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Parcial domiciliario Nº1

Historia del derecho


occidental

Docente: Daniel Panateri

Alumna: Lanza Melina


1.

Existían en la antigüedad prácticas aristocráticas relacionadas con el culto


religioso de veneración a los muertos, se utilizaban máscaras mortuorias para sustituir al
muerto, estas máscaras se asociaban con la idea de representar (imago) el personaje del
muerto, lo traían al ahora, lo representaban. Ahora bien, existía al mismo tiempo la idea
de la imagen vinculada a la cabeza (caput) y la función que la imagen juega en la
preservación de la identidad y la memoria del difunto y así de manera banal la cabeza o
caput se convierte en un elemento idóneo para representar en abstracto al ser humano.

En este sentido se entendía que la sede de la vida, del espíritu vital, residía en la
cabeza, este tipo de representaciones o ficciones venían a resolver la problemática
jurídica que surgía del patrimonio y las herencias, estos no podían quedar al estado, los
bienes pasaban a los parientes más cercanos. De este modo la persona y la cosa estaban
asociadas. Con Escèbola se considera un concepto distinto de personas (que se confunde
con imago) ahora es el hijo quien toma la posta del padre, ya no se va a tratar de
mantener la figura paterna, deja de estar relacionado con la representación del orden
natural (equivalente a Dios) . Persona implica la presencia concreta del muerto, no es
representación hacia el exterior, es concreto, ahora el hijo es el padre.

El concepto de persona se llena de contenido, de concepto antropológico, este


concepto es substancial y de este modo se contrapone a la ficción. La separación de
ficción separa al hombre de la cosa, aunque esta separación no significa negación. Es
aquí donde se produce una separación entre persona y res, al transformarse en categoría
substancial (persona) y no material (res). En el siglo II se asume una nueva idea de
naturaleza (natura), la ley natural es la ley racional y así también la razón (ratio) como
constitutiva del hombre. El ser humano participa de la razón o logos, por medio de ella
conoce el presente y el mundo que lo rodea, tiene plena conciencia del tiempo . Así
mismo lo corpóreo (corpus) es tanto lo que actúa como lo que sufre una acción. Corpus
es utilizado para designar los grupos humanos entendidos como centros de atribución de
derechos y deberes. Persona y Corpus se sitúan en planos diversos, Corpus pretende
individualizar, dar carácter unitario, se reconoce una existencia única a una realidad
plural. Persona se proyecta en el plano de la representación. En la Res publica
( entendida como corpus ya que designa a la pluralidad de seres humanos/personas) Se
necesita de una persona que lleve a cabo y ejecute sus actos de voluntad. En el Corpus
es donde se constituye cada hombre en su existencia. Así Corpus y persona sufre una
utilización y una adaptación de los conceptos al derecho jurídico, un modo de
representación abstracta del hombre. De esta manera lo material no está dado, se
construye en el discurso político. Así lo importante de la ficción jurídica es la acción,
qué implica un procedimiento, se trata de un armado ficticio de una acción . La ficción
jurídica necesita asumir, esto implica presunción y sobre ella es que se funda lo
verdadero, y la idea de recomponer lo que pasó, se funda en el discurso.

Esta acción de utilizar la ficción se puede asociar al espacio de certidumbre qué


necesita el derecho ya que sobre él recae la función de definir y sentenciar, ser efectivo
para resolver conflictos y en eso no hay lugar para la duda, en esto se refleja el carácter
performativo del derecho. El derecho produce certidumbre, la verdad no se revela en un
proceso judicial. En Roma la ficción no tiene límites y hacía uso de la naturaleza para
crear un presupuesto, un artificio, una transformación de la realidad, creación al mismo
tiempo que manipulación de la naturaleza.

Los artificios eran necesarios para transformar los hechos, puesto que su propia
naturaleza escapa al derecho. Así la ficción se utilizaban como herramienta técnica para
“evitar los obstáculos que la realidad ponía a la acción humana en el mundo”
(Yan, 2011:38). La utilización de la ficción transformaba la existencia, a quien no la
poseía aún o se la confería a quien ya no la tenía más. Asimismo transformaba también
la cantidad, la relación, la cualidad, la acción, el tiempo, el lugar, el ser y el no ser. Esto
suponía un problema para los intérpretes del Corpus justiniano, que fue recibido en las
universidades medievales, de qué manera podían conciliar esta forma técnica de
modificar el mundo social y también el mundo natural con la intangibilidad de una
naturaleza creada por Dios. Fue así necesario cristianizar esta naturaleza forzada y
manipulada por los juristas a modo de límite para esta ficción equiparando la naturaleza
con Dios. De esta manera quedaba redefinida la “natura” romana , fijar límites a esta
ficción qué desnaturalizaba jurídicamente al mundo.

Hubo qué limitar la capacidad de los hombres de cambiar la organización social


y también la naturaleza física. La escolástica del siglo XII entonces se encargó de la
intermediación cristiana y ahora la realidad era creada por Dios, se forma el adagio qué
naturaleza es Dios y las instituciones son naturales.

El límite concreto es que solo puede haber un nivel de ficción, ficción sobre
ficción no es válida. La naturaleza no puede ser torcida, sólo puede hacerlo Dios a
través del milagro. Así cristianizar el derecho romano tenía por objetivo domesticar y
limitar un modo de representar el mundo donde las “cosas” eran puramente las cosas
humanas y políticamente instituidas.

La ficción romana presenta un misterio extraño, este radica en la técnica del


derecho, en su manera de hacer. Esto suponía un rasgo fundamental, el poder que el
derecho reconocía a los jurisconsultos como a la ley para trastocar el orden de las cosas.
Desde este punto de vista su originalidad se pone de manifiesto a partir del esfuerzo que
pone la interpretación cristiana, a través del esfuerzo interpretativo de la escolástica,
para justamente limitarlo y proporcionarle límites a una realidad intangible .
2.

La clase social caballeresca fue creada por la nobleza medieval como una
categoría necesaria de la política la sociedad y la moral de Occidente. Así la caballería
se transforma en la parte particularmente de las relaciones sociales y entre las
instituciones en la cultura occidental. De esta forma podemos considerar la creación de
la caballería como instrumento con el cual la violencia, sin ningún control, puede ser
utilizada para convertirse la justificación de los valores civiles de una sociedad pacífica
o de una violencia regulada a través de las instituciones. Este tipo de artilugios son
considerados como una forma de construcción del poder en manos de cierto grupo
burgueses qué son las fuerzas económicamente productivas de la época. Esta estrategia
está organizada a través de una producción de documentos que se encuentran
relacionados en la voluntad de hacer a otros grupos sociales, de forma coercitiva, seguir
las reglas en ellos contenidos, y aunque parezcan que son ley, no lo son. Es decir que la
caballería es el resultado de crear un sistema de violencia institucional dentro de un
discurso sobre la paz, esto nace en el seno de la nobleza y se regula entre dictados
eclesiásticos y las normas de una monarquía incipiente. Esta organización de un modo
de orden entre los poderes (eclesiástico y monárquico) será la causa por lo cual la
caballería esté situada en medio de las dinámicas de poder y los movimientos donde se
negocie y ponga en práctica para obtener beneficios , ventajas o privilegios del tipo
jurídico, jurisdiccionales, políticos y culturales. Así las fazañas castellanas son
conservadas en un códice de la segunda mitad del siglo XIV (el manuscrito 431 de la
Biblioteca Nacional de Madrid) nos muestran el cruce entre derecho y literatura. Estas
compilaciones muestran la poética del discurso jurídico, entendida como el conjunto de
procedimientos, recursos y estrategias discursivas que muestran los modos en que este
discurso institucionaliza un imaginario social en un momento histórico particular y su
capacidad para actuar como metáfora constitutiva de un sistema de organización
jerárquica del poder. Esta característica, pone de relieve la capacidad de las fazañas para
ser utilizada como herramienta para conocer y representar el mundo en función de esa
misma razón constitutiva.
La fazaña posee una matriz cognitiva por su estructura narrativa, una
herramienta para conocer y representar el mundo en función de una misma razón
constitutiva anclada históricamente.

El manuscrito 431 conformó uno de los proyectos más ambiciosos de puesta por
escrito del derecho señorial y puede concebirse como parte de la reacción nobiliaria al
gran proyecto jurídico político consolidado con Alfonso X .

Caballeros, escuderos, rey, dama, estos tipos sociales implicados en la fazaña


encuentran de este modo un modelo de conducta y un modo de relacionarse entre ellos,
en función de una norma . No son simplemente personajes sino sujetos definidos con
precisión por el discurso jurídico que tiene la capacidad, mediante dispositivo narrativos
mínimos, de modelar la subjetividad social, crea mundos de sentido. “El conjunto de
estrategias y procedimientos discursivos que se despliegan en la fazaña, constituye un
modelo específico y contribuyen a establecer un régimen de veridicción” (Soler
Bistuè,2016:CV).

En la fazaña Nº7, que aparece a modo de ejemplo, podemos observar que no se


castiga la violencia porque está justificada y además se justifica que el Caballero no
tenga que contestar lo que le preguntan, solo por comportarse como tal. Es decir, la
justificación o legitimación del acto, está apoyada sobre la base de cuáles son las
cualidades, obligaciones y modo de obrar de un Caballero, de esta manera se justifica la
violencia institucionalizada sobre un discurso de paz. Legítima y justifica el asesinato
enmarcado en una serie de pasos y circunstancias normativizadas Y consideradas justas,
enmarcando dentro de ese discurso un afán de mantener el orden. La violencia
nobiliaria, lejos de reprimirse, se regula y se ejerce con base en una lógica que responde
a una construcción del mundo en la que la honra del Caballero se define según un
paradigma concreto de conducta y en oposición a otros actores sociales. De cualquier
modo queda en manos del Caballero, qué se considera damnificado, la decisión de
aplicar la violencia y de resolver de este modo el conflicto.

En esta fazaña podemos ver también el nivel de asimetría social entre el acusado
y el acusador, podemos deducir qué esta asimetría es totalmente intencional cuando se
describe al denunciante cómo “un escudero mal”, ni siquiera sabemos el nombre. Así
los sujetos sociales incluidos en el relato no son definidos a través de
conceptualizaciones normativas sino que son definidos a través de las acciones que
llevan a cabo. El Caballero es así puesto como sujeto social político que dispone de
cierto estatus o poder, a diferencia de los otros actores, para poder disponer el mismo de
la solución del conflicto sin que esto implique explicación alguna de su accionar, es
decir, su palabra es la ley. La justicia privada construye discursivamente un marco de
legitimación para la violencia institucionalizada y la sucia a una idea de paz asociada,
asimismo , a la idea de orden.
Bibliografia:

 R. Velasco, Jesús Ciudadanía, soberanía monárquica y caballería: poética


del orden de caballería, Madrid: Akal, 2009 (selección)
 R. Velasco, Jesús “Espacio de certidumbre. Palabra legal, narración y
literatura en Las Siete Partidas (y otros misterios del taller alfonsí)”,
CEHM, 29, , 2006, 423-451.
 Thomas, Yan Les opérations du droit, París: EHESS/Gallimard/SEUIL,
2011 (selección).
 Soler, Maximiliano El Libro de los Fueros de Castiella y otros textos
contenidos en el Ms. 431 de la Biblioteca Nacional de España, Buenos
Aires: Secrit, 2016 (Estudio).
 Miceli, Paola Derecho consuetudinario y memoria. Práctica jurídica y
costumbre en Castilla y León (siglo XI-XIV), Madrid: Dykinson, 2012
(selección).
 Ribas Alba, José María Persona desde el derecho romano a la teología
cristiana, Granada: Comares, 2012 (selección).

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