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José Manuel Moran Fatindes Marfa Candelaria Saré Ruata sino que invo- luca «ecnologias de trans-incorporacién» que quedan fuera de la escena, y que no sélo acontecen en los cuerpos transgéneros y fransexuales, sino que operan en los cuerpos considerados «normales» (Preciado, 2002: 75; Cabral, 2007: 94-95). De tal suerte, seftala Preciado, el género «es ante todo ‘prosté: tico', es decir, no se da sino en la materialidad de los cuerpos. Es puramente construido y al mismo tiempo enteramente organico», Como seftalara en sBiopolitica de género», [ell andlisis perlormativo de la identidad cierra un ciclo de reduccién de la identicdad a un efecto del discurso que ignora las tecnologias ce incorpo. racién especificas que funcionan en las diferentes inscripciones performa- livas dela identided. El concepto de performance de género, y mas atin el de identidad performativa, no permite tomar en cuenta los procesos bio lecnolégicos que hacen que determinadas performances spaser por na- lurales y otras, en cambio, no. El género no es sélo un electo performati: 1v0; es sobre fodo un proceso de incorporecién prostético (Preciado, 2008: 31). Lo interesante de esta reformulacién es que no sélo da cuenta del ca rdcler construido del género, sino que ~contra todo resabio esencialista~ ins tala la posibilidad de intervenir en dicha construccién (Preciado, 2002: 76) Es decir, no sélo pone de manifiesto la violencia fisica y discursiva que entra. fia todo proceso de generizaci6n, sino que, en virtud de esa violencia, vuelve evidente la postbilidad de vesistida (Larramendy, 20 240). Si el género que se nos atribuye es una imposicién performativa y prostética, cabie In posibilidad de modificarlo, de subvert, de reemplazarlo, de interventr Etheeho de que haya teenologias precisas de produccién de cuerpos «no ales» o de normalizacién de los géneros no conlieva un determinismo ni tuna imposibilidad de aecién politica. Al contratio, Dado que la moult ‘queer lleva en sf misma, come fracaso 9 residuo, la historia de las teenolo dios de normalizacién de Jos cuerpos, tione también la postbiidad de im lervenir en los dispositivos blatecnclégicos de produccién de subjetivided sexual (Preciado, 2005: 163). En fin, desarticulado el prejuicio metafisico que nos concibe portadc res de una naturaleza humana inalterable, se hace posible pensarnos como cyborgs, esto es, como «animales tecnolégicos» que a lo largo de su historia natural han in-corporado la tecnologia -no sélo para prolongar st cuerpo, no para modificarlo~ en vista de los clesaffos que les impone el entorno, in el marco de este relato antiesencialista, Preciado asocia a la con cepcién prostética del género una concepeién lecnol6yica del sexo que rack caliza la subversién de toda identifieacién sexo-genérica. En la linea del co. rrectivo que Teresa de Lauretis habia ofreciclo de la concepeién foucaultiana de la tecnologta de la sexualidad®, Preciado piensa que el sexo, y no sélo el género, «es una tecnologia de dominacién heterosocial que reduce ef cuerpo ‘a zonas erégenas en funcién de una distribueién asimética del poder entre los sexos {femenino/masculino), haciendo coincidir ciertos afecios con deter minados érganos, ciertas sensaciones con determinadas reacciones anatémi cas» (2002: 22). De esta forma, la tecnologia sexual es para Preciado una especie de «mesa de operaciones» abstracta que, dividiendo y fragmentando el cuerpo de modo muy preciso, «ecorta Grganos y genera zonas de alta intensidad sensitiva y motviz (visual, téctil,olfativa...) que después identifica como centros naturales y anatémicos de la diferencia sexual» (2002: 22, 102 103). En la medida que el deseo, la excitacién sexual 0 el ergasmo son « resultado de una economia tecnolégica que identifica los érganos reproduc tivos como érganos sexusles, no sélo se sactifica en dicho allar quinigico ia lizacién de la totalidad del cuerpo, sino que se autoriza la explotacién atetial ce un sexo sobre el otro, Se canoniza una heteroparticién de los Slo reduce la superficie erstica de los cuerpos a los Stganos cuerpos que no ” sexuales teproductivos, sino que privilegia al pene como winico centro mecé nico de produccién del impulso sexuals (Preciado, 2002: 22) De este modo, la maquinaria contra-sexual de Preciado se coloca més alla del debate entre esencialistas y constructivistas. Es decir, ignora la habi- tual identificaci6n del géneto como la uconstruccién social dle la diferencia sexual en diferentes contextos histéticos y culturaless, cortelativa det prejui- cio segiin el cual el sexo y la diferencia sexual setian dependientes de funcio- nes biolégicas inalterables (2002: 126, 76). Superando Io que podriamos lamar el «Mito ~biolsgico- de lo Dado», esto es, el presupuesto metafisico comiin a esencialistas y constructivistas segtin el cual el cuerpo enirayia una estructura mayormente estable, como el eédigo genético, los dyganos sexua les, las funciones reproductivas —fundamento tiltimo de la identidad de los sujetos sexuaclos, el atiltimo resto de la naturaleza»-, Preciaio no sélo de. construye la cartografia chetero» ~straight- del cuerpo sexuado, una arqui- tectura precisa que regula «el contexto en el que los drganos adquieren su significacin (relaciones sexuales) y se utilizan con propiedad, de acuerdo a su paturaleza (relaciones heterosexuales)» (2002: 26-27}; sino que vuelve bortosos los limites entre la naturalidad de los cuerpos y la arificialidad de las tecnologias (Preciado, 2002; 127), Sefialando los modos espectticos en gue la tecnologta se chace cuerpo» ~por ejemplo, a través de los tratamientos hormonales, las dietas, el fitness, los trasplantes de Srganos, las siliconas, la ortodoncia, los implantes capilares, etc, es decit, evidenciando «esta rela cién promiscua entre la tecnologfa y los cuerpos», se emplaza un nuevo or- den corporal -posthumano- en el que ni la biclogfa, ni la cultura se imponen como destino, Conclusiones Como hemos visto hasta aqui, el término «géneros no ha revestide una univoca significacién en la historia reciente del feminismo. Mas atin, diversas autoras han puesto de manifiesto la pérdida de «su filo critico» (Scott, 2008: 15), su reducci6n a la nocién de diferencia sexual (De Lauiretis, 2000, 33) su completa irtelevancia teérica (Butler, 2011; 68). Pese a es0, lo cierto es que la nacién de género sigue alentando las luchas del movimiento de muje- tes 0 del colective LGTB, no sin generar ciertas ambigtiedades y confliclos, Como sefiala Leticia Sabsay: 98 uizé la productividad del concoptc se sustenta, justamente, no en una cerrada coherencia menoliics, sino al contrario, en su rica y contradicto- +a mulliplicidad, Podsia pensarse que si es que el concepto ai funciona, « gracias al hecho de que los feminismos siquen discutiendo qué es el enero y cual es su preductividad como herramienta de andlisis. De he- ‘cho, a la luz de las transformactones de los éltimos treinta aiios, que tode- -via pueda furcionar come instrumento analitico seguramente se debe en parte a que se ha dado como un concepto inestable (2011: 42}. Ya en su versién feminista elisica ~el «sistema sexo-género>-, ya en la apropiacion transfeminista del paradigma biomédico, el «género» sigue de- portando beneficios emancipatorios que no habia que menospreciar. En la definicién del feminismo de la segunda ola, senalé, mientras que el géneto es la interpretacién cultural -variable y confingente~ de la diferencia sexual ~ mayormente estable-; en el marco del paradigma de la identidad de género, en cambio, el género es una conviccién subjetiva -fija y estable- que justifica las modificaciones tecnolégicas del cuerpo sexuado ~mayormente malea- ble-. En el primer caso, hemos visto, el feminismo encontré una manera de desestabilizar la aparente inmutabilidad de roles sociales opresivos que ge- rantizan la relacién jerérquica y asimétrica entre hombres y mujeres. En el segundo caso, el Iransfeminismo hall6 una herramnienta pata adapter los apa: rentes limites del propio cuerpo a la identidad de género autopercibida. Es seguro que ambas versiones del género presuponen compromisos Le6ricos disimiles y en conflicto; es posible que una y otra perspectiva habili ten agendas politicas no faciles de reconeillar. Sin embargo, bajo una mirada pragmatica y estratégica, es posible pensar que uno y otto vocabulario, tities jersos propésilos sociales, atin sigan siendo beneficiosos a la hora de Ineo por medio de estrategias siempre nuevas un imaginario pattiarcal, androcénttico y heleronormativo dificil de dlesmoronar. Pensemos, por ejern- plo, en el ideario maternalista que sigue gobernando la vida de muchas mu- Jeres en nuestro medio: mientras se siga creyendo que su finalidad natural es la de ser madres, no habré posibilidad de que puedan atribuirse a sf mismas ras metas sociales llevar una vida profesional plena, aspirar a los mismos caigos y salarios que los varones, etc— 0 de que se conciban como propieta rin de su propio cuerpo ~ser libres de abortar cuando lo crean necesario, arse al trabajo sexual sin coacciones y en condiciones salubres, etc~. Er illo, la nocién tradicional de género bien puede seguir siendo para derruir ciertas concepciones universalistas acerca dle lo que la feminidad y la masculiniciad deben significar, Por otra parte, es claro que la apropiacion subversiva de la nocién biomédica de género cumple ofros propésitos eman= ipatorios no menos deseables. En la medida que proporciona a cada sujeto la autonomia para gestionar la transformacién del propio cuerpo de acuerdo a la identidad de género autopercibida, no sélo hace posible que cada perso- ra pueda tramitar libremente los modos de vivir su corporalidad y/o su sub- jetividad mas alla del binomio macho-hembra, sino que confiere @ toda per- sona el derecho a percibir del Estado el reconocimiento legal ~en el més amnplio sentido de la palabra— de la identidad de género adoptada, aun cuan- do ésta no coincida con el género asignado al nacer o con el nombre y sexo tegistraclos en su documentacién, sin que medien pericias patologizantes, No otra cosa persigue una ley de identidad de género integral. éPodemos, enton ces, en vista de tales beneficios, damos el lujo de abandonar una herramien- ta ~imperfecta e inestable- que atin sigue deparando provecho emancipato- rio? Como puede suponerse, son muchas las demandas y las necesidades que justifican fa lucha de las mujeres y de las minorias sexo-genéricas. Para facerias plenamente, tal vez no baste con aprender a utilizar el término «génerox en los modes convencionales, 0 con dotarlo de nuevos y mas bene- ficiosos significados. Nadie puede pensar que la emancipacién dependa ce usar las palabras apropiadas, Pese a eso, tal vez asi se inicie la sequta edifica- cién de un escenario social més genuino, inclusivo y democratico. Notas ' Bese a la dives! de signficados que connota esa palabra en espaol, aqui la usaremos en el estrcto sentido que ie han dade el feminiamoy los estudio de géneto En ngléses ponte sting no asi en espaol~enire genus -los goneroskigicosy biokgicos genres on qineroslteras os, artistic, cinematogrfics, et. wenden los roles sociales de mesculinidad yfeminidad. Alo largo de este capitulo, trataremos de examinary problematiza los connelaciones que ba ks ade. viendo on las dimas décadae esta iim sigcacdn, Con sleminixmo de la segunda claw se alude a aie memento de la rltaci feminist que se Aesarzols enti los afasseseniasy stentas del siglo pasado, Sien I primera ola de feminiano 1 objetivo fundamental de Js ectvkiad emancipatoria de los mowimientos de mujeres const eh a superacién de elertos obsiculos legales ala igualdnd -plensese por ejemplo en la lucha de las sulogisias., las feminibas de a segunda ola mpliaron los limits Ge su agency, extendiondo sus demandas a cuestionestnles coma la sexuaidad, la institacin foliar, el mundo Isbovl 9, todo a los llamadswderechos eprotctvoss. 100 ‘etegorenrloscuerpos? Qué nos cen Is clei? Creo que as categovias nos deen mds sobre Isnevesidad de categorie os euerpos que sobre los cw ssmos, Amite result interest la suena remanent an leno dada cantar sos a cK esa or fein rapeto de eaestones tales como lr ena, la pornogtla kes ees as ‘Sinden condi prosteadorasvlapskuaizecon placer pret hace supa a Fowl Enon «Princ e géneto se rofiere a la vivencia Cede bars ents vss eo de hat mee). “f problema con la perspectiva defendida por Foucault, observa de L aur es quo eno conc e 101 ‘puesto complementario, su exapolaciSny (De Laurels, 2000; 48) con lo cual se desconoce el ‘modo diversficado en que la tecnologia-género constihuye ls sujets/cucrpos masculinosyfemen Bibliografia Bravwom, Simone de (2007) Ei segundo sexo, Buenos Aires, Debolsill, Burt, Judith (2001) EI género en espute. El feminismo y la subversién de la identidad, DEE, Paidos. Buren, Judith (2002) Cuerpos que importan. Sobre fos limites materiales y discursivos del ‘sexo’. 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