obra reclamada por Berlín; A Theory of Justice, de J .
Rawls de los autores citados mantiene su propia posición inde-
(Laslett y Fishkin, 1979, 1). pendientemente de Rawls) se han sumado otras, en especial la E n efecto, la obra de J . Rawls, cuyos aciertos y deficiencias herencia frankfurtiana capitaneada por J . Habermas, así como e x a m i n a r é en el capítulo correspondiente (capítulo 5), ha ser- los representantes de la «nueva izquierda»; es m á s , estas nue- vido en todo caso como auténtico catalizador de un renaci- vas ondas han tomado en buena parte el relevo en el protago- miento pluralista de la filosofía política y este papel no se lo nismo durante los a ñ o s ochenta, y en particular J . Habermas, discuten ni sus críticos m á s radicales. Así Nozick la considera que es el principal catalizador actual. Las fuentes y los proce- la c o n t r i b u c i ó n m á s importante a la filosofía moral y política dimientos son distintos, pero los resultados no son tan dispares desde los tiempos de J.S. Mili (Nozick, 1974, 183-231; 344), y (R. del Águila y F . Vallespín, 1984). Rawls y los autores anglo- B . Barry, tras haberla denunciado como un intento enmasca- sajones a él asociados de algún modo se inspiran en los clásicos rado de legitimar el hberalismo (1973), reconoce que «al final del contrato social, incluyendo a Kant, así como a la tradición resulta secundario el que uno piense que su teoría es falsa o liberal (tanto en su versión europea como, sobre todo, en la verdadera», dado el gran empuje que ha propiciado de la teoría versión estadounidense). Habermas y la «nueva izquierda» política (1980, 284). Según F . Vallespín (1985, 12-13), «el tienen fuentes m á s amplias: a d e m á s de la tradición contrac- enorme acierto de Rawls radicaría en haber sabido combinar tualista y liberal, realizan reconstrucciones de Hegel, Marx, y unificar en una compleja y completa teoría sustantiva y Nietzsche, Freud, etc.; en Habermas es perceptible, incluso, el normativa algunas de las principales cuestiones que, desde influjo de la teon'a de sistemas y del funcionalismo estructural siempre, han formado parte del objeto de la filosofía política», (Parsons). en especial «su reconciliación, casi sin fisuras, de los proble- Claro es que la l l a m a d a - t r a d i c i ó n liberal incluye plantea- mas de la libertad y de la igualdad». mientos y posiciones bastante diversificados: desde el libera- Porque, en efecto, no h a b í a n faltado obras de importancia lismo «duro» de Popper y Berlín hasta la versión liberal-social e incluso de resonancia internacional. Baste citar los nombres de Rawls, pasando por el liberalismo conservador de Hayek y de Popper (The open society and its enemies), F . Hayek (The Friedmann, el liberalismo radicalizado de Nozick, el liberalis- constitution of liberty), Schumpeter (CapitaUsm, socialism, mo utilitarista de Hart, la versión deontológica de R . Dworkin and democracy), Marcuse (One dimensional man), B . de Jou- y el modelo liberal capitaüsta («de mercado») de J . Buchanan venel (Sovereignity), L . Strauss (Natural Right and History) o I . y d e m á s representantes de la Escuela de Virginia (Vallespín, Berlín (Four essays on liberty). Pero lo cierto es que la teoría 1985; Calsamigha, 1984; Muguerza, 1984; Fernández, 1984; liberal no h a b í a logrado su rehabilitación teórica. Por supuesto etc.). que la obra de Rawls no supuso el consenso; al contrario, Otra diferencia notable entre ambos grupos es el tratamien- contra sus previsiones, suscitó una gran cantidad de réplicas o to que dan al f e n ó m e n o capitalista: mientras que los liberales rectificaciones parciales. Baste citar los nombres de R. Nozick anglosajones intentan legitimarlo en diferentes versiones (en- (Anarchy, State, and Utopia), R . Dworkin (Taking rights se- tre las cuales Rawls es el ú n i c o en legitimar el Welfare State), riously), J . Buchanan (The limils of liberty), M . Oakeshott (On los autores asociados a Habermas (con la curiosa convergencia human conduct) e I . Melden (Rights andpersons), por un lado, de D . Bell) denuncian el déficit de legitimación que padece el y las recopilaciones editadas por N . Daniels (Reading Rawls), capitalismo y pugnan por formas m á s o menos moderadas de J . Paul (Reading Nozick) y M. Cohén (R. Dworkin and contem- estado social hasta versiones m á s radicalizadas (Offe y la porary jurisprudence). «nueva izquierda» americana: Schroyer, Aronowitz) (Rodrí- Obviamente, sería injusto no reconocer que a esta onda guez Ibáñez, 1978). predominantemente rawlsiana (aunque es claro que cada uno Un rasgo distintivo de la nueva filosofía política es su apues-