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Un origen sencillo para un gran plato

Antonio Lozada, Náyarith Gastulo, Diego Chiroque

No existe peruano que no haya probado el pollo a la brasa. Es un plato tan


apreciado que incluso es reconocido como patrimonio nacional, teniendo un día
al año para conmemorarlo. En este 2021 ya son 18 años consecutivos donde
hemos caído rendidos ante este plato. Sin embargo, la gran mayoría de
degustadores del pollo a la brasa desconocen sus orígenes.
Para mayor sorpresa, los orígenes de esta comida son sencillos, al menos lo
fueron al momento de su creación. La elaboración del negocio fue un proceso
arduo, que es tema para otro día. Por ahora enfoquémonos en el famoso plato.
Como toda buena comida, esta surge en momentos de gran necesidad y el
pollo a la brasa no podría ser la excepción. Todo se remonta a fines de 1940 y
principios de 1950, en ese entonces, el Perú sufría un golpe de estado. Era un
escenario muy problemático, las protestas de la gente al ver aplicándose en el
Perú una política americana iban en aumento, al igual que la incertidumbre de
cuándo habrá nuevamente un gobierno civil. No es menos decir que era un
ambiente difícil para que nazca un hermoso plato, pero a pesar de esto, al pollo
a la brasa no lo paro nadie.
La luz surgió en Ate, específicamente en la zona de Santa Clara. Resulta que
aquí vivía un empresario llamado Roger Schuler, quién vio a su empleada
cocinar un pollo cruzado con un palo y asándose al carbón. Roger se
sorprendió de esta manera de cocinar cuestionándose el porqué de esa forma.
Su empleada le respondió diciendo que le da un sabor especial. Y ahí es donde
empezó todo. Un día común en medio de un golpe de estado en el distrito de
Ate. Una genial descripción y al mismo tiempo sencilla.
Uno creería que este fabuloso plato se creó a base de muchas pruebas o de
buscar un sabor que sorprendería al mundo. Pero no, fue la receta de una
trabajadora en Ate. Benditas sean sus manos.
Siguiendo con la historia, Schuler le da un pellizco al pollo para probar su sabor
en ese momento a Roger le da una pequeña epifanía. Se dio cuenta que el
sabor era impecable, muy diferente a lo que había probado hasta ese entonces
y tuvo la idea de hacerlo masivo. Llama a su amigo el ingeniero Frank Ulrich,
pero ¿quién es este señor y cuál es su función? Pues, él fue quien creó el
primer horno pollero del mundo. Básicamente, era un motorcito que hacia rodar
a los pollos dentro de su eje y así puedan cocinarse al carbón.
Esta gran idea dio inicio a un gran negocio, del cual todos ya tenemos
conciencia, el pollo a la brasa. Sin embargo, pocos conocemos cual fue la
primera pollería del Perú y del mundo. Es obvio que fue a mano de nuestro
amigo Roger, el cual la nombró como Granja Azul. Poco a poco fue
expandiéndose y bueno, lo demás es historia.
Podríamos decir que el pollo a la brasa es un plato con un origen sencillo, una
historia que se puede contar en menos de 5 minutos. No obstante, no tiene
nada que ver con su único sabor. A veces las grandes cosas empiezan con las
ideas más simples.

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