Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El concepto de género está relacionado con la disciplina del saber en que se desarrolla,
de tal manera, que cada disciplina desarrolla distintos géneros o moldes expresivos que le
permiten recoger o expresar de la manera más adecuada los distintos conocimientos que en
ellas se estudian. En el caso de la Literatura nos encontramos con los géneros literarios. Sin
embargo, el deslinde entre los géneros propios de nuestra área de conocimiento y de otras áreas
como la Filosofía o la Historia no es siempre sencillo ni claro. De esta manera, manifestaciones
como el ensayo, el artículo periodístico, la epístola, etc. a pesar de desarrollarse dentro de áreas
como las antes mencionadas, cuentan a veces con unas características compositivas o
expresivas que las acercan a los géneros literarios. Así, clasificar algunas de estas producciones
dependerá en gran medida, de cuál sea considerada la función comunicativa principal.
Los géneros literarios constituyen un sistema de clasificación de las obras literarias que
responde a esquemas de composición. La opinión más extendida a este respecto es que
existen tres grandes géneros literarios (también llamados por algunos autores “archigéneros” o
“géneros naturales”) que son la lírica, la épica y el teatro o genero dramático. Algunos críticos
también incluyen un cuarto género, el didáctico-ensayístico.
La clasificación de las obras en los distintos géneros y subgéneros permite relacionar
una obra con creaciones anteriores, facilcita su comparación con otras composiciones que
emplean el mismo esquema y ayuda al estudio del fenómeno literario. Estos esquemas de
composición que son los géneros, sirven a autores y lectores como horizonte de referencias y
expectativas a la hora de crear e interpretar una obra.
En la actualidad, los géneros no se conciben como categorías cerradas, sino que se
entienden como formas en constante evolución a través de las aportaciones de los distintos
autores a lo largo de la historia. Además, un texto literario adscrito a uno de los géneros puede
participar de algunas de las características de los otros.
Las unidades de estructura del texto dramático son, básicamente, los actos (que
corresponden a núcleos temáticos de acción) y las escenas (unidades menores originadas por
las entradas y salidas de los personajes). Además de esto, en cualquier texto dramático
podemos distinguir dos partes diferenciadas: el diálogo en sí mismo (o “texto A” según la
nomenclatura utilizada por Bobes Naves), y las acotaciones (o “texto B” según la misma autora).
En las acotaciones se recogen recomendaciones de cualquier índole realizadas por el autor del
texto y referidas a elementos no lingüísticos como los gestos y la postura de los personajes, el
atrezzo, el decorado, la luz, etc.
Los textos dramáticos pueden formularse tanto en verso como en prosa, o incluso
combinar ambos procedimientos.
F) El narrador es la voz que nos relata la historia. No debe asimilarse al autor, ya que el
narrador pertenece al discurso, a la ficción; mientras que el autor pertenece al mundo real.
La forma en que este narrador se manifiesta en la historia y la perspectiva desde la que
ve los acontecimientos es lo que constituye el punto de vista o focalización. Pueden distinguirse
tres tipos de focalización (Genette):
• Focalización cero: se da cuando el narrador tiene una visión ilimitada, es decir, que
se trata de un narrador omnisciente. El narrador se sitúa fuera de la historia en una
posición que le permite conocer todos los datos. Esta omnisciencia le permite saber
todo cuanto pasa y ha pasado, e incluso los sentimientos, sensaciones,
pensamientos y opiniones de los personajes.
• Focalización externa: el narrador se limita a contarnos lo que hacen y dicen los
personajes, y a describir los lugares donde se desarrolla la acción, pero desconoce
el pasado y el interior de dichos personajes. Sus conocimientos se limitan a todo
aquello que se puede ver y oír.
• Focalización interna: el narrador coincide con uno de los personajes (narrador-
personaje) y por tanto, su conocimiento de los hechos debe restringirse a los
conocimientos que dicho personaje pueda tener. Por ejemplo, puede conocer sus
propios sentimientos, pero no los de otro personaje. La focalización interna suele
darse con narraciones en primera persona, independientemente de que dicho
narrador sea (en el caso de El Lazarillo de Tormes) o no (en el caso de Crónica de
una muerte anunciada) el protagonista del relato.
Así mismo, es necesario apuntar que dentro de un mismo relato el punto de vista puede
ir variando, de manera la focalización puede ser fija (si dicho punto de vista no varia durante
todo el relato), variable (cuando se dan distintos tipos de focalización) o múltiple (cuando
aparecen focalizaciones internas de distintos personajes del relato: por ejemplo, en una historia
donde aparezca la visión que varios personajes tienen de un mismo hecho).