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en el discurso político
latinoamericano:
Miranda, Bolívar,
Sarmiento y Martí
Gerardo Morales
Facultad de Ciencias Sociales
Universidad Nacional
Resumen
En este artículo se analiza América Latina como una región donde el concepto de
“sociedad posible” ha sido utilizado por mucho tiempo. Este tipo de sociedad en Lati-
noamérica se asocia a un proyecto social y ciudadano en el cual la solidaridad, la jus-
ticia y la igualdad pueden ser desarrolladas plenamente como un proyecto de nación.
Abstract
In this article we analyze Latin America as a region where the concept of “pos-
sible society” has been considered many years ago. This kind of society in Latin
America is a social and civic project in which solidarity, justice, and equality can
be totally developed as a nation project.
E
económica y dominación política, fuerzas
l historiador español José Antonio locales e impulsos de centralización”, en-
Maravall, en un sugestivo ensa- tre otros (Maravall, 1982: 27).
yo sobre el pensamiento utópico,
señala que la historia europea se asienta Señala, asimismo, otra contraposición
en el conflicto generado por la existencia dualista que tiene para nosotros particular
de dualismos en su trama social. Así, se importancia y que él ilustra remitiéndose a
puede observar “poder laico y potestad la metáfora de la ciudad:
a hacer posible lo que es deseo o imagen, lo pero además como proyecto de “nación”
que es proyecto de sociedad. Hugo Zemel- en sus dos vertientes, la nación particular
man ha insistido en recuperar, dentro del (la patria chica) y la nación latinoamerica-
ámbito de la política y de lo político, lo que na (la patria grande). Si hablamos en Amé-
él denomina “proyectos de sociedad (...) rica Latina de historia política, de historia
viables” (Zemelman, 1989: 33), cuyos ho- social o cultural, en sus distintas fases his-
rizontes de posibilidad se articulan alrede- tóricas, debemos considerar esos proyec-
dor de dos ejes de definición: una situación tos de sociedad o “sociedades posibles”
histórica particular y visiones posibles de que de una u otra manera emergen, con
realidad. Según este autor, la relación enun- particular fuerza, desde finales del siglo
ciada es fundamental para la comprensión XVIII pero no exclusivamente, en el pen-
de los procesos históricos, en particular los samiento y la acción tanto de individuos
propios de América Latina. como de colectividades, tanto de pensado-
res como de grupos de ciudadanos.
Asumimos, sin embargo, que confron-
tar el presente y adelantar una “sociedad Así, cuando se habla en las primeras dé-
posible”, de ninguna manera ha de verse cadas del siglo XIX de “gobierno repu-
como propio de la acción utópica. El no blicano” o cuando después de la Segunda
lugar de la utopía clausura, en muchos Guerra Mundial se insiste en la construc-
casos, la posibilidad misma de cambio y ción de la “sociedad democrática”, te-
hasta de la acción política que se articula nemos frente a nosotros horizontes de
como movimiento. Preferimos, por esta posibilidad o, mejor, de aquello que puede
razón, relacionar el “paradigma de futu- ser en contraposición con un estado de co-
ro” de Maravall con la noción de “socie- sas que se tiene por insuficiente, incom-
dad posible” en tanto esta se articula en el pleto o no deseado.
pensamiento político como expresión del
proceso histórico y que, además, se puede Colonialismo, dependencia económica,
convertir fácilmente en acción colectiva y desequilibrios económicos, opresión, in-
hasta en sociedad real. La “sociedad posi- justicia, pobreza, corrupción, imposición
ble”, por otra parte, implica dos ámbitos: cultural, cualquiera de estas situaciones se
el contexto externo de la sociedad que se conjuntan en un estado de cosas que sir-
desea construir y el interno, donde se pre- ven de punto de partida para la reflexión
tende instaurar un nuevo tipo de ciudada- acerca del porvenir inmediato, acerca de
nía, un nuevo pacto social. lo posible en relación con lo existente.
mezclados en las luchas de sus na- se manifestó primero como “sociedad po-
ciones en proceso de formación. sible”, como “imagen y posibilidad” de
Casi siempre entraban en las lides acuerdo con la bella expresión del escritor
literarias con los ojos del ciudadano cubano José Lezama Lima.
preocupado por los problemas de
su país o de su continente de ám- De hecho, la teoría de la revolución en
bito indefinido. Antes que los te- América Latina, más que teoría política,
mas estéticos, preferían y ansiaban hay que entenderla como el esfuerzo sacri-
la realización histórica de ciudades ficial para el logro de lo posible, de la posi-
ideales. (Salomon, 1980: 19) bilidad. Sea que se piense en los procesos
de la independencia entre 1810 y 1830, o
De tal manera que lo posible es ciertamen- en la creación de los estados liberales, o en
te uno de los ejes más importantes de la la lucha anticolonial y antiimperialista de
cultura, la economía y la política latinoa- Cuba hacia finales del siglo XIX, o en los
mericanas en tanto los esfuerzos en estos movimientos de lucha armada contempo-
ámbitos tienen siempre como base una si- ráneos, en cualquier caso tenemos siempre
tuación real y un horizonte de posibilidad. la aspiración a fundar una nueva sociedad,
Lo posible articula constantemente los esa “sociedad posible” soñada y adelanta-
movimientos sociales y culturales latinoa- da por el discurso y que se tematiza como
mericanos, sea que se tenga como pers- un horizonte de posibilidad para superar
pectiva la reforma o la revolución. los obstáculos o los límites impuestos por
lo existente, llámese sociedad colonial,
La concreción de la posibilidad es pre- neocolonial, o poscolonial.
cisamente la culminación de un proceso
de desarticulación y reestructuración de Cabe anotar que la “sociedad posible” tie-
la “ciudad real” y la consecuente afirma- ne sus raíces, como se ha planteado, en la
ción, como nuevo orden social o como “sociedad real”, pero no emerge de una
nuevo contrato social, de una imagen que manera automática de esta. Es necesaria
se predica como deseable (paradigma de la existencia de grupos de actores o suje-
futuro) y para cuya realización se lucha tos que articulen esa “sociedad posible” y
hasta la muerte. La revolución cubana, li- que luchen por hacerla realidad. En el caso
derada por Fidel Castro y sus compañeros, de América Latina, la cuestión del sujeto
es, antes de 1959 y en el contexto de un de la acción política ha sido ampliamente
gobierno neocolonial como el de Fulgen- debatida. Miranda, Bolívar, Sarmiento y
cio Batista, un momento en el proceso de Martí tenían claro el papel y el lugar de los
construcción de una “sociedad posible”, distintos sectores o grupos de la sociedad
cuyos antecedentes se pueden encontrar en los nuevos proyectos de sociedad que
tanto en las luchas por la independencia proponían. José Martí, en Nuestra Améri-
de Cuba de finales del siglo XIX como ca, de 1891, se refirió al “hombre natural”
en el pensamiento de José Martí. Así, la (Martí, 1998: 7), como fundamento de la
nueva “sociedad real”, que se consolida cultura hispanoamericana, el hombre na-
muchos años después de la revolución, tural en el sentido del sujeto llamado a
desplegar la posibilidad de este “pequeño exclusión, con todo y que estos pensado-
género humano” que somos, en palabras res y hombres de acción hayan sido defi-
de Simón Bolívar. nidos como demoliberales. Ni uno ni otro
asumieron plenamente la participación ac-
Ese “hombre natural” martiano figura, a tiva de la totalidad de la población civil de
nuestro juicio, como el agente de una “socie- sus sociedades. El temor a la solución ja-
dad posible” pensada y articulada plenamen- cobina, extremista, les alejó de los gobier-
te por Martí, no ya alrededor de la dicotomía nos populares y los acercó a los modelos
“barbarie y civilización” como en el caso del de sociedad articulados alrededor de los
argentino Sarmiento, sino en un proyecto de sectores criollos propietarios y aristocrati-
sociedad de naturaleza incluyente, en todas zantes, más que en la plebe o los sectores
sus dimensiones: étnicas, políticas, econó- populares a quienes consideraban incapa-
micas, éticas y culturales que supera, en mu- ces de gestión política. Otro insigne pró-
cho, las dicotomías propias del pensamiento cer latinoamericano, Domingo Faustino
de la modernidad eurocéntrica. Sarmiento, cuya influencia durante buena
parte del siglo XIX fue definitiva, optó por
Si analizamos de igual manera el discurso de un proyecto de sociedad excluyente, don-
otros pensadores y precursores como, Hos- de el inmigrante europeo, blanco y culto
tos, Manuel Ugarte, Sandino, Che Guevara, era el centro gravitacional. En este caso,
o de intelectuales como Alfonso Reyes, José como en los dos anteriores, a pesar de la
Vasconcelos, Ornar Dengo, Joaquín García defensa de sociedades modernas, ilustra-
Monge, aun si los instalamos debidamente das y liberales, el componente indígena o
en sus respectivos campos intelectuales, en popular se asume con recelo, más como
su tiempo y circunstancia, encontraremos rémora que como una posibilidad.
en ellos esa “sociedad posible” que se arti-
cula como imagen y posibilidad. Así, Miranda, Bolívar y Sarmiento, con
todo y su importancia en los procesos de
Debemos señalar, desde ahora, que la “so- independencia y consolidación de los Es-
ciedad posible”, presente en los autores tados nacionales latinoamericanos, queda-
mencionados o en otros, se corresponde ron presos, a nuestro juicio, del paradigma
plenamente con la naturaleza de la socie- civilizatorio, es decir, de la opción euro-
dad existente y con las posibilidades de céntrica del desarrollo societal. Es notoria,
esta sociedad por superarse a sí misma, de en estos tres pensadores, la presencia de la
pensarse e imaginarse de otra manera. Asi- “ciudad industrial” que expresa el progre-
mismo ocurre con la particular configura- so de la civilización, contra la pesadez de
ción de los proyectos políticos de cada uno la ruralidad criolla.
de estos pensadores, hombres de acción e
intelectuales y la configuración del campo En el caso de Martí, su propuesta de “so-
del poder en un momento determinado. ciedad posible” comporta una ruptura con
las anteriores. Martí, como más tarde Ma-
En el caso de Miranda y Bolívar, “la so- riátegui, asume que tanto la nación conti-
ciedad posible” se articula a partir de la nental latinoamericana (Nuestra América)
la abolición del gobierno español: “toda au- lo reconoce Acosta Saignes (1977: 469),
toridad emanada del gobierno español que- con respecto a Bolívar, pero este término
da abolida ipso facto” (Miranda, 1977: 13). hay que ubicarlo en el contexto semántico
Establece, inmediatamente, las condiciones “criollo”, de los sectores profundamente
de participación de la población civil en los afectados por el dominio del gobierno es-
distintos ámbitos de la nueva sociedad: pañol que para entonces se había converti-
do en un obstáculo para las aspiraciones de
Los comicios estarán formados los americanos y de su proyecto de socie-
por todos los habitantes nativos o dad. La independencia es, sin duda alguna,
ya afincados en el país, cualquie- la solución histórica a la relación conflic-
ra sea la casta a que pertenezcan, tiva entre colonias e imperio, donde este
siempre que hayan cumplido los 21 último, incapaz de asegurar el desarrollo
años, que hayan jurado lealtad a la moderno de las sociedades coloniales, se
nueva reforma del gobierno y a la constituye en el término por reemplazar.
independencia americana, que ten-
gan una renta anual de 36 piastras, En esta situación real, o de esta situación
que hayan nacido de padre y madre real, emergen las visiones de realidad o las
libres, que no ejerzan servidumbre “sociedades posibles”, que delinean, con sus
doméstica ni hayan sufrido pena in- propias contradicciones, el horizonte de fu-
famante. (1977: 13) turo. En el caso de Miranda y de Bolívar, di-
fícilmente podían plantearse un proyecto de
Con respecto a las nuevas autoridades que sociedad incluyente por la sencilla razón de
participarán en los cabildos y ayuntamien- que los procesos de la independencia fueron
tos de las diferentes ciudades, se establece liderados, fundamentalmente, por criollos de
que los miembros de estos órganos “deberán los sectores dominantes y no tanto por quie-
ser propietarios de no menos de diez arpen- nes, en el siglo XX, se definirían como per-
tes de tierra” (1977: 13). Aunque dispensa a tenecientes al “pueblo/nación”. Los sectores
los indios y negros de esta última condición, populares, indios, negros, esclavos, campe-
de ninguna manera se garantiza su plena in- sinos pobres, u otros que se puedan incluir,
corporación a la actividad política. Como no fueron exactamente los sujetos del proce-
Bolívar, Miranda teme la solución jacobina. so aunque participaran aportando su contan-
Aboga por una sociedad libre pero bajo la te presencia y sacrificio.
dirección de los patricios propietarios.
Tanto Miranda como Bolívar tienen frente
Sin duda, esta “sociedad posible” se cons- a sí más que un modelo jacobino, revolu-
tituye a partir de la independencia del go- cionario radical, los modelos inglés y nor-
bierno español, pero bastante lejana del teamericano de los que toman muchas de
modelo revolucionario francés o de cual- las instituciones políticas que proponen.
quier modelo con participación popular.
Es posible que durante los años anteriores, Así, estos modelos de sociedad, o “socieda-
durante y después de la independencia, des posibles”, como proyectos de nación, no
se haya hablado de “revolución”, como superarán, no lo podían hacer, su contenido
Al contrario, su concepto de “Nuestra Amé- española), la lucha por liberar a los paí-
rica”, más afectivo que posesivo, como bien ses latinoamericanos de la ya absorbente
lo reconoce Salomon, es profundamente dominación norteamericana. Así, el con-
dialéctico e incluyente. Esta es la razón por texto en que Martí elabora su proyecto
la que afirmamos que el pensamiento de de “sociedad posible” será muy distinto
Martí y en particular su proyecto de “socie- a los contextos de relación de Miranda y
dad posible” expresa una ruptura. Ruptura Bolívar, y el de Sarmiento. En el caso de
con respecto al pensamiento conservador de los dos primeros, la lucha es por la inde-
las oligarquías criollas y sus intelectuales, pendencia de España y el inicio de las so-
pero también una superación con respecto ciedades y Estados independientes; en el
a figuras tan determinantes como Miranda, caso de Sarmiento, su lucha se orienta a
Bolívar y Sarmiento. la implantación en su tierra de un modelo
de sociedad semejante al europeo, para lo
Martí no piensa ya en unas patrias chicas cual recurre a la inmigración. En el caso de
incomunicadas o fragmentadas sino en Martí, como ya vimos, se conjuntan varios
una América conjuntada, con políticas de frentes, lo cual lo distingue radicalmente
comunicación orientadas al bien común y de los demás. Martí tiene encima dos tipos
liberada de cualquier injerencia colonial o de dominación: la colonial y la neocolo-
imperial. Asimismo, en una América inclu- nial, pero además un país atravesado por
yente, profundamente democrática, donde la esclavitud. Su proyecto de sociedad es,
el pueblo-nación realmente sea sujeto y no por consiguiente, mucho más complejo en
objeto de las políticas de los gobiernos. lo interno y externo. En lo interno, su pro-
puesta de “sociedad posible” contempla
Hay que recordar que la historia de Cuba la abolición de una sociedad polarizada,
es muy particular, pues además de ser donde los derechos básicos del hombre y
una isla ubicada en el Caribe, será una de del ciudadano deben ser afirmados. En lo
las dos últimas colonias españolas. Pero externo, contempla la independencia de la
también que en Cuba la abolición de la dominación colonial española y, al mismo
esclavitud será tardía, lo cual tendrá un tiempo, la lucha por la no dependencia
importante impacto en los acontecimien- del naciente imperialismo norteamerica-
tos que van de 1868 a 1895. Martí debió no. Bajo estas coordenadas es que deben
asumir, por tanto, varios frentes de lucha: leerse los textos: Madre América (1889) y
la independencia de Cuba, la abolición de Nuestra América (1891) de José Martí.
la esclavitud, la lucha contra el naciente
imperialismo norteamericano, la lucha Madre América es un diálogo sincero con el
contra la oligarquía criolla, además de su otro, con los representantes de otras cultu-
lucha por la construcción de una Améri- ras y políticas. Es un repaso de los distintos
ca solidaria e incluyente. De nuevo aquí procesos históricos vividos por los habi-
patria es humanidad, en tanto la lucha tantes de nuestra América y los habitantes
por la liberación de su país del colonia- del Norte de América, y las razones por
lismo implica, también (con excepción de las cuales nuestra América es como es. En
Puerto Rico que como Cuba era colonia Madre América, Martí asume plenamente
De las misiones, religiosas e in- y los campos feudales” (Martí, 1998: 49),
morales, no quedan ya que paredes porque reconoce que Nuestra América tie-
descascaradas, por donde asoma el ne la plena capacidad de llevar a término
búho el ojo, y pasea melancólico su propio proyecto. Pero este proyecto de
el lagarto. Por entre las razas hela- sociedad no es cualquier tipo de proyecto,
das y las ruinas de los conventos y no es el propio de una oligarquía autosu-
los caballos de los bárbaros se ha ficiente. Guillermo Castro, refiriéndose a
abierto paso el americano nuevo Nuestra América, documento que se asu-
y convida a la juventud del mun- me como la segunda declaración de Inde-
do a que levante en sus campos la pendencia de América Latina, escribe:
tienda. Ha triunfado el puñado de
apóstoles. ¿Qué importa que, por “Nuestra América” vendrá a ser, jus-
llevar el libro delante de los ojos, tamente, el resumen más preciso y
no viéramos, al nacer como pueblos complejo de la reflexión en torno a
libres, que el gobierno de una tie- una alternativa no oligárquica para
rra híbrida y original, amasada con el desarrollo histórico de la Amé-
españoles, retaseros y aborígenes rica Latina, el cual comprenderá
torvos y aterrados, más sus salpi- dos vertientes fundamentales: una
caduras de africanos y menceyes, concepción de la historia dotada de
debía comprender, para ser natural significado y sentido propios, y un
y fecundo, los elementos todos que, modelo de sujeto social en el que
en maravilloso tropel y por la políti- las especies encontrarán unidad del
ca superior escrita en la naturaleza, género, tornándose así adecuado
se levantaron a fundarla? (Martí, a la solución de los problemas que
1998: 48-49). esa concepción de la historia revele
como efectivamente prioritarios para
La cabal comprensión de José Martí de los los pueblos de la América Latina.
procesos históricos es lo que le permite (Castro, 1985: 77)
articular, como ninguno, un proyecto de
“sociedad posible” donde todos los ele- En Nuestra América, Martí elabora con
mentos fundamentales son incorporados: sorprendente lucidez una verdadera teoría
la historia, el sujeto histórico, el contex- de la cultura latinoamericana, pero asimis-
to particular, la coyuntura, el futuro, las mo una teoría del cambio social, donde se
fases, etc. Es realmente impresionante la especifica claramente el sujeto del cambio.
capacidad de Martí, con su lenguaje ma- El “hombre natural” latinoamericano es el
ravilloso, de adelantarse a su tiempo. Ya llamado a construir la nueva sociedad, una
en Madre América, asume Martí la disputa sociedad incluyente, donde lo nacional-
con Sarmiento quien, como vimos, reduce popular se articule plenamente. He aquí su
su proyecto de sociedad a la búsqueda de punto de vista:
la semejanza y no tanto a la construcción
de la diferencia. A Martí no le importa la Éramos charreteras y togas, en
lucha falsa entre “la ciudad universitaria países que venían al mundo con la
cierto es que hay una gran continuidad en- Palacios, Mella, Sandino, José Carlos
tre las distintas propuestas de “sociedad Mariáteguji, y el Che Guevara. En esta
posible” en nuestra América. Este es uno tradición crítica, el sacrificio es un compo-
de los saldos positivos de nuestra cultura. nente fundamental. Recordemos que Martí
Si analizamos la evolución del pensamien- murió en 1895 en pleno campo de batalla,
to político latinoamericano de las primeras lo mismo que el Che en la Bolivia del 67.
décadas del siglo XX, encontraremos una La Revolución Cubana, cuyo triunfo costó
importante relación entre las nuevas pro- muchas vidas, tiene en Martí a uno de sus
puestas de sociedad y las anteriores, sobre autores intelectuales. Desde otra perspecti-
todo las que, como la de Martí, se presen- va, tenemos otro tipo de propuestas, como
tan como incluyentes. De hecho, muchas las de la CEPAL, que retoman el principio
de estas propuestas, inconclusas en cuan- de pensar América Latina desde su especi-
to a sus resultados, constituyen una de las ficidad y a partir de ella proponer un mode-
más importantes tradiciones críticas de lo de sociedad que retoma los procesos de
América Latina, aunque es cierto que los las sociedades industrializadas.
proyectos de “sociedad posible” siguen
siendo marcos de referencia, más que rea- Así, es posible y deseable recuperar una
lidades plenas. De ahí su inconclusividad. tradición que bien puede alimentar el de-
bate actual sobre la naturaleza de la socie-
De las propuestas surgidas durante el siglo dad global y nuestra participación en ella.
XIX, podría uno establecer varias tradiciones Hay una tesis que plantea que, a diferen-
de “sociedad posible” que se complementan cia del pasado, la situación actual obliga a
con las distintas ideologías orgánicas que pensar las naciones a partir de la sociedad
se expresan mediante organizaciones polí- global y no lo global a partir de las espe-
ticas formales. Así, de Sarmiento se derivó cificidades nacionales. A nuestro juicio,
una buena cantidad de propuestas políticas este planteamiento no contribuye al desa-
que hasta la fecha andan con buena forma rrollo de la diferencia en tanto la “socie-
en nuestro continente. Pero también de José dad global” es una propuesta de “sociedad
Martí, de cuya tradición crítica se han enri- posible” elaborada colectivamente desde
quecido muchos movimientos sociales. Te- los centros de poder de los países desa-
mas como la identidad latinoamericana, la rrollados. En este modelo de sociedad lo
relación entre nación e imperialismo, o entre que importa es que los países compartan
nación y economía mundo, o entre cultura los mismos hábitos de consumo, que se
global y cultura local, o la naturaleza de la conviertan en los consumidores compul-
dependencia de nuestros países, de una u sivos de los productos elaborados por las
otra manera derivan de esos proyectos de grandes corporaciones internacionales. Y
sociedad elaborados por pensadores del tipo cuanto más rápido desaparezcan las dife-
de los aquí analizados. rencias culturales, mejor. Ante esta situa-
ción, el pensamiento martiano recupera
De Martí derivamos una línea de elabora- toda su validez. Sociedades híbridas como
ción que pasa por intelectuales como Ma- las nuestras se afirman como tales ante la
nuel Ugarte, Rodó, Vasconcelos, Antonio avalancha de lo global.