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Código Penal Artículo 400

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Categoría: Capítulo VI De la bigamia
Artículo 400. Cualquiera que estando casado válidamente, haya contraído otro matrimonio, o que
no estándolo, hubiere contraído, a sabiendas, matrimonio con persona casada legítimamente,
será castigado con prisión de dos a cuatro años.
Si el culpable hubiere inducido en error a la persona con quien ha contraído matrimonio,
engañándola respecto a la libertad de su propio estado o el de ella, la pena será de presidio de
tres a cinco años.
Será castigado con las penas anteriores, aumentadas de un quinto a un tercio, el que, estando
válidamente casado, haya contraído otro matrimonio a sabiendas de que el otro contrayente era
también legítimamente casado.

Código Penal Artículo 401


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Categoría: Capítulo VI De la bigamia
Artículo 401. Los reos de bigamia deberán ser condenados, por vía de indemnización civil, a
mantener la prole menor de edad y si la contrayente inocente es soltera y no se ha hecho
constar que no es honesta deberán ser, además, condenados a dotarla.

Código Penal Artículo 402


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Categoría: Capítulo VI De la bigamia
Artículo 402. La prescripción de la acción penal por el delito previsto en el artículo 400, correrá
desde el día en que se haya disuelto uno de los dos matrimonios, o desde el día en que el
segundo matrimonio se hubiere declarado nulo por causa de bigamia.

Quebrantamiento de Condenas en Venezuela


La Fuga de Detenidos y el Quebrantamiento de
Condenas
Fuga
Según el artículo 258 del Código Penal, comete el delito de fuga «cualquiera
que, hallándose legalmente detenido, se fugare del establecimiento en que
se encuentra, haciendo uso de medios violentos contra las personas o las
cosas».

La evasión simple de un individuo legalmente detenido; es decir, la que éste


realiza sin violencia ni fractura, aprovechando el descuido o negligencia de
sus carceleros o guardianes, no configura delito alguno. El uso de medios
violentos contra las personas o las cosas son, según la legislación
venezolana, condiciones objetivas de punibilidad del delito que se examina.

Se trata, desde luego, de un delito de sujeto activo determinado, como que


sólo puede ser cometido por quien se encuentra legalmente detenido.

Del requisito ya expresado que el fugado debe hallarse legalmente


detenido, se concluye, por argumento ad contrarium, que no incurre en el
delito de fuga el que, encontrándose sometido a detención ilegal, recobra su
libertad.

Con esta disposición legal el legislador protege el interés público inherente


al sometimiento de los particulares a la administración de la justicia, por la
necesidad y conveniencia de que la libertad personal de los mismos
permanezca restringida en la forma que haya establecido la autoridad
competente.

El momento consumativo es aquel en que el detenido recobra su libertad,


aunque el mismo sea recapturado inmediatamente. Por tratarse de un delito
material, es admisible la tentativa, puesto que el agente puede ser
sorprendido durante la ejecución del hecho, como sería el caso de que,
después de haber subido una escalera hasta alcanzar la altura del muro
perimetral del establecimiento en el cual se encuentra recluido, es obligado
por los guardianes a bajar al interior de aquél. También es admisible la
frustración.

El hecho es imputable a título de dolo genérico, representado por la


consciente voluntad de evadirse del lugar en donde se encuentra recluido.

La pena es de prisión por tiempo de cuarenta y cinco días a nueve meses.

El artículo 259 establece que los «sentenciados que hubieren quebrantado


su condena de presidio, prisión, expulsión del espacio geográfico dela
República, relegación a colonia penitenciaria, confinamiento o arresto, y lo
ejecutaren con cualquiera de las circunstancias de violencia, intimidación,
fractura de puertas, ventanas, paredes, techo o suelo, empleo de llaves
falsas, escalamiento o cualquiera otra circunstancia agravante que no sea la
simple fuga, sufrirán, según la naturaleza y número de estos hechos
concomitantes, una a agravación de pena de la misma especie, entre una
quinta y una cuarta parte de la principal, ajuicio del Tribunal.

Si la fuga se hubiere efectuado sin ninguna de las circunstancias a que se


contrae el párrafo anterior, la agravación de la pena no pasará de una
octava parte de la principal. Si la condena quebrantada fuere la de expulsión
del espacio geográfico dela República, el condenado, que en todo caso será
puesto fuera de ella, lo será a su costa, si tuviere bienes.»

Quebrantamiento
Las condenas cuyo quebrantamiento sanciona este artículo son las
consistentes en las penas privativas de la libertad: presidio, prisión y
arresto; y las restrictivas de ella: expulsión del territorio dela República,
relegación a colonia penitenciaria y confinamiento. Las penas privativas de
la libertad y la de relegación a colonia penitenciaria se quebrantan mediante
la fuga o evasión; la de confinamiento, con la salida de la jurisdicción del
Municipio señalado en la sentencia que aplique dicha pena, el cual ha de
estar a no menos de cien kilómetros de distancia del lugar en donde se
haya cometido el delito; y la de expulsión, con el regreso al territorio
nacional antes del vencimiento del tiempo por el cual ha sido impuesta la
sanción.

El delito que se estudia puede ser violento o no: el primero se perpetra


cuando el sentenciado quebranta una cualquiera de las condenas a las
penas privativas o restrictivas de la libertad preindicadas por medio de
violencia, intimidación, resistencia con armas, fractura de puertas, ventanas,
paredes, techo o suelo, empleo de llaves falsas, escalamiento o cualquiera
otra circunstancia agravante que no sea la simple fuga, y entonces el
agente sufrirá una agravación de pena de la misma especie de la que ha ya
estado cumpliendo, entre una quinta y una cuarta parte de la principal-
según la naturaleza y número de tales hechos concomitantes- a juicio del
Tribunal. Pero, si la fuga se efectúa sin ninguna de las circunstancias antes
mencionadas, la agravación de la pena no podrá ser mayor de la octava
parte de la principal. Y «si la condena quebrantada fuere la de expulsión del
territorio dela República, el condenado, que en todo caso será puesto fuera
de ella, lo será a su costa, si tuviere bienes».

El artículo 260 establece que los «inhabilitados políticos o para ejercer


profesiones, o los destituidos que ejercieren el empleo o profesión contra el
tenor de la sentencia, serán condenados, como agravación de pena, a un
arresto de uno a doce meses o a una multa de quinientas unidades
tributarias (500 U.T.) a mil quinientas unidades tributarias (1500 U.T.), a
juicio del Tribunal.»

El artículo 261 señala que, si «el quebrantamiento de la condena fuere en el


caso de suspensión de empleo, el recargo de pena será una multa entre
doscientas cincuenta unidades tributarias (250 U.T.) y un mil unidades
tributarias (1.000 U.T.). Y el artículo 262 dispone que «si lo fuere en los
casos de sujeción a la vigilancia de la autoridad pública o de caución, en el
primero, por recargo de pena, se aumentará el tiempo de vigilancia, y en el
otro el tiempo de arresto si lo hubiere, hasta una tercera parte de estas
mismas penas, ajuicio del Tribunal.»

La acción consiste en quebrantar la condena, y esto ocurre cuando el


condenado a presidio, prisión, relegación a colonia penitenciaria,
confinamiento o arresto, se fuga del establecimiento penal en el que
estuviere recluido, de la colonia en la cual estuviese relegado o del
Municipio al que haya sido confinado; cuando el expulsado del territorio dela
República haya vuelto a él; cuando el inhabilitado político o para ejercer su
profesión o el destituido ejerzan el empleo o la profesión, «contra el tenor de
la sentencia»; cuando el suspendido del empleo ejerza éste antes de haber
transcurrido el tiempo de la condena, cuando el sometido a la vigilancia de
la autoridad no dé cuenta a los Jefes Civiles o Prefectos de los Municipios
donde resida o por donde transite, de su salida y llegada a éstos, o cuando
el condenado a dar caución, no la preste.

Por consiguiente, el sujeto activo de todos y cada uno de estos delitos no


es, entonces, un simple detenido, sino un condenado, es decir, un individuo
que se encuentra cumpliendo la pena que le ha sido impuesta, en sentencia
definitivamente firme por la autoridad judicial competente.

El delito se consuma en el momento en que el agente ejecuta la acción


respectiva, conforme la anterior especificación.

Es posible la tentativa.

El quebrantamiento de condena es punible a título de dolo genérico.

El artículo 263 prescribe: «Aun cuando haya varios quebrantamientos de


condena, en ninguno de los casos de los artículos anteriores de este
Capítulo, podrá exceder la pena corporal recargada del tiempo de veinte
años».

Como puede observarse, en este artículo no se tipifica delito alguno; se


limita sí a fijar en veinte años el límite máximo de la pena corporal aplicable
en los casos de los artículos anteriores.

«El que de alguna manera procure -dice el artículo 264– o facilite la fuga de
un preso, será penado con presidio de uno a dos años, teniéndose en
cuenta la gravedad de la inculpación o naturaleza y duración de la pena que
le quede por cumplir al fugado. Si para procurar o facilitar la evasión, el
culpable ha hecho uso de alguno de los medios indicados en el articulo 258,
la pena será de dos a cuatro años de presidio, cuando la fuga se lleve a
cabo; y cuando ésta no se verifique, será de uno a dos años de presidio. En
uno u otro caso deberá tener en cuenta la gravedad de la inculpación o la
naturaleza y duración de la pena aún no cumplida. Si la persona culpable es
pariente cercano del preso, la pena quedará reducida de una tercera parte a
la mitad, según la proximidad del parentesco».

La acción consiste en procurar o facilitar la fuga de un preso. Los verbos


usados por el legislador no son sinónimos: procurar es hacer diligencias o
esfuerzos para lograr una cosa; facilitar significa hacer posible la ejecución
de un hecho o la consecución de un fin. Se trata, por consiguiente, de un
delito por comisión, ya que entraña una conducta activa, un hacer: se
requiere para su consumación que se ejecute una acción. Ejemplos de esa
conducta activa sería facilitar ropa corriente al recluso condenado para
sustituir el «meleco» o traje que debe llevar en el establecimiento
penitenciario entregarle una lima o una segueta para cortar los barrotes de
las celdas. N o se concibe la perpetración de este delito por omisión, por no
hacer.

Sujeto activo puede ser cualquiera que no sea funcionario público que tenga
el encargo de conducir o custodiar al detenido o sentenciado evadido, pues
este caso está contemplado en el artículo siguiente. Podrá serlo, en cambio,
otro detenido o condenado siempre que no obre con la intención de
evadirse él mismo, porque entonces sería coautor, aunque la evasión se
quede en el grado de tentativa o de frustración.

El medio de comisión puede ser cualquiera que resulte adecuado para


procurar o facilitar la fuga: así lo establece expresamente el artículo que se
examina.

El momento consumativo es el mismo en que ocurre la fuga, porque si ésta


no llega a consumarse, no podrá hablarse de evasión procurada o facilitada.
Habría tentativa si se ha comenzado el proceso ejecutivo por medios
apropiados y se interrumpe sin haber realizado todo lo necesario para
consumar la evasión, por causas ajenas a la voluntad del agente; y habría
frustración si, después de haber realizado el recluso, con la colaboración del
que ha procurado o tratado de facilitar la fuga, todo lo necesario para
perpetrar aquel delito, es sorprendido y capturado por algún guardián en el
instante en que se disponía a ganar la calle.

Prescribe el artículo 265:


El funcionario público que, encargado de la conducción o custodia de un
detenido o sentenciado, procure o facilite de alguna manera su evasión,
será penado con presidio por tiempo de dos a cinco años.

Si para procurar o facilitar la evasión, el culpable coopera en los actos de


violencia de que habla el artículo 258, o si para ello ha dado armas o
instrumentos o no ha impedido que se le suministren, la pena será de tres a
seis años de presidio, si la evasión se efectúa; y de uno a tres años en caso
contrario.

Cuando la evasión se haya verificado por negligencia o imprudencia del


funcionario público, éste será castigado con prisión de dos meses a un año
y si el evadido estaba cumpliendo pena de presidio, la pena será de seis a
dieciocho meses.

Para la imposición de la pena siempre se tomarán en cuenta la gravedad


del hecho imputado y la naturaleza y duración de la pena que aún falta por
cumplirse.

También en este delito la acción consiste en procurar o facilitar la fuga de


un preso; y lo mismo que en el anterior, la perpetración requiere que el
agente haga algo, pues no es concebible una evasión procurad a o
facilitada por simple omisión.

El sujeto activo ha de ser funcionario público al que, en atención a ese


carácter, le haya sido confiada la conducción o custodia de un detenido o
sentenciado.

La evasión favorecida es punible a título de dolo genérico en los casos


previstos en el encabezamiento o primera parte del artículo y en el primer
aparte; y a título de culpa, por negligencia o imprudencia, en los indicados
en el aparte segundo.

El artículo 266 dispone: «Las penas establecidas en los artículos


precedentes se aumentarán con una tercera parte cuando las violencias
previstas en los mismos artículos se hubieren cometido con armas o por
efectos de un plan concertado o si el hecho sucede en reunión de tres o
más personas».

Las circunstancias expresadas explican por sí solas la agravante


establecida.
El artículo 267 prescribe: «El funcionario público que, encargado de la
custodia o conducción de algún detenido o sentenciado le permita, sin estar
para ello autorizado, salir ni aún temporalmente del lugar en que deba
permanecer detenido o del lugar en que deba sufrir su condena, será
castigado con prisión de quince días a seis meses. En el caso de que, por
causa de aquel permiso, el detenido o sentenciado llegue a fugarse, la
prisión será de tres meses a dos años.

El sujeto activo de este delito sólo puede serlo un funcionario público que
haya sido encargado de la custodia o conducción de un detenido o
sentenciado; y la acción consiste en permitir a uno u otro de éstos, sin estar
facultado para ello, que salga, aunque sea temporalmente, «del lugar en
que debe permanecer detenido o del lugar en que debe cumplir su
condena».

El sujeto activo de este delito ha de ser un funcionario público que haya sido
encargado de la custodia o conducción de algún detenido o sentenciado. La
acción consiste en conceder permiso, sin estar autorizado a cualquiera de
aquéllos para salir, aunque sea temporalmente, del lugar en donde debe
permanecer detenido o del que debe sufrir su condena.

Los artículos 268 y 269 establecen una apreciable reducción de pena -a la


quinta parte ambos- el primero, para «cuando el fugado se constituya
espontáneamente prisionero», caso en el cual la rebaja será de cualquiera
de las penas previstas en los artículos anteriores del Capítulo; el segundo,
en favor del funcionario «que, siendo culpable de los hechos
respectivamente previstos en el segundo aparte del artículo 265, haya
logrado, dentro de los tres meses siguientes a la fuga, la captura de los
evadidos o su presentación a la autoridad». Pero no podrán acumularse las
dos reducciones, desde luego.

Simulación de Hechos Punibles en Venezuela


Este consta de un sólo artículo -el 239- del Capítulo II, el cual prescribe:

«Cualquiera que denuncie a la autoridad judicial o a algún funcionario de


instrucción un hecho punible supuesto o imaginario, será castigado con
prisión de uno a quince meses. Al que simule los indicios de un hecho
punible, de modo que dé lugar a un principio de instrucción, se le impondrá
la misma pena.

El que ante la autoridad judicial declare falsamente que ha cometido o


ayudado a cometer algún hecho punible, de modo que dé lugar a un
principio de instrucción, a menos que su declaración sea con el objeto de
salvar algún pariente cercano, amigo íntimo o a un bienhechor, incurrirá
igualmente en la propia pena.»

Carrara considera este delito como afín al de calumnia, pero establece


seguidamente que estos dos delitos «se diferencian entre sí por
características clarísimas». «Cuando alguien -agrega- por fines privados,
denuncia falsamente que ha sido víctima de un delito, pero sin hacer recaer
la acusación sobre individuos determinados y sin la intención de hacer
condenar a un inocente, tenemos el título especial de simulación de delito»
En cambio, como se expresará luego, si el hecho delictuoso simulado se
imputa a una persona determinada con la intención de hacerla condenar,
sabiéndola inocente se comete el delito de calumnia.

La simulación de hecho punible puede ser objetiva y subjetiva. La primera


se clasifica en directa o formal, que ocurre cuando el agente informa o
comunica a la autoridad judicial o a algún funcionario de instrucción, un
delito supuesto o imaginario, vale decir: que no ha sucedido; e indirecta o
material, que es la cometida por quien simula los indicios de un hecho
punible de modo que dé lugar a un principio de instrucción.

La simulación formal comprende: 1º) una denuncia formulada ante la


autoridad judicial o ante un funcionario de instrucción. 2º) La declaración
ante la autoridad o el funcionario predicho de que se ha cometido un delito
que en realidad no ha sido consumado. Debe ser «un delito supuesto o
imaginario», como dice la disposición legal en estudio.

Supuesto es lo falso, lo fingido; Imaginario, lo que sólo existe en la


imaginación. Y el delito denunciado será imaginario, según Maggiore, tanto
si el hecho que lo constituye no se ha efectuado de ninguna manera, como
si el denunciado es esencialmente distinto del hecho perpetrado.

En la simulación real o material el sujeto activo ha de simular las huellas de


un delito, debiendo entenderse por éstas los rastros materiales que
ordinariamente quedan en el lugar en donde se perpetra un hecho
delictuoso, como sangre, las señales de haberse arrastrado un cadáver,
fractura de una puerta, ganzúa o el instrumento llamado pata de cabra o
bien cizallas, o escalas de cuerdas, etc. Simular dice tanto como fingir,
aparentar. Simular los indicios de un delito quiere decir dar apariencia de
dichos indicios a lo que en modo alguno puede tenerse como tales. Se
requiere, además, en la última de las expresadas simulaciones, que los
indicios simulados presenten tal grado de verosimilitud que den lugar a un
principio de instrucción
Si no llega a iniciarse la averiguación, porque los rastros fingidos sean por
demás burdos, como cuando se deja en un lugar adecuado, cubierto de
sangre uno de esos cuchillos d plástico, flexible, con los que juegan los
chicos, o si el líquido rojo con el que se ha querido representar la sangre
tiene el olor característico de anilina, o si por cualquier otro medio se
descubre que aquéllos son fingidos, no podrá considerarse consumada la
simulación. El principio de instrucción sumarial constituye una condición
objetiva de punibilidad.

Tanto la simulación formal o directa, como la indirecta o material, son delitos


de sujeto activo indeterminado: «Cualquiera que…» dice el artículo que es
objeto del presente comentario.

El objeto específico que este artículo protege es el interés por el


funcionamiento útil de la autoridad judicial y el mantenimiento del
acatamiento debido a esa misma autoridad, porque él tiende a impedir que,
mediante simulaciones de algún despreocupado, pueda ser determinada
aquélla a la averiguación de un delito que no ha sido perpetrado.

En el aparte del artículo precitado se establece que «el que ante la


autoridad judicial declare falsamente que ha cometido o ayudado a cometer
algún hecho punible, de modo que dé lugar a un principio de Instrucción, a
menos que su declaración sea con el objeto de salvar a algún pariente
cercano, un amigo íntimo o a su bienhechor incurrirá igualmente en la
propia pena».

Este es el delito de simulación subjetiva, que la doctrina llama autocalumnia,


porque el agente se atribuye haber cometido él mismo, o haber ayudado a
cometer un hecho punible. Si la autocalumnia se comete con el objeto de
salvar a un pariente cercano, a un amigo íntimo o a un bienhechor, no será
punible, o por mejor decir: no constituirá delito alguno.

La simulación formal y la real o material se consuman en el mismo momento


en que el agente formula la denuncia de que se ha cometido un delito que
en realidad no se ha ejecutado, sino que ha sido supuesto o imaginado por
él, o cuando son advertidos o descubiertos los indicios o huellas de ese
delito inexistente.

En la subjetiva, cuando el sujeto activo se atribuye falsamente la comisión


de un delito o el haber ayudado a cometerlo.

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