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NOVIEMBRE 2012
CORRELACIÓN ENTRE SIGNOS DE DETERIORO Y
CONSUMO DE ETANOL, THC Y COCAÍNA
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ÍNDICE Pág.
ABREVIATURAS Y ACRÓNIMOS 5
1. INTRODUCCIÓN 6
2. OBJETIVOS 10
3. MATERIAL Y MÉTODOS 11
4. RESULTADOS 15
5. DISCUSIÓN 36
6. CONCLUSIONES 39
8. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 40
3
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ABREVIATURAS Y ACRÓNIMOS
AUC Área bajo la curva (del inglés, Area Under the Curve)
DE Desviación Estándar
DRUID DRiving Under the Influence of Drugs, Alcohol and Medicines (Proyecto europeo)
DUID Conducción bajo el efecto de sustancias ( del inglés Driving Under the Influence of Drugs)
E Especificidad
IC Intervalo de Confianza
IMMORTAL Impaired Motorists, Methods of Roadside Testing and Assessment for Licensing (Proyecto de investigación)
MDA 3,4-metilendioxanfetamina
MDEA 3,4-metilendioxietilanfetamina
MDMA 3,4-metilendioximetanfetamina
OR Odds Ratio
ROC Característica operativa del receptor (del inglés, Receiver Operating Characteristic)
S Sensibilidad
THC ∆9-Tetrahidrocanabinol
VN Verdaderos Negativos
VP Verdaderos Positivos
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1. INTRODUCCIÓN
En teoría, la primera aproximación cumpliría mejor los objetivos de las leyes DUID, ya
que se observaría y se evaluaría la aptitud para conducir de cada uno de los
conductores, penalizando únicamente a los que tuvieran realmente afectada su aptitud
para conducir. La principal limitación de la observación de los signos de deterioro es la
carencia de métodos estandarizados de medida para la evaluación del deterioro
ocasionado por el consumo de drogas.
Aunque los tests de sobriedad de campo fueron originalmente concebidos para para
detectar intoxicación etílica, en muchos países este tipo de tests se han utilizado para
detectar el deterioro asociado al consumo de otras sustancia en los conductores. En el
caso concreto del cannabis, no existe un total acuerdo acerca de cuales son los signos
6
observables que revelan un deterioro asociado, específicamente, a su consumo y de la
magnitud de esta correlación.
Durante la última década se ha incrementado el uso del fluido oral como matriz
alternativa para la detección de drogas de abuso. Esto ha sido debido a la necesidad
de disponer de un método rápido, sencillo y con la posibilidad realizar los análisis “in
situ”(Choo & Huestis, 2004). Las principales ventajas del fluido oral frente a otras
matrices es que el proceso de toma de toma de muestra es no invasivo (como ocurre
en el caso de la sangre) y tampoco supone el inconveniente de las muestras de orina
que deben ser tomadas bajo la observación de un agente, por lo que la toma de
muestra es mucho mejor aceptada por la gente en general y por los conductores en
particular. Además, la presencia de drogas en el fluido oral se correlaciona mejor con
el deterioro que la presencia de los metabolitos de drogas en orina(Gjerde &
Verstraete, 2011; Verstraete, 2005).
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Desde que el fluido oral se convirtió en una matriz apropiada para explorar y
determinar la presencia de drogas, se han realizado sucesivos intentos de encontrar
una la relación fija o un factor de conversión entre la concentración de cada droga en
la sangre y en fluido oral. Las amplias variaciones interpersonales, generalmente no
permiten aplicar relaciones fluido oral/sangre para la mayoría de las drogas, por lo
tanto la concentración de drogas en el fluido oral no podría utilizarse para estimar, de
manera individual, la concentración de drogas en sangre con la suficiente precisión
(Crouch, 2005; Gjerde, Mordal, Christophersen, Bramness, & Morland, 2010; Vindenes
et al., 2012; Wille et al., 2009). Sin embargo en los estudios epidemiológicos, la
concentración de drogas en el fluido oral puede aportar una valiosa información. Los
resultados de estudios recientes muestran la posibilidad de estimar la prevalencia de
concentración de drogas en sangre entre unos límites dados, a partir de los resultados
obtenidos en los análisis de fluido oral(Gjerde & Verstraete, 2010) y la posibilidad de
estimar, en una población determinada, puntos de corte equivalentes en sangre y en
fluido oral para diferentes drogas. Para ello se plantea un modelo matemático de
regresión, entre los percentiles de concentración en fluido oral (variable dependiente)
para una población de individuos positivos en drogas, en función de los
correspondientes percentiles de concentración en sangre (variable predictora)(Gjerde &
Verstraete, 2011). Para calcular la ecuación de la regresión es necesario obtener
suficientes pares de concentración fluido oral/sangre entre los mismos participantes de
la población objeto de estudio (para THC y anfetamina se recomienda, al menos 80
pares). Además, es importante utilizar el mismo tipo de dispositivo para el fluido oral
en todos los participantes, ya que el dispositivo colector puede afectar a los resultados
analíticos (Crouch, 2005; Wille et al., 2009). La utilización de modelos de regresión en
este campo ofrece grandes posibilidades en la investigación y podría aportar una
valiosa información adicional a los controles de carretera, acerca del deterioro
producido por las drogas en la conducción.
8
(Ramaekers et al., 2006). Utilizando este criterio, en un estudio llevado a cabo en
Noruega se estableció una correlación positiva concentración-efecto, entre la
concentración de THC en sangre y el deterioro observado, en un grupo real de
conductores arrestados por ser sospechosos de conducir bajo el efecto de sustancias
(Bramness, Khiabani, & Morland, 2010). Teniendo en cuenta los resultados de este
estudio y, por otra parte, la hipótesis de Gjerde y Verstraete (Gjerde & Verstraete,
2011) (según la cual en una población determinada sería plausible encontrar una
distribución similar entre las concentraciones de una determinada droga en el fluido
oral y en la sangre), también debería ser posible encontrar una correlación positiva
entre la concentración de THC en el fluido oral en una población de conductores y
algún signo del deterioro observado en la misma población.
Basándonos en los resultados de los estudios previos nuestra hipótesis es, que debe
ser posible encontrar una correlación entre la distribución de concentraciones de THC
en el fluido oral de una población de conductores y la prevalencia de conductores
afectados de algún signo de deterioro (o grupo de signos) asociado a los efectos del
THC.
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2. OBJETIVOS
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3. MATERIAL Y MÉTODOS
Los datos analizados en este trabajo han sido extraídos de la base de datos española
generada para el Proyecto Europeo DRUID. Los controles de carretera comenzaron a
finales de julio de 2008 y finalizaron en agosto de 2009.
Los agentes de tráfico recibieron formación específica para la observación de los signos
de deterioro. Los 31 signos observados comprenden siete “signos de actitud”, cuatro
de “aspecto corporal”, cinco de “expresión facial”, tres “signos del habla”, cuatro
“signos de coordinación” y ocho “signos oculares”. El informe era cumplimentado por el
agente de tráfico. Una batería de tests similar fue utilizada previamente en el proyecto
IMMORTAL (http://immortal.or.at/) aunque para este proyecto se han añadido algunos
signos. La validación del método de screening para detectar conductores bajo los
efectos de las sustancias, basado en la observación de los signos de deterioro, ha sido
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establecida por comparación con los resultados obtenidos en el análisis del fluido oral
de los conductores.
Todos los datos de los participantes en el estudio obtenidos, tanto en los controles de
carretera como los posteriores resultados de los análisis toxicológicos fueron incluidos
en una base de datos. Se registraron datos acerca de los signos de deterioro
(presencia o no) en 3271 conductores. Los 2855 casos analizados en el presente
estudio fueron seleccionados de dicha base de datos según se detalla a continuación.
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57 conductores en los que se detectó conjuntamente cocaína+alcohol; 201
conductores en los que solamente se detectó alcohol y 2146 conductores en los que no
se detectó ninguna sustancia en su fluido oral y en los que tampoco se detectó alcohol
en aire espirado. El resto de los conductores (416) fueron excluidos del estudio por
encontrarse otras sustancias o combinaciones de sustancias fuera del objeto de este
estudio.
La fiabilidad del test de detección de drogas “in-situ” (dispositivo Draëger 5000) será
igualmente evaluada de acuerdo a los resultados obtenidos en el análisis del fluido oral
realizado en el laboratorio.
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Characteristic). Para la curva ROC se utilizaron los valores de concentración de THC en
fluido oral y consideraremos el test como positivo, cuando se observó al menos un
signo de deterioro. Los casos en los que la variable de cuantificación no presentaba un
nivel numérico (45 casos registrados como >200 ng/ml o >400 ng/ml) fueron
excluidos del análisis inicialmente. Una vez establecidos los rangos, estos casos fueron
incluidos en el rango superior en el superior. Una vez establecidos los rangos volvimos
a calcular la curva ROC con la nueva variable de concentración en rangos, con el fin de
observar el efecto de los casos no incluidos en el análisis previo (con la variable inicial
de concentración).
La regresión logística por pasos sucesivos hacia adelante se utilizó para conocer el
riesgo de ser observado con signos de deterioro cuando alcohol y/o THC se presentan
en los diferentes rangos de concentración considerados. En el análisis se controlaron
los posibles efectos de confusión de las variables, edad (variable continua), género
(hombre/mujer), tipo de carretera (rural/urbana) y periodo (a: de lunes a viernes de
7:00 a 23:59 h; b: de martes a viernes de 0:00 a 6:59 h.; c: sábado/domingo/festivo
de 7:00 a 23:59 h. y d: sábado/domingo/lunes/festivo de 0:00 a 6:59 h.). En el análisis
se incluyeron todos los grupos excepto aquellos en los que se detectó cocaína.
La regresión logística por pasos sucesivos hacia adelante también se utilizó para
evaluar el riesgo de ser observado con signos de deterioro cuando se conduce bajo los
efectos de la cocaína y/o alcohol. Se controlaron las mismas variables que en el caso
anterior y para este análisis no se incluyeron los grupos en los que se detectó THC.
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4. RESULTADOS
La media de edad de los conductores en los que se detectó THC es similar (p>0.05) ya
se encuentre éste combinado o no con alcohol, y significativamente más baja (p<0.05)
que la media de edad de cada uno de los restantes grupos. La media de edad del
grupo en el que se detectó solamente alcohol es significativamente más alta (p<0.05)
que la del resto de los grupos.
Respecto a los diferentes periodos de tiempo en los que se llevaron a cabo los
controles, la distribución de casos es similar entre los grupos en los que se detectó
solamente THC, solamente cocaína y ninguna sustancia (Χ26=9.47; p>0.05). En
general es más frecuente encontrar alcohol o combinaciones con el alcohol en los
periodos nocturnos y más aún si además es fin de semana o día festivo.
En general, y salvo en grupo del THC solo, es más frecuente detectar conductores que
han consumido sustancias en zonas urbanas que en carreteras (Tabla 1).
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Tabla 1. Características de la muestra de conductores analizada, agrupados según
las sustancias detectadas.
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Tabla 2. Porcentaje de conductores en los que se ha observado algún signo de
deterioro (cualquier signo, agrupados por tipos de signos y cada signo individual) en
cada uno de los grupos del estudio.
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4.2.1. Signos observados y sustancia detectada: Cannabis/alcohol
18
Figura 1. Prevalencia de conductores en los que se observaron signos (cualquier signo
y agrupaciones de signos) según la sustancia detectada: Alcohol/THC/THC+Alcohol
(*): p<0.05
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4.2.2. Signos observados y sustancia detectada: Cocaína/alcohol
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Figura 2. Prevalencia de conductores en los que se observaron signos (cualquier signo
y agrupaciones de signos) según la sustancia detectada:
Alcohol/Cocaína/Cocaína+Alcohol
(*): p<0.05
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4.3. La observación de signos como test diagnóstico
En la Tabla 3 se muestran los casos que, por comparación con los resultados obtenidos
en la prueba estándar (análisis de laboratorio LC/MS/MS para THC y cocaína, y
alcoholemia en aire espirado para el alcohol) resultaron ser, verdaderos positivos (VP),
verdaderos negativos (VN), falsos positivos (FP) y falsos negativos (FN). Estos
resultados se muestran por separado, para cada uno de los grupos de conductores
especificados en el estudio en los que se detectaron sustancias y, en la última
columna, se muestran los resultados para toda la muestra del estudio (2855
conductores), es decir, todos los grupos conjuntamente incluyendo el grupo en el que
no se detectaron sustancias. Además se calcularon cinco índices para determinar la
validez de la observación de signos como prueba diagnóstica: Los valores de
sensibilidad (S), especificidad (E), valor predictivo del resultado positivo (VPP), valor
predictivo del resultado negativo (VPN) y el valor global de la proporción de resultados
válidos entre la totalidad de las pruebas efectuadas (VG). En la Tabla 3 se muestran
estos valores con su intervalo de confianza al 95% [IC 95%]. En los grupos en los que
se detectó alcohol junto con otra sustancia (grupos “THC+alcohol” y
“Cocaína+alcohol”) los cálculos se han realizado teniendo en cuenta, separadamente,
el punto de corte para el alcohol y el punto de corte de la otra sustancia (THC o
coaína), por lo que para estos grupos, aparece la columna duplicada en la Tabla 3.
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A la vista de los resultados, la observación de los signos de deterioro considerados en
el estudio, constituye un test diagnóstico de baja sensibilidad para detectar
conductores que conducen bajo el efecto de sustancias (alcohol, THC, cocaína), en
concentraciones superiores a los puntos de corte establecidos en cada caso. Según los
resultados y basándonos exclusivamente en los signos observados, en un control
aleatorio realizado en carretera, solamente detectaríamos a la cuarta parte de los
conductores que condujeran con concentraciones por encima de los puntos de corte
establecidos (S [IC 95%] = 24.6 [19.2-30.0]).
Como puede observarse en la Tabla 3, tanto para el THC como para la cocaína, el test
de análisis de drogas en fluido oral “in-situ” es mucho más sensible que la observación
de signos. La especificidad del test de observación de signos es comparable a la
obtenida para el test de fluido oral “in-situ”, e incluso superior. Es decir, el test de
signos resultaría útil para identificar a los conductores que conducen sin sustancias o
con concentraciones en fluido oral por debajo de los puntos de corte especificados. La
baja especificidad del test de drogas “in-situ” hay que interpretarla con precaución ya
que los puntos de corte establecidos (según la propuesta del proyecto DRUID) son
bastante elevados y están por encima del límite de detección de los dispositivos, lo que
incrementa el número de falsos positivos (FP).
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Tabla 3. Valor diagnóstico de la observación de signos dentro de cada grupo de conductores, considerando los puntos de corte
establecidos(*)
THC+alcohol Cocaína+Alcohol
THC Alcohol Cocaína Todos (**)
(N=32) (N=57)
(N=253) (N=201) (N=166) (N=2855)
Test THC Alcohol Cocaína Alcohol
VP (N) 26 13 4 4 10 8 10 64
VN (N) 112 148 10 17 124 25 27 2539
FP (N) 6 6 5 5 11 10 8 56
FN (N) 109 34 13 6 21 14 12 196
Observación
S (% [IC 95%]) 19.3 [12.2-26.3] 27.7 [13.8-41.5] 23.5 [0.4-46.6] 40.0 [4.6-75.4] 32.3 [14.2-50.3] 36.4 [14.0-58.7] 45.5 [22.4-68.5] 24.6 [19.2-30.0]
de signos
E (% [IC 95%]) 94.9 [90.5-99.3] 96.1 [92.7-99.5] 66.7 [39.5-93.9] 77.3 [57.5-97.1] 91.9 [86.9-96.8] 71.4 [55.0-87.8] 77.1 [61.8-92.5] 97.8 [97.3-98.4]
VPP (% [IC 95%]) 81.3 [66.2-96.3] 68.4 [44.9-92.0] 44.4 [6.4-82.5] 44.4 [6.4-82.5] 47.6 [23.9-71.4] 44.4 [18.7-70.2] 55.6 [29.8-81.3] 53.3 [44.0-62.7]
VPN (% [IC 95%]) 50.7 [43.9-57.5] 81.3 [75.4-87.3] 43.5 [21.0-65.9] 73.9 [53.8-94.0] 85.5 [79.4-91.6] 64.1 [47.8-80.4] 69.2 [53.5-85.0] 92.8 [91.9-93.9]
VG (% [IC 95%]) 54.6 [48.2-60.9] 80.1 [74.3-85.9] 43.75 [25.0-62.5] 65.63 [47.6-83.6] 80.7 [74.4-87.0] 57.9 [44.2-71.6] 64.9[51.7-78.2] 91.2 [90.1-92.2]
VP (N) 103 13 24 18
VN (N) 110 12 114 23
FP (N) 8 3 21 13
Drogas en FN (N) 32 4 7 3
fluido oral
S (% [IC 95%]) 76.3 [68.8-83.8] 76.5 [53.4-99.6] 77.4 [61.1-93.8] 85.7 [68.4-100.]
“in-situ”
E (% [IC 95%]) 93.2 [88.3-98.2] 80.0 [56.4-100.0] 84.4 [78.0-90.9] 63.9 [46.8-81.0]
VPP (% [IC 95%]) 92.8 [87.5-98.1] 81.3 [59.0-100.0] 53.3 [37.7-69.0] 58.1[39.1-77.1]
VPN (% [IC 95%]) 77.5 [70.2-84.7] 75.0 [50.7-99.3] 94.2 [89.6-98.8] 88.5 [74.3-100]
VG (% [IC 95%]) 84.2 [79.5-88.9] 78.1 [62.2-94.0] 83.1 [77.1-89.1] 88.46 [74.3-100]
(*)
Puntos de corte: THC > 27 ng/ml en fluido oral; Alcohol >0.25 mg/l en aire espirado; Cocaína>170 o benzoilecgonina>95 ng/ml en fluido oral.
(**)
Para todos los grupos juntos se han considerado casos positivos en el análisis de referencia, todos aquellos que han superado el punto de corte de alguna
de las sustancias.
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4.4. Correlación entre los signos de deterioro observados y la
concentración de sustancia determinada
Para los grupos en los que se detectó alcohol, se establecieron dos rangos de
concentración basándonos en la legislación que determina cuando existe una
alcoholemia positiva, o no, (concentración de alcohol en aire espirado >0.25 mg/L y
0.01-0.25 mg/L, respectivamente). El grupo de conductores en el que no se detectaron
sustancias constituiría un tercer rango con concentración de alcohol <0.01 mg/l.
En el caso del cannabis, los rangos han sido establecidos mediante un análisis ROC
(Figura 3). Inicialmente utilizamos los valores de concentración de THC en fluido oral y
consideraremos positivo el test cuando se observe al menos un signo de deterioro. Los
casos en los que la variable de cuantificación no presenta un nivel numérico (45 casos
como >200 ng/ml o como >400 ng/ml) fueron excluidos del análisis inicialmente
(Figura 3 izda.). A partir de los datos generados en el análisis COR, establecimos
cuatro rangos de concentración para el THC (ng/ml = nanogramos de THC por mililitro
de fluido oral): ≤3.0 ng/ml; 3.01-25.00 ng/ml; 25.01-100.00 ng/ml y >100.00 ng/ml.
Una vez establecidos los rangos, los casos en los que se detectó THC que aparecían
señalados como >200 ng/ml o >400 ng/ml, fueron incluidos en el rango superior de
concentración (>100.00 ng/ml) y volvimos a calcular la curva ROC con la nueva
variable de concentración en rangos (Figura 3 dcha.), con el fin de observar el efecto
de los casos no incluidos en el análisis previo (con la variable inicial de concentración).
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Figura 3. Análisis ROC. Concentración de THC y observación de signos (cualquier
signo).
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4.4.2. Correlación entre la concentración de etanol en aire espirado y
presencia de signos en los conductores
El grupo de conductores en los que se detectó solamente alcohol nos servirá como
referencia para conocer, en que medida la prevalencia de conductores en los que
observan signos de deterioro, tiene utilidad para discriminar a los conductores según
su concentración de alcohol en aire espirado. En la Tabla 4 se presentan resultados de
las prevalencias de los conductores que presentan signos de deterioro obtenidos para
dos diferentes rangos de concentración de alcohol en aire espirado (0.01-0.25 mg/l y
>0.25 mg/l) y como referencia, en la segunda columna se presentan mismos
resultados para el grupo en el que no se detectó ninguna sustancia.
Para cada una de las agrupaciones de signos presentadas en la Tabla 4 (con la única
excepción de los signos de aspecto de la cara) existen diferencias significativas en el
porcentaje de conductores que presentan dichos signos, dependiendo de su
concentración de alcohol en aire espirado (0.01-0.25 mg/l vs >0.25 mg/l).
Excepto para los signos de aspecto corporal, para todas las demás agrupaciones de
signos así como para los signos totales, existen diferencias significativas en el
porcentaje de conductores que presentan signos, entre el grupo en el que no se
detectaron sustancias y el grupo de conductores que presentan concentraciones de
alcohol bajas (0.01-0.25 mg/l). Es decir, a concentraciones de alcohol inferiores a 0.25
26
mg/l, ya es significativo el incremento del porcentaje de conductores que presentan
signos.
En el caso del THC utilizaremos los rangos definidos en el análisis COR para analizar la
posible correlación entre la concentración de THC en el fluido oral y la observación de
signos. En la Tabla 5 se muestran, para cada rango de concentración, las prevalencias
de los conductores en los que se observó algún signo (cualquier signo y agrupaciones
de signos). Como referencia, en la segunda columna se presentan mismos resultados
para el grupo en el que no se detectó ninguna sustancia.
Para en grupo en el que se detectó solamente THC, se observa una correlación entre la
prevalencia de conductores que presentan signos y la concentración de THC en el
fluido oral para cualquier signo (Χ23=15.15; p<0.01), signos aspecto de la cara
(Χ2=10.68; p<0.05) y signos oculares (Χ22=18.05; p<0.0001, Tabla 5).
27
Tabla 5. Rangos de concentración de THC en fluido oral y porcentaje de conductores
en los que se observó algún signo.
Signos del habla 4 (0.2%) 0 (0.0%) 0 (0.0%) 3 (6.1%) 5 (5.6%) 6.91; p>0.05
Tabla 6. Porcentaje de conductores en los que se observó algún signo según rangos
de concentración de THC en fluido oral y de alcohol en aire espirado.
Alcohol no detectado N/NTotal (%) 21/2146 (1.0%) 12/164 (7.3%) 20/89 (22.5%) 11.99; p<0.001
0.01-0.25
6/154 (3.9%) 3/17 (17.6%) 2/5 (40.0%) 1.10; p>0.05
N/NTotal (%)
2 2
Χ;p 23.76; p<0.0001 Χ =1.64; p>0.05 ----
28
En el caso de la cocaína, al tener que considerarla junto con la benzoilecgonina, no
hemos establecido rangos de concentración, sino que solamente hemos considerado
como el punto de corte, cocaína>170 ng/ml y/o benzoilecgonina>95 ng/ml, para
establecer si existen o no diferencias en el porcentaje de conductores en los que se
observaron signos (Tabla 7). Tanto para la observación de “cualquier signo” como
para cada una de las agrupaciones de signos presentadas en la Tabla 7 existen
diferencias significativas en el porcentaje de conductores con signos, dependiendo de
la concentración de cocaína/benzoilecgonina en su fluido oral (cocaína≤170 y
benzoilecgonina≤95ng/ml vs cocaína>170 ó benzoilecgonina>95ng/ml).
Al igual que ocurría con el THC, en el grupo de conductores en los que se detectó
simultáneamente alcohol y cocaína (grupo cocaína+alcohol, n=57) la frecuencia con la
que se observan signos se incrementa considerablemente respecto a lo que sucede
cuando estas sustancias se detectan separadamente.
29
Tabla 8. Porcentaje de conductores en los que se observó algún signo según rangos
de concentración de cocaína en fluido oral y de alcohol en aire espirado.
0.01-0.25 0.003;
6/154 (3.9%) 6/26 (23.1%) 2/9 (22.2%)
N/NTotal (%) p>0.05
Alcohol
en aire > 0.25
13/47 (27.7%) 5/10 (50.0%) 5/12 (41.7%) 0.15; p>0.05
espirado N/NTotal (%)
(mg/l)
Χ2; p 23.76; p<0.0001 2.47; p>0.05 0.88; p>0.05
Cuando el alcohol está presente, incluso por debajo 0.25 mg/l, no se observan
diferencias significativas en el porcentaje de conductores que presentan signos, por
debajo o por encima del punto de corte establecido para la cocaína.
30
4.5. Riesgo de presentar signos relacionados con la presencia de
sustancias en el fluido oral
Mediante análisis de regresión logística por pasos hacia adelante se estableció el riesgo
de que se observen signos en los conductores, en función de la concentración THC en
fluido oral y/o de la concentración de alcohol en aire espirado. Los grupos de
conductores incluidos en el análisis fueron: Los conductores en los que no se
detectaron sustancias (n= 2146), el grupo en el que se detectó alcohol solo (N=201),
el grupo en el que se detectó THC (n=253) y el grupo en el que se detectó
THC+alcohol (n=32). En la regresión logística se controlaron posibles variables de
confusión: género, edad, tipo de carretera y periodo de toma de muestra. En el
modelo, se incluyó la interacción alcohol/cannabis (rangos de concentración de
alcohol*rangos de concentración de THC) así como las demás interacciones binarias
con y entre las demás variables categóricas. Ninguna de las interacciones resultó
significativa, excepto la interacción alcohol /cannabis para los signos corporales. Las
OR que se presentan en la Tabla 9 para los signos corporales corresponden al modelo
de efectos principales (sin tener en cuenta las interacciones).
Los análisis de regresión logística realizados para la observación de cualquier signo así
como para las diferentes agrupaciones de signos, muestran una contribución
independiente del alcohol y del THC para que los signos puedan ser observables. Los
efectos podrían compararse a la suma de los efectos del alcohol y el THC si estos se
consumieran separadamente.
31
signos del habla. No se ha observado ningún incremento en la probabilidad de ser
observado con signos de coordinación por estar bajo la influencia del THC.
32
Tabla 9. Observación de signos de deterioro asociados al consumo de cannabis y/o alcohol OR [95% IC].
Cualquier signo Actitud Aspecto corporal(*) Aspecto de la cara Habla Coordinación Oculares
OR [IC 95%] OR [IC 95%] OR [IC 95%] OR [IC 95%] OR [IC 95%] OR [IC 95%] OR [IC 95%]
Vía (Urbana) 2.24 [1.34-3.75] 3.33 [1.55-7.16] 3.59 [1.28-10.04] 26.61 [3.50-202.55] 3.06 [1.08-8.67] -- 2.33 [1.31-4.16]
Alcohol (**):
>0.25 mg/l 28.97 [13.90-60.37] 32.94 [13.36-81.24] 24.97 [8.01-77.86] 27.62 [7.93-96.22] 20.68 [6.09-70.22] 91.08 [16.32-508.35] 31.13 [14.04-69.02]
0.01-0.25 mg/l 3.26 [1.56-6.82] 4.55 [1.85-11.20] -- -- 3.86 [1.16-12.81] -- 4.26 [1.92-9.43]
THC (**):
>100 ng/ml 16.55 [8.69-31.54] 20.69 [8.66-49.46] 24.22 [8.36-70.23] 30.35 [10.86-84.78] 15.91 [5.11-49.52] -- 21.25 [10.61-42.57]
25.01-100.00ng/ml 7.22 [3.12-16.66] 16.44 [6.47-41.76] 7.27 [2.02-33.87] 8.82 [2.10-37.02] 12.49 [3.80-41.08] -- 4.52 [1.61-12.72]
≤3.00 ng/ml -- -- -- -- -- -- --
(*)
Para los signos de aspecto corporal no se han tenido en cuenta las interacciones entre variables en el modelo de regresión logística.
(**)
La categoría de referencia es ninguna sustancia detectada.
33
4.5.2. Riesgo de presentar signos: Cocaína y/o alcohol
También se ha utilizado la regresión logística por pasos hacia adelante para determinar
el riesgo de que se observen signos en los conductores, en función de la concentración
cocaína/benzoilecgonina en fluido oral y/o de la concentración de alcohol en aire
espirado. Los grupos de conductores incluidos en el análisis fueron: Los conductores
en los que no se detectaron sustancias (n= 2146), el grupo en el que se detectó
alcohol solo (N=201), el grupo en el que se detectó cocaína (n=166) y el grupo en el
que se detectó cocaína+alcohol (n=57) En la regresión logística se controlaron las
mismas variables de confusión que en el caso del THC: género, edad, tipo de carretera
y periodo de toma de muestra. En estos modelos de regresión, no se incluyeron las
interacciones alcohol/cocaína (rangos de concentración de alcohol*rangos de
concentración de cocaína/benzoilecgonina) ni las demás interacciones binarias, con y
entre, las demás variables categóricas, ya que aunque no resultaron significativas al
considerar todos los signos, al analizar los distintos grupos de signos por separado se
observaban diferentes interacciones cocaína-alcohol, que dependiendo de la
combinación de concentraciones de cada una de las sustancias parecía, unas veces
superar y otras no alcanzar, la suma de los efectos de cada una de las sustancias por
separado. En cualquier caso, y aunque no se alcance el efecto suma, los efectos
(probabilidad de presentar signos) son siempre superiores a los que se observarían con
la presencia de una única sustancia en la misma concentración. Sin embargo, el
tamaño de la muestra resulta insuficiente para analizar de forma concluyente estas
interacciones. Por lo tanto en todos los modelos siguientes, solo se han analizado los
efectos principales, de las variables analizadas (Tabla 10) y excepto para en total de
los signos, para las demás agrupaciones, el modelo de regresión puede resultar más
impreciso para los conductores en los que se detectó simultáneamente alcohol y
cocaína. Como se observa en la Tabla 10, la presencia de cocaína/benzoilecgonina en
concentración superior al punto de corte propuesto (Cocaína>170 y/o
benzoilecgonina>95 ng/ml), incrementa en más de 9 veces (9.52 [4.50-20.14]) la
probabilidad de ser observado con algún signo.
34
Tabla 10. Observación de signos de deterioro asociados al consumo de cocaína y/o alcohol OR [95% IC].
Cualquier signo Actitud Aspecto corporal Aspecto de la cara Habla Coordinación Oculares
OR [IC 95%] OR [IC 95%] OR [IC 95%] OR [IC 95%] OR [IC 95%] OR [IC 95%] OR [IC 95%]
Vía (Urbana) 3.45 [1.97-6.04] 4.88 [2.31-10.32] 7.40 [2.65-20.66] 26.61 [3.50-202.55] 3.93 [1.56-9.89] 35.16 [3.93-314.43] 4.30 [2.16-8.58]
Alcohol (*):
>0.25 mg/l 21.29 [10.98-41.28] 23.63 [11.19-49.89] 15.02 [6.15-36.69] 11.60 [4.01-33.55] 13.91 [5.10-37.95] 21.88 [6.35-75.42] 16.03 [7.42-34.63]
≤0.25 mg/l 3.80 [1.98-7.31] 4.10 [1.89-8.94] 2.03 [0.66-6.31] 3.03 [0.96-9.58] 6.14 [2.42-15.58] -- 3.16 [1.43-6.99]
Cocaína(*):
Cocaína>170 y/o
9.52 [4.50-20.14] 16.60 [7.42-37.14] 14.51 [5.79-36.37] 11.57 [4.11-32.57] 20.45 [8.26-50.65] 48.42 [15.91-147.40] 7.72 [1.72-34.55]
benzoilecgonina>95 ng/ml
(*)
La categoría de referencia es ninguna sustancia detectada.
35
5. DISCUSIÓN
36
(solo detectaríamos 1 de cada 5) y que estaríamos sacrificando toda la información
relativa al consumo de sustancias que aportaría el posterior análisis llevado a cabo en
el laboratorio (análisis de confirmación).
Al igual que ocurre con el alcohol, que a medida que se incrementa la concentración
de alcohol en aire espirado se incrementa la proporción de conductores con signos
observados, también ha sido posible establecer una correlación entre la concentración
de THC en el fluido oral y la proporción de conductores en los que se observó algún
signo. Esto está de acuerdo con estudios previos, tanto epidemiológicos como
experimentales, que muestran que el deterioro en la capacidad para conducir
producido por el cannabis es dosis-dependiente(Bramness et al., 2010; Drummer et
al., 2004; Ramaekers, Berghaus, van Laar, & Drummer, 2004; Ramaekers et al., 2006)
37
y refuerza la hipótesis de que es posible encontrar distribuciones similares, en sangre y
en el fluido oral, para las concentraciones de una sustancia(Gjerde & Verstraete, 2011)
y correlacionadas en función de la prevalencia de los signos de deterioro observados.
Por último, nos parece importante señalar que al igual que ya se había observado en
investigaciones previas, nuestros resultados muestran un efecto aditivo del alcohol y
cannabis(Bramness et al., 2010) (en nuestro caso en los signos observables),
observable también a concentraciones bajas de alcohol.
Una de las principales ventajas de este estudio es que se ha llevado con una muestra
aleatoria de conductores, detenidos en los controles al azar, lo que elimina el
importante sesgo de selección del que son objeto otros estudios similares, en los que
los conductores son investigados una vez que han llamado la atención del agente por
algún comportamiento inadecuado. Nuestro estudio está sujeto también a limitaciones,
como la baja sensibilidad del método utilizado y el hecho de que, aunque los agentes
del tráfico fueron previamente entrenados para la observación de los signos, la
observación de éstos puede estar sujeta a un cierto grado de subjetividad.
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y refuerza la hipótesis de que es posible encontrar distribuciones similares, en sangre y
en el fluido oral, para las concentraciones de una sustancia(Gjerde & Verstraete, 2011)
y correlacionadas en función de la prevalencia de los signos de deterioro observados.
Por último, nos parece importante señalar que al igual que ya se había observado en
investigaciones previas, nuestros resultados muestran un efecto aditivo del alcohol y
cannabis(Bramness et al., 2010) (en nuestro caso en los signos observables),
observable también a concentraciones bajas de alcohol.
Una de las principales ventajas de este estudio es que se ha llevado con una muestra
aleatoria de conductores, detenidos en los controles al azar, lo que elimina el
importante sesgo de selección del que son objeto otros estudios similares, en los que
los conductores son investigados una vez que han llamado la atención del agente por
algún comportamiento inadecuado. Nuestro estudio está sujeto también a limitaciones,
como la baja sensibilidad del método utilizado y el hecho de que, aunque los agentes
del tráfico fueron previamente entrenados para la observación de los signos, la
observación de éstos puede estar sujeta a un cierto grado de subjetividad.
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6. CONCLUSIONES
Estos datos pueden ser de gran relevancia para las autoridades responsables de la
seguridad vial, no sólo para conocer el alcance de la utilidad de la observación de los
signos de deterioro en conductores por parte de los agentes, sino que también
constituirían un apoyo cíentífico que podría ayudar a decidir actuaciones futuras
respecto al establecimiento de normativas y necesidades de formación de los agentes
responsables de la seguridad vial, como por ejemplo, el establecimiento o no de
límites legales de concentración de determinadas sustancias para la conducción o la
necesidad, o no, de formación de los agentes en la observación de signos de deterioro,
toma se muestras de saliva, etc.
39
8. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
40
Grotenhermen, F., Leson, G., Berghaus, G., Drummer, O. H., Kruger, H. P., Longo,
M., et al. (2007). Developing limits for driving under cannabis. Addiction
(Abingdon, England), 102(12), 1910-1917.
Houwing, S., Hagenzieker, M., Mathijssen, R., Bernhoft, I. M., Hels, T., Janstrup,
K., et al. (2011). Prevalence of alcohol and other psychoactive substances in
drivers in general traffic. part I: General results and part II: Country reports,
DRUID deliverable 2.2.3 Retrieved from www.druid-project.eu.
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Leenders, M. E., et al. (2009). Cognitive and psychomotor effects in males after
smoking a combination of tobacco and cannabis containing up to 69 mg delta-9-
tetrahydrocannabinol (THC). Psychopharmacology, 204(1), 85-94.
Ramaekers, J. G., Berghaus, G., van Laar, M., & Drummer, O. H. (2004). Dose
related risk of motor vehicle crashes after cannabis use. Drug and Alcohol
Dependence, 73(2), 109-119.
Ramaekers, J. G., Moeller, M. R., van Ruitenbeek, P., Theunissen, E. L., Schneider,
E., & Kauert, G. (2006). Cognition and motor control as a function of Delta9-THC
concentration in serum and oral fluid: Limits of impairment. Drug and Alcohol
Dependence, 85(2), 114-122.
Verstraete, A. G. (2005). Oral fluid testing for driving under the influence of drugs:
History, recent progress and remaining challenges. Forensic Science International,
150(2-3), 143-150.
Vindenes, V., Lund, H. M., Andresen, W., Gjerde, H., Ikdahl, S. E., Christophersen,
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in drivers suspected of driving under the influence of drugs. Therapeutic Drug
Monitoring, 31(4), 511-519.
41