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E.. libro, producto de las lases que la autora dieté en su curso de posgrado, muestra gran parte del trabajo alli efectuado y guarda la dindmica y claridad expositiva original, asi como denota la reelaboracién que aleanz6, Inego de quedar la palabra ajo la funcién de lo escrit “Bs dable suponer entonces, que pueda llegar a transformarse en un instramento de mucha utilidad para quienes se ocupan del tratamiento de las psicosis, asi como también para aquellos que se hallen interesados en el estudio de los conceptos psicoanaliticos, que hacen al conocimiento de la estructura del snjeto del ineonseiente”. Norberto Ciarcovich data @e editora lida b. Cerninuez Finaliza su licenciatura en Psicologia en la Universidad Nacional de Buenos Aires en 1969. De 1970 a 1973 hace la residencia en Psicologia Clinica en el Hospital Nacional “Sosé'T. Borda” [nego se desempeia como supervisore de residentes,tarea que queda interrumpida en 1976 por la desintogracion de la residencia con ‘motivo del golpe militar. Desde 1983 eferoe tareas de supervisora en el Centro de Salud Mental N'3 “Dr. A. Ameghino”. Fue adjunts interina de la citdra de Psicopatologis de la UNBA en 1984, Actualmente es supervisors del Servicio de Adultos, turno maiana, y del Equipo de Emergencias del Centro de Salad Mental N?3, de los residentes del Hospital “Evita” y de los residentes del Hospital “Estéves" Docente titular de In materia “Psicosis” del Curso Prolongado de Posgrado de Psicoanslisie del Centro de Salud NPS, Leva realizadas varias publicaciones Maria Bernarda Pérez En 1970 integra el grupo que proyects of Mospital de Dia del Centro de Salud Montel NE3 “De. A, formando parte ademés de su equipo terapéutieo. En 1985 proyecta junto con otros la reapertra de Hospital de Dia formando parte del equipo terapéutico haste la fecha. S desempea ademas en el Adaltos, turno matiana. Es adjunta de ls materia “Psieosis” del Curso Prolongado de Posgrado de Psicoaniliss del mismo Centro, DIAGNOSTICAR LAS PSICOSIS. Elida E, Fernandez y otros wliaa E. Fe. naude. DIAGNOSTICAR LAS PSICOSIS Maria Bernarda Pérez y trabajos de Adela Costas Antola, José Fernandez Tuition, Maria Cristina F. de Gallo, Cristina Khammar, David Kreszes, Alicia Levin, Pablo Maureso Prélogo de Norberto Giareovich data @e editora Elida E. Fernandez DIAGNOSTICAR LAS PSICOSIS Maria Bernarda Pérez y trabajos de Adela Costas Antola, José Fernéndez Tuién, Maria Cristina F. de Gallo, Cristina Khammar, David Kreszes, Alicia Levin, Pablo Maureso Prologo a la primera edicién de Norberto Giarcovich Prologo a la segunda edicion de Héctor Yankelevich Ilustraciones de Etienne Gontard data 9e editora Portada: “Diagmosticar las psieosis” (O'apres Bosch) Brienne Gontard, 1999, Diseto y caidado de la edison: Rodolfo Mesturiat Primera ediclon: mayo de 1998 Seyunda ediién: ogosto de 1995 © 1998, Blida B, Fernandes alin Alvaret 2456, 5° piso “E" (4425) Buenos Aires, Argentina Data Béitora Moreno 2950, # piso (1209) Buenos Aires, Argentine Queda hecho al depésito que previene la Tey 11.723 Tmpreso en la Argentina - Printed és Argentina ISBN. 950.99840-2-7 Pruida la roproduesin total o parcial Derechos reservado Prélogo a la segunda edicién Héctor Yankelevich [Aber Freund! wir kommen zu spa. Zar leben die Ger ‘Aber uber dem Haup! droben in anderer Welt Endles wirkon Sie da und scheinens wenig su achten (Ob wir leben, so sehr schonen die Himmslesohen una. Haldarlin = Brot und seein Ah amigo! Legamos demasiado tarde, sin embargo. Los diasesviven, es cierto Pera alla arriba, en otro mundo, por encima de nuesiras cabeza. All; son ininitamenteefleaces 3 parecen preceuparse poco Si vlvimos. Bs de eit manera que los Celesales nor enidan mischo “Halderlin Pan y vino lradocion’ HY) La psicosis sigue siendo un terreno de discusién tedrica en donde la préctica analitiea se ha visto desde el vamos confron- tada a una amenaza —efectiva— de despedazamiento doctrinal. La psiquiatzia.cldsiea —que hoy ai -amos— le reconocié al psiccandlisis pertineneia, slo.en el. campo de las neurosis. Ereé- neamente, ya que Freud con Fliess y Lacan con Aimée muestran que ah ovo y estructuralmente —en los dos casos— la teoria de Jas neurosis sucedié y fue posible gracias a un lazo profundo — .un amor teorizado— por la paranoia, El lugar ocupado por Jung no se explica sélo ni por su inte- ligencia ni por su condieién de shabbes gay, sino por su lugar: Burgholzli, o sea, el hospital psiquidtrico, Vale también para Bleuler y Binswanger, pero ya de otra manera. Es ol lugar — central— que ocupa en la practica y en la invencién de Lacan su consulta en Sainte Anne, ‘Sin embargo, la teoria de las psieosis tuvo, en el freudismo, (mala suerte. Durante cuarenta largos afios, los analistas sdlo Veyeron en el Schreber la palabra proyeccién. Que figura alli, claro esta. Pero con una definicién distinta de la que se le dio siempre, Que borré en su mecanismo la transformacién del amor en odio, la deformacién por desplazamiento, la abolicién (Aufhe- bung) de lo que esta en el “interi 0”, por el retorno del “exterior” ‘ Pritogo ala segunda adicién Hector Yankelevieh 7 y la recusacién (Gesamtablehnung). Termine juridico que enun- ‘ia la imposibilidad para alguien —reconocido como culpable en primera instancia— de apelar a la segunda —en la Argentina a la Camara, No hay Otro ante quien apelar, Cuando en alemén una persona dice a otra: “Nicht lehnst mir ab", no sélo le dice “no me rechaces” sino “no me hagas perder, no me retires tu apoyo”. A sefialar: es el otro el que recusa la demanda, ‘Que sca Freud el que construye la identidad del “interior” y del “exterior”, usando una topologia espontanea aunque no con coptualizada; que sea Freud el que acude a un término juridico para construir un concepto anailitico, hace justicia en més de un sentido. A la lectura de Lacan. A su propia escritura, que iba siempre mucho mds alla de su propia teorizacién. ‘La propuesta de Lacan de nombrar forclusién el mecanismo de las psicosis no es sélo una traduecién de la Verwerfung de Freud, que él mismo traduce como rechazo (rejet). Ya que la forclusién espera al sujeto en el lugar del Otro, “antes” de que 41 acuda con su pregunta. El rechazo, en cambio, es una defen: sa del sujeto, Por otro lado, la carencia del Nombre del Padre en el Otro no 6s la misma si su causa reside en el otro real, que zno lo nombra, o en la falencia del padre a ceupar su lugar sexua- do, No sélo de privador de la madre, sino también de donante del falo. Estas particularidades logicas y gramaticales tal vez puedan, sobre lo real elinico, dar cuenta de las diferencias entre las psi- cosis, Puesto que sélo a partir de ellas padremos encontrar y transmitir los posibles efieaces de la cura analitica En primer lugar, las modalidades de constitucién del cuerpo. Sin el cual no hay mediacién entre lo real y lo simbélico. Ni divisién del sujeto como efecto del lenguaje. Resumiendo: el “es- tadio” del espejo es fundado, y.no fundante. A partir de alli se ‘podra —no estd hecho— teorizar los en-forma-de-a que dan con- sistencia al cuerpo atin cuando ella no sea tal, es decir, que se haya cortado. Si el objeto no se ha perdido, es el cuerpo que amenaza, permanentemente, con abandonar el sujeto. Valga la paradoja, en los andlisis con psicdticos, hay identificacién at analista. Mas atin, debe haberla. {Pero a qué punto? “Lo que no tendria que repetirse es la forma en la que el su- jeto habfa compensado su forclusién antes del episodio que lle- ‘v6 al andlisis: la ineorporacién. Lo que implica, también, desin- vestir —relativamente— el ideal del Yo. ‘Una paciente psieética Hega a sesién con un modelado on \w) plastilina. “Una especie de sacatapas”, dice. La invito a continuar con sus asociaciones sobre el objeto produ- cido. “Podria ser una letra del alfabeto, una y griega, con una barra encima, o algo asf...”, continua. Le pre- gunto de qué palabra podria ser esa y griega. “No sé —responde—, ninguna idea”. Examina largamente el objeto y empufldndolo por su parte mds ancha, agrega: “Asi podria ser una pistola,.. O un sable...” Silencio. (Hace el gesto de tirar un tiro y de espadear). “Ah... su nombre comienza por y griega...”. Asiento. Da vuelta el objeto y dice: “Podria ser un hombre sin cabeza ni brazos”, “Sin brazos no puede abrazar... Ni sostener. Sin cabeza (sufrié durante largo tiempo de crisis epilépticas)”. ‘Nota entonces que el sacatapas esta hecho de dos colores. Uno para la parte de abajo del cuerpo —las piernas, los pies (pied = goce en argot). Otro para el torso desmembrado. Esta sesién es notable porque por primera vez hubo la pro- duccién de una letra que representa a la vez el nombre del analista y al falo, Letra que permite abrir un orificio y revela, a la ver, un clivaje en Ia imagen del euerpo que “tapa” e impide Ja realizacién de la divisién del sujeto, y sus efectos normalizan- tes. Esta via de yuncién entre real e imaginario pareciera ser previa al tratamiento del eorte entre simblico y real Este libro, Diagnosticar las psicosis, dirigido por-Elida Fer- nandez, reanuda el didlogo fructuoso entre psicoandlisis y psi- quiatria, y teorizando su clinica con Lacan, posibilita a la vez una lectura de la escuela inglesa. Estos fueron ejes para Lacan durante largo tiempo en su Seminario. Ccupar el iugar del analista con psicéticos es algo smprobe, pero los resultados son las gemas que encontramos desparrama. das a lo largo de las clases. A cuenta una: “El objeto del psicé tico es la palabra (...), palabra excluida de la estructura del len- guaje” (p. 207). Es efectivamente con la palabra que el psicético intenta construir un objeto que sostenga su euerpo. Pero ella se despedaza infinitamente como signo. Llamandolo desde cual- aquier parte, A pesar de la enorme bibliografia psicoanalitica, la psicosis, sigue siendo un terreno dificil de teorizar. Acaso con los nudos, a los que José Ferngndez Turion dediea un eapitulo importan- te, tendremos un instrumento adecuado para pensar. Para in- ventar, ya que Lacan nos abrié el camino, pero esta lejos de estar ni hecho, ni terminado. Paris, 20 de junio de 1995, Prélogo Norberto Giarcovich Taean, a poco de comenzar a dictar su Seminario I, va a dar una indicacién a quienes lo eseuchan.., la que no deja de ser una reafirmacién del camino elegido en ese momento. Se- fala, alli lo util que resulta para los psicoanalistas ocuparse de TayBaranoia, aunque pueda parecer ingrato y por momentos ‘arido, ya que atafie a la purificacién, elaboracion y ejercitacién de las nociones freudianas y por lo mismo atafie a nuestra for- ‘macién para el analisis. “ota indieacién, que se presenta en el marco de una intro- duceidn a dicha cuestion, no deja de ser una introduccion al i terés por el tema a tratar, el de la Psicosis. Si bien en esto continéa con el modo que tenia Freud de abordar ciertas nociones, como por ejemplo, partir del estudio de las perversiones, para arribar a la formulacién de su teotia sobre la sexualidad infantil, es evidente que Lacan inicia su camino de la mano de la psicosis y muestra ademas que €s por ‘ocuparse de ella que va a ejercitar las nociones freudianas y no Jo contrario. paranoia (en su tesis de doctorado en medicina), ese que cele, fama 0 persigue, no puede dejarlo sino en la mejor posicion, para poder conformar posteriormente uno de los escritos centrales de Su teorfa, mo refiero al Estadio del Espejo como formador de la faneién del yo, tal come se nos revela en la experiencia psicoa: Norhorte Giateavich ° nalitica, junto a] coneomitante descentramiento, que le permite elaborar como nunca antes la estructura del Narcisismo, Es en el marco de este interés que Elida Perndndes nos pre- senta hoy su libro, sostenido previamente por muchos aftos de trabajo clinico con pacientes psicoticos Esto uiltimo se trasluce en sus paginas, haciendo que su lee- tura resulte cereana a aquellos —residentes y eoncurrentes— de Jos servicios hospitalarios que estén abocados al tratemien- toy estudio del tema ‘Comienza dedicandole una especial atencién al diagnéstico diferencial, resaltando que, si bien la psiquiatria propone un ofden en Ta discriminacion de los casos, el psicoandlisis intenta desde Freud darle una légiea, la que trata de dar cuenta de la verdad en juego en el texto psicéticn. Retoma ademds los trabajos centrales de De Clérambault, sobre erotomania, pasién y automatismo mental para concluir esta primera parte, con las particularidades que hacen a la es- tructura psieética, abordando los conceptos que van desde la ‘Metéfora Paterna hasta la pregunta por el Falo, el significante “La mujer” y los avatares de la sexuacién, aquelios que llevan aplantear la légica del °No todo”. El tercero de los tres capitulos dedicados al diagnéstico, se centra en un detallado trabajo sobre “La negacién” (Freud 1925), como esa marea de la represién en el discurso y plantea los concentos principales de ese articulo, — El juicio de Atribueiéa, su formulaeién universal, que despliega un “todo” que hard posible a una falta... no deja de ser un modo de poder decir algo eonsistente sobre la enigmati- ea Identificacion primaria, Dialéctica entre Bejahung y Ausstossung que genera las con- diciones que posibilitardn la eonformacién cel campo simabalico. — El juicio de Existencia, su formulacién particular, como aquello que se sostendra desde la busqueda repetitiva del obje- to perdido, junto a ta insistencia del retorno de lo reprimide. — La Verwerfung, en cambio, mostrandonos una recusacién de la castracisn, la que terminard provocando un agujero en la significacién félica, junto con la consecuente posibilidad del re- torno, ya no de lo reprimido, sino de lo foreluido. Negacién entonces en Ia Neurosis, negativismo en la Psieo- sis, son el comienzo de un desarrollo que va a desemboear en el estudio de la Melancobia, el sindrome de Cotard y el registro de lo “real”. 10 rslogo ala primers edicion Una interrogacién sobre el cuerpo y el déficit de su envol- tura imaginaria, easulla, que Lacan escribe con el matema i (a), nos reeverdan los padecimientos schreberianos, un “a” des- rnudo y las dificultades eon el nareisismo y la agresividad. El texto avanza sobre la teoria de los anudamientos pro ypuestos por Lacan, en los seminarios Encore, RLS. y el Sint- homa, en especial sobre la operacién del cuarte nudo y la posi- bilidad de que su falla, deje al sujeto sumido en la normalidad, que es lo mismo que decir... la Paranoia. En este contexto, se incluyen ademas interesantes trabajos de otros autores, junto a artieulos que nos brindan la posibili- dad de releer algo de lo producido por miembros de la denomi- nada “Escueta Inglesa”. Este libro, producto de las clases que la autora dieto en su curso de posgrado, muestra gran parte del trabajo alli efectua- do y guarda la dinamica y claridad expositiva original, ast eo- ‘mo denota la reelaboracién que alcanz®, luego de quedar la pa- Jabra bajo la funcién del escrito. Bs dable suponer entonces, que pueda llegar a transformar se en un instrumento de mucha utilidad para quienes se ocu- pen del tratamiento de las psicosis, asf como también para |quellos que se hallen interesados en el estudio de Tos concep- tos psicoanaliticos, que hacen al conocimiento de la estructura del sujeto del inconsciente. Introduccién Elida E. Ferndndez "Noes lo primero la plenitud det ser, es la grieta y la fisura, a erosién y el desgarramiento, [a intermitencia y la privacién roedora: el ser no es el ser, es esa ausencia del ser, ausencia vi va que hace la vida desfalleciente, inaprehensible e inexpresa: ‘le, salvo el grito de wna feroz abstinencia’. Maurice Blanchot Le livre a venir, pp. 49-50 La psicosis, la locura, son un enigma. El psicético no “Nos” habla aa Habla... pero su hablar no nos es inteligible. Poeas veces demanda ayuda. Si es visible su padecimiento, , $0 horror. Casi nunca consulta, es traido. Se lo eneierra, se lo aisla, se lo medica, se lo silencia. Winnicott, entre otros, denuncia cémo a los psicéticos se les imponen los tratamientos mas crueles: electrochoque, chaleco de fuerza, lobotomias... En su momento en el Borda se imple- mentaba “la furca” (método de asfixia), 0 los eastigos més le- ves: dejarlos sin ropa. E] intento es foreluirlos de la sociedad, Lo forcluido aparece en lo real E] inconseiente, el deseo, la humanidad no pueden pensarse sin la locura como limite, como abismo, que configura nuestro universo, 2 Intrsavecica Muchos, como Melanie Klein y su escuela, nos dijeron que todos la portabamos como nuicleo. Las neurosis no serfan mis que defensas contra ello, Todos seriamos psicéticos, o Io habrfamos sido. Freud sin embargo mostro la diferencia entre neurosis, psi- cosis y perversién y el no.pasaje de una estructura a otra ‘Tambien mostro la huida de Breuer ante la locura de Ana, y se pregunté si no habria més delirio en su teorfa que en la de Schreber. La psicosis nos involuera, a cada uno de manera distinta, a todos como psicoanalistas. No ereo en las recomendaciones acerca de lo importante que es que cada analista atienda a un psieético. Por respeto a los psicéticos (y a los analistas) creo que este encuentro sélo lo pueden intentar los que tengan las ganas, la curiosidad, el deseo de convocar a estos demonios, no huir en vergonzosa retirada... y entonces, quedarse abi inten- tando averiguar el secreto de los demonios, sin olvidar que en esto consiste precisamente el viaje a los infiernos. Dante lo deseribi6. fwestras herramientas Las tenemos. Nos son impreseindibies, También escasas, controvertidas. Cuanta més precision logremos en su coneci- miento mas posibilidad tendremos de comprobar su utilidad. Hablo de la teoria. Hablo también de la clinica. La teoria que no puede hacerse praxis no nos sirve, es puro goce del ha- bia Pero podemos encontrarnos que a veces se fuerza la teoria “Bara que eneaje en“ eas”, $i la tarea de analizar es ubicada por Freud entre las impo: sibles, esto se enearna con mayor fuerza en el tratamiento del psicético, alif donde hay direccién, pero no hay cura. Si anslizar es bordear permanentemente el no saber, con los psiedticos el no saber es, la mayoria de las veces, un no enten- der, es la imposibilidad de traduecidn, y lo arduo de soportarlo, La angustia aparece del lado del analista Nos enfrentamos a sentidos coagulades, cripticos, que pare- cen decirlo todo para el que los enuneia dejéndonos irremedia- blemente en el sin sentido, pero —es lo esperable— con inte- rrogantes, aR. Fornsndes m De estos interrogantes vamos haciendo un camino. Porque sélo partiendo de esta fisura, grieta, desgarramiento del ser podremos tener acceso al camino de la constitucién del sujeto Vamos a intentar basicamente situarnos en los recorridos de Freud y de Lacan en las cuestiones preliminares. Lo haremos también desde nuestras preguntas fundamen- tales: {Como diagnostiear una psicosis? {Qué diferencia hay entre las psieosis y la locura? ZHay sujeto en las psicosis? {Po- demos hablar de fantasma? —~ Intentaremos darnos respuestas, muchas provisorias, no sin vacilaciones, no sin que abran futuras diseusiones. De esto se trata, Las psicosis Enfatizamos el plural. Esto es subrayar las diferencias en- tre los distintos cuadros. Difereneias diagndsticas que impli- can algo que en Ia neurosis no se plantea: el prondsticn Hay psicosis que evolucionan inexorablemente a la demen- cia. Ignorarlo (como a veces ocurre en algunos servicios) es condenar al terapeuta a cargo, a la cronicidad y al deterioro {por suerte, reversible). También los diferentes cuadros hacen a la eleccién de una u otra estrategia en el tratamiento. La liniea diferencial nos importa en tanto hay una préctie: diferencial. Por eso escuchamos a la Psiquiatria, ellos miraron| y daseribieron minueiosamente lo que vieron, la cuestién no es eludir ese saber sino diseriminarnos. 7 Lg Poiquiatria es Fundamentalmento doseriptiva, observa, clasifica, enumera y ordena cuadros. Come To imaginario, no es diglectizable. Pero sin lo imaginario no podemos operar, Hs la Psiquiatria quien primero observé al psicétieo, algunos se ani- maron més allé e iniciaron la pregunta por la estructura mis- ma del padecimiento. De este legado también intontaremos apropiarnos, porque la pregunta sigue vigente. ¢Cudl es la gsencia de la psicosis? ¢Acaso de'lo que habla el psiedtico no es lo que nos pasa a todos? A todos nos han impuesto ol lenguaje éPor qué no somos todos locos? {Por qué no estamos todos suje- tos al automatisme mental? Si 81 Yo se constituye primordialmente como alienado, si el deseo e5 el deseo del Otro y lo real es imposible de simb zar... emo hay gente que no esta loca. M Introdveisn Poner en marcha esta eétedra, este programa, tiene que ver con la pasién de saber cémo, por qué, para qué, qué de la mensién tragica de la vida hace del psicético su testige mas ehcamizade, Y cual es nuestra posicion ética como psicoanalistas frente al qué hacer con un psieético. {Hacia dénde nos dirigimos? En prineipio tampoco el dispasitivo analitico fue pensado para él. [Asie] paesEC aparcei ubicado siempre “fuera de". Brape- zara pensar la psicosis es empezar a pensar una estructura distinta y no simplemente un déficit de la supuesta normali- dad. Pensar la psicosis no es mencionar lo que falta, es preci- sar lo que hay. Este es el primer punto del programa, jeémo diagnosticar la psicosis? También uno podria preguntarse, gpara qué tanto én- fasis en la precision del diagnéstico? La direceién que vamos a imprimir al tratamiento de un pa- ciente psieético difiere fundamentalmente de la direecién de le § cura de un neurético, 4 2 Las diferencias son muchas, por empezar postulamos el anélisis para los neuréticos y los tratamientos posibles para los psicbticos. El concepto de cura nos propone también arduas euestiones. De alli que el saber hacer del umalista juegue su primera carta en esta tarea diagnéstiea que implica una toma de deci- sign que hace @ su responsabilidad, Responder por lo que hace- mos, hacernos cargo de las eonsecuencias de nuestros actos. Cuando Lacan fundamenta la importancia de lag entrevis: tas preliminares —y tantas eomo sean necesarias— lo hace en fluneién de diferenciar la estructura psicdtiea de la neurética. La histeria, que como nos lo avisé Freud tiene la capacidad de imitar cualquier cuadro y una profunda fascinacién por la Toeura, nos hace un primer desafio. Y no nos sirven los sinto: ‘mas. Los nouréticos también deliran, Incluso alueinan. Tam- bién esti esos “obsesivos dl libro” y fuera de texto rompen la cadena significante para mostrarnos el earozo de una reconsti tucion psiestiea, Los locos y los psiesticos tampoeo son lo mismo. No seamos tan locos de repetir sin pensar formulas que su- ponen abrir puertas que no se abren por magia. Hubo muchas formulas que en cada momento fueron sostenidas con el furor de los descubrimientos de las Haves maestras. ‘Todo se explies en su momento por la forelusién del signifi- Bhida b Formsnden 6 cante del Nombre det Padre, Pero esto tenfe un precio: eonsi- derar que existia una unica psicosis, “la paranoia”. ¥ como en el lecho de Procusto eortabamos lo que no entraba. ¢¥ las_es quizofrenias? ZY todas aquellas manifestaciones de la psicasis’ ‘que ponen enjuego, en primer plano, el cuerpo? “La altergfacién de lo simbélico solamente sé puede situar a nivel de la ho inseripcidn del nombre del padre? Al inicio de las primeras identificaciones nos encontrarnos con el Otro primordial, con la madre: “La madre no es simple: mente aquella que da el pecho, sino también la que da Ta imn- pronta de la articulacion significante, no slo porque habla al nifio sino también porque los juegos de ocultacién son ya una accién simbéliea en el curso de la cual lo que se revela es justa- mente la funcion det simbolo en tanto revelador. Es en el ints rior de ésto que se hacen esas primeras identificaciones @ lo que se Tama la madre todopoderosa”. (J. Lacan, El deseo y su interpretacién), Si la forclusién del significante del Nombre del Padre no da cuenta de todas las manifestaciones psicotieas, si las esquizotre- nias nos muestran In falta de la eonstitucion de un cuerpo, nos vernos levados a encontrar una respuesta en la teorfa de los nu. dos, en las suplencias del Nombre del Padre, o en las ausencias de éstas. Ya no serd una falla en lo simbolico fo que dé cuenta de Jas psicosis. Vamos aceredindonos & una conclusion: las psieosis no se pueden pensar como fallas con respecto a la estructura y constitucién de las neurosis ~son distintas y diferentes— aun- que las neurosis puedan, en la locura, parecérseles tanto, La locura: el neurétieo delirando, alucinando tal vez, {qué estd aqui forcluido? Julia Kristeva tiene algo para decir al res- pecto. Y en todas estas manifestaciones desplegando su discur so:el $ye. 7 El superyé como la forelusién de “los mandamientos de la palabra’, donde lo foreluido no retorna en Jo real sino en lo imaginario. La figura obscena y feroz del superyé campeando salvajomente on el torveno de la psiosis nos llevay a replante/ ar la hicida observacién kleiniana sobre el origen’del supery6 y su supremacia en Ia psicosis. Para finatizar, otra gran euestion: qué hacer con un psicdti co? En un Meneo al que fui invitada el afio pasado por los resi dentes dé Psiquiatria del Araoz Alfaro me deeian: “Todos nos dicen lo que no hay que hacer con un psiestico. No hay que in- 6 Intodoeton torprotar por significante. No hay que hacerlo asociar libre- mente. No hay que hacerle juego de palabras... Terminamos escuchande mudos e impotentes”, {Que si se hace? Primero va- mos a tratar de leer a algunos que lo intentaron. Se equivoca- ron, 0 no tanto, pero quedé una traza, algunos hallazgos y sus comunicaciones. Algo fue hecho y de todo eso quedé una efica- cia posible y una premisa, Como reza la conelusién de una en- _cuesta norteamericana reciente: el psicético recibe efectos del tratamiento por via de la palabra, Este efecto de la palabra ha- ce que estemos hoy aqui renovando este camino de acerearnos desde la lectura de ciertos textos, desde la escucha de los dis- tintos avatares que proponen los tratamientos a descifrar este enigma y a renovar lo que hace a nuestra funcién como analis- tas: acotar el padecimiento, Recuerdo que cuando Daniela vino a mi consultorio (manda- da por sus padres) en pleno delirio, Nena de voces que le orde- naban los peores tormentos, con la certidumbre de su saber sin vacilaciones, interrumpfa su decir verborrdgico, para decir sélo pido “que paren los martirios, que cesen las méquinas”. Y como estimulo para ponernos a trabajar, una anéedota: atendi a Jaime en el Borda durante cuatro afios (me van a es- cuchar nombrarlo varias veces), Tenia 40 afios, nunea habia tenido relaciones sexuales, ‘Un buen dia sale de permiso, conoce a una chica y vaya uno a saber por qué eruee de hados Jaime hace el amor por prime: ra vez con esta mujer y vuelve al hospital excitadisimo a con- térmelo, Era una hazatia que parecia imposible. En esa sesién él lloraba, estaba agitado, yo emocionada, De pronto interrampe el relato y me dice: “gUsted qué se cree, que yo no voy a volver a estar loco, delirando ¥ leno de Halopidol? 0 usted eree que ya ests... Pongo los “espermatolitos” en una vagina y me cur’ ‘Se hace un silencio, Mi joven entusiasmo de residente se ha- bia desangelado. Jaime se detiene, y de pronto dice: “Pero sabe qué... quién me quita lo bailado”, Uno podria contentarse con escuchar esto como un dicho, metafora congelada en la lengua. (© pensar que esta es una pregunta de Jaime, la pregunta por su enemigo, por su perseguidor, por el que le quita, por el que le hace siempre tener. Quizds porque esta vez algo tiene, en lugar de delirar (que le quieren quitar el seereto de la bom- tba) pueda preguntar. Programa de la materia “Las Psicosis” de 3er. afio del Curso Prolongado de Posgrado de Psicoandlisis 1991/1992 Centro de Salud Mental N° 3 “Dr. A. Ameghino” Titular: Lie, Elida B. Ferndndez Asoviadda: Lic. Bernarda Pérez A) De una cuestién preliminar 1. Diagnosticar las psicosis: fenémenos elementales, automa- tismo mental, holofrase, enunciacién sin enunciado. Rotura de la cadena significante. Ausencia de metafora, 2, Diforenciar las psicosis de la locura Locuras histéricas. Delirios en la neurosis obsesiva. Facha- da pseudoneurética de las psicosis. Restituciones psicéticas. 3, Semiologia Psiquistrica Paranoia Parafrenia Esquizofrenias * paranoide * hebefrénica * cataténica * simple 8 ‘Corso prlongao de porerada de picaanlisi 4, Delirios . De la Psiquiatria al Psicoandlisis. Su lugar en el discurso. Su posibilidad o no de ser metaforizado. Bibliografia Bercherie, Paul; Las fundamentos de (a elinica. Cap. 17. Manantial Cuermak, Marcel: Estudio Psicoanalitico de las Psicosis Cap. IX. Nueva Visign. Pernande2, Blida: Delirios en "Cuerpo y Significante” Editorial Vergara. Fernéndez Tunén, José: Fichas de Nosografie y Serial Psiquidtriea. Cétedra Psicopatologia. UBA.CEP. Frend, Sigmund: Las Neuropsicosis de Defensa Amorrorta. T. IIL Lo Inconsciente, Punto VIl-. XIV Neurosis y Peicosis. T. XIX, Bl deliria los suefos en la “Gradiva” de Jensen T.-K. Freud, Sigmund: Una neurosis demoniaca del siglo XVIL T. XIX Complemanto metapsicaligion de la doctrina de los suetios. T. XIV. Pérdida de la realidad en Neurosis y Psicosis. T. XIX. Puntualizaciones psicoanaliticas eobre un ‘ease de paranoia deserito autobiogréficamente. T. XI Kristeva, Julia: Loca verdad. Edit. Fundamentos. Finkis, Jorge: ‘Transferencia y Alucinacién en “Lo que el Psicoanalisis noe ensefa”. Lugat Baditorial Jones, enest: La Pesadilla. Ed. Hormé : Lacan, Jacques: Seminario II Las Peicosis. Cap. 1, 2y3 Escritos Id "De una cuestion preliminar a todo tratamiento posible de la Pricosis” Seminario XI. Cap. 18 ‘Suplemento de Escritos “Acerea de la causalidac psiquica”. Ba. Argot. ‘El campo pasional en las Psicosis” Revista Apertura, Barcelona. Locuras Histérieas y Psicosis Desociativas. Patdés. Miller, Jacques Alain: Matemas I. Suplemento topotdgico ‘De una Cuestién Preliminar. Manantial. Maleval, Joan Claw Programa 38 Rabinovich, Diana: Locura y Peivosis. Ficha Jernadas Preparatorias del ‘V" Encuentro del Campo Freudiano. Shakespeare; Romeo.y Julieta, Hamlet, Principe de Dinamarea, Schreber, Daniel Paul: Memorias de un Neurdpata. Eait. Petrel B) il sujeto en las psicosis Behajung primordial, Metéfora paterna, Funcién paterna. Nombre del Padre. Suplencias, Metafora delirante. Castracién © mutilacién. Lugar de la madre: ;funcién materna? ‘Superyé y orden de goce. Bl horror en la psicosis, ¢Podemos hablar de “angustia” en las psicosis? ‘Martirio- pasaje al acto. EY psicdtico como a El psicdtico como A Ser NO: delirio de las negaciones. Bibliografia Cotard, Jules: —_Delirio de las negaciones. Conjetural N17 Bernandez, Blida: “El Supery6, un malentendido” en Conjetaral N*12 Freud, Sigmund: Un easa de Paranoia contrario a la teorta Psicaanalitica. Tomo XIV. La Negacién T. XIX La ominovo. 7. XVI Guzman, Luis: Una especie de muerte. Conjetaral N? 17 Lefort, Robert: “Sujeto dei Inconsciente y Sjeta de la Peicosis” en Clinioa Diferencial de las Poicosis. Manantial Pomior, Gérard: Una logica'de la Patcosis. Cap. 1, Ed. Catalogos. Paradiso, :Suplencias del Nombre de! Padre (Bicha de

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