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Pa ‘abra de Dios y «herakab»
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Palabra de Dios y conocimiento de Dios
Pero aun para los que no estÆn afectados directamente por esta
deformacin profesional, fruto de una teologa concebida como una
ciencia abstracta, la palabra de Dios, considerada globalmente como
Sagrada Escritura, no pasa de ser con frecuencia mÆs que una
comunicacin de ideas. Es que para nosotros los modernos, la pa
labra, y particularmente la palabra escrita, tiende a no ser mÆs que
esto. Una deformacin escolar, prÆcticamente universal, nos con
vence de que no se escucha, y sobre todo no se lee, sino para apren
der algo que no se saba. El resto, si es que hay algœn resto, pasa
por ser una diversin o fantasa superflua.
En cambio, para el judo piadoso, y en el mayor grado para
aquellos judos que meditaban la palabra divina al final de todo lo
que nosotros llamamos el Antiguo Testamento, la paiabra divina
significaba una realidad intensamente viva. No era en primer lugar
ideas que haba que manejar, sino un hecho, un acontecimiento,
una intervencin personal en su existencia. Para ellos no exista
la tentacin de identificar religin de la palabra con religin inte
2. Una reaccin comienza por lii, a dejarse sentir en este punta, de ia que es un
signo especialmente confortante la serie de trabajos de Pinas GRELOT, en particular
Le Biblia, palabra de Dios, Herder, Barcelona 1968, y Biblia y teofagio, Herder, Bar
celona 1968.
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Palabra de Dios y «berakah»
Corno bajan la lluvia y la nieve del cielo y no vuelven allÆ sin haber
empapado y fecundado la tierra y haberla hecha germinar, dando la simiente
al sembrador y el pan al que come, as la palabra que sale de mi baca no
vuelve a m vaca, sino que hace lo que yo quiero y cumple mis de
signios’.
3, VØanse los estudios de M. Buaxa sobre la palabra. 11. Uas VON BALfleASAR ha
mostrado todo lo que de ellos debera sacar la teologa cristiana: Einsame Zwesprache.
Martin Beber end das Christentu,n, cok,nia y Olten 1958.
4. Dt 6,4.
5. Mu 3,8.
6. Ss 5S,iOss,
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Palabra de Dios y conocimiento de Dios
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Palabra de Dios y «berakah»
11. VØanse sobre esta nocin las notas de A. NEMES, Cfl L’Essence di. ProphØtinne,
Para 1955, especialmente p. Iotas.
12. ci. las excelentes observaciones sobre la importancia de esta consideracin, de
dom J. DupoNt, Gnosis, le conna,rsence reUgiei,se dan: les 6/sitres de ¡amI Paul, ¡ovni.
na . Pars 1949, p. 51,,.
13. ICor 13,12. 14. Am 3,2.
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Palabra de Dios y «berakali»
28. Cf. MiX-nak, tratado Berahoti, cc, 2 y 10b. Los tratados Berakotis, respectiva
mente de la Mano]. y de la Toseftgh fueron traducidos si inglØs con un comentario por
A. Luxvw WILLIAM5, Tractate Herakot]., Londres 1921.
29. VØase H. Duasano, Les Scribes inspirØs, Paris 1939.
30. Cf. Edo 24,23.
31. Cf. todo el capItulo 24 deI EclesiÆstico, donde ae dice que la sabiduria mora en
la columna de fuego y de nube y en el tabernÆculo.
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Las «berakoth», respuesta a la palabra
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Palabra de Dios y «ljcrakah»
Puede decirse que los salmos, los cÆnticos del pueblo de Dios,
que Øste acab por reconocer tambiØn corno inspirados, como pa
labra de Dios, fueron progresivamente alimentando y preparando
el desarrollo de la oracin de Israel en la forma de las berakotit.
Notemos el sentido del hecho de que los salmos, las grandes ora
ciones de Israel, llegaran a ser recibidos como una parte integrante
‘t como una parte central, «cordial», de la Biblia, de la Sagrada
Escritura en la que se deposit la palabra inspirada. Ningœn hecho
podra poner mejor en evidencia este significado de la palabra de
Dios para Israel, como de una palabra creadora, cuya creacin por
excelencia es la de un corazn nuevo en el hombre, en cuyas tablas
de carne pueda grabarse la torali, de modo que el hombre responda
en todo su ser, y primeramente en su corazn, a la intencin pro
funda de la palabra divina. Lo que Østa quiere hacer interviniendo
en su vida, el designio cuya realizacin persigue ella pacienteniente,
pero con omnipotencia, a travØs de la historia de un pueblo en la
cual lo va modelando, es un hombre que conozca a Dios como Øl
mismo ha sido conocido, que responda a su palabra con una res
puesta que no es sino la œltima palabra de Østa, proferida en Øl
mismo. Aunque la traduccin del salmo 27 en Biblias protes
tantes: «Mi corazn me dice de tu parte: Buscad mi faz, yo busco
tu faz, Dios mo», no sea mÆs que una conjetura, traduce a niara-
villa este designio de toda la palabra.
Los salmos, considerados en su variedad y en su conjunto, cons
tituyen como una vasta berakah, aun cuando desbordan la forma
precisa que serÆ definida por la tradicin juda slo despuØs de la
composicin y organizacin de toda su compilacin. Incluso el es
quema de la berakak, como esquema espontÆneo de la oracin que
responde a la palabra, les es anterior. Se halla en las mÆs antiguas
tradiciones de Israel. Por su parte, en cambio, lo alimentarÆn con
su sustancia, de tal forma que se puede decir que la tradicin ul
terior deducirÆ de su recitacin constante su teora plenamente
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39. x 18,9.10.
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40. VØase AAOE Brwrzn., Introdactio,a to the Oid Testanwnt, vol. i, copenhague
1948, p. 146ss, y 5. MOWINCKEL, The Psatms in Isra.i’s Worship, Oxford 1962.
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46. Una discusin mÆs detallada de este problema se hallarÆ en nuestra Spi,-it,ic,NtØ
di. Nouveau Testa.nent et des Pares Histoire de la Spirit,,alitØ c/,rØticnnc, tomo
ParIs 1960, p, l8Oss.
47. Cf. DR, p. Slss. 48. leh 8-9.
49. x 19ss. SO. 2Re 22ss.
SI. Cf. el primer captulo del libro clÆsico de A. ConaN, Le Ta,nud.
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Palabra de Dios y «beralcah»
rael entero creerÆ realizar la promesa del libro del xodo, de hacer
de Øl un puebla todo Øl sacerdotal, un reino de sacerdotes, consa
gradores de todo el universo a la sola voluntad divina revelada en
la toraiz ‘.
Es cierto que con esta visin final que Israel lleg a formarse
de su propio papel pasamos definitivamente mÆs allÆ del viejo
ritual tomado de CanaÆn. Sean cuales fueren las transformaciones
de sentido y de contenido que Øste hubiera podido sufrir, ahora se
ve ya superado. Y es seguramente por esto por lo que el aniquila
miento definitivo del templo y de sus sacrificios el afio 70 de nuestra
en no podrÆ aniquilar a Israel ni el culto de la torak.
Como ya lo hemos subrayado, esto no solamente no significa
tanto una moralizacin de los sacrificios como la sacralizacin de
la moral, o mÆs bien de la «justicia» de la torali, sino que ademÆs
seria un error creer que esta religin del œltimo Israel se sustraera
a todo acto ritual particular, y mÆs especialmente a todo sacrificio
definido. Nada es mÆs significativo que observar el nuevo ritual,
que, muy al contrario, surgi entonces como espontÆneamente, y
al que darÆn todo su sentido las comunidades, las habztroth, como
se dirÆ un poco mÆs tarde, de la esperanza mesiÆnica $; i’os referi
mos al ritual de las comidas, en particular de las comidas en comu
nidad, las tardes de sÆbado o de fiesta. Para los sacerdotes de Qum
rÆn o de Damasco, como para los esenios o los terapeutas, de los
que nos habla Josefo, esta comida acaba por constituir no slo un
equivalente nuevo de los antiguos sacrificios, sino finalmente el
œnico sacrificio que subsiste, en la espera de la nueva y eterna alian
za". La gran berahoii pronunciada por el presidente de la asamblea
sobre la œltima copa, repartida entre todos, invocara la venida inmi
nente del Mesas y consagrara, en esta espera, el «resto» fiel al
reino esperado. Con este nuevo sacrificio hemos llegado a la cena
y a la prehistoria inmediata de la eucarista cristiana.
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