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LA PESTE

Años 40 del siglo pasado en Orán, Argelia.


Una ciudad no es bonita, no hay nada qué destacar. Solo hay cambios de una
estación a otra.
La mayor preocupación son los negocios, el comercio.
No es un buen lugar para morir, hay demasiado ruido
El cronista debe limitarse a decir “esto pasó”
El portero fue enfático: aquí no hay ratas.
La esposa, enferma, mantenía una sonrisa que opacaba todo lo malo (enfermedad)
Todo empieza en abril
Las ratas moribundas aparecieron de a poco y luego muchas y luego dismunuyeron
Rieux se describe: “hombre cansado del mundo en que vivía, y sin embargo
inclinado hacia sus semejantes y decidido, por su parte, a rechazar la injusticia y las
concesiones”
“Se hubiera dicho que la tierra misma donde estaban plantadas nuestras casas se
purgaba así de su carga de humores, que dejaba subir a la superficie los forúnculos
y linfas que la minaban interiormente“
La muerte del portero Michel marcó un antes y un después de esta situación. La
gente no creía que pudiera ocurrir esto en su ciudad. Luego la muerte de más gente,
no solo pobres, puso a pensar a la ciudad.
Jean Tarrou, recién establecido en la ciudad. También escribió sobre lo que pasó en
este periodo, pero sobre cosas aparentemente sin importancia. Cierta sequedad del
corazón.
“Lo único que me interesa es encontrar paz interior” le dijo al nocturno del hotel.
Añade en sus notas que había habido por lo menos una docena de casos de esta
fiebre, casi todos mortales.
Dr. Castel le decía a Rieux que este sabía lo que era pero que nadie lo quería
reconocer. Además había desaparecido de occidente (la peste)
“Es difícil creer en las plagas cuando llegan sobre nuestras cabezas. Siempre ha
habido guerras y pestes y sin embargo, toman a la gente desprevenida. Los
ciudadanos pensaban en ellos mismos, es decir, no creían en las plagas. Las plagas
no están hechas a medida del hombre, por lo tanto el hombre no cree en las plagas.
Seguían su vida como si nada.”
Ha habido millones de muertos por pestes a lo largo de la historia, pero tantos
muertos distribuidos a lo largo de la historia no se notan. Para que se noten:
amontonarlos todos, no dispersos y debe haber caras conocidas, o si no no
reconocemos la gravedad del asunto.
Esto de la peste no podía ser cierto, pensó Rieux.
El dr. pensaba que la peste acababa con las constituciones fuertes y no a las
débiles.
Grand, empleado público en cargo mediocre durante muchos años. Su
preocupación era escoger las palabras exactas para expresarse. Su esposa lo dejó
Iban y venían para tomar medidas y reconocer que era la peste.
Cottard amable con todos después del intento de suicidio. Era representante
comercial.
Dr. Rieux sintió miedo y frecuentó cafés sintiendo que necesitaba calor humano.
Los ciudadanos encubrían con bromas su miedo.
El prefecto tenía miedo. El decreto decía: declaren el estado de peste, cierren la
ciudad.
La gente se sentía toda atrapada en la misma red. Miedo a la separación.
El cierre de la ciudad se dió antes de la oficialización de la misma.
Las palabras: transigir, favor, excepción ya no tenían sentido.
Todo limitado a telegramas: sigo bien, cuidate, cariños.
La separación. Castel esposa lejos, ella volvió. Comprendieron que se amaban,
peste poca cosa.
Recorriendo los mismos caminos antes recorridos en pareja.
EL EXILIO, prisioneros
Impacientados por el presente, enemigos del pasado y privados del porvenir
Nadie podía compartir verdaderamente su dolor. Hablaban el nuevo lenguaje frívolo.
Sumidos en penas de amor no había tiempo de preocuparse de la peste misma.
C/u preocupado por lo que había cambiado su rutina.
En grupo no eran cobardes. Poco a poco vieron que era un accidente temporal.
Rambert le pide a Rieux que lo ayude a salir, pero Dr. dice que no. Rambert: usted
debería deshacer algo de lo que ayudó a hacer. La razón no es lo mismo que la
evidencia, no necesariamente.
Abstracción, aun no estaba cansado, cada vez más difícil visitar a los pacientes.
La gente gritaba al enterarse de la peste de su familiar, la peste como la abstracción
es monótona. Empezaba a invadirle la indiferencia. Se encerraba sobre su propio
corazón y tenía alivio. Se cansaba de la piedad
La gente seguía a la espera. No creían que les fuera a pasar a ellos o sus familias
El padre Paneoux: los buenos no temerán, los malos sí. Creían que con arrepentirse
borraban todas sus culpas, pues no. Esperaba que todos dirigieran al cielo la
palabra amor.
La gente empezó a darse cuenta de la gravedad del todo.
Llegó el verano, más muertos, la gente se escondió en las casas ¿por el calor o la
peste?
La gente parecía empezar a sublevarse, la policía vigilaba las calles para que no
salieran.
El sol de la peste extinguía todo color y hacía huir toda dicha.
¡Mientras que esa porquería de
enfermedad! Hasta los que no la tienen parecen llevarla en el corazón."
Tarrou: la santidad es un conjunto de costumbres
124 muertos en el día 94
Si la epidemia se extiende, la moral se ensanchará también
Restaurantes llenos
La angustia del día tratan de disiparla con la pasión de la noche
Tarrou quiere ayudar como voluntario porque Dr. Rieux ha sido superado.
Rieux dice que si él creyera en Dios se abandonaría totalmente a Él. Pero no cree,
entonces lucha contra la creación tal como es. “Defiendo a los enfermos como
puedo” No me acostumbro a ver a la gente morir. ¿No es mejor no creer en Dios
para entonces luchar contra la muerte? Mi victoria será siempre parcial, pero esa no
es razón para dejar de luchar. Esta peste es una interminable derrota. Esto me lo ha
enseñado la miseria.
Tarrou decía que lo sabía todo. Hace esto por la moral: la comprensión.
Dr. Rieux no cree que la maldad sea más que la bondad. El hombre es más bueno
que malo
La peste era cosa de todos. Había que combatirla, no había otra alternativa.
Grand y su virtud tranquila que animaba a los equipos. Verdaderamente héroe, con
bondad en el corazón e ideales aparentemente ridículos.
Paneloux se unió al grupo. Dice el doctor Rieux: esa es mi misión dar ocasiones.
Le propusieron a Rambert que se quedara para unirse a los equipos
Dice Rambert: el hombre es incapaz de sufrir o ser feliz largo tiempo, por lo tanto no
es capaz de nada que valga la pena. No al heroísmo (idea), vivir y morir por lo que
se ama.
Dr. Rieux: en mi caso, la honestidad es hacer mi trabajo.
Rambert se queda a ayudar mientras puede salir. Agosto, ya no hay individualidades
Hay quien es más prisionero que yo: era la única esperanza.
En sitios cerrados más peligro. En la cárcel absoluta justicia: peligro para todos.
Algunas personas cometieron robos y males en casas ajenas. La pena de muerte no
parecía aquietar a la gente, el toque de queda sí.
No pompas fúnebres. 5 féretros y los llevaban al cementerio y se repetía la
operación. Fosas comunes. Utilizar tranvías para llevar los cuerpos.
El narrador no cuenta nada extraordinario, como en otras historias. Nada más
monótono que las grandes y largas desgracias.
Decaimiento, se olvidaba el interior de los seres amados lejanos.
Se hablaba del ser ausente como una estadística más. No había porvenir, solo
instantes. Por la noche volvían a recordar el amor.
Nadie era ya exigente, todo se aceptaba en bloque.
La separación, otra hambre que podía deborarlo todo.
Octubre-septiembre se había perdido el interés por la peste.
Rieux se hacía el duro. Su misión no era ya curar sino diagnosticar. Tenía corazón
para soportar todo la muerte a su alrededor, pero no para dar vida.
Lo más peligroso era el abandono, ya no seguían los protocolos y le peste no tiene
miramientos con nadie.
Cottard seguía satisfecho con la peste. Encontraba a un amigo en Tarrou.
Cottard no quiere estar solo, quiere estar rodeado de los demás. Estaba satisfecho
porque con la peste, la ley se había olvidado de él. Siempre ha desconfiado de los
demás pero quiere estar rodeado.
Nunca se había malgastado tanto el dinero.
Rambert creyó que estaba enfermo y gritó llamando a su mujer.
Rambert comunica que decidió quedarse, sería vergonzoso ser feliz donde los
demás no lo son.
Rieux se preocupa por la salud de los hombres, el padre por la salvación. Han visto
agonizar y morir al hijo de Othon.
Dice Paneloux que todo mal trae para el critiano un beneficio, hay que encontrarlo,
saber de qué está hecho y el medio para encontrarlo.
Dios pone al hombre en situaciones tan extremas que este debe tener la virtud más
grande: la de decidir entre Todo o Nada. Hay épocas en que no hay purgatorio: todo
era todo o no era nada.
“Hermanos míos, hay que ser ese que se queda” (el monje)
Paneloux no quiere perder la fe, irá hasta el final.
Murió, caso dudoso.
Llega noviembre con lluvias y vientos.
El día de los muertos ya no fue igual, era el día de los intrusos. Todos los días eran
los días de los muertos
“pan o espacio.”
Pensar en alguien es pensarlo minuto a minuto.
Mal gusto es insistir. Tarrou cuenta su vida al doctor Rieux (fue guerrillero)
Dice que no tienen paz.
Ser pestífero es lo natural, ser buena gente es un acto de voluntad.
Un hombre tiene que batirse por las víctimas, pero si deja de amar de qué le sirve
batirse.
Hallaron la paz nadando en el mar.
Dr. : el mundo sin amor está muerto
Grand muriendo. Ordenó quemar su escrito de amazona.
Grand, contra lo esperado, no murió. Lo mismo pasó con otra gente que presentaba
los síntomas.
Enero
Othon muere, uno de los desafortunados de la peste. Que era cuando ya estaba en
descenso.
Poco a poco volvía la normalidad.
Solo se puede llegar a ser santo en aproximaciones.
Tarrou muere.
Todo lo que un hombre puede alcanzar es conocimiento y el recuerdo. Sin
esperanza e ilusiones la vida es estéril.
La ternura humana, se desea siempre y se obtiene a veces.
Algunos obtuvieron lo que querían, porque habían pedido lo que dependía de ellos.
En las plagas se aprende: hay en los hombres más cosas dignas de admiración que
de desprecio.
Lo que hay que hacer contra la peste es luchar y debe seguir haciéndose.
La gente seguía celebrando sin saber que la peste podría volver.
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En este video hablaremos acerca del libro de Albert Camus, La peste.
Este libro fue publicado en 1947 y escrito por este escritor francés nacido en Argelia,
en ese entonces, territorio francés.
¿Qué pasa en La peste, sobre qué se trata? Nos cuenta lo que ocurre en la ciudad
de Oran, Argelia.
Cada vez aparecen más ratas muertas o moribundas por toda la ciudad, luego
muertes precedidas de fiebre y otros síntomas conocidos.
El doctor Bernard Riux, protagonista de la historia, conoce los estos casos en la
ciudad y poco a poco nota que puede ser síntoma de la peste. Las autoridades y la
población en general no quieren admitir que se trata de la peste, hasta que se
declara oficialmente que se trata de la peste.
A partir de ahí Camus nos cuenta los cambios ocurridos en la población, en el
doctor Riux, sus amigos y en la ciudad misma.
En un principio los habitantes de la ciudad tratan de seguir su vida como si no
pasara nada, la gente se niega a aceptar que puede pasarle también a ellos o a
alguien cercano.
Cada vez más la situación es más grave y las personas se ven obligadas al exilio.
Este exilio es, por un lado, físico, tal y como lo conocemos. La ciudad es cerrada,
nadie puede entrar ni salir, por lo que muchas personas son separadas de la noche
a la mañana de sus seres queridos. Por tanto tiempo que intentan no olvidar los
rostros de sus familias o amantes, tratan de recordar su voz y cuando hablan de
ellos lo hacen de manera diferente a como se habla de cualquier otra cosa. Pero
poco a poco se van olvidando de la esencia de lo que son esas personas amadas,
ya hablan de los que están lejos como si fuera algo común, nada especial. No
porque no los amen sino por la misma distancia y el tiempo.
Por otro lado, Riux trata de hacer todo lo posible para controlar la peste, pero se da
cuenta de que no puede, es un simple humano y no puede controlar la fuerza mortal
de este enemigo. Lucha con pasión y amor. A pesar de todas las personas que vio
morir, niños agonizar ante sus ojos, amigos llevados por este enemigo mortal
pestífero, a pesar de eso nunca dejó de hacer su trabajo de sol a sol, olvidándose
de sí mismo.
Varios de sus amigos y conocidos terminaron trabajando al lado de Riux como
voluntarios tratando de combatir la peste. Era lo único que podían hacer, combatir el
mal. Dice uno de los personajes (Rambert) que no se puede ser feliz en medio de la
muerte y la tristeza de los demás, por eso decide no seguir intentando regresar a su
ciudad natal en Francia y prefiere quedarse para trabajar al lado del doctor.
Otro personaje, Grand, un empleado público del montón con un cargo mal pago que
ha desempeñado toda la vida y que intenta escribir un libro. Trabaja en su puesto
oficial y además trabaja como voluntario con el doctor Riux, sin protestar, sin
quejarse, haciendo su pequeño pero importante trabajo. La santidad está en eso, no
en grandes hazañas, dice más o menos el libro.
La muerte va, viene, se pasea de casa en casa, a veces logra su cometido, a veces
no. Algunos que buscaban paz, la encuentran en ella, en la muerte.
Al cabo de algunos meses, las vidas de estas personas parece que vuelven a la
normalidad, sin saber que la peste nunca se va definitivamente, siempre está al
acecho.

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