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SOCIOLOGÍA EN LA VIDA DE MANUEL QUINTIN LAME

Resumen:

El líder político, social y jurídico indígena Manuel Quintín Lame representó la lucha por la tierra

y la defensa de la cultura indígena. En el presente documento se reviven los momentos

sociológicamente relevantes iniciando con la época colonial en la que la comunidad indígena fue

objeto de vulneración por parte de la clase privilegiada y dominante. Seguido de la época de la

legislación liberal con las múltiples prácticas que intentaron eliminar los movimientos

“Quintiniadas”, la civilización de los indígenas y persecución de indígenas lamistas y culmina

con la legislación de corte conservador en el que se da el reconocimiento de comunidades

indígenas junto con la calidad de ciudadano y la protección a sus resguardos.

Palabras claves:

Quintín Lame, resguardos y comunidades indígenas, luchas, defensa, autoridades, terratenientes,

vulneración, olvido, reconocimiento, desindianización, estigmatización, cultura, etnia y nación.

Abstract:

The indigenous political, social and legal leader Manuel Quintín Lame represented the fight for

land and the defense of indigenous culture. This document relives the sociologically relevant

moments beginning with the colonial era in which the indigenous community was the object of

violation by the privileged and dominant class. Followed by the era of liberal legislation with the

multiple practices that attempted to eliminate the “Quintiniadas” movements, the civilization of

indigenous people and the persecution of indigenous lamistas, culminating in conservative

legislation in which recognition of indigenous communities is given together with the quality of

citizen and the protection of their safeguards.


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La vida social y política de Manuel Quintín Lame por esencia marcan una gran diferencia

en la historia de las comunidades indígenas en el territorio colombiano. Su principal objetivo de

lucha legal se baso en la defensa y conservación de los territorios indígenas y resguardos del

Cauca y Tolima. En efecto, las comunidades indígenas desde la época de la colonización fueron

objeto de vulneración y violación de sus derechos mínimos e inalienables, por lo que la lucha de

Quintín desde el siglo XIX se acentúa en una coyuntura histórica nacional y regional en donde

las autoridades gubernamentales intentaron acabar con las tierras comunales en razón al proceso

de modernización capitalista. Dicho proceso crea la necesidad de explotar comercialmente

algunos territorios comunales, incentivando a los hacendados y terratenientes a la producción de

labores agrícolas y ganaderas de la región. Acciones que recaían desfavorablemente sobre tierras

indígenas junto al abuso de la mano de obra indígena y campesina, ya que la explotación

comercial provoco la migración de comunidades y el sometimiento a labores de terraje.

Bajo este contexto, se inició un movimiento “Quintiniadas” compuesto por los ideales de

Quintín Lame e indígenas Lamistas que exigían la reconstitución de resguardos y la

compensación o reivindicación del no pago del terraje, lo que conllevo a una oleada de violencia

y muertes a comunidades indígenas y campesinos. En este orden de ideas es importante resaltar

que Quintín en el año de 1938 logro el reconocimiento del gran resguardo de Ortega y Chaparral

por la Republica Liberal, convirtiéndose en su mayor logro político, sin mencionar que las

autoridades locales, departamentales y terratenientes hicieron caso omiso a esta decisión,

agravando la situación social. Sin embargo, el trasfondo que tiene dicha omisión consiste en la

civilización de comunidades indígenas provocando su desaparición y con ello su identidad

étnica. No obstante, la promulgación de la LEY 89 DE 1890 provoco la reafirmación de viejos

títulos de resguardos, la reactualización sobre la identidad étnica, las formas tradicionales de


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organización política como cabildos y la recuperación de historia comunal que los convertía en

legítimos dueños de cada territorio. Todo esto, con el fin de proteger y recuperar las

comunidades indígenas, lo cual representó una fuerte amenaza para las autoridades y

terratenientes que hicieron lo posible para evitar el fortalecimiento a través de la militancia

indígena y se enfocaron en cambiar el espíritu de lucha por represión, obediencia y

desindianización. Éste ultimo termino, fue el fundamento para que la burocracia amenazada

ejecutara prácticas, alguna de ellas brutales y directas como otras mas sutiles pero efectivas, para

inducir al olvido los ideales de Lame, como una figura de poder personificado en un líder

indígena que su memoria representa un acto de resistencia contra la marginación y el olvido.

A principios del siglo XX el ostracismo o destierro era una herramienta de castigo para

las autoridades y a su vez fue utilizada para deshacerse de los enemigos políticos. Cuando se

pretendía que el aislamiento fuera voluntario, las autoridades ejercían presión y hostilización

permanente junto a practicas que implicaban la agresión física y ataques que recaían en la familia

y/o en las propiedades de la persona objeto de persecución. Los indígenas lamista y propiamente

Quintín Lame, sufrieron de estas hostilidades por parte de las autoridades locales y municipales

con el objetivo de cesar la “fiebre Quintiana” que llevo a alzar la voz de las comunidades

indígenas influenciadas por el cacique sin cacicazgo que logro ejercer dominio sobre varias

zonas indígenas de la región.

A esta presión permanente contra Quintín se sumó el Clero, que condeno las predicas y

acciones lamistas para evitar cualquier movilización indígena. Cabe mencionar que los indígenas

lamistas eran estigmatizados y perseguidos por las autoridades regionales mediante métodos que

en el mejor de los casos era la limitación al acceso a la administración de justicia Sin embargo,

estas medidas no fue suficiente ya que en 1931 hubo dos masacres contra comunidades indígenas
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Lamistas o seguidores de José Gonzalo Sánchez (segundo jefe de las tribus indígenas de la

Nación y presidente del Supremo Consejo de Indias) que se utilizaron cruelmente como

estrategias para provocar en el líder indígena el desarraigo de la región y obligarlo nuevamente al

exilio. Finalmente la ultima estrategia de las autoridades antes de la nueva legislación fue un plan

político y jurídico que se basó en negar la existencia de indígenas con la finalidad de prohibirle a

nuestros antepasados el ejercicio de sus derechos sobre antiguas tierras de resguardo junto con su

identidad, cultura y la posibilidad de disentir, es decir, arrebatando la oportunidad de tener un

lugar en la sociedad y en la historia, condenándolos al olvido.

La nueva legislación implementada en los primeros años de la Republica produjo un gran

impacto en las comunidades indígenas, ya que se les concedió igualdad legal materializada a

través de: 1) La supresión del tributo y 2) La privatización de las tierras de resguardo. Esto con

fundamento en la igualdad de derechos y deberes en cabeza de todos los ciudadanos. Por lo

tanto, significó un gran cambio para los indígenas que se manifestó en primer lugar en el respeto

a la calidad de ciudadano colombiano, en segundo lugar, en relación con el aspecto anterior, el

reconocimiento como comunidad a través de sus resguardos indignas y así la capacidad de

mantener bajo su propiedad las tierras comunitarias y, en tercer lugar, el reconocimiento del

Cabildo como su propia forma de gobierno.

Otro aspecto sociológico de gran relevancia fue la diferencia con la legislación anterior,

es decir la republicana de corte liberal con la legislación conservadora basada en el

desconocimiento de las comunidades indígenas evitando ser amparados por la Ley 80 de 1890 a

tal punto de actuar con la finalidad de “desidianizar” a los habitantes de los resguardos

convirtiéndolos en simples ciudadanos, eliminando así su identidad indígena, lengua, cultura y

demás aspectos étnicos ligados a su especial condición. Lo cual tiene una repercusión negativa a
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mayor escala en la legislación conservadora ya que era irreversible la eliminación de su identidad

y, por lo tanto, no podían ser amparados por la legislación vigente. No obstante, como medida de

reivindicación, se fortaleció enormemente las escuelas creadas por Quintín Lame las cuales en

épocas anteriores fueron perseguidas, saqueadas y destruidas por sus enemigos, ya que la

educación impartida por Lame era la herramienta que sacaría de la ignorancia a los indígenas,

provocando un fortalecimiento en su identidad, cultura y autodeterminación, por lo que

contrariaba los intereses de la burocracia.

Finalmente, es posible concluir que a pesar de los múltiples intentos de las autoridades,

hacendados y terratenientes del siglo XIX y XX por erradicar el movimiento lamista y extinguir

el nombre de Manuel Quintín Lame para condenarlo al olvido fue imposible ya que su

categorización entre la comunidad indígena como líder político y jurídico, jefe, defensor de la

raza, canciller y representante general, entre otros, ascendía a una esfera casi divina que

mediante actuaciones de honradez obtuvo al final resultados positivos. Sin embargo, es menester

mencionar las críticas que Quintín recibió debido a su “lado blanco” basado en el diestro manejo

de leyes que se origina en su apego a la ley y la Constitución Nacional que lo convirtió en un

excesivo legalista, propio de la raza blanca. Sin embargo, a pesar de ello, Lame puso al servicio

de los dominados sus conocimientos litigiosos a tal punto de defender su libertad, honra y buen

nombre sin intermediación de terceros. No obstante, aquellas criticas no lograron opacar la

memoria de aquel líder y luchador indígena sinónimo de lucha por la tierra y defensa por la

cultura que demostró que la Nasa son una raza de indios “rebeldes” que siempre se opusieron a

la opresión de los terratenientes y a la recuperación de sus resguardos. Su memoria vive en los

grupos y movimientos formados a su imagen y semejanza que enfrentan las desigualdades

sociales concernientes a las comunidades indígenas del territorio nacional.


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Referencias

Núñez Espinel, L.A. (4 de Julio de 2008) Quintín Lame: Mil batallas contra el olvido.
Pontificia Universidad Javeriana, 92-122.

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