Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Calle Ciega 2010
Calle Ciega 2010
Me iluminaría
Amaneció, si.
Bajo sus huellas, si.
Impasible a los ojos de todas las miradas.
En la dimensión de su ámbito, hendida en el ámbito de otras
dimensiones.
Un vistazo que fue como un puñal.
Para mirar las señales
de los ojos de los otros.
¿Qué?
Nada más importa, que lo que no se puede medir,
ni describir.
Se puede suspirar con los ojos cerrados,
E imaginar que el aire se nos cae, con todo sobre el cuerpo.
¿Qué será? Debe ser, debe ser,
la señal que se espera, la señal que espera;
hay un grito lejano,
para alguien que uno puede conocer muy bien,
o simplemente ser,
nada mas que uno mismo:
Perdido en la simpleza de una gran dimensión,
que debe ser
un punto nada más,
un puente hacia la magia de lo imprevisible.
El amor y el dolor,
y nada los detiene.
Natasha
Aprender a morir
“nec-otium”
NN
Es profunda la muerte,
aunque llame a la vida, en un río de sangre.
Aquí mis ojos, ven los ojos de los asesinos,
y a lo lejos, se oye una canción serena.
Siento al mundo andar bajo mis pies, ligero,
amo la agilidad de una estrella.
la liviandad de los ojos de lo que está vivo,
y que es joven.
La palabra es una roca, que golpea, golpea, golpea,
como un rumor de sorpresa, que no se entiende.
Día Pi (o 3,1416)
Se abre la puerta.
Los abrazos, las caricias, las palabras, las sonrisas, las miradas.
Y va pasando un tiempo,
lineal, nada más.
No imaginamos que es el origen de todos los orígenes;
del principio,
la llave del final.
Así se muestra aquella puerta, más allá, lejano el lapso.
Se cae la realidad, de lo real,
en las narices, se hace difícil verla,
¡como siempre, no se ve, lo que al alcance está!
Y si alguien me viera,
en este temblor que deshace,
cuando es un pasatiempo anonadado,
infame por momentos,
de caminar por la cuerda de los sueños,
con una sencilla magnitud del tiempo;
no sería mas que un camino hacia el silencio.
¿Qué es esto?
¿Una cuarta disminuida, o una quinta aumentada?
¿Es lo mismo, sabes?
Lo concreto es que el ángel,
de la mañana.
El cameo que hay en mí, entre esas fotos.
Sonriente,
casi inanimado. Fue, alguna vez, y también, feliz.
¿Y eso?
Casi se alcanza el punto, de sentir el aroma,
en esa imagen de ti, a mi lado, con camelias blancas.
¿Lo recuerdas?
Y hoy, a millones de años sombra, se me hace como inútil,
medio inexistente, en esta commedia, que ahora más que nunca,
é finita,
filmada en cinemascope y technicolor,
a la distancia, solo visible entre cintas amarillas.
Aquí,
hemos sido actores,
de una versión, en juego, de una historia,
en donde el sudario es tomado como mierda,
es así.
Cada día fue pasado sin hablar, solo aferrados
a una promesa virtual,
una utopía que le dicen,
en que la acción, “se come a cualquiera”.
Y se te dio por hacer de Lisístrata,
sin la paz como fin,
sino la guerra en la que me “engulleron”
y en donde el más fino destino:
fue el engaño. Sin ambages, ni anestesia.
Fuimos los primeros actores, de aquello que comenzó comedia,
y terminó tragedia, mas sólo por el bien del equilibrio,
o los frenos, de un instinto primordial,
la supervivencia.
Esperaré.
El último atardecer, ya no ficción,
ni más memoria,
nada más que un final, muy anunciado.
Imagino si esto,
Y ese instante.
Y esas manos, haciendo garabatos sobre el raso.
Nunca se sabe, si se trata del comienzo, o el final.
Y se deja el paraíso abandonado, a merced de manos anhelantes,
en el mixto declinar de las sombras, hacia el alba.
Pido al Todo, aquel que no se puede contar, por tanto no se entiende,
ni se explica,
la dimensión de este estado,
este espacio,
y este tiempo.
Hay revelaciones.
Tempestades.
¡Pero cuánta dulzura hay en ti!
¿Cuántos cuencos comienzan a vibrar en esta noche azul,
Cuándo es sonido? ¿Y cuánto de ello está inundado de silencio?
Nada más.
¡Eternidad hay en ti, ése contraste entre negros, azules y canelas!
Salpica lo que dices ésta noche
y los días que tu cuentas no son días, los meses no son meses,
los años no son años; un instante nada mas.
El tiempo, es ausencia, o tal vez, todo presencia,
irreversible, como noria, un mensaje
final: “¡como yo te amo no amarás nunca,
ni serás amado!”
Algo insalubre dice el cuenco.
Nada es más rotundo, ni más evidente,
que la ausencia.
Solo a título de cariño y respeto (ya que el poema está inspirado en otra persona), dedico este poema a Vivian Ulloa
Eschmann, amiga del alma.
En tu cuerpo,
suspendido en blanco y negro,
y en el umbral de la noche,
un horizonte de arena, albahaca, y luna blanca,
en los tibios estratos de las sensaciones.
Vibraciones leves en el plano de la música.
(algo así como el silencio, presente)
Modifica el cisma del momento,
siempre previo a las grandes tormentas,
como es la cantarina suavidad del raso
en la plenitud de la piel,
hasta el amanecer,
tan generosa y bella;
de modo que es terror
la espera,
eternidad, hacia la aurora,
que a mi se me hace ocaso,
o muerte.
Una fatiga tan simple, como que viene desde toda la vida
en expresión.
No hay excusa. Es obra desmedida del agobio,
que busca solo un camino para ser feliz,
y lo vive, anticipado,
incluso con la fragilidad latente del mundo y de la vida.
Y es ese el momento, la ocasión de terminarlo todo.
Es así.
Es lo fácil.
Aquello que es obvio, por lo que es tan difícil de entender.
Tan evidente,
su contradicción.
Correspondencia de fe
Esta boca, esta misma boca,
dijo alguna vez que no dirá tu nombre,
y hoy
solo es una sensación de movimiento entre los ruidos de la noche.
Esta voz
que no andará por el camino del misterio,
es voluntad perpleja,
es arma inquebrantable de la mente, aunque corazón vencido, ya,
en un gesto de renuncia,
mortal, espiritual, que nace del amor,
y se sostiene,
por el deseo de aferrarse a una vida casi muerta.
Esto ha de verterse
en la rarefacción de la sangre que, multiplicada por si misma
se transforma en fuente de toda la pureza
y es manantial, bendito,
en toda vida que sigue.
Esta fatiga
que viene del principio del mundo,
de andar cargando un cuerpo con fragilidad.
De estar enfermo siempre, vestido con andrajos, tanto,
que avergüenza, por su falta de sentido,
en el huerto que guardas para mí.
No lo entiendo.
¿Porqué vivir tan lacerado?
¿Porqué luchar toda una vida?
Para Sally Espinoza y María Elisa Plaate, hija de Gustavo Plaate y Yeny Alonso, dos entrañables amigos, como
bienvenida a mi facebook.
Pero algunos me dijeron,
del uso inadecuado del recuerdo.
A ver, como es el tema,
en este juego de presencias y de ausencias, hay días en que si,
lo afirmo, esta sensación,
se me viste de angustia o de jolgorio.
De que ando que no ando, como hoy.
“Face in hole”, escribiendo sobre la tierra, el barro, y las manos:
en cada noche de ti, cada imagen, se deconstruye con el uso y abuso
de
sensaciones vagas, en donde todo tiene que ver con todo,
y nada es un sistema entero que se parece a uno.
Nunca hay nada, y la luna, esta luna, tan frágil y tan blanca,
siempre ha de ser el espejo de otro mundo, el pasado. Pero allí,
está por siempre todo:
Entonces. Mi falsía,
será como escribir desde el olvido. Ilusorio.
¿mas yo puedo enterrar mi sombra?,
¡Imposible!,
una forma distinta de negarte,
(así como sentencia): de encontrar
en cada paso que se me ocurra dar, cada palabra dicha, o pensada,
el rastro de un amor tan desolado,
tan dolorosamente amado,
¿está ausente?
Elogio de la muchedumbre
Para aquella niña que me amara en la mañana ajetreada de julio del 72
Puedo pensar en ti
Puedo decir de ti
Puedo nombrarte
Puedo invocarte
Puedo olvidarte
Pero tu presencia en mi es un artilugio del recuerdo
Diré que eras una mujer que hoy trataría de ser solo una cuando en realidad fuiste muchas/ todas
Fuiste ocaso, plenilunio, luz y toda sombra del anochecer y el alba
Resolana
Aire de camelias/ constelación/ en este cielo azul
de Cruz del sur
Y el mismo sol se pone en vos y en mí para otro día
Otro delirio
Que te hace crecer en toda cosa que intente construir con vos
O destruir de vos
Fuiste como un reloj con odio que marcó el retorno de todos los fantasmas
Carroñera imagen del asombro en mí
Ese mismo asombro que saltó desde la piel/ ramillete de dulzura
Que se escapó de un ámbito tan dulce como las preguntas
Incontestadas siempre
Alabadas por todos los que nos vieron y dijeron
“estos dos han sido condenados para amarse”
¡qué ilusión!
¡qué vanidad!
¡qué nada!
Se finí