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1.

EL IDEALISMO:

El idealismo es la familia de teorías filosóficas que afirman la primacía de


las ideas o incluso su existencia independiente. Afirman que la realidad, o la
realidad que podemos conocer, es fundamentalmente un constructo de la mente o
inmaterial. El idealismo supone que los objetos no pueden tener existencia sin que
haya una mente que esté consciente de ellos. Para poder conocer las cosas, se
debe tomar en cuenta la consciencia, las ideas, el sujeto y el pensamiento.

El materialismo rechaza el idealismo. El idealismo no es precisamente antagónico


al realismo pues hay filosofías idealistas (idealismo objetivo) que postulan una
existencia de objetos abstractos independientes del observador.

Epistemológicamente, el idealismo se manifiesta como un escepticismo sobre la


posibilidad de saber cualquier cosa independiente de nuestra mente. En un
sentido sociológico, el idealismo enfatiza cómo las ideas humanas, especialmente
las creencias y los valores, dan forma a la sociedad.1 Como doctrina ontológica, el
idealismo va más allá, afirmando que todas las entidades están compuestas de
mente o de espíritu.2 El idealismo rechaza así las teorías fisicalistas y dualistas,
que no atribuyen prioridad a la mente. Una versión extrema de este idealismo
puede existir en la noción filosófica del solipsismo.

En 1781, Immanuel Kant publicó su famosa Crítica de la razón pura, rechazando


ambas posturas y proponiendo una alternativa. Según Kant, si bien todo nuestro
conocimiento empieza con la experiencia, no todo se origina de ella,1 pues existen
ciertas estructuras del sujeto que anteceden a toda experiencia, en tanto son las
condiciones que la hacen posible. La filosofía del siglo XIX se caracterizó en gran
parte por ser una reacción a su filosofía,2 comenzando con el desarrollo
del idealismo alemán.
2. EL POSITIVISMO:

El positivismo es una corriente filosófica que afirma que el conocimiento


proviene de la experiencia, a la vez que se obtiene mediante el método científico.

El positivismo surge en el siglo XIX, y tuvo como precursores y autores


destacados a Saint-Simon, Auguste Comte y Stuart Mill.

Esta filosofía surgió de la necesidad de tratar a los fenómenos sociales con la


misma metodología y otorgándoles la misma categoría que las ciencias naturales.
Así, el positivismo defiende que el conocimiento se obtiene con base en la
experiencia, y asegura que el método científico es la única vía para conseguirlo.
Se posiciona así en contra de las corrientes que rechazan la experiencia como
método de investigación.

 Características del positivismo

Entre las características que presenta el positivismo, destacan las siguientes:

 Rechazo del dogma y de las verdades absolutas.


 Observación y experimentación para la búsqueda de leyes y teorías.
 Rechazo de la metafísica, todos los fenómenos han de tener explicación
científica.
 El investigador social ha de ser objetivo, no puede dejar que interfieran sus
prejuicios y preferencias.

3. FUNCIONALISMO:

El funcionalismo es caracterizado por el utilitarismo otorgado a las acciones


que deben sostener el orden establecido en las sociedades. Es una corriente
teórica surgida en Inglaterra en el año 1930 en las ciencias sociales,
especialmente en sociología y antropología social. La teoría está asociada a Émile
Durkheim y, más recientemente, a Talcott Parsons, además de muchos otros
autores como Herbert Spencer, Bronislaw Malinowski y Robert Merton. El
funcionalismo se caracteriza por un enfoque empirista que preconiza las ventajas
del trabajo de campo. En este sentido, los teóricos funcionalistas identifican en sus
textos comunicación con comunicación de masas, porque esa es la realidad de la
sociedad moderna. Hasta el siglo XIX, la mayoría de las labores se realizaban en
un gabinete, mediante relatos sesgados de viajeros. El funcionalismo abrió el
camino de la antropología científica, desarrollándose luego con gran éxito
en Estados Unidos. La corriente funcionalista es la escuela más extendida; se ha
llegado a naturalizar y estudiar el paradigma de las ciencias de la comunicación.
Esta circunstancia se ha entendido como lógica porque es la perspectiva que
mejor se identifica con la dinámica y los intereses del sistema audiovisual.

La escuela propone una serie de teorías concretas con continuidad basadas en


distintas disciplinas: la teoría hipodérmica, la teoría de los efectos limitados,
la teoría matemática de la comunicación y otros enfoques más particulares. Son
esquemas de acción cuyo objetivo es construir un proyecto integrador que aporte
conocimientos sobre cómo debe funcionar la comunicación social. Bajo esta
mirada, las instituciones sociales serían medios colectivamente desarrollados para
la satisfacción de las necesidades biológicas y culturales; los define, por lo tanto,
por el cumplimiento de una función social, y no —como se hacía generalmente—
por las circunstancias históricas de su desarrollo. Enfatiza, por lo tanto, las
medidas que las instituciones toman para alcanzar los fines socialmente
valorados. En la escuela funcionalista americana, basada sobre todo en la obra
de Talcott Parsons, se pone un énfasis particular en el mantenimiento de la
estabilidad social. En el contexto estadounidense ayuda pensar que EE.UU. es
una nación que todavía está construyéndose a partir de inmigrantes de distintas
procedencias y que, por tanto, era necesario la integración política.
4. ESTRCTURALISMO:

El estructuralismo es un movimiento cultural del siglo XX que se desarrolló en


Europa. En sus estudios toma como modelo las ciencias exactas, para aplicarlas
en las estructuras lógicas, en análisis del pensamiento y el comportamiento
humano.

Se desarrolló específicamente en el terreno de las ciencias humanas y sociales.


Es también una ideología, que implica una concepción epistemológica y un
planteamiento filosófico.

El análisis estructuralista propone un estudio sincrónico de la realidad. Sus


principales precursores fueron: F. de Saussure, S. Freud, K. Marx, y más
inmediatamente al estructuralismo lingüístico de R. Jakobson, Troubetzkoy, etc.

Este movimiento ha ejercido una gran influencia en diversas disciplinas. C. Lévi-


Strauss lo aplicó a la etnología, J. Piaget a la psicología y a la pedagogía, J. Lacan
al psicoanálisis, L. Althusser al análisis del marxismo, R. Barthes a la crítica
literaria, M. Foucault al terreno filosófico (aunque rechazaba el título de filósofo y
de estructuralista). J. Derrida propone como tarea de la filosofía la reflexión sobre
los signos. El análisis estructuralista se ha aplicado también a la exégesis bíblica
(cf Yanini).

El estructuralismo y el lenguaje

En 1955 se afirmaba que el lenguaje está conformado por unidades que contienen
significados. Los fenómenos que están dentro forman un sistema de códigos, los
cuales necesitan emerger de una realidad. Referente a ello, los estudios de
Saussure, argumentan que se necesita de una estructura del lenguaje para que
se puedan reproducir diversos significados culturales.

Los estructuralistas tienden a darle un nuevo sentido a la historia, por ejemplo, los
símbolos que conservan una estructura y sirven para conocer las pretensiones de
lo que se externa. En el caso de la lingüística, ésta tiene un poder importante,
puesto que se centra en el discurso, el lenguaje y el acceso de las ciencias
humanas que existan.

En el caso del teórico Foucault, sus estudios denominan su método como un


análisis arqueológico, el cual se preocupa por el lenguaje, mientras que Barthes se
enfoca en el campo literario guiándose por el lenguaje.

La sociología es una disciplina que ha colaborado en el desarrollo estructuralista,


puesto que su constante relación con el estudio científico de la sociedad ha
proporcionado importantes observaciones y postulados.

La democracia cristiana es una rama del conservadurismo que tiene sus


orígenes en el pensamiento de figuras tales como Jacques Maritain, Emmanuel
Mounier o Luigi Sturzo, la doctrina social de la Iglesia católica y la ética
social protestante.1 Es distinto del socialismo cristiano, aunque tienen raíces
ideológicas comunes y las dos doctrinas dicen estar influidas por las enseñanzas
de Jesucristo.

Esta corriente surgió en el siglo XIX en Europa. En un principio fue condenada por


la Iglesia católica —con mayor contundencia por los papas Pío IX y Pío X—, si
bien el papa León XIII aceptó la expresión «democracia cristiana» en el sentido de
«acción benéfica en provecho del pueblo», condenando en cambio la democracia
social, por ser enemiga de la organización por clases sociales, y la democracia
política, por afirmar que el poder emana del pueblo.2 Sin embargo, especialmente
tras el Concilio Vaticano II, los postulados democráticos fueron aceptados por la
Iglesia y actualmente la llamada democracia cristiana continúa teniendo una fuerte
influencia en partes de Europa y Latinoamérica.

Los movimientos demócrata-cristianos no son círculos puros de pensamiento y de


doctrina, sino grupos de acción con la aspiración de llevar a la democracia las
consecuencias derivadas de los principios filosóficos cristianos, entre ellos la
concepción de la historia con una raíz espiritual, no materialista; la primacía de lo
moral; la dignidad de la persona; la primacía del bien común y la justicia social.3
Los demócrata-cristianos o democristianos colocan a la persona en el centro,
principio y fin de toda acción política, tanto en su
dimensión espiritual como material, por lo que pregonan «romper con el juego
pendular» que llama «mentiroso» de izquierdas y derechas que afirma que
responden a una concepción materialista, se autodefine como «de avanzada,
moderada, de consenso, de la sensatez o de la racionalidad», por lo que ha sido
calificada como de centro,4 de centroderecha o de centroizquierda en distintos
momentos históricos. Mientras en Europa representa al movimiento político
de centroderecha dominante, en Latinoamérica los partidos demócrata-cristianos
tienden a inclinarse hacia la izquierda.5

La equivalencia entre centrismo y conservadurismo propia del democristianismo


es la forma mayoritaria de conservadurismo en los países de mayoría
católica de Europa continental y América Latina desde el final de la Segunda
Guerra Mundial,6 países donde los partidos conservadores que estaban tutelados
por la Iglesia católica evolucionaron —por recomendación de la Iglesia—
del integrismo hacia el democristianismo entre las décadas de 1930 a 1950.678

Se definen como un movimiento no confesional, del que no solo los cristianos


pueden formar parte, pero todos sus miembros deben «guardar conciencia plena
con su ideario».

Características
Jacques Maritain principal exponente del humanismo cristiano.

La Democracia Cristiana es una corriente política personalista comunitaria cuya


base es la imagen cristiana del ser humano, su libertad y dignidad física y
espiritual intrínseca, y el valor de la comunidad al servicio de las personas
concretas, no de fuerzas anónimas colectivas.

La doctrina democratacristiana pone énfasis en las comunidades a las que llama


«vitales», que son la familia, la asociación profesional, la nación.9 Y sus valores
básicos son la libertad, la participación democrática y la justicia social en busca de
la promoción de las personas que son como un fin en sí mismo, esto es
un humanismo integral.

Este pensamiento político, el humanismo cristiano, tiene orígenes en las


enseñanzas de Jacques Maritain, Emmanuel Mounier, los pronunciamientos de
la enseñanza social católica y la ética social protestante,10 muy distintos
del socialismo cristiano que es socialista, aunque las dos doctrinas dicen estar
influidas por las enseñanzas de Jesucristo. Y surgió en el siglo XIX en Europa, y
continúa teniendo una fuerte influencia en Europa y Latinoamérica.

En la práctica política, los democristianos han sido calificados como


de centroderecha en asuntos económicos, morales y culturales y
de centroizquierda asuntos políticos y sociales. La Democracia Cristiana no tiene
su origen en el socialismo ni relación alguna con la Internacional, sino en
la Doctrina social de la Iglesia. Aunque en muchas ocasiones la democracia
cristiana ha aceptado el liberalismo, y comparte la idea de la reducción de
impuestos con la intervención estatal, con el fin de acabar con la injusticia social;
en general los principios que han regido su matriz se derivan de la idea del Estado
del bienestar o Estado social. Por esa razón es frecuente encontrar partidos
democristianos en la centroderecha. La Democracia Cristiana suele sobresalir por
su marcado conservadurismo lo que la distingue del progresismo; y su notoria
inclinación estatista lo que también la separa del liberalismo económico.
Emmanuel Mounier fundador del movimiento personalista comunitario.

Para la Iglesia católica, la democracia cristiana ha existido desde finales del siglo


XIX, cuando el Papa León XIII escribió la encíclica Rerum novarum, una respuesta
al socialismo y a los nuevos sindicatos en la cual la Santa Sede reconoció las
privaciones del trabajador y se dispuso a aliviarlas.

En su encíclica Graves de communi sobre la Democracia Cristiana, León XIII


definió el concepto como «la acción benéfica, cristiana, en favor del pueblo»; se
trataba de un empeño por librarlo y preservarlo de lo que el papa definía como «la
peste del socialismo». Esta acción habría de conformarse a la Ley natural y
al Evangelio y llevar el sello de toda obra católica, con sumisión a la autoridad
eclesiástica.11

No obstante, algunos católicos dieron al concepto de democracia cristiana un


significado político, distinto del postulado por León XIII. Distanciándose de este
otro concepto, en 1910 su sucesor Pío X condenó en su encíclica Notre charge
apostolique el movimiento de catolicismo democrático de Le Sillon. Respecto a la
cuestión obrera, en 1931 el papa Pío XI reafirmaría la posición de la Iglesia
católica en la encíclica Quadragesimo Anno.

Para el presbítero José Ricart Torrens, que entendía la democracia cristiana de


Maritain como un «liberalismo católico» que proclama como única fuente de poder
el sufragio universal, esta doctrina no era más que un principio rosseauniano.
Ricart afirmaba que en el orden doctrinal político no había principio más
seriamente condenado por la Iglesia que aquel, que era además «especialmente
ridículo, anacrónico y herético».12

El Papa Francisco ha puesto como ejemplo a los políticos democratacristianos en


proceso de canonización Robert Schuman y Alcide De Gasperi por
ser «católicos que hicieron una política no sucia, buena».13

Aunque hay muchas formas de democracia cristiana, generalmente están de


acuerdo en ciertas materias. Su idea del Estado no corresponde a la de
los liberales absolutos: debe ser descentralizado y estar compuesto de varios
conjuntos, pero debe tener una capacidad indiscutible. Los demócrata cristianos
creen que la sociedad debe ser responsable de la economía, pero no discuten los
principios del capitalismo, creen que debe haber un capitalismo con rostro
humano, lo que lo diferencia de la socialdemocracia. La democracia cristiana se
parece más al socialismo cristiano en que cree que el deber del Estado es cuidar
de sus ciudadanos.

Los democristianos generalmente siguen la posición de la Iglesia católica en


temas morales. Sin embargo, la mayoría de los partidos que se proclaman como
tales ha aceptado el divorcio y el gobierno secular.

La democracia cristiana ha sido más prominente en Italia, Alemania, Países


Bajos y América Latina, destacándose Chile, Venezuela y República Dominicana.
El primero ha tenido tres presidentes democristianos: Eduardo Frei
Montalva (1964-1970), Patricio Aylwin (1990-1994) y Eduardo Frei Ruiz-
Tagle (1994-2000); el segundo dos: Rafael Caldera y Luis Herrera Campins; y
en República Dominicana Joaquín Balaguer por varios periodos.

Angela Merkel Presidente del partido demócrata cristiano de Alemania, la CDU,


2014

En América Central después de años de dictaduras y gobiernos autoritarios


algunos de los primeros presidentes civiles electos fueron demócrata
cristianos: José Napoleón Duarte (El Salvador, 1984-1989), Marco Vinicio Cerezo
Arévalo (Guatemala, 1986-1990). En Costa Rica, han sido electos presidentes por
el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) Rafael Ángel Calderón Fournier (1990-
1994), Miguel Ángel Rodríguez Echeverría (1998 - 2002) y Abel Pacheco de la
Espriella (2002 - 2006).

En México y Paraguay, países donde un solo partido político fue hegemónico por


décadas (el PRI por 70 años en el primero y el Partido Colorado por sesenta en el
segundo), fueron partidos demócrata cristianos los primeros en romper con esa
larga hegemonía; en México con el triunfo de Vicente Fox proveniente del Partido
Acción Nacional y en Paraguay con la victoria de Fernando Lugo del Partido
Demócrata Cristiano en coalición con otros partidos políticos. El PAN además dio
otro presidente posterior a México; Felipe Calderón.

El desarrollismo o estructuralismo es una teoría económica referida


al desarrollo surgida en América Latina a mediados del siglo XX, que sostiene que
el orden económico mundial sigue un esquema centro industrial-periferia agrícola,
razón por la cual se produce un deterioro estructural de los términos de
intercambio en el comercio internacional en perjuicio de los países periféricos, que
reproduce el subdesarrollo y amplía la brecha entre países desarrollados y países
en vía de desarrollo. Como consecuencia de ese diagnóstico, el desarrollismo
sostiene que los países no desarrollados deberían tener Estados activos, con
políticas económicas que impulsen la industrialización, para alcanzar una situación
de desarrollo autónomo.

Desarrollismo económico[editar]

El desarrollismo económico (estructuralismo) cuestiona la teoría clásica del


comercio internacional, apoyada en el principio de las ventajas comparativas, para
destacar el fenómeno del deterioro de los términos de intercambio y las
transferencias de valor entre países que ello implica, a favor de los países
industrializados y en perjuicio de los países con economías primario-exportadoras
(centro-periferia y Tesis de Prebisch-Singer).

La industrialización de materias primas (por ejemplo, trigo, soja, madera, petróleo,


etc.) da valor agregado a los bienes exportables, y sustituye importaciones
(Industrialización por sustitución de importaciones), mejorando así los términos de
intercambio y disminuyendo la brecha entre los países.

El estructuralismo se relaciona estrechamente con la Teoría de la Dependencia.


En la década de los años 1960 algunos estructuralistas comenzaron a percibir las
limitaciones de la teoría en su formulación original, como modelo de sustitución de
importaciones, fundamentalmente debido a la necesidad de financiar
importaciones industriales utilizando divisas de exportaciones primarias,
inversiones de capital extranjero, radicaciones de empresas multinacionales, y
endeudamiento externo. Estos desarrollos llevaron a algunos economistas de esta
orientación a complementar sus desarrollos teóricos con los trabajos sociológicos
sobre la dependencia que veían desarrollándose desde los años 1930, en gran
medida iniciados por Sergio Bagú. Se conformó así la llamada Teoría de la
Dependencia.

Los principales economistas de esta tendencia son el argentino Raúl Prebisch, los


brasileños Celso Furtado y Fernando Henrique Cardoso, el chileno Aníbal Pinto
Santa Cruz, así como también el argentino Aldo Ferrer, y el mexicano Víctor
Urquidi, entre otros.

Marxismo

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Este artículo trata sobre la explicación de la sociedad por Marx. Para el modelo
político previo al comunismo según Marx y Engels, véase socialismo científico.

Padres del marxismo

Karl Marx.
Friedrich Engels.

El marxismo es una perspectiva teórica y un método de análisis socioeconómico


de la realidad y la historia, que considera las relaciones de clase y el conflicto
social utilizando una interpretación materialista del desarrollo histórico y adopta
una visión dialéctica de la transformación social y análisis crítico del capitalismo,
compuesto principalmente por el pensamiento desarrollado en la obra
del filósofo, sociólogo, economista y periodista revolucionario alemán de
origen judío,1 Karl Marx, quien contribuyó en la sociología, la economía,
el derecho y la historia.

Este grupo de doctrinas filosóficas, sociales, económicas, políticas, etc. adquirió


una forma más definida tras su muerte por una serie de pensadores que
complementan y/o reinterpretan este modelo que van desde Friedrich Engels,
compañero y coeditor de Marx, hasta otros pensadores como Gueorgui
Plejánov, Lenin, León Trotski, Rosa Luxemburgo, Antonio Gramsci, Georg
Lukács o Mao Zedong.2

Es correcto hablar de marxismo como una corriente del pensamiento humano. El


marxismo se asocia principalmente al conjunto de movimientos políticos y sociales
que surgieron durante el siglo XX, entre los que destacaron la Revolución rusa,
la Revolución china y la Revolución cubana.
El marxismo ha pretendido desarrollar una ciencia social unificada (historia, teoría
sociológica, teoría económica, ciencia política y epistemología) para la
comprensión de las sociedades divididas en clases y la fundamentación de una
visión revolucionaria del cambio social que ha inspirado
innumerables movimientos sociales y políticos en el mundo a través de la historia
moderna. Presenta tres dimensiones identificables: una dimensión económico-
sociológica, una dimensión política y una dimensión crítico-filosófica expresada la
filosofía anterior en el idealismo de Hegel y en el materialismo de Feuerbach.3 El
análisis marxista, denominado materialismo histórico, enfatiza en el carácter
determinante de las condiciones materiales - relaciones sociales y lugares en la
producción- en la vida de las personas y en la conciencia que tienen sobre sí
mismas y sobre el mundo. Dicha base material es considerada, en esta
perspectiva, determinante en última instancia de otros fenómenos sociales, tales
como las relaciones sociales y políticas, el derecho, la ideología o la moral.

Se ha desarrollado en muchas ramas y escuelas de pensamiento diferentes, con


el resultado de que ahora no existe una única teoría marxista definitiva. 4 Diferentes
escuelas marxistas ponen un mayor énfasis en ciertos aspectos del marxismo
clásico mientras rechazan o modifican otros aspectos. Muchas escuelas de
pensamiento han tratado de combinar conceptos marxistas y conceptos no
marxistas, lo que ha llevado a conclusiones contradictorias.5

El materialismo histórico y el materialismo dialéctico sigue siendo el aspecto


fundamental de todas las escuelas de pensamiento marxistas. Esta opinión no es
aceptada por algunos postmarxistas como Ernesto Laclau y Chantal Mouffe,
quienes afirman que la historia no solo está determinada por modos de
producción, pero también por conciencia y voluntad.6 Varias corrientes también se
han desarrollado en el marxismo académico, a menudo bajo la influencia de otros
puntos de vista: marxismo estructuralista, marxismo histórico, marxismo
fenomenológico, marxismo analítico, marxismo humanista, marxismo occidental y
marxismo hegeliano. El legado de Marx se ha disputado entre numerosas
tendencias, las cuales incluyen el leninismo, el marxismo-leninismo, el trotskismo,
el maoísmo, el luxemburguismo y el marxismo libertario.
El marxismo ha tenido un profundo impacto en la academia global y ha influido en
muchos campos como la arqueología, la antropología,78 estudios de ciencias,9
ciencias políticas, teatro, historia, sociología, historia y teoría del arte, estudios
culturales, educación, economía, ética, criminología, geografía, crítica literaria,
estética, teoría del cine, psicología crítica y filosofía.

El materialismo es la doctrina filosófica que postula que la materia es lo primario


y que la conciencia existe como consecuencia de un estado altamente organizado
de esta, lo que produce un cambio cualitativo.

En cuanto a la relación del pensamiento humano y el mundo que nos rodea y la


cognoscibilidad de ese mundo, el materialismo afirma que el mundo es material y
que existe objetivamente, independientemente de la conciencia. Según esta
concepción, la conciencia y el pensamiento se desarrollan a partir de un nivel
superior de organización de la materia, en un proceso de reflejo de la realidad
objetiva.

El materialismo también sostiene que la materia no ha sido creada de la nada,


sino que existe en la eternidad y que el mundo y sus regularidades son
cognoscibles por el humano, ya que es posible demostrar la exactitud de ese
modo de concebir un proceso natural, reproduciéndolo nosotros mismos,
creándolo como resultado de sus mismas condiciones y además poniéndolo al
servicio de nuestros propios fines, dando al traste con la “cosa en sí, inasequible”.

Las afirmaciones del materialismo entran en oposición con las del idealismo. Al


afirmar que solo hay una "clase de sustancia" (la materia) el materialismo es un
tipo de monismo ontológico.1

Socialismo científico

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Este artículo trata sobre el modelo político previo al comunismo según Marx y
Engels. Para otros usos de este término, véase marxismo.
Pierre-Joseph Proudhon acuñó por primera vez el término en su obra ¿Qué es la
propiedad?

Friedrich Engels elaboró este término en su obra Del socialismo utópico al


socialismo científico.

El socialismo científico es un término acuñado por Pierre-Joseph Proudhon en


su obra ¿Qué es la propiedad? que significa una sociedad gobernada por un
gobierno científico, es decir, una soberanía que se basa en la razón, en lugar de la
pura voluntad:
Así, en una sociedad, la autoridad del hombre sobre el hombre está en razón
inversa del desarrollo intelectual conseguido por esa sociedad, y la duración
probable de esta autoridad puede calcularse en razón directa de la mayor o menor
aspiración a un verdadero gobierno, es decir, a un gobierno establecido con
arreglo a principios científicos. Así como el derecho de la fuerza y el de la astucia
se restringen por la determinación cada vez mayor de la idea de justicia y
acabarán por desaparecer en la igualdad, la soberanía de la voluntad cede ante la
soberanía de la razón y terminará por aniquilarse en un socialismo científico. La
propiedad y la autoridad están amenazadas de ruina desde el principio del mundo,
y así como el hombre busca la justicia en la igualdad, la sociedad aspira al orden
en la anarquía.

Pierre-Joseph Proudhon (1840). ¿Qué es la propiedad? Capítulo V, II. Caracteres


de la comunidad la propiedad

Aunque el término socialismo ha llegado a significar específicamente una


combinación de ciencia política y económica, también es aplicable a un área más
amplia de la ciencia que abarca lo que ahora se
considera sociología y humanidades.

La distinción del socialismo científico se inició en el siglo XIX por obra de Karl
Marx y Friedrich Engels, el cual fue llamado socialismo vivo marxista. Esta
ideología rompió con los socialistas utópicos, porque no representaban en la
práctica cómo combatir el capitalismo, pero reconocieron la importancia del
análisis crítico de la realidad política y económica del capitalismo durante la
revolución industrial. El llamado socialismo utópico hace referencia a aquellas
formas de socialismo concebidas antes de que Marx hiciera pública su
metodología científica (materialismo histórico).

Índice

 1Antecedentes y marxismo
 2Metodología
 3Véase también
 4Referencias
 5Bibliografía

Antecedentes y marxismo[editar]

Artículos principales: Marxismo y Socialismo utópico.

Las teorías sociales de Robert Owen, Henri de Saint-Simon, Charles


Fourier, Louis Blanc y Pierre-Joseph Proudhon son consideradas dentro
del socialismo utópico, ya que las mismas, aunque no compartieran las mismas
ideologías, habían surgido como contestación a un mismo contexto
socioeconómico: La Revolución Industrial, el dominio de la burguesía y el
surgimiento del movimiento obrero, acontecimientos que se manifiestan
inicialmente en Inglaterra a fines del siglo XVIII y que se expanden por el
continente europeo durante el siglo XIX.

La distinción entre socialismo utópico al socialismo científico se originó con Karl


Marx, que se buscó distinguir al marxismo del revolucionario del resto de las
corrientes socialistas existentes a mediados del siglo XIX, que por no incluir
premisas teóricas-científicas son calificadas como socialismo utópico.

Más tarde, Friedrich Engels usó el término en Del socialismo utópico al socialismo


científico para distinguir al socialismo marxista de los demás socialismos que no
se basaban en el materialismo histórico, el mismo que sería identificado como
un método científico según sus partidarios, donde la realidad es una lucha de
clases sociales y que esto generaba cambios en la sociedad, del mismo modo
identificó al sujeto colectivo de la revolución socialista con
el proletariado industrial. Al reconocer la naturaleza del socialismo como la
resolución de esta contradicción y aplicar una comprensión científica exhaustiva
del capitalismo, Engels afirmó que el socialismo se había liberado de un estado
primitivo y se había convertido en una ciencia.1
Metodología[editar]

El socialismo científico se refiere a un método para comprender y predecir


fenómenos sociales, económicos y materiales mediante el examen de sus
tendencias históricas haciendo uso del método científico con el fin de obtener
resultados probables y desarrollos futuros probables. Esto contrasta con lo que los
socialistas posteriores llamaron socialismo utópico, un método basado en
establecer proposiciones aparentemente racionales para organizar la sociedad y
convencer a otros de su racionalidad y / o conveniencia. También contrasta con
las nociones liberales clásicas de la ley natural, que se basan en nociones
metafísicas de moralidad más que en una
concepción materialista o fisicalista dinámica del mundo.

Los científicos socialistas consideran que los desarrollos sociales y políticos están
determinados en gran medida por las condiciones económicas en oposición a las
ideas en contraste con los socialistas utópicos y los liberales clásicos y, por lo
tanto, creen que las relaciones sociales y las nociones de moralidad se basan en
el contexto en relación con su etapa específica de desarrollo económico. Por lo
tanto, como los sistemas económicos, tanto el socialismo como el capitalismo no
son construcciones sociales que pueden establecerse en cualquier momento
basadas en la voluntad subjetiva y los deseos de la población, sino que son
productos de la evolución social. Un ejemplo de esto fue el advenimiento de la
agricultura que permitió a las comunidades humanas producir un excedente: este
cambio en el desarrollo material y económico condujo a un cambio en las
relaciones sociales y convirtió la antigua forma de organización social basada en
la subsistencia en una vida obsoleta y un obstáculo para mayor progreso material.
Las condiciones económicas cambiantes requerían un cambio en la organización
social.2

El socialismo del siglo XXI es un concepto originalmente formulado en 1996 por


el sociólogo alemán Heinz Dieterich Steffan,1 que surgió como «producto de la
reflexión sobre el socialismo soviético-oriental del siglo XX».2 El término adquirió
difusión mundial desde que fue mencionado en un discurso por el entonces
presidente de Venezuela, Hugo Chávez, el 30 de enero de 2005 desde el V Foro
Social Mundial.

Según la concepción original de Heinz Dieterich Steffan, el socialismo del siglo XXI
sería la cuarta fase del desarrollo del movimiento socialista en la cual se superan
los proyectos fallidos de estatización del siglo XX.4 De igual manera, él estableció
que el socialismo del siglo XXI no depende en sí del tipo de propiedad que se
establece, por lo que se sostiene bajo una economía mixta,5 sino que bajo
la planificación democrática y con el cumplimiento del valor-trabajo se niega la
capacidad «abusar» independientemente de la forma de propiedad.

Sin embargo, analistas como Tomás Straka señalan que hay divergencias


importantes entre la concepción original de Heinz Dieterich Steffan y la
propuesta chavista —y de otras fuerzas políticas latinoamericanas— del
socialismo del siglo XXI.7 De esta manera, en América Latina alguna forma de
socialismo del siglo XXI ha sido expresamente defendida en Venezuela por los
gobiernos de Hugo Chávez8 y de Nicolás Maduro9 y en Ecuador por los gobiernos
de Rafael Correa10 y Lenín Moreno,11 aunque este último tras su ruptura con el
correísmo paulatinamente se distanció de dicha ideología.12 Por otra parte, aunque
Heinz Dieterich Steffan en su momento colaboró estrechamente con Hugo
Chávez, posteriormente manifestó que ni Hugo Chávez ni Rafael Correa ni Evo
Morales ni Fidel Castro desarrollarían el socialismo del siglo XXI.13 No obstante,
según Heinz Dieterich Steffan, China es el país que se aproxima realmente al
socialismo del siglo XXI y, de igual manera, desde la llegada de Raúl Castro al
poder en Cuba también ha manifestado que dicho país tendría dos «desenlaces»:
el «capitalismo salvaje» o el «socialismo del siglo XXI».14

El esclavismo fue un sistema económico predominante en varios periodos


históricos, donde la mayor parte de la producción era realizada por personas
privadas de su libertad.

Los primeros indicios de esclavismo se remontan a épocas antiguas. Los


antropólogos e historiadores señalan que la esclavitud empezó cuando las
sociedades se sedentarizaron, se generó un excedente económico y se formaron
las primeras clases sociales. Los que estaban en una posición dominante podían
someter a servidumbre a los de la clase más baja.

Posteriormente con el incremento de conflictos bélicos para ampliar territorios,


también aumentaron los prisioneros de guerra. Y en lugar de matarlos, se les
despojaba de su libertad y quedaban al servicio de una comunidad o una persona.
Generalmente se les obligaba realizar las labores más difíciles y despreciables,
tanto en el campo como en la ciudad.

El esclavismo se consolidó como el sistema económico predominante en varios


imperios de la Edad Antigua: 5000 a.C. al 500 d.C. Destacándose el imperio
egipcio, babilonio, asirio, griego y romano. En el Lejano oriente y Mesoamérica
también hubo esclavitud, pero no tan acentuada como en los reinos antes
mencionados.

¿Qué fue la comunidad primitiva?

Cuando hablamos de la comunidad primitiva del ser humano, nos referimos al


estadio más antiguo de organización socio-económica del que se tiene registro en
la historia de nuestra especie. Es decir, fue el primer modo de organización de
los grupos humanos primitivos.

Con el inicio de la civilización humana se formaron las sociedades previas a la


llamada Revolución del Neolítico (hace unos 9.000 años) y al descubrimiento y
masificación de la agricultura.

Este término es también sinónimo, en la jerga marxista de la teoría económica, del


comunismo primitivo, que es el modo de organización socioeconómica tribal,
comunitario y previo a la invención de la propiedad privada que la humanidad
ejercía en ese entonces.

De acuerdo a la doctrina de Karl Marx, esta organización inicial era la más


adecuada para una comunidad humana nómada o seminómada, que vivía de la
caza, pesca y recolección. En ella, las distinciones de clase, estrato social o
incluso de género no eran todavía necesarias, ni relevantes.

Las comunidades primitivas eran modestas en su tamaño y número de


integrantes, al menos en comparación con las que surgieron luego. Ejercían
algún modo de cooperación simple entre individuos, permitiendo así la
subsistencia de la población siempre y cuando no creciera demasiado y sus
necesidades superaran la capacidad productiva disponible.

Además, al ser imposible la acumulación de bienes, otras actividades como la


innovación o la expresión artística eran mucho más difíciles. Por todo esto, se las
considera el punto de partida de la civilización humana.

Además: Prehistoria

Características de la comunidad primitiva

Hoy en día se piensa que la comunidad primitiva estuvo determinada por las
siguientes características:

 Sociedad nómada o seminómada que vive de la caza, pesca y


recolección.
 Ausencia total de propiedad privada y de sistema de clases sociales.
 Ausencia de intercambio económico, comercio o trueque.
 División del trabajo conforme a la edad y sexo, pero siempre en base a la
capacidad física del individuo.
 Herramientas de trabajo sumamente rudimentarias, de origen lítico, o de
hueso o de madera.
 Transmisión matrilineal, es decir, a partir de la madre como garante del
patrimonio, en lugar del padre, como sería después.
 Ausencia de matrimonio, las relaciones íntimas se organizaban en base a
la poligamia (poliginia y/o poliandria) y la prohibición del incesto.
 Bajísima capacidad de producción (apenas para el sustento) y por lo
tanto muy poca capacidad de innovación, de acumulación o de progreso.
 Bajas tasas de supervivencia individual.

- Fuente: https://concepto.de/comunidad-primitiva/

Un sistema capitalista se basa principalmente en que la titularidad de los recursos


productivos son de carácter privado. Es decir, deben pertenecer a las personas y
no una organización como el Estado. Dado que el objetivo de la economía es
estudiar la mejor forma de satisfacer las necesidades humanas con los recursos
limitados que disponemos, el capitalismo considera que el mercado es el mejor
mecanismo para llevarlo a cabo. Por ello, cree necesario promover la propiedad
privada y la competencia.

Los factores fundamentales de producción son el trabajo y el capital. El


capitalismo propone que el trabajo se proporcione a cambio de salarios
monetarios y debe ser aceptado libremente por parte de los empleados.
La actividad económica se organiza de manera que las personas que organizan
los medios de producción puedan obtener un beneficio económico y aumentar
su capital. Los bienes y servicios se distribuyen mediante mecanismos de
mercado, promoviendo la competencia entre empresas. El aumento de capital, por
medio de la inversión ayuda a la generación de riqueza. Si los individuos
persiguen el beneficio económico y la competencia en el mercado, aumentará la
riqueza. Y con el aumento de riqueza, aumentarán los recursos disponibles.

Capitalismo y socialismo

Las economías capitalistas se caracterizan principalmente porque


empresas e individuos producen e intercambian bienes y servicios en el mercado
por medio de transacciones económicas a través de determinados precios. De
este modo, puede señalarse que es el individuo el que por medio de
organizaciones empresariales o financieras lleva la iniciativa económica y toma
decisiones.

El sistema opuesto en términos de propiedad privada al capitalismo es


el socialismo, que básicamente defiende el concepto de propiedad social de los
elementos de producción o de los bienes. De este modo, a raíz de la defensa de la
propiedad privada surgen el resto de características capitalistas: defensa de
intereses propios e individuales, los sistemas de precios y la existencia
de competencia en el mercado.

Con el paso de los años, las posturas socialistas han ido evolucionando
desde sus premisas más clásicas hasta una postura más abierta y aceptante del
libre comercio. Bajo ciertas premisas básicas como el control de los gobiernos en
el ámbito económico y financiero y la protección del ciudadano para evitar
situaciones de desigualdad o abuso social. Se trata de sistemas económicos
mixtos conocidos como socialismo de mercado o socialdemocracia.

Características del capitalismo

Los principios básicos del capitalismo son:

 Defensa de los derechos individuales: Propiedad privada de capital y de


medios productivos.
 Libertad de empresa: Mediante la cual es posible llevar a cabo proyectos
empresariales o ponerles fin.
 Mercado competitivo: Lo cual supone que el precio de intercambio se da
por la interacción de oferta y demanda con la menor injerencia posible del
Estado.
 En este mercado con múltiples opciones y alternativas de
productos entre los cuales los individuos tienen la posibilidad de escoger. En él
se conforman las decisiones de demanda y oferta que dan lugar a
los equilibrios y los precios.
De acuerdo a estas bases los miembros del espectro económico operan de
acuerdo a la búsqueda de su propio interés y la maximización de sus beneficios
acumulando y empleando capital para ello. Alternativamente, los trabajadores que
participan en el sistema aportando mano de obra reciben en contraprestación un
salario u otros tipos de retribución que satisfaga su utilidad y les permita hacerse
con los bienes o servicios que requieran.

El papel del Estado en el capitalismo

La principal tarea del gobierno según el capitalismo es controlar los fallos de


mercado. Además, debe evitar que el sistema derive en situaciones de abuso y
debe fomentar la competencia. Bajo este concepto existen diferentes tipos de
sistema derivados, como el capitalismo monopolístico, el capitalismo financiero o
el neocapitalismo.

En ese sentido, la escasa presencia e influencia del poder político en el mercado


destaca especialmente, pues permite a propietarios o empresarios operar con un
alto grado de libertad e independencia para la consecución de beneficios. Con
estos, los empleadores logran la reinversión en las empresas y el pago a los
trabajadores. Al mismo tiempo, supone la reducción de poder que el estado tiene
en el día a día financiero y empresarial. Dando, de este modo, mayor peso a los
agentes privados y ocupándose de la supervisión de los mercados.

Los defensores de la privatización de los medios de producción a menudo


argumentan que la empresa privada es por lo general mejor gestora del control y
dirección que el estado. Al cual, la burocracia o sus muchas responsabilidades
impiden desarrollar esta tarea de manera eficiente. Además de que cuando una
empresa es pública son los ciudadanos los que cargan con las posibles pérdidas
resultado de una mejorable gestión. En cambio, cuando es privada, es la propia
empresa la que asume todo el riesgo.

Los liberales defienden que en un mercado en el que hay competencia, las


empresas son capaces de mejorar los productos y servicios, cambiando
la estructura de costes para poder ofrecer más calidad a precios más reducidos.
Reducir el papel del estado y su injerencia en los mercados es una de las bases
del capitalismo y de la economía occidental más reciente.

Diferencia entre capitalismo y socialismo

Ejemplos de capitalismo

Algunos ejemplos de capitalismo pueden ser:

 Estados Unidos es el país al que más se le identifica con el capitalismo,


esto resaltó particularmente en la época de la Guerra Fría, cuando se caracterizó
por ser antagonista de la URSSS donde se implantó un sistema comunista.
 Otro tipo de capitalismo es el aplicado por China, que ha optado por una
apertura comercial, a pesar de tener, en lo político, un sistema de partido único.
 Se puede considerar capitalismo, en el ámbito microeconómico, a un
mercado donde el Estado no interviene para dictaminar a las empresas un precio y
una cantidad de producción.

La diferencia entre capitalismo y socialismo está centrada en la titularidad de los


medios de producción y en el mecanismo de asignación de recursos.

Aunque lógicamente, la diferencia entre capitalismo y socialismo va mucho más


allá de estos dos factores, estos son los principales. Estos son, la propiedad de los
medios de producción y el mecanismo a través del cual se asignan los recursos.

El capitalismo propone que la propiedad de los medios de producción ha de ser


privada y el mejor mecanismo para la asignación de recursos es el mercado. Por
su parte, el socialismo propone la propiedad social o colectiva de los medios de
producción y el mejor mecanismo para la asignación de recursos es la
planificación estatal. Según el diccionario económico de Economipedia, las
definiciones de cada uno de ellos son:
 Capitalismo: Es un sistema económico y social basado en que los
medios de producción deben ser de propiedad privada, el mercado sirve como
mecanismo para asignar los recursos escasos de manera eficiente y el capital
sirve como fuente para generar riqueza.
 Socialismo: Es un sistema económico y social que centra sus bases
ideológicas en la defensa de la propiedad colectiva frente al concepto de
propiedad privada de los medios productivos y de distribución.

Claro que, estas diferencias no son las únicas, ambos sistemas económicos tienen
muchos más aspectos en los que son diferentes.

Principales diferencias entre capitalismo y socialismo

Las principales diferencias entre capitalismo y socialismo se pueden recoger en la


siguiente tabla:

Aspectos Capitalismo Socialismo

Origen Siglo XIII Siglo XIX

Propiedad de los
Privada Social
medios de producción

Mecanismo de Mercado Estado


Aspectos Capitalismo Socialismo

asignación

Principales factor de
Capital Trabajo
producción

Clases sociales Según el poder económico No hay clases

Fundador intelectual Adam Smith Robert Owen

Libertad de decisión Existe libertad Libertad limitada

Trabajo Derecho Deber

Distribución de la
Sistema meritocrático Sistema igualitario
riqueza

Defensa de intereses Individual Colectiva


Aspectos Capitalismo Socialismo

Maximización del beneficio Maximización del bienestar


Objetivo
económico social

Marco institucional Descentralización Centralización

En la tabla anterior tenemos un esquema simplificado de los principales aspectos


a tratar. Otros se han obviado ya que los distintas variantes de cada uno de ellos
pueden generar confusión. Por ejemplo, no todos los tipos de socialismo proponen
la propiedad social o colectiva de los medios de producción. Tal es el caso
del socialismo utópico de Owen que está a favor de la producción privada.

Lo mismo ocurre en el asunto de la libertad. En socialismo propone liberar al


pueblo del capitalismo, sin embargo el socialismo al transferir poderes
centralizados al Estado limita la libertad de decisión.

Otro asunto polémico bien podría ser las clases. En realidad el capitalismo no cree
en las clases, pero admite que podrían surgir. En contraste, el socialismo cree en
las clases pero propone la convivencia entre ellas e incluso la eliminación en su
vertiente más pura.

Introducción
El socialismo es una ideología la cual ha logrado desde su surgimiento grandes
adeptos en el plano de las ciencias sociales y la ciudadanía en general. Sus
banderas de querer luchar por la igualdad social, la justicia y estar a favor de los
desvalidos indudablemente le han granjeado apoyo de buena parte de la
sociedad. Es lógico que, al pretender defender tan nobles ideales, consigan tantos
seguidores.

Se ha convertido más que en un sistema coherente de planteamientos


científicos, en una religión con promesa del paraíso en la tierra. Sin embargo, las
realidades han sido bien diferentes a lo establecido dentro de esa ideología.
Científicamente ha sido comprobado en reiteradas oportunidades que las tesis de
una economía colectivizada, sin mercado y controlada por el Estado solamente
logran acabar con el aparato productivo y traer penuria a la población. Tal fueron
los casos de Cuba y la Unión soviética.

A pesar de eso, nunca se ha dejado de lado la premisa elemental dentro de los


diferentes planteamientos socialistas, de que el capitalismo es el responsable de
la pobreza en el mundo, de la explotación del hombre por el hombre. El socialismo
ha tenido siempre diferentes vertientes, unas más radicales como la versión
leninista estalinista. La social democracia intentó ser una vía intermedia, aplicar
políticas para redistribuir la riqueza y regular el capital privado con fuerte
intervención del Estado, pero sin pretender eliminar la propiedad privada ni
fomentar un odio de clases.

En la actualidad, ha surgido el denominado socialismo del siglo XXI, como un


vacuo intento luego de la caída del muro de Berlín, de renovar las ideas
socialistas, pero en el fondo mantiene premisas similares a las versiones
ortodoxas del marxismo.

Las naciones siguen siendo presas de las ideas socialistas, sobre todo las del
mundo subdesarrollado, deseosas de buscar salidas utópicas a su condición
social. En el caso venezolano es evidente como esta Nación intentó aplicar el
llamado socialismo del siglo XXI con resultados negativos para la sociedad.
Este trabajo tiene como objetivo realizar una crítica a los planteamientos del
socialismo del siglo XXI, promovido por Heinz Dieterich (2008). Específicamente
se analiza cómo ha sido su aplicación en el caso venezolano y la consecuente
crisis producida. Es necesario demostrar la inviabilidad del socialismo tanto en el
plano epistémico, moral y práctico. Para ello se ha recurrido a los principios
teóricos del pensamiento político y económico liberal. Se siguen los
planteamientos de economistas como Hayek (2008), Mises (1968), Rothbard
(2006), Huerta (2001), entre otros, quienes demostraron lo pernicioso de las
políticas socialistas al pretender limitar la libertad de los hombres con base en un
supuesto ideal igualitarista.

Autores poco trabajados en la realidad venezolana, donde no ha habido una


adecuada explicación del pensamiento liberal, y ha prevalecido en su lugar el
predominio de ideas marxistas o socialdemócratas en el ámbito académico y
político. Venezuela es una sociedad la cual, a partir de la aparición de la renta
petrolera, ha estado acostumbrada al populismo, al despilfarro y a la corrupción,
con una débil estructura institucional, por eso fue presa de un proyecto autoritario
cuya promesa era la redención de los pobres. Con sus particularidades, el
socialismo venezolano ha causado la debacle de la economía nacional, de la
misma manera como ocurrió con los experimentos precedentes.

El socialismo del siglo XXI: crítica a una ideología

Es normal que las teorías sean renovadas cada cierto tiempo para ajustarlas a
las nuevas realidades. Los ideólogos del socialismo no se rindieron luego de la
caída de la Unión Soviética y han intentado una vez más “purificar” los ideales de
igualdad y justicia social. En el caso del socialismo, nunca fue aceptada su
inviabilidad, solamente reconocen algunos errores. De esa forma, esas ideologías
intentan rehabilitarse con supuestos “nuevos planteamientos”, como afirma Froilán
Ramos: “Las ideologías parecen tener ese halo extraño capaz de poder mutar, de
poder enredarse y autopresentarse como panacea de los problemas, de ofrecer
igualdad (aunque sea sólo en palabras)” (Ramos, 2017: 46).
Las ideologías, si bien es cierto están presentes en la política, en ciencia se
debe reconocer que nublan el juicio. Ya Giovanni Sartori explicaba que la
ideología es el opio de la mente (Sartori, 1993). Entendiendo una ideología como
un conjunto de saberes basados en creencias e ideales que deforman la realidad,
y no en un conocimiento teórico y empírico bien fundamentado.

Aunque las ideologías como el socialismo han mutado, es más en las


apariencias, no en el fondo, y por eso sigue siendo un proyecto inviable. No se
acepta que un modelo antimercado, el cual busque erradicar la propiedad privada,
nunca podrá funcionar. Pero se intenta vender algunas “novedades” en esas
nuevas ideas socialistas.

Heinz Dieterich Steffan (2008), fue quien acuñó el término de socialismo del
siglo XXI. Su nueva institucionalidad está basada en cuatro puntos esenciales: la
democracia participativa, la economía democráticamente planificada de
equivalencias, el Estado no-clasista y, como consecuencia, el ciudadano racional-
ético-estético (Dieterich, 2008: 3).

Nuevamente, es un proyecto político-económico planteado para superar la


“inoperancia de la sociedad burguesa”. Son mantenidas ciertas posturas
tradicionales tomadas del mismo Marx, como el principio de la anarquía en la
producción capitalista, así también la imposibilidad del adecuado funcionamiento
de una economía de mercado porque:

“se trata de un sistema a

“se trata de un sistema asimétrico, es decir, la crematística produce


inevitablemente la concentración y centralización del capital y de la riqueza
social, en pocas manos” (Dieterich, 2008: 39).

Para superar la desigualdad en los intercambios y evitar la concentración de


riqueza en pocas manos, se propone una economía de las equivalencias,
fundamentando el valor de los productos sobre el costo de producción y no sobre
el valor subjetivo de los mismos, esto con el fin de fomentar un intercambio
igualitario para evitar la especulación (Dieterich, 2008).

José Guerra crítica la economía de las equivalencias de Dieterich debido a que


es incapaz de explicar el valor de las mercancías, el cual no se puede determinar
mediante la equivalencia entre valor de uso y valor de cambio, sino que los precios
remiten a un fenómeno más complejo (Guerra, 2007).

La principal debilidad del planteamiento de Dieterich, es su propuesta que en la


economía equivalente no habrá ningún mercado, porque el precio no resultará de
la oferta y la demanda, sino del valor de los bienes producidos y del salario
(Dieterich, 2008). Sería una vez más colocar el valor de los bienes con base en los
costos de producción, específicamente el valor del trabajo. Esto es en esencia la
base de la teoría económica marxista.

La escuela marginalista introdujo el concepto de utilidad marginal como crítica a


esa teoría clásica del valor, la utilidad proporcionante del bien en cuestión a las
personas, es decir, el valor de uso, es esencialmente subjetivo y es definitorio del
valor de los productos (Menger, 1997). Es una relación de equilibrio oferta y
demanda en términos sencillos, basada en las subjetividades de los agentes
económicos.

El mercado no es bueno o malo en sí mismo, lo que hace es reflejar el valor de


los bienes en función de una realidad económica dada. Reparte beneficios con
base en los méritos de los individuos. Uno de los argumentos de Mises era lo
imposible del cálculo económico en el socialismo, porque la planificación
económica por parte del Estado impedía el funcionamiento de los mercados
(Mises, 1968). Pero las tesis marxistas buscan sobre todo la “justicia” en sus
medidas económicas, aunque estas no tengan efectividad. Por eso Dieterich, al
proponer una economía de las equivalencias, busca precisamente un intercambio
“justo” e igualitario”.
No existe el precio “justo” o “injusto”, el mercado simplemente refleja la realidad
sobre el valor de un producto. Pretender eliminar el mercado es lo más peligroso
de esos planteamientos. Toda propuesta que pretenda ser anti mercado, como las
diferentes variantes del socialismo marxista, terminan siendo proyectos
antieconómicos, los cuales únicamente generan ruina a las Naciones, demostrado
en diversas oportunidades.

Como afirmaba Hayek, la falta de libertad económica pronto lleva a la perdida de


libertades políticas, hasta seguir un camino de servidumbre (Hayek, 2008).
Sustituir al mercado en la mayoría de los casos por el Estado, favorece la
formación de un poder coercitivo y despótico. Ninguna economía puede funcionar
adecuadamente sin libertades.

Después de todo, los precios bajos y el poder adquisitivo de los consumidores


son resultado de una oferta abundante favorecida por un mercado donde se
permita la competencia. No por nada es acusado el capitalismo de favorecer el
consumismo, precisamente porque eleva la capacidad de compra de la sociedad
en general, incluyendo la clase trabajadora, como ningún sistema económico ha
podido hacerlo.

Como explica Carlos Rangel, el Capitalismo, lejos de empobrecer a las masas


ha mejorado su situación por encima de ninguna expectativa sensata jamás
concebida. Además, ha mejorado la situación de los pobres mucho más que la de
los ricos (Rangel, 1982: 91).

Es el aumento de la productividad lo que mejora la economía de las naciones. Al


no poder nunca imitar esas capacidades productivas, el socialismo siempre
condena el capitalismo como un sistema promotor del materialismo y consumismo.
Por tal razón, a veces se les rinde culto a las sociedades tribales, toda la
renovación de las ideas marxistas en América Latina parten de las tradiciones
indígenas para disfrazar el nuevo impulso de lucha por el poder, sobre todo
desarrolladas en Bolivia y Ecuador. Se busca justificar un nuevo modo de vida en
donde solamente sean satisfechas las necesidades elementales dentro de
entornos comunitarios, ignorando las penurias y falta de productividad de esas
formas de producción comunitarias, inviables totalmente con los actuales niveles
de población.

El socialismo del siglo XXI no esboza únicamente propuestas económicas


inviables, sino también políticas. Se propone una democracia participativa para
erradicar definitivamente la democracia liberal. Para ello, se pretende establecer
una democracia participativa diferente a las del socialismo tradicional y la
democracia liberal. Esta se basa, según Dieterich, en los siguientes aspectos:

a. La imposibilidad estructural de participación real del ciudadano dentro de la


democracia parlamentaria;
b. los múltiples contenidos y mecanismos de la democracia real participativa,
practicados por la humanidad durante toda su historia;
c. la falta de desarrollo de la democracia formal y participativa en el socialismo
realmente existente y, d) la aportación de las ciencias avanzadas al futuro
democrática (Dieterich, 2008: 47).

Ahora intentan darles participación directa a las comunidades en la toma de


decisiones. Pero en esas propuestas es dejado de lado el principio de los méritos
y la preparación para participar en política. Lo que hacen las tesis socialistas es
reivindicar el hecho utópico de una sociedad comunitaria donde todos gobiernan y
sean gobernados al mismo tiempo. Por eso Dieterich propone formar un
ciudadano racional-ético-estético. En defensa de la democracia liberal, Luz Marina
Barret argumenta:

Éste se caracteriza por evitar toda imposición, colonización en las


instituciones públicas y generalización de cualquier idea sustantiva de la
ética. El punto de partida del sistema liberal es que, en las sociedades
modernas o complejas, existen diversas concepciones, incompatibles entre
sí, de aquellos fines de la acción que constituirían una vida buena o
lograda, de manera que se vuelve un problema creciente satisfacer las
demandas de justicia de individuos con diversas concepciones de la ética
y, por lo tanto, con diferentes sistemas de fines (Barret, 2007: 59).

Imponer una ética es común en todos los planteamientos marxistas-socialistas.


El pluralismo no es tomado en cuenta sino como consigna, pero en la práctica
quieren aplicar un estilo de vida y una nueva racionalidad única. Según Dieterich
para transformar la sociedad hay tres caminos posibles:

a. “manipular genéticamente al ser humano;


b. tratar de crear al “hombre nuevo” y,
c. cambiar las instituciones las cuales guían su actuación” (Dieterich,
2008:49)”.

El socialismo del siglo XXI opta por el camino del cambio de las instituciones
dentro de posibilidades reales objetivas. Esto con el fin de, una vez establecida la
economía de equivalencias, lograr:

No cabe duda, que el fin del egoísmo, de la codicia y de la explotación, que


le son inherentes al principio de equivalencia, conducirá a cambios tan
profundos en la manera de pensar y actuar, que después de su
implantación general, será posible hablar, en términos generales, de un
nuevo ser humano (Dieterich, 2008: 49).

Las instituciones son reformadas y se crea una nueva ética para cumplir el otro
objetivo de crear un Estado no clasista, capaz de superar todas las desigualdades
existentes en el plano económico, racial y de género. Una vez más son retomadas
las tesis del igualitarismo, las cuales parecen dejar de lado los méritos individuales
que marcan diferencias económicas fundamentadas en el esfuerzo, la innovación
y la inversión.

Se hace constante énfasis en destacar que no es un proyecto utópico sino con


posibilidades objetivas para su realización. Siempre llama la atención la idea de
crear un “hombre nuevo”, pero cuyas características son decididas por el Estado.
Como argumenta Rosaura Guerra,

En el contexto de una comunidad política, pudiéramos decir que el hombre


nuevo es, en esencia, el hombre ideal para los líderes de procesos
políticos radicales, o dicho de otro modo, un individuo constituido por
valores y actitudes ajustadas al logro de los proyectos políticos por ellos
impulsados (Guerra, 2018: 183).

Desde el poder se decide cómo debe ser ese hombre nuevo, por algo los
totalitarismos siempre buscan modificar la naturaleza humana. Es dejada de lado
la libertad de elección por parte de los individuos, para intentar homogenizar a
toda la sociedad con relación a un modelo político utópico. Con respecto a eso,
plantea Luz Marina Barret lo siguiente: “Por definición, las utopías de carácter
político están constituidas por esta clase de ideales éticos sustantivos y
presuponen que todo el mundo es identificado con sus fines de acción o su
concepción particular de la vida buena” (Barret, 2007: 59).

En teoría se busca la felicidad, la realización personal, la cooperación entre los


hombres. Pero el capitalismo no es opuesto a la realización de tales objetivos,
pero salva las libertades individuales para decidir sobre su proyecto de vida.

Desde esas posturas socialistas es planteado que el modo de producir del


capitalismo es explotador, por eso todo empieza por el hecho de buscar nuevas
formas de producción más “humanitarias” y reeducar a los hombres. Contrario a
esas ideas, es tan acertada y vigente la afirmación de Popper, cuando señala que
buena parte de la crítica al capitalismo desde las visiones socialistas, más allá de
sus fundamentos teóricos, en realidad es un cuestionamiento moral a sus
principios básicos:

La condenación marxista del capitalismo es, en esencia, una condenación


moral. Se condena al sistema por su cruel injusticia intrínseca combinada
con la completa justicia y corrección «formales» que lleva aparejadas. Se
condena al sistema porque al forzar al explotador a esclavizar a los
explotados, les priva a ambos de libertad (Popper, 2010:412).

Ante esos principios es asumido que la miseria de las grandes mayorías es


debido a la explotación de la burguesía. El marxismo hizo grandes
cuestionamientos a la desigualdad, pero sin hacer estudios minuciosos acerca de
sus causas, solamente, ha estado limitado a culpar al capitalismo. A pesar de sus
pueriles análisis, ha sido muy exitoso en responsabilizar al liberalismo de buena
parte de los males de la humanidad, debido a su “ausencia de moralidad” por el
deseo de obtener ganancias.

De hecho, uno de los más grandes errores del socialismo, como expresa Rafael
Termes, es “netamente antropológico: la negación de la libertad del hombre”
(Termes, 1992: 175). El socialismo es un proyecto que pretende con sus ideas
alcanzar la igualdad, pero termina eliminando la libertad de los hombres. Si se lee
con cuidado el capital o el manifiesto al partido comunista de Marx, realmente el
socialismo promueve la expoliación de la propiedad privada.

La propiedad es la raíz de toda la desigualdad social, por eso es tan importante


erradicarla. La propiedad privada fue producto de la expropiación de una minoría
constituida por la burguesía, hacia una mayoría como era las clases trabajadoras,
pero en el socialismo debía invertirse esa relación y ahora la mayoría se
encargaría de expropiar a la minoría. De ahí su famosa frase “hay que expropiar a
los expropiadores” (Marx, 2002).

Sin importar si la propiedad pase a manos directamente de los trabajadores o de


una burocracia estatal, (argumento utilizado por algunos para afirmar que no ha
habido socialismos reales porque no se le dio el poder al pueblo obrero
realmente), lo cierto es que la columna vertebral del planteamiento socialista
marxista es la progresiva erradicación de la propiedad privada hasta llegar al
comunismo. Una economía basada en la expropiación y el robo al capital privado
indiferentemente de la forma de propiedad o producción adoptada después,
solamente puede ocasionar ruina y desinversión acelerada.
Ninguna economía se ha desarrollado de manera aislada y sin inversión privada.
Sin libertad económica no puede haber progreso como la historia lo ha
demostrado. El socialismo del siglo XXI sigue siendo de corte marxista, no hay
nada de novedoso en sus ideas como bien explican Axel Kaiser y Gloria Álvarez:

“El socialismo del siglo XXI no es más que la misma mitología


antimperialista, antiliberal, proteccionista y marxista que llevó a América
Latina a la miseria y al conflicto durante buena parte del siglo XX” (Kaiser y
Álvarez, 2016: 89).

La persistencia de ciertos intelectuales en renovar ideologías donde ya han


probado su ineficacia es recurrente. Como argumenta Paul Johnson:

“Una de las principales lecciones de nuestro trágico siglo, que ha visto


tantos millones de vidas humanas sacrificadas en proyectos para mejorar
el destino de la humanidad es: cuidado con los intelectuales” (Johnson,
1990: 439).

Los intelectuales como cualquier persona están sujeto a equivocaciones, pero


es deber de una ética científica reconocer los errores. Por lo tanto, el marxismo y
el socialismo han sido convertidos más en una ideología que en una ciencia, se
han consolidado como creencia y no como raciocinio, porque han sido incapaces
de aceptar como ha sido comprobado en la realidad, que sus hipótesis no han
funcionado.

A pesar de los males causados a la humanidad por el socialismo, todavía hay


quienes defienden esas ideas. En Venezuela se ha aplicado las ideas del
socialismo del siglo XXI aparentemente como un modelo pensado para el
beneficio de las mayorías, pero cuyas consecuencias han sido una terrible
pobreza para sus ciudadanos.

Crisis de la sociedad venezolana y el socialismo en Venezuela con Hugo


Chávez
La historia del socialismo en Venezuela es muy compleja, desde el principio fue
percibida como una amenaza para la estabilidad de la Nación. Las ideas
socialistas fueron prohibidas en Venezuela desde la época de Gómez, hasta que
el Partido Comunista fue legalizado por el presidente Medina Angarita.

Acción democrática también fue un partido con inclinaciones socialistas, pero


optó por la social democracia, con un programa de gobierno el cual no buscaba la
lucha de clases ni erradicar la propiedad privada, como si pretendía el partido
comunista. Los comunistas también fueron perseguidos en tiempos de Pérez
Jiménez como los demás partidos políticos. Luego, con el inicio de la democracia,
el Partido Comunista de Venezuela se fue a la clandestinidad debido a su
exclusión en la firma del pacto de Punto fijo, y formó una guerrilla con el fin de
alcanzar el poder.

Desde un principio es evidente que no se trataba de una opción política


democrática. No fue intentada la convivencia, sino simplemente, llegar al poder
por la fuerza. La guerrilla no logró prosperar en Venezuela como en Colombia.
Luego de la política de indultos de Caldera en la década de los 70 se intentaba
incorporar a los exguerrilleros a la vida nacional. Sin embargo, los comunistas
siguieron conspirando, y tuvieron gran expansión ideológica en las universidades
venezolanas.

De igual forma, el populismo aplicado por gobiernos socialdemócratas y social


cristianos representados por los partidos políticos Acción Democrática y COPEI,
respectivamente, alentaron el surgimiento de ese tipo de planteamientos
socialistas, al promover la idea de la necesidad de que el Estado redistribuya la
riqueza para generar justicia social, pese a que ambos partidos, como expresa
Aníbal Romero, fueron

“un intento de superar los extremos representados por el socialismo


marxista y las versiones más radicales del individualismo liberal” (Romero,
1986: 31).
En la práctica las políticas orientadas a reducir la pobreza y a elevar el gasto
público degeneraron en populismo. La política era vista como un medio de
enriquecimiento, y la sociedad esperaba vivir de las dádivas del Estado. Esto fue
así tanto en el caso de buena parte de las élites económicas como de la población
en general. Esto lleva a Aníbal Romero a hablar de la miseria del populismo en
Venezuela, cuyos resultados fueron:

Crecimiento notable del parasitismo empresarial -a través de dádivas,


créditos y contratos preferenciales del Estado-, y de la demagogia hacia el
sector obrero a través de legislación tendiente a garantizar una estabilidad
y niveles de salarios ficticios, basados no en la productividad de las
empresas sino el ingreso proveniente del petróleo (Romero, 1986: 41).

Una vez el modelo rentista agotó sus posibilidades de expansión, la sociedad


venezolana cayó presa de un líder populista que les prometía resolver todos sus
problemas y culpaba a los partidos políticos de la situación de miseria de buena
parte de la población.

Chávez ofrecía acabar con el sistema de partidos como expresión moderna de


la política, además de terminar con las injusticias y desigualdades sociales. Como
expresa, Nelly Arenas, en el proyecto chavista, materializar ese sueño igualitario
implica cuestionar la democracia representativa, cuyos procedimientos han sido
sistemáticamente violentados por el gobierno, que ha preservado solo aquellos
que hasta ahora le ha resultado muy complicado eliminar (Arenas, 2010: 82).

Hugo Chávez intentó desde siempre acabar con la democracia, pero lo hizo de
manera paulatina. Chávez logra ganar la presidencia en 1998, y desde el
comienzo mostraba ser un gobierno de carácter autoritario. Pero al principio
intentaba mantener una fachada democrática.

Por eso era planteado instaurar una democracia protagónica y participativa para
el ejercicio del poder desde la Constitución de 1999, aunque todavía no era
reconocido abiertamente el pretender instituir un modelo socialista. Pero desde
siempre el gobierno aplicó políticas antiliberales, como el control de cambios, de
precios, y la promulgación de leyes habilitantes. Con el tiempo radicalizaría su
proyecto.

Ya en el 2005 Chávez se declara seguidor del proyecto del socialismo del siglo
XXI, con la idea de nueva democracia, el cual era un intento por revitalizar el
“legado socialista” al diferenciarlo del soviético o el cubano. En apariencia, es una
socialización de la toma de decisiones dentro de la comunidad. Pero las formas
del llamado poder popular materializado en organizaciones como los consejos
comunales, siempre fueron controladas desde el Estado central.

Lo cierto es que la población venezolana buscaba un cambio radical, o más bien


la revitalización del populismo, y fue plegada a una propuesta la cual, una vez
más, ofrecía hacer una revolución, como era consigna característica de los
caudillos venezolanos en el siglo XIX. Solamente una sociedad en
descomposición y con una débil institucionalidad podía elegir a un fallido militar
golpista. Pero el chavismo no se convirtió solamente en un régimen autoritario ni
dictatorial convencional, hoy en día es evidente cómo era pretendido desde un
principio el establecer un sistema totalitario como ocurrió en los modelos
socialistas del siglo XX cuyas secuelas fueron terribles.

Sus resultados fueron opresión, hambrunas en masa, y el exilio de personas


emigrando en busca de mejores niveles de vida. Esto lo demuestra Stéphane
Courtois en el libro negro del comunismo cuando reseña los estragos de esos
modelos en los pueblos donde fue aplicado (Courtois, 2010). La historia
demostraba la ineficacia de construir economías anti mercado, con predominio del
Estado en el control y manejo de los medios de producción.

A pesar de esa realidad comprobada, Chávez pretendía instaurar el socialismo


que contó en sus comienzos con buena parte de apoyo de la sociedad
venezolana. Sus largas cadenas y las constantes movilizaciones de masas eran
realizadas en función de consolidar su liderazgo.
Los proyectos totalitarios poseen altos niveles de movilización, como expresa
Juan José Linz, a diferencia de los meramente autoritarios, los cuales cuentan con
una participación limitada (Linz, 2017: 85). Las constantes marchas y
movilizaciones ayudaban a fomentar los antagonismos sociales y la confrontación
con los adversarios políticos del chavismo, que eran asumidos en el discurso
político como los enemigos de toda la Nación.

El gobierno representa, en teoría, los intereses de los desfavorecidos. Estas


manipulaciones del socialismo son bien explicadas por María Mata:

“En la Venezuela socialista, soñada como un sueño de igualdad, el


gobierno se ha convertido en el detentor exclusivo de los intereses
colectivos, y esta sumisión de la sociedad al Estado compromete la
esencia misma de la Democracia…” (Mata, 2017: 39).

Al ser antidemocrático desde sus orígenes, la oposición es excluida de la nueva


propuesta política. Se asumía la política como una relación amigo-enemigo, como
planteara Carl Schmitt (Schmitt, 2014). Un proyecto socialista, el cual desde
siempre mostró su rostro autoritario y excluyente, aspiraba a la sumisión del
ciudadano a los intereses colectivos determinados por el Estado.

A pesar de su ambigüedad, desde el comienzo el socialismo del siglo XXI no se


puede asumir como un proyecto indeterminado como expresa Alfredo Ramos
(2011), aunque lógicamente mezcle ideas confusas, y no se base en un sistema
coherente teóricamente expresado. López Maya expone que el concepto de
socialismo del siglo XXI en su inicio, y sobre todo durante la campaña electoral de
Chávez...fue fundamentalmente un concepto hueco, donde cada cual como elector
interpretó como quiso” (López, 2007: 14).

Es cierto que el socialismo del siglo XXI genera ambigüedad en el electorado,


incluso entre quienes apoyan el chavismo, pero si tiene claras líneas ideológicas
en el sentido de la consolidación de un control del Estado de la economía y la
sociedad en general, la búsqueda del hombre nuevo, la manipulación de la
realidad para construir una nueva utopía de felicidad y prosperidad general para
los excluidos.

Las ideologías como el socialismo totalitario son construcciones míticas de la


realidad, no basada en hechos o en una racionalidad instrumental, sino en la
visión utópica de la búsqueda de la igualdad pero en un escenario que acaba con
la libertad y la prosperidad. Entenderlo de esa manera ofrece mejores posibilidad
de comprender el fenómeno político venezolano. José Blanco acierta al plantear
que:

la semántica del socialismo del siglo XXI no representa una teoría reflexiva
racional del sistema que le permita describir adecuadamente sus
problemas, sino que por el contrario se trata de un dispositivo de
inmunización frente a las irritaciones del entorno. El socialismo del siglo
XXI sirve para dibujar un futuro presente en el cual se posan las
expectativas de una mejor vida (Blanco, 2010: 199-200).

Es una ideología mítica e utópica de búsqueda de la igualdad y el bien común


pero cuyos resultados son siempre negativos. El gobierno siempre tuvo claro cuál
sería el norte de sus políticas, la cercanía y continuas muestras de admiración de
Chávez al régimen cubano era un claro indicativo.

Entre más fue ganando poder, el chavismo decide radicalizar abiertamente su


proyecto socialista, ante eso acentuó sus políticas económicas empobrecedoras,
las cuales acorralaron la propiedad privada y el mercado, como en todos los
proyectos marxistas socialistas llevados a cabo a lo largo de la historia.

La opresión de los controles económicos y la ruina de la economía


venezolana

Milton Friedman argumentaba en su texto la libertad de elegir, sobre la tiranía de


los controles y su impacto negativo en la economía (Friedman y Friedman, 1983).
El problema de eliminar el mercado es precisamente que les quitan el poder de
decisión a los individuos. Igualmente se les indica a los empresarios qué deben
producir.

La historia ha demostrado en reiteradas oportunidades lo pernicioso de los


controles económicos, entre más opresivos más daños generan a la economía.
Como explican Robert Schuettinger y Eamonn Butler, en los últimos 46 siglos, por
lo menos, los gobiernos de todo el mundo han tratado, de tiempo en tiempo, de
fijar salarios y precios. Cuando sus esfuerzos fracasaban, como sucedía
usualmente, los gobiernos echaban la culpa de ello a la perversidad y
deshonestidad de sus súbditos, más que a la ineficacia de la política oficial. Las
mismas tendencias subsisten hoy (Schuettinger y Butler, 1979: 23).

De la misma forma Murray Rothbard analiza en su texto para una economía con
sentido, lo perjudicial de la fijación de precios a lo largo de la historia: “En todas las
épocas, en todas las culturas, los controles de precios nunca han funcionado.
Siempre han fracasado” (Rothbard, 2006: 113).

La confrontación Estado-sector privado que trae la fijación de precios ha


generado crisis económicas a lo largo de la historia. Los discursos políticos de los
socialistas en contra de los ricos empresarios son para justificar las acciones
violatorias de la propiedad privada. Ya Rand advertía:

“todo aquel que diga que ser rico es malo es un saqueador” (Rand, 2005).
De esa manera, los gobiernos, con la excusa de aplicar políticas
redistributivas, empezaron a saquear constantemente la empresa privada
con diferentes medidas.

Se le quita al que produce, para darle a quien no produce. Es atacada


constantemente la propiedad privada a través de esos controles. Esto lo hizo el
gobierno chavista con su política de control de precios y control de cambio a partir
del 2003. Por tal razón, el proyecto chavista siempre buscó controlar y afectar la
propiedad privada. Los controles del Estado fueron percibidos por los economistas
liberales desde siempre como una seria amenaza para el libre mercado, y era
visto como acciones contraproducentes como explicaba Mises:

“El intervencionismo económico, supone que la autoridad pública, procura


establecer para las mercancías, los servicios y los tipos de interés unos
precios distintos de los que para ellos hubiera fijado un mercado libre de
trabas”

(Mises, 1986: 1095).

El pretender controlar los mercados por medio de la intervención de las


autoridades para fijar precios, salarios e intereses, hacía retroceder la tasa de
beneficios y la inversión productiva. Ahora tienen más vigencia los pensamientos
de Mises plasmados en su obra “el socialismo”, donde bien explica lo perjudicial
de los controles como parte de los mecanismos aplicados por el socialismo para
progresivamente acabar con la propiedad privada:

Si el Estado se asegura una influencia siempre más importante sobre el


objeto y los métodos de la producción, si exige una parte cada vez más
grande del beneficio de la producción, la correspondiente al propietario se
ve restringida de día en día, y, finalmente, Sólo le queda a este ultimo la
palabra propiedad, vacía de sentido, pues la propiedad misma ha pasado
enteramente a manos del Estado (Mises, 1968: 43).

Es evidente, como bien señala Mises, el fijar controles es un atentado a la


propiedad, sobre todo cuando se mantiene como una política permanente y no
transitoria, como hizo el chavismo, porque desde siempre su objetivo era acabar
con la propiedad para instaurar el socialismo, aun antes de declararse
abiertamente como un gobierno socialista. El reconocimiento a la propiedad
privada va más allá de una mera formalidad jurídica, se debe sancionar su libre
uso y usufructo. Por consiguiente, las políticas tomadas por el chavismo son fiel
reflejo de las ideas socialistas ortodoxas, con políticas cada vez más radicales en
la medida que controlaba mejor las instituciones y concentraba el poder.
Se les indicaba cada vez más a las empresas qué bienes debían producir y su
precio de venta al público, y el Estado a veces directamente era encargado de la
distribución de la producción. Se propuso primeramente debilitar la propiedad
privada por medio de los controles de precio y de cambio. Luego, ya a partir del
2008, fue asumida una política mucho más agresiva de expropiación o
confiscaciones directas de las empresas, que pasaron a manos del Estado.

Las consecuencias han sido las mismas históricamente suscitadas: ineficiencia,


corrupción y la progresiva escasez de bienes y servicios proporcionados
tradicionalmente, por las empresas privadas. Las industrias expropiadas pasan a
constituirse en un motín del saqueo, para el disfrute de los políticos que logran
establecer su control sobre las mismas.

La escasez era el resultado lógico, y se dio el fenómeno conocido popularmente


como bachaqueo, es decir, revendedores de productos regulados. Parte de la
ciudadanía al no conocer cómo funciona la economía, responsabilizaron a los
llamados bachaqueros del alza de los precios de los artículos de primera
necesidad. La historia económica ha demostrado una premisa elemental: ante los
controles surgen los mercados paralelos.

Es lo que Huerta denomina como el surgimiento de una economía oculta a partir


de las políticas socialistas:

“La aparición, por tanto, de una sociedad o economía oculta, sumergida o


«irregular» es una característica inseparable del socialismo, y aparece
siempre, en la medida y en las áreas en que éste ejerza su actividad
coactiva” (Huerta, 2001: 124). Esa economía oculta expresa los rezagos de
una economía libre, la cual intenta vulnerar los controles estatales.

El precio del dólar en Venezuela por ejemplo, era reflejado a través del portal
dólar today u otros portales electrónicos, cuya tasa de cotización siempre ha
estado muy por encima del valor fijado por el gobierno. Sus altos precios muestran
la realidad de un mercado donde no hay confianza ni libertad.
Ante la escasez de bienes debido a esos controles, los precios forzosamente
terminan por aumentar ante una oferta incapaz de cubrir la demanda. Decir que la
culpa de la inflación en Venezuela es del llamado bachaquero o de dólar today, es
desconocer los fundamentos claves de la teoría económica, es confundir causas
con consecuencias.

Huerta (2001), nuevamente nos explica por qué las políticas socialistas generan
tales niveles de escasez de bienes:

El socialismo provoca de manera generalizada y a todos los niveles


sociales un agudo problema de escasez. La razón básica de este
fenómeno radica en que la coacción institucional elimina de raíz la
posibilidad de que la enorme fuerza del ingenio empresarial humano se
dedique sistemáticamente a descubrir los estados de escasez así como a
buscar nuevas y más efectivas formas de eliminarlos. Por otro lado, la
imposibilidad de calcular económicamente los costes lleva, como hemos
visto, a dilapidar gran parte de los recursos productivos en inversiones sin
sentido, lo cual ahonda y agrava aún más el problema de los escases
(Huerta, 2001: 115).

La falta de libre mercado impide que los recursos sean administrados


correctamente y sean incentivadas las actividades productivas. De hecho, cuando
es establecido un control sobre un producto, el empresario deja de producirlo para
sustituirlo por otro bien con mejores ventajas y oportunidades de ganancia. Ante
esa realidad, el Estado está forzosamente obligado a controlar cada vez más
mayor cantidad de bienes y servicios.

Luego con la excusa de que el empresario no quiere producir los bienes


necesitados por el pueblo se procede a la apropiación directa de las empresas.
Posteriormente, ante la escasez, comienzan a inventar otras excusas, como el
acaparamiento de bienes.
Debido a la incertidumbre constante ante políticas tomadas por las autoridades y
una inflación cada vez mayor, el acaparamiento termina siendo otra consecuencia
natural de los controles, como bien explica Huerta: “…los agentes económicos
acaparan y guardan todos los bienes y recursos que pueden, pues la escasez
sistemática hace inseguro y errático el adecuado suministro de bienes, servicios y
factores de producción” (Huerta, 2001: 116).

El acaparamiento señalado a algunos negocios en Venezuela es una medida de


prevención tomada por los comerciantes ante posibles incrementos en el precio de
mercancías, por eso prefieren retener los productos para en poco tiempo poderlos
vender a precios más elevados. Es la alta inflación e incertidumbre lo cual impulsa
la especulación en torno al incremento cada vez mayor de precios.

Como argumenta Mises, la economía es necesariamente especulación, porque


está organizada en función de un porvenir incierto. La especulación es el nexo
intelectual que une los diversos actos económicos a este conjunto inteligente el
cual es la economía (Mises, 1968: 205). La especulación y el acaparamiento son
medidas de prevención utilizadas por los comerciantes impulsados por la misma
dinámica del mercado.

Los precios no bajan por decretos ni amenazas, esto solamente genera más
desconfianza e incrementa aún más el precio de los bienes. La escasez es el
resultado natural del control de precios y de cambio. Un informe del Banco Central
de Venezuela en el 2012 señala que el índice que mide la escasez en el Área
Metropolitana de Caracas con base al monitoreo de 33 productos-, “ cerraron con
niveles de escasez grave, que superan el 40% (Banco Central de Venezuela,
2012).

Las largas colas en los supermercados para adquirir bienes regulados de


primera necesidad evidencian una sociedad depauperada. Las medidas de
aumento salarial terminan perjudicando a los trabajadores y empresarios por igual.
Son incrementos nominales más no reales y causan más inflación al ser
financiados a través de la emisión monetaria por parte del Banco Central de
Venezuela. Sánchez Melean explica lo desacertado de las políticas económicas
del gobierno y su arbitrariedad:

Una economía se maneja con decisiones acertadas de política


macroeconómica, y no con órdenes arbitrarias o imposibles de cumplirse,
como la de fijar precios a más de medio millón de bienes y servicios
sustituyendo al mercado. Cada día es más cierto, que la economía
planificada centralmente y además militarizada como en Venezuela, es un
rotundo fracaso (Sánchez, 2016: 125).

El problema es querer aplicar nuevamente un modelo ineficiente, anti mercado,


el cual únicamente provoca una crisis aguda con el fin de eliminar la libertad de los
individuos. Las cifras son contundentes, el Banco Central de Venezuela publicó
que al cierre del año 2015 la inflación acumulada era de 180,9%, la más alta de
nuestra historia (Banco Central de Venezuela, 2015).

Actualmente se está en un proceso hiperinflacionario del cual se desconocen


cifras oficiales. Según el Fondo Monetario Internacional para finales del 2018 la
inflación venezolana podría llegar a 1.000.000 %.La recesión económica también
ha sido muy fuerte. Según estimaciones de la firma Eco-analítica, el PIB
venezolano ha retrocedido en los últimos años:
Fuente: Eco-analítica, 2017.

La caída del producto interno Bruto en los últimos años ha sido muy fuerte, y se
espera que en el 2018 sea estrepitosa. Aunque no se ha erradicado
completamente la empresa privada, no hay duda que ese es el objetivo final de
todas las políticas del Estado desde que llegó el chavismo al poder. El programa
de ajuste lanzado recientemente por Nicolás Maduro a partir de la reconversión
monetaria entrada en vigencia el 20 de agosto del 2018, implica más control del
Estado y persecución a la empresa privada.

Los controles acaban con la economía como se ha demostrado, esto provoca el


cierre acelerado de empresas. Las economías más controladas por el Estado
como Venezuela, Cuba, Bolivia y Ecuador, naciones pioneras en la aplicación del
socialismo del siglo XXI, tuvieron un ingreso per cápita muy inferior al de los
países con más libertad económica como Chile, Uruguay, Colombia y Perú. Esto
se ejemplifica en el siguiente gráfico publicado por el instituto Heritage que elabora
anualmente un índice de libertad económica:

Fuente: Heritage Foundation, citado por Sánchez (2018).

Venezuela es el país latinoamericano con menor grado de libertad, y en el


ranking ocupa el puesto 179, solamente detrás de Corea del norte. El contraste en
cuanto a calidad de vida entre Chile y Venezuela por ejemplo, son evidentes. A
mayor libertad económica mejor es la tasa de crecimiento.

Ante el fracaso del socialismo del siglo XXI en América Latina, siempre son
culpados otros, como plantean Axel Kaiser y Gloria Álvarez al explicar la trampa
del populismo en Latinoamérica:
“Esta obsesión por culpar a otros sigue estando tan viva como nunca y es
una característica decisiva de los movimientos populistas que han llevado a
la ruina a países de América Latina” (Kaiser y Álvarez, 2016: 40-41).

En el caso de Venezuela son culpables la guerra económica, el imperialismo, la


burguesía interna, entre otros, para ocultar las fallas del modelo político. El
problema de fondo es la aplicación de ese modelo socialista que en sus diferentes
matices siempre busca eliminar el mercado y eso provoca ruina a las Naciones.
Pero el socialismo busca mantener nuevos mecanismos de control.

El socialismo y la trampa de las políticas sociales

Las llamadas políticas sociales han sido convertidas en la punta de lanza de los
defensores del modelo socialista. En teoría, el socialismo marxista, tanto del siglo
XXI como el tradicional, siempre aboga por la solidaridad, por la ayuda a los más
necesitados, por el igualitarismo social y el colectivismo. Un modelo el cual debe
favorecer a los desvalidos, a diferencia del Estado burgués, que defiende los
“intereses del capital”.

Por tal razón, se le da tanta importancia a crear una nueva ética, la cual no
promueva el deseo de ganancia sino la solidaridad entre las personas, ayudar a
los necesitados. Todo eso suena muy bien en la teoría, pero en la práctica resulta
algo completamente diferente. Uno de los principales argumentos plantea que la
mayoría y más importantes avances de la revolución bolivariana han sido
conseguidos precisamente en el terreno social.

No obstante, muchas políticas sociales no son realmente nuevas y ya fueron


aplicadas durante la socialdemocracia, pero el chavismo intentó reimpulsarlas y
hacerlas llegar a más ciudadanos. En Europa y Estados Unidos existen políticas
sociales dirigidas a los más vulnerables. Pero ese Estado de bienestar genera
grandes gastos a los gobiernos.
Murray Rothbard, al analizar la economía de los Estados Unidos y sus políticas
sociales, explica los males producidos por esto a la sociedad:

Los economistas están particularmente alarmados por al hecho de que,


cuanto más se subvenciona cualquier producto, servicio o condición, más
habrá de ese producto, servicio y condición. Podemos tener a tanta gente
cobrando ayudas sociales como estemos dispuestos a pagar. (Rothbard,
2006: 49).

Las políticas de asistencia social, lejos de acabar con la pobreza, solamente


logran un incremento de la demanda de personas solicitando esas ayudas. A
pesar que en Estados Unidos y Europa existe una mayor cultura del trabajo y de
superación personal, no por eso deja de haber individuos quienes deseen vivir del
Estado en lugar de trabajar. En el caso venezolano, con la renta petrolera ha sido
fomentada desde muchas décadas atrás la ilusión de ser una Nación rica, en
consecuencia, los ciudadanos se creen con derecho a demandar cada vez más
subsidios por parte del gobierno.

El actual gobierno bolivariano ha explotado al máximo esa mentalidad populista


del pueblo venezolano, y busca expandir las ayudas sociales a cada vez mayor
cantidad de personas. Eso solamente implica aceptar que no hay un plan
estructural para resolver el problema de la pobreza, y por consiguiente, es
necesario un mayor número de familias dependientes de las ayudas estatales.

El control político es lo fundamental. Lissette González y Tito Lacruz realizan un


balance de las políticas sociales del gobierno en el 2008 y concluyen que las
misiones sociales tienen un carácter improvisado y que su principal objetivo es la
movilización política (González y Lacruz, 2008).

Las misiones educativas tenían la finalidad de uniformar la mentalidad y posición


de los ciudadanos en favor del régimen. Nunca se trató de ayudar a la población,
sino se trataba de mantener controladas a las personas. Según Montesquieu, la
desgracia de una República es que se entronicen en ella los amaños: esto
acontece cuando ha sido corrompido el pueblo a fuerza de dinero: cesa entonces
de apasionarse y se aficiona a las dádivas, mas no a los negocios (Montesquieu,
2002). La crisis de la sociedad venezolana pasa entonces por esa cultura del
paternalismo de Estado, la cual no permite su superación personal.

El objetivo real de esas políticas por parte del gobierno bolivariano es chantajear
y controlar a la población con fines clientelares, es sabido que es más fácil
dominar una sociedad sobre la base de la necesidad. Al arruinar progresivamente
la economía privada, los venezolanos requieren cada vez mayores subsidios del
gobierno para poder sobrevivir, eso sobre todo ante el aumento desmedido de la
hiperinflación.

De esa manera, fueron creadas políticas como las bolsas de comida, las
Misiones Adulto Mayor, Madres del Barrio, y otra serie de medidas dirigidas
supuestamente a los más necesitados. Eso solamente hace que la pobreza se
multiplique en la sociedad venezolana. Por supuesto, el gasto púbico ha sido
elevado exponencialmente al mantener cada vez mayores sectores de la
población de manera improductiva.

El fracaso de esas misiones sociales, se reflejan en el aumento de la pobreza.


El instituto Nacional de Estadística señala que 33,1% de los hogares estaban en
condición de pobreza por ingresos para el primer semestre del 2015. En el primer
semestre de 2014, el porcentaje era de 29,4%.Entre el 2014 y 2015 unos 318.238
hogares pasaron a la pobreza y se alcanzó una cifra total de 2.434.035.Desde el
primer semestre del 2006 no se registraba en el país una cifra de pobreza de
estas dimensiones. El INE reconoce que para la primera mitad del 2015 el 9,3%
de los hogares estaban en condición de pobreza extrema, esto representa un
aumento de casi un punto porcentual en comparación con el 2014 (Infobae, 2016).

En los últimos años ni el Banco Central de Venezuela ni el INE publican cifras


oficiales, como intento de ocultar la realidad. Pero eso demuestra el fracaso de un
proyecto socialista. Las misiones no son una solución real a los problemas
sociales.
Mientras más aumenta la pobreza más se usan esas políticas sociales como
chantaje político. En el gobierno de Nicolás Maduro fueron llevadas al paroxismo
esas prácticas clientelares. Los bonos dados a través del Carnet de la Patria,
demuestran cómo una población depauperada intenta ser controlada por medio de
las ayudas del gobierno.

Hannah Arendt explica cómo el totalitarismo reduce a los hombres a sus


funciones básicas de subsistencia, es decir, a nivel de su animalidad natural,
despojándolos de todas las garantías políticas que los reivindican como
ciudadanos (Arendt, 2004). El hombre deja de exigir derechos, comienza
simplemente a buscar medios para sobrevivir dentro de una catástrofe social y
económica. Liberar a los individuos de esa dependencia de las ayudas estatales
permitirá realmente construir una economía productiva la cual dependa es de la
innovación y emprendimiento de sus ciudadanos. Emancipar al hombre del
dominio del Estado y la miseria del socialismo es fundamental.

Conclusión

El socialismo, desde sus orígenes europeos, tanto en el plano teórico como en


el empírico, siempre ha probado su inviabilidad, teniendo resultados perniciosos
para las mayorías. Más que una ideología de la redención ha sido un instrumento
para la dominación de las masas a través de su manipulación política.

El llamado socialismo del siglo XXI mantiene los postulados clásicos del
marxismo, a pesar de querer revestirlo de un carácter democrático. Pero sostiene
los principios de un modelo económico anti mercado para crear una economía de
las equivalencias, para en teoría buscar los intercambios igualitarios, cuyos
resultados nunca funcionan en la práctica.

El gobierno bolivariano ha estado basado en esos ideales, pese a que Dieterich


planteara que en Venezuela nunca fue aplicado realmente un socialismo del siglo
XXI. Pero termina siendo nuevamente una excusa, cuando es instaurado un
modelo en el cual efectivamente se intenta acabar con la economía de mercado y
con el sistema de democracia liberal, como ha sucedido en Venezuela, y provoca
resultados desastrosos, se dice entonces que no se aplicó correctamente los
principios del socialismo tal como ocurrió en la Unión Soviética.

Por eso este trabajo parte primeramente de una crítica al socialismo como
modelo económico-político, que es el problema de fondo, no su mala aplicación o
incorrecta interpretación, pese a los matices y particularidades los cuales
ciertamente han existido. Sin un mercado libre no hay inversión y desarrollo, esto
solamente produce mayor aumento de la pobreza como han sostenido
acertadamente los economistas liberales como Mises y Hayek.

La política de control de precios, de cambio, las expropiaciones, las políticas


sociales, todo forma parte de un plan deliberado y orquestado para eliminar
progresivamente la libertad de los individuos y someterlos a los controles del
Estado. Las mismas formas del llamado poder popular para ejercer la democracia
directa no son más que otra manera de control sobre las comunidades. Superando
las ideas socialistas, será posible construir una economía próspera, con libertades
políticas y económicas, al tener un Estado limitado en sus competencias, con
fortalecimiento de las instituciones para abandonar definitivamente la búsqueda de
utopías irrealizables y líderes redentores los cuales solamente crean nuevas forma
de opresión.

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