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La guerra de las Dos Rosas fue una guerra civil que enfrentó intermitentemente a
los miembros y partidarios de la Casa de Lancaster contra los de la Casa de
York entre 1455 y 1487. Ambas familias pretendían el trono de Inglaterra, por
origen común en la Casa de Plantagenet, como descendientes del rey Eduardo III.
El nombre «guerra de las dos Rosas» o «guerra de las Rosas», en alusión a los
emblemas de ambas casas, la rosa blanca de York y la roja de Lancaster, fue
producto del Romanticismo.
La guerra se dio principalmente entre los miembros de la aristocracia
terrateniente y ejércitos de los señores feudales. El apoyo a cada uno de los
bandos dependió en gran medida de los matrimonios dinásticos entre la nobleza.
El patriarca de la casa de Lancaster, Juan de Gante, tuvo como primer título el de
conde de Richmond, el mismo que detentaría Enrique VII al final de la guerra. El
líder de la casa de York fue Edmundo de Langley, que ostentaba el Señorío de
Cambridge. Más tarde, durante los reinados de los Tudor y de
los Estuardo, Richmondshire y Cambridgeshire se transformarían en focos
principales de recusantes y puritanos, respectivamente. Cabe destacar que la
pelea entre las facciones se prolongó más allá de la época de Enrique, ya que los
monarcas que le siguieron impulsaron la continuidad de los enfrentamientos.
La guerra de las Dos Rosas provocó la extinción de los Plantagenet y debilitó
enormemente las filas de la nobleza, además de generar gran descontento social.
Este período marcó el declive de la influencia inglesa en el continente europeo, el
debilitamiento de los poderes feudales de los nobles. En contrapartida, el
crecimiento en influencia de los comerciantes y de la monarquía centralizada bajo
los Tudor. Esta guerra señala el fin de la Edad Media inglesa y el comienzo
del Renacimiento.
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Antecedentes
El antagonismo entre ambas casas comenzó con el derrocamiento y asesinato del
rey Ricardo II, en 1399, a manos de su primo Enrique Bolingbroke, duque de
Lancaster. Enrique era el cuarto hijo de Juan de Gante, quien a su vez era el
tercer hijo de Eduardo III: sus expectativas de llegar al trono eran escasas. De
acuerdo a la ley de sucesión inglesa y a los precedentes sentados por la tradición,
la corona debía recaer en los descendientes masculinos de Leonel de Amberes,
segundo hijo superviviente de Eduardo III. De hecho, Ricardo II había
designado heredero presunto de la corona al nieto de Leonel, Roger Mortimer. Sin
embargo, se toleró la situación exclusivamente porque el gobierno de Ricardo II
había sido extremadamente impopular. Por esta causa, el Parlamento lo
declaró rey de Inglaterra y asumió la corona con el nombre de Enrique IV.
A la muerte de Bolingbroke, el 20 de marzo de 1413, asumió la corona su
hijo Enrique V, cuyos logros militares contra Francia durante la Guerra de los cien
años le habían granjeado enorme popularidad, permitiendo afianzar el control de
los Lancaster sobre el trono. Durante su corto reinado, Enrique V debió sofocar
una revuelta liderada por el nieto de Eduardo III, Ricardo, conde de Cambridge.
Una vez desarticulado el Complot de Southampton (nombre que designa aquella
revuelta), Ricardo fue ejecutado, el 5 de agosto de 1415, al inicio de la campaña
que llevaría a la victoria en la batalla de Azincourt. No obstante, la esposa de
Ricardo, Ana Mortimer, adujo tener también derechos sobre la corona, ya que era
hija de Roger Mortimer y, por tanto, descendiente de Leonel de Amberes. Enrique
V murió en 1422, y Ricardo, duque de York, conde de Cambridge e hijo de Ana
Mortimer, se propuso desafiar al nuevo rey, el débil Enrique VI.
Enrique VI:
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El rey Enrique VI de Lancaster estaba rodeado de un cúmulo de regentes y
consejeros impopulares. Los más notables de ellos fueron Edmundo de
Beaufort, duque de Somerset, y Guillermo de la Pole, duque de Suffolk, a quienes
se acusó de ser incapaces de manejar el gobierno y de concluir la guerra
contra Francia. Durante el gobierno de Enrique VI se perdieron virtualmente todas
las posesiones inglesas en el continente, incluidas las tierras ganadas por Enrique
V. Enrique VI comenzó a ser percibido como un rey débil e inhábil. Para mayores
males, este sufrió por entonces una serie de episodios embarazosos causados por
una enfermedad mental emergente. Hacia mediados de la década de 1450,
muchos consideraban a Enrique incapaz de gobernar. La legalidad de la corta
línea de reyes Lancaster pasó a estar plagada de dudas, y la Casa de York
fortaleció su pretensión sobre la corona. El creciente descontento civil, sumado a
la multiplicación de nobles con ejércitos privados y a la incapacidad y corrupción
de la corte de Enrique VI, formaron el clima político ideal para la guerra civil.
Cuando, en 1453, el rey padeció un primer episodio grave, producto de su
enfermedad mental, se estableció un Consejo de Regencia encabezado por
el Lord Protector, el poderoso y popular Ricardo Plantagenet, duque de York y
líder de su Casa. Ricardo empezó de inmediato a pugnar audazmente por su
pretensión al trono, encarcelando a Somerset, y apoyando a sus
aliados Salisbury y Warwick en conflictos menores contra los adherentes a la
causa de Enrique, especialmente los condes de Northumberland. Sin embargo, la
recuperación de Enrique, en 1455, frustró las ambiciones de Ricardo, quien fue
despedido rápidamente de la corte por la esposa del rey, Margarita de Anjou. La
incapacidad manifiesta de liderazgo de Enrique se tradujo en el fortalecimiento de
la cada vez más poderosa reina Margarita, quien se convirtió en la máxima figura
de la Casa de Lancaster. Ella conformó una alianza de varios nobles contra
Ricardo, con el fin de reducir su influencia. La creciente frustración de Ricardo y la
agresividad de la reina derivaron finalmente en acciones armadas, dando lugar a
la primera batalla de San Albano.
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Fase inicial (1455-1460)
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que toleraría esa situación tanto como durara la supremacía militar del duque de
York. Enrique se recuperó en el interior del país en 1456, pero la reina no le
permitió regresar a Londres. Por lo menos en el interior del reino contaban con alta
popularidad, no así en la capital, donde los mercaderes estaban descontentos por
la caída en los mercados y el amplio desorden. Por estas razones, la corte del rey
se estableció en la ciudad de Coventry, donde el nuevo duque de
Somerset, Enrique Beaufort, ascendía en popularidad llenando los zapatos vacíos
de su padre. La reina consiguió convencer a su esposo de la importancia de
desconocer los nombramientos y arreglos hechos por York, y le ordenó regresar a
su posición en Irlanda. Los disturbios aumentaron y se sucedieron en la capital y
por toda la costa sur, pero el rey se mantuvo en sus cuarteles reforzando sus
posiciones. La reina estableció la conscripción obligatoria por primera vez en
Inglaterra, realizando levas para sus ejércitos. Mientras tanto, la popularidad
de Ricardo Neville, conde de Warwick y aliado de York crecía sin pausa,
emergiendo como el campeón de las clases mercantiles.
El Castillo de Ludlow.
Ante tal situación, York decidió regresar a Inglaterra, retomándose las hostilidades
el 23 de septiembre de 1459 en la batalla de Blore Heath en Staffordshire. Esta
acción significó el fracaso del gran ejército de Lancaster en evitar que la fuerza de
los York dirigida por lord Salisbury, proveniente del castillo de
Middleham en Yorkshire, se reuniera con las tropas acuarteladas en el castillo de
Ludlow. Sin embargo, la guerra continuó con un triunfo de los Lancaster en
la batalla del Puente de Ludford, que forzó la huida hacia Calais de Eduardo, el
hijo mayor de York (y posterior rey Eduardo IV de Inglaterra), Salisbury y Warwick.
Los Lancaster recuperaron el control total, nombrando a Somerset gobernador de
Calais. Sus intentos de derrotar a Warwick fueron fácilmente truncados.
Entre 1459 y 1460, los seguidores de York acosaron, desde Calais, distintos
puntos de la costa inglesa, acrecentando la sensación de caos y desorden.
Para 1460, Warwick y sus seguidores estaban listos para iniciar la invasión de la
isla, estableciéndose en Kent y en Londres, donde encontraron mucho apoyo.
Enrique dirigió un ejército hacia el sur, mientras Margarita se quedó en el norte
con el Príncipe Eduardo. El 10 de julio de 1460, las fuerzas se encontraron en
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la batalla de Northampton, que probó ser un completo desastre para los Lancaster.
El ejército de York, dirigido por Ricardo Neville, ayudado por la traición entre los
dirigentes Lancaster, logró capturar al rey Enrique VI, llevándolo prisionero a
Londres.
Acta de Acuerdo
Después de sus logros militares, York, basándose en la ilegitimidad de la línea
sucesora de los Lancaster, se decidió a reclamar el trono. Desembarcó en
el norte de Gales, desde donde se dirigió junto con su esposa Cecilia a Londres,
donde ambos fueron recibidos con el ceremonial reservado a los monarcas. El
Parlamento estaba reunido y Ricardo esperaba que se le concediera directamente
la corona, tal como habían hecho en 1399 con Enrique IV. En vez de ello encontró
un silencio sepulcral. Al anunciar su pretensión a la corona, los lores,
incluidos Warwick y Salisbury, estaban asombrados con sus intenciones. No había
ánimo entre ellos para destronar al rey Enrique, sino que se limitaron a sus
esfuerzos originales, expulsando a los malos consejeros.
Al día siguiente, York apoyó su reclamación con detallados esquemas
genealógicos, basado en su descendencia de Leonel de Amberes, siendo
comprendido de mejor manera. El Parlamento accedió a considerar la materia, y
finalmente decidió que la reclamación de Ricardo era mejor, al mismo tiempo que,
por una mayoría de cinco, decidía mantener en el trono a Enrique. En octubre se
llegó a un compromiso que se conoció como el Acta de Acuerdo de 1460, que por
un lado reconocía el derecho de los York y por otro lo declaraba sucesor de
Enrique, desheredando al príncipe Eduardo de seis años. York tuvo que aceptar
este acuerdo como la mejor oferta que tenía para elegir, teniendo presente que al
mismo tiempo era designado nuevamente Lord Protector, lo que le permitía
gobernar en nombre de Eduardo. En cualquier caso, el acuerdo era inaceptable
para los Lancaster, que se reunieron bajo la égida de la reina Margarita y el
Príncipe Eduardo, formando un gran ejército en el norte del reino.
Contraataque de la Casa de Lancaster
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El duque de York dejó Londres bajo el mando de lord Salisbury a finales de aquel
año, con el fin de consolidar sus posiciones en el norte contra el ejército de la
reina Margarita, que se encontraba estacionado en los alrededores de la ciudad de
York. Ricardo estableció posiciones defensivas alrededor del Castillo de Sandal,
cerca de Wakefield, para la Navidad de 1460. Pese a que el ejército de Lancaster
superaba en dos a uno al de Ricardo, el duque de York ordenó a sus fuerzas
entrar en batalla el 30 de diciembre en la batalla de Wakefield. El ejército de York
fue completamente devastado por las fuerzas de la reina en la más desastrosa de
las batallas para la causa de la rosa blanca. Ricardo, duque de York y Lord
Protector del Reino, fue muerto en batalla, mientras que Salisbury y Edmundo, el
hijo de 17 años de York, eran tomados prisioneros y decapitados. Sus cabezas
fueron empaladas en la puerta de la ciudad de York.
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Parhelio al atardecer.
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Batalla de Townton
Eduardo IV.
Eduardo había avanzado por el oeste hasta los alrededores de Londres, donde
reunió sus fuerzas con las de Warwick. Al coincidir con la retirada de la reina
Margarita al norte, hacia la ciudad de Dunstable, Eduardo y Warwick pudieron
entrar a Londres con su ejército, donde fueron aclamados y recibidos con
entusiasmo, dinero y provisiones por parte de la más grande ciudad yorkista. Con
su padre y hermano muertos en batalla, la guerra se había convertido a esas
alturas en una pelea por la mismísima corona, ya que Eduardo de York no podía
argumentar que quería separar al rey de sus malos consejeros. La necesidad de
autoridad por Eduardo se vio resuelta cuando el obispo de Londres le preguntó su
parecer al pueblo, que respondió con gritos y hurras al rey Eduardo. El Parlamento
no hizo sino confirmar la opinión popular, logrando coronarlo en una precipitada
ceremonia en la Abadía de Westminster entre escenas de júbilo.
Así Warwick y York habían capturado la ciudad de Londres, pese a que Eduardo
hizo votos de no tener una coronación formal mientras Enrique y Margarita no
hubieran sido ejecutados o exiliados. También anunció que Enrique había violado
el Acta de Acuerdo al permitir que su esposa levantara ejércitos contra los
herederos al trono. Por tanto, el argumento legal pasó a ser que la victoria de
Eduardo no era más que su restauración en sus legítimos derechos, de manera
que Enrique y los Lancaster no habían sino usurpado sus poderes.
Una vez consolidada la situación en la capital, York y Warwick se dirigieron al
norte, levantando un gran ejército. Sus fuerzas se toparon con el también gran
ejército de la reina en el pueblo de Towton. La batalla de Towton se convirtió en la
más grande y sangrienta de la guerra de las Dos Rosas. Ambas partes habían
acordado de antemano que todos los problemas se decidirían finalmente ese día,
peleando sin pedir ni dar cuartel. Se estima que entre 40 000 y 80 000 hombres
tomaron parte en el enfrentamiento, con una cifra cercana a los 20 000 muertos
durante (y después) del combate: un número extremadamente alto para la época,
considerado el máximo derramamiento de sangre en un solo día en el Reino
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Unido. El nuevo rey y su ejército ganaron esta batalla decisiva. Mientras los
Lancaster eran diezmados, con la mayoría de sus líderes muertos, Enrique y
Margarita, en compañía de su hijo Eduardo, esperaban en York las noticias de la
batalla. Apenas se enteraron del macabro resultado, decidieron huir al norte.
Muchos de los lores que apoyaban la causa de Lancaster cambiaron de bando
ese día, apoyando al rey Eduardo. Los que no lo hicieron fueron perseguidos
hacia el norte, donde se refugiaron en unos pocos castillos, al igual que en el país
de Gales. Eduardo se dirigió hacia la ciudad de York con el fin de conquistarla,
enfrentándose a las cabezas cortadas de su padre, su hermano y Salisbury. Estas
fueron rápidamente remplazadas por las de destacados líderes de la Casa de
Lancaster, entre los que se contaba al famoso lord Clifford de Skimpton-Craven,
quien ordenó la ejecución del hermano de Eduardo, Edmundo, después de
la batalla de Wakefield.
Castillo de Harlech.
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de Hexham el 15 de mayo. Ambas fueron reducidas por John Neville, marqués de
Montagu, hermano de Warwick.
Castillo de Middleham.
El período que comprenden los años 1467 y 1470 estuvo marcado por el rápido
deterioro de la relación entre el rey Eduardo IV y su antiguo mentor, Ricardo
Neville, conde de Warwick el hacedor de reyes. Aunque fueron varios los motivos
que llevaron al quiebre, la primera y principal razón fue la decisión de Eduardo de
casarse en secreto con Isabel Woodville en 1464. El rey anunció este hecho como
un fait accompli, destrozando los planes de Warwick de casarlo con una
princesa francesa, con el fin de mejorar las relaciones con esa nación. Este
desaguisado se convirtió en frustración, una vez que los Woodville remplazaron a
los Neville como favoritos de la corte. De la misma forma, la decisión de apoyarse
en Borgoña en vez de Francia, y la reticencia en aprobar el matrimonio de sus
hermanos Jorge, duque de Clarence, y Ricardo, duque de Gloucester, con las
hijas de Warwick contribuyeron al distanciamiento. Fuera de lo anterior, la
popularidad de Eduardo se encontraba en franco retroceso, ya que los aumentos
en los impuestos y los desórdenes y violaciones a la ley continuaban siendo el pan
de cada día.
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Luis XI de Francia.
Para 1469 Warwick había establecido una alianza con el celoso y traicionero
hermano del rey, Jorge. Ambos levantaron un ejército que derrotó a las fuerzas del
rey en la batalla de Edgecote Moor, logrando capturar a Eduardo, encerrándolo en
el castillo de Middleham en Yorkshire. Warwick jugó sus cartas rápidamente,
ordenando la ejecución del suegro del rey, Ricardo Woodville. Forzó a Eduardo a
convocar un parlamento en York, en el que planeaba lograr la declaración de
ilegitimidad de Eduardo, de manera que la corona pasara a su hermano Jorge
como heredero aparente. Sin embargo el reino era un caos, lo que permitió al rey
demandar la lealtad de su hermano Ricardo y de la mayoría de los nobles, de
manera que el duque de Gloucester llegó a la cabeza de un gran ejército, logrando
liberar a Eduardo IV.
Los conjurados fueron declarados traidores y forzados a exiliarse en Francia,
donde Jorge contrajo matrimonio en secreto con una de las hijas de Warwick,
Isabel Neville, en 1469. Entonces, Warwick y Clarence provocaron la rebelión del
noble Robin de Redesdale en Yorkshire en contra del rey Eduardo, forzando a
este a acudir a sofocarla, situación que fue aprovechada por Warwick y Clarence
para invadir por el sur Inglaterra. El rey fue hecho prisionero y su suegro (el padre
de la reina consorte Isabel Woodville, Ricardo Woodville, convertido hacía tiempo
en tesorero real) y el hijo de este, Juan Woodville, fueron ejecutados. Warwick,
entonces, liberó al rey Eduardo creyendo volver a tener influencia sobre él, pero
este aprovechó una rebelión en Lincolnshire para levantarse en armas, acusando
a Warwick de complicidad con dicha rebelión. Warwick huyó con Clarence de
nuevo a Francia.
En 1470, Luis XI se encontraba bajo una gran presión por parte de la exiliada
reina Margarita de Anjou, para que lo ayudara a invadir Inglaterra y reconquistar y
liberar a su cautivo esposo. Fue el rey Luis quien sugirió la posibilidad de una
alianza entre Warwick y Margarita, una idea que a ninguno de los antiguos
enemigos le gustaba. Pese a sus reticencias, ambos llegaron a darse cuenta del
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potencial de tal alianza, pese a los fines que perseguían cada uno. Margarita
quería reclamar su reino y asegurar la sucesión de su hijo, mientras que Warwick
esperaba poder mantener como un títere al rey, fuera Enrique, su hijo o Jorge de
Clarence. En cualquier caso se comprometieron por medio de una alianza
matrimonial entre el príncipe de Gales Eduardo de Westminster y la hija de
Warwick, Ana Neville. Con el pacto en vigor, Ricardo Neville (1428-1471), conde
de Warwick, invadió Inglaterra en el otoño de 1470 con la ayuda de Jorge de
Clarence.
Esta invasión significó la derrota de Eduardo, que fue depuesto como rey y
exiliado. Retornó la corona al hasta ese momento preso en la Torre de Londres,
Enrique VI, como marioneta de Warwick, persona que realmente dirigía el poder
en Inglaterra. Sin embargo, la restauración de los Lancaster en el trono no gustó a
Jorge de Clarence (puesto que él era York), por lo que intentó aliarse con su
hermano depuesto, Eduardo IV, consiguiéndolo en marzo de 1471, cuando
Eduardo desembarcó con sus tropas en Ravenspur. Estas tropas provenían del
ejército levantado por Eduardo con la ayuda de Carlos el Temerario, duque de
Borgoña, al ser obligado este a hacerlo por el rey de Francia (traicionando a
Warwick, pues Warwick quería invadir Borgoña junto con el rey francés). La
alianza entre Eduardo y Jorge de Clarence derrotó a las tropas de Warwick en
la batalla de Barnet y destruyó a todas las fuerzas de Lancaster en la batalla de
Tewkesbury, dando muerte a Eduardo de Westminster, hijo de Enrique VI y
heredero presunto de la corona. El mismo Enrique fue asesinado el 14 de mayo,
con el fin de reforzar el bando de York en el trono.
Ricardo III
Artículo principal: Ricardo III de Inglaterra
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Ricardo III.
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Regius con el que Gloucester se convirtió en el rey Ricardo III de Inglaterra. Los
dos niños encarcelados, conocidos como los Príncipes de la Torre desaparecieron
y fueron posiblemente asesinados, aunque se discute por mano u orden de quién
hasta el día de hoy, convirtiéndose en uno de los hechos históricos más
controvertidos de Inglaterra. Nunca hubo ningún juicio ni encuesta legal acerca de
la desaparición y muerte de los dos muchachos.
Dado que Ricardo III era el mejor general del bando de York, muchos lo aceptaron
ante la perspectiva de tener que manejar a dos niños por intermedio de
un Consejo de Regencia. Los Lancaster por su lado, concentraron sus
expectativas en Enrique Tudor, cuyo padre, Edmundo Tudor, conde de Richmond,
era hermano ilegítimo de Enrique VI. Sin embargo, la pretensión de Enrique al
trono era por medio de su madre, Margarita Beaufort, una descendiente de
Eduardo III por vía de John Beaufort, que era hijo de Juan de Gante, I duque de
Lancaster, quien a su vez era hijo de Eduardo III de Inglaterra.
Enrique Tudor
Enrique VII.
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realmente bajo la custodia de Enrique, por lo que el niño (llamado Lamberto
Simmel) demostró no ser más que un impostor. Las fuerzas yorkistas fueron
dirigidas por Juan de la Pole, conde de Lincoln (que había sido designado
heredero presunto por Ricardo III, aunque se había reconciliado con Enrique
después de Bosworth), quien finalmente murió en la batalla. El joven Simmel, por
su parte, fue perdonado ya que se consideró que no había sido más que un
instrumento de los adultos, y fue enviado a trabajar en las cocinas reales.
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