Está en la página 1de 2

El cascabel del gato (Fabula)

Una familia de ratones vivía en la cocina de una enorme casa. Ellos eran muy
felices, hasta que un día la dueña del hogar adoptó un lindo gatito. El gatito creció
y se convirtió en un gran cazador que estaba siempre al acecho.
Cansados de vivir en peligro, los ratones se reunieron para ponerle fin a tan difícil
situación.
En la reunión se discutieron muchos planes, pero ninguno parecía ser bueno. Por
fin un joven ratoncito se levantó y dijo:
—Tengo un plan muy sencillo, pero puede ser exitoso. Atemos un cascabel al cuello
del gato y por su sonido sabremos siempre el lugar donde se encuentra.
La ingeniosa propuesta fue acogida por todos los ratones. De repente, un viejo y
sabio ratón se levantó y les preguntó:
– Muy bien, pero ¿quién de ustedes le pone el cascabel al gato?
Todos los ratones se quedaron calladitos.

Ven a jugar conmigo (Cuento de terror)

Hace un tiempo, una amiga mía y yo decidimos hacer espiritismo por primera vez, ya que nunca
antes nos habíamos atrevido a hacerlo. Llamamos a otras dos amigas para que nos acompañaran,
ya que a mí me habían dicho que probablemente con solo dos personas sería más difícil que pasara
algo. Nos costó trabajo convencerlas, pero al final cedieron. Lo preparamos todo y, un poco
asustadas, comenzamos a hacer la ouija.

Durante la sesión, una de las compañeras a las que habíamos llamado dijo: “Yo me voy de aquí,
menuda tontería esta de la ouija”. Nosotras nos asustamos un poco y decidimos dejarlo para otro
momento.

Al cabo de unos días, la compañera que se había ido me llamó aterrorizada, diciéndome que, de
camino a casa después de haber ido a estudiar a la biblioteca, al pasar por delante de una casa en
ruinas que hay cerca de su hogar, una niña vestida de blanco le había pedido que jugara con ella. Mi
amiga le dijo que no podía ya que tenía prisa por llegar a su casa, y acto seguido, la niña comenzó a
llorar con lágrimas de sangre. Mi amiga salió de allí corriendo y al llegar a casa fue cuando me llamó.
Hasta ahí fue lo que me contó mi amiga. En un principio me lo tomé a broma, pero algo me hacía
pensar que mi amiga hablaba muy en serio.

En mi habitación comencé a darle vueltas al asunto y me acordé del día en que habíamos hecho
espiritismo y de las malas maneras con las que mi amiga se había retirado. Pensé que no tendría
nada que ver y me dormí. Al día siguiente esa misma amiga me llamó porque iba a quedarse sola en
casa estudiando y tenía miedo, así que decidí acompañarla ya que yo tenía también que estudiar.
Cogí un autobús y, ya en su casa, nos pusimos a estudiar. De repente, oímos a nuestra espalda un
ruido como de arañazos. Las dos miramos y comprobamos horrorizadas que la niña que ella me
había descrito estaba sentada sobre la cama de mi amiga, arañando la pared. Salimos corriendo de
la habitación y al llegar a la puerta observé que mi amiga no estaba, pero yo estaba demasiado
asustada para esperarla.

Un rato después, la policía llamó a mi casa informándome de que mi amiga había muerto de un
ataque de asma. La habían encontrado en las escaleras de su casa, con una expresión de terror en
su cara. Yo estuve en tratamiento psiquiátrico unos meses y ya me estaba recuperando, pero el otro
día, en mi buzón apareció una nota escrita con letra de niña pequeña que decía: “Tu amiga murió
por no jugar conmigo. Tengo una muñeca nueva…”. Yo creo que es una broma, ya que nuestra
historia se ha hecho bastante popular en el pueblo, pero por otra parte tengo miedo… ¿vendrá a
por mí?

También podría gustarte