El texto propone quitar el discurso de que hay víctimas y victimarios para
promover la construcción de un enfoque alternativo, que nos interrogue acerca de las condiciones en que los sujetos asumen esas posiciones, que apueste a la confianza entre unos y otros, y no a profundizar la ruptura del lazo que es causa de la violencia en nuestras sociedades.
Esta imagen refleja el acoso escolar, el rechazo y burla entre pares.
Desde la Institución, en nuestro rol docente, debemos comenzar a pensar en
un mundo en el que es complejo construir identificaciones sólidas y estables, es necesario comprender que los niños pueden encontrar resoluciones fallidas, y que es nuestra responsabilidad como adultos no rechazarlos, sino ayudarlos a encontrar otras representaciones con las cuales identificarse. Solo si lo comprendemos, podremos alejarnos de intervenciones que no hacen más que reforzar el circuito de violencia y que, en consecuencia, lejos de resolver el problema, lo agravan y perpetúan.