritual comprometida: Dios era importante para
ellos. Andrés mencionó el hecho a su hermano Simón diciéndole: “Hemos
encontrado al Mesías” – que quiere decir Cristo, y lo llevó donde Jesús,
Quien, fijando su mirada le dijo: “Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te
llamarás Cefas -que quiere decir, Piedra” (cf. Jn1,41-42).

Si Andrés va a referir a su hermano Simón sobre el encuentro que tuvo, y


probablemente muy emocionado le dice: “¡Hemos encontrado al Mesías!”,

129
podemos entender que lo estaban esperando. Por la misma razón, Simón, el
pescador, tuvo la docilidad para ir a verlo, aceptando el cambio de nombre;
además de abandonar todo para seguirlo, convirtiéndose ulteriormente en
glorioso cimiento de la Obra que El Ungido iniciaba.

Mateo era un recolector de impuestos en Cafarnaúm, estaba ocupado en su


oficio cuando Jesús pasó por el lugar y le dijo: “Sígueme” y él le siguió.
Hoy lo reconocemos como uno de los Cuatro Evangelistas.

Para asumir conductas de compromiso tan radicales e inmediatas, quiere


decir que estas personas tenían ya algo en su corazón y en su alma. Es
muy probable que su alma “sí tenía sed de Dios”. Encontrando la Fuente
que podría saciar su sed... la siguieron. En su rico espíritu inspirado ya
comprendieron que “Él era el Pan de vida, por lo que ya no tendrían
hambre, y creyendo en Él, no tendrían nunca más sed” (cf. Jn6,35). Y de su
ser “brotarían ríos de agua viva” (Jn7,38).

8.1. EL APÓSTOL
El vocablo apóstol, encuentra origen en el griego ἀπόστολος (apóstolos),
con el significado de enviado o mensajero.

Para el católico, el término, seguramente se asocia directamente al de los


“Doce”, a quienes Jesús reunió como sus primeros “apóstoles”, con el
propósito de preparar a aquellos sucesores que extenderían su Doctrina. Su
Misión la entenderemos mejor revisando algunas citas:

- “…Como el Padre me envió, también yo los envío. Dicho esto, sopló


sobre ellos y les dijo: ‘Reciban el Espíritu Santo” (Jn20,21-22). Los
apóstoles reciben la Misión, pero también la “Unción” del Espíritu
Santo. Sin ella, el hombre no puede decir ni siquiera Jesús es el Señor
(cf.1Co12,3).
- La Misión se define con claridad con las palabras de Pablo: “Somos,
pues, embajadores de Cristo, como si Dios exhortara por medio de
nosotros. En nombre de Cristo les suplicamos: “reconcíliense con
Dios” (2Co5,20). Prolongan la labor del Hijo que fue enviado por el
Padre.
- “Por lo tanto, que nos tengan los hombres por servidores de Cristo
y administradores de los misterios de Dios” (1Co4,1). La misión

130
sacerdotal, diaconal, incluso, la de laicos comprometidos pone en
evidencia esa función.
- “Sino que recibirán la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre
ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y
hasta los confines de la tierra” (Hch1,8).

Los Apóstoles prolongan la


Doctrina de Cristo, pero no funda
cada uno su Iglesia, lo hacen en
unión orgánica con Pedro, sobre
cuya “piedra” angular, Jesús
edifica su Iglesia. Así como los
apóstoles siguieron unidos a él,
se espera que todo católico de
hoy, haga lo mismo con el Santo Padre, reconocido sucesor de Pedro y con
todo el Magisterio de la Iglesia.

Se entiende, por consiguiente, que la Misión encomendada a los Apóstoles


al principio, se prolongaría a lo largo de los siglos, pues los proyectos de
Dios son atemporales para la medida humana. Es con tal motivo que, en su
momento, afirmó: “Y he aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta
el fin del mundo” (Mt,28,20).

La Misión no se agotaba en los primeros años, tampoco comprendía una


tarea encomendada únicamente al Apóstol. A su alrededor se congregaron
discípulos, hombres y mujeres “tocados” por la seductora Palabra de
Dios. Es en esa macroscópica visión que Juan Pablo II pronuncia: “Todo
bautizado tiene la misión de evangelizar”.

Es un llamado para toda la humanidad, entre ellos a todo laico como tú y


como nosotros, porque todos somos Iglesia.

Las palabras con las que magistralmente justifica su aseveración San Juan
Pablo II, la encontramos en su Exhortación Apostólica Christifideles Laici
(1988):

“El Espíritu Santo «unge» al bautizado, le imprime su sello


indeleble, y lo constituye en templo espiritual; es decir, le llena
de la santa presencia de Dios gracias a la unión y conformación
con Cristo.

131
Con esta «unción» espiritual, el cristiano puede, a su modo,
repetir las palabras de Jesús: «El Espíritu del Señor está sobre
mí; por lo cual me ha ungido para evangelizar a los pobres, me
ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a
los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, y a proclamar el
año de gracia del Señor». De esta manera, mediante la efusión
bautismal y crismal, el bautizado participa en la misma misión
de Jesús el Cristo, el Mesías Salvador” (n.13).

Estos antecedentes nos ayudarán a comprender la Misión de los “Apóstoles


de los Nuevos Tiempos”, dentro del panorama humano que hoy nos rodea.

8.2. LA HORA DE LOS LAICOS


El “Pontificio Consejo para
los Laicos” del Vaticano,
definiendo las Asociaciones
de fieles laicos, expresa que su
florecimiento, no es un hecho
inédito sólo hoy, pues en la
Historia de la Iglesia pequeñas
y grandes agrupaciones de
laicos han sentido el soplo del
Espíritu Santo, traduciendo esa inspiración en objetivos de servicio y
santidad para la Gloria de Bien de nuestra Iglesia y beneficio para muchos.
Así, los laicos se unen a la Misión esencial y permanente de la Iglesia.

“En tiempos más recientes, el Concilio Vaticano II, reconociendo con


renovado vigor la dignidad y la responsabilidad que caracterizan al cristiano
en fuerza del propio bautismo, no solo ha dado un gran impulso a todas
las formas de asociación laical, sino que hace emerger nuevos carismas y
nuevas formas de agregaciones que son llamados movimientos eclesiales y
nuevas comunidades” (Pontificio Consejo de los Laicos).

San Juan Pablo II (1988), en su Exhortación dedicada a la Vocación y Misión


de los Laicos en la Iglesia y en el Mundo, se sirve de una Parábola: “«El
Reino de los Cielos es semejante a un propietario, que salió a primera hora
de la mañana a contratar obreros para su viña. Habiéndose ajustado con los
obreros en un denario al día, los envió a su viña» (Mt20,1-2).

132
A partir de la cita, el gran santo declara que la parábola expone ante nuestros
ojos “la inmensidad de la viña del Señor y la multitud de personas, hombres
y mujeres que Él llama, para enviarles a trabajar en ella. La viña es el
mundo entero que debe ser transformado según el designio divino en vista
de la venida definitiva del Reino de Dios” (n.1).

Sucesivamente, el Documento enfatiza que, “la invitación para ir a Su


viña” sigue vigente y resuena en el curso de la historia dirigiéndose a cada
persona en todos los tiempos (cf. n.2).

Es a ese mundo entero y a toda persona que lo habita, que el Señor hoy, por
medio de Patricia denomina “Nueva Humanidad”.

Una parte del Documento,


vigorosa, por cierto, refleja
también buena parte de lo que
Jesús expresa en los Mensajes
que ahora tenemos a nuestro
alcance.

“Es necesario entonces mirar


cara a cara este mundo nuestro
con sus valores y problemas, sus inquietudes y esperanzas, sus conquistas
y derrotas: un mundo cuyas situaciones económicas, sociales, políticas y
culturales presentan problemas y dificultades más graves respecto a aquel
que describía el Concilio en la Constitución pastoral. De todas formas, es
esta la viña, y es este el campo en que los fieles laicos están llamados a vivir
su misión. Jesús los quiere, como a todos sus discípulos, sal de la tierra y
luz del mundo (cf. Mt5,13-14). Pero ¿cuál es el rostro actual de la «tierra»
y del «mundo» en el que los cristianos han de ser «sal» y «luz»?” (n.3).

El Papa Pío XII (1946), por su parte, tuvo a bien, igualmente, referirse a los
laicos en estos términos:
“Los fieles, y más precisamente los laicos, se encuentran en la
línea más avanzada de la vida de la Iglesia; por ellos la Iglesia
es el principio vital de la sociedad humana. Por tanto, ellos,
ellos especialmente, deben tener conciencia, cada vez más
clara, no sólo de pertenecer a la Iglesia, sino de ser la Iglesia;
es decir, la comunidad de los fieles sobre la tierra bajo la guía
del jefe común, el Papa, y de los Obispos en comunión con él.
Ellos son la Iglesia...”

133
Pedro, el gran Apóstol, igualmente, había concebido con claridad la misión
de cada fiel: “Acercándose a Él, piedra viva, desechada por los hombres,
pero elegida, preciosa ante Dios, también ustedes, cual piedras vivas,
participen en la construcción de un edificio espiritual, para un sacerdocio
santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por mediación de
Jesucristo” (IPe2,4-5).

Pablo, confirma esta visión: Si hemos recibido “el sello” y hemos sido
“ungidos” (cf.2Co1,20-22) por el Espíritu Santo, somos consagrados como
“Casa espiritual”.

El Documento conciliar Lumen Gentium, actualiza la tarea del laico:

“Cristo Señor, Pontífice tomado de entre los hombres, de su nuevo pueblo


«hizo... un reino y sacerdotes para Dios, su Padre». Los bautizados, en
efecto, son consagrados por la regeneración y la unción del Espíritu Santo
como casa espiritual y sacerdocio santo, para que, por medio de toda obra
del hombre cristiano, ofrezcan sacrificios espirituales y anuncien el poder
de Aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz. Por ello todos
los discípulos de Cristo, perseverando en la oración y alabando juntos a
Dios, ofrézcanse a sí mismos como hostia viva, santa y grata a Dios y den
testimonio por doquiera de Cristo, y a quienes lo pidan, den también razón
de la esperanza de la vida eterna que hay en ellos” (LG n.10).

8.3. DESAFÍOS ACTUALES


En su gran elocuencia, Juan Pablo II (1988), avizoraba ya el perfil preocupante
de la “Nueva Humanidad” que precisa el alivio de la Palabra de Dios:

- Secularismo y necesidad de lo religioso, en un mundo de


indiferencia religiosa y ateísmo (n.4).
- La persona humana, de cuya dignidad se abusa cada vez más (n.5).
- Las distintas formas de conflictividad que amenazan cada vez
más la paz. Violencia, terrorismo, guerra, abusos, exhibiendo una
omnipotencia que renueva la necia experiencia de la construcción
de la “torre de Babel”. Es por eso que se impone la lucha por la
paz y la justicia (n.6).

En la actualidad el Papa Francisco, en sus múltiples enseñanzas, ha mostrado


su preocupación por la incomprensión ante las masivas migraciones, la

134
destrucción ecológica del mundo, y aquello que denominó en mayo de
2013 el “capitalismo salvaje”, centrado en la lógica de las ganancias a
cualquier costo, sin pensar en la explotación de las personas. Condena así
la dictadura de la economía y el culto al dinero.

En su Encíclica Laudato Sí (2015), llama a todo católico a reflexionar y


analizar los criterios sociales, económicos y políticos que rigen los avatares
de la sociedad contemporánea, donde el consumismo es una referencia
fundamental casi insaciable, que conduce a una ciega hiper-producción en
desmedro del equilibrio ecológico. Propone por ello una “ética” oportuna
para el cuidado de nuestro planeta en términos de responsabilidad universal,
interdependencia, sentido de bien común, además de justicia económica y
social.

Un fragmento de la Encíclica nos traduce las perspectivas que el Papa


Francisco propone, siempre que los responsables de todo exceso “amplíen
la mirada”.

“Sin embargo, es posible volver a ampliar la mirada, y la libertad


humana es capaz de limitar la técnica, orientarla y colocarla al
servicio de otro tipo de progreso más sano, más humano, más
social, más integral. La liberación del paradigma tecnocrático
reinante se produce de hecho en algunas ocasiones. Por
ejemplo, cuando comunidades de pequeños productores optan
por sistemas de producción menos contaminantes, sosteniendo
un modelo de vida, de gozo y de convivencia no consumista.
O cuando la técnica se orienta prioritariamente a resolver los
problemas concretos de los demás, con la pasión de ayudar a
otros a vivir con más dignidad y menos sufrimiento. También
cuando la intención creadora de lo bello y su contemplación
logran superar el poder objetivante en una suerte de salvación
que acontece en lo bello y en la persona que lo contempla.
La auténtica humanidad, que invita a una nueva síntesis,
parece habitar en medio de la civilización tecnológica, casi
imperceptiblemente, como la niebla que se filtra bajo la puerta
cerrada. ¿Será una promesa permanente, a pesar de todo,
brotando como una empecinada resistencia de lo auténtico?”
(n.112).

Dentro de esta visión crítica, será de gran ayuda revisar los principales
Temas que preocupan a la Doctrina Social de la Iglesia (2005):

135
- La vida y la dignidad de la persona. La vida está amenazada por
el capitalismo desencarnado, la discriminación racial, el tráfico de
personas, el aborto y la eutanasia. Defiende, con insistencia y en
todo momento, que “las personas son siempre más importantes
que las cosas”.
- La familia y la comunidad. La familia es la célula viva de la
sociedad, amenazada en muchos frentes. Es en el hogar sano
que se forman sociedades prometedoras. Pondera el valor del
matrimonio y el Sacramento del matrimonio instituido por Dios.
La familia es el santuario de la vida.
- Derechos y deberes de toda persona. Deben ser respetados los
pobres e indefensos, como el del niño en el vientre de una madre
que quiere abortar, sin que tenga opción alguna de defensa. Por
otra parte, las grandes potencias, no deben olvidar el respeto que
las naciones merecen, también las más pobres y débiles.
- Pobreza e indefensión. La Iglesia opta por los pobres e indefensos.
- Dignidad en el trabajo y derechos. La Economía debe servir al
pueblo, no a la inversa.
- La Solidaridad: El Mandamiento del Amor es para todos. El
amor cristiano tiene dimensiones globales en un mundo cada
vez más pequeño. Todo ello obliga a una responsabilidad moral
que permita construir una sociedad comunitaria con criterios de
justicia y paz. El Evangelio nos llama a ser pacificadores en un
mundo rodeado de violencia, conflicto e injusticias multiformes.
- Cuidado de la Creación. Siempre, no solo en las celebraciones
del “Día de la tierra”. Debemos proteger las personas y el planeta
viviendo nuestra fe en relación con toda la creación a nosotros
confiada.
- Un conocimiento iluminado por la fe. Las tendencias científicas
propias del materialismo reduccionista han expulsado a Dios de
la Creación. Se impone la necesidad de llevar la Palabra cristiana
como Luz en la oscuridad.
- Cuidado de los valores: Verdad, libertad, justicia. La Paz es fruto
de la Justicia y de la Caridad. Las guerras solo señalan la ausencia
de amor en los acuerdos internacionales.
- Propuesta: CONSTRUIR UNA CIVILIZACIÓN DEL AMOR

Ante este panorama, Juan Pablo II (1988), vuelve a proclamar a Jesús como
la esperanza para toda la humanidad (n.7), y su principal acción, se debería
consolidar de manera eficaz, dentro de nuestra Iglesia de la que todos
somos miembros.
136
Es por eso que tiene sentido hablar de una “Nueva Humanidad”, porque es
menester un cambio radical de paradigmas. La Doctrina Social de la Iglesia
muestra el desequilibrio contemporáneo vigente donde aquello que fue
“valor” en el pasado, en muchas ocasiones se convierte en un “despreciable
antivalor”. ¿Acaso no se critica a veces con violencia a quien denuncia
el aborto? Para muchos es lícito asesinar a un ser vivo en el vientre de
una madre. Naciones enteras así lo permiten y facilitan. Es Dios que da
la vida, pero el hombre se asume derechos que no le corresponden como
la eutanasia, el suicidio asistido, la pena de muerte. Y en cierta política
vigente, aún en líderes mundiales de gran influencia, la “mentira” disfrazada
de “posverdad” se ha vuelto un modelo de comportamiento.

En su mente lúcida Pablo percibió los cambios que vendrían. Muy


conmovido escribió: “Porque muchos viven según les dije tantas veces,
y ahora se los repito con lágrimas, como enemigos de la cruz de Cristo,
cuyo final es la perdición, cuyo Dios es el vientre, y cuya gloria está en su
vergüenza, que no piensan más que en las cosas de la tierra” (Fil3, 18-19).

El panorama está claro. Se entiende que es necesario un Nuevo Tiempo,


una Nueva Acción, y tú deberías ser parte de esa noble aventura que hoy
llama a tu puerta para ser parte de ella.

8.4. ELEGIDOS PARA ESTE TIEMPO


Porque el humano es la Obra de
la Creación que más cerca tiene
Dios en Su Corazón, Él nos invita,
también hoy, a tomar conciencia de
ese compromiso con Cristo y Su
Iglesia, que es también nuestra. Por
eso ofrece Su Presencia viva con
Mensajes de actualidad y luminosas
orientaciones, importantísimas para
salir de la oscuridad en la que la cultura moderna nos ha sumido y nosotros
hemos acogido en algún grado.

En Su Economía Divina, Dios sigue tomando iniciativas. ¿No es Medjugorje


una de ellas? O ¿Akita, Naju, Kibeho, San Nicolás de los Arroyos y tantas
otras? Jesús y María, sin cesar, se aparecen en todo el mundo, invitando
a muchos a formar parte de un Ejército que evangelice a aquellos que
137
nos presentan un mundo sin alma, un universo sin rostro, sin olvidar
los personajes que en nombre de la ciencia desdeñan los tesoros que un
creyente custodia como la Fe en Dios, la vida eterna, la Presencia de Cristo
en la Eucaristía.
Dios sigue los pasos titubeantes de Sus hijos, puede tomar Su tiempo, pero
no deja de estar activo. Es por eso que, Su Hija Predilecta, la Llena de
Gracia, la Reina de todo lo creado, llega como “Luz, Amor y protección
para todos sus hijos, Luz para interceder por todos aquellos que en el dolor
están, que en el pecado están… El triunfo de la Reina del Cielo, de María
Santísima, se ha de realizar, su ejército debe estar listo para la batalla final”
(9.12.11).

Sí, Ella ha ido preparando Su ejército, muchos han desdeñado Sus propuestas
porque han ignorado sus innumerables recorridos por todo el mundo.
Pero algunos la escucharon y los desiertos del silencio se convirtieron en
semilleros de viva y valiente voz.
“Este pequeño grupo desde el Cielo viene formado, esta
pequeña grey, estos pequeños hijos saben el poder de la
oración, lo han entendido y se han entregado. Han empezado
a darse abrazo de hermanos, que ha hecho la hermandad
fuerte y preciosa; de ahí va a llegar una gran gracia y ayuda
para los demás. Elegidos fueron por la Madre Santísima, la
Virgen María, la Madre Amorosa que está llorando, que está
sufriendo por las penas tan fuertes, pero confió en ustedes
para que en el momento preciso reciban de Ella lo que se les
dará” (5.3.10).

Son necesarios estos Nuevos Apóstoles porque vienen momentos de


cambio:
“Clamando el Cielo está por lo nuevo, lo perfecto, lo recreado,
lo que pronto llegará y distribuido será entre naciones; dándose
la plenitud para los hombres elegidos para estos tiempos, para
aquellos que irán caminando en el camino, iniciando así la
era del Amor, la era de Luz; lleno de luces el Cielo se verá”
(8.6.10).

Todo hijo de Dios ha sido llamado. La invitación a Patricia para una


intimidad tan fértil no es exclusiva para ella, es para todo aquel que asuma,
por amor, libre y voluntariamente, la decisión de llevar la Palabra de Dios
a toda latitud.
138
Y ustedes amables lectores, podrán preguntarle a la Santa Madre: ¿Dónde
vive y seguirla para quedarse con Ella para siempre, como hicieron Juan y
Andrés, y también ulteriormente María Magdalena, la que más amó?

“El tiempo que ha sido dado, será recibido por todo aquel que
elegido ha sido para este camino; su corazón debe estar sanado,
su vida debe ser fecunda y su entrega completa. Alaben noche
y día a su Señor, en sus enseñanzas y en su Palabra deben estar,
y caminen con María, la Madre cariñosa, la más hermosa, la
Santa de Dios” (14.6.10).

La invitación es acogida por aquel que reconoce su estilo de vida y estado


interior. Se eleva en los caminos de la perfección, sana el corazón, su vida
se hace fértil porque la entrega plenamente a la obra de Dios. Dios se une
a ellos, busca una Alianza con aquellos que los “Nuevos Tiempos han de
vivir” (cf.6,9,10).

Para ser menos indignos es menester caminar bajo la luz, en Gracia, mirando
el Cielo, comprendiendo que la tierra es solo una experiencia temporal.

La actitud del elegido, del invitado, es abierta, su sí es


incondicionado como el de María porque ama y confía:
“Coloquen su alma, coloquen su corazón para recibir la
gran bendición que ha sido otorgada por Gracia de Dios, a
estos pequeños, que con amor inician su vida y su despertar,
conociendo que el Padre los eligió. Trabajo fecundo entregarán,
llenos de luz siempre irán” (26.9.20).

Estos hijos e hijas, invitados, no se han improvisado. Han vivido el inicio de


su “conversión” en algún momento y han dicho sí. Por la Luz del Espíritu
Santo han comprendido la “Voz que les hablaba”, ahora son parte de este
ejército. “Formados fueron en el Amor, formados fueron para irradiar a
sus hermanos Mi Corazón, Corazón que late queriendo actuar a través de
ustedes, para que presenten sus acciones en el nombre del Señor” (2.3.12).

Su tarea tiene grandes objetivos, todos alrededor de una principal: “atraer


al hombre hacia la Redención” (8.2.13). Por eso infundirá Su Espíritu en el
corazón de aquellos hijos con los que se han de encontrar, para que sean
capaces de reconocer y aceptar el Alimento que se les lleva (cf. 8.2.13).

No es la obra hábil del elegido, es la Unción que le concede el carisma, la


fuerza. Pero el elegido tiene un mérito, ha dicho sí y por él, la Unción podrá
139
llegar a miles. Por eso la importancia de la vida en Gracia, la vida de oración,
sacramentos, un trabajo profundo de Transformación interior, para ser más
dignos de la confianza que Dios muestra cuando invita personalmente a
trabajar en Su Viña, o, a través de Su Santa Madre.

La invitación no llega por méritos ni exámenes de competencia, es todo


“Abundante Misericordia”:

“No me han elegido ustedes a mí, sino que yo les he elegido a


ustedes, y les he destinado para que vayan y den fruto, y que
su fruto permanezca, de modo que todo lo que pidan al Padre
en mi nombre se los conceda” (Jn15,16).

Por eso, para entender Su pensamiento hoy, meditemos cuando la Voz del
Cielo explica Su elección:

“Mis pequeños, el misticismo es un proceso poco entendido,


de cómo llega a un alma y cómo eleva a alturas inimaginables
su espíritu; espíritu que es unido al Cielo aun en procesos
de vida humana. ¿Cómo se eligen estas almas?, son parte
de los misterios de Dios Altísimo ¿Cómo comulgan con Él
y se vuelven destellos de su Amor? ¿Cómo transforman su
devoción hacia lo más trascendental del hombre, llevándolo en
conocimiento con lo divino? No es mérito del alma humana,
es mérito total de Dios Creador, quien bajo sus manos y con
su Divino Poder, infunde el Halo Santo de su piedad, que es
enviado o entregado al mundo en los corazones de aquellos
que Él mismo eligió no por gracia propia, no por su Piedad,
solo por su infinita Misericordia y Amor a la humanidad
algunas veces entre los más pobres, los más humildes, los más
sedientos, los más hambrientos de su piedad. Almas que bajo
su custodia empiezan a caminar, que, en su pobreza, Él coloca
su riqueza; en su necedad coloca la Verdad; y en su deseo,
el fervor ardiente de llevar su Palabra bajo los ojos benditos
del Padre Celestial. Misioneros sublimes que han decidido
dar su “sí”, misioneros que en la Verdad solo debéis caminar”
(18.5.15).

Y, ¿a dónde conducirá el recorrido prometido?:


“Hacia la Nueva Jerusalén” (4.7.16).

140
CAPÍTULO

9
APÓSTOLES
DE LOS NUEVOS TIEMPOS

A
unque la introducción al término Apóstol que hemos ofrecido ha
sido académica, debemos tener presente con gratitud y admiración,
que todos los Apóstoles han edificado los primeros cimientos de
nuestra Iglesia Católica y Apostólica, con una elocuencia admirable ungida
por el Espíritu Santo; con una valentía que encontraba origen en el gran
amor que sintieron por Cristo y con una generosidad tan noble, que los
impulsó a derramar su propia sangre para regar las primicias de nuestra
Iglesia naciente.

9.1. APÓSTOLES y DISCÍPULOS DE AYER


La lectura de nuestra Historia Sagrada, es un cúmulo de relatos en los que
el amor y la entrega hasta el martirio, han caminado juntos e inseparables,
como toda estrella refulgente prendida tenazmente a su firmamento etéreo.

Cuando hablamos de los seguidores de Jesús, a menudo nos concentramos


en los más conocidos, pero existen otros que han dejado secuelas de
testimonio y valentía tan contumaz, que merece recordar para seguir
aprendiendo de ellos, porque es también en virtud de su amor y entrega que
nosotros gozamos de la imponente Iglesia Católica y Apostólica. Detrás de
cada historia encontraremos heridas que lastimaron su ser a causa de su Fe,
pero eso los hizo más fuertes y Santos.

Antioquía de Siria, era una ciudad situada al norte de Jerusalén. En el siglo


II, gozaba por su importancia, al ser reconocida por su alto nivel económico
y cultural junto a Roma y Alejandría. Para nosotros los católicos tiene un
significado especial, porque es aquí donde por primera vez, a los seguidores
de Cristo se los llamó “cristianos”.

141
En ese tiempo fue Obispo del lugar, hoy conocido como San Ignacio de
Antioquía (30/35-108d.C), Padre de la Iglesia, de quien se refiere que fue
discípulo de Pablo y Juan Evangelista, y el primero en designar a nuestra
Iglesia “Católica”.

Como el emperador Trajano (53-117), había ordenado que los súbditos


adoraran a sus dioses, al negarse Ignacio, y como líder cristiano, fue hecho
prisionero y condenado al suplicio en Roma. Durante la travesía escribió
siete Cartas dirigidas a las Iglesias del Asia Menor, por eso se conocen
detalles de su vida y enseñanzas.

En ese tiempo, los dacios, un pueblo de amplio territorio al norte del


Danubio que hoy corresponde a Rumania, había desafiado a Roma desde el
año 87 d.C. En el año 101, el emperador Trajano emprendió una expedición
y derrotó al ejército del rey Decébalo firmando la paz en el año 102. Este rey
rompió el acuerdo obligando a Trajano a invadir nuevamente el territorio
triunfando el año 106 (NG Historia, 2014).

Para celebrar el triunfo que les logró 165.000 kilos de oro y 330.000 de
plata, organizaron fiestas en las que sacrificaron más de 11.000 animales y
al menos 10.000 gladiadores murieron en los espectáculos.

Con el deseo de resaltar los festejos,


decidieron sacrificar también a
cristianos, entre los cuales, una
figura descollante sería Ignacio
Obispo, el segundo sucesor de
Pedro.

Interesa referir el aire de la


época alrededor de Ignacio,
porque a menudo, el pensamiento
moderno no se detiene a
considerar ciertos detalles de San Ignacio de Antioquía
la vida de estos santos mártires Escuela napolitana de pintura s. XVII
cuyos nombres escuchamos en Galleria Borghese – Roma.
algunas celebraciones, pero no sabemos las razones por las que son
honrados y engalanan los altares de nuestras Iglesias.

Ignacio fue llevado efectivamente a Roma para ser sacrificado. No obstante,


siendo famoso y de gran alcance intelectual, los seguidores y admiradores
142
de su pensamiento y obra, le ofrecieron realizar gestiones para evitar que
fuera devorado por las fieras.

La Carta que escribe, solicitando evitar cualquier iniciativa en ese sentido,


contiene toda la riqueza interior que el perfil de un apóstol antiguo o
moderno debería ostentar, por eso vale la pena conocer algunos de sus
valientes e instructivos fragmentos.

“Yo voy escribiendo a todas las Iglesias, y a todas les


encarezco lo mismo: que moriré de buena gana por Dios,
con tal que ustedes no me lo impidan. Les pido por favor: no
me demuestren una benevolencia inoportuna. Dejen que sea
pasto de fieras, ya que ello me hará posible llegar a Dios.
Soy trigo de Dios, y he de ser molido por los dientes de las
fieras, para llegar a ser pan limpio de Cristo. Rueguen por mí
a Cristo, para que, por medio de esos instrumentos, llegue a
ser una víctima para Dios.
De nada me servirían los placeres terrenales ni los reinos
de este mundo. Prefiero morir en Cristo Jesús que reinar
en los confines de la tierra. Todo mi deseo y voluntad están
puestos en aquel que por nosotros murió y resucitó. Se acerca
ya el momento de mi nacimiento a la vida nueva. Por favor
hermanos, no me priven de esta vida, no quieran que muera;
si lo que yo anhelo es pertenecer a Dios, no me entreguen al
mundo ni me seduzcan con las cosas materiales; dejen que
pueda contemplar la luz pura; entonces seré hombre en pleno
sentido. Permitan que imite la pasión de mi Dios” (Llopis, p.3)

Los apóstoles de Cristo fueron muy conscientes de su misión,


comprendiendo que fueron investidos en el ministerio sólo por Misericordia.
Sabían también que su labor y sacrificio no llevaría al triunfalismo que el
mismo Judas buscaba y muchos judíos esperaban.

Nadie mejor para describir la situación y sentir que Pablo, el Gran Apóstol
de los gentiles, tan perseguido y maltratado por los hombres, pero tan fiel
a la Gracia de Conversión a la que el mismo Cristo le invitó (Cf. Hch9,1-
20).

“Porque pienso que, a nosotros, los apóstoles, Dios nos ha asignado el


último lugar, como condenados a muerte, puestos a modo de espectáculo
para el mundo, los ángeles y los hombres. Nosotros, necios por seguir a
Cristo; ustedes, sabios en Cristo. Débiles nosotros; mas ustedes, fuertes.
143
Ustedes llenos de gloria; mas nosotros,
despreciados. Hasta el presente,
pasamos hambre, sed, desnudez. Somos
abofeteados, y andamos errantes. Nos
fatigamos trabajando con nuestras
manos. Si nos insultan, bendecimos. Si
nos persiguen, lo soportamos. Si nos
difaman, respondemos con bondad.
Hemos venido a ser, hasta ahora, como
la basura del mundo y el desecho de
todos” (1Co4,9-13).

Las primeras frases grafican nítidamente una realidad. En ese tiempo,


cuando los romanos llegaban triunfantes, desfilaban por la ciudad de Roma
recibiendo toda clase de honores. Ellos, entre sus filas exhibían todos los
tesoros conquistados, oro, plata, joyas, etc. Pero, al final, caminaban los
enemigos prisioneros, los despreciados, los últimos, que sólo merecían la
muerte atroz en medio de fieras y torturas.
Admirablemente, una luz brillaba en medio de ese panorama sombrío que
parecía estrangular toda sombra de alegría en el humano comprometido:
la Humildad, la virtud propia de los Grandes que se hacen pequeños.
Resaltamos nuevamente la expresión:
“Si nos insultan, bendecimos.
Si nos persiguen, lo soportamos.
Si nos difaman, respondemos con bondad” (1Co4,12-13)
“Pero llevamos este tesoro en recipientes de barro
para que aparezca que una fuerza tan extraordinaria
es de Dios y no de nosotros” (2Co4,7).

Esta perspectiva nos ayuda a comprender que la labor del apóstol no es


fácil. No lo fue antes ni lo será después. Ya lo dijo el mismo Señor y es
necesario tenerlo en cuenta.
“Si el mundo les odia, sepan que a mí me ha odiado antes
que a ustedes. Si fueran del mundo, el mundo amaría lo suyo;
pero, como no son del mundo, porque yo al elegirlos los he
sacado del mundo, por eso los odia el mundo. Recuerden la
palabra que les he dicho: El siervo no es más que su señor.
Si a mí me han perseguido, también perseguirán a ustedes; si
han guardado mi Palabra, también la de ustedes guardarán.

144
Pero todo esto les harán por causa de mi nombre, porque no
conocen al que me ha enviado” (Jn15,18-21).

La humanidad lleva la huella de Adán y Eva. Es por eso que los Apóstoles
y Discípulos, los Laicos comprometidos, serán siempre necesarios en toda
época para irradiar la luz primigenia que Dios quiso obsequiarnos desde el
principio. Por lo mismo, también hoy, busca, invita, espera por personas
que deseen caminar junto a Él llevando la Palabra que trajo para todos los
pueblos en todos los tiempos.

9.2. APÓSTOLES PARA HOY Y MAÑANA


Si tomamos en cuenta en nuestra reflexión, que “Cristo es el mismo de
ayer, de hoy y de siempre” (cf. Heb13,8), sería lícito pensar que, si en el
pasado invitó a grupos de personas a unirse al Proyecto que el Padre le
encomendó, también podría hacerlo en la actualidad.

Observando la vida consagrada de sacerdotes y religiosas, o de diáconos y


laicos comprometidos, tenemos ya una evidencia concreta de esa invitación
o llamada que Él realiza en cada época y lugar.

El término “vocación” proviene del latín “vocare”, con el significado de


“llamamiento, acción de llamar, invitación” (Gómez de Silva, 1988, p.724).

Si repasamos la invitación que Jesús hizo a Faustina Kowalska, por citar un


ejemplo, tenemos una clara evidencia de llamamiento o invitación que Dios
hace a alguien, invitando a cumplir un Proyecto que Él tiene en Mente.

Faustina Kowalska, padre Pío, los pastorcillos de Fátima, los místicos de


Medjugorje, Julia Kim en Naju-Corea del Sud, Agnese Sasagawa en Akita-
Japón, el padre Steffano Gobbi, y nuestra amiga y hermana Patricia, cuyas
experiencias son motivo de esta obra, difícilmente podrían expresar una
razón por la cual el Proyecto Divino los tomó en cuenta, llamándolos.

La misma Madre, cuando el Ángel la visitó revelándole Su alta Misión


preguntó: “Y cómo será esto si no conozco varón? (Lc1,34).

Las iniciativas de Dios no las podemos entender con nuestro criterio


humano, pues, “Mis pensamientos no son sus pensamientos, ni sus caminos
son mis caminos” (cf. Is55,8), dice el Señor. Empero, seguramente Dios,
lo único que espera de nosotros es la misma respuesta de la joven, sabia

145
y generosa María: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu
palabra” (Lc1,38).
“Que Dios disponga de Ella” - expresó. Igual deberíamos pensar todos
nosotros, además de aprender a conjugar el verbo “hacer” a la perfección
como Ella lo hizo:

- Hágase en mí según tu palabra (Lc1,38).


- Ha hecho en mí maravillas (Lc1,49).
- Hagan lo que él les diga (Jn2,5).

El proyecto que el Señor presenta implica un período de Redención en el que


Dios quiere asistir al humano, favoreciendo el despertar de su conciencia,
para así comprender la clase de mundo que ha construido, a menudo y
lamentablemente, lejos de Dios.

En este instante se impone la necesidad de reflexionar sobre el término


Redención, porque el católico dominical lo asocia usualmente a la generosa
labor redentora de Cristo, pero no profundiza en los entresijos que el
concepto contiene.

De acuerdo a Garrett (1990), la Redención era vista en el AT como una


“liberación” de los enemigos de Israel y en el NT como “Liberación de los
pecados o Salvación”.

Lo que debemos ponderar es que “el pecado tiene la característica de


esclavitud o falta de libertad. La crisis humana está envuelta en la trampa
del mal moral. La actividad redentora de Dios en Jesucristo significa un
liberarse de la esclavitud del pecado y el consecuente ingreso a la libertad
de los hijos de Dios” (p.347-347).

Hemos señalado anteriormente las preocupaciones de la “Doctrina Social


de la Iglesia”, donde se encuentran las miserias que esclavizan al humano
y de las cuales debe ser liberado: el ateísmo, por ejemplo. ¿Será consciente
el ateo de la amenaza que cultiva para su alma? Los 50 a 70 millones de
abortos anuales ¿quedarán ante Dios como una mera estadística? Y ¿la
injusticia?, ¿el abuso de poder?, ¿el cruel racismo?

Muchas llagas perforan la Vida Humana, por ella respiran los pobres,
los marginados, los migrantes que, buscando el sueño de una vida mejor,
encuentran más bien una tumba en las profundidades de los mares que
atraviesan. Son esas aguas anónimas las únicas que, incluso sin quererlo,

146
acogen el cuerpo sin nombre, incapaz ya de realizar el sueño que acarició
un día la ilusión risueña de días mejores.

Y ¿el mundo?, ¿nuestro planeta? En vez de sembrar un árbol, se lo cercena.


En vez de frutos y alimentos, buscamos combustible vegetal para los
vaivenes caprichosos de un coche que se vende bien. Se puede engañar
a los electores, pero no a la atmósfera ni a la tierra, que reclaman ya su
lugar. Decía un pensador que la tierra
puede ofrecer todo lo necesario para
satisfacer las necesidades de cada
humano, pero no lo suficiente para
satisfacer la avaricia de muchos.

Pero la Redención que las Palabras


del Cielo proponen hoy, no
involucra únicamente el pecado
o la esclavitud contemporánea.
Llama en causa también el destino
futuro de cada hijo de Dios que,
ocupado en sus asuntos terrenos,
olvida la Segunda Venida de Cristo, La tierra vista desde el espacio
el Juicio, la Redención del cuerpo, Fuente: Nasa.gov
tal como el Señor lo prometió y de lo cual tratamos profusamente en
capítulos anteriores.
Todo eso y mucho más, requiere Redención y eso es lo que Dios quiere
hacer hoy.
“Inicia el tiempo de la gran redención; inicia el tiempo
de la ayuda recibir. Comienza el tiempo del despertar de
conciencia, regalo inscrito para este tiempo, efectuado por
la Divina Misericordia del infinito Amor de Dios; otorgado a
todos los hombres de todos los tiempos, otorgado como acto
de amor excelso, que hoy se da. Libertad de conciencia al
entender lo que al mundo ha llegado para despertar; despertar
del pecado al que se le sometió; libertad de elegir el camino
que desean seguir. Inspiración santa y divina han de recibir
estos hijos amados por Dios, que iniciando un ciclo nuevo de
vida están para a la humanidad dar. En concordancia con lo
dispuesto por Dios, sus hijos amados que en este milenio se
dan como Apóstoles de los Nuevos Tiempos, así se llamarán y
entenderán muy pronto todo aquello que ejecutarán. La ciega
está puesta para el fruto dar; alerta podrán dar a la humanidad.
147
El Quehacer Divino realizándose está en este día; este lugar ha
quedado bendito para la ayuda dar. Ha iniciado el camino del
gran despertar, el conocimiento pleno del Amor de Dios, que
se ofrece a sus hijos en el perdón, quien ofrece a sus hijos todo
su Amor” (22.12.11).

Y hoy, nosotros, ustedes hermanos y hermanas que leen estos textos:


¿Cómo haremos?, ¿cómo será?
“Como Apóstoles de este tiempo, caminos y tiempos largos
cubiertos de luz irán. Como reales Apóstoles vivirán tiempos
que aún no pueden comprender; pero preparados han sido,
preparados están” (16.6.10).
“La Sabiduría va a iniciar. Abierta su mente deben llevar, en la
sencillez del amor, en la paz del corazón, en la entrega plena
al realizar la Palabra del Señor; entrega plena y perfecta
de ofrecerse limpiamente, para hacer la Voluntad de Dios.
Verán diferencia en el Cielo, cuando a la altura puedan ir. No
desvíen su camino, alertas deben estar, atentos deben de estar.
Es tiempo de entrega, de entrega plena y preciosa. Es tiempo
de entrega, porque la batalla pronto vendrá. La fuerza deben
llevar en las cosas que realizarán. No es correr sin sentido, es
atender el llamado del Señor, que se les ha ido dando. No es
correr sin lugar, no es hacer un millón de cosas, es caminar
a su lado para que desprotegidos no estén. En el momento de
la verdad irán como Apóstoles de la Palabra; no descuiden su
hacer” (27.9.10).
La Misión es amplia:
“Promoverán el amor y la justicia entre los demás, dando fiel
cumplimiento a la Palabra de Dios. Rehacer vidas y sanar
enfermos en Mi Nombre podrán, como promesa de Su Señor”
(20.11.11).

Su intención es planetaria, no se limita a un grupo, ciudad o país: “Esparcidos


por el mundo se encuentran los Apóstoles de Jesús el Salvador, el Hijo de
Dios, los Apóstoles llamados de los Nuevos Tiempos” (12.1.12). Caminan
con Divina Bendición, acompañados de la Santa Madre:
“Sellados he puesto sus corazones, bajo el amparo de la
Santísima Trinidad, morada a la que han llegado bajo el
amparo, del Inmaculado Corazón de María, la Reina fiel”
(20.1.12).

148
La Palabras del Cielo anuncian cambios importantes, “Añorar los días
pasados no deben, porque lo que viene más grande será Nueva vida han
tenido cada uno de ustedes, nueva vida tendrán” (19.2.12). Es la promesa
para aquel que encuentra a Cristo: “lo viejo ha pasado y lo nuevo ha
empezado” (1Co5,17).

El texto aproxima de alguna manera a la experiencia de Lot: “…No mires


atrás ni te pares en toda la rotonda… (Gn1,17). “Su mujer miró hacia atrás y
se volvió poste de sal” (v.26).

La invitación que hoy recibimos nos orienta hacia los Nuevos Tiempos, no
podemos detenernos porque habrá que recorrer sendero al lado del Señor
para dar la Buena Nueva a toda la humanidad”. La tarea es sublime pero
el Cielo ofrece toda ayuda para que los “Apóstoles de María y del Hijo de
Dios, el camino, puedan caminar” (22.2.12).

En el silencio que cubre el tiempo entre un Mensaje y otro, las sabias


palabras de Jesús nos previenen que el Camino no será fácil, todo apóstol,
cada discípulo, debe saberlo: “vivirán Mi Pasión para resucitar así en la
nueva vida, que está destinada para ustedes, hijos amados” (27.2.15). “Para
estos tiempos los formé” -expresa (27.3.15).

Los Apóstoles de los Nuevos Tiempos siguen el Camino de Jesús, lo


anuncian, “tienen pasión por la Verdad”, van inspirados por el Espíritu de
la Verdad que todos recibirán (cf. 22.5.13).

Son muchas las enseñanzas sobre la Misión de los Apóstoles de los Nuevos
Tiempos, y se podrán conocer consultando las fuentes originales, pero en
el siguiente Mensaje de Jesús se entenderá la extensión de su Misión y
contenido.

“Al pie de la Cruz debéis estar pequeños míos, pidiendo cada


momento por la salvación de un mundo que en la agonía
entrará. Pedid a Mi Misericordia que entregada fue en la
Cruz, para que el camino de muchos dirigido sea hacia la
Verdad. La Verdad que vida eterna os ha ofrecido, la Verdad
que bajo su amparo y regazo los desea llevar hacia la tierra
bendita que prometida ya fue. Caminarán dando honra a su
Señor, caminarán llevando Mi madero a cuestas, madero que
estará formado por todos aquellos hijos que bajo sus hombros
colocaré, para que con la Palabra que os he enseñado, os he

149
entregado, sus pasos podáis guiar. Vayan, caminen, caminen y
dirijan, dirijan y evoquen el gran Amor de Dios, pues aquellos
que os he acercado van de la mano de Dios. Fuerzas grandes
y profundas manifestándose estarán. Recordad debéis mis
pequeños, que justo para estos tiempos los formé, para guiar a
mis ovejas y así ninguna se pueda perder. Caminen volteando
hacia el Cielo, con su corazón en alto y con la Cruz a cuestas.
Caminen dirigiendo camino, porque solos nunca irán. En busca
de la oveja perdida, sus pasos dirigiré. Con el Amor que os he
enseñado, así la deberán resguardar. Ofrecieron su vida y su
corazón, y Yo su Señor los he tomado, porque mis pequeños el
tiempo ya dicho acercándose está. Tiempo de prueba, tiempo
de sanación, tiempo en que mis pequeños, limpios quedarán
para iniciar el camino de retorno al Padre, camino bendito que
debéis recibir. Mi Amor con ustedes va” .

El Camino está anunciado. El apóstol llevará la Palabra, y con ella la


Bendición de Dios, pidiendo que sus vidas no se orienten a la mera conquista
terrena basada en un individualista egoísta, sino que sean iluminadas por
el soplo primigenio del único Dios que les dio la vida. Para ello, necesita
un “sí rotundo” y una vida consagrada a la Trinidad Santa y al Corazón
Inmaculado de la Madre de Dios” (cf. 18.8.169).

Duele a Dios el egoísmo, la falta de fe, el ensimismamiento por el que el


individuo se cree merecedor de todo, sin importar leyes y normas, menos
los Mandamientos. Duele a Dios el no saberse amado en realidad, y que en
el mundo existan más espacios para cultivar el pecado que el amor. Junto
a Dios, una gota de agua puede saciar la vida un alma, una gota puede
convertirse en torrente de vida eterna.

Jesús invita a no confundirse, y los apóstoles deben recordarlo a la


humanidad entera: “Un solo camino hay, un solo camino dirigido por la
Justicia y Verdad, que escuchada es por aquellos que están atentos a la Voz
de Dios” (20.3.17).

Dejémonos iluminar por esta Luz misericordiosa, porque este “no es un


tiempo cualquiera, este es el tiempo de la transformación, pues en mi Santo
anhelo, deseo volverlos templo ardiente de Mi mismo corazón… sabiendo
que el Cielo abierto está, para todo aquel que se dé y decida caminar tras
las huellas de su Señor” (25.6.19).

150
CAPÍTULO

10
VIDA EN DIOS

C
uando Jesús envía a los suyos por el mundo, les invita a llevar Su
Mensaje “hasta los confines de la tierra” (Hch1,8). No obstante, a
pesar del florecimiento del cristianismo en los primeros siglos, en la
Edad Media, particularmente, a partir de un “racionalismo” desencarnado y
ausente de espiritualidad divina, el pensador se va alejando gradualmente
de la Fuente para sugerir otras formas de vivir lejos de Dios. Muchos siguen
esas tendencias, es el inicio de algo que hoy constatamos en diferentes
instancias y lugares.

10.1. EXISTIR SIN DIOS


Peter Watson (2014) es un historiador atípico porque más que referir sucesos
y acontecimientos analiza las ideas a través de los tiempos. Impresiona el
título de una de sus grandes obras: “La Edad de la Nada”, con un subtítulo
en cierto sentido dramático: “Un mundo después de la muerte de Dios”.

En sus sendos capítulos hace un recorrido presentando ideas e interpretaciones


de grandes pensadores con una formulación muy llamativa: Cómo vivir sin
Dios, sin religión.

Parte de esas premisas porque interpreta en autores famosos como, Marx,


Heidegger, Freud, una clara renuncia al teísmo, o sea a la idea de Dios. Y
claro, en el panorama prorrumpe la altisonante voz de Federico Nietzsche
(2014) anunciando “La muerte de Dios”.

Como todos estos “pensadores” han “enterrado a Dios”, buscan caminos


que les permitan vivir “de manera inventiva y original, con confianza en sí
mismos, con esperanza, alegría y cordura”, lejos de Dios.

Revive así el pensamiento sartriano de “la náusea” (1938), de “la nada”


(1954) y de la “muerte en el alma” (1950), diciéndole al humano que es un

151
“ser echado al mundo”; que “la existencia precede a la Esencia” (1999), sin
que exista una posibilidad de Trascendencia alguna ni al principio ni al
final. El “sentido a la vida lo construye cada uno” en libertad, a lo largo de
la vida, lo que le crea angustia.

Algunos autores citan a Dostoyesvki (2014) para hacerle decir que “Sin
Dios todo es posible”. La cita, utilizada por muchos, no es precisa, porque
en realidad, en la gran obra: “Los hermanos Karamazov”, es Aliosha que
pregunta a Rakitin:

- “qué será del hombre, después, sin Dios y sin vida futura?
¿Así, ahora todo está permitido, es posible hacer lo que uno quiera?

Sorprendentemente, el análisis de Watson lo lleva a concluir que el


reconocimiento de la inexistencia de Dios es un resultado de la “racionalidad
humana, de la honestidad científica y de la valerosa búsqueda de la verdad”.

Consiguientemente, para vivir sin Dios el mundo laico debe encontrar


nuevos significados, por eso se hacen importantes los psicólogos, los
ídolos, los gurús, los héroes de la pantalla grande o chica, el dinero, las
mascotas, los totalitarismos que endiosan a sus dictadores y venden su
política exigiendo una “fe ciega y una entrega a la causa “casi religiosa”.
El sentido está en aquello que se hace o tiene, no en aquello que “ES”.

“YO SOY” (Ex3,14), es el gran ausente, ha sido expulsado otra vez de Su


Obra. El Mandamiento del Amor no es necesario, basta la empatía y un
carácter moral que considere mayormente la necesidad del otro, que en el
fondo se inspira en el “Gen egoísta” sugerido por Dawkins (2003), cuando
piensa que tenemos que ser solidarios para así recibir la ayuda del otro
cuando la necesitamos: “te ayudo para que me ayudes”.

Para muchos pensadores de gran influencia, el alejamiento de Dios, y su “no


existencia”, lleva al humano a “inventar” alguna forma de trascendencia
con sus propios recursos, Siendo libre puede ser dios, súbdito, héroe o
villano, algo que no nos es difícil ya observar y reconocer en el panorama
mundial de hoy.

Las 836 páginas que recorren el pensamiento de grandes pensadores


elegidos por el autor, concluyen que “Si Dios fue inventado en nuestro
vacío interior, también ahora podemos inventar otras alternativas más
acordes a las necesidades actuales y a esta época”.
152
Esta pequeña síntesis es de importancia para los lectores, porque nos trae
una visión de un tipo de pensamiento que domina un gran sector de la cultura
moderna: “Dios no existe”. En consecuencia, si no existe, la sociedad, la
industria, el espectáculo, las modas, y muchos otros, se encargarán de
sustituirlo.

El panorama es complejo y también preocupante, porque no comprenden


que, lejos de Dios, no viven, sólo existen.

Esta exposición condensa mínimamente lo que se debería saber. Pero


creemos que es suficiente para entender por qué Dios en estos Tiempos
propone una Renovación, ofreciendo una Nueva Vida, un Renovado Triunfo
y un Nuevo Amanecer

10.2. NUEVA VIDA: Vida en Dios


Ningún creyente estará conforme en considerar que las propuestas
filosóficas o sociales estén en grado de ofrecernos una deidad autosuficiente
dentro de nosotros. A pesar de ello, algunas tendencias, como la Nueva Era,
han hecho propuestas en ese sentido, animando la idea del hombre-dios
autosuficiente, libre de deidades exógenas, porque él es dios y vive en él.
Mas es dable reconocer que, si hemos llegado a estas instancias, es porque
en algún momento hemos perdido el rumbo. Seguramente algo de ello
entendió el Salmista pretérito que, desconcertado preguntaba al Señor:
“¿No volverás a darnos vida para que tu pueblo en ti se
regocije? ¡Muéstranos tu amor, Yahveh, y danos tu salvación!
(Sal85, 7-8).

Es la voz que también hoy Dios ha vuelto a escuchar y a la que responde:

- “Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en


abundancia” (Jn10,10)
- “Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida, nadie viene al
Padre sino por mí” (Jn16,6).
- “De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura
es; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas”
(2Co5,17).

Los antecedentes están claramente expuestos, pero se requiere una actitud


atenta de escucha:
153
“Voy a escuchar de qué habla Dios. Sí, Yahveh habla de paz
para su pueblo y para sus amigos, con tal que a su torpeza no
retornen. Ya está cerca su salvación para quienes le temen, y
la Gloria morará en nuestra tierra. Amor y Verdad se han dado
cita, Justicia y Paz se abrazan; la Verdad brotará de la tierra, y
de los cielos se asomará la Justicia. El mismo Yahveh dará la
dicha, y nuestra tierra su cosecha dará; La Justicia marchará
delante de él, y con sus pasos trazará un camino (Sal 85,9-13).

Los términos son prometedores. Llega el anuncio de un nuevo día, triunfante,


bajo un nuevo sol. ¿No será que en el siglo XXI, Dios quiera tomar nuestra
mano, (si se lo permitimos), para conducirnos hacia los secretos que su
Misericordia esconde en el momento, anunciando un triunfante amanecer,
bajo un resplandeciente nuevo sol que todavía no sabemos imaginar? Así,
“No será para ti ya nunca más el sol luz del día, ni el resplandor de la luna
te alumbrará de noche, sino que tendrás al Señor por luz eterna, y a tu Dios
por tu gloria” (Sal60,19).

Si conocemos esta significativa perspectiva ¿por qué no trabajamos para


que se haga realidad?

Roberto Saviano (2008), escritor italiano, escribió: “Lejos de Dios los


minutos y las horas no pasan ni transcurren, mueren”. Y nosotros,
creyentes, sabemos que en ausencia de Gracia fácilmente somos pecado y
miseria, exponiendo nuestras vidas al asfixiante aire de las tinieblas. Pero
Dios, atento a nuestras imprudencias, envía a Su Hijo y a la Santa Madre,
a iluminar nuestro rumbo.

Es por eso que tiene sentido el tiempo que vivimos y el contenido de las
Enseñanzas que nos vienen del Cielo, porque Dios, atento a Su pueblo, no
puede dejarlo perecer sin tomar medidas por más extraordinarias que sean,
basta que el humano las acepte, pues Él, jamás “impondrá” su autoridad, en
cuanto respeta absolutamente el libre albedrío de cada uno.

“Renazcan, porque al llegar para ustedes todo nuevo, ustedes


mismos serán nuevos; piensen que Yo su Señor, esperando
estoy para otorgarles las delicias de este tiempo nuevo. Reparen
su corazón, reparen sus fuerzas, reparen su ser, pues pronto
el tiempo nuevo los acogerá como sus infantes, dándoles el
contento de su amor abundantemente. Ofrezcan, ofrezcan a su
Señor, su nueva vida, su nuevo triunfo, su nuevo sol, ofrezcan
todo para su gloria y su contento” (19.3.10).

154
Es para este “renacer” que los Nuevos
Apóstoles han sido preparados, porque
ellos tienen que volver a anunciar la Buena
Nueva. Preguntemos a muchos católicos:
¿Dónde está tu Biblia?; ¿dónde está tu
Catecismo?; ¿cuándo meditaste Su palabra
la última vez?;¿vives en Gracia?; ¿a cuántos
has invitado a conocer a Dios?
Estas no son solo preguntas, son cuestio-
namientos que llaman en causa nuestro
compromiso cristiano, pues, quien se
siente comprometido, conoce la Palabra,
la busca para vivirla y ayudar para que otros también “la conozcan y la
vivan”. Por eso la pregunta: ¿A cuántos has ayudado a conocer a Cristo?
Aunque el mundo parece haberse detenido en una conquista ciega de bienes
tangibles, es menester despertar a la gente del letargo para recordarles
que el paraíso no está en la tierra y también recordarles que no son los
astrónomos y los biólogos que deciden quien creo el Universo y quien dio
vida al ser humano.
El nuevo Apóstol debe levantar hoy su voz para anunciar que los Nuevos
Tiempos van llegando y que el Rostro de Dios se irá haciendo cada vez más
visible en medio de esta desolación espiritual.
Los términos del Ángel del Señor así se expresan:
“Comiencen, inicien, corran a anunciar la Buena Nueva, den
fe de que los tiempos nuevos van llegando. Recurran a los
hechos que están por venir, porque vienen tiempos difíciles.
Reconstruyan el caminar que se ha de seguir. Recomienden
lo que se debe hacer. Recreen lo que se va a realizar. Todo en
estos tiempos será para la Gloria de Dios. Inundados de Gracia
serán en el gran amanecer, en la nueva Creación. Anuncien,
anuncien la Buena Nueva, anuncien que Jesús, su Amor, su
Señor, ha Resucitado” (26.4.10).
“Grandes cosas se harán, grandes cosas vendrán realizadas
para este tiempo, para el tiempo previsto, para el tiempo que
será dado, para el tiempo que será pleno, donde no habrá
angustia, donde no habrá dolor, donde la plenitud del Amor
del Padre, será otorgada a sus hijos” (22.5.10).

155
Se anuncian Nuevos Tiempos que invitan a un arrepentimiento por haber
proscrito a Dios de Su propia Creación. Quieren motivar un tierno abrazo
entre el Padre y sus hijos, junto al redescubrimiento de los valores cristianos
dentro de un auténtico sentido de Conversión. Anuncian el Triunfo del
Amor sobre las divisiones y los rencores, en el marco de un tiempo de paz
duradera, donde el pueblo, agradecido, Adora a Quien lo creó y le dio la
vida. Llega la Luz, y la oscuridad no podrá contra ella.

La perspectiva es prometedora. Sin embargo, ¿estamos preparados para


aceptar al Dios que hemos ignorado por tanto tiempo?

Aquí asume un sentido primordial la labor del Apóstol de estos tiempos,


porque la invitación proviene de Él mismo y la acompaña.

“No dejen de realizar lo que Yo su Señor he pedido, porque


las cosas, esas cosas vienen de Mí. La misión que se les ha
dado debe ser realizada. No estropeen mis planes. ¿Qué puede
haber más importante que lo que Yo les pido? ¿Qué puede ser
más importante que la salvación del mundo? ¿la realización
de la Nueva Tierra y los Nuevos Tiempos? Entregados deben
estar, no existe otro hacer que sea más importante, que esto
que les he pedido. Den su tiempo, den su amor y realicen así
el Quehacer Divino, que solo les infunde amor, paz y plenitud.
Nunca estarán mejor que en Mis brazos y en Mi entrega; no se
equivoquen, no duden; el Amor santo y perfecto que está e irá
con ustedes, Su Señor” (8.6.10).

Las instrucciones que recibe Patricia enseñan que se aproxima un


importantísimo tiempo de renovación. Muchos grupos humanos “sienten”
en sus corazones que, “algo viene”. Las búsquedas en internet sobre profecías
y el futuro de la humanidad se cuentan por millones. El humano busca
respuestas, quiere alguna referencia sobre la cual cimentar su incertidumbre.
Algunos, desconcertados entre tantos dilemas, sin comprender las causas
del padecimiento viral vociferan: “El coronavirus es un castigo de Dios”,
también los grandes incendios en California o España”.

Dos profesores en Economía, han escrito un libro con un título muy


sugestivo: “Por qué fracasan los países” (Acemoglu y Robinson, 2016). En
el mismo, en la frialdad y cálculo de sus análisis, no le echan la culpa a
Dios, sino a las personas que manejan el destino de las naciones, a aquellas
que toman decisiones acertadas o equivocadas, oportunas o no, sabias o
ignorantes.

156
La Historia Sagrada nos muestra algunos capítulos en los que Dios corrige
el quehacer humano, y tendría también hoy muchas razones para intervenir.
Pero si se dice que la Pandemia es un castigo de Dios, vale la pena reflexionar
al respecto.

Las primeras informaciones remitían la enfermedad a un contagio


proveniente de los murciélagos, en la ciudad China de Wuhan; en un
mercado que comercializaba animales exóticos para alimento, entre ellos
murciélagos y serpientes.

Ante la gravedad de la ya
llamada pandemia, empezaron
las especulaciones e intrigas
entre algunas naciones, con
acusaciones muy graves,
atribuyendo a algún laboratorio
su origen con el propósito de
diezmar poblaciones y dañar
la economía del rival. ¿Cómo
saberlo? El tiempo lo dirá.
Microscopía electrónica del coronavirus
Sin embargo, algunos científicos COVID-19. Foto: Scripps Research.
que estudiaron el coronavirus
SARS-CoV-2, que causa COVID-19, concluyen que su origen es el
producto de una evolución natural (Fernández-Rua, 2020).

Por su parte, los expertos en la interpretación de la Palabra divina,


también exculpan a Dios, porque él no fue quien ofreció en alimento el
murciélago contaminado que uno o muchos ciudadanos “saborearon” en
el extravagante mercado de Wuham. Y si fuera un producto de laboratorio,
tampoco creemos que entregó la fórmula para llegar a tal resultado.

Tampoco Dios entregó los cerillos a los que iniciaron grandes incendios
en tantos puntos del planeta, muchos de los cuales terminaron entre rejas.
Y ¿la inestabilidad de suelos y mares? Tantos experimentos nucleares
subterráneos y no, con mecanismos que perforan las entrañas del planeta,
¿no romperán su equilibrio tectónico? Tampoco Dios entrega las armas
al dictador que asesina a su pueblo ni ofrece a los narcotraficantes los
cargamentos de droga que aniquilan miríadas de personas en cada ángulo
de la tierra.

157
Dios otorga amplios espacios a la acción humana porque ha creado al
hombre libre, libertad que incluso, el individuo, utiliza para ofenderlo. Le
ha otorgado una calidad intelectual de altísimo nivel para ser consciente
y responsable, pero no siempre lo es. Con tal motivo, en Su tiempo,
seguramente Dios tendrá que intervenir porque Él debe cuidar Su Obra y
proteger a los hijos a los que amorosamente dio vida. Es entonces que sí
podemos reconocer su intervención. Las cirugías duelen, pero sanan.

Han pasado los pacientes años de tolerancia y avisos como en Fátima,


Medjugorje, El Cajas, Akita, Rwanda, pero no escuchamos. En Garabandal,
durante las primeras apariciones la Santa Madre, bajo la Advocación del
Carmen, había mencionado que se aparecía para orientarnos e invitarnos
a la conversión. Haciendo referencia al enojo de Dios dijo: “Ya se está
llenando la copa” (18.10.1961). El 18 de junio de 1965, luego de al menos
2000 Apariciones, tristemente ignoradas, por medio de San Miguel Arcángel
dijo a Conchita Gonzalez: “Antes la copa se estaba llenando, ahora está
rebosando”. ¿Cómo estará la copa hoy?

Muchos observadores críticos y analíticos de este panorama, sí perciben


alguna Acción. En muchos, una cita evangélica resuena regularmente: “De
la higuera aprendan esta parábola: cuando ya sus ramas están tiernas
y brotan las hojas, saben que el verano está cerca. Así también ustedes,
cuando vean todo esto, sepan que Él está cerca, a las puertas” (Mt24,32-
33). “No se sabe cuándo, ni cómo”, pero miles y miles de Mensajes
dictados por Jesús y María en los últimos setenta años hablan de ello. Dios
va preparando personas de buena voluntad que quieran ser apoyo para Su
proyecto en ciernes. Son Sus “Guerreros benditos míos, que al camino
llevarán a muchas almas que en la angustia están” (21.8.12), socorriendo
al hermano para que conozca la Verdad, entregando en sus manos, el Santo
Amor de Dios, en un rumbo… que ya inició” (cf.21.8.12).

El señor pondrá en el Camino a las personas que hay que atender, pero es
menester actuar con amor, siempre, llevando paz. El Apóstol camina “de la
Mano de María, pues esta Misión ha sido inspirada por el Espíritu Santo”
(14.3.13) que acompaña un itinerario en el cual, los obstáculos, no están
ausentes” (cf.8.3.14).

La tarea requiere compromiso, valentía y mucho, muchísimo amor. Jesús


levanta Su Voz en estos términos cuando anima a cumplir con esta Misión:

158
“Es necesario mis pequeños, recordar al mundo que no se
cansen de orar, que hoy sus ojos a la maldad deben cerrar, e
iniciar un camino que los dirija hacia la Verdad. El aguijón
tirado fue por aquellos que solo piensan en la destrucción.
Hoy mis pequeños, eleven su voz en súplicas fervientes hacia
el Redentor, pidiendo a Aquel que es el dueño de la Verdad,
elimine el pecado de vuestro corazón. Que el Amor que agranda
todo y fortalece todo, sea el principio de vuestro actuar. Alcen
la voz pidiendo la paz, porque las ovejas dando su vida hoy
están, en el martirio de un mundo cruel y falto de amor, que
sucumbió en el pecado capital de eliminar sus vidas” (28.8.14).

El Camino del Apóstol no es fruto de una decisión individual, Jesús invita,


lleva el dulce sabor de la Verdad, es bendecido por el cielo y prosigue bajo
el manto de María:

“La aurora de la mañana su Santa Madre, con su Manto


precioso los cubrirá. Hará brotar ante ustedes las flores de la
Verdad, para llevarla al mundo. Bajo su amparo los custodios
santos que Dios ha colocado en su vida, sus pasos guiarán. Es
un camino, que llevado será de la mano de la Corte Celestial.
Vayan pequeños de Dios, que los frutos deben ser grandes, pues
van al amparo de Dios en su Trinidad Bendita. No desistan de
su acción y nunca permitan a la discordia entrar. La luz del
Evangelio sobre ustedes brillará” (2.9.14).
“Tampoco es fácil, pues habrá muchas pruebas, ataques
provenientes “de los lobos hambrientos que desean herirlos…
Mas con ustedes voy, con ustedes estoy, porque mis ovejas
benditas son… La intriga será grande, mas, más grande que
todo, Soy Yo” (19.5.15).
“En la alborada de un nuevo año, fecundarán sumisión hijos
de Dios..., en esa forma vosotros habéis sido iluminados por
el Santo Espíritu, para iniciar el camino hacia su liberación al
encuentro con su Señor, que en el gozo grande los ha recibido
cuando habéis dado vuestro sí” (1.1.18).
“Sendas angostas caminan, pues de Mi mano como enlace de
Cielo y Tierra llevan y llevarán ante el mundo el canto de la
esperanza” (21.5.19).
“Hay un mundo que implora ayuda. Hay un mundo que está
sediento de recibir la buena nueva. Decid deben que el Amor
no se equivoca y en el tiempo justo, camina su marcha. Traed

159
almas a Mi encuentro. Traed almas a Mi viñedo, que sedienta
está Mi Alma de participar en vuestra vida, atraedlas a Mí para
así saciarlas con la Verdad, pues las notas de Mi canto llenas
están de piedad, pues este vuestro Corazón late de tanto Amor,
que sucumbirá a todo aquel que deseé de Mí. No apaguéis la
Luz de la esperanza. No desechéis la Verdad” (13.12.1).

El apóstol de los Nuevos Tiempos tiene clara su misión y no apagará la Luz


de la esperanza, porque sabe que, con mucho de su trabajo, podrá ayudar
a que el mundo logre para los Nuevos Tiempos: Un nuevo sol, una nueva
tierra y una nueva vida en Dios.

Sigue en el horizonte el Sueño de Dios:

“Yo seré su Dios y ustedes serán Mi pueblo”


(Ex7,7; Jer7,23;30,22)

¿Se cumplirá Su dulce sueño?


La respuesta es tuya…

160
CAPÍTULO

11
DIOS:
PADRE DE TODA LA HUMANIDAD

“De pronto comprendí que navegaba por el extenso Universo,


antiguo sí, pero también siempre nuevo, fascinado por el
vislumbrante espectáculo de incontables galaxias y soles,
junto a un cúmulo de estrellas imponentes, novas y supernovas,
cometas congelados, cinturones de asteroides de formas y
tamaños en veloz y armónico movimiento. Reconocí Marte,
el planeta rojo y divisé la gran masa de Júpiter junto a sus
cuatro grandes lunas y otras pequeñas, pude también recorrer
con la mirada la espiral de Andrómeda.
Vi una Luz más radiante que miles de soles, más amplia que
todo el mismo universo. Me sentí atraído, mientras percibía la
cercanía de un calor que plácidamente me envolvía. A pesar
de la majestad y magnificencia que advertía, mi sensación era
plácida, serena, como un abrazo de estrellas diamantinas en
una dulce y quieta noche de verano.
Luego escuché un respiro y comprendí que ese mismo aliento
movía el universo, dando vida a todo lo que yo contemplaba.
Sentí entonces un latido que movía con su ritmo y fuerza
todo lo creado y parecía que todo se encendía de nuevo,
irradiando paz y felicidad. Pronto supe por qué: Unas cortinas
etéreas multicolores y brillantes se abrieron solemnemente,
mostrándome la Gloria de un Corazón grande como el mismo
universo que lo contenía, pero seguía creciendo más y más
expandiéndose en toda dirección, y comprendí que era la
Fuente de Todo; de la historia, de la vida, del tiempo y del
espacio, de lo finito e infinito: era el Corazón de Dios, era su
Amor vivo que me envolvía y dejé abrazarme para siempre,
sin mirar más el trayecto de retorno a la tierra. Estaba en
Casa, en el Corazón de mi Padre. Entonces, empecé a dormir
en paz y a soñar sonriente”.

161
11.1. CREO EN DIOS PADRE
Para todo católico, como enseña en puridad nuestro Catecismo, la profesión
de Fe comienza por Dios. Sí, porque “Dios es el Primero y El Último. El
Principio y el Fin de todo”. Y con toda convicción decimos: “Creo en Dios
Padre Todopoderoso, Creador del Cielo y de la tierra, de todo lo visible
e invisible” (cf.CIC n.198-199). Es “La Primera Persona de la Santísima
Trinidad” y todo lo que se sucede, depende única y exclusivamente de Él.

El creyente se adhiere a Dios sin haberlo visto jamás, pero cree en Él porque
todo humano es creación Suya y su amor “religado”, unido a Él porque
viene de Él y tiene su esencia, su imagen y semejanza (Cf. Gn1,26,27) lo
“conoce, lo busca y lo encuentra”. Por lo mismo, ante el Misterio se inclina.
Moisés escucha Su Voz, lo descubre en medio de la zarza ardiente, se quita
las sandalias y se cubre el rostro (cf. Ex3,5-6) porque en el interior de su
conciencia comprende la voz de su espíritu que le dice: “Él es El Santo”.

Isaías ve “unos serafines que se mantenían erguidos por encima de él; cada
uno tenía seis alas: con un par se cubrían la faz, con otro par se cubrían los
pies, y con el otro par aleteaban, se gritaban el uno al otro: «Santo, santo,
santo, Yahveh Sebaot: llena está toda la tierra de su gloria». Se conmovieron
los quicios y los dinteles a la voz de los que clamaban, y la Casa se llenó de
humo. Y dijo: «¡Ay de mí, que estoy perdido, pues soy un hombre de labios
impuros, y entre un pueblo de labios impuros habito: que al rey Yahveh
Sebaot han visto mis ojos!»” (cf. Is6,1-5). Se ha aproximado a la Divinidad,
se siente indigno, teme morir.

Comprendiendo la Santidad de Dios, el pueblo de Israel no se atrevía ni


a pronunciar Su Nombre. Por ello, encontraron en el sustantivo “Señor”
(Adonai en hebreo y Kyrios en griego) un título divino que sustituía el
nombre por Él revelado a Moisés (cf. CIC. N.209).

El Misterio de Dios cuestiona, preocupa; a veces desespera, y uno busca


y busca. Yahveh ha dicho a Moisés: “Pero mi rostro no podrás verlo…”
(Ex.33,20). Inspirado en ese texto, Miguel de Unamuno (1972) en su lucha
por querer creer y a veces no poder escribe:

“Señor, Señor, ¿por qué consientes que te nieguen los ateos?


¿Por qué, Señor, no te nos muestras sin velos, sin engaños?
¿Por qué Señor, nos dejas en la duda, duda de muerte? ¿Por
qué te escondes? ¿Por qué encendiste en nuestro pecho el

162
ansia de conocerte, el ansia de que existas, para velarte así a
nuestras miradas? ¿Dónde estás, mi Señor? (p.39).

Un poeta lo busca con ansias, sus preguntas laceran su alma. Pero otro
poeta le responde con palabras que imprimen en la esperanza, la certeza
de Dios.

“Oirás decir frecuentemente a muchos que no encuentran a


Dios. Pregúntales si le buscan y hasta dónde llega su anhelo de
hallarle. Si le buscan con mucho ahínco, tranquilízalos, porque
ya lo han encontrado. Dios dice a Pascal en las Meditaciones:
‘Console toi, tu ne me chercherais pas si tu ne m’avais trouvé’
(Consuélate, no me buscarías si no me hubieras encontrado).
Pensamiento admirable, capaz de inundar de consuelo al
espíritu más árido y desolado. Pensamiento, por otra parte, de
una sorprendente exactitud” (Nervo, p.61, 1972).

Este es el enigma que acompaña a todo humano. Averigua e indaga. Hasta


algunos ateos, en su búsqueda de sentido suelen clamar: “¡Oh Dios que no
existes… Escucha mi oración!”.

¿Dónde está Dios en tu vida?


Si lo conoces, lo amarás.
Si lo amas, no te sentirás solo (a).
Si lo sientes junto a ti, nada temerás.
Si caminas con Él, nada harás sin Él.
Si lo has encontrado, lo llevarás a otros.
Si vive en ti, y tú en Él, tendrás Vida Eterna.

11.2. DIOS ES AMOR


Como seres pequeños y finitos, con unos cuantos años de vida en la tierra,
a veces leales con Dios y a menudo desleales ¿por qué nos busca? ¿Cómo
es que siendo Él tan grande y nosotros tan pequeños, se fija en nosotros?

El Apóstol Juan es muy explícito cuando dice que la persona que no ama,
es porque no ha conocido a Dios, “porque Dios es Amor” (1Jn4,8).

Esto responde a las preguntas. Si Dios es Amor se proyecta al otro. El Amor


implica amar a alguien, animando una relación que no se queda en uno.
Este noble sentimiento es dinámico e impulsa a amar a muchos otros. Mira
163
el amor de tu bisabuelo, amando a su esposa, dio lugar a generaciones y
generaciones de hijos, nietos y bisnietos que, de alguna manera, se aman.
El amor lleva a amar, sí, pero contar con el Amor de Dios nos tiene que
orientar hacia otras dimensiones, porque es el Amor del Padre de toda la
humanidad. Fascinan sus detalles, ¡Tomemos conciencia! “Su Amor no es
un Amor cualquiera…” Lo entendió el Salmista cuando cantaba con toda
su alma: “¡Cuán precioso, oh Dios, es tu gran amor! Todo ser humano
halla refugio a la sombra de tus alas” (Sal36,7).
También lo entendemos nosotros cuando observamos lo que hace por
nosotros:

- Por Amor envió Su propio Hijo


para que sea ofrecido como
sacrificio, por el perdón de
nuestros pecados (cf.1Jn4,10),
haciendo realidad la gran
afirmación cristiana: “Nadie
tiene más amor que Aquel que da
la vida por sus amigos” (Jn15,13).
- “Mas la prueba de que Dios
nos ama es que Cristo, siendo
nosotros todavía pecadores,
murió por nosotros” (Rm5,8).
- ¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho, y dejar de amar
al hijo que ha dado a luz? Aun cuando ella lo olvidara, ¡Yo no te
olvidaré! (Is49,15).
- “Miren qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de
Dios, pues ¡lo somos!” (1Jn3,1). Además, no fuimos nosotros los
primeros en amarlo, “Él nos amó primero” (cf. 1Jn4,19).
- Y una gran ilusión queda en cada hijo de Dios: “El amor de Dios
es “eterno” (cf. Is54,8), “porque los montes se correrán y las colinas
se moverán, mas mi amor de tu lado no se apartará y mi alianza de
paz no se moverá” - dice Yahveh, que tiene compasión” (Is54,10).

A pesar de este panorama tan noble y expresivo, aún entre creyentes,


hablando de Dios en el AT., consideran que Dios Padre en algunas acciones
ha puesto en evidencia una conducta excesivamente rigurosa, como
ejemplo, con el Diluvio universal y Sodoma y Gomorra.
164
Es dable pensar que cualquier padre, cuando el hijo se equivoca, lo corrige.
En cualquier familia veremos formas de corrección. Entonces ¿Por qué el
Padre de la humanidad tendría que eximirse de ello?

Existen las acciones correctivas de Dios porque Él también ejerce la


Justicia. Lo recuerda también a Faustina Kowalska con toda claridad: “Si
huyen de Mi corazón misericordioso, caerán en mis manos justas” (Diario,
n.1728).

Pero también a ella le ha revelado los alcances de Su Misericordia: “Mi


corazón está colmado de gran misericordia para las almas y especialmente
para los pobres pecadores. Oh, si pudieran comprender que Yo soy para ellas
el mejor Padre, que para ellas de Mi Corazón ha brotado Sangre y Agua
como de una fuente desbordante de misericordia” Llama la atención, sin
embargo, que en otro momento le dice: “para ellas vivo en el Tabernáculo;
como Rey de Misericordia deseo colmar las almas de gracias, pero no
quieren aceptarlas. Por lo menos tú ven a Mí lo más a menudo posible y
toma estas gracias que ellas no quieren aceptar y con esto consolarás Mi
corazón” (n.367).

Con ello algunos dirán que Cristo es el que cambia la perspectiva. Sin
embargo, una lectura veterotestamentaria muy bella, que podrá contradecir
este prejuicio, la encontramos en algunos pasajes del Capítulo 11 del Libro
del Profeta Oseas.

En el mismo, imaginamos el ‘desconcierto’ de Dios que ama


a sus hijos “porque recuerda que desde niño amó a su hijo
Israel, y de Egipto lo llamó. Pero a pesar de sus llamadas, más
se alejaba, mientras ofrecía sacrificio a Baal e incienso a los
ídolos. Dios enseñó a su niño a caminar, le tomaba por los
brazos, pero no estaba interesado en sus cuidados. Lo atraía
con lazos de amor, le daba de comer, lo llamaba, pero no se
levantaba, su pueblo estaba ensimismado en su infidelidad.
Podría ser el castigo una solución para ese pueblo ingrato e
indiferente, pero Él mismo comprende, al pensarlo, que Su
Corazón se trastorna y se le remueven las entrañas” (Os11,
1-9). Es un Dios de Amor y Misericordioso, no puede hacer
que la ira o la decepción dominen Su ternura.

Otro texto, seguramente uno de los más hermosos en la Biblia, nos revela
la cálida intimidad de nuestro Padre:

165
- “Pero dice Sión: «Yahveh me ha abandonado, el Señor me ha olvidado».
- Dios responde con un criterio conmovedor e inolvidable: “- ¿Acaso
olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus
entrañas? Pues, aunque ésas llegasen a olvidar, yo no te olvido. Míralo,
en las palmas de mis manos te tengo tatuada, tus muros están ante mí
perpetuamente” (Is49,14-16).

Es indudable que el pecado, la indiferencia, la ingratitud lo tienen que


conmover, pero su respuesta no es ni de violencia ni de venganza, es de
Amor, por eso envía a Su propio Hijo como Maestro, Hermano y Redentor.
Solo el inmenso y generoso Amor de Dios hacia la humanidad pudo haberlo
motivado a ofrecernos lo más precioso que Él mismo tiene en Su Corazón:
“Jesús, Su Unigénito, el Espíritu Santo, Su Hija más preciosa y Llena de
Gracia”. Bendiciéndonos con estos dones sublimes, se entrega Él Mismo.
Es tan grande Su Amor que, ante la ofensa, ante la más pequeña muestra
de humilde arrepentimiento de corazón perdona, convirtiendo el oro en
hierro, el desierto en vergeles, el corazón de piedra, en corazón de carne.
Es el padre que permite que cinco panes y dos peces, alimenten con sobras
incluidas a más de cinco mil de sus hijos, porque no quiere que sufran. Con
un poco de Amor, olvida la iniquidad. Él es el primero en ser ofendido, pero
el primero en olvidar, el primero en volver a abrazar.
El Apóstol Pablo comprendió esa dimensión de Amor, por eso quiso
recordarnos con elocuencia que “Dios es rico en Misericordia” (Ef2,4)
y que todas las bondades que recibe el humano encuentran origen en Su
Gracia.
Juan Pablo II, en su significativa Encíclica “Dives in Misericordia” (1980),
a partir de la parábola del hijo pródigo (Lc15,11-32), en una interpretación
maestra, describe al hombre “de todos los tiempos” que no pocas veces,
“pierde la herencia de la gracia y de la justicia original”.
Esta parábola sirve a este gran Maestro de la vida espiritual a establecer
un paralelo entre la conducta del “hijo pródigo” y cada uno de nosotros,
capaces de romper distintas formas de alianza establecidas alrededor del
amor. Sufre las consecuencias de la carestía material, pero, sobre todo, al
comprender que los asalariados de su padre viven en mejores condiciones
“rescata el sentido de su filiación y decide regresar al seno paterno sabiendo
que el padre le perdonaría” (cf. Lc15,18).
El padre acoge al hijo con Amor, porque es “fiel” a su amor paterno.
Cuando este reconoció que el hijo regresaba corrió conmovido al encuentro
166
abrazándolo y besándolo. El hermano no comparte el entusiasmo del padre.
No obstante, el padre, en su sabiduría, expresa los términos que brotan de
su corazón como vertiente de agua cálida y límpida:

“pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse,


porque este hermano tuyo estaba muerto,
y ha vuelto a la vida; estaba perdido,
y ha sido hallado” (Lc15,32).

Es oportuno advertir que, en el hijo, también podemos rescatar una


actitud significativa: “reconoce su estado, la miseria a la que ha llegado,
acepta su culpa y decide pedir perdón”. Nos lo recuerda también Lucas:
“Arrepiéntanse, pues, y conviértanse para que sus pecados sean borrados”
(Hch3,19).

Es en la mirada interior que la humildad naciente derrota la soberbia


del hijo autosuficiente. La consecuencia de una imprudente decisión lo
ayudaron a aprender de sus errores, poniendo delante suyo, el camino hacia
la Conversión, al cambio de rumbo, aquel que ahora, conduce: a la Casa
del Padre.

Es lo que necesitamos hoy, los hijos ensimismados y a menudo ingratos


que hemos expulsado a Dios de su propia creación. Vivimos nuestras leyes,
no las de Dios. El intento de respetarlas y vivirlas, en muchos ambientes se
califica como “fundamentalismo, fanatismo, simplismo y hasta ignorancia”.
¿Cuántos hablan hoy de Santidad? Incluso en universidades llamadas
católicas, no pocas veces, la vida espiritual se reduce a un repertorio técnico
de contenido social o antropológica.

El hijo de Dios, en estos tiempos, está invitado a dirigir su mirada al Padre


Quien, además, “ES” su Origen y su Destino final.

En medio de tanto espejismo moderno, hemos desfigurado en demasía la


Imagen del Padre. Recordemos que jamás Él se ha alejado de nosotros.
Somos Su obra y, amantísimo como es, no quiere abandonarnos, a no ser
que uno, personalmente, desee darle la espalda rechazando Su Amor.

Nos parece oportuno recordar una intervención decidida de Dios cuando


actúa en beneficio del pueblo judío en términos de Paternidad muy claros:
“Y dirás a Faraón: Así dice Yahveh: Israel es mi hijo, mi primogénito”
(Ex4,22). Dios-Padre, no olvida a Su pueblo, es más, lo elevará mayormente

167
engendrando a su propio Hijo. Será en Él que se consolida plenamente
nuestra filiación. Es Su Padre, es Nuestro Padre.

Porque hemos dejado de meditar en esta “filiación”, Dios sigue tomando


nuevas iniciativas, como las que exponemos en este texto. El hijo del siglo
XXI está invitado a dirigir su mirada hacia el Padre para “conocerlo” y
“encontrarlo”. ¿Cómo podrá amar a Alguien que no conoce?

¿Cuánto lo ama el racionalista que atribuye la existencia del universo al


azar y la vida humana a materia orgánica desparramada en el fondo de los
mares?

Quien quiera conocer al Padre tendrá que orientar su mirada hacia la


“Fuente y origen de su propio ser” y no podrá hacerlo si considera que solo
es un accidente biológico y no toma en cuenta que es “creado a imagen y
semejanza (Gn1,26-27), por consiguiente, tiene alma espiritual y un destino
trascendente y eterno. Es Aquí que se llama en causa la Fe. ¿Cómo decir
Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra, sin
Fe?

Nuestro Catecismo no enseña que:

- “La fe es una adhesión personal del hombre entero a Dios que se


revela. Comprende una adhesión de la inteligencia y de la voluntad a
la Revelación que Dios ha hecho de sí mismo mediante sus obras y sus
palabras (n.176).
- “Creer” entraña, pues, una doble referencia: a la persona y a la verdad;
a la verdad por confianza en la persona que la atestigua (n.177). Es por
la Revelación que creemos en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo (n.178).
- La fe es un don sobrenatural de Dios. Para creer, el hombre necesita los
auxilios interiores del Espíritu Santo (n.179).

Pidamos la Unción del Espíritu Santo, por medio de Jesucristo, nuestro


Señor, por intercesión de la Santa Madre María, para que nuestra Fe se
enriquezca y nos obsequie la creencia y vivencia del Dios vivo que es
nuestro Creador y Padre. Las palabras frescas que nos llegan a través de
Patricia, nos revelan a un Dios Padre en perspectiva, abierto y siempre
bien dispuesto, en cuanto nos ofrece la posibilidad de acercarnos a Él para
conocerlo, amarlo y servirlo.
“Elevándose a las delicias del Ser, del Ser Supremo, del dador
de Vida, del dador de Amor, del Halo Divino al que podrán

168
aspirar llegar un día, si se rodean de su perdón, si se rodean de
su Misericordia” (4.9.10).

Aspirar, en este contexto, significa “querer o desear”. Señala una motivación


que nos impulsa a conseguir algo. Como hijo deseas elevarte para conocer
y sentir “las delicias del Ser Supremo, de tu Padre y Creador”. Pero esta
proyección no es meramente una decisión cognitiva inteligente. Llama en
causa todo tu ser, todo lo que piensas, sientes como ser racional, y todo lo
que tu alma espiritual puede aspirar. Aquí tiene sentido la bella expresión
del Salmista:
“Como jadea la cierva, tras las corrientes de agua, así jadea
mi alma, en pos de ti, mi Dios. Tiene mi alma sed de Dios, del
Dios vivo; ¿cuándo podré ir a ver la faz de Dios? (Sal42,2-3).

El futuro Encuentro inicia en un deseo interior, voluntario, pues, el amor


no obliga, es absolutamente libre. Tenemos presente la falta, reconocemos
nuestras debilidades, nuestro alejamiento e indiferencia, pero tocamos las
puertas de Su Corazón para que en su apertura nos cubra con el perfume de
su Perdón y Misericordia, expresiones nobles y generosas de Su principal
Atributo: El Amor.

11.3. ¿AMAS A DIOS?


Dios ama a Sus hijos. Y sus hijos ¿lo aman?

Aunque conocemos el lugar que Dios ocupa en nuestros “Diez


Mandamientos”, ¿Cuántos pueden decir que aman a Dios sobre todas las
cosas, y que Él ocupa el primer lugar en nuestras vidas?

Dios, todavía hoy, vuelve a señalar el Camino perfecto para las almas que
buscan la Salvación, eterno destino para la redención: “Amarás a Dios
sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo; en ese sentir debes
caminar, premisa divina y santa, dada para el mundo por Dios” (5.9.11).

“El Amor es la fuente del inicio de la creación. El Amor se


ha otorgado para que todos recuerden, que es la esencia de
Dios. El Amor atrae la bondad, la bondad realiza las cosas de
la divinidad, que es la perfección del ser, es la perfección del
dar, es la creación suprema” (11.10.10).

169
La Palabra nos señala el Camino que lleva a la Conversión, al cambio de
vida, donde volvemos a situar a Dios en el centro de nuestras vidas. El Amor
divino, señala el rumbo que conduce a la Salvación eterna (cf. 21.11.10). Si
lo amamos, iniciaremos el cambio.

En cualquier momento, en la vida del mundo. Dios nos señala el rumbo.


Desde el Principio nos invita a reconocerlo como nuestro Dios y Él desearía
vivir entre nosotros como “Su pueblo” (cf,Ex6,7-8). Y por medio de Su Hijo
Santo, Jesucristo, nos obsequia la categoría de hijos. Nos lo recuerda Pablo:
“Pues todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús” (Ga3,26).

Tengamos presente, sin embargo, que no se trata de cualquier paternidad y


filiación. Hablamos de nuestro Creador y Padre. ¡Qué privilegio poder leer
Sus Palabras en nuestro tiempo dirigidas a todos y cada uno de nosotros!:

“En el hacer, en el decir, en el pensar, sean santos, como


Yo Soy Santo. Realicen la entrega de sus vidas a Dios,
respondiendo así a la perfección para lo que fueron creados,
y llegar al servicio eterno del Señor su Dios. Sean santos y
realicen la gracia del Padre que los ama más de lo que creen,
confíen en su Amor que es plenitud y perfección. No duden del
Hacer Divino que está en ustedes por gracia de Él, su Señor.
Bendigan al instante al Señor su Dios, Amor pleno y leal. Con
Amor, hoy y siempre, su Señor, su Dios, su Amor en plenitud”
(6.2.10).

Estas instrucciones no son distintas a las que Jesús, Su Primogénito nos


trajo. Los Mensajes no modifican Su Palabra, la enriquecen, facilitando
nuestra comprensión, y ojalá, motivando nuestra Fe a mayores conquistas.

Esta lectura nos remite inmediatamente al Capítulo 5 de San Mateo donde


en el versículo 48 nos anima: “Ustedes, pues, sean perfectos como es
perfecto su Padre celestial”.

Pero antes de este versículo final del capítulo, Jesús ha señalado el perfil
que espera de Sus hijos. Los quiere bienaventurados, dichosos porque
aman y consuelan; son misericordiosos, trabajan por la paz y la justicia.
Nos quiere como sal de la tierra y luz del mundo. Desea que nuestra luz
brille delante de los hombres para que reconozcan las buenas obras y por
ellas comprendan que el bien, el servicio y el amor tienen una sola Fuente:
Dios, nuestro Padre. (cf. Mt5,1ss).

170
Sus enseñanzas, también hoy, por medio de Mensajes innumerables en el
mundo, insisten en el Mandamiento del Amor, pero el amor al prójimo
empieza amándolo a Él. Es su Primer Mandamiento. Instruye a Patricia:
“Bendigan a vuestro Padre, alábenlo y recurran a Él en cada instante de
su vida; no hay más Amor que el que Él da a toda su Creación” (24.2.10).

Nos anima siempre en la confianza: “Elévense, elévense


conmigo y sepan que, Yo su Señor Dios, no los dejaré. Nunca
los voy a dejar, nunca. Son mis hijos y los amo; no perderán
nada. Yo el Señor su Dios, estoy viéndolos sufrir, viendo que
lloran. Realicen su caminar contentos, para que lleguen al
inicio de esta vida nueva en todo su esplendor y plenitud. No
duden, no se detengan, busquen y pronto encontrarán lo que
quiero para ustedes. No tardarán, porque Yo su Señor lo he
dado. No renuncien a sus sueños, solo recuerden que en el
pedir está el dar y a Mí me gusta dar. Pidan siempre lo más
correcto, lo más profundo, lo que les traiga paz. Pidan, pidan,
no dejen de hacerlo por ustedes y por los demás” (13.3.10).
Y expresa uno de Sus deseos más íntimos de Padre Único:
“Cuidarlos como el Padre más amoroso, que puedan conocer
en la eternidad entera. Aquel que Amor solo para ustedes tiene,
Aquel Padre bondadoso, Misericordioso, que con ustedes
desea vivir. Pronto, pronto, muy pronto conmigo podrán estar,
es tan poco lo que necesitan darme, es tan poco” (7.8.10).

Dios nos ama patentemente, y si deseamos responder a Su Amor, quiere


que “caminemos erguidos ante nuestro Señor, ofreciéndole nuestras vidas,
nuestra Voluntad, pues es el modo de sumergirnos en Su preciosa y rica
voluntad” (cf. 27.8.10). Son sus palabras que explican las actitudes de aquel
que le ofrece Amor genuino:

“El que ama al Padre:


Es aquel que hace su Voluntad.
Es aquel que le otorga su vivir.
Es aquel que sabe dar amor.
Es aquel que aprende del perdón.
Es aquel que vive en el Querer Divino en cada amanecer.
Es aquel que honra a su Dios ante todo lo demás.
Es aquel que ama la creación y en busca de la Palabra va.
Es aquel que en el sendero de la luz quiere caminar” (16.10.11).

171
11.4. EL PECADO: Holocausto de Almas
La recepción de Mensajes del Cielo en este siglo y sobre todo a laicos, es un
privilegio y llama la atención, porque su contenido tan enriquecedor, anima
a vivir mejor la Palabra de Dios. Sin embargo, algunos textos contienen el
realismo de la Propia experiencia de Dios que la pone de manifiesto. Y el
lector comprenderá el tema del pecado cuando dice: “Han cometido todos
los pecados… No les falta ninguno”.
A pesar de nuestra vida adulta y mundana: ¿No es para sonrojarnos, ocultar
el rostro de vergüenza y pedir perdón de rodillas? ¿Y queremos que Dios
no nos corrija?
Se entenderá entonces por qué dice: “Pidiendo estoy al mundo que deje de
pecar” (17.2.12).
Sí, en una sociedad en extremo permisiva y liberar, donde no queremos
reconocer Mandamiento alguno, pero sí acariciar deleites que ofenden
a Dios, tenemos que reflexionar en el significado de pecado. Pecamos a
menudo, y en muchos casos, no tomamos conciencia del hecho y de sus
consecuencias.
Nuestro Catecismo ofrece de manera inteligente el concepto y vale la pena
tomarlo en suma consideración.

“El pecado es una falta contra la razón, la verdad, la


conciencia recta; es faltar al amor verdadero para con Dios y
para con el prójimo, a causa de un apego perverso a ciertos
bienes. Hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la
solidaridad humana” (n.1949).
“El pecado es una ofensa a Dios: “Contra ti, contra ti solo
pequé, cometí la maldad que aborreces” (Sal51,6). El pecado
se levanta contra el amor que Dios nos tiene y aparta de Él
nuestros corazones” (n.1850).

Conozcamos hoy, lo que Dios quiere decirnos al respecto. Suena como un


gemido, un lamento que comparte con Su amiga amanuense:
“Pequeña de mi corazón, enmudece Mi Corazón de tristeza
ante tantos actos contra el Amor. Enmudece Mi Corazón
ante la violencia y el error. Languidece Mi Corazón ante
estos actos de dolor, que emergen del corazón de aquellos
que en el Amor se formó. Languidece Mi Corazón al ver las

172
arbitrariedades que cometiéndose están, sin pensar que ante
Mis ojos todo viéndose está. Mis ojos que son santos y todo
Amor, languidecen de tristeza, al ver al mal actuar a través de
su corazón. Detengan por un momento, esta innoble acción
que permiten pasar. Deténganse a recapacitar, que Aquel que
tanto os ama y en el Amor os formó, observa adolorido estos
actos de falta de Amor” (2.3.12).
Los Nuevos Apóstoles deben empezar a iluminar en la
oscuridad y “el holocausto de almas perdidas se debe detener,
porque la Luz del que ama con ustedes irá, para llegar a más
hermanos suyos y llevarles Mi Piedad” (29.8.12).

11.5. NUEVO AMANECER


Nuestro Padre es muy consciente de Sus Promesas y Alianzas. Además,
conoce con toda claridad la esencia vulnerable de sus hijos y su relativa
voluntad, en lucha continua entre la razón humana y la fe espiritual, entre
la carne y el espíritu, entre la tierra y el cielo. Por ello, los pecados, o “actos
contra el Amor”, no lo desaniman, y sigue confiando en Sus hijos:
“Sacaré del escombro a más almas, a muchas almas que perdidas iban.
Sacaré a tierra fértil a aquellas que perdidas iban. Sacaré del escombro para
poder darles vida nueva, dice el Señor su Dios” (10.3.12).
“Yo su Padre, alumbraré su camino con ferviente Amor, para que a mis
hijos amados puedan ya llegar, e infundir Mi Espíritu en cada corazón, para
irradiar su vida con Mi Amor. Padre Soy, Aquel que llama a su creación, e
inscribirlos quiero en Mi Corazón hasta la eternidad” (24.7.12).
“Someteré bajo Mi cuidado santo
y real, el futuro de este mundo y
de todos los tiempos, el nuevo
amanecer, quedando todos al
arbitrio de su Dios, Padre de la
humanidad. He de colocar bajo
mis manos el futuro real, que
inundará esta Tierra de bienestar
santo y eterno en el nuevo
despertar. He tomado sobre mis manos el Libro Real, donde todos mis hijos
están. Padre Soy, el que ha creado eternidad para sus hijos amados, su Dios
que en el horizonte del nuevo destino los llenaré de Amor” (2.2.13).
173
Dios espera un cambio en el corazón de Sus hijos. Observando el trayecto
que sigue nuestra conducta moderna, parece que hemos ignorado en demasía
las enseñanzas de Dios en cuanto a nuestro crecimiento personal. ¿Cómo
está nuestra vida en Gracia? ¿Cuánto nos esforzamos para conquistar las
vetas de la Santidad? Y ¿el manejo del mundo? Guerras, aborto, genocidios,
contaminación ambiental, destrucción del planeta, no hablan bien de nuestra
buena administración.

Y aunque a muchos no les agrada hablar de procesos difíciles de cambio,


como ya dijimos en capítulos anteriores, Dios no hace nada sin anunciarlo
por medio de sus profetas (Amos3,7), por eso merece una lectura meditada
el siguiente Mensaje:

“Benditos míos, habrá fuego que inundará la Tierra de dolor;


estén atentos de lo que avecinándose está. No cierren sus ojos
al eco de Mi Voz, que pidiendo está su conversión total a la
Verdad. Verdad que los librará de la esclavitud, de un mundo
que ha vivido en la desolación. Abran sus ojos y vean que los
tiempos viejos, mudándose están para recibir al Justo de Dios.
Fuertes aguas lavarán la maldad, fuertes vientos que atraerán
el pensamiento pidiendo perdón, por todo aquello que mentira
es, acomodada sobre ídolos falsos; que hoy mis pequeños,
derrumbados serán, dando cabida a la luz del nuevo amanecer.
Si mis pequeños, atentos debéis estar, que la aurora anuncia
el próximo despertar. Lleven la luz del Amor en su corazón
y así mis pequeños, la ayuda real a muchos llegará. Su amor
se vuelve caridad, su ayuda se vuelve misericordia y así su
camino iluminará muchos caminos. Hoy mis pequeños atentos
debéis estar, que la Cumbre de la iniquidad derribada será.
Caminen erguidos dando gloria a su Dios, que los tiempos
previstos en su algidez llegaron ya. Oren por aquellas almas
que, perdiendo la eternidad, están cubiertos de fango. Oren
y pidan al Justo Juez, que enderece sus vidas y los regrese
a Él. Oren, oren, oren, que la batalla fuerte lidiándose está”
(23.10.15).

El Señor explica que las medidas son necesarias. No hemos escuchado los
llamados de Su Madre y los del mismo Jesús en tantas manifestaciones
místicas de extensión planetaria, visitando cada ángulo de la tierra. Sus
futuras medidas ayudarán iluminar nuestra conciencia, recordándonos
las razones por las que fuimos creados y Dios nos dio vida. Sólo así
entenderemos el lugar que a Dios le corresponde y merece.
174
Existe un “racionalismo materialista y reduccionista” que resume la
Creación del Universo a eventos casuales y la vida del hombre a una
evolución orgánica lejos de cualquier acción Divina, por eso se piensa que
uno puede hacer lo que quiera con su vida.

En su soberbia, buena parte del ámbito científico, especialmente en


nuestros tiempos, ha “expulsado a Dios de su Propia Creación”. Por eso,
Maestro como es, las Palabras del Cielo nos remiten unas preguntas para
los “ilustrados” que con su leve y frágil saber concluyen que Dios no existe.

“¿Sabéis acaso cómo se dirigen las estaciones?


¿Acaso podéis medir el peso de una bendición?
¿Cómo se sopesa el peso de una acción?
¿Cómo se logra dirigir los pensamientos hacia lo grande?
¿Hacia dónde se dirige la luz del Sol?
¿Dónde habita el brillo de la Luna en un amanecer?
¿Cómo se forma un nuevo astro y el tiempo que se requiere
para ello?
¿El traslado de una petición al Cielo?
¿El padecer del Corazón de vuestro Dios cuando no es
escuchado?
¿Cuándo en la inmensidad del tiempo y del espacio se acerca
a un alma para solicitar su ayuda y el tiempo que la respuesta
tarda en recibirse?
¿Sabéis acaso cómo se infunde el Santo Espíritu en un alma y
cuánto tiempo alberga en ella para esperar su decisión?
¿Dónde se guardan las buenas obras y los buenos
pensamientos?
¿Sabéis acaso cómo se fueron formando las estaciones y
cuándo es el tiempo justo de dar a luz?
¿Acaso puedes interpretar el suspiro de un alma, el sufrimiento
de un ser o la agonía de un moribundo?
¿Acaso puedes dirigir y contar los años que tiene una vida en
la Tierra?
¿Dónde se albergan los pensamientos más puros, los deseos
más nobles, la sonrisa o el llanto de un niño?
¿Sabéis acaso de dónde sale la inspiración, para crear una
melodía de alabanza o música sacra?

175
¿De dónde nace la inspiración a un alma para escribir
poemas?
¿Hacia dónde se dirigen los cantos de las aves o los sonidos
del vuelo de las mariposas?
¿Sabéis acaso quién inspira a las golondrinas a emigrar en
los tiempos fríos, hacia los nobles prados?
¿Sabéis acaso el tiempo que se le otorgó a la aurora para
permanecer en el día?
¿De dónde viene o hacia dónde va el murmullo del viento?
¿Quién inspiró a Adán a ponerle nombre a todas las cosas?
¿Quién le dicta a las golondrinas cómo formar sus nidos?
¿Quién alienta a un alma a decir te amo?
¿Quién acaricia el alma de un hombre al entregarle dones?
¿Dónde radican la pureza y la amistad, la sabiduría y la
esperanza, el conocimiento y la verdad?
¿En dónde está el amor, y cómo va y se anida en todas las
almas?
¿Quién conoce el principio y quién conoce el fin?
¿Quién puede acariciar las olas de los mares o el mismo
firmamento?
¿Quién suspira sabiendo y conociendo, lo que en cada corazón
habita?
¿Quién sondea los océanos, para que la vida continúe
habitando en ellos?
¿Quién escucha atento el clamor de un alma?
¿Quién destina los tiempos que cada quien ha de vivir?
¿Quién conoce la esencia de la esperanza o el destino de un
alma?
¿Sabéis acaso sobre la inmortalidad del tiempo y para qué fue
creado?
Creado todo solo fue para su cercanía de nuevo a Dios, pues
todo habita y se dirige a través de la gracia santificante del
Santo Espíritu, quien navega y ha navegado sobre las aguas,
hasta que todo sea unido y conformado a la Voluntad Creadora.
“Alojen en vuestra alma el Amor filial que cada hijo mío debe
llevar, y así en el grato anhelo de vuestro corazón, me llamen
Padre vuestro y de toda la humanidad” (22.6.16).

176
Es junto a Dios que podemos realizar nuestras vidas. Nuestra mal entendida
libertad nos ha llevado por sendas oscuras. Dios ahora nos llama para
acercarnos otra vez a Él, pero se requiere humildad, para reconocer nuestra
pequeñez y valorar Su Grandeza. Ante su Majestad “nos pondremos de
rodillas ante la grandeza de nuestro Dios” (25.7.17), como lo hizo Santo
Tomás, el Apóstol que había dudado de la Resurrección de Jesucristo
exclamando: “¡Señor mío, y Dios mío!” (Jn20,28).

Cantaba ya el Salmista: “Entrad, adoremos, prosternémonos, ¡de rodillas


ante Yahveh que nos ha hecho!” (Sal95,6). Pablo se expresó en los mismos
términos: “pues dice la Escritura: ¡Por mi vida!, dice el Señor, que toda
rodilla se doblará ante mí, y toda lengua bendecirá a Dios” (Rm14,11).

No pocas veces nos arrodillamos, nos humillamos ante los ídolos que
nosotros hemos construido, como el dinero, el sexo, el poder, las drogas,
y mucho más. Pero ante Dios, hemos perdido o no hemos practicado el
hábito de postrarnos para alabarlo, bendecirlo, agradecerle. Olvidamos que
de rodillas ante Dios, es cuando más humanos nos presentamos.

Gracias a Dios, los Nuevos Tiempos anuncian cambios. Para vivir con
intensidad esos memorables momentos, meditemos las palabras que nuestro
propio Dios y Padre nos dirige hoy:

“En la generosidad que despliega Mi Amor por vosotros, en


el torrente infinito de Mi Misericordia, en la constante espera
de recibirlos entre Mis brazos y escuchar su aliento al decirme
Padre, hoy os saludo y os bendigo, pues el soplo de vuestro
amor al pensar en Mí, este bendito día ha inundado Mi Corazón
de gozo, un gozo santo que trasciende hacia la inmensidad
celeste, un gozo que atraviesa fronteras de inenarrable bien,
pues el éxtasis de un corazón inflamado del Amor Eterno, no
puede detenerse en sí solo. Éxtasis al sentirme amado. Éxtasis
que hace que Mi Misericordia, que es infinita, desee agrandarse
aún más. No pierdan amados míos la sana y santa intención, de
recordarme y amarme cada día, en cada acto realizado, en cada
pensamiento inspirado. Llenen vuestra vida de generosidad y
la suculencia de Mi Amor dentro de vosotros. Sientan el latir
de Mi Corazón que los ama, con un Amor eterno y perfecto.
Sientan el regocijo de este Padre suyo, que hoy se goza por
cada uno de vosotros, pues en el momento en que cada uno
me llamó, con ese bendito nombre de Padre, su gozo y mi

177
gozo fueron excelsos. Sello vuestro corazón y vuestra alma,
con Mi Sello personal de Padre de toda la humanidad, pues
el amor con el que hoy fui tratado salió, desde el fondo de
vuestro corazón. No imaginan hijos amados, el bien que esto
trae a esta humanidad. Un ejemplo habéis tenido y ese ejemplo
habéis de seguir, caminar por el camino que trazó Mi Hijo
Amado, haciendo siempre Mi Voluntad. Voluntad bendita, que
solo hacia cimas grandes los pueden llevar” (4.8.19).

11.6. CONSAGRACIÓN AL PADRE


Jesús nos mostró en Su Vida una total entrega a Su Padre, cuya Voluntad
cumplió a cabalidad. Si venimos del Padre y a Él retornaremos, nuestra
vivencia terrena solo se puede hacer si vivimos y caminamos en Su Corazón
de Creador y Padre. Por eso es oportuna la Enseñanza que viene del Cielo:

“Elijan su camino, y aquellos que han tomado en cuenta el


mensaje de salvación, ofrézcanse al Padre, consagrándose a Él
a través del Hijo Amado, pidiendo la inspiración del Espíritu
de Amor y de Verdad” (7.9.10).

Esta Consagración, es un acto de entrega consciente y voluntaria, con el


propósito de ofrecer todo el ser humano y espiritual al Padre amado, a fin
de vivir en Su Voluntad.

Señala así, el hijo o la hija, el deseo de iniciar el retorno a la Casa del


Padre, para vivir en Su Reino Santo ya en la tierra, iluminados por Su
Voluntad, en unidad, armonía, servicio y hermandad.

La Consagración no se detiene en un acto temporal o circunstancial,


compromete la vida toda:

“La consagración aplica eternamente al realizarla de esta


manera: En la Vida, en la Muerte, hasta la Eternidad” (12.1.12).

“Colmaré de Amor a todos aquellos que realicen la


Consagración y la promuevan, para que el mundo entienda que
su Padre los ha de llevar de la mano en esta etapa, destinada
al Amor eterno al que los he de llevar. He de abrazarlos y
cuidarlos, he de enseñarles, mostrarles todo Mi Amor, para
que de Mi mano recorran el camino a la salvación” (31.5.12).

178
CONSAGRACIÓN PERSONAL

Amado Padre:
Vengo ante Ti, reconociendo el Amor que tienes por mí.
Como hijo (a) tuyo (a), te hago entrega de todo mi ser,
pues, te pertenezco.

Deseo orientar mi existencia para amarte, servirte y adorarte;


animando también a que otros hijos tuyos hagan lo mismo.

Perdona mis pecados, miserias e ingratitudes,


pero desde este instante, con sincero corazón,
me comprometo a vivir en Gracia, el estado que más aprecias.

Gracias por Tu Amor Misericordioso que,


a pesar de mis debilidades,
hoy me permite hacer de Tu Corazón mi morada actual y futura.

Amén

179
180
CAPÍTULO

12
CRISTO:
MISERICORDIA DIVINA

“Mi regalo al mundo en todos los tiempos,


a todas las naciones, a todos los hombres,
es la Misericordia”
(16.5.10)

Para una persona que otorga importancia al fulgor y brillo de su


vida espiritual, seguramente el término Misericordia ocupa un lugar
preponderante en su vida por su sentido y significado. Además, llama
en causa a toda la humanidad, porque no hay un solo ser humano que no
requiera de esta hermosa vivencia de Amor, sea para ofrecerla o recibirla.

12.1. EL ESPLENDOR DE UNA PALABRA


En su forma más sencilla, el vocablo misericordia, nos lleva en primer
lugar al verbo miserere, traduciendo la acción de compadecerse. Si nos
fijamos en el adjetivo miser, nos conduce a: miserable, infeliz, desdichado,
sugiriendo la idea de alguien en desgracia que causa compasión.
En segundo lugar, nos detenemos en cor, cordis, con el significado de
corazón, y en el sufijo -ía que denota cualidad o virtud (Álvarez, 2016).
La simple unión de los términos miserable o infeliz, y corazón, sugieren
claramente el significado de la palabra Misericordia: cualidad de sentir
en el corazón la miseria, necesidad o infelicidad del otro. Es fácil asociar
el término compasión, porque tan noble sentimiento nos impulsa a “sufrir
con”.
En psicología se pondera mucho el término “empatía”, designando la
capacidad de “ponerse en lugar del otro, para entender su sentimiento o
situación”. Esta comprensión puede ser intelectual o emocional, y quedarse
181
en la generosa consideración del otro, pero, como observador considerado,
no hace nada para modificar la situación. En cambio, tanto la misericordia
como la compasión, invitan a “hacer” algo de manera efectiva.

La Misericordia tiene muchas expresiones como la caridad, la bondad, el


servicio, el perdón, la ayuda, entre otras. Para el Papa Benedicto (2016),
conforma el núcleo central del mensaje evangélico y revela el propio
Nombre de Dios, el rostro que mostró cuando firmó la Alianza con los
pueblos, y en su forma más plena en Jesucristo, encarnación del Amor que
perdona y redime.

El Papa Francisco (2016), nos recuerda que ese Amor de Misericordia ilumina
también el rostro de la Iglesia a través de los Sacramentos, particularmente
el de la Reconciliación. En igual forma a través de las obras de caridad,
servicio social, comunitario, individual. Y de manera muy contundente,
define el contenido de nuestra Iglesia cuando expresa que todo lo que dice
y hace, revela la Misericordia que Dios siente por el hombre.

San Juan Pablo II, en su admirable Encíclica “Dives in Misericordia”


(1980), aunque señala la variedad de términos que contienen el significado
de Misericordia, en el AT, parte del hebreo hesed, señalando una actitud de
profunda “bondad”. Dios es bondadoso, por eso hace una Alianza con su
pueblo, porque lo ama y a ese amor guarda fidelidad. Si alguien es objeto de
una actitud bondadosa, se espera que esta persona, a su vez, pueda también
ser bondadosa, lo que nos remite a “fidelidad”, principio, valor y custodia
de algo. No porque el acto bondadoso obligue a una reciprocidad, sino
porque la “afinidad” de principios y valores así lo sugiere: “el amor invita
al amor”, “ama el que se siente amado”.

La segunda etimología a la que recurre nuestro Santo Autor, es rah mim,


denota un amor espontáneo y profundo como el de una madre (rehem
significa regazo materno). Se entiende así, que este tipo de amor es una
exigencia de “un corazón que ama”, por tanto, el amado no lo recibe por sus
méritos, sino por gracia. El término se enriquece entonces con derivados muy
significativos que otorgan mayor luz al esplendor de un término tan noble
como Misericordia: “bondad, ternura, paciencia, comprensión, perdón”.

Monseñor Munilla (2016), en un análisis semántico bíblico, se expresa de la


siguiente manera: “El corazón (“leb”-“kardia”) es sinónimo semánticamente
de útero (“rahamin”-“splanchana”); de manera que, cuando confesamos el
amor de Dios en la imagen del Corazón de Jesús, en el fondo, estamos
182
manifestando nuestra fe en que el amor de Dios nos “gesta”, nos “engendra”
a una vida nueva.

Es en ese sentido que reconoce en el corazón de Jesús la imagen de un


Padre tierno que ama, y en su potencia regenerativa sana, rescata, perdona
y nos rehace. A su vez, rescata la imagen del amor materno de Dios que, en
su potencia regenerativa, nos hace nuevos. Es en el Corazón de Cristo que
renacemos, lo viejo ha pasado y lo nuevo ha empezado (cf.2Co5,17).

En otra instancia, San Juan Pablo II destaca el sentido del perdón, cuando
nos conduce al término hamal, que significa perdonar (al enemigo vencido),
muestra compasión y lleva, en conclusión, al perdón sin condiciones y a la
remisión de la culpa.

El Papa Francisco (2015), en su Bula para el Jubileo de la Misericordia,


presenta de manera magistral el sentido de la Misericordia en Cristo.

“Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. El misterio


de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra.
Ella se ha vuelto viva, visible y ha alcanzado su culmen en
Jesús de Nazaret. El Padre, «rico en misericordia», después de
haber revelado su nombre a Moisés como «Dios compasivo y
misericordioso, lento a la ira, y pródigo en amor y fidelidad»,
no ha cesado de dar a conocer en varios modos y en tantos
momentos de la historia su naturaleza divina. En la «plenitud
del tiempo», cuando todo estaba dispuesto según su plan de
salvación, Él envió a su Hijo nacido de la Virgen María para
revelarnos de manera definitiva su amor. Quien lo ve a Él ve al
Padre. Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con
toda su persona revela la Misericordia de Dios” (n.1).

Todas las perfecciones de Dios “se hacen


visibles en Cristo y por Cristo, a través
de sus acciones y palabras y, finalmente,
mediante su muerte en la cruz y su
resurrección” (Dives in Misericordia, 1980 n2).

El Hijo de Dios que, en Su Misericordia


más grande, Se ofrece para liberarnos,
nace para Ser el Salvador. Es la figura más
real y elocuente de lo que significa Amor
Misericordioso.

183
A pesar de este luminoso ejemplo ¿cuánto ha aprendido el hombre moderno
de esa lección de vida?

12.2. ¿DÓNDE ESTÁ TU HERMANO?


El Papa Francisco se ha mostrado durante su pontificado, como una persona
muy sensible al sufrimiento del pobre. Conmovido por las tragedias
ocurridas entre ciudadanos africanos que querían alcanzar las costas
de Europa para empezar una nueva vida, fue a la isla de Lampedusa en
Italia, porque muchas tragedias de inmigrantes han ocurrido en sus aguas,
convirtiendo su fondo anónimo en el cementerio de miles y miles.

Para denunciar la actitud inmisericorde de lo que llama la “globalización


de la indiferencia”, y ayudar a tomar conciencia de lo que aún se puede
hacer, visitó la isla el 8 de julio de 2013, pronunciando un discurso que vale
la pena conocer con cierta extensión, porque seguramente es uno de los
“gritos” más agudos contra el enfriamiento de los corazones.
“Esta mañana, a la luz de la Palabra de Dios que hemos
escuchado, quisiera proponer algunas palabras que más que
nada remuevan la conciencia de todos, nos hagan reflexionar y
cambiar concretamente algunas actitudes.
“Adán, ¿dónde estás?”: es la primera pregunta que Dios
dirige al hombre después del pecado. “¿Dónde estás, Adán?”.
Y Adán es un hombre desorientado que ha perdido su puesto
en la creación porque piensa que será poderoso, que podrá
dominar todo, que será Dios. Y la armonía se rompe, el hombre
se equivoca, y esto se repite también en la relación con el
otro, que no es ya un hermano al que amar, sino simplemente
alguien que molesta en mi vida, en mi bienestar. Y Dios hace
la segunda pregunta: “Caín, ¿dónde está tu hermano?”.  El
sueño de ser poderoso, de ser grande como Dios, en definitiva,
de ser Dios, lleva a una cadena de errores que es cadena de
muerte, ¡lleva a derramar la sangre del hermano!
Estas dos preguntas de Dios resuenan también hoy, con
toda su fuerza. Tantos de nosotros, me incluyo también yo,
estamos desorientados, no estamos ya atentos al mundo en que
vivimos, no nos preocupamos, no protegemos lo que Dios ha
creado para todos y no somos capaces siquiera de cuidarnos
los unos a los otros. Y cuando esta desorientación alcanza

184
dimensiones mundiales, se llega a tragedias como esta a la que
hemos asistido.
“¿Dónde está tu hermano?”, la voz de su sangre grita hasta
mí, dice Dios. Esta no es una pregunta dirigida a otros, es una
pregunta dirigida a mí, a ti, a cada uno de nosotros… La cultura
del bienestar, que nos lleva a pensar en nosotros mismos, nos
hace insensibles al grito de los otros, nos hace vivir en pompas
de jabón, que son bonitas, pero no son nada, son la ilusión de
lo fútil, de lo provisional, que lleva a la indiferencia hacia los
otros, o mejor, lleva a la globalización de la indiferencia. En
este mundo de la globalización hemos caído en la globalización
de la indiferencia. ¡Nos hemos acostumbrado al sufrimiento
del otro, no tiene que ver con nosotros, no nos importa, no
nos concierne!... Somos una sociedad que ha olvidado la
experiencia de llorar, de “sufrir con”: ¡la globalización de la
indiferencia nos ha quitado la capacidad de llorar!... Pidamos
al Señor que quite lo que haya quedado de Herodes en nuestro
corazón; pidamos al Señor la gracia de llorar por nuestra
indiferencia, de llorar por la crueldad que hay en el mundo,
en nosotros, también en aquellos que en el anonimato toman
decisiones socio-económicas que hacen posibles dramas
como éste. “¿Quién ha llorado?”. ¿Quién ha llorado hoy en el
mundo? (Homilía, Lampedusa, 2013).

Esta experiencia ha marcado su corazón, por eso, también en la Bula ya


mencionada insistirá lapidariamente:

“La mentalidad contemporánea, quizás en mayor medida


que la del hombre del pasado, parece oponerse al Dios de la
misericordia y tiende además a orillar de la vida y arrancar
del corazón humano la idea misma de la misericordia” (2015,
n.11).

12.3. JESÚS: SU NOMBRE ES MISERICORDIA


Si algo tiene que fascinar al cristiano es la convicción de que el Fundador
de nuestra Iglesia, Jesús, el Hijo Vivo de Dios Vivo, es la Encarnación
de la Misericordia. No vino a hablar de “ojo por ojo” ni “diente por
diente”, vino a amar, a servir, a sanar, a perdonar. Con Su Vida, Muerte y
Resurrección ¿no puso en evidencia que en Él se compendia todo el sentido
de la Misericordia?

185
Son múltiples las modalidades para introducir su actitud ante la misma,
pero nos parece magistral recordar la brillante frase que pronunció en su
famoso discurso del Monte: “Bienaventurados los misericordiosos porque
ellos alcanzarán Misericordia” (Mt5,7).

Millones de personas a lo largo de los siglos, incluso no creyentes, han


quedado conmovidos ante la Parábola del Hijo pródigo (Lc15,11-32), un
realismo que puede tocar las puertas de cualquier familia en cualquier
momento y en cualquier lugar del mundo. También ante el ejemplo del
“buen Samaritano” (Lc10,30-37), una parábola donde la compasión se
muestra con deslumbrantes letras y a la que todos estamos invitados. Cristo
es la Misericordia porque es el “Buen Pastor” que da Su Vida por sus ovejas
(cf. Jn10,11). Manso y humilde, ofrece Su Corazón para aliviar al atribulado
(cf. Mt11,28). Él la vive, y también nos muestra la del Padre:

“Sean misericordiosos como su Padre es Misericordioso”


(Lc6,36).

Jesús propone un estilo de vida que es todo un desafío. Mientras el


individualismo y el egoísmo avanzan ubérrimos, Él pide misericordia,
perdón, bondad, servicio: “den y se les dará” (Lc6,38).

Nos parece muy enriquecedor detenernos en un detalle de cómo la


Misericordia de Jesús llega a las personas. El Evangelista Juan escribe en el
versículo primero del capítulo nueve esta frase descriptiva: “Vio, al pasar
un ciego de nacimiento”.

Cuando se sirve de las tres palabras: “vio, al pasar”, no explica que fue a
una reunión a instruir y a sanar enfermos; tampoco menciona que alguien
se hubiera acercado a pedirle ayuda. Simplemente caminaba con los suyos,
pero su corazón atento “despierto a la necesidad de los otros” dirigió su
mirada hacia un necesitado, hacia un ciego a quien curó.

Este es el detalle fino de un Señor que no espera que lo llamen, que le


soliciten. Él observa, reconoce una necesidad, porque está atento. Es el
sentimiento de empatía, solidaridad y compasión más pleno: “siente con
el otro y actúa en su favor de manera efectiva”. No basta la intención,
tampoco es suficiente reconocer únicamente las necesidades del otro. La
percepción de la penuria ajena se eleva con un compromiso que conduce a
una consecuencia efectiva.

186
Jesús se encarnó, murió y resucitó para salvar lo que habíamos perdido
y seguimos perdiendo. Él percibe nuestras falencias y se detiene. Todos
los Evangelios nos muestran su compromiso con nuestras miserias y su
afán misericordioso de ofrecernos propuestas de reivindicación. Y hoy,
2000 años después de la fundación de Su Iglesia, de nuestra Iglesia, hace
lo mismo, por eso busca personas que le escuchen y transmitan lo que
desea decir a sus hijos de estos tiempos. Su Misericordia es siempre actual
“porque es la esencia de toda la historia de la Salvación” (Fernández-Carvajal,
2003, p.648).

12.4. JESÚS: EN TI CONFÍO


Se detuvo en la religiosa Faustina Kowalska para bendecir a los hijos
de los siglos XX y XXI con una invitación a acercarse a la Fuente de la
Misericordia con toda confianza, con frases conmovedoras:

“Que los más grandes pecadores pongan su confianza


en Mi misericordia. Ellos más que nadie, tienen
derecho a confiar en el abismo de Mi misericordia.
Hija Mía, escribe sobre Mi misericordia para las
almas afligidas.
Me deleitan las almas que recurren a Mi
misericordia. A estas almas les concedo gracias por
encima de lo que piden. No puedo castigar aún al
pecador más grande si él suplica Mi compasión, sino
que lo justifico en Mi insondable e impenetrable
misericordia.
Escribe: Antes de venir como juez justo abro de par
en par la puerta de Mi misericordia. Quien no quiere
pasar por la puerta de Mi misericordia, tiene que
pasar por la puerta de Mi justicia...” (Diario, n.1146).
“De todas Mis llagas, como de arroyos, fluye la Misericordia para las almas, pero
la herida de Mi Corazón es la Fuente de la Misericordia sin límites, de esta fuente
brotan todas las gracias para las almas. Me queman las llamas de Compasión,
deseo derramarlas sobre las almas de los hombres. Habla al mundo entero de Mi
Misericordia” (Diario, n.1190).
“Secretaria Mía, escribe que soy más generoso para los pecadores que para los
justos. Por ellos he bajado a la Tierra…. Por ellos he derramado Mi Sangre; que
no tengan miedo de acercase a Mí, son los que más necesitan Mi Misericordia”
(Diario, n.1275).

187
12.5. UNA MILÉSIMA DE SEGUNDO
Y, ¿qué nos dice hoy?

Como ayer, hoy y mañana, tendrá siempre las manos extendidas para
ofrecernos aquel que perdona y ama. No le importa ya la ofensa, le preocupa
más la necesidad del “pobre pecador”; aprecia la humildad con la que nos
inclinamos suplicando Su Misericordia. Dios está atento para conducir
su rebaño hacia Su Padre, pues el tiempo es propicio para el perdón y la
misericordia (cf. 16.9.10). Los fieles piden misericordia a DIOS para que éste
tenga piedad por sus pecados y desobediencias. Al pedir misericordia, se
está pidiendo consideración, amabilidad y perdón. Conmueven las palabras
que David expresa desde lo más íntimo de su corazón: “Ten compasión de
mí, oh Dios, conforme a tu gran amor; conforme a tu inmensa bondad,borra
mi culpa.Lávame de toda mi maldad y límpiame de mi pecado” (Sal51,1-2).

La Misericordia nos espera. No solicita un gran discurso atribulado, sólo


una actitud humilde de hijo arrepentido, que se acerca, con confianza, a la
Fuente de la Misericordia.

“La Tierra está en calma por un momento, la


Misericordia está presente; llámenme porque aquí
está el término de gran parte de la Tierra; acudan
a la Misericordia, la gran hora de la Misericordia.
Con una milésima de segundo sería suficiente
para su entrega, tantos años en el mal, en el
desamor, tantos años perdidos: ¡Arrepiéntanse
en este segundísimo de segundo de todos sus
pecados!” (11.4.10).

Es un pequeño paso que, ante la Misericordia de Dios, avanza de manera


inconmensurable. Basta de pecado, toma tu lugar de hijo de Dios, recuerda
los dones de tu bautismo, busca la santidad, y recuerda tu destino eterno.

“Viene el día de la gran liberación. Viene el día de la perfección.


Viene el día de la Misericordia celestial. Viene el día para esta
humanidad en que los rostros de todos Mis hijos, llenos de luz
estarán dando alabanza plena a su Dios” (16.10.11).

Pero la Misericordia no es estática, comporta frutos: Limpia asperezas,


impulsa a la bondad, alimenta la capacidad de amar y de sentir, animando
la búsqueda de la Luz para volver a vivir en ella. “Creándose así el nuevo

188
mundo que llegará cargado de bellezas, de todo lo nuevo dado por Dios,
llevando a los confines del universo el poder de su Amor, saciando los
deseos de este mundo, que elegirá el bien dándole el “sí” a su Dios, Padre
Eterno de toda la humanidad, que para todos tiene Amor y comprensión. Su
Sello santo es la Misericordia producto de su Amor” (14.5.11).

Este nuevo soplo, no parece lejano. Los textos hablan de un tiempo marcado
para este cambio en el que el humano volverá a fijar su mirada en Dios
como principio y fin de su existencia.

“Emergeré del Cielo a traer la piedad y la Misericordia a mis


hijos amados, aquellos que fervorosamente y valientemente
me llaman Padre. Traeré la Luz a las naciones, a través de todos
aquellos que operan en Mi Nombre. Saciaré de Amor a todos los
elegidos para reanimar a estos hijos míos, llevando Mi Palabra
y mis bendiciones. Sumaré esfuerzo entre las naciones para
que den a conocer Mis deseos, que como reflejo Mío caminen
por el mundo, a llevar Mi Palabra de progreso espiritual.
Progreso que alumbrará las almas de los más necesitados de
enterarse de la salvación de este mundo; mundo que llevo en
mis manos que inscrito está en Mi Corazón, para sacarlo a
albergar en una nueva Jerusalén. Marcado el tiempo está de
renovar la Tierra y volverla esplendor. Sujetaré sus corazones
a Mi Corazón para volverlos así eco de Mi Voz, solsticio de
Mi Amor, y puedan llegar a aquellos que perdiéndose están.
Sacarlos he dicho de los escombros de la maldad, y así puedan
habitar en el nuevo despertar. Entregados fueron al Corazón
santo y precioso del Redentor, para que, bajo su custodia, a Mí
pudieran llegar” (2.8.12).

En los Mensajes a Patricia no se encuentra únicamente una pedagogía


que invita a rescatar la intimidad del Espíritu en nuestras vidas. También
se reconoce la “definición” de términos que enuncian “un límite” para el
cumplimiento de esas promesas de amor y cambio: “Marcado el tiempo
está de renovar la Tierra y volverla esplendor” (2.8.12). “La Tierra será
pura, santa, preciosa, a los ojos de Aquel que formándola está como Padre
amoroso del total Amor” (8.11.12).

Es el proyecto divino que quiere ver recorrer a Sus hijos la senda del
Camino por Él trazado en Amor y Bien, pues, en la actualidad la sociedad
moderna, en su mayor parte, tiene sus caminos propios y la mayor parte,

189
lejos de Dios. La Misericordia, solicita también cambios, la oscuridad no
puede imponerse sobre la Luz.

Este Mensaje nos revela cómo Dios ve la conducta de ciertos hijos,


expresa su preocupación por situaciones futuras y preanuncia algunos
acontecimientos:

“Columnas derribadas mi pequeña, naciones empecinadas en


actuar contra la Voluntad de Dios, opacan los ojos de aquellos
que les piden clemencia. Sucumbirá el hombre en su deseo de
hacer el mal, y a muchos pequeños destruirá. Misericordia,
pedir misericordia, rogar por aquellas almas que perdiéndose
están. Luto tras luto vivirán, nación contra nación, hermano
contra hermano, al dolor los llevarán. Abran sus ojos y observen
la Verdad, que el holocausto todavía se puede detener. Pidan
Misericordia por esta humanidad, que en el redil de lo injusto
desea caminar. Detengan sus pasos, conviértanse al Amor que
es lo único que sus vidas limpiará. Detengan sus pasos de
destrucción, que el hombre formado fue para amar. Sean justos
y ennoblezcan el suave susurro que escuchando están. Sean
justos y sométanse al bien; observen aquello que se les otorgó
como camino bendito y acción suprema de Verdad” (14.3.14).

No parecemos conscientes del modo que hemos empleado para cuidar


el mundo encomendado por Dios. Las guerras, genocidios, abortos,
divorcios, idolatrías, culto al placer, entre otros, no son suficientes para
tomar conciencia de nuestros errores. Es conmovedor el contenido de este
Mensaje que, a pesar de su dramatismo, nos invita a pedir Misericordia:

Se ha estremecido el mundo ante el dolor causado. Ha llorado


el Cielo este dolor. Angustia y resequedad de corazones, que
no han comprendido la verdad de amar a su prójimo como
a sí mismo. Lamento tras lamento muchos vivirán. Nación
tras nación a la agonía caerá. Despierten del letargo al que se
les sometió. Horrores que descritos no pueden ser. La dureza
de corazones azotando una vez más a Dios. Plegaria de los
justos abran su corazón, no desistan por un mundo pedir la
salvación. Campanas que enlutando un mundo están. Piedad
y Misericordia, hoy debéis pedir. Piedad y Misericordia, cada
momento debéis rogar. La Vara de justicia abriendo camino
está” (9.9.14).

190
Porque cuesta tomar conciencia, se anuncia una iluminación de conciencias,
como la Santa Madre, ya lo anunció también en Garabandal (1961-1965).

Estos temas son serios y merecen toda nuestra atención. Las palabras
llegan del Cielo para instruirnos y prepararnos, mas no se comprenden
exclusivamente con la razón neural, necesitan la luz de la ciencia espiritual,
de la oración, de la meditación, y ojalá, de rodillas.
“La iluminación de conciencias será alumbrada por la
Misericordia de Dios, del Justo Bendito. La antorcha de la
Luz iluminará el camino de los justos. Los rectos cantarán la
alabanza eterna al Creador” (3.12.15).

El mundo entero vivirá esta experiencia y los Apóstoles de los Nuevos


Tiempos deben ayudar a prepararse en esa toma de conciencia. La
instrucción es tácita:
“Tendrán luz porque Yo os he dado Mi Luz. Tendrán Mi Luz,
porque Yo Soy la luz de la Misericordia, que alumbrará su
camino para llevarlos a aquellos, a los que llevarán Mi Amor.
Vayan y lleven Mi Palabra a los que sedientos del amor están.
Vayan prontos y fieles, que Mi Amor inundándolos está, para
así en el remanso de los días, su único afán sea obrar por la
Misericordia misma. Inunden el mundo de Mi Amor, que mis
pequeños, el Cáliz de Mi Amor ofreciéndose está para cada
uno de vosotros, Cáliz que brilló con fuego y agua, latido de
Mi Corazón, para así albergar en todos los corazones, que sus
ojos volteen a Mí. Soy un inmenso rocío de agua y fuego, que
sobre todos ustedes desea entrar, para así su camino inundar
con los frutos benditos de Mi Misericordia en su máxima
expresión, que es el Cáliz de Mi Amor” (2.4.16).
“En el tiempo previo a la angustia, será develado ante mis
creaturas las acciones que realizadas fueron por cada una de
ellas en el transcurso de su vida. Como un velo que se aleja
de la vista y esclarece como en un tiempo presente, verán el
resumen de todo aquello que han vivido, pues dentro de sus
mismas pupilas colocaré Mis pupilas, viendo así claramente la
verdad de sus acciones y lo que por ellas se ocasionó” (13.819).

Las instrucciones finales, reconociendo el contexto real nos inunda de


Esperanza:

191
“Un mundo que camina en la angustia, necesita tener esperanza.
Un mundo que está en lo incierto, necesita tener certidumbre.
Un mundo que está perdido, necesita encontrar el camino.
Un mundo que ha perdido la brújula, necesita encontrar el sendero
que lo guíe hacia el único camino.
Un mundo que está de caída, necesita la mano de Dios para
levantarlo.
Un mundo que camina en el error y la mentira, necesita escuchar
la Verdad que sostiene.
Un mundo que vive en el pecado, necesita retomar los Preceptos
Benditos que dirigirán su vida.
Un mundo que vive sin su Dios no puede tener vida, pues el vacío
que en él habita lo lleva por sendas de dolor; dolor que sanado
solo puede ser por la Misericordia Bendita” (5.12.19).

192
CAPÍTULO

13
EL ESPÍRITU SANTO
Y LA SANTÍSIMA TRINIDAD

E
l Evangelio de Marcos nos conduce a un Acontecimiento
extraordinario que nos permite abrir este capítulo.
Juan Bautista, la Voz que clama en el desierto y gran precursor del
Mesías, a orillas del Jordán, bautiza a Jesús.
“En cuanto salió del agua, vio que los cielos se rasgaban y
que el Espíritu, en forma de paloma bajaba sobre él. Entonces
se oyó una voz que venía de los cielos: ‘Tú eres mi hijo amado,
en ti me complazco’” (Mc1,10-11).

En esa luminosa jornada, el Universo tuvo que lucir sus mejores galas.
Durante el bautismo de Jesús el mundo brilla y respira la plenitud de la
trascendencia porque acoge la “Epifanía de la Santísima Trinidad”.
Jesús, Hijo purísimo de Dios, no tiene razón personal para bautizarse, pero
quiere mostrar el Camino de la filiación y asumir también, sobre sí mismo,
todas las culpas y pecados de la humanidad para redimirla.
La escena la imaginamos majestuosa,
la historia se escribe con las letras
doradas de Su Humanidad Redentora.
En la Cita se hace presente el Padre,
Quien, solemnemente, reconoce
al Hijo y lo confirma en Su labor
mesiánica. Irrumpe majestuosamente
el Espíritu Santo en forma de Paloma
y baja sobre Él. Es el Ungido, el que
vino a enseñar, a sanar, a liberar. Y
desde Él, el Espíritu Santo, ungirá a El Bautismo de Cristo s. XVII A. Turchi
la humanidad toda. Museo del Prado - Madrid

193
Aquí se revela la Santísima Trinidad, presentando Su Misterio alrededor
de Cristo, indicando que el Tiempo de los Tiempos ha llegado y la Misión
redentora de Cristo llegará a toda aquella persona de buena voluntad que
quiera acogerla.

Juan Pablo II (2000), en una memorable Catequesis, recordando a San


Paulino de Nola (354-431), cita unos significativos versos que definen la
extensión de esta apoteosis Trinitaria:
“De esta fuente, generadora de las almas necesitadas de
salvación, brota un río vivo de luz divina. El Espíritu Santo
desciende del cielo a este río y une sus aguas sagradas con el
manantial celeste, la fuente se impregna de Dios y engendra
mediante una Semilla eterna un linaje santo con sus aguas
fecundas”.

Fray Alejandro Ferreirós (2013), interpreta también este momento con los
siguientes conceptos:

“Un Padre que todo lo contiene, del que surge el Amor, la luz, la Vida, al
que todo se dirige sin medida: creador, poderoso y providente.
Un Hijo que su rostro fiel refleja, impronta de su ser y su sustancia,
resplandor de su gloria y de su gracia, Amor vuelto obediencia que se
entrega.
Un Espíritu de ambos espirado, Amor vivificante que te donas, torrente
de ambos que enamoras, fuego que me mantiene ilusionado” …
Trinidad Santa de Amor en que vivimos, peregrinos del Amor tus
siervos somos, adoradores de Verdad sin ver tu rostro en ti creemos, nos
movemos y existimos”.

13.1. DIOS: UNO Y TRINO


La “Unidad” en las “Tres Personas” la recuerda el cristiano cuando se
bautiza: “En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28,19).
Es un solo Nombre que se menciona refiriéndose a las Tres Personas. Pues
hablamos de un solo Dios, Padre todopoderoso, de Su único Hijo, y del
Espíritu Santo: La Santísima Trinidad (cf. CIC233).

Hablamos y creemos en la Trinidad Santa, la aceptamos por Fe, pero es un


Misterio, y es “es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el
misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios

194
de la fe; es la luz que los ilumina. Es la
enseñanza más fundamental y esencial en
la “jerarquía de las verdades de fe” (CIC
n.234).

Es Jesús que de manera directa nos habla


del Padre: “Todo me ha sido entregado por
mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino
el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie
sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo
quiera revelar” (Mt1,27).
Aquí reconocemos la relación del Padre y
el Hijo en toda su intimidad. Luego Jesús
anuncia que enviará otro Paráclito, el
Espíritu Santo, para que permanezca en
medio de nosotros. Es el Espíritu de la
Verdad (cf. Jn14,16-17). “Él les enseñará Santísima Trinidad
Corrado Giaquinto ca.1754
todo y les recordará todo lo que yo les he Museo Del Prado
dicho” (Jn14,26). Luego dirá Jesús: “Pero
yo les digo la verdad: Les conviene que yo me vaya; porque si no me voy,
no vendrá a ustedes el Paráclito; pero si me voy, lo enviaré” (Jn16,7). La
Segunda Persona dirá en la Cruz: “Todo está cumplido. E inclinando la
cabeza entregó el Espíritu” (Jn19,30), abriendo la vía para la Venida del
Espíritu Santo que del Padre enviaría” (cf. Jn15,26). Este es el Rostro de la
Santísima Trinidad en plenitud.
En otras palabras, nuestro Catecismo nos instruye al respecto en estos
términos: “El origen eterno del Espíritu se revela en su misión temporal. El
Espíritu Santo es enviado a los Apóstoles y a la Iglesia tanto por el Padre
en nombre del Hijo, como por el Hijo en persona, una vez que vuelve junto
al Padre (cf. Jn14,26; 15,26; 16,14). El envío de la persona del Espíritu tras la
glorificación de Jesús (cf. Jn 7,39), revela en plenitud el misterio de la Santa
Trinidad” (CIC n.44).

13.2. LA LUZ DEL ESPÍRITU SANTO


Nuestro Catecismo nos enseña que todo conocimiento de fe, no es posible
sin la intervención del Espíritu Santo. Por eso adquiere sentido profundo
la expresión paulina cuando pone de manifiesto: “Nadie puede decir ni
siquiera ‘¡Jesús es el Señor! Sin ayuda del Espíritu Santo’ ” (1Co12,3).
195
Para entrar en contacto con Cristo y aproximarnos a la comprensión de La
Palabra y de la Historia de la Salvación es menester haber sido atraído por
el Espíritu Santo (cf.CIC n.683). “Gloria darán al Padre, Gloria darán al Hijo,
al recibir al Espíritu Santo que llegará a su corazón” (9.4.12).

Comprendemos la importancia de la Tercera Persona de la Santísima


Trinidad en este recorrido porque el mismo Jesús dijo: “… el Paráclito, el
Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todo y les
recordará todo lo que yo les he dicho” (Jn14,26).

Es con Su Luz que podremos sumergirnos en los entresijos de su Misterio.


Lo describe con elocuencia Santa Catalina de Siena (1583):
“Tú, Trinidad eterna, eres como un mar profundo, en el que
cuanto más busco más encuentro, y cuanto más encuentro
más te busco. Tú sacias el alma de una manera en cierto
modo insaciable, ya que siempre queda con hambre y apetito,
deseando con avidez que tu luz nos haga ver la luz, que eres
tú misma” (cap.167).

Es por la Luz del Espíritu Santo que nuestra inteligencia comprende y en


fe se acepta como creada a imagen y semejanza (cf. Gn1,26-27). En igual
forma, por la misma “inspiración” estamos en grado de reconocer al Padre
y desplegar su voluntad para amarlo y servirlo. “Dios ha enviado a nuestros
corazones el Espíritu de su Hijo que clama ¡Abbá, Padre!” (Ga 4,6).

Nuestro Catecismo cita a San Irineo para explicar que “sin el Espíritu no es
posible ver al Hijo de Dios, y, sin el Hijo, nadie puede acercarse al Padre,
porque el conocimiento del Padre es el Hijo, y el conocimiento del Hijo de
Dios se logra por el Espíritu Santo” (CIC. N.683).

San Juan Pablo II (1986) nos recuerda que nuestra Iglesia “proclama desde
el principio su fe en el Espíritu Santo, como Aquel que es dador de vida,
Aquel en el que el inescrutable Dios uno y trino se comunica a los hombres,
constituyendo en ellos la fuente de vida eterna” (n.1).

“He aquí amados míos, el por qué son esencia celeste los
dones que Él da, y sí, el Espíritu Santo habita en todo lo
creado, como esencia Divina hacia lo creado, como esencia
Divina salida de lo creado, inundando así toda partícula del
ser. Así cada pétalo de flor que reciban, cada canto de ave que
escuchen, toda imaginación que los lleve hacia el bien y los

196
incite a realizar obras de piedad, obras de misericordia, vienen
de Él. Así al entregar vuestra vida, vuestros pensamientos,
vuestras acciones, todo su “sí”, están siendo albergados dentro
del mismo Espíritu, que trascenderá a través de vosotros,
como trasciende a través de lo creado, volviéndose uno con
Él. “Padre que todos sean uno, como nosotros somos uno, en
el Espíritu de Amor y Verdad”. Que en la sutileza de todo lo
creado, logréis ver la inmensidad del Amor. Amor que fluye
hacia todo y hacia todos, del Padre y del Hijo, a través del Santo
Espíritu. Amor que, en la promesa dada, todo lo santificará
haciéndolo nuevo, como en el principio hecho fue” (4.6.19).

Sin esa Luz espiritual no entenderíamos la Encarnación de Jesús, el Hijo de


Dios, en una Mujer Virgen. Tampoco comprenderíamos Sus Milagros y el
mayor de todos: Su Resurrección, realidad también prometida para todos
nosotros.
Para captar la Voz, para escucharla y comprenderla, es primordial la Unción
que viene del mismo Espíritu Santo. Él se revela y presenta cuando el alma
le es fiel y busca, cien por ciento, no menos, la Gloria del Padre y el bien de
la humanidad. Cuando el Espíritu Santo confirma esta disposición concede
la “afinidad espiritual”, por la cual el creyente aprende a “sintonizar”
sus formas de conocimiento con aquello que el Espíritu Santo le inspira.
Ha sido Su “soplo” que ha permitido encontrarnos en estas páginas. “…
el conocimiento dado por el Santo Espíritu, es halo bendito de Luz que
trasciende todos los sentidos” (4.6.19).

13.3. EL ESPÍRITU SANTO ES UNA PERSONA


Si calificamos a alguien como persona,
estaremos en grado de reconocer en ella a
un individuo “consciente y racional, capaz
de conocer, sentir, expresarse, interactuar,
condiciones que le permiten responder
con criterio propio y autoconsciencia
a una serie de estímulos endógenos y
exógenos” (Castañón Gómez, 2018, p.177).
Juan Pablo II (1986) eleva la condición

Fuente: Cita en el Jordán


Castañón Gómez, R., 2018

197
de persona, a aquella que es espiritual, porque ha sido creada a “imagen y
semejanza de Dios (Gn1,26-27).

En el estudio de nuestra Doctrina hemos visto cómo el Espíritu Santo puede


servirse de algunas formas de expresión como la paloma, el viento, el fuego,
la columna de humo, un ruido fuerte, etc., son simbolismos expresivos, pero
eso no significa que el Espíritu Santo sea impersonal.

El Espíritu Santo es una Persona, y es Cristo Quien la revela, presenta y


envía de junto al Padre, y siendo Su naturaleza Divina, “recibe la misma
Adoración que el Padre y el Hijo” (CIC n.263).

Cuando Jesús habla del Espíritu Santo se sirve del pronombre personal
“El”:

- Nos habla de “El Espíritu de la Verdad” (Jn14,17).


Luego lo presenta en perspectiva:
- “Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi
nombre” (Jn14,26).
- “Cuando venga el Paráclito… Él dará testimonio de mí” (Jn15,26).
- “Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y lo anunciará a
ustedes” (Jn16,14).

El Espíritu Santo, como Persona, tiene un lugar en la Trinidad. Como


ya vimos anteriormente, somos bautizados tal como Mateo enseña: “En
el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Una nítida y exacta
referencia al Dios Trino.

Se destaca también la “Dignidad y respeto” que se reconoce en el Espíritu


Santo cuando Pablo nos advierte de “no contristar al Espíritu Santo”
(Ef.4,30) y tampoco “mentirle” (Hch5,3).

Lo reconocemos vivo y dinámico en las primeras frases de nuestro texto


Sagrado cuando leemos: “Y el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas”
(Gn1,2). También podemos reconocer que: El Espíritu “da vida” (Jn6,63);
“guía” (Rm,8,14); “enseña” (Jn14,26); pronostica” (Jn16,13); tiene “Voluntad”
(1Co12,11); Es Omnisciente (1Co2,10-11), entre otros.

Nuestra Iglesia nos enseña de manera elocuente que “El Espíritu Santo es
una de las personas de la Santísima Trinidad, consubstancial al Padre y al

198
Hijo, “que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria”
(CICn.685).

Aunque entramos al Gran Misterio Trinitario, como hijos de Dios estamos


invitados a acercarnos más y más para reducir las distancias. Por eso Dios
se reveló a los profetas y en su plenitud lo hizo enviando a Su propio Hijo. Y
hoy, por medio de Patricia nos expresa su deseo de unir nuestros corazones
a la Trinidad Santa:

“Excelso y bendecido día, en el que todo hijo de Dios entra


en la inmensidad del Amor, dado en toda su magnificencia a
través de su Dios en las tres personas, Padre, Hijo y Espíritu
Santo; entonando un canto de Amor, en el llamado al retorno
a la santidad eterna, a la santidad perpetua, santidad a la que
se les ha llamado, como culmen bendito de todos los tiempos.
Sean uno en el Corazón inflamante de la Santísima Trinidad”
(27.5.18).

13.4. MARÍA Y LA DEVOCIÓN A LA SANTÍSIMA


TRINIDAD
Patricia recibe una instrucción del Cielo con una intención muy precisa:
“He de infundir Mi Espíritu en tus hermanos
que ya moran en Mi Corazón,
y así en estos Tiempos Nuevos surja
su devoción a la Santísima Trinidad” (5.5.13).
Y para tan Alta y Noble Tarea, señala una Puerta preciosa que se abrirá
Camino hacia la Santísima Trinidad: “El Inmaculado Corazón de María”
(5.5.13). ¿Puede haber Alguien mejor que la Única distinguida con los
siguientes Atributos?

- Hija dilecta de Dios,


- Esposa del Espíritu Santo,
- Madre de Dios,
- Madre de la Eucaristía,
- Madre de la Iglesia,
- Madre de toda la humanidad,
- La llena de Gracia.

199
Caminemos convencidos que este Amor materno y a Luz que acompaña a
la Madre de la Iglesia iluminará cada uno de nuestros pasos: “Florecerán
sus corazones, para en los nuevos tiempos habitar. Van bajo el regazo de la
Santísima Trinidad, de la mano de Aquella que a la serpiente pisará, Madre
de esta Tierra y del Hijo de Dios” (19.3.14).

El Cielo nos trae palabras más profundas sobre María, fina esencial del
Amor y siempre Llena de Gracia:

“En María se albergan todos los dones como esencia del


verdadero Amor; Ella como tierra fértil os lleva a recibir la
gracia del verdadero Amor. En María anida así el Amor en su
totalidad, sin mancha e irradiando a través de Ella, la misma
Luz Celestial que a todos vosotros debe llegar. Sí, María
cúmulo de gracias y virtudes, como ejemplo de la nueva Eva,
volviéndose así corredentora en la obra de salvación, pues la
dulzura que emana de Ella, realmente viene de lo Celestial.
Al abrir vuestro corazón y ofrecerle vuestra mano para ser
guiados, hay un solo rumbo al que los llevará, al Corazón
ardiente de la Trinidad Bendita” (4.6.19).

13.5. CONSAGRACIÓN A LA DIVINA TRINIDAD


Las Palabras recibidas por Patricia y que citamos al principio de este
Capítulo nos orientan hacia la Devoción que merece la Trinidad Santa.
Pero no podemos amar a Quien no conocemos. Por eso es menester tomar
en cuenta la importancia de fijar nuestra mirada en la Persona de Cristo,
porque es por medio de Él que todo proyecto divino se hace realidad.

“Ofrezcan a su Señor su conversión de manera total, de


manera especial, de manera única. Reconózcanlo como el
Todopoderoso. Reconózcanlo como el Verdadero Amor.
Reconózcanlo como su Salvador. Reconózcanlo como su Rey,
y así lleguen a la sencillez. En grandeza, en el Amor pleno de
Él, que por amarlos su vida dio. Cambió la vida, cambió al
mundo, otorgando lo más valioso que alguien puede dar, su
Amor. Esto es ayer, es hoy y será siempre para la Gloria del
Padre. Por eso, hoy realicen su entrega, Consagrándose a la
Divina Trinidad, porque los tiempos, los tiempos que vienen,
solo así los podrán vivir” (22.4.10).

200
“Ofrézcanse al Padre, ofrézcanse al Hijo, ofrézcanse al Espíritu
Santo, que los guiará. Dádivas les han sido dadas y otras tantas
serán otorgadas, en esta entrega, en esta bendición” (19.11.10).

Como Madre y Maestra, María acompaña el camino de cada uno de Sus


hijos.

“Sólo aquellos que vayan de la mano de María, podrán continuar este


camino en la libertad que les da su Amor, su dulzura, su piedad. Sólo Ella
los podrá guiar en los tiempos tan difíciles que vendrán, consagrados deben
estar. La Consagración se debe ofrecer a todo aquel que en su rumbo esté.
Es una gracia de Dios que hoy pueden recibir. Dolor, dolor muy grande
ha de venir, y vuestra Santísima Madre desea conducir a todos sus hijos
que acepten su cuidado y protección. Dolor, dolor, mucho dolor en estos
tiempos grises, que se han de comenzar” (30.6.10).

“Recorre el camino perfecto del Amor de Dios, sirviéndole con prontitud


y realizando así su Divina y Santa Voluntad, que prodigio santo y precioso
has de recibir. Cielo abierto obtendrás para recibir las cosas de Dios, y la
que tanto te ama la Madre del Salvador, tu Santa Madre, te hablará con el
Corazón” (9.11.11). “Pidan a todo aquel que encuentren, que se consagre a
la Santísima Trinidad y a mi Corazón Inmaculado” (10.12.11).

Por la consagración confiamos todo


nuestro Ser a la Trinidad Santa, pero
no como una iniciativa meramente
intelectual o emocional, sino como
una entrega sin reservas y plena. Esto
supone que, cuando nos consagramos,
“erigimos un templo en nuestros
corazones ese día. Así, desde esa sede,
se prolonga la consagración día a día”
(cf.12.1.12).

La Consagración supone un
intercambio rico y extraordinario:
“Nosotros ofrecemos nuestro simple y
pobre corazón. La Trinidad Santa, por Vergine come preghiera Giovanni B.
Su parte, nos refugia en los Corazones Salvi da Sassoferrato s.XVII National
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” Gallery - Londres

201
a través de María, en cuyo Corazón, como consagrados, ya habitamos. El
“Inmaculado Corazón de María es el refugio perfecto para toda alma que
va en busca de Dios, Uno y Trino”.
La Consagración lleva a una reciprocidad inimaginable, pues el “pobre”
que da poco y limitado, recibe del “Rico” de manera abundante e
ilimitada. Dios goza de nuestra entrega hecha con amor. Al decirle “sí”
modificamos nuestra vida que se eleva en mayores niveles de trascendencia
y perfeccionamiento, pues caminamos de Su Mano que nos guía a un nuevo
despertar. Nos dice Jesús al respecto:
“Brillo más bello llevarán, brillo que sale de Mi Corazón,
para infundirlo por siempre dentro de su corazón. Guerreros
infatigables, que ofreciendo mi pronto venir están, infundiré
Mi Espíritu Santo en su corazón, para que vayan por el mundo
solo dando Amor. Elegiré su camino cada amanecer, para que
solo realicen Mi Voluntad. Sedientos corazones que caminarán
dando honra a su Dios” (2.8.12).

Para nuestra Madre, la Consagración es uno de los actos de piedad más


grandes que podamos imaginar, pues, es la ruta que permite la apertura de
los corazones que lleva al conocimiento de la Verdad. Y cuando nuestra
anuencia va junto a la Consagración a Corazón Inmaculado de nuestra
Madre, tenemos abierto el Corazón Infinito de la Santísima Trinidad (cf.
27.9.12).

“La honra y la gloria al Dios Trino, a través de su Consagración


dará pauta al mundo para la liberación; liberación de las almas
en el despertar de su corazón, en el rehacer del Amor. Sintonía
santa y perfecta entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo,
dado a través del Corazón Inmaculado de la sierva de Dios,
Santa María, el Lirio santo de Dios, la ofrenda de Dios a la
humanidad entera” (23.1.12).
“Consagrar al mundo entero, a todos los hijos de Dios, a la
Trinidad Santa y al Inmaculado Corazón de María. Los tiempos
ya están dados, los tiempos del perdón, para que de esa manera
podáis llegar al Amor. Sediento el Corazón de Dios está, de
recibir de sus hijos su corazón, para de la mano llevarlos a la
gran redención, para de la mano llevarlos a la renovación de
una vida, y una nueva vida poderles otorgar” (8.2.12).

La entrega de nuestra voluntad a la Santísima Trinidad es una medida de


urgencia para estos tiempos en los que el perdón y la justicia mostrarán
202
distintos rostros del quehacer divino. Es necesario que ahora Dios marque
el paso, pues los itinerarios que el humano ha abierto lejos de Dios nos
ha llevado a la confusión y a buena parte de oscuridad, por eso “erróneos
senderos terminarán en el fango y la luz empezará a brillar” (2.7.13).
Por eso debemos consagrar nuestros pensamientos y nuestras acciones,
para que sigan el rumbo que la Voluntad de Dios ha señalado. Pidamos al
Espíritu Santo el don del discernimiento para entender mejor la conducta
a seguir, pues Él nos trae el fuego ardiente del conocimiento y de la
esperanza. Estamos invitados “a someter nuestros criterios humanos a la
Divina Claridad que nos otorga el Espíritu Santo, para así, convertirnos en
luz para los demás” (cf. 30.8.19).
La Consagración llega con sublimes promesas:
“El gran milagro en esta Tierra, será la Consagración universal
a la Santísima Trinidad a través del Inmaculado Corazón de
María, como obra perfecta del Amor de Dios, en su infinita
Misericordia. Será el día del gran despertar, será el día de la
fraternidad, pues todos los hombres, de toda raza y color, se
sabrán hermanos y se reconocerán como verdaderos hijos
de Dios. En ese momento la obra del Santo Espíritu habrá
realizado su máxima acción, pues en toda alma y dentro de
su corazón, habrá infundido su fuego de Amor y Verdad.
Señalado todo será por la grandiosa venida del Hijo de Dios,
quien por segunda vez viene a esta Tierra, vestido de Gloria
y excelsa majestad. Sonarán las trompetas y el Fuego Santo
arderá en todos los confines del mundo, pues el Santo de Israel
ha venido por todos aquellos que dados le fueron. Canten con
cítaras los cantos más nobles, pues el gozo del Cielo se hará
uno con el gozo de la Tierra; pues esta tierra convertida será
a través de la santa Hija de Dios, Santa María de Guadalupe,
quien, en su humildad latente de Amor, lleva a todos los
pueblos hacia la redención, hacia Aquel que es la Verdad, la
única Verdad y el único camino al Santo de Israel. Ojos que no
han visto, verán. Oídos que no han oído, escucharán. Labios
que no han hablado, darán con fuerza su voz, para dar Gloria
a Dios soberano en su Trinidad Bendita. La Palabra viva el
Santo de Israel, a la vida eterna los ha de llevar. Trompetas y
Cítaras en voz profunda y potente, se escucharán dando Gloria
eterna a Dios. Viene, por los que en Él pusieron su confianza,
por los que han tenido sed de justicia, por aquellos que han
llevado su Palabra y la han multiplicado, por aquellos que con

203
amor han cumplido sus Mandamientos, por todos aquellos que
en fe han esperado su segunda venida, que redimirá al mundo”
(13.5.18).

Consagración personal a la Santísima Trinidad


Dios Padre Todopoderoso,
Señor Jesucristo, Hijo Único del Padre y Salvador Nuestro,
Espíritu Santo, Amor, Sabiduría y Fuerza Divina.

Ante esta Sacrosanta Trinidad, me postro con humildad,


para ofrecer mi alma, corazón y vida.

Soy consciente de mi pequeñez e indignidad,


pero me aproximo lleno de confianza y esperanza ante esta
infinita Majestad,
que brilla por Su Amor Misericordioso.

Llego al Altar de la Consagración Trinitaria,


de la Mano de María,
Nuestra Madre Santa e Inmaculada,
para recibir aquella bendición que me permita vivir
según la Voluntad del Padre,
imitando el Amor y entrega del Hijo,
con la Unción del Espíritu Santo.
Todo para la excelsa Gloria de Dios,
Padre y creador nuestro.
Amén

204
CAPÍTULO

14
MADRE SOY
DE LA HUMANIDAD

“Bajó del cielo un arcángel,


Y haciéndole reverencia,
Dios te salve, le decía,
María, de gracia llena.
Admirada está la Virgen
Cuando al Sí de su respuesta
Tomó el Verbo carne humana,
Y salió el sol de la estrella.
Madre de Dios y Virgen entera,
Madre de Dios, divina doncella.
Lope de Vega (1562-1635)

Cómo poder escribir sobre la “Llena de Gracia”, sobre la “Doncella, Madre


Virgen del Hijo de Dios”, ¿sin comprender que toda palabra será siempre
insuficiente para describir rasgo alguno de Ella?

Para ser la Madre del Redentor, Dios tuvo que escoger Su Creación más
fina y excelsa; a la más pura y fragante; al matiz más luminoso del amor
celestial, a Alguien que sería la Puerta del Cielo, y a su vez, el Cielo mismo.
Un Sereno Lirio; La Vida formada en el Amor; La Reina
de todo lo creado; La Santísima y Preciosa; La Dulzura
del Amor y de la Humildad; La Bendita entre todas
las mujeres ¿De quién más se podría hablar en estos
términos?

14.1. AL PIE DE LA CRUZ:


“Junto a la cruz de Jesús estaban su Madre y la hermana de su
madre. María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús,

205
viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba,
dice a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Luego dice al
discípulo: ‘Ahí tienes a tu madre’. Y desde aquella hora el
discípulo la acogió en su casa” (Jn19,25-27).

Cuando Jesús nació en Belén, María en todo resplandor y gozo acogió en


sus brazos al Hijo de Dios. De Él, Ella, había sido Su Primer Tabernáculo.

Honrando ese momento, Lope de Vega concede la palabra al sol: “«Hermosa


María: De vos ha nacido El Sol que podía dar al mundo el día que ha
deseado» - Esto dijo, humillado, a María el sol, porque vio en sus brazos
Otro Sol Mayor”.

Sí, en ese nacimiento resplandeció el


universo entero. En el nuevo nacimiento en
la cima del Gólgota, aunque contenía una
Gran Promesa, el mismo universo estaba
ensombrecido, moría el Hijo de Dios, muer-
to por aquellos que había venido a redimir.
El parto de los nuevos hijos de María, era
doloroso, no deslumbraba el sol, se había
escondido, avergonzado, al observar la
ingrata conducta de los hombres.

María vivía el dolor extremo al ver a Su


Hijo Santo herido en la Cruz. En Su dulce
rostro brillaban tenuemente las cristalinas
lágrimas que derramaba, pero Digna y
Generosa Madre como es, haría que el
Dolor se convirtiera en Amor, acogiendo
La Crucifixión en Su Inmaculado Corazón, a todos los
Agnolo Gaddi s. XIV que le encomendaba el Santo de los Santos
Museo Nal. Thyssen-Bornemisza
Madrid
como hijos.

Es por esto que la enseñanza de nuestra Iglesia ve en María a la “Madre de


Cristo y Madre de toda la Humanidad”. San Juan Pablo II (1987), interpreta
que esta “nueva maternidad de María: es fruto del nuevo amor, que maduró
en Ella definitivamente junto a la Cruz, por medio de su participación en el
amor redentor del Hijo” (n.23). Es así que la Hija de Nazareth prolonga Su
Maternidad empezada con Cristo, a toda la Humanidad” (cf. n.24).

206
Somos hijos del dolor, pero Su Amor no cambia. Lo interpretó en plenitud
San Ignacio de Loyola (1491-1556) cuando escribió:

“Por mucho que ames a María Santísima.


Ella te amará siempre mucho más de lo que la amas tú”.

María asume Su papel, es ahora la Madre de la Iglesia que su Hijo ha


fundado: “Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu
en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús y de sus
hermanos” (Hch1,14). Esperan juntos la Unción del Espíritu Santo que ahora
se derramaría sobre toda la Humanidad, Espíritu Santo que Ella conoce,
pues, Él la cubrió con Su Sombra en el momento de la virginal Concepción
(cf. Lc1,35).

El momento adquiere significado porque María es ahora el vínculo activo


entre el cielo y la tierra, y desde el Cenáculo, Su Corazón Corredentor se
enciende aún más porque Su Hijo Jesús le confía Su Iglesia naciente.

Así inicia lo que San Juan Pablo II llama “peregrinación eclesial”. Los
miembros de la Iglesia tienen un Camino por delante, y es la Madre que nos
muestra y señala el Camino. Ella es la Primera Cristiana, sabe que Jesús es
el Camino, la Verdad y la Vida (cf. Jn14,6), y porque es Él Quien nos lleva al
Padre, nos dice también hoy: “Hagan lo que Él les diga” (Jn2,5).

“La Virgen Madre está constantemente presente en este camino de fe del


Pueblo de Dios hacia la luz” (n.35). Y así, como en el pasado, a través de
Sus Apariciones en nuestros tiempos, sigue acompañando nuestro recorrido
porque es una Madre que ama y ofrece Su Mano amorosa a todos sus hijos
para conducirlos por el Camino de Cristo a la Casa del Padre.

14. 2. MADRE PEREGRINA


La Madre de Dios, y Madre nuestra, como Santo Lirio engalana nuestro
camino, con un nuevo resplandor, a través de un camino abierto y un
corazón que anhela cantar Glorias al Señor (cf.3.5.14). Ella nos guía y nos
hace una promesa: “Bajo mi amparo y Mi protección cada día caminarán”
(3.5.14).

El Camino peregrino requiere de pasos voluntarios que lleven al


cumplimiento de los objetivos señalados por Dios para estos tiempos. Y

207
el hijo obediente presta atención: “No se alejen de la casa de María, de
vuestra Madre María Santísima, porque las indicaciones vendrán de Ella,
de la Madre. No pierdan el tiempo porque la Madre está en espera de sus
hijos, como una Madre Amorosa. No pierdan el tiempo, la Madre está ahí
para vosotros, ¡Acérquense, acérquense, únanse a Ella!” (11.4.10).

¿Por qué este clamor insistente?

La respuesta inminente viene del Cielo: “Algo está pasando,


hay dolor, mucho dolor. El tiempo ha llegado, la tribulación
está aquí. Conságrense, estén en estado de gracia. Solo
recréense en su Señor. Oren, oren, oren, hagan sus quehaceres,
no turben su corazón, solo obedezcan, serán cuidados. Hay
luto por las almas que se van. Hay luto por el dolor tan grande.
Abismos recibiendo almas perdidas. Sufrimiento grande.
Estén en estado de gracia Congoja, congoja en el Cielo. La
batalla será dura. El ejército de María debe estar listo para
iniciar”. (24.3.10). “No se alejen de la casa de María, de vuestra
Madre María Santísima porque las indicaciones vendrán de
Ella, de la Madre” (11.4.10).

¿No vive el humano tantas formas de amenaza como la misma pandemia


que está diezmando hoy a miles y miles? ¿Qué otro refugio podremos
encontrar, ante tantas amenazas, que no sea el Corazón Inmaculado de
María para caminar bajo su Manto protector?

“Ella es la luz que antecede a la aurora. Es el camino cierto


que nos lleva al Redentor. Es el canto de la mañana que alaba
eternamente a Dios. Es el soneto de todas las almas que me
entregan su petición, para que como canto de amor, lo entregue
humildemente a las manos del Amor” (cf. 8.7.19).

La Madre nos quiere guiar por los nuevos caminos y desafíos que esperan a
todos los hijos de estos tiempos. Pero espera una actitud de disponibilidad
que permita:

- Sanar los corazones, para proseguir lejos de rencores, envidias, celos,


divisiones con una nobleza que permita perdonar las ofensas pasadas
y vivir en la paz del Señor.
- Ordenarse hacia una vida fecunda, asumiendo un compromiso
cristiano que nos capacite a llevar la Buena Nueva a toda latitud,
pues, el Padre nos reconocerá, también por nuestros frutos.
208
- Disponerse hacia una entrega completa, solo así el hijo auténtico
puede ocuparse de las “cosas del Padre” (cf. 14.6.10; Lc2, 49).
- Pedir perdón por todos los pecados que se han cometido (10.3.11).
Renunciando al pecado y a la ofensa (25.4.10).
- Buscar la paz en el amor y en la oración (cf. 27.9.10).
- Llevar siempre el Santo Rosario y enseñarlo a orar, arma poderosa
(cf. 25.4.10).
- Pedir la salvación de la humanidad toda, siguiendo el ejemplo de
Cristo (cf.10.3.11).
- Dar Gloria y alabanza al Señor (cf. 10.3.11).
- Caminar en el triunfo de María como una realidad hecha por Dios
para la humanidad (cf. 28.5.11).
- Agradecer, alabar a Dios de día y de noche porque el “cielo atento
a ti está” (28.5.11).

Es con la Fuerza poderosa de María que podremos caminar para llegar


a los brazos del amado Jesús. En el Camino encontraremos obstáculos,
el enemigo está atento y desafiante, pero la “Llena de Gracia derribará al
dragón”:

“Cambio, cambio de planes; se inicia la nueva era, el nuevo


camino por donde avanzar debemos. Lucharemos con el arma
poderosa que nos da María, la Siempre Santa, la Madre de Dios
nuestro Señor. Avanzará Ella, nosotros sus hijos, su Ejército
la seguiremos, hasta llegar a la cumbre donde la batalla final
se realizará. La Santa, la Pura, la Llena de Gracia, derribará
al Dragón, porque predicho ha sido, porque así sucederá”
(31.5.10).

Oración:

“Esperamos de Ti y creemos en Ti, porque el


Padre nos lo ha revelado. Tú, María Santísima,
la Siempre Virgen, la que pisará la cabeza de la
serpiente. ¡Bendita seas y bendita sea tu Pureza!

“Iniciada está la batalla fuerte que retumbará la Tierra, que


cimbrará árboles, que tirará montañas, que secará ríos, que

209
destruirá maleza. La batalla dura, la batalla grande; desde el
inicio fuerte, desde el inicio dura. El Cielo se está preparando
con su ejército a caminar con el ejército de María, de la llena
de Gracia, de Aquella que pisará a la serpiente y restaurará el
mundo con su oración. Ángeles y Querubines dicen: ¡Santa!
¡Santa! ¡Santa! la llena de Gracia, la Reina del Cielo, la toda
Amorosa, la Madre de Dios” (26.5.10).
“No se separen ni un segundo de su Madre, no se separen, la
entrega es continua, tengan listo todo, revisen lo que falta. No
hay tiempo de espera, no hay tiempo de olvido, es tiempo de
realizar lo necesario, la calma es aparente” (18.4.10).

Juan Pablo II (1987), reconoce que María es el Corazón en el que nace toda
nuestra filiación divina: “La Madre del Redentor tiene un lugar preciso en
el plan de la salvación, porque «al llegar la plenitud de los tiempos, envió
Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que
se hallaban bajo la ley, para que recibieran la filiación adoptiva. La prueba

de que son hijos es que Dios ha enviado a nuestros


corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá,
Padre!» (Gál 4, 4-6)” (n.1).

María es parte del plan salvífico de Dios, es desde


siempre la elegida, pero es introducida en el
misterio de la Encarnación de Cristo a través de un
acontecimiento inimaginable para un mortal: “La
Anunciación del Ángel”. Aquí encontramos a la
dilecta “Llena de Gracia”, a la “Bendita entre las
mujeres”. Es una bendición espiritual que brota
del amor que, en el Espíritu Santo, une al Padre al
Hijo, y por María, ya intermediaria, se extiende a
toda la humanidad (cf. n.8).

14.3. LA ORACIÓN
Cuando la Santa Madre habla en sus distintos lugares de Apariciones, la
enseñanza principal invita a la CONVERSIÓN, al cambio de vida, donde
Dios sea el Centro en la vida de todo hijo de Dios, reconociéndolo como
Padre, en el primer paso, en el segundo reconoceremos a todo nuestro
prójimo como hermanos.

210
Uno de los medios que sugiere para proseguir las vías de la conversión,
es la ORACIÓN, acción por la cual el hijo eleva su corazón para tocar
dulcemente las Puertas del Corazón de Dios, convirtiendo las palabras
orantes en sendero hacia la Santidad.
María oraba antes de la Encarnación del Hijo de Dios; esperaba la Efusión
del Espíritu Santo en Pentecostés, junto a los apóstoles, en oración. Con
Su Fiat, hizo de su vida una oración plena porque se entregaba totalmente
al Creador: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”
(Lc1,38).

En Caná (Jn2,1-12), ruega a Su Hijo por el bien de otras personas, intercede


desde entonces como ahora. Al pie de la Cruz Su Corazón es plegaria
perenne, Su Dolor oración viva, Su Silencio, esperanza, y Su nuevo sí a la
maternidad universal, hace de Ella el Refugio desde el cual todo cristiano
podrá implorar al Creador, sabiendo que será escuchado. Y, ¿El Magnificat?
Es “el cántico de la Madre de Dios y el de la Iglesia, cántico de la Hija
de Sion y del nuevo Pueblo de Dios, cántico de acción de gracias por la
plenitud de gracias derramadas...” (CIC 2619).
Jesús era un orante constante, pues, el diálogo con Su Padre era ciertamente
continuo. “De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó,
salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración” (Mc1,35);
“Después de despedirse de ellos, se fue al monte a orar” (Mc6,46).
Sus discípulos aprendieron a reconocer el estilo de una vida orante y los
frutos que derivaban de ello. Seguramente, por este motivo, dijo al Señor
uno de sus discípulos: “Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus
discípulos” (Lc11,1).

14.4. ¿QUÉ ES LA ORACIÓN PARA EL ESPÍRITU


SANTO? (3.8.20)
Para cada persona que tuvo la bondad de tomar este libro y recorrer sus
páginas con amor y esperanza, llegan Palabras del Espíritu Santo para
explicarnos lo que es la Oración para Él. Gocemos y meditemos esta
sublime Enseñanza para que nuestra plegaria, a partir de hoy, brille como
Dios la desea y espera.

“Las palabras que se oran, son notas de una canción, de una alabanza
eterna.

211
Son reflejos del sentimiento de un alma, que añorando está el retorno al
Paraíso, al encuentro con su Creador, pues cada nota se va uniendo a
todas las notas de todo tiempo, que ensalzar desean la maravillosa obra
del Redentor; obra, que inspirada ha sido desde el principio por el Santo
Espíritu, para el retorno al Padre Eterno llegar.
Notas que crean enlace, entre todas las almas que se reconocen como hijos
de Dios.
Notas que hablan al Corazón del Eterno Creador, quien, sin más, abre sus
brazos para al hijo recibir, pues su Corazón, añorando está este momento
de plena unión con el hijo pródigo; en sí, es un susurro del alma que
implorando está al Amor, al saberse amado.
Es la esencia de la Caridad misma, que dejó inscrito en todas las almas, el
anhelo de lo grande.
Es el suspiro del viento, que se inscribe como anhelo para dar gloria a su
Creador.
Son los latidos de la vida, que recordarles desean, que la vida es eterna y
que liberados ya fueron.
Es el sentimiento de la amistad, que justo en ese momento los une a vuestros
hermanos, a aquellos que lejos o cerca están, pues en la bendita gracia, no
existe distancia ni tiempo.
Es escuchar los sonidos del viento, que unir las voces desea, para que la
luna los ilumine como antorcha de la gracia.
Es la dignidad del ser, que amado se sabe, al entender porque su corazón,
puede latir al unísono con el Corazón de su Dios, pues creado para eso fue.
Es el aliento de la Misericordia, que en un alma se quiso depositar, para
que al unísono con vuestro Dios traspasen fronteras, uniendo y llevando el
amor en toda plenitud.
Es darse en plena alabanza por la humanidad.
Es socorrer en el alma, a la oveja perdida y presentarla al Señor.
Es caminar con el viento, por las sendas más inhóspitas, para llevar la
esperanza.
Es recordar al corazón del afligido, que siempre hay esperanza, pues la
esperanza hacia un solo y único fin os lleva, hacia la Patria Eterna.
Es escuchar con humildad, las notas más tristes de la necesidad de todos,
y cubrirlas con el halo del amor y la caridad, colocándolas en las manos
piadosas de la Misericordia misma.
Es recordar la enseñanza que dada les fue: “Amaos como Yo os he amado”.
Es elevarse como una gaviota y volar como un águila, a darle gloria a
Dios.

212
Es amar al saberse amado y compartir ese amor que es universal y eterno;
amor que se refleja a través de los ojos del hermano, que a vuestro lado
caminando va en este peregrinar de vida.
Es sentir que vuestros pies tienen alas y os llevan hacia aquellos, que en el
corazón lleváis.
Es decirles os amo, con una oración.
Es elevarse y llegar al Cielo, para ser cubierto por la Gracia.
Es compartir la Gracia con los bienaventurados, para compartir la
bendición.
Es entregarse en plena alabanza, que en la espera de la respuesta está.
Es el amor pleno por aquellos que amas, amor que se somete a la Voluntad
Divina, confiando plenamente que ese es, el principio de toda gracia.
Es volar con las alas de la esperanza, llevando la oración al Cielo, de la
mano de los Ángeles y bajo el Manto de María Santísima.
Es abrir el corazón, ante la presencia del Sumo Bien en confiada gratitud.
La oración es querer acercarte al Cielo, con las alas de la esperanza,
confiando todo y colocándolo al pie de la Cruz.
Es entrar a la comunión de los Santos, y saber, que forman parte de un
mismo Cuerpo con Aquel que trajo la Redención al mundo, y así volverse
parte su Ejército, que de su mano piadosa, en aras de la salvación de un
mundo va.
Es recordar las Palabras del Redentor, ante la Mirada del Padre, diciendo
una vez más: “Padre perdónales porque no saben lo que hacen”, y así
volverse parte de esa intercesión”.

14.5. EL SANTO ROSARIO: Arma poderosa


El Santo Rosario, o Salterio de la Virgen María, fue definido por el Papa
Pío V, como un modo de oración que permitía alabar a la Santísima Madre,
repitiendo en sucesión el saludo del Ángel: ¡Dios te salve María...! ¡Llena
eres de Gracia!

Según la documentación histórica consultada (Castañón Gómez, 2003), este


saludo se hizo muy famoso como alabanza en el siglo VII, pues estaba
contenido en el Evangelio y constituía la antífona del Ofertorio del IVo.
Domingo de Adviento. Alrededor del año 1150 se introdujo el rezo de
la primera parte del Avemaría, y gradualmente, en vez de recitar los 150
Salmos se fue recitando 150 Avemarías.

213
Esta oración mariana también se asocia con gran justicia a la labor de
difusión desempeñada por el monje dominico, Santo Domingo de Guzmán.
Este religioso tuvo en el año 1208 una experiencia mística durante la cual la
Madre de Dios le enseñó a rezar el Santo Rosario. El futuro santo español
se había dirigido al Sur de Francia para ayudar a la conversión de quienes se
habían apartado de la Iglesia a causa de algunas herejías en boga... Como su
trabajo era difícil y pocos los que se convertían y perseveraban, pidió ayuda
a la Madre de Dios, pues sentía que su tarea no obtenía los frutos esperados.
La Virgen se le apareció con un Rosario en la mano, enseñó al santo a
recitarlo pidiéndole que lo predicara por todo el mundo, prometiendo que
muchos pecadores se convertirían y obtendrían gracias abundantes.

En octubre de 1483 su fisonomía se fue consolidando y su difusión atravesó


pueblos, ciudades y naciones. El Rosario se mantuvo como oración
predilecta por al menos 200 años. Cuando su vigencia empezó a disminuir
la Virgen María, custodia celosa de esta oración, se apareció a Alano de la
Rupe pidiéndole que reactualizara dicha devoción.

En el mismo siglo XV, Alano de la Rupe, gran devoto de esta oración mariana
la difundió con todo empeño y se empezó a conocer como “Rosario de la
Bienaventurada Virgen María”.

El Papa Gregorio XIII instituyó la fiesta solemne del Rosario. Sucesivamente,


el Papa Pío V recomendó el rezo del Rosario tal como se lo practica hoy.

En 1878, León XIII dispuso que el 7 de octubre se celebrara la festividad


de la Virgen del Rosario dedicando 12 Encíclicas y 22 documentos al rezo
del Santo Rosario.

Durante el siglo XIX se empieza a Consagrar el mes de Octubre a esta


oración, vista como un “distintivo honorífico de la piedad cristiana”, “un
mosaico de nuestra fe y compendio del culto que se le tributa a la Virgen
María”. En 1878, León XIII dispuso que el 7 de octubre se celebrara la
festividad de la Virgen del Rosario dedicando 12 Encíclicas y 22 documentos
al rezo del Santo Rosario.

Pablo VI en la Encíclica Christi Mater, escribe: “Meditando los misterios


del rosario aprendemos, siguiendo el ejemplo de María, a convertirnos en
almas de paz, por mediación del contacto amoroso e incesante con Jesús
y con los misterios de su vida redentora. El Santo Rosario, es la oración

214
por medio de la cual nos unimos con Cristo a través de la mejor Esposa y
Madre que hubo en la historia de la humanidad: María, y en cada Avemaría
ganamos una caricia de esta Madre única y Amorosa

Expresiones similares encontra-


ron resonancia en la mayor
parte de papas y santos. El rezo
del Santo Rosario conoció una
fascinante época de oro que se
prolongó por mucho tiempo.
Luego llegaría una involución
crítica del sentimiento devocio-
nal debilitando su práctica: una
crítica injusta relativizaría su significado y una inapropiada opinión acusaría
de “pietistas” a quienes veían en la vida espiritual y en la oración un
sólido pilar de la vida cristiana comprometida. Se olvidaba que la vivencia
espiritual, no ignora las necesidades naturales y sociales del hombre. La
persona de oración alcanza un mejor conocimiento y sentimiento sobre la
alegría y sufrimiento del hermano, pues sabe con certeza, que Cristo vive
en cada uno de ellos. No sin razón expresaba SS Pío XII: “Cuán grande
es la esperanza que ponemos en el santo rosario para curar los males
que afligen a nuestro tiempo. No es con la fuerza, ni con las armas ni con
la potencia humana, sino con el auxilio divino obtenido por medio de la
oración – cual David con su honda-”.

No faltan quienes creen que cincuenta avemarías inviten a la rutina... pero


más bien se debe pensar que cada Ave es parte de una avemaría más grande
que se extiende hacia el infinito, una alabanza sin fin que continuaremos
más allá de la hora de nuestra muerte... Una majestuosa flor no puede
cansar, tampoco dos ni tres, ni mil... pero sí cansarían las flores marchitas...
o sea aquellas Avemarías dichas sin pasión, sin entusiasmo, sin amor...

La sólida visión evangelizadora de Juan Pablo II y su profunda inquietud


espiritual, no descuidaría este panorama, y es por eso que el día 16 de
octubre de 2002, se dirigió al mundo proponiendo cinco nuevos Misterios,
denominados Luminosos, devolviendo a esta oración su majestuoso
esplendor.

Tiene que ser tan importante que en las Apariciones de San Nicolás de
los Arroyos en Argentina (aprobadas en 2016), de las cuales ya hablamos en

215
capítulos anteriores, la Virgen se presenta bajo la Advocación de “Santa
María del Rosario de San Nicolás”.

Durante la Aparición del 28 de noviembre de 1983, pidió que se colocara


entre Sus Manos, el Santo Rosario: Insignia de la oración más completa
después de la Eucaristía. El día 5 de diciembre de 2008 se expresa de
esta manera: “Soy la Madre del Rosario que pide Rosarios a sus hijos,
porque orando se alejan los males del cuerpo y del espíritu. Soy María del
Rosario, y estoy aquí contigo, aquí en tu ciudad, para dar amor y recibir
del amor de mis hijos”.

En los Mensajes que Patricia recibe, la oración es piedra angular para el


crecimiento interior. Y también, la invitación de la Santa Madre, orienta al
Rezo asiduo del Santo Rosario.

“La oración, la oración debe continuar, denla a mis hijos


enseñándoles que es la única manera en que pueden terminar
con esta tragedia. Deben orar, deben entregarse a Mí, su
Santísima Madre, la Dolorosa. Difícil tiempo, muy difícil, muy
triste, en la tristeza caminarán muchas vidas. Su Madre pide
que la ayuda sea dada ya, para enseñar a rezar, para enseñar
a rezar el Rosario, para dar esa abundancia, esa abundancia
de vida, esa abundancia de perdón, esa abundancia de Amor
y de entrega. El Rosario es el arma más poderosa. Cuando
muchos entiendan todo lo que es el Rosario, entenderán lo que
para ellos debe significar. Deben darlo, deben llevarlo y deben
enseñarlo. (12.6.10).

14.6. LA MADRE NOS LLAMA


Para estos tiempos ha formado Su ejército y otorga las instrucciones
precisas. Por eso la importancia de los “Apóstoles de los Nuevos Tiempos”,
todos estamos invitados a este llamado.
“Socorrerán a sus hermanos, porque los tiempos más difíciles
están por llegar, recorrerán con María su Santísima Madre
el camino que hay que asistir cada día. Cada amanecer
custodiando estarán los lugares santos, en los cuales la ayuda
se dará, pudiendo así recibir a todos aquellos que deberán
cuidar. Mucha será la ayuda dada, mucha será la ayuda
necesitada, los guardianes del camino con ustedes estarán. El
ejército de María muchas almas sanará. El mal sucumbiendo

216
está el planeta, pero la Reina, la Capitana contra ellos peleará,
ganando la gran batalla que prevista para estos tiempos está; y
Ella como Madre piadosa de toda la humanidad, los espacios
abiertos, para un nuevo mundo dará. Soberana de tiempos,
remanso de la humanidad” (1.7.10).
“Reciban la entrega, recorran el camino. Entiendan ya que
los tiempos llegaron. Entiendan ya que la Madre los está
llamando. Entiendan ya que solo deben estar en la oración, en
la entrega, en la ayuda. Recorrerán con Ella el camino para la
gran batalla. Ayudarán a los suyos, ayudarán a los necesitados,
a los desvalidos, a los viejos, a los niños. En su Casa recibirán
indicación. En su Casa se darán las gracias. Estén atentos,
llamen a todos. La Madre está en la espera, la Madre está
entre ustedes. Recen el Rosario con Ella. Ella dice: Recen el
Rosario conmigo. Ella dice: Mi Amor los cuidará. Ella dice:
Yo protegeré a mis pequeños, a los que se han consagrado a
Mí. Ella dice: Den su “sí”, porque Yo los espero con el Amor
de Madre, con la dulzura de siempre, con el dolor de siempre.
Estén atentos, estén listos, estén entregados, todo a tiempo
deben tener” (26.5.10).

Para luego de la batalla, nuestra Madre nos anuncia un nuevo Amanecer:


“Las pisadas, de la Mano de María nos llevarán a la Tierra Prometida, la
nueva Jerusalén” (11.2.13). Ella coronará los corazones de los hijos que con
Ella van a la batalla” (18.12.12).

La motivación es profunda, nos anima a ser luz y sal de la tierra en este


momento crucial: “Sean la Luz de Mi Hijo Amado, como Él lo es en Mí.
Caminen confiados, porque Él que es la Luz, los guiará. Caminen confiados
pequeños de mi Corazón, serán piedad por Mi Piedad. En santidad deben
caminar. Dense totalmente al Amor de Dios en su Santísima Trinidad, y así
efectuar el milagro del Amor: “Ser en Él, como Él es en el Padre” (21.8.12).
Llevar la Luz significa invadir los territorios de la oscuridad; ante ello, los
habitantes de la noche, podrán revelarse porque han acostumbrado su vista
a las tinieblas. Entonces se dispondrán a contraatacar y perseguir. Además,
ningún discípulo está por encima del maestro, como tampoco un siervo está
por encima de su amo” (cf. Mt10,24).
Es en ese sentido que nuestra Madre nos previene, pues Ella será nuestro
“Refugio en todos los tiempos” (1.3.13).

217
“Mis pequeños que observando la Ley de Dios van, el inicio
de rumbo marcando su morada ya va. Seréis probados, más
sostenidos de Mi mano irán. Seréis calumniados como lo fue
su Señor, más la cobardía no les tocará, pues cimientos fuertes
en ustedes se formó de la mano de Dios. Custodiados, serán
llevados a cumplir su misión, cubiertos con Mi Manto santo que
llenará su mente, y su corazón de luz y paz, porque la Verdad
con ustedes irá. Pequeños elegidos por Dios para alumbrar
este nuevo amanecer, cubriré sus labios de Mi Amor para que
de ellos solo salga bendición. Sostendré sobre sus manos la
Verdad que Dios ha puesto, como misión de llevarla al mundo
sin dudar. Siervos míos, siervos de Dios, en la tranquilidad que
da la paz, de saberse hijos de Dios, debéis caminar. El Lirio de
la Mañana para llevarlos al nuevo amanecer, la Madre de Dios,
Madre suya Soy, Madre de la Iglesia, que limpiando su luto
estará, para brillar de la mano de Dios, blanca y llena de Luz,
llena de Dios y de Santidad” (17.2.13).
“Mi triunfo está inminente. He de peregrinar con mis hijos
hacia la Nueva Jerusalén, esperando la ansiada venida de MI
hijo Amado” (3.7.13).
“He pedido a sus ángeles custodios, entonen a vuestro lado la
alabanza diaria convertida en oración, al pedir clemencia y
misericordia por esta humanidad, en el momento bendito en
que son escuchados por vuestro Dios. He formado un ramillete
de justos que abran el camino a la llegada de Mi Hijo amado,
almas preciosas que he venido cuidando desde su despertar;
pues pequeños míos amados, elegidos han sido antes de nacer.
He añorado este encuentro, inicio de muchos encuentros, en
donde más ovejas mías vendrán a alumbrar con su entrega y
vuestro gozo al mismo Dios. La eternidad grita la llegada de
los hijos de Dios; la eternidad anhela recibir entre sus brazos
a su creación. Cimientos benditos de Dios que escucharon
la llamada del Cielo; fuerte será su lazo porque fuerte es su
devoción a la Trinidad Bendita y a esta Madre suya, que con
ustedes en la batalla fuerte está” (24.5.17).

Veremos Su triunfo, pero en el camino abramos los ojos a la Verdad,


asumiendo el compromiso al que Dios nos invita: anunciar los Nuevos
Tiempos para toda la humanidad.

María es el Aroma Santo que lleva Paz a las naciones, y nos invita a caminar
junto a Ella en este esperanzador proyecto.

218
Consagración personal a Nuestra Santa Madre

Santa Madre Amorosa, Madre del Rey de Reyes y Madre nuestra:


Ante Ti nos inclinamos reverentes,
para agradecer la completa donación de Tu Vida al Hijo de Dios,
a Quién concebiste en el Santo y Virginal Tabernáculo de Tu
Vientre,
haciendo de Tu Corazón, el Altar más Supremo de Amor
para Tu Hijo Santo y Redentor.

A ese Dulce y Generoso Corazón hoy nos queremos


consagrar como hijos tuyos;
sabemos que no somos dignos, pero Tu Bondad de Madre
tiene predilección por los débiles y pecadores.

Nos consagramos a Ti, para que por tu intermedio Dios reciba


nuestro amor
y el ofrecimiento de nuestra voluntad;
Jesús acoja nuestra entrega agradecida, y
el Espíritu Santo nos otorgue Su Santa Unción,
para que aprendamos a caminar en tiempo de pruebas,
en Fidelidad, Confianza y Santidad.

Santa Madre Amorosa, Corazón en el que residen


todos los bienes y virtudes,
Acoge esta consagración y permite que caminos junto a Ti
como hijos fieles por siempre.

Amén

219
220
CAPÍTULO

15
SANTA MARÍA
DE GUADALUPE

“¿No estoy aquí, yo, que soy tu Madre?


¿No estás bajo mi sombra y resguardo?
¿No soy, yo la fuente de tu alegría?
¿No estás en el hueco de mi manto,
en el cruce de mis brazos?
¿Tienes necesidad de alguna otra cosa?”
(Nican Mopohua, n.119)

¿Podría alguna Madre expresarse en mejores términos para obsequiar


tranquilidad y serenidad a un hijo?

Juan Diego estaba preocupado por la


enfermedad de su tío Juan Bernardino.
Salió a buscar un sacerdote para que
confesara a su pariente quien, por la
enfermedad podría morir. Desvió el
camino para evitar encontrar a la Señora
que ya había visto, porque tenía prisa.
Pero Ella lo encontró: “¿Qué pasa, el
más pequeño de mis hijos? ¿A dónde
vas, a donde te diriges? (NM n.107).

El “indito” explicó su situación y


preocupación. Ella, que ya se había
presentado en el primer encuentro como

María y Madre del Verdaderísimo Dios” (n.26) pronunció palabras que


obsequiaron serenidad a Juan Diego. “Escucha, ponlo en tu corazón, hijo
mío, el menor, que no es nada lo que te espantó, lo que te afligió; que no

221
se perturbe tu rostro, tu corazón; no temas esta enfermedad ni ninguna otra
enfermedad, ni cosa punzante, aflictiva” (n.118).

Es en este instante, probablemente, que el buen hombre contuvo la


respiración por la emoción, por la dicha de escuchar palabras de seguridad
y certeza. Podemos imaginar que todo el Tepeyac se inclinó con reverencia
y gratitud, al escuchar las palabras que cinco siglos más tarde seguirían
vibrando en el corazón de todo guadalupano, hijo de María:

“¿No estoy aquí, yo, que soy tu Madre?


CUIX AMO NICAN NICA NIMONANTZIN?

Juan Diego ya no estaba solo, su aflicción la había asumido la Santa Madre.


Ella tenía presente que él también era uno de los hijos que había acogido en
su generoso Corazón aquel Viernes Santo en la cima del Gólgota. Por eso
María tomaba amorosamente su papel de Madre, como aún este momento
lo hace con cada uno de nosotros.

Era el inicio de una Bendición para esos pueblos y culturas que en una
época de turbulencia prolongada se habrían lastimado en extremo.

Eduardo Chávez (2008), historiador de la Iglesia, considera que el Evento


Guadalupano se enmarca dentro de un polo trágico y otro esperanzador. En
sus palabras describe la situación de la siguiente manera: “… en medio de
la tremenda depresión indígena en el tiempo dramático de la Conquista,
en medio de una peste de viruela que diezmó a millones de indígenas,
en medio de la decepción de constatar que de nada habían servido los
sacrificios humanos que los integraba en la batalla cósmica para sostener
la vida; asimismo, en un momento tremendo ante la conciencia inquieta de
los españoles de la época, sus divisiones , su avaricia que hacía estragos
y su soberbia que llegaba al punto de hacerlos destruirse mutuamente…
Precisamente, en este intenso y dramático momento de la historia se dio el
encuentro entre Dios y los hombres por medio de Santa María de Guadalupe,
haciendo de este Acontecimiento un encuentro cuyo mensaje está lleno de
esperanza, que provoca la fe para poder vivir en el amor… y fue un laico
humilde el portador de este mensaje para el mundo entero ” (pp.14-15).

Ciertamente, el Mensaje de Guadalupe, a través de San Diego (1474-1548),


nos trae una enseñanza de Amor y Reconciliación muy importante para
el momento histórico que vivía el mundo, y ve como protagonista, la

222
experiencia mística de un poblador sencillo con la Madre de Dios, tal como
sucede también hoy en muchos lugares del mundo.

15.1. NO TENGAN MIEDO


Quienes tienen la oportunidad
de visitar la “Villa” o sea la
Basílica de Guadalupe, podrán
admirar en un sitio destacado
la frase ya mencionada, que
indudablemente enternece
a todo visitante, pues, llega
como la dulce brisa maternal
que, así como lo hizo con Juan
Diego en el pasado, bendice y alivia también hoy, a cada peregrino que
llega a este lugar Santo, Altar de María.

En cierto sentido, también nos recuerda la frase de Jesús, cuando ve


asustados a los suyos mientras camina sobre las aguas del mar: “¡Ánimo!,
que Soy Yo, no tengan miedo” (Mc6,50).

La corta frase “No tengan miedo”, se convertiría en un marco de referencia


conceptual histórico, que inmediatamente se asoció en tiempos sucesivos
a las admirables enseñanzas de San Juan Pablo II (1978), quien, al inicio de
su Pontificado, en una Homilía inolvidable, sirviéndose de estos términos
quiso estimular la “apertura y entrega a Dios”, porque Él sí conoce lo que
todo humano vive en su interior.

“Con frecuencia el hombre actual no sabe lo que lleva


dentro, en lo profundo de su ánimo, de su corazón. Muchas
veces se siente inseguro sobre el sentido de su vida en este
mundo. Se siente invadido por la duda que se transforma en
desesperación. Permitid, pues, —os lo ruego, os lo imploro
con humildad y con confianza— permitid que Cristo hable al
hombre. ¡Solo Él tiene palabras de vida, sí, de vida eterna!”

“¿No estoy Yo aquí que Soy tu Madre?


Es una pregunta que encierra todas las respuestas. Ella tiene la llave del
Corazón de Su Hijo, es la Puerta del Cielo y conoce el Camino que nos
lleva a Él. Por eso, así, como en el pasado sigue repitiendo esas frases para

223
asegurarnos que camina con nosotros, por lo que nos invita a tomarnos de
Su Mano para proseguir con seguridad, en Santidad hacia la meta segura.

Las Palabras del cielo insisten con vehemencia: “Ella es la


mediadora de todas las gracias. Santa María de Guadalupe nos
lleva de Su Mano ante el Redentor, Camino seguro hacia el
Padre” (cf. 31.7.12). “Abrirá la compuerta del Cielo para todo
aquel que, como hijo pródigo, desea regresar a dar testimonio
de la Verdad del Amor de Dios” (12.12.12).
“Dios nuestro Señor está uniendo sus eslabones, aquellos que
han sido destinados para que en su nombre y por su poder,
participen en la salvación del mundo. Han peregrinado como
hermanos, fruto de un encuentro dado antes de aceptarlo, pues
en la mente de Dios ya estaban inscritos desde su nacimiento
como geranios del evangelio, los Apóstoles de este tiempo
santo donde confluyen las cosas celestiales, que actuando por la
caridad de Dios están dando fin a la maldad, que su único deseo
es destruir al hombre separándolo de la Verdad, destruyendo
la vida, la paz, la armonía, sembrando el aguijón de la duda,
el desaliento, la falta de amor y de piedad en el hombre, que
formado fue solo para dar honra y honor a su Creador, y así
vivir en la paz y armonía con un mundo que Dios le entregó.
Desecho fue el proyecto de Dios en su inicio, pues al pecado
se le permitió entrar en los corazones de aquellos que vivían
en el Edén; mas hoy mis pequeños, resarcido todo será. Ese
pecado que dio cabida a todos los pecados que han arrastrado
al mundo, forjado fue en la desobediencia a su Creador. Hoy
mis pequeños, se ha recorrido un camino en el que Dios ha
actuado para que todos ustedes lleguen a la reconciliación
plena con su Creador. Todo ha sido hecho, todo se ha ido
cumpliendo, porque en este Vientre santo llegó la salvación
que los ha ido formando como hermanos e hijos de Dios, el
que anunció el camino hacia la reconciliación, Él que es el
único camino hacia la Verdad, hacia la vida nueva que se ha de
vivir, hacia el Padre Eterno, al Sumo Bien. Hoy mis pequeños,
la batalla contra el enemigo del Amor ha iniciado ya, atentos
y fortalecidos su camino se iniciará. Sean cautos y consagren
la totalidad de su ser, de sus acciones y pensamientos para no
dar cabida a ninguna ofensa a sus hermanos y a su Señor. No
juzguen, no ofendan, que lo que por su boca salga solo sea en
beneficio y caridad, pidiendo por sus hermanos para que cada
uno reciba su ayuda y su amor. Incluyan en sus oraciones a
aquellos que más ofendieron su corazón, para que al iniciar el

224
día les llegue la conversión, y sujetos al amparo de su Señor
caminen con rectitud y fidelidad, y den testimonio ante los
demás. Hoy mis pequeños, guirnaldas preciosas, que cada
momento cubro con Mi Manto, donde están incluidos todos
los dones y carismas que se han entregado a esta humanidad.
Sois mi contento, sois mis Juanes con los que, en este tiempo
fuerte y santo, caminaré” (24.6.14).

15.2. CONSAGRACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN


DE MARÍA
San Louis María Grignion de Montfort (2016) y Juan Pablo II, son dos
personajes reconocidos por su celo y compromiso Mariano. Ellos han
extendido notablemente la “Consagración al Inmaculado Corazón de
María”.

Juan Pablo II, como Papa, puso en evidencia su devoción mariana durante
toda su vida. Ya como Papa, su lema “Totus tuus” sintetizaba toda su entrega
y devoción a la Madre de Jesús y Madre nuestra.

En su Encíclica Sollicitudo Rei


Socialis (1987), dedicada a la
Asistencia social en el mundo actual,
reconociendo la solicitud maternal
de María, que intercede siempre
por sus hijos, coloca ante su “Ojos
Misericordiosos” nuestras múltiples
necesidades, a una antigua antífona
mariana, que probablemente ya se
conocía en el siglo III de nuestra Era:
«Bajo tu protección nos acogemos,
Santa Madre de Dios. No deseches
las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades; antes bien líbranos
siempre de peligro, oh Virgen gloriosa y bendita» (n.49).

Jesús invitó a la futura santa Margarita María Alacoque, en el siglo


XVII, a extender la “Consagración al Corazón de Jesús”. Fue luego de
su beatificación (1864), que obispos de Francia y España presentaron una
sugerencia al Papa Pío IX orientada a la “Consagración al Inmaculado
Corazón de María” (Galindo, 1998).

225
En 1899, el Papa León XIII Consagró el mundo al Sagrado Corazón de
Jesús, y en su Encíclica Annum Sacrum, explicó los fundamentos, que
luego también ayudaron a orientar la Devoción al “Inmaculado Corazón
de María”.

Dentro de ese Espíritu Mariano naciente, en 1900, durante el Congreso


Mariológico realizado en Francia, se sintió la “necesidad” de la Consagración
al Corazón Inmaculado de María. El año siguiente, Obispos de Milán y
de Turín, en Italia, consagraron sus Diócesis al Inmaculado Corazón de
María. En 1907, SS Pío X, aprobó y ofreció indulgencias a la fórmula de
Consagración ofrecida por San Louis M. Grignion de Montfort.

Sin embargo, para nuestros tiempos, sería en 1917, durante las Apariciones
de Fátima a los tres pastorcillos que la misma Reina del Cielo pediría, la
Consagración a Su Inmaculado Corazón, respondiendo a una solicitud de
Su propio Hijo. El 13 de mayo de 1931, los obispos de Portugal consagraron
el país al Inmaculado Corazón de María.

El Papa Pío XII, siguiendo la solicitud expuesta en Fátima, Consagró la


Iglesia y el Mundo al “Inmaculado Corazón de María”, el día sábado 31 de
octubre de 1942.

Sucesivamente, en 1967, SS. Pablo VI, en su documento apostólico Signum


Magnum, recordando la Consagración de 1942, animó a renovar la misma
con estas palabras: “Exhortamos a todos los hijos de la Iglesia, a vivir
este noble acto de culto con una vida siempre más conforme a la voluntad
divina, en un espíritu de filial servicio y de devota imitación a su Reina
Celeste” (II. n.8).

A partir de entonces, cada gestión papal ha tomado alguna iniciativa


mariana de gran significado. San Juan Pablo II, “mariano excelente”, ha
hecho de María su Luz y Fuerza a lo largo de todo su pontificado. Fue
a partir del 8 de diciembre de 1978 que inició su proyecto de consagrar
el mundo por medio de las visitas que realizaba a las distintas naciones.
En 1987 proclamó el Año Mariano, consagrando toda la humanidad a la
Santa Madre; confiando en Su luminosa asistencia para encontrar a Cristo
y alcanzar la Gracias de la vida eterna

El 8 de octubre del año 2000, durante el Jubileo de los obispos, S.S. Pablo
II., confió el mundo a la Santa Madre.

226
15.3. ¿QUÉ SIGNIFICA CONSAGRARSE AL CORAZÓN
INMACULADO DE MARÍA?
El Papa Pío XII, en un Encuentro realizado en Roma con Congregaciones
Marianas el 21 de enero de 1945, explicó su visión sobre el sentido y
significado de la Consagración de un hijo o hija de María.

“La Consagración a la Madre de Dios en


la Congregación mariana, es una donación
completa de sí mismo, para toda la vida y
por toda la eternidad; es un ofrecimiento no
de pura forma o de mero sentimiento, sino
efectivo, realizado de manera consciente
en la intensidad de la vida cristiana y
mariana, en la vida apostólica, haciendo de
quien se consagra, un ministro de María, y
por decirlo en alguna forma, se convierte
en Sus manos visibles sobre la tierra, con
el efluvio espontáneo de una vida interior
sobreabundante, que se derrama sobre
todas las obras exteriores que acompañan
la devoción sólida en el culto, en la caridad,
en el celo… Es así que uno se esfuerza por
santificarse, cada uno en su propio estado, dedicándose, no de manera
superficial, sino con ardor, en la medida y en la forma que corresponde a la
condición de cada uno, ofreciendo su labor a la salvación y santificación de
los otros; actuando en defensa de la Iglesia de Cristo…”

¿Por qué podría ser para nosotros importante, consagrarnos al Corazón


Inmaculado de María?
- Porque seguiríamos los mismos pasos que Dios Padre designó para Su
Unigénito:
Confío a Ella la gestación de Su Vida, en Su Seno Puro y Virgen. Por Ella
nació, se formó y aprendió. ¿No es un itinerario atractivamente hermoso?
Porque somos hijos de Dios, Él quiere lo mismo para nosotros: “con Ella
nacemos de nuevo”.
- Cuando nos entregamos a Ella nos aseguramos el Camino más seguro
para llegar a Su Hijo. La entrega a María, es la entrega a Cristo, pues en
el Camino, como Madre y Maestra Ella nos preparará para ser hostias
blancas.

227
- La Consagración a la Madre nos sitúa bajo el directo cuidado de Ella.
Caminamos tomados de Su Mano y bajo Su manto, rodeado de todos Sus
Ángeles.
- Se pondrá por delante ante las insidias del enemigo.
- Nos integramos a Su Ejército, para la Gloria de Dios y bien de la humanidad
toda, pues el mariano es un evangelizador en esencia.
- Consagrar nuestra vida a María, significa crecer en Santidad, y lo sagrado,
el mundo no lo toca, porque pertenece a Dios.
- Fortalecemos nuestro vínculo de filiación. (Juan Pablo II., 1987, n.46).

15.4. CONSAGRARSE HOY


Luego de conocer el sentido y significado profundo de la “Consagración
al Inmaculado Corazón de María”, entenderemos mejor aquello que hoy,
la Santa Madre por intermedio de Patricia, nos dice, cuando aconseja esta
noble y luminosa Devoción.

“Sellen sus hogares, protejan a los suyos, entréguense a Dios y conságrense


a vuestra Madre Santísima, la Virgen María” (8.3.10).

El camino del consagrado “en el Bien estará” (14.6.14), porque será capaz
de vivir dentro de principios éticos, sociales, espirituales, racionales, donde
abunda aquello que es conveniente: la paz, la armonía, el amor. El “Bien”
señala la vida del consagrado en comunión con Dios y Sus preceptos.

La Consagración “sella” el corazón del hijo y de la hija, que desde entonces


camina junto a su Madre que ilumina la vida de sus hijos “llenándolos de
piedad dulce y bendita” (26.8.15).

El siguiente Mensaje nos ofrece una instrucción amplia y profunda sobre


aquello que busca la Santa Madre, cuando sus hijos se acercan a Ella.

“He derramado sobre mis hijos de esta humanidad, todas mis


bendiciones como Madre del Verbo Encarnado. He presentado
sus oraciones ante la Corte Celestial, pidiendo por ustedes
pequeños hijos míos, por ustedes los que, en el camino de Dios,
ya van de la mano de esta Madre que es suya y del Niño Jesús
que, como a Él, hoy los llevo a todos vosotros a presentarlos
ante Dios. Os he depositado en el lugar más Santo del Altar
Mayor, a los pies de la Trinidad Santa. Os he presentado como

228
hijos míos, aquellos que llevo en el fondo de Mi Corazón. He
dispuesto a los ángeles Celestes que en su compañía estén
cada día de su vida, en el camino que iniciando están. Hay
agonía en esta parte del mundo, hay agonía de todos aquellos
que enlutaron su corazón al perder parte de su familia, de la
consecuencia causada por el desamor. Han caído inocentes,
a ellos Yo los llevo ante Mi Señor, tomando su fin de vida en
este mundo como martirio, de un mundo que en el error va.
Inicia el holocausto de almas perdidas sin haber ofrendado su
vida a Dios. Pequeños míos, muy importante es esta petición
de vuestra Madre: “Os he pedido en muchas ocasiones y de
muchas maneras, inviten al mundo entero a Consagrarse a Mi
Inmaculado Corazón, que es el refugio del Amor Santo, que
los lleva llenos de Mi Amor a la Trinidad Santa”. Iniciando
así su despertar de vida que será llevada por Caridad Divina
a la plenitud de la Verdad, al quedar bajo Mi cuidado y bajo
Mi custodia dentro de Mi Corazón, lugar al que no puede
entrar la maldad. Refugio de los pecadores, refugio santo para
la humanidad que desea caminar el camino de la Verdad. Yo
os conozco y os reconozco como hijos míos muy amados,
porque es el mismo Dios quien me ha indicado el camino para
llevarlos a Él, y presentarlos al Templo delante de Él. Yo he
traído la Luz para la humanidad, de la misma Luz que se me
entregó al realizarse el designio de Dios, ante esta Sierva suya
la Madre de Dios, la que en este día os desea recibir como
pequeños míos en esta advocación: “Luz de las naciones desde
el Inmaculado Corazón de la Santa Madre de Dios” Serán luz
en la luz de la Luz, Mi pequeño Jesús, el Sol del amanecer y
del despertar, la luz del que nació siendo Luz (2.2.13).

15.5. SANTA MARÍA DE GUADALUPE PARA MÉXICO Y


EL MUNDO
Los Mensajes que llegan del Cielo nos traen palabras refulgentes llenas
de consuelo y esperanza. “La Alondra de la Mañana, el matiz del amor
Celestial, María de Guadalupe, con nosotros va” (cf. 1.6.12). “Ella es la
mediadora de todas las gracias. Santa María de Guadalupe nos lleva de
Su Mano ante el Redentor, Camino seguro hacia el Padre” (cf. 31.7.12).
“Abrirá la compuerta del Cielo para todo aquel que, como hijo pródigo,
desea regresar a dar testimonio de la Verdad del Amor de Dios” (12.12.12).
Desde México la Santa Madre sigue hablando al mundo.

229
Los Mensajes tienen una actualización sorprendente porque nos anuncian
y preparan para la realización de acontecimientos importantes. Todo tiene
sentido, pues, Dios no hace nada sin anunciarlo (cf. Os3,7), ya lo vimos.

Los Mensajes, además, muestran la conciencia que nuestra Madre tiene de


Su Misión también en nuestros tiempos:

“La Reina del Cielo y Tierra, la Madre amorosa del Verbo


Encarnado, la Madre Santa, la que ha de pisar la cabeza de la
serpiente, la que ha de conducir a sus hijos consagrados a Ella
al mismo Corazón de la Santísima Trinidad, os dice: Cubiertos
con Mi Manto os he de llevar por el camino seguro al Corazón
de Mi Hijo Amado, que ha de recibiros para llevaros al Padre,
inspirados por el Espíritu Santo, Espíritu del Amor. Espíritu
del Amor del Padre y del Hijo, inspiración santa del Padre y
del Hijo, que mana del Amor total del gran Amor espiritual.
Cetro santo de Dios que se otorga a sus hijos amados, desde
el Seno maternal de María, como ofrenda del gran Amor del
Padre (16.1.12).

María de Guadalupe en el Tepeyac México

“Madre Soy de toda la humanidad, lista para llevar a mis


hijos hacia el Redentor, al Sumo Bien. Sendero hacia la Luz
Soy, María de Guadalupe el rio de Luz, la Sierva de Dios en su
Santísima Trinidad, que al errante caminante hoy recibe en los
confines del todo el mundo, que escuchan su Voz” (12.12.12).

Y del Cielo, llegan más palabras sobre María:

“Santa María de Guadalupe, Mi Cirio pascual, caminarán bajo su amparo


en esta etapa final. La serpiente será pisada para la eternidad” (11.3.12). Está

230
al lado de Sus hijos en todas las épocas porque Ella Misma afirma: “Yo Soy
la Mediadora de todas las gracias: Santa María de Guadalupe” (31.7.12).

Y para recordarla en plenitud, Su Imagen será llevada al Altar Mayor de


la tierra, que Corona con el Evangelio a toda la humanidad, donde yace la
sombra de tanto santo que peregrinó esta Tierra (cf. 21.12.12).

Así como Dios escogió para su proyecto de salvación Jerusalén y Belén,


en el pasado o Lourdes, Fátima o Medjugorje; en tiempos más próximos a
nosotros, también ha elegido a México, lugar del que saldría la Luz espiritual
desde el Altar dedicado a Santa María de Guadalupe, Emperatriz de las
Américas y del Mundo: México es la casa de la Madre María Santísima
(8.3.10). Cubriendo estoy con Mi Manto Sagrado, a mis pequeños en esta
Patria que Dios me dio, para llevarlos al Camino de Mi Señor (23.1015).

“México es la casa de la Madre María Santísima, solo que está el mal; pero
está vuestra Madre y hay que pedirle a Ella de rodillas, hay que rezar de
rodillas, hay que solicitar su protección, su poder; pero Ella llora, lloren y
oren con Ella; oren con Ella, tienen que estar unidos” (8.3.11).

“El tiempo, el tiempo, el tiempo ha llegado a esta ciudad,


ha llegado a la Casa de vuestra Madre Santísima, María de
Guadalupe, por esas leyes que se han perpetrado contra la
vida misma, la vida que solo pertenece a Dios. ¿Quién puede
darla o quitarla sino Él? ¿Quién ha tomado en sus manos este
privilegio que solo es divino? ¿Quién puede permitir que se
realicen esos crímenes y muertes? Se ha derramado el vaso, se
ha derramado. Ella, la Madre de Dios, pide con fervor recen
con Ella, para pedir al Padre su clemencia para que no se agote
su Misericordia. Nación tras Nación será; correrá la misma
suerte y solo unos pocos serán retenidos en la Tierra. Su Casa
deberá ser reconstruida y allí habrá más gracia que nunca.
Reiniciará la luz que Ella trajo desde el principio de su llegada
a esta tierra; tierra que ha sido bendecida y donde el mal no
debió haber llegado, pero Ella en la gracia dada por el Padre,
revivirá su Templo para iniciar de nuevo a su Juan Diego,
presente en todos sus hijos, de ésta y otras tierras, brillará de
nuevo su Casa, pues se sacudirán los ídolos fatuos que hoy ahí
habitan. Nación que será progreso para el mundo. Nación que
debe ser santa. Nación que se debe convertir plenamente. Lo
escrito está escrito y debe cumplirse” (8.3.10).

231
“A la Casa de María su Santísima Madre, habrá que asistir,
que en espera de sus hijos está, sabiendo que pronto ahí
serán acogidos y bendecidos. Es el tiempo de la Madre, es el
tiempo de María, por eso con Ella deben estar. Vayan gratos y
preciosos, los mismos ángeles guiarán sus caminos, porque el
Padre Eterno así lo pidió. Templo nuevo que lleno de Gloria,
lleno de paz ya siempre estará. Casa de María, Casa de Jesús,
donde el mismo Padre bajó. Sonar de campanas, trinar de
jilgueros, ahí será dada la Gran Bendición” (21.9.10).

Ella es la Sede de la reunión. “Invita” a entender esta Voz que obsequia al


mundo a través de esta hija suya, Patricia.

“El mundo en espera está de seguir a Mi ejército de salvación,


el mundo dispuesto está a preparar la venida de su Señor.
Caminantes benditos, que bajo sus manos llevas inscritas
las palabras de gozo y fortaleza, a un mundo que hoy clama
libertad” (23.5.17). “Libertad mis pequeños, que saldrá al
mundo desde esta casita del Tepeyac, pues mi ejército retomó
la bandera llevando la paz, bajo el amparo infinito de esta
Madre que vuestra es. Sonetos que retumbaron, cantos que se
elevaron, corazones que se entregaron solicitando piedad. “Su
Patria es mi Patria y viva está”. Si mi pequeño, firmes como un
ejército debéis estar, al lado de esta sierva suya hija de Dios,
que unida a vosotros entonando el canto de libertad va, con
las notas sublimes de vida y paz. Hay un canto que cantaréis
conmigo, cuando el triunfo llegue a esta ciudad, cuando el
triunfo llegue a esta tierra. ¡Gloria a Dios en su Santísima
Trinidad!... No atéis tu pensamiento, ni tu fidelidad ante las
acciones del hombre; somete tu acción y tu dignidad a vuestro
Dios, quien por caminos marcados y rutas trazadas ya indicó
tu caminar” (12.6.18).

“El Camino está lleno de esperanza y promesas porque en el Tepeyac


empezó una hermosa historia para el bien de la humanidad. La vivencia
de Juan Diego tiene que animar a seguir el Camino de la Santidad. Es la
historia de un hombre sencillo que puede abrir de manera inconmensurable
las Puertas del Cielo y traernos gloriosas bendiciones. Leamos este texto
con el corazón:

“Un día como hoy, Ella recibió a su Juan Diego; de igual


manera que hoy los recibe a ustedes. ¿Por qué hoy?, ¿por qué

232
esta tierra?, ¿por qué ustedes?, ¡Porque así le ha parecido bien
a Dios! La grandeza de un hombre santo, se queda grabada
en su tierra; con esa misma grandeza, María Santísima los va
llevando como sus Juan Diegos. Ella dice: Mis Juanitos, mis
Juan Dieguitos, vienen de una estirpe nueva, forjada por el
dolor de un pueblo, un pueblo al que ustedes le van a traer luz,
¡Vayan y háganlo! el camino es propicio, ¡Vayan y háganlo!
Me es clara la grandeza de la Consagración que he puesto en
sus manos. El sendero está abierto, el camino es propicio. Los
ángeles los acompañarán, la espada de San Miguel Arcángel
irá destruyendo turbas de malhechores que aparecerán en
el camino. Vayan en paz, que la grandeza de Dios los ha de
acompañar. Su Santísima Madre del Tepeyac irá con ustedes, y
los cubriré bajo Mi Manto cada segundo. Mi más grande razón
de ser, es servir a Dios. Mi más grande razón de vivir, es darle
Gloria. Mi más grande razón de pensar, es llevarlos al Cielo
para caminar en la dicha Celestial” (31.7.17).

233
234
CAPÍTULO

16
IGLESIA
Y
EUCARISTÍA

P
ara todo católico, seguramente, el día de Jueves Santo asume un
significado marcadamente especial. Era de noche cuando Jesús
reunió a los suyos en el Cenáculo (Jn13; Lc22), imaginamos, empero
que, a pesar de la hora, la noche se revestiría de refulgente gala, porque en
el interior de ese recinto, se firmaría el momento más sublime en la historia
de la Iglesia: La Institución de la Santa Eucaristía.

Era la vigilia radiante prefijada en la mente de Dios, para que el Hijo


escribiera con letras de oro el Testamento que lo dejaba a Él mismo como
Heredad, bajo las especies de Pan y Vino consagrados.

Jesús, consciente del momento y del suplicio que pronto tendría que
afrontar, pronunciaría Sus palabras de despedida con melancolía, pero
también con gozo profundo, porque Él no se marcharía abandonando a
los suyos en la soledad y la distancia; estaría con ellos hasta el final de los
tiempos en la Santa Eucaristía: “Hagan esto en memoria Mía” (cf. Lc22,19)
diría, dejándonos el Obsequio más sublime: Su Presencia Viva, Cuerpo,
Sangre, Alma y Divinidad, accesible a todo sacerdote, para bien de toda la
Iglesia que fundaba, a través del Misterio más extraordinario del que pueda
participar el ser humano: la Transustanciación.

Cristo instruía a los Suyos invitándolos a prolongar Su Presencia Viva,


encomendándoles, además, por medio de Pedro, una Misión noble y
generosa que distinguiría a todo sucesor de Cristo: “Apacienta mis
corderos” (Jn21,15-17).

Pedro sería la Piedra sobre la cual edificaría Su Iglesia y muchos le seguirían


a través de los siglos. Recibió las llaves del Reino de los Cielos con el
poder que corresponde a su ministerio: “y lo que ates en la tierra quedará

235
atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los
cielos” (Mt16, 19). Las redes de estos nuevos misioneros los convertiría en
“pescadores de hombres” (cf. Mt,4,19), por medio de la Palabra que Cristo,
el Hijo vivo de Dios vivo, les había revelado.
Así confiaba Su doctrina a Su Iglesia que se convertía en depositaria de
Su Palabra, convirtiéndose en el “medio” de relación entre Dios y toda
persona de buena voluntad que aceptara el Mensaje cristiano. Sus sucesores
anunciarían Su Palabra “hasta los confines de la tierra” (cf. Hc1,8), y la
“Eucaristía”, sería el “Centro y Culmen” de la vida cristiana. Gracias a este
celestial manjar ningún creyente padecería ni hambre ni sed (cf. Jn6,35), y
tendría en su cercanía el Medio para conseguir la vida eterna. Trece siglos
más tarde, diría de este Sacramento Santo Tomás de Aquino: “No existe
verdaderamente nada más útil para nuestra salvación que este Sacramento
en que se purifican los pecados, aumentan las virtudes y se encuentra
la abundancia de todos los carismas espirituales” (p.389). Reforzará el
concepto Juan Pablo II (2003) afirmando: “De la Eucaristía vive la Iglesia.
De este pan vivo se alimenta” (n.7).
Veintiún siglos más tarde nuestra
Iglesia: “Una, Santa, Católica
y Apostólica”, continúa,
transmitiendo la Buena Nueva
de generación en generación.
Por el bautismo nos unimos a
las verdades de Fe de nuestra
Iglesia, nos introducimos en
la Doctrina, cuidamos nuestro
crecimiento humano y espiritual
a través de la Doctrina del Amor y los Sacramentos para vivir como
“cristianos”, pues somos de Cristo.

Nuestra amada Iglesia, confiada a Pedro, ve en su sucesor, el Papa, a lo


largo de los siglos, la referencia en quien converge la unidad visible de
todos sus miembros, junto a los obispos y los millones de fieles. (cf. Lumen
Gentium, n.13-16)

Por todo ello podemos decir que la Iglesia Católica y Apostólica es la


congregación de los fieles cristianos regida por el Papa como vicario de
Cristo en la tierra.

236
Cuando oramos recitando las Verdades de nuestra Fe, afirmamos, entre
otras Verdades, que creemos en nuestra Iglesia Católica. En ese instante,
el creyente, libre y voluntariamente “profesa personalmente” su adhesión a
esta verdad de Fe. Así nos unimos a la Fe de nuestra Iglesia (CIC n.167) que
es Una, Santa, Católica y Apostólica (CIC n.811).

ES UNA: “Tiene un solo Señor; confiesa una sola fe, nace de un solo
Bautismo, no forma más que un solo Cuerpo, vivificado por un solo Espíritu,
orientado a una única esperanza a cuyo término se superarán todas las divisiones”
(CIC. n.866).
ES SANTA: “Dios santísimo es su autor; Cristo, su Esposo, se entregó
por ella para santificarla; el Espíritu de santidad la vivifica. Aunque comprenda
pecadores, ella es “ex maculatis immaculata” (“inmaculada aunque compuesta
de pecadores”). En los santos brilla su santidad; en María es ya la enteramente
santa (n.867).
ES CATÓLICA: Cuando decimos que nuestra Iglesia es católica,
expresamos que es “universal”. “En ella subsiste la plenitud del Cuerpo de Cristo
unido a su Cabeza, lo que implica que ella recibe de él toda la plenitud de los
medios de salvación que Él ha querido, como la confesión fe recta y completa,
visa sacramental íntegra y ministerio ordenado en la sucesión apostólica (n.830).
Es católica, asimismo, porque fue enviada por Cristo en la misión de evangelizar
a la totalidad del género humano (n.831). “Anuncia la totalidad de la fe; lleva en
sí y administra la plenitud de los medios de salvación; es enviada a todos los
pueblos; se dirige a todos los hombres; abarca todos los tiempos; “es, por su
propia naturaleza, misionera” (n.868).
ES APOSTÓLICA: “Está edificada sobre sólidos cimientos: los doce
Apóstoles del Cordero; es indestructible; se mantiene infaliblemente en la verdad:
Cristo la gobierna por medio de Pedro y los demás Apóstoles, presentes en sus
sucesores, el Papa y el colegio de los obispos” (n.869).

El Documento Conciliar Lumen Gentium (1964), transmite un precioso


concepto de esta universalidad cuando pone de manifiesto:

“Todos los hombres están llamados a formar parte del nuevo


Pueblo de Dios. Por lo cual, este pueblo, sin dejar de ser
uno y único, debe extenderse a todo el mundo y en todos los
tiempos, para así cumplir el designio de la voluntad de Dios,
quien en un principio creó una sola naturaleza humana, y a sus
hijos, que estaban dispersos, determinó luego congregarlos.
Para esto envió Dios a su Hijo, a quien constituyó en heredero
de todo, para que sea Maestro, Rey y Sacerdote de todos,

237
Cabeza del pueblo nuevo y universal de los hijos de Dios. Para
esto, finalmente, envió Dios al Espíritu de su Hijo, Señor y
Vivificador, quien es para toda la Iglesia y para todos y cada
uno de los creyentes el principio de asociación y unidad en la
doctrina de los Apóstoles, en la mutua unión, en la fracción del
pan y en las oraciones” (n.13).

16.1. LA SANTA EUCARISTÍA


Nuestro Catecismo enseña que “La Eucaristía es fuente y culmen de toda la
vida cristiana. Los demás sacramentos, como también todos los ministerios
eclesiales y las obras de apostolado, están unidos a la Eucaristía y a ella se
ordenan. La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual
de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua” (n.1324).
“En el corazón de la celebración de la Eucaristía se encuentran
el pan y el vino que, por las palabras de Cristo y por la
invocación del Espíritu Santo, se convierten en el Cuerpo y la
Sangre de Cristo. Fiel a la orden del Señor, la Iglesia continúa
haciendo, en memoria de Él, hasta su retorno glorioso, lo que
Él hizo la víspera de su pasión: “Tomó pan...”, “tomó el cáliz
lleno de vino...”. Al convertirse misteriosamente en el Cuerpo
y la Sangre de Cristo, los signos del pan y del vino siguen
significando también la bondad de la creación” (n.1333).

“Mediante la conversión del pan y del vino en su Cuerpo y Sangre, Cristo


se hace presente en este sacramento. Los Padres de la Iglesia afirmaron con
fuerza la fe de la Iglesia en la eficacia de la Palabra de Cristo y de la acción
del Espíritu Santo para obrar esta conversión. Así, san Juan Crisóstomo
declara que: «No es el hombre quien hace que las cosas ofrecidas se
conviertan en Cuerpo y Sangre de Cristo, sino Cristo mismo que fue
crucificado por nosotros. El sacerdote, figura de Cristo, pronuncia estas
palabras, pero su eficacia y su gracia provienen de Dios. Esto es mi Cuerpo,
dice. Esta palabra transforma las cosas ofrecidas (De proditione Iudae homilia
1,6) (n.1375).

El Concilio de Trento, realizado en el siglo XVI, afirma que “por la


consagración del pan y del vino se opera la conversión de toda la substancia
del pan en la substancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda la
substancia del vino en la substancia de su Sangre; la Iglesia católica ha
llamado justa y apropiadamente a este cambio transubstanciación” (n.1376).

238
“La presencia eucarística de
Cristo comienza en el momento
de la consagración y dura todo el
tiempo que subsistan las especies
eucarísticas. Cristo está todo entero
presente en cada una de las especies
y todo entero en cada una de sus
partes, de modo que la fracción del
pan no divide a Cristo” (n.1377).
“La Iglesia católica ha dado y
continúa dando este culto de
Adoración que se debe al Sacramento de la Eucaristía no solamente durante
la Misa, sino también fuera de su celebración: conservando con el mayor
cuidado las Hostias consagradas, presentándolas a los fieles para que las
veneren con solemnidad, llevándolas en procesión en medio de la alegría
del pueblo” (n.1378).
Por todo lo expuesto, el creyente católico considera el Sacramento de
la Eucaristía como el más egregio y augusto, y nos ilustra su sentido y
significado:

- Su signo exterior es el pan y el vino que se convierten en el Cuerpo y


la Sangre de nuestro Señor.
- Lleva a la unión con Cristo, Fuente de toda Gracia.
- Ha sido instituido por el mismo Cristo.
- Es el Sacramento del Sacrificio único e irrepetible de Jesucristo en
la Cruz.
- Es el Sacramento de la Presencia real, verdadera y substancial de
Jesucristo.
- Es el Sacramento del banquete pascual (cf. Castañón Gómez, 2015,
p.35).

Juan Pablo II (2003), en su Documento dedicado a la Eucaristía afirma


que “La Iglesia vive de la Eucaristía. Esta verdad no expresa solamente
una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo
del misterio de la Iglesia. Esta constata con alegría cómo se realiza
continuamente, en múltiples formas, la promesa del Señor: «He aquí que
yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo» (Mt28,20); en

239
la sagrada Eucaristía, por la transformación del pan y el vino en el cuerpo
y en la sangre del Señor, se alegra de esta presencia con una intensidad
única. Desde que, en Pentecostés, la Iglesia, Pueblo de la Nueva Alianza, ha
empezado su peregrinación hacia la patria celeste, este divino Sacramento
ha marcado sus días, llenándolos de confiada esperanza” (n.1).
Comprendemos así, tal como lo enseñan los padres conciliares que “La
sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia,
es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua y Pan de Vida, que da la vida a los
hombres por medio del Espíritu Santo». Por tanto, la mirada de la Iglesia se
dirige continuamente a su Señor, presente en el Sacramento del altar, en el
cual descubre la plena manifestación de su inmenso amor” (idem).
Todos estos antecedentes nos llevan a una conclusión elocuente. De todo
el Misterio Pascual, cuyo Personaje Central es Cristo, “nace la Iglesia”. Es
por esta razón que todo católico debe comprender que la “Eucaristía es el
centro, el núcleo esencial de la vida eclesial”.
Alrededor de la Eucaristía toma
cuerpo nuestra Iglesia. Una
cita nos recuerda claramente su
entorno al inicio de su fundación:
“Acudían asiduamente a la
enseñanza de los apóstoles, a la
comunión, a la fracción del pan y
a las oraciones” (Hch2,42).
Juan Pablo II (2003), en la sabia
y profunda concepción que
anima su pensamiento nos ofrece
con firmeza un pensamiento que realmente vincula en toda profundidad la
Eucaristía a nuestra Iglesia y viceversa: “Si con el don del Espíritu Santo
en Pentecostés la Iglesia nace y se encamina por las vías del mundo, un
momento decisivo de su formación es ciertamente la institución de la
Eucaristía en el Cenáculo” (n.5).

16.2. MÍSTICA EUCARÍSTICA Y CIENCIA


Como ya vimos en los primeros capítulos, la experiencia mística nos
revela la “realidad y evidencia” de Dios a través de la fe, de las visiones,
locuciones, apariciones o MILAGROS.

240
El término “Milagro” en ámbito científico se caracteriza por su total ausencia.
Incluso términos como “alma” y “espíritu”, no figuran en los diccionarios
de mayor prestigio en el campo de la neurociencia y neuropsicología. O,
si existen, se utilizan como expresión de intimidad, conciencia racional o
neural, interioridad u otros. Empero, como “realidad” espiritual, como “ser
invisible”, es totalmente inexistente.

Cuando el creyente se sirve de la palabra milagro, hace referencia a un


acontecimiento que naturalmente no puede suceder ni se puede explicar.
Por ejemplo, un ciego que recupera la visión, un paralítico que empieza
a caminar, o incluso, un muerto que resucita luego de una oración o una
invocación a Dios. Si el hecho se verifica, como en el caso de los santos que
la Iglesia católica canoniza, se atribuye a intervención Divina, reconociendo
su origen Sobrenatural.

Pero aquí viene el gran desafío para el científico materialista y reduccionista


que niega la realidad espiritual: El Milagro, aunque tiene un origen
espiritual totalmente invisible e incontrolado, se caracteriza por constatar
y exhibir un acontecimiento objetivo y empírico que todos pueden ver,
tocar, registrar patentemente y replicar, tal como la ciencia más rigurosa
lo exige.

16.3. MILAGROS EUCARÍSTICOS


Durante su vida pública, la Presencia de Cristo entre los hombres enriqueció
la vida de muchos, no solo a través de Sus enseñanzas, sino también a
través de los Milagros que realizó.

Sin embargo, como todo católico sabe, los hechos prodigiosos por Él
fectuados no fueron suficientes para convencer a las autoridades religiosas
de la época de su origen divino. Peor aún, cuando no pudieron negar o
ignorar sus proezas vociferaban: “Está poseído por Beelzebul y por el
príncipe de los demonios expulsa los demonios” (Mc3,22).

Creían en el poder de los demonios, aceptaban su acción, pero no reconocían


al Hijo de Dios. En la actualidad, los críticos al milagro, no llaman en
causa al demonio porque no creen en él (por eso actúa libremente), y con
facilidad lo reconducen a sugestión, imaginación, psicosis de masa u otro
fenómeno paranormal no comprobable.

241
Los Milagros “no son Dogma de Fe”, consecuen- temente, el católico “no
está obligado” a creer en los mismos. Es más, si así fuera, el cimiento de
su fe sería relativo. No obstante, como ya tratamos en otros acápites, estos
acontecimientos extraordinarios ponen en evidencia la cercanía de Dios a
nuestras vidas, tomando iniciativas que bien sabe pueden animar o estimular en
distintas formas nuestra fe. Ningún milagro se circunscribe al hecho notable,
todos nos llevan a la Fuente de la Verdad: Cristo, Su Palabra, Su Iglesia.

El carácter sobrenatural
de un Milagro muestra
el constante interés que
tiene por sus hijos. Ningún
Santo que veneramos en los
altares estaría en ese sitio,
sin los Milagros correspon-
dientes necesarios para su
beatificación y canonización.
Son bendiciones que nos
traen la Luz del Amor de Dios que quiere iluminar aquella oscuridad que
niega Su Existencia y Su acción en el mundo.

El contenido de esta obra nos obsequia palabras inspiradas que vienen


“místicamente” del Cielo, ofreciéndonos novedosas rutas guiadas por el
Canto Amoroso del Bien Divino. Son cálidas palabras que quieren abrir
los corazones aún fríos o tibios, señalando el Camino que el hijo alejado de
Dios podría volver a reencontrar.

Los Milagros, en toda época, nos recuerdan siempre la Alianza vigente


entre Dios y sus creaturas. Nuestro Creador sigue de cerca los pasos de sus
hijos, y desea que, en su generosidad, levanten vuelo, guiados por Su Santo
Espíritu, para llegar a lugares remotos donde otros hijos no lo conocen o lo
han olvidado. Algunos no tienen sed de Dios, pero el Padre siempre tiene
Sed del Amor de todos y de cada uno de Sus hijos.

16.4. CARNE Y SANGRE EN UNA BRIZNA DE PAN


Como señalamos anteriormente, nuestro Catecismo enseña que: “En el
corazón de la celebración de la Eucaristía se encuentran el pan y el vino
que, por las palabras de Cristo y por la invocación del Espíritu Santo, se
convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo” (CIC. N.1333).
242
En octubre de 1999, fui autorizado por el entonces Arzobispo de Buenos
Aires, Cardenal Jorge M. Bergoglio, a realizar unas investigaciones sobre
dos Hostias Consagradas que tuvieron efusión de una sustancia rojiza, en la
Parroquia de Santa María: una en mayo de 1992 y otra en agosto de 1996.

Los estudios se prolongaron hasta marzo de 2006, con la participación de


científicos de varias naciones y continentes, la mayoría no creyentes. Ellos
no conocían el origen de las muestras inicialmente, porque la metodología
aplicada se regía bajo el criterio de “blind test”, o sea “test a ciegas”. Esto
para evitar cualquier forma de condicionamiento.

El resultado demostró que la sustancia rojiza identificada era sangre


humana, con presencia de ADN humano. Se determinó también la
presencia de células blancas (leucocitos) intactas. Este hecho llamó mucho
la atención de los investigadores, porque los leucocitos fuera del organismo
humano por un proceso de apoptosis se autodestruyen entre los primeros
5 a 60 minutos. Sin embargo, cuando los especialistas los identificaron en
estas Hostias, había transcurrido ya varios años.

De gran interés fue encontrar, durante los estudios histopatológicos, la


presencia de músculo ventrículo izquierdo y músculo del miocardio vivo.

8 de mayo de 1992 15 de agosto de 1996

Músculo del miocardio

243
En octubre de 2009, recibí la solicitud de Monseñor Alejo Zavala, Obispo
de la Diócesis Chilpancingo-Chilapa (México), para investigar otra Hostia
Consagrada que tuvo efusión de una sustancia rojiza el día 22 de octubre
de 2006, en la Parroquia San Martín de Tours en Tixtla, un municipio de
Chilpancingo.

R.P. Victor Aguilar (Vicario), Mons. Alejo Zavala (Obispo),


Dr. Ricardo Castañón (Investigador)

Efusión de sustancia rojiza en Hostia Consagrada,


22 de octubre de 2006

Apariencia del 27 de octubre de 2009


(Toma de muestras)

Los estudios iniciados el 27 de octubre de 2009, concluyeron el día 25 de


febrero de 2013, revelando los siguientes resultados:
- La sustancia es sangre humana.
- La sangre corresponde al tipo AB.

244
- Registra la presencia de hemoglobina.
- Se han reconocido glóbulos rojos y glóbulos blancos de distintos
tipos.
- Confirma la presencia de ADN humano, cuyo perfil no se pudo obtener,
al igual que en todos los estudios de otras Hostias consagradas con
efusiones similares.
- Sugiere la presencia de Células mesenquimatosas.
- Debajo de la sangre coagulada por años, se ha encontrado sangre
fresca.
- Se ha identificado tejido del corazón.
- Además, por la acción de las células blancas en el tejido, se concluye
que el tejido está inflamado.
Ante estos resultados, el día 12 de octubre de 2013, el señor Obispo Alejo
Zavala Castro, en declaración solemne proclamó:

“Propicia el pronunciamiento de Milagro,


en cuanto esta manifestación nos trae un maravilloso
signo del amor de Dios, que confirma la presencia Real
de Jesús en la Eucaristía” (p.2/3).

16.5. PRESENCIA VIVA Y ACCIÓN DEL ESPÍRITU


SANTO
Los resultados científicos extraordinarios,
reconocidos por su validez para la
Declaración de Milagro, ponen en evidencia
la EXISTENCIA VIVA Y LA ACCIÓN
INSTANTÁNEA DEL ESPÍRITU SANTO
DURANTE LA CONSAGRACIÓN
EUCARÍSTICA, a través de las siguientes
instancias únicas e insustituibles:
1. El Sacerdote, participa de la autoridad
de Cristo, porque ha sido ungido como
Ministro por el Espíritu Santo, a través
del Obispo. Es el único autorizado
para consagrar la Sagrada Forma.

245
2. Durante la Consagración, invoca la Presencia y acción del Espíritu
Santo. “Las sustancias pan y vino, por las palabras de Jesús y por la
invocación al Espíritu Santo, por el Misterio de la Transustanciación,
se convierten en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo (cf. CIC n.1333).
3. Las Palabras de Jesús son eficaces cuando, durante la Consagración,
el Sacerdote repite: “Porque la noche de Su pasión, tomó el pan y
dijo: tomen y coman, esto es mi Carne. Luego tomó el cáliz y dijo:
tomen y beban todos de él porque esto es el cáliz de mi Sangre…”.

RESULTADO:

Tenemos aquí la demostración extraordinaria de la Presencia y Acción del


Espíritu Santo durante la Eucaristía, sea en estas investigaciones, como en
otras que se han realizado en el mundo con resultados similares. La ciencia
espera y exige la replicación, y con todo ello se ha cumplido.

Cuando estos resultados se empezaron a extender por el mundo, el día 1 de


septiembre de 2013, sin que yo hubiera conocido el caso de Patricia, Jesús
ya dictó un Mensaje respecto de estas investigaciones con el siguiente
contenido:

“He comunicado a través de ustedes, mis pequeños,


el Elixir del Amor Santo, Mi propio Corazón que se
volvió Verdad en una brizna de Pan. He acercado el
conocimiento que, brillar de gozo debe en todos sus
corazones…” (1.9.13).

246
Otro texto de 2017 amplía el repertorio, en cuanto, por medio de sus
conferencias y libros, el doctor empezó a difundir los resultados de sus
hallazgos:

“Antorcha ardiente lleva entre sus manos; lo más santo,


lo más puro, producto del Amor Eterno de su Dios a
esta humanidad, pues, ante los ojos de muchos hombres,
ha dado fiel entendimiento de la promesa de su Señor,
habitar junto al hombre hasta la plenitud de los tiempos”
(9.12.17).

Una de las prédicas de Jesús, que seguramente llena el corazón de todo


católico se encuentra en el capítulo 6 del Evangelio de San Juan.
Nos permitimos imaginar que, durante esta enseñanza, Jesús estaba
totalmente sumergido en al Verdad que anunciaría. La jornada tendría
que haber sido majestuosa porque Él hablaría del Pan de vida eterna, de
Él mismo, bajo las especies de pan y vino, apariencias sencillas como
su pesebre en Belén, pero esenciales y fundamentales para la santidad y
salvación de todo hijo de Dios que acepte a Cristo.
- “… Es mi Padre que les da el verdadero pan del cielo; porque el pan
de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo” (Jn6,32-33).
Entonces le dijeron: “Señor danos siempre de ese pan”. Les dijo Jesús:
- “Yo Soy el pan de vida. El que venga a mí no tendrá hambre, y el que
crea en mí no tendrá nunca sed” (v.35).
- “Yo Soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan vivirá
para siempre; y el pan que yo le voy a dar es mi carne, para vida del
mundo” (v.51).
Las investigaciones presentadas, ¿no confirman estas elocuentes palabras?
Nuestra fe es real, y por Amor, aunque para la persona de fe no fuera
necesario, Dios nos obsequia pruebas de que Su palabra, es cierta. En igual
forma reafirma Su promesa cuando expresa que estará con nosotros, hasta
el fin del mundo (Mt28,20).
Las pruebas que aquí observamos nos permiten reconocer, en algún grado,
parte del Misterio revelado. Todo católico debería ser generoso y agradecido
mensajero de estos hallazgos, compartiéndolos hasta los confines de la
tierra, cantando oraciones de alabanza, agradeciendo a al Hijo de Dios que
nos trae Su Presencia Real invitándonos a la Conversión.

247
¿Por qué el Milagro? Porque el Corazón Eucarístico de Jesús quiere darse
a conocer en el mundo como un Corazón vivo y amantísimo. Quiere darse
con Amor con un deseo principal: “Ingresar al corazón de cada hijo que
vea el Milagro” (cf. 16.7.20). Jesús lo confirma: tiene sed de nosotros. Y
nosotros, por nuestra parte: ¿Tenemos sed de Él?

Estas muestras de Amor deberíamos custodiarlas como fieles discípulos,


irradiando la Luz del Dios vivo y presente, ante un mundo que no se ve
muy dispuesto a abrazarlo para nutrir su vida con el Manjar bajado del
cielo, y mucho menos para beber con Él el Cáliz de Su Pasión.

Los Milagros se suman a la Gracia que Dios nos concede. La soberbia


intelectual a menudo obnubila la sinceridad de nuestro corazón, la humildad
nos abre las puertas de la sabiduría celeste, pues Dios revela a los sencillos
lo que oculta a los sabios de la tierra (cf. Mt11,25).

Los hijos de este siglo, hemos recorrido muchos rumbos, peregrinando por
caminos que no nos obsequiaron el hallazgo de la Verdad. Tal vez sea este
el momento para iniciar el Camino siguiendo la única ruta cierta y eterna
que lleva al Encuentro con nuestro Señor.

Muchos corazones están desconcertados y a menudo heridos, por eso su


mente se hace vulnerable, pero el Camino de la Verdad y de la Vida los
hará libres. Ayudemos en esa noble empresa. Toda mente cerrada se abre
si acoge la Voz de Dios. Todo camino estrecho se hace más ancho, y todo
camino clausurado se abre a los Caminos sin fin que Dios ha diseñado para
todo hijo que acepte su eternidad junto a Él.

16.6. LAS ENSEÑANZAS DEL CIELO Y LA IGLESIA DE


JESÚS
Los Mensajes recibidos por medio de Patricia, no cambian ni alteran la
Verdad revelada, pero sí la enriquecen, la confirman, la extienden.
Nuestro Padre habla de Su Ley y nos invita a seguirla por el camino cierto
y confirma dónde y a quién la confió:
“Una ley os he dado mis pequeños. Una ley que, al seguirla
por el camino cierto, bendecidos irán. Una ley que es justa y
llena de misericordia está, la he dejado grabada en la piedra
y sobre la piedra que es Pedro, marcada está para así dirigir

248
el camino del justo, y caer sobre el corazón del que perdido
está. No volteen sus ojos a la negación de la Verdad, porque
la Verdad es justicia y es Amor, que con Mi Hijo amado por la
senda correcta los llevará” (13.7.15)

Jesús confía y agradece, bendiciendo a su hijo fiel que dirige su Iglesia y


quien clama por el pueblo de Dios:
“Escribe hija de Dios y di a mi hijo amado, a aquel que es fruto
bendito de Mi Misericordia, a aquel que sabiendo lo que se
avecina, desea mitigar el Juicio bendito que sobre su pueblo
se acerca. Como piedra legítima que dirige Mi Iglesia, hoy
eleva al Cielo sus ojos pidiendo piedad y Misericordia sobre la
humanidad entera. Di que he acogido su ruego y que como fiel
guerrero Mío, he tomado su causa de dirigir a sus ovejas por el
camino más bello, el camino de la Misericordia. Un solo ruego
hoy pide, un solo canto entona, piedad y Misericordia para las
ovejas perdidas” (6.10.16).
Jesús muestra su predilección por las “almas consagradas”
pues “han elegido lo más puro que existe en esta tierra, la
entrega absoluta de su alma al Corazón Trinitario de vuestro
Dios, dándose en cuerpo y alma al servicio de la realiza de la
caridad y la humildad. Lucha bendita a favor de estas almas
debéis realizar de la mano de Aquella que, con su pureza es la
Reina de todas las Gracias. Sonetos con voces distintas que,
entonan un mismo canto para alabar a Dios, eso son. Almas
consagradas, fuente de la gracia que habita en la Tierra”
(21.5.19).

Jesús nos anima a amar Su Iglesia, a


cuidarla y si fuera necesario, morir por
ella.

“Sean sonetos reales de Mi Palabra; Palabra


que en vosotros he dado desde el principio,
para darla a conocer. Sean eslabón que une
y no el que golpear la roca desea, amen Mi
Iglesia que es vuestra y defiendan lo que por
sí solo no se puede defender. Sean aquellos
que, ante mis ojos, desean caminar el camino
de los justos, sin dobleces ni mentiras, que
no permiten que actúe en vosotros. ¡Oh

249
civilización profana que sigues matando a mis elegidos! ¡Oh corazones que no
desean abrirse a la inspiración celestial! Todo os lo he ofrecido. Todo os lo he
dicho, solo a cambio de vuestra fidelidad. Necesito antorchas que brillen con Mi
Luz. Necesito aquellos que se olviden de sí mismos y deseen seguirme. Necesito
corazones que ardan con el fuego divino, y solo Mi Voluntad Divina deseen hacer.
Almas que sin miedo deseen llevar la Verdad al mundo. Almas que mueran de
amor por Mí, por Mí que Soy la Vida Eterna, y hacia ahí los deseo llevar” (27.8.19).

El Señor invita a cuidar la Iglesia que fundó ofreciendo Su propia vida, pues
reconoce los conflictos que padece y las amenazas de las que es objeto. Por
eso insiste en la unidad, en la obediencia a su único Pastor.

La Santa Madre expresa:

“Tiempo de pasión que viviendo está Mi Iglesia. Tiempo en el que al caminar


la ruta que caminó Mi Hijo Amado, atravesando está por el desierto, desierto
por el que tentada está siendo, y solo saldrá adelante cuando almas dóciles y
misericordiosas como vosotros, oren y se entreguen por la salvación de un mundo
que perdido va. No dudéis pequeños míos, en que el tiempo que atravesando están,
lo van caminando al lado de vuestro Dios, junto a toda mujer y hombre piadoso,
que entrega su corazón” (9.3.20). Luego Jesús afirma: “El cimiento de la Iglesia
se tambaleará, más la fuerza de Mi Espíritu la sostendrá. Las columnas irán de
caída una tras otra; más la humildad de los justos, sostendrá el lindero por donde
caminará Mi Iglesia. Realidades descritas, realidades ya dadas, que pronto verán
convertirse en verdad. Caminarán los justos con el sostén de la Palabra donde se
alberga la Verdad. Verdad que cimbrando va los corazones de todos aquellos que
entonan el canto de libertad, misma que bajo el Aliento Santo, hacia la Nueva
Jerusalén los llevará. Los que hayan creído en las Promesas, darán la mano al
desvalido, porque de ellos saldrá Mi Luz. Luz que abre senderos que invitan a la
conversión total. Eleven la Corona de la Paz” (30.1.17).

En enero de 2017 Jesús hace una revelación que hoy, tres años más tarde
vivimos:
“La Iglesia, Mi Iglesia padecerá como padeció su Señor. Corderos benditos
que sufrirán el martirio; almas muchas que elevaré al Cielo y desde esa morada
combatirán la batalla, que sucederá en la etapa más cruenta. Templos vacíos
donde no estaré Yo, pues en esos lugares, el Santo Sacrificio no se podrá realizar”
(25.1.17).

¿Quién lo habría imaginado? El cumplimiento de la profecía convalida al


místico que la anuncia. Y aquí tenemos una evidencia patente y segura ante
un mundo que puede confirmarla en cada instante.

250
Tal vez esta deprivación nos ayude a comprender la importancia de una
Eucaristía que teniéndola cerca no hemos sabido apreciarla, pues, aun
cuando las puertas de las Iglesias estaban abiertas los bancos estaban vacíos
por nuestra ausencia. A menudo se ha repetido que en Latinoamérica 85%
de los católicos no van a Misa los domingos. Esta limitación a la Eucaristía
debería orientarnos a reconocer nuestra actitud hacia esta amorosa
Presencia viva que no pocas veces tratamos con superficialidad, ignorando
su verdadero significado. Es en la ausencia que veces se aprecia lo que se
tiene o lo que se ha perdido.

La Eucaristía es el “Alimento santo, Alimento venido del Cielo, recíbanlo


hoy, recíbanlo siempre. Inicien su día con la gran alabanza a vuestro Señor,
a vuestro Dios” (8.5.10).

El mismo Jesús explica lo que sucede cuando una persona comulga:


“Murmullo de Amor has recibido, al recibirme pequeña mía
en la Santa Eucaristía delicia del verdadero Amor, traído
al mundo en un pedazo de pan. Rocié tu alma y tu corazón
en el total Amor de Mi Verdad. Rocié tu alma y tu corazón
con las gotas santas de Mi Corazón. Sumergí Mi Cuerpo y
Sangre en tu espíritu, volviéndolo Luz dentro de Mi Luz.
Rocío de amor perfecto que inundó tu mente y tu espíritu,
en un momento de total adoración, donde fuiste separada por
un momento del mundo, en el total Amor de Dios. Acto que
surgió de Mi Corazón para llenar tu alma de Mi Piedad. Acto
de Misericordia de tu Señor, que hoy te sumergió en Su mismo
Corazón. Sanarás heridas se te ha dicho, sanarás heridas en Mi
Nombre, en el nombre del Amor. Yo Soy el nombre del Amor”
(12.4.12).

En la Eucaristía nos ofrece Su Vino “aquel que ha salido de Su viña, para


inundar nuestros corazones con la Sangre que brota de Él mismo. Sangre
que ha derramado por nosotros como acto de Amor y Piedad” (cf. 27.2.13).
Y en el trozo de Pan encontramos: “El culmen del Amor. El culmen del
Amor dado a la humanidad. El culmen del Amor ofrecido por Dios, para
que nosotros podamos caminar” (22.5.13). “Nos ofrece Su Sagrado Corazón
para que en Él habitemos, y nos ha entregado en total Misericordia: Su
Cuerpo y Su Sangre en cada Eucaristía” (cf. 20.8.13).

Trae a nuestras mentes y a nuestros corazones las mismas palabras que


pronunció en su tiempo y que el Evangelista Juan cita: Soy el Pan bajado

251
del cielo (cf. Jn6,51), dado al hombre que glorifica al Señor. Los cerrojos del
mal serán eliminados, para abrir el camino a la Verdad y a la paz., para un
mundo que en el camino de la Verdad caminará, como promesa que dada
ya fue. Que yo sea siempre el canto de sus alabanzas, el que coma y beba
de ese Pan, vivirá la vida eterna” (19.6.14).

Jesús nos ilumina con el siguiente texto, diciéndonos lo que ciertamente ve


necesario para sus distraídos hijos del siglo XXI:

“Con el poder del Amor de Mi Santa


Eucaristía, ofreced vuestras vidas
por los demás, para que así todos
sean Uno en Mí, como Mi Padre y
Yo somos Uno. Dadme su amor en
este acto de entrega, entrega que
grande ante Mis ojos es al realizarla
con plena confianza al saber que,
al recibirla, su Señor caminando
con ustedes va y el Espíritu Santo
aleteando con su plumaje sobre
ustedes los iluminará; que no hay
amor más grande que esa gracia,
ante los ojos de Aquel que vida
eterna les dio. El poder de Mi Santa Eucaristía en ustedes desea estar, convirtiendo
su vida en verdadero acto de adoración, convirtiendo su vida en eco de Mi Voz,
pues ardientemente y humildemente, sus pasos guiará; elección mis pequeños que
en vuestras manos está. Id conmigo y permaneced en Mí, olvidando el descarrío
que este mundo marcó como cierto. Hoy mis pequeños, ante ustedes una Luz
hay, si me permiten con ustedes estar, pues Yo os dije que solos nunca estarían,
y en esa promesa dirigí Mi Voz a toda la humanidad. Hoy mis pequeños no se
desliguen de vuestro Señor, quien realmente lleno de Amor por ustedes, sigue
ofreciendo su martirio en cada Hostia en la que se da. Sí mis pequeños, vuelvo
a ofrecer Mi Vida al Padre para liberarlos de la esclavitud, pidiendo perdón por
vuestras ofensas al Sumo Amor. Si me permiten mis pequeños, con ustedes estaré
sediento de entregarme una vez más. No cierren sus ojos al que por Amor su Vida
dio, para restaurar las ofensas que el mundo ofreció como respuesta al Amor
infinito, del que dueño es de Mi Corazón Sagrado, que en Hostia Viva se da por
ustedes, ante Él, el Sumo Bien” (26.10.15).

“Estoy porque Soy, Soy para estar” (7.5.19).

252
16.7. ADORACIÓN
Según los estudiosos de la Mística, como Valabek (1998), por ejemplo,
la Isabel de la Trinidad (1880-1906), fue una de las santas que con mayor
profundidad comprendió el significado de la Adoración.

Según ella, para adorar


a Dios es menester
conocerlo en Espíritu
y en Verdad, solo así el
Espíritu percibe la moción
para elevarse a lo más
alto y siente la necesidad
imperiosa de adorarlo,
alabarlo, honrarlo por lo
que es en sí mismo:
Dios, único y Trino. Ante la Trinidad Santa: adora, repara y pide. La
dimensión es tan elevada, que la concibe como un “éxtasis de amor” nacido
en el corazón de la infinita divinidad que atrae y envuelve, en Su amor, en
Su belleza, fuerza e inmensidad.

Patricia ha recibido una instrucción del Espíritu Santo que explica la


Adoración. Ciertamente el texto nos servirá de honda y bendecida reflexión.

La Adoración…
“Es rendirse totalmente al pie de la Gracia, para darle Gloria.
Es entregar la gratitud de vuestra alma, por la gracia sentida.
Es en un solo gesto, dar gracias por la bondad a la Bondad Misma.
Es entrar a la eternidad, sintiéndose parte de ella, y saberse libres.
Es abrir el corazón, y ponerlo en el Corazón de Él, como una bendición al
Bendito.
Es el momento más sublime, en que un alma se acerca a la Gracia Plena.
Es salir del mundo, para querer entrar al Cielo.
Es vivir ante la Gracia, en un momento supremo.
Es darse totalmente en gratitud, sintiéndose nada, ante la presencia Excelsa
del que es Todo.
Es el amar, sintiendo el verdadero Amor, del que es el Amor.
Es la rendición de un alma, ante la Gracia Suprema.

253
Es el culmen de la enseñanza, que el Santo Espíritu os desea dar.
Es susurrarle al viento, para que se lleve vuestras plegarias.
Es permitir que las alas de la Esperanza aniden en vosotros.
Es atraer la gracia para llevarla dentro.
Es un elevarse al Cielo, para sentirse amado.
Es el recordar el gozo de haber sido creado, por el Excelso Amor del Padre.
Es querer someter vuestra vida, ante la Grandeza de la Gracia Extrema.
Es el darse y quedar vacío, para recibirlo todo.
Es la comunión extrema con el Mismo Amor.
Es dejarse abrazar el alma por la Misericordia, que entre las alas de los
ángeles, nos traen las Bienaventuranzas y las colocan dentro del corazón.
Es saber que el camino señalado ya está, y que vamos al encuentro con el
que nos guía.
Es sopesar la dicha y dejarse guiar por el único Camino.
Es Senda que, al encuentro del Amado, os elevará para vivir la plenitud de
vida.
Es Camino que hace inspirar las añoranzas, de lo que perdido había sido.
Es Camino que sostiene el alma para habitar en el consuelo, y saber que
hay una morada que esperándoles está.
Es la enseñanza de la humilde entrega de un Dios, ante su Padre desde la
Cruz, como Sacrificio de la Caridad, el Amor y la Alabanza” (2.8.20).

254
CAPÍTULO

17
TIEMPOS DE CAMBIO

“Y llegó el día, luego de tanta confusión y de vertiginosas


carreras sin destino, cuando la humanidad, sin que hubiera
hecho algo para ello, de pronto, se detuvo. La jornada
había cambiado, casi instantáneamente, de sombría noche a
radiante día. Entre el ocaso y el alba quedaba su historia, la
carga secular de ayer.
La humanidad despertó y miró su pasado, reconociendo los
laberintos grises que había entretejido, llorando por lo que
hizo y por lo que no supo hacer. Las personas, algunas de pie y
otras de rodillas, empezaron a descubrir sus vidas y los rostros
de aquellos que habían olvidado, y empezaban a sonreír
alegremente. Miraron el Cielo y recién prestaron atención
a la Voz de Dios que por tanto tiempo habían ignorado. Se
escuchaba dulce y serena, como un eterno verso que acaricia
el alma, como una melodía afable que los invitaba a caminar
con Él. Todos dijeron que sí, con un gozo en el corazón que
jamás habían conocido antes.
Poco a poco fueron comprendiendo que habían superado
valientemente la noche oscura, que la Gran Tormenta había
despejado, y empezaron a sembrar en la nueva tierra, semillas
que pronto darían nuevos y sabrosos frutos, serían las
Primicias del Nuevo Amanecer.

El sol empezó a brillar en lo alto, y los rayos refulgentes


llegaban, ahora sí, hasta los confines de la Nueva Tierra,
abrazándola con un calor suave y acogedor, mientras en el
inmenso horizonte se dibujaba la dulce mirada de la Madre,
pacífica y sonriente.
Todos unieron sus manos y sus corazones, porque lo viejo había
pasado y lo nuevo había empezado. Después de la tormenta,

255
todos quedaron sanos y revestidos de flamantes vestimentas
blancas. Caminaban juntos, al fin, como hermanos”.

17.1. CAMBIO Y DEVENIR


La palabra cambio, es de uso frecuente para todos nosotros. La encontramos
en muchas formas y expresiones que pueden llamar en causa a un individuo,
un objeto o situación.

Por la misma comprendemos una acción o circunstancia que conduce a la


transición de un estado base a otro distinto. Las personas cambiamos, las
células de nuestro organismo, los estados físicos, las estaciones, los niños,
los jóvenes, los adultos, los ancianos, las plantas, la topografía de la tierra,
los cuerpos celestes, todo cambia, todos vivimos en un devenir constante.
El mismo Universo, con su Big-Bang antiguo en 13.700 billones de años
está, aun hoy, en continua y veloz expansión.

El término devenir es el que mejor


explica los procesos que en esta
obra tratamos, cuando hablamos
de conversión, transformación o
perfeccionamiento. Fue proba-
blemente Heráclito (ca.540-
470aC), el gran pensador y
dialéctico griego quien formuló
inicialmente este concepto,
afirmando que el individuo jamás tiene la misma experiencia de algo,
porque todo cambia, todo fluye (Τα πάντα ρει). Podemos ver un objeto dos,
tres o más veces, pero siempre la observación implicará cambios porque
las cosas cambian y están en devenir perenne. Por eso su reconocida frase
nos llega hasta el presente: “Nadie se baña dos veces en el mismo río”.
El humano tiene en sí un ser dinámico en constante proceso de cambio y
transformación.
Hegel (1975), el gran filósofo alemán, se ocupó del devenir, aplicado
particularmente a las ideas, pero la naturaleza, la materia, también cambia.
Nuestro mundo se ha desarrollado merced a los procesos de cambio lentos
y veloces que se han ido suscitando.
El desarrollo y progreso de nuestra civilización supone cambios y
transformaciones. Pensemos en la Revolución industrial, cultural, social y

256
ahora en la revolución cibernética que ha dado paso a la llamada “cultura
digital”.

El devenir es un proceso de cambio que sugiere un dinamismo constante.


Llegamos a ser algo que antes no éramos, o, hacemos algo que antes no
hicimos. Involucra nuestro ser, siempre sustancia con sentido que cambia
para crecer y madurar. El católico en su devenir, puede empeñarse en
elevarse espiritualmente para que las debilidades humanas no lo atrapen.
Eso buscaron los ascetas del desierto aspirando la Santidad.

17.2. VALOR Y ANTIVALOR


Si hablamos de valor, es porque vale en sí y de por sí. La honradez, la
justicia, el respeto, son valores en sí. Su término ya los define. Solo se
aplicará a las circunstancias de la vida.

Los valores humanos, morales, espirituales, definen “aspiraciones” que


brotan en la interioridad de personas que quieren enriquecerse, adornando
su vida con valores que desea conquistar. Por ejemplo, el católico aspira a
la Santidad, por eso sigue un camino de ejercicio ascético que le muestra el
cómo elevarse a esas alturas.

Los valores pueden ser muy humanos, como un trabajo que permite
obtener el salario que permite la sobrevivencia de la persona satisfaciendo
sus necesidades materiales. Pero el sentido material, no se aleja del “valor
espiritual”, porque la persona moral, por ejemplo, no aceptará un salario
“mal habido”, pues, la persona con valores, respeta la ley, las normas, y si
es cristiana, tiene unos Mandamientos que iluminan su quehacer.

Lamentablemente, en la persona y la sociedad que el mismo individuo


va formando, en nombre del pensamiento libre, de la tolerancia, del
modernismo (interpretados a capricho), no pocas veces la “apreciación”
de un valor va cambiando. Para los monjes del desierto, por ejemplo,
la Santidad era una aspiración elevadísima, por eso dejaban el mundo
y se recluían en una ermita a orar. En la actualidad, muy pocos estarían
dispuestos no solo a abandonar sus recintos, sino a aspirar la Santidad. Es
más, quien la desee, podría ser objeto de burla en ciertos ambientes.

En distintos capítulos de la vida social humana, los mejores personajes


de una población accedían a determinados tipos de trabajo, por ejemplo,

257
en el servicio público, legal, social, político, etc. Al presente, ninguno de
nosotros ignora el término corrupción, porque es una palabra que resalta
con exceso el quehacer de muchos que “venden su conciencia y sus valores”
a favor de sus propios intereses, rompiendo los compromisos de servicio
honrado asumido.

En igual forma, en el pasado, la vida humana era sagrada y se la respetaba,


pero algunos se “profesionalizan” como sicarios asesinando a sueldo y hay
quienes “contratan sus servicios” para sus propios intereses. Para ellos,
asesinar, un “antivalor” se ha convertido en “valor” porque según ellos, de
eso viven.

El antivalor, es la antítesis, es lo opuesto al valor, y en la sociedad moderna,


bajo muchas fisonomías, va conquistando más extensión. Pensemos en el
aborto, el adulterio, el tráfico de drogas, incluso, animado por gobiernos en
ciertas naciones.

Porque somos un devenir cambiamos constantemente, pero un criterio


liberal mal entendido, podría asociarse a un permisivismo que todo lo
acepta, rompiendo esquemas estables de equilibrio que crean disonancias
entre lo que se hace y lo que debería hacerse para favorecer una vida
personal y social armónica. Esto significa que, por ejemplo, valores como
orden, justicia, disciplina, respeto, tolerancia, honor, moral, dignidad u
otros similares, a menudo se ignoran como si dependieran de una moda o
de un capricho y se impone el antivalor como ocurre hoy con la posverdad,
una mentira aplicada con cinismo que ha encontrado grandes plataformas,
particularmente en ámbito político. Asimismo, en este momento, en cierto
país, va en ebullición cada vez más amenazante, la actitud de aquellos que
propician una “violenta supremacía” de un cierto color de raza, con álgido
desprecio a las demás.

La amenaza también atañe a los valores espirituales. A menudo, en ciertas


naciones, se asumen actitudes intolerantes contra la práctica de una
religión. Para muchos la intolerancia ante principios que no son propios la
consideran un valor, y para quien la padece es un antivalor.

En nuestros días, por ejemplo, se calcula que alrededor de 280 millones de


cristianos son perseguidos en distintos países que han asumido actitudes
de intolerancia contra nuestra fe. Cada semana 8 cristianos son asesinados,
309 encarcelados y 23 violados a causa de su fe cristiana (Puertas abiertas,

258
2020). Existen países reconocidos como “extremos, altos y muy altos” en su
nivel de persecución. En este contexto se persigue a 1 de cada 8 cristianos.
Según la Lista Mundial en 2019 se atacaron 1847 templos, y en lo que va
del año 9.488 (Gutiérrez, 2020).

Este panorama de persecución, señala un nivel de intolerancia que no se


adhiere a los principios del Amor cristiano. Pero este es solo un aspecto.
Si observamos el curso de la vida en la sociedad moderna ¿qué podríamos
decir?

Algunas naciones han logrado un gran desarrollo económico, cultural,


científico y tecnológico. A pesar de ello el hambre invade a tres cuartas
partes de la humanidad, la pobreza extrema inflige dolor y miseria a
millones de personas. Las grandes promesas del desarrollo no llegan a los
pobres.

En cuanto a Dios, tan interesado en transmitir Su Palabra a toda latitud, se


ve cuestionado por el racionalismo moderno que cada vez lo va despojando
de su propia creación. El cientismo de muchos científicos se ha convertido
en una fuente de referencia que, en muchos casos, debilita la voz de la Fe,
y son muy pocos o raros los científicos católicos militantes que quieran
levantar su voz para ponderar las verdades reveladas por Dios. En algunos
ámbitos muy “doctos”, se llega, inclusive, a considerar la fe, como un
resultado de la ignorancia.

¿Tendrá el mundo que continuar a vivir en la actualidad una vida


materialista, hedonista, inmediatista, virtual y cibernética, donde Dios no
ocupa el Lugar que le corresponde?

La esplendorosa noche de su despedida Jesús enseñó que los suyos se


adherían a Su Doctrina para servir y amar. Qué visión más hermosa aquella
de dejar un Mandamiento principal que se llama “Amor” como legado (cf.
Jn13,34-35). ¿Cuántos cumplen con el Mandamiento, en la visión cristiana
que Jesús solicita?

En el año 1900, 33% de la población mundial era católica. Al presente


somos alrededor de 17%. Con este dato, ¿cómo podremos decirle a Dios
que hemos cuidado los talentos recibidos y que nos hemos ocupado de Su
Casa?

259
Será difícil que una persona niegue el enfriamiento en la Fe y el patente
alejamiento de Dios que se reconoce en muchos lugares del mundo.

Si observamos la opinión científica sobre Dios, comprobaremos que para


más del 90% Dios no es una realidad. Si escuchamos la opinión de los
mayores astrónomos, para la mayor parte de ellos, el Universo es fruto del
azar, y si dirigimos nuestra mirada a la tierra, consultando a los estudiosos
que aplican su conocimiento al origen de la vida humana, seguramente en
su mayoría nos hablarán de una evolución casual lejos de la inteligencia de
un Dios Padre y Creador que ama a Sus hijos.

Así caminamos, lejos de Dios. Un gran número de naciones acepta el


asesinato de niños en el vientre de una madre. La “Organización Mundial de
la Salud” (OMS) ofrece la cifra conservadora de 50 millones anuales, pero
protocolos de movimientos provida ponderan alrededor de 70 millones.
Esto significa que cada día se asesinan casi 200.000 niños y cada hora al
menos 8000.

Los matrimonios durante siglos han sido bendecidos bajo una premisa
fundamental: “lo que Dios ha unido no lo separe el hombre” (Mt19, 6).
Lamentablemente, haciendo caso omiso de tal mandato, se han regulado
leyes que facilitan separaciones en distintas formas. Es verdad que en
un mundo confundido y a menudo violento, pueden existir razones para
disolver un matrimonio y por eso existen las anulaciones, pero no tantas
como para llegar a más del 75% de separaciones o divorcios. Y ¿qué decir
de la eutanasia, del suicidio asistido, de la teoría de género que somete a
discusión la definición de masculinidad o feminidad ignorando la realidad
biológica de una persona creada por Dios de manera específica?

Las guerras, conflictos bélicos, represiones militares en gobiernos


totalitaristas, abusos de poder, entre 1914 y 2014, han provocado la muerte
de más de 130 millones de personas (Repubblica, 2014).

A pesar de la opulencia de ciertas naciones, en Latinoamérica y el Caribe,


según la FAO (2019), 42,5 millones de personas sufren hambre.

Asimismo, 155 millones de niños menores de cinco años en el mundo sufren


de desnutrición. Cada día mueren 8.500 niños por esta causa. En 2017, 6,3
millones de niños menores de 15 años murieron por causas prevenibles, lo
que supone la muerte de un niño cada 5 segundos (ACNUR, 2019).

260
En cuanto a la violencia, el informe de la ONU (2019), señala que en el
mundo por cada 100.000 habitantes se asesinan 6,1. No obstante, dentro
del continente americano la tasa sube a 17,2, con índices más altos en
Centroamérica con 25,9%, Sudamérica 24,2% y el Caribe con 15,1%.

Con estas pocas cifras de referencia; la pregunta elocuente es: Tanta cultura,
desarrollo, tecnología: ¿dónde está el Amor? ¿Dónde la justicia? Lejos de
Dios, perdemos el rumbo fácilmente, a pesar de nuestra relativa formación
académica, cultura y buenas intenciones.

Y ¿nuestro planeta?

Más que datos numerales tendremos


una visión real y dramática del hogar
de toda la humanidad revisando el
siguiente perfil.

- Deforestación desmedida.
- Sequía y escasez de agua
- Explotación minera desmedida, con graves efectos hídricos,
geológicos y atmosféricos.
- Producción excesiva y desechos tóxicos.
- Contaminación del aire, mar y tierra.
- Cambio climático, deshielo de los polos por ejemplo y temperaturas
extremas, huracanes cada vez más potentes y destructivos.
- Incendios forestales
- Industrialización deshumanizada.
- Amenazas a la biodiversidad y extinción de especies

17.3. LAS
PREOCUPACIONES
DE NUESTRA
IGLESIA
El día 3 de octubre el Papa
Francisco (2020), firmó su Encíclica
“Fratelli Tutti” (Hermanos todos),
dedicada la Fraternidad y a la
Amistad social.

261
En la misma presenta muchas de sus preocupaciones y esperanzas,
poniendo de manifiesto el anhelo de que “reconociendo la dignidad de cada
persona humana, podamos hacer renacer entre todos un deseo mundial de
hermandad” (n.8).

Pero los sueños se rompen porque nacen nacionalismos que se pensaban


exclaustrados (n.11); los intereses comunes sucumben ante modelos
económicos que instrumentalizan las necesidades de los pueblos para sus
propios intereses, dejando solo al individuo ante sus necesidades (n.12).
Se han identificado grupos humanos sacrificables, como los pobres, los
discapacitados, los no nacidos, los ancianos que “ya no sirven” (n.18). Se
habla de derechos humanos, pero no parecen ser iguales para todos (n.22).
Vivimos bajo la amenaza de guerras, atentados, persecuciones por motivos
raciales, religiosos y formas indescriptibles de afrentas, hasta asumir la
forma de algo que se podría llamar “tercera guerra mundial por etapas”
(n.25). Se van debilitando los sentimientos de pertenencia a una misma
humanidad (n.30).

En este panorama desolador, irrumpe la pandemia de Covid-19, y “la


tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas
falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras
agendas, nuestro proyectos, rutinas y prioridades… Con la tempestad, se
cayó el maquillaje de esos estereotipos con los que disfrazábamos nuestros
egos siempre pretenciosos de querer aparentar, y dejó al descubierto, una
vez más, esa bendita pertenencia común de la que no podemos ni queremos
evadirnos; esa pertenencia de hermanos” (n.32).

No hay dignidad en las fronteras. Los fenómenos migratorios suscitan


alarma y miedo (n.39). Nos encanta la tecnología y la información, pero nos
llega una información sin sabiduría (n.47).

Pero al final, hay esperanza. “Porque Dios sigue derramando en la humanidad


semillas de bien” (n.54). Invito a la esperanza, pero una esperanza audaz,
que va más allá de la comodidad personal, para abrirse a grandes ideales
que hacen la vida más bella y digna. Caminemos en esperanza (n.55).

Las ciencias humanas y sociales nos han ayudado a conformar el perfil


expuesto, y observamos que la preocupación de nuestra Iglesia va en el
mismo rumbo.

262
Esta mirada genérica pero objetiva, no muestra que Dios ocupe un lugar
central en el tejido social moderno. Por lo que no recibe la Dignidad que
merece como Padre de toda la humanidad y Creador de todo cuanto existe.

Tampoco podemos decir que hemos asumido el Mandamiento del Amor


como modelo que ilumine las relaciones de las diversas razas, culturas,
naciones. La vida no se respeta como corresponde, ni siquiera la de los
indefensos, aquello que son asesinados antes de nacer en el vientre de sus
propias madres. La inseguridad, la violencia, homicidios, abusos en el
hogar, amenazan la vida de las personas. La pobreza hiere la dignidad de
millones de personas, entre las cuales se encuentran los millones de niños
que mueren anualmente por hambre.

La Palabra de Dios no ha llegado a los confines de la tierra y el Sacrificio


de la Cruz es ignorado y también desdeñado en muchas latitudes.

La ofensa a Dios, el desaire a sus Enseñanzas, el concepto de pecado, se


han relativizado tanto, que en nombre del modernismo liberal se le sigue
ofendiendo sin respeto ni clemencia alguna, a tal punto que el mismo Señor
dijo que la humanidad ha cometido todos los pecados “no le falta ninguno”.
Triste ¿verdad?

Tal vez no sea necesario esgrimir más argumentos para entender que un
Padre preocupado por el rumbo que toman sus hijos, tenga que tomar
algunas iniciativas para ayudarle a retomar la dirección perdida.

17.4. DIOS NO HACE NADA SIN ANUNCIARLO A


TRAVÉS DE SUS PROFETAS
Ahora viene el momento álgido e importante, por lo que huelga preguntarse:
¿Estamos bien con el estilo de vida que hoy conducimos? ¿Hemos dado lo
mejor al mundo? ¿Nos satisface una sociedad donde Dios no ocupa el lugar
que le corresponde?

¿Por qué en nuestra Historia Sagrada tenemos capítulos como la dramática


experiencia de Noé o la de Abraham y Lot en Sodoma y Gomorra? Incluso
en Cristo compartimos una dramática vivencia cuando lloró por Jerusalén
(cf. Lc19,41). San Mateo evangelista, nos trae los términos que brotaron de
lo más íntimo de Su Corazón de Salvador:

263
“¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y
apedrea a los que le son enviados! ¡Cuántas veces he
querido reunir a tus hijos, como una gallina reúne a
sus pollos bajo las alas, y no han querido! Pues bien,
quedará desierta tu casa” (Mt23,37-38).

¿Y el mundo? La afirmación es
precisa, lo previno el Profeta
Amos: “No, no hace nada
el Señor Yahveh sin revelar
su secreto a sus siervos los
profetas” (Am3,7). Millares
y millares de Mensajes que
no hemos querido conocer;
ignorando, persiguiendo,
despreciando a los enviados
que solo tenían la Misión
de ayudarnos a retomar el
Camino correcto. Dios nos quería unidos al Amor divino para estos tiempos,
pero fuimos sordos… Entonces, algo tendrá que hacer.

A menudo hemos escuchado que “Dios es Misericordioso”, y lo es. ¿Pero


qué dirá a aquél que lo combate, que lo niega, que destruye Su obra, que
asesina por millones a Sus pequeños antes de nacer? O ¿a aquellos que
por años y años conciben hijos para tener muchos pequeños dedicados a
la prostitución infantil? ¿Qué dirá a aquellos mandatarios de gobiernos
dictatoriales inmisericordes que han destrozado la dignidad de millones
de ciudadanos y también se han convertido en jueces de su vida o de su
muerte?

En un Mensaje recibido por Patricia entendemos que el Señor se siente


“traicionado” porque nos ha confiado un mundo que no hemos sabido
administrar de acuerdo a Su Amor y a Sus Leyes, por eso quiere crear las
condiciones para realizar una “Alianza nueva y eterna” con sus hijos.

“Atestigüen lo que se les está diciendo, lo que se les ha dicho;


el Señor su Dios realizará la Alianza nueva y eterna con sus
hijos los elegidos, los electos, sus amados, los que a Él se han
entregado. Alianza para siempre del Padre con aquellos, que
los Nuevos Tiempos han de vivir; infinito lo otorgado para
sus hijos que ha de redimir. Sanación eterna y profunda para

264
todos aquellos que la Alianza tomarán; rindiendo honores
los pueblos enteros estarán. No habrá tregua para aquellos
que en el camino del mal van, para aquellos que han traído
por el mundo el dolor, para aquellos que han destruido las
cosas santas de una Nación. No habrá tregua porque el Padre
tomando rumbos ya está. La batalla fuerte, la batalla clara para
acabar con la traición” (6.9.10).

Dios es el Padre de la vida y autor de toda la Creación. El mundo le


pertenece, por tanto, ¿no hará algo para evitar su destrucción? Por eso año
tras año ha ido tomando iniciativas invitándonos a un cambio que no se ha
realizado. Ya lo dijimos en capítulos anteriores, no existe una sola nación
que no hubiera recibido la bendición de un místico o mística (o más) a
quien se le hubiera revelado estas mismas palabras del cielo: “Conversión,
conversión”.

17.5. PENSAR EN LA TRIBULACIÓN


Por eso estas Enseñanzas ya no se pueden ignorar, y estos escritos, deben
llegar a todo ángulo del mundo, porque muchos similares entregados en
otros lugares del mundo fueron ignorados o rechazados. “El tiempo de los
Escritos llegó, porque llegarán a almas inocentes, a almas necesitadas y la
dulzura que transmitirán les será dada; alegrarán su corazón, alegrarán su
camino” (7.5.10). “Los tiempos están por caer. Reconfortará muchas almas
lo escrito en los Mensajes Santos. Formarán e inundarán corazones en el
Amor que de ellos se desprende, el Amor tan grande que Dios da a sus
hijos” (19.1.12). “Abrir los Mensajes al mundo es primordial. Publicar como
os he dicho lo que listo esté, que eso abrirá el camino para los demás. La
alerta ya debe al mundo llegar” (4.2.12).

“Los Escritos que atravesarán al mundo sellados serán, atentos


deben estar; cuidándolos deben de ir porque son míos y ustedes
sus guardianes. Llevarlos deben. Los tiempos se indicarán más
adelante, hablarán de ellos. Como Apóstoles de este tiempo,
caminos y tiempos largos cubiertos de luz irán. Como reales
Apóstoles vivirán tiempos que aún no pueden comprender; pero
preparados han sido, preparados están. Escuchar y ver deben
al Cielo cuando su necesidad sea fuerte; realizada siempre será
la entrega. Bendición tras bendición en sus quehaceres diarios.
Bendición tras bendición en sus necesidades. Bendición tras
bendición en la plenitud de su vida” (16.6.10).

265
“No desentonen hijos míos el canto de la salvación. He
puesto en sus vidas la estrofa de un canto, que unidas a las
demás estrofas entonan una canción que a muchas almas
mis pequeños, debe llegar. No sucumban en el error de sus
criterios llevar, que el cometido es uno, a las almas salvar. En el
máximo amor y la total comprensión de lo que pedido les fue,
realicen aquello para lo que se les formó; repliquen el canto
que a ustedes llegó como proeza entregada a su Dios, quien
anhelante se encuentra de verlos actuar. No detengan el canto
del Amor, pensando que en ustedes está la verdad, la Verdad
solo es una y en ella debéis caminar. Un mundo en la angustia
pronto caerá. Un mundo que en la necesidad se encontrará de
recibir aquello que ya dicho fue, de recibir aquello que a ellos
envié, la alerta del tiempo que ya se cumplió. No desoigan Mi
voz, entonen el arpa para Mi canto llevar. En la humildad de
ser mis siervos, debéis actuar. Retomen la barca que está por
partir, para colocarme a la humanidad. Es tiempo de entregar
lo que se les dio, lo que en sus manos he colocado como acto
de Amor. Un poco más mis pequeños, un poco más, que el
tiempo actúa sobre las manecillas de salvación. Retomen su
día, realicen gozosos este acto de caridad, en sus manos he
puesto una tabla de salvación. No la retengan un día más,
láncenla al mundo para verla brillar, dentro de los corazones
de aquellos a quienes llegará. Sed en Mí, id en Mí, aquellos en
quien mi confianza he puesto de aquí a la eternidad. Yo Soy el
que entona el arpa en cada corazón, su Dios” (1.12.13).

¿Por qué las siguientes expresiones?:

- Vivirán tiempos que aún no pueden comprender


- Los tiempos están por caer.
- No habrá tregua para aquellos que en el camino del mal van, para
aquellos que han traído por el mundo el dolor, para aquellos que han
destruido las cosas santas de una Nación. No habrá tregua porque
el Padre tomando rumbos ya está. La batalla fuerte, la batalla clara
para acabar con la traición.

Son preanuncios de algo: vivirán tiempos que no pueden comprender; los


tiempos están por caer, además de alguna prevención para los que camino
del mal van. Viene una batalla clara y fuerte que acabará con la traición.

Hay términos muy elocuentes y sumamente claros:

266
“La cuna de Pedro tirada será; mas mis pequeños, la Cruz de su Señor que recibió
la Sangre del Cordero junto a los mártires del Cielo y los justos en la Tierra,
caminarán con los ángeles y arcángeles, con la Corte Celestial para lidiar la batalla
junto a la Madre de la humanidad” (13.7.15).

“El Prelado bendito que lleva entre sus manos el báculo de Pedro, en el desprecio
de muchos caminan sus pasos, pasos caminados para dar gloria a su Dios.
Momentos difíciles atraviesa el mundo; dejarse dirigir deben por su Pastor. En el
desacato muchos pastores están, en el desacato al no reconocer la Verdad; Verdad
absoluta de Dios, que llegada al hombre fue a través del Espíritu Santo. Muchos
caminarán caminos inciertos al no permitir dejar entrar la luz, muchos fallarán en
la batalla que lidiando este mundo está, la lucha incesante del bien contra el mal,
la lucha que a su término pronto llegará. Sean luz que llene de paz; sean sol ante
esta oscuridad. Una dirección solo debéis llevar; la Verdad que inscrita está en
vuestro corazón, la Verdad que llega al oír Mi Voz, en aquellos prelados que bajo
Mi custodia están” (10.7.15).

“La Iglesia, Mi Iglesia padecerá como padeció su Señor. Corderos benditos


que sufrirán el martirio; almas muchas que elevaré al Cielo y desde esa morada
combatirán la batalla, que sucederá en la etapa más cruenta. Templos vacíos
donde no estaré Yo, pues en esos lugares, el Santo Sacrificio no se podrá realizar.
Moradas ocultas ante los ojos profanos, conservarán el anhelo patente de aquellos
corazones que desean recibir a su Señor; lugares benditos y muy custodiados, a los
que la maldad no se podrá acercar. Momentos en los que la misma Fe, sostendrá
ese anhelo de recibir la Paz de su Dios; Mi Cuerpo y Mi Sangre, sostén de vuestro
corazón” (25.1.2017).

¿No son términos que sugieren la posibilidad de una dura prueba para
nuestra Iglesia y para el mundo? Mateo escribía posiblemente haciendo
referencia a estas circunstancias: “Y al crecer cada vez más la iniquidad la
caridad de la mayoría se enfriará” (Mt24, 12). Y por eso mismo la famosa
pregunta: “Pero cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre
la tierra?” (Lc18,8). Nos preguntábamos con anterioridad… ¿Qué lugar
ocupa Dios en la vida de los modernísimos hijos del siglo XXI?

Nuestro Catecismo nos expresa el contexto en los siguientes términos:

“Antes del advenimiento de Cristo la Iglesia deberá pasar por una prueba
final que sacudirá la fe de numerosos creyentes. La persecución que
acompaña a su peregrinación sobre la tierra desvelará el “misterio de
iniquidad” bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a

267
los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de
la apostasía de la verdad” (CIC n.675).

No sabemos cuándo. Pero los Mensajes traen a nuestra mente la posibilidad


real de un tiempo de prueba hecho de persecuciones y promesas de
rehabilitación futura. “Mi Iglesia padecerá como padeció su Señor.
Corderos benditos que sufrirán el martirio; almas muchas que elevaré al
Cielo y desde esa morada combatirán la batalla, que sucederá en la época
más cruenta. Templos vacíos donde no estaré Yo, pues en esos lugares, el
Santo Sacrificio no se podrá realizar. Moradas ocultas ante los ojos profanos,
conservarán el anhelo patente de aquellos corazones que desean recibir a su
Señor; lugares benditos y muy custodiados, a los que la maldad no se podrá
acercar. Momentos en los que la misma Fe, sostendrá ese anhelo de recibir
la Paz de su Dios; Mi Cuerpo y Mi Sangre, sostén de vuestro corazón”
(25.1.17).

Los términos no son fáciles de interpretar, estamos siempre en algún grado,


ante los Misterios de Dios. Por eso sugiere: “Eleven su espíritu hacia el
Señor, para recibir Su mensaje” (18.3.10). Es menester la “sintonía” con el
Espíritu Santo para ser capaces de entender su contenido real y profundo.
“Llega la hora en que la tristeza se recibirá” (10.6.10).

“Los colapsos de un mundo han empezado. La tristeza y el desatino a lo que


sucediendo está. La fruta madura en el tiempo marcado por Dios, detener
su destino nadie podrá” (1.12.13).

“El vaso se derrama derrumbando los ídolos del pecado, derrumbándose


naciones enteras. La plaga ha de llegar, lo incierto estará, entre todos
aquellos que caerán. El tiempo que se dio, no ha sido tomado como acto
de gran gracia que ofrecido a ustedes fue. Muy pocos supieron, muy pocos
creyeron, los que creyeron cuidados serán. Tanta tristeza, tanta agonía, pues
derramándose el vaso está. Sucumbirán tantos, sucumbirán muchos, en el
destierro otros irán. Columnas grandes son las primeras que caerán. León
rugiente se presentará, confundiendo como gacela se verá, confundiendo
como gacela se presentará. Los siete sellos de Apocalipsis estarán, los siete
sellos se abrirán” (4.9.10).

Expresiones como “el vaso se derrama” nos recuerdan los insistentes


llamados de la Santa Madre en Su primer Mensaje de Garabandal cuando
decía: “Ya se está llenando la copa, y si no cambiamos vendrá un castigo”.

268
El contenido ¿no nos remite en alguna forma al capítulo 16 del Apocalipsis?

Como ya señalamos anteriormente, las Apariciones de Garabandal fueron


ignoradas absolutamente, y en un Mensaje de la Santa Madre por medio del
Arcángel Miguel el día 18 de junio señaló:

“Como no se ha cumplido y no se ha hecho conocer al mundo mi mensaje del


18 de octubre, de 1961, os diré que este es el último; antes la copa se estaba
llenando ahora está rebosando. Los sacerdotes van muchos por el camino
de la perdición, y con ellos llevan a muchas más almas. A la Eucaristía cada
vez se le da menos importancia. Debéis evitar la ira de Dios sobre vosotros
con vuestros esfuerzos. Si le pedís perdón con vuestras almas sinceras Él
os perdonará. Yo, vuestra Madre, por intercesión del Ángel San Miguel, os
quiero decir que os enmendéis. Ya estáis en los últimos avisos. Os quiero
mucho y no quiero vuestra condenación; pedidnos sinceramente y nosotros
os lo daremos, debéis sacrificaros más; pensad en la pasión de Jesús”

Es el mismo concepto. No se escucha, nuestra indiferencia despierta la


Justicia de Dios, y su intervención correctiva puede suscitar muchas
penurias.

Millares de Apariciones en el mundo como las maravillosas de Medjugorje,


y en otros lugares del mundo, nos traen la Voz de Dios invitándonos por
medio de Jesús y de María, a una real CONVERSIÓN. Pero los frutos nos
son proporcionales a la calidad y contenido del Mensaje. No se constata
una verdadera “revolución espiritual” en más latitudes, porque estas
manifestaciones místicas son relativizadas, ignoradas o perseguidas. Por
eso nos volvemos a preguntar ¿Cómo es posible que aquellas personas que
dicen servir a Dios, no estén en grado de reconocer cómo se manifiesta? ¿A
quién le oran entonces? ¿De quién hablan cuando predican? Algo falta en el
repertorio espiritual, no se constata la sintonía hijo-Dios, Cielo-tierra. No
bastan los ritos y las apariencias.
El compromiso auténtico, el
testimonio de vida, la intimidad
profunda, se convertirían en
Luz si realmente estuvieran en
“sintonía” con el Espíritu Santo.

Las Palabras del Cielo refuerzan


nuestra preocupación: “El mundo

269
se está llenando de más tinieblas... Nadie lo quiere entender, nadie desea
abogar por aquellos que se perderán. Hay dolor, hay dolor en el amor, hay
dolor, mucho dolor por este mundo que no quiere entender lo que viene
ya no se parará. Más oración necesita tener, más amor deben de dar, más
dulzura que es el arma para combatir el mal” (19.9.10). “Fuerte estruendo
se escuchará, fuerte congoja habrá; se ensombrecerá el cielo, habrá
gran Tribulación. Todos deben estar en la ayuda y en oración” (23.9.10).

“Hay aún tiempo para el perdón, pero es menester el arrepentimiento que


debe crecer en el corazón de las almas, pues, el Padre amoroso en espera
está…” (23.9.10).

Viene la Tribulación predicha desde antiguo (cf. 4.3.11). Pero la “oferta sigue en
pie: perdonen y entreguen su vida a su Señor. Arrepiéntanse de sus pecados y vayan
rumbo a la salvación. El tiempo está aquí viviéndose ya” (4.3.11). La Santa Madre
de Dios estará para asistir a los pequeños que en la angustia estarán (cf. 23.3.11).
“Pidan perdón y entréguense a la Divina Voluntad, y la Misericordia Divina
obtendrán. Reconcilien su corazón y obtengan el perdón. Perdonen a su hermano
y obtendrán la paz. Den gloria a Dios, a la Santísima Trinidad. Sumérjanse en los
brazos de María, la llena de amor” (23.3.11).

¿Por qué estos Mensajes? ¿Para qué esta obra?

Las Palabras del Cielo nos dan la respuesta: “Han llegado para la ayuda dar y
llevar la Palabra de Dios a toda la humanidad. Favorecidos han sido los que
surgieron del Corazón de Dios, para alertar a sus hermanos de la gran Tribulación.
Conocerán caminos difíciles de llegar. Caminarán senderos difíciles de escalar.
La ayuda requerida viviendo se está, para que al mundo llegue como aro de luz”
(2.3.12).

A menudo pensamos que la Misericordia de Dios debe ignorar Su Justicia.


Pero el siguiente texto nos ilumina profundamente sobre el sentir de Dios
ante las acciones humanas. Reflexionemos al respecto para que estas
lecturas nos lleven al Camino de la verdadera Transformación interior y a
asumir el papel de verdaderos hijos de Dios, algo que Dios espera de cada
uno de nosotros desde que empezamos a respirar.

“Los lamentos mis pequeños, se escuchan a todas horas. Los


lamentos que padeciendo por el dolor de perder a sus seres
amados muchos están; la angustia de no reconocerlos, la
angustia de la pérdida que hundiendo está a un pueblo. Seres
inocentes que su único pecado fue estar en un lugar que abrió

270
sus puertas a la obscuridad, sin detener su deseo de actuar con
la maldad; sin misericordia, sin piedad, emulando una acción
que su único destino es la destrucción de aquellos hijos de
Dios, que hoy lloran un lamento lleno de dolor. Ojos que
no han deseado ver la obscuridad, que sumiéndose en este
mundo está. Ojos que no detienen su camino para una ayuda
dar, para pedir por sus hermanos que hoy caen en agonía. No
es menester recordar Mi petición, de detener un momento
su vida y entrar en oración. Sentir cómo una Madre ve caer
a sus hijos, es un dolor inmenso que no tiene explicación.
Hoy los impulso mis pequeños, con su Madre Santa orar. No
permitan que la Justicia Divina no vea la Misericordia, que
en ustedes brillando está. Pedir al Justo Juez, por este mundo
maltrecho tan lleno de falta de amor. Unan sus ruegos, unan
su amor, pidan a la Divinidad por esta humanidad; por todos
sus hermanos, aquellos que formó el Amor como creaturas
destinadas a alabar a su Creador, a someterse a su justicia y
recibir su misericordia, a llevar un camino libre del mal, al
llevar grabado en su corazón los preceptos santos que dirigen
su caminar. Alto os pido, detengan su corazón, que de sus labios
solo salga una oración pidiendo por sus hermanos, que en la
congoja están. Es tiempo de luto, hoy es tiempo de reflexión;
de enderezar sus caminos y voltear sus ojos a Dios. Detengan
un momento su loco caminar, porque su Madre implora por su
piedad, para un mundo maltrecho que necesitándolos está. El
holocausto es tiempo de detener. Oren, amen y pidan por los
demás, por aquellos que en su desdicha no lo podrán realizar.
Es un dolor tan profundo, es un gran dolor ver al hombre
destruyendo a su hermano como Caín a Abel” (20.7.14).

Pero la oscuridad no puede resistir ante la Luz que ilumina. La copa se


derrama porque sostuvo muchos dolores y ofensas. El parto doloroso “será
para redimir a un mundo que en la mentira decidió vivir” (7.10.14).

Pero los nuevos acontecimientos nos llevarán a la Verdad, el único Camino


hacia la liberación de la prisión en la que nos hemos enclaustrado. La
promesa despierta gran expectativa:

“Estén listos mis pequeños, para solo caminar a Mi lado, en esta batalla crucial
contra la mentira del mal. Socorrer deseo su corazón, para que su habitación sea
Mi Corazón, que lleno de promesas y Amor en espera de vosotros está. Un solo
mástil los ha de llevar de Mi mano rumbo a la piedad, al Amor infinito de Su

271
Creador, al camino anhelado y que aún no alcanzáis a ver, la Tierra Prometida, y
la cima final a los Nuevos Tiempos, camino a la gloria total”.

“He caminado sobre las aguas y lo seguiré haciendo, pues dormido ante su pedido
de auxilio nunca estaré. Confianza plena pequeños míos debéis tener, que el que a
Mi lado camine y a Mi barca suba, no se perderá. Vayan y den Mi Palabra que en
lluvia nueva se convertirá; así entenderán el tiempo que llegando está y el camino
que hay que seguir. Yo Soy el Camino y Soy la Verdad, quien a Mí acuda no se
perderá” (18.9.15).

Y cómo Él nos señala el rumbo, también camina a nuestro lado ofreciéndonos


Palabras de Amor, Armonía y Paz en estos “Tiempos de Cambio”.

“Sí mis pequeños, caminarán por valles obscuros, más al final


verán la luz para iluminar el camino de vosotros, que vendrán
de la Tribulación. En todo sendero enciendan la lámpara de la
Verdad, Mi santa Palabra que viva estará. Son un pueblo que
elegido fue, para alertar los pasos que caminarse deben, por la
senda correcta llevando la paz. Sean testigos de Mi esperanza,
sean junto a Mí, la luz del nuevo amanecer” (7.9.16).

272
CAPÍTULO

18
DIOS LLAMA AL MUNDO

S
i de algo no duda el creyente católico es de la Presencia de Dios vivo
en la historia de la humanidad. Un Dios, que es Amor, como nos
enseña Juan (cf. 1Jn4, 8), acompaña siempre cada paso de sus hijos
sin abandonarlos jamás.

Hemos comprendido por las lecturas anteriores que las Palabras del
Cielo nos anuncian cambios importantes, y por eso, a través de millares
de apariciones en el Mundo entero, Dios llama a sus hijos invitándolos a
dirigir su mirada hacia el cielo, pues, nos hemos centrado en demasía en
aquello que nos rodea, ignorando las enseñanzas que la Palabra de Dios
nos ha dirigido a través de los siglos, y que ahora, en estos tiempos de
racionalismo y frialdad espiritual deberían volver a resplandecer por su
sentido, significado y urgencia.

¿Qué podría pensar un creyente católico leyendo los siguientes textos?


“Pero esperamos, según nos lo tiene prometido, nuevos cielos y
nueva tierra, en lo que habite la justicia. Por lo tanto, queridos,
en espera de estos acontecimientos, hagan todo esfuerzo para
ser hallados en paz ante él, sin mancilla y sin tacha” (2Pe3,13-
14).
“Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva - porque el primer
cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar no existe ya.
Y vi la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo,
de junto a Dios, engalanada como una novia ataviada para su
esposo. Y oí una fuerte voz que decía desde el trono: «Esta
es la morada de Dios con los hombres. Pondrá su morada
entre ellos y ellos serán su pueblo y él Dios - con - ellos, será

273
su Dios. Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya
muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo
viejo ha pasado.» Entonces dijo el que está sentado en el trono:
«Mira que hago un mundo nuevo.» Y añadió: «Escribe: Estas
son palabras ciertas y verdaderas.»” (Ap21,1-5).

Para muchos parece lejanía absoluta, por eso no se trata el tema con
frecuencia. ¿Cuántos han pensado en la Gran Tribulación, en la Segunda
venida de Cristo, en el establecimiento de Su Reino? ¿Acaso todo empezó
y concluyó hace 2000 años? ¿No llama la atención que Pedro nos anuncie
que “El día del Señor llegará como un ladrón”? (2Pe3,10).

Las Enseñanzas de Jesús y de María con tanto sentido de urgencia en Sus


respectivas Apariciones ¿no invitan regularmente a un cambio de vida,
a una conversión plena? Si como católicos comprendemos la realidad
secularizada que vivimos, ¿no tomará Dios algunas iniciativas para
liberarnos de las tinieblas en las que nos sentimos inmersos?

Si alguien se siente enfermo ¿no busca y espera la salud? Si constatamos


tanto desamor y oscuridad en el mundo: ¿No será momento para pensar que
tal vez el Amor quiera volver a reinar y la Luz de Dios iluminar de manera
diáfana nuestras vidas? ¿Por qué negar esta posibilidad?

“Nuevos cielos y nueva tierra” ¿por qué


no? La Jerusalén Celeste que baja del cielo
a la tierra, para transformar este mundo a
nosotros confiado por Dios y que no hemos
sabido cuidar diligentemente.

Patricia ha recibido muchas enseñanzas que


nos llenan de esperanza:

“Amanecer lleno de la luz surgirá día a día al


cumplirse las promesas que Dios Santísimo les
dio, dándose cuenta que en el hacer perfecto del
Señor, está la realización de la perfección. Todo aquello que será dado brillará,
dándoles cuenta del poder de Dios; realidad preciosa de bondad dada solo por
Amor” (6.10.10).

“Nuevas cosas tendrán, nuevas cosas llegarán, para dar testimonio de los Haceres
de Dios, que ha bajado al mundo para ofrecer su Amor, ofreciendo a todos sus
hijos, la gran redención” (11.9.11).

274
“Saldrá a la luz el gran mensaje; Mensaje de Amor, que ha brotado de la
Misericordia de Dios. Amanecer hacia la nueva vida bajo el amparo de Dios que,
de la mano amorosa de su Madre, los ha de conducir, sendero lleno de luz y de
verdad. Amanecer certero por el que serán guiados. Amanecer de aguas claras,
sol radiante, mansa luz, fulgor bendito de las olas sujetas por Dios, caminarán en
la fecundidad del nuevo amanecer. Destellos de luz, fulgor de colores, promesas
dadas para el inicio del tiempo nuevo, del progreso de la creación. Murmullo de
los ecos santos de la Voz de Dios, en cada amanecer se escucharán para dar los
buenos días a los hijos de Dios. Sometidos todos estarán a la Divina Trinidad,
en alabanza plena y constante que les dará la facultad de ser hijos de Dios que,
habitando en los inicios de la nueva vida, bajo el amparo absoluto de su Creador
estarán” (8.3.12).

De esta Luz nos habla Juan con gran determinación:

“La ciudad no necesita ni de sol ni de luna que la alumbren, porque la ilumina la


gloria de Dios, y su lámpara es el Cordero. Las naciones caminarán a su luz, y
los reyes de la tierra irán a llevarle su esplendor. Sus puertas no se cerrarán con el
día - porque allí no habrá noche - y traerán a ella el esplendor y los tesoros de las
naciones. Nada profano entrará en ella, ni los que cometen abominación y mentira,
sino solamente los inscritos en el libro de la vida del Cordero” (Ap21,23-27).

Estas perspectivas son de importancia primordial porque vivir bajo la Luz de


Dios, significa vivir de acuerdo a Su Voluntad. En cambio, la sociedad moderna
ha propuesto normas propias y acordes a su voluntad; por eso se han aprobado,
incluso legalmente, leyes contrarias a las enseñanzas cristianas. El mundo no se ha
arrodillado aun para decir “Hágase Tu Voluntad en la tierra como en los cielos”
(cf. Mt6,10).

Pero Dios, luego de los Tiempos de purificación, podrá otorgar a la


humanidad la posibilidad de vivir de acuerdo a Sus Estatutos. El mismo
Dios, Padre y Creador, persigue Su sueño:

- “Yo les haré mi pueblo, y seré Su Dios” (Ex6,7).


- “Y ustedes serán mi pueblo y Yo seré su Dios” (Jer30,22).
- “Yo les daré un solo corazón y pondré en ellos un espíritu nuevo:
quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de
carne, para que caminen según mis preceptos, observen mis normas
y las pongan en práctica, y así sean mi pueblo y yo sea su Dios”
(Ez11,19-20).

275
18.1. LUZ EN LA CONCIENCIA
Todo humano aspira a un mundo mejor, donde impere el amor, la paz,
la justicia. Por eso creemos que en algún momento tendrá que florecer
nuevamente en el corazón de toda persona aquel Amor que Dios ha
sembrado en nosotros desde que nos dio su soplo primigenio. Tendrá que
venir un momento en que tengamos como aspiración primordial la Pureza
en el pensamiento y en la acción, junto al deseo elevado de Santidad.
En Garabandal (1961-1965) la Virgen ha anunciado un momento de
“Iluminación” que permitirá a toda persona ver su vida “con los Ojos de
Dios”.
También se lo dijo a Patricia:
“La iluminación de conciencias será alumbrada por la
Misericordia de Dios, del Justo Bendito. La antorcha de la
Luz iluminará el camino de los justos. Los rectos cantarán la
alabanza eterna al Creador” (3.12.15).

Este podría ser un momento importante que ayude a replantearse la vida de


manera distinta a como hoy la vemos, tan ocupada por producir y comprar,
cuidando más la materia que el alma. Para ello será menester un refuerzo
espiritual que podría venir de un “Vigoroso Soplo del Espíritu Santo” como
ocurrió en Pentecostés. Y ¿por qué no? “Ninguna cosa es imposible para
Dios” (Lc1, 37). Ese Soplo podría tocar los corazones y “transformarlos”
sembrando la semilla de una vida virtuosa que se orienta hacia la plenitud
de una experiencia bienaventurada: En Dios, con Dios y por Dios.

“Me dijo también: «Hecho está: yo soy el Alfa y la Omega, el


Principio y el Fin; al que tenga sed, yo le daré del manantial
del agua de la vida gratis. Esta será la herencia del vencedor:
yo seré Dios para él, y él será hijo para mí. Pero los cobardes,
los incrédulos, los abominables, los asesinos, los impuros, los
hechiceros, los idólatras y todos los embusteros tendrán su
parte en el lago que arde con fuego y azufre: que es la muerte
segunda” (Ap21,6-8).

Un nuevo cielo una nueva tierra. Una promesa de bienes.


“En Mi Sagrado Corazón pequeña mía, no puede entrar
la oscuridad, por eso he de venir por todas mis ovejas que
perdidas van, y así instalarlas dentro de este Corazón, donde

276
salvas y sanas quedarán. Corazón inflamado de Amor, donde
habitar por siempre podrán, recibiendo las delicias que el
Amado les da. He de venir pequeños míos, a instalar Mi Reino
en Mi Sagrado Corazón. Mi Corazón que es uno en la Trinidad
bendita, y como una oveja con su Pastor caminarán cada día
dando gloria a Dios Trino y uno, arropados con el Manto de
vuestra Santa Madre. He de venir cumpliendo la promesa
que les he dado, he de venir mis pequeños por todos aquellos
que míos son. Todo lo hago nuevo al colocarlos dentro de Mi
Corazón” (3.6.16).
“Escribe hija de Dios y di a todas las naciones, que pronto estoy
por venir, que he de traerles la Luz que ilumina y el fuego que
abraza. Da a conocer mis mensajes para que clamen piedad y
misericordia, para que nadie quede fuera de la salvación; pues
solo aquel que así lo quiera, sacado será y al torrente de la
muerte irá. Escribe y di que: Yo que Soy el Alfa y la Omega,
he de venir pronto a restaurar Mi Reino, Reino que me fue
dado. Clamen Mi ayuda para los que perdidos y confundidos
van, coloquen a cada uno en este Corazón, que latiendo está
de Amor. Si, solo se perderán los que tenían que perderse por
no reconocer a su Señor y no desear caminar por el camino
hacia la resurrección. Dado he Mi Vida por todos vosotros
y volteando mis ojos a Mi Padre, pedí perdón por todos. He
comprado con gotas de Mi propia Sangre, su salvación. Alertar
al mundo deben, pues listos debéis estar con las lámparas de la
caridad encendida, para poder recibir a Aquel que los bendijo,
camino al Calvario entregando su propia Sangre” (22.8.16).

La iluminación, la toma de conciencia, son expectativas importantes para


la humanidad actual. Hemos perdido el rumbo, mucha oscuridad puebla el
límpido mundo que Dios nos confió. Las Palabras del Cielo nos traen el
pensamiento íntimo de Dios mismo:

“El hombre ha creado muchas ideas lejanas a Mi pensamiento,


pero creíbles o entendibles a la mente del hombre. Todo lo
creado fue hecho por Amor; el Amor es solo de Dios. En la
infinita sutileza del Creador se formó todo lo creado. Y el
hombre acorde con su propio pensamiento, fue nombrando
senderos con lo que él entendía como verdad, más muchos de
ellos lejanos a la realidad del amor. El pecado abrió camino a
la dualidad, en la misma dualidad el hombre se separó de su
Dios. Dios creó sobre la roca firme, cuando el hombre se separó

277
de ella, Él envió a su Hijo al mundo. Voltea tus ojos al cielo
hijo mío, imagínate un universo creado en la perfección del
Amor Celestial; intenta verlo, intenta sentirlo, las borrascas no
habitaban en el universo. Imagina cuando entró la obscuridad
y empezó a aniquilar los corazones de mis hijos. Es como si
te estuviera dando el conocimiento intrínseco. Sumérgete en
la inmensidad del firmamento, de lo creado, de lo amado, de
la luz, del esplendor. La Justicia era una, pero era Amor, solo
Amor. La batalla estaba a punto de empezar. La batalla fue
moviendo todo, cambiando todo…” (23.1.18).

18.2. SEGUNDA VENIDA


“Estando ellos mirando fijamente al cielo mientras se iba, se les aparecieron
dos hombres vestidos de blanco que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacéis ahí
mirando al cielo? Este que os ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá así
tal como le habéis visto subir al cielo” (Hch1,10-11).

Es una promesa conmovedora y llena de esperanza. Si el Hijo de Dios se


encarnó, vivió en medio de los hombres, pero las autoridades de la época
“no lo reconocieron” y más bien lo sentenciaron injustamente a una muerte
ignominiosa. ¿Concluirá así la historia del Hijo de Dios sin presentarlo en
época alguna como el Rey de Reyes?

Los dos hombres de blanco llamaron la atención de los discípulos. “El


mismo Jesús vendrá…”. Luego Juan escribe alguna de sus revelaciones:
“Mirad, viene acompañado de nubes: todo ojo le verá, hasta los que le
traspasaron, y por él harán duelo todas las razas de la tierra. Sí. Amén. Yo
soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, «Aquel que es, que era y que va
a venir», el Todopoderoso” (Ap1,7-8).

Es verdad, tenemos el anuncio de Su Segunda venida, pero Mateo nos


enseña los límites de nuestro conocimiento al respecto: “Mas de aquel día
y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino solo
el Padre” (24,36); “velen, pues, porque no saben qué día vendrá su Señor”
(24,42).

Y si queremos hacer cálculos muy humanos, nos encontraremos con


conceptos que cuestionan la cabalidad de nuestras conclusiones. Por una
parte “Sus pensamientos no son nuestros pensamientos, y Sus caminos
no son nuestros caminos” (cf.Is55,8). Por otra, si introducimos límites

278
cronológicos vendrá a nuestra mente la gran enseñanza de Pedro: “Mas
una cosa no pueden ignorar, queridos: que ante el Señor un día es como mil
años y, mil años, como un día” (2Pe3,8).

A pesar de ello invita al sabio discernimiento: “De la higuera aprendan esta


parábola: cuando ya sus ramas están tiernas y brotan las hojas, saben que el
verano está cerca. Así también ustedes, cuando vean todo esto, sepan que
Él está cerca, a las puertas” (Mt24,32-33).

En todo caso, queda en perspectiva que el Rey de Reyes llevará a la


humanidad al destino que le corresponde, alcanzando la Glorificación
del Padre y ciertamente bajo la fuerza y poder del Espíritu Santo cuya
voz habrá sido acogida por las personas de buena voluntad que vayan
reconociendo los Signos de los Tiempos.

“Luego, el fin, cuando entregue a Dios Padre el Reino, después de haber


destruido todo Principado, Dominación y Potestad. Porque debe él reinar
hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies. (1Co15,24-25).

Y enseñándonos a orar incluye la gran petición: “venga tu Reino” (Mt6,10).

Pedro nos invita para que, en ese tiempo, no importa cuándo, Dios nos
“encuentre en su paz, sin mancha ni culpa” (2Pe3,14).

El Señor habla a Patricia de Su Segunda venida en estos términos:

“El camino estará abierto para todos aquellos, que han


realizado su entrega, para todos aquellos que han confiado en
su Dios. Todos aquellos que han llevado su vida, para realizar
el encuentro con su Señor, que en espera han estado de la
Segunda Venida, de Aquel que en la vida vivió la Pasión, de
Aquel que, por todos, su vida entregó” (2.9.10).
“Mi Segunda Venida que será pronto; extinguirá los lazos
del dolor y quedará restaurado por siempre el Amor de Mi
Resurrección; mientras el mal continúe, continuará Mi dolor.
Solo un Mandamiento tienen: Me amarán a Mí, su Señor, su
Dios, sobre todas las cosas y a su prójimo como a sí mismos.
No hay nada más grande que este Mandamiento, porque en
él está referido todo y así será desde el inicio de los nuevos
tiempos” (11.4.10).

279
“La dulzura del Amor viene al mundo, Jesús de Nazaret
renovando su nacimiento. La tierra volverá a estar en la gloria
de recibir al Hijo de Dios, en un pesebre nacido del Vientre
Santo y purísimo de María. La tierra volverá a tener gozo,
la tierra volverá a tener luz; porque el Pequeño de Israel está
por llegar. Alábenlo, glorifíquenlo y recíbanlo, como aquellos
santos que lo fueron a honrar. El pesebre está formado, porque
el Rey de reyes está por llegar. La gloria te sea dada por
siempre por la eternidad completa y eterna a Ti, Señor Jesús.
¡Gloria a Ti Jesús!” (22.12.10).

El Camino está abierto “para todos los que han confiado en Dios”. Esta
frase es fundamental porque el momento actual coloca a Dios en la lejanía,
y no se apresta a reconocer Sus manifestaciones. Aún dentro de aquellos
que se dicen creyentes tanto laicos como consagrados, la atención prestada
a estas expresiones místicas ha sido escasa, facilitando la extensión de una
penumbra que podría haberse despejado, gracias a la Luz de Mensajes del
Cielo que han sido ofrecidos en los últimos decenios en todas y cada una
de las naciones del mundo.

Si de algo debemos lamentar, es del “silencio espiritual” que también


distingue esta época, tan centrada en la conquista de un mundo tecnológico
y divertido, veloz, cibernético en un marco de realidades virtuales que
dejan poco espacio a la “realidad trascendente única y eterna”.

Patricia ha recibido instrucciones sobre la Segunda Venida de Jesús, una


enseñanza totalmente acorde al Dogma de nuestra Iglesia y no anuncia
fechas. Tampoco sería necesario, pues el creyente se acoge a los “Tiempos
de Dios”, mientras tanto espera, evangeliza, ora y ama.

18.3. LA NUEVA ALBORADA


La feliz expectativa queda resumida en este hermoso texto que podrá
estimular nuestras meditaciones y prepararnos para la realización de estas
extraordinarias promesas, cuyo cumplimiento, ciertamente, ya hemos
empezado a vivir:

“Las estrofas han sido dadas, las estrofas han sido escuchadas,
no soltéis la alerta hijos de Dios que, en la sobriedad de vida,
debéis vivir en oración constante y súplica ardiente, pues lo
que se avecina quitarles la paz desea, para sacarlos del redil

280
y hacer que pierdan la fe. Más en el horizonte veréis la luz
brillar, recordándoles lo que prometido fue, que Él vendría
como un fulgor de rayo, como una luz celeste, como antorcha
encendida a restaurar el mundo y someter a todos bajo
su estrado. Centinelas de la Palabra, mantener la lámpara
encendida, pues vuestra fe marca el preámbulo de la nueva
alborada. Sean prudentes y manténganse alertas, pues el día
y la hora solo el Padre lo sabe. Con el corazón latiendo en la
dulce espera debéis permanecer, con la añoranza plena de ser
testigos de la redención” (18.7.18).

281
282
RECONOCIMIENTOS

L
a pandemia del Coronavirus ha sumido a la humanidad toda en una
situación de zozobra constante; preocupados por la primera ola y en
espera de una vacuna salvadora, llega una segunda, sin avizorar vía
alguna de solución, y, ante la cantidad de defunciones, ya se habla de una
tercera.
Esta amenaza viral, dramática y devastadora en sí misma, no ha hecho más
que profundizar la situación global que vive la humanidad entera: países
desarrollados y en desarrollo; diferencias dramáticas entre ricos y pobres;
empleados y desempleados; instruidos y analfabetos; servicios de salud
eficientes y deficientes, migraciones descontroladas, desastres naturales,
entre otros.
Vivimos una circunstancia que la teoría social denomina “hecho social
total”, porque invade el panorama mundial en todos y cada uno de sus
estratos. La humanidad toda, está asustada; busca respuestas en la ciencia,
en la tecnología, en los gobiernos, y permanece abrazada a una ilusión sin
fecha fija para su cumplimiento.
El creyente vive en el mundo sí, y espera aquello que de él pueda obtener;
sin embargo, movido por su Fe, hace algo que un incrédulo no hace: dirige
su mirada al cielo para acercarse a su Dios Padre y Creador, sabiendo que
Él lo acogerá para guiarlo por los Caminos del Amor y de la Esperanza.
Dios conoce a sus hijos; como Padre amable y atento, respetando la
libertad que les ha concedido, observa en silencio, reconoce sus virtudes
y debilidades, sus aciertos y desatinos. Por ello, ante el desconcierto, toma
iniciativas para enseñar, orientar y advertir.
Los siglos XX y XXI seguramente pasarán a la historia como los de
mayor Presencia mística, pues la Trinidad Santa: Padre, Hijo y Espíritu
Santo, desplegó todo su amor misericordioso, extendiendo Sus brazos a
cada latitud, bendiciéndola con la Presencia de Jesús y de nuestra Santa
Madre María, por medio de locuciones, visiones, apariciones, efusiones de

283
imágenes, Milagros Eucarísticos; como si el Cielo se hubiera volcado sobre
la tierra.
Existen variadas razones para ello, pero yo quisiera resaltar una: “Dios no
hace nada sin anunciarlo a través de sus profetas” (Am3,7). Por tal motivo,
mi principal expresión de agradecimiento va a la Trinidad Santa y a la
Santa Madre que, con sus miríadas de Apariciones y Mensajes en todo el
mundo, han querido instruirnos en preparación a un período de cambio que
anuncia una “Nueva Primavera”, a través de unas Primicias que pregonan
un Nuevo Amanecer.
En Su Bondad, la Divinidad no quiso tomar iniciativas solitarias. Se sirvió
de hijos e hijas valientes y fieles para extender Sus Mensajes. Es así que,
en el proyecto dedicado a los Nuevos Tiempos, invita a Patricia como
interlocutora. Gracias a ella por su sí, porque sin el mismo, no existiría esta
obra ni el conocimiento esperanzador que contiene.
A ella se unieron algunas personas; gracias a todas ellas. De manera especial
quisiera mencionar a Guillermo Ferrer y a Beatriz Osorio, quienes me
facilitaron todo el contenido y me brindaron la orientación necesaria para
el cumplimiento de este proyecto que, nace de la importancia de extender
por el mundo estas Palabras de bendición que llegan del Cielo.
Asimismo, de manera profunda y especial, agradezco las luminosas
reflexiones casi cotidianas, que tuve con el padre Miguel Brems, OFM,
él fue el destello cognitivo y espiritual que alumbró la comprensión de
muchos textos dentro de las enseñanzas doctrinales de nuestra Iglesia y su
relación con la vida cristiana comprometida.
Mi reconocimiento perenne a Alfredo Castro, Diana Rodriguez, Pablo José
Barroso, nobles y constantes compañeros de ruta. A Fernando Rodríguez
y Carlos Acarapi por su asistencia en Tecnologías y Procesamiento
audiovisual. También a Esperanza Alba, Tichi y Paty por la revisión del
Texto. Gracias a Mary Soliz por el diseño gráfico, a René Romero por la
elaboración de la cubierta y a María Monasterios por la preparación de
imágenes.
Nos adentramos a una época de cambios importantes y espero que la Luz
que ilumina esos pasos, brille sobre todos y cada uno de nuestros lectores.
A todos ellos, también, mi más viva gratitud.
Ricardo
284
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