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Las fuentes de información son muy diversas, principalmente documentos oficiales sobre
los temas que se han incluido en el desarrollo del Informe de Situación de Salud, los
reportes de investigaciones nacionales y subnacionales con reconocimiento oficial, los
reportes y consolidados de información que poseen las instituciones, incluyendo sus bases
de datos y otros documentos e informaciones que se consideraron pertinentes.
Daños a la salud.
En el período 1986-2000, de los seis grandes grupos de causas de muerte establecidos por
la Organización Panamericana de la Salud (OPS), sobresale la alta proporción de decesos
provocados por enfermedades cardiovasculares. La tasa de mortalidad registrada por
padecimientos del sistema circulatorio aumentó de 88.4 a 101.3 por cada 100,000
habitantes entre 1986 y 1999, aunque hubo una disminución por subregistro en 2000,
estimada en 80.5 por 100,000 habitantes.
Las afecciones perinatales disminuyeron de 27.9 a 17.3 por cada 100,000 habitantes, en
consonancia con la reducción del porcentaje de decesos en menores de un año observada
durante el mismo período.
Si se obvia el año 2000 por el subregistro alcanzado, se observa una tendencia al aumento
de muertes debidas a enfermedades del sistema circulatorio y a neoplasias o tumores. Estas
últimas aumentaron de 28 a 41 por cada 100,000 habitantes, de 1986 a 1999.
La mortalidad ocasionada por enfermedades transmisibles disminuyó de 45.6 a 30.8 por
cada 100,000 habitantes durante el período 1986-2000, debido a la reducción de los
fallecimientos por diarrea y por enfermedades prevenibles mediante vacunación.
La distribución por provincias de los decesos ocurridos en 1999 muestra que el mayor
índice de mortalidad se verifica en Salcedo, con 209 fallecimientos por cien mil 11
habitantes debidos a padecimientos cardiovasculares; y con 102 muertes por cada mil
habitantes a causa de neoplasias.
Cabe destacar que, en este grupo de edad, los fallecimientos debidos a factores externos se
incrementaron en un 100% entre 1986 y 1999, con un 12.0% y 24.6%, respectivamente,
siendo de un 19% en 2000. Las enfermedades transmisibles son la mayor causa de muerte
en este grupo, situación que no ha variado a través del tiempo.
Asimismo, en el grupo de 5-14 años los fallecimientos por neoplasias aumentaron de 5.1%
en 1986, a 11.4% en 2000. Las causas externas se incrementaron en un 16% en el período
analizado.
Al analizar la mortalidad por sexo, las enfermedades del aparato circulatorio constituyeron
el grupo más frecuentemente diagnosticado. Sin embargo, mientras en las mujeres las
neoplasias se han mantenido en la segunda posición, en los hombres este lugar
correspondió a las causas externas, relegando las enfermedades transmisibles al tercero y al
cuarto lugares, respectivamente. Las causas externas fueron el cuarto grupo de factores más
importantes en mujeres durante 1999, mientras el quinto lugar para uno y otro sexo fue
ocupado por las afecciones perinatales.
República Dominicana presenta un elevado número de muertes maternas, las cuales son
subregistradas en el 73% de los casos, al momento de consignar los motivos de deceso. En
1999, el estudio de evaluación del sistema de vigilancia de la mortalidad infantil y materna
captó 260 muertes ocurridas ese año, para una tasa de 122 muertes por 100,000 nacidos
vivos.
Según la ENDESA 2002, casi la totalidad de los embarazos en el país (99%) fueron
atendidos por profesionales de la salud. El 97% de los partos tienen lugar en
establecimientos de salud, siendo el 75.5% de los mismos realizados en hospitales públicos.
La existencia de elevados índices de mortalidad materna con una amplia cobertura de
atención revela deficiencias en la organización y en la calidad de los servicios de salud.
Desde 1965, la tendencia en las tasas de malaria ha sido fluctuante. Mientras en 1997 se
detectaron 816 casos, para una tasa de 10.2 por 100,000 habitantes, en 1998 fueron
registrados 2,006 casos con una tasa de 24.5 por 100,000, cerrando el año 1999 con 3,589
casos (43.5 por 100,000 hab.). Durante 2000, 2001 y 2002, el promedio anual de casos fue
de 1189, con una tasa de incidencia de 14.7, 12 y 15 casos por 100,000 habitantes,
respectivamente.
Con respecto a la filariasis linfática, en 1999 se inició un programa de control que incluye
la identificación de focos mediante encuestas a escolares a nivel municipal y el tratamiento
anual masivo.
Tétanos no neonatal. Se observa con un ligero incremento durante el período 2000- 2002,
de 26 casos en 2000 a 57 en 2002. Los hombres son los más afectados. Entre las provincias
con mayor número de reportes en 2002 están Santo Domingo, con 10 casos; y Santiago,
con ocho. Este incremento se vincula a un mal manejo profiláctico de las heridas.
El tétanos neonatal, con tasas variables entre 0.1 y 1.0 por 100,000 para la década de
1980, se ha mantenido con tasas iguales a cero y por debajo de 0.1 a partir de 1993. Desde
1999, con excepción de 2000, se documenta un caso por año.
La poliomielitis paralítica inició la década de 1980 con tasas por encima de 1.0 por cada
100,000 habitantes, para descender dramáticamente a 0.03 casos por 100,000 en 1986.
Entre 1987 y 1999, no ocurrió ningún caso en el país. En octubre de 2000 se detectó una
epidemia de poliomielitis paralítica debida al poliovirus tipo 1, con focalización en un
municipio con muy baja cobertura vacunal y casos distribuidos en las principales rutas de
conexión entre los mayores centros urbanos del país. Durante 2000 y hasta la novena
semana de 2001, fueron identificados un total de 94 casos de este tipo de polio, de los
cuales 14, el 15%, fueron confirmados por aislamiento. Desde esa semana no han sido
confirmados otros casos. La proporción de población menor de un año vacunada contra la
polio a nivel nacional en 2002 fue de 76.3%, de acuerdo con datos del PAI.
De acuerdo con las últimas encuestas demográficas y de salud (ENDESA 1996 y ENDESA
2002) las coberturas nacionales de vacunación completa antipolio a menores 14 de 12
meses se ha mantenido bajas en los últimos años. En 1996 fue de 48.1% y, en 2002, de
44%.
En 1999, la rubéola afectó las provincias del Norte y el centro de República Dominicana,
con mayor intensidad entre febrero y julio de 1999, reportándose un total de 347 casos
(4.14 por 100,000 hab.). En 2000, la enfermedad alcanzó a un total de 826 personas, el
mayor número de casos confirmados, para una tasa de 9.7 por 100,000 habitantes; pero en
2001 y 2002, su incidencia disminuyó a 42 y dos casos, respectivamente.
Los jóvenes de 15 a 24 años constituyen un 18% de los casos. Los hombres continúan
siendo los más afectados, con un 64%; en tanto, las mujeres representan un 35%. La
relación hombre-mujer es actualmente de 3:1, lo cual puede variar dado el número de
mujeres infectadas en los últimos cinco años. Actualmente, el 74.8% de los casos ocurren
en individuos heterosexuales, tendiendo a concentrarse en las poblaciones más
empobrecidas. La transmisión perinatal se mantiene en un 2% del total de casos
notificados. Datos obtenidos por la ENDESA 2002 reportan una prevalencia de VIH/SIDA
de un 1% en la población general.
La rabia presenta una evolución fluctuante con tasas de entre 0.1 y 0.01 por 100,000
habitantes. Esta variación está vinculada a la eficacia de las medidas de prevención y a la
sostenibilidad de la vigilancia. En los períodos en que se ha mantenido una alta cobertura
de vacunación canina en ciclos anuales y alcance nacional, los casos en animales y
humanos se han reducido considerablemente.
Durante el año 2002 hubo una población canina por vacunar estimada en 896,000
ejemplares en todo el país, de los cuales fueron inmunizados un total de 227,793,
obteniéndose apenas un 25.42% de la cobertura profiláctica proyectada.
Mortalidad.
La tasa bruta de mortalidad estimada ha disminuido de 7.76 por mil durante el período
1980-1985, a 5.77 por mil en el 2000-2005, y llegará a 5.80 por mil en el lapso 2010- 2015,
de acuerdo con parámetros de hipótesis media para el cálculo de las proyecciones.
Sin embargo, para la implementación del nuevo modelo de atención para República
Dominicana, ha sido necesario prever un período de transición y de desarrollo progresivo,
durante el cual ha surgido una serie de obstáculos y limitantes para su operacionalización,
entre los que se destacan:
• La insuficiente asignación presupuestaria para el nuevo modelo. Esto significa que aún el
financiamiento de la atención en salud sigue sustentado en una baja asignación del
presupuesto público y en una carga excesiva sobre la familia.
• La fragmentación del Sistema de Salud y Seguridad Social. Existe una débil y frágil
articulación intra e intersectorial que dificulta el desarrollo del nuevo modelo en sus
diferentes niveles. Esta circunstancia ha producido un déficit de propuestas técnicas y un
limitado aprovechamiento de las existentes.