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EPISODIOS DE LA
GUERRA
CIVIL
EL GENERAL
QUEIPO DE LLANO
A 5 P E S E T A S
EPISODIOS DE LA GUERRA CIVIL
POR
LUIS MONTAN
ILUSTRACIONES DE «GEACHE»
COMO C O N Q U I S T O SEVILLA
EL GENERAL QUEIPO DE LLANO
E P I S O D I O NÚMERO 5
21?
EPISODIOS PUBLICADOS:
» 2 . — L o s c e n t a u r o s de E s p a ñ a en el Puerto del P i c o .
> 5 . — L a conquista de R e t a m a r e s por la columna de C a s t e j ó n
» 4 - Asalto y defensa heroica del Cuartel de la Montaña.
Valladolid
Episodios de ia guerra civil, por Luis Montán
• | Ilustraciones de « G e a c h e » D I
LABOR PREPARATORIA
Sevilla era una de las ciudades cuya guarnición mejor conectada
estaba a la labor de preparación que durante más de un año, estaba
realizando el Comité Central de Madrid de la U . M. E . (Unión Mili-
tar Española) <para asegurar el triunfo del alzamiento y que por dos
veces hubo de ser aplazado, con objeto de afianzar la organización se-
creta entre las guarniciones de Madrid y Barcelona, que eran en las
que mayores dificultades se tropezaba a causa de la labor devastadora
que el Gobierno iba realizando en sus mandos, conocedor de lo que e¡
Ejército tenía entre manos y de la importancia que dado un pronun-
ciamiento, podía tener que los mandos de dichas dos grandes capi-
tales no lo secundasen.
L a U . M. E . disponía como puntales del levantamiento en gesta-
ción de las guarniciones de Pamplona, Vallado,lid, Burgos, Coruña y
Sevilla preferentemente sobre las restantes. Pero a Sevilla se la con-
cedía una especial importancia por considerar aquella División como
el enlace con k s fuerzas de Africa que eran las que al mando dei
— 7 —
>
— S —
LA NOTICIA DE LA SUBLEVACIÓN
DE LAS TROPAS DE AFRICA
E l viernes 17 de Julio, a eso de 'las diez y media de la noche, sonó
ed teléfono del Círculo dle Labradores de Sevilla, preguntando por uno
de sus más significados socios. L e llamaba un sobrino suyo dlesde el
Ateneo, quien ¡Le dijo escuetamente:
— M e acaban de decir que se han sublevado ¿as fuerzas de Africa.
Váyase .usted a c a s a inmediatamente por si esta noche hay y a sucesos
en Sevilla.
E l socio en cuestión, comunicó con toda urgencia lio que acababan
dle decirle a sus contertulios. Se telefoneó a ¡la Asociación die la Prensa
y a Falange para confirmar tan sen-
saciÓnnal suceso, y aunque todo ello
se hizo con cierta reserva, a lias doce
y a conocía mucha gente en la ciu-
dad la noticia, que. empegó a con-
cedérsele verosimilitud al saberse
que había llegado a ,la División a
media tarde por conducto' de la Co-
•maodlaincia Militar dle Algeciras. En
lia División, donde carecían de de-
talles dle la sublevación, se procuró
por tocios l'os medios reservarla; pe-
ro era de tal importancia que no
pudo evitarse que a medida que
iba avanzando la tarde, y a fuese
conocida por unois cuantos, que lle-
vados de un lógico dleseo dle com-
probarla, fueron esparciéndola pau-
latinamente h a s t a que llegó al
Círculo de Labradores, en el que
algunos socios, formando- animados corrillos se dedicaran a comen-
tarla hasta las primeras horas de la mañana.
A lias onoe de ¿a noche y a comenzó a observarse en Sevilla un mo-
vimiento nuevo; pero tan sigilosamente desarrolladlo, que hubiera pa-
sado inadvertido para quien no estuviese en antecedentes de lo que
vivía dentro dle aquel momento. L o s enlaces aban avisando casa por
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EL PRIMER HEROISMO
A las cinco menos cuarto de la madrugada, un oficial llamaba preci -
pitadamente a la puerta del comandante Cuesta. Era el capitán aviador
Vara del R e y .
—Mi comandante. En Tablada acaban de tomar tierra tres apara-
tos del Gobierno de Madrid.
— Y a se me había anunciado su llegada.
— S o n los tres de 'las líneas aéreas postales y vienen tripulados por
militares y algunos paisanos. El tripulante de uno de ellos es el capitán
Riexach.
,—Vienen a cargar bombas y lanzarlas contra las tropas de Franco
en Africa. Y eso hay que evitarlo sea como sea.
— Y o esítoy dispuesto a cumplir cualquier cometido, por arriesgado
que sea, con ese fin.
Se procedió con toda la premura que la urgencia del caso requería,
y una hora después, avisados por teléfono algunos elementos de la
U. M. E . , se reunían en Capitanía tos señores Vara del Rey, Aguilera
y Escribano. El capitán Aguilera, con órdenes secretas, salía inmediata-
mente en un coche para visitar a los jefes y más destacados oficiales
de las distintas armas de la guarnición, con objeto de informarles de
lo que ocurría y decidir lo que procedía hacer. Minutos después marcha-
ba con dirección al Aeródromo de Tablada el capitán Vara del R e y . No
llevaba al Aeródromo ninguna orden concreta. Llegó a Tablada, y vio
coin la consiguiente sorpresa, que un trimotor «Focker» despegaba en
aquel mismo momento, con una gran carga de explosivos, con di-
rección Sur, y que el personal de la Base estaba procediendo a 'a
carga de un bimotor «Douglas». Como en el Aeródromo la oficialidad
del mismo estaba comprometida en el movimiento, preguntó alarmado:
— P e r o ¿cómo lo habéis dejado salir?
— ¿ Q u é vamos haoer? Hay órdenes de la División de que se le
entregue el cargamento. Aquí somos sólo unos pocos. Los soldados y
las clases no es gente de la que podemos fiarnos. Y son ellos los que
al recibirse la orden están acarreándolo todo y dando las mayores
facilidades. Esperábamos órdenes de Sevilla. ¿Qué te parece?
El capitán Vara del Rey respondió secamente:
— N o hay aún órdenes; pero me basto yo. Ese segundo no sate.
Se metió precipitadamente en uno de los pabellones, cogió un mos-
qiuetón, y montando solo en un pequeño coche, pisó el acelerador
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die él. Y quiero hacerlo constar así para salvar toda responsabilidad.
— E n efecto, que conste la responsabilidad de cada cual en su actos.
Y o acepto la mía. Y aceptándola íntegramente, desde este momento que-
da usted detenido.
Y a vivía Sevilla en aquellos instantes un inconfundible aire de
revuelta. S e habían recibido' noticias de que en los pueblos próxi-
mos, especialmente en Alcalá de Gu adaira había habido graves tras-
tornos y muertos, y por las calles de Tetuán, Federico Castro y plaza
Nueva, Encarnación, Conde Duque y otros lugares de la ciudad, habían
comenzado los disturbios en las primeras horas de la mañana y por
ellas merodeaban grupos armados en actitud francamente intranqui-
lizadora. Había 'en, el ambiente como un anuncio de tragedia. E n los
corrillos de la calle de la Sierpe se comentaba en voz baja el nuevo
asesinato cometido pocas horas antes, por los pistoleros rojos, en la
Plaza de la Encarnación. Las gentes se miraban con recelo. Los ci-
clistas miliitaaes de la guarnición,
que cruzaban las calles llevando
partes, eran seguidos por lía curio-
sidad' del público.
LA PROCLAMACION
DEL ESTADO
DE G U E R R A
Destituido el general Villa-Abri-
lle, quedó provisionalmente en la
misma Capitanía en caládiad de de-
tenido, mientras el general Queipo
de Llano, posesionado del despacho
oficial del exdivisilonario, comenzó
a disponer, ayudado del comandan-
te Cuesta y del capitán Gutiérrez
Flores, todo lo relativo - para la fijación del Bando pnoelamando el
Estado de guerra.
El Bando, ya redactado gracias a la previsión del comandante
Cuesta, fué aprobado por el general, y se cambiaron impresiones
acerca de cuáles serían las fuerzas encargadas de sai fijación y de la
— ir —
LA TOMA DE LA TELEFONICA
A l llegar a este momento, los acontecimientos se amontonan por
tíu simultaneidad, y en cosa de una hora Sevilla se encontraba metida
en fuego, en plena guerra de reconquista ciudadana, por cuatro o
cinco lugares distintos de la población, que pudiéramos denominar
objetivos señalados por el general Queipo de Llano, que de nuevo
en su despacho de Capitanía, se multiplicaba dando órdenes y vistiendo
las mejores prendas de gran estratega, heroica y maravillosamente
secundado por los jefes y oficiales de la guarnición, que rivalizaban
en el exacto cumplimiento dle sus respectivos cometidos.
A eso de las tres y media, el general Queipo recibía la visita del
comandante Núñez, dle Intendencia. E l general había oído movimiento
dle tropas frente a Capitanía, y fué a curiosear desde detrás de las vidrie-
ras dleil bailcón de lo que se trataba. Eran fuerzas de Intendencia. Fué
en este momento cuando entró en el despacho el comandante Núñez:
— E s a s tropas ¿son de usted?
— S í , mi general. Vengo con ellas del Gobierno civil, creyendo
que estaba usted allí.
¿ Y ha podido usted salir del Gobierno?
— D e milagro; pero he podido salir. Allí hay un gran lujo de fuer-
zas de Asalto y Seguridad,y están con el Gobernador casi todas las
personalidades de izquierda de la ciudad, y muchos paisanos armados.
¿Dispone usted de mucha fuerza?
Sesenta y seis hombres entre oficiales, dlases y soldados.
Le bastará para tomar Ha Telefónica, que es lo más urgente, con
objeto de cortar las comunicaciones con Madrid. Distribuya usted las
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De ahí que mientras los bravos jefes y oficiales, con solidados, falan-
gistas y requetés, reñían sus primeras victoriosas ¡batallas en el cora-
zón de la ciudad para lia conquista de lo que más importaba dbmiinar
desde un principio; por otros barrios, las turbas, en plena impunidad,
iniciaban el saqueo, de San Jiuan de la Palma, San, Roque, San. Gil,
Santa Marina, San Bernardo, y prendían la tea incendiaria en los
palacios de Delgado Breckemberry, Marañón, Vi llamarla, Fernández
Palacio, Groisso y Luca de Tena, entre otros.
A las siete de la tarde, Sevilla era un sonar crepitante de fusilería.
Al Ejército y a las Falanges se les tiroteaba desde ventanas y azoteas.
Las calles se iban ganando para la causa d e ila nueva España, una
a una. Las familias refugiadas en sois casas con los balcones y ven-
tanas herméticamente cerradas, vivían pendientes de la Radio, pol-
la que y a el general Queipo dle Llano había comenzado a infiltrar en
los hogares honrados la esperanza y ía fe en la (España de 3a recon-
quista, con sus inimitables y patrióticas aharlas.
cionalista, que eran, los que días después tenían que tocarse con las
boinas rojas del Requeté.
Todas estas conquistas de los Centros o diales, teniendo que luchar
el Ejército con la desventaja del número y de la situación sobre el
terreno, apenas si nos costaron bajas en relación con la envergadura
la empresa. Según datos facilitados en la propia Capitanía a las nueve
de esa noche, nuestras bajas en el Ejército habían sido las siguientes:
MUERTOS
HERIDOS
(De Intendencia)
LA ARTILLERIA Y LA CABALLERIA
Del modo somero como puede ser fijado un reflato en un pequeño
libro, y a quedó descrita la feliz intervención de la Artillería en los
primeros momentos del alzamiento. Los artilleros de guarnición, en
Sevilla respondieron como un solo hombre al llamamiento que la- con-
ciencia española les hizo. Jefes y oficiales estaban comprometidos y a
hacía tiempo para intervenir en el movimiento, que como dijimos,
estuvo primeramente fijado para el día 10 de JuJio. L a gran mayoría
de sus oficiales estaban enrolados en la Falange, siendo el capitán
Puertas el representante directo del resto de sus compañeros en el
Comité militar de Falange, que de
acuerdo con la U . M. E . , organiza-
ba el movimiento en Sevilla.
E l capitán Puertas y otros ofi-
ciales del Arma se encontraban
ausentes de Sevilla en las vísperas
del movimiento, ya que aplazado
éste «sane die» desde el 10 de Julio,
nadie suponía la fecha fija en que
podría tener lugar por depender
ésta casi exclusivamente del des-
arrollo que el pronunciamiento tu-
viese en Marruecos. Ausente el ca-
pitán Puertas, quedó sustituyéndole
en la labor de ordenar los enlaces,
etcétera, el teniente González dé la
Vega, que fué quien, comunicó tele-
fónicamente ail capitán Puertas la
proximidad del alzamiento, lo que
hizo a éste regresar precipitadamente a Sevilla, donde se entrevistó a
Los pocos minutos con el capitán Villa, que ie puso, al corriente de
cuanto y a por la tarde del día 17 parecía ir acusándose en el ambiente.
E l capitán Puertas, una vez enterado de la situación, reunió por
la noche en un saloncillo independiente de Labradores, a don Ramón
Carranza y a los tenientes Medina, Pedrosa, Gross y Panladé.
De esta reunión salió ya acordado el plan a desarrollar, quedando
encargados los tenientes Pedrosa y Gross de los preparativos de la
defensa del Parque. De cómo respondió la Artillería en el momento
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i LA AYUDA
DE OTROS CUERPOS
E INSTITUTOS
Puede diecirse que no- faltó un
solo Cuerpo o Instituto armado de
la Guarnición al lado del movimien-
to, pero de un mod'o especial des-
tacó por la prioridad de su adhe-
sión, el batallón de Ingenieros Zapadores Minadores, del que fué prin-
cipal figura el capitán Ortiz y Meléndez Va'ldés.
H a y un detalle que acusa. planamente la incondicionaMad 1 de estos
buenos patriotas y soldados díe Zapadores Minadores, que fueron a
los que corresponde sin duda una antigüedad, que si no pudo hacerse
efectiva en la fecha primeramente fijada, tuvo feliz realidad tan pronto
como luego las circunstancias l o exigieron: su teniente coronel, señor
Marguerie, fué eÜ primero dle los jefes de la Guarnición unidlos al mo-
vimiento. Su adhesión Ta hizo en, las primeras horas de la mañana del
18, cuando ni siquiera había aún, llegado^ a Sevilla el general Queipo
de Llano, y adoptar tuna actitud tan decididla y tan anticipada en lo
que sólo en aquellos momentos era una incógnita, bien, merece el reco-
nocimiento dle los buenos españoles.
N o debemos cerrar estas líneas sin poner también de resalto la
prontitud con que la Guardia civil acudió a reforzar las fuerzas del
comandante Núñez en su objetivo de tornar la Telefónica, prueba de
que la Benemérita sevillana estaba en un. todo al lado del glorioso
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LAS FALANGES
Desmenuzando' en su gran, valbr histórico la participación de cada
uno de los Cuerpos e Institutos armados en el alzamiento sevillano,
cada uno de ellos de por sí atesoró méritos sobrados para hacer de sais
respectivas actuaciones un capítulo extenso y brillante de nuestra
Histeria; pero Sbs límites sobre el papel de estos fascículos, nos han
impuesto una reducción que nos lleva a tocar los sucesos de mayor
trascendencia sólo dle pasada.
Puestos en este trance, la misma limitación señaladla nos obligaría
a dar a la intervención, de' la Falange en el alzamiento sevillano un
espacio inadmisible a todas l¡uoes para la acción que los bravos camisas
azules desarrollaron en el citado movimiento, y pesando incluso nues-
tra responsabilidad y nuestros deberes de viejos falangistas, optamos
por dejar para un muevo fascículo, dedicado íntegramente a ello, la
decisiva participación, que tanto, en la preparación como, ein el desarro-
llo, tuvieron en. la bella ciudad de la Giralda (nuestros cantaradas se-
villanos.
LA RADIO Y EL TERCIO
L a noche del 18 al 19 fué una noche de gran actuación revolucio-
naria en Sevilla. Los afiliados a las asociaciones comunistas, marxistas
y anarquistas, cometieron toda oíase de desmanes, en especial en aque-
llas barriadas populares que eran sus antiguos feudos y a las que las
fuerzas del Ejército, por su redlucido número, no pudieron aoudir a
sofocar a un tiempo, todas las hoigueras del crimen encendidas. Triana,
San Marcos, La Macarena y el Pumarejo, eran todos ellos una barri-
cada donde el furor rojo, después de saquear y quemar cuanto su odio
¿De clases encontró al paso, se hicieron fuertes en ellas dispuestos a no
entregar las barriadas más que por la fuerza de las armas.
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NÍFICO A L I E N T O PATRIÓTICO
SE H A N PUESTO A LA VENTA
Por RIENZI
5 P E S E T A S
Por M. MORALES
5 P E S E T A S