ILA ENFERMEDAD DEL HONOR
Julian Pitt-Rivers
Originalmente, la palabra “honor” (del latfn: honos) designaba una divinidad que
representaba el coraje en la guerra. Posteriormente signifies la concesién de tierras merecidas
or Ia victoria, y luego esta base material sirvié para fa elaboracién de un concepto moral de
extrema complejidad, por no decir ambigtiedad,
Una literatura extremadamente rica Jo define como gufa para la conciencia, como regla
de conducta o como medida del status social. Merced a sus numerosas acepciones ¢] honor ha
provocado més muertes que la peste, més controversias que la gracia y més riffas quel dinero,
Sin embargo, desde hace décadas se habla muy poco de él, y puede inchisive leerse de la pluma
de un eminente sociGlogo estadounidense, Peter Berger,’ que quien emplea la palabra se anuncia
como “hopelessly european” ~irremediablemente del Viejo Mundo.
Hace apenas un cuarto de siglo que las ciencias sociales han reconocido su existencia
~jellas, que se supone se interesan en la conducta y sus motivaciones!— y lo poco que antes se
habfa publicado sobre el tema se limitaba a estudios sobre la historia del concepto en la literatura,
y algunos articulos tendenciosos en las enciclopedias.
La raz6n de esta negiigencia jo de este recelo?--esté en las dificultades inherentes al
andlisis del honor, ya que este es a la vez un sentimiento y un hecho social objetivo. Por una
parle, es un estado moral que resulta de la imagen que cada uno tiene de sf, y que inspira las
acciones mas temerarias o la negativa a actuar de manera vergonzosa, sin importar cual sea la
tentacién material, y al mismo tiempo, es un medio de representar el valor moral de los ottos: su
virtud, su prestigio, su status, y por tanto su derecho de precedencia,
En tanto motivacién de conducta que responde solamente a Dios en lo profundo de la
conciencia, el honor es puramente individual, ya que depende de la voluntad de cada uno, Sin
embargo, el honor también es colectivo y puede attibuirse a un grupo social: famitia, linaje,
patria, cualquier comunidad con la que él se identifica. En el sigio XVIII, Mad Jack Myton
salt6 a caballo de lo alto de un acantilado para salvar él honor de la, sentilhommerie de Shropshire,
y sobrevivié mitagrosamente.
‘Archives européennes de sociologie XI : 2, 1970. “On the Obsolescence of the concept of Honor”
235Por otra parte el honor -0, al menos, la, conducta que dicta~ varfa segiin el lugar decada
‘anoen a sociedad, El honor de un hombre le exige coraje, que noes requerido de una mujer. De
ella requiere la pureza sexual, o al menos lo hacfa hasta una época reciente. Los componentes
del honor varfan también segiin la clase social: el honor aristocrdtico, militar en su origen, se
distingue del honor burgués 0 del honor popular, sin contar la diferencias entre grupos sociales,
uerpos profesionales, comunidades o regiones. La concepcidn del honor de “la honorable
sociedad”, como la Mafia siciliana quiere ser Hamada, tiene muy poco en comin con lade los
prelados de esa isla. Sin embargo, dado que el honor tiene su origen en el corazén de cada uno,
por tanto es sentido antes de ser concebido, ¢sraro que sean reconocidas objetivamente las
jTuferentes formas de verlo, Sélo existe para cada quien una nocién de honor, la propia. Aquellos
que lo conciben de otra manera simplemente jn0 lo tienen!
El aspecto subjetivo del honor debe, no obstante, tomar contacto con la realidad, ya que
el sentimiento personal que se manifiesta en laconducta ser4 tarde o temprano juzgado por los
otros, Asf, la aspiracién del individuo al honor ‘exigird ser reconocida ptiblicamente: el honor
sentido se volver entonces honor probado y recibira el reconocimiento merecido en forma de
yutacién, prestigio y “honores
roc sntra en el reconocimiento por el individuo de su
vergiienza. Ei honor negado bajo la forma de precedencia rehusada, falta de colaboracién,
naledicencias, en resumen, de prestigionegativo, terminard por serinteriorizado por el individuo
que seré obligado a dejar de ado sus aspiraciones y a admitir su vergienza. Mientras no la
reconozca, puede tener esperanzas y como el héroe que ha “tout perdu, fors honneur,” puede
ganar la apuesta, a condicion de tener coraje y la piel suficientemente gruesa para no abandonar
sus pretensiones (es inevitable que éstas engendren celos y conflictos).
ero el problema de este esquema ideal es que en ninguna sociedad el reconocimiento es
homogéneo, Ei soberano, “fuente del honor”, no siempre tiene los mismos criterios que la vox
populi: raramente los intereses politicos de la monarquia son compartidos por el pueblo, y
‘aquella tiene poco en cuenta la reputacién de una persona entre sts vecinos Asf es posible,
‘como lo ha sefialado Montesquieu, estar a fa vez.colmado de infamia y dignidades.
*
Los conflictos engendrados por el honor son universales. En la Edad Media, mientras el
Estado no habia tomado en sus manos el control judicial de jas disputas, una forma seudo-
jurfdica remitfa a la Potencia divina la responsabilid de su resolucié1
ra ala vez una lucha a muerte y una
rdalfa, ya que el juzgamiento remitfa a Dios, confiando que éste darfa razé6n al justo
concediéndole la victoria sobre su agresor.
Uno de los dltimos ejemplos en fa historia de Francia es el combate entre Jamae y La
Chitaigneraie, en 1547, delante de Henri Il. A pesar de las maneras algo irregulares del autor
delfamoso “coup”? Dios parece haber dado una sentencia apropiada que el rey convalid6. En
2 “Todo esté peedido, salvo el honor”, Aurbuido a Frangois I, luego de la derrota de Pavie en 1547. (N
dela)
2 Jemnac, diez alos mAs joven, enfrenta al favorito del rey, reconocido como supetior en habilidad y
destreza, Al inicio del duelo consigue herirlo detrds de la rodilia, corténdole los tendones y dejandolo fuera
236cambio Richard I, segtin Shakespeare, cometié el error de no confiar en Elen el combate entre
Norfolk y Hereford, y esta desconfianza acatreé las trégicas consecuencias que conocemos.
Enel Renacimiento el Estado retom6 de Jas manos divinas la reglamentacién de la cuestién
dela violencia, pero sin conseguirio completamente, ya que se vio el desarrollo, en primer lngat
en Italia, de una jurisprudencia paratela que reinaba sobre “los lances de honor”, El duelo,
combate singular sometido a esta jurisprudencia, aseguraba “satisfaccién” a quién se creta
lesionado en su honor, resultara vencedor, herido y por tanto vencido, 0 muerto. Ya que,
curiosamente, el hecho de ser vencido no acarrea el deshonor. Sélo es deshonrado aquel que se
niega a artiesgar su vida para defender su honor. “Obtener satisfaccién” no implica tener razon,
sino solamente tener el coraje de batirse. Ya no se trata de una ordalia, sino de una prueba, La
satisfaccién esta garantizada a ambos combatientes por “la primera sangre”, ya que segiin
‘Théophile Gautier “el honor solamente se lava con sangre”.
La costumbre del duclo, deplorada por los fil6sofos pero aprobada por la nobleza y los
‘militares persisti6 hasta el siglo XX burlando las prohibiciones del Estado y dela Iglesia, Una
\6gica social pulsaba cuerdas profundas en la conducta humana, que ni la prisidn ni laexcomunion
bastaban para acallar. Bjemplar fue el caso del oficial francés revocado por el Ministerio de
‘Guetra a comienzos de siglo por haber demandado ante los tribunales al hombre que lo habia
ofendido, en lugar de provocar un duelo ~en suma, revocado por no haber transgredido la ley.
Este respeto a Ia ley civil testimoniaba ante los ojos del ministro una falta al sentimiento del
honor,
Esta jurisprudencia oficiosa nos provee los principios mismos del honor, que pueden
resumirse brevemente asf:
Laesencia del honores la voluntad. Si se hacen trampas en las cartas, por ejemplo, si
jona, si no se
‘a levantar el fendido, se queda desh«
_ 2u essmalnene nie icles cna de Richard
Tretoma los mismos términos: “Traidor ami Dios, a mi rey y ami!”. A tal acusacién ya no se
sesponde con palabras, sino con la accién, La sede del honor esté en el cuerpo fisico, simbolizado
por la sangre, por ello no hay otro camino que batirse.
e Porotra parte, no es obligatorio responder al desafio de cualquiera. Siempre es posible
“despreciar” el desafio lanzado por quien no se reconoce como un igual en honor, sea desde el
unto de vista social o moral. Aun més, es humnillante aceptar batirse con alguien indigno.
Quien esti seguro de su honor se permite ignorar tal provocacién, y asf es deshonrado el
provocador.
Larespuesta formal a una ofensa al honor no es directamente el desaffo sino el “mentts”
(tu mientes): “Traténdome de cobarde, de tramposo, de comudo o-como en el caso de Jarnac~
de incestuoso, tu mientes.” Y sin embargo la mentira no es deshonrante en sf. Los adultos no
estén obligados a decir la verdad alos nifios, ni los superiores a sus inferiores, El mentis implica
Luna inferioridad al mismo tiempo que una inconstancia de la voluntad semejante a una traiciGn,
Pero el ments garantiza igualmente ~es su fianciGn prictica~ que el ofendido, y no el ofensor,
recibe el derecho de Ia eleccign de las armas, Gracias a esta disposicién Jarnac pudo combinar
su extratio golpe, pasando bajo la defensa de su adversario, para hundirle una daga en la corva
=
237