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Álvaro

Ligero Ortiz de Artiñano 18 de octubre 2021




Resumen

La relación entre a predicación y la visitación es estrecha y una no debe ocupar el

lugar de la otra, más bien han de ir de la mano en un esfuerzo coordinado para llevar la

Palabra a los pecadores sedientos de oír la Palabra de Dios, a todos los que arrastran las

pesadas cargas del pecado. El evangelismo público tiene su tiempo y su lugar lo mismo

que la obra personal tiene su propio tiempo y lugar. Esto ha sido así, por lo menos, desde

los tiempos de Jesús, quien es nuestro primer y principal referente en la obra de

evangelización, de conversión y de bautismo, así como lo fue para los apóstoles y para la

iglesia primitiva y como tenemos recogido en la obra misionera del apóstol Pablo. A este

respecto el Comentario bíblico adventista resalta que “Para Pablo la obra personal no

ocupaba el lugar del evangelismo público, sino que era su compañera indispensable”1.

De esta manera, encontramos un claro ejemplo de la importancia que el apóstol

Pablo daba a la visitación personal casa por casa, tanto para mantener y pastorear la

grey, como para compartir todas las enseñanzas de forma personal y directa.

1 “Por las casas”, Francis D. Nichol, ed., Comentario bíblico adventista del séptimo

día (CBA), trad. Víctor E. Ampuero Matta (Buenos Aires: Asociación Casa Editora
Sudamericana, 1992), 6:386.

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