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H. Kohachiro Takahashi _ Del feudalismo al capitalismo Problemas de Ia transicién Editorial Critica H. Kohachiro Takahashi DEL FEUDALISMO AL CAPITALISMO Problemas de la transicién H. Kohachiro Takahashi estudié historia occidental en Tokio y se interesé especialmente por el conocimiento de Ia Revolucién francesa. Ello ocurtia en. plena crisis econémica de los afios treinta, cuando los historiadores pfogresistas del Japon discutian si la revolucién Meiji, que habia iniciado la modcraizaci6n desu pats, habfa sido una auténtica revoluciéa burguesa 0 10, para lo cual Ja comparaban con el modelo clisico que ofrecia la de Francia. Tras la derrota de su pais en la segunda guerra mun- dial, Takahashi colabor6 en la elaboracion de la reforma agtaria y fue nombrado profesor del Instituto de Cicn- cias Sociales de la Universidad de Tokio. Su nombre comenz6 a ser conocido en Occidente a rafz desu partici- pacida en el debate Dobb-Sweezy sobre la transicién del feudalismo al capitalismo, en. 1952; pero la batrera del idioma ha impedido que se divulgas: su obra, De abi que franceses, y en especial Albert Soboul, toma- ativa de preparar esta compilacién de trabajos suyos. En este volumen se hallaréa, junto a la ya citada con- tribucioa al debate Dobb-Sweezy, estudios sobre la pro- picdad de la cierra, los movimicatos campesinos 0 la formaciéa de la clase obrera industrial en el Japon modemo, ademis de un extenso y ambicioso trabajo sobre la revolucién Meiji y su crasfondo agratio, que nos permite adentramos en un cema clave para la compren- sidn de la realidad del Japén contemporineo. La obra de Takahashi nos permite, asi, abordar un gran problema histérico, como es el del teénsito del feu- dalismo al capitalismo, con un enfoque comparado de historia de Oriente y de Occidente, que enriquece nues- tro conocimiento de ambos mundos y nos ayuda a situar los acontecimientos, més allé de la iniopta europcocen- trista, on una perspective verdaderamente universal DEL FEUDALISMO AL CAPITALISMO Ss Z CRITICA/Historia Director: JOSEP FONTANA H. KOHACHIRO TAKAHASHI DEL FEUDALISMO AL CAPITALISMO Problemas de Ia transicién Traducci6én castellana de LAURA ROCA Goyo 13 DIC 2020 EDITORIAL CRITICA Grupo editorial Grijalbo BARCELONA ‘Titulo original: DU FEODALISME AU CAPITALISME. PROBLEMES DE LA TRANSITION, Cubierta: Enric Satué © 1982: Société des Etudes Robespierristes, Paris © 1986 de la traduceién castellana para Espaiia y América: Editorial Critica, S. A., calle Pedrd de Ia Creu, 58, 08034 Barcelona ISBN: 84-7423-205-3 Depésito legal: B. 26.248 - 1986 Impreso en Espafia 1986. HUROPE, S.A., Recaredo, 2, 68005 Barcelona En recuerdo de mi maestro Georges Lefebvre, a@ mi amigo Albert Soboul, en testimonio de mi profundo respeto y de mi gratitud NOTA EDITORIAL Hachiroemon Kohachiro Takahashi —que solia firmar, sim- plemente, H. K. Takahashi— nacié en 1912 en un pueblo de Fukui (Japén), en una familia de pequefios propietarios cam- pesinos. Estudié historia occidental en la Universidad Imperial de Tokio y se intevesé especialmente por el conocimiento de la Revolucién francesa y, mds en concreto, de sus problemas agrarios. Ello ocurria en los tiempos de crisis econédmica de los afios treinta, cuando un grupo de historiadores y economistas progresistas del Japén discuttan si la reyolucién Meiji, que ha- bia iniciado la modernizacién de su pais, habia sido una autén- tica revolucién burguesa o no, para lo cual la comparaban con el modelo clasico que ofrecia Ia de Francia. Poco después, al tiempo que se consolidaba el contro! de los militares sobre 1a vida politica japonesa, se prohibicron tales discusiones y el tra- bajo de investigacién de estos hombres hubo de proseguit en Ja elandestinidad. En 194} fue nombrado profesor adjunto de Ja Universidad de Seul ,en la Corea ocupada por los japoneses, Jo que Ie puso en coutacto con Ia realidad de Ja colonizacién. En 1945, tras la derrota en la segunda guerra mundial, fue repatriado a su pats, donde colabor6 en la elaboracién de la reforma agyaria, fue nombrado profesor del Instituto de Ciencias Sociales de la Uni- versidad de Tokio ¢ inicié una brillante carrera de historiador de la economia. Su nombre comenzé a ser conocido en Occi- dente a raiz de su participacién en e] debate Dobb-Sweczy so- bro la transicién del feudalismo al capitalismo, en 1952, y de 10 DEL FEUDALISMO AL CAPITALISMO sus viajes a Francia, donde investigé bajo la direccién de Geor- ges Lefebvre. Pese al prestigio que Takahashi tenia en el Japén, y a la estimacién general que le habia ganado en Occidente su par- ticipacién en el debate Dobb-Sweezy, el obstaculo del idioma ha hecho que Ia mayor parte de su obra —sus libros sobre la génesis del capitalismo modemo, sobre la estructura de las re- voluciones burguesas 0 sobre la formacién del Japan moderno, por ejemplo— sea desconocida fuera de su pais natal. De ahi que sus amigos franceses, y en especial Albert Soboul, tomasen la iniciativa de preparar esta compilaci6n de trabajos suyos, que aparecié en Francia a comienzos de 1983, cuando hacta unos meses que habian fallecido tanto Takahashi como Soboul, que no pudieron Iegar a ver un libro en el que habian deposi- tado tantas ilusiones. En este volumen se hallaran, junto a Ja ya citada contribu- cién al debate Dobb-Sweezy (el vinico de sus textos amplia- mente conocido en Oecidente), una serie de estudios sobre Ja propiedad de la tierra, los movimientos campesinos o Ia for- macién de la clase obrera industrial en el Japén modemo, ade- mis de un extenso y ambicioso trabajo sobre la revolucién Meiji y su trasfondo agrario, que nos permite adentrarnos en un tema clave para la comprensién de la realidad del Japén contemporaneo —el acontecimiento histérico que liquidé la vie- ja estructura feudal y abrié el camino para la modernizacién y el desarrollo capitalista—, guiados por un gran historiador japonés que tiene, al propio tiempo, el mérito de ser un buen conocedor de cstos mismos temas —trAnsito del feudalismo al capitalismo, revolucién burguesa, industrializacion..— en el am- bito de Ja historia de Occidente. La obra de Takabashi nos permite, asi, abordar un gran problema histérico, como es el del nacimiento del capitalismo, con un enfoque comparado de historia de Oriente y de Occi- dente, que enriquece nuestro conocimiento de ambos mundos y nos ayuda a situar los acontecimicntos, mas alli de ta miopia europeccentrista, en una perspectiva verdaderamente universal, PROLOGO Este libro recoge cinco articulos, en su mayoria escritos de forma circunstancial, como restltado de la participacién en et debate internacional entre M. Dobb y P. M. Sweexy, de po- nencias en Congresos internacionales y de mi contribucién a trabajos colectivos. En cada articulo se da su fecha de pu- Blicacién. Los textos no han sufride modificaciones, si excep- tuamos la correccién de las erratas tipogrdficas. Los datos bi- bliogrdficos se limitan a la fecha de publicacién y tinicamen- te se ha afiadido informacién sobre las iraducciones francesas publicadas desde entonces. Dichos articulos son fruto de mis reflexiones sobre el pro- ceso de transicién del feudalismo al capitalismo y los caracte- res fundamentales de la moderna sociedad capitalista. He in- tentado sobre todo no cometer el error, en el que incurren tan- tos historiadores, de confundir la economia mercantil o la eco- nomia monetaria en general con la economia capitalista indus- trial. Este concepto de economia mercantil o monetaria ha ori- ginado constantemente enojosas confusiones entre los estudio- sos de la economia. Algunos piensan que la economia mercantil y monetaria supone en si misma el acceder a una economia capitalista en el moderno sentido de la palabra, engendrando dicha economia mercantil y monetaria, por su propia esencia, la aparicion de los derechos fundamentales del hombre como base de la democracia moderna, No obstante, la historia nos ensefia que en cualquier pais y en cualquier época el producto 12 DEL FEUPALISMO AL CAFITALISMO del trabajo humano podia concertirse en mercancia y materia- lizarse en moneda, lo cual, ademds de ser una posibilidad, era muy a menudo la realidad histértca. Casi podria afirmarse que la moneda es tan antigua como la humanidad. En la Antigiiedad, el producto det trabajo de los esclavos — bajo las diversas formas esclavistas de divisién y organiza cién del trabajo— fue ecaparado por tos ducfios de esclavos y transformado en mercancia por los negociantes. Era la base misma del comercio antiguo. En la sociedad feudal, el produc- to de las prestactones de los siervos o et del trabajo de los villanos, percibidos en forma de censos en especie, fueron con- vertidos en mercancte, unas veces por los propios hacendados y otras por mediacién de mercaderes o usureros, transformdn- ‘dose ast en moneda. De igual naturalesa era también, en tiompos del absolutismo, la circulacién de mereancias y, por ende, la circulacién monetaria. Sin embargo, hay que hacer hincapié en que dicho tipo de economia mercantil 0 monetaria no engendra ipso facto el ca- pitalismo industrial de caricter moderno, que es un modo de produccidn histéricamente determinado. Tampoco establece uno de los principios fundamentales de la democracia moder- na come es el de la igualdad juridica de todos los individuos. En este tipo de economia mercantil 0 monetaria, al basatse el poder adquisitivo en los bienes raices antiguos o feudales, el intereambio resulta desigual en su principio, a consecuencia de las presiones extraecondmicas, Serd cuando en el seno de una economia auténoma de pro- ductores directos, campesinos o artesanos, se deserrollen las fuerzas productivas, respaldadas por la extensién de la divisién social del trabajo, y en cuanto se constituyan y extiendan las relaciones econdémicas y sociales que podemos calificar como economia rural y pequefoburguesa —en la que campesinos o ariesanos, en calidad de productores privadas, independientes y auténomos a Ia vez, intercombian entre si los productos de su trabajo como mercancias— sdlo entonces serd cuando apare- cerd de forma inmanente la necesidad econémica del inter- cambio equitativo que debe derogar las normas de la antigua PROLOGO 13 propiedad territorial 0 de la comunidad, que constituyen la base de cualquier economia tradicional. Asimisio, sdlo enton- ces pueden concebirse los derechos fundamentales del hombre como principies de las relacicnes politicas y sociales de la de- mocracia moderna, De chi mi reiterada insistencia en la importancia del papel historico desempefiado por los pequeiios y medianos producto- res de mercancias. El objetivo final de la controversia sobre la trensicién del feudalismo al capitalismo era precisamente el de esclarecer las condiciones historicas de dicho proceso de formacién, consolidacion y disolucién de estos pequefios y me- dianos productores mercentiles, Los trabajos comparatives en- tre la Revolucién francesa y la Restauracion Meiji me han per- mitido profundizar de forma concreta en este andlisis; espero haber podido demostrar, en las paginas que siguen, lo que considero esencial para la comprensién del proceso de forma- cién de la sociedad capitalista moderna y de su estructura. Permitaseme dedicar esta modesta obra al recuerdo de mi maestro Georges Lefebore y a mi viejo amigo Albert Soboul. La deuda que tengo con Georges Lefchore es inmensa. Gracias a@ él pude iniciar las investigaciones sobre los problemas agra- rios de la Revolucidn francesa. Desde 1938 hasta el dia de su desaparicién en agosto de 1959, nunca me han faltado sus valiosos consejos. A él se debid también la extrema amabilidad de invitar a la Sorbona a un joven historiador de Tokio, en 1952, en aquellos tiempos tan dificiles de la inmediata posgue- rra. Durante los dos atios que duréd mi estancia en Paris, se de- dicé perscnalmente a iniciarme en Ia lectura de los manuscritos en el Archivo Nacional. En cuanto a Albert Soboul, es amigo mio desde hace ya mds de treinta aiios. Cuando estuve en Pa- ris por primera vez en 1952, era profesor en el Lycée Henvi-IV; se le ocurrié la excelente idea de orgunizar cada semana, en su casa de la rue de Gergovie, una tertulia de jévenes historia- dores entre los cuales se hallaban, entre otros, Richard Cobb y George Rudé; tertulia que solizmos denominar «le Mardi Soir» y en la que pasdbamos largas horas discutiendo y bebien- do. Aprendi mucho de estas discusiones, tanto sobre los traba- “4 DEL FEUDALISMO AL CAPITALISMO jos del momento acerca de la Revolucién francesa, como so- bre los problemas més importantes de la investigacién histd- rica en general. Es uno de los recuerdos inolvidables de mi juventud que evoco siempre con nostalgia. Atin hoy, debo la publicacion de este libro en Francia a la amistad de Albert Soboul. Si tuviera que enumerar las deudas de gratitud contraidas @ lo largo de estos afios, seria una lista demasiado larga. Dedi- co un agradectdo recuerdo, entre otros, al profesor C.-E. La- brousse y @ su esposa, quien durante mucho tempo se encargd de la acogida de investigadores extranjeros y cuya gencrosa ayuda jamds podré olvidar, al Worado Robert Boutruche, a los profesores Pierre Vilar, Christopher Hill de Oxford, Rodney Hilton de Birmingham, Slicher van Bath de Wageningen, Wal- ter Markov de Leipzig, Marian Maowist de Varsovia, sin olvidar tampoco a los miembros del Comité Internacional de las Ciencias Histéricas del cual formé parte durante los afios 1960-1975. Fn cuanto a la preparacién de este libro, quisiera darle las gracias en primer lugar a Florence Gauthier, en quien recayd la ingrata tarea de traducir al francés la version original ingle- sa del primer articulo. Me permito citar también a mis colegas y amigos japoneses: el llorado A. Mori, H. Otsuka, M. Shibata, T. Chizuka, H. Ninomiya y tantos otros, que me prestaron su ayuda para la redaccién y traduccién de esios articulos. A todas y todos, expreso mi profundo agradecimiento H. Kosactino Takanasur Capitulo | DEL FEUDALISMO AL GAPITALISMO: PROBLEMAS DE LA TRANSICION * Los Estudios scbre el desarrollo del capitelismo (Londres, 1946) de Maurice Dobb! plantean numerosos problemas meto- dolégicos ue importancia, Entre ellos, un caso concreto de un problema por el que no podemos dejar de sentir un profundo interés: dilucidar cémo una fase nueva y m4s desarrollada de Ja ciencia de la historia econémica puede integrar en su propio sistema, al tiempo que utilizarlos, los resultados positivos obte- nidos en épocas precedentes por los historiadores econémicos y sociales. La critica de los Estudios Nevada a cabo por el competente economista americano P. M. Sweezy y la réplica de Dobb? a Ja misma, al indicar con mayor claridad el cardc- ter y ubicacién de las cuestiones en disputa, proporcionan a los historiadores japoneses una oportunidad (tras el aislamiento su- frido durante la ultima contienda mundial) de evaluar el actual * La version original de este trabajo aparecié en inglés en Scien- ces & Society, vol. XVI, n° 4 (1052). 1. Maurice Dobb, Studies in the Development of Capitalism, Ront- ledge and Kegan Paul, Londres, 1948. (Hay trad. cast.: Estudios sobre el desarrollo del capitalismo, Siglo XXI, Madrid, 1976.) Las citas que si- Buen corresponden a la paginacién de la edicién original cn inglés, 2. Panl M. Sweezy, «A Crities, y Manrice Debb, «A Replys, apare- cidas en Sciences & Society, vol. XIX, n.° 2 (1950). (Trad. cast. en Rod- ney Hilton, ed., La transicién del feudalismo al capitalismo, Critica, Bar- celona, 1977, Citaremos a partir de ahora siguiendo esta edicién en cas- tellano.) 16 DEL FEUDALISMO AL CAPITALISMO nivel tedrico de Ja historia econémica en Europa y América. Dado que los Estudios de Dobb sc cifien exclusivamente al desarrollo del capitalismo inglés, cabc sefialar 1a insufictente atencién que presta a los trabajos franceses y alcmanes sobre el tema, por otro lado en nada inferiores a los ingleses. Deben estudiarse estas fuentes, y no sdlo para obtener un conocimien- to mas global de Jas cstructuras capitalistas comparadas, sino para establecer con mayor precisién Jas Ieyes del desarrollo histérico. Limitaré agni mis comentarios a Europa occidental, pues considero prematuro introducir cn esta polémica datos histéricos sobre Ja organizacién feudal en el Japén y otros pal- ses asiaticos, asi como hablar de Ja formacién del capitalismo en cllos. Si participan criticamente en cl debaic tos historiado- res que comparten uu mismo enfoque sobre los problemas de Jos diferentes paises, la controversia Dobb-Sweezy podria sentar las bases para progresos colectivos en este campo de estudio. Tanto los Estudios de Dobb como la critica de Sweezy se abren con definiciones conceptuales gcnéricas del feudalismo y el capitalismo, no como meras cuestiones de terminologia, sino porque llevan implicitos determinados métodos de andlisis histérico. Puesto que Sweezy no nos ofrece una definicién clara y explicita del feudalismo, no sabemos con exactitud cudles considera que son sus ra{ces. Sin embargo, fuera cual fuese cl caso, la transicién del feudalismo al capitalismo se halla vinen- lada a un cambio en el modo de produccién, y uno y otro deben ser determinadas fases de la estructura sociveconémica, categorias histoticas, Una comprensién racional del feudalismo presupone una comprensién cientifica de! capitalismo como ca- tegoria histérica* Dobb, rechazando Jas concepciones tradicio- 3. K, Marx, Contribution a la critique do Péeonomie politique, Intro- duceién, «El método de Ja economia politica», Editions Sociales, Paris, pp. 164-172, (Hay trad. cast.; Contribucidn a la critica de la economia politica, Alberto Corazén, Madcid, 1970.) DEL FEUDALISMO AL CAPITALISMO 17 nales mAs extendidas entre los historiadores ,!? y pueden existir y madurar dentro de muy variados tipos de cstructuras sociales histéricas. En las mas antiguas de éstas, la mayor parte de los productos del tra- bajo se cmplcan en satisfacer las necesidades de los propios productores, no se convierten en mercancias. El valor de cam- bio no controla totalmente el proceso social de produccién pero, aun con todo, existe un cicrto volumen de produccién y eirculacién de mercancias. Por tanto, Ia pregunta a responder ante una estructura social dada no es Ja de si en ella estén presentes dinero y mercancias, sino la de cémo se producen tales mercancias, en qué modo se utiliza el dinero como medio de produccién. Los productos de los antiguos latifundios ro- manos cran puestos en circulaci6n como mercancias produci- 9. «Respuesta», p. 78. Cf. Marx, El capital, vol. III, p. 732. 10, «Critica, p. 47. 11. Ibidem, p. 68, nota 43, 12. EL capital, vol. I, p. 118, y vol. I, p. 555. 20 DEL ¥EVDALISMO aL CAPLTALISMO. das por esclavos, mientras que los acumulados por los sefiores feudales en base a las prestaciones de trabajo o a las rentas en productos lo eran en calidad de mercancias producidas por siervos. También existen las mercancias simples producidas por campesinos o artesanos autérquicos, las mercancias capita- listas producidas por trabajadores asalariados, etc. Pero no se puede decir lo mismo del capital o del capitalismo como una categoria histérica. Inclnso sobre bases feudales, los productos del trabajo podian tomar Ia forma de mercancias ya que los medios de produccién estaban vinculados de forma inmediata con Jos productores directos.#? Por tanto, un «sistema de pro- duccién para el mercado» no nos permite definir relaciones de produccién histéricamente especificas (y por tanto, tampoco Jas relaciones de clase). Swcezy yerra por completo cuando en el pasaje sobre la definicién del feudalismo apenas presta aten- cién a la renta feudal del suelo, encarnacién sintética de la relacién de antagonismo entre sefiores y campesinos, para asig- nar un papel preponderante a Jos conceptos de «sistema de produccién para el nso» y «sistema de prodnecién para el mercado», es decir, a las relaciones entre los productores y sus mercados, a Jas relaciones de intercambio y no a las de produc- cién. Su posicién parece adscrita a una especie de circulacio- nismo. Por nuestra parte, prefeririamos partir de las siguientes tesis. La contradiccién entre feudalismo y capitalismo no es una coniradiccién entre el «sistema de produccién para el uso» y el «sistema de produccién para el mercado», sino entre el sistema de propiedad feudal de la tierra, al que se afiade la servidumbre, y el sistema del capital industrial, que viene acompafiado del trabajo asalariado. [1] primer término de cada una de estas parejas es un modo de explotacién y de relaciones de propiedad, mientras que el segundo representa la forma en que se materializa la fuerza de trabajo y, por ende, cl modo en que se reproduce socialmente. Esta dicotomia puede simpli- ficarse como contradiccién cntte la propiedad feudal de Ia tie- 13, EL capital, vol. 1, p. 202. DEL FEUDALISMO AL CAPITALISMO 21 tra y el capital industrial. Puesto que en el feudalismo los productores directos aparecen vinculados a sus medios de pro- duccién, y por tanto la fuerza de trabajo no puede tomar la forma de mercanceia, la apropiacién por parte de los sefiores feudales del trabajo excedente tiene lugar de forma directa a través de una coercién extraeconémica, sin que medien para nada las leyes econdmicas que rigen el intercambio de mercan- cias. Por el contrario, dentro del capitalismo, no sdélo se con- vierten en mercancias los productos del trabajo, sino que tam- bién pasa a serlo la propia fuerza de trabajo. En esta fase del desarrollo desaparece el sistema de coercién y entra en juego Ja ley del valor en todas las facetas de la economfa. Por tanto, los procesos fundamentales del paso del feudalismo al capita- lismo son: la transformacién de la forma social de existencia de la fuerza de trabajo, que consiste en privar a los producto- res directos de Ja posesién de los medios de produccién, la transformacién del modo social de reproduccién de la fuerza de trabajo (que equivale a lo mismo) y Ia polarizacién de los productores directos, o fragmentacién del campesinado. E! andlisis de Dobb toma como puntos de arranque la pro- piedad feudal de la tierra y Ja servidumbre en si mismas. Pero, por ejemplo, cuando analizamos el concepto de «capitals no podemos tomarlo en si mismo como punto de partida. Como dice el conocidisimo pasaje con que se abre El capital, «la 14. Cf. El capital, vol. I, p. 118, Y también el volaumen II, p. 51: «El capital industrial es la wmica forma de existencia del capital en que es funciéa de éste no sélo la apropiacién de la plusvalia o del producto excedente, sino también su creacién. Este capital condiciona, por tanto, el cardcter eapitalista de la produccién; su existcucia lleva implicita la con- tradiceién de clase entre capitalista y obreros asalariados. A medida que se va apoderando de la produccién social, revoluciona la técuica y la or- ganizacién social del proceso de trabajo, y con ellas, el tipo histérico-eco- némico de sociedad. Las otras modalidades de capital que aparecieron antes que éste en el seno de estados sociales de produccién pretéritos o condenados a morir, no silo se subordinan a él y se modificau con arreglo a él en el mecanismo de sus funciones, sino que ya sélo se mueven sobre Ja base de aquél, y por tanto, viven y mueren, se mantienen y desapare- cen con este sistema que les sirve da basen. 22 DEL FEUDALISMO AL CAPITALISMO riqueza de las sociedades en que impera el régimen capitalista de produccién se nos aparece como un inmenso arsenal de mercaucias», y cada una de ellas parece scr Ia forma elemeutal de dicha riqueza. As{ pues, del mismo modo que El capital comienza con el andlisis de la mereancia para continuar mos- trando el desarrollo de las categorias mercancia — dinero > capital, el andlisis de la propiedad feudal de Ja tierra no puede restringirse obviamente a una mera narracién histdrica, sino que debe ocuparse de caracterizar Ja naturaleza de las leyes de Ja sociedad feudal. En otras palabras, partiendo de Jas cate- gorlas més sencillas y mds abstractas, y progresando sistemdti- camente, debemos Hegar por ultimo a la categoria mas con- creta y mds compleja, la propiedad feudal de Ja tierra. Una vez aqui, si tomamos el camino Iégico inverso, reaparecen las categorias iniciales, pero conteniendo ahora una gran riqueza de especifcaciones y velaciones.!5 ¢Cudl seré Ja forma, célula o unidad fundamental de una sociedad basada en el modo feu- dal de produceién? gQué categorfas ocupardn el primer lugar en el audlisis de Ja propiedad feudal de la tierra? Como hips- tesis de trabajo, consideraremos unidad fundamental el manso (mansus, manse, masia, Hufe, virgate o yarland); a continua- cién, como paso intermedio, ta aldea (communauté rurale, Ge- meinde, village community), por ultimo, la categoria mas des- arrollada de fa propicdad feudal de Ja tierra, el dominio sefiorial 0 feudo (scigneurie, Grundherrschaft, manor 0 demesne). 15. K. Marx, Contribution 4 la critique de Péconomie politique, op. cit, loc. cit. 16. La Hufe (virgate) es la poretin total de tierra que le correspon- de a un campesino (Lamprecht la denomina Werteinheit), compuesta por un Hof (on lote de tierra con una casa), una cierta parcela principal de tierra roturable {Flut) y una parte de Ja tierra comanal (Allmende). En términos aproximados, «suficiente tera como para dar sustento al cam- pesino y su familia» (Waitz). Dicha terra es el objeto natural mediante el que ‘se sustenta el campesino (0 mediante el que autorreproduce la fuerza de trabajo). Su realizacién econémica, que poseo una forma gené- rica para toda Hufe, es la comunidad o jas nornas comunales colectivas: Ja Flurzwang 0 contrainte communautaire (GC. Lefebvre}, las servitudes collectives (Mare Bloch), que vieneu aparejadas con la Dreifelderwirtschaft DEL FEUDALISMO AL, CAPITALISMO 23 Desde Inego, esta especie de desarrollo Iégico de las cate- gorias manso —> aldea > dominio no constituye propiamente el proceso histérico. Sin embargo, es precisamente el estudio de Ja estructura légica de la propiedad feudal, tomando como y con el sisterna de campos abiortos, Gemengelage o vaine péture collec- dive. Las normas colectivas constituyen un aparato coercitivo que media- tiza el proceso laboral. Sin embargo, Ja inevitable expansién de la pro- ductividad derivada del tipo de propiedad priveda inherente en las Hufe llevaba, y no podfa dejar de hacerlo, a que cicrtos individuos ejercieran «dominio sobre hombres y tierras» (Wittich). Las relaciones de domina- cién y dependencia que fueron apareciendo en el seno de este tipo de comunidad basado en las Huje acabaron por establecer la propiedad privada de los sefiores feudales, es decir, el feudo o dominio sefiorial, la propiedad feudal de la ticrra. Llegamos asi a Ja secuencia de desarrollo categérico Hufe + Cemeinde —> Crundherrschaft. Inversamente, mien- tras iba apoderindase de la comunidad aldeana y de las Hufe este tipo de dominacién ejercida por los sctiores feudales y penetraber. en ellas las normas de la propiedad dominical de Ia tierra, las Hufe y las aldeas, tanto en cuanto objetos «naturales» como en Io que respecta @ sus relaciones mutuas, modificaron su forma y relariones histéricas en el sentido de convertirse una y otras en especificamente feudales, Ahora, bajo el régi- men de propiedad feudal de la tierra, la Hufe aparece como la posesién de un campesino (Besitz, tenencia) y las uormas conmnales cousuetudina- rias se convierten en instrumentos de dominacién sefiorial, devienen en condiciones histéricas susceptibles de permitir la realizacién de la renta feudal y asegurar la fuerza de trabajo. El campesino es vinculado a la tierra que trabaja (adsctipcién). Al mismo tiempo, el proceso de trabajo del campesino se convierte en el proceso de formaciéu de Ia renta; ef conjunto de ambos constituird el proceso de produccién feudal. Por lo general, Ja coercién (xormas comunalcs y Ia exaccién forzosa de presta- ciones fendales por parte del seiior) constituye el factor que mediatiza la reproduccién feudal, del mismo modo qne en Ja sociedad capitalista des- empefia este papel cl proceso de circulacién del capital, Por tanto, el desmoronamiento de la sociedad feudal no es mas que desaparicién de este sistema coactivo. Por otro lado, dado que estas coacciones feudales operan eu um marco de referencia eu el que el productor directo se halla vineulado a los medios de producciin, la disolucién de aquéllas (requisito previo para que se dé la forma moderna de propiedad privada y la liber- tad de trabajo burguesa) crea las condiciones para que los productores directos se vean separados de los medios de produccién (expropiacién). Para ms detalles, cf. mi Skimin kakumei no kd26 [Estructura de la revo- Juciém burguesa}, Tokio, 1850, pp. 77-85, 24 DEL FEUDALISMO aL CAPITALISMO punto de partida su forma elemental, el que nos revelara la Tey histérica de la ascensién, el desarrollo y Ja decadencia de la sociedad feudal, algo que la ciencia histérica «burguesa» atin no ha conseguido, pero que se sugiere en el volumen I de El capital. Sobre esta base, se plantean de inmediato pro- blemas metodolégicos basicos en relacién con el espléndido andlisis de la sociedad que nos han ofrecido, como era légico esperar, Sweezy y Dobb. 08 Sweezy ha intentado encontrar el rasgo fundamental del feudalismo en un «sistema de produccién para el uso», y de ahi que deba explicar signiendo cl mismo camino su decaden- cia. Ciertamente no ignora la existencia del régimen feudal de produccién en Europa oriental y en Asia, Jpor qué, pues, ha testringido su anélisis de la cuestién 2 Europa occidental? gAcaso comparte con los historiadores del derecho burgueses Ja descripcién del sistema feudal coma Lehnswesen? Por ejem- plo, J. Calmette defiende desde la primera pagina de su libro La société féodale, publicado en la popular Collection Ar- mand Colin,!" que el feudalismo es peculiar de la Edad Media en Europa occidental, y niega la realidad de un feudalismo japonés. yO quiz4 el tratamiento dado por Sweezy a la cues- tién estaba impulsado por el hecho de que el capitalismo mo- derno surgié y maduré en Europa occidental? Nos dice que «el feudalismo europco occidental era un sistema con una orien- tacién muy marcada en favor del mantenimiento de dctermi- nados métodos y relaciones de produccién>, y alude a «este cardcter inherentemente conservador y reacio al cambio del feudalismo europeo occidental».1* Siu embargo, sefialar que el 17, Paris, 1932, Sin embargo, otros historiadores franceses, muy en especial Mare Bloch y Robert Boutruche, piensan lo contrario y estin profundamente interesades por el feudalismo japonés. Ya Marx, en el capftulo XXIV de El capital, habla de la «organizacién puramente feu~ daly del Japon. 18. «Critica», p. 49. DEL FEUDALISMO AL CAPITALISMO 25 feudalismo era conservador con respecto a su opuesto categd- Tico, el capitalismo moderno, equivale a decir muy poco. Com- parado con el feudalismo de Europa oriental o de Asia, no parece que el feudalismo europeo occidental sea demasiado conservador, antes al contrario. El factor decisivo que coarté el desarro]lo auténomo de la sociedad capitalista moderna en Europa oriental y Asia fue precisamente la estabilidad de la estructura interna de la propiedad feudal de Ia tierra en esas zonas del globo. El hecho de que pueda decirse que el capita- lismo modemo y Ja sociedad burguesa adoptaron su forma cla- sica en Europa occidental se nos muestra ante todo como un indicador de la fragilidad e inestabilidad inherentes a la pro- piedad feudal de la tierra en dicha drea. QuizA lo que quiera decir Sweezy es que el feudalismo curopeo occidental, por ser intrinsecamente conservador y reacio al cambio, no podia de- rrumbarse por causa de una fuerza interna al sistema, y que por eso su desmoronamiento se inicié bajo el impniso de cav- sas exteriores. Puesto que para Sweezy el feudalismo era un «sistema de produccién para el uso», la fuerza que Meg desde el exterior para destruir este sistema fue la «produecién para el mercado» («una economia de intercambior) o el «comer- cio». Aproximadamente la mitad de su critica a Dobb esté dedicada a discutir en detalle este punto. En los siglos x1v y xv Ja devastacién de las aldeas, la dis- minucién de la poblacién rural y Ja consiguiente escasez de dinero entre los sefiores feudales eran fenémenos generaliza- dos, y tanto en Inglaterra, como en Francia y Alemania dieron como resultado la crise des fortunes scigneuriales.!® La econo- mia monetaria o de intercambio inicié un avance a grandes zancadas durante la Baja Edad Media, Ilevando a Ia rmuina a buena parte de la nobleza feudal, cuya base de sustentacién 49, Mare Bloch, Caractéres originaux de Uhistoire rurale francaise, Oslo, 1952, pp. 117-119 (hay traduccién castellana: Los caracteres origi nales de la historia rusal francesa, Critica, Barcelona, 1977); H. Maybaum, Die Entstehung der Gutswirtscheft im Mecklenburg, Stuttgart, 1926, pp- 109-113; y el reciente, y extraordinario, Iibro de R. Boutruche, La crisa d'une société, Paris, 1947, vol. II. 26 DEL FEUDALISMO AL CAPYTALISMO era Ia economia «natural» tradicional.2° La denominada eman- cipacién medieval de los siervos estaba fundamentada primor- dialmente en la necesidad de dinero que tenian los sefiores, generalmente para invertizlo en la guerra o en incrementar su lujoso ritmo de vida.** Seguin Ia hipotesis de Sweezy, Ja siempre creciente deman- da de dinero por parte de Ia clase feudal dominante durante la serisiss del feudalisimo se debié al incesante aumento de lujos y comodidades entre Ia nobleza feudal, concepcién simi- lar a la que sostiene Sombart en su Luxus und Kapitalismus,? dentro de! primer capitulo dedicado al Hof. La exagerada ex- plotacién de los campesinos por parte de sus sefiores, que Dobb califica como causa primordial del colapse del feudalismo, fue en realidad, segin el punto de vista de Swcezy, un efecto de la necesidad de dinero en efectivo que tenian las clases domi- nantes feudales. El subsiguiente abandono de las tierras por parte de Jos campesinos trajo como consecuencia el estableci- miento de las ciudades, y con ellas la economia monetaria. Asi pues, segtin Sweezy, Dobb «toma erréneamente por tendencias inmanentes una cierta evolucién histérica [del feudalismo] que, de hecho, sélo puede ser explicada acudiendo a causas ex- ternas al sistema»2? La fuerza «extema» que produjo el de- rrumbamiento del feudalismo fue el «comercio, que en modo alguno puede ser considerado como una forma de economia feudal»,*4 especialmente el comercio a larga distancia, no el de mereados locales o interlocales.** 20. Cf. por ejemplo, R. Boutruche, «Aux origines d'une crise nobi- liaire», Aanales d'Histoire Sociale, Pacis, vol, I, n.° 3 (1839), pp. 272 y ss. 21, Mare Bloch, Rois et serfs, Parts, 1920, pp. 58 y ss., 174 y 554, ote; A. Dopsch, Naturalwirtschaft und Geldwirtschoft in der Weltge- schichte, Viena, 1930, p. 178, 22. Wemer Sombart, Lujo y eapitalismo, traducciéu de Luis Isabal, Revista de Occidente, Madrid, 1951, cap. 1. 23, «Critican, p. 55. 24. Ibidem, p. 58. 25. Desde el punto de vista de la divisién social del trabajo me gus- taria hacer hincapié en los intercambios locales o interlocales, es decir, en el mercado interior, En esta cucstién debemos tomar en consideracién las DEL FEUDALISMO AL CAPITALISMO 27 «Deberiamos intentar descubrir —dice Sweezy— cudl es el proceso que permite al comercio cngendrar un sistema de pro- duccién para el mercado, para delinear acto seguido la evolu- cién del impacto del mismo sobre el preexistente sistema feudal de produccién para el uso.» * Asi ve Sweczy «cémo el comercio a larga distancia pudo actuar a medo de fuerza engendradora de un sistema de produccién para el intercambio al lado det viejo sistema feudal de produccién para el uso»?* Aunque Sweezy sabe muy bien que multitud de datos histdricos de- muestran que una «economia de intercambio es compatible con Ja esclavitud, con la servidumbre, con el trabajo indepen- diente por cuenta propia o con el trabajo asalariado»,?* no aprecia en todo su valor uno de Ios puntos fuertes de la teoria de Dobb, a saber, el relativo a la reaccién feudal, calificada por Engels de segunda servidumbre en Europa oriental. Swe- ezy, siguiendo a Pirenne, busca la explicacién en «la geografia de Ja segunda servidumbre, en el hecho de que el fenémeno se acentuaba y endurecia cuanto més al este nos trasladdramos del centro de Ja nueva economia de intercambio», Sin em- bargo, Dobb, haciendo uso de varios estudios recientes, se- fiala qne: En Inglaterra, donde més pronto desaparecié Ja servidum- bre bajo la forma de prestaciones personales fue en las regio- nes atrasadas del norte y el ceste, mientras que en el sudeste, zona més avanzada a causa de sus mercados utbanos y de su vineulacién con las ratas comerciales, fire el lugar donde per- sistié por mds ticmpo. De modo andlogo, en muchas partes de valiosas sugerencias de R. Hilton en su Economic development of soma Leicester estates in the 14th and 15th centuries, Dobb ha conseguido abarcar bajo wna relacién indivisible el auge del capital industrial y la formacién del «mercado interior»; cf, Estudios, pp. 161 y ss. Sobre este pusto, véase el método seguido en El capital, vol. I, cap. XXX. 26, «Critica, p. 55. 27, Ibidem, p. 55. 28. Ibidem, p. 60. 28 DEL FEUDALISMO AL CAPITALISMO Europa oriental, la intensificacién de Ja servidumbre durante los siglos xv y xvi vino asociada a! incremento del comercio, y no hubo correlacién entre la proximidad a los mercados y Ja desintegracién feudal ... sine entre aquélla y el reforzay miento de la servidnmbre.?° Por tanto, la causa esencial no es ni el comercio ni el mer- cado propiamente dicho. La estructura del mercado viene con- dicionada por la organizacién intema del sistema de produc- cién. Kosminski ha formulado este extremo de forma atin més clara que Dobb. La «produccién para el intercambior en los grandes dominios feudales y en Jas tierras de la Iglesia situa- das en el sur y el este de Inglaterra, que tenian la estructura del «dominio sefiorial clasico», provocé como respuesta obvia el crecimiento de las prestaciones de servicios y Ja intensifi- cacién de la servidumbre, mientras que en el norte y el oeste del pais, con sus dominios seculares de tamafios pequefio y medio, la respuesta obvia provocada por Ja situacién fue la aparicién de las rentas monetarias y el declive de la servi- dumbre, De hecho, al ir progresando Ja economia de inter- cambio o monetaria, «el feudalismo se disolyié antes y con mayor facilidad en aquetlas tierras [no estrictamente pertene- cientes a los “dominios sefioriales”} en las que menos éxito habia tenido en su época de asentamiento», mientras que en aquellos lugares (en los «dominios seforiales clasicos») donde habia logrado establecer y mantener una dominacién sobre Ja poblacién servil no libre, el proceso de «adaptacién del sistema de prestacién de servicios a Jas demandas cada vez 29. «Respuesta», p. 84; Evtudios, pp. 34-42, 51-59. Los capitu- Jos XX y XXXVI del volumen III de El capital tienden a apoyar Jn tesis de Dobb, Por ejemplo, «en los siglos xvi y xv las grandes revoluciones producidas en el comercio con los descubrimientos geogrificos y que imprimiezon un répido impulso al desarrollo de] capital comercial, consti- tuyen un factor fundamental en la obra de estimular ef transito del régi- men feudal de produceiéa af régimen capitalista ... Sin embargo, al mo- demo régimen de produecién, eu su primer periodo, el periado de la manufactura, sélo se desarrollé alli donde se habfan gestaio ya las condi- cinnes propicias dentro de la Edad Media» (cap. XX, p. 321). DEL FEUDALISMO AL CAPITALISMO 29 crecientes del mercado» podia desembocar en una intensifi- cacién de la explotacién feudal del campesinado, y asi fue en muchos casos. Por tanto, es precisamente la produccién Rit- tergut o Gutswirtschaft para e] mercado asentada en Alemania oriental (fa mas perfecta encaruacién de Ia «reaccién feudal» descrita por Kosminski y Postan) la que tipifica la «segunda servidumbres a que hacen referencia Dobb y Sweezy. El punto esencial es que «el desarrollo del intercambio en la economia campesina, tanto si servia directamente al mercado local como a otros mercados mas distantes por conducto de comerciantes intermediarios, Ievé al desarrollo de Ia renta monetaria. Por otro lado, el desarrollo del intercambio en la economia sefiorial Ilevé a un incremento de la prestacién de servicios directoss3° Sweezy tiene razéa al considerar la «crisis» y la conclusién de la Edad Media como productos de Ja accién desintegra- dora del comercio sobre el sistema de produccién para el uso. No obstante, eae en el error cuando centra exageradamente su atencién en el comercio, especialnente en la evolucién del comercio a larga distancia, y le atribuye el colapso del feuda- lismo propiamente dicho. No cabe duda de que la accién de- sintegradora del comercio, al menos en Inglaterra —y también en general, como sefiala Dobb en su réplica a las criticas de Sweezy—,** aceleré el proceso de diferenciacién entre los pe- 30, E. A. Kosminski, «Services and money rents in the 13th centu- ty, Economic History Review, Londres, vol. V (1935), pp. 42-43. De ahi que «el auge de Ia economia moneteria no siempre haya constituido la gran fuerza emancipadora que consideraban los economistas del siglo xrx je expansién de los mercados y el crecimiento de la produccién tanto pueden llevar a un incremento dela prestacién de servicios como a su de~ cadencia. Se explica pues la paradoja de que aumentara cn Alemania oriental precisamente cuando la expansién de la produccién de cereales para el mercado exterior se Ilevaba a cabo de forma més acusada, o de que también en Inglaterra sucediera lo mismo en el momento y en aque- los lugares en que la produccién agricola para ef mercado habia alcanza- do el punto més alto de su desarrollo durante la Edad Media, a saber, en el siglo amr» (M, Postan,

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