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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA DEFENSA


VICEMINISTERIO DE EDUCACIÓN PARA LA DEFENSA
UNIVERSIDAD MILITAR BOLIVARIANA DE VENEZUELA
CENTRO DE ESTUDIOS TÁCTICOS, TÉCNICOS Y LOGÍSTICOS
ESCUELA DE ESTUDIOS TÁCTICOS NAVALES

Autor: Rómulo Betancourt Título: Amenazado el 85% de los niños pobres de Caracas Fecha de
publicación: 31-10-1938 Publicación: Diario Ahora

En días pasados comentamos en esta sección una tesis de bachillerato de Hernández Rovati. Tenía como
tema "la mala alimentación del venezolano". Dijimos entonces que era de encomiarse, y de destacarse, la
actitud de ese joven profesional, eludiendo en su tesis la tradición del tema libresco o exclusivamente
técnico para enfocar uno entroncado en lo social.
Ahora constatamos con satisfacción que otros compañeros del estudiante aludido han precedido como él.
Sus tesis académicas son algo más que estudios sólo interesantes para el especialista. Desbordan los límites
estrechos de los motivos a diario trajinan en las aulas.
Esta reflexión se nos ocurre leyendo la tesis doctoral del estudiante Hernán Hedderich Arismendi. Para
optar al título de doctor en Ciencias Médicas, ese universitario presentó un estudio, interesante y revelador
de una viva preocupación social. Versa sobre encuestas dispensariales, hechas en Caracas en niños
lactantes.
El joven médico no se limitó en sus investigaciones al estudio de niños de desarrollo deficiente desde un
ángulo exclusivamente "clínico". No vio en ellos sólo "casos". Por lo contrario. Rastreó la historia social
de cada uno de los niños de desarrollo orgánico anormal que pasaron por el Dispensario donde hizo su
práctica reglamentaria.
Escapa, naturalmente, a la índole de esta sección los aspectos exclusivamente clínicos de las investigaciones
resumidas en esta tesis. Demoraremos nuestra atención sobre el contenido social de aquéllas.
Resume así sus apreciaciones Hedderich Arismendi:
"Al estudiar nuestro material de historias, el primer hecho que salta a la vista es el de la preponderancia
abrumadora de niños con nutrición desviada de lo normal. De 100 niños proletarios de Caracas, menores
de un año y mayores de tres meses, 85 encuéntranse en camino de perecer por alimentación defectuosa".
¿Y cuáles son las causas de esta alimentación defectuosa? El autor de ese trabajo que comentamos,
considera que las llamadas "causas ambientales" son las determinantes en primer término, de esa trágica
situación. Y agrega, que "dada la pésima condición que prevalece en los hogares de la clase pobre", es el
ambiental "uno de los factores que por su dolorosa importancia deberíamos catalogar entre las causas
determinantes y de mayor valor" del desarrollo anormal en los niños.
Ya en la vía de estudiar esas "causas ambientales", Hedderich Arismendi utiliza una investigación efectuada
por el personal de enfermeras visitadoras del Servicio Nacional de Puericultura. De esa investigación,
recaída sobre 89 casas, resulta que 44 de ellas estaban en condiciones higiénicas pésimas, pues había 26
casas sin letrinas; y en 18, las letrinas estaban en muy mal estado. En cuanto a las investigaciones sobre el
factor económico, condujeron a las siguientes conclusiones, en relación con el salario por mes del jefe de
la familia:
Sin salario (por falta de empleo, enfermedades, etc.)29
Con salario inconstante (por falta de empleo fijo, etc.)10
Salario menor de Bs. 5017
Salario menor de Bs. 100 8
Salario menor de Bs. 150 9 ç
Salario mayor de Bs. 150.17
Estas constataciones son concluyentes. Y obligan a algo más que a incorporar el hambre- al lado de la
tuberculosis, el paludismo y la "enfermedad X" - entre los flagelos que azotan y diezman terriblemente a
nuestra población.
Mientras en una tesis doctoral puede afirmarse- sin asomo alguno de intención política, como consecuencia
insoslayable de investigaciones científicas- que el 85% de los niños proletarios "encuéntranse en camino
de perecer por alimentación defectuosa", ¿qué vemos a nuestro alrededor? A un Ministro de Relaciones
Interiores que se dirige al Concejo Municipal del Distrito Federal asegurando que todas las medidas
conducentes a abaratar la vida ya han sido tomadas. A una prensa que, en su mayor parte, niega la existencia
del pauperismo colectivo. A una dique incontrolada de acaparadores, que vende el azúcar a Bs. 1,20 el kilo
y la leche a Bs. 0,80 el litro, mientras una Cooperativa encargada de distribuir este último producto -como
observaba recientemente un comentarista de El Universal- vende 6.000 litros diarios a un industrial
asociado suyo al precio de Bs. 0,25 el litro.
Toda la literatura mentirosa de los bien comidos no bastará para destruir esa verdad terrible, dolorosa,
amarga: en Venezuela hay hambre. Y hambre que conduce al extremo de amenazar la vida del 85% de los
niños de la clase trabajadora. El porcentaje anterior, que rige para Caracas, es sensiblemente mayor en la
provincia, donde no existen ni las condiciones sanitarias mejores de la capital ni los rudimentos de asistencia
social ya establecidos aquí.
Subleva pensar que mientras se habla de inmigración y colonización, y se compran periodistas arrendables
del exterior elogios tarifados sobre planes administrativos, en Venezuela está amenazado de muerte el 85%
de la población proletaria infantil.
Autor: Rómulo Betancourt Título: A propósito de la industrialización de Venezuela Fecha de
publicación: 28-07-1937 Publicación: Diario Ahora
Se nos ha escrito una carta, relacionada con los dos artículos en que criticábamos las tendencias parasitarias
del capital nacional.
En esa carta se nos dice que en Venezuela no es posible crear una industria pesada, porque carecemos del
elemento fundamental para nutrirla: el hierro; y se nos pregunta que indiquemos como las industrias de
transformación, del tipo de las llamadas ligeras, podrían establecerse en el país con mercado seguro. Vamos
a complacer a ese espontáneo colaborador de nuestra columna.
Es cierto que hablar de industria pesada, de industria constructora de máquinas, es algo todavía bastante
utópico en Venezuela. La alta técnica alcanzada por los países que han arribado a las etapas superiores del
industrialismo, les permite producir máquinas a precios y con cualidades incompetibles por países en trance
de iniciarse en la vida industrial. Esa parece ser la objeción mayor que por el momento pueda hacerse a un
intento de creación en Venezuela de una industria productora de maquinaria. Y no la de carencia de mineral
de hierro en nuestro subsuelo. En meses pasados, en un artículo de periódico, el Ingeniero Horacio Castro
transcribía párrafos de una solicitud introducida por un grupo de colegas suyos al Ministerio de Fomento
relacionada precisamente con la posibilidad de explotar comercialmente el hierro en que es rica la Sierra
de Imataca. Según los cálculos de esos profesionales, a lo largo de esa cadena de montañas existe una
riqueza potencial de ese mineral calculable en la cantidad de un mil ochenta millones de toneladas.
Pero, dejemos esto de lado. La explotación de nuestras reservas de hierro es algo todavía muy nebuloso y
lejano; y sin hierro, no hay industria pesada posible. Por eso cuando hablábamos nosotros en esta columna
de la posibilidad de producir en nuestro país, siempre que el capital criollo deje de invertirse en casas de
alquiler y propenda a la aplicación improductiva, muchos artículos de consumo que actualmente se
importan nos referimos a los de la industria ligera.
La segunda pregunta que nos hace el amigo cuya carta glosamos, es muy fácil de contestar. Más de una
vez, desde las páginas de publicaciones oficiales o en las columnas de la prensa diaria, se han insertado
extensas listas de mercaderías, que importamos dándole así salida para el extranjero a nuestro escaso oro
cuando se dispone en Venezuela de las materias primas requeridas en la producción de aquéllas, de mano
de obra suficiente, y, sobre todo, de un mercado seguro.
Revisando las páginas de la Estadística Mercantil y Marítima nos encontramos con numerosos artículos de
fácil producción interna, y los cuales, sin embargo, nos vienen de Europa o de Estados Unidos. Todavía
importamos más de 15 millones de bolívares en artículos de algodón (driles, lona, medias, zarazas, etc.)
porque es insuficiente la producción de nuestra industria textil y porque ésta todavía no responde a los
avances de la técnica en esa rama de la producción. En insecticidas importamos más de Bs. 300.000. En
jabones para el tocador y medicinales, alrededor de Bs.190.000 En preparaciones dentífricas, cerca de Bs.
270.000. En tintas y cremas para calzados, Bs.40.000. En peines y peinetas, Bs. 34.000. En botones,
Bs.292.000. En conservas alimenticias (jamones, embutidos, tocino, carnes en latas, etc.), más de un millón
de bolívares. En mantequilla, más de trescientos mil bolívares. etc.
Estas cifras son lo suficientemente reveladoras de nuestra incuria y de nuestro atraso. No se concibe cómo
disponiendo nosotros en la totalidad o de la mayor parte, de las materias primas requeridas para la
producción interna de esas mercancías, las continuemos importando, anulando las posibilidades de un
desarrollo independiente de la industria nacional y aumentando de año en año el déficit de la balanza de
pagos del país, déficit artificialmente cubierto con los ingresos del petróleo.
Hay algunos de esos artículos -como observaba el señor Ramón Veloz en un trabajo publicado en la Revista
del Ministerio de Hacienda- que no resulta comercial producirlos en el país, porque la totalidad de la materia
prima debe importarse. Es el caso para algunas variedades de botones. Pero en cambio, sí estamos en
condiciones de producir otras variedades del mismo artículo, o sucedáneos suyos. En el caso de los botones,
por ejemplo, existen grandes posibilidades en Venezuela de crear una industria que manufacture ese
producto a base de las madre perlas de oriente, las cuales exportamos para que en el exterior sirvan de
materia prima al mismo botón de nácar luego importado. Y de la nuez que crece silvestre en Barlovento, y
allí se pierde por nuestra incapacidad suicida para utilizar las riquezas naturales del país, nuez ésta conocida
con el nombre de tagua o marfil vegetal. Esa nuez es aprovechada en el Ecuador, industrialmente, en la
producción de botones y para la exportación hacia las zonas manufactureras del exterior.
Autor: Rómulo Betancourt Título: Acerca del Convenio Comercial con Estados Unidos Fecha de
publicación: 24-05-1938 Publicación: Diario Ahora
El 12 de este mes se cruzaron notas diplomáticas entre nuestra Cancillería y la Legación de Estados Unidos,
por medio de las cuales quedaba aceptado por los Gobiernos de ambos países un Convenio de "modus
vivendi" comercial.
Este convenio no se diferencia fundamentalmente de los otros que rigen, basados en la cláusula de la nación
más favorecida, con otros países.
Por medio de este convenio, Venezuela y Estados Unidos se comprometen, recíprocamente, a acordarse
todas las ventajas sobre derechos de aduana, forma de percepción de esos impuestos y de los accesorios a
tal modalidad impositiva, de que ya gocen otras naciones con las cuales negocian.
Estados Unidos hace constar en el convenio que no acordará a Venezuela las mismas ventajas de que ya
disfrutan sus colonias y protectorados (Puerto Rico, Zona del Canal, Islas Vírgenes, etc.) Y -revelándose
de paso el concepto que sobre la independencia de Cuba se tiene en la Casa Blanca- se excluye también a
aquella nación.
La duración del convenio a que venimos refiriendo será de un año, si antes no lo substituye el convenio de
reciprocidad comercial en discusión; o lo denuncia una de las partes firmantes del convenio.
Sobre este convenio suscrito por Venezuela se nos ocurren dos observaciones. Vamos a exponerlas de
seguidas.
La primera de ellas es la de que consideramos un deber del Servicio de Informaciones de la Oficina
Nacional de Prensa no limitarse, en casos como el de este convenio comercial, a la simple, a la escueta
noticia. Debe partirse de la idea de que la inmensa mayoría de los venezolanos no tiene una concepción
clara de lo que significan esas frases de cierto sabor sibilino: "convenio de modus vivendi", "cláusula de la
nación más favorecida", etc. Sería entonces de mucho interés que al informar a la ciudadanía de una de
estas cuestiones de orden técnico, la Oficina Nacional de Prensa fuera más explícita. ¿Qué utilidad puede
tener su información sobre el convenio de "modus vivendi" comercial con Estados Unidos, cuando en ella
se limitó a resumir los términos del convenio?
La segunda observación que se nos ocurre es la siguiente:
No es objetable este convenio comercial. Responde a una tradición venezolana encajada dentro de una
práctica internacional, tendiente al establecimiento de las relaciones comerciales sobre la base de la paridad
de ventajas. La nación se ha insertado en más de un tratado o convenio venezolano con otras naciones.
Lo mismo no puede decirse del tratado de reciprocidad comercial con Estados Unidos que está en discusión.
Se trata de un paso de suma trascendencia, que casi equivale a renunciar a otros mercados para la
adquisición de la manufactura extranjera y para la colocación de los productos agropecuarios venezolanos.
Los tratados de reciprocidad comercial, con Estados Unidos han sido objeto de ardientes polémicas en
Colombia, Costa Rica, Cuba y otros países que los han suscrito. En algunos de ellos -y el caso de Costa
Rica es muy expresivo a este respecto -la réplica de Inglaterra al tratado de reciprocidad fue obstaculizar la
colocación, en los mercados del imperio británico, del café producido en aquella república centroamericana.
Con estos antecedentes, es indispensable que no se llegue al tratado de reciprocidad con Estados Unidos
por los mismos caminos de diplomacia hermética, secreta, por donde se trajinó para la celebración del
convenio suscrito el 12 de los corrientes.
Las proposiciones del Departamento de Comercio de Estados Unidos, las contraposiciones de nuestra
Cancillería, todo lo necesario para la formación de una conciencia generalizada sobre el problema en
discusión, debe ser publicado, debatido. El Gobierno nacional debe oír la voz de todos los sectores sociales
en esa oportunidad.
Síntesis de este doble punto que hemos expuesto es la siguiente:
1) Cada vez que una cuestión de contenido técnico, y en cualquier rama de la administración pública,
vaya a ser expuesto por la Oficina Nacional de Prensa a la ciudadanía, ese departamento
informativo debiera adecuar sus escritos al nivel cultural medio. Si no se procede así, la Oficina
Nacional de Prensa no ayudará efectivamente a la ciudadanía a conocer el porqué de determinadas
gestiones gubernamentales.
2) El convenio de "modus vivendi" comercial con Estados Unidos no constituye una innovación con
respecto a la tradicional política comercial de Venezuela. En cambio, un convenio de reciprocidad
comercial, fijándose cuotas de importación y los otros accesorios adscritos a tales instrumentos
bilaterales, debe ser debatido pública y cuidadosamente.
Autor: Rómulo Betancourt Título: Actividades de la Asociación Minera Venezolana
Fecha de publicación: 06-06-1938 Publicación: Diario Ahora

Hemos tenido oportunidad de enteramos de las actividades que viene desplegando la Asociación Minera
Venezolana. Nosotros, partidarios decididos de la explotación de nuestras riquezas naturales por empresas
venezolanas y en beneficio de la economía venezolana, no podemos sino ver con simpatía esas actividades.
La Asociación Minera Venezolana, ha venido actuando como agencia informativa sobre posibilidades
mineralógicas venezolanas. Por intermedio de los agentes comerciales de Venezuela en el exterior -
especialmente el de Estados Unidos- se ha conectado con firmas importantes, utilizadoras de metales como
materias primas de sus industrias.
Al mismo tiempo, la Asociación ha presentado al Ministro de Fomento tres proyectos sobre la
industrialización del amianto, del hierro y del yeso.
Estas industrias tendrían fácil mercado, en el exterior unas y otras en el propio medio venezolano.
Con respecto al amianto, hay ya una oferta firme del Japón de compra mensual de 350 toneladas, El
concesionario de minas de ese mineral no está en condiciones de atender el pedido, por falta de dinero para
explotar su pertenencia.
Lo que sucede con el yeso es también digno de estudiarse. Nuestras importaciones mensuales en productos
manufacturados a base de yeso, suman a varios millares de bolívares. Y bastaría, según cálculos hechos por
la Asociación Minera Venezolana, una inversión de Bs. 100.000 para industrializar la explotación
venezolana de ese mineral.
En cuanto al hierro, el caso es aún más impresionante. Alrededor de 4 millones de bolívares tributamos
anualmente a las fábricas extranjeras, como valor de los implementos de hierro que les compramos.
Mientras tanto -inexplotados, esperando la acción concurrente de capital y de técnica para transformarse en
riqueza viva- yacimientos de hierro, clasificables entre los mejores del mundo, están diseminados en varias
regiones de Venezuela.
Estos proyectos presentados por la Asociación Minera Venezolana están en estudio del Ministerio de
Fomento. Y es de esperarse que el apoyo oficial solicitado en ello no se escatime, si es que efectivamente
se confirman los cálculos hechos por los solicitantes.
También reclama la Asociación Minera Venezolana un aumento del subsidio mensual que le pasa el Estado
a esa corporación. Actualmente es de Bs. 500 y aspira la Asociación que se eleve a Bs. 2.000
En principio, nosotros estamos de acuerdo con que el Estado ayude efectivamente a las entidades que se
dediquen a la explotación, con recursos nacionales, de las reservas mineras de la Nación.
Empero -en esta oportunidad como en otras- sostendremos nuestra tesis de que el Estado no debe dar sin
recibir.
Al aportar su ayuda a la Asociación Minera Venezolana -aumentando el subsidio que tiene acordado
financiando alguna o la totalidad de las empresas industrializadoras de productos mineros- debe estipular
el irrenunciable derecho su yo a controlar la inversión de los fondos y a intervenir la marcha de las empresas.
Cláusula expresa de esas negociaciones deber ser también la que prohibía a la Asociación Minera
Venezolana, vender, ceder o traspasar bienes suyos a sindicatos o individuos extranjeros.
No se trata de dudar de la buena fe, o de la honestidad personal de quienes forman la Asociación Minera
Venezolana, sino, simple y llanamente, de afirmar principios de sana administración de los dineros públicos
y de trazar firmemente, las líneas de defensas nacionalistas frente a la peligrosa y creciente absorción de
las actividades económicas de la República por intereses extranjeros.
Volveremos a ocupamos de las actividades de la Asociación Minera Venezolana, para la cual tenemos la
simpatía que nos suscita todo esfuerzo nacional para explotar con medios venezolanos las riquezas
venezolanas.
Autor: Rómulo Betancourt Título: Injustificada asimilación del funcionario público al burócrata
parasitario Fecha de publicación: 13-12-1938 Publicación: Diario Ahora
El diario El Universal, en su edición del 10 de este mes, publica una carta suscrita por numerosos empleados
del Estado. En ella, se protesta en tono ecuánime y digno al mismo tiempo, de un editorial de la edición
vespertina del diario de La Palma, del 28 de enero pasado, calificando al funcionario gubernamental como
Enemigo Público Nº 1
Los que han salido a la palestra del periódico a defender su dignidad de funcionarios hacen ver que en el
Presupuesto anual de Gastos, corresponde a los empleados que pudieran calificarse como de clase media,
apenas un 15% en el total de las erogaciones por sueldos. Y apoyándose sobre esa constatación numérica,
dicen los exponentes: 'Los empleados públicos, sobre todo los que percibimos una modesta remuneración,
laboramos por el continuo e ininterrumpido funcionamiento de la maquinaria del Estado. A cambio de esos
esfuerzos recibimos en pago alrededor de un 15% de los gastos que ocasiona al Gobierno, la administración
y el impulso material y cultural de la Nación.
Nos parece plenamente justificada y digna de que la prensa nacional la acate y respete, esa protesta de un
grupo de empleados subalternos de la Administración Pública. La crítica periodística, que las más de las
veces soslaya su acción orientadora cuando el blanco a apuntar está situado en los tramos más altos y
privilegiados del escalafón administrativo, no debe dirigirse con sevicia contra el empleado público de
humilde ubicación y de estipendio mensual apenas suficiente para satisfacer a medias, premiosas
necesidades vitales.
Y no hay incompatibilidad entre esta posición nuestra y la que con terquedad hemos sostenido de ataque a
la hipertrofia burocrática del Estado venezolano. En nuestra terca campaña contra los sueldos altos y las
gabelas injustificadas de que disfruta el burócrata del alto bordo, generalmente parásito del Estado por
tradición de familia, no va explícito, ni podría ir, el desconocimiento de que gracias al trabajo an6nimo, y
las más de las veces al remunerado de los equipos ministeriales subalternos, es que el Estado nacional puede
gobernar y administrar.
No ignoramos, de ninguna manera, que el número de estos empleados subalternos -'oficiales' de direcciones
y 'supernumerarios' distribuidos aquí y allá- es muy superior a las necesidades de los diversos despachos
ejecutivos. Podría reducirse considerablemente el personal de los empleados públicos. Pero revela
superficialidad e ignorancia de la realidad nacional atribuir esa vocación de sectores densos de las clases
medias por el cargo gubernamental a 'pereza' o 'incapacidad'.
En justicia, debe reconocer que la empleo manía del hombre medio venezolano es directa consecuencia de
la forma cómo está estructurada nuestra economía. En un país sin industrias, de régimen agrícola retrasado,
sin instituciones de crédito que impulsen la producción nativa, mediatizado prácticamente al petróleo, el
proceso de pauperización de las clases medias se realiza a saltos. De industriales y comerciantes fallidos,
de profesionales sin clientela, de intelectuales sin mercado para su obra literaria o artística, de mujeres que
han sido obligadas a renunciar al oficio hogareño por la muerte o enfermedad del jefe de la familia, se nutre
el funcionarismo. Apelan al Estado todos esos vencidos en la batalla económica, en una sociedad donde las
posibilidades de crear riqueza privada son cada vez más difíciles, porque es aquella la única entidad
nacional realmente poderosa desde el punto de vista financiero. En un país donde se realiza la antinomia
del Gobierno rico y la Nación pobre, es lógico e ineludible que a las puertas del Gobierno patrón toquen
todos aquellos ciudadanos de ambos sexos urgidos de ganarse la vida.
De tal modo, que la solución del problema de la hipertrofia administrativa y política no estaría simplemente
en el fácil remedio de reducir el número de funcionarios públicos a lo estrictamente indispensable. Habría
que atacar el mal de la empleo manía en su raíz. Y no se concibe otra forma de, hacerlo sino creando,
vitalizando, la economía nuestra, propia, venezolana. Mientras no haya en Venezuela una industria nacional
en pleno proceso de desarrollo; y mientras no se impulse realmente la agricultura y la cría; y mientras no
se aumente la capacidad de compra de la población, mediante el sueldo y el salario decentes, será Venezuela
nación de densa burocracia.
Hay que hacer, digamos por último, un distingo urgente entre el alto uncionario de vida regalona, jugosa
soldada y gabelas múltiples, y el empleado subalterno. El primero es lastre costoso de la Administración;
el segundo, necesario elemento en el engranaje gubernamental. Y si contra el primero debe exigirse en todo
momento la acción depuradora de la tijera, que realice una poda implacable de los parásitos aferrados a la
ubre presupuestal, al segundo debemos respetarlo y protegerlo.
En este último sentido, una ley de estabilidad y escalafón del funcionario público, que lo ponga a salvo de
la destitución injustificada y estimule su ¡trabajo, contribuiría a dignificar y moralizar la Administración
federal.
En cuanto a la propensión venezolana por el cargo público no desaparecerá sino cuando nuestra economía
tome impulso propio y desarrollo audaz. Mientras estemos exportando 80 millones de bolívares en
productos agropecuarios e importando más de 200 millones de bolívares anuales de manufactura extranjera
-cifras éstas reveladoras de la quiebra de la economía natural y de la falta en el país de verdaderas industrias
de transformación- formarán legión los venezolanos ganosos de 'enchufar' en los gobiernos Nacional o de
los estados.

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