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Los proyectos suelen comprenderse como la preparación y disposición por escrito de los elementos
teóricos, materiales y humanos que se necesitarán para elaborar un producto, servicio o resultado
único, por lo que en ciertos ámbitos puede ser equivalente a bosquejo, guion previo, primer
borrador, etc.
Los aspectos formales y teóricos de un proyecto varían dependiendo de la naturaleza del mismo y de
su objeto de estudio, así como las partes que lo componen. Por ejemplo, algunos podrán hacer
hincapié en sus fuentes bibliográficas, mientras que otros lo harán en su metodología o su impacto
una vez terminado.
Un proyecto tiene más probabilidades de resultar exitoso cuando quien lo lidera (es decir, quien se
encuentre a cargo del mismo) establece algún tipo de sistema de control o método a través del cual
se monitorice a lo largo de las etapas todos los avances (o inconvenientes) del proyecto en base a lo
que fue planeado. De modo que puedan realizarse a tiempo las modificaciones necesarias para
lograr un mejor resultado y así concretar todos los objetivos.
Tipos de proyectos
Proyectos productivos o privados. Aquellos que tienen como fin ulterior la rentabilidad, es decir, la
obtención de lucro. Suelen ser presentados en el ámbito empresarial, del emprendimiento o
industrial.
Proyectos públicos o sociales. Aquellos que no poseen fines de lucro, sino alcanzar un impacto
importante en la sociedad o la población a distinta escala: local, regional, incluso mundial. Por lo
general cuentan como promotor con las instituciones del Estado, las ONG, o las políticas de
responsabilidad empresarial de las grandes empresas trasnacionales.
Proyectos de vida. Aquellos que se centran en los deseos de vida de un individuo y sus
probabilidades reales de conseguir la autorrealización.
Pasos de un proyecto
Evaluación. Se revisan las conclusiones del proyecto, los resultados arrojados tras su pesquisa. Es
una etapa de control y de información, sustentada en la idea del mejoramiento y acumulación de
factores de éxito a lo largo del tiempo.
Elementos de un proyecto
Finalidad y objetivos. Apartado en que se explica el problema que el proyecto vendría a solucionar,
los fines que persigue y las metas concretas, generales y específicas.
Producto o servicio. Aquí se hace una descripción detallada del producto final que se desea obtener,
explicando el modo en que esto respondería a lo planteado en los objetivos y también a su área de
ejecución, es decir, a otro tipo de situaciones parecidas.
Cronograma de actividades. Se explican los pasos a seguir para cumplir los objetivos, ordenados
cronológicamente y detallando la cantidad de tiempo que requeriría su satisfacción.
Presupuesto. El costo que la aplicación del proyecto tendrá para sus destinatarios, así como el modo
detallado en que se empleará el dinero en cada fase del proyecto.
Resultados esperados. Un detallado de los resultados que se desea obtener mediante la aplicación
del proyecto, a menudo acompañados de sus márgenes de riesgo y de ganancia.
Te explicamos qué son el alcance y las limitaciones de un proyecto y diversos ejemplos. Además, qué
son la introducción y las conclusiones.
Te explicamos qué son el alcance y las limitaciones de un proyecto y diversos ejemplos. Además, qué
son la introducción y las conclusiones.
Similarmente, las limitaciones de un proyecto son los aspectos del mismo que no podrán cubrirse,
que escapan a sus posibilidades y a priori se saben inalcanzables. Se trata de sus fronteras
conceptuales.
Cuando explicamos los límites de un proyecto, advertimos las debilidades, carencias o dificultades
que el mismo va a tener que enfrentar y, a menudo, aceptar, de modo que luego no se nos echen en
cara o en falta. Una buena explicación en ese sentido facilitará la labor de medir el éxito o fracaso de
cualquier iniciativa.
Un proyecto se propone estudiar el mercado de zapatos femeninos en Israel, para evaluar así una
posible iniciativa comercial de exportación. Pero dicho así, pareciera que se van a revisar
absolutamente todos los mercados de zapatos femeninos en el país, así que los encargados del
proyecto aclaran que tendrán el alcance que les permita la revisión de los datos de un instituto de
comercio local, ya que no se encuentran allá para averiguarlo ni disponen del presupuesto para
hacerlo (lo cual es, desde ya, una limitación). Entonces, plantearán el alcance del proyecto dentro de
lo contenido en el informe, y advertirán que este método tiene las limitaciones de que el informe se
emite en la capital, una vez cada tres meses y que no está especificado por rubro.
Introducción de un proyecto
Una introducción aclara términos, ofrece un resumen de la temática o una perspectiva histórica, e
incluso explica el estado actual de la cuestión, para así poder informar rápida y sucintamente sobre
la temática que se dispone a abordar.
Conclusiones de un proyecto
Por su parte, las conclusiones de un proyecto constituyen el cierre necesario del mismo, o sea, la
rendición de cuentas respecto a lo encontrado y la elaboración del discurso que la propia
investigación o proyecto haya logrado. Es decir que muestran el hallazgo de la experiencia que fue el
proyecto, haya sido o no el esperado.
Dicho más simplemente, explica por qué se logró lo que se logró y en qué medida, qué cosas salieron
mal y qué cosas salieron bien, pero sobre todo qué cosa se demuestra o qué cosa se puede aprender
de la manera en que el proyecto salió, y qué deberían tomar en cuenta futuros investigadores en la
materia, por ejemplo.
Gestión de proyectos
Te explicamos qué es la gestión de proyectos y las metodologías que utiliza. Además, cuáles son sus
etapas, beneficios e importancia.
Así, la gestión de proyectos puede entenderse como un conjunto de acciones determinadas que
garantizan el cumplimiento de un objetivo dentro de unos plazos de tiempo específicos, durante los
cuales se da uso a recursos, herramientas y talentos. Este tipo de estudios permiten evaluar,
gestionar y controlar procesos de muy diversa naturaleza, aplicando para ello metodologías,
razonamientos y conceptos.
Existen tres metodologías principales de gestión de proyectos, que emplean diversas herramientas
materiales y conceptuales, y que son:
El diagrama de Gantt. Esta metodología se ha empleado desde hace casi 70 años y es,
probablemente, la más y mejor conocida de todas las de la gestión de proyectos, debido a su relativa
simplicidad. Se trata de un diagrama de dos ejes, en los cuales se detallan las tareas y actividades de
cada proyecto, asociándolas a un cronograma que detalla su inicio, duración y cierre. Allí mismo se
deberán incluir las distintas fases del proyecto, organizándolo en el tiempo de modo secuencial, para
obtener así una suerte de “guion” o de procedimiento al cual ceñirse durante la ejecución del
proyecto.
Pert/CPM. Se trata de dos enfoques complementarios, a menudo aplicados de manera conjunta.
CPM se conoce como el Camino a la Ruta Crítica, y se trata del diseño de una trayectoria óptima que,
de seguirse al pie de la letra, permitiría la ejecución sin tropiezos de las actividades que componen
un proyecto. Para hallarla se debe simplificar el proyecto lo más posible y hacer un recuento de
prioridades y dependencias, así como distribución de cargas de trabajo. Sin embargo, como este
método no contempla la incertidumbre, suele combinarse con Pert, una metodología que aplica una
función probabilística para calcular el tiempo total de la ejecución del proyecto, en base a las
actividades que lo componen. Con sus resultados se compone una red de nodos que permite
analizar la ruta crítica y prever su desviación estándar. Para ello se emplean usualmente programas
de computación.
Método de la cadena crítica. La más reciente de las tres metodologías, pero una de las más
celebradas por los especialistas, es muy conveniente para proyectos complejos que requieren de
una perspectiva simplificadora. Consiste en hallar, entre todas las actividades que componen el
proyecto, cuáles son las “críticas”, o sea, las que determinan su duración máxima, para luego reducir
el tiempo estimado para cada una mediante la incorporación de “amortiguadores de tiempo” en
lugares clave. Dichos amortiguadores diversifican las labores, permitiendo ganar tiempo y
efectividad sobre la tarea determinada.
Análisis de viabilidad. El paso inicial consiste en determinar qué tan viable o conveniente es el
proyecto, o sea, qué implica llevarlo adelante en términos financieros, logísticos y de rentabilidad. Si
la inversión en un proyecto supera por mucho su rentabilidad, deberá haber otras razones de peso
para llevarlo adelante.
Planificación del trabajo. Luego se procede a enumerar y detallar las distintas tareas que llevar
adelante el proyecto implicará, o sea, los pasos que habrá que seguir, sin perder de vista los recursos
que cada paso requerirá y las estimaciones en coste, esfuerzo y tiempo necesarios.
Ejecución del proyecto. En esta etapa se llevan a cabo las tareas planificadas y se levanta un informe
de cómo ocurren, es decir, qué tropiezos encuentran, qué resultados arrojan y toda la información
necesaria para alimentar la etapa de control. Esta es la etapa en que se despliega todo lo planificado.
Seguimiento y control. En este paso se debe vigilar que el proceso esté arrojando los resultados
esperados, y se deben extraer las conclusiones pertinentes a partir de la información recabada
durante la ejecución. En base a dichas conclusiones se podrán modificar estrategias, tomar
correctivos y dirigir el proceso hacia un resultado ideal.
Cierre del proyecto. La finalización de un proyecto es también muy importante, ya que en esta etapa
se evalúa el proceso completo en retrospectiva, tomando nota de los fallos, los accidentes, los
imprevistos y levantando un informe que sirva para la planificación y ejecución de proyectos futuros.
Esta es la etapa del aprendizaje. Si los proyectos son exitosos, es aquí donde se realiza el backup o
respaldo de lo logrado.
No son pocos los beneficios que arroja una eficiente gestión de proyectos:
Disposición eficaz de los recursos y del tiempo. Evitando el derroche, la escasez y otros tropiezos que
disminuirían la rentabilidad del proyecto.
Mayor control sobre el destino de la organización. Ya que se pueden visualizar y organizar (priorizar,
jerarquizar, por ejemplo) los proyectos a emprender.
Mayor garantía de éxito. Dado que los proyectos no planificados están a merced de lo que pueda
salir mal, sin consciencia de lo que implican o simplemente se dan de modo desorganizado.
Mayores márgenes de aprendizaje. Puesto que la gestión de proyectos arroja, finalmente, informes
valiosos respecto al proceder de la organización y sus virtudes y desventajas en la ejecución de
proyectos.
La formalización del campo de la gestión de proyectos le otorga el rigor de una disciplina científica, la
meticulosidad y la capacidad de generar información, experiencia y aprendizaje. En ese sentido, se
trata de un saber vital para la administración empresarial y para la planificación organizacional, que
actualmente se lleva a cabo mediante diversas herramientas de software para sacar provecho a las
ventajas tecnológicas de la época. Sin la gestión de proyectos, no sería posible una estandarización
de este tipo de información empresarial.
Objetivos específicos
Te explicamos qué son los objetivos específicos, sus características y función en una monografía y en
una empresa.
Los objetivos específicos son varios pero todos derivan del objetivo general.
Los objetivos específicos, ya sea de un proyecto, una investigación o una organización, son las metas
a corto plazo que se deben realizar para poder alcanzar el objetivo central o principal, conocido a su
vez como objetivo general. Así, los objetivos específicos suelen ser varios y diversos, mientras que el
general uno solo y, como su nombre indica, global.
Además, los objetivos específicos se derivan del objetivo general, ya que constituyen los distintos
pasos previos que es necesario dar para alcanzarlo, es decir, que todo objetivo general se compone
de objetivos específicos.
En principio, los objetivos específicos son a corto o mediano plazo, ya que implican etapas parciales
para el cumplimiento del objetivo general. Suelen responder por lo tanto a las divisiones del
proyecto del que se trate, es decir, a su clasificación interna o composición interna, ya sean capítulos
(una monografía), departamentos (una empresa), etc.
A menudo implican un avance gradual, medible, y pueden ser sucesivos, o sea, que se necesita uno
primero para alcanzar otro. A la hora de redactarlos, para un documento o una exposición, los
objetivos específicos deben estar redactados en infinitivo, al igual que el objetivo general, y
detallados por separado después de éste.
Objetivos específicos de una investigación
Una investigación de cualquier tipo tendrá siempre un objetivo general, aquello que desea
comprobar, refutar o demostrar, y una serie de objetivos específicos, que serán los pasos a seguir
para poder alcanzar la meta principal de la investigación. Suelen coincidir con los capítulos de la
investigación, los cuales suelen versar sobre un tema o una etapa puntual de la misma.
Si una monografía, por ejemplo, se proponer abordar un tema en tres distintos capítulos, cada uno
obedecerá a uno o dos objetivos específicos, de modo que el avance en la materia se produzca paso
a paso, y de manera clara y comprobable.
En el ámbito empresarial, se habla de objetivos específicos para referirse a las distintas pautas y
guías que conducen a los objetivos generales, es decir, a satisfacer lo propuesto en la misión y visión
de la empresa.
En este caso, los objetivos generales se desprenderán del análisis de prioridades y procedimientos
de la organización, para poder determinar cuál es el camino deseado hacia la meta, en lo económico,
operacional, legal e incluso ético. Además, el correcto planteamiento de estos objetivos será clave
para determinar las líneas de acción, es decir, los procedimientos.
Probar los fármacos en los sujetos de prueba y registrar la efectividad de cada caso.
Elegir las obras del escultor que mejor reflejan dichos elementos.
Objetivo general
Usualmente, los objetivos generales de un proyecto son los que le confieren su propósito: ya se trate
de una empresa, de una organización sin fines de lucro, de una investigación monográfica o de otra
naturaleza, siempre estaremos hablando de su meta central. En el caso de las investigaciones suele
coincidir con lo planteado en el título.
El objetivo general deberá diferenciarse claramente de los particulares siempre. En muchos casos
tendrá semejanzas con la misión y visión de una empresa u organización.
Los objetivos generales suelen ser sucintos, concretos y resumibles en una única oración, si bien la
misma puede ser tan extensa como se desee. A la hora de redactar un objetivo general, se debe
partir de una perspectiva global del proyecto, intentando responder a la pregunta del ¿qué? o ¿qué
cosa? se aspira conseguir con el proyecto.
Una vez determinado, se deberá redactar siempre comenzando con un verbo en infinitivo
(terminados en “-ar”, “-er” o “-ir”), y de manera tal que abarque el conjunto de los objetivos
específicos.
“Comprobar experimentalmente la efectividad del suero médico experimental X3TY producido por
los laboratorios Pfizer en el tratamiento efectivo de la calvicie humana asociada a factores
hormonales tipificados.”
“Rastrear la influencia filosófica del arte renacentista en la producción tardía del poeta francés
Charles Baudelaire (1821-1867), a partir de su obra más conocida, Las flores del mal (1857)”.
La distinción entre el objetivo general y los objetivos específicos, en el proyecto que sea, es la misma
que hay entre el todo y las partes que lo componen.
Si el objetivo general es aquel que abarca la meta fundamental del proyecto, los objetivos
específicos reflejan las metas más pequeñas que permiten conquistar ese propósito general, o sea,
los pasos que hay que dar primero para poder avanzar el trecho propuesto.
En una investigación, los objetivos específicos suelen definir los capítulos de la misma, o bien los
pasos a dar dentro de una metodología experimental. Suelen ser mucho más simples, concretos y a
corto o mediano plazo. Su redacción, sin embargo, respeta las pautas del infinitivo que también
aplican al objetivo general.
Viabilidad
¿Qué es la viabilidad?
Cuando hablamos de la viabilidad de un asunto o un proyecto, nos referimos a qué tan probable es
llevar algo a cabo, materializarlo en la realidad. Por ende, y dependiendo del contexto, la viabilidad
puede tener que ver con las posibilidades físicas, lógicas, económicas o de otra índole (o incluso, con
todas las anteriores) que atañen al proyecto o al asunto.
Es por ello que determinar la viabilidad de un proyecto antes de emprenderlo suele ser una
conducta o aspiración afín a distintos oficios y profesiones, ya que nadie querría invertir tiempo,
esfuerzo y recursos en un proyecto que, de entrada, da muestras de no poder llevarse a cabo.
Incluso existen profesiones dedicadas a ello: a determinar, por ejemplo, el margen de éxito (y por
ende el margen de riesgo) que hay en un proyecto o en una inversión. A ello se le conoce como
“análisis de viabilidad”.
Lógicamente, el análisis de viabilidad debe llevarse a cabo antes de la toma de decisiones, y suele ser
un factor importante a tomar en cuenta a la hora de invertir, disponer de recursos o incluso de
comprometerse con un proyecto.
Factibilidad y viabilidad
La diferencia entre algo factible (que puede hacerse) y algo viable (que podría hacerse) es pequeña
pero significativa. Normalmente ambos términos se emplean como sinónimos, pero si indagamos un
poco más profundamente, percibiremos la diferencia entre uno y otro.
Así, la factibilidad tiene que ver con los rasgos objetivos de un proyecto, los cuales demuestran que
de hecho puede hacerse; mientras que la viabilidad tiene que ver con las circunstancias, y sugiere la
probabilidad de que pueda hacerse con éxito. O sea, lo factible es aquello que sin duda puede
hacerse, mientras que lo viable es aquello que, en apariencia, puede llevarse a cabo.
Viabilidad técnica
La viabilidad técnica es un tipo de viabilidad, determinada a partir de los elementos técnicos del
proyecto o el asunto. O sea, aquellos elementos que tienen que ver con los procesos y mecanismos
de los que el proyecto depende, como herramientas, conocimientos especializados, energía, etc.
Así, cuando un proyecto presenta viabilidad técnica, ello significa que, desde un punto de vista
estrictamente técnico, es decir, tomando en cuenta los conocimientos y las herramientas, es muy
probable que pueda llevarse a cabo con éxito.
Por ejemplo: para un especialista en computadores es viable reparar una netbook averiada, dado
que posee los conocimientos y las herramientas (por eso lo llamamos un “soporte técnico”). Eso no
significa que es 100% seguro que la arregle, pero sí que, desde el punto de vista técnico, posee todos
los elementos para que así sea.
Viabilidad económica
De manera similar, la viabilidad económica tiene que ver con los aspectos económicos del proyecto,
o sea, se refiere a los recursos capitales o financieros, que permitirán poner en marcha el proyecto
y/o adquirir los elementos que hagan falta. Nos referimos, pues, a los recursos materiales necesarios
para el proyecto.
Por ejemplo: para poner en marcha una fábrica de enlatados, no sólo hacen falta aspectos técnicos,
sino también económicos: capacidad de financiamiento a través de préstamos, deudas o inversores,
o bien capitales propios de la empresa, que pueden ser los de sus propios fundadores, por ejemplo.
Además, no tendría sentido iniciar la fábrica sin tener el dinero para pagar salarios, pagar servicios
(electricidad, agua, etc.) y comprar la maquinaria.
Existen muy diversos métodos de analizar la viabilidad de un proyecto, y cada una propone un
conjunto de criterios distintos: el FODA (Fortalezas, Oportunidades, Dificultades y Amenazas),
VIAPRO, PEST, PESTEL, son ejemplos de procedimientos analíticos posibles.
Sin embargo, todo análisis de viabilidad se fundamenta, a grandes rasgos, en la revisión de los
fundamentos mismos del proyecto, que generalmente se abordan desde una perspectiva triple:
El producto o servicio. Se trata de un análisis de las características propias de lo ofertado, o sea, del
producto que se fabricará o el servicio que se brindará, atendiendo a sus propiedades inherentes
(sin tomar en cuenta el contexto): su calidad, su versatilidad, su potencial, su originalidad, etc.
La estructura. Se trata del análisis de la conducción del proyecto, es decir, de la composición de sus
equipos de trabajo, de la organización interna de sus procesos o de la forma de concebir los
métodos de producción. Pero también se toma en cuenta del sistema de costos, pagos y dividendos
que sostendrán el proyecto y permitirán que se perpetúe en el tiempo, o sea, el análisis contable.
El mercado o entorno. Se trata del análisis del contexto del proyecto, es decir, de su nicho de
mercado, su público objetivo y de las condiciones históricas que lo acompañan. Todo proyecto posee
un mundo real en el que insertarse, y ello debe también tomarse en cuenta.
Cronograma
Te explicamos qué son los cronogramas, por qué son útiles y para qué se usan. Además, algunos
ejemplos y métodos para elaborarlos.
¿Qué es un cronograma?
Un cronograma (palabra derivada del griego krónos, “tiempo”, y grámma, “letra”) es una
representación gráfica, ordenada y esquemática de eventos, generalmente venideros. Normalmente
sirve como herramienta de gestión de proyectos, funciones o actividades. Su uso es muy común en
una enorme variedad de ámbitos, especialmente en los laborales y empresariales.
Al permitir la visualización ordenada de los eventos futuros, los cronogramas son ideales para las
labores de planificación, seguimiento y previsión. Por eso, constituyen una herramienta común y
popular.
Su representación visual puede darse de muchas formas y estilos, pero usualmente consiste en un
conjunto delimitado de espacios que se corresponden con instantes del tiempo: días, horas, etc., y
en los que se detalla más o menos algún evento o actividad.
En ocasiones, los cronogramas sirven como adelanto de labores futuras. Pueden ser evaluados como
basamento de un proyecto, y en base a ellos determinar la cantidad y/o frecuencia de recursos que
se necesitarán para el mismo, ya que esencialmente son herramientas para la gestión del tiempo.
Por esta razón existen programas computacionales idóneos para distintos tipos de cronograma,
como son Planner, KPlato o Microsoft Project.
Ejemplos de cronogramas
Puede haber tantos cronogramas distintos como se necesite, ya sea para detallar los pasos a dar en
un proyecto arquitectónico, marcar los hitos importantes en un embarazo, organizar el trabajo de
una fábrica o simplemente anunciar las películas venideras en un cineclub de barrio.
Sin embargo, suele hablarse de dos métodos importantes para elaborar cronogramas, conocidos
como:
El diagrama de Gantt. Suele consistir en una barra de entrada doble, en la cual se anotan las
actividades (filas) y el tiempo de su duración (columnas), para así poder organizarlas en el tiempo. Es
el tipo que se emplea mayormente en la gestión de espacios, como aulas de clases, que son
frecuentadas por diversos grupos de personas.
El diagrama de Pert. También llamado “red Pert”, consiste en la organización de las actividades en
base a cuáles anteceden a cuáles, aplicando para ello un diagrama de flujo, que conecta mediante
flechas los espacios (circulares o rectangulares) para indicar así prelación o continuidad. En este caso
lo importante no es tanto el tiempo en el que cada actividad se realiza, sino el orden específico en
que se hace.