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I
Porque al alba que como primer sueño
diste tus infantes pensamientos,
lícito sea conservar ese deseo,
que la vida a muerte nos arrastra
y no quedará más de ese empeño.
II
Tantas cosas no alcancé.
Partieron una vez que quedé al borde de un abrazo,
al borde de un cuerpo.
tiritando, mi humanidad se queja de finitud,
mi carne es solo un momento,
está hecha de deseos ajenos,
mísera confabulación de células,
organización aleatoria de contingencia.
Y aun cuando esa libertad me obliga a matar lo que yo quiera,
hay tantas cosas que no alcancé por estar ciego,
porque me quedé en la orilla, no naufragué en el vibrante mar
que es la sensación de placer;
pero, ¡¿qué deleite se pace de lo más preciado, la sabiduría,
cuando chispea en el alma la ansiedad de combustión?!
III
Ahora no existe nada.
dolor en el estómago,
contenido en el pecho,
que moriría;
turbio de la noche.
Ciudad
Sueño inútil.
En la ciudad,
de camas indolentes,