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Estaré lejano

Pero lo mío no debe ser


una simple batalla con lo imposible
un seguro no tan seguro en pos de un horizonte
lleno de dudas y de esperas
un abandono y las heridas que no dejarán de sangrar
nunca
pero mi morada allí estará
adonde no me veas
en la huella de tu tacto
en la sombra de las sombras
o sea toda
y ojalá pueda permanecer
repartido en las miradas
que te ven
y que no son tan visibles para vos
es que el aliento es así
no se percibe
entonces te dejaré sana y salva en las entrañas de los sueños.

Me iluminaría

De pie, en esta vida, me verás cantando,


aunque ebrio de tristeza, el ensueño,
aletee un instante.
Todo es cuestión de tiempo, en este espejo,
si esta historia, es posible.
Hay un mar corriente en mis noches,
cargadas de incertidumbre y de misterio.
Hoy no se lo que soy, ni como soy; mucho menos, adónde voy.
Soy lo que soy, guiado por mi estrella, y siempre clavo mis ojos
en lo alto.
¡Oh que sombra en el costado del camino!,
pese a que yo mismo soy parte de la luz,
no distingo los nombres ni el destino
de todo lo que amé,
ni lo que aborrecí;
¡es todo tan fugaz, que es insensible,
ese ser que vive en mí!.

¿Qué? (Da tagte es)

Para Erica Rosana, quien me ha dado la oportunidad de escribir sobre el tema,


como también el placer de compartir la vida como padre.

Amaneció, si.
Bajo sus huellas, si.
Impasible a los ojos de todas las miradas.
En la dimensión de su ámbito, hendida en el ámbito de otras
dimensiones.
Un vistazo que fue como un puñal.
Para mirar las señales
de los ojos de los otros.
¿Qué?
Nada más importa, que lo que no se puede medir,
ni describir.
Se puede suspirar con los ojos cerrados,
E imaginar que el aire se nos cae, con todo sobre el cuerpo.
¿Qué será? Debe ser, debe ser,
la señal que se espera, la señal que espera;
hay un grito lejano,
para alguien que uno puede conocer muy bien,
o simplemente ser,
nada mas que uno mismo:
Perdido en la simpleza de una gran dimensión,
que debe ser
un punto nada más,
un puente hacia la magia de lo imprevisible.
El amor y el dolor,
y nada los detiene.

Natasha

Una luna difusa,


allende el cielo oscuro, con una aureola clara,
como de lluvia;
un edén, un bosque particular.
Te acuestas, y miras con ojos compasivos;
de modo que no existe nadie más que tú,
y me silencias (vertedero de palabras,
inútiles, como siempre)
todo es tan triste, porque se que hay un mañana, y hay que despertar.
Lo que vive en ti, salpica tu rostro,
y en tus ojos, algo brillará por un tiempo tan posible y tan lejano,
que bien podrá ser toda una vida,
o aquella eternidad tan simple,
tan lejana.

Aprender a morir

“nec-otium”

¡De que callada manera


se me adentra usted sonriendo,
como si fuera la primavera!
¡Yo, muriendo! … (Frag. Nicolás Guillén)

Un instante es nacer, y heme en el vivir,


los fragmentos finales de este cuento.
La consigna es aprender, a no quedar de rodillas, a la enfermedad
y a la muerte;
otra forma de ir diciendo adiós, en cuentagotas,
a todo lo que amé:
“al misterio, de quien estuvo, recostada en mi lecho,
y a cada gesto; todo lo que en su tiempo,
fue corriente asombrosa, de aquello, que fue vivo”.
¡oh, Dios mío!
“Lascia ch´io pianga
mia cruda sorte,
y che sospiri
la libertà;
e che sospiri...
e che sospiri...
la libertà.”¹
Al suelo que pisé, irreversible.
Al sueño que viví, insoslayable.
El ala de los pájaros que golpean en su vuelo.
Al remo hundiéndose en el agua presurosa.
Y es un drama el instante, espejismo,
¡oh, destino!

Presuroso es el sueño, de quien adoró sus raíces,


y desea una vez mas, admirar las flores,
solo un rayo de luna, y el rocío.

Una noche más, en la eternidad

Vivir de las palabras,


vivir en las palabras.
¡Que Ilusión!
Se duerme, también, en las palabras;
mas dormir no es vivir,
en la noche inmensurable de la vida:
si en verdad todo termina (¡cuando despertamos!)
y No consta para siempre, a pesar de los sueños.

En este estigma de carne del ocaso,


asoman la primeras preguntas:
¿sirve?
¿servirá?
Para alguien digo.
¿hay algún sentido real o verdadero, en el devenir del poeta?
¿o solo es una luz, una resolana,
que ilumina pequeños momentos, de esta oscuridad que no cesa?
Una verdad durable no es eterna, es efímera,
todo es devorado por el tiempo, (¡tanto amor, tanto agobio!)
y la dimensión de los hechos nunca importa, ni el impacto,
por mas fuego y frutos,
y esos rastros,
que hubiese a contemplar.
Aquellos ojos dulces

Para Agatha Seixas

No se puede parar el tiempo, es verdad; más,


si pudiera comprender, la exacta dimensión de tu mirada,
sería delicado.
Despacísimo, como el acceso, a la puerta de los sueños.
Sin fronteras, ni atavismos, todo, todo lo pudiese mi claro entendimiento.
Porque la mirada;
si es profunda, lee el pensamiento, y hasta la soledad de las almas. Presentemente.
Con ternura invisible, encerrada en la textura de todos los colores.
Los ojos se sienten, acarician, como hojas al rocío.
Comprenden lo que amas,
lo que temes,
lo que añoras, lo que ansías,
sin distancias.
Solo es sentirse,
un poco en otro lado, como en un camino, al pié de lo irreal,
y que resiste a todas las palabras, todos los mensajes: te encarcela
en un dulce espacio carnal, mientras abres los ojos
y los cierras, con un gesto de inasibles estigmas,
sentencioso en su ser. Solo esencia.
Nada mas que sentir, todo lo que vive.

NN

Aquí estoy, vengo desde lejos.


Tal vez, desde el olvido.
Pero heme aquí, aquí estoy.
Soy la sombra de todos.

Toco el cielo, pongo la palma sobre mi frente humana,


miro desde lo alto, mi cuerpo extendido,
con un precinto amarrado en mi pulgar derecho,
adonde veo simplemente una etiqueta,
“NN”,
y no entiendo los signos, ninguno,
que nombran el nombre de mis amigos,
aquellos compañeros, cientos, miles:
soñadores, que,
conmigo. Llegaron hasta aquí.

Es profunda la muerte,
aunque llame a la vida, en un río de sangre.
Aquí mis ojos, ven los ojos de los asesinos,
y a lo lejos, se oye una canción serena.
Siento al mundo andar bajo mis pies, ligero,
amo la agilidad de una estrella.
la liviandad de los ojos de lo que está vivo,
y que es joven.
La palabra es una roca, que golpea, golpea, golpea,
como un rumor de sorpresa, que no se entiende.

Aquí soy “Padre de un hijo asesinado.


Esposo de una esposa asesinada.
Hijo de un padre asesinado”.
Hermano de un hermano asesinado.

Así seré el camino, la luz, y aunque me mire, rotulado,


y a mi mismo torturado, asesinado, y al fin desaparecido,
“estigmatizado”, digo, que estaré siempre,
como una carga fatal, en el corazón de los que
me desarraigaron
de “mi”
querida vida

Día Pi (o 3,1416)

Según los Aldos, cualquiera de ellos,


puede uno partir desde las mañanas,
las miradas, los descensos en los cuerpos,
los escalofríos, iluminaciones de algunos momentos;
las veces que hemos hecho cumbre en la pasión,
los desencantos, las caídas,
todo es cuestión de aclarar los sublimes misterios,
las miserias.
Simplemente son cuentas, como en un rosario,
aquí se suma, aquí se resta,
aquí la inmensa confusión lleva hacia la bruma.
Loa dedos vagan solos,
se calcula lo incierto, lo inefable,
y también lo pleno, lo presente.
Es cosa de que el vértigo, no lleve hasta el castigo
de considerar el espanto,
como una distancia implacable:
pero el río, inmenso río,
de cauce agradable,
(la memoria),
no velará el rostro de quien hemos amado,
intensamente.

© 2010 by Eduardo Dante Dall´Ara


Para Aldo Umazano y Aldo Pellegrini, caros maestros (siempre presentes) en mi poesía.

La fiesta del suicida

Mendigo infeliz, huérfano de todo;


migajas de tu tiempo se hundieron de a pedazos
en las sucesivas noches
de tu vida.
Pintaste,
una cara falsa de la realidad, y no supiste que hacer con ella.
Pensaste, en la redención de los ángeles,
angelicales, ridículos, de todas las vírgenes del mundo,
y anduviste en las cornisas de las putas y los malandras.
Las amaste, más que,
a todas las santas y los románticos.
Valoraste al pecado en extensión, de tiempo y vanidad.
Y ahora esperas, que alguien, te finja la solución.
Eres un ave de carne transparente; sonámbulo, pretendes un milagro,
entre la vida y la miseria,
y que algún duende, calcule la medida de tus actos;
te lave de culpa,
te redima.
Lo único que encuentras es a tu Dios sin religión,
implacable, que lo único que hace, es mostrarte,
el tiempo que has perdido.

Pero hay algo si,


que comprendes…
¡Qué inútil es pensar la escena del final!
¡Y qué ridículo!
¡Patético! ¡Banal! Sin nada a declarar, no coment.
Si lo que pretendes es dejar un mensaje, es fatal.
Nada hay que tu puedas hacer,
ni que tu misma atadura, tu esencia, tu destino,
estén haciendo ya. Puro cálculo.
Porque para que, has de ahorrarle trabajo a la vida.
O a la muerte.

Hay momentos en que los ojos son de luz.

Solo se abren, a las mañanas,


no a las sombras de los ocasos.
Y toman miles de formas, solo visibles en si mismas.
¡que para uno, son eternas!
¡Se abren a la vida!
¡No a la sombras!
¡Si a los cuerpos, ávidos de misterio!

Se abre la puerta.

Si, esto es de verdad.


No de mentira.
Un hueco entre las manos, y en el cuenco, se va formando la sed;
entonces uno bebe,
y la oscuridad es idea, con la que
se da fe de lo que existe.
No se destruye no, no se destruye
nada, nada, todo se construye.

Los abrazos, las caricias, las palabras, las sonrisas, las miradas.
Y va pasando un tiempo,
lineal, nada más.
No imaginamos que es el origen de todos los orígenes;
del principio,
la llave del final.
Así se muestra aquella puerta, más allá, lejano el lapso.
Se cae la realidad, de lo real,
en las narices, se hace difícil verla,
¡como siempre, no se ve, lo que al alcance está!
Y si alguien me viera,
en este temblor que deshace,
cuando es un pasatiempo anonadado,
infame por momentos,
de caminar por la cuerda de los sueños,
con una sencilla magnitud del tiempo;
no sería mas que un camino hacia el silencio.

Un punto, nada más, una bisagra,


que es indicio,
de este nuevo comienzo,
añorado.

Cinemascope and technicolor

(Qué va, todo pa mi)

¿Qué es esto?
¿Una cuarta disminuida, o una quinta aumentada?
¿Es lo mismo, sabes?
Lo concreto es que el ángel,
de la mañana.
El cameo que hay en mí, entre esas fotos.
Sonriente,
casi inanimado. Fue, alguna vez, y también, feliz.
¿Y eso?
Casi se alcanza el punto, de sentir el aroma,
en esa imagen de ti, a mi lado, con camelias blancas.
¿Lo recuerdas?
Y hoy, a millones de años sombra, se me hace como inútil,
medio inexistente, en esta commedia, que ahora más que nunca,
é finita,
filmada en cinemascope y technicolor,
a la distancia, solo visible entre cintas amarillas.
Aquí,
hemos sido actores,
de una versión, en juego, de una historia,
en donde el sudario es tomado como mierda,
es así.
Cada día fue pasado sin hablar, solo aferrados
a una promesa virtual,
una utopía que le dicen,
en que la acción, “se come a cualquiera”.
Y se te dio por hacer de Lisístrata,
sin la paz como fin,
sino la guerra en la que me “engulleron”
y en donde el más fino destino:
fue el engaño. Sin ambages, ni anestesia.
Fuimos los primeros actores, de aquello que comenzó comedia,
y terminó tragedia, mas sólo por el bien del equilibrio,
o los frenos, de un instinto primordial,
la supervivencia.
Esperaré.
El último atardecer, ya no ficción,
ni más memoria,
nada más que un final, muy anunciado.

Imagino si esto,

que tal vez, son las ganas de pararlo todo,


“al modo de Isidoro”, no será una forma mas de dar vueltas,
sin sentido: o cargarse la noche sobre el alma.
Borrarse las ganas de acometer el nuevo día,
renunciar, decir que no va más,
asumir que este papel de esclavo,
que me queda bien en la mañana, y me sirve de puntillas, instante por instante,
no se hizo para hombres como yo.
“La oquedad del silencio”, es parte del asunto que también,
juega su papel en mis palabras.
Allí duerme la muerte, en su regazo,
marcada en el plata de la luna,
y se establece todo, en su brillo,
antes de la aurora que ha de ser un final y nada mas.
Un continuar.
“Yo que se de la vida, del arma invencible de la mente”
Eso dije en una noche, mirándome en el fondo de tus ojos claros,
adonde me precié de verme bello también,
con mi pata de palo y este garfio que me da que decir en esta historia.
En este acto fugaz, allí te rescato, porque viví mil vidas,
en cada instante triste o placentero.
He derrochado parte de la vida, amando.
Y hoy soy quien no tiene nada en patrimonio,
nada, pero nada en absoluto,
que declarar.
Nada mas que el tiempo “perdido”
azarosa, y soberbiamente.

Terciopelo azul, raso negro, piel canela

Y ese instante.
Y esas manos, haciendo garabatos sobre el raso.
Nunca se sabe, si se trata del comienzo, o el final.
Y se deja el paraíso abandonado, a merced de manos anhelantes,
en el mixto declinar de las sombras, hacia el alba.
Pido al Todo, aquel que no se puede contar, por tanto no se entiende,
ni se explica,
la dimensión de este estado,
este espacio,
y este tiempo.

El momento se me hace interminable,


tan bello, tan distante,
que la luz que surge en mi
se me hace como un sudario, en un soplo de luna

Hay revelaciones.
Tempestades.
¡Pero cuánta dulzura hay en ti!
¿Cuántos cuencos comienzan a vibrar en esta noche azul,
Cuándo es sonido? ¿Y cuánto de ello está inundado de silencio?
Nada más.
¡Eternidad hay en ti, ése contraste entre negros, azules y canelas!
Salpica lo que dices ésta noche
y los días que tu cuentas no son días, los meses no son meses,
los años no son años; un instante nada mas.
El tiempo, es ausencia, o tal vez, todo presencia,
irreversible, como noria, un mensaje
final: “¡como yo te amo no amarás nunca,
ni serás amado!”
Algo insalubre dice el cuenco.
Nada es más rotundo, ni más evidente,
que la ausencia.

Es una lucha (tu leiv motiv)

Solo a título de cariño y respeto (ya que el poema está inspirado en otra persona), dedico este poema a Vivian Ulloa
Eschmann, amiga del alma.
En tu cuerpo,
suspendido en blanco y negro,
y en el umbral de la noche,
un horizonte de arena, albahaca, y luna blanca,
en los tibios estratos de las sensaciones.
Vibraciones leves en el plano de la música.
(algo así como el silencio, presente)
Modifica el cisma del momento,
siempre previo a las grandes tormentas,
como es la cantarina suavidad del raso
en la plenitud de la piel,
hasta el amanecer,
tan generosa y bella;
de modo que es terror
la espera,
eternidad, hacia la aurora,
que a mi se me hace ocaso,
o muerte.

Descripción del estado de ánimo (2 momentos)

Uno puede encontrar diversas formas de morir,


y puede lograr el objetivo, con todo éxito, en un instante.
De cualquiera de las maneras posibles.
Pero el espíritu siembra,
como evidencias testimoniales, pequeños golpes de lo que uno ha sido,
que dejará sus huellas (semillas de la realidad), cuando encuentre
lugar y momento para la consecuencia.
Consciente o inconsciente, desapegado el andar,
en gesto y movimiento.

Una fatiga tan simple, como que viene desde toda la vida
en expresión.
No hay excusa. Es obra desmedida del agobio,
que busca solo un camino para ser feliz,
y lo vive, anticipado,
incluso con la fragilidad latente del mundo y de la vida.
Y es ese el momento, la ocasión de terminarlo todo.
Es así.

Pero solo son vibraciones, y la sensación de que el universo se detiene.


La verdad nadie la lleva. Y nada lleva a la puerta de salida,
nadie la enseña,
todo es especulación, nada es real, nada convence;
la entrada está prohibida, el horizonte no tiene espacio en el alma.
Un punto. Solo un punto. Adonde no arden las preguntas,
Ni relucen las respuestas.
Nada hay de ese fuego.
No queda otra cosa que masticarse el amor y el odio,
todo junto,
y hacerse todas las preguntas,
antes de regurgitarlos, lentamente, no va más,
a otra cosa,
que sirvan para otro.

Es lo fácil.
Aquello que es obvio, por lo que es tan difícil de entender.
Tan evidente,
su contradicción.

Conciencia del afecto,


y también del sufrimiento,
“El rostro obtuso de los techos”,
y yo, no me hago cargo,
no quiero nada de esa lucha,
la vida se queda así, vacía, no hay con que llenarla:

ni siquiera con el rostro de la mujer soñada,


el corazón que vive en los arbustos y las flores silvestres.
Esa piel de azahares,
y ese aroma tan fresco como la luz de la luna,
ay! Que me habrá sucedido.
Hubo un tiempo en que fui puro,
y bello también entre esos brazos de hierba.
Todo puede más que la esperanza, que,
aunque ilusión, fue realidad también.
¿Hay lugar en el umbral de esta noche para tanta plegaria?
Estimo que si, doy fe de ello.

El tiempo me seduce, me pasa por encima.


Este tiempo disgregado en diminutas puertas en las sombras,
yace en el mismo tiempo que intentó ahogarme,
y pretendió convertirme en pasado de nada.

Pero heme aquí, estoy aquí, en lo difícil,


la aventura,
muy firme en el proceso de cambiar de idea:
allí, adonde ahora,
todas mis penas, eran mis penas.
Empecé a verme alegre, a través de tus ojos;
en aquel ramo de rosas al que le falta una,
que es para mi, sin duda.
Aquel poema sin fin al que le falta un verso,
y que, lo pondrás tu cuando ya me haya ido,
pero nunca antes de hacer lo que haya para hacer,
jamás antes de decir todo lo que tenga que decir,
y convencer al mundo redivivo,
que en brazos de este amor,
nada está perdido.

Correspondencia de fe
Esta boca, esta misma boca,
dijo alguna vez que no dirá tu nombre,
y hoy
solo es una sensación de movimiento entre los ruidos de la noche.
Esta voz
que no andará por el camino del misterio,
es voluntad perpleja,
es arma inquebrantable de la mente, aunque corazón vencido, ya,
en un gesto de renuncia,
mortal, espiritual, que nace del amor,
y se sostiene,
por el deseo de aferrarse a una vida casi muerta.

¡Oh Dios, ven!


¡Te necesito!
¿No es así como andaré por las espinas en rosas?
¡Ni en rastro para tu alabanza!

Esto ha de verterse
en la rarefacción de la sangre que, multiplicada por si misma
se transforma en fuente de toda la pureza
y es manantial, bendito,
en toda vida que sigue.

Esta fatiga
que viene del principio del mundo,
de andar cargando un cuerpo con fragilidad.
De estar enfermo siempre, vestido con andrajos, tanto,
que avergüenza, por su falta de sentido,
en el huerto que guardas para mí.
No lo entiendo.
¿Porqué vivir tan lacerado?
¿Porqué luchar toda una vida?

Aún así, yo, me hago cargo,


de mí,
de mi equipaje, y te ofrezco mis manos para sellar la herida.

En éste mismo cuerpo que debió ser tu templo,


el espíritu es libre, se siente muy seguro,
y tiende ante tus ojos su mirada anhelante,
porque tiene un pie muy seguro,
apoyado,
en la historia el mundo.

Yo debería escribir poesía, ahora

Para Sally Espinoza y María Elisa Plaate, hija de Gustavo Plaate y Yeny Alonso, dos entrañables amigos, como
bienvenida a mi facebook.
Pero algunos me dijeron,
del uso inadecuado del recuerdo.
A ver, como es el tema,
en este juego de presencias y de ausencias, hay días en que si,
lo afirmo, esta sensación,
se me viste de angustia o de jolgorio.
De que ando que no ando, como hoy.
“Face in hole”, escribiendo sobre la tierra, el barro, y las manos:
en cada noche de ti, cada imagen, se deconstruye con el uso y abuso
de
sensaciones vagas, en donde todo tiene que ver con todo,
y nada es un sistema entero que se parece a uno.

Asoman relaciones que confunden,


desorientan. Consciente o inconsciente.
El producto bruto interno, la Bolsa, los Valores,
la Central conspiración, todo se entremezcla,
pero todo me remite a ti. ¡Que pasión!
Y no puedo fingir que no hay nadie, que son otros.
los hechos, ¡es mentira!.

Nunca hay nada, y la luna, esta luna, tan frágil y tan blanca,
siempre ha de ser el espejo de otro mundo, el pasado. Pero allí,
está por siempre todo:

Entonces. Mi falsía,
será como escribir desde el olvido. Ilusorio.
¿mas yo puedo enterrar mi sombra?,
¡Imposible!,
una forma distinta de negarte,
(así como sentencia): de encontrar
en cada paso que se me ocurra dar, cada palabra dicha, o pensada,
el rastro de un amor tan desolado,
tan dolorosamente amado,
¿está ausente?

Y el mundo sigue andando.


Y la Bolsa sigue bajando, el riesgo país también,
el dólar se mantiene estable, el Euro sin cambios. Y bueno.
¡Y bueno y qué! Todo sigue andando. Pero tu no estás,
y nunca serás igual, te he cambiado, eres la misma, pero no te reconozco.
Tendrías que lavarme con ceniza, purificar el aire,
desbastar el dolor, dejarme puro. Pedazo por pedazo.

En fin, para ser en tu mano, lo que debiera ser…


un pájaro,
libre.

Elogio de la muchedumbre
Para aquella niña que me amara en la mañana ajetreada de julio del 72

Puedo pensar en ti
Puedo decir de ti
Puedo nombrarte
Puedo invocarte
Puedo olvidarte
Pero tu presencia en mi es un artilugio del recuerdo
Diré que eras una mujer que hoy trataría de ser solo una cuando en realidad fuiste muchas/ todas
Fuiste ocaso, plenilunio, luz y toda sombra del anochecer y el alba
Resolana
Aire de camelias/ constelación/ en este cielo azul
de Cruz del sur
Y el mismo sol se pone en vos y en mí para otro día
Otro delirio
Que te hace crecer en toda cosa que intente construir con vos
O destruir de vos
Fuiste como un reloj con odio que marcó el retorno de todos los fantasmas
Carroñera imagen del asombro en mí
Ese mismo asombro que saltó desde la piel/ ramillete de dulzura
Que se escapó de un ámbito tan dulce como las preguntas
Incontestadas siempre
Alabadas por todos los que nos vieron y dijeron
“estos dos han sido condenados para amarse”
¡qué ilusión!
¡qué vanidad!
¡qué nada!

Y “El proceso” ése tan temido


te dejó sin mí
Me dejó si ti
Y desde aquel vacío que ocupaste en los camiones
Hay todavía manos que se extienden/ que pretenden
quedarse juntas para siempre

Se finí

No puedo aún soñarte


No recuerdo ni tu rostro ni tus ojos ni tus manos
Y hoy solo tengo que velarte una vez más
en mi recuerdo

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