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1.1. ORIGEN HISTÓRICO DEL CASTELLANO HASTA LA ACTUALIDAD.

EL ORIGEN DEL LÉXICO CASTELLANO. EL LÉXICO HEREDADO.


El español es una lengua romance y la mayor parte de su léxico procede del latín vulgar, una variedad oral,
diferente del latín clásico que se empleaba en la escritura, y que se utilizó como lengua común o koiné para
permitir la comunicación entre todos los pueblos del imperio romano. Por tanto, la mayoría de las palabras que
utilizamos han evolucionado del latín vulgar a lo largo de muchos siglos sufriendo importantes cambios
fonéticos, semánticos y ortográficos; así de la palabra latina FILIUM tenemos el término español hijo. Estas son
las palabras patrimoniales, presentes en nuestra lengua desde sus inicios. Sin embargo, no todas tienen un origen
directamente latino: el latín hablado ya había incorporado algunas voces procedentes de otras lenguas con las que
convivía: del griego (obispo, palabra…), del celta (camisa, cerveza…), de las lenguas germánicas (guerra, espuela…); y
también tomó algunos términos de las lenguas iberas como arroyo o barranco.
Todo este léxico constituye la herencia que pasó del latín al castellano en el proceso de diferenciación de las
lenguas romances entre los siglos VIII y X. Sin embargo, hay palabras heredadas cuya evolución fonética se
detuvo conservando una forma muy próxima al latín por tratarse de palabras de uso exclusivamente culto o
ligadas a las actividades de la iglesia, que seguía utilizando el latín en sus ceremonias. A estas palabras las
denominamos cultismos, como gloria (del latín GLORIAM), y las diferenciamos de los semicultismos, que son
aquellos vocablos latinos que han sufrido algunos cambios, pero no han completado del todo su evolución
fonética, como sucede con milagro de MIRACULUM que debería haber dado mirajo. Por último, es importante no
confundir cultismo con palabra culta: el primer concepto tiene que ver con el origen y evolución del vocablo; el
segundo está relacionado con el uso de ciertos términos por determinados grupos socioculturales. Así, raudo es
una palabra culta usada en un registro elaborado y rápido es un cultismo de uso común.
EL DESARROLLO DEL LÉXICO CASTELLANO. EL LÉXICO AMPLIADO.
El mecanismo más productivo para ampliar el léxico de una lengua es el préstamo o extranjerismo, es decir,
la incorporación al vocabulario de una voz procedente de otra lengua. Los prestamos están justificados cuando
designan novedades (hardware, software…); pero frecuentemente se adopta un término extranjero, aunque existe ya
uno autóctono: (spray por aerosol) por considerar más prestigiosa la palabra extranjera. En cada época, ha habido
lenguas que han influenciado a sus vecinas, debido a su importancia política o cultural. Así se justifica que el
mayor número de prestamos del castellano durante la Edad Media provengan del árabe, más de cuatro mil
palabras, ya que el Al-Ándalus ejerció su influencia sobre Castilla durante ocho siglos (S. VIII-XV). Son arabismos:
algoritmo, alcantarilla, aceite, etc. En cambio, durante el Renacimiento la mayoría de los prestamos proceden,
lógicamente, del italiano (escorzo, cuarteto, novela…), y en los siglos XVIII y XIX el castellano se llena de galicismos
provocados por a la influencia cultural francesa (galante, modista…). Por último, el siglo XX y el XXI está dominado
por la masiva entrada de anglicismos procedentes, sobre todo, de EEUU (club, fútbol…).
Otra fuente constante de prestamos es la constituida por las lenguas clásicas. Las voces latinas (latinismos) y
griegas (helenismos), adoptadas por el español en algún momento posterior a su formación como lengua,
especialmente a partir del siglo XVIII, son muy frecuentes ya que hasta hoy se siguen considerando lenguas de
cultura y la ciencia recurre a ellas sin cesar para crear nuevos términos. Estas palabras son cultismos por su
forma, próxima al original latino o griego, y préstamos por su origen. Es el caso de septentrional, paradoja, etc. En
numerosas ocasiones, una palabra latina (FABULARE) ha dado lugar a los dos términos, una voz patrimonial (hablar)
y un cultismo (fabular). Es lo que conocemos como dobletes. En estas parejas de palabras, la primera es un vocablo
que ha experimentado la evolución fonética propia del castellano; la segunda, más próxima a la forma original en
latín, es un préstamo adoptado en época más o menos reciente.
Los préstamos que hemos mencionado se caracterizan por haberse sufrido una adaptación fonética y gráfica a
las reglas del castellano: por ello se habla de prestamos adaptados. Esto permite que, con el tiempo, se integren
plenamente en el caudal de léxico propio y llegue a perderse la conciencia de que se trata de préstamos. En los
más recientes, sin embargo, la tendencia a conservar la forma fonética y gráfica original es mucho mayor, sobre
todo, en los anglicismos (software, hardware…) y algunos galicismos (boutique, soufflé…). Se trata de los denominados
prestamos crudos o xenismos. Por último, conviene hablar de los calcos semánticos, que son una forma parcial
de préstamo entre lenguas. Un calco es una traducción directa de unas palabras extranjeras: ventana (window), ratón
(mouse) o archivo (file), que añaden una nueva acepción a un vocablo ya existente en nuestro idioma.
1.2. PROCEDIMIENTOS DE FORMACIÓN DE LAS PALABRAS EN CASTELLANO.
LOS PROCEDIMIENTOS DE FORMACIÓN DE PALABRAS. PROCEDIMIENTOS LÉXICO-SEMÁNTICOS.
El castellano ha ido adaptando su vocabulario a las necesidades expresivas de sus hablantes, que cambian
constantemente como cambia el mundo en el que viven. Así, desaparecen o caen en desuso muchos términos a
los que denominamos arcaísmos, como, por ejemplo, hogaño (“hoy en día”, “actualmente”); pero aparecen sin cesar
otros nuevos, los neologismos, para designar realidades que antes no existían. Hay tres procedimientos diferentes
de creación de nuevas palabras: los morfológicos, los fónico-gráficos y los léxico-semánticos.
El procedimiento que pudiera parecer más simple para crear una nueva palabra, que es inventarla, resulta, sin
embargo, el menos productivo. La invención léxica es rarísima, porque resulta sumamente difícil que una
aportación individual llegue a extenderse a todos los hablantes (la palabra gas, por ejemplo, fue inventada por un
químico flamenco en el siglo XVII). Tiene también un carácter individual la creación léxica mediante
onomatopeyas. Aunque rara vez acaban consolidándose en el vocabulario de la lengua, algunas palabras del
castellano tienen un origen onomatopéyico: nana, runrún, traqueteo, etc. Sin duda, el mecanismo léxico-semántico
más productivo para ampliar el léxico de una lengua es el préstamo o extranjerismo, es decir, la incorporación
al vocabulario propio de una voz procedente de otra lengua.
PROCEDIMIENTOS FÓNICOS Y GRÁFICOS.
—El acortamiento consiste en la reducción de la materia fónica de una palabra, bien por la eliminación de los
fonemas finales (apócope), bien de los iniciales (aféresis). Suele tratarse de palabras de cuatro o más sílabas, que
reducen su extensión a dos o tres, con el consiguiente desplazamiento del acento. Apócopes son palabras como
cine o moto y también nombres propios como Rafa o Tere. La aféresis es menos habitual en nombres comunes
(chacha a partir de muchacha), pero es frecuente en los nombres propios (Chelo, Nino…).
—La abreviatura es en la reducción de la materia gráfica de una palabra. Las abreviaturas se pueden producir
por apócope (perdida de las letras finales), como en S. (san), o por síncopa (perdida de letras en el interior de la
palabra), como en Sta. (santa). Existen abreviaturas simples, como D. (don) y abreviaturas compuestas, en las que
se abrevian varias palabras, que constituyen una fórmula más o menos estereotipada, como sucede con vuestra
señoría (V.S.).
—Las siglas son un tipo de abreviatura compuesta formada por las iniciales de los nombres propios que
designan organismos, instituciones o empresas, como ONU (Organización de las Naciones Unidas).
—Acrónimos. Las abreviaturas y las siglas, normalmente, no forman palabras nuevas, ya que se trata de
reducciones que tienen solo lugar en la escritura. Sin embargo, a veces sucede que el uso de una abreviatura acaba
extendiéndose a la lengua hablada. Se da lugar así a un acrónimo, conjunto de siglas pronunciables que se
integra en la lengua como un sustantivo. En unos casos, el acrónimo coexiste con la expresión completa, como
sucede con CD (pronunciado cedé) y compact disc; en otros la sustituye por completo, de forma que el hablante llega a
perder la conciencia de que se trata de siglas, como sucede con ovni (objeto volante no identificado). También son
acrónimos las voces formadas por el comienzo y el final de los dos términos de un compuesto (automóvil +
ómnibus > Autobús).
PROCEDIMIENTOS MORFOLÓGICOS.
—Derivación que consiste en añadir un morfema derivativo o afijo (prefijos y sufijos) a una base léxica. Los
prefijos nunca modifican la clase gramatical de la palabra. Entre los sufijos, sin embargo, se puede distinguir los
apreciativos (aumentativos, diminutivos, despectivos y superlativos) que no cambian la categoría gramatical del lexema; y los
no apreciativos, que sí la cambian (como grasa-grasiento u odio-odioso).
—Composición. Consiste en la unión de dos palabras. Dependiendo de su grado de fusión encontramos dos tipos:
a) Los compuestos consolidados que se escriben sin separación y el primer elemento no admite morfemas flexivos
(telaraña, hierbabuena); y b) Los compuestos sintagmáticos, donde se mantiene una separación gráfica y cada uno
sigue conservando su propio acento (teórico-práctico, político-social)
—Parasíntesis. Se trata de un uso especial de la derivación y la composición que surge de dos fenómenos: a) La
prefijación y sufijación simultaneas, un lexema al que se le añaden al mismo tiempo un prefijo y un sufijo
(entorpecer), y b) La composición y sufijación simultaneas, una palabra compuesta que a la vez tiene un sufijo
(centrocampista).
1.3. AMPLITUD Y CAMBIO SEMÁNTICO DE LAS PALABRAS. CONNOTACIÓN Y DENOTACIÓN.
LOS CAMBIOS SEMÁNTICOS Y SU CLASIFICACIÓN.
Denominamos cambios semánticos a las transformaciones que se producen en la relación entre el
significante y el significado de las palabras, o entre el significado y su referente. Los cambios semánticos tienen
lugar siguiendo un proceso en el que se distinguen varias etapas: innovación, propagación, generalización y
consolidación. Para que cambie el significado de una palabra ha de producirse primero una innovación, que puede
proceder, en su origen tanto de una necesidad comunicativa de carácter general como de la aportación de un
grupo social, más raramente, de un hablante individual. En cualquiera de los casos, la utilidad del cambio, o el
prestigio del grupo social que lo origina, o en la actualidad, también la influencia de los medios de comunicación,
contribuyen a que la novedad se extienda y llegue a convertirse en un uso común. Si las condiciones son
adecuadas, tal uso puede llegar a consolidarse de manera permanente y a integrarse en el sistema de la lengua.
Hay dos tipos de cambios semánticos: la extensión y la restricción semántica.
La extensión o generalización semántica consiste en una ampliación de la designación de una palabra.
Este cambio se produce con frecuencia en las palabras que pasan a la lengua común desde el léxico restringido
de un grupo específico de hablantes. Así, arribar pasó de significar “llegar un barco a puerto” a “llegar a un sitio”.
Constituye asimismo una extensión significativa el uso de nombres propios como denominaciones de clases de
seres: un donjuan, un danone (para designar cualquier yogur), etc. La restricción o especialización semántica es el
procedimiento inverso: una palabra de la lengua común adquiere una acepción más concreta al utilizarse como
término del léxico específico de un grupo. Es frecuente en el lenguaje científico que recurre a vocablos comunes
para formar tecnicismos (función, probabilidad). También se puede restringir el significado de una palabra común
convirtiéndola en un nombre propio (el Campeador).
CAUSAS Y MECANISMOS DEL CAMBIO SEMÁNTICO.
Las causas del cambio semántico pueden ser lingüísticas, históricas y sociales o psicológicas. De esta forma,
las palabras que se emplean en un determinado contexto lingüístico pueden contagiarse del significado de otras
con las que se utilizan frecuentemente, e incluso llegar a sustituirlas, por ejemplo, teléfono móvil > móvil. Así mismo,
determinados objetos y realidades se transforman con el paso del tiempo. Así, carretera significaba camino público
por el que circulaban carros. Finalmente, la asociación mental de ciertas palabras con objetos y animales produce en
estas un cambio semántico. Por ejemplo, buitre aplicado a un fondo financiero indica que es un producto que se ceba en
la desgracia de los demás. Todos estos cambios se consolidan en la lengua gracias a una serie de mecanismos
semánticos como son: el tabú, el eufemismo, la metáfora y la metonimia.
El tabú es una palabra que no suelen emplearse por prejuicios morales, psicológicos o sociales, y se sustituye por
otra, un eufemismo, que disimule sus connotaciones negativas. Por ejemplo, paro por desempleo. Opuestos a los
fenómenos anteriores son las palabras de prestigio, términos cargados de connotaciones positivas por razones
culturales o ideológicas (natural, clásico, etc.), y el disfemismo, expresiones que recalcan con intención humorística u
ofensiva las connotaciones negativas de un término (cogorza, furcia…). La metáfora se produce por la semejanza
entre dos referentes distintos, como la que existe entre los dientes de una sierra y el perfil de una cadena montañosa.
La metonimia tiene lugar por la contigüidad de dos referentes. Así, a la parte de la prenda de vestir que está en
contacto con el cuello se le llama también cuello (de la camisa, por ejemplo). El tipo de metonimia más habitual en la
lengua es la sinécdoque, es decir, nombrar el todo por la parte o viceversa (una cabeza de ganado con el significado
de “res”).
DENOTACIÓN Y CONNOTACIÓN.
El significado denotativo es la parte estable del significado de una palabra, es común a todos los hablantes y
constituye una información objetiva sobre el referente de dicha palabra, porque no implica ninguna valoración
sobre él. El significado connotativo se refiere a los contenidos que el hablante sugiere intencionada o
involuntariamente en la mente del oyente. Hay tres clases diferentes de connotaciones: Los significados
connotativos propiamente dichos son rasgos de significado que implican una valoración social que se da en una
determinada cultura. En Occidente, por ejemplo, la palabra niño se asocia a ideas como “inocencia” en Occidente.
Los significados afectivos implican asociaciones de significado que revelan sentimientos del hablante. Para
algunos la lluvia puede evocar “tristeza”. Finalmente, los significados estilísticos expresan contenidos que se
asocian con el emisor o con la situación comunicativa. Los términos esposa, señora, mujer o parienta tienen un
significado denotativo similar; su diferencia estriba en el nivel sociolingüístico al que pertenece el hablante.
1.4. RELACIONES SEMÁNTICAS ENTRE PALABRAS.
SEMÁNTICA, SIGNIFICADO Y REFERENCIA.
Se puede definir la semántica como la disciplina que estudia el significado de las palabras, la estructura que
esos significados tienen y las relaciones que mantienen dichos significados en el sistema de la lengua. El
significado está formado por una combinación de rasgos significativos mínimos denominados semas cuya
función es distinguirlos de otros significados. Existen dos clases de significado: el léxico y el gramatical. El
significado léxico es el que aporta el lexema y hace referencia a seres, procesos, cualidades, etc. No todas las
palabras tienen este tipo de significado, en realidad, solo lo encontramos en los sustantivos, los adjetivos, los
verbos y algunos adverbios. El significado gramatical es el que aportan las relaciones entre las palabras dentro
del discurso. Así, el morfema -s/-es significa “plural”. Tienen significado gramatical el artículo, los determinativos
y pronombres, las preposiciones, las conjunciones y algunos adverbios (como casi, quizás, no, aún…). En este
sentido, la preposición por significa “agente” (en Fue localizado por la policía) o “lugar” (en Va por allí).
En semántica es fundamental distinguir entre el significado de una palabra y su referente, que es el objeto o
realidad extralingüística que esa palabra designa. Esta distinción entre significado y referencia es fundamental,
porque permite entender que pueda haber signos que carecen de un referente real; porque designan entidades que
no existen en el mundo físico; pero que tienen significado léxico, como la palabra unicornio. Según su referente
podemos clasificar las palabras en: palabras de referencia singular, aquellas que tienen como referente un ser
único (por ejemplo, todos los nombres propios); palabras de referencia genérica, como los sustantivos
comunes; palabras de referencia relativa, como los determinativos, pronombres y adverbios deícticos y
anafóricos, porque su referente es variable y depende de la situación comunicativa o el contexto lingüístico.
Por último, hay palabras sin referencia (en, de, porque, y…), porque carecen de referente en el discurso y significan
únicamente relaciones gramaticales.
LA ESTRUCTURA DEL SIGNIFICADO DE LAS PALABRAS.
Se denomina polisemia al hecho de que una misma palabra tenga varios significados distintos. Cada uno de
estos significados distintos que puede tener una palabra se denomina acepción. El concepto de polisemia se opone
al de monosemia, que consiste en que una palabra posee un único significado posible. La polisemia constituye
uno de los principales recursos de economía lingüística, puesto que permite al hablante poder expresar gran
cantidad de significados con un número limitado de palabras. Lo habitual en el léxico de una lengua es la polisemia,
sobre todo en los términos de uso común; por el contrario, las palabras monosémicas son menos frecuentes. El
mayor número de voces monosémicas son términos usados en el lenguaje científico y el lenguaje jurídico: nitrito,
subrogación. Es importante no confundir la polisemia con otro fenómeno diferente la homonimia. Son homónimas
dos palabras distintas cuya forma ha llegado a coincidir a causa de la evolución fonética o de la derivación. Es el
caso de bote (procedente de pote: vasija) y bote (procedente del inglés boat: embarcación pequeña).
LAS RELACIONES DE SIGNIFICADO.
Las agrupaciones de palabras de la misma categoría gramatical que comparten algún sema en común se
denominan campos semánticos. Estas agrupaciones se pueden organizar de diferentes formas: 1.
Configuraciones ramificantes. En algunos campos semánticos, las palabras se organizan en estructuras de
carácter jerárquico, en las que el significado de unas palabras incluye el de otras, y estas a su vez el de otras más
concretas. Se denomina hiperónimo a la unidad léxica que denomina al género, e hipónimo a cada uno de los
términos que se incluyen como tipos dentro de ese género. Los términos que son hipónimos de un mismo
hiperónimo se denominan cohipónimos. 2. Configuraciones lineales. Otros campos semánticos presentan
estructuras constituidas por una serie ordenada de elementos. Este orden puede ser de diferentes tipos (espacial,
temporal, de tamaño, de intensidad…). Suspenso- aprobado- notable- sobresaliente. 3. Oposición léxica o antonimia.
Es una relación de contraposición de significado que se produce entre dos palabras determinadas como puede ser
muerto/vivo, grande/pequeño, caliente/frío. 4. Identidad de significados o sinonimia. Se define como la identidad de
significado de dos unidades lingüísticas diferentes. Hay distintos grados de sinonimia. En primer lugar, podría
hablarse de sinonimia completa en aquellas palabras cuyos significados coinciden en todas sus acepciones y
usos. Ello permite que ambas fueran intercambiables en todos los contextos. Sin embargo, tal tipo de sinonimia
es muy poco frecuente. En cambio, sí que es más frecuente la sinonimia conceptual, que entendemos como
identidad semántica de dos palabras que, en determinada acepción, tienen la misma denotación. Por último, se
puede hablar de sinonimia connotativa ya que hay términos con diferente denotación como as y monstruo, que,
sin embargo, comparten los mismos valores connotativos. Eres un as/monstruo de la informática.

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