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Oración a San Miguel Arcángel.

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y las
asechanzas del demonio. Reprímale Dios pedimos suplicantes; y tú, Príncipe de la milicia
celestial, arroja al infierno con tu divino poder  a Satanás y a los otros espíritus malignos  que
andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén

Oración a San Miguel contra los enemigos espirituales.

Glorioso San Miguel, Príncipe de las milicias celestiales, que estás siempre dispuesto a
ayudar al pueblo de Dios; que luchaste con el dragón, la vieja serpiente, y lo arrojaste
del Cielo a los abismos, y ahora defiendes valientemente a la Iglesia de Dios para que
las puertas del infierno nunca prevalezcan contra ella. Te ruego encarecidamente que
me ayudes también en el doloroso y peligroso conflicto que mantengo contra el todas
las formas del mal que quieren hacerme daño y que buscan que pierda el camino hacia
Dios.

Ven conmigo, oh poderoso Príncipe celestial, para que pueda luchar con valentía y
vencer a ese espíritu orgulloso, a quien tú, por el Poder Divino, derrocaste
gloriosamente, y a quien nuestro poderoso Rey, Jesucristo, ha vencido completamente
en nuestra naturaleza; así, habiendo triunfado sobre el enemigo de mi salvación, puedo,
contigo y los santos ángeles, alabar la clemencia de Dios que, habiendo rechazado la
misericordia de los ángeles rebeldes después de su caída, ha concedido el
arrepentimiento y el perdón al hombre caído.

Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Oración a San Miguel Arcángel para proteger la Iglesia.

Oh glorioso San Miguel arcpangel, guardián y defensor de la Iglesia de Jesucristo, Tú


queres principe de las milicias ceslestiales, ven en ayuda de esta Iglesia, contra la cual
se desencadenan los poderes del infierno, guarda con especial cuidado su augusta
Cabeza, y consigue que para él y para nosotros llegue rápidamente la hora del triunfo.

Oh glorioso Arcángel San Miguel, vela por nosotros durante la vida, defiéndenos de los
asaltos del demonio, asiste especialmente en la hora de la muerte; obtén para nosotros
un juicio favorable, y la felicidad de contemplar a Dios cara a cara por interminables
edades. Amén.

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