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Para comenzar, quisiera plantear la pregunta: ¿Por qué hablamos de educación?. Cuando
se dice: “Educación hacia la libertad”, que incumbencia se le está dando al trazo de
límites, o, ¿la libertad tiene que ver con ausencia de límites? Sucede, que la libertad puede
ser un problema, del mismo modo, como podemos percibir como problemáticos a los
límites. La libertad posee muchos matices y algunos son muy crueles. Libertad,
simplemente como palabra, no es aun la esencia de la dignidad humana, al respecto es
menester saber, que clase de libertad tiene que ver algo con la dignidad humana y con el
comportamiento digno del ser humano. Y con los límites sucede lo mismo. Cuando los
limites tienen el carácter de prisión, con toda seguridad se encuentra profundamente
cuestionada la dignidad del hombre, se encuentra afectada. Cuando empero el límite es
una experiencia, donde chocamos y donde justamente junto a esa experiencia límite
tomamos conciencia de la libertad, entonces, tenemos esta maravillosa vivencia: ¡Junto al
límite despierto y descubro aquello que en realidad quisiera! Y al no encontrarme con
límite alguno, no me encuentro conmigo mismo.
Hay experiencias de límites, en los cuales tenemos vivencias de prisión y hay otras
experiencias de límites, que son un favor. Mediante la misma, de una manera salutífera,
es llamada nuestra atención sobre nosotros mismos, vivenciando lo otro como resistencia,
despertando entonces a tomar conciencia de nosotros mismos. La generación de los años
68 buscaba para sus hijos, libertad sin límites. He vivenciado algunos de esos otrora-niños
como padres de niños pequeños, y en realidad me encontré con la postura de
coincidencia: “Así como se hizo conmigo, yo no lo hago con mis hijos”. Cuando luego se
hablo acerca de donde se hallaba el problema, descubrieron, que la consecuencia
educativa de poder hacerlo todo, sin límites, era un sentimiento de inseguridad y una
carencia de conciencia propia. La conciencia propia, despierta, cuando chocamos. Algunos
niños, que han sido personalidades muy fuertes, prácticamente han forzado esas
experiencias y esto es lo que hacen muchos niños en la actualidad, que son educados en el
estilo Laisser-faire. Obligan al maestro a ponerles límites en la escuela, mediante la
desenfrenada provocación. Así, el maestro tiene que actuar y promover las vivencias de
límites. Ejercen su provocación durante tanto tiempo, que hasta a la persona más
paciente y tolerante se le acaba la paciencia y luego llega el no, o, el límite, y los niños
están felices.
Es un despertar, un haber sido tocados, tal vez, dejado allí parado, con una palabra.
Naturalmente, que existen métodos de comportamiento pedagógicos diversos y valiosos
en estas experiencias de limite. Esta cuestión de límite y de libertad es una cuestión de
conciencia. Y, lo que antecede a esa cuestión de libertad y limite, es la pregunta: “¿En
resumida cuenta, porque necesitamos la educación?” Todas estas preguntas “Educación
de qué y para que, o, que es correcto y que es equivocado”, en realidad solo puedan ser
contestadas razonablemente, si nos preguntamos primero, porque el hombre de por si
necesita educación. Y entonces, rápidamente nos daremos cuenta, que aun el adulto más
capaz necesita aun, un poco de educación. Es evidente a simple vista: Una persona que
opina que se encuentra en un estado tal que ya no necesita educación alguna, que ha
logrado la madurez cultural, a una persona así, preferimos no frecuentar. Mientras que las
personas que se vivencian como aun no maduras culturalmente, siempre son
interesantes, son abiertas, tienen preguntas y están interesadas en todo lo que las rodea.
Goethe lo formula de una manera muy bella en el Fausto, hace que la persona alegre diga:
“Al que se siente hecho, nada le viene bien, siempre agradecido será aquel, que siente
estar en evolución”.
Para mí, mi vida es una experiencia fascinante: ¿Por qué soporto esa vida exenta de ritmo,
ese constante encontrarme de viaje, ese tener que adaptarme al cumplimiento de
términos? De hecho, se trata de la situación de vida de muchas personas en la actualidad.
En realidad he encontrado una sola respuesta: Porque en mi hogar paterno, con pocas
excepciones, teníamos una vida ordenada. Además, fui a la escuela Waldorf en una época,
en la cual el horario aún no estaba sobrecargado como en la actualidad y tal vez tenía un
ritmo mayor. Sé, como se está luchando en todos lados al respecto, pero ya por el hecho
de la semana de los 5 días (tema al cual aquí no profundizo) es inevitable un programa de
stress y compresión en el horario y el ritmo de los 7 días tiene que ser brindado por los
padres de manera compensatoria, por el hecho de que la escuela ya no lo puede ofrecer a
modo de principio terapéutico. Yo he tenido la fortuna de recibir la impresión del ritmo de
los 7 días para todo mi cuerpo durante toda la etapa de mi crecimiento. Si esto se lo
recibe a través de la educación y luego se lo continúa a través de la auto educación, se
tendrá la posibilidad de seguir desarrollando, de seguir formando su sistema de salud, vale
decir, su sistema rítmico-elástico, aquello que nos mantiene en equilibrio.
Luego podemos practicar el ritmo semanal, podemos preguntarnos, ¿qué cualidad posee
el lunes, el martes, etc. y los respectivos planetas? De Rudolf Steiner existen bellísimos
ejercicios para cada día de la semana. El martes, por ejemplo, tenemos el ejercicio que
posee autentica cualidad marciana. Ojala que hoy ya no se luche con armas exteriores y
en cambio se integre ese potencial de guerra al alma propia, para combatir allí, las
cualidades negativas, que quisiéramos vencer. Entonces, en ese “día de lucha” podemos
practicar: “Que tus actos sean lo menos molesto posible para tus prójimos”. ¡Ese es un
motivo muy bueno! Durante toda la semana podeos hacer lo que queramos, el martes
empero, tenemos que esforzarnos debidamente y tenemos que estar mirando: ¿Qué
efecto tienen mis actos sobre las demás personas que diariamente tienen que
soportarme? En realidad a diario deberíamos de dar las gracias a todos los que tienen que
ver con nosotros, las gracias, por soportarnos. De hecho, solo puede insinuarlo. Podemos
cultivar el ritmo semanal, podemos cultivar el ritmo mensual. Existen las así llamadas
virtudes mensuales. Ahora, en noviembre por ejemplo, toca: “La paciencia se convierte en
comprensión, conocimiento, entendimiento, razón”. Durante todo un mes se podrá
examinar si es cierto que, si somos pacientes, adquirimos las mencionadas cualidades.
Este ejercicio no solo posee un carácter incentivador de la conciencia y formativo, sino
que siempre posee un efecto colateral salutífero, dado, que todo fortalecimiento de
nuestro sistema rítmico nos fortalecerá y nos facultara a soportar un mayor esfuerzo. Otro
efecto colateral deseable es, que nos sentimos más seguros en la vida.
Nada brinda más seguridad a los niños pequeños y a los adultos, pero sobre todo a los
niños, que el saber, el conocimiento de aquello que sucederá a continuación. Eso
proporciona el sentimiento de seguridad, sobre todo en aquellos años en los que la
memoria aun no está muy desarrollada. Cuanto menores son los niños, tanto más es el
caso, dado que la repetición conforma un re-memorizar y cada re-encuentro y cada
repetición, simplemente crea amigos, vigoriza la auto experiencia y, en definitiva, la
autoconciencia. Los buenos hábitos, las buenas costumbres nos brindan seguridad y la
sensación de satisfacción. Como adulto, es menester tan solo, acompañar al niño durante
el tiempo necesario hasta que domine esos hábitos y, acompañar al niño de manera tal,
que realmente pueda practicarlos. Por lo tanto, la educación es un trabajo cultural, que
comienza muy abajo, en los ritmos de dormir y estar despierto, en la alimentación, en los
ritmos de los días, las semanas y los meses, el ritmo del curso anual. Maravilloso se torna,
cuando a ello se agregan las festividades anuales, cultivando el ritmo anual, brindando a
los niños año tras año esa impresión.
En lo medicinal, en la actualidad esos ritmos están investigados en medida tal, que se
sabe, que el ritmo de los 7 días, es el ritmo reactivo de la curación. Cuando el cuerpo sufre
un daño, en la regeneración el cuerpo trabaja en impulsos, que claramente transcurren en
tramos de siete días. Cuando por ejemplo viajamos a una región montañosa, formamos
mayor cantidad de glóbulos rojos en nuestra sangre, porque allí el aire es mas enrarecido.
Es por ello, que nos sentimos tan bien y más sano a nuestro regreso, durante la así
llamada post-recuperación. Si hiciésemos el experimento de un análisis sanguíneo diario,
observando el aumento de los glóbulos rojos, veríamos, que esa formación de glóbulos
rojos se realza en tramos de 7 días. Las revistas de los investigadores de ritmos y de las
terapéuticas balneológicas y climáticas, están colmadas de tales curvas rítmicas. Al
profundizar un poco esta cronobiología, de pronto sentiremos ganas de volver a la
costumbre de las estructuras rítmicas, para nosotros mismos y nuestros hijos. Cuando la
escuela nos ofrece una semana de 5 días, podemos reflexionar, acerca de qué hacer para
esa semana de 5 días dada por la escuela, tal vez el sábado pueda tener algo parecido, de
manera tal que nos levantemos a la misma hora, que el desayuno se realice igual que en
los días de clase, que en casa se estudie un poco, que se hagan las tareas del hogar
durante la mañana, mientras que la tarde quede libre. Entonces, ya habremos equilibrado
ese déficit de la escuela de los 5 días con respecto al ritmo. Entonces, el domingo abr
recuperado su lugar como día de la pausa, dado, que con la semana de 5 días y de hecho
con todos los ritmos, la regla es: Una vez, es ninguna. Porque el uno no es un ritmo, con el
dos empero, comienza un nuevo ritmo, pero, luego el cuerpo pide también el tres. Al cabo
de dos días de pausa, se predispone a un nuevo ritmo. En lugar del tres, llega empero
nuevamente el lunes, la escuela, y el viejo ritmo y el cuerpo ya tiene que re-acomodarse,
re-orientarse. Esto debilita. El tres es una auténtica unidad rítmica. Vale decir: 2 veces 3, y
luego viene la pausa, el uno, el domingo; ese es un ritmo muy bueno.
El cuerpo con sus ritmos, con sus necesidades necesita educación y lo correcto, lo
adecuado es, que ordenemos adecuadamente, según la edad, los ritmos del dormir, del
estar despierto, del trabajo y del juego: Con esto, habremos hecho algo realmente
importante.
En los EEUU existe un programa exitoso: Las escuelas comunitarias. Allí, los presos pueden
ir a la escuela durante el día, por la noche vuelven a la cárcel. Escuelas diurnas para los
jóvenes detenidos o jóvenes arrestados. Estas escuelas se tornaron exitosas recién,
después de haber integrado una tarea con el seminario de maestros Waldorf, o sea, al
comienzo por la mañana recitar una poesía o un lema, el ritual del saludarse y del
despedirse al comienzo y al final de la hora de clase, luego, música de flauta. Este ha sido
el triunfo máximo, ofrecer un concierto de flautas a los profundamente conmovidos
padres - ¡Inimaginable! Y a partir de allí, todo fue para bien. ¿Por qué? Porque estas
simples cosas artísticas tienen cualidad de relación. Una palabra cariñosa, bellamente
expresada, fue una experiencia completamente nueva. El hecho de poder pronunciar
palabras, con seriedad, con amor, en un clima de recogimiento, cuando antes se ha
conocido únicamente ese hablar destrozado, en jirones, totalmente emocional, o, por otra
parte con fría intelectualidad. Un lenguaje de este modo centrado ayuda a la
postmaduracion del alma. Estas son cualidades completamente diferentes de una cultura
de la lengua y de las relaciones, que no puede generarse al no brindarle oportunidad a
participar de charlas, a escucharlas. Y muchas veces sucede en la actualidad, que en el
hogar no hay tiempo, por imperar allí, la hética, el stress. Y en el futuro, cobra una
importancia cada vez mayor el hecho de darnos cuenta, que esa clase de educación es
necesaria, buscando la oportunidad para que pueda ser realizada. Para ello es importante,
entrar como padres a una relación de participación con los maestros.
Existe aún un tercer ámbito, o sea, el espíritu. También el espíritu debe recibir educación.
Y bajo espíritu se entiende primariamente, el pensar humano, pero también la
observación exacta, lo objetivo. Lo anímico, personal, esta edificado por completo sobre la
vida del sentimiento, lo espiritual, objetivo, sobre el pensar y sobre la percepción sensoria.
El espíritu quisiera vivir en el alma, quisiera sentir la belleza y la verdad de la objetividad
del mundo, percibiéndola personalmente, entonces se obtiene una conexión anímica al
espíritu. Ese espíritu, ese pensar real, también tiene que ser educado y eso, en la
actualidad, es el problema mayor. Dado que en los últimos 200 años hemos reemplazado
al hombre entero, mediante la cultura técnica y mediante las maquinas. Primero
aparecieron las maquinas que tomaron a su cargo todo el trabajo del bíceps, luego,
apareció toda la ola técnica de la medición, se han inventado todo tipo de censores para
todas las cosas que se pueden medir y percibir, así, se procedió a la descarga de la vida del
sentir y ahora las máquinas están por imitar el pensar y la observación sensoria
reemplazándola por robótica, prácticamente todo el trabajo cultural humano es
reemplazado por las maquinas. Esto, en muchas personas genera la sensación de la falta
de sentido, del absurdo, del ya no ser necesario ni útil. No se tiene ganas de hacer cosas,
que las maquinas realizan perfectamente, y otra cosa no se ha aprendido. De hecho, la
existencia está exenta, no se tiene una tarea específica y ciertamente está el problema de
cómo divertir y ocupar a las personas. Para ello existen industrias que pueden ser
compradas. Pero llega el momento en el cual también eso desgasta. Eso, por un lado es un
problema, por el otro lado empero, hoy podemos darnos cuenta que constituye una
enorme oportunidad, que podemos aprender a valernos de una manera completamente
nueva, de la voluntad liberada del trabajo, la vida del sentir liberada del trabajo, pero
también la vida del pensar liberada del trabajo, orientándolas hacia la actividad creativa.
Lo más importante al respecto es el pensar. ¿Por qué? Porque el pensar es la base de todo
trabajo de desarrollo. Sin utilizar a mi pensar, no podré encauzar ningún orden rítmico,
ningún razonamiento y sin utilizar el pensar, no podré edificar imagen-guía alguna.
Cuando por ejemplo digo: “Educación orientada hacia la libertad”, esto constituye una
imagen-guía, es menester que me clarifique el significado de libertad, entonces podré
orientar todo mi esfuerzo educativo hacia ese enfoque. Para ello es necesario una
independencia del pensar, para poder concebir mi propia imagen-guía. Cuando no se ha
aprendido a pensar para nada, aquí, ya nos encontramos frente a una enorme dificultad,
entonces, las personas en realidad están condenadas a la falta, a la ausencia de cultura,
entonces, lo único que pueden hacer, es imitar. Es por ello, que tenemos una tan
gigantesca cultura de la imitación, mucho, mucho mayor que en la época de mi juventud.
Una colectividad, que procede a la unificación, a la sincronización del pensar.
En la medicina estoy observando en los últimos 20 años, una evolución que, si tengo que
reducirlo a un común denominador, es la siguiente: La responsabilidad individual y el
pensar individual se suprimen, a favor de normas de tratamiento claramente definidas,
guías de sistemas de seguro de calidad prescriptas. Requiere enorme valentía, realizar
algo diferente en un determinado caso, incluso, porque todo está conectado a
computadoras, siendo controlado por las obras sociales, de modo que entonces se nos
descontaran puntos. En Inglaterra este sistema ha madurado, convirtiéndose en un
control. Al registrar un exceso de puntos en contra, se ordena una educación, que
ciertamente se condice en una formación obligatoria. En la ética sucede lo mismo,
antiguamente existía la decisión a conciencia del médico, el medico únicamente tenia
responsabilidad delante de su conciencia. Hoy los médicos rehúsan esto, por manejarse
con normas, en las cuales se indica exactamente lo que se puede hacer y lo que no se
puede hacer. Así, se está del lado seguro y no es necesario, esforzar el sano criterio
personal y la responsabilidad propia. ¡Este es el comienzo de una auténtica catástrofe
cultural! Se pierde más y más la capacidad creadora del hombre y cuando se pierde, crece
la agresividad, la disconformidad. Vivencias de carencia de sentido, la sensación de
insatisfacción interior, un cúmulo de enfermedades posibles, luego se ubican a modo de
desagrado en aquel lugar, donde con anterioridad, y orientación definida, hubo una
actividad creativa-cultural de diversa índole.
En la segunda época, entre los 9 y los 16 años, tiene lugar la maduración anímica. Es el
momento del cultivo de las relaciones y el habla. Se trata de otra libertad, que allí estamos
aprendiendo, la libertad de expresión mediante el hablar, pero también la libertad de
escuchar las palabras de otros, dar espacio. Ese doble aspecto de la libertad: Brindarle
espacio libre a los demás, al aceptarlos, al comprenderlos y al reclamar libertad para
nosotros mismos, al expresarnos con libertad, abiertos y sinceros, es allí, cuando el alma
realiza “ejercicios gimnásticos”, liberándose de toda clase de temores y presiones y
simuladorias. El encuentro claro, valiente y abierto es lo que la educación debería ofrecer
a los niños y a los jóvenes.
Con los niños pequeños, en cambio, no deberíamos hablar demasiado, por el hecho de
que quieren ejercitar su motricidad, y esto lo hacen, cuando nosotros mismos estamos
activos motrizmente. Por esa razón, en los primeros años es tan importante, la educación
no-verbal. Se activa al cuerpo mediante el ejemplo de actividades y de esta manera, se
esta practicando educación hacia la libertad. Si a los niños pequeños les explicamos todas
las cosas, imitan las largas charlas, pero no hacen nada, es imposible lograr que trabajen,
cuando se habla con ellos sin fin, puesto que ellos responderán de la misma manera, ya
que así lo han aprendido de papa y mama. Mientras que, si el adulto actúa, entonces
aprenden a actuar, entonces, esto será la base, será el fundamento, para la posterior
libertad de la voluntad.
Cuando el niño deja de decidir los conflictos a través del rasguñar, morder y golpear,
cuando comienza el hablar, cuando el dialogo a través del lenguaje físico, que es
completamente normal en los primeros 9 años, se va tranquilizando en quinto y sexto
grado, entonces comienza la cultura del verbo. Ha llegado entonces, el tiempo para las
charlas y se desarrolla esa libertad anímica, que es una libertad del hablar, del desarrollo
lingüístico y del escuchar.
Luego, entre los 12 y los 20, los 16 y los 20, eso oscila según el grado de madurez de los
jóvenes, llega la libertad de movimiento espiritual. Tiene dos posibilidades para su
desarrollo: La una es, que al joven se le formulen preguntas adecuadas, que incentiven su
pensar. Ahora, el dialogo es la forma ideal para la educación. Ya sea, que estimulemos
preguntas para elaborarlas luego conjuntamente con el joven, a modo de narración, o, se
formulan preguntas auténticas, que estimulan la actividad propia, antes de adicionar
luego nuestro propio comentario. Este, es uno de los aspectos. El otro aspecto es, que a
los jóvenes le hagamos entendible las realmente grandes relaciones que existen en el
mundo. Un saludable pensar necesita siempre de la polaridad: El poder ordenar
pormenores, dentro de un gran contexto. Inteligencia es, poder establecer la correcta
referencia. Muchas personas son muy listas, pero no tienen la capacidad de llegar a la
conjunción. Justamente Internet educa a la búsqueda selectiva de las cosas, o también, a
delegar muchas cosas y a menudo no es fácil hallar la relación en todo estocando por un
lado se conocen grandes relaciones, las religiones mundiales, las evoluciones, las clases,
determinadas cuestiones evolutivas de índole cultural y social, entonces se aprende a
relacionar esas determinadas cosas menores que nosotros vivenciamos, con estos
aspectos mayores y de esta manera aprendemos a pensar, un pensar creativo, espiritual,
así como el juzgar y el evaluar. Y ese pensar cobra independencia, cuando aprendemos a
ordenar lo aprendido a cada instante, pudiendo relacionarlo de modo individual con
cualquier acontecimiento. Entonces, se genera libertad espiritual, lo opuesto al
dogmatismo, por el hecho de establecer una y otra vez de nuevo las referencias.
La pregunta con respecto a nuestro tema de hoy es: ¿De qué manera la educación hacia
la libertad está relacionada con la vivencia del límite y con ello, con una determinada
necesidad? Esta es una pregunta principal, una pregunta que conduce a que podamos
decir, que la libertad es como el revés de la necesidad, o del límite. ¿Por qué? Comprendí
este hecho cuando asistí a la escuela de conducción. Tenemos que respetar todas las
reglas. De otro modo, no nos entregan el registro de conductor y tenemos que aguantar,
aprender a soportar, aun cuando nos cueste mucho. Entonces, luego podemos “manejar
hacia donde queremos, contravenir todas las reglas y afrontar los riesgos”. Vale decir: si
cumplimos con esos requisitos, luego se obtiene la libertad, cuando se acepta
determinadas condiciones de aprendizaje, se desarrolla una capacidad. Y cada capacidad
que adquirimos duele mientras la estamos aprendiendo, ya sea corporal, espiritual, social
o comunicativa; puesto que, todo lo que no dominamos, nos hace parecer ridículos en
alguna medida, nos causa dolor y requiere esfuerzo. Pero, una vez que hemos aprendido,
podemos movernos con plena libertad dentro de esa capacidad, esa facultad. Vale decir,
cada libertad es el resultado de una anterior necesidad. Y en la medida que pueda yo
elevar cada vez más, la vida, mi encuentro con las personas, aquello que los demás
quieren de mí, a la esfera de la libertad, tanto mejor podré dominar todo. Cuando frente a
una situación difícil, me hubiese angustiado con anterioridad y ahora me pregunto: ¿Qué
puedo aprender de esto?, entonces, de inmediato asumo una postura de interrogación
que me libera y que me motiva a poder dominar esa situación. He alcanzado una facultad,
mediante la cual puedo moverme libremente. Solamente cuando en mí mismo descubro,
como adquirir capacidades por el hecho que me coloco bajo bien definidas metas de
aprendizaje y condiciones de aprendizaje, me encuentro en la debida condición para no
tener mala conciencia al imponerle límites a mi hijo, límites y reglas claras impuestas con
amor. Esto tiene otro aspecto con respecto al bebe que con respecto al niño de cuatro o
diez años. Lo importante es, sobre todo, la postura, de que es realidad solo estoy creando
las condiciones, a partir de las cuales el niño puede vivenciarse a sí mismo y puede
educarse a sí mismo. Y no lo estoy haciendo con la actitud: Yo soy fuerte, yo te muestro
por donde andar, o, yo soy débil y te dejo hacer lo que tú quieras y finalmente acatare la
que tu determines, sino, que ciertamente muestro mi reserva en el hecho, de que te
concedo espacio libre y también te ofrezco limites, para que así, tú mismo puedas
educarte, estructurarte y vivenciarte. Hago esto, con una postura cariñosa, que concede
libertad y retrocedo sobre mí mismo, en la medida, en la cual el niño aprendió a proceder
por sí mismo. De este modo se llega a la cualidad de participación mutua en la relación
con el niño, dado, que ambos estamos aprendiendo, cada cual en su lugar. El adulto esta
confrontado con imperiosidades, el niño también, aunque son diferentes en el caso del
niño: Esto es algo que compartimos, algo que nos mancomuna. En los años del desarrollo,
el educador le puede indicar el camino al niño, por ser el conocedor de la evolución física,
anímica y espiritual y puede conducirlo acorde a su edad, para que no sea sobre-exigido,
o, no exigido lo suficientemente, brindándole así, paso a paso, la posibilidad de liberarse a
si mismo. De esta manera, se habrá aunado un saludable principio de autoridad con
amoroso principio de coparticipación. El niño tiene la posibilidad de estrechar en medida
cada vez mayor hacia sí mismo su propia educación.
1. Libertad para la acción. Entre la libertad MIA y la libertad de los demás, se desarrolla
cultura humana.
2. Amor. Todo se torna recién verdaderamente bello, cuando interviene el amor.
Podemos hartarnos de todos los sentimientos, todo sentimiento tiene una medida
determinada, luego, requiere un cambio y es solamente el amor como sentimiento, lo que
podemos tener siempre. No podemos emplear siempre al amor corporal, eso es
completamente evidente, pero amar en todos los ámbitos, ese es el sentimiento que
puede acrecentarse indefinidamente, del que nunca podemos saciarnos, hartarnos y que
acciona sobre todos los demás sentimientos, ordenándolos, regulándolos.
3. Para la vida sensoria, la verdad. Cuando entre los hombres impera la falta de
honradez, de sinceridad y aunque la mentira este por demás finamente tramada, lo
hallamos como algo, ciertamente des-humanizado, comparable al acto desprovisto de
amor, al acto de avidez por el poder.
Nuestro propio ser, el yo, en el pensar puede expresarse de mejor manera en la veracidad;
en el sentir, el yo puede expresarse de mejor manera mediante el amor y en la voluntad,
mediante la libertad. Y de esta manera, vivenciamos la competencia del yo, lo
esencialmente humano, en estas tres cualidades básicas del carácter. Podemos entender
entonces, que no es imaginable la libertad sin el amor y sin la honradez, como tampoco el
amor sin libertad, ni verdad exenta de amor. Nos damos cuenta, de que se trata en
realidad del hombre supra sensorio, nuestro verdadero propio ser, mejor. No se trata de
una trascendencia de índole alguna, se trata de una clara imagen-guía ideal para el
desarrollo, la evolución, para la educación.
Es así, que en realidad el nervio fundamental de una educación hacia la libertad es, que
debemos abrirnos paso hasta llegar al ser, hacia lo esencial, trabajando en una experiencia
de lo divino, que conecta a algo superior, veraz amorosamente humano. Aquí, yace
asimismo el nervio fundamental de la pedagogía Waldorf: Quiere ser una pedagogía
cristiana, dado que Cristo ha dicho: “Yo soy la verdad, Yo estoy entre vosotros cuando os
estáis amando y la verdad os dará libertad”.
Es la enseñanza del Cristo de lo esencial entre los hombres a la que esta dedicad toda esta
pedagogía en todos sus pormenores. Cuanto más capaz es el hombre, con tanta mayor
libertad puede actuar. Pero, sin escuela, sin formación, sin instrucción, sin lo
imprescindible, lo esencial y la experiencia del límite, no es posible educación hacia la
libertad.