Está en la página 1de 17

Teopoesía: del dogma a la posibilidad de la curva

Gabriela Miranda

Dijo el escritor Ernesto Sabato que América latina dejó su filosofía plasmada en
novelas:
Hace tiempo un crítico alemán me preguntó por qué los latinoamericanos
teníamos grandes novelistas pero no grandes filósofos. Porque somos bárbaros,
le respondí, porque nos salvamos, por suerte, de la gran escisión racionalista...
Si quiere nuestra Weltanschauung, le dije, búsquela en nuestras novelas, no en
nuestro pensamiento puro.1
 
Nada más cierto, yo creo sin embargo, que también América latina escribió su “filosofía”
en poesías.2 El trabajo que presento parte la esperanza de poder aportar a la reflexión
teológica latinoamericana desde una posición que nos permita, precisamente, la
barbaridad de un pensamiento teológico impuro. Para ello, partiremos de una crítica a la
palabra o al logos de occidente, que sigue siendo base de nuestro quehacer teológico (y
de cualquier pensamiento puro), reconoceremos su papel dominante en la construcción de
la civilización occidental y en la racionalidad teológica. Finalmente intentaremos
proponer con la Teología Latinoamericana de la Liberación la emancipación de este
logos. Para que la teología latinoamericana sea liberadora tendrá que separarse del logos,
como el principio de lo que Hugo Assmann propuso cuando citó a Juan Luis Segundo “la
teología de la liberación requiere la liberación de la teología.”3

No es novedad para nadie afirmar que la teología es una reflexión, principalmente


occidental, sobre las complejas relaciones que se entablan entre Dios y su creación. Pero
sí es menester decir, que la teología es sobretodo una reflexión expuesta como palabra.
La palabra prima en la teología. La civilización occidental misma se fundamenta en gran
parte en el uso, y a veces en el abuso, de la palabra dicha y escrita. La racionalidad
occidental hace uso de la palabra escrita como único modo o como modo privilegiado de

1
Ernesto Sábato, Abaddón el exterminador. Buenos Aires, Sudamericana, 1974, p. 220, cit. por Reinerio
Arce, Religión: poesía del mundo venidero. Implicaciones teológicas en la obra de José Martí. Quito,
Consejo Latinoamericanmo de Iglesias, 1996, p. 10.
2
Después de todo, como dice Lafebre “la poesía fue más lejos que la novela”, cit. Por Louis Dupré,
Simbolismo religioso. Barcelona: Herder, 1999, 30.
3
Hugo Assmann, Economía y religión, San José: DEI, 1994, 53.

1
instalar verdades. Palabra y razón forman una endiadis y parece que no se concibe la una
si la otra. “Nos acostumbramos a que las afirmaciones en el ámbito de la ciencia se hagan
en términos del lenguaje universal e imparcial de la razón.”4 Es sobre este logos
dominante y hegemónico, desde el que esperamos levantar cuestiones, sospechas y
propuestas.

La palabra ha cobrado tal valor que creemos que su uso, sobretodo el de aquella que está
escrita, nos constituye como sociedades modernas y nos distingue de lo salvaje o de lo no
culturizado y es también desde ahí, que nombramos lo inculto o lo inculto como
indicador de distinción. Es tan así que como dice Wittgestein en su Tractantus “las
palabras construyen mundos”, por lo menos desde las palabras se ha construido el mundo
de la racionalidad occidental (y se han construido otros mundos por oposición) que
además, se presenta como único. Pero más que eso, el lenguaje de palabras delimita
mundos. “El lenguaje (…) es capaz de dar nombre a lo más fugitivo y efervescente.”5

La palabra escrita se constituye a si misma como criterio de verdad, si está escrito es


demostrable, válido y crediticio. Es éste sobrevalor de la palabra lo que la sociedad
occidental, entre otras cosas, le ha permitido la elaboración del contrato, la ley y el
dogma. Y es en este punto en donde la tradición cristiana occidental se vincula
fuertemente, ya abundaremos en ello a lo largo del este texto.

Me encanta la afirmación a la que hace referencia la escritora marroquí Fatema Mernissi


“las analfabetas como Yasmina eran más subversivas que las mujeres cultivadas, porque
había introducido en la fábula dos distorsiones heréticas. Como se valía de la técnica del
cuentacuentos, es decir del medio oral, logró escapar a la censura”. 6 La intuición en esta
afirmación no es menor, es una distinción de dominación (que por lo visto no sólo afecta
a Occidente), lo escrito es inamovible, lo oral tiene la posibilidad de ser recontado. En la
oralidad la herejía es posible porque cohabita con la norma, mientras que en el texto

4
Víctor J. Seidler, La sin razón masculina. Masculinidad y teoría social. Cd. de México: Paidós/PUEG,
2000, 39.
5
Octavio Paz. La llama doble. Amor y erotismo. Cd. de México: Six Barral, 1993, 10
6
Fatema Mernissi, El harén en Occidente, 14. La referencia que la cita indica como fábula, es al cuento de
“La fábula de Hasán al-Basri” incluido en Las mil y una noches.

2
escrito la herejía es cooptada. Esta lógica de la palabra, es y será uno de lo más grandes
retos de la teología cristiana, en su lugar concreto: el dogma. Y este reto es aún una deuda
que la Teología latinoamericana de la liberación tiene.

Mi intuición con todo ello llega aún más lejos, porque para mi, la primacía de la palabra
está relacionada con la historia del patriarcado en occidente.

EL LOGOS, EL DIOS CREADOR Y LA MASCULINIDAD

En las primeras sociedades humanas, las capacidades de parir y amamantar eran


sumamente valoradas, éstas garantizaban, en mucho, la sobre vivencia de los grupos
humanos. Estas capacidades femeninas fueron objeto de numerosas manifestaciones y
controversias. Podríamos afirmar que la sociedad patriarcal, llegó a sustituir la capacidad
femenina de crear a través de la gestación por una capacidad simulada, atribuida a lo
masculino, de crear a partir del decir la palabra: la palabra que crea. Los varones se
apropian de la capacidad de crear y substituyen a la capacidad femenina, así tenemos a
dioses masculinos que crean a partir del decir y no del parir. Desde mi punto de vista hay
cuatro elementos empleados como substitutos de la capacidad creadora de las mujeres,
que son diferenciados de aquella y tenidos como atributos masculinos: el logos, el ordo,
el nomos y el faber.

Para lograr esta substitución, fue necesario un sistema patriarcal basado principalmente
en una organización binaria, que separa y distingue, el sistema patriarcal se basa en
mucho en un orden binario de contraposiciones y súperposiciones. Bajo esta lógica, la
división de funciones estereotipadas, excluyentes y asimétricas, llevó a la idea de un
mundo divido entre lo cultural y lo natural. Así los varones crean “culturalmente” y las
mujeres “naturalmente”. Pero esta diferencia implica una distinción asimétrica, no sólo
tenemos una separación, sino una sobrevaloración de un criterio sobre otro. La distinción
y asimetría de uno y no otro no quedó ahí, sino que continuaron otras valoraciones
directamente asociadas, lo espiritual y lo material, lo sacro y lo profano, lo eterno y lo
efímero, lo alto y lo bajo, lo blanco y lo negro, lo masculino y lo femenino, etc. Cuando

3
digo distinción, hablo de una diferenciación discursiva que es planteada desde los centros
de dominación que, por lo tanto, establece relaciones asimétricas de poder.

Esta es una de las razones por la que fácilmente decimos que el lenguaje no puede
desvincularse de la cultura, porque de este modo afirmamos que el lenguaje como
producto cultural nos separa de lo natural. Este entendimiento implica un movimiento de
distinción: la “separación” y la necesaria “elevación”. Entonces el lenguaje, limitado
muchas veces a la palabra, entendido como creación cultural es elevado a lo absoluto, es
aquí cuando construye realidades y crea y delimita mundos. El lenguaje es convertido en
fetiche porque no sólo nombra la realidad sino que la suplanta, toma el lugar de la
realidad construyendo “realidades” que el mismo lenguaje y las prácticas institucionales
presentan y legitiman como única posibilidad. Se convierte así en un “dios” ligado a la
opresión.7 Entonces, sí construimos mundos sólo a partir de las palabras resultamos en
realidades distorsionadas.

Retomemos, a la Palabra se la ha revestido de tal poder, que es sinónimo de creación, le


otorgamos una fuerza creadora. En la religión cristiana confiamos en un dios que, según
el relato del Génesis, crea mediante el uso de la palabra: “y dijo Dios…y fue hecho”, no
como las diosas madres a partir de la gestación y el parto. Se crearon muchos relatos
míticos y órdenes simbólicos que sirvieron para la legitimación y mantenimiento de esta
visión del mundo.8 Substraer la capacidad creadora de las mujeres, substituirla por una
capacidad masculina y entender que una es superior a la otra, le restó valor a lo que se
entendía como femenino, y esto sólo podía lograrse a través de la creación de mitos y
estructuras simbólicas sacralizadas: un orden presentado como divino supremo con
argumentos tales que le permiten establecer el orden de la humanidad.

7
Franz Hinkelammert, “Las raíces económicas de la idolatría. La metafísica del empresario” en La lucha
de los dioses, San José: DEI, 2003, 228. Sobre fetichismo ver Enrique Dussel, 20 tesis de política. México:
Siglo XXI: CREFAL, 2006, 40.
8
Ivan Illich. H2O y las aguas del olvido. Madrid: Cátedra, 1989, 52: “La enseñanza judía y la teología
cristiana han interpretado el Génesis 1 como revelación acerca de la creación a partir de la ‘Nada’ y han
hecho a la ‘materia’ tanto como a la forma contingentes a la palabra de Dios. Esa idea teológica ha tenido
profunda influencia en el pensamiento filosófico occidental” Paul Ricoeur, El lenguaje de la fe, Buenos
Aires: La Aurora, 1978, 7: “Dios habla, se comunica con el ser humano, crea por la palabra, nombra y da al
ser humano la capacidad de nombrar”

4
Entender que la palabra, el nombrar, el ordenar o el fabricar son superiores a parir, es
resultado de complejos ordenes simbólicos y míticos que crearon estas distinciones, es
una asignación simbólica de valores arbitrarios: “el simbolismo se ofrece como la sutura
cultural de la fisura natural, así, pues, como el mediador humano entre naturaleza y
cultura”9 pero sobretodo como el legitimador de una distinción impuesta para ser
aceptada como verdad.

Así fue como se creo el concepto de la existencia de una materia primaria que viene no
de la materia misma, sino de la palabra, abstracta, incorpórea y sobretodo sagrada y que
esta “creación” corre a cargo de un dios macho que, en vistas de no poder parir, entonces
decreta, es una creación por decreto. Por ello aunque entendamos que nombrar, ordenar o
fabricar son verbos distintos al sustantivo logos, es porque estos verbos, aunque definidos
como acciones, son en realidad palabra. Por ello este logos instrumento de dominación,
deja fuera al sujeto, lo deja fuera al legitimar a un sujeto sobre otro.

EL LOGOS Y LA COSTRUCIÓN DE LO RECTO

Las estructuras simbólicas crearon innumerables asignaciones cotidianas de valor,


sostenidas, por símbolos, lo masculino y lo femenino, como ya hemos visto son resultado
de este proceso. Así que me aventuraré a levantar mi sospecha. Son meras intuiciones,
pero muchas veces creo que lo recto tiene que ver con lo erecto y ya sabemos todas las
asignaciones que le damos a la rectitud. Rectitud, tiene que ver con lo justo, lo honesto,
con lo adecuado. En inglés, rigth, incluso, tiene que ver con el lado derecho, con la
“impartición de justicia”, con el Derecho es decir, con la ley. Aquí retomamos el tema de
las palabras, las palabras no son ingenuas, casuales, nos construyen mundos, nos
delimitan mundos, nos enseñan, más aún, nos obligan, a mirar el mundo de una cierta
manera y con ello se obtiene un determinado resultado, esto no es mera casualidad.

Si continuamos con la idea de ligar derecho y recto. Llamamos diestras a las personas que
son hábiles en muchas cosas, pero también a aquellas que usan la mano derecha para

9
Andrés Ortiz- Osés, La Diosa madre, Madrid: Trotta, 111.

5
escribir o hacer cualquier cosa, la mano buena, la mano recta. Según la Real Academia
de la Lengua Española, siniestro es el adjetivo que se usa para el sitio que está al lado
izquierdo. Pero también define siniestro como infeliz, funesto o malintencionado. Aún
obligamos a las personas zurdas a escribir con la mano derecha y hacemos, pupitres,
teclados o abrelatas casi únicamente para “diestros” o “diestras”: a partir de los diestros
se establece la norma (aún me queda la esperanza de que el corazón esto del lado
izquierdo). Y mencionamos esto porque mano derecha, es mano recta y se asocia con
justo y legítimo. La razón no es sólo apalabrada sino lineal.

¿No marcamos lo inmoral, lo insano o lo anormal con lo desviado? ¿acaso no usó Luca
de Tena el título Los renglones torcidos de Dios para hablar de las personas con
enfermedades siquiátricas o ¿no decimos popularmente “Dios escribe derecho en
renglones torcidos”? ¿No afirma la ciencia antropológica que evolucionamos a homo
erectus? Construimos torres y obeliscos como símbolos de poder y de prestigio. ¿Qué
imaginario subyace a estas afirmaciones?

Mi sospecha gira en torno a lo curvo. Lo curvo suele estar asociado a las mujeres: con el
vientre en embarazo, con el útero redondeado, con los senos, las caderas, a las mujeres se
nos asignan símbolos torneados: peras, higos, vasijas, cántaros, guitarras. Mientras que
los varones son asociados con lo recto: espadas, rayos, cuñas. Pero esto no es tan simple,
estos símbolos están cargados de valores. En nuestros imaginarios lo recto es
cuantificable, lo curvo no lo es. Lo recto es bueno, lo curvo dudoso, ambiguo, limitado y
hasta equivocado. Lo curvo es variable, modificable o manipulable lo recto no. Inferimos
que lo recto tiene control sobre sí mismo, no así lo curvo.

Desarrollamos prácticas y relaciones sociales en torno a estos símbolos, mitos y


metáforas de lo recto y también lenguajes: palabras precisas que ubican lo bueno y lo
aprobado como lo que es recto. Cuando elaboramos leyes, reglas decimos
metafóricamente que son rectas. Esperamos que las leyes sean “rectas” para que sean
válidas, inequívocas y justas. Dentro de nuestra propia jerga religiosa usamos el término
ortodoxia para referirnos a las prácticas religiosas bien ejecutadas. En griego ortodoxia

6
viene de orthós que se traduce al español como recto, derecho o erguido. Dentro de la
lógica de esté artículo que presento, que intenta proponer diferentes formas de hacer
teología, podemos decir que la palabra escrita, instalada como ley, dogma o contrato, es
recta, porque no es movible y que la palabra oral es curva, porque tiene la posibilidad de
moverse, de transgredir, de cometer herejía.

No en vano Hugo Assmann escribió (¡y escribió en poesía!): 10

“El Dios de los pobres


parece incapaz de respetar
una voz de ¡Sentido!
o una de ¡Media vuelta, volver!

“Le hicieron estatuas


pero Él se escapa de todas
Le falta la rigidez
de las cosas perfectas.
Suelto por este mundo de Dios,
suelto, envuelto o revuelto
dizque hace cosas y desaparece
y que sus formas, gestos y acciones
son tan imprevisibles
como el movimiento siguiente
de un cuerpo africano.”

EL LOGOS LA LEY, EL CONTRATO Y EL DOGMA

Las palabras construyen mundos y muchas veces lo hacen a través de sistemas sociales de
construcción y verificación de pensamiento: los discursos, que se instalan en las
sociedades y permiten relaciones asimétricas de poder. Los discursos -la dinastía de la
representación, como los llama Michel Foucault11- están elaborados por quienes
dominan, porque cuando hablamos de discurso, hablamos de un instrumento que
transmite y coloca una ideología en particular. Un discurso puede ser transmitido en una
plaza pública pero puede ser también un anuncio televisivo, todos emitidos por “voceros

10
Hugo Assmannn, “La fe de los pobres en lucha contra los ídolos” en La lucha de los dioses (3ª ed), San
José: DEI, 2003, 247 (El subrayado es nuestro).
11
Michel Foucault. El pensamiento del afuera. (5ª ed.), Valencia: Pre-textos, 2004, 12.

7
autorizados”. La palabra usada por ellos esta avalada por complejos sistemas de control y
relaciones de poder. Los discursos construyen modelos de comportamiento o de censura
que benefician y mantienen a los propios sistemas hegemónicos de dominación que los
emiten.

Ya dijimos que las sociedades occidentales son sociedades de la letra. A ellas y a las
parcialmente occidenatalizadas, la palabra y sobretodo la palabra escrita, nos ha
permitido la elaboración del contrato, la ley y el dogma. Estas tres expresiones de la
palabra son instrumentos escritos de dominación, son instituciones escritas, que se
afirman en imaginarios que sobrevaloran el lenguaje escrito y dejan fuera a la persona
humana. Están institucionalizadas y, además han adquirido un fuerte valor simbólico, un
valor construido en el discurso, el ritual o la imagen y también en interacción con otras
instituciones: la escuela, el estado, la familia o la iglesia. Entonces, si a un sistema
complejo, en este caso el complejo mundo de las palabras, le atribuimos un valor
agregado que lo hace irrefutable e inamovible y que además, a partir de esto, se encarga
de distribuir y legitimar cuotas de poder, podemos decir que estamos ante un sistema de
control y por lo tanto de exclusión. La institucionalidad muchas veces permite, hace
funcionar y avala estos sistemas de control.

Las leyes son inamovibles, inflexibles, su inflexibilidad muchas veces lleva consigo la
muerte. La ley, el contrato y el dogma son las muestras más claras de la institucionalidad
de las palabras. Ahí las palabras pierden todo valor recreativo, se convierten en cómplices
de un sistema de dominación y exclusión.

Nuestros gobiernos aprueban leyes injustas, excluyentes, leyes inapelables con olor a
muerte, leyes que hasta se atreven a condenar hasta la solidaridad y la misericordia.
Muchas de las exclusiones que vivimos a diario están legitimadas a través de leyes.

Contratos, leyes y dogmas son inamovibles, imperturbables y son también medibles y


cuantificables, obedecen a una misma lógica racional. La teología entonces, asume que
puede definir a Dios con dogmas, con una construcción de palabras y le arrastra al

8
complejo y dominante mundo de las leyes. El evangelio de Juan dice que Jesús es
palabra, pero palabra encarnada, la palabra encarnada es un escándalo porque en su
contradicción es imposible de existir.12 No es este logos encarnado el que me preocupa,
sino el logos que deja fuera al sujeto, el logos inamovible de nuestras propias reflexiones
y prácticas teológicas: el logos que prima en las sociedades occidentales. El logos es
conocimiento intacto, inapelable, contra lo efímero, la palabra tiene la pretensión de lo
eterno. El dogma es una ley, la teología insiste en comunicarse con dogmas, entonces
hace leyes, usa la palabra en su sentido más excluyente, más jerárquico, más acomodado
al sistema patriarcal que le adjudicó un valor preponderante.

EL LOGOS Y TEOLOGÍA

“La teología son palabras, juegos de palabras, palabras, nada más que palabras y con ellas
se construyen mundos”13 dice acertadamente Rubem Alves. A pesar de sus nuevos y
revolucionarios planteamientos, la Teología de la Liberación se constituyó como una
teología que mantuvo la palabra institucionalizada: el dogma. Es en este planteamiento
que creo que se puede aportar con lo que llamo teopoesía, como la posibilidad de hacer
palabras que digan distinto.

Retomemos, el entendimiento de la supremacía de la Palabra, es una elaboración cultural.


En el relato creador del Génesis, en Dios Yahvé se substituye la capacidad femenina
creadora a partir del parto, por la capacidad masculina supuestamente creadora de la
palabra. Pero además esta capacidad masculina y suplantadora esta culturalmente
jerarquizada y tiene mayor aprecio. Podemos concluir que, la palabra es dominio
masculino, se entiende como propiedad del varón y que nuestra creencia cristiana
reafirma esto. Los varones a lo largo de la historia del patriarcado construyeron una
historia en donde la creación, la vida, los pueblos surgen a partir de el decir de un Dios
supremo. Luego entonces, no es mera casualidad que en el desarrollo de la cultura
occidental las mujeres hayan ido desapareciendo de los círculos académicos o públicos

12
Como dice Rubem Alves, La teología como juego, Buenos Aires: La Aurora, 1982, 68: “el teólogo
[mora], en el lugar en que la palabra es cuerpo”, 68.
13
R. Alves, teología, 57.

9
hasta casi su eliminación total, ni que en muchas culturas se las haya privado del ejercicio
de la palabra:
“En el occidente greco-romano-cristiano, se entiende que un cuerpo femenino
está denudo, no cuando lleva un velo que le cubra la cabeza y el rostro, sino
cuando habla (…), en el Cristianismo (…) la palabra femenina es percibida como
indecorosa (…).
“En las sociedades patriarcales, es muy importante que los labios femeninos –
los labios orales y los labios vulvares- estén cerrados.”14

Es quizá por ello que a las mujeres se nos atribuyen otros lenguajes incomprensibles o
pseudolenguajes, que además son calificados de engañosos y perversos, como la
murmuración, el chisme, el lamento o el canto, como en el caso de las sirenas. Incluso la
misma leyenda de Scherezada, en las Mil y una noches, refleja como una mujer se
comunica vivazmente, pero emplea un lenguaje que no es cotidiano: el cuento.
15

En la sobrevaloración, que ahora podemos definir como patriarcal, de la palabra, se apoya


la teología, desde ahí es que construye su autoridad y su argumentación, la teología es un
discurso y es un género literario. La teología expresa lo que es Dios y esto lo hace a
través de la palabra. Evangelina Vilanova dice que “la teología (…) significa una
conexión práctica entre ‘Dios’ y ‘lenguaje’. El lenguaje indica el medio con el que se
hace teología, Dios indica el tema, mientras que la conexión práctica significa las
numerosas modalidades en que se puede hacer teología”16

La teología, como ejercicio académico es un quehacer de la palabra, esto es no


desestimable, el problema que veo en ello, es la limitación que la palabra hace con la
teología y la cristalización y el mantenimiento de un sistema patriarcal que ha sido
excluyente, entre otras cosas, por su mera rigidez. Como afirma Severino Croatto “la
palabra que surge del acontecimiento para narrarlo o celebrarlo, está operando una
selección, al privilegiar una experiencia y con ello dejar en la sombra muchas otras”17 La
14
María Milagros Rivera Garretas, El cuerpo indispensable. Significados del cuerpo de la mujer (2ª ed.),
Madrid: Horas y horas, 1996, 43.
15
Irma García, Promenade femmilière; recherche sur l’écriture fémenine, París: Des Femmes, 1981. cit por
Araceli Rico Fantasia de un cuerpo herido, 44: “un lenguaje que estalla como el lenguaje enigmático de
las brujas, el lenguaje inconsciente de las histéricas, el lenguaje sin control de las locas…”.
16
Evangelina Vilanova, Para comprender la teología. Estella (Navarra): Verbo Divino, 2000, 19.
17
Croatto, Hermenéutica Bíblica. Un libro que enseña a leer creativamente la Biblia (2ª ed.) Buenos aires:
Lumen 1994, 60.

10
palabra tiene la propiedad de seleccionar, visibilizar, invisibilizar, sobrevisivilizar y
calificar.

Pues bien, la teología como una de las más significativas elaboraciones occidentales, es
en realidad una compleja articulación de palabras. En esto que podríamos llamar, una
articulación teológica, conocemos a Dios y es a partir de este complejo entramado que
creemos en él. Al parecer necesitamos de las palabras escritas para creer o al menos para
confirmar nuestras creencias. Con base en la tradición occidental, la palabra escrita nos
da legitimidad, confianza y seguridad. Al poder poner en palabras o por escrito nuestra
fe, nos esta confirmada y avalada. Sabemos que la Reforma Protestante basó sus
argumentos, sobretodo en la Palabra de Dios, palabra contenida en la Biblia, el libro
sagrado. Nunca antes la palabra escrita había sido de tal forma sacralizada. De hecho la
palabra se confrontó directamente con la imagen. Según la falta de imágenes, que
posibilitaba la imaginación, y la centralización de la palabra, hicieron de la religión “un
asunto cerebral.”18

La elaboración teológica es muchas veces, continuidad del sistema patriarcal, que


prepondera su hecho cultural. En la elaboración teológica hay una soberbia sobretodo
porque define en su lenguaje, entre otras, a Dios como inaccesible, excluyente, único y
macho.

EL LOGOS, TEOPOESIA Y LA TEOPOESÍA FEMINISTA DE LA CURVA Y LO


EFÍMERO

Concuerdo con Juan Jacobo Tancara cuando afirma: “Muchas veces, los dogmas
religiosos entorpecen la expresión de nuevas o inéditas maneras de vivenciar la fe” 19 y
Elsa Taméz ha dicho en clase: “sean teólogos creativos, no se conformen con lo que ya

18
Karen Armstrong, The Gospel According to Woman, 91 citado por L. Shlain, El Alfabeto contra la
Diosa. El conflicto entre la palabra y la imagen, el poder masculino y el poder femenino. Madrid: Debate,
2000, 441.
19
Juan Jacobo Tancara, “El quehacer teológico y la función estética” en Pasos 122 (San José), 19.

11
está dicho”.20 A veces contemplo con temor que de todas las teologías posibles, sobrevive
la teología del concepto.

¿Cómo hacemos teología entonces? Con poesía, por supuesto, Octavio Paz dice, “la
poesía es el lenguaje original de la sociedad –pasión y sensibilidad- y por eso es el
verdadero lenguaje de todas las revelaciones y revoluciones.” 21 La poesía es más que un
arte y más que un género literario es una herramienta política porque resiste y reinventa,
uno de los más grandes sistemas hegemónicos: la palabra.

Es preciso entonces, devolverle a las palabras su sentido, rescatarlas de la tiranía de la


ley, del dogma, del contrato. Nada mejor que la poesía. Porque la poesía, es movimiento,
palabra curva y curveada, contrario al dogma y nuestro dios es un Dios que se mueve,
inaprensible, desinhibido, es revelación y la revelación es movimiento. Nosotros somos
quienes pretenden acorralarlo, reducirlo a la miseria del dogma. Bajo esto entendido, sólo
se puede hablar de Dios en poesía, pero no como entendida género literario, sino como
hecho político. Hacer poesía entonces, simplemente hacer versitos, sino tomar de ella su
cualidad resignificadora, su particular capacidad de desestabilizar el idioma y usarla
como elemento de posibilidad y de resistencia. No significa dejar simplemente a un lado
las certezas ni ocupar un lugar acomodaticio, no, hacer poesía como resistencia es hacer
revolución.

Cuando el evangelio de Juan dice “el verbo se hizo carne” hace uso de la poesía, no
porque utilice una metáfora sino porque comprende que la palabra no basta por si misma,
que debe ser hecha carne, materia, vida misma. Sólo con poesía se puede lograr tal
afirmación, la poesía trasciende a la palabra, porque devuelve la palabra a la vida, porque
afirma que la vida no viene de la palabra, sino que la antecede. Siguiendo a Hugo
Assmann: “solamente el enraizamiento de los nexos corporales de la vida humana puede
legitimar nuestro discurso.”22 Para la teología, sólo la encarnación del logos, puede
legitimarla. La teopoesía es palabra encarnada, porque para llegar a serlo precisará incluir
20
Elsa Tamez, en el Seminario de Biblia, impartido en la Universidad Bíblica Latinoamericana, San José,
Costa Rica, octubre-noviembre 2003.
21
Octavio Paz, Los hijos del limo, Barcelona: Six Barral, 1998, 28.
22
Hugo Assmann, Economía y religión, San José: DEI, 1994, 62.

12
a la persona humana. La teopoesía es lo que en algún momento Assmann llamó: Palabra-
travesía: “qué se construyan palabras igual que se construyen casas. Con materiales de la
realidad. Y que sean habitables por seres vivos.”23

Reitero, cuando digo poesía, no hablo solo de palabras dulzonas, frases novedosas o
distinguidas, metáfora, métrica, rima, ritmo, digo sobretodo transformación, recreación
de significados, recuperación de la libertad del poder decir. La poesía es poesía cuando
transgrede, cuando no, es, igual que la Teología, un género literario. La poesía es arte
callejero.

Sabemos que poesía viene del griego poieo, que significa crear, la poesía crea, pero no
crea a partir de la palabra establecida, excluyente, sino de la palabra transformada, de la
enigmática colocación de las palabras por puro gusto, por puro placer, por rebeldía.
Hablar de Dios, es siempre un atrevimiento, una osadía y una tentación. Mucho se ha
hablado de Dios, mucho se ha escrito sobre Él. Es necesario pasar del dogma a la poesía.
Es necesario construir nuestro hablar de Dios en teopoesía y no en dogmas, para liberarlo
de nuestras prácticas mezquinas. Ir de la teología a la teopoesía, del logos a la creación,
es liberar a la teología del dogma que no posibilita la vida. Es sacarla de su expropiación
patriarcal.

La poesía es transgresora de la palabra, enemiga de toda legalidad. Porque el movimiento


de la poesía transgrede el las leyes de la semántica, a la poesía le palpita la vida. Por eso
las palabras institucionalizas, la ley, el contrato y el dogma pretenden silenciar al poeta y
se instauran en el conocimiento científico.24

La palabra de la poesía que es palabra torcida, es la misma palabra de Yasmin, la poesía,


aún escrita es orante y es imagen. La teoposia es oralidad y re creación de la palabra, lo
orante es palabra curveada por la imaginación, la ocurrencia o la resistencia. No es la
palabra del dogma, sino la palabra orante, movible de la curva. No se trata de perder la
escritura, ni de suplantarla por la oralidad, sino de asignarle un lugar mutual
23
H. Assmann, Economía, 49
24
Cf. R. Alves, teología, 77.

13
complementario y no preponderante, la poesía logra esto con el tuerce de el logos de
occidente.

Vamos del logos a la creación, porque si las palabras crean mundos con la poesía
tenemos la oportunidad de recrear el mundo, de reconstruir lo que no es bello, lo que nos
roba la vida, lo que nos es justo, de recobrar el derecho a ser bellos, a no escuchar nunca
más que somos feos porque somos cojos o negros o inmigrantes. “Estética creativa,
recuperadora de un mundo que humanice (…) que recupere el gusto por lo bello no como
distinción social, sino volcado a engendrar liberación” 25 Lo estético es productor de vida,
si no produce vida es antiestético. Una teología que no promueve la vida es cacofónica,
es fea y termina por dejar de ser teología. Porque la opción por la vida es belleza, la
estética es simetría y la simetría no como valor numérico, sino como valor ético. Simetría
no es orden, no es igualación, es una relación de equidad, una armonización, por eso es
contemplativa, estética, por eso es bella. Mucha poesía puede serlo en el estricto sentido
del género literario, pero no siempre lo es en el sentido político de la emancipación.
Graciela Montes escribe:
No porque sean novelas o cuento o poema, no por su género, sino por la forma
de experiencia que determinan: cualquier otra cosa, de un panfleto o una receta
de cocina, se podrían leer como literatura, siempre y cuando se los instalara en
esa frontera, se los liberara, precisamente, de los condicionamientos de las
funciones, se los alojara en esa especie de zona oblicua, esa ronda, ese círculo
mágico, esa rayuela, donde se construye, infatigablemente, todo lo nuevo.26

Por ello, la poesía es palabra liberada del dogma, de la ley, del contrato es opción
política, porque posibilita evidenciar que existimos en un mundo injusto y en tensión y
desde ahí proponer un mundo en donde quepan todos y todas. La poesía es un acto
político, porque significa un reclamo por aquello que obstaculiza la vida, porque renuncia
a la institución de las palabras para proponer nuevas formas de encontrarnos y hasta del
decir sobre Dios. Así, la poesía y el Dios curvo se encuentran. Se encuentran en nuestra
teología cristiana en una lógica común, para trascender la palabra que oprime y recrearla
en palabra que libera. Cuando la palabra se libera y liberada habla de Dios, se hace

25
J. J. Tancara, “Quehacer”, 20.
26
Graciela Montes. La frontera indómita. En torno a la construcción y defensa del espacio poético. Cd. de
México: FCE, 1999, 53.

14
teopoesía, cambiamos el logos por el poieo, por la oportunidad que esta nos da de recrear,
de recomenzar, de dejar que Dios hable, murmure, se lamente y cante.

Los teólogos y teólogas, sea en la pastoral o en la academia, debemos ser teopoetas, con
la humildad de quien no se enamora de sus propias frases, teopoetas que no se jactan de
dogmas acabados, que saben que la fe se incuba en la vida y no en ley o en el dogma, que
reconocen que Dios se mueve en curva, que se moverá siempre, que nos supera. Ser
teopoetas, es reconocer que existen otras formas de entender a Dios, de experimentarle.
Teopoetas que saben hacer de su teología poesía constante, cambiable, rebosante de
humanidad. Porque saben transgredir las leyes, los dogmas, los contratos, cuando estos
causan daño, cuando duelen.

Un teopoeta es un artísta, porque produce belleza, la teología debe ser bella, debe
pasmarnos, dejarnos absortos, vincularnos con la trascendencia.

La teopoesía es arte, estética, lugar de contemplación. No es mera casualidad que los


místicos, contemplantes de la sacralidad y desconectados de toda institucionalidad,
escribieran poesía:

Si el amor que me tenéis,


Dios mío, es como el que os tengo,
Decidme: ¿en qué me detengo?
O Vos, ¿en qué os detenéis?

- Alma, ¿qué quieres de mí?


Dios mío, no más que verte.
Y ¿qué temes más de ti?
Lo que más temo es perderte.

Una cita que hace Franz Hinkelammert de un banquero alemán, deja ver el alcance que
tiene lo que hemos dicho:
“Un hombre de negocios y sobretodo un banquero, no debería tratar de tener
actividades artísticas. No debería ni hacer música, ni composiciones, no debería
pintar jamás, y menos ser un poeta. Porque de lo contrario él echa a perder su
buena fama y hace daño a sí mismo y a su empresa.” 27
27
F. Hinkelammert, “Raíces”, 202.

15
Para hacer poesía más allá del genero literario y para hacer teopoesía, es decir, teología
fuera del dogma, “la humildad intelectual es indispensable”28 Los teopoetas son teólogos
y teólogas humildes, aficionados a la vida, que no se enamoran de sus propias frases, la
teopoesía es el espacio abierto y dinámico del quehacer teológico pertinente para un
mundo centrado en la ley. “En el poema, la linealidad se tuerce, vuelve sobre sus pasos,
serpea: la línea recta cesa de ser el arquetipo a favor del círculo y la espiral” 29 La poesía
no es línea, la poesía tuerce la línea con la alegría de los pájaros, “pues la poesía como
todo lo humano requiere su dosis de violencia” 30 El pintor austriaco Hundertwasser dijo:
Ahora tenemos lo plano. En lo plano, todo resbala. También el Dios querido/ Diosito se
resbala, porque la línea recta es una línea sin dios, es atea."31

Así pues, la poesía retorna a la curva negada, despreciada, excluida. Retorna a lo efímero,
al principio de la creación material. La teopoesía salda esta deuda teológica, resarce el
daño, le devuelve al mundo su redondez de vientre, no la redondez que globalización
pretende, sino la curva que obliga a la línea a detenerse.

Bibliografía
Alves, Rubém. La teología como juego, Buenos Aires: La Aurora, 1982.
Arce, Reiniero, Religión: poesía del mundo venidero. Implicaciones teológicas en la
obra de José Martí. Quito: Consejo Latinoamericanmo de Iglesias, 1996.
Assmann, Hugo. Economía y religión, San José: DEI, 1994.
Croatto, Severino. Hermenéutica Bíblica. Un libro que enseña a leer creativamente la
Biblia (2ª ed.) Buenos aires: Lumen 1994.
Dupré, Louis. Simbolismo religioso. Barcelona: Herder, 1999.
Montes, Graciela. La frontera indómita. En torno a la construcción y defensa del espacio
poético. Cd. de México: FCE, 1999.
Mernissi, Fatema. El harén en Occidente. Espasa: Bogotá, 2001.
Foucault, Michel. El pensamiento del afuera. (5ª ed.), Valencia: Pre-textos, 2004.
Dussel, Enrique. 20 tesis de política. México: Siglo XXI: CREFAL, 2006.
Hundertwasser, F., “Los von Loos”, en Schoene Wege (1968), 174
Illich, Ivan. H2O y las aguas del olvido. Madrid: Cátedra, 1989.
Ortiz- Osés, Andrés. La Diosa madre, Madrid: Trotta, 1996.

28
María Zambrano, Pensamiento y poesía en la vida española. México: La casa de España en México,
1939, 20.
29
O. Paz, Lllama, 11.
30
M. Zambrano, Pensamiento, 73.
31
Hundertwasser, F., “Los von Loos”, en Schoene Wege (1968), 174

16
Paz, Octavio. Los hijos del limo, Barcelona: Six Barral, 1998.
Paz, Octavio. La llama doble. Amor y erotismo. Cd. de México: Six Barral, 1993, 10
Ricoeur, Paul. El lenguaje de la fe, Buenos Aires: La Aurora, 1978.
Rivera Garretas, María Milagros. El cuerpo indispensable. Significados del cuerpo de la
mujer (2ª ed.), Madrid: Horas y horas, 1996.
Seidler, Víctor J. La sin razón masculina. Masculinidad y teoría social. Cd. de México:
Paidós/PUEG, 2000, 39.
Vilanova, Evangelina. Para comprender la teología. Estella (Navarra): Verbo Divino,
2000.
Zambrano, María. Pensamiento y poesía en la vida española. México: La casa de España
en México, 1939.

Artículos
Assmannn, Hugo. “La fe de los pobres en lucha contra los ídolos” en La lucha de los
dioses (3ª ed), San José: DEI, 2003, 231-268.

Hinkelammert, Franz. “Las raíces económicas de la idolatría. La metafísica del


empresario” en La lucha de los dioses, San José: DEI, 2003, 195-229.
Tancara, Juan Jacobo. “El quehacer teológico y la función estética” en Pasos 122 (San
José), 19-25.

17

También podría gustarte