Está en la página 1de 207
El sentido de la creaci6n rooms a © NY “A ae © YP © Nicolas Berdiaev EI sentido de la creacién Ediciones Carlos Loblé Buenos Aires - Argentina ‘Traduccién de la versién francesa de LE SENS DE LA CREATION por Ramén Alcalde. Edicién debidamente autorizada por Y¥MCA-PRESS, Paris, Francia. ‘Todos los derechos reservados. Queda hecho el depésito que previene la ley n° 11.723. © 1978 Carlos Loblé s. a., Tacuari 1516, Buenos Aires Primera edicién, marzo de 1978. Tirada: 3.000 ejemplares. Impreso en la Argentina. Printed in Argentina. Nota preliminar El renovado y creciente interés actual por el pensamien- to de Nicolas Alexandrovich Berdiaev en los dmbitos fi- loséficos, teoldgicos, politicos y religiosos —hasta tal punto que podria hablarse de un “efecto retardado” de sus ideas— es producto de la vigencia de su probleré- tica, la osadia y originalidad de sus perspectivas y la riqueza de sugerencias y compactas intuiciones que pue- blan su discurso, en el que se unifican, rompiendo todos los estancos y de manera dramdtica, la erudicién de un scholar, la hondura de un mistico, las metdforas de un li- rico y el rigor légico de un filésofo. La evolucién espiritual de Berdiaev es una sucesién de encrucijadas, crisis interiores y desarraigos violentos, que afronta con una honestidad intelectual insobornable, un coraje moral que no sabe de claudicaciones y una actitud de permanente compromiso con la realidad so- cial, cultural y politica. Nacido de una familia de la alta aristocracia feudal rusa, criado en el agnosticismo * por un padre volteriano y enclaustrado a los diez afios en el Cuerpo de Cadetes, no tolera la disciplina espar- tana y el autoritarismo de ese seminario militar de j6- venes nobles y es dado de baja antes de completar su bachillerato, En la universidad entra en contacto con el marxismo militante, se afilia al Partido Social Demé- crata y es encarcelado primero y confinado después. Insatisfecho con posiciones tedricas y actitudes préc- ticas del bolcheviquismo, las mismas que habrén de aflo- rar arios después en el stalinismo pero que Berdiaev de- tecta y constata en estado germinal antes y después de la Revolucién de Octubre, busca en Ibsen, Nietzsche y los misticos alemanes Boehme, Silesius ¥ von Rader los fundamentos noseolégicos y metafisicos que necesita para superar lo que encuentra de insuficiente en los planteos marzistas, bajo la forma que el leninismo les imprime (contenidos de la conciencia proletaria, fetichisino de la ciencia y de la técnica, materialismo reificante, etcétera) Pero el instante decisivo de su azaroso periplo interior lo seftala su encuentro espiritual con Dostoievski de cuya mano llega a un cristianismo cristolégico y escatolégico al cual, para desesperacién de la teologta académtica, im- prime una formulacién carismética imposible de encua- drar en cualquier ortodoxia y sistematizacién. Incorporado a Ia Iglesia ortodoxa eslava, retoma en su seno la lucha por la libertad y el respeto de la persona y entra.en un conflicto con el Santo Sinodo (expresién mé- ima del clericalismo zarista) que le vale un proceso por “blasfemia religiosa”, delito penado muy severamente, y en el cual husbiera sido con seguridad condenaio de no mediar la Revolucién de Octubre, Profesor en la Univer- sidad de Mosctt 1920 a 1922, es expulsado inopinadamen- te de la Unién Sovistica acusado de conspiracién, y tras una permanencia de dos afios en Berlin, abandona esta ciudad en desacuerdo con las actividades de los exiliados blancos, para radicarse definitivamente en Paris donde escribe sus obras mis importantes y conquista el presti- gio que, entre otras distinciones, le merece en 1947 el doctorado honoris causa en teologia por la Universidad de Cambridge, nueve meses antes de su muerte, En lo que podria calificarse de personalismo existencial trascendente de Berdiaev hay un eje tinico, la metafisica de la libertad, a la que concibe como fundamento pren- tico de la existencia, dinamismo impulsor del devenir eésmico y sentido final de la historia, a la que ve cul- 8 oo” minar en la emancipacién concreta del hombre, su rein- corporacién arménica al macrocosmos y la instauracién de una auténtica comunidad de personas EL acto creador del conocimiento, expresién mdzima de la libertad, en la medida en que, impulsado por el eros, rompe el determinismo de la necesidad imporante en el mundo a partir de Ia caida del hombre desde su integracién césmica orginaria, anula la escisién sujeto/ cbjeto, diviniza al hombre y humaniza a Dios en una dialéctica de realizacién conjunta, Este acto creador deviene arte en la filesofia autén- tica, que no sélo es irreductible a la ciencia sino anti- titica en su finalidad, La ciencia, en itltima instancia, es un “conocimiento de la necesidad surgido de la ne- cesidad”, que no se propone contravenirla sino, al con- irario, adaptarse pragmiticamente a ella para facilitar Ie vida de la especie en el mundo dado. No busca la in- novacién sino el reconocimiento. Objetivo que es no sélo legitimo sino, ademés, imperioso, pleno de sentido siem- pre y cuando la ciencia se mantenga consciente de sus limites y no pretenda subordinar a la teologia o la filo- sofia imponiéndoles sus categorias, las leyes de su légica 0 sus métodos y criterios de verdad. Pero sucede, afirma Berdiaev, que a todo lo largo de 1a historia de la filosofia hubo filésofos que “envidiaron a Ia ciencia® y trataron de cientificar a la filosofia, pro- pésito que jamds tuvieron los cientificos verdaderos. En Ja etapa actual de su desarrollo, la auténtica tarea cri- tica de la filosofia no puede ser otra que desmontar el andamiaje que, desde Kant a Bergson y Husserl, la en- cierra y la sofoca: “La filosofia no requiere ni admite ninguna justificacién cientifica o légica” sino que debe asumirse “como erpresién del poder creador del hom- bre ejercido mediante el conocimiento”. La filosofia verdadera, entendida como arte del pen- samiento creador, tiene una funcién especifica ¢ insus- tituible, paralela y reciprocamente complementaria con In religién: “La religién es el descubrimiento del hom. 9 bre, pero en cuanto parte del Logos universal y como hombre absoluto.” La filosofia como acto creador es el pértico de la obra que el propio Berdiaev consideraba (junto con El des- tino del hombre) Ja clave de su pensamiento: Fl sentido de Ia creacién, con la cual Ediciones Carlos Lahlé inicia su reedicién de las obras del autor de El espirita de Dos- toievski y otras, en traducciones revisadas y actualicadas. Aparte de su importancia para todo aquel que desee aden- trarse en el pensamiento de este autor, constituye un aporte original ¢ imposible de pasar por alto a la his- toria critica de la filosofia contempordnea y al peren: nemente replanteado problema de cQué es la filosofia? RA. Introduccién del autor El espiritu humano est en una prisién. Y a esta prisién, yo la llamo “el mundo”, el dato mundanal, la necesidad. “Fste mundo” no es el cosmos, es el estado de desorden y de hostilidad, de atomizacién y de disgregacién en el que han caido las ménadas vivientes de la jerarquia césmica, ¥ la via verdadera es la que conduce a la eva- sién espiritual fuera del mundo, a la emancipacién det espirita humano de la prisién de Ja necesidad. La via verdadera no se abre mediante el movimiento hacia la derecha o hacia la izquierda que se cumple sobre la su- perficie de] mundo, sino por el movimiento efectuado en altura o en profundidad, de acuerdo con una linea in- terna, el movimiento en el seno del espiritu. La libertad conquistada sobre el mundo, y sobre el conjunto de sus disposiciones y sus oportunidades, es para el espiritu la sefial de la efervescencia mds excelsa, es el camino que siguieron los grandes creadores espirituales, el camino de la concentracién y de la solidaridad espirituales. El cosmos es el ser auténtico, esencial —pero el mundo es na ilusién, un dato ilusorio, que oculta a la necesidad universal. “Este mundo” ilusorio es la proyeccién de nuestro pecado, Los doctores de la Iglesia han identifica- do el mundo con las pasiones malas. La esclavizacién del spiritu humano por “este mundo” es, pues, su falta, su pecado, su caida; y la emancipacién que saca del “mundo” equivale a la liberacién del pecado, al rescate de la falta y, en fin, a la resurreccién del espiritu cafdo. 1 Se le dice al hombre: Tit eres una criatura pecadora y caida, por eso no has de atreverte a emprender la via de la emancipacién del espiritu, la via de Ia vida crea- dora del espiritu; debes cargar el fardo de la obediencia a las consecuencias del pecado. Y el espiritu humano permanece roblado a ese circulo sin salida, Porque el pecado original es una esclavitud, la negacién de la li- bertad del espiritu, la sumisién a la necesidad diabélica, impotencia de asumirse a si mismo en cuante criatura libre. El hombre termina por perderse, al querer afir- marse en Ja necesidad y no en la libertad. E) camino por el cual alguien puede liberarse del “mundo” para Hegar a la creacién de una nueva vida es también el camino que libera del pecado, que supera el mal y que reagrupa las fuerzas del espiritu con miras a una vida divina, La esclavizacién al “mundo”, a la necesidad obli- gatoria, no es tan sélo falta de libertad, es también la organizacién y el refuerzo de este estado no césmico del “mundo”, donde reinan la enemistad y el desorden. La libertad es amor, la esclavitud es enemistad. La via que leva de la esclavitud a la libertad, de la hostilidad del “nmundo” al amor césmico, es también Ja de le victoria sobre la naturaleza inferior del hombre. La inmensa mentira, la falta terrible propia de todo juicio moral y religioso, consiste precisamente en dejar al hombre en el nivel mas bajo del mundo, en nombre de su obedien- cia a las consecuencias de su pecado. ‘Tal nocién genera una suerte de vergonzosa indiferencia al bien y al mal, la recusacién a oponerse virilmente al mal, hasta el momento en que e] alma, abrumada bajo el peso de su propia debilidad, corre el riesgo de confundir por toda Ja eternidad a Dios y al diablo, a Cristo y al Anticristo, Esta decadencia del alma, mortalmente indiferente al bien y al mal, culmina en una especie de éxtasis mis. tico de Ja pasividad y de la sumisién, en el juego del pensamiento desdoblado. El alma caida se complace en coquetear con Lucifer, gusta de sentir el miedo y de rozar el peligro. Esta decadencia, este debilitamiento, 12 este desdoblamiento, son los resultados oblicuos de la doctrina cristiana acerca de la obediencia, y el triunfo de esta doctrina. El desdoblamiento del pensar y la in- diferencia al bien y al mal se oponen deliberadamente a Ja emancipacién viril del espiritu y al movimiento creador, a todo aquello que exige del hombre la decisién de romper con los estratos mentirosos e ilusorios de la cultura, con las servidumbres sutiles respecto del “mundo” E} acto creador es siempre victoria y emancipacién. Conlleva una prueba de fuerza. EI acto creador no se exterioriza mediante un grito de dolor, no es una ex- plosién lirica. El terror, el sufrimiento, el debilitamien- to, la caida, tienen que ser superados por la creacién, que, por esencia, es avance, salida, victoria. La inmola- cin creadora no se asemeja a la resignacién o al temor, tiene que ser activa y no pasiva, La tragedia, la crisis, el destino de la personalidad tienen que vivirse en tanto tragedia, crisis y destino mundanales: alli esta la verdad. La preocupacién exclusiva por la salvacién individual, el temor a una catdstrofe individual, son siempre egois- tas. Como también son egoistas el temor a una impoten- cia particular, todo aquello que resulta de un amor monstruoso a si mismo, Egoismo y amor de si mismo significan una disociécién torpe del hombre y del mun- do. El hombre ha sido hecho genialmente por el creador (aquél no es necesariamente genial), y esta genialidad debe descubrir en él la actividad creadora, vencer el, egoismo, el miedo del infortunio personal y la mirada de reojo para espiar a su préjimo, La naturaleza humana, por su origen, debe participar, por intermedio del Hom- bre-Cristo Absoluto, en la naturaleza del nuevo Adén, y unirse a la naturaleza divina. El hecho de que se replie- gue sobre si misma y sufra su propia soledad constituye ya el pecado del hombre contra su vocacién di contra el Hamado divino, contra la exigencia di Ja humanidad. Tan s6lo experimentando ext si todo To que es del mundo y que pertenece al mundo; tan sélo 13. superando en si Ja tendencia egoista a la salvacién per- sonal, al repliegue egofsta sobre sus propias fuerzas, emancipindose de todo lo dividido y fragmentario, es como el hombre adquiere el poder de ser un creador, una persona. La emancipacién de si mismo es lo iinico que devuelve a si al individuo. La abnegacién y el sufri- miento de la creacién no se asemejan nunca al agobio, a Js dimisién de la personalidad, que corresponden, para el hombre, a su ruptura con el mundo auténtico, a la pérdida de su microcosmismo, a su entregarse como sier- vo al “mundo” y a los datos de la necesidad. La natu- raleza de todo pesimismo y de todo escepticismo est impregnada de egoismo, Dudar de la fuerza creadora del hombre es dar prueba de egocentrismo, dar muestras de una timidez evidente, donde serian deseables la de- cisién y Ia fe atrevida; es adherirse siempre a la politica estrecha de Ia colmena. Hay épocas en la vida de la humanidad en que ella tiene que ayudarse a si misma, sabiendo que la ausencia de un socorro trascendental no significa el desastre: porque el hombre encuentra en el fondo de si mismo un socorro infinito, a condicién de que tenga el coraje de descubrir en sf, en su acto crea- dor, todas las fuerzas de Dios y del mundo auténtico. Ser liberado del mundo significa la reunién con el mun. do auténtico, con el cosmos. En la noche no se puede ascender la escalera ardua del conocimiento, El conocimiento cientifico sube por una escalera oscura, alumbrando los peldatios sélo pro- gresivamente, uno a uno. Ignora la rezén por la que avanza hacia la cima de Ia escalera, porque no tiene en si un foco de luz, un logos, que la ilumine y que aclare sus objetivos. En su grado més elevado, la gnosis autén- tica dispensa esta luz, este sol de la verdad que esclarece todo conocimiento. Ella da, pues, la significaciin origi. naria, la actividad creadora de} logos. Fl alma contem- pordnea tiene miedo de la luz, Por corredores sombrios, ha ambulado a través de una ciencia privada de luz y terminé en una mistica igualmente sombria. El alma no 14 ha legado todavia a un conocimiento solar. El renaci- miento mistico que acaba de producirse siente que ca- mina en una época nocturnal, y la época nocturnal es siempre femenina y no viril; carece de resplandor, Toda la historia nueva, con su cientificismo, su racionalismo, su positivismo, ha sido una época de noches y no de dias. En ella ha resplandecido, si, e) sol del mundo, pero no wna luz superior, Pareciera que en la actualidad en- trevemos el auténtico foco Iuminoso; que reconocemos delante de nosotros, como una antorcha universal, el valor de la actividad humana en si, del pensamiento, del logos. La reaccién contra el racionalismo habia reves- tido la forma de una hostilidad contra el pensamiento y e} verbo, Es menester Iiberarse de semejante reacciéa, afirmar en la libertad del espirita ese Pensamiento colo- cado, de ahora en més, fuera de las contingencias del tiempo, y reconocer su sentido integral. Nuestro conoci- miento es, por esencia, transitorio y limitado, Pero, en los lindes del mundo nuevo, nace una luz, que otorga su significacién al mundo que adviene. Sélo ahora estamos en condiciones de considerar plenamente lo que fue des- de la perspectiva de lo que serd, y sabemos que lo que pasé estard efectivamente en el futuro. Sé que se me puede acusar do una contradiesién fn damental que macula todo mi sentimiento det mundo y toda mi concepeién del mundo. Se me reprocharé haber confundido el dualismo religioso extremo con el extremo monismo religioso. Confieso casi un dualismo maniqueo. Asi sea. EI “mundo” es el mal, carece de Dios, no he sido creado por Dios, Hay que salir de este “mundo”, superarlo hasta el fin; el mundo tiene que arder, parti- cipa de la naturaleza de Arimén. Cémo ser liberado del “mundo”, ése es el tema de mi libro. Existe un principio objetivo del mal, contra el cual hay que librar un com- bate heroico. La necesidad mundanal, el dato munda- nal, son de Arimén. A ellos se oponen la libertad en ¢l espiritu, la vida en el amor divino, la vida en el Pleroma. Confieso aqui casi un monismo panteista. El 15 mundo es divino por su naturaleza, el hombre es divino por su naturaleza, El proceso mundial es el autodescu- brimiento de la divinidad, se cumple en el interior de la divinidad. Dios es inmanente al hombre y al mundo. El hombre y el mundo son inmanentes a Dios. Todo lo que se cumple en el hombre se cumple en Dios. No existe un dualismo de la naturaleza divina y extra-divina que realice una trascendencia de Dios con respecto al mun- do y al hombre. Esta antinomia de dualismo y monis- mo la conozco hasta el fondo, y la acepto como inevitable en la conciencia e ineluctabie en la vida religiosa, La conciencia religiosa es por esencia antinémica. No hay una salida por la cual el conocimiento pueda escaparse de Ja antinomia eterna entre lo trascendente y lo inma- nente, entre el dualismo y el monismo. La antinomia no puede suprimirse del conocimiento ni de la razén, ni de la vida religiosa misma. La experiencia religiosa pone 4 prueba el mundo hasta lo ultimo, simultineamente, en cuanto divino y extra-divino; ella siente el mal como una decadencia hacia fuera de lo divino y como algo que posee un sentido inmanente en el proceso del desa- rrollo mundial. La gnosis mistica ha dado siempre al problema del mal soluciones antinémicas, y el dualismo se ha aliado en ella misteriosamente con el monismno. Para el més grande de los misticos, Jacob Buehme, el mal estaba en Dios, y el mal era caer fuera de Dios; en Dios estaba la fuente oscura del mal, y Dios, por otra porte, no era responsable del mal. Casi todos los misticos han aceptado la necesidad de vivir el mal de una manera inmanente, en tanto que la vida religiosa, en general, lo rechaza, si asi puede decirse, hasta sus fronteras, y quie- re que se mantenga para ella periférico y exotérico. La experiencia del pecado se mantiene en Ia superficie. Sélo al penetrar mas profundamente en la experiencia reli- giosa nos encontramos con Ia desintegracién en el inte- rior de la vida divina, el olvido de Dios y la oposicién a Dios, vividos en tanto que trénsito doloroso hacia un remonte futuro. La experiencia religiosa completa en- 16 trafia, pues, para el hombre, frente a lo divino y frente al mundo a la vez, una relacién trascendental y un vinculo inmanente. ¥ la complejidad de esas relaciones que el hombre mantiene, por una parte, con Dios y, por 1a otra, con el mundo y con el mal, termina en la para- Uoja siguiente: un trascendentalisino evade al extremo impulsa al hombre a una suerte de oportunismo, a una conciliacién con el mal del “mundo”, en tanto que el sentimiento de su inmanencia es lo que lo hace penetrar intimamente en la vida divina del espiritu, lo incita a superar el “mundo”. Pero ese mundo prisionero del mal, de cuyo peso el hombre debe emanciparse, es tam- bién él mismo un momento del divino proceso interior de la creacién, del cosmos, de la Trinidad Divina, del nacimiento del Hombre-Dios. Es ia antinomia principal Gepositada en la experiencia religiosa, y s6lo una con- ciencia ciega o timorata puede esquivarla. No reconocer mas que tno de los aspectos del problema, una de las tesis de la antinomia, implica mantenerse en el dominio de las relaciones, es decir, en el dominio en que el hom- bre esté necesariamente en vinculacién con el mal, con el “mundo”, con la esclavitud y Ia decadencia: sélo su- perando estas relaciones, es decir, superando las anti- nomias, es como el hombre lega a las profundidades de lo vida espiritual, a Jo Absoluto, Lo Absoluto no puede adaptarse a un mundo relativo. Pero el combate heroico contra el mal del mundo tiene que comenzar por recha- zar y expulsar fuera de la conciencia esa forma de inme- nentismo segin Ia cual Dios es inmanente al espiritu humano, pero, en cambio, el “mundo” le es trascen- dente. Seria erréneo definir tal filosofia como a-césmica. El “mundo” segin mi conciencia es ilusorio y no autén- tico; pero ese “mundo” segim mi conciencia no es el mundo césmico. El mundo césmico, e! mundo verdadero, ¢s una sobre- clasificacién “del mundo”, es la libertad fuera “del mundo” y la victoria sobre “el mundo”. Queda aim por resolver una antinomia: la de lo “tinico” y lo “multiple”. 17 Frente a ella, a diferencia de las misticas de la unicidad (la de la India, de Plotino, de Meister Eckhart) yo profeso un mono-pluralismo, es decir, metafisica y mis- ticamente, concibo no sélo el Unico sino también Ia plu- ralidad de sustancias, el desarrollo, en el Dios Uno, de la pluralidad césmica, de la pluralidad de las individua- lidades eternas. La pluralidad césmica es el descubri- miento de Dios, del desarrollo de Dios. Tal conocimiento leva al personalismo metafisico y mistico, al descubri- miento del “Yo”. Estas pocas palabras introductorias suscitarén acaso mucha incomprensién y algunas objeciones elementa- les. Me mantengo, como se ve, en el terreno de las an- tinomias, y mi objetivo es, no una construccién légica, sino Ia elucidacién completa de las antinomias. ¥ es asi porque pienso que, Iegada a su término, la experiencia mistica se continuaré en el monismo y el inmanentismo, porque creo en el cardcter divino del mundo, en la divinidad del proceso mundanal interior, en la natura- leza celestial de todo lo que es terrestre; y porque, por esta via, acepto pasar por la dispersién, por el dualismo de la libertad y de la necesidad, de la vida divina y del “mundo”, del bien y del mal, de lo trascendente y de lo inmanente, Alli reside para mi{ el secreto del cristianis- mo. A través de un dualismo heroico, a través de la oposicién de lo divino y de lo “mundanal”, el hombre avanza hacia el monismo de la vida divina. De esa ma- nera se resliza el desarrollo divino, la creacién divina Todo lo que es exterior se convierte en interior. Y el “mundo” no es més que un camino. Conviene romper con ese semitismo eclesidstico, que fue para el cristia- nismo la expresién de su adolescencia. El trascenden- tismo del Antiguo Testamento esteriliza hoy la vida religiosa y la experiencia mistica. Para que un principio a la vez absoluto y dinémico domine por fin la ontologia y la metafisica cristianas, es necesario demostrar lo mal Jundamentado del principio estatico, que ha trabado, en sus secretos y eternos movimientos, la vida espiritual 18 absoluta. La interpretacién dindmica de la experiencia religiosa tiene que predominar desde ahora sobre la in- terpretacién estitica de la ontologia, El trascendentismo es un momento ineluctable de la experiencia religiosa, pero no es la verdad ontolégica absoluta. El secreto su- premo de Ja humanidad es el nacimiento de Dios en el hombre. Pero el secreto divino supremo es el nacimiento del hombre en Dios. ¥ este doble secreto no es mas que uno solo, porque si Ie es necesario al hombre estar en Dios, es necesario a Dios estar en el hombre, Tal es el secreto del Cristo, del Dios-Hombre. En las fuentes vivas de este libro y de esta filosofia religiosa esté incluido un sentimiento dominante del hombre, el reconocimiento del Anthropos en tanto que Rostro Divino. Hasta el presente, la religién, Ia mistica y la filosofia eran inhumanas y tenian forzosamente que desembocar, por una corrienie interior ineluctable, en un positivismo ateo, Ya la mistica alemana habia des- cubierto las premisas misteriosas de este conocimiento cexclusivo del hombre; habia atribuido al hombre todas las exigencias divinas y habia hecho de su antropogonia una teogonfa prolongada. Estos arcanos se revelan en Paracelso, Jacob Bochme, Angelus Silesius. ¥ yo mismo encuentro un apoyo en sus doctrinas y un lazo viviente que me une a ellas. Se ha escrito mucho para justificar a Dios, y eso era la teodicea. Ya es hora de describir la justificacién del hombre, de edificar una antropodicea, visto que quizs la antropodicea sea Ja vinica via para la teodicea, el tinico camino que no est agotado y cerrado, Mi libro es un ensayo para legar a la antropodicea a través de la creacién. La religién de la especie, la reli- gin material, tiene que tener fin en este mundo. Todo lo que es material, genérico, organizado arcaicamente, esta destinado a tener un fin por medio de la técnica y la mecénica. La religién del hombre nace. La especie humana se transforma en humanidad. Es el pasaje de un plano material a un plano diferente del ser, La esencia de nuestra época reside en esta crisis del espfritu y de 19 la materia, y en el nacimiento definitivo del hombre de la vida del espiritu. Toda la vida debe orientarse desde lo exterior a lo interior. Todo tiene que cumplirse en tanto que misterio del espiritu, en tanto que progresién del espiritu hacia su propia eternidad. Todo aquello que es exterior, concreto, material, no puede ser sino el simbo- lo de lo que se perfecciona en la profundidad del espi- rit, en el Hombre, Mosc¥, febrero de 1914. 20 Capitulo I La filosofia como acto creador El suefio de ia filosofia nueva ha sido convertirse en cien- tificista o “cientiforme”. Entre los representantes de la filosofia oficial, nadie ha puesto seriamente en duda la le- gitimidad de una tendencia que consiste, de alguna ma- nera, en transformar la filosofia en una disciplina cien- tificas y acerca de este punto, positivistas y metafisicos, materialistas y criticistas se han encontrado de acuerdo. Kant y Hegel, Augusto Comte y Spencer, Hermann Cohen y Rickert, Bundt y Avenarius, todos ellos han querido que Ia filosofia fuera una ciencia. La filosofia siempre envidié a la ciencia, No atreviéndose a ser ellos mismos y nada mAs, los filésofos han intentado siempre imitar a los sabios, calcarse sobre ellos, Han creido mis en la ciencia que en la filosofia; y esa duda sobre si mismos los ha Ilevado a no aceptar el conocimiento sino en cuanto supone la existencia de los hechos cientificos. Si los filésofos consienten en creer en el conocimiento filoséfico, es por analogia con la ciencia. Y cuando se dice: los filésofos, no se entiende por ello solamente los Positivistas y los criticistas, sino también, en buena par- te, los metalisicos contempordneos, que conciben Ia libe- racién definitiva de la filosofia respecto de toda depen- dencia como la definitiva transformacién de ésta en una ciencia particular. 2t Pero esta “cientificidad”,: por la cual la conciencia moderna se siente asi hipnotizada, no constituye un fené- meno esencialmente nuevo: no es, en definitiva, més que la modernizacién de la vieja idea escoléstica. Cada filosofia ha querido ser cientifica de la manera precisa que corresponde a su época. Descartes y Leibnitz no han sido filésofos menos cientificos que Cohen y Husserl. Cuando ese apologista ingenuo del cientificismo que ha sido Haeckel quiso construir un monismo cientifico, uti- liz6 los elementos de la vieja metafisica de Spinoza. La geometria de Spinoza es una tentativa de cientifizacién de la filosofia con el mismo titulo que el método tras- cendental de Kant. ¥ toda la filosofia escoldstica de la Edad Media estuvo penetrada de una voluntad obstinada de transformar en una disciplina cientiforme no s6lo la filosoffa sino también la teologia. Las nociones cientifi- cas de la Edad Media diferian radicalmente de las nocio- nes cientificas actuales; no por ello deja de ser un hecho que el cientificismo contempordneo contiene un principio escolastico. La doctrina de Aristételes, que, de todos los filésofos de la Antigiiedad es el més avasallado a la ciencia, no esté, indudablemente, muerta del todo. Tras , Tomas de Aquino fue un filésofo “cientificista” en la misma medida que Hermann Cohen, sélo que cada uno lo fue en su época y de acuerdo con los criterios de su época. A pesar de ello, el filésofo cientificista Cohen desciende en linea recta de la filosofia escolastica. El neckantismo es una neoescolastica, pero el problema del conocimiento se plantea alli con una acuidad srégico. Para Santo Tomas de Aquino, Ia metafisica era la ciencia estricta del ser y de los principios del ser:? ciencia pura- mente racional, construida con una légica riguresa, rei- naba dogmaticamente sobre la teologia y sobre el con- junto de la vida. La filosofia era entonces la sierva de la teologia —lo que equivale a decir que habia hecho de la teologia una especie de ciencia. Tras la introduc- cién de la duda critica en la filosofia nueva, la noseo- Iogia de Cohen se transforma en una ontologia, la ciencia 22 de las categorias vuelve a ser la ciencia del ser y de sus principios, como lo habia sido ya en Hegel. Esta filo- sofia pretende dominar Ia existencia, como lo pretendia la escoladstica, Porque el principio escolistico es precisa- mente el de la preeminencia de la escuela, del sabio, de} racionalismo cientiforme, sobre la filosofia y el conjunto de la cultura, Una vex mis, el contenido de ese raciona. lismo cientifico ha cambiado, pero el principio siguié siendo el mismo; Aristételes, Santo Tomas de Aquino, Descartes, Spinoza, Kant, Hegel, Spencer, Avenarius, Cohen, Husserl, todos estos filésofos tan diversos han querido transformar la filosofia en una escoldstica cien- tiforme. El voto que se hizo la filosofia de ser la ciencia universal de su época reviste siempre un cardcter esco- lastico. En todas las épocas, la filosofia estuvo portur- bada por esta tendencia ilusoria hacia un ideal y hacia criterios que procedian de un dominio que no era el de ella, y que finalmente debian hacer de ella una esclava sometida a un amo extranjero. La filosofia, cualquiera sea la acepcién con que se la entienda, no debe ser una ciencia, no debe ser cientifi- cista. Resulta casi incomprensible que quiera serlo, No puede existir ciencia del arte, de la moral, de la religién, ¢Por qué razbn tendria la filosofia que ser una ciencia? Parece evidente que nada en el mundo tiene que ser cien- tifico, salvo la ciencia. El cientificismo tiene que ser exclusivamente la cualidad de la ciencia y el criterio que la concierne. Parece igualmente evidente que la filosofia debe ser filoséfica, como la moral tiene que ser moral; el arte, artistico, etcétera, La filosofia es la primogénita de la ciencia, esté més cerca de la Sophia, uxistia cuando no habia todavia ciencia, y sacrificé una parte de si misma en favor de la ciencia. Y ahora ha legado el mo- mento en que es la ciencia la que se diferencia de la filosofia. Diferenciacién de la que deberia alegrarse la fi- losofia —pues se trata de un medio para liberarse—, pero que, de hecho, termina haciendo que su subordina- cién sea més completa atin: Ja filosofia, en tanto que 23 disciplina especial (por ejemplo, ciencia de los principios del conocimiento o de los principios del ser) hubiera podido recuperar una autonornia en una esfera particular de Ia vida espiritual; pero, en verdad, lo que sucede es que se la trata de asimilar a una rama de la ciencia gene- ral: matemética, fisica, fisiologia, etcétera. Los fil6sofos quieren hacer de ella no una ciencia auténoma, sino una fraccién de Ia ciencia en general; y, para este fin, quie- ren hacerla no cientifica sino “cientificista”. Pero, en definitiva, equé es el ‘cientificismo”? Nadie pone seriamente en duda el valor de la ciencia. La ciencia es un hecho indiscutible, ¢ indispensable para el hombre. Pero si es legitimo dudar del valor y de la utilidad del cientificismo. Porque ciencia y cientificismo son dos datos completamente distintos. El cientificismo su- pone la transposicién de criterios cientificos a otros dominios de la vida espiritual, extrafios a la ciencia; jimpone la nocién segiin la cual la ciencia es el criterio por excelencia, superior a todos los otros, y que confiere, en consecuencia, a sus soluciones un alcance decisivo y universal. El cientificismo introduce un método tiico. iY que jamés nadie se haya levantado contra semejantes pretensiones! Sin embargo, seria plausible admitir que puede haber tantos meétodos cientificos como ciencias di- versas, y que no es posible, por ejemplo, aplicar a Ia psicologia 0 a las ciencias sociales los métodos de las ci Gias naturales. Los nosedlogos alemanes han insi cuentemente sobre este punto;4 y no obstante ello, han contribuido ellos mismos a fortificar el ideal ciertificista, del que toda la critica alemana esté fuertemente impreg- nada. E] criticismo alemén ha querido siempre “orien- tar" la cultura hacia la Giencia. Aunque més agudo y 24 complejo que la critica positivista francesa o inglesa, el criticismo aleman reconoce, a pesar de todo, el primado cientifico en las esferas de la estética y de la religion. Y este criterio, erigido asi en amo, condena o absuelve a quien le parece. Una religién encerrada en los limites de Ja xazén, como Io es el protestantismo racionalista, es en si misma la expresidn de esta preeminencia del cien- tificismo sobre la vida religiosa, Pero el cientificismo no es la ciencia, y no es la ciencia la que lleva a él, Ninguna ciencia imparte directivas al cientificismo para que se ejercite en dominios que le son ajenos. La astronomia, Ia fisica, la geologia o 1a fisiologia no estén interesadas en absoluto en la “cientifizacién” de la filosofia, o, en general, en una clasificacién cientificista de las ramas de la cultura. El cientificismo (y no la ciencia) repre- senta la esclavizaciin del espiritu por las esferas infe- riores del ser, su dependencia respecto de un mundo que gravita sobre él y respecto del poderio de la necesidad. Es una de las formas mediante las cuales el espiritu crea- dor ha perdido su libertad. Y en esto es profundamente sintomético, El criticismo alemén ha sofiado siempre con someter el espiritu a Ja disciplina de la cientificidad, con salvarlo, a su manera, del caos. Es una idea profun- damente alemana la de que todo debe ser justificado desde el punto de vista del ser. ¥ sin embargo, una disci- plina tal, extendida a todos los dominios, es una forma de esclavitud y de minorar el espiritu. Los filésofos alemanes desearian que hasta el matrimonio fuera en- carado bajo un aspecto cientifico y metodolégico. Esto testimonia su racionalismo desenfrenado. La ciencia es Ja reaccién frente al mundo especifica del espiritu hu- mano; pero el andlisis cientifico mismo debe demostrar que el hecho de reducir a la ciencia los otros lazos que pueden formarse entre el hombre y el universo priva al espiritu de sus prerrogativas y tiene como resultado su esclavizacién. Por su naturaleza particular, la ciencia sirve, pues, de reaccién defensiva del hombre, extraviado en la selva 25 sombria de la vida. Para vivir y desarrollarse, el hombre esth obligado a orientarse en medio de condiciones de vida que desde todos los éngulos lo acosan. Para mante- ner su direccién, esta obligado a adaptarse él mismo a esas condiciones que lo rodean, La ciencia es un instru- mento perfeccionable de adaptacién a los datos del mundo y ala necesidad ambiente, La ciencia puede definirse a Ja vez como el conocimiento de ta necesidad 2 través de la adaptacién a tos datos del mundo y como el cono- cimiento surgido de la necesidad, Y se puede decir tam- bién de la ciencia que es la representacién figurada de esta necesidad para los fines de su orientaciin y su autodefensa.° Este sello de la aplicacién préctica no signa solamente la experiencia cientifica sino también el pen- samiento discursivo del que se vale la ciencia en sus deducciones. La légica cientifica es un instrumento de adaptacién a la necesidad y encierra la raiz de esta nece- sidad universal y esta definida por sus limites. La serie de dilemas que plantea la légica formal aparece como el reflejo de los dilemas planteados por la necesidad uni- versal. Y los limites mismos de la Idgica son como la réplica fiel de los limites impuestos a la condicién del mundo. La necesidad del pensamiento es un indice de defensa frente a la necesidad del mundo, Y la necesidad del mundo tiene que ser concebida y elaborada concu- rrentemente con a necesidad del pensamiento. Se puede adoptar una actitud critica con respecto a una manifes- tacién particular del pragmatismo, pero es dificil negar en general la naturaleza pragmatica de la ciencia, su caracter biolégico y utilitario, Bacon habia ya descorrido el velo que encubria esta nocién de utilitarismo prégma- tovital de la naturaleza de la ciencia. Pero la teoria del conocimiento cientifico de Emest Mach aporta en estos asuntos una verdad de hecho, Lo que Mach justifica es la ciencia de los sabios auténticos, y no la de los filésofos; y, en retribucién, los trabajos de los sabios especi que hacen avanzar la ciencia de su tiempo justifican a Mach y los pragmatistas, pero no a Cohen y a los criti- 26 cistas. Los filésofos son los tinicos que han sofiado con una ciencia universal. Los sabios fueron siempre més modestos: repartieron los datos del mundo en esferas distintas, y a esta especie de resumen, de inventario eco- némico, que han Jevantado en cada una de las esferas. Ie han dado el nombre de leyes de la naturaleza, E] valor de las leyes cientificas de la naturaleza reside esencial- mente en el hecho de que sirven de guia préctica, en que son los medios para dominarla, En verdad, dos espi- ritus diferentes han animado siempre a la ciencia, uno de los cuales era el deseo de penetrar hasta el secreto del universo. Pero este espiritu no se encarné en los sabios, se sesgé hacia la filosofia, hacia la teosofia y la magia. Indagaremos mis adelante el vinculo que existe entre ciencia y magia. Pero para esclarecer la imposibilidad y la inutilidad de una filosofia cientifica, es muy impor- tante subrayar este principio de acuerdo con el cual Ia ciencia es obediencia a la necesidad. La ciencia no es creacién, sino sumisién; su elemento no es 1a libertad sino la necesidad. Intentaremos mostrar que el espiritu del Antiguo Testamento la anima todavia en su esencie religiosa y que esté impregnada de la idea de pecado. La ciencia no ha sido ni sera jamds la emancipadora del espiritu humano, Ha sido siempre expresin de la escla- vitud del hombre a la necesidad. Pero le ha sido preciosa, porque en el seno de esa necesidad, a cuya obediencia estaba sometido en nombre de las autoridades més santas. como secuela y consecuencia del pecado original, le ha servido para orientarse y vivir. La ciencia, pues, por su origen y por sus objetivos, supone siempre el mundo bajo el aspecto de la necesidad. La categoria de la necesidad es Ia categoria fundamental del pensamiento cientifico: ella lo orienta hacia Ja adaptacién préctica a los datos de la condicién del ser. La ciencia no prevé la libertad en el mundo. No conoce los secretos uiltimos, porque nunca franquea los pasos peligrosos del conocimiento. A ello se debe que la ciencia no conozca la Verdad, sino solamente verdades, La verdad de la ciencia no tiene or significacion mas que para estados particulares éel ser y en direcciones particulares. La ciencia no crea mis que su propia actividad. En cambio, la filosofia y la religion crean formas de accién diferentes y divergentes de ellas mismas. Si la ciencia puede ser considerada como una adaptacién econémica a los datos del mundo, y como una sumisién a la mecesidad circundante, gpor qué y en qué sentido hhariamos depender de ella la filosofia, y cémo hariamos de ella una cosa cientifica? Ante todo, la filosofia es una direccién general, que vale para el conjunto del ser, y no una direccién particular reductible a tal o cual mo- mento particular. La Filosofia busca la Verdad y no las verdades. Ama la sabiduria, La Sophia es la guia de toda filosofia auténtica, Y la Sophia penetra en el hombre por sobre las cumbres del conocimiento filoséfico. La ciencia, por sus principios y fundamentos, en sus bases y sobre sus cumbres, puede depender de la filosofia, pero la rect- proca no es concebible. Por su esencia y sus fines, la filosofia no ha sido nunca una adaptacién a la necesidad; jamés los filésofos dignos de ese nombre se han sometido al orden establecido del mundo: buscan més alli una sabiduria superior, El elemento de la filosofia es la liber- tad. Ha luchado por emancipar al espiritu humano de la esclavitud y de la necesidad. Si la filosofia recurre al aparato légico, que es la adaptacién del pensamiento a las necesidades del mundo, por lo menos no se mantiene bajo la dependencia de esa légica. El concepto de sabidu- ria esté por encima del concepto légico. La servidumbre respecto de los datos mundanales, obligatoria para la ciencia, representa para la filosofia una caida, una trans- gresién de su voluntad de libertad. La filosofia es libre 28 a" cen lo que respecta a lo que el mundo nos aporta, porque Jo que ella busca es la verdad del mundo, el pensamiento del mundo, y no la realidad del mundo. ¥ si el mundo nos fuera dado como exclusivamente material, la filo- sofia no se convertiria por ello en materialista. El clima auténtico de la filosofia ha sido siempre el combate heroico de la conciencia creadora contra toda necesidad y toda condicién de vida obligatoria; y en consecuencia, el objetivo de la filosofia y sus miras son trascendentales y escapan a la determinacién. En esto difiere de la ciencia, y en esto no puede serle asimilada, El conocimiento es complementario; conlleva el principio masculino y el principio femenino, la actividad solar del hombre frente a la receptividad pasiva de la mujer. Aho- ra bien; la filosofia es la tmica que ha revelado este aspecto activo y viril del conocimiento.? En esto es donde es creadora. La filosofia es creacién, y no adaptacién ni obediencia. La emancipacién de la filosofia, en tanto que acto creador, la emancipa al mismo tiempo de todo vinculo, de toda dependencia respecto de la cientificidad. EI acto creador del espiritu humano consagra su libera- cién en Ia filosofia, ¥ este acto creador es el que hace de la filosofia un arte, arte particular, diferente en su principio de la poesia o de la misica, pero que supone también un don venido de lo alto —el arte del conoci- miento, La personalidad del creador se imprime alli toda entera, no menos que la del muisico 0 la del pintor. La filosofia crea ideas sustanciales y no imégenes; y por la creacién libre de las ideas se opone a los datos del mundo y de la necesidad, y penetra en una esencia mueva, E] arte no puede salir de la ciencia, como tampoco la libertad puede salir de la necesidad. La ciencia responde, para el hombre, a una necesidad amarga; la filosofia expresa la plétora, lo superfluo de las fuerzas espiritua- les. Es tan viviente como Ia ciencia, pero su vitalidad es de otro orden. Los principios de la economia le son ajenos; preferiria més bien seguir una politica de dila- 29 pidacién. Hay en elle una suerte de magnificencia, como en el arte. Por ello, la filosofia nunca ha sido indispen- sable —como lo es la ciencia— para asegurar las bases de la vida; no se torna indispensable més que en el mo- mento en que el hombre franquea los limites del mundo dado. La ciencia deja al hombre en el uo-ventide, en el absurdo del mundo; le proporciona sélo los utensilios necesarios para protegerlo contra ese absurdo. La filoso- fia, por el contrario, se esfuerza en superar el absurdo y en alcanzar el sentido del mundo. El postulado de toda filosofia auténtica consiste en suponer que hay un sen- tido, y su objetivo es encontrar el medio para legar a 41; es la posibilidad de una impulsién que leve al pensa- miento a través del no-pensamiento. Kant mismo reco- nocié este impulso motriz, y no seria posible apoyarse en la filosofia kantiana para negar la impulsién creadora ¥ su victoria sobre la antigua pasividad metafisica, Esta impulsién es todavia mds fuerte en Fichte. La filosofia cientifica es la tinica que lo ha negado, porque sus adep- tos tienen necesidad de someter el pensamiento a los datos del mundo, y de rechazar, por ello, el carécter creador de la filosofia. Por consiguiente, Iuchan por colo- carla entre las ciencias, es decir, por incorporar el acto creador, la previsién del pensamiento y del logos, a las categorias légicas con las que opera la ciencia, Transmu- tacién que supone, consciente o inconscientemente, hacer de la filosofia una ciencia. Por supuesto que nadie podria negar que la ciencia contiene elementos filoséficos y que Jos sabios han sido muchas veces filésofos eminentes: esto esté fuera de cuestién. Lo que importa antes que nada es distinguir entre los dos dominios y discernir Io que corresponde a uno 0 al otro, Sobre todo, es imposible cuestionar el caricter relativo de las categorias ligicas sobre las cuales descansa el conocimiento cientifico: atri- buirles un sentido ontolégico y absoluto es precisamente a obra de una de esas filosofias mentirosas que tienden a mantener encadenado al filésofo en el circulo de las necesidades. 30 La historia de la filosofia estd compuesta y repleta del drama profundo que engendra la sed del conocimiento, Esta historia no se puede comparar en nada a la historia de la ciencia, No se encuentran en ella, en ningin grado, huellas de una evolucién cientifica. ¥ el concepto de filo- sofia como ciencia no se desprende en absoluto de la marcha hacia adelante del espiritu humano. Aristételes y Santo Tomas fueron filésofos cientificistas en un grado mucho mis intenso que muchos pensadores del siglo xx, que Schelling o Schopenhauer, que Baader 0 Soloviev, Nietzsche o Bergson, La tendencia de la filosofia a imitar a Ja ciencia es una de las tendencias mds antiguas, y ha acompafiado en todas las épocas a la historia de la ‘con- ciencia filoséfica. Tanto en Grecia como en la Edad Me- dia o en la India, los pensadores se han esforzado por imprimir a la filosofia un carécter cientiforme, por adap- tarla a las condiciones de la ciencia de su tiempo. Cohen, Huser] o Avenarius, en el siglo xx, han hecho lo mismo que habian hecho en su época Aristételes o los escolésti- cos, No hay nada en su filosofia que sea esencialmente nuevo. Y, por otra parte, Ia filosofia, en cuanto arte del conocimiento, ha luchado siempre por la libertad de su acto creador, estuvo siempre expuesta a caer bajo la de- pendencia de la idea de necesidad, que encontraba una ¥ otra vez ineluctablemente en el camino de la cientiza- cién. Sin embargo, supo proteger a sus héroes, que repre- sentaban a la filosofia libre, creando, en tanto que arte, la sustancia de sus ideas, por las cuales, a través de Ia necesidad, entrevé la libertad, y, a través del no-sentido, el Pensamiento, La historia de la conciencia filos6fica es ta arena de un combate que se libra entre dos tendencias eternas del espirita humano —que marchan hacia la li- bertad o hacia la necesidad, hacia la creacién o hacia el conformismo, hacia el arte por la transgresién de las 31 seglas y de los limites del mundo, 0 hacia la ciencia y ién y el respeto de esos limites. Platén fue la mm de la primera tendencia. El materialismo es la expresién extrema de la segunda. Asi, en la creacién filoséfica, lo que esta en accién es el conjunto de las fuer- zas espirituales del individuo; representa el esfuerzo cam- pleto de un espirtiu por penetrar hasta el sentido del aaundo, hasta la libertad del mundo. Y la historia de la filosofia esté marcada por la individualidad de sus crea- dores, con el mismo titulo que la historia del arte. ‘Giertos filésofos conciben una filosofia apta para el uso corriente, y la cientificidad les parece el nico medio de adquirir esta practica corriente. Sin embargo, una filo- sofia subjetiva puede penetrar mejor en él secreto del lazo entre Ia filosofia y el mundo que una filosofia exte- rior, objetiva y cientiforme, La verdad ultima no tiene ninguna medida comin con la generalizacién cientifica No se la puede alcanzar sino con la condicién de romper con los limites de esta generalizacién, La verdad puede descubrirse a través del arte de Dante o del de Dostoievs ki, a través de la mistica gnéstica de Jacob Boehme, de una manera més segura que mediante Cohen o Eusserl. Hay en Dante 0 en Boehme una generalizacién de un orden totalmente distinto al de Cohen, pero que cierta- mente lo iguala, La verdad se descubre en la extrema contemporinea es la de un espiritu que se ha encogido y debilitado por los prejuicios; al romper con la unidad el espiritu, tiende a reducir al hombre a su minimum, a principios generales que Je son exteriores, como los del derecho, Hay una analogia entre la generalizacién cien- tifica y la generalizacién juridica. Ambas responden, para el individuo, a un formalismo que recubre precisamente un desgarramiento intimo, una disociacién espiritual. En la generalizacién cientifica 0 juridica, todo pasa como si, espiritualmente, se tratara de dividir a los seres, de encadenarlos unos a los otros, bajo la cubierta de una suerte de verdad-minimo que representara la unidad de 32, la especie humana, enemigos reunidos solamente por un conjunto de obligaciones reciprocas. La filosofia cienti- ficista es, por consiguiente, una filosofia juridica, que va hacia lo general a partir de la pérdida de la libertad y que reencuentra por medio de lo general la nocién de obligacién y de necesidad, La tnica generalizacién autén- tica es a fuerza de libertad. Toda obligacién moral es superior en alcance universal a la obligacién juridica misma: a ello se debe que la filosofia entendida como arte sea mas universal de lo que seria en cuanto ciencia. El problema de la generalidad no es un problema légico, es el problema de la universalidad, el problema del espi- rita, Para las verdades discursivas de la fisica o de la matemitica no se requieren las verdades esenciales sobre la libertad y e! sentido del mundo, Cada verdad separada puede aparecer ajena a la otra. La relacién que entre ellas impone la ciencia es la forma de relacién més infe- rior que puede existir, porque se queda en el plano de la necesidad. En cambio, la generalizacién filoséfica crea centre los seres una forma de relacién superior, La univer- salidad es la cualidad de la conciencia. El filésofo digno de ese nombre no consiente en rebajar la cualidad de su accién al nivel de los datos impuestos del mundo; debe esperar que el nivel medio se eleve hasta sus crite- rios generales, Sacrificar la libertad inicial a las exigen- cias de la necesidad es un acto criminal. En todas las épocas, un pequefio niimero de filésofos ha expresado su oposicién a un mundo obligatorio, y ha afirmado que Jos fines del conocimiento se encarnaban para ellos en la libertad y no en la naturaleza, en el espiri y no en la eficacia, en el pensamiento y no en la necesidad, en la existencia y no en la apariencia, La filosofia, como todo acto creador, se esfuerza hacia lo trascendente, hacia la transgresién de los lindes y los limites del mundo. E2 filé- sofo no cree que el mundo sea tal cual se nos aparece, ligado a la necesidad 33, Si cierta crisis de conciencia es caracteristica de nues- tra época, no se puede, en cambio, alegar seriamente que haya una crisis de la filosofia cientifica, generalizada, objetivada, Jamis habla aparecido tal deseo de transfor: mar integramente a la filosofia en una ciencia, El idea- lismo mismo, otrora puramente metafisico, se ha conver- tido en cientifico, o se pretende tal Y al mismo tiempo, jamés existié tal desencanto res- pecto del cientificismo, tal sed de lo irracional. F] neo- kantismo contemporéneo responde a esta doble tendencia, a esta dualidad del racionalismo extremo y del exiremo racionalismo, Los criticistas de nuevo cufio se inspiran a la vez en el cientificismo y en el irracionalismo. Los nosedlogos cientificistas juegan a los misticos; se com- placen en invocar éste a Plotino, aquél a Meister Eckhart. Quieren desgajar y justificar desde el punto de vista cien- tifico el dominio mistico-irracional, sin comprender que, por ese solo hecho, lo colocan ya en estado de subordi- nacién, Transforman la filosofia en una ciencia de los valores, de lo que “‘vale” (Windelband, Rickert, Lasck),* y dan asf a la ciencia un objeto por esencia extracienti- fico y supracientifico; investigan los valores de acuerdo con un método del que no dependen. La ciencia de los valores es finalmente uno de los aspectos de la metafisica del ser, de la metafisica del sentido del mundo, y, corres- pondientemente, menos cientifica. La filosofia de Rickert, como toda filosofia, tiende a superar los limites de los datos terrenales, de la necesidad terrenal, para llegar hasta el pensamiento universal y la universal libertad. Pero no puede arrancar esta filosofia fragmentaia al poderio de la necesidad y a la esclavitud del cientificismo, En cuanto ciencia de los valores, Ia filosofia se encon- trard siempre encerrada en un circulo vicioso: si la no- seologia es la ciencia de los valores, el principio del criti- 34 cismo exige otra noseologia, aplicada previamente a esta ciencia de los valores, es decir, una noseologia de la no- seologia. Y asi ad infinitum. .. La noseologia critica exige no solamente las formas del conocimiento sino las formas de las formas, etcétera. Lasck ha pedido, con mucha agu- deza, una légica de la filosofia misma, recordando que, ademis de la I6gica del conocimiento cientifico, de la cual se han ocupado los filésofos, tendria que haber una I6gica del conocimiento filoséfico y una doctrina corres- pondiente a las categorias.* Yo iria més alld, y reclama- Tia una légica de la légica de la filosofia, una ensefianza de la categoria de las categorfas, y de las formas de la forma del conocimiento filoséfico."° El espiritu se ve arrastrado a una serie de deducciones, destructoras de su libertad y de su unidad... ¥ no puede ser de otra ma- nera, si la filosofia se manifiesta en tanto que ciencia especializada y no como un arte del conocimiento libre. Puede existir una légica de le ciencia, pero una légica de la filosofia no la hay y no debe haberla, La filosofia puede ocuparse de las categorias del conocimiento cienti- fico, pero las categorias del conccimiento cientifico no pueden ocuparse de la filosofia. En filosoffa, el instinto tiene la ultima palabra —la ldgica no tiene més que la peniiltima, La filosofia encuentra su sancién y su justi- ficacién propias en la intuicién, esta intuicién que ha precedido en ella a la ensefianza de las categorias y que no designa ni utiliza la légica sino en calidad de instru- mento que le esta sometido, En consecuencia, la filosofia no pide ni admite ninguna justificacién cientifica ni légica. La ciencia y su légica estan colocadas por debajo de ella y no vienen sino después de ella. La légica es una escalera por la cual la filosofia intuitiva se escapa del mundo. A la filosofia incumbe explicar la lgica, y la logica es incapaz de explicar la filosofia. La relacién de |a filosofia con el mundo se sita fuera de a esfera donde se edifica el aparato légico de las relaciones del mundo y de la ciencia, La comprensién del mundo en tanto que valor y significacién no es una comprensién cientifi- 36 cista: es un acto creador y mo una transaccién con la necesidad. La filosofia de ios valores desborda por todas partes al cientificismo, Aqui hay que recordar que la filosofia es coraje. Hay una preeminencia en el tema del coraje, Y alli esta la elevada vocacién de la filosofia. Si hubiera, después de todo, una crisis de la filosofia cien- tificista, el pragmatismo apareceria como su principal sintoma. La ciencia ha sido durante mucho tiempo su dominio exclusivo. Desde alli se ha intentado transpo- nerlo a la filosofia, y hacer de él una de las formas de su cientizacién. La ‘conciencia irracional de la ciencia conduce a la conciencia irracional de la filosofia, Pero, finalmente, el pragmatismo, tal como nos viene de los anglosajones, asume uno de los mumerosos aspectos de este sometimiento a los datos del mundo, de esta nece- sidad. Asi es como nace una filosofia endeble y privada de todo cardcter creador. Hagamos agui una excepcién con Bergson, cuyo pragmatismo difiere precisamente de este pragmatismo anglosajén de tendencias utilitarias y positivas. La filosofia de Bergson es la manifestacién mas notable de la crisis de la ciencia y del pensamiento racio- nal." Con él, la filosofia deja de un brinco el andador de la necesidad cientificista, el yugo racionalista, Bergson defiende Ja filosofia en cuanto acto creador, y se esfuerza por acercarla al instinto. Ve en la filosofia una impulsion vital, el vuelo del entusiasmo creador. Bergson sabe que Ja filosofia, en cuanto acto creador, no es la ciencia y no se modela sobre ella. Pero 61 mismo esté desdoblado como todos los filésofos contemporéneos. Tiene miedo a la cien- cia y tiene necesidad de ella, Su Evolucién creadora, donde critica con brillantez las teorias cientificas de la evolucién y justifice la creacién, est por su parte cons- 36 a truida de una manera enteramente cientifica y con una dependencia servil respecto de la biologia.'? El biologis- mo de Bergson es el escandalo de su filosofia. La metafi- sica es abatida por el golpe de una ciencia diferente; el peso de la necesidad, con todo el material de una ciencia analitica, viene a entorpecer la intuicién. Bergson reco- nnoce el irrealismo viviente de la accién, y por intermedio de ella se esfuerza por introducir en ja conciencia un irrealismo correspondiente, Y esto sigue siendo, pese a todo, uma de las formas de aceptacién de los datos del mundo. La filosofia de Bergson es una filosofia que quiere liberarse, pero no una filosofia libre. A la vez que se convierte en arte, sigue mirando con nostalgia a la ciencia, El irracionalismo bergsoniano es un irracio- nalismo biol6gico, es decir, toma cosas prestadas a la cien- cia para darselas a la vida. Es cierto que Bergson cubrié ese pecado original de su biclogismo con Ja originalidad de su talento creador; pero subsiste el hecho de que no hha respetado las fronteras entre la ciencia y la filosofia —y a ello se debe que su filosofia represente mas una crisis que una salida, Pero Bergson comprendié que la conciencia filoséfica puede ser satisfecha por la intuicién, por una efusién de amor y de simpatia que lleva a la esencia de las cosas, y no por el andlisis cientifico propia- mente dicho que no ega sino a la superficie. Existe un remonte creador hacia esa realidad, esa efectividad del mundo, al cual segin Bergson, el instinto metafisico puede legar? 20 lo que sucede es, en realidad, que ese ‘mundo de la necesidad se construye sélo mediante con- ceptos cientificos, es s6lo una aplicacién de una compren- sidn cientifica? El dualismo de la necesidad y de la liber- tad, de la creacién y de lo inaccesible, reposa en el ser mismo y no en los medios para aprehenderlo. El instinto metafisico no es sélo un modo de penetracién en Ja reali- dad de la accién més profundo que el anélisis cientifico con sus conceptos; es también él mismo una actividad creadora que se opone a las condiciones de una activi- dad formal, una impulsién hacia un pensamiento supe- 37 rior. Los conceptos cientificos representan, ecorémica- mente, la més util y, logicamente, la més exacta incursion en el mundo de la necesidad, pero el instinto metafisico es ya una irrupcién en un mundo diferente, Aqui es donde aprehendemos que la filosofia es un arte, y que el instinto del filésofo exige el genio, que es una prensién univer- sal de las cosas. El fildsofo puede no ser un hombre de genio, pero el instinto filoséfico conlleva siempre una parte de genialidad, Eso es lo que encontramos en Berg- son, y puede decirse que las visiones que ha tenido como artista han servido mejor a su filosofia que sus conceptos ientificos. Una filosofia cientifica es una filosofia aca- démica, oculta el instinto académico de la autoconserva- cién. Pero la conciencia es vida y dinamismo en el ser: el mundo se expande en el conocimiento. Algunos espiritus sagaces se han percatado de que la vieja y pasiva filosofia de la finalidad Megaba a au tér- mino, cualquiera fuese, por otra parte, la forma bajo la cual apareciera, metafisica, criticista o positivista.™? El materialismo y el positivismo son filosofias de sumisién la necesidad, en igual medida que la metafisica esco- léstica o racional. Pero la filosofia de Kant es por ventura la expresién més perfecta, més sutil, de esta filosofia de la obediencia, de la filosofia del pecado. Filosofia que caracteriza la sumisién del espiritu al rostro amenazador de una necesidad universal, una timidez que le impide reivindicar su libertad. Por io demés, esta pasividad y esta timidez pueden revestir filosdficamente formas di- versas: el poderio de la materia o el poderio de las ideas, el poderio de la sensacién o el de las categorias, el poderie de la sensibilidad o el del juicio, el poderio de la natu- raleza con sus leyes inflexibles o el poderio de la raz6n y de las normas que ella se ha creado. Este ultimo caso es 38 ee. el que representa la filosofia critica, Esta es sumisin, no a la necesidad de la naturaleza sino a la del conocimiento, no a la materia sino a la razén; es una sumisién a la necesidad por intermedio de la sumisi6n a las categorias. Sin duda, los genios que ilustraron la doctrina criticista sintieron la naturaleza activamente creadora de la filo- sofia; pero aun en ellos, esta creacién estaba sofocada por una sumisién general a la necesidad, debida, de toda evidencia, a profundas causas religiosas. La conciencia filos6fica no puede aceptar el ser pasiva; tiene que ser la victoria positiva sobre la necesidad y tiene que ser, me- diante ello, la transformacién del mundo, En cambio esta categoria de la razén en la que creyeron los racio- nalistas y criticistas no era mds que la necesidad natural, trasladada a otro plano, y dotada de otra finalidad. Al ado de ellos, Ia filosofia del porvenir forja la naturaleza creativa del conocimiento, ve en ella la expansién misma del ser y su declinacién. La filosofia conoce su propia naturaleza, que es de revolucién espiritual; se conoce en tamto revuelta del espiritu contra la esclavitud que le escamotea su secreto y su sentido verdadero. El acto cree- dor més licido conlleva esa impulsién hacia otra esencia, hacia otro mundo, hacia el secreto creador. La conciencia filoséfica no se opone al ser como a una cosa que estaria fuera de él: aqui hay una ilusién del racionalismo abs- tracto, El conocimiento filoséfico est4 en e] ser mismo, pero en el ser sabedor; es una cualidad particular del ser y una funcién particular de la vida universal. Pero sobre todo es una funcién del crecimiento del ser. En el acto creador del conocimiento, el ser se acrecienta y se exalta. En oposicién a este resplandor, a esta atraccién solar, la filosofia de la necesidad se somete a ella pasivamente, Ja acoge como verdad, se contenta con ella como moral. La sumisién a la necesidad (sea la de la natureleza 0 Ja de Jas categorias humanas) ha de ser entendida, pues, como una suerte de buena conciencia y de honorabilidad intelectual. Resulta de la certidumbre de que los criterios de la verdad son intelectuales, que la verdad es absorbida 30 pasivamente por el intelecto, y que se la alcanza some- tiéndose a ella. Aquellos que, por lo demas, dudan de todo, creen firmemente en esto. Frente a ellos, frente a su filosofia desesperada, pero que de todas maneras los conduce a una verdad, la cuestién que corresponde plan- twarse es la siguiente: el conocimiento de la verdad, es una pasividad, obediencia del intelecto 0, por el contra- rio, es actividad y creacién del espiritu? La “verdad” que un intelecto recibe pasivamente, de la que toma una conciencia puramente intelectual, no es nada mis que un semblante de verdad por medio del cual el espiritu abandona sus prerrogativas? La verdad no se descubre sino por medio de la actividad creadora del espiritu, y queda inaccesible a lo que no es esta activided. La respuesta evangélica, religiosamente absoluta, “Yo soy Ja verdad”, tiene también un sentido filoséficamente abso- luto, noseolégico. El Hombre Absoluto es Verdad. La Verdad no es aguello que es, lo que es dado como siendo, como necesario. No es una duplicacién del ser, une repe- ticidn en el cognoscente. La verdad es la elucidacién y la liberacién del ser, supone en el ser el acto creador del. cognoscente. Es significacién y no puede negar la signi- ficacién. Negar el sentido del mundo equivale a negar la verdad, por consiguiente a no reconacer sino las tinieblas. La verdad nos hace libres, Negar la libertad equivale a negar la verdad. El poderio exclusivo de la necesidad es el poderio de las tinieblas, a través de las cuales no hay un camino hacia la verdad. O la verdad no existe, y entonces toda discusién filoséfica es vana, o ella existe, y es la luz crea- dora, que libera y explica al ser. Es imposible admitir 1a verdad y, a la vez, negar toda luz en el mundo. La Ver- dad supone el Sol, el Logos, y Aquél que fue el Sel y el Logos del mundo puede decir: “Yo soy verdad”. Pero a “verdad” pasivamente recibida, fruto de la abstraccién intelectual, tiene que ser sacrificada, como que constituye el principal obstaculo en el camino del descubrimiento de a verdad auténtica. Con una férmula conmovedora, wo Dostoievski escribe que, si de una parte estuviera la verdad y de la otra estuviera el Cristo, él preferiria re- punciar a la verdad para ir hacia el Cristo, es decir, que sacrificaria la verdad muerta de un intelecto pasivo en nombre de la integralidad del espiritu, Hoy dia, toda la filosofia debe resolverse a ese acto heroico de arrancarse a la “verdad”; solamente entonces se convertiré en un conocimiento por la creacién y por el arte —un conoci- miento activo, Lo que es, lo que es dado al intelecto, no es el verbo y no lo puede ser; es un reflejo de la servi- dumbre del espiritu, y debe desaparecer junto con esta servidumbre, La verdad se opone al mundo tal como es, tal como esta dado; de otra manera no podria ser valor y pensamiento, el Logos no viviria en ella, La subordina. cién de la verdad a los conceptos cientificistas, que no son mas que concesiones a la necesidad, marca la deca- dencia del espiritu. La filosofia es una gnosis, superior a la ciencia ¢ independiente de ella. Pero la filosofia gnés- tica creadora no es tampoco una filosofia del sentimiento y del corazén, También asi se encontraria trabada su libertad creadora, La filosofia no es suefio: es acto. La filosofia estd debilitada por una enfermedad terrible —la enfermedad de la reflexién y del desdoblamiento. Desdoblamiento, hamletismo, que los fildsofos han inten- tado erigir en principio metédico. Tanto en el raciona- lismo de Descartes como en el empirismo de Hume y el criticismo de Kant, la reflexién y Ia duda son promo- vidas al rango de virtudes del conocimiento filoséfico. Y sin embargo ambas despojan a la filosofia de su actividad creadora, la encadenan a la pasividad, El hombre absor- bido en su desdoblamiento interno es inepto para la lucha. no puede creer en uma fuerza creadora actuante en el a univers. El acto cresdor del conocimiento no se puede jercitar sino a condicién que se crea en él, que sea uno. La dada y la introspeccién vuelven al espiritu cepen- diente del mundo y de su pluralidad perversa. La filo- sofia creadora es una filosofia dogmitica, y no critica ni escéptica, una filosofia total y no fragmentada, Fl hom- bre de Jos tiempos muevos debe pasar a través de la duda critica, a través del abandono y la soledad en el seno del conocimiento. E pasaje que lleva desde la beatitud éel co- nocimiento que encontramos atin en Santo Tomis de Aquino a la tragedia del entendimiento en Kant ha sido una ctapa fecunda, El retorno al dogmatismo infantil del pasado se habia vuelto imposible, pero se trataba de tornarse hacia un nuevo dogmatismo, un dogmatismo creador, visionario y audaz. El creador es siempre dogmitico, esta constantemente obligado a hacer una opcidn valerosa y a sostener esa eleccién. Toda filosofia libre es una afirmacién. El dog- matismo representa la creencia creadora del espirita en sus propias fuerzas, frente a la filosofia critica que marca su desmigajamiento. El que duda se encuentra siempre ands o menos en la situacién del asno de Buridn. Metafi- sicamente, carece de cardcter. Es incapaz de ese acto temerario que consiste en romper y en cortar —para ele- gir. El acto creador del conocimiento es un acto de amor electivo, El fildsofo auténtico es un hombre ena- morado y que ha elegido el objeto de su amor inteligente, No hay certidumbre capaz de subsistir acerca de le que se elige y se ama, El amante apasionado elige por un acto creador a su amada de entre la muchedumbre de Jas mujeres; de nada serviria decirle que otras son iguales © superiores a la que él ha elegido, Lo mismo sucede con el filésofo y la virtud que ha descubierto. La conciencia filoséfica es inconcebible sin Eros, El tema filoséfico es un tema erético. Esto es lo que la filosofia antigua igno- raba todavia, Pero si la filosofia moderna es un arte y no una ciencia, es porque supone el Eros, el amor de EI aspecto erdtico de la comprensién y de la 42 ie visiOn filoséfica ¢s lo que distingue fundamentalmente a Ia filosofia respecto de la ciencia. La filosofia es un arte ‘erdtico. Y aquellos de los filésofos que han sido mas crea- dores fueron fildsofos eréticos, como lo fue Platén, Es posible que otros se hayan acercado més a un tipo cien- tifico, pero Jes faltaron las perspectivas del genio crea. dor. La filosofia penetra en el conocimiento como en un misterio nupcial. ¥ el conocimiento filoséfico, en cuanto acto creador, es un matrimonio de amor. En yano la filo- sofia critica y cientiforme se esfuerza por convertir esta unién en un matrimonio de interés; ella niega el misterio nupcial, el misterio del amor. Mas no por ello la filoso- fia creadora deja de ser el arte del amor cognoscente ~y no una ciencia de acuerdo con la cual se-fundan relaciones temporarias, En lugar del amor y de la eleccién, Ia filosofia cienti- forme hubiera querido establecer la omnipotencia de la prueba, Pero precisamente lo que es probado y no elegido representa algo impuesto y obligatorio. Aporta la nece- sidad y no la libertad, Es obediencia y no creacién. De dénde viene, pues, que la generalidad piense que lo ver- Aadero es 1o mejor probado? Sin duda, es posible que la prueba se encuentre situada en el camino del conoci- miento de la verdad, pero es en calidad de obstéculo. La filosofia creadora debe liberarse del poder ilusorio de la prueba, cumplir ese acto de ruptura con una aceptacién cémoda de la nevesidad. El hecho cientifico demostrado con la mayor evidencia es también el mejor adaptado a la necesidad del mundo, En cambio, en la filosofia, lo auténtico, lo que pasa, sobre un modo creador, del plano dela necesidad al de la libertad, del no-sentido al sentido, #8, quizds, el menos justificable mediante una prueba. En filosofia no existe una légica de la prueba —porque no hay légica de ninguna clase. No hubo un algo de légica que precediera a la intuicién filoséfica. Pero en el dominio de la filosofia no hay nada seguro excepto lo que resulta de esta intuicién creadora. La verdad se demuestra y se formula, pero no se prueba ni se justi- 43

También podría gustarte