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El amor

Las flores del amor


Había una vez una mujer que vendía flores. Pero no eran flores
cualquiera, sino flores del amor. La mujer decía que tenían propiedades
especiales para atraer el amor.

-Entonces, ¿estas flores son mágicas? -preguntaba la gente.

-No es magia -decía la mujer-. Estas flores, simplemente, atraen el


amor.

La gente empezó a comprar aquellas flores, pensando que todos sus


problemas amorosos se solucionarían con ellas. Pero al poco tiempo
muchos volvieron a buscar a la mujer, muy enfadados.

-Estas flores no sirven para nada -decían unos-. Las he comprado, las he
colocado en el mejor lugar de la casa, y el amor sigue sin llamar a mi
puerta. 

Otros fueron protestando porque, aun llevándolas todo el día encima, en


el pelo, en la chaqueta, maletín, en el vestido… no habían conseguido
nada. 

La gente se empezó a congregar en torno a la mujer. El alboroto no


hacía más que crecer. Nadie hacía caso a la mujer, que deseaba
explicarse.

Entonces llegó una niña y gritó:

-¡Pues yo sí que he encontrado el amor gracias a estas flores!

Todo el mundo se calló. Al poco, alguien dijo:

-Tú no puedes hablar de amor, pues no eres más que una niña.

-Claro que puedo hablar de amor -replicó la pequeña-. Y tú también


podrías si hubieras entendido qué es verdaderamente. Habéis comprado
estas flores pensando que no teníais que hacer nada más. No hicisteis
cambios, así que todo siguió igual.

-¿Qué quieres decir? -se oyó a alguien preguntar.

-Mirad las flores con respeto y os inspirarán respeto -dijo la niña-.


Miradlas con ilusión y la ilusión se extenderá. Miradlas con alegría y la
alegría lo inundará todo. Miradlas con amor y el amor nacerá en vuestro
corazón. 

Poco a poco y en silencio la gente fue a comprar más flores y se fue a


sus casas, pensando en lo que habían oído.

Muchas
veces fue gente a protestar, y muchas veces tuvo que salir la niña a
contar la misma historia. 

-Abuela, ¿no sería más fácil que se lo explicaras tú a la gente cuando les
vendes las flores? -le preguntó un día la niña a la mujer.

-Entonces no causaría tanto impacto, cielo -dijo la mujer-. Además, hay


que darle a la gente la oportunidad de descubrir el secreto por sí mismos
o, por lo menos, de encontrar el amor sin necesidad de tantas
explicaciones.
¿Es que nunca vas a perder la fe en la gente? -preguntó la niña.

-Nunca, cariño, nunca.

Texto biblico : El amor es paciente es bondadoso el amor no es


envidioso ni jactancioso ni orgulloso no se comporta con rudeza no es
egoista no se enoja fácilmente no guarda rencor 1 corintios 13 4-5,
El respeto
Caca de perro contra caca de vaca
En un pequeño pueblo vivían el señor José y doña Josefa. El señor José
tenía un perro. Todos los días el señor José sacaba a pasear a su perro.
Y todos los días el perro hacía caca en el mismo sitio: justo a la puerta
de la casa de doña Josefa.Y allí se la dejaba.

Doña Josefa tenía que recoger todos los días la caca del perro del señor
José para no pisarla y meter la caca en casa.

Un día, harta de las cacas del perro del señor José, doña Josefa decidió
darle una lección. Y esto fue lo que hizo.

Doña Josefa compró una vaca y se la llevó a casa. Allí le arregló el patio
para que pudiera estar cómoda. Todos los días doña Josefa sacaba de
paseo a su vaca, a la misma hora que el señor José sacaba a su perro. Y
mientras el perro del señor José hacía caca en la puerta de doña Josefa,
la vaca de doña Josefa hacía caca en la puerta de la casa del señor
José. 

Cuando el señor José vio el regalito que tenía en la puerta se enfadó


mucho. Tardó horas en limpiar la caca de vaca que se había encontrado
en la puerta.

Al día siguiente, ocurrió lo mismo. Y así, día tras día. Hasta que un día,
el señor José decidió no sacar a su perro para ver quién le plantaba
aquel regalo en la puerta. Cuando vio a doña Josefa con la vaca salió
muy enfadado a pedir explicaciones.

-Cuando recoja usted la caca que su perro deja en mi puerta dejaré de


venir a visitar su puerta con mi vaca -le dijo doña Josefa al señor José.

Pero el señor José estaba tan enfadado que decidió buscar venganza.
Pero no les dio tiempo. Dos policías los habían seguido y se acercaban
para multarlos por dejar excrementos sin recoger en la vía pública.
-Si esto
se vuelve a repetir les meteremos en el calabozo y les quitaremos a sus
mascotas -les dijo el policía.

El señor José y doña Josefa tuvieron que pagar la multa. Y desde


entonces a ninguno de los dos se les ha ocurrido volver a las andadas. El
señor José aprendió que no podía dejar por ahí las cacas de su perro
para que las recogiera otro. Doña Josefa aprendió que más hubiera
valido denunciar el acto que intentar vengarse haciendo lo mismo, pero
a lo grande.
 

Texto: Proverbios 17:5 El que se mofa del pobre afrenta a su Hacedor; el que
se regocija de la desgracia no quedará sin castigo.
La humildad
El león y el ratón. Fábula sobre el valor

Después de un largo día de caza, un león se echó a descansar debajo de un


árbol. Cuando se estaba quedando dormido, unos ratones se atrevieron a salir
de su madriguera y se pusieron a jugar a su alrededor. De pronto, el más
travieso tuvo la ocurrencia de esconderse entre la melena del león, con tan
mala suerte que lo despertó. Muy malhumorado por ver su siesta interrumpida,
el león atrapó al ratón entre sus garras y dijo dando un rugido:

-¿Cómo te atreves a perturbar mi sueño, insignificante ratón? ¡Voy a comerte


para que aprendáis la lección!-

El ratón, que estaba tan asustado que no podía moverse, le dijo temblando:

- Por favor no me mates, león. Yo no quería molestarte. Si me dejas te estaré


eternamente agradecido. Déjame marchar, porque puede que algún día me
necesites –

- ¡Ja, ja, ja! – se rió el león mirándole - Un ser tan diminuto como tú, ¿de qué
forma va a ayudarme? ¡No me hagas reír!.

Pero el ratón insistió una y otra vez, hasta que el león, conmovido por su
tamaño y su valentía, le dejó marchar.

Unos días después, mientras el ratón paseaba por el bosque, oyó unos
terribles rugidos que hacían temblar las hojas de los árboles.

Rápidamente corrió hacia lugar de donde provenía el sonido, y se encontró allí


al león, que había quedado atrapado en una robusta red. El ratón, decidido a
pagar su deuda, le dijo:

- No te preocupes, yo te salvaré.

Y el león, sin pensarlo le contestó:

- Pero cómo, si eres tan pequeño para tanto esfuerzo.


El ratón empezó entonces a roer la cuerda de la red donde estaba atrapado el
león, y el león pudo salvarse. El ratón le dijo:

- Días atrás, te burlaste de mí pensando que nada podría hacer por ti en


agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones somos
agradecidos y cumplidos.

El león no tuvo palabras para agradecer al pequeño ratón. Desde este día, los
dos fueron amigos para siempre.

Texto: Vivan en armonía los unos con los otros. No sean arrogantes, sino
háganse solidarios con los humildes. No se crean los únicos que saben.
Romanos 12:16
La amabilidad
Daniel y las palabras mágicas, un cuento infantil sobre la
amabilidad

Te presento a Daniel, el gran mago de las palabras. El abuelo de Daniel es


muy aventurero y este año le ha enviado desde un país sin nombre, por su
cumpleaños, un regalo muy extraño: una caja llena de letras brillantes.

En una carta, su abuelo le dice que esas letras forman palabras


amables que, si las regalas a los demás, pueden conseguir que las personas
hagan muchas cosas: hacer reír al que está triste, llorar de alegría, entender
cuando no entendemos, abrir el corazón a los demás, enseñarnos a escuchar
sin hablar.

Daniel juega muy contento en su habitación, monta y desmonta palabras sin


cesar. Hay veces que las letras se unen solas para formar palabras fantásticas,
imaginarias, y es que Daniel es mágico, es un mago de las palabras.

Lleva unos días preparando un regalo muy especial para aquellos que más
quiere. Es muy divertido ver la cara de mamá cuando descubre por la
mañana un buenos días, preciosa debajo de la almohada; o cuando papá
encuentra en su coche un te quiero de color azul.

Sus palabras son amables y bonitas, cortas, largas, que suenan bien y hacen sentir
bien: gracias, te quiero, buenos días, por favor, lo siento, me gustas.

Daniel sabe que las palabras son poderosas y a él le gusta jugar con ellas y ver
la cara de felicidad de la gente cuando las oye. Sabe bien que las palabras
amables son mágicas, son como llaves que te abren la puerta de los demás.

Porque si tú eres amable, todo es amable contigo. Y Daniel te pregunta:


¿quieres intentarlo tú y ser un mago de las palabras amables?

Texto: Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de


afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia.
Colosenses 3:12
La gratitud
Rudy la pala excavadora
En un pueblecito de profundos valles al pie de las montañas, con
pequeños ríos de agua cristalina, se encontraban cinco casas que vivían
en la armonía de la naturaleza, rodeados de la lluvia y la nieve en los
inviernos fríos y del sol y el viento en los relajados veranos. 
Este invierno, sin embargo, empezó un poco antes y todos los habitantes
se encontraban despistados. No habían sacado todos sus abrigos, ni
todas sus herramientas para prevenir las ventiscas y el furor de las
tormentas. Desde el primer domingo de diciembre el agua no dejo de
caer del cielo y casi ninguno de los vecinos tenía ganas de salir al frío.
Todo se complicó cuando a inicios de enero empezó a nevar sin parar.
Un día tras otro los copos dejaron su manto blanco por todos los sitios,
hasta tal punto que todas las casas quedaron con sus puertas
bloqueadas. 
Todos estaban preocupados porque ni los dos pequeños del pueblo
podían ir al colegio, ni los adultos cuidar a sus animales e ir a trabajar.
Intentaban llamar a los servicios de emergencia, pero estaban ocupados
limpiando y quitando nieve en otros pueblos más grandes. 
Los coches del parking de los bomberos no paraban de moverse para
ayudar, todos menos uno, una pala excavadora que nunca era usada por
considerarse vieja y grande. Esta pala se llamaba Rudy y hacía muchos
años era una gran herramienta para ayudar a todos los pueblos a
librarse de las nieves del invierno y de muchos incidentes que sucedían
en las montañas. Pero eso mucho tiempo atrás, y las nuevas palas,
tractores y camiones la dejaron en el olvido. 
Rudy sufría mucho estando parada y sin poder ayudar a los vecinos de
este pueblecito, así que se armó de valor y decidió ponerse
en  marc
ha. Poco a poco sintió como su interior tosía y echaba humo, pero al
final consiguió arrancar. Recorrió poco a poco la carretera. Cuando todos
los vecinos la vieron llegar arrastrando nieve y abriendo camino salieron
a aplaudirla de emoción. Se acordaban de cuando la veían esos años
trabajar sin descanso. 
- ¡Qué bien, Rudy! Gracias por salvarnos. 
Todos los vecinos pudieron salir de sus casas y no hizo falta más ayuda.
Rudy no podía sentirse más contenta. A partir de ese momento decidió
que volvería a funcionar todo el invierno.

Texto: Que gobierne en sus corazones la paz de Cristo, a la cual fueron


llamados en un solo cuerpo. Y sean agradecidos.
Colosenses 3:15
El servicio
“Dos hombres, … ambos enfermos de gravedad, comparten una
habitación en un Sanatorio.
A uno de ellos se le permitía sentarse durante una hora, en la
tarde, para poder así drenar el liquido de sus pulmones. Su cama
estaba al lado de la única ventana de la pieza.
El otro tenia que permanecer de espaldas todo el tiempo por su
estado de salud. Conversaban incesantemente, todo el día, siempre
hablaban de sus familias, sus hogares, empleos, experiencias  y
sitios visitados en sus vacaciones.
Todas las tardes, cuando el compañero ubicado del lado de la
ventana se sentaba, relataba a su compañero de cuarto lo que veía
por la ventana.
Con el tiempo, el compañero acostado de espaldas, que no podía
asomarse por la ventana, se desvivía por esos periodos de una hora,
durante el cual se deleitaba con los relatos de las actividades y
colores del mundo exterior. La ventana daba a un gran parque con
un bello lago…, los patos y cisnes se deslizaban por el agua,
mientras los niños jugaban y se divertían con sus botecitos a la
orilla del lago.
Los enamorados se paseaban de la mano, entre las formas
multicolores, en un paisaje con arboles majestuosos, y en la
distancia, una bella vista de la ciudad. A medida que el señor que
estaba cerca de la ventana describía todo esto con detalles
exquisitos, su compañero imaginaba un cuadro hermoso y pintoresco
que lo extasiaba.
Una tarde, le describió un desfile que pasaba por el Sanatorio, y
aunque el no pudo escuchar a la Banda, lo pudo VER A TRAVES de
los OJOS de su COMPAÑERO, tan vívidamente como si el mismo
estuviera mirando.
Pasaron los dias… las semanas… y una mañana… el hombre que
dormía cerca de la ventana, ya repuesto de su convalescencia, lo
dan de alta. A titulo de despedida se saludan afectuosamente con
su compañero de pieza y este buen hombre se retira a su domicilio,
contento y alegre como siempre.
Al día siguiente cuando llega la enfermera, el otro señor pidió que lo
pasaran a la cama cerca de la ventana. La enfermera accedió
gustosa y lo primero que hizo este señor fue apoyarse sobre su
codo -con mucho esfuerzo y dolor- para incorporarse y poder mirar
el mundo exterior.
Finalmente tendría la alegría de verlo por si mismo, pero al
asomarse a la ventana, lo que vio fue la pared del edificio de al lado.
Confundido y entristecido, le pregunto a la enfermera … que
seria??? lo que animo a su compañero de cuarto a descubrir
TANTAS MARAVILLAS del mundo exterior. La enfermera le
respondió que el señor era CIEGO y no podía ni ver la pared de
enfrente.
Ella dijo: QUIZA SOLO DESEABA ANIMARLO A USTED!”

Texto: Entonces Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo: —Si alguno
quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.
Marcos 9:35 

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