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La historia de Francia comienza en fuentes escritas durante la Edad del Hierro, cuando

historiadores romanos llaman a la región la Galia. Esta estaba habitada principalmente por los galos,
pueblos de origen celta que no mantenían una unidad política, rivalizaban entre ellos y usaban la
escritura de manera marginal. Los galos realizaron varias incursiones fuera de sus territorios
originales, entre ellas una invasión a Roma en el siglo IV a.C.
La República romana conquistó el sur de la Galia a finales del siglo II a.C. y estableció la provincia
de Galia Narbonense. Julio César anexó el resto de la región durante la guerra de las Galias (58-51
a.C). La conquista trajo consigo una fusión de las culturas celta y romana y finalmente la
romanización de los galos y la plena integración del territorio dentro del Imperio romano.
En los últimos años del Imperio Romano, la Galia fue escenario de constantes incursiones de
pueblos germánicos, de entre los cuales los francos llegarían a dominar el territorio desde el siglo V
hasta el siglo XV. La primera dinastía franca fue la de los merovingios, quienes con su rey
Clodoveo unificaron la Galia. La segunda dinastía, los carolingios, fundada en 751, construyó un
imperio en Europa occidental bajo Carlomagno en los siglos VIII y IX. Este imperio quedaría
dividido entre sus nietos en 843 por el tratado de Verdún, que separó Francia Occidental de Francia
Oriental, la cual se convertiría en antecesora de Alemania. La tercera dinastía franca, la de los
Capetos, se hizo del poder en Francia Occidental desde 987. Los Capetos, originalmente con escaso
poder sobre los señores feudales, lo incrementaron considerablemente gracias a sus campañas
militares y su alianza con la Iglesia. En el siglo XII, Felipe Augusto fue el primero en ser nombrado
"rey de Francia" en lugar de "rey de los francos". Felipe IV (1268-1314), el más poderoso rey de los
Capetos, logró el dominio sobre el papa y la Iglesia.
A la muerte del último de los Capetos directos en 1328, sobrevino una crisis sucesoria entre la Casa
de Valois y la Casa de Plantagenet. La primera accedió al trono y la segunda, de origen francés pero
gobernante en Inglaterra, también era pretendiente. La crisis originó la guerra de los cien años
(1337-1453), en la que Francia fue devastada. Los Plantagenet dominaron en la primera parte de la
guerra, pero los Valois lograron imponerse en la fase final. En esta guerra surgió Juana de Arco, una
adolescente campesina que logró encabezar el ejército francés y erigirse en heroína nacional.
Entre los siglos XVI y XVIII, el poder de los reyes franceses se consolidó en el Antiguo Régimen.
En el siglo XVI llegaron el Renacimiento y la reforma protestante y con esta última, las guerras de
religión (1562-1598), que originaron una nueva crisis sucesoria y la llegada al poder de la Casa de
Borbón con Enrique IV en 1589. Francia permaneció católica y la alianza de la monarquía con la
Iglesia se consolidó. A partir del siglo XVI Francia comenzó a forjar un imperio colonial con
posesiones en Norteamérica, las Antillas y la India. Al mismo tiempo, se vio involucrada en
numerosas guerras por la hegemonía en Europa, principalmente contra España, el Sacro Imperio
Romano Germánico e Inglaterra. El auge del Antiguo Régimen se alcanzó con el absolutismo de
Luis XIV, conocido como el "rey sol".
La monarquía fue derrocada por la revolución francesa (1789-1799), una serie de eventos de
impacto universal que encumbró en el poder a la burguesía y dio protagonismo a las masas. Se
estableció la primera república francesa en 1792 y el país fue atacado por varios países. La primera
república fue abolida en 1804 con la proclamación de Napoleón Bonaparte como emperador de
Francia. Napoleón combatió contra las monarquías absolutistas y logró la sumisión de gran parte de
Europa gracias a su gran talento militar hasta ser derrotado (1815).
La monarquía regresó en 1814, pero sin los privilegios anteriores. Una nueva revolución estalló en
1830 contra lo que los liberales consideraron un intento del rey por restaurar el Antiguo Régimen, y
el resultado fue la monarquía de julio (1830-1848), un gobierno monárquico de corte más liberal.
Este gobierno, cada vez más autoritario, fue derrocado en 1848 por una tercera revolución, que dio
paso a una breve segunda república y sirvió de ejemplo en varios países de Europa. En 1852 el
presidente Luis Napoléon Bonaparte estableció el segundo imperio francés. Durante el siglo XIX
Francia se industrializó y siguió una política imperialista. El segundo imperio fue derrotado en 1870
por Prusia, una nación alemana en ascenso y rival de Francia. Ese año se inició nuevamente un
sistema republicano. La tercera república, parlamentaria, laica y de libertades, se arraigó en la
sociedad, al mismo tiempo que conquistaba un vasto territorio colonial en África y Asia que
rivalizaba con el Reino Unido y sobre todo con Alemania. Francia pactó con el Reino Unido la
Entente Cordiale, que más tarde se convertiría en la Triple Entente con la adhesión de Rusia.
Francia y sus aliados combatieron contra Alemania y los Imperios centrales durante la Primera
Guerra Mundial (1914-1918). Gran parte de la guerra se libró en el norte de Francia, que a pesar de
resultar vencedora sufrió serios daños económicos y más de 1,5 millones de muertes.
En la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Francia fue invadida por la Alemania Nazi. La mitad
norte del país fue ocupada por tropas alemanas, mientras que la mitad sur fue gobernada por el
régimen colaboracionista de Vichy. En el imperio colonial el general Charles De Gaulle inició el
movimiento Francia Libre, que encabezó la resistencia contra la ocupación y el fascismo. El norte
de Francia sirvió de sitio de desembarco de numerosos ejércitos aliados durante la ofensiva contra
Alemania. Francia, en estado crítico por la devastación, fue liberada en agosto de 1944.
Después de la guerra, Francia se integró al bloque occidental durante la guerra fría, y desde
entonces forma parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) además de ser
miembro permanente del consejo de seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Recibió importante ayuda financiera estadounidense y su economía creció de manera importante
durante los treinta años gloriosos (1946-1975). La cuarta república (1946-1958) intentó sin éxito
reeditar el sistema de la tercera, pero fue remplazada por la quinta república (1958-actualidad), cuyo
sistema de gobierno es semipresidencialista. En 1960 Francia se convirtió en el cuarto país en
desarrollar armas nucleares. El imperio colonial francés comenzó a desmoronarse durante la guerra
de Indochina (1945-1954), la guerra de Argelia (1954-1962) y la posterior descolonización de sus
territorios africanos en la década de 1960. Sus colonias restantes se integraron en departamentos y
colectividades de ultramar. Francia fue una pieza importante en la formación de la Unión Europea
en 1993. En el siglo XXI, Francia sigue siendo considerada una potencia en los aspectos
económico, militar, político y cultural.

Índice
• 1 Prehistoria
• 2 Protohistoria
• 2.1 Los primeros celtas
• 2.2 La Galia prerromana (siglo V - 51 a.C.)
• 3 Edad Antigua
• 3.1 Colonias griegas
• 3.2 Galia romana
• 3.2.1 Invasiones germánicas
• 4 Edad Media
• 4.1 Los merovingios
• 4.2 Los carolingios
• 4.3 Los Capetos
• 4.3.1 Los primeros Capetos
• 4.3.2 Felipe II Augusto
• 4.3.3 San Luis
• 4.3.4 Felipe III y Felipe IV
• 4.4 Los primeros Valois y la guerra de los cien años
• 5 Edad Moderna
• 5.1 Afirmación del poder real
• 5.2 Las guerras de religión
• 5.3 El Gran Siglo
• 5.3.1 Luis XIII
• 5.3.2 Luis XIV
• 5.4 El Siglo de las Luces
• 5.4.1 Luis XV
• 5.4.2 Luis XVI
• 5.4.3 La Ilustración francesa
• 6 Edad Contemporánea
• 6.1 Revolución francesa
• 6.1.1 Asamblea Nacional y Asamblea Constituyente (1789-1791)
• 6.1.2 Asamblea Legislativa (1791-1792)
• 6.1.3 Convención Nacional
• 6.1.3.1 Dominio girondino (1792-1793)
• 6.1.3.2 Dominio jacobino (1793-1794)
• 6.1.3.3 Reacción termidoriana (1794-1795)
• 6.1.4 Directorio (1795-1799)
• 6.2 Francia napoleónica
• 6.2.1 El Consulado
• 6.2.2 Imperio napoleónico
• 6.3 Restauración borbónica
• 6.4 Revolución de 1830
• 6.5 Monarquía de julio
• 6.6 Revolución de 1848
• 6.7 Segunda República Francesa
• 6.8 Segundo Imperio francés
• 6.9 Tercera República
• 6.9.1 La comuna de París
• 6.9.2 Dominio monárquico
• 6.9.3 Consolidación de la república
• 6.9.4 Imperialismo
• 6.10 Primera Guerra Mundial
• 6.11 Período de entreguerras
• 6.12 Segunda Guerra Mundial
• 6.12.1 Régimen de Vichy
• 6.12.2 Resistencia
• 6.13 Posguerra (1945 - 1946)
• 6.14 Cuarta República Francesa (1946 - 1958)
• 6.14.1 Indochina y Argelia
• 6.14.2 Crisis de Suez
• 6.14.3 Golpe de estado de 1958
• 7 Actualidad: Quinta república
• 8 Bibliografía
• 9 Notas
• 10 Referencias
• 11 Enlaces externos

Prehistoria
Artículo principal: Prehistoria en Francia
Se ha encontrado utillaje de la industria achelense del homo erectus de hace 900 000 años en la
gruta Le Vallonnet,(generación de la clarisa) en el sur de Francia.
Existen importantes restos del paleolítico inferior en el río Somme y los Pirineos tradicionales
(Hombre de Neanderthal), así como en La Chapelle-aux-Saints, Le Moustier y La Ferrasie. Del
paleolítico superior hay abundantes vestigios de los hombres de Cro-Magnon, Grimaldi y
Chancelade, datados en unos 25 000 años de antigüedad, los cuales están ubicados en el valle de
Dordoña.1 Entre las más famosas pinturas rupestres del mundo están las de Lascaux y de Font de
Gaume, en los Pirineos franceses.
En el mesolítico algunas actividades agropecuarias fueron reemplazando en importancia a las
cuevas, y en el neolítico (desde el III milenio a. C.) surgió la cultura megalítica (que empleó
menhires, dólmenes y enterramientos). Desde alrededor de 1500 a. C. se inicia la edad del bronce,
desarrollándose rutas comerciales.
La edad del hierro y las culturas celtas se ubican dentro del I milenio a. C.

Protohistoria
Los primeros celtas

Carro funerario galo, utilizado entre los siglos VIII a.C. y VI a.C.
Aunque existen pocas pruebas tangibles, existe una teoría según la cual la colonización de la futura
Galia por los celtas originarios de Europa Central comenzó hacia el año 1300 a.C., a finales de la
Edad del Bronce, con la cultura de los campos de urnas y terminó hacia el año 700 a.C. Otra teoría
sugiere que los primeros pueblos celtas corresponden a la cultura arqueológica de Hallstatt (800-
400 a.C) que se desarrolló en Europa Central, incluido el este de Francia y se corresponde con los
inicios de la Edad del Hierro. Hacia finales del siglo VIII a.C. se extiende la metalurgia del hierro y
se constituye una aristocracia guerrera gracias a la aparición de espadas de hierro y al combate a
caballo. Los príncipes y princesas celtas eran enterrados con armas y carros de gala, como en la
tumba de Vix (550 a.C.-450 a.C.), en el departamento de Côte-d'Or.
Según Tito Livio, las abundantes poblaciones de guerreros de las tribus de biturigios, arvernos,
heduos, ambarros, carnutos y aulercos bajo el mando del legendario biturigio Beloveso invadieron
la llanura del Po y se unieron a los ínsubres para fundar la ciudad de Mediolanum (Milán) hacia 600
a.C.
La Galia prerromana (siglo V - 51 a.C.)

El jefe galo Breno y Marco Furio Camilo durante el saqueo de Roma de 390 a.C.
Civilización gala

Granja gala moneda sécuana


Oppidum celta (siglo I a.C.) Reconstrucción de la La Galia, tal como fue definida por Julio
muralla gala de César, era el territorio donde habitaban los
Bibracte galos, e incluía los territorios actuales de
Francia, Bélgica, Luxemburgo, norte de Italia,
así como partes de Suiza, Alemania y Países Bajos. Los pueblos galos se corresponden con la
cultura arqueológica de La Tène, que es considerada como el apogeo de la cultura celta. Los galos
fueron un conglomerado de tribus celtas que hablaban dialectos de un idioma común, pero no
formaron una unidad política, sino rivalizaron entre sí. Además de los galos, los romanos
identificaban dos pueblos más: los aquitanos en el suroeste de la Francia actual y los belgas en el
noreste.
Los celtas provenientes de regiones del Rin, el Danubio o el Bosque Hercínico extendieron su
autoridad sobre el resto de la Galia a finales del siglo VI a.C. y principios del siglo V a.C., en la
época conocida como segunda edad del hierro o período de la cultura de La Tène. Este nuevo
período de expansión corresponde a transformaciones económicas y sociales. Los guerreros
aristócratas, poco numerosos, fueron remplazados por campesinos soldados reagrupados en torno a
un jefe de clan. El arado con reja de hierro remplazó al arado de madera y permitió labrar los suelos
pesados del centro y norte de la Francia actual. Lo anterior explica en gran medida la colonización
de tierras nuevas, el crecimiento demográfico y las nuevas invasiones resultantes.
A inicios de 390 a.C., el jefe Breno llevó guerreros galos (senones, cenómanos, lingones, entre
otros) a Italia del norte, donde se unieron a otros pueblos celtas (ínsubres, boyos y carnios). Roma
fue tomada en 390 a.C. Los romanos contuvieron a estos invasores a partir de finales de 349 a.C.
Los celtas comenzaron a comerciar con las colonias griegas del sur de la Galia desde el siglo VII
a.C., como Massalia (Marsella). Este comercio fue interrumpido durante las invasiones del siglo V
a.C., pero fueron retomadas vigorosamente a finales del siglo IV a.C. Durante este período se
encuentran monedas griegas en todo el valle del Ródano, los Alpes e incluso en Lorena.
La civilización gala experimentó un período especialmente floreciente entre 290 a.C. y 52 a.C.
Características de esta civilización son el surgimiento de verdaderas ciudades fortificadas (oppida)
de dimensiones mucho mayores que las fortalezas de períodos anteriores y el uso de la moneda.
En el siglo II a.C. se establece una relativa hegemonía arverna caracterizada por un fuerte poderío
militar y una gran riqueza de sus jefes. Al mismo tiempo aumenta la influencia romana en el sur de
la Galia, que se manifiesta inicialmente en el ámbito comercial. Las investigaciones arqueológicas
muestran que en el transcurso del siglo II a.C. las ánforas italianas remplazaron poco a poco las
procedentes de Grecia en el comercio marsellés. En varias ocasiones, Marsella acudió a Roma para
que la defendiera de las amenazas de las tribus celto-ligures y las presiones de los arvernos.

Vercingetórix depone las armas ante Julio César tras la batalla de Alesia.
El sureste de la Galia, en particular las regiones actuales del Languedoc y la Provenza, fue
conquistado por Roma antes del fin del siglo II a.C. y formó la provincia romana de Galia
Narbonense. Esta región, que iba de los Pirineos a los Alpes y atravesaba el valle del Ródano, era
un territorio estratégico para unir Italia con Hispania, la cual había sido conquistada durante la
segunda guerra púnica (finales del siglo III a.C.) La conquista de la Narbonense se logró en 118 a.C.
después de la derrota de los arvernos y alóbroges y la alianza de Roma con los heduos. Tras la caída
de la hegemonía arverna bajo la presión de los romanos, los grandes pueblos de la Galia —en
particular heduos y sécuanos— rivalizaron fuertemente entre ellos.
En 58 a.C., Julio César utilizó la amenaza que representaban los pueblos germánicos para los galos
para intervenir en auxilio de los heduos, aliados de Roma. La guerra de las Galias fue larga y en
enero de 52 a.C., con el ascenso al poder de Vercingetórix, los arvernos y sus aliados se rebelaron
contra el ejército del procónsul. Julio César enfrentó la determinación de los galos, cuyo
levantamiento fue casi generalizado. La guerra, que incluyó asedios, incendios de ciudades, tierra
quemada, masacres y deportaciones en esclavitud, terminó en 51 a.C. con la victoria romana frente
al ímpetu desorganizado de los galos.

Edad Antigua
Colonias griegas

Moneda de plata de Massalia con leyenda en griego (siglos V-III a.C.).


Hacia 600 a.C., griegos jonios procedentes de la ciudad de Focea fundaron la colonia de Massalia
(la Marsella actual) en la costa del mar Mediterráneo, lo que convierte a Marsella en la ciudad más
antigua de Francia. Al mismo tiempo, algunas tribus celtas penetraron las partes orientales del
territorio actual de Francia, pero esta ocupación se extendió por el resto de Francia solo entre los
siglos V y III a.C.
Massalia fue una ciudad próspera que fundó más ciudades en el Mediterráneo, como Agathe
(Agde), Nikaia (Niza) y Antipolis (Antibes). Piteas, originario de Massalia, exploró el norte de
Europa y llegó hasta el círculo polar ártico hacia 325 a.C. Las colonias griegas mantuvieron un
lucrativo comercio con los galos, como da cuenta la presencia de monedas y ánforas griegas en
diversas partes de la Galia. Las monedas griegas influyeron en el estilo de las monedas galas,
quienes utilizaron el alfabeto griego en las pocas evidencias que hay de su escritura. Las colonias
griegas fueron amenazadas constantemente por las tribus galas, por lo que Massalia tuvo que
recurrir a la alianza con Roma. La ciudad perdió su independencia frente a los romanos en 49 a.c.

Galia romana

Las provincias galas dentro del imperio romano, a principios del siglo II.
Monumentos romanos en Francia

Arenas de Arlés Maison Carrée Arco de triunfo Puente del Gard Anfiteatro de las Templo de
(Nimes) de Orange Tres Galias (Lyon) Augusto y Livia
(Vienne)
El emperador Augusto organizó la Galia en cuatro provincias: a la Narbonense, suficientemente
romanizada para convertirse en provincia senatorial, agregó la Galia Aquitania, la Galia Lionesa y
la Galia Bélgica. Los límites de las Galias sobrepasaban los de la Francia actual, principalmente en
lo concerniente a la Galia Bélgica que rodeaba al río Rin. Tras la conquista de la Galia, los romanos
forzaron desplazamientos de nativos para evitar que se convirtieran en una amenaza, tanto dentro de
las provincias galas como fuera de ellas. Además del gran número de nativos, la Galia se volvió la
patria de ciudadanos romanos llegados de otros lugares y de pueblos germánicos que migraron al
imperio.
Culturalmente ocurrió un sincretismo entre la cultura romana de la nueva clase gobernante con la
cultura celta nativa, lo que dio origen a la cultura galorromana. Las prácticas religiosas fueron una
combinación romana y celta, con dioses celtas sujetos a la interpretatio romana.2 Junto con el latín,
los galos continuaron usando su idioma, pero cambiaron el alfabeto griego por el latino3 y se
considera que su lengua se usó en Francia hasta el siglo VI.4 Algunas influencias celtas permearon
la cultura del imperio romano: la caracalla, una capa que le dio apodo a un emperador romano;5 el
tonel,6 más resistente que la ánfora romana, y la cota de malla,7 el casco imperial galo y las
braccae,8 adoptados por el ejército romano. Los galos se integraron cada vez más dentro del
imperio. Por ejemplo, los generales Marco Antonio Primo y Cneo Julio Agrícola 9 y los
emperadores Claudio y Caracalla10 nacieron en las Galias. También el emperador Antonino Pío era
de familia gala.11
Las vías romanas retomaron en gran parte las vías galas, que eran numerosas y en buen estado, lo
que explica la gran rapidez de desplazamieno de las legiones romanas. La pacificación del Rin y
Britania favorecieron el auge económico. La urbanización fue generalizada y se desarrollaron
numerosas ciudades, organizadas bajo el modelo de los municipia italianos, que aún perduran,
mientras que los campos se cubrieron de pueblos (vici) y de grandes explotaciones agrícolas
(villae). La Galia, junto con Egipto, era la región más poblada del imperio romano, con una
población estimada de 7 millones de habitantes.12 En 48, el emperador Claudio dio acceso al
Senado romano a los notables galos, como se muestra en la tabla de Lyon.13

Martín de Tours, difusor del cristianismo en la Galia durante el siglo IV.


El desarrollo económico ocasionó siglos de Pax Romana: se cultivaron viñedos en Aquitania, los
valles del Ródano, del Saona y del Mosela y los vinos galos competían con los vinos italianos.14 A
imitación de la terra sigillata itálica se creó una industria de cerámica sellada (por ejemplo en La
Graufesenque).15 Los artesanos galos producían también en abundancia objetos de madera y tejidos
de lana que se exportaban hacia los grandes centros de consumo en Italia, el Rin y el alto Danubio.
Los intercambios no se limitaron a los bienes materiales: además del culto popular de la religión
gala y su sincretismo romano, que es prohibido por Claudio (41-54), aparecieron en las ciudades
otras religiones de origen oriental: el culto de Mitra, de Cibeles y finalmente el cristianismo.
Desde el siglo II ya había una importante comunidad cristiana en Lugdunum (Lyon), de donde son
los primeros mártires16 (177) y el primer obispado de la Galia,17 donde ejercería san Ireneo. El
cristianismo, cuyos orígenes se remontan a la diáspora judía, se extiende por las ciudades gracias a
los comerciantes de oriente y al ejército, y después del Edicto de Milán se extiende por los pueblos,
donde el evangelizador emblemático es san Martín de Tours (316-397), a quien se atribuye también
la fundación del monacato en Francia.18 Hacia 250, de acuerdo con Cipriano de Cartago, la Galia
contaba con ocho obispados (Lyon, Arlés, Tolosa, Narbona, Vienne, Reims, París y Tréveris)17 y
con 120 a finales del siglo IV. En 314 el emperador Constantino convoca al primer concilio de
Arlés, el primero celebrado en la Galia.
Cinco siglos de romanización dejaron una huella profunda en las Galias: las lenguas derivadas del
latín (occitano y francés), un derecho escrito, ciudades, arquitectura monumental, la religión
católica y costumbres cotidianas, como el consumo del pan y el vino.19
Invasiones germánicas

Mapa de Galia a finales del siglo V      Reino de Soissons      Reino Franco      Reino de los
alamanes      Reino de los burgundios      Reino visigodo de Tolosa      Armórica
Durante las crisis del siglo III se sucedieron guerras civiles en suelo galo. A mediados de este siglo,
francos y alamanes, ambos pueblos germánicos, atraviesan el Rin y saquean la Galia en varias
ocasiones. El general Póstumo creó el llamado Imperio galo (260-274), independiente de Roma. La
Galia fue afectada por las rebeliones bagaudas que asolarían sobre todo el norte de la región desde
el siglo III hasta el siglo V. Los romanos permitieron el establecimiento de laeti (colonias bárbaras)
en la Galia en los siglos IV y V. Los sistemas defensivos del Rin incorporaron cada vez más
contingentes germánicos. Grupos de francos en Galia Bélgica y de alamanes en Alsacia sirvieron
como tropas auxiliares federadas, y ciertos oficiales francos llevaron carreras brillantes en el
imperio romano. Una migración celta apareció en Armórica en el siglo IV formada por refugiados
de Britania, quienes permanecieron independientes del resto de la Galia hasta 939.
En la noche del 31 de diciembre de 406 vándalos, suevos, alanos y otros pueblos germánicos
atravesaron la frontera del Rin,2021 pese a la defensa de los auxiliares francos. En 412, los
visigodos cruzaron los Alpes y llegaron a Aquitania.21 El imperio romano les cedió territorios hasta
su desaparición en 476. A medida que las estructuras imperiales se deshacían, el poder político pasó
a manos de reinos bárbaros con sus propias leyes y su propia religión, el arrianismo20 o el
politeísmo.22 El peligro que representaron los hunos provocó una alianza temporal de los ocupantes
de la Galia. En 451, el patricio y generalísimo Flavio Aecio se puso a la cabeza de una coalición
galorromana y franca que detuvo las incursiones de los hunos comandados por Atila en los Campos
Cataláunicos.
En medio de varios reinos bárbaros, Aecio fue uno de los últimos militares romanos en intentar la
reorganización política de la Galia, como también lo fue el general Egidio y su hijo Siagrio. Egidio,
en alianza con los francos, logró algunas victorias contra los visigodos y los burgundios y en 457
logró controlar militarmente un territorio entre el Sena y el Loira, que la historia ha llamado "el
reino de Soissons" una suerte de enclave del imperio romano que sobrevivió a la caída de este. Este
"reino" perduraría con su hijo Siagrio, quien se autonombró "rey de los romanos", pero finalmente
fue conquistado por Clodoveo, rey de los francos, en 486.23 Las elites nobles galorromanas, aún
presentes en las ciudades, mantuvieron la autoridad local y nombraron obispos, que fueron
representantes y protectores de sus comunidades e interlocutores de los reyes germánicos y los
últimos representantes de la cultura romana.24 Entre estos se puede citar a Avito de Vienne, Niceto

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