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NATURALEZA JURÍDICA DE LA “ACEPTACIÓN DE OFERTA” EN LA

MODALIDAD DE CONTRATACIÓN DE MÍNIMA CUANTÍA – Paola Andrea Ramírez


Céspedes

UNIVERSIDAD SANTO TOMÁS – Especialización en Derecho Administrativo

NATURALEZA JURÍDICA DE LA “ACEPTACIÓN DE OFERTA” EN LA


MODALIDAD DE CONTRATACIÓN DE MÍNIMA CUANTÍA1

LEGAL NATURE OF THE "OFFER ACCEPTANCE" IN THE PUBLIC


PROCUREMENT
Paola Andrea Ramírez Céspedes2

Resumen
Una de las actuaciones administrativas que generaba conflicto, estaba relacionada con la
naturaleza jurídica de la comunicación de aceptación de oferta en la modalidad de mínima
cuantía. Cuando una entidad pública evidenciaba vicios que afectaban el contenido de dicha
comunicación (Inhabilidades, incompatibilidades, ausencia de requisitos habilitantes,
existencia de medios ilegales, etc.), podía proceder bajo dos alternativas:

Por una parte, se consideraba que la comunicación reunía los elementos esenciales de un acto
administrativo, por lo que el trámite aplicado al caso podía ser la Revocatoria Directa.

Por otra parte, surgía el concepto en virtud de disposición legal (Ley 1474, 2011), en la que
la oferta junto con su comunicación de aceptación, constituyen un contrato celebrado, razón
por la cual debía darse por terminado unilateralmente el “contrato” y solicitar,
posteriormente, la declaración de nulidad por vía judicial, mediante el medio de control de
controversias contractuales.

Es por ello, y con el fin de determinar la naturaleza jurídica de la aceptación de la oferta,


dentro de la modalidad de mínima cuantía, que este artículo buscó identificar los elementos
esenciales de la oferta y de la aceptación de la oferta, y cómo esta fue adoptaba por el derecho

1
El presente trabajo de investigación es presentado como trabajo de grado de la Especialización en
Derecho Administrativo de la Universidad Santo Tomás de Bogotá.
2
Abogada, egresada de la facultad de Derecho de la Universidad Santo Tomás, con amplia
experiencia en contratación pública. Consultora y capacitadora en temas de participación ciudadana
y vigilancia sobre la gestión pública.
1
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público para adquirir bienes y servicios de mínima cuantía, a la luz de los principios de
eficiencia, económica y transparencia de la función administrativa.

Abstract

One of the administrative actions that generated conflict was related to the legal nature of the
offer acceptance communication in the minimum amount modality. When a state office
evidenced vices that affected the content of said communication, it could proceed with two
alternatives:

On one side, it was considered that the communication met the essential elements of an
administrative act, so the procedure applied to the case was the Direct Revocation.

On the other hand, the concept arose by virtue of legal disposition (Law 1474, 2011), that the
offer together with its communication of acceptance, constitute a true contract concluded,
reason why the "contract" should be terminated unilaterally and request, subsequently, the
declaration of nullity by judicial sentence, through the contractual disputes action.

That is why, and in order to determine the legal nature of the acceptance of the offer, within
the minimum amount modality, this article sought to identify the essential elements of the
commercial offer and the acceptance of the offer, and how is this was adopted by public law
to acquire goods and services of minimum amount, in light of the principles of efficiency,
economy and transparecy of the administrative function.

Palabras clave
Oferta
Aceptación de oferta
Mínima Cuantía
Contrato
Acto Administrativo

Keywords
Offer
Acceptance of offer
Minimum Amount
Contract
Administrative Act

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Céspedes

Introducción
No es un secreto que la vida práctica del Derecho y las innumerables vicisitudes que se
presentan, superan hasta la más minuciosa regulación y las más avanzadas herramientas
metodológicas de interpretación e integración normativa. Esta problemática tampoco es ajena
en la órbita de la contratación estatal, que constituye un punto en el convergen varios
intereses. Por un lado, encontramos la constante, apremiante y exigente actividad pública en
satisfacer innumerables necesidades bajo el compromiso de cumplir con los fines estatales,
la continua y eficiente prestación de los servicios públicos y la efectividad de los derechos e
intereses de los administrados. Pero por el otro lado, encontramos los intereses de los
particulares, que aspiran contratar con el Estado, bajo condiciones objetivas de participación,
no solo para colaborar en la materialización de dichos fines, sino que, como es apenas obvio,
persiguiendo una utilidad razonada y además legítima, que corresponde al Estado proteger.

Todos estos intereses y necesidades, coexistentes y variados, suscitan una multiplicidad de


situaciones que obligan al Estado a buscar soluciones efectivas y eficaces en materia de
compra pública, mecanismos que no solo se sustenten en el estatuto de contratación, sino que
vayan más allá, integrando normas comerciales y civiles ante la evidente conexidad material,
teleológica y sistemática entre ellas, bajo el contexto de la existencia de una negociación que
implica contraprestación y la existencia de obligaciones. Esta correlación y armonización
normativa, encuentra más solides cuando la misma (Ley 80, 1993), expresa que los contratos
que celebren las entidades se regirán por las disposiciones comerciales y civiles pertinentes,
salvo en las materias particularmente reguladas en la ley.

En esta integración normativa, el legislador incorporó figuras del negocio jurídico propias
del derecho comercial en lo que conocemos como “oferta” y “la aceptación de la oferta”
dentro de la modalidad de mínima cuantía. La concurrencia de estas figuras comerciales
dentro de un proceso de contratación pública, fueron amparadas bajo la sombra de los
principios que regulan las actuaciones y procedimientos administrativos a la luz de la
Constitución Política, tales como celeridad, eficiencia y económica, pues se espera que el
Estado satisfaga las necesidades de sus administrados en el menor tiempo posible y bajo la
visión de menor costo-mayor beneficio.

Sin embargo, la adopción de estas figuras comerciales, y bajo la óptica del derecho
administrativo, ha suscitado, en muchas ocasiones, confusiones en relación con su naturaleza
jurídica.

Por una parte, en la visión administrativista, la aceptación de oferta es analizada como un


acto jurídico separado, reconociendo que la misma cuenta con las características de un acto

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administrativo en stricto sensu, ya que emana de la voluntad unilateral de la administración
(quien manifiesta su aceptación a un ofrecimiento), y crea una situación jurídica concreta.

Por otra parte, en la visión contractualista / comercialista, y bajo la interpretación exegética


de la norma3, la oferta, junto con la comunicación de aceptación, constituyen el contrato. En
consecuencia, no es posible ver a la aceptación de oferta como un documento aislado e
independiente, sino como un todo inescindible.

Ahora bien, ante la ocurrencia de vicios que afecten el contenido de la “aceptación de la


oferta” y dependiendo la visión con la que se analice su naturaleza jurídica (administrativista
Vs. Contractualista / comercialista), la entidad deberá optar, ya sea por una revocatoria
directa del acto administrativo de aceptación de oferta o por la terminación unilateral del
“contrato”, y su posterior declaratoria de nulidad, vía judicial.

Esta discrepancia de posiciones, ha llevado a que la administración opte por acudir al análisis
que resulte más expedito sin que analice de fondo la naturaleza jurídica de la aceptación de
la oferta, en la modalidad de mínima cuantía.

En este orden de ideas, el presente escrito tiene por objeto analizar la controversia que de ello
se desprende, para lo cual se examinarán los elementos esenciales de la “aceptación de
oferta”, en un negocio meramente civil, a contrario sensu, de las relaciones que emanan entre
una entidad pública y un particular, cuyas consecuencias, evidentemente se materializan en
la forma correcta de dejar sin efectos jurídicos la “aceptación de oferta”, cuando de ella se
desprenden vicios que afectan su validez, dentro de un proceso de mínima cuantía.

3
Artículo 94 de la (Ley 1474, 2011)

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En el diario quehacer de lo público, nos vemos expuestos a circunstancias que trascienden la


norma misma, y obligan, en aras de la primacía de los insistidos principios de celeridad,
economía y eficiencia, a tomar decisiones que agilicen la labor administrativa, sin que con
ello se afecten intereses de mayor envergadura. La situación se torna más delicada aún,
cuando de por medio nos encontramos con la administración de recursos públicos en el
desarrollo de procesos de contratación, ya que, por un lado, se obliga a que las decisiones de
sus representantes estén dirigidas a buscar “el cumplimiento de los fines estatales, la continua
y eficiente prestación de los servicios públicos y la efectividad de los derechos e intereses de
los administrados que colaboran con ellas en la consecución de dichos fines” Art. 3 (Ley 80,
1993), y por otro, al tenor del Art. 6 de la (Constitución Pólitica de Colombia, 1991), no
pueden olvidar que “Los particulares sólo son responsables ante las autoridades por
infringir la Constitución y las leyes. Los servidores públicos lo son por la misma causa y por
omisión o extralimitación en el ejercicio de sus funciones”.

Estos dos pilares normativos, delimitan el accionar de la administración frente a los asuntos
de compra pública, pues en búsqueda de los fines estatales, y de los principios que enmarcan
la función administrativa, debe tomarse decisiones que satisfagan las necesidades de la
entidad, agilicen la labor administrativa, generen confianza y se adecuen al ordenamiento
jurídico.

Al respecto, y adentrándonos aún más en la contratación pública, específicamente en los


procesos adelantados bajo la modalidad de mínima cuantía, se ha observado como práctica
común de la administración, que, al expedir la aceptación de oferta, como punto concluyente
de la etapa precontractual, y ante la ocurrencia vicios que afectan la validez del negocio
jurídico, ya sea porque inobservaron requisitos habilitantes del proponente seleccionado4,
porque la necesidad de la contratación ha cesado5, por la existencia de inhabilidades e

4
Los requisitos habilitantes son la aptitud del proponente para participar en un Proceso de
Contratación como oferente y están referidos a su capacidad jurídica, financiera, organizacional y su
experiencia. El propósito de los requisitos habilitantes es establecer unas condiciones mínimas para
los proponentes de tal manera que la Entidad Estatal sólo evalúe las ofertas de aquellos que están en
condiciones de cumplir con el objeto del Proceso de Contratación (Colombia Compra Eficiente,
2013).
5
Uno de los principios más importantes en materia de contratación púbica, es el principio de
planeación, el cual exige que la decisión de contratar no sea un acto de improvisación, sino sea
consecuencia de una necesidad real. Todo proceso de contratación, debe acompañarse de un estudio
5
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incompatibilidades6, etc, es muy usual, que las entidades opten por acudir al Art. 93 de la
(Ley 1437, 2011), para revocar, al amparo de una de sus causales7, la decisión de
“aceptación” de un oferente8, sin que realmente se analice la figura jurídica de la
comunicación de aceptación de oferta, sus elementos esenciales y su relación con la oferta
presentada por el proponente.

Por otra parte, es entendible que someter el asunto ante la jurisdicción de lo contencioso
administrativo, para debatir su legalidad, implica que la necesidad que pretendía satisfacer la
contratación, quedará suspendida mientras media una decisión de fondo, y, por supuesto,
desnaturaliza los principios en los que se ampara la modalidad de mínima cuantía (celeridad,
económica y eficiencia.)

Es por ello, que para aclarar la compleja naturaleza jurídica de ese complejo acto, conviene
iniciar el estudio de las figuras de “oferta” y “Aceptación de la Oferta”

1. Elementos esenciales de la “oferta” y la “Aceptación de Oferta” para en el Derecho


Comercial Colombiano.

La “Oferta” y “la Aceptación de la oferta”, son actos jurídicos con características


particulares, que al concurrir en un mismo objeto y en el precio, pueden llegar a configurar
el perfeccionamiento del Contrato9. Ambos actos encuentran sus orígenes en el Código de
Comercio, en particular en el Art. 845 del (Decreto 410, 1971), en donde la oferta, es definida
como:
[…] “proyecto de negocio jurídico que una persona formula a otra, deberá contener
los elementos esenciales del negocio y ser comunicada al destinatario. Se entenderá

detalladamente planeado y presupuestado, para que cumpla con los cometidos estatales.
(https://sintesis.colombiacompra.gov.co/jurisprudencia/sintesis/12248, s.f.)
6
La Inhabilidad es la incapacidad, ineptitud o circunstancias que impiden a una persona ser elegida
o designada en un cargo público y en ciertos casos, impiden el ejercicio del empleo a quienes ya se
encuentran vinculados al servicio. (Departamento Nacional de la Función Pública, 2011)
7
1. Cuando sea manifiesta su oposición a la Constitución Política o a la ley. 2. Cuando no estén
conformes con el interés público o social, o atenten contra él. 3. Cuando con ellos se cause agravio
injustificado a una persona.
8
A manera de ejemplo encontramos actos de revocatoria de aceptación de oferta de entidades como
la Resolución No. 091 de 2012 del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), la Resolución No. 081
del 25 de Julio del Fondo Rotatorio del Departamento Administrativo Nacional de Estadística –
Fondane.
9
De acuerdo con lo establecido en el artículo 41 de la Ley 80 de 1993, los contratos se perfeccionan
cuando se ha logrado acuerdo con el objeto y la contraprestación, elevado a escrito. En el caso de la
modalidad de mínima cuantía, la forma como se perfecciona el contrato, claramente se encuentra
ligada a la disposición del estatuto general de contratación, bajo el entendido de que el proponente
mediante su oferta materializa una parte de consentimiento (objeto y contaprestación), mientras que,
con la aceptación de la oferta, la entidad termina perfeccionado el contrato estatal.
6
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que la propuesta ha sido comunicada cuando se utilice cualquier medio adecuado
para hacerla conocer del destinatario”.

En relación con los elementos esenciales, la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia,
recordó que “para su eficacia jurídica, la oferta deberá ser firme, inequívoca, precisa,
completa, voluntaria y estar dirigida al destinatario o destinatarios y llegar a su
conocimiento” (Sentencia, 2016).

En otras palabras, la oferta requiere de una voluntad firme y decidida para celebrar un
contrato, razón por la cual reviste el carácter de irrevocable, en virtud del art. 846 del Código
de Comercio (Decreto 410, 1971), por lo que no es posible10 que el oferente se retracte de su
propuesta.

Por otra parte, el contenido de la oferta debe ser completo, es decir, en ella debe constar todos
los elementos esenciales de contrato que se pretende celebrar (Arrendamiento, suministro,
compraventa, prestación de servicios etc.). La finalidad de este requisito, es que la mera
aceptación de la oferta, perfeccione el contrato. En consecuencia, la oferta en sí misma no
configura un negocio jurídico, ya que el acto aislado del consentimiento del comprador, es
incompleto y no genera obligación alguna, por el contrario, la oferta como manifestación de
voluntad requiere, para ser perfeccionada, del aceptación del comprador (Mulánovich, 2014).

Ahora bien, en relación con la “aceptación de la oferta”, el Código de Comercio, (Decreto


410, 1971), en su artículo 85411, solo hace alusión a la oferta tácita, sin que profundice en sus
características y particularidades. Sin embargo, la doctrina ha definido a la “aceptación de la
oferta” como la “declaración de voluntad dirigida al proponente u oferente, por el
destinatario de la oferta, de querer concluir el contrato en los mismos términos en que fue
propuesto” (Mulánovich, 2014); se trata, entonces, de una declaración de voluntad que
concluye el negocio jurídico mediante la aceptación de las condiciones propuestas por el
oferente.

Por su parte, Arrubla Paucar, (EL PERIODO PRECONTRACTUAL, 1975 Vo. 70), define a
la aceptación de la oferta “como un acto jurídico unilateral, por medio del cual, el
destinatario de la oferta manifiesta su aceptación incondicional a la misma” (subrayado
fuera de texto).

Como elementos esenciales de la “aceptación de oferta”, en una negociación puramente


civil, se pueden destacar los siguientes:

 Acto voluntario: Corresponde al destinatario manifestar su intención libre de acoger


la oferta, bajo los términos y condiciones indicados en ella.

10
La oferta si es revocable, pero su revocación injusta obliga a indemnizar perjuicios al oferente.
11
“La aceptación tácita, manifestada por un hecho inequívoco de ejecución del contrato propuesto,
producirá los mismos efectos que la expresa, siempre que el proponente tenga conocimiento de tal
hecho dentro de los términos indicados en los artículos 850 a 853, según el caso”.
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 Manifestación de voluntad unilateral: El destinatario acepta el contenido y las
condiciones de la oferta, con independencia de la conducta de uno o más sujetos.
 Decisión concluyente: La aceptación de oferta culmina con el periodo de negociación
y puede perfeccionar el contrato.
 Acto puro y simple: Basta con informar que se acepta la oferta, para que el negocio
jurídico se perfeccione. Es decir, el acto mismo no requiere mayores formalidades ni
ritualidades.

En otras palabras, las definiciones, características y alcances de la “oferta” y la “aceptación


de oferta”, establecidas por la legislación comercial, han garantizado un marco de
institucionalidad en la práctica entre comerciantes, máxime cuando quienes convergen en el
acto mercantil, tienen propósitos de lucro. Sin embargo, y en este punto, es necesario analizar,
si las características definidas para ambas figuras, se mantienen cuando una de las partes, no
persigue un lucro, sino la materialización de fines institucionales más elevados (Estado).

2. Adopción de la “oferta” y “aceptación de oferta” en la Contratación Pública.

En la configuración normativa de la contratación pública, el legislador incorporó en el


Estatuto General de Contratación (Ley 80, 1993), la figura de licitación Pública como
modalidad de selección del contratista, instituyéndola, así misma, como la regla general y de
prevalencia frente a otros medios de contratación. Aunque su aplicación en compra pública,
generaba confianza ante la rigurosidad de sus requisitos, los tiempos y trámites procesales
alrededor de esta modalidad, la hicieron dispendiosa y poco eficiente para el cumplimiento
de los fines del Estado.

Ante la necesidad de dinamizar las compras públicas, el legislador, después de ocho años de
vacíos en materia de contratación estatal, expidió una nueva normativa que incluyó otras
modalidades de contratación, de acuerdo con la naturaleza del bien o servicio a adquirir
(Selección abreviada y Concurso de Méritos). Aunque la idea del legislador, fue corresponder
a la necesidad de eficiencia y eficacia en las compras públicas, las modalidades incorporadas
no respondieron favorablemente a las necesidades de las entidades públicas, sobre todo, en
las relacionadas con compras de bajo presupuesto.

Después de los fallidos intentos por prever un mecanismo transparente, y a su vez eficiente,
se expidió la Ley 1474 de 2011, como respuesta a la profunda crisis social y ética producto
de la corrupción. Dentro de las medidas de trasparencia a cogidas, se incluyó la modalidad
de mínima cuantía12, que como característica especial redujo términos de selección de
contratista y disminuyó los requisitos de participación. La modalidad de mínima cuantía se

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Contrataciones que no superan el 10% de la menor cuantía de las Entidades Públicas.
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constituyó como un mecanismo rápido, ágil y eficaz, para la satisfacción del interés público
independientemente de su objeto13.

La intención del legislador fue establecer “un procedimiento que es bastante ágil y garantiza
la pluralidad de oferentes, con innovaciones tan importantes como que la entidad pública
pueda realizar adquisiciones en grandes almacenes, lo que garantiza que el precio al que
compre la entidad sea el precio de mercado más conveniente” (Ministerio del Interior y de
Justicia, 2011).

Dentro de las innovaciones que trajo la modalidad de mínima cuantía, fue la importación de
figuras del derecho comercial como la “Aceptación de la oferta”, que por prescripción directa
de la (Ley 1474, 2011) el literal d) art. 94, estableció que “d) la comunicación de aceptación
junto con la oferta constituyen para todos los efectos el contrato celebrado, con base en lo
cual se efectuará el respectivo registro presupuestal”. (negrilla y subrayado fuera de texto).

De la lectura del texto normativo se desprenden varios interrogantes. 1. La existencia del


contrato está sujeta a una comunicación de la aceptación de oferta? 2. Cuál es la naturaleza
jurídica del acto de aceptación de oferta, como acto independiente?

2.1. Aceptación de la Oferta como elemento constitutivo y perfeccionador del


contrato estatal. (Visión comercialista del contrato)

Para los que apoyan la teoría comercialista / contractualista del contrato, la oferta y la
aceptación de oferta, son dos elementos que al coincidir en objeto y contraprestación, resultan
ser inescindibles, y no podrán ser analizados en forma separada. Esta visión de acto coligado
ha sido jurisprudencialmente discutida y definida como:

“[…] dos elementos se tornan necesarios para que pueda hablarse de negocios
coligados: una pluralidad de negocios y la conexión entre ellos mismos’, […]”
(Sentencia SC18476, 2017).
De lo anterior se colige que, dicha conexión fue adoptada por el legislador cuando acuñó la
teoría comercial de la relación entre oferta y aceptación para la modalidad de mínima cuantía
en contratación estatal, mediante el literal d) art. 94 de la (Ley 1474, 2011) “d) la
comunicación de aceptación junto con la oferta constituyen para todos los efectos el contrato
celebrado, con base en lo cual se efectuará el respectivo registro presupuestal”, pues con
base en ello, la existencia de la “aceptación de la oferta” una vez nace a la vida jurídica, se
encuentra vinculada o ligada a la oferta o propuesta.

13
El art. 94 de la Ley 1474 de 2011, abrió el ámbito de aplicación de la modalidad de mínima cuantía
al permitir que por este medio se adquirieran toda clase de bienes y servicios, teniendo en cuenta lo
dispuesto por Colombia Compra Eficiente, en relación con la concurrencia de modalidades.
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Bajo esta perspectiva, se entiende que la oferta presentada en virtud de un proceso de


contratación bajo la modalidad de mínima cuantía, que resulta seleccionada por la entidad,
bajo criterios objetivos de participación, es aceptaba mediante un acto que corresponde al
ordenador del gasto, y constituye, en consecuencia, el contrato.

Ahora bien, de acuerdo con la (Ley 1474, 2011), en virtud del Art. 94, para que se configure
el “contrato”, es necesaria la existencia de una característica particular: la comunicación.

Con base en ese precepto, la concurrencia de la oferta con su aceptación, se da cuando la


misma ha sido comunicada. En contratación pública, la publicidad de los actos expedidos en
virtud o con ocasión de una compra, se entienden conocidos o comunicados cuando los
mismos han sido publicados en la plataforma SECOP14.

En consecuencia, si la comunicación no se ha llevado a cabo, pero el acto de aceptación sí


nació a la vida jurídica, el mismo se constituye como un acto administrativo, sin que se pueda
presumirse la existencia del contrato, como relación inescindible entre oferta y aceptación.

Por tanto, es importante precisar, que así se haya llevado a cabo la comunicación, esta
situación no desfigura la teoría de la “aceptación de oferta” como acto administrativo, toda
vez que son consecuencias separadas:

“Si uno quisiera averiguar la esencia del acto y su notificación, podíamos decir que
son cosas distintas […] primero acaece el acto escrito, luego la notificación, además
el segundo es instrumento del primero. […] Si es escrito, se suele escribir y firmarlo
primero y luego enviarlo o de otro modo comunicarlo al destinatario” (Gordillo,
2017)

2.2. Aceptación de Oferta como acto administrativo equivalente al acto de


adjudicación. (Visión administrativista)

En esta concepción, la aceptación de oferta debe ser analizada desde su origen, como acto
independiente, particular y autónomo. Así lo ha expresado parte de la académica, al
considerar que la oferta y la aceptación de oferta son:

“dos voluntades que […] pueden examinarse aislada y separadamente antes del
perfeccionamiento del negocio y también en esa misma forma independiente

14
Sistema Electrónico de Contratación Pública. Plataforma de publicidad o transaccional, por medio
de la cual, las entidades públicas adelantan su contratación.
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producen efectos y generan responsabilidades. Antes del contrato, esas
declaraciones de voluntad pueden observarse cada una como un negocio jurídico
autónomo, de naturaleza unilateral y con efectos propios y transitorios” (P., 1975
Vo. 70).

Bajo esta visión, y partiendo de las características de la aceptación de oferta ya esbozadas, se


le atribuye a la “aceptación de la oferta”, dentro del contexto de la contratación pública, que
la misma reviste el carácter de acto conclusivo o definitivo de la etapa precontractual en la
modalidad de mínima cuantía, ya que es por medio de este acto de la administración, en
virtud de la verificación de requisitos habilitantes, que acepta la oferta más favorable para la
entidad pública. Al respecto, el Consejo de Estado, ha equiparado el acto de aceptación de
oferta, con el acto de adjudicación, propio de las modalidades de licitación pública, concurso
de méritos y selección abreviada. El acto de adjudicación del contrato estatal ha sido
entendido como “el acto (administrativo) mediante el cual una entidad pública manifiesta su
aceptación a la propuesta u oferta presentada por alguno de los participantes en un proceso
de selección, y se obliga a suscribir con este el contrato proyectado” (Sentencia , 2017).

Como corolario de lo anterior, se desprende el hecho de que el acto por medio del cual se
acepta la oferta presentada, en virtud de un proceso de contratación de mínima cuantía,
involucra características propias de un acto administrativo a saber:

1. Es una manifestación del ejercicio de la función pública de la administración


(Gordillo, 2017): Al respecto, y en el contexto de la contratación pública, corresponde
a la entidad estatal, en cabeza de su ordenador del gasto y en virtud de Art. 11 de la
(Ley 80, 1993), la competencia para ordenar y dirigir la celebración de licitaciones15
y para escoger al contratista. En consecuencia, el acto de aceptación de oferta,
obedece a una manifestación atribuida al ejercicio público de las entidades estatales.

2. Voluntad Unilateral de la administración. Al respecto, es preciso hacer hincapié,


que a diferencia de los contratos, la “aceptación de oferta”, es un acto en donde se
involucra una sola voluntad, es decir, en este acto, no concurren dos voluntades
encaminadas a la celebración de un negocio jurídico. En consecuencia, la “aceptación
de oferta” es la manifestación de la entidad estatal que avalar o acoge un ofrecimiento
previo, por lo que la única voluntad expresa en ese documento es la del ordenador del
gasto.

3. Genera efectos jurídicos. Como los actos administrativos, la “aceptación de oferta”,


está llamada a generar efectos jurídicos, que para este caso, se concretan con la

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Debe entenderse como un término genérico de contratación pública y no como una modalidad.
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creación de un derecho y obligaciones mutuas en relación con la prestación de
servicio o bien ofrecido.

Cuando se analiza la aceptación de oferta, en virtud de los elementos esenciales del acto
administrativo, se evidencia, que en efecto nos encontramos frente a la configuración de esta
figura jurídica, que su nacimiento a la vida jurídica, no depende de la comunicación de lo
aceptado, sino por la mera existencia del acto.

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Conclusiones

Naturaleza jurídica de la Aceptación de Oferta en el proceso de Mínima Cuantía. –


Consecuencias jurídicas.

En virtud, de todo lo expuesto, se infiere que la “aceptación de la oferta” es, entre otras cosas:

(i) Un acto que acoge una oferta presentada en virtud de un proceso de contratación
pública, que contiene una motivación razonada en el sentido de indicar las razones
de hecho y de derecho por las cuales se escoge o acepta una oferta presentada en
un proceso de mínima cuantía.

(ii) Un acto de carácter definitivo, porque con la “aceptación de la oferta” termina el


proceso de selección y la administración adopta una decisión definitiva sobre la
futura celebración del contrato proyectado. Por lo tanto, nos encontramos frente
a la existencia de un acto administrativo.

Luego, la conclusión correcta sería, que ante la clasificación de la aceptación de oferta, como
acto administrativo, el mecanismo adecuado para atacar el contenido ante la ocurrencia de
vicios que afecten su validez16, permite que el mecanismo jurídico procedente sea la
revocatoria directa.

Frente a la procedencia de la revocatoria directa en los procesos de contratación pública


(Agencia Nacional de Contratación Pública - Colombia Compra Eficiente, 2016), se ha
precisado que las entidades estatales pueden acudir a ella, ante la existencia de actos
administrativos que se profieran con ocasión de los procesos de contratación que se
adelanten, y siempre y cuando los mismos incurran en las causales establecidas en el art. 93
(Ley 1437, 2011):

“1. Cuando sea manifiesta su oposición a la Constitución Política o a la ley”17.

16
A modo de ejemplo: 1. El incumplimiento de requisitos habilitantes del proponente seleccionado,
2. La necesidad de la contratación ha cesado, 3. Existencia de inhabilidades e incompatibilidades no
detectadas durante la etapa precontractual. 4. Comisión de delitos durante la etapa precontractual, con
ocasión a ella.
17
A propósito de esta causal, se recuerda que la contratación pública es reglada, razón por la cual
toda inobservancia en el proceso, vicios, etc., atenta con el bien jurídico protegido por la ley, en
consecuencia es manifiestamente contrario a la Constitución y a la Ley.
13
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“2. Cuando no estén conformes con el interés público o social, o atenten contra él”.18

“3. Cuando con ellos se cause agravio injustificado a una persona”19.

Al respecto, Colombia Compra Eficiente (Revocatoria directa en los Procesos de


Contratación. Concepto N° Radicado: 216130000509, 2016) , ha indicado que los actos
administrativos que surjan en virtud de la contratación pública, pueden ser revocados en
cualquier tiempo, siempre y cuando no exista sobre ellos sentencias ejecutoriadas.

18
Frente a esta causal, es menester indicar que, cuando la entidad, en el transcurso del trámite
precontratual, y proferida la aceptación de la oferta, puede revocarla directamente, cuando evidencie
que la necesidad en la que se fundaba fue superada. Continuar con el trámite de contratación,
implicaría, atentar contra el interés público.
19
Frente a esta causal, cuando se observa que la aceptación de oferta emanada por la entidad, beneficia
a una persona que no cumplió con los requisitos habilitantes, en detrimento de los intereses de la
persona que fue calificada en segundo lugar, configura un agravio injustificado.
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NATURALEZA JURÍDICA DE LA “ACEPTACIÓN DE OFERTA” EN LA
MODALIDAD DE CONTRATACIÓN DE MÍNIMA CUANTÍA – Paola Andrea Ramírez
Céspedes

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

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