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Patrimonio cultural

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Bandera de la Unesco.
Clasificación de los diferentes tipos de patrimonio.
Tipos de patrimonio.
El patrimonio cultural es la herencia cultural propia del pasado de una comunidad,
mantenida hasta la actualidad y transmitida a las generaciones presentes.1

Las entidades que identifican y clasifican determinados bienes como relevantes para
la cultura de un pueblo, de una región o de toda la humanidad, velan también por la
salvaguarda y la protección de esos bienes, de forma tal que sean preservados
debidamente para las generaciones futuras y que puedan ser objeto de estudio y
fuente de experiencias emocionales para todos aquellos que los usen, disfruten o
visiten.

La Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural2 fue


adoptada por la Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para
la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) el 16 de noviembre de 1972, cuyo
objetivo era promover la identificación, protección y preservación del patrimonio
cultural y natural considerado especialmente valioso para la humanidad.3

Como complemento de ese tratado, la Unesco aprobó, el 7 de octubre de 2003, la


Convención para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial,4 que definió
que:

Se entiende por patrimonio cultural inmaterial los usos, representaciones,


expresiones, conocimientos y técnicas —junto con los instrumentos, objetos,
artefactos y espacios culturales que les son inherentes— que las comunidades, los
grupos y, en algunos casos, los individuos reconozcan como parte integrante de su
patrimonio cultural. Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de
generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos
en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia,
infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a
promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana.
Algunos patrimonialistas y museólogos que estudian los vínculos culturales con la
naturaleza o el patrimonio natural han alertado sobre las consecuencias concretas
de las alteraciones ambientales tanto en la música folklórica5 como en la
producción de artesanías tradicionales6 y en la supervivencia de las deidades,
mitos y leyendas populares.7 Sostienen que la destrucción de la naturaleza
desdibuja la identidad de los pueblos. En particular, los de aquellos que mejor han
conservado sus tradiciones o cosmovisiones, como suele ser el caso de los indígenas
u aborígenes.

Índice
1 Pueblos indígenas
2 Devoluciones y repatriaciones patrimoniales
3 Patrimonio arquitectónico
4 Véase también
5 Referencias
6 Enlaces externos
Pueblos indígenas
Considerando que «todos los pueblos contribuyen a la diversidad y riqueza de las
civilizaciones y culturas, que constituyen el patrimonio común de la humanidad» y
que «el respeto de los conocimientos, las culturas y las prácticas tradicionales
indígenas contribuyen al desarrollo sostenible y equitativo y a la ordenación de lo
que sea si es adecuada del medio ambiente», el 13 de septiembre de 2007 se adoptó
la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas,8
que establece que «los pueblos indígenas tienen derecho a mantener, controlar,
proteger y desarrollar su patrimonio cultural, sus conocimientos tradicionales»; «a
practicar y revitalizar sus tradiciones y costumbres culturales»; a practicar y
enseñar sus propios idiomas y sus ceremonias espirituales; a mantener y proteger
sus lugares religiosos y culturales y a acceder a ellos; a mantener su integridad
como pueblos distintos, sus valores culturales e identidad étnica, así como a la
restitución de los bienes culturales y espirituales de los cuales hayan sido
despojados.9

Esta importante declaración estuvo precedida, desde 1989, por el Convenio 169 de la
Organización Internacional del Trabajo sobre pueblos indígenas y tribales,10 que
determina la protección de «los valores y prácticas sociales, culturales,
religiosos y espirituales propios» de los pueblos indígenas y define «la
importancia especial que para las culturas de nuestro territorio y valores
espirituales de los pueblos interesados reviste su relación con las tierras o
territorios», así como la importancia de las actividades económicas tradicionales
para su cultura. El Convenio 169 de la OIT determina que los servicios de salud
para indígenas deberán organizarse en forma comunitaria, incluidos los métodos de
prevención, prácticas curativas y medicamentos tradicionales. Los programas de
educación «deberán abarcar su historia, sus conocimientos y técnicas, sus sistemas
de valores» y además, deberán adoptarse disposiciones para preservar las lenguas
indígenas.

Devoluciones y repatriaciones patrimoniales


A partir de la segunda mitad del siglo XX, con la descolonización, y gracias al
reconocimiento internacional de las minorías indígenas, se ha producido un
generalizado proceso de reclamaciones y devoluciones patrimoniales. Estas se han
producido principalmente hacia territorios poscoloniales (entre países) y hacia
regiones y minorías indígenas (en el interior de los países).11 Casos de
reclamación o devolución como los bronces de Benín, el busto de Nefertiti, las
cabezas disecadas maoríes o Mokomokai, o el penacho de Moctezuma, se encuentran
entre los más conocidos.

Este proceso de reclamación patrimonial incluía una crítica implícita al propio


coleccionismo decimonónico. Este comenzó a ser visto como un proceso vertical, de
un único sentido y muy unido al periodo colonial:

“Durante la gran edad del coleccionismo museístico, que comenzaría a mediados del
siglo XIX, sólo hubo relación en un sentido: los objetos y la información sobre
ellos se movería de los pueblos de todo el mundo hacia los museos, donde se
consolidaría el conocimiento como base de la autoridad institucional y curatorial
(…) En tiempos recientes, sin embargo la naturaleza de estas relaciones ha cambiado
hasta ser un proceso de doble sentido, en donde la información sobre los artefactos
históricos ahora está retornando a las comunidades fuente”.12

De esta manera, desde finales del siglo XX, el patrimonio, antes “propiedad
inalienable de la nación”, comenzó a descentralizarse a favor de las diferentes
minorías culturales. Sucesivos cambios en la legislación apuntarían en este
sentido. Las comunidades indígenas comenzaron a ser nombradas custodios (heritage
stakeholders) de un patrimonio que se reconocía como suyo (Ley Federal sobre
Monumentos de 1972 en México, Protected Objects Act / Taonga Tuturu en 1975 o
Museum of New Zealand Te Papa Tongarewa Act de 1992 en Nueva Zelanda). Se
comenzaron a realizar repatriaciones para que objetos significativos obtenidos a
través de prácticas de dudosa legalidad, o que se hubieran vuelto políticamente
incorrectos en la actualidad, retornaran a sus lugares o culturas de origen
(Natives Graves Protection and Repatriation Act de Estados Unidos en 1990; Mataatua
Declaration en Nueva Zelanda en 1993; Previous possessions, New Obligations en
Australia 1993 o la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los
pueblos indígenas de 2007 en su artículo 31: “El derecho a mantener, controlar y
desarrollar su patrimonio cultural y sus conocimientos tradicionales”). Y muy en
particular, a lo ancho del globo comenzó a surgir una de las principales
herramientas de descolonización patrimonial: los museos comunitarios, museos en
donde las comunidades indígenas podían recuperar la producción de significados de
su cultura material a través de la exhibición —según sus valores y protocolos— de
sus objetos significativos. Los museos comunitarios supondrían una respuesta a qué
hacer con el patrimonio tras su devolución a las comunidades de origen, con unos
objetos que, al mismo tiempo que necesitaban cuidado y resguardo, volvían a su
contexto cultural originario. A este respecto se ha propuesto el concepto de museo
indígena,

"[Aquellos] en los cuales diferentes comunidades, por lo general de tipo étnico o


de una determinada área local, gestionan un patrimonio del que se saben herederos,
y que, en ocasiones, es manejado y exhibido sobre la base de sus propios protocolos
culturales (...) [El museo comunitario o indígena aparece] Como una posible
solución, además, al más antiguo afán de la antropología: el de dar voz a las
comunidades indígenas sin la imposición, intermediación o el tamiz del
especialista".13

Ejemplos de museos indígenas serían el nuevo museo nacional neozelandés Museo de


Nueva Zelanda Te Papa Tongarewa, o muchos de los pequeños museos comunitarios de
Latinoamérica.14

Patrimonio arquitectónico

Un ejemplo de patrimonio arquitectónico: La Catedral de Salta, Argentina.


Por patrimonio arquitectónico se puede entender un edificio, un conjunto de
edificios o las ruinas de un edificio o de un conjunto de edificios que, con el
paso del tiempo, han adquirido un valor mayor al originalmente asignado y que va
mucho más allá del encargo original. Este valor, como lo señalan los capítulos de
ICOMOS, puede ser cultural o emocional, físico o intangible, histórico o técnico.

Las obras de arquitectura que pueden considerarse de patrimonio arquitectónico


serán entonces las que, debido a una multiplicidad de razones, no todas de índole
técnica o artística, se consideran que, sin ellas, el entorno donde se ubican
dejaría de ser lo que es.

Véase también
Lista Representativa del Patrimonio Cultural de la Humanidad (Unesco)
Patrimonio
Patrimonio artístico
Patrimonio histórico
Patrimonio de la Humanidad
Patrimonio industrial
Patrimonio natural
Patrimonio inmaterial

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