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EL POZO DE LA ALEGRIA
Dicen que dijeron que diran \
que habia una vez tres herma- 7
nos que andaban recorriendo
el mundo. Trabajaban de peo-
nes en un sitio O en otro sitio
si el primero ya nos les gusta-
ba. Y asi, de chacra en chacra y de campo en campo,
terminaron por llegar al pie de una sierra muy alta, que
es precisamente donde empieza el cuento.
Los dos mayores se acostaron a dormir la siesta de-
bajo de un algarrobo que crecia justo al pie de la lade-
ra, pero el menor —Juan se llamaba-, que no tenia sue-
fo y era, ademas, de lo ma:
curioso, se metié a explo-La sierra estaba sembrada de unas piedras enormes
y daba gusto trepar la falda
Al rato de estar trepando, va y
¢ encuentra con una
piedra redonda como una bola, u:
a piedraza en realidad,
mas grande que todas las que hd
Y era una piedra escrita, ader
j ‘| que me dé vuelta”, decia, “encontrara la alegria
Eso decia la piedra, y Juan se alegré de haber apren-
dido las letras en la escuela
dia visto hasta entonces
, una piedra con mensa
Trato de dar vuelta la piedra px orque pensaba que la
alegria era algo muy bueno de encont
dra, que no y que no:
r, pero la pie-
Se resistia. Era demasiado gran-
de y demasiado pesada para las fuerzas de Juan, que
era muy vivo, pero flacuchoVolvié entonces al algarrobo donde dormian sus her-
manos y los sacudié para despertarlos
~iVengan, vamos! —los Ilamaba-. jEncontré una piedra!
Asi que encontraste una piedra, Juan? —rugid el
mayor abriendo los ojos—. jQué barbaro! jQué inteli-
gente!
-Es que no es una piedra cualquiera, hermano. Es
una piedra escrita: tiene un mensaje —-explicaba Juan
esperando convencerlos.
éY qué hacemos? ;Te damos un premio?
No fue facil. Los dos se resistian, como la piedra, Un
poco porque todavia estaban con suefio y otro poco
porque, como ellos no sabian leer, no estaban dema-
siado seguros de que valieran la pena los mensajes.
Pero tanto insisti6 Juan que fue-
ron, de mala gana, y se pusieron a
trabajar forcejeando y empujando
hasta que por fin la piedra cedi6 y
se fue abriendo despacito como
una puerta.
Lo que habia era un agujero, un
pozo
aljibe, pero mucho mas hondo,
porque tiraron un cascote y el cas-
y
angosto como el pozo de un
cote ¢ ia y no terminaba
nunca de c:
iY €sta es tu alegria, Juan?
—protestaban los hermanos.
—