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Ciudadanía

El “buen ciudadano”, no tiene el deber de serlo, ni tiene la autoridad de

serlo.

Eliana Milena Lozano Méndez Cód. 1721022690

Camila Jaramillo Garcés Cod. 1611021359

Diego Alejandro Ortega Lozano Cod. 1921025571

Ericka Paola Pineda Gutierrez Cod. 1921025486

Leidy Johanna Mosquera Agudelo Cod.1711020431

Politécnico GranColombiano

Ciudadanía Grupo B01

Juan Camilo Ortegón Gutierrez

29 de Junio de 2021
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El “buen ciudadano” no tienes el deber de serlo, ni tienes la autoridad de

serlo.

Ser un buen ciudadano plantea un objetivo vital de quienes habitamos en

comunidades organizadas políticamente, pues no en vano cuando se habla de

ciudadanía se hace referenciando tanto las obligaciones que una persona adquiere en

un lugar determinado como en sus derechos, que el mismo lugar le garantiza; y para

garantizarlo se necesita trabajar en conjunto de manera coordinada y con una

correspondencia entre deberes y derechos para el funcionamiento de la comunidad y

así hacer que la ciudadanía sea una condición justa para cualquier persona, sean

cuales sean sus condiciones de vida, pero ¿estás en la obligación de ser un buen

ciudadano?; la respuesta que este texto propondremos explicar es que; No tienes el

deber de serlo, ni tienes la autoridad de serlo.

En primer lugar la ciudadanía por definición se refiere a la condición que se

otorga al ciudadano o ciudadana de pertenecer a una comunidad organizada; sin

embargo, dicha definición plantea un vacío puesto que no solo se pertenece a la

comunidad por el hecho de nacer o estar en ella, porque pertenecer a ella ya por

nacimiento “nacionalidad” no te hace ciudadano, aunque a posteriori es un claro

indicio identitario para convertirte en uno, es de mencionar que también se puede ser

ciudadano de una comunidad organizada políticamente por convivencia dentro de la

misma; ya sea por hábitat prolongada o por convivencia sostenida por un miembro de

la comunidad misma. con lo anterior queremos no solo definir la calidad de ciudadano

si no diferenciar la ciudadanía de la nacionalidad.

Incluso para ser más claros la constitución colombiana de 1991, plantea en su

artículo 98, el derecho a la ciudadanía de Colombia, la cual se establece partir de los


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18 años. Es en este momento cuando se considera que un individuo tiene capacidad y

conocimientos suficientes para cumplir sus deberes y también hacer valer sus

derechos, aunque aquí es donde está instalado el imaginario de lo que es la ciudadanía

como Giraldo García, A. (2015) lo dice “la ciudadanía es entendida con la tenencia de

un documento que certifique esta condición: la cédula. Pero, más que ser un medio

para el ejercicio de la ciudadanía y para la garantía de los derechos ciudadanos, la

cédula es un instrumento que sirve para el control de las poblaciones” (p 66.) a lo que

es claro advertir que ser ciudadano tan solo depende de un azar de nacer en un lugar y

lograr establecerse en el durante un tiempo determinado, si lo vemos desde el punto

de vista epistémico y jurídico ser un “buen ciudadano” depende de poco y no plantea

mayor complejidad.

Vale la pena en este punto crear referentes históricos que quizás nos permita

divisar donde radica la conformación del “buen ciudadano” o si es que acaso dicha

condición se aparta en definitiva de lo moral y ser ciudadano solo se plantea en el

limbo del cumplimiento de normas sin necesidad de crear identidades conjuntas en el

grupo en el que nos organizamos.

Empecemos por el origen que más nos compete el ciudadano colombiano, ya

anteriormente se explicó cómo se logra ser uno, pero ¿Quién es el ciudadano

colombiano? Pues entendiendo la ciudadanía como un concepto que contiene dentro

de sí un rasgo cultural identitario en lo que un individuo comparte con otro, definir a

un colombiano pareciese tarea imposible puesto que estos rasgos que nos unen

realmente no pertenecen a nuestra propia comunidad, son heredados quizás no de

manera voluntaria, pero hacen parte de nuestra historia común al respecto Ospina W.

1997 nos dice:


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“los colombianos cuya lengua es hija del latín y del griego -la más

preponderante-; que ha profesado por siglos una religión de origen hebreo,

griego y romano -a pesar de autodenominarse laica-; que se ha propuesto el

modelo democrático debido a la Revolución francesa y que se reclama

defensor de la Declaración de los Derechos del Hombre…”

¿Dónde está la franja amarilla? Ospina W, p 41.

Y para ahondar un poco más en las palabras de Ospina a pesar de que nuestra

ciudadanía parece un hibrido de otras varias, esa búsqueda de los derechos basada en

los manifestados por la revolución francesa quizás nos permita una aproximación

histórica a la búsqueda del “buen ciudadano” que es lo que nos ocupa

Según Ospina en el mismo texto ¿Dónde está la franja amarilla? la sociedad

colombiana se funda en el ejemplo de la Revolución Francesa y en la Declaración de

los Derechos del Hombre, lo mismo que en sus ideales de libertad, igualdad y

fraternidad. (p 4) pero para nadie es un secreto que la sociedad colombiana tan solo

vive de la pretensión de heredar los emblemas de un proceso histórico ajeno y que es

imposible que los individuos pertenecientes a la sociedad colombiana disfruten a

plenitud de estos emblemas sin haber participado de la dinámica social que produjo a

los mismos, así que ser un ciudadano apegado a la idea liberal de la revolución

francesa, - la misma que no es la panacea virtudes que nos cuenta el meta relato

educativo de libertad, igualdad y la fraternidad sino que también está cargada de

represión, persecución y violencia totalitaria-, no basta para la consecución de aquella

condición de “buen ciudadano” pero si nos guía hacia lo que históricamente podemos

reconocer en la revolución francesa o en otros procesos como el de estados unidos

donde ser ciudadano no solo radica en el estar o en el ser sino que es necesario
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participar de cada acto que nos permita el reconocimiento de nuestra propia identidad

de nuestra propia ciudadanía.

Y ya que tocamos el tema del proceso en el país norteamericano, la condición

de ciudadano moderno para la occidentalidad democrática ideal, es la responde a los

códigos establecidos por la decimocuarta enmienda a su constitución que fue una

adición increíblemente importante a la Constitución en 1866 después de la Guerra

Civil. Que le da ciudadanía a cualquier persona nacida en Estados Unidos y garantiza

igual protección bajo las leyes a todos los ciudadanos

“Toda persona nacida o naturalizada en los Estados Unidos, y sujeta a

su jurisdicción, es ciudadana de los Estados Unidos y del estado en que

resida. Ningún estado podrá crear o implementar leyes que limiten los

privilegios o inmunidades de los ciudadanos de los Estados Unidos; tampoco

podrá ningún estado privar a una persona de su vida, libertad o propiedad,

sin un debido proceso legal; ni negar a persona alguna dentro de su

jurisdicción la protección legal igualitaria.”

Decimocuarta enmienda constitución de los Estados Unidos sección 1, 1886.

Este avance democrático a la construcción de la ciudadanía por parte del

gobierno de los Estados Unidos, involucra a todos sin discriminación alguna al

proceso de sentirse parte de un todo, la ciudadanía entonces pasa de ser un elemento

discursivo y de control gubernamental para convertirse en un privilegio al que se le

debe una retribución, la cual consiste en ajustar el pensamiento y el modo de vida a

los principios económicos y políticos que en teoría brindan la posibilidad de ser


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ciudadano, entonces para este modelo democrático estadounidense el “buen

ciudadano” es aquel que en busca de mantener su condición respeta las normas

establecidas y dedica su vida a defender los principios que le dan base a ese modo de

vida, a la vista un proceso muy justo pero que limita la libertad de pensamiento pues

de no sentirse conforme y obrar de maneras contrarias a los intereses gubernamentales

el individuo podría perder la condición de ciudadano.

El anterior ejemplo histórico entonces nos permite divisar la condición de

ciudadano, como una que permite una serie de privilegios y la protección de un

estado, pero de la misma forma encarcela al individuo en un modus vivendi

predeterminado sin opción de actuar en contra de los principios estatales así estos

estén por encima de sus principios individuales, de alguna forma se da a entender que

el estado está por encima del individuo y que será el estado el que privilegie o

castigue al individuo mediando la condición de ciudadano.

El “buen ciudadano” será aquel que pueda adaptarse, que sea capaz de someter

su instinto libertario por el bien comunal, pero para dar respuesta al interrogante

inicial de ¿estás en la obligación de ser un buen ciudadano?; queda por recordar que,

poder hacer algo no significa que tengas la autoridad para hacerlo, si uno mismo no se

pregunta y no cuestiona su propia autoridad para llevar a cabo un juicio o un acto

entonces no tiene una conciencia real de lo que está pasando, de lo que implica en este

caso ser ciudadano, para que se entienda el buen ciudadano no es el que procura serlo,

es quien lo es más allá de su conciencia adapta su principio de libertad a lo permitido

por el código que comparte con su entorno inmediato, entendiendo con esto que como

individuo no se tiene la autoridad para declararse a sí mismo o declarar a otro como

un “buen ciudadano”
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Quizás lo dicotómico y fluctuante de la condición de ciudadano nos confunde

y entre deberes y derechos entendemos que la ciudadanía nos pertenece y que todos

deben reconocérnosla en termino individual, pero ya establecido que nadie es

autoridad para declarar la condición de “buen ciudadano” en sí mismo o en otros

queda por aclarar que ninguno de nosotros debe por obligación ser un “buen

ciudadano” primero por la obviedad de que cualquier hecho moral como lo bueno y lo

malo es tremendamente subjetivo y depende únicamente de la concepción de quienes

así lo definen de quienes practiquen los principios morales pero por otra parte estos

conceptos en nuestra mente sobre que somos especiales y tenemos que ser tratados de

un modo específico, no son ciertos; no nos preguntamos qué nos obliga para hacer

muchas de las cosas

Quizás la respuesta fácil sea el que la realidad es así porque es su devenir

natural y la búsqueda de la perfección es un requerimiento social para el desarrollo de

nuestra comunidad; pero esto solo es un discurso político que está en constante

búsqueda de cambio, pero el problema con la humanidad no son las ideologías

políticas o sociales sino la existencia de todas las ideologías.

Pues el objetivo de las mismas es concretar certezas que todos necesitamos

que todos queremos, pero en realidad la certeza no existe y es imposible de obtener la

conciencia absoluta de lo bueno o de lo ideal, en ese sentido ser “bueno” en cualquier

aspecto como el de ser ciudadano es añorar una certeza que solo describe un muy

pequeño aspecto sobre lo que es la condición de ciudadano que depende de

situaciones innumerables y variantes y que no solo pasan por la decisión individual si

no por el reconocimiento social.


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La respuesta ante el si debo o no debo responder con mi existencia a una

petición social de ser “bueno” se encontrará en el modo que seas capaz de abandonar

la certeza, conocer tu tamaño, que te imposibilita para ser y hacer no estás obligado a

hacerlo. El creer que tenemos la obligación para ser “buenos ciudadanos”, porque

podemos ser ciudadanos a través de un reconocimiento estatal, es encarcelar la

inmensidad del ser en un comportamiento limitado y olvidar que solo a partir del

cuestionamiento personal y la introspección puedes llevar a cabo una crítica hacia otro

sistema de poder, y que si en verdad entendemos la ciudadanía no podemos limitarla

al azar de nacer en un lugar y que si nuestra intención es mejorar tal condición

debemos abandonar todo prejuicio y reconocer en nosotros mismos el valor de ser

ciudadano, sin entender que esa sea la única manera de serlo y mucho menos la ideal,

sino encontrando en la diversidad de pensamientos la existencia de una verdadera

ciudadanía libertaria, fraterna y equitativa.


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REFERENCIAS

- Ospina William, ¿Dónde está la franja amarilla?, 1997

- Conceptos jurídicos rescatado de

https://www.conceptosjuridicos.com/co/ciudadania/#:~:text=De%20acuerdo%20a%20la

%20Constituci%C3%B3n,partir%20de%20los%2018%20a%C3%B1os.&text=Hay%20dos

%20formas%20de%20adquirir,matrimonio%20con%20un%20nacional%20colombiano.

- Giraldo García, A. (2015). El concepto de ciudadanía en Colombia:

evolución histórica y aportes socioculturales. Revista de Estudiantes de Ciencia

Política, 6, 58-71.

- Catorceava enmienda de la constitución de los Estados Unidos rescatado de

https://guialegal.com/blog/derechos-civiles/los-derechos-contemplados-en-la-

decimocuarta-enmienda-de-la-constitucion

- Congreso de la republica de Colombia, Constitución de la república de

Colombia, 1991.

- Zachary Wolf, ¿Qué es la 14ª Enmienda y cómo funciona? Recatado de

https://cnnespanol.cnn.com/2021/01/12/que-es-la-14a-enmienda-y-como-funciona/

Redacción. (Última edición:8 de febrero del 2021). Definición de Ciudadanía.

Recuperado de: https://conceptodefinicion.de/ciudadania/. Consultado el 31 de mayo

del 2021
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Zapata, R. (2001). Ciudadanía, democracia y pluralismo cultural: hacia un

nuevo contrato social. Editorial Anthropos.

Ministerio de educación, Ciencia y tecnología de la Provincia de la Rioja.

(2010) Congreso EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA Educación y construcción

de ciudadanía: aportes para el debate. Recuperado de:

https://www.um.es/documents/378246/2964900/Normas+APA+Sexta+Edici

%C3%B3n.pdf/27f8511d-95b6-4096-8d3e-f8492f61c6dc

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