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TALA DE BOSQUE NATIVO CON FINES AGROINDUSTRIALES

En 2018, en la localidad de Quilicura, en la comuna de Las Cabras, provincia de Cachapoal,


la comunidad vio cómo hectáreas de Peumos, Boldos y Quillayes de hasta 200 años,
vitales para la subsistencia del territorio, porque detienen la erosión, cuidan el agua, dan
servicios ecosistémicos, mantienen las hierbas medicinales, son hábitat de flora y fauna en
peligro de extinción, y en fin son la casa que los ha albergado por siglos, iban a ser
arrasados por la empresa de Nicolás del Río Silva, perteneciente a la familia del clan
Falabella. ¿Cómo era eso posible? ¿Porque CONAF había aprobado un plan de manejo que
se traducía en desaparición del bosque?
Porque el Servicio de Impuestos Internos había otorgado un certificado de avalúo que
modificaba el uso de suelo. ¿Qué tiene que ver eso con el deber del Estado de proteger la
naturaleza y a la ciudadanía? Nada, pero eso no importa, a menos que la comunidad se
active y demuestre que hay prácticas corruptas que pervierten el espíritu de la ley y
socavan la calidad de vida.
Y eso fue lo que hicieron las organizaciones del Valle de Quilicura. Toda una campaña de
gestiones y denuncias para demostrar el crimen que se estaba cometiendo, terminaron
con una orden de paralizar las faenas de tala, y con la constitución de una Comisión
Investigadora en la Cámara de Diputados para entender lo que estaba pasando.

El trabajo de la Comisión permitió advertir que en plena tramitación de la Ley de Bosque


Nativo, los gremios asociados a la exportación de frutas y de madera, ejercieron presión
para condicionar la promulgación de la ley a que "lo referido al cambio de uso de suelos
ocupados por bosque nativo y por formaciones esclerófilas para destinarlos al
establecimiento de plantaciones forestales, o a usos agropecuarios, no sea abordado por
este cuerpo legal, sino que a través de una ley complementaria" (que no existe) y que "en
el proyecto de ley de Recuperación del Bosque Nativo y Fomento Forestal se excluirá a
materias referidas a: el reemplazo de bosques nativos y formaciones esclerófilas por
plantaciones, o la habilitación de terrenos agrícolas para la actividad agropecuaria". O
sea, con tal de tener algún instrumento de protección, se tranzó que las principales
amenazas a los bosques no tuvieran tratamiento explícito, y los gremios buscaron el modo
de fragilizar los ecosistemas que se buscaba proteger, mediante el Informe absolutamente
tecnocrático del SII, que hablaba de una modificación del uso de suelo para fines
tributarios a petición de los titulares.
Bajo el cuento de recuperar terrenos donde antes existió agricultura, cuestión nunca
demostrada y generalmente falsa pues se trata de pendientes y de categorías de suelo no
aptas para dichos usos, CONAF tomaba la solicitud, veía que tuviera el certificado del SII,
lo consideraba vinculante para la actividad agrícola, y entonces desconsiderando el
mandato legal del 2008, y amparado en el Decreto ley 701, otorgaba un "Plan de Manejo
de Corta de Bosque Nativo para Recuperar Terrenos con Fines Agrícolas". De acuerdo a
cifras entregadas por CONAF a la Comisión Investigadora de Diputados, para el Periodo
2008 - 2018, se aprobaron 1.189 "Planes de Manejo de Corta de Bosque Nativo para
Recuperar Terrenos con Fines Agrícolas", por un total de 19.998 hectáreas, entre las
regiones de Coquimbo y la Araucanía, o sea 20.000 hectáreas de Bosque Nativo que en 10
años fueron taladas con auspicio del Estado, que dicho sea de paso, en la mayoría de los
casos, luego otorga subsidios millonarios, a través de la Comisión Nacional de Riego (CNR)
a estos mismos titulares, para que puedan hacer la inversión de altísimos costos en las
pendientes taladas y construir las obras de acumulación de aguas asociadas.

Es interesante que los planes de manejo presentados por los propietarios a CONAF para su
aprobación, tenían que estar firmados por ingenieros forestales, o sea especialistas que
viendo el bosque que se iba a destruir, validaban la devastación a nombre del progreso y
de la suma de dinero que vale su firma.
Preguntas para responder, frente a situación planteada.

¿Quién debe presentar el plan de manejo, el propietario o debe ser un ingeniero forestal o
ingeniero agrícola especializado?

¿La ley del Bosque Nativo permite el cambio de uso de suelo?


¿Sí existen especies en peligro de extinción, se pueden cortar o deben ser manejadas?
¿Qué tipo forestal se presentaba en este lugar?
¿Cuáles son los pasos efectivos para gestionar para aprobar o rechazar un plan de manejo
de bosque nativo?

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