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La sociedad posible

en el discurso político
latinoamericano:
Miranda, Bolívar,
Sarmiento y Martí
Gerardo Morales
Facultad de Ciencias Sociales
Universidad Nacional

Resumen
En este artículo se analiza América Latina como una región donde el concepto de
“sociedad posible” ha sido utilizado por mucho tiempo. Este tipo de sociedad en Lati-
noamérica se asocia a un proyecto social y ciudadano en el cual la solidaridad, la jus-
ticia y la igualdad pueden ser desarrolladas plenamente como un proyecto de nación.

Palabras claves: utopía, América Latina, nación, construcción de una sociedad

Abstract
In this article we analyze Latin America as a region where the concept of “pos-
sible society” has been considered many years ago. This kind of society in Latin
America is a social and civic project in which solidarity, justice, and equality can
be totally developed as a nation project.

Keywords: utopia, Latin America, nation, constructing a society

Introducción eclesiástica, vida civil y militar, actividad

E
económica y dominación política, fuerzas
l historiador español José Antonio locales e impulsos de centralización”, en-
Maravall, en un sugestivo ensa- tre otros (Maravall, 1982: 27).
yo sobre el pensamiento utópico,
señala que la historia europea se asienta Señala, asimismo, otra contraposición
en el conflicto generado por la existencia dualista que tiene para nosotros particular
de dualismos en su trama social. Así, se importancia y que él ilustra remitiéndose a
puede observar “poder laico y potestad la metáfora de la ciudad:

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de un lado, la experiencia de la ciu- actual”, la cual se asume como defectuo-


dad real en que de hecho viven los sa, sitúa claramente la persistencia de la
hombres, y de otro, el anhelo de construcción utópica, ideal, que atraviesa
la ciudad ideal que orienta aspira- la historia de las sociedades. La búsqueda
ciones más o menos enérgicas de o construcción de la “ciudad ideal”, de un
reforma. Bajo este doble juego de mundo donde hombres y mujeres realicen
ciudad empírica-ciudad ideal han plenamente su naturaleza, su destino, es
vivido las sociedades europeas, por uno de los compromisos más insistentes
lo menos a partir de cierta época, la en las sociedades modernas, tanto euro-
interna tensión de contraponer dos peas como latinoamericanas.
planos: el de las imperfecciones,
insuficiencias y alienaciones de los El movimiento iluminista y la misma Revo-
regímenes de convivencia, en los lución Francesa de 1789 contenían y encar-
que de hecho y por hallarlos consti- naban, en los varios proyectos de sociedad
tuidos sobre sí, han desenvuelto su en disputa, esa “ciudad ideal” de que habla
coexistencia los hombres (y) el del Maravall. Los movimientos sociales del
modelo de la ciudad perfecta en el siglo XIX en Europa, aquellos que van de
que la plenitud de realización de la 1830 hasta 1871, figuran también, en un
vida humana se juzga posible. Este contexto ya posfeudal, como el intento por
modelo actúa como eficaz término acabar con la “ciudad real” e instaurar un
de comparación, como paradigma nuevo contrato social, un nuevo pacto socie-
con el que se confronta lo existen- tal. El socialismo y sus vertientes definen su
te (...) La tensión bipolar entre lo propio proyecto de sociedad, su propia “so-
que, de momento podemos llamar ciedad posible”, que articulan entre la socie-
“realidad actual” y lo que pode- dad histórica y la imaginada.
mos llamar “paradigma de futuro”
(...) aparece bajo formas diferentes, En los movimientos artísticos y cultura-
desde muy temprana fecha en la les se observa de igual manera, cuando no
historia de Occidente, confiriéndole se proponen explícitamente, escapar de
ese aspecto de dinamismo que le es la “ciudad real” a mundos de naturaleza
peculiar: los hombres se han consi- “preciviles”, la urgencia por participar en
derado viviendo en la inestable si- la construcción de nuevas estéticas, que se
tuación de hallarse insertos en una correspondan con nuevos modelos de so-
ciudad defectuosa y piensan que ciedad y de sensibilidad.
les es posible reformar ese mundo
La política como teoría del pacto social se
que les rodea, bajo la aspiración que
ha preocupado, desde sus inicios, en aten-
ejerce sobre ellos un modelo para-
der esa tensión entre lo que es –un estado
digmático, mentalmente proyecta-
de cosas particular– y lo que puede ser –la
do. (Maravall, 1982: 27-28)
sociedad posible–. Los movimientos socia-
La referencia a un “paradigma de futu- les, por su parte, se orientan precisamente,
ro” que se confronta con una “realidad desde el ámbito de la voluntad y la acción,

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a hacer posible lo que es deseo o imagen, lo pero además como proyecto de “nación”
que es proyecto de sociedad. Hugo Zemel- en sus dos vertientes, la nación particular
man ha insistido en recuperar, dentro del (la patria chica) y la nación latinoamerica-
ámbito de la política y de lo político, lo que na (la patria grande). Si hablamos en Amé-
él denomina “proyectos de sociedad (...) rica Latina de historia política, de historia
viables” (Zemelman, 1989: 33), cuyos ho- social o cultural, en sus distintas fases his-
rizontes de posibilidad se articulan alrede- tóricas, debemos considerar esos proyec-
dor de dos ejes de definición: una situación tos de sociedad o “sociedades posibles”
histórica particular y visiones posibles de que de una u otra manera emergen, con
realidad. Según este autor, la relación enun- particular fuerza, desde finales del siglo
ciada es fundamental para la comprensión XVIII pero no exclusivamente, en el pen-
de los procesos históricos, en particular los samiento y la acción tanto de individuos
propios de América Latina. como de colectividades, tanto de pensado-
res como de grupos de ciudadanos.
Asumimos, sin embargo, que confron-
tar el presente y adelantar una “sociedad Así, cuando se habla en las primeras dé-
posible”, de ninguna manera ha de verse cadas del siglo XIX de “gobierno repu-
como propio de la acción utópica. El no blicano” o cuando después de la Segunda
lugar de la utopía clausura, en muchos Guerra Mundial se insiste en la construc-
casos, la posibilidad misma de cambio y ción de la “sociedad democrática”, te-
hasta de la acción política que se articula nemos frente a nosotros horizontes de
como movimiento. Preferimos, por esta posibilidad o, mejor, de aquello que puede
razón, relacionar el “paradigma de futu- ser en contraposición con un estado de co-
ro” de Maravall con la noción de “socie- sas que se tiene por insuficiente, incom-
dad posible” en tanto esta se articula en el pleto o no deseado.
pensamiento político como expresión del
proceso histórico y que, además, se puede Colonialismo, dependencia económica,
convertir fácilmente en acción colectiva y desequilibrios económicos, opresión, in-
hasta en sociedad real. La “sociedad posi- justicia, pobreza, corrupción, imposición
ble”, por otra parte, implica dos ámbitos: cultural, cualquiera de estas situaciones se
el contexto externo de la sociedad que se conjuntan en un estado de cosas que sir-
desea construir y el interno, donde se pre- ven de punto de partida para la reflexión
tende instaurar un nuevo tipo de ciudada- acerca del porvenir inmediato, acerca de
nía, un nuevo pacto social. lo posible en relación con lo existente.

Desde esta perspectiva, consideramos Un estudioso francés de la cultura latinoa-


que América Latina es una de las regio- mericana, Nöel Salomon, escribe:
nes donde más se ha reflexionado y escri-
to sobre la “sociedad posible”, entendida Los escritores y los poetas latinoa-
esta como un proyecto de sociedad y ciu- mericanos del siglo XIX fueron en
dadanía donde la solidaridad, la justicia y su mayor parte –hasta la época del
la igualdad puedan realizarse plenamente, Modernismo– hombres de acción

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mezclados en las luchas de sus na- se manifestó primero como “sociedad po-
ciones en proceso de formación. sible”, como “imagen y posibilidad” de
Casi siempre entraban en las lides acuerdo con la bella expresión del escritor
literarias con los ojos del ciudadano cubano José Lezama Lima.
preocupado por los problemas de
su país o de su continente de ám- De hecho, la teoría de la revolución en
bito indefinido. Antes que los te- América Latina, más que teoría política,
mas estéticos, preferían y ansiaban hay que entenderla como el esfuerzo sacri-
la realización histórica de ciudades ficial para el logro de lo posible, de la posi-
ideales. (Salomon, 1980: 19) bilidad. Sea que se piense en los procesos
de la independencia entre 1810 y 1830, o
De tal manera que lo posible es ciertamen- en la creación de los estados liberales, o en
te uno de los ejes más importantes de la la lucha anticolonial y antiimperialista de
cultura, la economía y la política latinoa- Cuba hacia finales del siglo XIX, o en los
mericanas en tanto los esfuerzos en estos movimientos de lucha armada contempo-
ámbitos tienen siempre como base una si- ráneos, en cualquier caso tenemos siempre
tuación real y un horizonte de posibilidad. la aspiración a fundar una nueva sociedad,
Lo posible articula constantemente los esa “sociedad posible” soñada y adelanta-
movimientos sociales y culturales latinoa- da por el discurso y que se tematiza como
mericanos, sea que se tenga como pers- un horizonte de posibilidad para superar
pectiva la reforma o la revolución. los obstáculos o los límites impuestos por
lo existente, llámese sociedad colonial,
La concreción de la posibilidad es pre- neocolonial, o poscolonial.
cisamente la culminación de un proceso
de desarticulación y reestructuración de Cabe anotar que la “sociedad posible” tie-
la “ciudad real” y la consecuente afirma- ne sus raíces, como se ha planteado, en la
ción, como nuevo orden social o como “sociedad real”, pero no emerge de una
nuevo contrato social, de una imagen que manera automática de esta. Es necesaria
se predica como deseable (paradigma de la existencia de grupos de actores o suje-
futuro) y para cuya realización se lucha tos que articulen esa “sociedad posible” y
hasta la muerte. La revolución cubana, li- que luchen por hacerla realidad. En el caso
derada por Fidel Castro y sus compañeros, de América Latina, la cuestión del sujeto
es, antes de 1959 y en el contexto de un de la acción política ha sido ampliamente
gobierno neocolonial como el de Fulgen- debatida. Miranda, Bolívar, Sarmiento y
cio Batista, un momento en el proceso de Martí tenían claro el papel y el lugar de los
construcción de una “sociedad posible”, distintos sectores o grupos de la sociedad
cuyos antecedentes se pueden encontrar en los nuevos proyectos de sociedad que
tanto en las luchas por la independencia proponían. José Martí, en Nuestra Améri-
de Cuba de finales del siglo XIX como ca, de 1891, se refirió al “hombre natural”
en el pensamiento de José Martí. Así, la (Martí, 1998: 7), como fundamento de la
nueva “sociedad real”, que se consolida cultura hispanoamericana, el hombre na-
muchos años después de la revolución, tural en el sentido del sujeto llamado a

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desplegar la posibilidad de este “pequeño exclusión, con todo y que estos pensado-
género humano” que somos, en palabras res y hombres de acción hayan sido defi-
de Simón Bolívar. nidos como demoliberales. Ni uno ni otro
asumieron plenamente la participación ac-
Ese “hombre natural” martiano figura, a tiva de la totalidad de la población civil de
nuestro juicio, como el agente de una “socie- sus sociedades. El temor a la solución ja-
dad posible” pensada y articulada plenamen- cobina, extremista, les alejó de los gobier-
te por Martí, no ya alrededor de la dicotomía nos populares y los acercó a los modelos
“barbarie y civilización” como en el caso del de sociedad articulados alrededor de los
argentino Sarmiento, sino en un proyecto de sectores criollos propietarios y aristocrati-
sociedad de naturaleza incluyente, en todas zantes, más que en la plebe o los sectores
sus dimensiones: étnicas, políticas, econó- populares a quienes consideraban incapa-
micas, éticas y culturales que supera, en mu- ces de gestión política. Otro insigne pró-
cho, las dicotomías propias del pensamiento cer latinoamericano, Domingo Faustino
de la modernidad eurocéntrica. Sarmiento, cuya influencia durante buena
parte del siglo XIX fue definitiva, optó por
Si analizamos de igual manera el discurso de un proyecto de sociedad excluyente, don-
otros pensadores y precursores como, Hos- de el inmigrante europeo, blanco y culto
tos, Manuel Ugarte, Sandino, Che Guevara, era el centro gravitacional. En este caso,
o de intelectuales como Alfonso Reyes, José como en los dos anteriores, a pesar de la
Vasconcelos, Ornar Dengo, Joaquín García defensa de sociedades modernas, ilustra-
Monge, aun si los instalamos debidamente das y liberales, el componente indígena o
en sus respectivos campos intelectuales, en popular se asume con recelo, más como
su tiempo y circunstancia, encontraremos rémora que como una posibilidad.
en ellos esa “sociedad posible” que se arti-
cula como imagen y posibilidad. Así, Miranda, Bolívar y Sarmiento, con
todo y su importancia en los procesos de
Debemos señalar, desde ahora, que la “so- independencia y consolidación de los Es-
ciedad posible”, presente en los autores tados nacionales latinoamericanos, queda-
mencionados o en otros, se corresponde ron presos, a nuestro juicio, del paradigma
plenamente con la naturaleza de la socie- civilizatorio, es decir, de la opción euro-
dad existente y con las posibilidades de céntrica del desarrollo societal. Es notoria,
esta sociedad por superarse a sí misma, de en estos tres pensadores, la presencia de la
pensarse e imaginarse de otra manera. Asi- “ciudad industrial” que expresa el progre-
mismo ocurre con la particular configura- so de la civilización, contra la pesadez de
ción de los proyectos políticos de cada uno la ruralidad criolla.
de estos pensadores, hombres de acción e
intelectuales y la configuración del campo En el caso de Martí, su propuesta de “so-
del poder en un momento determinado. ciedad posible” comporta una ruptura con
las anteriores. Martí, como más tarde Ma-
En el caso de Miranda y Bolívar, “la so- riátegui, asume que tanto la nación conti-
ciedad posible” se articula a partir de la nental latinoamericana (Nuestra América)

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como las distintas patrias chicas, han de La sociedad posible en Francisco de


incorporar, si desean ser consecuentes, a Miranda y Simón Bolívar
los sectores excluidos: indios, negros, po-
bres, mujeres, etc. Se trata de “sociedades Francisco de Miranda (1750-1816) ha sido
posibles” democráticas y populares orien- catalogado por don Mariano Picón Salas
tadas hacia la inclusión. La presencia del como “el primer criollo de dimensión his-
imaginario martiano en intelectuales como tórica mundial”. Según Ricaurte Soler ,
Rodó, Ugarte, Vasconcelos, Mariátegui,
García Monge, Omar Dengo o en el Che, en la corriente demoliberal de la
se corresponde con la defensa, moderada emancipación todos los temas his-
o radical, de un proyecto de “sociedad po- panoamericanos –la nación ame-
sible”, en la cual se realice plenamente la ricana, autodeterminación de los
ciudadanía inclusiva. pueblos, reinterpretación de su
historia– encontraron en la acción
La existencia de estas sociedades posibles y pensamiento de Miranda la más
en la historia latinoamericana, desde fina- decidida formulación (...) La acción
les del siglo XVIII, quizá sea una de las y pensamiento mirandianos consti-
coordenadas que hace posible entender la tuyen, con anterioridad a Bolívar,
pervivencia, hasta el día de hoy, de una el más permanente empeño en pro
cultura plural y contestataria que no acep- de la unidad hispanoamericana. (Ri-
ta, de buenas a primeras, la imposición de caurte Soler, 1980: 42, 45)
la arbitrariedad y del pensamiento único.
O mejor, en momentos como los actuales, Miranda, como otros tantos liberales de los
donde la “sociedad posible” es la sociedad sectores criollos dominantes de finales del
global, pensada y diseñada desde los cen- siglo XVIII y principios del XIX, conoce-
tros imperiales contemporáneos, y tema- dor, como ninguno, de los movimientos so-
tizada en abundancia, resulta imperativa ciales europeos, posee una clara conciencia
la incorporación como referencia ética y del agotamiento del modelo de dominación
política, del tema de la “sociedad posible” español, a partir, sobre todo, del momento
pensada desde América Latina. en que el modelo inglés de sociedad emerge
como paradigma y el cual relaciona de ma-
Considerando lo anterior, el propósito de nera directa con el progreso de las socieda-
este trabajo es indagar en algunos escritos des modernas. Para Miranda, el propósito
fundamentales de próceres, hombres de de su prédica es convencer a los americanos
acción e intelectuales latinoamericanos, de la arbitrariedad del poder español, luchar
la presencia y naturaleza de la “sociedad por la independencia, construir una socie-
posible”, de algunos elementos centrales dad que garantice la libertad pero siempre
de sus proyectos de sociedad y valorar, bajo el esquema de la exclusión de aque-
en consecuencia, la importancia de estos llos que no cumplan con ciertos requisitos
imaginarios en la cultura contemporánea como ser libre, propietario de tierras o con
latinoamericana. una renta anual. En su Plan de Gobierno de
1801, lo primero que proclama Miranda es

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la abolición del gobierno español: “toda au- lo reconoce Acosta Saignes (1977: 469),
toridad emanada del gobierno español que- con respecto a Bolívar, pero este término
da abolida ipso facto” (Miranda, 1977: 13). hay que ubicarlo en el contexto semántico
Establece, inmediatamente, las condiciones “criollo”, de los sectores profundamente
de participación de la población civil en los afectados por el dominio del gobierno es-
distintos ámbitos de la nueva sociedad: pañol que para entonces se había converti-
do en un obstáculo para las aspiraciones de
Los comicios estarán formados los americanos y de su proyecto de socie-
por todos los habitantes nativos o dad. La independencia es, sin duda alguna,
ya afincados en el país, cualquie- la solución histórica a la relación conflic-
ra sea la casta a que pertenezcan, tiva entre colonias e imperio, donde este
siempre que hayan cumplido los 21 último, incapaz de asegurar el desarrollo
años, que hayan jurado lealtad a la moderno de las sociedades coloniales, se
nueva reforma del gobierno y a la constituye en el término por reemplazar.
independencia americana, que ten-
gan una renta anual de 36 piastras, En esta situación real, o de esta situación
que hayan nacido de padre y madre real, emergen las visiones de realidad o las
libres, que no ejerzan servidumbre “sociedades posibles”, que delinean, con sus
doméstica ni hayan sufrido pena in- propias contradicciones, el horizonte de fu-
famante. (1977: 13) turo. En el caso de Miranda y de Bolívar, di-
fícilmente podían plantearse un proyecto de
Con respecto a las nuevas autoridades que sociedad incluyente por la sencilla razón de
participarán en los cabildos y ayuntamien- que los procesos de la independencia fueron
tos de las diferentes ciudades, se establece liderados, fundamentalmente, por criollos de
que los miembros de estos órganos “deberán los sectores dominantes y no tanto por quie-
ser propietarios de no menos de diez arpen- nes, en el siglo XX, se definirían como per-
tes de tierra” (1977: 13). Aunque dispensa a tenecientes al “pueblo/nación”. Los sectores
los indios y negros de esta última condición, populares, indios, negros, esclavos, campe-
de ninguna manera se garantiza su plena in- sinos pobres, u otros que se puedan incluir,
corporación a la actividad política. Como no fueron exactamente los sujetos del proce-
Bolívar, Miranda teme la solución jacobina. so aunque participaran aportando su contan-
Aboga por una sociedad libre pero bajo la te presencia y sacrificio.
dirección de los patricios propietarios.
Tanto Miranda como Bolívar tienen frente
Sin duda, esta “sociedad posible” se cons- a sí más que un modelo jacobino, revolu-
tituye a partir de la independencia del go- cionario radical, los modelos inglés y nor-
bierno español, pero bastante lejana del teamericano de los que toman muchas de
modelo revolucionario francés o de cual- las instituciones políticas que proponen.
quier modelo con participación popular.
Es posible que durante los años anteriores, Así, estos modelos de sociedad, o “socieda-
durante y después de la independencia, des posibles”, como proyectos de nación, no
se haya hablado de “revolución”, como superarán, no lo podían hacer, su contenido

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oligárquico, el cual será afirmado, asimis- coyunturas históricas precisas. A su vez,


mo, por Simón Bolívar. De este último dirá la “sociedad posible” adelantada por Bolí-
Juan Marichal lo siguiente: “Para Bolívar var, que incorpora las urgencias de la hora,
su constitución es la mejor concebible para contiene las limitaciones y contradicciones
los países de la América recién emancipada propias de un periodo de transición, donde
porque representa (...) la fusión de la de- la colonia se prolongará todavía en la Re-
mocracia y la aristocracia, del imperio y la pública. Sobre Bolívar escribe John Lynch:
república” (Marichal, 1978: 42).
Simón Bolívar era un producto de
Simón Bolívar (1783-1830) constituye, la aristocracia criolla, nacido (...)
sin duda, una de las más importantes refe- de una de las más ricas y poderosas
rencias en el pensamiento latinoamerica- familias de la colonia, propietarios
no. Es una figura ejemplar en tanto piensa, de haciendas de cacao, plantacio-
hacia finales de la época colonial, los dos nes de algodón, ranchos ganaderos,
ámbitos de la “sociedad posible” latinoa- molinos de azúcar, varias casas en
mericana. Su acción política se orienta Caracas y, por supuesto, un gran nú-
hacia la construcción de las “patrias chi- mero de esclavos. Empezó su vida
cas” latinoamericanas, pero también a la de adulto con una gran fortuna per-
construcción de la “patria grande”. Tanto sonal en capital y en propiedades, y
las primeras como la segunda se definen fue un miembro distinguido, aun-
a partir de la independencia del gobierno que no representativo, de la clase
español el cual es valorado por Bolívar terrateniente. Era de estos intereses
de una manera virulenta: “más grande es de los que hablaba cuando denunció
el odio que nos ha inspirado la Península, la servidumbre de los americanos,
que el mar que nos separa de ella; menos su exclusión de los cargos públi-
difícil es unir los dos continentes que re- cos y del comercio, su papel como
conciliar los espíritus de ambos países” productores de materias primas y
(Bolívar, 1978: 10). Omar Dengo (1971: consumidores de manufacturas es-
168) asigna a Bolívar un papel de primer pañolas. (1976: 224, 225)
orden: “Bolívar le dio a América el senti-
do de la libertad”. Joaquín García Monge, Este mismo autor reconoce que Bolívar su-
mientras tanto, lo llama “nuestro cabal pa- peraba a su clase en conocimientos, juicio y
dre Bolívar” (1981: 260). capacidad. Su formación política, estricta-
mente liberal, lo familiarizó desde tempra-
Los libros de texto latinoamericanos re- no con el pensamiento de la Ilustración y el
conocen plenamente el papel esencial de pensamiento liberal inglés. Por otra parte,
Bolívar en la construcción de “nuestra hay que tener muy presente que los mo-
América”. Pero lo cierto es que Bolívar, delos inglés y norteamericano de sociedad
como a otros hombres de acción, ha de gravitaban ya en la teoría política criolla.
ubicársele en su contexto de posibilidades.
Su pensamiento y obra se corresponden Así, el horizonte de posibilidad está dado
con una sociedad real, con una serie de por las sociedades latinoamericanas reales,

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la existencia de sociedades concretas que propia de la expansión capitalista, la Euro-


sirven como referentes y las propias “so- pa comerciante, que tanto admira. Así, su
ciedades posibles” que se articulan en el lucha por la independencia de las nacio-
pensamiento de una figura como la de Si- nes meridionales se relaciona directamen-
món Bolívar. te con un “proyecto civilizatorio” dentro
del cual la idea liberal es determinante.
En la Carta de Jamaica fechada en Kings- Resulta fundamental, asimismo, resaltar
ton el 6 de setiembre de 1815 y dirigida que Bolívar tematiza a temprana hora el
a Henry Cullen, Bolívar acomete la tarea problema de la identidad de estas naciones
de definir algunos ámbitos de su proyecto o, si se quiere, de la constante perplejidad
político y, en particular, aspectos esencia- acerca de nuestra pertenencia:
les de la “sociedad posible” americana.
Lo primero que hace Bolívar es enjuiciar Nosotros –dirá– somos un pequeño
severamente, como ya lo vimos, la polí- género humano; poseemos un mun-
tica del gobierno español. Para Bolívar do aparte, cercado por dilatados
esta política condujo a una anulación to- mares, nuevo en casi todas las artes
tal de la posibilidad de desarrollo de esta y ciencias aunque en cierto modo
América, con el agravante de que tanto la viejo en los usos de la sociedad civil
“Europa civilizada”, como denomina a la (...) mas nosotros, que apenas con-
Europa no española, como los del Norte servamos vestigios de lo que en otro
de América apenas si se preocuparon por tiempo fue, y que por otra parte no
su destino. Escribe Bolívar: “No sólo los somos indios ni europeos, sino una
europeos, pero hasta nuestros hermanos especie media entre los legítimos
del norte se han mantenido inmóviles es- propietarios del país y los usurpa-
pectadores de esta contienda, que por su dores españoles… ( 1978: 17).
esencia es la más justa, y por sus resulta-
dos la más bella e importante de cuantas En el Mensaje al Congreso de Angostura
se han suscitado en los siglos antiguos y (1819) matizará su planteamiento original:
modernos” (Bolívar, 1978: 15). Líneas an-
tes pregunta Bolívar: “¿Y la Europa civili- Tengamos en cuenta que nues-
zada, comerciante y amante de la libertad, tro pueblo no es el europeo, ni el
permite que una vieja serpiente, por sólo americano del norte, que más bien
satisfacer su saña envenenada, devore la es un compuesto de África y de
más bella parte de nuestro globo? ¡Qué! América que una emanación de
¿Está la Europa sorda al clamor de su pro- Europa, pues que hasta la España
pio interés? ¿No tiene ya ojos para ver la misma deja de ser europea por su
justicia?” (1978: 13,14). Es evidente que sangre africana, por sus institucio-
el Libertador tiene muy claro que el desti- nes y por su carácter. Es imposible
no de esta parte del mundo no está ligado asignar con propiedad a qué familia
a la suerte de España, a la cual ubica en un humana pertenecemos. La mayor
estadio menor de desarrollo económico y parte del indígena se ha aniquila-
social, sino a esa “Europa civilizada”, la do; el europeo se ha mezclado con

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el americano y con el africano, y de caudillos inescrupulosos, conducía al


este se ha mezclado con el indio y desorden y la anarquía. Su lucha por una
con el europeo. Nacidos todos del Patria Grande se inscribe en este contexto.
seno de una misma madre, nuestros
padres, diferentes de origen y en La posición de Bolívar se complica, sin
sangre, son extranjeros, y todos di- embargo, cuando reflexiona acerca de la
fieren visiblemente en la epidermis; forma y espíritu de las sociedades nacio-
esta desemejanza, trae un reto de la nales. En este punto, encontramos que su
mayor trascendencia. (Fernández “sociedad posible” acusa los rasgos de
Retamar, 1995: 129). un modelo orientado por esos “criollos”
patricios o propietarios que disputan la
Este importante reconocimiento es de par- hegemonía al gobierno español. En su pro-
ticular interés en tanto más que la oposi- puesta de gobierno es claro en afirmar la
ción entre dos estados de espíritu o dos república pero bajo un esquema de poder
estados de civilización, lo que tenemos que garantice la libertad y el orden. Que ga-
acá es el principio de hibridación cultural. rantice, además, las jerarquías. Se trata, a
Nuestra América es una América mestiza, nuestro juicio, de lo que Guillermo Castro
híbrida, que se define a partir de la diferen- ha llamado el Estado y la sociedad oligár-
cia, de la heterogeneidad. Con mucha ra- quica, que emergen inmediatamente des-
zón sostiene Martí en Madre América que pués de la independencia y se consolidan
nuestra tierra es una “tierra híbrida y ori- en la década de los ochenta del siglo XIX
ginal, amasada con españoles retaceros y (Castro, 1985). Y en este modelo, como
aborígenes torvos y aterrados, más sus sal- bien lo anota Castro, lo nacional-popular
picaduras de africanos y menceyes” (Salo- se subsume en lo nacional-oligárquico.
mon, 1980: 39). Martí será quien defina,
con extraordinaria lucidez, los términos La sociedad posible en Sarmiento
de nuestra cultura. Ni barbarie ni civiliza-
ción: “No hay batalla entre la civilización Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888)
y la barbarie –dirá Martí –, sino entre la es una figura paradigmática en la historia
falsa erudición y la naturaleza” (Martí, cultural y política latinoamericana. Sus plan-
1998: 7). Hay que reconocer, indudable- teamientos han originado tanto posiciones
mente, que Bolívar fue uno de los prime- de apoyo incondicional como de vehemente
ros en plantear la pregunta y adelantar la rechazo. Ezequiel Martínez Estrada ha lla-
respuesta sobre la naturaleza de nuestro mado la atención acerca de la complejidad
ser histórico. El proyecto de sociedad o la de la figura de Sarmiento y de la necesaria
“sociedad posible” bolivariana contempla ponderación de los extremos de su pensa-
con mucha claridad el carácter distintivo miento, para no caer en la tentación de una
de este “pequeño género humano” con lectura superficial de sus escritos que lleve a
respecto a la sociedad europea y nortea- una inmediata desautorización del persona-
mericana. Con claridad observó Bolívar, je, en un escenario a su vez complejo como
asimismo, que una América disgregada, eran las sociedades decimonónicas en Amé-
presa de las guerras civiles y en manos rica Latina. (Martínez Estrada, s.f.: 113).

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La sociedad posible en el discurso político latinoamericano: Miranda, Bolívar, Sarmiento y Martí

Como pensador y hombre de acción, su 24). Para Sarmiento, justamente, el proble-


obra se configura como expresión del pro- ma fundamental no será la relación entre
ceso histórico latinoamericano del siglo las colonias y el imperio, sino el proceso de
XIX, en particular en la coyuntura posin- construcción de las sociedades criollas bajo
dependentista donde las sociedades recién un esquema que bien puede denominarse
emancipadas se dan a la tarea de consti- oligárquico-liberal. Entiende Sarmiento
tuirse en naciones. Sarmiento, como otros que estas sociedades no son las europeas y
intelectuales de su generación, pertenece que por la naturaleza de sus historias arras-
a los sectores medios de una oligarquía tran las rémoras de un pasado indígena y
poscolonial, para los cuales la tarea más colonial que las sitúa por debajo de las so-
importante es la construcción de una so- ciedades “civilizadas”. Su enjuiciamiento
ciedad que garantice el progreso en todas de la sociedad americana lo hace a partir del
sus expresiones. A Sarmiento se le ha defi- paradigma civilizatorio, de la idea que tiene
nido como “liberal romántico”, lo cual im- de las sociedades industriales y capitalistas.
plica asociarlo a los movimientos políticos Sarmiento observa fundamentalmente las
y culturales europeos del momento. En pa- carencias, los déficit acumulados que impi-
labras de Juan Marichal: “puede así man- den a las sociedades de nuestra América un
tenerse que Sarmiento es una de las figuras despegue semejante a los países capitalistas
más completas del liberalismo romántico europeos o a los Estados Unidos. Son estas
que recogió el legado humanitario del si- carencias las que hay que superar rápida-
glo XVIII para identificarse plenamente mente con el propósito de salvar etapas y
con la democracia” (Marichal, 1978: 66, llegar a ser como los países industriales y
67). Este legado humanitario hay que si- desarrollados. “Alcancemos a Estados Uni-
tuarlo, sin embargo, en su debido contex- dos –escribe en 1883–. Seamos la América,
to. Sarmiento es un liberal que tiene detrás como el mar es el Océano. Seamos Estados
suyo una sociedad en construcción, una Unidos” (Sarmiento, 1978: 18).
sociedad a la que hay que dotar de institu-
ciones y de estructuras de poder. Sobre él, Roberto Fernández Retamar escribe:

Como bien lo señala Guillermo Castro, Para Sarmiento, por su parte, la


siguiendo el planteamiento de Agustín historia de América son “toldos de
Cueva, el proceso de construcción de las razas abyectas, un gran continente
sociedades nacionales durante la segun- abandonado a los salvajes incapa-
da mitad del siglo XIX se inscribe en un ces de progreso”. Si queremos saber
contexto interno particular: “un proceso cómo interpretaba él el apotegma de
de desarrollo capitalista de tipo “junker” u su compatriota Alberdi “gobernar
oligárquico, que comporta como una de sus es poblar”, es menester leerle esto:
características la dependencia neocolonial, “Muchas dificultades ha de presen-
que se combina y se sustenta con la ausen- tar la ocupación de país tan extenso:
cia de una transformación democrático-re- pero nada ha de ser comparable con
volucionaria de las estructuras productivas las ventajas de la extinción de las
del período colonial” (Castro, 1985: 23, tribus salvajes”: es decir, –concluye

REPERTORIO AMERICANO. Segunda nueva época N° 26, Enero-Diciembre, 2016 75


Gerardo Morales

Fernández Retamar– para Sarmien- instrucción, alguna organización


to gobernar es también despoblar de municipal, el gobierno regular, etc.
indios (y de gauchos)”. (1995: 151). Saliendo del recinto de la ciudad,
todo cambia de aspecto; el hom-
En otro importante ensayo, Fernández Re- bre de campo lleva otro traje, que
tamar recoge las tesis de Sarmiento que llamaré americano, por ser común
afinara en 1883. Escribe Sarmiento: a todos los pueblos; sus hábitos de
vida son diversos, sus necesidades,
Puede ser muy injusto exterminar peculiares y limitadas: parecen dos
salvajes, sofocar civilizaciones na- sociedades distintas, dos pueblos
cientes, conquistar pueblos que están extraños el uno al otro... (se trata)
en posesión de un terreno privilegia- de la lucha entre la civilización eu-
do; pero gracias a esta injusticia, la ropea y la barbarie indígena, entre
América, en lugar de permanecer la inteligencia y la materia. (Castro,
abandonada a los salvajes, incapaces 1985: 89)
de progreso, está ocupada hoy por
la raza caucásica, la más perfecta, Podría caer uno en la tentación del enjui-
la más inteligente, la más bella y la ciamiento moral, en la descalificación sin
más progresiva de las que pueblan más de tales criterios. Sucede, sin embar-
la tierra; merced a estas injusticias, go, que este era el pensamiento genuino
la Oceanía se llena de pueblos civi- de muchos de los intelectuales de me-
lizados, el Asia empieza a moverse diados del siglo XIX en América Latina,
bajo el impulso europeo, el África ve en particular de los liberales de la oligar-
renacer en sus costas los tiempos de quía criolla. Así pensaba el compatriota
Cartago y los días gloriosos de Egip- de Sarmiento, y otros muchos. La tesis
to. Así pues, la población del mundo del dominio del más fuerte, en este caso
está sujeta a revoluciones que reco- del europeo y de su “civilización”, de su
nocen leyes inmutables; las razas “ciudad industrial y comercial” y de la in-
fuertes exterminan a las débiles, los capacidad de la “barbarie indígena” para
pueblos civilizados suplantan en la resolver los problemas planteados a estas
posesión de la tierra a los salvajes. sociedades por el desarrollo de los paí-
(Retamar, 1986: 313) ses “civilizados”, era algo muy común
en estos sectores. Sarmiento expresa, así,
En su Facundo, Sarmiento explici- un sistema de creencias muy difundido
ta su visión dual de las sociedades en una intelectualidad criolla cuyos mo-
latinoamericanas: delos de sociedad tienen como referen-
cia la europea. Para estos pensadores, el
el hombre de la ciudad –escribe–
americano blanco era un europeo nacido
viste traje europeo, vive la vida ci-
en estas tierras. Desde esta perspectiva, el
vilizada tal como la conocemos en
criollo, que no era ni indio ni europeo, se
todas partes; allí están las leyes, las
podía definir como una emanación euro-
ideas de progreso, los medios de
pea. En Sarmiento, aquel “pequeño género

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La sociedad posible en el discurso político latinoamericano: Miranda, Bolívar, Sarmiento y Martí

humano” de Bolívar, se transfigura en una En Sarmiento, como en Miranda y Bolívar,


prolongación del género humano “civili- los modelos de sociedad existentes, en par-
zado”, la raza blanca caucásica. Años más ticular el modelo inglés y el norteamerica-
tarde, el mexicano Vasconcelos, arraigado no, le sirven de “paradigma de futuro” para
en una sociedad de profunda raíz indígena, pensar la “sociedad posible” latinoamerica-
proclamará su particular teoría de la “raza na. Esta sociedad posible, a diferencia de
cósmica” o “quinta raza” como una forma la de Martí, se estructura a partir de dico-
de disputar las tesis de la inferioridad de tomías u oposiciones, que es lo propio del
nuestra “raza”, que expresa de una ma- pensamiento eurocéntrico. Para Sarmiento,
nera franca y directa Sarmiento. De aquí el pueblo-nación, compuesto por los secto-
que sea coherente la idea sarmientina de res populares, no era ciertamente el llama-
fomentar la inmigración como política na- do a civilizar la sociedad argentina, sino los
cional para erradicar los resabios de la so- inmigrantes y los americanos blancos. Por
ciedad prehispánica y la colonial y dar así esta razón, su tarea como Presidente de su
paso al progreso y a la civilización. país se centró en hacer realidad la sociedad
imaginada por él:
La “sociedad posible” de Sarmiento pasa,
consecuentemente por: a) la liquidación Sarmiento –anota Franco– a di-
de los elementos propios de la “barbarie” ferencia de muchos pensadores y
que son las poblaciones atrasadas confor- escritores del siglo XIX, tuvo la
madas por indígenas, negros, gauchos; y oportunidad de poner en práctica
b) la atracción del elemento blanco euro- muchas de sus ideas. Después de
peo o norteamericano que transforme es- la caída de Rosas tomó parte en la
tas regiones en sociedades modernas. El reforma educativa de la región de
proyecto de “nación” de Sarmiento se fun- Buenos Aires, y al ser elegido presi-
da en un concepto muy particular de “civi- dente en 1868, consiguió, a pesar de
lización”, el dominante en el pensamiento la guerra civil y de una fuerte opo-
europeo que es profundamente excluyente sición, fundar escuelas, fomentar la
y limitado. Según Jean Franco: inmigración y construir ferrocarri-
les. (Franco, 1983: 81).
Sarmiento ve los hechos en térmi-
nos de conflicto: el conflicto entre el En las conclusiones de su libro Conflicto
hombre y la naturaleza, entre el co- y armonía de las razas en América, ex-
lono y el indio, entre la ciudad y el presa Sarmiento, una y otra vez, su teoría
campo, entre la barbarie y la civiliza- de la superioridad de los europeos y la ne-
ción. Hay también un drama entre el cesidad de atraerlos para superar nuestro
bien y el mal. Para Sarmiento el ideal atraso. Escribe, por ejemplo: “La emigra-
de la vida se asocia al comercio, que ción sola bastaría de hoy en adelante para
engendra la civilización y la cultura crear una nación en una generación, igual
(...) Para él la ciudad es el centro de a cualquiera de las que más poder ostentan
la cultura, de las virtudes sociales y hoy en la Europa occidental” (Sarmien-
de la ley y el orden. (1983: 78-81) to, 1978: 14). La razón principal de esta

REPERTORIO AMERICANO. Segunda nueva época N° 26, Enero-Diciembre, 2016 77


Gerardo Morales

política, según su lectura sobre el atraso concepción martiana de la nación contem-


de su país y en general de la América me- pló siempre los encuentros entre culturas
ridional, se debía fundamentalmente a que y el diálogo fraterno entre ellas, sin im-
en estos países “están mezcladas a nuestro perialismos de ningún tipo. Él mismo, en
ser como nación, razas indígenas, primi- múltiples artículos periodísticos, se dio a
tivas, prehistóricas, destituidas de todo la tarea de dar a conocer autores de otros
rudimento de civilización y gobierno” continentes pertenecientes a culturas dis-
(Sarmiento, 1978: 16). Sobre estos cri- tantes de la suya. Por esta razón, la “so-
terios fundó Sarmiento su teoría sobre la ciedad posible” martiana es radicalmente
lucha entre la civilización y la barbarie, y diferente a la de los letrados liberales de la
el necesario triunfo de la primera como la oligarquía criolla.
única opción de “sociedad posible”. Con-
tra esta teoría se manifestará firmemente Guillermo Castro ubica a Martí como uno
José Martí, al finalizar el siglo XIX. de los más destacados miembros de un
nuevo tipo de inteligentsia “estrechamente
La sociedad posible en José Martí vinculada al pueblo a través de una fuerte
ideología nacionalista y democrática” (Cas-
José Martí (1853-1895) es, quizá, la figura tro, 1985: 71). Ideología exenta, como ya
solar más importante en la constelación de anotamos, de chovinismo patriotero. Noël
luminarias que atravesaron el siglo XIX la- Salomon aclara muy bien el sentido que tie-
tinoamericano. Expresó, como ninguno, la ne en Martí su concepto de patria y nación:
unidad de cultura, ética y política. Su sen- “la patria nueva anhelada por el joven Mar-
sibilidad de poeta, de escritor, de maestro, tí con espíritu de lucha histórica, la patria
de humanista, de político cabal orientado concebida como una forma de la comuni-
por una ética de entrega desinteresada y dad cubana que habría que conquistar he-
de sacrificio, lo convierten en el paradig- roicamente, no entraba en conflicto con una
ma mayor de “hombre nuevo”. En su vasta apertura verdaderamente ecuménica, una
producción literaria, periodística y ensayís- apertura hacia el mundo entero” (1980: 82).
tica, encontramos los más variados temas y Y más adelante, el mismo Salomon escribe:
problemas, vistos siempre desde perspecti- “El sentido patriótico de José Martí es, en
vas nuevas vinculadas con la urgencia de mi opinión, el más avanzado, el más origi-
construir y afirmar un proyecto de sociedad nal de su tiempo americano: se sitúa en las
incluyente, tanto en su dimensión nacional antípodas del nacional-chovinismo” (1980:
como continental y universal. 83). Es una visión distinta, que ha supera-
do ya un concepto de frontera excluyente,
Su visión dialéctica y ecuménica la encon- y que más bien se orienta a construir una
tramos plenamente articulada en una de relación nueva entre la patria-nación y la
sus más definitivas expresiones: “Patria es humanidad. No es, como sí en cambio lo es
humanidad”. En la Patria, la humanidad y la visión de los nacionalistas decimonóni-
en la humanidad las distintas patrias, las cos latinoamericanos, la de Martí una visión
distintas naciones. A diferencia de los na- que asuma a los otros pueblos y patrias lati-
cionalismos excluyentes y estrechos, la noamericanas como potenciales enemigos.

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La sociedad posible en el discurso político latinoamericano: Miranda, Bolívar, Sarmiento y Martí

Al contrario, su concepto de “Nuestra Amé- española), la lucha por liberar a los paí-
rica”, más afectivo que posesivo, como bien ses latinoamericanos de la ya absorbente
lo reconoce Salomon, es profundamente dominación norteamericana. Así, el con-
dialéctico e incluyente. Esta es la razón por texto en que Martí elabora su proyecto
la que afirmamos que el pensamiento de de “sociedad posible” será muy distinto
Martí y en particular su proyecto de “socie- a los contextos de relación de Miranda y
dad posible” expresa una ruptura. Ruptura Bolívar, y el de Sarmiento. En el caso de
con respecto al pensamiento conservador de los dos primeros, la lucha es por la inde-
las oligarquías criollas y sus intelectuales, pendencia de España y el inicio de las so-
pero también una superación con respecto ciedades y Estados independientes; en el
a figuras tan determinantes como Miranda, caso de Sarmiento, su lucha se orienta a
Bolívar y Sarmiento. la implantación en su tierra de un modelo
de sociedad semejante al europeo, para lo
Martí no piensa ya en unas patrias chicas cual recurre a la inmigración. En el caso de
incomunicadas o fragmentadas sino en Martí, como ya vimos, se conjuntan varios
una América conjuntada, con políticas de frentes, lo cual lo distingue radicalmente
comunicación orientadas al bien común y de los demás. Martí tiene encima dos tipos
liberada de cualquier injerencia colonial o de dominación: la colonial y la neocolo-
imperial. Asimismo, en una América inclu- nial, pero además un país atravesado por
yente, profundamente democrática, donde la esclavitud. Su proyecto de sociedad es,
el pueblo-nación realmente sea sujeto y no por consiguiente, mucho más complejo en
objeto de las políticas de los gobiernos. lo interno y externo. En lo interno, su pro-
puesta de “sociedad posible” contempla
Hay que recordar que la historia de Cuba la abolición de una sociedad polarizada,
es muy particular, pues además de ser donde los derechos básicos del hombre y
una isla ubicada en el Caribe, será una de del ciudadano deben ser afirmados. En lo
las dos últimas colonias españolas. Pero externo, contempla la independencia de la
también que en Cuba la abolición de la dominación colonial española y, al mismo
esclavitud será tardía, lo cual tendrá un tiempo, la lucha por la no dependencia
importante impacto en los acontecimien- del naciente imperialismo norteamerica-
tos que van de 1868 a 1895. Martí debió no. Bajo estas coordenadas es que deben
asumir, por tanto, varios frentes de lucha: leerse los textos: Madre América (1889) y
la independencia de Cuba, la abolición de Nuestra América (1891) de José Martí.
la esclavitud, la lucha contra el naciente
imperialismo norteamericano, la lucha Madre América es un diálogo sincero con el
contra la oligarquía criolla, además de su otro, con los representantes de otras cultu-
lucha por la construcción de una Améri- ras y políticas. Es un repaso de los distintos
ca solidaria e incluyente. De nuevo aquí procesos históricos vividos por los habi-
patria es humanidad, en tanto la lucha tantes de nuestra América y los habitantes
por la liberación de su país del colonia- del Norte de América, y las razones por
lismo implica, también (con excepción de las cuales nuestra América es como es. En
Puerto Rico que como Cuba era colonia Madre América, Martí asume plenamente

REPERTORIO AMERICANO. Segunda nueva época N° 26, Enero-Diciembre, 2016 79


Gerardo Morales

la naturaleza híbrida de nuestras socieda- camarín fundan su comunidad,


des y culturas, adelantándose así a recien- los cuarenta y uno de la “Flor de
tes teorías de la cultura. Martí, al igual que Mayo”. Cargan mosquetes, para
Miranda y Bolívar, enjuicia severamente el defender las siembras; el trigo que
proceso español desde sus orígenes: comen, lo aran; suelo sin tiranos es
lo que buscan, para el alma sin tira-
Una guerra fanática sacó de la poesía nos. Viene, de fieltro y blusón el pu-
de sus palacios aéreos al moro debi- ritano intolerante e integérrimo, que
litado en la riqueza, y la soldadesca odia el lujo, porque por él prevari-
sobrante, criada con el vino crudo y can los hombres; viene el cuáquero,
el odio de los herejes, se echó, de co- de calzas y chupa, y con los árbo-
raza y arcabuz, sobre el indio de peto les que derriba, levanta la escuela;
de algodón. Llenos venían los barcos viene el católico, perseguido por su
de caballeros de media loriga, de se- fe, y funda un Estado donde no se
gundones desheredados, de alféreces puede perseguir por su fe a nadie;
rebeldes, de licenciados y clérigos viene el caballero, de fusta y som-
hambrones. Traen culebrinas, rode- brero de plumas, y su mismo hábito
las, picas, quijotes, capataces, es- de mandar esclavos le da altivez de
paldares, yelmos, perros. Ponen la rey para defender su libertad. Algu-
espada a los cuatro vientos, decla- no trae en su barco una negrada que
ran la tierra del rey, y entran a saco vender, o un fanático que quema a
en los templos de oro. Cortés atrae las brujas, o un gobernador que no
a Montezuma al palacio que debe quiere oír hablar de escuelas; lo que
a su generosidad y prudencia, y en los barcos traen es gente de univer-
su propio palacio lo pone preso. La sidad y de letras, suecos místicos,
simple Anacaona convida a su fies- alemanes fervientes, hugonotes
ta a Ovando, a que viera el jardín de francos, escoceses altivos, bátavos
su país, y sus danzas alegres, y sus económicos; traen arados, semillas,
doncellas; y los soldados de Ovan- telares, arpas, salmos, libros. (Mar-
do se sacan de debajo del disfraz las tí, 1998: 36- 37)
espadas, y se quedan con la tierra de
Anacaona. (Martí, 1998: 41, 42). Intenta Martí rastrear los distintos oríge-
nes de la América nuestra y de los Estados
En Madre América reconoce Martí, asi- Unidos con el propósito de fundamentar la
mismo, el proceso de asentamiento de razón de la lucha de estos nuestros pue-
los inmigrantes europeos en los terri- blos por su independencia y en particular
torios de lo que después se conocería la necesidad de que los otros reconozcan
como Norte América y su lucha por in- la particularidad de América. El resultado
dependizarse de Inglaterra: del proceso vivido por nuestra América lo
resume Martí:
Con mujeres y con hijos se fían al
mar, y sobre la mesa de roble del

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La sociedad posible en el discurso político latinoamericano: Miranda, Bolívar, Sarmiento y Martí

De las misiones, religiosas e in- y los campos feudales” (Martí, 1998: 49),
morales, no quedan ya que paredes porque reconoce que Nuestra América tie-
descascaradas, por donde asoma el ne la plena capacidad de llevar a término
búho el ojo, y pasea melancólico su propio proyecto. Pero este proyecto de
el lagarto. Por entre las razas hela- sociedad no es cualquier tipo de proyecto,
das y las ruinas de los conventos y no es el propio de una oligarquía autosu-
los caballos de los bárbaros se ha ficiente. Guillermo Castro, refiriéndose a
abierto paso el americano nuevo Nuestra América, documento que se asu-
y convida a la juventud del mun- me como la segunda declaración de Inde-
do a que levante en sus campos la pendencia de América Latina, escribe:
tienda. Ha triunfado el puñado de
apóstoles. ¿Qué importa que, por “Nuestra América” vendrá a ser, jus-
llevar el libro delante de los ojos, tamente, el resumen más preciso y
no viéramos, al nacer como pueblos complejo de la reflexión en torno a
libres, que el gobierno de una tie- una alternativa no oligárquica para
rra híbrida y original, amasada con el desarrollo histórico de la Amé-
españoles, retaseros y aborígenes rica Latina, el cual comprenderá
torvos y aterrados, más sus salpi- dos vertientes fundamentales: una
caduras de africanos y menceyes, concepción de la historia dotada de
debía comprender, para ser natural significado y sentido propios, y un
y fecundo, los elementos todos que, modelo de sujeto social en el que
en maravilloso tropel y por la políti- las especies encontrarán unidad del
ca superior escrita en la naturaleza, género, tornándose así adecuado
se levantaron a fundarla? (Martí, a la solución de los problemas que
1998: 48-49). esa concepción de la historia revele
como efectivamente prioritarios para
La cabal comprensión de José Martí de los los pueblos de la América Latina.
procesos históricos es lo que le permite (Castro, 1985: 77)
articular, como ninguno, un proyecto de
“sociedad posible” donde todos los ele- En Nuestra América, Martí elabora con
mentos fundamentales son incorporados: sorprendente lucidez una verdadera teoría
la historia, el sujeto histórico, el contex- de la cultura latinoamericana, pero asimis-
to particular, la coyuntura, el futuro, las mo una teoría del cambio social, donde se
fases, etc. Es realmente impresionante la especifica claramente el sujeto del cambio.
capacidad de Martí, con su lenguaje ma- El “hombre natural” latinoamericano es el
ravilloso, de adelantarse a su tiempo. Ya llamado a construir la nueva sociedad, una
en Madre América, asume Martí la disputa sociedad incluyente, donde lo nacional-
con Sarmiento quien, como vimos, reduce popular se articule plenamente. He aquí su
su proyecto de sociedad a la búsqueda de punto de vista:
la semejanza y no tanto a la construcción
de la diferencia. A Martí no le importa la Éramos charreteras y togas, en
lucha falsa entre “la ciudad universitaria países que venían al mundo con la

REPERTORIO AMERICANO. Segunda nueva época N° 26, Enero-Diciembre, 2016 81


Gerardo Morales

alpárgata en los pies y la bincha en autóctono ha vencido al criollo exótico. No


la cabeza. El genio hubiera estado hay batalla entre la civilización y la barba-
en hermanar, con la caridad del co- rie, sino entre la falsa erudición y la natura-
razón y con el atrevimiento de los leza” (Martí, 1998: 7). Y, consecuente con
fundadores, la bincha y la toga; en su principio de que Patria es Humanidad,
desestancar al indio; en ir haciendo escribe: “Injértese en nuestras repúblicas el
lado al negro suficiente; en ajustar mundo; pero el tronco ha de ser el de nues-
la libertad al cuerpo de los que se tras repúblicas. Y calle el pedante vencido;
alzaron y vencieron por ella. (Martí, que no hay patria en que pueda tener el
1998: 16-17) hombre más orgullo que en nuestras dolo-
rosas repúblicas americanas” (Martí, 1998:
Se trata de un planteamiento opuesto radi- 11). Quizá sea este uno de los principios de
calmente al de Sarmiento para quien el in- política cultural más importante o el más
dio y el negro, o el gaucho, eran más bien importante planteado en América Latina
un lastre que tirar. Martí aboga por la ple- desde la independencia hasta la actualidad.
na incorporación en su proyecto de socie- Desde este principio es posible leer, de una
dad al “pueblo natural”, que es el llamado manera diferente, los actuales planteamien-
a crear las nuevas condiciones para su pro- tos que hacen de la sociedad global la única
pio desarrollo. Martí rechaza, asimismo, “sociedad posible” en el mundo.
la teoría de las razas, tan presente en el
pensamiento oligárquico decimonónico: Conclusiones

No hay odio de razas, porque no hay Difícilmente un trabajo de estas caracte-


razas. Los pensadores canijos, los rísticas agota la temática planteada, sobre
pensadores de lámparas, enhebran todo cuando hay tanto material disponi-
y recalientan las razas de librería, ble de los pensadores aquí estudiados y
que el viajero justo y el observador de otros que, continuando a estos, elabo-
cordial buscan en vano en la justi- raron sus propios proyectos de “sociedad
cia de la Naturaleza, donde resalta, posible” y lucharon por hacerlos realidad.
en el amor victorioso y el apetito Durante los siglos XIX y XX, los campos
turbulento, la identidad universal intelectuales latinoamericanos acusan un
del hombre. El alma emana, igual sinnúmero de proyectos que incorporan
y eterna, de los cuerpos diversos en elementos de distinta naturaleza pero todos
forma y en color. Peca contra la hu- con un denominador común: el propósito
manidad el que fomente y propague de redefinir la situación real y construir
la oposición y el odio de las razas. una sociedad alternativa, que supere las
(Martí, 1998: 23) limitaciones de toda índole que impiden
el desarrollo pleno de las potencialidades
Martí rechaza, asimismo, la dicotomía de las sociedades latinoamericanas. Sea
entre civilización y barbarie, tan cara a que lo plantee un intelectual o un grupo
Sarmiento: “Los hombres naturales han de ellos, sea que se exprese por medio de
vencido a los letrados artificiales. El mestizo una teoría o de un movimiento social, lo

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La sociedad posible en el discurso político latinoamericano: Miranda, Bolívar, Sarmiento y Martí

cierto es que hay una gran continuidad en- Palacios, Mella, Sandino, José Carlos
tre las distintas propuestas de “sociedad Mariáteguji, y el Che Guevara. En esta
posible” en nuestra América. Este es uno tradición crítica, el sacrificio es un compo-
de los saldos positivos de nuestra cultura. nente fundamental. Recordemos que Martí
Si analizamos la evolución del pensamien- murió en 1895 en pleno campo de batalla,
to político latinoamericano de las primeras lo mismo que el Che en la Bolivia del 67.
décadas del siglo XX, encontraremos una La Revolución Cubana, cuyo triunfo costó
importante relación entre las nuevas pro- muchas vidas, tiene en Martí a uno de sus
puestas de sociedad y las anteriores, sobre autores intelectuales. Desde otra perspecti-
todo las que, como la de Martí, se presen- va, tenemos otro tipo de propuestas, como
tan como incluyentes. De hecho, muchas las de la CEPAL, que retoman el principio
de estas propuestas, inconclusas en cuan- de pensar América Latina desde su especi-
to a sus resultados, constituyen una de las ficidad y a partir de ella proponer un mode-
más importantes tradiciones críticas de lo de sociedad que retoma los procesos de
América Latina, aunque es cierto que los las sociedades industrializadas.
proyectos de “sociedad posible” siguen
siendo marcos de referencia, más que rea- Así, es posible y deseable recuperar una
lidades plenas. De ahí su inconclusividad. tradición que bien puede alimentar el de-
bate actual sobre la naturaleza de la socie-
De las propuestas surgidas durante el siglo dad global y nuestra participación en ella.
XIX, podría uno establecer varias tradiciones Hay una tesis que plantea que, a diferen-
de “sociedad posible” que se complementan cia del pasado, la situación actual obliga a
con las distintas ideologías orgánicas que pensar las naciones a partir de la sociedad
se expresan mediante organizaciones polí- global y no lo global a partir de las espe-
ticas formales. Así, de Sarmiento se derivó cificidades nacionales. A nuestro juicio,
una buena cantidad de propuestas políticas este planteamiento no contribuye al desa-
que hasta la fecha andan con buena forma rrollo de la diferencia en tanto la “socie-
en nuestro continente. Pero también de José dad global” es una propuesta de “sociedad
Martí, de cuya tradición crítica se han enri- posible” elaborada colectivamente desde
quecido muchos movimientos sociales. Te- los centros de poder de los países desa-
mas como la identidad latinoamericana, la rrollados. En este modelo de sociedad lo
relación entre nación e imperialismo, o entre que importa es que los países compartan
nación y economía mundo, o entre cultura los mismos hábitos de consumo, que se
global y cultura local, o la naturaleza de la conviertan en los consumidores compul-
dependencia de nuestros países, de una u sivos de los productos elaborados por las
otra manera derivan de esos proyectos de grandes corporaciones internacionales. Y
sociedad elaborados por pensadores del tipo cuanto más rápido desaparezcan las dife-
de los aquí analizados. rencias culturales, mejor. Ante esta situa-
ción, el pensamiento martiano recupera
De Martí derivamos una línea de elabora- toda su validez. Sociedades híbridas como
ción que pasa por intelectuales como Ma- las nuestras se afirman como tales ante la
nuel Ugarte, Rodó, Vasconcelos, Antonio avalancha de lo global.

REPERTORIO AMERICANO. Segunda nueva época N° 26, Enero-Diciembre, 2016 83


Gerardo Morales

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84 REPERTORIO AMERICANO. Segunda nueva época N° 26, Enero-Diciembre, 2016

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