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Unidad 2 / Escenario 3

Lectura fundamental

Habilidades clínicas

Contenido

1 ¿Qué son las habilidades clínicas?

2 Habilidades clínicas en primera y segunda generación

3 Competencias y habilidades clínicas en terapias de tercera generación

Palabras clave: habilidades clínicas, terapia de tercera generación, habilidades terapéuticas.


1. ¿Qué son las habilidades clínicas?
Las nuevas tendencias de intervención en psicología demandan cambios constantes en la lectura
y redefinición de los problemas, lo que a su vez contempla exigencias y competencias que los
profesionales en psicología deben desarrollar desde su proceso de formación. Atendiendo a ello, se
debe entender que los objetivos de las terapias pueden responder a diversas demandas, lo cual exige
un análisis correcto y adecuado de la situación, la elección de un enfoque que atienda y responda
de manera adecuada dicha demanda y, por supuesto, un plan de intervención eficaz que oriente las
acciones de cambio que se quieren lograr con la persona que acude a una orientación profesional en
psicología.

Desde una mirada tradicional, la formación de los psicólogos se ha abordado desde conceptos tales
como la modificación de la conducta, la restructuración cognitiva o la exploración introspectiva del
individuo; sin embargo, estas propuestas resultan ser limitantes frente a la comprensión de los seres
humanos.

Comprendiendo lo anterior, ¿alguna vez se ha cuestionado sobre el proceso o las estrategias de


intervención que se llevan a cabo en las terapias de tercera generación? O quizá ¿qué habilidades son
necesarias para el desarrollo de una práctica efectiva en las terapias de tercera generación?

1950 1970 1990


Terapias Terapias Terapias
conductuales cognitivas contextuales

Figura 1. Antecedentes de terapias de tercera generación


Fuente: elaboración propia

Para tratar de responder a estos y otros interrogantes que puedan ir surgiendo, es importante revisar
y conocer cuáles son las habilidades que de manera tradicional se han abordado desde las diferentes
propuestas de intervención. Posteriormente, usted podrá encontrar cuáles son las terapias que se
incluyen en la tercera generación y finalmente se hará un contraste de las habilidades que desarrolla
un terapeuta formado desde las terapias de modificación de la conducta y las de tercera ola.

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Es importante señalar que el proceso de la práctica clínica es fundamental en el quehacer profesional
del psicólogo; sin embargo, requiere el reconocimiento y la comprensión de un buen desempeño.
Las habilidades clínicas se entienden como el conjunto de procedimientos, destrezas y competencias
que todo profesional en psicología debe desarrollar independientemente del contexto o el campo
profesional en el que pueda desempeñarse.

Desde los diferentes enfoques se reconoce la necesidad de fortalecer, identificar y adquirir las
competencias necesarias para ejercer con responsabilidad el ejercicio clínico, por lo que se reconoce
la importancia de abordar las habilidades terapéuticas tradicionales como lo son la empatía,
aceptación, habilidades de escucha, saber preguntar, clarificar, competencias conceptuales, fluidez
y capacidad de síntesis. Sin duda, estos referentes datan de las aproximaciones psicoanalíticas,
conductuales y cognitivas que se daban frente a la exploración y comprensión de un motivo de
consulta o demanda.

Es válido aclarar que dichas habilidades no son propias de un enfoque, por el contrario, resultan ser las
destrezas más conocidas y relevantes a la hora de comprender y abordar un problema psicológico.

Habilidades Relación terapéutica, empatía, aceptación, cordialidad, respeto, rapport.


básicas

Habilidades
de escucha
Clarificación, síntesis.

Habilidades Tipo de preguntas, análisis, interpretación, fluidez, confrontación.


verbales

Conocimientos Apropiación teórica y conceptual.


generales

Figura 2. Habilidades tradicionales para la intervención psicológica


Fuente: elaboración propia

En la figura anterior, se representan las habilidades que de manera tradicional destacan sobre el
abordaje de los fenómenos psicológicos; sin embargo, y para dar cuenta de ello, es importante
reconocer cómo cada uno de los enfoques hace una apuesta diferente frente al reconocimiento de lo
humano y las acciones propuestas en la intervención.

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Bajo esta perspectiva, se abordará desde cada uno de los enfoques psicológicos y la lógica de estos las
acciones que desde allí se establecen para comprender lo psicológico. A continuación, se dará cuenta
del recorrido histórico y los aportes que el enfoque conductual y cognitivo ha desarrollado para asumir
los problemas que surgen en la actualidad.

2. Habilidades clínicas en primera y segunda generación


Para hablar de las habilidades y competencias en las terapias de tercera generación, es importante
reconocer los principios bajo los cuales se orienta cada uno de los modelos que se han propuesto para
comprender y explicar los fenómenos psicológicos.

Se reconocen los aportes de Skinner y Wolpe como los precursores de la propuesta terapéutica de
tipo conductual. En este sentido, y desde la propuesta de Skinner, se reconocen 5 principios bajo los
cuales se comprenderá la propuesta de intervención. Los principios que se plantean se dan sobre la
necesidad de reconocer las individualidades y características propias en las que se encuentre. Dicha
distinción se puede atribuir a la organización fisiológica de la estructura cerebral, puesto que, a
diferencia de las ratas con las que experimentaba Skinner, los seres humanos tienen la capacidad no
solo de responder a unos estímulos proporcionados por el ambiente, sino también de discernir sobre
ellos puesto que poseemos un lóbulo frontal y un neocórtex. De este modo, la preocupación de
Skinner se centró en explicar los principios básicos bajo los cuales se producen los aprendizajes
conductuales.

Idiosincrasia Variedad Contingencia Proporcionalidad Extinción

Figura 3. Principios conductuales


Fuente: elaboración propia

Al referirse al término idiosincrasia, Skinner se refería a todo aquello que es característico de una
persona o de una cosa, lo cual la hace diferente de los demás; de este modo, se comprende que no
todas las personas responden de la misma manera a los estímulos. Por el contrario, se debe tener en

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cuenta qué estímulos le resultan agradables de manera que puedan ser reforzantes en la conducta y
cuáles resultan ser desagradables para catalogarlos como castigos.

Una vez identificados los estímulos que puedan resultar agradables o desagradables para las personas,
es importante comprender el término variedad, puesto que en la variedad de los refuerzos o los
castigos se da la capacidad al sujeto de regular su propio comportamiento. A modo de ejemplo,
entendamos la conducta inadecuada de un niño cuyo comportamiento es de rabia, impulsividad, llanto
y rabietas constantes; sus padres acuden a una orientación por psicología puesto que no saben qué
hacer para que dicha conducta desaparezca. Acogiendo la propuesta de modificación conductual de
Skinner y el concepto de variedad, el psicólogo a cargo del caso puede aconsejar a los padres:

1. Identificar las conductas problema.

2. Establecer unas reglas de hogar específicas que el niño deba cumplir.

3. Establecer un número de refuerzos y castigos frente a las conductas esperadas y aquellas que no
correspondan a lo pactado.

4. Delegar al niño o niña la responsabilidad de regular su comportamiento a partir de las acciones


que puedan ser compensadas o reprendidas de acuerdo con la lista que establecen sus padres.

La propuesta anterior responde a una técnica de intervención que recibe el nombre de economía
de fichas en la que se busca que el niño o niña adquiera una regulación de su comportamiento y se
adecúe a unas reglas. En el ejemplo podemos ver que el niño o niña está en la capacidad de asumir
qué recompensas obtendrá si tiene un buen comportamiento y, por el contrario, cuáles serán las
consecuencias de su conducta al no responder de manera efectiva al comportamiento esperado por
sus padres. En este sentido entendemos que la conducta requiere de diferentes formas de estímulos,
que puedan generar variaciones y repertorios conductuales alternos.

El término contingencia abarca la necesidad de que las respuestas que se emitan bien sean reforzadas
o castigadas de manera inmediata. Por lo tanto, una contingencia puede ser un acontecimiento
provocado que da la probabilidad de que ocurra una respuesta. Para ampliar y comprender el
concepto de contingencia abordaremos una situación común que se da en el proceso de crianza con
los hijos.

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Ejemplo:

Lina y Camilo son padres de Santiago, se preocupan mucho porque su hijo obtenga buenas
calificaciones en el colegio y de acuerdo con su desempeño le proporcionan los juguetes o la ropa
que el desee; sin embargo, cuando Santiago no cumple con sus deberes escolares y sus calificaciones
no son buenas, sus padres deciden retirar el televisor de su habitación. Lina y Camilo van al colegio
para recibir el reporte de calificaciones del segundo periodo escolar, en el boletín de calificaciones
encuentran que su hijo ha reprobado matemáticas, español y ciencias naturales. Al llegar a casa
encuentran a su hijo y le exponen la situación, ambos padres se dirigen al cuarto del niño y retiran el
televisor de su habitación.

La situación anterior da cuenta de la consecuencia inmediata que le sucede a una determinada


conducta, para el caso la contingencia se entiende sobre la conducta de no aprobar todas las
asignaturas, por lo cual se retira el televisor de la habitación de Santiago.

Refuerzo

Proporcionalidad Respuesta Contingencia

Castigo

Figura 4. Contingencia
Fuente: elaboración propia

Por otro lado, el concepto de contingencia está asociado con el concepto de proporcionalidad, en el
sentido en el que las recompensas o castigos estimados deben ser equiparables a la conducta deseada
o no deseada. Ejemplo: para continuar con el ejemplo de los padres que premian a su hijo por sacar
buenas calificaciones, se entiende que el premio que el niño recibe es la consecuencia inmediata a la
conducta de buen rendimiento escolar. Sin embargo y para el caso de la proporcionalidad, los premios
o castigos que podrá recibir el niño deben ser equivalentes a la conducta, que, para este caso, es tener
buen rendimiento escolar; si los padres dieran a su hijo un carro por aprobar los estudios de primaria,
dicho estímulo no sería proporcional al esfuerzo que este debe hacer en su estudio de primaria.

Para finalizar, el principio de extinción propuesto por Skinner se da sobre el supuesto de que
antes de que desaparezca una conducta se puede incrementar su máximo repertorio conductual
debido a la tensión que se presenta sobre ella. Este procesamiento es el más usado, tanto desde

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el condicionamiento clásico como el operante, como el más efectivo para hacer que desaparezca
una conducta que no es deseada. La técnica logra efectividad en la medida en que se omiten los
reforzadores conductuales. Daremos un ejemplo para comprender el concepto en el contexto de una
situación.

Ejemplo:

Carolina de 4 años llora de manera constante cuando tiene que bañarse, hace pataleta y berrinche,
lanza los juguetes al piso y se enoja con sus padres. Adriana, madre de Carolina trata de calmarla y la
alza, la consiente y le da toda la atención que su hija demanda. Adriana desesperada por la situación
acude a consulta para saber que puede hacer cuando su hija tiene ese comportamiento. Si usted
estuviera en esa situación ¿cómo orientaría a Adriana?

Bajo esta pregunta y sabiendo que estamos abordando terapias de primera generación basadas en la
conducta, el psicólogo orientará sus estrategias de intervención sobre la modificación conductual a
través de la propuesta de la extinción. Para lograr este objetivo se le indicará a Adriana que una vez
su hija empiece a llorar, lanzar juguetes y armar berrinche, ella debe ignorar la conducta y no darle
la atención que su hija le demanda puesto que esto refuerza y mantiene dicha conducta. Adriana
con gran esfuerzo hace todo lo indicado por el psicólogo y obtiene una respuesta de inquietud y
frustración por parte de su hija, con el pasar de los días nota que su hija ya no llora, sino que se
preocupa ante la ausencia de su madre, de este modo la probabilidad de que Carolina llore cuando
deba bañarse disminuirá de manera significativa. Este efecto será producto del proceso de extinción
conductual que se llevó a cabo por parte de Adriana.

Como se había mencionado, otro de los autores que aporta de manera significativa en la intervención
psicológica es Joseph Wolpe, quien expone la necesidad de reconocer y establecer protocolos
de atención e intervención ante demandas como miedos y fobias. Recordemos que los miedos
son reacciones naturales de tipo biológico y cognitivo; por el contrario, las fobias, se dan como
pensamientos irracionales sobre aquello que no representa ningún peligro.

Wolpe centra sus estudios desde las corrientes conductistas y desarrolla las teorías que se dan sobre
lo que hoy conocemos como desensibilización automática. Dicha técnica ofrece la posibilidad de
entrenar a los pacientes en el reconocimiento de su cuerpo como un instrumento de relajación frente
a las situaciones o cosas que les puedan generar ansiedad o fobia. Las técnicas propuestas por Wolpe

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abren la posibilidad de reconocer la conducta y el pensamiento, como una aproximación a las terapias
de segunda generación desde la propuesta cognitivo-conductual. Desde esta perspectiva, las terapias
de Wolpe se presentaban sobre la capacidad de inhibir las respuestas de ansiedad a través de la
presentación de estímulos alternos.

Raíces

Condicionamiento clásico Condicionamiento operante

Aprendizaje Las conductas se aprenden y desaprenden Síntomas como objetivo a tratar

Figura 5. Terapias de primera generación


Fuente: elaboración propia

Raíces

Terapia de la conducta Aprendizaje social

Cognición Emoción Conducta

Figura 6. Terapias de segunda generación


Fuente: elaboración propia

De esta manera podemos comprender cómo operan los diferentes principios del modelo conductual,
en la comprensión de los fenómenos psicológicos. Estos principios no solo orientan las intervenciones,
sino que ponen de manifiesto las habilidades y competencias que se deben desarrollar desde este
modelo para abordar los problemas psicológicos. Tales competencias y habilidades se definirán el
siguiente esquema.

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Análisis de la demanda

Objetividad en la relación terapéutica

Definición y jerarquía en los roles

Clarificación

Capacidad de escucha y comunicación

Figura 7. Habilidades y competencias en las terapias de primera y segunda generación


Fuente: elaboración propia

3. Competencias y habilidades clínicas en terapias de tercera


generación
Comprendiendo las propuestas de intervención y las habilidades que los terapeutas deben desarrollar
desde modelos conductuales y cognitivos, finalizaremos hablando de las terapias de tercera
generación y de cómo estas se han consolidado como las principales opciones de las terapias
cognitivo-conductuales. Recordemos entonces que dichas terapias se enfocan principalmente en el
planteamiento contextual y en el análisis funcional de la conducta como una forma de flexibilizar los
procesos y la relación entre el paciente y el terapeuta.

Terapias de tercera ola o tercera generación

Planteamiento Análisis funcional Relación


contextual de la conducta terapéutica

Abandona la Repertorio Terapeuta-


postura del conductual persona
síntoma por la
de aceptación

Figura 8. Características de las terapias de tercera generación


Fuente: elaboración propia

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Partiendo de esto, se comprenden los cambios en las dinámicas de intervención convencional y se
recuperan los siguientes aspectos frente al abordaje de intervención y las habilidades que el terapeuta
debe desarrollar para atender a las demandas psicológicas desde este modelo de trabajo. De acuerdo
con Barraca (2009) dichos aspectos se refieren a lo siguiente:

1. La comprensión de la referencia contextual.

2. Más interés por las funciones de las conductas que por las conductas concretas.

3. La búsqueda del cambio de una clase de conductas más que por conductas concretas.

4. La preferencia por el cambio experiencial (de contingencias) frente al cambio más


psicoeducativo basado en reglas.

5. El cambio experiencial que conlleva alguna forma de conciencia plena.

Las orientaciones descritas facilitan la aproximación a las diferentes propuestas de intervención que
se proponen desde el marco de referencia de tercera generación, a partir de estos se puede hablar de
la terapia de mindfulness, terapia relacional emotiva y terapia de aceptación y compromiso, las cuales
proponen habilidades particulares según la práctica y el ejercicio de experiencias que se proponga.

Atención y Terapia relacional emotiva Intervención


conciencia psicológica,
plena, estar Atención y rescata el
atentos a lo conciencia valor
que hacemos. plena, estar emocional.
atentos a lo
que hacemos. Terapia de aceptación
Mindfulness
y compromiso

Figura 9. Modelos de terapias de tercera generación


Fuente: elaboración propia

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Como se expuso en el Escenario 2, las terapias de tercera generación posibilitan una forma alterna
de comprender los problemas, lo cual exige en los terapeutas desarrollar destrezas necesarias para
este tipo de intervenciones. Dichas habilidades se orientan al cumplimiento y logro de las metas
propuestas y a poner en práctica la capacidad de desarrollar ejercicios experienciales. En este sentido,
en el siguiente esquema se presentarán las habilidades clínicas que son necesarias para emprender
acciones terapéuticas desde el modelo de intervención propuesto.

Tabla 1. Habilidades clínicas en terapias de tercera generación

Competencia para desarrollar Tipo de terapia de tercera generación


Mindfulness
Capacidad de análisis de información y
Aceptación y compromiso
explicación de la conducta
Terapia relacional emotiva

Dominio y manejo de técnicas de autorregistro Terapia relacional emotiva

Entrenamiento en habilidades sociales, control Mindfulness


de contingencias Terapia de aceptación y compromiso

Uso de metáforas Aceptación y compromiso

Uso de paradojas terapéuticas Aceptación y compromiso

Fuente: elaboración propia

En síntesis, respecto a las habilidades que debe desarrollar un terapeuta orientado bajo el modelo de
las terapias de tercera generación, se exige una amplia comprensión del motivo de consulta y sobre
ella la posibilidad de responder de manera efectiva a la demanda del paciente o el consultante; por
otro lado, la fluidez y orientación verbal se da sobre el uso de metáforas o lenguaje paradójico, lo
que facilita la exploración de nuevos significados e innovar en la terapia. De igual forma se recoge
el trabajo experiencial con el consultante puesto que es la experiencia la que se reconoce como
un concepto dinámico y de cambio, este sin duda está relacionado con la capacidad de empatía y
flexibilidad terapéutica que se pueda establecer en la relación de terapeuta y el consultante, puesto

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que en gran medida el éxito del tratamiento dependerá de este proceso. Por último y no menos
importante, el terapeuta debe posicionarse como un facilitador del cambio, orientado al servicio y al
acompañamiento constante del paciente en su proceso.

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Referencias
Bados, A. y García, E. (2011). Habilidades terapéuticas. Departamento de Personalidad, Evaluación y
Tratamiento Psicológicos, Facultad de Psicología, Universidad de Barcelona. Recuperado de http://
diposit.ub.edu/dspace/bitstream/2445/18382/1/Habilidades%20terap%C3%A9uticas.pdf

Barraca, J. (2009). Habilidades clínicas en la terapia conductual de tercera generación.


Clínica y Salud, 20(2), 109-117. Recuperado de http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_
arttext&pid=S1130-52742009000200001

Wolpe, J. (1979). Práctica de la terapia de la conducta. Barcelona: Editorial Trillas.

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INFORMACIÓN TÉCNICA

Módulo: Seminario de actualización I Psicología


Unidad 2: Programas de entrenamiento y habilidades
clínicas
Escenario 3: Programas de entrenamiento y habilidades
clínicas

Autor: Natalia Turriago Gálvez

Asesor Pedagógico: Yovani Andrés Restrepo Giraldo


Diseñador Gráfico: Diego Calderón
Asistente: Julieth Sthefhany Ortiz Munevar

Este material pertenece al Politécnico Grancolombiano.


Prohibida su reproducción total o parcial.

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