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4, 13), tenemos la absoluta y reconfortante certeza de que el testimonio

cristiano con y por la gracia de Dios es posible y realizable. Si así no fuera,


Jesús no habría hecho de él una obligación inherente e irrenunciable a la
calidad de ser discípulos suyos.

La fragilidad de los apóstoles


Los Apóstoles y discípulos de Jesús eran frágiles y hay de eso no pocos
ejemplos en los Evangelios. Discutían entre ellos acerca de quién tendría
él los primeros puestos. Pedro y con toda probabilidad también los
demás, rehusaban comprender el misterio de la salvación a través de la
Cruz. Llegado el momento del apresamiento de Jesús todos huyeron y lo
abandonaron y Pedro renegó de Él. Incluso Judas Iscariote, lo traicionó
dejándose corromper por míseras treinta monedas de plata. Al lado de la
cruz no había sino uno de los doce Apóstoles, Juan. Aún después de la
Resurrección del Señor algunos todavía dudaban La fragilidad y cobardía
de los Apóstoles nos dan muchas lecciones. En primer lugar, Jesús quiso
fundar su Iglesia sobre personas que tenían defectos, debilidades y
cobardías. ¿Por qué? Desde luego, para prevenirnos contra la soberbia y
enseñarnos que sin Él nada podemos hacer (Jn 15,5) y que nosotros no
somos capaces de algo bueno por nosotros mismos, ya que nuestra
suficiencia viene de Dios (2 Cor 3,5). En segundo lugar, podemos ver que
a pesar de nuestras fragilidades el Señor no nos desecha, sino que nos
ofrece misericordiosamente su perdón y quiere seguir contando con
nosotros.

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