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Abuela

di que sí

Escrito por Lorena Salmón


Ilustrado por Frida Chamochumbi
Los Gonzales vivían en la casa
de la abuela materna. Papá y
mamá Gonzales estaban
juntos hace muuuuchos años.
Ramiro era el hermano mayor,
acaba de llegar a la adolescencia.

Ana tenía 8 años y era curiosa.


Antes, eran una familia feliz y
unida, pero ahora, compartían
pocas cosas juntos.
Ana solía
revisar el
clóset de su
abuela, jugar
con sus joyas,
probarse su
ropa y
quedarse
horas.
Un buen día, se dió
cuenta que nunca
había echado un ojo
a la repisa superior
del clóset, así que
con la ayuda de una
silla, logró
alcanzarla.

Allí arriba sólo había


un viejo balde de
pintura.
Este decía:
“Pintura Mágica.
Todo lo que pinta,
cobra vida”.
Ana tuvo una idea colorida,
iba a remodelarle a su abuela
el cuarto antes de que llegara
Navidad.
-Abuela, ¿me dejas pintar
las paredes de tu cuarto?
Ya verás cómo se llena de vida
La abuela le dijo -No pequeña,
me gusta mi cuarto tal cual
está, como cuando el papapa
vivía-

Y ante cada “NO” de su abuela,


ella insistió e insistió.
Un día la recibió de misa con un
cartel que había armado con una
cartulina grandota: ¡DI QUE SÍ
ABUELA!

Mamama aceptó. La remodelación


del cuarto de la abuela se volvió un
proyecto familiar. Todos los
Gonzales se sumaron.
Despegaron el papel de
las paredes, las lijaron,
y decidieron juntos que
usarían el balde de
pintura mágica para
renovar la pared más
grande de la habitación
y para seguirle la
cuerda a Ana.
Lo que sucedió después, nadie
lo va a creer.

La pared donde estaban las


fotos de la familia entera,
ahora color rosa,
abrió los ojos y dijo:

-¡Oh, qué maravilloso


despertar! Justo antes
de Navidad!

Me presento: me llamó Lupe-


Los Gonzales no
salían de su
asombro;
ese balde era
mágico.
Lupe les dijo que había esperado
mucho tiempo para esto, que tenía
muchas anécdotas y recuerdos
de todos:
Cuando mamama
y papapa eran
jóvenes, cuando
se convirtieron en
padres por primera
vez, cuando los
nietos se quedaban a
dormir.
Lupe tenía tanto por contar que el día
de Navidad decidieron mover el árbol
al cuarto de la abuela y escuchar
a Lupe contando recuerdo,
tras recuerdo.

La abuela estaba feliz y sintió


al abuelo más presente que nunca.

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