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Trabajo Colaborativo.

El trabajo colaborativo se puede definir como el conjunto de procesos e intenciones de un grupo


para alcanzar unos objetivos específicos y de instrumentos diseñados para facilitar la tarea. Pero
es importante no olvidar que esta estrategia metodológica cobra sentido cuando la hace efectiva
un colectivo humano. Y aquí se puede plantear una primera dificultad: conseguir la motivación y la
participación activa de las personas que componen el equipo.

El concepto “trabajo colaborativo” (groupware) identifica el entorno en el que las personas que
integran un proyecto trabajan, colaboran y se ayudan para su ejecución. Y en este contexto hay
que tener presentes una serie de elementos necesarios que lo delimitan:

• En primer lugar la definición de los objetivos.

• A continuación la creación de un ambiente adecuado.

• La motivación de los miembros es fundamental.

• La planificación de proceso y el proyecto de trabajo.

• El control de los aportes individuales de los miembros al grupo.

No nos podemos olvidar de la parte afectiva que puede generar el trabajo colaborativo. La
pertenencia a un grupo que tiene un proyecto único de trabajo y un objetivo común favorece la
relación personal de los miembros y el sentido de pertenencia. Y aunque el objetivo básico de un
trabajo colaborativo sea la producción, sólo el hecho de pertenecer a un grupo puede ser el
objetivo de los participantes, lo que hace que la motivación pueda ser también intrínseca al
proyecto.

Lo más significativo del trabajo colaborativo no es la interacción y el intercambio de información


entre los miembros del equipo, sino la propia naturaleza del trabajo. Y, como dice Ovejero (1990),
“debe de tenerse en cuenta el principio general de intervención, que consiste en que un individuo
solamente adquiere sus objetivos si el resto de los participantes adquieren el suyo, no se refiere
por tanto al simple sumatorio de intervenciones sino a la interacción conjunta para alcanzar
objetivos previamente determinados”.

El trabajo colaborativo, como estrategia de formación, pretende, entre otros objetivos, que el
intercambio de ideas y actuaciones de los participantes en el proceso generen nuevas ideas,
nuevas actividades, y nuevas actuaciones. Que generen una evolución positiva del equipo. Y esto
no se producirá si no existen y se respetan una serie de reglas del juego. Este sería su decálogo:

1. Una comunicación fluida entre los miembros del equipo.

2. Una exposición clara y concreta de las ideas, los principios, y las acciones del equipo.

3. No es suficiente el simple aporte. Todos los aportes se deben justificar, y deben ser tratados de
forma crítica y constructiva.

4. Todos los miembros del equipo deben aportar ideas y argumentaciones.

5. Todos los miembros del equipo deben tener acceso a toda la información.
6. Se debe consensuar toda la actividad del equipo. El resultado final del trabajo debe ser producto
de la cohesión, y no de la mera suma del trabajo en grupo.

7. El equipo debe tener claro los recursos que necesita para desarrollar el proyecto de trabajo y
aquellos con los que cuenta, para dar realismo y practicidad al trabajo.

8. Todos los miembros del equipo deben participar en la elaboración, conocer, y aceptar las reglas
de funcionamiento.

9. Cada uno de los participantes en el equipo debe asumir una responsabilidad individual para el
desarrollo del proyecto, asumiendo de ese modo su parte de responsabilidad en el producto final.

10. Y, por último, para conseguir un trabajo colaborativo eficaz, no podemos olvidar la necesidad
de establecer relaciones afectivas positivas entre los miembros del equipo.

Todas las personas que creemos y practicamos el trabajo colaborativo sabemos de sus virtudes y
de sus defectos. Y entre las ventajas de poner en práctica esta metodología de trabajo podríamos
mencionar, desde el aumento del rendimiento académico, pasando por la mejora de la actividad
profesional, hasta la mejora en habilidades sociales y el perfeccionamiento de destrezas de
comunicación.

Y por último, existen una serie de normas éticas para que el trabajo colaborativo sea efectivo, que
no podemos obviar, y que presentamos en forma de principios:

1. El funcionamiento del equipo precisa de la iniciativa y del esfuerzo individual.

2. Hay que respetar y valorar las aportaciones de todos los miembros, en función del contenido, y
no de la persona que las realiza.

3. Hay que asumir que el responsable de las decisiones que se adopten es el grupo.

4. Hay que conocer y aplicar estrategias y técnicas de comunicación, intercambio y de aceptación


de ideas.

5. Hay que potenciar una interdependencia positiva entre todos los miembros del grupo.

6. Todos los participantes deben de tener las mismas oportunidades de intervenir.

7. Cualquier actitud de liderazgo debe de hacerse desde una posición democrática.

En este nuevo proceso de aprendizaje abarcar el trabajo colaborativo, seria la ventaja de adquirir
muchas competencias no solo en nuestra formación, sino que también nos servirán para nuestra
vida, potenciar virtudes y lograr adquirir valores o cualidades que nos permitan ser más empáticos
con las demás personas. El trabajo colaborativo reúne muchas características que no solo aportan
a la formación de seres humanos con valores, sino que también nos ayuda a interiorizar de una
manera más lúdica y sencilla la etapa formativa, es importante tener en cuenta todos y cada uno
de los aspectos que describen el trabajo colaborativo.

Y para finalizar traigo una frase muy importante del pedagogo y filosofo Paulo Freire, que define el
trabajo colaborativo … “Nadie sabe todo, todos saben algo entre todos saben mucho”

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