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Critica del testo

XI / 1-2, 2008

Estratto

viella o ~~~lLNZ/\
F croando García Romero

Aristóteles paremiólogo

En todos los géneros y en todas las épocas de la literatura griega


antigua tenemos bien documentado el uso de proverbios. Natural­
mente, como ya observaron los eruditos antiguos, son especialmente
abundantes en aquellos autores y géneros que reproducen en mayor
medida el lenguaje coloquial (la comedia, los diálogos de Platón o
Plutarco, la epistolografia, etc.), pero tampoco faltan en otros gé­
neros que requieren en principio un estilo "elevado" alejado de la
lengua coloquial, como la poesía épica i o la tragedia1 .
Pero los antiguos griegos no se limitaron a utilizar proverbios.
También reflexionaron sobre sus rasgos distintivos y su valor, y es
Aristóteles, en el siglo IV a.C., el primer autor cuyas reflexiones
acerca de los proverbios conocemos. No obstante, el término paro­
¡mía ("proverbio") se encuentra documentado por vez primera para
nosotros en el v. 264 de la tragedia Agamenón de Esquilo (año 458
a.c.), y poco después reaparece en Sófocles, en concreto en el v. 664
de Ayante, donde la palabra paroimía es calificada mediante un ad­
jetivo (alethés, "verdadero") que designa un rasgo que acompañará
sistemáticamente al proverbio tanto en la tradición antigua como en
la moderna: su veracidad, su sabiduria.
Otro es el calificativo que recibe el término paroimía en el v.
528 de la comedia Tesmoforiantes de Aristófanes (año 411 a.C.). En

1. Por ejemplo, en Odisea 20.300-302 encontramos la expresión proverbial


«risa sardónica» referida a la sonrisa de Odiseo mientras soporta las burlas y afren­
tas de los pretendientes, pensando que está cerca el momento de su venganza,
2. Cf. A, López Eire, Sobre la lexis de la tragedia griega antigua, en Idee
eforme nel teatro greco, n Convegno italo-spagnolo su teatro greco (Napoli, 14-16
ottobre J999), a c, dí A. Garzya, Napolí 2000, pp. 257-299,

Critica del testo, XI I 1-2,2008


2 F emando García Romero

este pasaje se aplica al proverbio el adjetivo palaiós ("antiguo"), que


designa otro rasgo que en adelante reaparecerá continuamente como
característica distintiva de los proverbios: la antigüedad de los refra­
nes, un rasgo que aparece frecuentemente asociado al que señalamos
anteriormente (su sabiduría y veracidad). En efecto, comentaremos
más adelante a propósito de Aristóteles que en la erudición antigua
encontramos expresada con frecuencia la idea de que los refranes
son sabios y verídicos porque son antiguos.
Ya en el siglo IV a.c., Platón emplea a menudo proverbios como
elementos que confieren vivacidad a los diálogos3 • En este autor,
sin embargo, no hallamos todavia ninguna reflexión teórica sobre el
valor y uso de los proverbios, aunque podemos asegurar que tam­
bién para Platón los proverbios son sabios, verdaderos y antiguos,
a juzgar por las fórmulas con las que los personajes de sus diálogos
introducen la cita de un refrán: «porque está en 10 cierto el prover­
bio» (Sofista 231 c), «él hará especial caso al proverbio» (Menéxeno
248a), «parece tener razón el proverbio» (Filebo 5ge), «el antiguo
proverbio» (Crátilo 384a), «de acuerdo eon el antiguo proverbio»
(Lisis 216c), «preservando el antiguo proverbio» (República 329a).
Pero no toda la tradición literaria y erudita griega aprecia los
refranes. También una parte de la tradición retórica griega considera
que su uso es inadecuado en cualquier escrito o discurso que preten­
da sobrepasar el nivel de la lengua coloquial4 • Así, Filóstrato (Vidas
de los Sofistas 2.9) nos comenta que algunos eruditos censuraban
al gran orador Elio Aristides (129-189 p.C.) por haberse atrevido
a utilizar un humilde proverbio (rasgo que consideraban propio de
un estilo «no elevado»), cuando para criticar a un tal Alejandro por
seguir el ejemplo de su padre en su astucia para los negocios dijo

3. Cf. R. Tosi, Dizionario delle sentenze latine e greche (1991), Milano 1993 8,
pp. X-XI; 1. F. Kindstrand, Ihe Greek concept ofproverbs, en «Eranos» 76 (1978), pp.
71-85 (en particular p. 73); E. Grünwald, Sprícmvarter und sprichwartliche Reden­
sarten bei Plato, Berlin 1893; D. Tarrant, Colloquíalism, semi-proverbs and word-play
in Plato, en «C1assical Quarterly» 40 (1946), pp. 109-117, Y More colloquialism, semi­
proverbs and word-play in Plato, en «Classical Quarterly» 8 (1958), pp. 158-160.
4. Cf. K. Rupprecht, artículos Paroimía y Paroemiographoi, en Realen­
cyklopddie der klassischen Altertumswissenschaft, XVIII.4 (1949), columnas
1707-1735 y 1735-1778, (en particular columna 1736); Kindstrand, The Greek
concept cit., pp. 72-73.
Aristóteles paremiólogo 3

aquello de «de tal palo tal astilla)}5. Estos prejuicios contra el uso de
proverbios probablemente podamos hacerlos remontar a la retórica
de la época clásica (siglos V-IV a.C.), y en concreto a la escuela de
Isócrates. En esa dirección apunta un pasaje de la obra El banquete
de los eruditos de Ateneo de Náucratis (II, 6Od-e), que nos testimo­
nia que los seguidores de Isócrates consideraban que dedicarse a
recopilar y estudiar proverbios era perder el tiempo: «Cefisodoro,
el discípulo de Isócrates, en su obra contra Aristóteles (y son cuatro
libros) critica al filósofo, como a quien no ha hecho una cosa digna
de aprecio, por haberse dedicado a recopilar proverbios».
De 10 hasta aquí expuesto podemos concluir que ya antes de
Aristóteles tenemos trazados los dos caminos principales por los
que circularía la consideración de los proverbios en la Antigüedad
a partir del fundador del Liceo: por un lado el enfoque "filosófico"
(la "autoridad" de los proverbios como saber antiguo y veraz), y por
otro el enfoque "retórico" (sobre todo el estudio de los efectos que
su uso confiere a un discurso o a un escrito)6,
Como en otros tantísimos aspectos del saber humano, también
en lo que respecta a los proverbios la obra de Aristóteles marca un
antes y un después. Porque Aristóteles no sólo utiliza abundantes
proverbios en sus escritos, como su maestro Platón, sino que con él
comienzan para nosotros las especulaciones teóricas sobre los refra­
nes. Diógenes Laercio (5.26) atribuye a Aristóteles una obra titulada
Proverbios (Paroimíai), lamentablemente perdida para nosotros. Es
más, sobre este tratado no poseemos ninguna noticia segura y no nos
ha llegado un solo fragmento que podamos adscribir con certeza a
esta obra. Eso ha llevado a negar su existencia a prestigiosos estudio­
sos tanto de la obra aristotélica (Y. Rose) como de la paremiología
griega (O. Crusius); para estos autores la adscripción a Aristóteles
de un tratado titulado Proverbios seria una confusión de Diógenes
(o de la fuente de la que toma la noticia), al considerar un tratado
independiente lo que son en realidad una multitud de referencias
dispersas en el conjunto de su obra. En cambio, otros especialistas

5, Literalmente, "del padre, el hijo", Sobre este proverbio, véase Tosi, Dizio­
nario cit., n° 1445; F. García Romero, Sobre algunos proverbios usados en comedia,
en Idee efonne nel teatro greco cit., pp. 153-160 (en particular pp, 159-160).
6, Cf. Kindstrand, The Greek concept cit., p. 73.

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4 Fernando García Romero

como Rupprecht7, Kindstrand8 , Ieraci Bi09 o Tosilo, se inclinan por


aceptar la existencia de un tratado aristotélico independiente dedica­
do a los proverbios, aunque reconocen que no es posible aducir ar­
gumentos que demuestren definitivamente esa hipótesis. Rupprecht
se aventura incluso a sugerir que el tratado perdido pudiera haber
consistido en una recopilación de refranes y una discusión teórica
sobre los mismos, a la cual habría pertenecido el fr. 13 Rose 463
Gigon (sobre el que luego volveremos).
Pese a nuestro desconocimiento del contenido del tratado aris­
totélico Proverbios (si es que alguna vez llegó a existir), podemos
no obstante formamos una opinión de las ideas de Aristóteles sobre
los proverbios a partir de las noticias que otros autores nos trans­
miten, y por supuesto y en primer lugar, a partir de 10 que el propio
Aristóteles nos dice en varias de sus obras conservadas, de modo
especial en la Retóriea ll .
Particularmente interesante es un pasaje de un opúsculo de fi­
nales del siglo IV p.C., el Elogio de la calvicie de Sinesio de Cirene
(XXII fr.13 Rose = 463 Gigon). En él, Sinesio defiende el valor
de los proverbios recurriendo a la autoridad de Aristóteles y dice lo
siguiente: «Acerca de los proverbios afirma Aristóteles que son res­
tos de una antigua filosofía perdida en el curso de las grandísimas
catástrofes humanas, que han sobrevivido a causa de su concisión
y agudeza. Un proverbio es precisamente esto: un dicho que tiene
el prestigio de la antigüedad de la filosofía de la que procede». Así
pues, en opinión de Aristóteles los proverbios son, igual que los mi­
tos (ef Metafisica 12.8, 1074a38-b12), restos del pensamiento de
civilizaciones antiquísimas, que han sobrevivido por vía oral a las

7. Rupprecht, Paroimía cit., columnas 1736-1737.


8. Kindstrand, The Greek concept cit., pp. 73 ss.
9. A. M. Ieraci Bio, 1/ concetto di paroimia in Aristotele, en «Rendiconti
dell'Accademia di Archeologia, Lenere e BeHe Arti di Napoli» 53 (1978 [1980]),
pp. 235-248 (en particular pp. 235 SS., 243).
10. Tasi, Dizionario cit., pp. XI-XII.
11. No en vano, mientras que Isócrates identificaba retórica y filosofia, Aris­
tóteles (nos dice Cicerón, Tusculanas, 1, 4) «etiam coepit adulescentes docere et
prudentiam curn eloquentiam iungere», uniendo esos dos aspectos, el filosófico y
el retórico, que el Estagirita destacaba también en los proverbios. Cf. leraci Bio, 1l
concetto di paroimia in Aristotele cit., p. 244; A. López Eire, Poéticas y Retóricas
griegas, Madrid 2002, pp. 210 ss.
Aristóteles paremiólogo 5

grandes catástrofes sufridas por la humanidad, y esa supervivencia


se ha debido a su capacidad para grabarse en la memoria gracias
sobre todo a dos rasgos que poseen los proverbios: la concisión
(syntomia) y la agudeza (dexiótes). Rupprecht sugiere que el frag­
mento transmitido por Sinesio pudiera haber pertenecido al tratado
Proverbios, pero la mayoría de los estudiosos prefieren seguir a
Rose y atribuir el pasaje a un diálogo perdido tÍtulado Sobre la fi­
losofia, cuyos cuatro primeros fragmentos nos indican, en efecto,
que Aristóteles se interesó igualmente por la tradición gnomo lógica
griega ligada a Delfos y a los Siete Sabios como testimonios de una
filosofía antigua y aún no literaria J2 • En efecto, en Sobre lafilosofia
sostenía Aristóteles una visión cíclica de la historia de la humani­
dad: cada ciclo de civilización concluye con un cataclismo natural,
como ya indica también Platón 13 ; con los supervivientes comienza
un nuevo ciclo, que parte de los "restos" de la sabiduría del ciclo
anterior, unos restos conservados especialmente en los proverbios
y la tradición gnómica y en los mitos. En consecuencia, la investi­
gación de estos testimonios, únicos para conocer una antiquísima
sabiduría, es también competencia de la filosofía: «sus perspicaces
ojos afirma Wemer Jaeger l4 - divisaban el valor de los proverbios
y de la tradición gnómica para la investigación de los orígenes de la
reflexión ética». Por eso creemos que tiene mucha razón Anna Ma­
ria Ieraci Bio cuando comenta que el interés de Aristóteles por los
proverbios «no era del tipo folklorístico-documental-compilatorio,
como en el caso de los gramáticos tardíos que nos han dejado diver­

12. Cf. Kindstrand, The Greek concep! cit., p. 75; P. Martin, Studien aufden
GeNe!e des griechischen Sprichwortes, Erlangen 1889.
13. Político 270c-d, TI'meo 22c SS., erilÍas I10a, Leyes 676 ss. Véase también
Aristóteles, Meteorológicos 1.3, 339b27-30; Aletafisica 12.8, 1074b8-13; Sobre el
cielo 1.3, 270b; Política 7.10, 1329b25-31. Cf. E. Bignone, L 'Aristotele perduto,
2 voll., Firenze 1936, JI, pp. 474-475; M. Untersteiner, Aristotele. Dellafilosofia,
Roma 1963; A. H. Chroust, The 'Greal Deluge' in Aristotle 's On philosophy, en
«Acta Classica}} 42 (1973), pp. 113-122; C. Natali, La teoría aristotelica del/e cata­
strofi· Metodo di razionalizzazione di un mito, en «Rivista di filologia e Istruzione
Classica» 105 (1977). pp. 403-424; reraci Bio, Il concetto di paroimia in Aristatele
cit., pp. 238 SS.; Kindstrand, The Greek concept cit., p. 77; E. Berti, Lafilosofia del
"primo" Aristotele, Milano 1997.
14. Aristoteles (1923), tr. esp. Méjico 1946, pp. 152-153.

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6 Fernando García Romero

sas colecciones, sino que estaba estrechamente relacionado con sus


especulaciones filosóficas»l5.
Quizá cuando Aristóteles consideraba los proverbios como po­
tenciales restos de civilizaciones perdidas tuviera en mente algunos
refranes que nos llevan a épocas remotas en las que los hombres
no conocían la agricultura y vivían de la recolección de frutos sil­
vestres l6 , como el proverbio «basta de encina»l?, que se decía «a
propósito de los que pasan de una vida peor a otra mejor. Porque
antiguamente los hombres se alimentaban de bellotas de encina, y
luego descubrieron y se sirvieron de los frutos de Deméten}l8. En
todo caso, como para Platón, también para Aristóteles la antigüedad
confiere "autoridad" a los refranes (recuérdese la frase final del pa­
saje citado de Sinesio), y esa idea reaparece posteriormente en auto­
res como Elio Aristides (Discursos II [XLV Dindorf] 392, III [XLVI
Dindorf] 139), Cicerón o Quintiliano 19 , y sigue estando presente en
los estudios modernos sobre proverbios, desde que Rousseau, Her­

15. Ieraci Bio, Il eoneetto di paroimia in Aristotele cit., pp. 237-238.


16. Cf. Rupprecht, Paroimía cit., columna 1730.
17. Recogido en diversas colecciones de proverbios griegos antiguos: Zeno­
bius Vulgatus 2.40 = Zenobius Athous 1.16; también en Diogeniano 1.62; Hesiquio,
sub voee; Suda, sub voee; Eustacio, Comentario a la Odisea 1859,49; Zenobius
Athous 5.51 (con el comentario de ;M. Spyridonidou-Skarsouli, Der erste Teil der
ftir¡fien Athos-Sammlung grieehiseher Spriehwarter, Berlin-New York 1995). Cfr.
igualmente el fr. 49 Wehrli de Dicearco, así como Colleetio Bodleiana 45, donde
a los cereales de Deméter se añade el vino de Dioniso como frutos de la tierra que
mejoran la vida de la especie humana. Véase Cicerón, Cartas a Atieo 2.19; Libanio,
Epístolas 1082; Porfirio, Sobre la absineneia. 4.2. Sobre el proverbio pueden con­
sultarse igualmente R. Mariño - F. García Romero, Proverbios griegos. Menandro:
Sentencias, ;Madrid 1999, p. 103; E. Lelli et alií, 1 proverbi greei. Le raeeolte di
Zenobio e Diogeniano, Sovería Mannelli 2006, ad loe.
18. Sentido similar tenía tal vez el proverbio "sacude otra encina", conserva­
do en diversas colecciones de proverbios griegos antiguos y otras obras erudítas,
como Zenobius Vulgatus 2.41 = Zenobius Athous 1.17, Collectio Bodleiana 23,
Diogeniano 1.19, Gregorio de Chipre 1.9, Suda sub voce, Eustacio, Comentario a
la Odisea 1859, 51. Eustacio interpreta el proverbio en el mismo sentido que «basta
de encina», es decir, indicando un cambio de vida, aunque en este caso sin que tal
cambio sea necesariamente para mejorar.
19. Cf. A. M. Ieraci Bio, Il concetto di paroimia Testimonianze antiche e
tardo-antiehe, en «Rendiconti deIl' Accademia di Archeologia, Lettere e Belle Arti
di Napoli» 54 (1979 [1981 D, pp. 185-214 (en particular pp. 195 ss.).
~'"

Aristóteles paremiólogo 7

der y otros reafinnaran (acaso no muy lejos de Aristóteles) que «el


proverbio popular tiene su origen misterioso en las profundidades
del espíritu del pueblo que lo ha acuñado»20.
Sobre la "autoridad" de los proverbios se pronuncia claramente
Aristóteles en Retórica 1.15, 13 76a2-7, cuando habla de los diversos
tipos de argumentos que se pueden emplear en los discursos foren­
ses21 . En concreto, enumera Aristóteles cinco tipos en el apartado
dedicado a los argumentos "no pertenecientes a la disciplina", el
segundo de los cuales son los "testimonios de autoridad"; éstos, a su
vez, pueden ser testimonios "antiguos" y "actuales". Entre los "an­
tiguos" incluye Aristóteles «a los poetas y a todas las personas no­
tables cuyos juicios son conocidos» (citando los ejemplos concretos
de Homero, Solón y los oráculos), y, en el mismo nivel de autoridad
que Homero o Solón considera Aristóteles los proverbios: «También
los proverbios, como se ha dicho, son testimonios de autoridad. Por
ejemplo, si se recomienda no hacerse amigo de un viejo, para ello
sirve de testimonio el proverbio "nunca te portes bien con un viejo";
y sobre matar a los hijos a cuyo padre también se ha matado, "insen­
sato el que, tras matar al padre, deja vivos a los hijos"»22.
En la obra de Aristóteles podemos apreciar también los prime­
ros esfuerzos conocidos por nosotros para determinar las caracterís­
ticas formales y de contenido que identifican un proverbio y permi­
ten distinguirlo de formas de expresión comparables (la sentencia,
el apotegma, etc.); estos esfuerzos serán continuados por sus disCÍ­
pulos, como bien sabemos, por ejemplo, en los casos de Teofrasto
y CIearco. y también en este aspecto hemos de valorar en toda su
dimensión los méritos de Aristóteles y los peripatéticos, ya que sen­
I
taron las bases para la discusión de un problema sumamente com­

l
20. F. Seiler, Deutsche Sprichworterkunde, München 1922, p. 19.
21. ef. Ierací Bío, JI concetto di paroimía in Aristotele cit., p. 244.
22. Diogeniano 6.61 cita completo el primer proverbio: «nunca te portes bien
con un viejo, ni con una mujer, ni con un hijo retorcido, ni con el perro de otro, ni con
un remero charlatán': exhorta a no perder el tiempo en cosas inútiles». El segundo
proverbio es un fragmento del poema épieo las Ciprias (fr. 33 Bemabé), probable­
mente en boea de Odiseo aconsejando dar muerte a los hijos de los troyanos para
evitar que tomen venganza cuando lleguen a adultos; se empleaba, con valor general,
en el sentido de que cuando actuamos debemos prever las consecuencias de nuestros
actos, sobre todo si éstos pueden ser negativos (cf. Tosí, Dizionario cit., nO 1590).

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8 Fernando García Romero

pIejo, que sigue ocupando aún hoy, veinticuatro siglos después, a los
estudiosos modernos: qué es un proverbio y en qué se diferencia, por
ejemplo, de una sentencia o de un apotegmal J •
Que un proverbio y una sentencia comparten rasgos comunes (su
valor general, su carácter ético y práctico, a veces enigmático, además
de la "concisión" y la "agudeza" antes apuntadas)24, es idea que Aris­
tóteles indica explícitamente erfRetórica 2.21, 1395a17-18, cuando
afinna que «incluso algunos proverbios son también sentencias». Hay,
sin embargo, un rasgo que pennite distinguir al proverbio de la sen­
tencia, y es su carácter metafórico. A partir de Aristóteles, en efecto, el
carácter metafórico o alegórico como rasgo peculiar del proverbio (no
como rasgo absolutamente identificador, ya que no todos los refranes
ni mucho menos se basan en una metáfora) será idea frecuentemen­
te repetida entre los tratadistas de retórica y los gramáticos antiguos,
como lo es también entre los estudiosos modernos 25 .
En Retórica 3. 11, l413a14-15, leemos: «Los proverbios son me­
táforas de especie a especie. Por ejemplo, si alguien se procura algo
con la intención de recibir un bien y luego resulta perjudicado, se dice
que es "como el de Cárpato la liebre", porque a los dos les ha pasado
lo que se ha dicho»26; y en Poética 1457b6-9 encontramos definida la

23. Cf. R. Tosi, 1 Greci: gnomai, paroimiai, apophthegmata, en el volumen


colectivo Teoría e storia dell'aforisma, ~lilano 2005, pp. 1-16.
24. Los rasgos que caracterizan a las sentencias los señala Aristóteles en Re­
tórica 2.21, 1394a19 ss.
25. Cf. G. Onyeoziri, Les structures métaphoriques du proverbe, en ,<ALFA.
Actes de Langue Fran;;:aise et de Linguistique» 5 (1992), pp. 199-208; P. K. Knauer,
Afetapher und Sprichwort, en el volumen colectivo Der Buchstabe lebt: Schreibs­
trategien be! Sebastian Franck, Berna 1993, pp. 230-233; W. Mieder, Considera­
ciones generales en torno a la nalllraleza del proverbio, en «Paremia» 3 (1994),
pp. 17-26; M. González Rey, Le role de la métaphore dans laformatíon des expres­
sions idiomatiques, en «Paremia» 4 (1995), pp. 157-167. Para la Antigüedad, cf.
Kindstrand, The Greek concept cit., pp. 78 SS.; Ieraci Bio, 1/ concetto di paroimia
in Aristotele cit., pp. 246 SS.; Tosi, Dizionario cit., pp. XI-XII; A. López Eire, La
lengua coloquial en la comedia aristofánica, Murcia 1996, pp. 151-152; G. Guido­
rizzi S. Beta, La metafora. Testi greci e latín! tradotti e commentati, Pisa 2000; M.
Vega Rodríguez, Aristóteles y la metáfora, Valladolid 2004.
26. El proverbio que cita Aristóteles se recoge en muchas colecciones pare­
miográficas (Zenobius Vulgatus 4.48, Zenobius Athous 1.80, Collectio Bodleiana
701 y 730, Apostolio 12.59) y en los lexieógrafos (Pólux 5.75, Hesiquio y Suda, sub
voce; ef. Eustacio, Comentario a la llíada 318, 31, Comentario a la Odisea 1821,
Aristóteles paremiólogo 9

metáfora como «translación de un nombre a algo distinto, translación


que puede ser o del género a la especie, o de la especie al género, o de
la especie a la especie, o por una relación de analogía»27. En efecto, el
proverbio, como la metáfora, superpone a un enunciado textual, literal
(<<el de Cárpato, la liebre» o «perro ladrador, poco mordedom), otro
que está fuera del texto mismo y al que se refiere "metafóricamente",
translaticiamente, para expresar un concepto más amplio (<<lo que se
hace para bien, puede convertirse en un mal» u «hombre que mucho
vocifera, pocas veces cumple sus amenazas»). Y en muchos casos,
como en el refrán de los habitantes de Cárpato y las liebres, se piensa
que el proverbio habria nacido de un hecho concreto y se habria apli­
cado con valor general a ocasiones similares.
Esta idea de que los proverbios nacen de una circunstancia con­
creta y luego se generaliza su uso con valor metafórico, se encuen­
tra también en la tradición gramatical grecolatina, por ejemplo en
el gramático Trifón (Tropos 3.206.19-22 Spengel): «un proverbio
es un dicho referido en un principio a una cosa, pero que decimos
por recurrencia a propósito de algo que presenta características si­
milares». También aparece en la colección de proverbios griegos
antiguos atribuida a Diogeniano (en Corpus Paroemiographorum
Graecorum 1 178, 3-4): «Pero algunos afirman que los proverbios
se denominan así a partir del hecho de que los proverbios dan a en­
tender algo semejante a las cosas a propósito de las cuales se dicen.
Es, efectivamente, el proverbio una figura de la llamada alegoría».
y en la tradición latina la misma idea se encuentra en Quintiliano
5.11.21 (<<cercano a este género [la fábula J es aquél otro del prover­
bio, que es, por así decirlo, una fábula más corta y que se entiende
alegóricamente»28), y en gramáticos como Donato (Arte gramática
3.6 = IV 402 Keil), Diomedes (Arte gramática 2 = 1462,29-30 Keil)

25). Se dice de «quienes se procuran males a sí mismos» y su origen se explica


«porque al no haber liebres en el lugar, ellos [los habitantes de la isla de Cárpato]
las trajeron de fuera, y se hicieron tan numerosas que se les dañaron por su causa su
trigo y sus viñas)), según el comentario de la colección Zenobius Vulgatus.
27. Cf. A. Plebe, Studi sulla retorica stoica, Torino 1961, p. 41; G. Morpurgo
Tagliabue, Linguistica e stilistica di Aristotele, Roma 1967, pp. 243 ss.
28. «Cui lfabellae] eonfme est paroimias genus íllud quod est velut fabella
brevior et per allegoriam accípituf)). Cf. también 8.6.55-58. Véase al respecto Ieraci
Bio, JI concetto di paroimia. Testimonianze cit., pp. 185 ss.

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10 Fernando García Romero

o Carisio (4.2 = 1 276, 4-5 Keil), hasta llegar incluso, ya en el Me­


dievo, a los Tropos del venerable Beda, quien recoge a los autores
recién mencionados cuando dice (p. 615, 31-35 Halm): «la alegoría
es un tropo en el que se alude a otra cosa diferente de la que se dice
(...) Son muchos sus tipos, entre los que destacan siete: ironía, antí­
frasis, enigma, agudeza, proverbio, sarcasmo, historia ingeniosa})29.
En los últimos textos observamos que se establece una rela­
ción entre los proverbios y los enigmas y adivinanzas. Esta idea
también se encuentra ya en Aristóteles y probablemente fue desa­
rrollada igualmente por sus discípulos (Clearco de Solos es autor
de sendos tratados, ambos perdidos, titulados Sobre adivinanzas y
. Sobre proverbios), y es recogida igualmente por la tradición grama­
tical y paremiográfica griega antigua 30 • En Retórica 3.10-11, 1412a,
Aristóteles nos indica que «la mayoría de las expresiones ingenio­
sas se consiguen por medio de la metáfora y por haber conseguido
previamente engatusar al oyente»3l, y cita proverbios y adivinanzas
como ejemplos de «expresiones ingeniosas» que sorprenden y, en
consecuencia, hacen aprender porque se fijan más sólidamente en
la memoria de quienes escuchan. Y en ese mismo grupo se incluye
también la fábula, cuya relación con el proverbio es también cons­
tante en la tradición proverbial antigua y moderna32 • Por ejemplo, a

29. «Allegoria est tropus, quod aliud significatur quam dícitur ( ... ) Huius spe­
cies muItae sunt, ex quibus eminent septem: ironia, antiphrasis, aenigma, charenti­
smos, paroemia, sarcasmos, asteismos». Véase también Pseudo-Atanasio, Synopsis
Scripturarum Sacrarum 14.22 XXVIII 340 B-C Migne: «los proverbios son dichos
de sabios, que muestran por sí mismos una cosa y se refieren a otra por alusión»,
30. Cf. R. Strtimberg, Greek proverbs. A collection 01proverbs and proverbial
phra~es which are not Usted by the andent and Byzantine paroemiographers, Goteborg
1954, p. 12; Kindstrand, The Greekconceptcit., p. 79; Ieraci Bio, II concetto diparoim­
ia in Aristotele cit., p. 247, e JI concetto di paroimia Testimonianze cit., pp. 193-194.
31. Cf. L. Gil, La risa y lo cómico en elpensamiento antiguo, en «Cuadernos de
Filología Clásica (Estudios Griegos e Indoeuropeos)>> 7 (1997), pp. 29-54 (en particu­
lar p. 43): «la risa nace del atisbo de dos o más partes y circunstancias inconsistentes,
inapropiadas o incongruentes, consideradas como unidas en un objeto complejo o
conglomerado, o como si adquirieran una especie de relación mutua a partir de la
manera peculiar en que la mente se percata de ellas. Esta fecunda concepción, que
pone 10 cómico en un plano de síntesis conceptual muy semejante al de la metáfora,
fue desarrollada en el siglo XIX y no ha dejado de elaborarse hasta hoy düm.
32. Véase el volumen colectivo Proverbia inlabula. Essays on the relation­
ship olthe proverb and thelable, editado por P. Carnes, Frankfurt am Main 1988,
Aristóteles paremiólogo 11

Ifte­ un autor fundamental en la transmisión del Corpus de proverbios


IreS griegos que ha llegado hasta nosotros, el cretense Lucilo de Tarra (I
)ria p.e.)33, autor de un tratado Sobre proverbios en tres libros, atribuye
lice Eustacio (Comentario a la Ilíada 855) la siguiente afirmación: «fá­
ntí- bula y proverbio difieren en que la fábula es un relato mítico en el
::9
~. que animales irracionales o plantas se asemejan a los hombres, y es
ela­ un proverbio extendido». Esta concepción de la fábula como "pro­
dea verbio extendido" se encuentra también documentada, por la misma
:sa­ época, en la tradición gramatical y lexicográfica (Arnmonio, Sobre
ltor palabras semejantes y diferentes 18 p.6 Nickau, del 1-11 p.e.: «es la
lSy fábula un proverbio extendido») y en la tradición retórica (ya vimos
ma­ que Quintiliano, también en el s. 1 p.e., define el proverbio como
l2a, fabella brevior, «una fábula más breve»).
lÍo­ También podemos hacer remontar a Aristóteles la iniciativa
rido de las observaciones que encontramos en autores posteriores sobre
IZaS los efectos estilísticos que produce el empleo de proverbios en una
, en obra literaria. La ya comentada observación aristotélica de que la
: en "concisión" (syntomía) es uno de los rasgos característicos de los
uye proverbios, reaparece en el tratado Sobre el estilo atribuido al aris­
ms­ totélico Demetrio, para quien esa "concisión" de los refranes (unida
O. a a su carácter metafórico; cf. § 142 y 152), produce una "gracia", un
"encanto" especiaP4, que afecta tanto a la dicción como al contenido
spe­ (§ 156)35. Y esa "gracia", ese "encanto" que los refranes infunden
enri­ en una obra literaria los hace especialmente adecuados, al contrario
JpsÍ5
chos
y P. Carnes, Thefable and the proverb: intertext and reception, en «Proverbium»
rbial 8 (1991), pp. 55-76. Para la Antigüedad, véase P. van Thiel, Sprichw6rter in Fa­
borg beln, en «Antike und Abenland» 17 (1971), pp. 105-!l8 (recogido en Proverbia
oim­ in fabula cit.), y S. Jedrkiewicz, Sapere e paradosso nell'antichita. Esopo e la
!M. favola, Roma 1989, pp. 262-263.
)Sde 33. A. Linnenkugel, De Lucillo Tarrhaeo epigrammatum poeta. gramma­
bCU· tico, rhetore, Paderborn 1926; Rupprecht, Paroemiographoi cit., columna 1750;
Oles. W. Bühler, Zenobíi Athoí proverbia (1: Pro lego mena; IV: Libri secundi proverbia.
~o
le la
° 1-40; V Libri secundi proverbia. 41-108), Gottingen 1982 SS., 1, pp. 36-37; Tosi,
Dizionario cit., pp. XIV-XV; Mariño-Gareía Romero, Proverbios cit., pp. 24-25.
que 34. Cf. § 137: «la primera "gracia" es precisamente la que produce la con­
foca. cisión».
35. W. Rhys Roberts, Demetrios. On style, Cambridge 1902, pp. 259-262;
'ion- Kindstrand, The Greek concept cit., pp. 79 SS.; leraci Bio, Il concetto di paroimía.
988. Testimonianze cit., pp. 201 SS.; Tosi, Dizionario cit., p. XII.

Critica del testo, XI /1-2, 2008


12 Fernando García Romero

que las sentencias, para la literatura epistolar (y, en efecto, son usa­
dísimos en ese género en la literatura griega antigua): «La belleza,
sin embargo, la forman las expresiones de amistad y los numerosos
proverbios que contiene [la epístola). Y sea ésta la única filosofía
que se encuentre en ella, porque el proverbio es algo popular y de
dominio común, mientras que quien emplea máximas y exhortacio­
nes no se parece a quien habla coloquialmente en una carta, sino a
quien habla desde el púlpito» (§ 232)36.
Como vemos, el camino abierto por los estudios de Aristóteles
sobre los proverbios fue la senda que continuaron los eruditos poste­
riores griegos y latinos (discípulos suyos como Teofrasto, Dicearco
o Clearco compusieron tratados titulados Sobre proverbios, lamen­
tablemente perdidos), y es una ruta por la que ha seguido caminando
la paremiología hasta nuestros días.

36. Cf. también Gregario de Nazianzo, f-pístalas 5 ¡ .5.4, cuando habla de la


retórica del estilo epistolar: «En tercer lugar es propio de las epistolas la "gracia".
Tengámosla en cuenta, si no queremos escribir de manera totalmente seca y sin gra­
cia, sin belleza, sin orden ni control, según se dice, como ocurre cuando no se usan
sentencias, proverbios y apotegmas, e incluso bromas y adivinanzas, cosas con las
que la dicción se llena de dulzura». Véase asimismo el tardío tratado retórico anó­
nimo Sobre el discurso perfecto (I1I 573, 9-10 Walz): «en las epístolas son útiles las
sentencias de los sabios, y los llamados apotegmas y las expresiones proverbiales,
y a menudo también lo que mejor produce soltura narrativa, dulzura y sencillez».
Cf. al respecto S. Azzara, Fanti e rielaborazione paetica nei 'Carmina iv/aralia' di
Gregario di Nazianzo, en el volumen colectivo, Aspetti di letteratura gnomica nel
monda anticu, 1, editado por M. S. Funghi. Firenze 2003, pp. 54-55.

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