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Otro factor de prosperidad derivó de la intensa actividad comercial que en algunos periodos llevaron
a cabo directamente los marinos etruscos, que podían disponer de importantes escalas comerciales a
lo largo de la costa. La precocidad de los contactos y los intercambios de los etruscos con el mundo
griego y greco-oriental fue básica no sólo para su desarrollo económico, sino también para el cultural.
En efecto, la llegada de refinados productos de importación y la consiguiente asimilación de usos y
costumbres de pueblos que ya habían alcanzado un alto grado de civilización propiciaron el rápido
desarrollo del mundo etrusco.
EL MISTERIO ETRUSCO
Debido a sus peculiaridades etnográficas y lingüísticas, así como religiosas, políticas y culturales, los
etruscos fueron tan diferentes de los demás pueblos de la Italia antigua que aún hoy se sigue
hablando del «enigma etrusco». Ya en la Antigüedad, el historiador griego Herodoto afirmaba que era
un pueblo que había emigrado desde Asia Menor y se había establecido en la Toscana. Por otro lado,
en la época del emperador Augusto, Dionisio de Halicarnaso sostenía la idea de que se trataba de
habitantes autóctonos. La «cuestión etrusca» sigue abierta, pero la clave para comprender a este
pueblo no es su procedencia, sino su formación. Asentados a principios del primer milenio a.C. en el
amplio territorio de la Italia central tirrena delimitado por los ríos Tíber y Arno, muy rico en
recursos naturales, los etruscos llegaron a ocupar, en el momento de máxima expansión, grandes
áreas del valle del Po, hasta el Adriático, y parte de la Campania costera. Incluso Roma estuvo
sometida a la influencia política y cultural de Etruria bajo la dinastía etrusca de los Tarquinios, que
reinaría en Roma entre finales del siglo VII a.C. y el último decenio del siglo VI a.C. El declive llegaría
a partir del siglo III a.C., cuando Roma fue conquistando, una tras otra, todas las poderosas ciudades
de Etruria, que no sólo perdieron su independencia política, sino también su autonomía cultural y
artística.
El Arte Etrusco estuvo muy influido por el Arte Griego, aunque también muestra influencias de Egipto
y del Próximo Oriente. Por su influencia directa es fundamental para entender muchos aspectos del
Arte Romano.
1. ARQUITECTURA ETRUSCA
Sus principales aportaciones a la arquitectura romana son el empleo del arco, la bóveda y la
estructura de sus templos, cuyo modelo fue seguido por los templos romanos.
1.1. El Templo
Los templos etruscos descansaban sobre un alto podio de piedra y tenían un pórtico tetrástilo con
columnas toscanas, sólo en su fachada principal, tras el cual solía haber tres puertas que conducían a
tres naos paralelas dedicadas a las tres principales divinidades etruscas. El tejado era a dos aguas y
la decoración escultórica se situaba sobre él y en los relieves policromados de las placas de terracota
que protegían las vigas de madera que lo formaban.
Frecuentemente excavadas o talladas en la roca y cubiertas por un túmulo de tierra de forma cónica,
constan de una gran sala cubierta con falsa cúpula o bóveda. Ejemplo: Tumbas de la necrópolis de
Cerveteri.
Las paredes solían estar decoradas con pinturas y relieves, con representaciones de parejas
funerarias, los sarcófagos y con el ajuar correspondiente.
Lo más destacado son las puertas, con arcos de medio punto y bóvedas entre dos torres, que influirán
en los modelos romanos. Ejemplo: Puerta de la muralla de Volterra.
Una de las tipologías escultóricas etruscas más destacadas son las tapas de los sarcófagos, que
reproducen a los fallecidos recostados en el lecho funerario en escenas relajadas y cotidianas. Poseen
un acusado realismo, aunque en los rostros hay evidencias del arcaísmo griego, como en los ojos
almendrados o en la sonrisa arcaica. El Sarcófago de los esposos, de finales del siglo VI a.C., es el
más conocido. En él una pareja de difuntos, semiacostados en un diván, departen con sus invitados, tal
como hacían en vida.
Muy característica del Arte Etrusco es la escultura zoomorfa en bronce, que probablemente se
situaba a la entrada de las necrópolis, por lo que se trataría de genios protectores. Además se
representan monstruos fantásticos de tipología oriental, entre los que destaca la Quimera de Arezzo.
Otro capítulo importante de la escultura etrusca es el de las estatuas de bulto redondo, de terracota
-las que adornaban los frontones de los templos- y de bronce –sobresaliendo entre ellos los retratos
honoríficos-.
En las terracotas es evidente el arcaísmo griego como se aprecia en las esculturas de Hermes y el
Apolo de Veyes, del siglo VI a.C., posibles obras del único escultor etrusco de nombre conocido, Vulca.
En cuanto a los bronces, el período final se caracteriza por su elevado realismo, como ejemplos
podemos citar el Marte de Todi, del siglo IV a.C.; El busto de Lucio Junio Bruto y El Orador o
Arringatore, del siglo I a.C. Estos últimos son difíciles de clasificar entre al Arte Etrusco y el Arte
Romano.
3. PINTURA ETRUSCA
En la pintura etrusca se puede ver una clara influencia de Grecia y luego, así mismo, la pintura etrusca
hará lo propio en la pintura romana.
Está muy relacionada con el mundo funerario, ya que han aparecido en el interior de las tumbas,
decorándolas. Entre los temas más usuales destacan las escenas de banquetes funerarios y
situaciones de la vida cotidiana que servían para rodear al muerto de todo lo que había tenido.
La técnica más utilizada es el fresco; los colores son planos y vivos; los fondos son lisos y sobre ellos
se recortan las figuras, en las que predomina el dibujo; aparece la vegetación, aves, etc.; no existe
perspectiva, se trata de una pintura bidimensional; se busca el movimiento, aunque muchas veces se
representa de un modo muy convencional.